Entre el problema y el misterio
Hoy la humanidad entera está toda ella unida en torno a un número concreto: el 2025. Ni las grandes masas de población que siguen otros calendarios dejan de celebrar, con grandes alborozos y sesudos análisis de futuro, este simple cambio de año, cque tiene un sentido meramente convencional, a pesar de sus vinculaciones con la astronomía o las tradiciones. Es una ocasión para publicar esta honda reflexión de Mariano que llevaba en la carpeta de ATRIO un mes entero, esperando que este moderador le diera la luz verde de salida. AD.
Los problemas se descifran, pero los misterios son cifras indescifrables. Cuando el hombre inventó el número, no era consciente de lo que se le venía encima.
En esta reflexión, trato mostrar que, el misterio, es el tejido de toda realidad, y cuando el Hombre, el ser Humano, la Persona, trata de tomar posesión de sí y de todo cuanto le rodea, llámese naturaleza, mundo, universo, cosmos, en un afán no de descubrimiento, y si de apoderamiento, acaba siempre en un vacío de sentido. Para ello he tomado como ejemplo al “numero”, protagonista del positivismo de esa mirada científica, reinante en la actualidad. Sin él, no existiría ciencia alguna.
El número, no tardó mucho en mostrar su indescifrabilidad. Empezó por el uno, no tardando mucho en alargarse y encogerse sin límites posibles. En el número empezó a reflejarse a sí mismo el propio hombre, al igual que en todo lo que hace en su vida. Hasta la más pequeña de sus actuaciones, es un reflejo de la esencia misteriosa de su ser.
Este simple objeto inmaterial llamado número, lleva en sí el misterio infinito de toda realidad. Pero solo existe un número que, a la vez que es portador de este misterio, se somete a su dinamismo misterioso para no caer en ningún determinismo o indeterminismo que, acaben coartando su libertad.
Como es lógico, el hombre, al verse envuelto en la propia naturaleza, al inventar el número tomó de ella su propio nombre, llamándole “número natural”.
Si al principio del principio, el misterio reinaba en su hábitat natural, al inventar el número, quiso tomar posesión del mismo, degradándolo a la categoría de problema, pero ya bajo su dominio.
Este intento, de apoderamiento del misterio, nos retrotrae a aquel acontecimiento en el que el hombre optó por su voluntad frente a la de su Creador. Esta elección, ni más ni menos, significó su renuncia a ser salvado, convirtiéndose él mismo en su salvador. Intento vano, y que ahora, el propio número, le recordará constantemente.Con el tiempo, este número natural se le quedó pequeño, no abarcaba a clasificar y cualificar a toda la realidad que observaba, experimentaba y precisaba, para poder despegarse de esa naturaleza indiferenciada.Este número natural, ya le sirvió de mucho para poder tomar conciencia personal de sí y de los demás, y a su vez, en un nuevo orden de diferenciación y de relación, del que surgió: el “yo”, el “tú”, el “él”, el “nosotros”, el “vosotros” y el “ellos”, expresiones personales de dicho número natural. El número se constituyó en el “pro-nombre” del ser humano, cobrando vida y encarnándose en él. Números personalizados en esa nueva naturaleza que se separaba poco a poco de la que no sabía contar de forma diferenciada, pues no le hacía falta.
Este nuevo orden natural, con el tiempo fue creando un tipo de relaciones más amplias, obligándole a buscar un nuevo número que enriqueciese y armonizase, ese dinamismo que había iniciado su predecesor.
Este nuevo hombre, que ya no se sentía naturaleza pura, se denominó a sí mismo como ser racional, por lo que el nuevo número que se agenció lo calificó con el nombre de “número racional”.
Este número racional, le organizaba socialmente su relación natural con sus congéneres, de una forma más equitativa y justa que la de su anterior, pero no tardó en revelar también sus límites. Había problemas que no podían ser resueltos con proporciones exactas, ni con números que expresaran relaciones finitas entre cantidades.
El hombre natural, que posteriormente se descubrió como racional, iba profundizando en la realidad, con una mirada cada vez más fina, tanto hacia dentro de sí, como hacia fuera de sí. Esta incisiva mirada introdujo otra exigencia, que superaba a lo que el número racional le facultaba. Por lo que no tardó en crear un nuevo número que fuese más allá de aquel, denominándolo entonces, como “número irracional”. Como vemos, y seguiremos viendo, los números no pueden separarse de su realidad personal de cada momento de su existencia.
Este nuevo número, surgido ante la incapacidad de representar con precisión los nuevos problemas que se le presentaban ante su mirada, como: la correcta determinación de la diagonal de un cuadrado o la proporción áurea que define tantas formas de belleza en la naturaleza, y que trajo consigo la idea de lo infinito y lo incomprensible en un nivel aún más profundo que sus antecesores.
Estos números, ya escapaban al encasillamiento de las fracciones, representaban lo inconmensurable, lo eterno, y en cierto modo, lo divino. Se convirtieron en símbolos de lo que no puede ser dominado, pero sí intuido, como el número “pi”, en la circunferencia, o el de la “raíz cuadrada de 2”, en la geometría básica. Aunque útiles y aplicables, estos números se negaban a ser reducidos a fórmulas definitivas, eran como una naturaleza que siempre guarda secretos incluso en lo que parece obvio.
Pero el viaje del número, no se detuvo aquí. La irracionalidad ya no daba más de sí. Cuando la matemática y la física comenzaron a explorar los confines de la realidad, no tuvo más remedio que trascenderlas, explorando más allá de todo tipo de razones. Entonces, no tuvo más remedio que introducir su imaginación, presentándonos a su nuevo sucesor, el “número imaginario”, nacido de la raíz cuadrada de un número negativo.
Este nuevo número, rompía con la intuición natural del hombre. ¿Cómo aceptar la existencia de algo que no podía visualizarse en el plano físico? Sin embargo, el número imaginario, representado por su inicial, la “i”, permitió resolver problemas que hasta entonces parecían imposibles. En cierto modo, lo imaginario se convirtió en un puente hacia nuevas dimensiones, recordándonos que la realidad trasciende lo observable y se extiende hacia lo concebible, pero solo en esa nueva dimensión.
Es curioso, que el hombre, en este caminar que comenzó con su número primogénito, el número natural, y ambos muy pegaditos a la materialidad del mundo y de su propio mundo, pronto empezó a separase de dicha materialidad.
En este transcurrir de la mirada del hombre hacia dentro y hacia fuera de sí, la realidad natural, la racional, la irracional y la imaginaria, se le seguía quedando corta, emergiéndole nuevos problemas que le complicaban su vida, y dejándole nuevamente ente un horizonte problemáticamente indescifrable.
Como último intento, y ante tal “complejidad”, pensó en crear otro número al que denominó, como era de esperar, “número complejo”, pero ahora, integrándolo con todos los anteriores en una nueva realidad multidimensional.
Aquí, el hombre logró una síntesis, una especie de “unidad en la diversidad”. Los números complejos no solo encontraron su lugar en el álgebra, sino que revelaron nuevas estructuras en el cosmos: desde las ondas electromagnéticas, hasta los fractales, que describen patrones infinitos en la naturaleza.
Esta integración era el fiel reflejo de la aspiración humana de un intento de comprender la totalidad, de unir lo tangible con lo intangible, lo problemático, con lo misterioso. Sin embargo, incluso con los números reales y complejos que abarcan todos estos conceptos, la pregunta persiste: ¿qué es el número en sí mismo?, a semejanza de la pregunta de ¿qué es el hombre en sí mismo?
Cuando regresamos al número “Uno”, descubrimos que es el único que realmente contiene a todos los demás. Todos los números derivan del “Uno”, como fragmentos que intentan expresar su plenitud. Pero en el intento de analizarlo, de dividirlo, y clasificarlo, perdemos el misterio que lo define. El Uno, al ser analizado, deja de ser lo que es: la esencia indivisible, el origen del todo.
Así, el número no es solo una herramienta para resolver problemas; es un espejo de nuestra existencia. Nos enfrenta al misterio que subyace en la realidad. A la imposibilidad de reducirlo todo a fórmulas claras y definitivas. En el misterio, el hombre encuentra su límite, pero también su vocación: buscar siempre, no para dominar, sino para contemplar, para participar en la danza infinita de la realidad. Al final, el Uno, permanece como un recordatorio de que el misterio no se resuelve; se vive.
El número, en todas sus formas, es más que un constructo humano: es una manifestación del misterio que rodea al ser humano y al universo. En las estructuras más precisas y formales, el misterio permanece. Al igual que el “Uno” contiene a todos los números, y a su vez escapa a todo análisis. Es un recordatorio constante de que la verdadera comprensión es siempre un diálogo abierto con el misterio.
La técnica, está sustituyendo a pasos agigantados esta enseñanza del número, al petrificarlo, al digitalizarlo y al dejarlo en manos de una nueva inteligencia artificial, mecánica, pero llena de agujeros en sus algoritmos, que obvian el misterio, pero que a su vez reconoce que son infinitos y en un orden muy superior a aquellos otros. Números que jamás podrán ser algoritmizados.
Los recursos energéticos requeridos para intentar minimizar, que no eliminar, el misterio de los números no computables, es astronómico e imposibles de alcanzar, y el problema seguirá existiendo.
La vida, jamás de los jamáses, es y será un problema.
Ningún misterio, Mariano, subyace a la realidad existente. Permíteme que comience así tal cual. Nosotros, los seres inteligentes, a lo que nos enfrentamos, pero, no misteriosamente, sino realmente, es a la realidad. A esta realidad estante en la que estamos y que lo envuelve todo formalmente, no materialmente. Confundir ambos conceptos es lo que permite precisamente ese reduccionismo del que hablas. Y no porque algo oculto misteriosamente le subyaciera, sino por quedarnos en ella solo con su efecto estimulador y reconfortante. Y es esta cerrazón lo que nos impide trascenderla en toda su hondura. La realidad estante no solo está ahí, sino que, además, estando ahí, expresa autónomamente toda su plenitud entitativa. En cambio, con todo, se tiende más a su idealización, a un alejamiento de la realidad en pos de un acercamiento a la razón.
Solo eso, Mariano, un abrazo!
Querida M. Luisa:
Gracias por tu comentario. Ya sebes que aprecio mucho el intercambio de ideas contigo, pues considero que el diálogo nos enriquece mutuamente y nos ayuda a profundizar en cuestiones fundamentales. Bueno, esto último de “cuestiones fundamentales” debería ponerlo entre interrogantes, supongo que muchos opinarán lo contrario. Por desgracia creo que somos minoría los ociosos que tenemos tiempo para estas cosas. Esto sí que es un misterio antropológico que nosotros los autodenominados inteligentes, todavía no hemos logrado descifrar
Dicho esto, permíteme disentir respetuosamente con tu planteamiento. Afirmas que “ningún misterio subyace a la realidad existente” y que nos enfrentamos únicamente a una “realidad estante” que se nos da formalmente y no materialmente. Sin embargo, tu negación inicial del misterio parece contener una contradicción con el resto de tu argumentación. Si la realidad, “expresa autónomamente toda su plenitud entitativa”, entonces estaríamos hablando de algo que trasciende su mera presencia fenomenológica. En otras palabras, reconocer la plenitud de la realidad implica admitir, aunque sea implícitamente, que hay algo más allá de su apariencia inmediata: un fundamento que podríamos llamar misterio.
La noción de misterio aquí no implica algo irracional u oculto en un sentido esotérico, sino aquello que, siendo profundamente real, excede nuestra capacidad de comprensión exhaustiva. Por ejemplo, el hecho mismo de que exista algo en lugar de nada es un misterio radical que la razón puede abordar, pero no agotar. Reducir la realidad a su dimensión estante, ignorando su profundidad trascendente, es precisamente lo que yo señalo como un reduccionismo, aunque se presente bajo un lenguaje sofisticado.
Además, afirmas que la realidad no es material, sino formal. No obstante, al hablar de “realidad estante”, ¿cómo puedes desvincularla de su materialidad sin caer en una suerte de idealismo?. Si la realidad formal no está fundamentada en una realidad material concreta, ¿dónde encuentra su referencia objetiva?. Más bien, me parece que la realidad estante que mencionas debe ser entendida como una unidad de forma y materia, de lo visible y lo invisible, lo cognoscible y lo misterioso. Es precisamente esta unidad lo que nos invita a trascender, no desde un alejamiento de la razón, sino desde su plenitud.
Finalmente, apuntas que el problema es la “idealización” de la realidad y un “acercamiento a la razón” que nos aleja de ella. Sin embargo, idealizar la realidad y acercarse a la razón no son sinónimos. La razón, cuando se ejerce en su sentido más amplio y auténtico, no nos aleja de la realidad, sino que nos permite comprenderla en toda su hondura. Este acercamiento racional no excluye el misterio; al contrario, lo revela como el horizonte siempre abierto de lo real, que nos interpela y nos invita a explorar más allá de lo dado.
Me gustaría que accedieses a la respuesta que le he dado a Oscar en su planteamiento metafórico de la realidad frente al del metódico. Creo que complementa lo que estamos ahora dialogando.
En conclusión, y respecto a lo que dices, creo que no se trata de negar el misterio ni de idealizar la razón, sino de integrarlos en una visión más completa y profunda de la realidad. La plenitud de la realidad, que tú misma reconoces, no puede agotarse en una visión meramente formal. En ella resplandece lo que nos sobrepasa y nos llama a trascender desde la razón, la experiencia y el asombro.
Con todo respeto y gratitud por tu aporte, te envío un cálido abrazo.
Mariano
Hola de nuevo, Mariano, sí, tienes mucha razón, quería escabullirme evitando largas explicaciones, pero ya veo que esto tampoco puede ser excusa para mí que tanto predico el tema de la complejidad.
—–Ha corrido mucho tiempo desde lo que para Aristóteles era el concepto de sustancia: lo “estante”, algo delimitado, subyacente y suficiente, y a pesar de ello hoy tristemente todavía la ciencia y la filosofía continúan pensando aristotélicamente en función de la “substancia”.
—–Sin embargo, los tiempos han cambiado y la situación intelectual del momento nos invita a pensar desde un horizonte distinto donde ofreciendo mayor comprensión es al mismo tiempo un reto para nuestra inteligencia, más dada, para hablar en la actualidad de estructuras complejas.
———Por ejemplo, no es lo mismo afrontar la realidad hoy desde el horizonte de la nihilidad que afrontarla desde el horizonte de la complejidad de lo real. Este mismo concepto bien pudiera llevar consigo desde entonces esto profundo que dices y que si bien antes excedía a nuestra comprensión, sin embargo, en el actual horizonte nos puede abrir a nuestra propia capacidad intelectiva.
——-Claro! La noción de misterio, vista desde el horizonte que le sea propio, aquello profundamente real que dices, excedería entonces a nuestra comprensión, sin embargo, ahora con este pueda ofrecernos tal posibilidad. Pero con todo, además, también se diluye el horizonte de la nihilidad. Creo que el que exista algo en lugar de nada no fue un hecho, sino una expresión de Tertuliano, luego sí que santo Tomás lo instituyó como dogma. Y a partir de ahí hasta la Modernidad, este horizonte pre- comprende el mundo como creatura, es decir, como contingente y desde ahí se comprende el resto.
———Por otra parte, me preguntas qué quiero decir con eso de la “realidad estante”. Pues bien, teniendo como perspectiva la mencionada complejidad no creo que pueda ser entendida como una unidad de forma y materia, sino como aquel ámbito dentro del cual las cosas se estructuran como reales y es en función de la estructura misma que las cosas trascienden y nosotros con ellas.
———–Bien, por último, cuando hablo de la idealización de la realidad, me refiero precisamente a la pura razón abstracta propia de las matemáticas. La cual la aleja asépticamente de su receptividad sensible, aquella que le es propia para su objeto: la realidad.
———-Creo que me queda por responder un asunto de fenomenología, pero si acaso en otro momento porque la mañana se me echa encima, je,je. También lo de la lectura que me pides haga del comentario de Oscar.
——-¡Muchas gracias por tu paciencia, Mariano, saludos para ambos!
Querida M. Luisa: Agradezco tu atención y tu esfuerzo ilustrado en la profundización de conceptos que nos aproximen una comprensión más profunda de la realidad. Pero como bien sabes, Atrio es un espacio dedicado a explorar el sentido de la vida, buscando un diálogo entre lo sagrado y lo profano, entre lo personal y lo comunitario y sintetizando en la medida de lo posible todo esto como testimonio personal, más que como elucubración teórica.
Por ello, en mi artículo no pretendo demostrar una tesis, sino mostrar cómo la realidad que vivimos y construimos está impregnada de misterio, y cuando digo misterio, quiero decir indemostrable por la simple razón, algo que considero esencial para comprender nuestra condición humana. En ese sentido me muestro en lo que digo, y no demuestro lo que digo. Dejo un diálogo abierto al testimonio de otros que quieran también mostrarse. Abandono la metafísica que no tiene fondo y me enclaustra en lo infinito, que es más de lo mismo, pero sin fin.
Si quieres puedes asomarte al vínculo que A.D introdujo en la presentación de mi artículo que ya conoces de “La Palabra”, para que veas las distintas apreciaciones y aproximaciones filosóficas en la relacion del ser humano con la realidad: ChaptGPT sobre ‘La palabra…’ de MAV « ATRIO
La persona no es una realidad demostrable, en ella rige el principio de la libertad y la responsabilidad. Ese principio que continuamente demandamos, pero obviando muchas veces el de la responsabilidad. Principio indemostrable, pues si lo fuese, la libertad dejaría de serlo y la responsabilidad sobraría.
El artículo, en este sentido, trata de poner en evidencia cómo el misterio no anula la razón, sino que la abre a nuevas dimensiones, superando la dicotomía entre lo racional y lo vivencial, entrando en juego aquí las creencias.
Te agradezco sinceramente la riqueza de tus aportaciones, y espero que este intercambio haya servido para profundizar en el sentido de lo que compartimos aquí en Atrio.
Un cordial saludo,
Mariano
Vuelvo de nuevo, Mariano, pero no para extenderme, sino solo para decirte que saqué un poco la nariz por el enlace que me enviaste ayer, pero solo de pasada con la intención de volver. Ahora, más bien quisiera aclararte muy rápidamente aquella contradicción que hallaste en mi primer comentario y que la pasé por alto. Aunque creo que obedece más a un malentendido que a otra cosa.
—————-Veamos, ¿dónde consta en lo que llevo dicho que me niegue al Misterio? Lo que niego es de que se trate de algo trascendente que nos haga ir más allá de la realidad inmediata, porque el fundamento al que, dices, hay que ahondar no es ni el “en sí” kantiano ni el “en mí” hursseliano, sino el “de suyo” dado en impresión fenoménica.
———-A veces me resisto a los tecnicismos por temor y voy dejando las cosas a medias, pero recuerdo que este, el “de suyo” que acabo de citar, fruto de la noología zubiriana no te es del todo desconocido.
———–En fin, no sé si te sirven estas líneas como aclaración.
El EGO O YO SUPERFICIAL=1; Y EL 0=YO PROFUNDO O SELF sin EGO.
USO – Gracias!
La expansión de la materia matemática se dio en Vieta (1540-1603),
– al pasar de la ARITMÉTICA al ÁLGEBRA.
– Fue un progreso en la técnica de la notación aritmética;
– cosa de nada. Esa «cosa de nada» se llama ÁLGEBRA.
……………………..
1- Nos referimos a los números por medio de vocablos o de figuras gráficas
– que llamamos «cifras». Por ejemplo: uno, dos, tres … 1, 2, 3 …
– Ni el vocablo ni la cifra son el número. Son solo sus representantes,
– que nos hacen mentalmente presentes los números.
– Al emplear una cosa en lugar de otra, (representando a otra),
– la hemos convertido en signo o símbolo de esta.
2- Pero nótese que cada vocablo uno, dos, tres…, y cada cifra 1, 2, 3 …,
– es signo de un solo número;
– por tanto, necesitamos tantos signos como números hay.
3- Si, en cambio, decimos: sea x un número igual al número b más el número c,
– la situación ha cambiado por completo.
– x no es el nombre de ningún número, como no lo son b ni c.
– Aquí el signo lo es en una nueva potencia.
– Nos permite una sola figura —x, o b, o c— manifestar los infinitos números.
4- El ÁLGEBRA es una Aritmética que, en vez de ocuparse de los números mismos,
– se ocupa solo con sus signos: como tales signos de ellos.
…………………
Mas con esto no hemos ganado nada. Al contrario, hemos perdido.
– El nombre o cifra nos plantaba delante un número determinado, inconfundible.
– Ahora, cuando se nos propone que, en x, b, c veamos números,
– sentimos, por lo pronto, mareo, vértigo.
– Ese mareo indica que ingresamos en otro mundo de mayor altitud,
– y comenzamos por sufrir el mal de montaña.
…………………
5- Pero no era solo que teníamos que ver números (en x, en b y en c),
– sino algo más preciso: que x es un número igual al número b más el número c.
– Esto es muy otra cosa.
– Porque entonces, x, que aislada es signo de un número cualquiera,
– puesta en la ecuación resulta ser un número determinado.
– x se ha convertido, por ejemplo, en 6.
6- El número aislado es un objeto figuralmente determinado,
– pero no matemáticamente determinado.
– Pero la Aritmética nos puede descubrir su determinación diciendo:
6=5 + 1; donde: 5 + 1 es la determinación de 6.
– Pero entonces es lo mismo que escribamos: x = 5 + 1
7- De suerte que para lograr que 6 pase
– de ser solo en potencia determinado a serlo en efecto, esto es,
– a que quede explícita, patente, la determinación que lo constituye,
– hemos tenido que ponerlo en ecuación.
– Percibimos que esa fórmula nos describe la determinación
– de todos los números sin más que sustituir 5 por n,
– que representa un «número cualquiera», diciendo: x = n + 1
8- ¿No es esa expresión más complicada que 6?
– Sin duda;
– pero ella nos proporciona algo sobremanera importante:
– 6 no es más que el nombre de un número,
– mientras aquella fórmula nos da su definición.
– Nombrar una cosa no es conocerla.
– En cambio, la fórmula nos sirve a la vez de nombre y de definición del número.
– Lo nombra mediante la definición, que es el ideal de un nombre.
9- La cifra nos presenta el número ya hecho y como resultado
– de una génesis misteriosa que no nos revela.
– Nos lo pone delante. Mientras lo vemos no sabemos en qué consiste.
– Lo manejamos con seguridad práctica, pero con irresponsabilidad teorética.
10- En el ÁLGEBRA, la letra, precisamente
– porque se ha vaciado de toda significación numérica determinada,
– tiene que hacerse número a nuestros ojos,
– entrando a formar parte de la fórmula que es la ecuación.
– Esta nos da la definición de un número;
– antes que presentarnos el número ya hecho, nos da su génesis y su entraña,
– nos hace en cada momento explícito y expreso
– que el número consiste en puras relaciones de igualdad, de más y de menos.
………………………………
Resumamos el progreso que representa el ÁLGEBRA diciendo:
Primero, hace ver que el número consiste en puras relaciones.
Segundo, el número aparece en ella sustituido por su definición, lo que hace consistir el método del Álgebra en una cadena de definiciones, es decir, en una pura deducción.
Tercero, consecuencia del primero y segundo y lo más decisivo:
– obliga a no interpretar el número sino en los términos de su definición,
– con lo cual lo liberta en cada caso de su valor infinito, confuso e incontrolable
– y lo logifica.
– En el Álgebra, la Aritmética tiende a hacerse Lógica del número.
………………………………
– En el invento de Vieta está ya preformada toda la Matemática posterior.
– Comienza a funcionar el método de la Matemática moderna y contemporánea.
Buen día!
¿No les parece que YA ES HORA URGENTE
que los ‘intelectuales´’
nos dejemos de inflacionar con las palabrejas:
M I S T E R I O y M Í S T I C A?
Ya que se quiere “SALVAR” al Mundo con un “SALVADOR”
Lo que se necesitamos es aportar C L A R I D A D
Gracias!
Estimado Óscar,
Agradezco tu extenso y profundo comentario, que introduce un análisis muy sugerente sobre la evolución del número desde la Aritmética al Álgebra, señalando su génesis conceptual y técnica a través del trabajo de Vieta. Tu reflexión aporta una perspectiva histórica y técnica que, sin duda, amplía la comprensión de las matemáticas como disciplina.
Sin embargo, me cuesta encontrar una conexión directa entre este análisis y el enfoque específico de mi artículo, que intenta explorar el número desde una dimensión diferente. Como objeto producido por el hombre y que no puede dejar de manifestar la esencia de su misteriosa realidad. El contexto es más filosófico, antropológico y existencialista, ubicando al número entre una realidad contingente y objetiva del pensamiento científico, con la trascendente y misteriosa realidad de la persona.
Dicho esto, a pesar de ello, tu aportación puede enriquece el diálogo y ofrecer un ángulo que podría inspirar nuevas reflexiones sobre cómo la abstracción matemática y su lógica subyacente iluminan otros aspectos del pensamiento humano.
Pero, sinceramente me gustaría un trato más próximo con tu testimonio personal directo y no mediado por lo que otros dicen. Observarás que en mis escrito suelo añadir la coletilla de que son muy personales. en esa línea intento incentivar los comentarios en los que cada cual también reflejasen su huella propia.
Un saludo cordial,
Hola Mariano!
1- Nada de “estimado …” como fórmula.
2- El consejo de que atienda tu “objeto”:
“(1)Como objeto producido por el hombre y
(2) que no puede dejar de manifestar la esencia de su misteriosa realidad”
Está contestado en mis 2 intervenciones consecutivas:
1a. traté del “número”
2a. alerté la “misteriosidad”
…………………..
El pintor presentó su cuadro todo en negro.
Pidió que la gente se lo interpretara.
Nadie supo qué decir ni pío.
Develó el motivo:
“es una pelea de negros en un túnel”
Gracias!
Sin duda que el pintor mencionado
en su ‘obra’ había emitido una “opinión personal … personalísima”
Entiendo que es la vía que intenta darle Duato a ATRIO.
¿No estaremos acercando peligrosamente a:
“Sesiones de Terapia de Grupo”?
¿Será eso lo que se anda buscando en ATRIO
-bien que- “en el fondo”?
Solo levanto un ¡ALERTA!
Gracias!
*VIEJAS _Metáforas_ de _Realidades_ ACTUALES*
_*Empédocles*_ (495-435 a. C) admitió dos fuerzas fundamentales,
*EL AMOR Y EL ODIO* ,
en la formación y destrucción del mundo,:
la *atracción* , y la *repulsión* .
………………………………
¡Ojito! entonces,
¿No será la *METÁFORA* uno de los mayores métodos de *CONOCIMIENTO* ?
Hola Oscar!
1- Nada de “estimado …” como fórmula.
2-Un método implica un procedimiento sistemático y deliberado para alcanzar un fin (por ejemplo, el método científico). La metáfora, en cambio, es más una herramienta o una forma de expresión que emerge de la intuición, la creatividad y la experiencia. Sin embargo, en ciertos campos, como la filosofía y la psicología, podría argumentarse que el uso consciente de metáforas puede estructurar un enfoque metódico para explorar y comunicar conocimientos complejos.
En resumen, la metáfora es una herramienta poderosa en el proceso del conocimiento, no solo en etapas iniciales de exploración o en la comunicación de conceptos complejos, sino también en las etapas finales don del método encalla. Aunque no es en sí misma un método, su papel es insustituible para expandir y enriquecer nuestra comprensión del mundo.
El método suele ser lineal y rígido, la metáfora circular y cálida.
El método es como una daga, la metáfora como un abrazo.
El método es como un reloj suizo; la metáfora, como un caleidoscopio.
El método es una receta de cocina; la metáfora, un banquete improvisado.
El método es como un río que sigue su cauce; la metáfora, como el océano que lo acoge.
El método es un faro que ilumina un solo camino; la metáfora, una constelación que inspira múltiples trayectorias.
El método es como la geometría de Euclides; la metáfora, como los fractales de Mandelbrot. La geometría clásica traza líneas rectas y ángulos exactos, buscando orden en el cosmos. Los fractales, en cambio, revelan una belleza caótica y autorreferencial, donde cada parte contiene el todo en una danza infinita de significado.
El método es Apolo; la metáfora, Dionisio. Apolo representa la claridad, la medida y la razón, pilares del pensamiento lineal y estructurado. Dionisio encarna la pasión, el desborde y la intuición, valores esenciales de la metáfora como fuente de comprensión vital.
El método es finito, la metáfora lo trasciende.
El conocimiento con el método tiene límite, la realidad con la metáfora se magnifica…..
Gracias!
Todo relato, y buen relato, no es más que “un” vestido, no “el” vestido. Al nacer el Ser Humano desnudo(=lo genético), todo lo restante para ser cubierto es cultural. Me pregunto, y solo sugerencia que me ha venido al leer el buen artículo o relato, si en lugar del UNO, fuese el Ser Humano el CERO…=la contemplación, el silencio. No tiene valor ante los números, pero sí después. Pero con los algoritmos, no creo que tenga valor pues los construimos nosotros.Y el 2025, número muy rico- Por suerte que hay un 0.Y el año ’25 sea rico en interioridad…y nos dé un nuevo vestido o relato a la luz de LA LUZ.
Si, Jaume, asumo tu planteamiento, pero yo lo expresaría así:
El Cero y el Uno, no son opuestos, sino complementarios en la Unidad, en esa Unidad que llamamos Persona. El Cero nos invita a detenernos, a recargar energías y habitar en el silencio que nos conecta con lo más profundo de nuestra existencia, con ese misterio infinito, y a su vez representa esa pasividad activa como potencia en latencia. El Cero y el Infinito, son un mismo número, que encierran el misterio insondable e inobjetivable de toda realidad, se dan la mano de principio a fin, de ahí que el Infinito se exprese simbólicamente como un doble Cero. El Uno, en cambio, es quien ejerce la función integradora, unidad sustancial del ser indivisible. El Uno, no solo es el que piensa, también siente, proyecta y actúa, llevando en sí al Cero como expresión del misterio que nos manda callar antes de pensar, hablar y hacer para que tengamos conciencia responsable ante lo que pensamos, decimos y hacemos. Ambos juntos, reflejan la dinámica elemental del Uno existencial: pausas necesarias y movimientos decisivos.
Incluso en el lenguaje binario de la IA, esta dualidad nos recuerda que somos más que algoritmos codificados con ceros y unos, pues mientras el sistema binario es funcional en lo técnico, en lo humano se transforma en símbolo de nuestra capacidad de contemplar y actuar en la construcción del mundo, de nuestro mundo. La IA no puede trascender la dualidad binaria. La persona sí. Sobre este tema, AD tiene en cartera un nuevo artículo/relato.
Por otra parte, cuando hablas de lo genético, en mi opinión, y dentro del contexto de mi artículo/relato, ya te has cargado al Uno, lo has desintegrado, lo estás analizando, introduciendo nuevos números, genéticos y culturales. Estos números no son números personales son números contingentes, dispersos y no representan la singularidad humana de la persona. Esta no admite taxonomías.
Jaume, bien traído el cero a escena.
Como siempre, gracias por la atención y las matizaciones a mis reflexiones, que siempre aportan un valor añadido.
No creo en el poder mágico o simbólico de los números. Esto estaba muy presente en la escuela pitagórica y tb está en la biblia(con el número 7 y otros). De todas maneras el 29 de enero de 2025 se inicia en el calendario chino el año de la Serpiente de Madera , iniciándose un período de introspección en que se abrirá un período de resolución de los conflictos. Tiene razón Harari cuando dice en Nexus que las religiones establecen un relato(aunque yo creo que no sólo hacen eso)que une a diversos seres humanos o moviliza a diversos seres humanos. Es lógico que los pitagóricos concibieran aquello como una filosofía o hasta una religión (en el albor del número). Hoy sabemos que el número es una convención sin más. Pero a ver si tenemos suerte y sale adelante eso de la resolución de los conflictos y el año de la Serpiente de Madera, jajaja.
Javiierpelaez, gracias por tu comentario, que aporta una perspectiva crítica y refrescante al debate. Tu referencia a la escuela pitagórica, a la Biblia y al simbolismo numérico en distintas tradiciones culturales y religiosas muestra cómo los números han sido interpretados a lo largo de la historia como algo más que meras convenciones matemáticas. Aunque hoy comprendemos los números como herramientas prácticas en múltiples campos, su valor simbólico sigue siendo relevante en el ámbito cultural y filosófico.
Por otra parte, en mi artículo/relato/reflexión, tampoco pretende atribuir poderes mágicos a los números, sino al contrario, reflexionar sobre su capacidad de representar la profunda singularidad de la Persona y servir como metáforas que invitan a la introspección. En este sentido, el número tiene un poder representativo de la realidad humana mucho más allá de la mera aplicación práctica en nuestras vidas, evidenciándonos insistentemente su carácter misterioso como reflejo del nuestra praxis en el mundo, conectando nuestra necesidad de orden con nuestra búsqueda de significado y sentido tanto a la realidad exterior que nos rodea, como a la interior que nos demanda trascender la mera objetividad de aquella.
Comparto contigo tu expresión final de que de una forma u otra, este simbolismo profundo del número nos ayude a resolver los conflictos que nos rodean.
Feliz año Mariano. Te advierto que yo un poco de cachondeo ya decía yo que la lotería se hiciera con letras en vez de números…. jajaja. El número es importante en nuestras vidas: cuenta la edad,cuenta el dinero…El número tiende a simplificar aunque la matemática de altos vuelos se me escapa completamente…Hablamos del infinito matemático,yo se cómo se representa en símbolo,pero se me escapa completamente sus misterios ..
Para mí Dios es el misterio ….El Misterio…Por ahora yo accedo al Misterio x Jesús….Aunque mucha gente ha tenido experiencias holísticas (sin necesidad de drogas) ,yo no me fío de ellas como expresión del Misterio. Yo creo,y me vais a matar(jajajaja),que eso es la infancia religiosa o la adolescencia religiosa.
Y qué decimos del número 1 que lleva la vaca de Grand Prix que hace intervenir hasta a Argüello,menudo cristo se ha montado. Yo simplemente digo que Jesús quiere a los gordos ,ya lo dice la bienaventuranza:”Bienaventurados los gordos xq ellos serán saciados en el banquete celestial”. Es cierto que estar obeso no es saludable,pero peor es ser fumador y los que lamentablemente lo somos tb tenemos otra bienaventuranza :”Bienaventurados los fumadores xq verán antes a Dios”. Es poco misericordioso querellarse x semejante chorrada de la vaca y el Sagrado Corazón de Jesús. La ley española que regula este asunto es un completamente dislate. Llamarse Abogados Cristianos es un completamente dislate. Yo soy cristiano y ejerzo en los tribunales y tengo serias dificultades para ser cristiano en los tribunales.
Desde luego que la imagen,metáfora ,del Juicio Final es bastante desafortunada. Me choca con aquello de “no juzguéis y no serés juzgados”. Desde luego ya os digo que no conozco ningún juez omnisciente. Tampoco conozco a ningún abogado omnisciente, jajajaja.