Un joven entregado al Proyecto
Lucas cierra el conjunto narrativo dedicado al amanecer de la Salvación con un relato protagonizado por el joven Jesús iniciando su autonomía antes de tiempo. La narración está planteada del siguiente modo:
“Sus padres iban en peregrinación cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús había cumplido doce años subieron ellos a la fiesta según su costumbre, y cuando los días terminaron, mientras ellos se volvían, el joven Jesús se quedó en Jerusalén sin que se enterasen sus padres.
Creyendo que iba en la caravana, después de una jornada de camino se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.
A los tres días lo encontraron en el templo sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían estaban desconcertados de sus inteligentes respuestas. Al verlo, quedaron impresionados y le dijo su madre:
— Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? ¡Mira con qué angustia te buscábamos tu padre y yo!
Él les contestó:
— ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo tengo que estar en lo que es de mi Padre?
Pero ellos no comprendieron lo que les había dicho.
Jesús bajó con ellos, llegó a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo aquello en la memoria. Y Jesús iba adelantando en saber, en madurez y en favor ante Dios y los hombres” (Lc 2, 41-52).
27 El joven Jesús en Jerusalén
27.1. Peregrinación pascual
La alusión al acostumbrado desplazamiento anual hacia Jerusalén para la celebración de la fiesta de la Pascua abre con sutileza la lectura, anunciando y justificando dicho viaje desde Galilea. El niño, ahora ya un joven, sigue siendo el centro de atención del narrador. Sin ser nombrado, cobra indirectamente protagonismo nada más arrancar la narración: “Sus padres iban en peregrinación cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua”. El marco geográfico comienza a vislumbrarse. La capital, Jerusalén, citada tres veces en el relato se augura de nuevo escenario de la acción. Pero esta vez, una coordenada temporal precisa el momento. Son las fechas de celebración de la fiesta más relevante, la que conmemora la liberación de la esclavitud de Egipto: La Pascua.
27.2. La escena se va configurando según se preveía, teniendo al joven Jesús como referente principal: “Cuando Jesús había cumplido doce años subieron ellos a la fiesta según la costumbre…”.
El apunte de los “doce años” adelanta la circunstancia que rodea la vida del muchacho. Está próximo a su mayoría de edad. Se consideraba que los niños alcanzaban la mayoría de edad a los trece años y la edad adulta a los veinte. A los trece años, el chico estaba obligado a cumplir todas las prescripciones marcadas por la Ley. Jesús aún no ha llegado a esa situación que le concede cierto nivel de consideración y autonomía. La fiesta de Pascua se concreta como el destino del viaje de la familia. Aunque la fiesta servirá solo como excusa. De hecho, ya no se nombra más ni se hablará de sus preparativos, ni del lugar de celebración, ni de las personas con quienes se comparte la alegría del festejo, ni siquiera de sus horas más significativas, las de la cena de Pascua. El escenario donde intervengan los actores se ubicará al margen de dicha efemérides.
27.3. La fiesta fue en este relato visto y no visto
Nada más informar de la salida hacia la fiesta, la narración aporta un nuevo dato temporal señalando el final de esas fechas tan señaladas: “…y cuando los días terminaron…”. Resulta evidente que el festejo no es lo que interesa a Lucas. El habla en su narración de “los días”, pero no dice cuántos; los pasa por alto sin apuntar ni un solo detalle sobre lo ocurrido en ellos. No aclara si fueron los dos días de estancia mínima exigida o los siete de duración real de los festejos. La fiesta y el viaje a Jerusalén han sido usados por el evangelista como pretexto para dar pie a las actuaciones descritas a raíz de esa circunstancia especial.
27.4. El evangelista no pierde el tiempo. Va a lo que va, y punto
El movimiento de los personajes se produce de inmediato. Pero el grupo familiar se divide y toma diferentes rumbos: “…mientras ellos se volvían, el joven Jesús se quedó en Jerusalén sin que se enteraran sus padres”. Lucas presenta con normalidad lo inusual con tal de conformar el relato al objetivo pretendido en su pedagogía. En cualquier viaje familiar, tanto a la ida como a la vuelta, hay acuerdos previos para emprender la marcha juntos. Aquí el texto da a entender que Jesús, todavía sin alcanzar la mayoría de edad, tomó su determinación consciente de que sus padres emprendían el camino de vuelta: “…mientras ellos se volvían…”. La narración deja entrever que hubo conversación entre ellos respecto al momento de iniciar el viaje de regreso y que Jesús no avisó de sus intenciones: “…sin que se enteraran sus padres”. Lucas planteó la situación haciendo responsable al joven de haber actuado, sin conocimiento de sus tutores, con una autonomía impropia de su edad. Hasta ahora, el evangelista siempre se había referido a Jesús denominándole: παιδίον: “niño” (2,17.27), término usado para hablar de niños hasta los siete años. En este texto cambia la forma de llamarlo y sustituye παιδίον por παῖς (‘muchacho’, ‘joven’, ‘chico’), término utilizado para referirse a chicos de entre siete y catorce años.
27.5. La narración entra ahora en detalles con el fin de agravar la actuación de Jesús
El peso de la acción recae ahora por entero sobre los padres. Las frases se encadenan generando su desasosiego. Ellos retornan desde Jerusalén a Galilea confiados (“Creyendo que iba en la caravana…”) en el buen comportamiento de ese niño que, según el relato anterior, iba “llenándose de saber”. Viajan tranquilos; seguros de su saber hacer. Pasarán horas tras una travesía en calma. Y lo buscaran donde imaginan: “después de una jornada de camino se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos…”. La narración se recrea describiendo un actuar crédulo e inocente de los padres con el fin de realzar la seria incorrección del hijo. El nivel de preocupación aumenta: “…al no encontrarlo…”. La ausencia del chico les genera angustia. E intervienen esforzándose, de acuerdo con su responsabilidad: “…regresaron a Jerusalén en su busca”. La capital vuelve a servir de marco a la acción.
27.6. El zum de la narración penetra en el corazón de la ciudad y llega hasta el Templo
El Templo conformará la escenografía principal de este relato. Sobre su entarimado escénico sucederán los acontecimientos de los que se servirá Lucas para proponer su enseñanza. La búsqueda de los padres termina allí: “A los tres días lo encontraron en el templo…”. La expresión “a los tres días” no indica un período determinado, denota inmediatez, algo que se logra de modo definitivo en un plazo muy corto de tiempo; en nuestra lengua quedaría reflejado con el dicho: ‘en menos que canta un gallo’. Una vez en Jerusalén, la búsqueda no ha durado nada. Y en el instante del encuentro, el zum vuelve a ponerse en movimiento enfocando en primer plano al chico. La imagen habla por sí sola al quedar fijada en su posición y su manera de proceder. Es lo que Lucas ha deseado destacar en su narración: “…sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas”.
27.7. El niño (παιδίον) de Nazaret se ha convertido, al igual que el otro chico inconformista llamado Juan, en un joven (παῖς) muy raro
Lo han encontrado en un espacio exterior del Templo usado para la enseñanza, normalmente bajo uno de los pórticos, en una posición nunca vista. En nada se parece a la normalizada para un discípulo. Está sentado, eso sí, como corresponde al momento de la enseñanza, pero no se ha situado en el lugar que le corresponde: a los pies de los maestros. ¡Se ha colocado en medio (ἐν μέσῳ)! de los altos dignatarios que controlan y mantienen intocable la ideología tradicional. Y, según parece, lleva la iniciativa. Él es quien hace las preguntas y escucha lo que los acreditados maestros de la Ley responden a ellas: “…escuchándolos y haciéndoles preguntas”. La doble acción de escuchar y preguntar apunta a que el joven mantenía algún debate con los versados en la Ley. Los integrantes de las comunidades destinatarias del evangelio de Lucas entendían el hecho desde la perspectiva real conocida de los encuentros del Galileo con los líderes de la ideología institucional:
- “Entonces, poniéndose al acecho, enviaron unos espías que aparentaban ser hombres observantes, Paran cogerlo en alguna expresión…” (Lc 20,20).
- “Se acercaron entonces unos saduceos, de esos que niegan la resurrección, y le propusieron este caso…” (Lc 20,27).
- “Intervinieron unos letrados:
Bien dicho, Maestro.
Porque ya no se atrevían a hacerle más preguntas. Pero Jesús les preguntó a ellos…” (Lc 20,39-40).
27.8. Las intervenciones del joven Jesús alteran
Su lógica no se amolda al criterio oficial. Lucas hace aparecer en escena nuevos personajes sin presentación previa. Habla de una generalidad de personas, no solo de los encargados de hacer memorizar a sus discípulos los textos del AT: “Todos los que lo oían…”. Ha ampliado el auditorio para subrayar el efecto causado por la forma de entender el joven los fundamentos de la ideología manejada por los maestros de la Ley. El joven, al parecer, además de preguntar, también exponía las ideas salidas de su reflexión: “…estaban desconcertados de sus inteligentes respuestas…”.
27.9. También causó honda sorpresa al verlo sus padres
El evangelista se refiere a ellos sin nombrarlos, confiando en que el Lector no se aparta del rumbo de su relato: “Al verlo, quedaron impresionados…”. Es la reacción de ellos lo que a Lucas más le interesa. Pero la voz cantante la lleva la madre; José, como en el resto de toda la narración de Lucas, desde la aparición en escena del mensajero, queda relegado y sin intervención: “…y le dijo su madre”.
27.10. De la madre del joven saldrá lo que se esperaba: queja y recriminación
Se veía venir. El guion seguido por Lucas llevaba inexorablemente a que surgiera este rebote de María censurando el incorrecto comportamiento de Jesús: “Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? …”. El evangelista no deja hilo suelto: la forma de dirigirse la madre al joven Jesús nada tiene de extraño, es la habitual: “Hijo”, pero recobrará un sentido especial una vez avance el relato. María pide explicaciones. Ella, hablando también por José, reprocha a su hijo que no merecían su anómala conducta. El comportamiento del joven Jesús debe obedecer a alguna razón que él habrá de explicar (“¿Por qué…?”). La madre, necesitada de conocer los motivos que le han llevado a actuar sin contar con ellos, insiste manifestándole a las claras las consecuencias de tan irrazonable proceder: “¡Mira con que angustia te buscábamos tu padre y yo!”. La mención del padre tiene su motivación. Lucas lo nombra aquí adrede. “Tu padre…” alude al cauce legal y la tradición representada por él y a seguir por el joven. Pero tras la intervención de María, el chico no agachará la cabeza mostrando silencioso su arrepentimiento. Tiene algo que decir. Justificará la razón de su comportamiento: “Él le contestó”.
27.11. Su explicación resulta de entrada tan disparatada como su proceder
Aunque es María la que le presenta su disgusto, el joven Jesús se dirige también a José. Son las primeras palabras pronunciadas por él en el evangelio de Lucas. ¡Y llaman la atención por su salida de tono! Comienza con un interrogante que asombra por su desajuste con la normalidad: “¿Por qué me buscabais?”. Pero justo ahí es donde pretende desembocar el evangelista con su guion. Seguir este y los anteriores relatos como si fueran una crónica hace saltar los fusibles de la lógica. Lucas emplea una pedagogía envuelta en situaciones, intervenciones y declaraciones de los personajes que, a menudo y en forma repentina, aparecen inesperadamente incitando a la reflexión.
27.12. Un segundo interrogante dirigido por el joven Jesús a sus padres aún complicaría más entender la escena como un hecho histórico: “¿No sabíais que yo tengo que estar en lo que es de mi Padre?”.
Para comprender el sentido de esta salida de Jesús resulta necesaria una mirada al conjunto.
Lucas invita a embarcarse sin recelos en la lectura de su relato avanzando con su oleaje narrativo hasta la rompiente de la enseñanza que propone. Si rebobinamos hasta el inicio de la narración, encontramos que arranca con la celebración de la fiesta que conmemoraba la salida de la esclavitud de Egipto. Pero todo se reduce a la alusión a ese hecho liberador del pasado. La actividad de los participantes del festejo está envuelta en un solo ir y venir. Porque en la fiesta no hay liberación. Nada ha cambiado; todo permanece inamovible. Las multitudes llegadas a Jerusalén la conforman gentes esclavizadas en el presente, celebrando la liberación de siglos atrás. Los padres suponen que el niño regresa con ellos a lo de siempre, sin que nada se haya modificado. Esperan un Mesías que libere al pueblo de las potencias extranjeras. Ahora bien, que ese Mesías no se pase de la raya. Se distinguirá como liberador aceptando quedar bien sujeto, amarrado a la tradición con las cuerdas de la alienante ideología oficial.
27.13. La búsqueda del joven Jesús de un lado a otro de la caravana de gente afín a ese modo de pensar, seguidores de idéntica ruta, no dará resultados
No es ahí donde podrá ser encontrado el chico ávido de autonomía. El rastreo deberá salir del convoy tradicional y dirigirse a la fuente de donde mana la ideología que tiene al pueblo bajo control.
Ese jovencito imprevisible se halla en el centro neurálgico de la sociedad judía, un espacio declarado puro e inmarchitable: la morada de Dios. Desde allí actúan los grandes intérpretes de la indiscutible Ley divina. El joven Jesús no se sentará a sus pies. Se acabó el magisterio estéril. Se ha situado en medio de ellos. Les ha plantado cara, bajándolos de su pedestal. Hay un solo nivel, de igual a igual. Lo que se percibe supera el debate. Ni siquiera sale a relucir la discusión. Sobresale la tensión entre dos planteamientos irreconciliables: El de los líderes de la ideología dominante, arraigado y enjaulado en la memoria, y el del joven sentado en el centro dando rienda suelta a la reflexión. La reflexión conduce al Proyecto Humano universal de permanente actualidad. El planteamiento del joven Jesús desconcierta. Rompe todos los moldes establecidos tenidos por sagrados e inapelables.
27.14. Los padres del joven reprenden su actitud transgresora de lo acostumbrado
Les resulta incomprensible que no siga el rumbo marcado por la tradición. Les ha causado angustia no lograr dar con él en la expedición de gente avanzando hacia lo mismo y haber constatado su salida del camino obligado. Los padres demuestran que no entendieron ni jota de las palabras del mensajero Gabriel, ni el testimonio de los despreciables pastores ni lo declarado por el viejo Simeón. Habrán de aceptar que el Mesías no es “HIJO” de la tradición, sino de quien solo pudo imaginar e impulsar el incomparable Proyecto Humano. Sólo a Él se parecerá. Ese es su PADRE. El joven Galileo dedicará su vida a dicho Proyecto poniendo toda la carne en el asador.
27.15. El mensaje de Jesús resultará incomprensible para los adheridos a la ideología oficial
Lucas presenta a un chico, aún sin haber alcanzado la mayoría de edad, saliéndose de los cánones establecidos y asumiendo autonomía para adelantar lo que presentará de adulto como núcleo de su mensaje: el reinado del PADRE que no impone, quien demuestra estar incondicionalmente por la libertad. Desde el pensamiento marcado por la institución, la pauta seguida por el joven Galileo resulta inconcebible: “Pero ellos no comprendieron lo que les había dicho”.
Una vez alcanzado el centro de su enseñanza y puestas las cosas en claro, Lucas presenta al joven, ¡ahora sí!, retornando a casa y adaptándose a su edad: “Jesús bajó con ellos, llegó a Nazaret y siguió bajo su autoridad”. Su madre, María -de José ya no se hablará más-, aún sin entender a ese chico tan especial, tendrá elementos para poder reflexionar: “Su madre conservaba todo aquello en la memoria”.
27.16. Hablando del niño, el evangelista había señalado con anterioridad que “crecía y se robustecía” (Lc 2,40);
al referirse al joven Galileo, subrayará su maduración y un reconocido avance en inteligencia y conocimiento: “Y Jesús iba adelantando en saber, en madurez y en favor ante Dios y los hombres”. Lucas termina así estos relatos preñados de pedagogía sobre el Galileo. Son narraciones previas a su salida al escenario real de la historia, la misma que inspiró a Lucas a la hora de elaborar estos escritos.
Gracias Salvador
Hola Javier
He visto otra vez tu agradecimiento. No he hecho más que devolverte algo que te pertenece. Desde que recibí hace algo más de cincuenta años este mensaje gratis estuve convencido de que mi tarea era trasladarlo a sus auténticos dueños. Y he procurado en todo ese tiempo no añadirle demasiadas cosas mías para no estropearlo.
Te mando un abrazo, Javier
Buen día!
UN JOVEN ENTREGADO AL PROYECTO
27. El joven Jesús en Jerusalén
27.1. Peregrinación pascual
27.2. La escena se va configurando según se preveía, teniendo al joven Jesús como referente principal: “Cuando Jesús había cumplido doce años subieron ellos a la fiesta según la costumbre…”.
27.3. La fiesta fue en este relato visto y no visto.
27.4. El evangelista no pierde el tiempo. Va a lo que va, y punto.
27.5. La narración entra ahora en detalles con el fin de agravar la actuación de Jesús.
27.6. El zoom de la narración penetra en el corazón de la ciudad y llega hasta el Templo.
27.7. El niño (παιδίον) de Nazaret se ha convertido, al igual que el otro chico inconformista llamado Juan, en un joven (παῖς) muy raro.
27.8. Las intervenciones del joven Jesús alteran.
27.9. También causó honda sorpresa al verlo sus padres.
27.10. De la madre del joven saldrá lo que se esperaba: queja y recriminación.
27.11. Su explicación resulta de entrada tan disparatada como su proceder.
27.12. Un segundo interrogante dirigido por el joven Jesús a sus padres aún complicaría más entender la escena como un hecho histórico: “¿No sabíais que yo tengo que estar en lo que es de mi Padre?”.
27.13. La búsqueda del joven Jesús de un lado a otro de la caravana de gente afín a ese modo de pensar, seguidores de idéntica ruta, no dará resultados.
27.14. Los padres del joven reprenden su actitud transgresora de lo acostumbrado.
27.15. El mensaje de Jesús resultará incomprensible para los adheridos a la ideología oficial.
27.16. Hablando del niño, el evangelista había señalado con anterioridad que “crecía y se robustecía” (Lc 2,40);
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(Fin del Capítulo UN JOVEN ENTREGADO AL PROYECTO)
[Fin de la Serie Sobre el evangelio de Lucas]
¡Buen día Salvador!
Leo:
1) Por un lado: Jesús enfrenta a sus padres (des-obediencia)
¿No sabíais que yo tengo que estar en lo que es de mi Padre?
2) Por otro lado: Jesús se somete a sus padres (obediencia)
llegó a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
¿Ergo?
¡Gracias!
Hola Oscar
Por consiguiente, Lucas señala que, aunque Jesús pasó su etapa de adolescente obligado por Ley bajo la tutela familiar, demostró, antes de tener cierta autonomía, que no seguiría la ruta de una caravana de esclavos celebrando inútilmente una libertad de tiempos pasados. Él saldrá de ese círculo y marcará otra vía: Se enfrentará directamente con quienes lideran la ideología que mueve a los sometidos a repetir todos los años lo mismo.
¡Gran PEDAGOGO este Lucas!
¡Gracias!