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Sobre el Evangelio de Lucas, 14

Registrado como judío.
Salvador de todos los pueblos II

 

Una vez establecida la coincidencia de los actores en la entrada del Templo, el hombre llegado allí “impulsado por el Espíritu”, Simeón, se descuelga, de buenas a primeras, con una acción y una declaración en forma de himno: ¡Un movimiento resuelto, sin pensárselo dos veces, y unas manifestaciones que son palabras mayores!:


24. Himno de Simeón

“…él lo cogió en brazos y bendijo a Dios diciendo:

Ahora, mi Dueño, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto la salvación
que has puesto a disposición de todos los pueblos:
una luz que es revelación para las naciones
y gloria par tu pueblo Israel.

Su padre y su madre estaban sorprendidos por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María su madre:

– Mira, Este está puesto para que en Israel unos caigan y otros se levante y como bandera discutida -y a ti tus anhelos te los truncará una espada-; así quedarán al descubierto las ideas de muchos” (Lc 2, 27b-35).

 

24.1. En el encuentro entre los personajes no hay saludos

Tampoco expresión de reconocimiento. Lucas concentra toda la acción en la manifiesta y palpable acogida del Liberador por parte de Simeón: “…él lo acogió en brazos…”. Con el niño abrazado, el hombre laico expresa su gratitud, consciente de la trascendencia de ese niño y de quien está detrás avalando su futuro cometido: “…y bendijo a Dios diciendo:”.

 

24.2. El momento es único

Lucas lo recoge con un nuevo himno atribuido al hombre que mantiene al niño entre sus brazos. El cántico se abre con un término (Νῦν; ‘ahora’, ‘enseguida’, ‘ahora mismo’). Ese vocablo, indicando inmediatez: “AHORA MISMO”, afecta a todo el himno. Lo que va a declamar Simeón sucede desde ese preciso instante en que, en la puerta de entrada al templo, él ha acogido al Liberador. El término griego (Νῦν) alude a ese momento preciso y no a una esperanza acerca de un acontecimiento que llegará, no se sabe cuándo, más adelante.

La primera afirmación del canto: “Ahora, mi Dueño, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz” se ha entendido tradicionalmente como:

  • cumplimiento de la promesa divina hecha a Simeón de no morir sin haber sido testigo de la llegada del Mesías Salvador
  • y reconocimiento del hombre, que acepta haber alcanzado su sueño y “ahora” puede morir en paz.

Sin embargo, al aplicar el zoom al texto original griego se observan detalles que esclarecen el texto en diferente sentido. Si nos fijamos en la literalidad de los términos:

Νῦν (Ahora) ἀπολύεις (liberas) τὸν δοῦλος σου (a tu siervo), δέσποτα (amo, dueño), κατὰ (según) τὸ ῥῆμα σου (tu promesa) ἐν εἰρήνη (en paz).

Los vocablos ‘siervo’ o ‘esclavo’ (δοῦλος) y ‘amo’ o ‘dueño’ (δεσπότης), de fuerte carácter sociológico, refieren realidades contrapuestas. El segundo (δεσπότης) no se encuentra en ninguno de los otros evangelios. Solo aparece aquí y, extrañamente, ¡aplicado a Dios! La asociación de estos vocablos es de naturaleza veterotestamentaria. La actividad detectada “ahora” por Simeón representa para él una novedad ansiada desde siempre. Parte del ‘Amo’ y afecta al ‘siervo’ o ’esclavo”. El verbo usado para expresarla (ἀπολύω; ‘liberar’, ‘soltar’) no habla de muerte o final de la vida, sino de libertad, de soltar y dejar atrás la condición de siervo. Una situación donde no hay ya cabida ni para amos ni para esclavos La afirmación de Simeón cobra nuevo sentido al leer:

“Ahora, Amo, según tu promesa, liberas a tu siervo en paz”.

 

24.3. La acogida del niño al entrar al templo ha supuesto para él un cambio radical

La idea de Dios como Dueño y una existencia infructuosa de Israel dedicada a servirle con el culto y la Ley se ha disuelto. La libertad ha tomado cuerpo como signo de una vida sin esclavitud y sin amos. La relación entre Dios y el ser humano basada en la libertad ha hecho acto de presencia ya, “ahora mismo”. La Liberación ha abierto un nuevo horizonte. La paz no se alcanza con la muerte. El acabamiento de la vida no aporta paz. La paz se obtiene una vez se ha puesto fin a la esclavitud y se consigue ser poseedor de una vida en libertad.

El canto de Simeón no tiene desperdicio. Acto seguido da cuenta de la razón (ὅτι; “porque”) de haber percibido en sí mismo los efectos de la libertad: “…porque mis ojos han visto la salvación”. La Salvación, al igual que la fe, ¡se ve!, es constatable. Resulta inútil esperarla; requiere saber reconocerla “ahora” y tomarla resueltamente, sin miedo ni dudas, entre los brazos.

 

24.4. La Salvación no se limita a la esfera individual

Simeón supo advertir su dimensión universal, lo que no llegó a captar Zacarías al escuchar al mensajero, ni siquiera lo pregonó María en su canto. La auténtica Liberación tiene carácter social y global, y no está limitada a Israel, como anunciaban las Sagradas Escrituras: “…que has puesto a disposición de todos los pueblos”.

La liberación anhelada acaba con la noche inacabable padecida por los insignificantes y marginados de una sociedad esencialmente injusta, olvidadiza e instalada en la neutralidad cómplice del crimen global: “…una luz que es revelación para las naciones…”. Esa luz exige atrevimiento, dejando al descubierto el miedo, la demora, la insolidaridad, la indiferencia y la resignación.

 

24.5. Simeón acaba su cántico con una lección a aprender: “…y gloria para tu pueblo, Israel”

El Galileo da tal esplendor. El poder, la hegemonía política, sueño de Israel, fue una gran equivocación. La gloria y el esplendor se tienen solo cuando se ha servido incondicionalmente a la justicia universal. Así lo pensó Isaías:

“Yo el Señor te he llamado para la justicia
te he cogido de la mano,
te he formado y te he hecho
alianza de un pueblo, LUZ DE LAS NACIONES.
para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la prisión
y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas” (Is 42, 6-7).

 

24.6. El cántico de Simeón daba y da que hablar

El pequeño recién nacido concentra todo el interés. Las expectativas que María y José tenían respecto al niño se quedan a distancia de lo proclamado por Simeón sobre él. De manera que el asombro les invade, muestra su incomprensión y los deja sin palabras: “Su padre y su madre estaban sorprendidos por lo que se decía del niño”. Será de nuevo el hombre el que intervenga poniéndolos en buen lugar: “Simeón los bendijo…”. Pero se dirigirá solo a la madre. La joven María pasa a primer plano; José, otra vez a una posición secundaria. Lucas lo ha ido utilizando al servicio de su pedagogía. La introducción del narrador es breve y precisa: y dijo a María:”. El hombre tratará de aclarar las cosas y evitar equivocaciones.

 

24.7. Simeón no se anduvo con rodeos; fue directo al grano

La travesía del Salvador no será un camino de rosas, sino una sacudida que romperá la calma. Lucas, conocedor a fondo del Proyecto del Galileo, de cómo lo realizó y de sus consecuencias, adelantará en unas breves notas los efectos de la puesta en marcha de la Liberación. Su objetivo, culmina un anhelo social de largos siglos:

  • Israel mantuvo esperanzas de libertad durante siglos. Interpretó dicha libertad bajo el criterio de un poder hegemónico universal.
  • El Bautista marcó el final de la esperanza y empujó al pueblo a disponerse a la inminencia de la Salvación, preparándose a asumirla mediante la renuncia a la colaboración con el orden injusto.
  • El Galileo anunció la llegada de la Salvación manifestando su carácter esencialmente social: el Reinado de Dios. Su inicio estuvo representado por la constitución de los Doce: una sociedad alternativa donde se vive “ahora” la libertad y la fraternidad.

 

24.8. El Proyecto Humano del Galileo exige respuesta: Adhesión o rechazo

La neutralidad significará tomar partido porque todo siga igual. La decisión de dejarlo todo como está se suma a la argucia de distanciar la Salvación para volver a la esperanza; el truco se revela como un escondite para encubrir la falta de acogida.

Las palabras atribuidas por el evangelista a Simeón eran entendidas a la perfección por las comunidades a las que dirigió su escrito: “Mira, este está puesto para que en Israel unos caigan y otros se levanten y como bandera discutida…”. Este efecto de la praxis del Galileo se expone reconocido por él mismo. Su mensaje origina división desencadenada por la adhesión a su mensaje o por su rechazo:

“No penséis que he venido a sembrar paz en la tierra: no he venido a sembrar paz, sino espadas; porque he venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con la suegra; así que los enemigos de uno serán los de su casa” (Mt 10, 34-36; par. Lc 12,51-53).

 

24.9. Simeón termina sin guardarse nada: La tarea del Salvador parecerá un fracaso

Su declaración anterior hablando de una Salvación para todos los pueblos precisa aclaración. No tendrá un efecto milagroso al margen de la libertad ni se presentará de improviso, triunfante y global. Pasa por la travesía de la historia y exige adhesión firmemente comprometida ante la hostilidad de un orden injusto que engorda destruyendo.  La liberación de todos los pueblos, aunque en marcha desde “ahora”, será una conquista, y el deseo de tenerla en su totalidad entre manos ocasionará un dolor intenso al verse frustrado por la violencia interminable que busca apagar la solución definitiva: “…y a ti, tus anhelos te los truncará una espada…”.

 

24.10. Lucas culminó el discurso de Simeón con una frase que merece la pena reflexionar: “…así quedarán al descubierto las ideas de muchos”

El hombre se ha estado refiriendo, aunque sin decirlo explícitamente, a la ejecución del Galileo. La Cruz es la señal, la bandera discutida. Ahora bien, dicha bandera, la Cruz, no es la Salvación, es su consecuencia. La Cruz demuestra el desatino de un orden empicado a la violencia y la muerte. La Cruz no es lo que salva, sino lo que castiga el empeño por extender la Salvación. La Salvación es la tarea, un cometido social que no será aceptado por el orden injusto de ninguna de las maneras. El dominio y la violencia están en poder de “los arrogantes”. La Salvación, en manos de quien la acoge. Simeón fue el ejemplo. La Salvación asusta a los dueños de la tierra. Ellos, y quienes se benefician bajo su amparo colaborando en extender su ideología alienante, se esfuerzan por mantener sus privilegiadas posiciones haciendo creer que la Salvación solo se alcanzará después de la muerte. Pero la Cruz desmonta el gran engaño. Ese es su sentido. Con la Cruz:

“quedarán al descubierto las ideas de muchos”.

 

25. La profetisa Ana

Sin despedida de Simeón, Lucas presenta a un segundo perso

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Esta era de edad muy avanzada: de casada había vivido siete años con su marido y luego, , de viuda, hasta los ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día.  Presentándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén” (Lc 2, 36-38).

 

25.1. En este caso se trata de una mujer

El narrador menciona su nombre e indica la razón de su presencia: “Había también una profetisa, Ana…” (‘favor’, ‘gracia’). El hecho de identificarla como profetisa alude a que habla en nombre de otro; pero, ¿de quién? ¿De quién es portavoz? ¿A quién representa?

 

25.2. Lucas irá soltando pistas al Lector

A continuación, señala que era “hija de Fanuel (‘cara de Dios’), de la tribu de Aser”. La comparación con Simeón presta ayuda a iniciar la comprensión. Él fue presentado como “un hombre”, sin adscribirlo a ninguna rama familiar. De Ana se precisa, sin embargo, hasta la tribu, perteneciente al reino del Norte (el reino del norte: Israel se separó del reino del sur: Judá tras la muerte de Salomón en el 922 a.d.n.e. y desapareció como reino con la caída de su capital, Samaría, conquistada por el imperio Asirio hacia el 722 a.d.n.e.). La narración indica la ancianidad de la mujer: “Esta era de edad muy avanzada…”. Tiene una larga historia detrás. Lucas ofrece nuevas aportaciones, esta vez apoyándose en el sentido simbólico de los números: “…de casada había vivido siete años con su marido”. El ‘siete’ simboliza algo completo; en este caso, referido al reino del norte, representa el total del tiempo que había durado su fidelidad a la alianza con Yahvé. Tras esa etapa, el relato se fija en su viudez (“…y luego, de viuda…”), aunque no determina que el marido hubiera fallecido, solo apunta hasta qué años había permanecido en esa situación: “…hasta los ochenta y cuatro años”. El número ‘ochenta y cuatro’ es múltiplo de siete y de doce. Simboliza el tiempo completo de viudez de las doce tribus: 7X12. La Alianza no fue rota solo por las tribus que constituían el reino del norte, Israel, sino también por las del sur, Judá. La anciana mujer, habla por boca (“profetisa”) de las doce tribus, el pueblo al completo (12X7).

 

25.3. La historia del pueblo israelita estuvo ligada al templo

El Templo era el emblema del pueblo, morada de Dios, y lugar de encuentro con Él a través del culto, los sacrificios y las oraciones. A diferencia de Simeón, un hombre laico que fue al Templo “impulsado por el Espíritu”, Ana hacía allí su vida: “No se apartaba del templo sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día”. Ana es la viva representación del pueblo pegado al Templo, pensando que esa manera de desarrollar la vida daría como resultado la respuesta salvadora de Dios.

 

25.4. Una vez trazado el perfil completo del personaje, Lucas enlaza con el instante de la intervención de Simeón

Ana hace acto de presencia: “Presentándose en aquel momento…”. La mujer se suma al reconocimiento del niño como el Liberador esperado, agradeciendo su llegada y anunciándola a todos cuantos la esperaban en el pueblo. Lucas alecciona a sus comunidades constituidas por personas pertenecientes a otros pueblos. La acogida de la comunidad no excluye a nadie, sea de la nacionalidad que sea. La libertad y la fraternidad tienen esas cosas:

“Ya no hay más judío ni griego, esclavo ni libre, varón o hembra, pues vosotros hacéis todos uno, mediante el Mesías Jesús” (Gál 3,28).

 

 

26. De vuelta a Jerusalén

Lucas pone fin al relato volviendo a sus inicios, el viaje a Jerusalén con el niño:

  “Cuando dieron término a todo lo que prescribía la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su pueblo de Nazaret. El niño, por su parte, crecía y se robustecía, llenándose de sabiduría, y el favor de Dios descansaba sobre él” (Lc 2, 25-40).

Una vez cumplido lo que la Ley prescribía harán el regreso a su aldea: “Cuando dieron término a todo lo que prescribía la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su pueblo de Nazaret”. El niño figuraba ya como judío con todas las de la ley.

 

26.1. El relato termina dando cuenta del desarrollo físico e intelectual del chiquillo.

El niño no solo crece, reflexiona: “El niño, por su parte, crecía y se robustecía, llenándose de saber…” y el favor de Dios descansaba sobre él”. Lo que llegue a hacer saldrá de su pensamiento, ideas de libertad respaldadas al máximo nivel: “...y el favor de Dios descansaba sobre él”.

3 comentarios

  • Javiierpelaez

    Gracias Salvador.

  • oscar varela

    Buen día!

    • oscar varela

      (13) REGISTRADO COMO JUDÍO. SALVADOR DE TODOS LOS PUEBLOS I
       
      16. Belén
       
      17. la circuncisión y la imposición del nombre.
       
      18. Una nueva indicación de carácter temporal al inicio de esta parte del relato:
       
      19. De todas maneras, el evangelista huye de exactitudes. Lo suyo no es la crónica.
       
      20. La narración regresa de nuevo al asunto de la purificación.
       
      21. Esta narración de Lucas da cuenta de que el recién nacido, Jesús, es llevado al Templo para ser registrado como judío.
       
      22. El relato se reanuda con una segunda sección que comienza con la presentación de un personaje:
      22.1. Lucas abre esta segunda parte del relato reclamando atención.
      22.2. La acción da comienzo enmarcando geográficamente la escena (“…en Jerusalén…”) y con la presentación de un nuevo personaje: “…un hombre llamado Simeón…”.
       
      23. El tercer evangelista retoma la hebra que distingue el cosido de su relato:
      23.1. Una vez acabada la presentación del hombre, da comienzo la acción.
      23.2. La llegada al Templo da total cumplimiento a una antigua profecía alusiva también al Bautista.
      23.3. El pueblo judío tenía al Templo como morada de Dios.
      ……………………………

      (14) REGISTRADO COMO JUDÍO. SALVADOR DE TODOS LOS PUEBLOS II
       
      24. Himno de Simeón
       
      24.1. En el encuentro entre los personajes no hay saludos.
      24.2. El momento es único.
      24.3. La acogida del niño al entrar al templo ha supuesto para él un cambio radical.
      24.4. La Salvación no se limita a la esfera individual.
      24.5. Simeón acaba su cántico con una lección a aprender: “…y gloria para tu pueblo, Israel”.
      24.6. El cántico de Simeón daba y da que hablar.
      24.7. Simeón no se anduvo con rodeos; fue directo al grano.
      24.8. El Proyecto Humano del Galileo exige respuesta: Adhesión o rechazo.
      24.9. Simeón termina sin guardarse nada: La tarea del Salvador parecerá un fracaso.
      24.10. Lucas culminó el discurso de Simeón con una frase que merece la pena reflexionar: “…así quedarán al descubierto las ideas de muchos”.
       
      25. La profetiza Ana
       
      25.1. En este caso se trata de una mujer.
      25.2. Lucas irá soltando pistas al Lector.
      25.3. La historia del pueblo israelita estuvo ligada al templo.
      25.4. Una vez trazado el perfil completo del personaje, Lucas enlaza con el instante de la intervención de Simeón.
       
      26. De vuelta a Jerusalén
       
      26.1. El relato termina dando cuenta del desarrollo físico e intelectual del chiquillo.
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