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Mi metro y medio cuadrado

Entre el poseerse y el tener

Mariano es de los pocos que han empezado a entrar y sacar jugo a los libros de A. Grothendieck. También él fue matemático antes que filósofo y psicólogo. Al leer su artículo de hoy me he acordado de uno de los capítulos en que AG se enfrenta con la multitud de “yos” que él encuentra de sí mismo (le moi), disputándose quién de ellos debe ser proclamado como el auténtico amo. Se trata el primer número del capítulo VI de sus Notas a La Llave de los sueños (pp. 472-476), en que empieza a hablar de los Mutantes. AD.

Este es el espacio que la naturaleza me ha concedido para que meta en él todo mi yo. No me preguntó cuando me lo dio. Pero a pesar de todo, en un principio y encerrado en ese metro y medio cuadrado, yo era todo yo, si bien había otros como yo que también tenían su yo. Hasta aquí mi único problema eran los otros yo, y yo me llevaba muy bien conmigo mismo, aunque con los demás fuera otro cantar.

La naturaleza, al verme en esa situación de metro y medio cuadrado encerrado en sí, pensó en darme algo más de lo que me concedió en un principio. Entonces me hizo un regalo: una doble llave para que pudiera abrir la puerta de mi metro y medio cuadrado hacia dentro y hacia fuera tanto como yo quisiese. Tal regalo me lo hizo bajo la condición de que a partir de ese momento mi yo dejaba de estar bajo su dominio, responsabilizándome de él en esos nuevos espacios que yo explorase.

En un principio, mi yo empezó a sentir una ligera brisa hacia dentro y hacia fuera de su metro y medio cuadrado. Era como un canto de sirenas que duró muy poco. Pronto se convirtió en torbellino con muchos remolinos que querían apoderarse de esa llave maestra que le daba libertad, a la vez que olvidaba la esencia del mensaje. La libertad, ya desde el principio deslumbró a mi yo, opacando como un eclipse al sol de la responsabilidad, fuente esencial de la verdadera libertad. ¡Tremendo olvido!

Aquí, en este eclipse, empezó mi tragedia. Si en un principio los otros yo eran externos, ahora han aparecido además otros muchos yo internos, provocándome un estado de esquizofrenia y queriendo cada uno de ellos apoderase de esa llave maestra para tomar posesión de mí metro y medio cuadrado.

Así resulta que, mi yo esquizofrénico vive dos aventuras simultáneas e intensas: una, en profundidad hacia las fuentes del tiempo primordial, un yo en “in-tensión”, y la otra, un yo en “ex-tensión” hacia nuevos espacios, no asegurando la integridad entre ambos más que aceptando a uno y otro. Si me evado del dinamismo de mi yo en in-tensión, me expongo a la dispersión o disolución de mi metro y medio cuadrado, y si me evado del dinamismo de mi yo en “ex-tensión”, me expongo a la disolución del sueño de nuevos espacios de libertad.

Ahora, mi yo está descentrado como una elipse con dos focos existenciales, dos focos compitiendo y comprometiendo mi metro y medio cuadrado, en constante riesgo de implosión o explosión. Aquí, en este punto, mi yo empezó a desnaturalizarse, a separarse de la llamada naturaleza, pero guardando en su inconsciente esa dependencia de ella. La incipiente ciencia psicológica, ya desde sus inicios, se ocupó y preocupó de este detallito a través del psicoanálisis, que con el tiempo ha ido evolucionando a posiciones más científicas y objetivas, evidenciando ese diálogo entre mi yo en in-tesion y el de mi yo en ex-tensión. Pero no olvidemos que no existe disposición psicológica que no produzca su propio egocentrismo. Tema este muy interesante de ser analizado, pero que rebasaría el ámbito de esta reflexión, dejándolo para otro momento.

La toma de conciencia del yo, diferenciándose de la naturaleza, aparece como un esfuerzo espiritual y abriendo por todas sus partes abismos: los abismos infernales de las fuerzas instintivas y los abismos verticales de su espiritualidad siendo ellas mismas un abismo en sí.

Resumiendo, podemos afirmar que mi yo es una realidad excéntrica, que a la vez se halla fuera de sí mismo por naturaleza, como tan esencialmente está en sí mismo, por lo que ya no se le pueden aplicar los conceptos usados para definir y calificar a la llamada “Naturaleza”. Su espacio y tiempo no son los de aquella. El espacio no es un mero recipiente para el ser humano. Este está llamado a tomar posesión de su espacio tanto como a tomar posesión de sí mismo. Este tomar posesión de sí, es un acto primordial y coextensivo a su aceptación del ser que le es donado, por lo que existe un señorío sobre el espacio que comienza por su metro y medio cuadrado, constituyéndose como uno de los ejes de su conciencia personal, su identidad singular y no gregaria.

Esta posesión es la primordial esencia de su “ser”, que posibilita a su yo en ex-tensión abrirse a su nueva facultad del “tener”, pero en un orden de subordinación, en el que este acto del “tener” es en sí producto de una contingencia. Su ser existencial no reside en la “detentación” sino en su “posesión” de sí, sin embargo, la tendencia a equiparar la realización humana con la acumulación de bienes materiales despersonaliza al ser humano, vaciando su capacidad de trascenderse y reduciendo su existencia a una búsqueda interminable de satisfacción externa, pero con su yo en in-tensión aletargado.

El tener es lo incorporado al “ser” desde su exterioridad, pero en un “va-i-ven” bajo el señorío de la posesión, en el que mi metro y medio cuadrado está a salvo, pues es la única propiedad que no puedo perder sin perderme a mí mismo. Tal apego a su metro y medio cuadrado trasciende el tiempo de su existencia hasta el punto de que las personas más irreligiosas se preocupen por dónde y cómo deberá ser enterrado su metro y medio cuadrado.

Cuando el tener suplanta al poseer surge la tragedia del ser que fue llamado a poseerse también en ese dinamismo del “yo en ex-tensión”, que acabará por ahogarle en un mar de contingencias, devolviéndolo a su naturaleza encerrada en sí, pero siendo poseído por sus tenencias.

La cultura actual con sus avances tecnológicos, facilita este amortiguamiento del poseer en favor del tener, y si este ser, llamado a tomar posesión de sí no es capaz de afirmarse con su “yo en in-tensión”, ordenando hacia un fin de plenitud a su “yo en ex-tensión”, naufragará.

La afirmación del yo en in-tensión, no es un acto autoritario, es la consolidación de un dinamismo entre la libertad y la responsabilidad que emergen en ese acto primordial de toma de posesión del ser donado.

El ser persona, no es una existencia maciza, interiormente compacta, como así lo pretendieron tanto las psicologías materialistas como el idealismo individualista. El “ser” persona es puro dinamismo en su ser esencial, y cuando este dinamismo se ve amortiguado, la persona entra en otro de despersonalización.

El acto de poseerse, en su sentido más profundo, no es una mera afirmación del yo aislado, sino un dinamismo que se inicia con el reconocimiento de que el advenimiento del ser es un don, que conlleva intrínsecamente un compromiso ético relacional, y en primera instancia con quien le concede el ser.  Este espacio entre el don y su aceptación, es donde su metro y medio cuadrado se ejercitará para poder tomar posesión de sí.

Así, el acto de “poseerse” se convierte en la esencia misma de su ser, donde libertad y responsabilidad se han de integrar en una praxis relacional interna y externa globalizante, con un fin común y único.

A partir de aquí, cuando nos digan la tan conocida frase de: “sé tú mismo”, tendremos que pensárnoslo cuanto menos un par de veces ante de proceder.

16 comentarios

  • M. Luisa

    Dices bien, Mariano, la realidad persona, no se trasciende acudiendo a ninguna metafísica,  claro que no, pero es que lo relevante no está en “la” metafísica, sino en “lo” metafísico, es decir  se trata de atender a ese  “momento” estructurante de la realidad persona, por seguir un poco en tu línea.  De ahí que días atrás  me refiriera a la diferencia semántica entre “construcción” y “constructo”.   ¿Acaso esa apropiación de la que hablamos no requiere atención, dedicación, reflexión, respiración, etc?-

    Fue pensando en esto que días atrás  me refiriera a la diferencia semántica que hay que establecer entre “construcción” y “constructo”.  Estos momentos internos de la estructura humana  son  realmente sentidos,  y, por tanto, no cabe pensarlos en sentido metafórico, son reales, es lo que motiva el darse mismo de la gratuidad

    No se trata de construir a estas alturas una metafísica  como las que han ocupado tradicionalmente la historia de la filosofía. Se trata de  estar atentos (estar en búsqueda) estar abiertos a  aquel momento de la realidad humana  que por ser sentiente (real, no meramente orgánico) se inclina un poco hacia un lado más que hacia otro… en fin, lo metafísico, lo trascendental, es lo propio del  “estar siendo”  mismo de la realidad humana.   

    • mariano alvarez valenzuela

      Querida M. Luisa: Permíteme que abandone mi parafernalia filosófica y metafísica, y ascienda a esa realidad llamada persona, más allá y más acá de cualquier análisis que siempre la desnaturaliza, incluso sobrepasando el análisis fenomenológico, que siempre acaba por petrificarla y encajonarla, dejándonos ante una imagen enmarcada rígidamente entre estereotipos.

      Me resulta curioso que, cuando he tratado este tema, centrando la realidad persona, en ese dinamismo del darse y del recibirse, ambos muy lejos de cualquier constructo metafísico, no haya recibido ningún comentario. El que tenga oídos, que oiga « ATRIO . No sé si porque los que lo han leído, lo veían tan evidente que no precisaba ni de la más mínima matización, o porque les ha resbalado el tema, considerándolo baladí por su palmaria cotidianeidad.

      Recientemente, he remitido a Atrio una reflexión personal sobre la afirmación del Yo, que se sitúa mas allá y más acá de toda metafísica intentando no quedarme con ningún constructo. Aunque reconozco que hay que bajar a los infiernos, a las inferioridades del ser, para poder llegar a ser.

      Agradezco tus comentarios, y te reitero lo que te dije al final de mi anterior respuesta.
       

       

       

       

      • M. Luisa

        No siempre, Mariano, mis respuestas te satisfacen, como a mí tampoco demasiado  la tuya,  en esta ocasión. Sin embargo, creo  que esto es bueno porque significa estar abiertos mentalmente sobre  aquello  de lo cual hablamos. Es bueno, sí, pero ocurre que aquí en Atrio, todo hay que decirlo, la cosa siempre ha ido muy lenta, lentísima-

        Entre las relaciones lo más evidente ha sido la resistencia a los cambios. Y esto pensando, tal vez, que lo importante era el competir.  Y  cuando por encima de esto se ha vislumbrado algún tímido avance, siempre sale quien con su discurso envía a todos de vuelta a la mismísima casilla de salida. ¡No lo digo por ti!, Mariano, por favor, créeme!

        Ahora, centrándome  en lo que me dices, naturalmente, que siempre es bueno abandonar  la filosofía tenida como parafernalia. No obstante, cuando aquí recurro a  ella nunca he tenido esta sensación, precisamente porque actualizándola es como se evita luego   desnaturalizar lo que desde la filosofía se está tratando. Esto no obsta para que aun así  presente alguna  dificultad.   En cualquier caso, con respecto a nosotros, esta dificultad me ha surgido  puntualmente por ese cambio en el cual te has pasado  de la metafísica a la ontología y si aquella nos situaba frente a la  “realidad” esta nos sitúa  frente  al “ser” y ya se sabe que desde  Heidegger la ontología queda como anticuada. Hoy reaviven por todas partes los realismos, los llamados “nuevos realismos”,  los cuales, si son verdaderamente nuevos, tendrán que responsabilizarse inexcusablemente  con las ciencias. Por eso no ha de haber ningún temor en  hablar hoy de metafísica si se enfoca en esta dirección.

        También decirte que la razón por la cual  no he comentado algunos de tus artículos   ha sido  simplemente por falta de tiempo. Son numerosos los que me inspiran  a  entrar, incluso también de otros autores, pero  me abstengo para  no someterlos a  mis prisas. Y déjame, querido Mariano, para finalizar recordarte  que el término   “constructo” no designa nada negativo,  al contrario, nuestra  intelección en este caso se abre a la estructura interna de aquella realidad con  la que la inteligencia se enfrenta. Lo contrario, la  “construcción”  mental sí que ha tomado  siempre  la forma de un juicio… en fin, Mariano, espero que te lo tomes todo a bien, pues esta es mi única intención. Un abrazo!

        • mariano alvarez valenzuela

          Querida M. Luisa, he de confesarte una intimidad. Mucho de lo que escribo, lo hago precisamente teniéndote en cuenta, y valoro tus opiniones más allá de que me gusten o me dejen de gustar. Este calificativo del gustar, no significa nada para mí, no lo tengo en cuenta ante ninguna crítica.

          Cuando he mencionado lo de “parafernalia filosófica”, me refería a mí mismo, y en especial, porque mi abuso al respeto, me aleja del sentimiento más profundo de mis creencias que, jamás serán fruto de una razón filosófica.

          Para mí tanto la razón pura, como la lógica matemática, la filosofía, la metafísica o cualquier otra, siempre serán un medio supeditado a mi libre albedrío. Lo mismo digo de todo constructo que siempre lo percibo como un obstáculo a mi libertad.

          Te he citado en mi anterior respuesta que: recientemente he remitido una reflexión a Atrio sobre la afirmación del yo, en la que acabo desligando dicha afirmación de toda metafísica, de todo ese inframundo, que de tanto demandar razones pierde su propia razón.

          Si no fuese publicada intentaré compartirla contigo, pues como te he dicho, mucho de lo que escribo busca tu participación, afirmando, matizando o contraponiendo tu opinión.

          Un abrazo.

          • M. Luisa

             No sé si hago bien, Mariano,  en adelantarme a hacer alguna pequeña aclaración sobre lo dicho, o mejor hubiera tenido que estar solo en actitud de  alerta. Me refiero   a este artículo que dices que está pendiente de publicación. En cualquier caso, sea tan solo para agradecerte esta   inmerecida consideración conmigo

            Sí, creo que te entendí bien, pero la filosofía no ha de suponer ningún problema,  al contrario, hay que ir poniéndola  al día, aligerarla del peso histórico que soporta, para que así, precisamente, cumpla su función liberadora en todo tiempo. Es que la razón filosófica no tiene nada que ver con el racionalismo histórico, sino con aquella razón que las cosas nos dan por el mero hecho de tratarlas (sentirlas) como realidades.  Contrariamente, no nos alejan de los propios sentimientos, como al parecer tú crees, sino que nos reafirman más en ellos.

            Actualmente, a la pregunta ¿qué ha de entenderse por metafísica hoy?, autores contemporáneos (como, Rescher, D. Bohn, Mario Bunge, John Holland), todos coinciden en que la metafísica   trata de la estructura fundamental de la realidad.   Con lo cual significa que el “trans” de la metafísica no consiste más que en traer del fondo de las  cosas aquello (real) que nos venga a dar cuenta, nos dé razón, de lo dado por  ellas a  primera vista. De lo más obvio de ellas. Ir de la obviedad a lo no tan obvio. Lo crucial está, pues, no en ir en búsqueda de sentido, sino de actualizarlo  en la realidad de las cosas en la cual  nuestra  inteligencia no deja de estar en ella a cada momento…. Aquí no interviene en absoluto ningún  análisis filosófico, sino que   los analizadores son  nuestros propios sentidos.

  • M. Luisa

    Sí, ciertamente, el  artículo que nos presenta Mariano nos abre la inspiración para comprendernos en lo que somos realmente. Pero   no dentro de ese metro y medio cuadrado, sino  dimensionados a  aprehendernos como aquella   realidad que nos constituye.  Esto es lo fundamental si luego queremos hablar de  apropiación personal. Porque no se trata de reducir esta apropiación  a un mero apropiarse   lo tenido como naturaleza, sino trascendiéndola apoyados en ella…        

    • Jaume PATUEL PUIG

      María Luisa;
      En mi aportación a Mariano tienes una idea que amplía la tuya.
      Y a continuar “RESPIRANDO”….

      • M. Luisa

        Moltes gràcies, Jaume, sí,  ya  me he dado cuenta, creo que te he interpretado bien, me ha gustado… claro y a seguir “ RESPIRANDO”
         
        Una abraçada!

    • mariano alvarez valenzuela

      Querida M. Luisa, te siento como un espejo en el que me percibo. Tú y yo, somos tan metafísicos que creo que acabamos sobrepasándonos. No nos contentamos con solo poseernos. La metafísica acaba poseyéndonos a nosotros, con lo que nuestra posesión es en sí una posesión metafísica.
      La realidad que nos constituye, no sabe de metafísica, y la realidad persona, no se trasciende acudiendo a ninguna metafísica. La persona se trasciende dándose, y además gratuitamente y con todo su metro y medio cuadrado incluido.
      Toda metafísica es una metáfora de la realidad, de esa realidad que no me construye, sino de esa realidad que construimos.
      Con esto que te digo, ya te dejo un espacio para meditar metafísicamente.
      Toma lo que te digo como un elogio. Algo que no me atrevería a decírselo a muchos
      Tus respuestas me interpelan y me satisfacen.
      Un abrazo.

      • M. Luisa

        Gracias, Mariano, acepto lo que dices, eso de metafísicos, pero solo a  condición de que se entienda bien el término, pues como ya he expresado alguna vez, “meta” no quiere decir “más allá de” lo físico, sino lo físico mismo rebasando su determinado contenido… dicho rápido y mal.
        Un abrazo.

  • Jaume PATUEL PUIG

    Gracias, Mariano. Me inspiras a escribir esto:Nuestro “ego” que reside en su m2 integral debe aprender y aprehender que no se configure en un metro lineal (dividido del mundo) o en un m3 (encerrado en si mismo), pero para ser integral, debe observar que no tenga un techo de vidrio; porque si lo tiene no respira aire puro y no puede conectar con los egos vecinos. Y en este m2 integral se abre a la convivencia, la cual se expande como una gota de aceite  e impregna del valor total o integral. Y así se realiza la EXPANSIÓN/IMPANSIÓN (como el Tao) del ego, ya que toma consciencia de su ilusión o modelación de la realidad para respirar EL AIRE DE LA VIDA y al dejar de respirar sabe que su desaparecer biológico, no significa más que VITA MUTAT SED NO TOLLET…y vive en la paz y serenidad profunda. TODO ES UNO “HIC ET NUNC”.Sin olvidar que el ego pasa por etapas y sabe que hay un inconsciente personal, tribal y colectivo: rico, dinámico y lleno de símbolos.Gracias por inspirarme, Mariano.

    • mariano alvarez valenzuela

      Querido Jaume, la inspiración es mutua. Habrás observado que el título de mi artículo recoge una frase tuya expresada en artículos anteriores, y así se lo hice saber al editor cuando se lo mandé. Ahora, tu respuesta me inspira a compartir contigo y con los que se asomen a este medio lo siguiente: La inspiración es el primer movimiento de la respiración del espíritu, que absorbe el aire que le da vida, “in-spirándolo” placenteramente. El segundo movimiento es el de su “ex-piración” de forma enriquecida y como fuente de nueva inspiración. Este dinamismo del espíritu es un dinamismo “neguentrópico”, que dicho en términos positivos, es “sin-trópico”.

       

       

  • Juan A. Vinagre

    Amigo Mariano: El título de tu artículo: “Entre el poseerse y el tener” es el gran tema de siempre, que todos o casi todos tenemos pendiente. Y sin embargo, ésta es la cuestión: Poseerse, ser autónomos, ser libres, ser capaces de amar de veras, ser capaces de convivir solidariamente, en armonía, sin ídolos ni mitos, sin egos banales y mendaces, que recurren fácilmente a bulos…  Ésta es la cuestión. Esto es lo que nos define como personas auténticas, maduras. Mientras vivamos en período de maduración, somos personas, pero un tanto alienadas, sin poseernos de verdad, y por ello llenos de aspiraciones que van mucho, mucho más allá del metro y medio cuadrado, con de errores evitables…  A medida que maduremos, nuestro yo no tendrá necesidad de metros cuadrados o compartirá ese metro y medio que señalas. La gran cuestión de nuestro yo es poseernos y no ser poseídos.

    • oscar varela

      “¡A LAS COSAS, A LAS COSAS!”
      ……………
      (Págs. 135-6 “Epistemología y Filosofía”
      en el libro PARÁBOLAS Y CATÁSTROFES – René Thom
      Entrevista sobre matemática, ciencia y filosofía)
      ……………
       
      1- “Arquímedes, mientras estaba en la bañera,
      (sólo con su cuerpo como instrumento),
      – descubrió una ley fundamental de la estática;
      – es decir que se dio cuenta, mediante la observación unida a la re­flexión,
      – de que somos mucho menos pesados en el agua que en el aire.
       
      2- En este caso no procedió tan sólo por introspección,
      – sino que intervino también una situación experimental particu­lar,
      – mediante la cual se produjo la generalización.
       
      3- Ahora bien, la gran debilidad del pensamiento filosófico tradicional
      – se da precisamente en esta voluntad suya de limitarse siempre
      – a mé­todos de introspección o de pura autorreflexión,
      – que se detienen ante una especie de «muro»,
      – una censura que nos impide com­prender nuestra estructura.
       
      4- Por el mismo motivo somos cons­cientes
      – de los mecanismos de la digestión o del latir del corazón,
      – pero únicamente en condiciones patológicas.
       
      5- En cierto modo,
      – la aportación de la experiencia externa, cuando es significativa,
      – consiste precisamente en hacer posible una experiencia interna
      – que dé nueva información acerca de nuestra estructura
      – y sobre, nuestras posibilidades de conocer.”
      ……………..

      • mariano alvarez valenzuela

        Querido Oscar, agradezco tu atención a mis escritos incluyendo este último. Además, he de decirte que me siento en deuda contigo, pues tus respuestas me obligan a releerlas varias veces para poder encontrarte en ellas. Por una parte, me ilustran, pero por otra, me dejan un poco perplejo, y no sé exactamente si he de responderte a ti o a Arquímedes como es el caso de ahora.
        Reconozco tu ingenio al hacerlo como lo haces, de esa forma peculiar casi en tercera persona, pero me gustaría recibir tu reflejo personal y no a través de otros. Tu “yo”, como hemisferio austral, y mi “yo”, como hemisferio boreal, no precisan de mediaciones. Con esto no quiero obligarte a que cambies tu forma de expresarte, pues como te he dicho me obligan a agudizar el ingenio, algo que resulta muy saludable mentalmente, y más aún cuando, como sueles hacer, va acompañado de cierto sarcasmo.
        Te reitero mi agradecimiento, y ahora intentaré ilustrarme releyendo lo que me quieres decir a través de mi/nuestro amigo Arquímedes, pero en mi caso, sin meterme en la bañera.
        Un abrazo.

    • mariano alvarez valenzuela

      Querido J. Antonio, ante todo agradezco tu atención a esta reflexión y la sinceridad con que te expresas. Comparto todo lo que dices. Permíteme que ahora, comparta contigo lo que me sugiere aquello que me expresas, a fin de que si es posible armonicemos más nuestras respectivas interpretaciones sobre el poseerse:
      Apuntas que éste es un tema que todos tenemos pendiente, a lo que yo te añado, que esa “pendencia”, es más una “latencia”. El hecho de poseerse no es un acto puntual, es la resonancia interior que resuena en cada acto que realizamos en nuestra existencia, para responsabilizarnos de él.
      Los conceptos de poseerse, de autonomía, de ser libres, etc.; que relacionas de forma estrecha, lo son, pero con una abertura intrínseca a la relación, primero con quien te otorga el don del ser, acto seguido contigo mismo, pues al afirmarte en dicha donación te reconoces dinámicamente, es decir relacionalmente ya contigo mismo (la posesión de sí es pura relación en sí), y por extensión con todos tus semejantes. En esta relación se podrán cumplir todos los atributos que mencionas.
      Tu expresión final de: “La gran cuestión de “nuestro yo” es poseernos y no ser poseídos”, cobra sentido pleno, y rubrica la esencia del artículo.