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Cataluña entre el mito y el “logos”

Pascual Pérez Ocaña parece una persona equilibrada. No es fácil en España o en Atrio hablar con sinceridad de temas que polarizan.  Y, aunque todos insistan en que sobre los separtismos  se terminará hablando y pactando, bien está en que se vaya separando lo que es razón política o pasión mítica. Ojalá que este artículo, en el que aporta datos que son nuevos para mí sobre la fecha de 1714 que sigue recordándose en a los 17:14 del cada partido del Barça, se rebaje la tensión mítica. AD.

La significación primaria de la palabra griega mitos es fábula. La palabra logos, en cambio, hace referencia a la razón y nace, precisamente, en la Grecia presocrática para sustituir al mito como forma arbitraria de explicar la realidad. La esencia de las cosas (eidos) y conocerlas como son verdaderamente es lo característico del pensamiento humano. Narra un mito que Sísifo, castigado por Zeus, debía subir una gran roca hacia la cima de la montaña y, cuando estaba a punto de conseguirlo, la roca bajaba hasta el valle, para que, de nuevo, Sísifo volviera a subirla. Y así siempre. Eternamente. Este era su castigo.

Creo que aproximadamente la mitad de los catalanes están instalados en el mito de Sísifo. Lo van alimentando poco a poco y, cuando la coyuntura política les parece adecuada, hacen crecer su pasión y realizan actos cuya finalidad es separarse de la comunidad histórica, social, cultural, política y jurídica a la que siempre han pertenecido. Después, invariablemente, esa comunidad histórica, social, cultural, política y jurídica restablece la razón. Si prescindimos de algunos acontecimientos históricos que merecerían un análisis específico,[1] así viene siendo desde las postrimerías del Siglo XIX.

La historia mítica de Cataluña se nutre de una serie de hechos que, sin ánimo de exhaustividad y en apretada síntesis, pueden ordenarse cronológicamente así: El origen del separatismo catalán se sitúa en un artículo titulado Ni españoles ni franceses que en 1886 publicó José Narciso Roca Farreras en el diario El Renacimiento (La Renaixença). En la segunda década del siglo XX nacen ya algunas organizaciones separatistas al calor del llamado discurso de los 14 puntos del Presidente de EE. UU. Wilson que – falsamente – se interpretó por el separatismo como un aval al derecho de autodeterminación de todos los pueblos.[2] Entre otras organizaciones se creó la Unión Catalanista, que presidió Vicente Albert Ballester, quien diseñó la bandera catalana denominada Estelada, muy parecida a la bandera de Cuba seguramente por el apoyo que la lucha por la independencia cubana recibió de algunos catalanes residentes en aquel país. Se constituyó un Comité nacional catalán que, tratando de aprovechar el fin de la primera guerra mundial, se dirigió por escrito al presidente de EE. UU. Woodrow Wilson a quien solicitaron su intervención para que la nación catalana formase parte de la Sociedad de Naciones, organismo predecesor de la ONU. No hubo respuesta. En 1922, con ocasión de la llamada Conferencia Nacional Catalana surgió el partido Estado Catalán (Estat català) liderado por Francisco Maciá, quien – como consecuencia de la represión que en 1923 llevó a cabo la dictadura de Primo de Rivera – huyó a Francia.

De nuevo en España, el 14 de abril de 1931 Maciá proclamó la república catalana con la finalidad de integrarla en lo que él denominó Confederación Ibérica y Luis Companys, perteneciente a Izquierda Republicana de Cataluña, desde el balcón del Ayuntamiento de Barcelona hizo pública esa proclamación de la república catalana. Poco después, también desde ese mismo balcón, Maciá volvió a proclamar la república catalana. Pero a los tres días Francisco Maciá aceptó un acuerdo con el Gobierno de España por el que renunciaba a la república catalana a cambio de un Estatuto de Autonomía, que se denominó estatuto de Nuria, en el que Cataluña se constituía como región autónoma dentro de España. Tal era la convicción independentista de Maciá.

No obstante, el mito fue regenerándose y aprovechando la inestabilidad producida por la Revolución de Asturias, Companys – que había sucedido a Maciá – el 6 de octubre de 1934 volvió a proclamar el Estado catalán de la República federal española. Al día siguiente, declarado el estado de guerra en Cataluña, se suspendió el estatuto de Nuria y Companys fue detenido y condenado a 30 años de prisión. Cuando el Frente Popular, dos años más tarde (1936) ganó las elecciones fue liberado, pero con la victoria de Franco en la Guerra Civil, aunque Companys había huido a Francia, fue entregado a España por la Gestapo y fusilado el 15 de octubre de 1940.

El llamado proces derivado del inconstitucional referéndum del 1 de octubre de 2017 configura la última acción – sediciosa esta vez – del separatismo catalán. De nuevo se proclamó la republica catalana y de nuevo Sísifo, ha debido observar impotente como la roca vuelve a rodar hasta el valle, desde donde a buen seguro y cuando la ocasión lo permita, una parte numerosa de catalanes intentará – ya veremos con qué procedimiento – elevar la roca hasta la cima de una mítica y soñada república catalana. Ya lo han dicho: ho tornarem a fer.

Ha habido ya muchas proclamaciones de algo que solo ha existido en la mente atolondrada de los proclamadores y cuyos efectos nunca han durado más de tres días. Y cabe preguntarse ¿por qué ha sido siempre así?

Creo que la respuesta a esta pregunta la ofrecen los hechos descritos que dibujan una Cataluña mítica, fundamentada, por un lado, en una interpretación arbitraria y falsa de determinados acontecimientos históricos y, por otro lado, en la visión supremacista que un buen número de catalanes tienen de sí mismos.

Creado el mito hay que intentar sostenerlo en la razón. Necesita unos pilares históricos en que apoyarse y estos pilares se los facilita al mito una pléyade de pseudo historiadores, que no han dudado en falsear el origen, la causa y la finalidad de la Guerra de sucesión española, que enfrentó a los partidarios de los Austrias contra los partidarios de los Borbones. En esa guerra, Barcelona fue la penúltima parte del territorio nacional español, partidaria de los Austrias, que resultó vencida y que capituló en 1714. Antes de capitular el Consejo de Ciento hizo público el 11 de septiembre de 1714 un manifiesto que conviene leer para comprobar que, en esa guerra Cataluña exhortaba a los ciudadanos literalmente a derramar gloriosament seva sang y vida, per son Rey, per son honor, per la patria y per la llibertat de tota Espanya (“derramar gloriosamente su sangre y vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España”). Es delirante que la Guerra de sucesión, un conflicto de carácter internacional iniciado en 1701, que en España revistió el carácter de guerra civil, descrito en sus más mínimos detalles y sin conexión alguna con las aspiraciones separatistas de la Cataluña mítica, se utilice como soporte histórico del independentismo catalán.

Por otra parte, la figura de Rafael Casanova, jurista español partidario, en esa guerra de sucesión, del archiduque Carlos de Austria, se ha convertido, intencionada y arbitrariamente, en icono del separatismo. Casanova era un austracista convencido, que en la defensa de Barcelona resultó herido. Pero que, en un bando dirigido a los ciudadanos de Barcelona, el mismo día en que cayó herido les exhortaba a Salvar la libertad del Principado y de toda España, evitar la esclavitud que espera a los catalanes y al resto de españoles bajo dominio francés y derramar la sangre gloriosamente por el rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España”.

Ambas falsedades históricas configuran la fiesta (Diada) que, cada 11 de septiembre, se celebra por más de la mitad de los catalanes del Siglo XXI.

El supremacismo – soporte también del mito catalán – merecería un análisis monográfico, que reservo para otra ocasión. Nos basta ahora señalar que fue Valentín Almirall quien ya en 1879, en un artículo publicado en el Diario catalán elucubró, sin fundamento alguno, sobre la existencia de dos grupos que formaban España: El grupo del centro y sur, según él, compuesto de razas imaginativas, aventureras, impresionables y volubles y el Grupo del Norte, que ha sido siempre más meditativo, más sólido y más trascendental en sus proyectos. Almirall, consideraba que el elemento de población que hoy representa Cataluña es el único que puede cambiar la marcha desastrosa de la política española. Enrique Prat de la Riba (1870-1917) a quien se considera el padre de la patria catalana escribió: Cataluña tiene la fuerza de la prosperidad económica, con su acompañamiento natural de energías intelectuales, morales y artísticas… y es dentro de España, la principal representante de la civilización europea en ese fajo mal atado de kabilas africanos que el Estado español encarna (La Voz de Cataluña).

Son dos simples notas, entre las muchas existentes, de una corriente extraordinariamente alimentada en Cataluña, desde finales del siglo XIX, que, junto con la tergiversación histórica del conflicto sucesorio, se han erigido en las falsas columnas del mito independentista catalán, que operan como alimentos irracionales y slogans indiscutibles de la plebe mítica.

 

Pero frente al mito, la razón.

También sin ánimo de exhaustividad y en apretada síntesis, pueden ordenarse cronológicamente los acontecimientos históricos que constituyen la argamasa que une a Cataluña con España. Siempre – antes y después de que España, en el Siglo XV, se constituyese con identidad jurídica y política propia – Cataluña ha formado parte de ella.

Antes del siglo XV, la historia de Cataluña estuvo afectada por los acontecimientos más relevantes que configuran la historia de lo que hoy llamamos España. La primera denominación unitaria que recibe ese territorio común es Iberia, según el geógrafo Estrabón que hace referencia a la ciudad de Gadir (Cádiz) y los Tartessos. La segunda denominación unitaria, Hispania, obedece al dominio de Roma, que afectó a todo el territorio de la península y que Roma dividió en cinco provincias (Gallaecia, Tarraconensis, Cartaginensis, Baetica y Lusitania). Cataluña, como el resto de los territorios hispanos, sufrió el dominio romano. Son precisamente los romanos, que dominaron el territorio peninsular, quienes fundan ciudades como Gerunda (Gerona), Barcino (Barcelona) y Tarraco (Tarragona).

El año 711 se inicia la conquista de España por los árabes y lo que hoy denominamos Cataluña sufre la misma suerte que el resto de la península ibérica: es conquistada en su integridad. Mas de ochenta años después, en el 795, el imperio carolingio crea la denominada Marca hispánica, en el territorio norte de lo que hoy denominamos Cataluña, con la finalidad de cortar el avance hacia Francia de la invasión árabe.

Según el historiador catalán Juan Francisco Fuentes la idea moderna de España, con una identidad cultural e histórica en ciernes, se esboza a finales del siglo XV con la unidad de los reinos de Castilla y Aragón bajo los Reyes Católicos.

En efecto, en esa época nace ya lo que la historia ha denominado “el sueño de unión ibérica”, que – aunque inicialmente enfocado como un proyecto de alianzas matrimoniales dinásticas – es el embrión de España, como nación, cuyo nacimiento, según algunos historiadores, se produce con los Reyes católicos, aunque otros establecen su inicio en el reinado de Felipe II. En cualquier caso, es ocioso discutir la creación histórica de la nación española con Cataluña formando parte de ella.

La decidida intención de parte de Cataluña – la que representa a Sísifo – de volver a intentarlo (ho tornarem a fer), nos incita a opinar sobre lo que el Estado debería hacer en tal circunstancia. Pero esa cuestión, tan debatida actualmente, debe diferirse en espera de los próximos acontecimientos.

 

NOTAS

[1] La proclamación en virtud de la cual Pau Claris, Presidente de la Generalitat, el 23 de enero de 1641 convirtió a Luis XIII rey de Francia en Conde de Barcelona sometiendo Cataluña a Francia hasta la firma de la Paz de los Pirineos el 7 de noviembre de 1659 y la proclamación en el ayuntamiento de Barcelona del “Estado catalán federado con la República española”, que llevó a cabo el malagueño José García Viñas, el 5 de marzo de 1873 con un grupo de voluntarios anarquistas.

[2] El Discurso de los 14 puntos del presidente de EE. UU. Woodrow Wilson hace referencia a los problemas territoriales derivados u originarios de la Gran Guerra de 1914 y establece las bases para el Tratado de Versalles. En realidad, el punto 14, en el que parecían apoyarse los separatistas catalanes es el origen de la llamada Sociedad de naciones, antecedente inmediato de la ONU. El punto 14 decía exactamente esto: Debe formarse una asociación general de naciones de acuerdo con convenios específicos con el propósito de conceder a los estados grandes y pequeños sin distinción algunas garantías mutuas de independencia política e integridad territorial.

10 comentarios

  • Pascual

    Eloy, gracias por tus comentarios directamente relacionados con mis reflexiones

    Es verdad que “con los mismos hechos pueden hacerse diversidad de relatos” pero a condición de la certeza del hecho o hechos. Quiero decir: Si el conflicto sucesorio entre los austracistas y los borbónicos dio lugar a una guerra, es ese conflicto sucesorio la causa de la guerra.Sustituir esa causa por otra causa falsa – la independencia de Cataluña – no es configurar un relato distinto, es configurar un relato falso.

    Y lo lamentable es que esa falsedad es inatacable racionalmente, porque pertenece al mundo de las emociones. Como dice Jose Antonio Marina: “los centros emocionales están muy profundos en el cerebro y cambian muy lentamente, en cambio los centros cognoscitivos están en la corteza y lo hacen muy rápidamente”

    Personalmente creo que el hecho de que el número de independentistas sufra cambios según la coyuntura histórica, obedece a que los dirigentes políticos logran crear, en determinadas circunstancias, una emoción colectiva. Las emociones no necesitan argumentos sólidos ni, incluso, reales para calar en la voluntad de las masas. 

  • Juan A. Vinagre

    Me permito una reflexión en torno a las preguntas que Mª Luisa le plantea a Pascual. Preguntas que merecen una reflexión serena y rigurosa. A ver si soy capaz de ello:- ¿”Existe algo más mitológico que la indivisibilidad de España”?  Que esta “indivisibilidad” esté -en parte- amparada en mitos, de acuerdo; pero sin olvidar los fundamentos y las aspiraciones históricas desde fines de la Edad Media de una mayoría. (Ver M. A. Ladero Quesada: “La España de los Reyes Católicos”).  Esas aspiraciones las expresa también Nebrija -en tiempo de Isabel y Fernando-, que tras la unión de Navarra se atrevió a decir: “Hispania tota sibi restituta est”. Es probable que en esta aspiración política también se mezclen mitos, pero no más que en la Francia de aquel tiempo y tiempo siguiente, que eliminó o relegó lenguas -eusquera, catalán, bretón, alsaciano, langue d´ Oc… (cuyos restos parecen que quedan en el valle de Arán… español.)    Un detalle: Haciendo un viaje por el valle de Arán -hace más de treinta años- me encontré en Viella una pancarta que decía: “io tostemp aranés y tu”. Pregunté a los señores que la exhibían: ¿Por qué esta pancarta? Y me contestaron: “Porque el gobierno catalán quiere imponernos el catalán como lengua, y que no cultivemos la nuestra como prioritaria”.  Por la tarde entré en una iglesia. Ante la homilía, que no entendía, pregunté de nuevo: “En qué lengua habla”. Y me dicen: “En catalán”.  (Me callé y me dije: “Casi lo mismo que Franco”, que imponía su lengua nacional y prohibía en la escuela las otras (esto lo viví de niño) Una vez más, la Iglesia con el poder. Hoy esto, de otra manera, se vive y sufre en la guerra de Rusia-Ucrania: la dependencia política debe respetarse, no se puede salir de la órbita.  Estamos repitiendo la historia -y sus intereses y mitos- de hace siglos.  Los nacionalismos -sobre todo los ultras- imponen sus ideas y sus mitos… que sacralizan.
    -La otra idea: La monarquía… Soy republicano en mis ideas. Las monarquías son restos del pasado… a superar.  Pero al tiempo debo ser realista, si no quiero patinar. Por eso me pregunto: ¿Sería mejor un presidente de la República como el presidente español que respaldó la guerra de Iracq y cuyas consecuencias todavía se sufren hoy? Tal como va de lento el ritmo de desarrollo socio-histórico, ¿es bueno y razonable ir muy de prisa? Someter a crítica sí, pero sin precipitarnos, aunque duela la lentitud.

    -Por último: La educación… Aunque en ideas y valores esté en las antípodas de Vox, parece más democrática una consulta a los Padres (AMPA) de los colegios, para que éstos decidan la lengua prioritaria, vehicular, que quieren para sus hijos. Creo que es menos democrático que la lengua vehicular -no digo si es casi, casi excluyente- la imponga, por “inmersión”,  un partido siguiendo sus intereses y sus mitos, y acaso también sus prejuicios. Ésta es mi opinión (discutible, lo admito), y respeto y acepto otras, si son democráticas de verdad.

    • M. Luisa

      Muchas gracias Juan Antonio por tu interés, ahora estoy muy cansada, mañana más despejada te leeré con la atención que mereces. Un abrazo!

    • M. Luisa

      De acuerdo Juan Antonio, es muy legítimo tener aspiraciones políticas tanto en la época de los Reyes Católicos  como en los tiempos actuales, pero capacitándolas de las posibilidades que nos ofrezca cada época. Y en este sentido, despojado el mito del llamado descubrimiento de América, lo que se ve es que lo descubierto entonces no era tanto un Nuevo Continente como el  descubrimiento  de que el mar  colmando los deseos de la realeza, los llevara hasta allí. Con todo, lo que sucedió no fue el descubrimiento de Otro Mundo, sino el encuentro con un Mundo Otro. El mito persiste cuando creemos que el otro es como yo.

       

       

      Respecto a los nacionalismos  estoy de acuerdo con lo que dices, ahora bien, me pregunto; ¿No es ultra un nacionalismo   que  mitológicamente quiera imponer sus ideas? Yo recuerdo en tiempos del expresidente  Rajoy hubo un ministro- no recuerdo ahora su nombre-  Que en pleno debate parlamentario dijo con fuerza “hemos de castellanizar a los catalanes”  frente a esa tesitura habrá que hacer algo, ¿no?

      Un cordial saludo

       

      • Cristina

        Lo que sucede que se está catalanizando, gallegalizando y vasconizando a la fuerza a la población de esos territorios que también tienen como referente el idioma castellano, se pierde cultura, el vocabulario es cada vez más pobre, se pierde  un idioma universal, que es también autóctono de la región,  por priorizar a otro, que siendo muy respetable, es limitado.  Y así están las universidades en Cataluña de referentes a residuales.

        Las familias que quieren que sus hijos reciban docencia en español, más allá de la asignatura relativa a esta lengua, tiene que acudir a los tribunales para que luego la Administración Autonómica “ignore sistemáticamente” las resoluciones judiciales. Después hablamos de amnistía….

      • Juan A. Vinagre

        Hola, Mª Luisa: No pensaba intervenir, pero tocas un tema -el descubrimiento de América- que, aunque no es el tema de hoy, me parece uno de los descubrimientos más sensacionales de la Historia. Por mucho que la conquista fuera con frecuencia salvaje -en contra de los deseos de la reina Isabel-, (en la norteamérica británica fue aún peor), el descubrimiento cambió la Historia. Y este descubrimiento-gesta   merece valorarse mucho: Supuso un gran avance, no solo en el conocimiento de nuestro planeta tierra, sino también en la Historia. Y en cuanto a mitos, creo que hay más mitos en la historia de Europa que en la de América. Sencillamente porque la historia del poder lleva ejerciendo más tiempo aquí. Y el poder -junto con la ignorancia- es muy amigo de mitos…  Mitos que heredan y respaldan los posteriores aspirantes a ese poder…, incluso hoy.  A veces los mitos -además de conquistar y manejar mentes- son como fortalezas: promueven o protegen señoríos…  Pero los mitos deben ser depurados, a fin de que no sirvan para abusar o manipular y así dominar…..  ¿Los “líderes” que se presentan como más “clarividentes” y que defienden mitos, qué pretenden sino…? Desde luego, la independencia de las mentes no es lo que les interesa.  Por eso, el ser humano necesita desprenderse de mitos (entre otras cosas) para ser de verdad libre, libre por fuera y por dentro.

  • carmen

    A ver.Wilson la lió muy gorda. Y no únicamente en Cataluña. Pero todos ustedes ya lo saben. Ahí está  conflicto de Oriente Próximo o Medio o como le quieran llamar, por ejemplo.   Mucha historia detrás del tratado de Versalles. Y no voy  a nombrar la guerra actual entre Israel y Palestina. Es obvio.También sabrán que lo de Cataluña viene desde la unión de Aragón y Castilla. Pasando por los Borbones. No es un asunto de hace solamente cien años.No soy catalana, ya saben, soy Murciana y este asunto no me preocupa, salvo porque vamos a tener derecha para muchos años. Eso me da terror. Porque sé cómo se las gastan con sus nuevos compañeros de aventuras. Los textos históricos ahí estarán, supongo. Y  todo tipo de documentos audiovisuales. Un tema muy interesante.    

  • M. Luisa

    ¿Existe algo, Don Pascual, que sea más mitológico, políticamente hablando que la indivisibilidad de la unidad de España?  ¿Y la Monarquía no está fuera del tiempo? ¿Su permanencia en él no es acaso  nostalgia al mito que representa? El tono  usado en este artículo contradice y desmiente la defensa que usted hizo en el primero ya publicado, según la cual decía allí se reservaba  de hacer afirmaciones definitorias. Y me temo que confunde usted la razón humana en su dar de sí con la razón instrumental al uso.  Le deseo un feliz año nuevo!

  • Juan A. Vinagre

    Hablando con un amigo, doctor en Historia y profesor, coincidíamos en que un buen historiador, para serlo, necesita conocer bien la psicología de las motivaciones, y tenerlas muy en cuenta para poder hacer un análisis histórico fiable. En efecto, las motivaciones -que no siempre se detectan, porque unas veces se ocultan intencionadamente, y otras se hallan en zonas de oscuridad íntima- son las que mueven las conductas y la historia.  Y en cuanto mueven las conductas -las palabras también son conducta- la historia puede manipularse, de buena o menos buena fe, a fin de conseguir un objetivo interesado -o asimilado- sin bases reales suficientes… Los mitos ejercen esa función: Convencer más con emociones que con razones… Y las emociones sin control de la razón guiada por una información fiable, son fuerzas ciegas, sobre todo si están “sacralizadas” y se hacen incuestionables… Lo que explica la formación de fronteras-barreras humanas con valores, como mucho de de segundo orden, convertidos en mitos “sagrados”, que controlan mentes.  La Historia debe revisarse y muy a fondo…, si queremos ser más libres. Los mitos se podían entender y tal vez aceptar en otros tiempos, no hoy, que somos capaces de discriminar mejor y de descubrir intereses -personales o de grupo-, que de buena o mala fe manipulan la historia… guiada por intereses o por ideas previas prejuiciadas. Por eso tanto interés en controlar la educación: los mitos conforman mentes… y aseguran su futuro…Hoy somos capaces de analizar mejor los hechos y sus motivaciones… Por eso resulta difícil entender a especialistas en Historia que justifican sus posiciones políticas con mitos… “históricos”. En este caso, ¿no ven más o no quieren que otros vean, a fin de que los sigan y respalden en su carrera política?  ¿Adónde voy con esta reflexión? A que ya va siendo hora de liberarnos de mitos, de etnias, de lenguas (por muy respetables que sean), de fronteras… como valores seguros y prioritarios… (¿Es lógico que un partido de izquierdas anteponga la independencia y para ello se una con un partido conservador neoliberal? ¿Qué valor prevalece en este caso? ¿No hay aquí una grave contradicción?) El futuro no serán las “patrias” consagradas, sino una federación de naciones en un Estado común para todos los seres humanos. El futuro -si las razas y las patrias no lo hunden: ahí están las guerras de Rusia-Ucrania y de Israel-Gaza- etc., el futuro será una tierra global para todos. Así, pues, no miremos para atrás, construyamos la unión mirando hacia adelante… Vamos de camino. ¡No nos instalemos en reinos de taifas!

  • ELOY

    Gracias por esta información y el planteamiento de este tema desde una perspectiva histórica

    Como es sabido, los hechos por si mismos no alcanzan a tener significado histórico sino cuando se engarzan en un relato. Y es verdad, que con los mismos hechos pueden hacerse diversidad de relatos. Es decir que los hechos alcancen diversa relevancia dentro del relato según se enfoque en uno u otro sentido, o con unas u otras finalidades.

    Pero más allá de los hechos en sí y del relato “objetivo” e “histórico”  del relato, existe la “percepción” del mismo. 

    La percepción puede estar marcada por distintos factores, y puede tener o no una carga subjetiva o un carácter justificativo o utilitario, más allá de la realidad de los hechos. En la percepción pueden tener un gran peso los sentimientos de personas o de grupos de personas, también los factores de educación y culturales.   Los hechos y los relatos pueden moldear ideales, idearios, sentimientos y “certezas”  visiones de la realidad de “gran convicción”, más allá de la realidad objetiva de los hechos y del relato meramente en sí mismos.   Es de agradecer este relato de Pascual Pérez Ocaña, que bien puede servir da base para que a partir del mismo, con otros o los mismos hechos, se puedan plantear y poner a discusión distintos enfoques. y explicaciones de la realidad actual.