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El kerigma apostólico

En los últimos meses abundan en Atrio diferentes visiones sobr eel origen del cristianismo y, en concreto, sobre el valor histórico o simbólico de los hechos relatados en el Nuevo Testamento. Hay posturas que van de la lectura más literal de los textos, al rechazo a todo lo que suponga una intervención de Dios o del Espíritu en ese arranque del cristianismo. De esas discusiones ha nacido este texto de Román sobre lo mínimo a lo que habría que atribuir valor indudable: el Kerigma de la muerte y resurrecciónde Jesús, previo a toda teología. AD.

Estamos en el año 70 cuando en los primeros días de agosto cesaron los sacrificios en el Templo. Las legiones de Tito habían sitiado la ciudad finalizada la Pascua de aquel año y en septiembre los judíos perderán su templo y su nación.

Entonces la nueva fe cristiana se extendía por el Asia Menor y toda la cuenca del Mediterráneo. El Mesías que predicaban había sido crucificado en la Ciudad Santa, en sus afueras, cuarenta años antes. En el año 30 el 14 de Nisán había caído en viernes. Ajusticiado junto a otros dos condenados no hubo necesidad de acelerar su muerte. Al fallecido, por seguridad, un soldado le clavó su lanza en el costado. El día siguiente, sábado, se celebraba la solemne fiesta de la Pascua judía. Tres años después tuvieron su primer mártir, Esteban, hacia el año 33, provocando la dispersión de la primera comunidad de Jerusalén.

Los estudiosos de los orígenes del cristianismo se preguntan cómo se puede explicar el éxito misionero de las primeras generaciones cristianas en un movimiento eminentemente evangelizador con el fuego del Espíritu (Pentecostés del año 30) y aquellos misioneros itinerantes que recorrían la ecumene fundando comunidades, en una expansión tan rápida y profunda. Fue el kerigma que anunciaba la pasión y resurrección de Jesús.

Me gustaría, antes de seguir, que no se me acuse de fideísmo que viene a ser algo así como que la insistencia en la fe sea con merma de rechazar la capacidad de la razón para un más perfeccionado conocimiento de las verdades religiosas.

La realidad de la resurrección, el hecho cierto de que Jesús resucitó en la madrugada del primer día de la semana, el domingo, está basado en el testimonio de sus discípulos. El cómo sucedió la resurrección escapó a sus miradas igual que a toda verificación científica. En esa misma mañana empezaron a sucederse una serie de encuentros, la tumba vacía, una primera conversación recogida por uno de las evangelios con María Magdalena, pues las primeras en llegar fue el grupo de mujeres que se encuentran con un joven (Marcos), un ángel (Mateo) que llevaba vestiduras blancas. Mateo y Marcos mencionan la aparición de un solo ángel, en Lucas y Juan de dos. Suena el mensaje:

“¡Ha resucitado!”

La última aparición narrada en el Nuevo Testamento corresponde a Pablo que no le había conocido, aunque fue una aparición deslumbradora que sólo él pudo ver, escuchando la voz humana de Jesús: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”.

No existe mayor riqueza de relatos y divergencia de detalles que éste de la resurrección que hacen resaltar más para la tradición oral y luego en la forma narrativa de los evangelios el asunto capital: Sepulcro vacío, las apariciones y, sobre todo, el mensaje de que “El Señor vive”. Las muchas interpretaciones para explicar lo narrado en forma de visiones o expectativas tropiezan con el hecho simple de que habrían tenido que reconstruir de forma muy distinta los relatos pascuales.

El kerigma apostólico no contradice las interpretaciones de la actual ciencia bíblica en el plano científico, pues lo importante es que evitemos vernos envueltos en corrientes, incluso teológicas que son producidas por la fantasía o que reproducen situaciones más bien propias de los autores de tales estudios, ya sean teólogos o abonados a las ciencias. Proyecciones más acordes con las vivencias históricas y sus elementos de valor de estos estudiosos.

A partir de la Ilustración se vinieron sucediendo diversos ensayos dirigidos a investigar la vida de Jesús fuera de la tradición religiosa, y por tanto, de la tutela de la Iglesia encontrando en los evangelios una fuente inestimable para sus estudios buscando asomarse a la personalidad humana de Jesús. Desde el punto de vista del creyente, algo permisible y hasta necesario, pues Jesús es tanto una personalidad divina como enteramente humana y cuyo nacimiento aconteció en determinado momento histórico y en un contexto propio de la Palestina del siglo I.

Pero, claro, según la época de los autores, Jesús fue visto como un gran maestro iluminado que enseñaba sobre Dios y las virtudes humanas, como un genio religioso, el introductor de una nueva ética y más recientemente, cuando surgió la conciencia social, un revolucionario social.

De Jesús tenemos algo más que referencias históricas y no uno, sino cuatro documentos escritos con testimonios de testigos presenciales, aunque fue un maestro oral, y estos evangelios no fueron escritos para testimoniar piadosamente el recuerdo del maestro muerto, sino para la trasmisión de su mensaje y testimoniar la presencia de alguien que vive y actúa en la comunidad de creyentes. Eso que llamamos “kerigma” (predicación, trasmisión del mensaje)

¿Qué dice la ciencia histórica sobre la resurrección? Lo único que puede decir es que los discípulos dieron testimonio de ella. La ciencia solo se puede apoyar en el hecho narrado de ciertos encuentros con ellos. El creyente sopesa su credibilidad y cree.

Hoy algunas corrientes tratan de explicar el testimonio escrito como si la opinión de unos pocos se fue imponiendo sobre el grupo hasta convertirla en opinión común. Para ello tienen que hacer de los escritos una reconstrucción interesada de los hechos y de elaboración más tardía. Digo interesada y no idealizada, porque de la resurrección depende la fe. Interesa a la razón cualquier rasgo de sobrenaturalismo

Hemos tropezado con la esencia del kerigma: La convicción de la resurrección es la base de la predicación, su centro. “Pues bien, tanto ellos como yo predicamos esto; y esto es lo que habéis creído”. (1ª Cor. 15,11)

Todo esto contradice las tesis sobre Pablo y su ejercicio fundador de un cristianismo post-Jesús. Cierto es que los primeros textos escritos de la nueva religión cristiana pueden tener su autoría en algunas de las cartas de Pablo en competición con el Evangelio de Marcos, pues algunas opiniones adelantan su redacción definitiva hacia la segunda mitad del año 40 y otras hasta el año 70. Con más frecuencia se desestiman dataciones posteriores a la destrucción del Templo.

Más recientemente la ciencia bíblica ha descubierto en las cartas de Pablo fragmentos más antiguos que las cartas mismas. Y no me refiero a algunos himnos de la comunidad, muy bellos por cierto en forma de doxología, sino a lo que Pablo tomó literalmente de la tradición oral con un vocabulario distinto al que él hubiese usado. Destaca 1ª Corintios 15, 3-5 entre otros. Fragmentos donde se dice que Jesús cumplió las Escrituras por su muerte, sepultura y resurrección, y que, para nuestra redención, fue levantado a la diestra de Dios Padre. “Esta antiquísima síntesis de todo el misterio de Jesús se llama Kerygma , el pregón del heraldo. La misma forma tienen los discursos de los apóstoles en el libro de los Hecho”s. (Nuevo Catecismo Holandés, Ed. Española Helder 1969)

El prestigio de Lucas el evangelista y autor de Hechos en su trabajo de investigador y recopilador estaría muy desacreditado si el discurso de Pedro en aquel Pentecostés del año 30 hubiese sido una invención suya al servicio de una nueva versión de los hechos.

10 comentarios

  • Juan A. Vinagre

    Añado un nuevo comentario a propósito de las reflexiones de Ana y Santiago:

    1. Es cierto que, en algunos aspectos, hay diferencias en la fijación de la esencia del Mensaje del Reino. Aparte de la tradición e interpretación viejotestamentaria respecto al Mesías, que condicionó mucho la interpretación de la persona y de la enseñanza de Jesús (recuérdense las discrepancias en la Comunidad de Jerusalén, a veces con un fondo más V. T. que evangélico), también influyeron los modelos culturales tradicionalistas de aquella sociedad. Su religión oficial, que Jesús tanto criticó, se centraba más en una espiritualidad de ritos y apariencias que en la autenticidad interior. Todo lo que fuera innovación no solo era rechazado, sino que constituía un motivo de sospechas de desviacionismo a eliminar. Este marco mental tradicionalista, a mi juicio, influyó mucho, tanto entre los primeros seguidores israelitas de Jesús como en las siguientes generaciones. El espíritu tradicionalista se introdujo y permeabilizó de tradición el Mensaje innovador de Jesús de Nazaret. Por eso en la Iglesia, aún hoy, perduran lecturas y tradiciones V. T. que no encajan bien con la Buena Nueva del Reino.¿Adónde voy con esta reflexión? A insistir en que, para fijar bien la esencia del kerigma anunciado por Jesús, es preciso ir al Evangelio, al Evangelio leído con la mentalidad de hoy, en la que no cabe un concepto de Dios necesitado de sacrificios de expiación, por ejemplo. Aquí entra el sentido del “santificado sea tu nombre”. (El “Padre nuestro” sigue dando mucho de sí.)  Pues bien, el kerigma evangélico de Jesús, como el Hijo preferido y Enviado del Padre, podría resumirse así:
    a) Una religión auténtica, que no se quede en apariencias externas: ritos, ayunos, sábados, fiestas, jerarquías, templo…
    b) Que se centre en la conversión interior -renacer- y en una jerarquía de valores humanos en quec) El hombre, mujer, niños sean lo prioritario, empezando por los más débiles y necesitados, a fin de que dejen de serlo. El buen samaritano (un hereje para los israelitas. Este ejemplo es sin  duda intencionado y relevante.) Y junto al samaritano, cabe destacar a los trabajadores de la viña; mejor, al trabajador contratado a última hora, que recibió un denario como los primeros. A mi juicio, este “detalle”, que también es intencionado,  sugiere que todos tengan un mínimo para vivir… (¡Eh aquí un gran mensaje social!)d) Así, pues: ¿Cuál es la esencia del Mensaje de Jesús? Además de la persona de Jesús y de la función santificadora del Espíritu, forman parte de la esencia el testimonio de vida personal, hacer el bien, el amor, el perdón y la oración humilde al Padre -que nos ama y espera-, como recarga de energía humana y espiritual para no desfallecer. La otra cara de este kerigma es el sentido de fraternidad sin fronteras ni divisiones ni privilegios ni jerarquías…

    2. Mientras no sepamos discernir bien (los apóstoles en vida de Jesús y después, como se comprueba en Hechos, no siempre le entendieron); mientras no sepamos discernir bien, podemos confundir-mezclar valores de segundo orden con los de primer orden, donde se halla la esencia. Jesús no fue -ni quiso ser- un teórico, sino una persona muy sabia que valoraba sobre todo la práctica solidaria y la autenticidad interior de vida, que si es auténtica es amor. Es dar de sí todo, incluso a quien ofende.

    -Si quedamos “enredados” en las doctrinas o interpretaciones de la tradición -por muy venerables que sean-, no entenderemos bien el proceso de desarrollo y maduración del Reino de Dios en nosotros, a través del tiempo.

    -Termino con un detalle-corrección significativa, que oí no hace mucho en una misa, y que me alegró: En vez del “orad, hermanos, para que este sacrificio…”, el oficiante dijo: “Orad, hermanos, para que esta Eucaristía nos ayude a tomar conciencia de…” A mi juicio, esta oración así formulada expresa mejor la esencia del Mensaje del Reino.

  • ana rodrigo

    Juan A. Vinagre, buenas preguntas y buenas reflexiones las que ha hecho. Lo difícil son las respuestas y el coincidir en cuál es la ESENCIA del Evangelio. Me gusta mucho el apartado 3.

    A continuación de tu comentario, tenemos otro, el de nuestro amigo Santiago, que entra en otros temas aparentemente iguales a los tuyos, pero, sólo aparentemente. Me hago una pregunta: ¿pertenece a al mismo kerigma del mensaje evangélico “la Muerte Redentora voluntaria “ de Jesús que la interpretación posterior de que a Jesús lo mataron por su praxis y su mensaje nada especulativo o teórico y sí muy humano? ¿O la causa fue porque era demasiado humano?

    En sentido figurado, cuando nos damos un golpe doloroso en la cabeza decimos “he visto las estrellas”. ¿Qué vió y escuchó Pablo en su “caída del caballo”? Pablo, como ferviente judío esperaba con toda su alma El Mesías, el del AT, y en un momento determinado lo vio clarísimo, fue tejiendo un hilo de lo que él esperaba con otros muchos de lo que le contaron de Jesús, y de ahí salió su kerigma cristológico paulino. Con esto no intento devaluar ni ridiculizar su valía y su talento y sus capacidades de ensamblar el kerigma mesiánico con el Jesús humano, así como su fe inquebrantable en lo que decía y otros muchos valores que ahí están. Ahora bien, ¿Su kerigma es la única verdad a partir de la cual se configuró la teología de la redención-salvación de nuestros pecados con su sangre para calmar la ira de Dios y perdonar no sé qué pecado original? (Teniendo en cuenta que somos obra suya… ufff aquí entraríamos en otra cuestión) Como dice Juan A., Marcos y Lucas, en esa maraña teológica tan elaborada de Pablo, “comprendieron que con el mensaje de Pablo no se anunciaba suficientemente el Mensaje fundamental de Jesús de Nazaret. La predicación de Pablo era incompleta: Faltaban algunos datos esenciales, los propios del Jesús más humano.”

    Ayer estuve visitado unos restos arqueológicos en Granada en los que se podían ver, restos romanos, medievales, musulmanes, cristianos, más modernos hasta llegar a lo actual. ¿Anulamos o negamos alguno en función de otros? No, cada uno tuvo su función en su momento. Pues eso es la exégesis, conocer el pasado y vivir el presente, utilizando materiales semejantes tratados de diferente manera que va desde la argamasa hasta el hormigón actual, hecho con los mismos materiales, pero más adaptado a las construcciones actuales, aunque igual de duradero. Pues con el evangelio, pasa lo mismo, con los mismos materiales, podemos llegar a kerigmas nuevos basados en los antiguos, pero adaptados a la sociedad actual.  

    • ana rodrigo

      Muy interesante, a mi criterio, este artículo de Jesús Espeja.

      https://www.religiondigital.org/la_iglesia_se_hace_dialogo/realismo-encarnacion-

    • Santiago

      La muerte “voluntaria” de Cristo no estaba determinada a la necesaria Cruz, ni tampoco era requisito para calmar “la ira de Dios”;  fue simplemente un acto supremo del amor divino puesto que Jesús -en la libertad humana- hubiera aceptado cualquier acto, gesto o forma que  facilitara al ser humano  “la salvación” por el deseo de Dios “de que todos se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad. Pero Dios es el Amor encarnado en el Hijo -que se ofreció libremente por nuestros pecados- ya que sólo bastaba una palabra de compromiso de Jesús  ante el interrogatorio de Caifás para evitar la Cruz..

       

      SIN  embargo, el Amor prevaleció y Jesús -Sabiduría Infinita- comprendió que el camino de la Cruz sería, – a la postre- el mejor para que pudiéramos nosotros acceder a las promesas de felicidad eterna del Padre, y solo nos “movería el verte clavado en una Cruz y escarnecido, el ver Tu cuerpo tan herido, Tus afrentas y Tu muerte..y Tu Amor…de tal manera….”

       

      Nadie ni nada “fuerza” a Dios a la acción puesto que El es libertad y amor absolutos..Nada condiciona la inmanencia y providencia divinas. Su Amor hacia nosotros es perfecto e incondicional.Podemos confiar en El con paz y tranquilidad

       

      Gracias Ana y Juan V por vuestros comentarios…Os leo y os aprecio mucho

      Abrazos

      Santiago Hernández

      .

      • ana rodrigo

        Querido Santiago, la fe personal es un baluarte que, según la definición del diccionario, sirve de amparo y, a la vez, de defensa y, por tanto sostiene y da sentido a una manera de vivir la vida. Ahí, nadie podemos entrar. Por eso es muy difícil que nadie cambie porque alguien, ajeno a su conciencia y su voluntad, quiera.                                                                                                                                                                                                                      Dejando de lado esta interacción personal no deseada por una de las partes, están los argumentos, la información, en este caso, la teología, la exégesis, la manera de comprender el proyecto cristiano, y un sin fin de etcéteras para el mismo objetivo, dar sentido a la vida. Y es aquí, en este intercambio de reflexiones en atrio, donde nos movemos, siempre con el mayor respeto hacia l@s demás. Lo que no impide que tengamos distintas maneras de analizar el proyecto de Jesús, y a eso me refería cuando el otro día escribía sobre las diferentes maneras de entender lo que Juan A. llamaba la ESENCIA del Evangelio.                                                                                                                                                                                               Un abrazo, Santiago, por tu coherencia y por ser tan respetuoso.

  • Santiago

    Gracias Román por tu magnífico y documentado artículo. Como dices es importante saber que el kerigma de la Iglesia incluía la Pasión junto con la Resurrección de Jesucristo. No podemos separar los hechos: la Muerte Redentora voluntaria y la gloriosa Resurrección del Señor. Es por eso que la Misa es sacrificio y acción de gracias, a la vez, desde los tiempos Apostolicos. Por eso decimos Eucaristía porque es un gran motivo para dar gracias a Dios.  En Ella se reproduce incruentamente la muerte de Jesús en “remisión” de los pecados y se da gracias porque Jesús pudo perseverar en Su sacrificio hasta el final, derrotando a la muerte para “resucitar al tercer día” y de esta manera llevar a término nuestra Redención. Es que el pecado pervirtió la naturaleza humana, trastornó el plan divino y el Hijo “se ofreció” voluntariamente como rescate para la salvación del género humano.

    Poco importa quien enfatizó más en los diferentes aspectos de la extraordinaria Vida, Pasión, Muerte y Resurrección Cristo Redentor. Fueron todos los testigos los que dieron fe de Cristo.Antes de los Evangelios y de las Cartas de Pablo ya existía  el KERIGMA  “de viva voz” predicado por los Apóstoles en Pentecostés, por Pedro ante el Sanedrín, por el Colegio de los Apóstoles en el Concilio de Jerusalén, y después por los Once que predicaron este KERIGMA a todo el mundo conocido de entonces…

    En la primitiva Iglesia del siglo I solo existió UNA Cristologia  (no dos, tres o múltiples)  que se basaba en la divinidad de Cristo. Es por eso que con diversos estilos y géneros literarios los autores del NT presentan a Jesús como el Hijo de Dios que es el Mesías prometido. Todos los autores transmitieron el kerigma que procedia del los testigos originales que se repetía una y otra vez. Y así Marcos según O’ Callaghan y S Santos escribió en la década de los 40 y San Pablo (Carta a los Filipenses Cap 2)hacia los 50 por tanto eran contemporáneos. Había pasado muy poco después de la Resurrección de Cristo..

    Es pues la Resurrección el motivo y motor principal de la predicación del KERIGMA. Los discípulos vieron a Cristo, comieron con El, se reunieron pre-Ascención y estos  extraordinarios  eventos,donde Jesús aparecía resucitado,  los transformó totalmente en formidables predicadores de la FE.Un abrazo. Enhorabuena, Román

    Santiago Hernândez

  • Juan A. Vinagre

    Solo algunas preguntas -y reflexiones-, que surgen a raíz del artículo de Román:

    1. ¿En el anuncio del kerigma evangélico no es más correcto centrarnos en la ESENCIA del Mensaje del Reino de Jesús, en su Buena Nueva, a fin de no entretenernos en las diferencias o interpretaciones personales de cada evangelista, condicionados por su circunstancia y su formación religiosa?  De marginar -o reinterpretar- algo en el anuncio del Mensaje del Reino, ¿no es más razonable marginar algunos detalles menores o algunos otros, no menores, que deforman la imagen del Padre que nos anunció Jesús? Hoy estamos en condiciones de poder hacerlo: Comprendemos mejor el gran Mensaje del Reino del Dios Padre de Jesús. Comprendemos mejor las palabras que no pasan y las interpretaciones que el tiempo se llevó y se está llevando.

    2. Pablo, aunque no lo contradice, marginó el Mensaje de la Buena Nueva de Jesús histórico. Y solo se centró en su muerte -¡como expiación!- y en la Resurrección-aparición del Jesús vivo. En lugar del Mensaje del Jesús hombre, Pablo se centró en el kerigma que él había elaborado en torno a la muerte y Resurrección.  Es decir, en lugar de anunciar el Mensaje del Reino de Jesús, Pablo elaboró otro “kerigma” muy personal, a veces genial, que inicia la teología cristológica. Teología que condicionó la teología posterior -y en parte la espiritualidad- hasta el siglo XX. Teología grandiosa, pero especulativa, que, a mi juicio, condicionó la praxis del seguimiento evangélico de la Iglesia, y redujo la fe de muchos -tal vez de la mayoría- a ideas teóricas y a cumplimientos y rituales. El seguimiento, con el tiempo, se redujo a eso. Lo que era demasiado reducir.

    3. ¿Por qué Marcos y Lucas, que conocían la doctrina de Pablo -sobre todo Lucas- escribieron el Evangelio del Jesús histórico, que Pablo tanto descuidó?  En mi opinión, porque comprendieron que con el mensaje de Pablo no se anunciaba suficientemente el Mensaje fundamental de Jesús de Nazaret. La predicación de Pablo era incompleta: Faltaban algunos datos esenciales, los propios del Jesús más humano.

    4. El tema de la fe en Jesús resucitado se funda, no tanto en haberlo visto como tal, sino sobre todo en la vivencia íntima que genera confianza en la persona del Jesús histórico y en su palabra que no pasa, palabra que constituye la esencia de su Mensaje. Él es la palabra que no pasa.  Por eso, el “benditos los que creen sin haber visto” al Jesús resucitado, y lo siguen. Y es que FE es vida, seguimiento, obras, no teorías o doctrinas especulativas, abstractas…  Lo que nos sugiere revisar-repensar doctrinas, espiritualidades y “kerigmas” posteriores… 

  • Antonio Llaguno

    El problema, Román, viene cuando Pablo se reviste de autoridad y habla de lo que no habló Jesús como si eso lo estuviera diciendo Jesús

    • JM Garate

       

      Y quien con más autoridad que San Pablo, podemos afirmar que  argumentaba sobre lo que Jesús no habló, y sabemos qué dijo realmente Jesús.

  • ana rodrigo

     Efectivamente, los israelitas, fervorosos creyentes de su religión, la judía, mataron a Jesús por haber suplantado a Mesías que ellos esperaban y por su trayectoria vital tan extraña a una religión oficial. Lo que decía y lo que hacía no entraba en kerigma de la religión judía.  Pero un grupo de judíos que conocieron a Jesús, sí lo consideraron el Mesías esperado.

    Hubo unas mujeres seguidoras de Jesús, en medio de la desbanda de los apóstoles levantaron la antorcha de que Jesús y su legado no habían muerto. A partir de aquí, para quienes habían conocido a Jesús ya no les servía el judaísmo tal como se interpretaba en sus entorno socio religioso. Apareció un nuevo kerigma el de Jesús el heterodoxo el hereje para el Sanedrín y los sumos sacerdotes.

    El que más tempranamente lo comprendió, sin que prescindiera totalmente de  lo que hoy llamamos el Antiguo Testamento, fue Pablo, hasta tal punto que fue el mejor apóstol, mensajero y embajador que liberó a Jesús de una religión tan desvirtuada como era la religión judía de aquella época. Las religiones suelen se bloques fortificados e inaccesibles desde quienes quieren abrir ojos, mentes, puertas y ventanas a lo que hay fuera. Pregunto, ¿Las religiones son un conjunto de verdades o una oferta de vida para la vida?Dices, querido Román: “El cómo sucedió la resurrección escapó a sus miradas igual que a toda verificación científica.” Esta frase es la clave de todo lo que ha venido después. Quienes dicen haber visto, hablado y hasta comido con el Jesús resucitado, hicieron unos relatos tan verídicos (y tan bonitos) y nada verificables, que, después de dos mil años, seguimos igual ¿fe? ¿experiencia vital? ¿relatos verídicos? ¿Confirmación de ciertas profecías? Isaías 25,8, Oseas, 13,14. Se había profetizado,  desde lugar de nacimiento, la virginidad de su madre, hasta el nombre de el Mesías. Recuerdo haber escuchado o haber leído a Gonzalo Hayas en una ocasión, el paralelismo de lo que relatan los evangelios y las profecías que lo habían anunciado, que me dio mucho qué pensar. Los evangelios se escribieron después de Pablo, y Pablo ya había construido una potente teología, lo que nos lleva a una exégesis adecuada e imprescindible, y más en esta sociedad en la que ciertas cosas, como los ángeles, el demonio, la resurrección de un muerto, la ascensión y la asunción en cuerpo y alma de María o los milagros, los pasa por el filtro de la razón y, entonces pasa lo que está pasando. Pero el kerigma inicial se consolidó fuertemente hasta llegar al incuestionable e intocable dogma.  
    Lo que pasa es que en veinte siglos la sociedad es otra, y es lícito, conveniente y necesario que la Iglesia ausculte el sentir de la sociedad actual, especialmente de la juventud.                                                               Recomiendo el artículo de Consuelo Vélez en RD titulado ¿“Se medió el diablo en la Iglesia?”    ¿Se metió el diablo a la Iglesia?   

    Gracias, querido Román, y un abrazo                                                                      >