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Comentario al evangelio del domingo 11-08-2024

Este es el comentario que hace Olga al evangelio de Juan del próximo domingo. Lo hago mío en su totalidad pues coindide plenamente con la comprensión del cristianismo a la que voy llegando: fidelidad al espíritu de la misión de Jesús y su traducción en nuestra realidad de hoy. Tras el vídeo, la letra. AD.

Creer que Jesús el hijo de José, es el Hijo de Dios, dador de vida eterna

Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: “Yo soy el pan que ha bajado del cielo”. Y decían: “¿No es  este Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: ¿He bajado del cielo?”  Jesús les respondió: No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí si el Padre que me ha enviado no lo  atrae y; y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el  que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido  de Dios ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad les digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la  vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que quien  lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre y el pan  que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo”. (Jn 6, 41-51)

Continuamos este domingo con el discurso del pan de vida del capítulo 6 del evangelio de Juan. Pero aquí, Jesús ya no va a hablar a la multitud -como lo hizo en el evangelio del domingo pasado- sino a los judíos, es decir, especificando quiénes son sus interlocutores. Y comienza invitándolos a no “murmurar” de Él. Jesús conoce que ellos que, aparentemente lo siguen, en el fondo, no acaban de creerle y, lo expresan, con la frase que de distinta manera repiten los cuatro evangelios: “no es este Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos?”. Recordemos que Mateo (13, 55-56) y Marcos (6, 3) se refieren a “no es este el hijo del carpintero”. En cambio, Lucas (4, 22) y Juan se refieren al hijo de José. Lo que es cierto es que están hablando a dos niveles muy distintos. Los judíos hablan del Jesús que conocen entre ellos, el hijo de José, y no acaban de entender lo que Él les está revelando. Jesús habla de su Padre del cielo al que Él muestra con sus signos. Jesús continúa refiriéndose a lo que está escrito en los profetas. En realidad, es una cita de Isaías (54,13) que dice: “todos tus hijos serán discípulos de Yahveh y será grande la dicha de tus hijos”. En el texto de Juan, Jesús la interpreta de manera libre, diciendo: “serán todos enseñados por Dios”. Invita con esto a los judíos a que se dejen enseñar por Dios quien ahora les está hablando a través suyo.

El evangelista Juan usa la expresión “en verdad, en verdad les digo” para destacar los dichos importantes de Jesús. En esta ocasión les vuelve a mostrar que el pan que comieron sus padres en el desierto, no era el pan de vida que ahora se les revela porque sus padres, aunque comieron de ese pan, murieron. Con Jesús, el Padre les revela el verdadero pan vivo que da la vida para siempre. Y utiliza una expresión “es mi carne” que abre el significado del signo al pan eucarístico, del que explícitamente nos ocuparemos el próximo domingo. En conclusión, la fuerza está en el creer en Jesús, siendo capaces de dejarlo de ver simplemente como hijo de alguien que conocen y reconocerlo como el Hijo del Padre del cielo quien es la fuente de vida para siempre. Pero, como dijimos el domingo pasado, un creer que no es una idea, una doctrina, una verdad de fe -como se suele decir- que tantas veces se queda en conceptos abstractos sin ninguna incidencia en la vida. Creer en Jesús y reconocerlo como hijo del Padre es entender el signo que Jesús nos transparenta con toda su vida. Es creer que actuar como Jesús actúo, es ser hijos en el Hijo, hijos del Dios Padre/madre que nos hace hermanos y hermanas a todos los seres humanos. De ahí que el pan de vida es la fraternidad/sororidad real que engendra el creer en el Jesús de la historia, asesinado por las autoridades de su tiempo, pero resucitado por Dios, abriendo para los discípulos que se han dejado enseñar por Jesús, la vida para siempre.

 

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