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Egodicea

Tema nuevo, pero, al mismo tiempo antiguo con lenguajes diferentes. Así y todo, importante en el mundo occidental por la pluralidad de significados del ego. El ego es valorado y desvalorado, defendido y atacado según el ángulo desde donde se contemple, se viva y se explique.  Por eso, me atrevo y arriesgo a hablar de él así como enseñarlo, de ahí la palabra “dicea”. Por tanto “egodicea”.

 

Para comprender mejor mi intención, el punto de partida debiera ser para la persona lectora su propia experiencia, no las creencias o enseñanzas. Además, sabiendo las diferentes explicaciones sobre qué es el ser humano desde la biología, la psicología, la filosofía, la teología, las diferentes religiones y  últimamente las neurociencias. ¿No ha encontrado la persona lectura ante muchos sustantivos el prefijo “neuro”?

El último que he encontrado ha sido en la revista “Muy interesante”: El neuropecado. Y en otro lugar, “Iberdrola”: Los neuroderechos. Tenemos un buen campo de investigación. Pero es preciso simplificar.

Pues bien, ante este magno panorama, no hay otro camino que sentir y explicarse el ser humano a sí mismo: ¿Qué entiende por ego? Ciertamente, hay que leer para informarse y formarse. Los mapas ayudan y más si están bien hechos y nos inspiran confianza, pero es preciso partir de nuestro territorio, de nuestra interioridad para formular nuestro propio mapa que puede coincidir con otros autores: El mapa no es el territorio.

De ahí, mi riesgo y atrevimiento de presentar un mapa o un intento de “egodicea”. Y para ello debo indicar qué autores me han inspirado. El primer autor, de inicio, es Sigmund Freud (1856-1939). Recalco de inicio. Pone las bases con la metáfora del caballo: El jinete (ego, que conecta con la realidad), el caballo (ello, el mundo pasional sin límites) y las riendas (superego o las normas ancestrales, tribales, familiares junto con el ideal o ideales, que debe clarificarse).

Y sin olvidar nunca, la gran aportación freudiana: el inconsciente individual.

Luego, ampliado por Carl G. Jung (1875-1961) con su inconsciente colectivo, dinamizado con los arquetipos, que mueven lo individual como colectivo.

Y pone en juego diversos personajes: El héroe, el triunfador, etc.

Posteriormente, completado con una cartografía más amplia, que abarca lo perinatal, toda la movida del embarazo, realizada por Stan Grof (1930-…). Y la visión de la psicología transpersonal con Michael Washburn (1943- …). Sintetizando: El ego psicoanalítico.

Todos ellos vienen del psicoanálisis o de la psicología profunda. Y se entiende por “profunda” porque se busca y analiza los entresijos escondidos en nuestro interior. Y el ego tiene una tendencia a negarlos porque molestan, pero al mismo tiempo por ser dinámicos pueden ayudar o fastidiar. Y conocer esta sombra es de un gran beneficio para el sujeto como para la colectividad.

Ya he indicado antes, la metáfora del jinete que monta a caballo con sus propias riendas. El jinete o el ego cuanto mejor conozca su caballo, el mundo pasional, que son las pulsiones, más que instintos, que es el ello, mejor los podrá gestionar con un criterio sano, razonable, madurativo, es decir, pensar por sí mismo y construir su propio criterio para saber adaptarse a la realidad, no conformarse a ella.

Ciertamente que debe tener en cuenta las normas, los ideales, la sociedad y, a pesar de todo esto, el jinete o el ego tendrá que hacer su propio criterio. Le será preciso dialogar con su superego, que son los valores de la sociedad actual como las anteriores. Y qué ideal le exige. Si es “un ego ideal”, es un narcisismo.

Y el narcisismo es un término que rige a partir de Freud y que su nomenclatura clásica es orgullo o soberbia. O si es “un ideal para el ego”, entonces es un trabajo propio para elaborar su propia escala de valores, su axiología.Voy a dar un paso más. Intuyo que todo eso es nuevo para la persona lectora. La herencia cultural, aún vigente,  es que somos cuerpo/alma o materia/espíritu o memoria/entendimiento/voluntad reprimiendo o suprimiendo el mundo pasional. Pero este mundo emocional hoy queda más manifiesto con el libro “la inteligencia emocional”, que publicó en el 1995 Daniel Goleman (1946…).

Se habló muchísimo y aún se habla mucho hoy en día. Pero, Freud ya marcó el cambio: Lo pasional hay que integrarlo, no reprimirlo ni suprimirlo. Y así ha sido y es. Sabemos que con la inteligencia emocional se tiene en cuenta, pero a costa de negar el auténtico inconsciente tanto freudiano como junguiano.

Para este aspecto, hay la metáfora de la imagen del “iceberg” o la montaña de hielo. La parte que el ego conoce es solo lo que hay en la superficie y con algo de esfuerzo lo que alcanza la vista desde la cima, pero no así todo el resto. Y quien mueve el iceberg no es el que está en la punta de la superficie, sino lo que está escondido o profundo; como el caballo, que es el mundo de los deseos, el que guía.  De ahí, el gran esfuerzo en conocer el fondo del iceberg o el caballo a través de la reflexión, del silencio, de la lectura y también de una ayuda, no precisamente siempre clínica, de un acompañante

Por tanto, podemos considerar la estructura anímica como un teatro. Sus estancias o lugares: el consciente (el escenario y las butacas), el preconsciente (lo que se esconde detrás de las bambalinas y fácil de saberlo), el inconsciente (lo debajo del teatro y las buhardillas). A más en este teatro actúan personajes:  Ello, ego y superego.

Y estos personajes o instancias que forman parte de esta estructura anímica, que no mental. El “ello” tiene un origen biogenético, la fuerza pasional de todos los presentes. El “ego” su origen es psicogenético que es conformado en base a lo pulsional, el actor. Y el superego es también psicogenético pero adquirido en base a las costumbres, normas sociales junto con el apuntador y público.Y para ir concluyendo, el ego debe ir pasando por etapas diferentes como infancia, adolescencia, juventud, madurez, ancianidad y a la par niveles de consciencia diferentes: el arcaico, el mágico, el mítico, el racional y el integral.

Todo ello para una nueva materia: la “egodicea”. Y nos explica EL PROCESO MADURATIVO INTEGRAL a través de pre-ego, ego y trans-ego como nos indica la psicología transpersonal.  Muy importante el “trans”, que es ir más allá de sí mismo o despertarse en un nivel más profundo de totalidad u “holístico”.

Por tanto, ni cuerpo ni alma; ni materia ni espíritu, ni solo un manojo de nervios o neuronas, sino UN PROCESO MADURATIVO INTEGRAL gracias a que el ego es un ser hablante.  Todo cuanto he intentado narrar hay que verificarlo cada uno personalmente: EXPERIMENTAR.

 

 

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