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Tú, Señor, eres mi lote en el país de la vida

 Encaja muy bien el artículo de Antonio en estos debates que tenemos en Atrio entre fatalismo realista o esperanza, literalismo bíblico o búsqueda de sentido a unas palabras que siempre serán simbólicas. Antonio cita a Ortega proponiendo metas para llegar a ser. Pero, sobre todo, cita a poetas, como su preferido Blas Otero. Y lo reduce todo a un buen brindis para el año nuevo, en lenguaje ultra actual: pongámonos las pilas para que el GPS interior nos lleve al país de la vida. AD. 

Decir Adviento es decir esperanza, pues su referente es la Navidad, donde Dios se humaniza, es el Emmanuel que viene a salvar a la humanidad. Decir, pues, Navidad es decir también esperanza, porque Dios es el lote de la humanidad en el país de la vida (Sal 141, 6 ). Ahora bien, si miramos a nuestro alrededor el panorama es más de muerte, de sufrimientos, de guerras, de DANAS naturales… que de vida y de felicidad; por eso, el filósofo M. Heidegger consideró como uno de sus principios metafísicos que el ser humano es un-ser-para-la-muerte.

Esto nos lleva a aquello que M. Fraijó plantea en su libro A vueltas con la religión: “si Dios creó al hombre, debe tolerar que le preguntemos por el resultado de su trabajo”. Dios es creación, vida, y los “Auschwitz”, presentes en nuestro mundo, son destrucción. La actitud del creyente no puede ser lejanía de Dios, siguiendo la senda señalada por el dramaturgo alemán Büchner: “el sufrimiento es la roca del ateísmo”; por el contrario, ha de ser la que recoge el premio nobel y escritor judío, E. Wiesel: romper la alianza con Dios supondría la verdadera victoria de Hitler. De ahí que el mandamiento 614, formulado en 1967, prohíbe a todo judío estricto “facilitar a Hitler una nueva victoria, esta vez póstuma”.

Dios, según el salmo 67, 1, “hace brillar su rostro y nos salva”. Es cierto que Jesús con su nacimiento y su humanización, lo que celebramos en estos días, nos trajo una visión nueva de esa cruda y trágica realidad humana, que va a estar ahí conviviendo con el ser humano, pero nos ha enseñado y nos ha proporcionado unos mecanismos potentes para superar la sufriente realidad humana y vivir la existencia de otra manera más próxima a la felicidad y a la alegría: dichosos los misericordiosos (los que pasan su dolor y el ajeno por el corazón, según  la etimología), dichosos los que luchan por la justicia, dichosos los que buscan la paz, dichosos los pobres que no anhelan el poder del dinero… Pero para ello hay que erguirse, levantarse, “porque la salvación está cerca”.

¿Y cuál es el equipaje; los mecanismos para mirar alrededor y superar la realidad sufriente de nuestra existencia humana? La Navidad nos aporta un magnífico y potente GPS, la esperanza, que nos permite elegir y caminar por la senda adecuada y correcta, rodeada de la belleza de la naturaleza, y evitar atascos innecesarios y, sobre todo, nos señala el horizonte adecuado, la Trascendencia. Sin la esperanza no se puede caminar ni evitar los desasosiegos que surgen en este corto camino humano. No hay que olvidar que la raíz última del mal, del sufrimiento, es la finitud. A este respecto recuerdo lo que solía decir en privado Tierno Galván para justificar su agnosticismo: “yo estoy cómodamente establecido en la finitud”. Pero esta finitud nos lleva a que el ser humano es un-ser-en-esperanza y con-esperanza; o lo que es lo mismo, que puede transformar el presente, para que el futuro sea menos incierto, incluso un futuro liberador, donde las aspiraciones humanas se vean cumplidas, pues, como decía acertadamente Ortega y Gasset, “yo no soy una cosa, sino un drama, una lucha por llegar a ser lo que tengo que ser, pues el ser humano es un ser que consiste, más que en lo que es, en lo que va a ser”. De ahí la trascendencia de la esperanza tanto histórica como ahistórica. La esperanza se acerca a la utopía, por cuanto se vislumbra una realidad diferente a la que se vive y se posibilita una calidad de vida, fruto del quehacer transformador del ser humano.

Para llevar a cabo esta transformación de la realidad sufriente el GPS de la esperanza necesita unas pilas bien cargadas y potentes: la justicia y la paz. Como dice el salmo… la “justicia y la paz se besan” (Sal 85,10). La justicia y la paz posibilitan que la esperanza nos lleve a la meta deseada. La justicia pone de relieve la igualdad de todos los seres humanos, con los mismos derechos para habitar “el país de la vida”. La paz, que implica armonía y concordia tanto individual como social, impide que se lleve a cabo aquel dicho del “hombre es un lobo para el hombre”.

La coordenada central de los textos litúrgicos de Adviento, como referente de la Navidad, es la justicia, la cohabitación de seres iguales, a pesar de sus diferencias: “el lobo convivirá con el cordero, el leopardo con el cabrito, el becerro y el león andarán juntos y un niño los pastoreará” (Is 11, 6-9). El efecto inmediato de esta igualdad, de la justicia es que no habrá “mal ni corrupción en mi monte santo”; es decir, no habrá explotación, ni opresiones, sean del signo que sean, políticas, ideológicas, clericales… La esperanza guiada por la justicia transforma nuestra  pobre y oscura realidad en ese otro mundo que todos anhelamos, un nuevo amanecer, cuando “los hijos de la tierra, escribe Blas de Otero, erguidos por dentro, avanzan hacia el salón damasco de la aurora”; de lo contrario la esperanza se convertiría en una espera escatológica, piadosa, como les ocurría a los tesalonicenses, que estaban de brazos cruzados esperando la nueva venida de Cristo; de ahí la contundencia de Pablo de Tarso: “el que no trabaje, que no coma” (2 Tes.3,10).

Jesús de Nazaret nos recuerda en sus bienaventuranzas que serán dichosos, felices, los que luchan por la justicia, sea en el territorio que sea. Y no hay que olvidar que la justicia es una pila recargable imprescindible para que el foco de la esperanza ilumine con claridad abundante. La justicia, unos seres humanos iguales, con los mismos derechos en la teoría y en la práctica, hace que el camino de la esperanza no sea pedregoso ni polvoriento. Entonces la esperanza, mediante la justicia, es una utopía realizable, cercana, que se puede tocar con la mano. Desde que el hombre es hombre el sueño forma parte de su existencia; la vida es sueño, nos dice el dramaturgo barroco Calderón de la Barca; pero no porque sea sueño una realidad es menos real; ahí Unamuno se encontraba en su propia salsa cuando sostenía que el sueño es más real que la propia realidad. La cuestión es que el sueño camina con el hombre, porque vivir mejor, vivir sin sufrimientos, anhelar la justicia y la paz es tanto como buscar y anhelar vehementemente la felicidad y nadie quiere apearse de este tren en marcha, de este sueño que es la utopía, como ya lo expresó Tomás Moro en su Utopía. Se puede soñar desde la esperanza individual y comunitaria. La primitiva comunidad de Jerusalén, impulsada por la fe y el Espíritu Santo, hace realidad una realidad casi irrealizable para aquella sociedad judía: “La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos… No había entre ellos indigentes…, pues a cada uno se le repartía según su necesidad” (Hch 4,32.34-35).

Otra pila recargable y potente, para que funcione adecuadamente el GPS de la esperanza, es la paz; “la paz y la justicia se besan” (Sal 85,10). La paz no es sólo ausencia de guerra, de violencia; abarca más espacio: paz individual, paz social, paz política, paz eclesial, religiosa. El hombre y la mujer son los protagonistas de la historia y en sus manos está el que se lleve a cabo lo que anunciaban los ángeles la noche de Navidad: “Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad” (Lc 2,14).

La paz es ausencia de violencia, a pesar de lo que manifiesta K. Marx, pues para él la violencia es la partera de la historia; pero no se queda  en la ausencia de violencia, es también sosiego, armonía, acogida del otro, tal como es, donde el diálogo es un hilo conductor imprescindible. A este respecto recuerdo aquella canción que mi nieta de seis años me enseñó y que cantaban con voces infantiles en su colegio público Gandhi: “Ser amigo es mejor/ que andar peleando/ sin razón./ Si hay motivo para pelear,/ manos al bolsillo,/ hay que hablar”. Un diálogo abierto a cualquier situación y tema, como la sublime experiencia de D. Bonhoeffer, ejecutado por los nazis en Flossenburg, le da autoridad para recomendarnos que el diálogo entre religiones e ideologías es un imperativo categórico irrenunciable. No sólo con la acción, sino también con la oración: “La Iglesia sólo puede cantar gregoriano si al mismo tiempo clama a favor de judíos y comunistas”.

La Navidad es acogida, aunque sea desde un pesebre: reyes mago, pastores, ángeles; una sociedad plural, que se marchan con regocijo por dicha acogida y anuncian su experiencia entrañable de su encuentro con el Emmanuel, Dios humanizado.  La Navidad es esperanza, pero acompañada de la justicia y la paz. Es la mochila diaria del creyente; la tarea de transformar una realidad histórica de sufrimiento por otra de alegría feliz, porque Dios es nuestro lote en el país de la vida.

17 comentarios

  • carmen

    Ay, Román… Un abrazo muy fuerte.

  • M. Luisa

    Es preocupante que a estas alturas todavía en Atrio se palpe cada vez más esa insuficiencia interpretativa necesitada de esfuerzo, en la que en vez de ganar en comprensión, se vayan reforzando cada vez más los prejuicios.

    Siempre me ha extrañado oír a algunos decir que en Atrio no se debate, solo se opina. Me pregunto, entonces, ¿acaso es malo debatir? Es cierto que en el debate se hace entrar la discusión, pero no con el fin de discutir por el discutir, sino porque el caracter mismo del tema sobre el cual se está opinando, siempre le habrá de llegar   aquel momento que  lo exige.  Es decir, por su propio carácter va conduciendo a los participantes a profundizar más y más en él.  

    Yo misma  lo he experimentado, cuando alguna vez aquí  he rebatido alguna idea al tiempo que presentarba otra, tal vez más novedosa, no lo sé. Pero lo que sí sé es que, con ello, la susceptibilidad es la que se adueña  del ambiente, con lo cual  entonces sí que aquel no saber se cronifica. ¡Hay vuelta atrás, pero nunca movimiento hacia delante, es una pena! Y esto no es un decir, sino algo que otras  personas   que por ahí han sacado alguna vez la nariz nos lo han mostrado. 

    Como ejemplo, solo si nos quedamos viendo lo que ha sucedido con este artículo de Antonio Gil de Zúñiga, no puede, por menos que observarse tras la sincera y breve explicación dada por él mismo, lo precipitado que han sido los comentarios en su valoración. ¿No hubiera sido mejor, no prejuzgar y ante las dudas, abrir un diálogo  en el que el autor  aclarase estos recelos?  De lo que se trata es de ir enriqueciendo los temas  y que no sean los propios e individuales  prejuicios quienes los cierren. 

  • Juan A. Vinagre

    -Comienzo este comentario dando “Gracias a la vida, gracias al milagro de la vida”, que pese a tantas barbaries y torpezas nos estimula a muchas personas a creer en la Esperanza… Hablo así, porque -aunque la Esperanza no es, ni puede ser, la conclusión de un brillante silogismo-, la Esperanza se apoya en un instinto-vivencia que va más allá de la razón, y que la hace razonable y muy clara. Pienso que la finitud absoluta -la no Esperanza- es, a mi juicio, menos razonable. Aunque también comprendo a quienes piensan que la Esperanza es una apuesta muy arriesgada, tanto que parece un salto en el vacío.   

    -El segundo tema de reflexión, muy propio de estos días, es sobre la PAZ. La paz de Navidad, la paz con la que saludaba Jesús de Nazaret, es sobre todo la paz íntima, que se logra cuando uno-a no está sujeto a servidumbres íntimas. Liberación que se disfruta cuando se “tiene la casa sosegada”. Ésta es la paz que deseaba Jesús cuando saludaba. La otra paz, la paz exterior, la paz social y religiosa es una consecuencia de la paz interior. En este sentido, paz y fanatismo -que incluso utiliza el nombre de Dios- no son compatibles, como tampoco Dios y fanatismo.

    -Para esa paz que construye, es necesario un encuentro- diálogo entre religiones, pero siendo conscientes de que ese encuentro abierto al diálogo solo será posible cuando por dentro estemos sosegados, sin las servidumbres de los egos, de las tradiciones mitificadas o de las rígidas -y miopes-interpretaciones humanas.

    -Termino repitiéndome -y no me importa hacerlo-: La parábola del “Venid, benditos” es la apertura más sorprendente (y lógica) expuesta en el Mensaje del Reino. No hace falta ni conocer a Jesús para que Él salga al encuentro y acoja. Solo pide bondad solidaria. Tanto para un creyente como para un no creyente ésta es la partida más segura. Hacer el bien no es un salto en el vacío.

    -Si pensamos un poco en lo que esto sugiere, el encuentro entre religiones y entre creyentes y no creyentes es muy lógico: El segundo mandamiento es semejante al primero. En el segundo se encuentra también la Esperanza. Y con la esperanza vaya el deseo de un año nuevo mejor para todos, comenzando por los que tienen necesidad de ayuda… y siguiendo por quienes pueden ayudar desde “arriba”.

  • ana rodrigo

    Querido Román, nos comunicas que tú y tu familia estáis pasando por momentos muy dolorosos. Te envío todo mi cariño, os deseo mucha fuerza y que, aunque resulte muy difícil evitar el sufrimiento, que os quede mucho amor, el mejor remedio a nuestro sobrevivir en este “valle de lágrimas.” Un muy fuerte abrazo, sabes que te quiero mucho.

  • Javiierpelaez

    Y te pongo lo que dicen algunos palestinos en EL PAIS(Beatriz Lecumberri):”Si pierdo la esperanza estoy muerto…”; “el sentimiento que me queda es la pérdida . Pérdida de todo y de todos.Pero no renuncio a tener esperanza, porque la injusticia no puede durar para siempre.Espero que el mundo no lo tolere”. 

    • oscar varela

      USO – Gracias!

       
      La ESPERANZA propone el Arribo
      a través de varios Senderos

      Con lo que nos está pasando
      -a mí y a mi circunstancia–
      nos quedan “a mano”, dos ‘Picadas’
      donde ‘poner los pies’ de la marcha:
      con-SUELO y con-FIANZA

  • Román Díaz Ayala

    Perdonadme que intervenga. En medio del sufrimiento  moral que estamos sufriendo Feli y yo, y con nosotros  toda la familia y que, al parecer  seguirá durando varios meses, este artículo  me resulta balsámico.

    Así  que me parece legítimo  preguntaros  si no será  que hemos cambiado nosotros y que juntos hemos evolucionado cada cual con su canto de verano, que ahora  en su conjunto no nos parece armonioso, cigarras  y grillos,  una cacofonía cuando las nieves del invierno de nuestras vidas no nos precisan si habrá  una nueva primavera. 

    • Antonio Duato

      Quridoa Román y Feli. Os tengo muy muy presentes en mi corazón, sore odo desde que me histeis partícupe de problemas sobrevenidos.

      Os he llamado varias veces, al fijo y al móvil. Querís al menos oir vuestra voz. Si pudiera desde lo más pofundo trasmitiros un chispazo más de fe y amor!!! Aunque se que vivís en Ël y con Él.

      Y UN AVISO PAEA TODOS: Entre las diez de la nocha y las diez de la mañana, ATRIO dejará de aprobar comentarios. Por eso, para ue no e crucen y pueda alguno desparecer, ruego que desde hoy hasta nuevo aviso, os atengáis a esas horas de pleno día (De 10 a 22) par hacer comentarios o enviar correos. Y recordad que la única cuenta e-mail que ahoa rpuedo atender es antonio.duato.gn@gmail.com

      • Santiago

        Siempre apreciado amigo Román: puedes contar también conmigo, con mis oraciones y las de mi familia en estos momentos difíciles. Os sostendrá la fe y saber que El está siempre “en control” y que la paciencia todo lo alcanza. Al final vencerán todas las virtudes que el mundo soslaya y el amor prevalecerá.

        Un fuerte abrazo en la amistad cubana

        Santiago Hernández

  • Isidoro García

    Amigo Antonio, muy bueno tu artículo, bien elaborado y con citas interesantes, (que alguna he copiado oportunamente).
    Pero aduce de un problema, del que aduce Atrio, (hasta que se aclare de una vez el jefe Antonio: ¿esto va dirigido solo a los creyentes eclesiales, o pretendemos llegar a todo el mundo, que son la inmensa mayoría actualmente, y especialmente por debajo de los 50 años’

    Porque si Atrio es un blog para capillitas eclesiales, son buenos los sermones, además escritos en el típico lenguaje eclesial, lleno de metáforas y latiguillos morales, (estilo que mis mismos hijos, no entienden en absoluto).

    Pero si Atrio, llegara a ser dedicado a ser un faro en el mundo actual, habría que hablarles en lenguaje moderno, y sobre todo científico, y psicológico, con cosas reales, y no con meras buenas intenciones.

    Como muy bien dice Carmen, que parece que nos ha abandonado, “o estamos a setas, o estamos a Rolex”. (Yo personalmente, no agacho mis piernas y riñones doloridos, por unas setas).

    • Isidoro García

      Corrección del comentario anterior: El artículo del amigo Antonio, no “aduce”, sino “adolece”.

       

      La esperanza para afrontar la vida está muy bien. Pero no la esperanza infantiloide, de porque sí. Sino una esperanza justificada. Y eso es otra cuestión.

      La esperanza para que sea real y duradera, y no un cuento infantil, tiene que tener fundamentada con efectos prácticos. O sea que tiene que funcionar de verdad en la experiencia personal. Aunque sea casi imposible y “milagrosa”, pero real, como el efecto placebo, que es algo real.

      Pero en tiempos racionalistas, no es fácil albergar una esperanza auténtica, y que no sea un canto al sol, y una cháchara de palabrería vacía y hueca, bonita, sí, pero hueca.

      Lo primero es que tiene que ser una esperanza contenida. La vida no es la carta a los Reyes Magos de Oriente, en que puestos a esperar, se puede uno pedir el Corte Inglés entero.

      Por eso no es mala pista la prudencia de Tierno Galván que citas: “yo estoy cómodamente establecido en la finitud”. Nosotros deberíamos imitarlo, albergando una esperanza justificada “solo” en llevar nuestra vida humana de la mejor manera posible, que no es poco, ni mucho menos.

      Y dejar eso de las vidas futuras, para después… de muertos.

       

      Pero centrándonos en la vida, aquí y ahora, ¿por qué deberíamos tener esperanza?. Pues porque la Psicología nos demuestra que todos albergamos en nuestra mente, un instrumento mental, que algunos llaman “espíritu” personal, que actúa de una forma muy similar un chatbot de I.A., como un asistente personal con los que estamos empezando a estar familiarizados.

       

      El Universo, diseñado e implementado por una Inteligencia incalculable para nosotros, (el “Espíritu” de Dios), desde su primer momento, actúa impulsando un proceso evolutivo sucesivo, hacia cada vez mayores concentraciones de “inteligencia”, lo que evoluciona su naturaleza desde algo meramente material inanimado, pasando por la maravilla” de la vida autónoma, hasta el mundo “mágico” y “milagroso” del reino de la Inteligencia, (que es la materia de Dios).

      (Este planteamiento no es necesariamente teísta: una hipótesis de una Inteligencia semi-infinita, de un Universo autodesarrollado, es perfectamente asimilable al concepto de Dios, de nuestra pobre mente).

      Y en ese proceso evolutivo desarrollado emergentemente, el Universo con sus leyes, previendo las necesidades ante los grandes peligros que nos acechan en el Mundo de la Inteligencia en el que hemos entrado, nos ha dotado, en el último salto evolutivo, de un extraordinario instrumento mental, con una potencia informática oculta, insospechada para nosotros: “el “espíritu” personal. (Es tan maravilloso, que no nos lo podemos creer, en este mundo tan pobremente materialista)

      De ahí que el “espíritu”, tiene una serie múltiple de funciones, que van desde las mas “corrientes”, como asesoramiento y guía de nuestra mente “normal”, e inspirador en nosotros de los tres grandes valores universales, (Bondad, Verdad, y Belleza), constituyendo nuestra inteligencia espiritual.

      Y también tiene funciones de animador y proveedor de energía vital y de optimismo natural, y como sanador, consolador y catalizador de la mente, donándonos gratis los “dones del espíritu”.

      (Por cierto que una forma es ver si estamos manejando bien o erróneamente la cuestión el “espíritu”, es comprobar, si notamos en nosotros, que mejoran los “dones”, especialmente la alegría, el buen humor, y la energía vital.

      Las “noches obscuras” son señal evidente de que arrastramos fuertes frenos internos, por fuertes contradicciones inconscientes, posiblemente a causa de creencias culturales erróneas).

      Por todo ello el “espíritu” ya actualmente, tiene capacidad de moldear y controlar nuestras emociones psicológicas y transformar nuestras ideas axiales sobre las que gira nuestra vida. Y por ello la oración y la escucha del espíritu, tiene efectos reales en el perfeccionamiento progresivo de nuestras mentes.

      Y este perfeccionamiento de nuestra estructura mental, es previo y necesario, para lograr la tan ansiada justicia y paz, y no al revés. Porque siempre se ponen los caballos que tiran, delante del carro al que arrastran y no al revés.

      Y el “espíritu”, llega hasta unas funciones semimágicas, y semimaravillosas, que vienen recogidas en lo que los psicólogos llaman funciones “psicoideas”, que en futuras saltos evolutivos, (o mediante la ciencia psicotrónica), nos darán acceso normal a los llamados dotes parapsicológicos.

      Por todo esto, podemos tener esperanza firme en el futuro, porque el “espíritu”, si lo utilizamos, y sabemos como funciona, hace auténticas maravillas. Por eso decía Jesús, si tuvieseis un gramo de fe, moverías montañas, (y de verdad, no como metáfora).

      Y ese, para mí, era el extraordinario anuncio de Jesús, a unos humanos con un gran tesoro en el bolsillo, que creían que era un pedrusco sin valor. Y los que saben del tesoro, y lo buscan, muchas veces lo buscan allí o allá, lejos y con gran esfuerzo, cuando lo tenemos dentro de nosotros, sin necesidad de moverse de casa.

       

      (Alguno pensará quizás que este planteamiento mío, tampoco será entendido y creído por muchos, ahogados en un materialismo barato y miope. Y posiblemente es verdad. Pero me conformo con que al menos entiendan su significado, pues he intentado hacerlo en lenguaje secular y “moderno”). A la gente hay que hablarle en su idioma.

       

       

      • Isidoro García

        Amigo Román, ya intuía que teníais problemas, me imagino que de salud. Mucho ánimo y sé que vuestra fortaleza mental y vuestra fe, os ayudará en este trance.

        Redundo hoy en las razones objetivas para tener esperanza en el futuro, a pesar de que ahora lo veamos todo negro, y quiero remarcar el futuro “milagroso” y “mágico” que les espera a nuestros descendientes.

        Hoy mismo sale una noticia de que unos investigadores coreanos, han descubierto un nuevo y mágico sistema, por el que las células cancerosas, se curan y se vuelven normales.

        Y ayer hablaba del potencial de “magia” semi parapsicológica, que llevamos de fábrica en nuestro “espíritu”, el maravilloso instrumento mental, del que hemos sido dotados en el último salto evolutivo.

        Estos maravillosos fenómenos presentes y futuros, responden a una realidad potencial que estamos inaugurando: nuestro acceso real y práctico al mundo de la Inteligencia.

        Eso supone una revolución absoluta respecto a la anterior fase, en la que actuaban únicamente las leyes del Universo de la Materia inanimada, (físico-químicas), y las de la Vida, (biológicas).

        Al ir desarrollando nuestro acceso práctico al mundo de la Inteligencia, desde hace 5.000 años, al inicio muy lentamente, y últimamente con un crecimiento exponencial, empieza a notarse que nos hemos adentrado ya en dicho Reino, donde rigen unas leyes específicas del Universo, junto con las físico-químicas y las biológicas: Las Leyes de la Inteligencia, que tenemos que ir descubriendo y formulando.

        Por eso la cultura actual está atravesada por una enorme falla geológica, con a un lado, los que no son conscientes de ese maravilloso fenómeno cultural que vivimos, y están inmovilizados en el materialismo reduccionista exclusivo de las Leyes físico-biológicas.

        Y en el otro lado están los que son conscientes de la nueva Realidad en la que nos adentramos, como todo explorador de lo desconocido, todavía temblorosos y llenos de miedo y hasta pánico.

        Yo veo en Jesús de Nazareth, como el Colón de las estatuas, que hace 2.000 años, nos señaló con el dedo, el nuevo territorio, haciendo hincapié en el maravilloso instrumento mental del que disponemos, y que nos va a servir de brújula y de motor para una travesía maravillosa, después de los “cuarenta años” de dura travesía por el desierto, que ya están acabando. (Lástima que nos hemos quedado mirando al dedo).

        Estamos en lo más obscuro de la noche, porque está llegando el gran amanecer.

        ¡Feliz 2025 para todos, y a ver si conseguimos vivirlo entero!

    • ana rodrigo

      Uso el Responder. Gracias.

       
      Un poco en la línea de Isidoro, hoy he desechado unos seis borradores de comentarios que tenía escritos, porque no me he atrevido a publicarlos por miedo a molestar a alguien, dado el cariz casi exclusivamente confesional de lo que se publica cada vez más en atrio. Ya dije que los comentarios del Evangelio del domingo, me suenan meramente a sermones, pero no deja de ser opinión mía. Y yo, respeto que si se decide, por quien sea a que sea así, pues muy bien, volvemos a lo “de las lentejas” si las quieres las tomas y si no, las dejas. Por este motivo anuncié que abandonaba atrio, pero me pidieron con cariño y sinceridad que no lo hiciese, y no lo hice. Ya iré viendo…
      Aún así, me atrevo a publicar ahora un comentario que había escrito esta mañana y que estaba condenado a la papelera. Espero no molestar.

      Voy a opinar sobre la cuestión de la que se está hablando últimamente casi de forma exclusiva en atrio, la fe. Yo creo que hay algo en lo que todo el mundo podemos estar de acuerdo, y es que la fe en Dios o en Cristo, es una opción muy personal derivada de una profunda convicción. Y esto mismo también es válido para el ateísmo, porque también l@s ate@s piensan y reflexionan y optan por convicción; lo demás. ya entra dentro de lo que cada cual piense y opine. A Dios nadie lo ha visto, dice San Juan, por tanto, todo lo que se ha dicho, se dice y se, sospecho, se seguirá diciendo de Dios, es palabra de hombres-varones sobre Dios. Abraham, Isaac, Jacob, Isaías, etc. etc. en el AT. En el NT Jesús, los evangelistas, los otros escritores del NT. Después vienen los santos Padres, Concilios de hombres, los Papas y los clérigos. Lo que las mujeres hayan pensado, dicho o, incluso, escrito, nada afecta a la fe, que es la del Credo y demás autoridades eclesiásticas masculinas.
      Respecto a valores de paz, esperanza, justicia, solidaridad, compasión, fraternidad-sororidad y todo aquello que nos haga más humanos a nosotr@s mism@s y l@s demás, es cosa nuestra, dada la capacidad que todo ser humano tiene para hacer el bien, al igual que para el mal. Yo conozco a una inmensidad de personas no creyentes que tienen y viven los mismos valores que se enseña en el Cristianismo, e incluso mejor, sin pertenecer al mismo o siendo ate@s. Antonio Gil pone la siguiente cita, “mutilada” por mí: El hombre y la mujer son los protagonistas de la historia”, yo añado: ya sea desde su espíritu, ya sea desde el Espíritu Santo, ya sea desde los ángeles de Belén. Todo lo bueno es válido siempre.
      Si los valores humanos hubiesen comenzado y terminado en Jesús, como único núcleo ético y moral en la historia hace dos mil años, -como siempre repito-, quedarían fuera de esa “suerte” de salvación, no sólo los millones de seres humanos anteriores a Cristo (a los que antes se les enviaba al limbo porque no se sabía qué hacer con ell@s), sino también los miles y miles de millones que desde entonces ni conocen a Cristo ni les interesa conocerlo por diversas circunstancias culturales o personales.
      Antonio Gil, copias esta frase, para mí, muy extraña:“La Iglesia sólo puede cantar gregoriano si al mismo tiempo clama a favor de judíos y comunistas”. La haya dicho quien la haya dicho, esta frase me parece ofensiva para judíos y para comunistas, por lo menos l@s actuales. Sigo creyendo que la exclusiva de los valores humanos, no la tienen exclusivamente las religiones. Afortunadamente, la Declaración Universal de los DDHH, es más inclusiva que cualquier religión.
       

      Nota. Hoy se ha asesinado en España la mujer número 46, más otra que está en estado grave, más miles de mujeres escondidas para que sus parejas o exparejas no las asesinen, más los niños y las niñas ya sea asedinad@s por sus propios padres, o por violencia vicaria. Esta bestialidad, si no lo menciono yo, en atrio, da la impresión de que pasa desapercibido. Se dice que lo que no se nombra, no existe. Pues la violencia de género y la violencia vicaria, EXISTE, desgraciadamente.

      • Antonio Gil de Zúñiga

        Gracias, Ana, por tu reflexión. Vaya por delante mi condolencia por ese nuevo asesinato machista. En algunos artículos publicados en Atrio manifiesto claramente la marginación de la mujer en la sociedad y, sobre todo, en la Iglesia. La desmisoginización es una tarea del día a día de todos, hombres y mujeres, tanto social como eclesialmente.

        Mi intención en el artículo es considerar la esperanza como motor humano para poder caminar con dignidad; por eso la fundamento en la justicia y en la paz. También he mirado a los creyentes, porque se considera la esperanza como algo escatológico, no existencial, y se llega al pietismo de yo y Dios y Dios y yo. La esperanza es una tarea de aquí y ahora y de todo ser humano. De ahí la cita de D. Bonhoeffer. La Iglesia, si quiere ser Iglesia, tiene que aceptar todas las realidades, hasta las que considera enemigas, y no comportarse como un gueto.

        Feliz año nuevo, Ana. Un abrazo

         

      • ana rodrigo

        Antonio Gil, te pido mil perdones por haber interpretado tan mal la frase que citabas de Bonhoeffer, ¡¡nada menos!!  He estado muy torpe, pero muy torpe. Lo siento mucho porque, además te aprecio mucho.   Un fuerte abrazo y feliz año

    • Antonio Gil de Zúñiga

      Gracias, Isidoro, por tu comentario. Como he dicho a Ana, mi intención en el artículo es considerar la esperanza como motor humano para poder caminar con dignidad y transformar a este mundo que no nos agrada; por eso la fundamento en la justicia y en la paz. También he mirado a los creyentes, porque se considera la esperanza como algo escatológico, no existencial, y se llega al pietismo de yo y Dios y Dios y yo. La esperanza es una tarea de aquí y ahora y de todo ser humano, basada en la justicia y en la paz.

      Feliz año nuevo, Isidoro. Un abrazo

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