Esperanza y vida II
5. El ángel Gabriel en dos escenarios dispares
El evangelio de Lucas presenta desde sus inicios dos entornos muy dispares, bajo un régimen político adverso a la libertad y la vida del pueblo. En el primero, la escena se desarrolla en el lugar más emblemático de Jerusalén: el Templo. En el segundo, el guion se representa en una insustancial aldea (Nazaret) de la región más despreciada del país: Galilea.
La acción cuenta en cada uno de dichos espacios con protagonistas de muy distintas características y alejada fisonomía. En el primer caso, se habla de un viejo sacerdote, casado con una mujer estéril; en el segundo, de una niña en el umbral de la adolescencia; una chiquilla de unos trece años comprometida con un muchacho, aunque viviendo todavía bajo la tutela de sus padres. Un personaje representativo: Gabriel (‘Fuerza de Dios’) irrumpe en ambos escenarios. En el primero de ellos, su aparición responde a una esperanza; en el segundo, acude comisionado para declarar abierto el camino a la plenitud de la Vida.
Lucas narró del siguiente modo la acción ocurrida en el contexto del Templo:
“Zacarías, al verlo, se sobresaltó y lo invadió el temor. Pero el ángel le dijo:
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- No temas, Zacarías, que tu ruego ha sido escuchado: tu mujer, Isabel, te dará a luz un hijo y le pondrás de nombre Juan. Será para ti una grandísima alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento, porque va a ser grande a los ojos del Señor; no beberá vino ni licor, se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre de su madre y convertirá a muchos israelitas al Señor su Dios. Él precederá al Señor con el espíritu y fuerza de Elías, para reconciliar a los padres con los hijosy enseñar a los rebeldes la sensatez de los justos, preparando así al Señor un pueblo bien dispuesto.
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Zacarías replicó al ángel:
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- ¿Qué garantía me das de eso? Porque yo soy ya viejo y mi mujer de edad avanzada.
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El ángel le repuso:
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- Yo soy Gabriel, que estoy a las órdenes inmediatas de Dios, y me han enviado para darte de palabra esta buena noticia. Pues mira, te quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día que eso suceda, por no haber dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento.
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El pueblo estaba aguardando a Zacarías, extrañado de que tardase tanto en el santuario. Pero cuando salió no podía hablarles, y comprendieron que en el santuario había tenido una visión. Él les hacía gestos, pero permanecía mudo.
Cuando se cumplieron los días de su servicio, se marchó a su casa. Después de aquello concibió Isabel, su mujer, y estuvo cinco meses sin dejarse ver. Ella se decía:
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- Esto se lo debo al Señor, que ahora se ha dignado librarme de esta vergüenza mía ante la gente” (Lc 1,12-25).
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6- PRIMER ESCENARIO
6.1. Sobresalto de Zacarías
Lucas da comienzo a la acción con un sobresalto. La percepción de la Fuerza de Dios (“Gabriel”) trastoca el ánimo y hace añicos la consistencia de las ideologías con las que se adoctrina y se patronea la existencia humana. Notar ante sí la colosal potencia de la Vida altera a Zacarías. Su estremecimiento emerge al percatarse de que su presencia le interpela (“…se sobresaltó”). Esa profunda experiencia personal, que pone patas arriba las ideologías tenidas por inmutables, se describe en la cultura del Antiguo y Nuevo Testamento como una visión (“Zacarías, al verlo…”).
Pero la alteración de Zacarías no respondió a su condición de sacerdote. En vez de dar un paso al frente, se retrae hasta quedar paralizado (“…y lo invadió el temor”). El miedo que le embarga se opone a la adhesión (FE) que él manifiesta dar a Dios en sus periódicos rituales religiosos. A pesar de su plena dedicación al culto y el cumplimiento exacto de los mandamientos, ha quedado al descubierto su completa invalidez para implicarse activamente en la dinámica de la Vida. Toda una existencia dedicada a la adoración a través de la liturgia y distinguida por la fidelidad a la ley religiosa le han conducido a una cobarde inmovilidad. La oportunidad es única. El tiempo de la Salvación se abrirá en un periquete. Y exige actividad. Los anhelos del pueblo requieren arrimar el hombro buscando satisfacerlos. El culto y el cumplimiento de la Ley solo han servido a Zacarías para la inoperancia.
6.2. El ángel lo tranquiliza
El mensajero tomará la iniciativa ante la quietud provocada por el miedo. Su comunicado no pretende que a su interlocutor se le haga un nudo en la garganta, sino hacerle respirar por fin, anunciándole la liberación definitiva de las garras que ahogan. El temor de Zacarías carece de sentido (“El ángel le dijo: No temas Zacarías…”). La razón resulta evidente: no puede tener miedo ante la realidad tan deseada y solicitada por él como mediador entre el pueblo y su Dios: “…que tu ruego ha sido escuchado”. El ruego (δέησις; ‘ruego’, ‘súplica’) alude a la petición realizada por Zacarías en el interior del santuario con el rito del incienso, una súplica coincidente con la oración del pueblo fuera del recinto sagrado. Él y todo el pueblo claman solicitando la Salvación. Esa es su continua plegaria: librarse del yugo de los imperios dominantes y ver hecho realidad el sueño de la época mesiánica prometida. Zacarías no pide tener un hijo. Lo ve imposible, una consideración utilizada más adelante por él mismo como argumento irrebatible. El anuncio no responde, pues, a un deseo ya apagado del matrimonio; responde a la esperanza más encendida del pueblo a la que también Zacarias se ha sumado con su ruego.
6.3. Qué le dijo el mensajero
El mensajero le expondrá acto seguido el proceso de la Salvación. La apertura de ese proceso pasa por algo tenido por inviable: que la mujer de Zacarías tenga un hijo. Ese arranque revela la grandeza del Proyecto liberador que ese hijo inaugurará (“…tu mujer, Isabel, te dará a luz un hijo y le pondrás de nombre Juan”). Ese hijo no lo será para asegurar la continuidad de la tradición. Incluso está lejos de parecerse a su padre. Tendrá otro nombre acorde a su misión (“Juan”: ¡Yahvé es generoso’ o ‘Yahvé ha mostrado su favor’). Ni siquiera su padre decidirá el nombre. Su papel se limitará a aceptarlo con su silencio. Pero esa función subordinada y la desunión del hijo del itinerario familiar no decepcionará a Zacarías, le reportará una felicidad (“Será para ti una grandísima alegría”) extendida a cuantos han deseado ver abrirse el camino de la Salvación (“…y muchos se regocijarán de su nacimiento”). Juan se saldrá de lo ordinario y se convertirá ante el pueblo en un personaje considerado a la altura de los grandes líderes y profetas del AT. Y como la actuación de aquellos, la suya contará con el más importante respaldo (“porque va a ser grande a los ojos del Señor”).
6.4. El nacimiento de Juan: primer eslabón del proceso
Lucas aporta a través del personaje Gabriel tres notas características de la personalidad de ese hijo increíble:
a) Será todo oídos al encargo encomendado por Dios. Lo realizará con absoluta lealtad. Y renunciará a todo cuanto le conduzca a desoír ese Proyecto (“no beberá vino ni licor”). El sentido de esta decisión tiene explicación a partir de algunos textos proféticos:
“¡Ay de los que madrugan en busca de licores,
y hasta el crepúsculo los enciende el vino!
Todo son cítaras y arpas,
panderetas y flautas y vino en sus banquetes,
y no atienden a la actividad de Dios
ni se fijan en la obra de su mano.
¡Ay de los valientes para beber vino
y aguerridos para mezclar licores;de los que por sobornos absuelven al culpabley niegan justicia al inocente!” (Is 5,11-12. 21-22).
b) La segunda peculiaridad se reseña con una puntada singular del evangelista: ‘El Espíritu Santo’ (“se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre de su madre”). Se distinguirá por estar colmado de la Vida más auténtica desde el mismo seno materno.
La energía vital que arranca de Dios (’Πνεῦμα ἅγιον; “El Espíritu Santo”), hilo conductor de los relatos iniciales de Lucas, aparece ya desde el primer momento de la concepción del Bautista.
c) La labor de Juan estará acreditada por su eficacia. Su llamada a abandonar el orden injusto y reemprender la ruta marcada por el Proyecto no caerá en el vacío. Serán muchos los que tomen conciencia de su equivocación hasta el punto de darse la vuelta para reanudar, convencidos y leales, la senda de la justicia (“…y convertirá a muchos israelitas al Señor su Dios”).
6.5. Características de Juan ‘Bautista’
El evangelista dará cumplida cuenta de las tareas a desempeñar por ese hijo y los objetivos a conseguir. Lucas lo explicita en unos breves trazos, puestos también en boca de Gabriel:
Su exclusivo cometido estaba anunciado en el AT. Le corresponde iniciar los preparativos ante la llegada de la Salvación, la que pondrá en marcha el Mesías. Él será el adelantado que necesita (“Él precederá al Señor con el espíritu y fuerza de Elías”), como ya proclamaba el profeta Malaquías:
“Mirad, os envío al profeta Elías, antes de que venga el Día del Señor, día grande y terrible” (Mal 3,23).
a) Esa tarea precursora tiene como finalidad llevar a emanciparse de las doctrinas tradicionales, dando pasos hacia la reconciliación. A los padres corresponde la iniciativa de abandonar su inflexibilidad para reparar su distancia respecto a los hijos (“…para reconciliar a los padres con los hijos”).Lucas sigue la pauta del texto de Malaquías, aunque haciendo caso omiso de la segunda de sus afirmaciones:
“Él convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, Y EL CORAZÓN DE LOS HIJOS HACIA LOS PADRES” (Mal 3, 24a).
b) Y reconducir hacia la sensatez de la Justicia el irresponsable alejamiento de la Propuesta de Dios para el ser humano. Vivir bajo el amparo del orden injusto supone la pérdida de la cordura. Juan invitará a abandonar la paranoia de la injusticia (“…y enseñar a los rebeldes la sensatez de los justos…”).
c) El objetivo de esa misión preliminar es social: ¡Un pueblo! La Salvación pasa por la constitución de una alternativa al orden injusto. El de Juan será un movimiento de preparación de ese nuevo pueblo. El trabajo de organización de ese pueblo facilitará la obra del Mesías:
“preparando así al Señor un pueblo bien dispuesto”.
Esta exposición detallada evidencia que lo que suplicaba Zacarías en su ruego no era tener un hijo, sino la Salvación anhelada por el pueblo. Su solicitud ha sido concedida (“…tu ruego ha sido escuchado”). Ese hijo inesperado jugará un papel esencial en la preparación del acontecimiento salvador. La alegría de Zacarías cuenta con todas las bazas para ser completa. Pero Lucas no terminará ahí su relato, el mensaje a transmitir va más allá.
6.6. Zacarías pide garantías…
Zacarías, al parecer, no quedó complacido con el plan. Y, suspicaz, se dirigió al portador de la primicia (“Zacarías replicó al ángel”) exigiendo avales sobre una operación que le despertaba serias dudas (“¿Qué garantía me das de eso?”). La pregunta muestra su enorme desconfianza. Recela de la información transmitida por el mensajero y pone en entredicho la realidad de ese proceso liberador (“de eso”). Tan prolongada existencia dedicado al culto recula ante el momento cumbre de la Salvación. Los ritos, las oraciones, el cumplimiento estricto de los mandamientos resultan ser puro artificio a la hora de comprometerse en esa tarea liberadora.
Tras el severo interrogante, el sacerdote añade como razón de su desconfiada posición un dato sobre la realidad personal del matrimonio: “…porque yo soy ya viejo y mi mujer de edad avanzada”. El innecesario y fuerte sentido causal (“porque”; γάρ) desvela el intento de querer dejar al mensajero sin palabras. Zacarías omite, en cambio, el dato de la esterilidad de Isabel (En la mentalidad del AT, la infecundidad de un matrimonio se achacaba por sistema a esterilidad de la mujer).
6.7. …el ángel Gabriel se las da acreditadas…
La tentativa de dejar callado al mensajero quedó frustrada al instante. Él aceptará el envite con determinación (“El ángel le repuso”). Comienza identificándose. Solo con su nombre (‘Fuerza de Dios’) quedan anulados todos los impedimentos (“Yo soy Gabriel”). Su autoridad es incontestable y aporta veracidad a su mensaje. Él cuenta con una categoría del máximo nivel y unas credenciales sin parangón (“…que estoy a las órdenes inmediatas de Dios”). Los acontecimientos transmitidos por el mensajero a Zacarías representan la satisfacción plena de los anhelos del pueblo. Son sucesos indiscutibles y se cumplirán con absoluta certeza (“…y me han enviado para darte de palabra esta buena noticia”).
El mensajero fiel ha cumplido su misión al pie de la letra. Nadie podrá taparle la boca con argumentos. Será Zacarías quien enmudezca por haber cerrado los oídos a la buena noticia. El sordo sacerdote estará imposibilitado para hablar hasta el nacimiento de su hijo. Ha demostrado su sordera poniendo pegas a la gran novedad traída para él por el portador de la información (“Pues mira, te quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día que eso suceda…”). La falta de adhesión a la propuesta de Salvación tiene consecuencias: tapará la boca del sacerdote (“…por no haber dado fe a mis palabras…”). El mensajero termina confirmando que se cumplirá exactamente todo el proceso liberador tal como le informó: (“…que se cumplirán en su momento”).
El relato continúa con un cambio de decorado. El mensajero no está ya presente entre los personajes intervinientes. Toda la acción anterior había transcurrido en el interior del santuario. Los focos se desplazan ahora fuera de él, aunque sin salir del recinto del Templo, iluminando la zona destinada para el pueblo. La multitud está expectante. El rito del incienso terminaba con la salida del sacerdote del santuario bendiciendo al pueblo allí congregado (“El pueblo estaba aguardando a Zacarías”). La experiencia de Zacarías ha retrasado considerablemente el rito, algo inusitado que sorprende a una población familiarizada con los tiempos litúrgicos (“…extrañado de que tardase tanto en el santuario”). La salida del santuario de Zacarías revela su problema. Refutar el plan de Salvación le ha tapado la boca (“Pero cuando salió no podía hablarles”). La rutinaria fórmula tradicional no podrá ser pronunciada, quedará sustituida por el silencio. La gente deducirá que algo ha trastocado a Zacarías (“…y comprendieron que en el santuario había tenido una visión”). Él hará esfuerzos por hacerse entender. Aunque no saldrá de su mutismo (“Él les hacía gestos, pero permanecía mudo”). La realidad de los hechos hablará por él.
6.8. …Y los hechos las certifican
Los hechos empiezan a suceder en un nuevo escenario. Ha quedao atrás el Templo (“Cuando se cumplieron los días de su servicio”); cobra relieve la casa (“…se marchó a su casa”). De un espacio clerical, se pasa a otro laico; del área más representativa de la institución religiosa, al emplazamiento familiar. El proceso de la Salvación ocurre y se desarrolla desde casa y no desde el Templo. Todo el protagonismo recae allí sobre Isabel. Con ella, ¡una mujer!, se inicia el proceso de Salvación reafirmado por Gabriel (“Después de aquello concibió Isabel, su mujer”). Isabel se ha liberado de su esterilidad y ha engendrado el hijo que parecía imposible. Dedicará un tiempo a reflexionar sobre el feliz acontecimiento (“…y estuvo cinco meses sin dejarse ver”). La nota “cinco meses” enlaza con el sexto mes del anuncio de Gabriel a María (Lc 1,26).
Isabel extrae conclusiones de sus meditaciones. Constata la procedencia de la Vida y agradece haber salido de la vergüenza de una existencia infructuosa:
“Ella se decía:
Esto se lo debo al Señor, que ahora se ha dignado librarme de esta vergüenza mía ante la gente”.
6.9. Así es la mirada de Lucas
Lucas cargó su texto minuciosa e intencionadamente con detalles útiles para hacer reflexionar. El Lector no pasará de largo ante ellos. Observará en su trasfondo el mensaje encubierto que el evangelista quiso transmitir a las comunidades destinatarias de su escrito; unas comunidades con experiencia de la libertad y la fraternidad, al tanto de cómo se desarrolló el Proyecto de la Salvación.
Zacarías encarna en la escena a la institución religiosa. Representada por el clero, dicha institución centra toda su actividad en torno al Templo. Solo los sacerdotes tienen acceso a los lugares más sagrados de su recinto. El pueblo queda fuera, siempre obediente y expectante. Ellos, los sacerdotes, guardan rigurosamente el orden de los ritos ordinarios y festivos. Se cuidan de mantener la solemnidad de la liturgia recitando con tono elevado las oraciones establecidas para cada ocasión. Conocen el protocolo de memoria. La repetición ha derivado en triunfo de la rutina. La Institución lleva siglos liderando y modelando la existencia del pueblo. Está muy envejecida. No para de anunciar en su liturgia la proximidad de la intervención salvadora de Dios, pero de tanto reiterarlo, la convicción de este acontecimiento se ha fosilizado quedándose aprisionada en la roca del ceremonial. La institución ha hecho oídos sordos ante la realidad de la llegada de la Salvación.
La mujer de Zacarías, Isabel, es figura representativa de la nación israelita, considerada en el AT esposa de Yahvé. La historia de ese pueblo, recogida en el AT, también está pasada de fecha. La dilatada existencia de Israel ha quedado frustrada. No ha dado el fruto que debería haber producido. Habiendo sido constituido como pueblo con el fin de ser luz para el resto de naciones, se ha convertido en una sombra mortecina a la espera de una oportunidad para escapar de le negrura de la esclavitud. Tras largos siglos soportando el yugo insoportable de los imperios dominantes de cada época, ha llegado la hora de la libertad. La esterilidad dará paso a la fecundidad. El proceso de la Salvación comienza a abrirse. Un puente permite el paso desde la esperanza a la Vida.
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Ostras, Salvador.Y yo que siempre he pensado que Lucas era una especie de seguidor de Pablo de Tarso y que escribió una especie de Hola, sobre la historia de Jesús para que la gente, bueno, pues lo que pasa con la prensa del corazón.
Pues va a ser que no…
Me ha encantado muchísimo.Gracias.