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Consciencia: el hilo conductor del Universo, 2

La cuestión del panpsiquismo

En un artículo anterior, mostraba que muchos sociólogos y filósofos debaten sobre la emergencia de una nueva época en el desarrollo cultural de la humanidad: la época de la revolución digital. Continuando el anális del libro de José Luis San Miguel de Pablo en un ensayo recién publicado: Consciencia. El hilo conductor del universo, nos encontramos con una cuestión trascendetal hoy para entender la consciencia: la hipótesis del pansiqismo. LS.

     Al final del denso ensayo, su autor concluye: “Yo diría que no lo es metafísicamente, pero que sigue habiendo razones poderosas para el escepticismo, tanto a corto como a medio plazo. Ciertamente tanto un ser vivo como un ordenador están hechos de materia y energía, y por lo tanto sus “componentes elementales” podrían contar con un lado reverso de interioridad”.

¿Por qué los seres vivos poseen interioridad?: la cuestión del panpsiquismo

        Para el autor de este ensayo, el filósofo John Searle, en una célebre controversia que mantuvo hace ya tiempo con David Chalmers (defensor de un tipo de panpsiquismo), emitió una opinión tajante. “La consciencia –dijo- es ante todo un fenómeno biológico y está tan confinada dentro de lo que constituye su propia biología como puede estarlo la secreción de la bilis o la digestión de los hidratos de carbono”.

        Y, sin embargo, a lo largo de los años transcurridos, cada vez más estudiosos del tema le han ido dando la razón a Chalmers y quitándosela a Searle: un panpsiquismo raíz como explicación última del “problema fuerte” de la consciencia no solo no puede ser excluido sino que aparece como la más verosímil, la que menos contradicciones lógicas plantea.

 

El pansiquismo no ingenuo, con pretensiones científicas

        El profesor San Miguel reconoce ser una de las personas que asumen un panpsiquismo no ingenuo (es decir que no implica creer que los electrones sean una suerte de duendecillos danzantes y juguetones) presente en los fundamentos de la physis. Que nos resulte inconcebible que el electrón tenga una protointerioridad, e incluso que el espacio-tiempo y la energía puedan ser solo el lado objetivo o fenoménico (es decir, el percibido por nosotros, focos de consciencia) de lo que sería, por su ”lado reverso”, un campo de consciencia, no me parece una objeción de verdadero peso, pues ya deberíamos estar acostumbrados a las dificultades de concebir unas paradojas cuánticas que parecen ilustraciones perfectas de los koan del budismo zen.

        Pero es que, además, la totalidad de los dispositivos informáticos, incluidas las IAs, son fabricados para satisfacer los fines de sus hacedores. Carecen, por tanto, de la autofinalidad que caracteriza a los seres vivos, hasta los más elementales, que son agentes autónomos como los denomina Stuart Kauffman. Y todas las especulaciones sobre la robótica, desde Asimov hasta el miedo actual a un desbordamiento de la humanidad por unas IAs super-avanzadas, tiene que ver con la posibilidad o imposibilidad de que la tecnología sea capaz de crear agentes autónomos verdaderos, pues solo eso supondría realmente crear vida, ya que únicamente ella implica esa autonomía radical.

Salir de las apariencias engañosas

        En el ensayo se plantea cómo podemos salir del laberinto de las apariencias engañosas que nos impiden reconocer lo que es. Surge de entrada la pregunta de si podemos reconocerlo con absoluta certeza en algún caso, y la respuesta es la misma que encontró Descartes, aún más simplificada: no “cogito ergo sum” sino solo “sum”, soy como pura experiencia directa de ser. Puede que sea imposible acceder al en-sí de las cosas, como pensaba Kant, pero todos accedemos al en-mí, puesto que todos vivimos la propia luz de ser en primera persona. Esto es, por tanto, una certeza absoluta que, a algunas personas, -como al autor-, les lleva a mirar con conmiseración a los negacionistas de la consciencia.      

Estudiar la realidad desde otras perspectivas epistemológicas

        Pero el problema de estos no es exclusivamente suyo. Lo tiene la tradición filosófica occidental mayoritaria, que siempre ha entendido la razón como “cadenas de razonamientos” (lo que hoy llamaríamos procesos algorítmicos) sin darse cuenta de que el resultado final de acceder a una compresión (si es que tal cosa sucede) es intuicional en sí mismo, es un insight que se produce en el foco central de consciencia del sujeto cognoscente.

        Sin embargo, también puede suceder que cualquier recorrido lógico esté de más, debido a la inmediatez del objeto, y más en el caso trivial en el que este no existe por tratarse del foco de consciencia mismo en el que tiene lugar cualquier acto intelectivo de auténtica comprensión. Cuando el recorrido epistémico sobra y la comprensión es captación en un insight estamos ante lo que se puede llamar una experiencia mística elemental, por más que su sola mención resulte problemática debido a que en Occidente este tipo de experiencia cognitiva se vincula con el confesionalismo religioso.

 

Comprender la realidad desde tradiciones de Oriente

        Con ello se la arranca de su lugar natural que es el modo de comprender genuinamente filosófico. El caso de las tradiciones espirituales de Oriente es distinto. El dharma central en estas, cuya fundamentación no es fideísta sino que implica el arte de la introspección, conduce a quien persigue la liberación a reconocer que su luz interior es una realidad innegable y absoluta, indistinguible de la Realidad Absoluta, con mayúculas. Atman (el Espíritu) = Brahman (la Divinidad).  Los más antiguos Upanishads describen este descubrimiento interior con una fórmula extremadamente simple: Tat Tvam Asi. Tú eres… ¡esto! A lo que los comentaristas actuales suelen añadir: ¡con un chasquido de dedos!

        La confusión de nuestra luz esencial con el ego psicológico, y el sometimiento total a las insaciables exigencias de este, es el corazón del laberinto por el que deambulan errantes los individuos y la humanidad en su conjunto. Un laberinto que existe desde hace milenios pero que últimamente se ha hecho más oscuro y denso. Uno de los factores clave de la densificada forma actual del laberinto viene determinado por el ansia egoica de tener una identidad perfectamente definida, inmutable y, sobre todo, separada –una identidad superficial y falsa que eclipsa a la genuina- enfatizando obsesivamente la adscripción nacional o religiosa, el género, la etnia, etc.

        Esto, que ha adquirido una dimensión patológica y se ha convertido en el factor absolutamente condicionante y esencial de la vida de muchísimas personas, es una forma de avidya que tiene la particularidad de transitar de lo individual a lo colectivo dominando a grandes grupos humanos, mientras los individuos viven convencidos de que no son nada fuera de su pertenencia a tales grupos. Es el nivel de afiliación de la conocida pirámide de necesidades de Maslow, el nivel de los identitarismos en el que el yo se afirma por su distinción nítida del resto, un nivel cuya presencia hoy en día ha estallado literalmente, por la acuciante necesidad insatisfecha de ser.

 

Darse cuenta de que “somos”

        Pero hay una manera de satisfacer esa necesidad que no implica separación sino, justamente, el reconocimiento de una realidad última común. A los humanos y más allá: a todo lo viviente. Consiste en darse cuenta de que sencillamente somos. No nada en particular. Somos.

        Se trata de un modo de acceder a nuestra identidad profunda muy poco “occidental”, que evoca de inmediato la imagen de un maestro indio de sabiduría en meditación (postura del loto, ojos cerrados, mudra del índice y el pulgar formando un círculo…) y provoca la sonrisa o la burla de los biempensantes. Sin embargo, millones de occidentales siguen ya ese camino, con o sin mise en scène oriental (que no es imprescindible).

        Por citar a alguien ampliamente respetado entre nosotros, mencionaré a Pablo d’Ors y su mediático ensayo Biografía del Silencio.  No se trata de acceder a un estado diferente de conciencia, sino tan solo de darse cuenta de cuál es el fondo del estado común de conciencia en la vigilia, e igualmente de cualquier otro estado, como el de duermevela o el de los sueños. Se le puede llamar “consciencia pura”, “espacio de subjetividad” o, como yo prefiero, “la luz de ser”. Pero da igual, porque hay que tener la experiencia, y a ello se incita reiteradamente en Consciencia, el hilo conductor del universo.

        Entonces se ve que esa luz es algo absoluto, y que sus “apagados”, como los que (quizás) tienen lugar en el sueño profundo o bajo anestesia general, son aparentes, y es por eso que, cuando suceden, el tiempo subjetivo se anula y el momento de la inmersión en la inconsciencia coincide con el del despertar o con el inicio de una experiencia onírica en la fase REM del sueño.

        ¿Quién puede asegurar que la muerte no es eso, en lugar de una nada… en sí inexistente?

        Muchas preguntas nos pueden desconcertar, pero es necesario – como afirma Chalmers, mantener la mente extendida.

      

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  APORTACIONES

 

 

58 comentarios

  • oscar varela

    Buen día!

    • oscar varela

      El Conocimiento OCULTA al Pensamiento
       
      1- La Psicología nos presenta las actividades intelectuales, es decir,
      – la mera posibilidad instrumental de pensar.
      – La Lógica destaca sólo ciertos esquemas formales del pensar
      – que son los que ostentan los presun­tos atributos lógicos.
       
      2- Más eficaz es el poder ocultador del Pensamiento que tiene el Conocimiento,
      – cuando prácticamente se comportan como sinónimos.
      – Es inexcusable dislocar la tradicional asociación entre ambos términos.
       
      3- Se supone que siempre que el hombre se ha puesto a pensar
      – lo ha hecho con idéntico designio: averiguar lo que las cosas son.
      – Como esta faena es lo que se llama «conocer»,
      – tendríamos que pensar y conocer son lo mismo.
      – Pero es falso afirmar que el hom­bre se haya propuesto siempre,
      – descubrir el ser de lo que le rodea.
       
      4- Lo que al hombre le ha importado siempre es
      – saber a qué atenerse res­pecto al mundo y a sí mismo.
      [Cuando se encuentra sabiendo a qué atenerse res­pecto a algo
      – no se le ocurre ponerse a pensar, sino que
      – se está quedo en el pensamiento o idea que sobre ese algo poseía.
       
      5- La «idea en que estamos» es lo que llamo creencia.
      – Mas cuando esta creencia le falla, cuando deja de estar en ella, no tiene donde estar
      – y se ve obli­gado a hacer algo para lograr saber de nuevo a qué atenerse respecto a aquello. – Eso que se pone a hacer es pensar, porque
      Pensamiento es cuanto hacemos —sea ello lo que sea
      para salir de la duda en que hemos caído
      – y llegar de nuevo a estar en lo cierto.
       
      6- Quiera o no el hombre, no tiene más remedio que preocuparse de acertar.
      – Esto le diferencia de los animales y de los dioses.
      – Pero no se ha dicho cuál sea la figura de operación que el hombre ejercite al pen­sar.
      – No es una sola que el hombre posea una vez para siempre.
      – Lo único que el hombre tiene siempre es la necesidad de pensar,
      – por­que más o menos está siempre en alguna duda.
       
      7- Los modos de satis­facer esa necesidad [técnicas, estrategias o métodos del pensar]
      – son, en principio, innumerables, pero ninguno le es regalado,
      – ninguno es una «dote» con que desde luego se encuentra.
      – Tiene que irlos inventando el hombre y adiestrándose en ellos,
      – experimentán­dolos, ensayando su posible fecundidad
      – y tropezando siempre, a la postre, con sus límites.
       
      – Uno, pero sólo uno, de esos métodos es el conocimiento en sentido estricto.
      – Consiste en ensayar la solución del misterio vital haciendo funcionar formalmente los mecanismos mentales bajo la dirección última de los conceptos y su combinación en razonamientos.
       
      8- El Conocimiento antes de empezar es ya una opinión sobre las cosas:
      – la de que éstas tienen un ser.
      – Y como esa opinión es previa a toda prueba o ra­zón y supuesto de toda razón o prueba, q
      – quiere decirse que es simplemente una creencia,
      – en cuanto tal nada diferente de la fe religiosa.
       
      9 -Conocer no es, pues, sin más ni más, «ejercitar las actividades intelectuales,
      – los mecanismos psíquicos que van desde la percepción hasta la abstracción»,
      – sino que es una ocupación o hacer del hombre a que éste no puede dedicarse
      – si antes no está en la firme y prerracional creencia de que hay un ser.
       
      – Y como no hay ideas innatas o regaladas, ello significa que esa creencia
      – es un estado de convicción a que el hom­bre ha llegado, no un don nativo o «natural»
      – y, por lo mismo, per­manente que sea constitutivo de él,
      – o como suele decirse desde Aristóteles, que pertenezca a su naturaleza.
       
      10- Al hombre le pasó llegar a la creencia de que la realidad tiene un ser,
      – porque antes le ha­bía pasado estar en otras creencias— por ejemplo,
      – en la creencia en los dioses cuya disolución y fracaso abrieron sus ojos para esta nueva.
      – Ninguna actuación humana es inteligible
      – si no se analiza ese subsuelo de creencias incuestionadas
      – que operan tácitas a espaldas del hombre.
       
      11- El persa, el asirio, el hebreo no fueron “conocedores”,
      – porque creían que la realidad era Dios.
      – Quien cree de verdad y no con apaños que lo que hay es Dios
      – todo lo demás que parece que hay no lo hay en rigor,
      – sino que es sólo resultado de la indómita voluntad de Dios
      – no puede creer que las cosas tienen un ser, una consistencia propia.
       
      12- A ese autén­tico creyente en Dios no se le puede ocurrir que con su intelecto
      – pueda conseguir nada de las cosas, asegurarse en ellas y frente a ellas,
      – sino que se sabe inexorablemente atenido a la voluntad de Dios, única, decisiva realidad.
       
      – Si este hombre se siente en grave duda respecto a un orden de su vida hará algo,
      – no se quedará quieto. Pero ¿qué hará?
      – ¿Razonar, esto es, analizar, comparar, inferir, probar, concluir?
      – En modo alguno: lo primero que hace es orar, dirigir una plegaria a Dios
      – para que le ilumine, le ponga en lo cierto.
      [Orar es una forma y técnica del pensamiento].
      – Su decir no será alétheia,
      – sino que será decir él hoy lo que Dios ha decidido, decretado que sea mañana;
      – su decir será pre-decir desde Dios, será profetizar.
      – su decir será no un logos de la verdad, sino un amén que significa «así será».
       
      13- El contraste entre la alétheia del griego y la ’emunah del hebreo es extremo
      – y produce en nosotros un choque de ideas que favorece la comprensión
      – del carácter mera­mente histórico propio del conocimiento.
      – Nos permite mirar por dentro, con una intimidad hasta ahora no conseguida,
      – otras formas pretéritas del Pensamiento que han quedado siempre inasequibles
      – para el hombre moderno, como es el pensamiento religioso, la mitología, la magia, la «sapiencia» o «experiencia de la vida».
       
      14- Con esto hemos conseguido muchas cosas de gran calibre.
      – Una, quitar al conocimiento el carácter de realidad absoluta
      – y convertirla en pura magnitud histórica.
      – El conocimiento no es una operación «natural»
      – sino una «forma de vida» puramente histórica a que llegó (que inventó)
      – en vista de ciertas experiencias y de que saldrá en vista de otras.
       
      15- Quien quiera entender el hombre, que es una realidad in via,
      – un ser sustancialmente peregrino,
      – tiene que echar por la borda todos los conceptos quietos
      – y aprender a pensar con nociones en marcha incesante.

      • oscar varela

        EL DERECHO
         
        1- Pero el caso es que el terremoto no se ha producido sólo en la razón científica o teorética,
        – sino que, al mismo tiempo, se ha producido en la razón práctica.
        – En estos últimos tiempos asistimos a la total volatilización del derecho.
         
        2- El derecho parecía ser una víscera imprescindible de la humana convivencia.
        – Costó decenas de milenios descubrirlo, instituirlo y consolidarlo.
        – El fondo de ellos es la fe en que había derecho;
        la instancia última a que los hombres en sus querellas pueden recurrir.
         
        – Estaba reservada a nuestro tiempo la originalidad de haber perdido también esa fe.
        – Ignorancia que va de los políticos, pasando por los juristas
        – y llega a los propios filósofos del derecho.
        – ¡Esto es una de las grandes vergüenzas de la época contemporánea!
         
        3- Lo que acontece es que por vez primera el sistema de los derechos de las instituciones
        – aparece inexorablemente caducado sin que estén ya en el horizonte
        – los perfiles de nuevas instituciones, de nuevos derechos pron­tos para sustituir aquéllos.
        – No lo están ni siquiera en forma de sutiles ideas en las cabezas de algunos pensadores.
        – De manera que los que destruyen hoy todos los derechos no poseen imagen alguna,
        – medianamente clara y lúcida de qué otros derechos pondrán en su lugar.

  • Orestes

    La hiperpolitización lo inunda hoy todo porque se queda en el cómodo nivel del discurso, porque en realidad nunca pretende ir más allá. Ningún tema se escapa a su control. Está por todas partes porque todo es política y cada cosa que se haga, diga o piense corre el riesgo de ser interpretado como una declaración de intenciones que nos sitúa en un lugar muy determinado. Si hablamos de Consciencia, de Filosofía o de Ciencias, aparece la ideología política o religiosa, o ambas a la vez, según quien escriba. Personajes públicos  sin referencia científica. Confundir  los cambios y el progreso con ideologías y grupos ideológicos, y un exceso de confesionalidad. Es algo que yo no busco, ni tengo interés en debatir con quienes sí lo tienen, yo me considero apolítico, aconfesional. 

  • Isidoro García

        Es muy interesante el diálogo entre Santiago y Antonio Llaguno, sobre si el mundo actual, está propiciando la descristianización, porque este diálogo conlleva un análisis, aunque somero, de la cultura actual.

    • Isidoro García

      Yo creo que en el tema del cristianismo, existen tres niveles paralelos y muy distintos, a considerar. Por una parte el nivel doctrinal básico, que podríamos definir como lo expresado en el Credo.

      Por otra parte, está el nivel eclesial, que supone, sobre todo, la autoatribución de cada Iglesia, de liderar y representar a la humanidad entera, designando la moral perfecta, y más aún constituyéndose como la vanguardia de la humanidad.

      Pretende una “teocracia”, limitada, pero con nostalgia de las “glorias” pasadas, de un pasado, que fue, pero ya no es… porque no puede.

      Y por eso se sigue con la antigualla del Estado vaticano, y se pretende “jugar” un papel de liderazgo, en la geoestrategia mundial. ¡En estos tiempos!

      ¡Un despropósito total!, (aunque eso le distrae mucho la vida a nuestro Antonio Duato. Por lo menos para algo sirve, para jugar al “Risk” eclesial-mundial).

      Y por otra parte, y la mas sustancial, es el nivel cultural, de una concepción antropológica y cósmica del humano y del mundo, o sea el nivel filosófico, que las Iglesias recogieron, no de las palabras de Jesús, sino de la filosofía greco-romana de los primeros siglos.

      Yo creo que realmente lo que inhibe a la sociedad moderna actual, del cristianismo que se le presenta, son los últimos niveles, y especialmente el tercero, el nivel filosófico. El segundo nivel irrita, y el tercero nos confunde y nos sume en la perplejidad actual.

      Santiago, cree principalmente en un contubernio general “judeo-masónico”, contra el cristianismo, y especialmente por el “humanismo materialista”, contrario de toda sobrenaturalidad. O sea también incide en el nivel filosófico.

      Sin embargo, Llaguno piensa que son los niveles dos y tres, los que se rechazan: “El mundo actual rechaza esa visión del cristianismo, anclada al poder, influyente en decisiones políticas y estratégicas y decisora en relación a leyes, comportamientos y costumbres entre los seres humanos”.

      O sea que piensa que también influye mucho en el rechazo, la parte filosófica, que repercute en las leyes, costumbres, y comportamientos humanos, y piensa que la solución está en que la Iglesia, se adhiera al humanismo materialista en la práctica.

      Pero lo que no se tiene en cuenta, es que el “humanismo materialista moderno”, está en plena crisis terminal, desde hace cincuenta años.

      La entrevista que nos sugería Duato, del lúcido  humanista materialista, Iñaki Gabilondo, expresa perfectamente, el desconcierto, susto e impotencia, que tiene la modernidad actual, ante la rapidísima sucesión de novedades y los graves problemas, que no sabemos afrontar.

      Afirma Duato, “nuestra confianza de que ellos, (los científicos”), descubrirán como la ciencia y la técnica no son fines que marquen el futuro sino medios, con los que se pueda construir un futuro más solidarios entre todos los homo sapiens y de esta especie con el resto del Universo”.

      Y me parece muy bien, pero es que eso ya lo saben todos los científicos, pues aquí “buenos” somos todos, (excepto excepciones muy puntuales), y no solo nosotros. Lo que sucede es que muchos fines no se puede intentar acceder a ellos, si no existe el medio adecuado.

      Y muchas veces cuando la ciencia va avanzando, descubre que la realidad del Universo, es la que es, y no la que los humanos ensoberbecidos en nuestro antropocentrismo insano, nos habíamos imaginado, con una moral “inventada”, por nosotros.

      (“Inventada” en los dos sentidos de la palabra de descubierta y de imaginada arbitrariamente porque “nos gusta”).

      La lógica del Universo, no es la lógica humana. Y si hay que unificarlas, es la lógica humana la que debe adaptarse.

      • Isidoro García

        Cuando hablo del despropósito, queda claro que me refiero al Estado Vaticano, no me refiero a que Duato, solo sirve para jugar al Risk, sino al Estado Vaticano. /¡Ay, los equívocos!.

        Las distracciones banales son muy sanas para la mente, yo leo todos los días el Marca y el As, y veo trozos de “El Chiringuito”.

  • Juan A. Vinagre

    Estoy terminando de leer el libro de J. L. San Miguel, que Leandro nos presenta -y recomienda-: “CONSCIENCIA, el hilo conductor del Universo”. La Consciencia me parece quizá el tema más fundamental, pues es capaz de reflexionar sobre sí misma, y de auto-afirmarse y hasta de auto-corregirse. Es capaz de preguntarse y de buscar sentido, que vaya más allá de su circunstancia -energía-materia-. Que la energía sea capaz de condensarse en materia y que de ésta -neuronas- pueda emerger algo asombroso -la CONSCIENCIA-, a mí me parece un milagro. (Entiendo por milagro la capacidad de llevar las leyes naturales hasta sus últimas posibilidades. No algo que va en contra de las leyes naturales.)

    Y es que consciencia, -autoconsciencia- es el yo auto-consciente que ante el Universo y ante sí mismo se asombra y se pregunta. Y cuando se pregunta, de alguna manera reconoce sus límites -y tal vez un posible Misterio-. Es decir, cuando uno-a se pregunta y busca se puede plantar la tienda en lo inmediato, incluida la misma ciencia; pero también se puede ir más allá de lo inmediato y de alguna manera trascender-se. Y ese intento de trascender es propio de esa consciencia personal que piensa, que se pregunta y busca. Lo cual es racional y razonable. No es la mera proyección de un sueño. La filosofía -amiga de saberes últimos- no es otra cosa que búsqueda de sentido que trascienda, que vaya más allá de lo inmediato, que no se conforma con poco. Por eso intenta trascender. La esencia del ser es, para Vattimo, ser consciente, es decir, ser PERSONA CONSCIENTE que busca. (Cuando no buscamos o buscamos mal, superficialmente, es que somos poco conscientes, aunque tal cosa nos cueste reconocerlo.) Esto quiere decir que, si buscamos bien, de alguna manera trascendemos. La búsqueda, sin egos, puede obligarnos a trascender. De no hacerlo, es posible y hasta probable que nos instalemos en el sin sentido, es decir, en el absurdo.Cuando Tertuliano decía: “Credo quia absurdum”, estaba manifestando que nosotros  -y el Universo- tenemos-tiene que tener sentido. El absurdo es algo sin sentido. Es, como la nada, algo sin sentido. Ahora bien, si el Universo -y el Homo- tienen sentido, lo lógico y prioritario -al menos hoy-, es que nos abramos a una posible Trascendencia, porque sin esa apertura nuestro sentido tendrá un sentido pobre, muy limitado.

    Pero advirtiendo que ese posible sentido trascendente -que se concreta en un “creo”-, racionalmente sería algo razonable, pero no más. Esa posible Trascendencia sigue siendo un Misterio, si nuestra consciencia de alguna manera no lo desvela algo, de forma experiencial. La consciencia experiencial ve más lejos y más claro que la razón. Y esto porque la consciencia experiencial es algo espiritual que abre la puerta a otras dimensiones. Si nos instalamos en Torres de Babel, las torres nos impiden ver. Para que la consciencia humana tenga acceso a otra dimensión es necesario bajar de las Torres de Babel, y buscar humildes… Buscar humildes, porque la suficiencia ciega… Por eso es tan importante reflexionar conscientemente sobre nuestra consciencia personal. Una sabia apertura a la trascendencia es el mejor lugar de encuentro que derribe fronteras, miopes o fanáticas.  (Una trascendencia que abone fanatismos etc. es una “fake news”).

    • Isidoro García

      Fíjate Juan Antonio, si el Evangelio de Tomás es lúcido y adelantado en 2.000 años a su tiempo, que supuestamente Jesús dijo:
       

       

        “29. Dijo Jesús: «El que la carne haya llegado a ser gracias al espíritu, (la inteligencia-información), es un prodigio; pero el que el espíritu (haya llegado a ser) gracias al cuerpo, es prodigio [de prodigios]. Y yo me maravillo cómo esta gran riqueza ha venido a alojarse en esta pobreza».

  • Orestes

    Hemos sufrido recientemente una terrible pandemia, los virus están presentes, y muchos de similares características, lo que producirán varias más seguramente en poco espacio de tiempo. En este sentido, la filosofía, ese pensamiento carente de fundamentos últimos es como un agente viral capaz de contribuir al desafío de comprender y actuar en un presente como el nuestro, en el que hemos llegado a una zona de indeterminación que parece renovarse día tras día. Quizá, el pensamiento crítico-filosófico es capaz de ir más allá de las narrativas sobre un problema médico-sanitario y económico considerándolo una intrusión total e inconmensurable en la rutina del planeta, la cual puede dar lugar tanto a una nueva ética de lo común y del cuidado o bien a un enorme dispositivo biopolítico puesto a disposición de los gobiernos y de los mercados para incrementar el control y la disciplina.

  • Antonio Duato

    Permitidme que os sugiera, a quienes seguís este tema sobre la consciencia y el setido del Unverso, esta entrevista al clásico Iñaki Gabilondo

    Un mundo en cambio.

    • Orestes

      ¿¿¿ ????

      • Antonio Duato

        Supongo que esos interrogantes de Oreste se refieren a por qué “me perimití sugerir” ese vídeo de Iñaki Gabildo que recibí ayer de un amigo de Atrio y en el que he visto, en un comunicador honesto que expresa con torrentes de palabras e imágenes lo que piensa y siente, en lo que coincdimos, aunque a mí me faltes palabras para exprasarlo. Señalo estos puntos:

        — Estamos viviendo un vértigo de cambios acelerados. Iñaki tiene diez años menos que yo, pero la sensación es la misma, si uno mantiene memoria y consciencia.

        — Una enorme curiosidad sobre lo que la verdadera ciencia hoy, en en sus personas más relevantes que él ha podido entrevistar a través del mundo o (en esto también estoy yo) a través de titulares al menos de revistas como Science o Nature.

        — Una actitud fundamental de confianza en el futuro del conocimiento humano, de la verdadera ciencia y de las nuevas generaciones de que finalmente encuentren el sentido del verdadero progreso.

        — La seguridad de que no se puede volver atrás (el no Indietrismo de Francisco) y de que las generacions anteriores no podemos imponer a las siguientes nuestros conocimientos y experiencias como fórmulas encapsuladas. En todo caso nuestra confianza de que ellos descubrirán como la ciencia y la técnica no son fines que marquen el futuro sino medios  con los que se pueda contruir un futuro más solidarios entre todos los homo sapiens y de esta especie con el resto del Universo.

        • Orestes

          Entendido, gracias.

        • ana rodrigo

          Infinitas gracias, Antonio, por proponernos escuchar a una persona sabia, prudente y realista, como para mí es Iñaki Gabilondo. Lo he escuchado entero y con mucha atención.

          En el tema de la velocidad con que se mueve la sociedad actual, me he quedado con dos frases: 1.-“Cada generación es una nueva nación” y 2.-  (entre otras muchas que no olvido), “la Iglesia no cambia porque se cree poseedora de la verdad.” 

           Esto me lleva a dos reflexiones: una, el conservadurismo político-social, está instalado en la nostalgia del pasado, no hace propuestas nuevas y, a falta de argumentos, disparan a todo lo que se mueve. Este es el problema de los ultras en muchos países del mundo que, hasta hace cuatro días, abrían caminos hacia una sociedad y una política acorde al dinamismo interior que conlleva la velocidad de los cambios reales. A mí me llama la atención que haya tanta gente joven que, por naturaleza, podríamos verla encabezando cambios y progreso, y, en cambio, los vemos en las manifestaciones de Ferraz con el puño en alto y cantando el cara al sol. De ello se desprende que los “dos mundos y las dos Españas”, están generando enfrentamientos, agresividad, frustración, odio, venganza, ausencia de escucha y de diálogo; en fin, lo que tod@s estamos viendo, con el preocupante debilitamiento de la democracia.

          Respecto a la Iglesia, yo llevo escribiendo durante muchos años y todavía ayer lo hice e otro hilo, que la institución que debería liderar un “movimiento“, siempre en marcha, como es el proyecto de Jesús el Galileo, se ha atrincherado en unos dogmas cerrados a cal y canto, y que a nadie en esta sociedad le interesan y ni entiende. El otro día, un grupo de amig@s de Pepe Castillo, escuchábamos un fragmento de una conferencia suya donde decía: La religión responde a una necesidad individual de los seres humanos, el evangelio es una mirada hacia afuera, a los demás, a sus necesidades. Un yo versus a un tú. ¿Cómo se sostiene esta situación durante dos mil años y cada vez más rígida? Con el artilugio de la fe, creer lo que no entendemos, es decir, con un resorte subjetivo que se nos ha ofrecido como tapa-agujeros. Si no entendemos un Dios uno y trino, o ser madre biológica de Dios por obra de un espíritu y, al mismo tiempo virgen, como María, que un hombre sea Dios mismo, o que Dios mismo sea un hombre (no una mujer), la transubstanciación, que Dios sea omnipotente y todopoderoso a la vez, que dé su gracia aleatoriamente o, mejor dicho, a sus elegidos, et. etc. Y ya vemos lo que le está pasando al Papa Francisco con cositas pequeñitas, al lado de los dogmas, como es la aceptación de la igualdad de las mujeres, la aceptación de la identidad personal de tantos millones de seres humanos LGTBQ (igual que Putin), una institución clerical, masculina, patriarcal y jerárquica, tan obsoleta, encapsulada desde los seminarios en “su mundo”, el de la religión, marginando el evangelio, como decía Castillo dando título a uno de sus últimos libros. Y 80 obispos cinco horas hablando en el Vaticano, dos de ellas con el Papa, para hablar sólo de los seminarios. Uffffffffff, ¡qué fuerte! Las risas del portavoz de la CEE por la alegría de que el Papa no le había tirado de las orejas y de lo bien que se lo habían pasado, ofende, ofende a cualquiera que tenga una mínima preocupación por los problemas que hay en España y en la Iglesia.

          No me gustaría dejar pasar una idea de la que se habla mucho, Iñaki también, como es la importancia de los medios de comunicación y los medios digitales a la hora de denunciar, dar a conocer, llenar de contenido fértil,  denunciar, que sean voz de los sin voz. 

          Ya conocéis mi insatisfacción permanente cuando en atrio saco el tema de la violencia contra las mujeres el poco o nulo interés que despierta entre l@s participantes de atrio, la tibieza y frialdad que chorrea el silencio. Un dato: en cinco días, tres mujeres asesinadas, otra muy grave, en este año 54 mujeres asesinadas y 51 huérfanos y huérfanas. A mí me hierve la sangre el silencio en atrio ante esta barbarie, mientras en la calle salen a protestar y a llorar a las víctimas. To tengo la impresión que, como son mujeres, pues casi le daríamos el acta de normalización. Atrio, es potente, lo leen muchos miles de personas, y, debería ser un flecha de lanza contra un problema tan aberrante como es la violencia, las agresiones, la marginación laboral y salarial y los asesinatos de personas solamente por ser mujeres, ese es su delito, ser mujer.

          em>Me callo, pero seguiré levantando la voz, porque no me resigno a que el silencio me seque la sangre.

  • Orestes

    “La filosofía está escrita en ese grandísimo libro que tenemos abierto ante los ojos, quiero decir, el universo, pero no se puede entender si antes no se aprende a entender la lengua, a conocer los caracteres en los que está escrito. Está escrito en lengua matemática y sus caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin las cuales es imposible entender ni una palabra; sin ellos es como girar vanamente en un oscuro laberinto”. Galileo Galilei en Il Saggiatori:

    • Orestes

      En estos últimos años, con la pandemia, hemos visto como las matemáticas son capaces de generar instrumentos que nos ayuden a describir como se propaga una epidemia y tomar las medidas necesarias para detenerla: modelos SIR con ecuaciones diferenciales, series temporales, cadenas de Markov. O como la Estadística permite calcular la eficacia de una vacuna o un nuevo medicamento, este aspecto es importante en la bioquímica.

      • Orestes

        Las estadísticas nos ayudan a evaluar la evolución la respuesta inmunológica a los virus. Cómo las infecciones virales causan problemas de salud a largo plazo en algunos pacientes, es decir, como el sistema inmunitario se confunde y comienza a atacar al cuerpo en lugar de al virus.

        Los investigadores manejamos cifras y sobre ellas trabajamos.

  • Orestes

    En el pasado, la filosofía ha sido una fuente esencial del conocimiento. Hoy, sin embargo, no puede haber verdadera filosofía al margen de la ciencia. La constancia en el progreso  es privativa de la ciencia (y de la tecnología). Ello se debe, en buena parte, a lo que el premio Nobel de física Eugene P. Wigner llamaba en 1960 “irrazonable efectividad de las matemáticas”, es decir, a la sorprendente capacidad de éstas para proporcionar el esquema lógico y de cálculo que permite una comprensión de la naturaleza cada vez más precisa: ya dijo Galileo que la naturaleza está escrita en lenguaje matemático, lo cual, dicho sea de paso, confiere a nuestra especie una enorme ventaja evolutiva. El siglo XX ha sido, entre otras cosas, el siglo de la ciencia, que ha probado ser una fuente esencial de conocimiento sobre el universo y sobre nosotros mismos, Pero, paralelamente, para comprender la ciencia y su historia, para conocer la evolución del pensamiento humano del que aquélla es una parte esencial, para ser hombres de nuestro tiempo y no convertirnos en los bárbaros especialistas que criticaba Ortega, es conveniente conocer la filosofía y su historia.

    • oscar varela

      LA BARBARIE DEL “ESPECIALISMO”
       
      1- El hombre de ciencia actual es el proto­tipo del hombre-masa.
      – Y no por casualidad, ni por defecto uniper­sonal de cada hombre de ciencia,
      – sino porque la ciencia misma -raíz de la civilización-
      – lo convierte automáticamente en hombre-masa;
      – es decir, hace de él un primitivo, un bárbaro moderno.
       
      2- La ciencia experimental se inicia al finalizar el siglo XVI (Galileo),
      – logra constituirse a fines del XVII (Newton) y
      – empieza a desarrollarse a mediados del XVIII.
      – La constitución de la física, nombre colectivo de la ciencia experi­mental,
      – obligó a un esfuerzo de unificación.
      – Tal fue la obra de Newton y demás hombres de su tiempo.
      – Pero el desarrollo de la física inició una faena de carácter opuesto a la unificación.
      – Para pro­gresar, la ciencia necesitaba que los hombres de ciencia se especia­lizasen.
      – Los hombres de ciencia, no ella misma.
      – La ciencia no es especialista. Ipso facto dejaría de ser verdadera.
      – Ni siquiera la cien­cia empírica, tomada en su integridad, es verdadera
      – si se la separa de la matemática, de la lógica, de la filosofía.
      – Pero el trabajo en ella sí tiene —irremisiblemente— que ser especializado.
       
      3- En cada generación el científico, por tener que reducir su órbita de trabajo,
      – iba progresivamente perdiendo contacto con las demás partes de la ciencia,
      – con una interpretación integral del universo,
      – que es lo único merecedor de los nombres de ciencia, cultura, civili­zación.
      – Llega a proclamar como una virtud el no enterarse de cuanto quede fuera
      – del angosto pai­saje que especialmente cultiva
      – y llama dilettantismo a la curiosidad por el conjunto del saber.
       
      4- Recluido en la estrechez de su campo visual,
      – con­sigue descubrir nuevos hechos y hacer avanzar su cien­cia, que él apenas conoce,
      – y con ella la enciclopedia del pensamien­to, que concienzudamente desconoce.
      – ¿Cómo ha sido y es posible cosa semejante?
       
      5- La ciencia moderna, raíz y sím­bolo de la civilización actual,
      – da acogida dentro de sí al hombre intelectualmente medio
      – y le permite operar con buen éxito.
      – La razón de ello está en lo que es a la par ventaja mayor
      – y peligro máximo de la ciencia nueva y de toda la civilización
      – que ésta dirige y representa: la mecanización.
       
      6- Una buena parte de las cosas que hay que hacer en física o en biología
      – es faena mecánica de pensamiento que puede ser ejecutada por cualquiera, o poco menos.
      – Para innumerables investigaciones es posible dividir la ciencia en pe­queños segmentos,
      – encerrarse en uno y desentenderse de los demás.
      – La firmeza y exactitud de los métodos permiten esta transitoria y’ práctica desarticulación del saber.
      – Se trabaja con uno de esos méto­dos como con una máquina,
      – y ni siquiera es forzoso para obtener abundantes resultados
      – poseer ideas rigorosas sobre el sentido y fun­damento de ellos.
      – Así, la mayor parte de los científicos empujan el progreso general de la ciencia
      – encerrados en la celdilla de su labora­torio, como la abeja en la de su panal.
       
      7- Pero esto crea una casta de hombres sobremanera extraños.
      – El investigador que ha descubierto un nuevo hecho de la Naturaleza
      – tiene por fuerza que sentir una impresión de dominio y de seguri­dad en su persona.
      – Con cierta aparente justicia se considerará como “un hombre que sabe”.
      – Y, en efecto, en él se da un pedazo de algo que, junto con otros pedazos no existentes en él,
      – constituyen verda­deramente el saber.
      – El especialista “sabe” muy bien su mínimo rincón de uni­verso; pero ignora de raíz todo el resto.
       
      8 Antes los hombres podían dividirse, sencillamente, en sabios e ignorantes,
      – en más o menos sabios y más o menos ignorantes.
      – Pero el especialista no puede ser subsumido bajo ninguna de esas dos categorías.
      – No es un sabio, porque ignora formalmente cuanto no entra en su espe­cialidad;
      – pero tampoco es un ignorante, porque es “un hombre de ciencia
      – y conoce muy bien su porciúncula de universo.
      – Habremos de decir que es un sabio-ignorante, cosa sobremanera grave,
      – pues significa que se comportará en todas las cuestiones que ignora, no como un ignorante,
      – sino con toda la petulancia de quien en su cuestión especial es un sabio.
       
      9- Al especializarlo, la civilización le ha hecho hermético y satisfecho dentro de su limitación;
      – pero esta misma sensación íntima de dominio le llevará a querer predominar fuera de su especialidad.
      – De donde resulta que, aun en este caso, que repre­senta un máximum de hombre cualificado –especialismo-
      – y, por tanto, lo más opuesto al hombre-masa,
      – el resultado es que se compor­tará sin cualificación y como hombre-masa en casi todas las esferas de la vida.
       
      10- Esta condición de “no escuchar”, de no someterse a instancias superiores,
      [que reiteradamente he presentado como característica del hombre-masa],
      – llega al colmo precisamente en estos hombres parcialmente cualificados.
      – Ellos simbolizan, y en gran parte constituyen, el imperio actual de las masas.
      – Por otra parte, significan el más claro y preciso ejemplo de cómo la civilización del último siglo,
      – abandonada a su propia inclinación, ha producido este rebrote de primitivismo y barbarie.
       
      11- El resultado más inmediato de este especialismo no compensado ha sido que hoy,
      – cuando hay mayor número de “hombres de ciencia” que nunca,
      – haya muchos menos hombres “cultos” que, por ejemplo, hacia 1750.
      – Newton pudo crear su sistema físico sin saber mucha filosofía;
      – pero Einstein ha necesitado saturarse de Kant y de Mach para poder llegar a su aguda síntesis.
      – Kant y Mach -pensadores filosóficos y psicoló­gicos que han influido en Einstein-
      – han servido para liberar la mente de éste y dejarle la vía franca hacia su innovación.
      – Pero Einstein no es suficiente.
      – La física entra en la crisis más honda de su historia
      – y sólo podrá salvarla una nueva enciclopedia más sistemática que la primera.
       
      12- Si el especialista desconoce la fisiología interna de la ciencia que cultiva,
      – mucho más radicalmente ignora las condiciones histó­ricas de su perduración, es decir,
      – cómo tienen que estar organizados la sociedad y el corazón del hombre
      – para que pueda seguir habiendo investigadores.
      – También él cree que la civilización está ahí, simple­mente,
      – como la corteza terrestre y la selva primigenia.
      …………………………

      • Orestes

        Reducir el conocimiento a un solo camino, a una sola fase, es sesgar el mundo de la ciencia  en una sola visión; una actuación egocéntrica y omni-céntrica; una negación y un desconocimiento a lo global, lo multidimensional, al pluralismo, es pretender ver una sola sendero para incursionar en lo cognitivo y desconocer la multiplicidad de caminos que nos pueden llevar a ello. Un proceso obliterante que transformado en un óbice no permite dimensionar la ciencia desde diferentes aristas.

        La superación del cientificismo se logra mediante un conocimiento adecuado del alcance y los límites del proceder metodológico de la ciencia positiva. Y, sobre todo, a través del reconocimiento de la existencia de diversas formas de conocimiento humano; todas ellas con una validez objetiva adecuada a sus métodos de investigación propios; y a sus correspondientes objetos de estudio.

        No obstante la especialización científica  Permite una mayor profundidad y rigor en la investigación científica, ya que los especialistas se enfocan en áreas específicas del conocimiento y desarrollan habilidades técnicas y metodológicas especializadas. Favorece la identificación de nuevas áreas de investigación y la resolución de problemas complejos, a través del conocimiento profundo y detallado de una disciplina. Facilita la comunicación y colaboración entre científicos que comparten intereses comunes, lo que puede acelerar la producción de nuevos conocimientos y descubrimientos.

    • Santiago

      No solamente es conveniente la filosofía sino que es esencial poder “pensar”, porque ahí radica el conocimiento en general y de ahí partió la ciencia. Y así la filosofía responde a las últimas causas de la razón de lo creado, a la calidad.

      La ciencia experimental y la filosofía abarcan diferentes parámetros: la primera se basa en el experimento para demostrar una verdad. la segunda no puede medir, ni cuantificar pero puede demostrar la calidad por la experiencia. Solo podemos entender el aroma del café cuando lo experimentamos, solo podemos saber que es amar, cuando amamos. La neurociencia puede medir la actividad eléctrica del cerebro pero no puede medir la íntima y cualitativa experiencia humana.

      Aunque ambas “disciplinas” tienen objetivos diferentes y parámetros desiguales, ambas son válidas porque forman parte del “conocimiento humano” que no solamente es científico , sino también deductivo, intuitivo, experimental, especulativo, pragmático etc. Por eso, cualquier forma de método del pensamiento puede llegar a la aproximación a la Verdad.

      Un saludo cordial

      Santiago Hernández

      • Orestes

        Las verdades científicas no son inmutables, como todo el conocimiento, son provisionales mientras no haya una mejor explicación que las sustituya. La verdad científica es aquella que no puede ser simplemente afirmada y debe ser reproducible y cuantificable.

    • oscar varela

      TIEMPOS ‘VOLÁTILES’ (más que ‘LÍQUIDOS’)
       
      1- La filosofía que es —frente a toda la que fue— tiene que partir de la situación actual de la inteligencia.
      – ¿Qué cambio se ha producido en la situación de la inteli­gencia, de la razón?
      – La filosofía nació como descubrimiento de la inteligencia, de la razón.
      – Ha sido, pues, una y misma cosa con éstas.
      – Todo cambio que éstas sufran le afecta.
      – ¿Cuál es, pues, el que ahora se ha producido, el que ahora vivimos?
       
      Dice Husserl:
      «La situación actual de las ciencias europeas obliga a reflexiones radicales. Acontece que, en definitiva, esas cien­cias han perdido la gran fe en sí mismas, en su absoluta significación
      – Esa gran fe, en un tiempo sustitutivo de la fe religiosa, la fe en que la ciencia lleva a la verdad —a un conocimiento de sí mismo, del mundo, de Dios, efectivamente racional y a través de él a una vida siempre capaz de ser mejorada, pero digna en verdad y, desde luego, de ser vivida— ha perdido incuestionablemente su vigor en amplios círculos.
      – Por ello se vive en un mundo que se nos ha hecho incomprensible, en el cual se preguntan las gentes en vano por su para qué, por su sentido, antaño tan indubitable, tan plenamente reconocido por entendimiento y voluntad.»
       
      2- No se trata ni siquiera de que el hombre científico vacile en su creencia en ella —no,
      – es la ciencia misma quien ha perdido confianza en sí misma.
      – Se trata de lo que se suele hoy llamar «la crisis de los fundamentos» en las ciencias.
       – esto significa, lisa y llanamente, que la lógica es i-lógica, por tanto, que no hay lógica.
      – Esto es lo que llamo —y no me parece exagerada la imagen— el terremoto en la razón.
       
      ¡La lógica soi-disant! Hasta ahora era la lógica la pie­dra de toque,
      – la última instancia donde se contrastaba todo otro decir, todo otro pensar,
      – y, por tanto, toda realidad para decidir si era auténtica o sólo sedicente, ficticio, falaz, soi-disant.
      – Y he aquí que ahora es la piedra de toque misma quien se convierte en soi-disant
      – por tanto, en algo inauténtico y radicalmente cuestionable.
      – La instancia última se convierte ahora en problema
      – el juez máximo resulta ser el acusado y el reo.
       
      3- Los que son más jóvenes que yo, verán en los tiempos que llegan
      – si puede traer sin cuidado al hombre vivir, convivir sin instancias últimas a que recurrir.
      – Porque esa amenaza de que la Lógica se volatilice y resulte ser una utopía más del hombre,
      – una vacía ilusión que ha durado veinticinco siglos significa, ni más ni menos,
      – que la noción misma de «verdad» periclita, y, por tanto,
      – que, estrictamente hablando, si esa amenaza se cumple y no se le hallase remedio,
      – dejaría de haber cosas que son verda­deras y cosas que son falsas, es decir,
      – que nada habría con su propio y preciso ser, por tanto,
      – que esa luz en la oscuridad primaria del vivir que es la verdad
      – se apagaría y todo sería profunda tiniebla.
       
      4- Pero el caso es que el terremoto no se ha producido sólo en la razón científica o teorética,
      – sino que, al mismo tiempo, se ha producido en la razón práctica.
      – No hablemos de la moral que, en cuanto orden racional de la conducta,
      – se volatilizó hace unos cuarenta años
      – quedando solo como regulador de los comportamientos humanos
      – la presión me­cánica de las costumbres,
      – sino que en estos últimos tiempos asistimos, día por día, a un espectáculo inaudito,
      – que no puede presenciar sin estupor quien tenga alguna precisa, conciencia de lo que ello significa.
      – Me refiero a la total volatilización del derecho.
      …………………………………………………

    • Antonio Llaguno

      En mi opinión, es bastante discutible la afirmación de Wigner.

      En primer lugar porque las propias matemáticas nos han advertido de sus propios límites, gracias al principio de incertidumbre de Hesiemberg (En física) y los teoremas de incompletitud de Gödel, por lo que la ciencia que se fundamente en las matemáticas ya es consciente de que no es el camino para conocerlo todo puesto que ese todo está fuera de su alcance.

      En especial, estamos asistiendo a afirmaciones que vienen desde la ciencia de muy dudosa “credibilidad”, por ejemplo cuando llamamos, pomposamente, “Teoría del Todo” a teorías “científicas” (En este caso a la de cuerdas o super cuerdas, o branas, o la que sea su última definición) que no lo son puesto que al necesitar para su comprobación la existencia de 10 dimensiones (Y un tipo muy concreto de espacio en el que se mueven) y de estas 10 dimensiones, 6 no son observables, no podemos comprobar, ni podemos predecir consecuencias de la misma (Sólo su coherencia matemática y conceptual) por lo que convierte esa teoría en un supuesto no falsable y eso la descarta como producto de ciencia, es decir que obliga a tener fe.

      Es decir que estamos ante una “religión” y no una ciencia.

      O algo peor, como cuando el difunto Sr. Hawking trató de convencer al mundo que el Universo  se puede crear por azar de una fluctuación de la nada, cuando él es totalmente consciente de que lo que él demostró es que se puede crear a partir de una fluctuación del vacío cuántico (Que no tiene nada que ver con la nada. El vacío cuántico está lleno de cosas) y nunca a partir del azar (De hecho es muy discutible si el azar existe en la naturaleza, incluso aunque sepamos que en ocasiones el principio de causalidad esté comprometido) sino a partir de las leyes físicas que rigen ese vacío cuántico.

      Es decir que estamos ante un engaño (Puesto que el Sr. Hawking, de mente privilegiada, conocía mucho mejor que yo estas condiciones, pero no le ayudan a vender libros ni a crear titulares de prensa divulgativa). Engaño que, entre otras cosas, ha hecho que el Sr. Hawking, a pesar de su notoriedad y su mérito indiscutible debido a sus condiciones fisiológicas y físicas, nunca haya sido considerado con posibilidades de obtener un premio serio como el Nobel.

      nada más lejos que yo de ser un negacionista de la potencia de la ciencia para describir el Universo y la Realidad, pero como todo, tiene sus límites y la propia ciencia, es muy consciente de ello.

      Eso obliga a no descartar la filosofía y la metafísica y en mi modesta opinión tampoco a la teología. A fin de cuentas también aportan conocimiento, aunque sea “recogido” por un método diferente.

       

       

  • oscar varela

    Hola Isidoro!

    • oscar varela

      1- Hay en el teorizador, sobre todo en su forma prominente que es el FILÓSOFO,
      – una fruición de «descifrador de enigmas» en que, por lo pronto,
      – pierde el enigma todo el carácter patético que per accidens puede envolver
      – y lo empareja con el jeroglífico, la charada y las palabras cruzadas.
      [la leyenda de Homero cuenta que este murió de rabia por no haber logrado descifrar el famoso acertijo de los piojos que le propusieron unos mancebos pescadores.
      – Desde los sofistas y Sócrates hasta su finiquito en Plotino toda la filosofía griega se mueve en un aire cargado de… palabras cruzadas.
      – Los mismos Parménides y Heráclito, a pesar de lo adustos que son son «homéridas»,
      – gente capaz de morirse a causa de una indominable charada.]
       
      2- En este juego de descifrar enigmas, el filósofo crea una figura del Universo
      – como el poeta, como el pintor, como el fantasmágora.
      – Dado el cariz de extravagancia que nos ofrecen las filosofías, tene­mos que asimilarlas,
      – primero, al arte por lo que el arte tiene también de juego, de «lo sin compromiso», de actitud lujosa y exuberante.
      – Pero no nos quedamos satisfechos si nos quedamos en esta acentua­ción
      – del lado por el cual vemos «la falta de seriedad» de la filosofía.
      – Esa advertencia misma nos punza para que nos pre­guntemos: ¡Bueno pero ¿por qué hace el hombre eso?!
       
      3- El mejor método para contestarse una pregunta así
      – comienza por ensayar imaginariamente la supresión de aquello por que se pregunta
      – y ver cómo entonces parece que habrían de ser las cosas.
      – Si lo suprimido es, de verdad, algo real,
      – su supuesta ausencia reobrará sobre el resto, sobre lo que queda, modificándolo
      – y esto nos pondrá en la pista de por qué lo imaginariamente suprimido existe.
       
      4- Pues bien: hemos extirpado de la historia occidental la filosofía. ¿Qué pasa?
      Ipso facto salen a nuestro encuentro y se destacan otras ocupaciones humanas
      – intentando llenar, como por dilatación, los espacios de que hemos desalojado a la filosofía.
      – El hombre de Occidente habría pugnado por seguir ocupándose
      – solo de religión, de mitología, de «experiencia de la vida» o prudencia (sagesse) y poesía.
      (los poemas homéricos no eran simplemente lo que nosotros llamamos poesía, sino que creían en su decir, con un creer tornasolado de no-creer pero que era más, mucho más que la mera complacencia en una fábula como tal).
       
      5- Nuestra supresión imaginativa hace que esos tres «modos de pensar» -religión, mito, poesía-
      – se aproximen como para formar un frente común y absorber la convicción humana.
      – La poesía como fábula en que se casi-crece es ya casi-mito porque este es formalmente fábula que es lo que significa mythos y fábula es aquello de que se fabla, de que se habla y que se cuenta.
      – El mito se cierne entre ser un cuento y ser verídica narra­ción
      – de un acontecimiento metafísico, transcendente.
      – Un paso más y estamos en la religión, que es un creer a pie juntillas en cierta idea del Universo.
       
      – Son pues, poesía (en el sentido de «poesía homérica»), mito y religión tres formas de creencia,
       con diferente graduación, pero entre las cuales existe perfecta continuidad,
      – de suerte que sus fronteras recíprocas son indiscernibles.
      – A esta continuidad llamo su «frente común».
       
      6- Relación entre FILOSOFÍA y sus congéneres -RELIGIÓN, MITO Y POESÍA-
      – Es un error ver en esas cuatro cosas «posibilidades permanentes» del hombre,
      – de suerte que este podría en todo momento saltar de la una a la otra
      – y estaría en su libérrima disponibilidad ser religioso o mitólogo o ser «homérida» o ser filósofo.
      – Lejos de ello, esas cuatro cosas constituyen una se­cuencia inexorable
      – por la cual va el hombre, en predeterminadas fechas, pasando.
      – El tránsito ineludible de la una a la otra pertenece al Destino humano.
       
      – Ahora se nos hace patente que de lo que se trata en la ocupación filosófica
      – es de una cosa muy precisa, ante la cual cada persona ten­dría que decidir, a saber:
      – siendo inexorable la necesidad de inter­pretar lo que hay
      – ¿existe, llegadas ciertas fechas, otro modo mejor cualificado,
      – más serio y auténtico,
      más responsable
      de enfrontar el enigma del vivir que la filosofía?
      – No valen subterfugios. Aquí palpamos que el «modo de pensar» filosófico
      – no es uno entre muchos ni es uno cualquiera que está en nuestro puro albedrío adoptar o no.
      – Aquí recibimos la vislumbre -bien que solo esto-
      – de que ser filósofo, ser «razón» o algo así como ambas cosas,
      – es acaso el Destino humano, porque es, desde cierta altura en la experiencia histórica,
      – el único modo congruente de llegar a ser auténticamente sí mismo.
       
      7- Pero esto no es reconocer que el hombre ha sido y es filosofía, sino, todo lo contrario,
      – es decir que acaso debe serlo.
      – La Razón aparece así
      – no como una dote que el nombre de suyo posee
      – de cierto no la posee de suyo, sino que la va lenta y torpemente adquiriendo
      – sin que la haya logrado aún poseer,
      – sino, viceversa, un compromiso que el hombre tiene consigo.
       
      – Definir al hombre como animal racional es una estolidez porque, sin duda, es un animal
      – pero, sin duda también, no ha llegado a ser racional.
      – Simplemente está camino de ello.
       
      8- La Razón lejos de ser un don que se posee es una obligación que se tiene,
      – muy difícil de cumplir como todo propósito utópico.
      – Porque la razón es, en efecto, una admirable utopía y nada más.
       
      9- Vemos, pues, que la filosofía ni es un don ni es una posibilidad permanente, sino, más bien,
      – un inexcusable deber que con nosotros mismos tenemos,
      – y por eso no sirve de nada decir que la filosofía también fracasa
      – al intentar servir aquella función constitutiva de la Vida que es interpretar el Universo.
      – Mientras no haya otra forma nueva y superior, mientras no descubra el hombre la ultra-filosofía,
      – aun siendo un perpetuo fracaso, habrá, quiérase o no, que renovar sin pausa su empeño
      – y será forzoso reconocerla como un ensayo necesariamente perpetuo y perpetuamente necesario.
       
      10- La filosofía no es demostrar con la vida lo que es la verdad, sino estrictamente lo contrario,
      – demostrar la verdad para, gracias a ello, poder vivir auténticamente.
      – Lo demás es pretender probar que dos y dos son cuatro a fuerza de asesinar o dejarse asesinar.
      – No, no; el filósofo no puede dejar «sin trabajo» al mártir usurpándole el oficio.
      – El martirio es testimonio del hecho que es la «creencia» pero no de la utopía sutilísima que es la Verdad.
       
      11- Dejémonos, pues, de intempestivos melodramatismos y filoso­femos jovialmente,
       es decir, como es debido.
      – Ni hay por qué hacer ante este imperativo, ademanes de asombro, de ofendida dignidad.
      – A ese estado de ánimo, a ese temple que propongo como el adecuado a la filosofía,
      – llamaron los antiguos -que de estas cosas sabían más que nosotros- jovialidad, esto es,
      – el tono vital propio de Jove, de Júpiter o Dios Padre.
      – La filosofía resulta así una «imitación de Jove».
      …………………………………………………

  • Isidoro García

       Quiero romper una lanza a favor del Pensamiento y la Filosofía, y para ello es fundamental depurar a esta, de sus vicios que está adquiriendo en estos tiempos.

    • Isidoro García

            En estos tiempos ultramodernos, parece como si la especulación mental pura, de la Filosofía y de la Fe religiosa o ideológica, están de capa caída, en beneficio de la Ciencia, que tiene un impacto en la sociedad y la cultura, mucho mayor desde hace décadas, con un auge imparable y exponencial de la Ciencia.
           La Filosofía y la Fe se basan en la especulación. En la filosofía, la especulación es individual del filósofo, que confía en su agudeza personal. Mientras que la fe, es la adhesión a la especulación de un profeta, confiando en la iluminación del profeta, y/o en su revelación divina.
                La Ciencia también utiliza la especulación, pero la constata y comprueba con la realidad, mediante el método científico, y eso la depura de muchas dispersiones y errores injustificados.
               Este fenómeno, ya lo anticipó Bertrand Russell, en La filosofía del atomismo lógico, cuando escribió: “Ciencia es lo que sabemos, filosofía es lo que no sabemos. Conforme avance la ciencia y nos dé respuestas, la filosofía acabará por extinguirse“.
            Y este crepúsculo de la Filosofía, en parte es debido a que al despojarle la Ciencia psicológica de todo el importante tema del comportamiento humano, se ha visto arrinconada a temas muy abstractos y poco prácticos, temas además muy propicios a la obscuridad y lenguaje hermético, con el que se ha amanerado la Filosofía.
          Y ese amaneramiento ha arrinconado a la Filosofía, como una cosa inútil, con el agravante de que está arrastrando al resto de las Humanidades.
            “Decía Ortega que la claridad era la cortesía del filósofo, poniendo como ejemplo las obras de Platón”, reflexiona el filósofo chileno Carlos Peña.
              “Hay una tendencia a confundir la oscuridad de la expresión con la profundidad del pensamiento. El problema es que se explican las cosas con conceptos ininteligibles, es un galimatías que hace sentir ignorantes a los que no son capaces de entenderlos”.
            (Reconozco humildemente, que a mí me pasa lo mismo con los comentarios y artículos de los amigos M. Luisa y de Mariano -me alegro mucho de tu recuperación).
               (¿Por qué a Ortega y a muchos otros, se les entiende perfectamente, y a otros no?.
             Siempre me pregunto, cómo personas de una mente tan privilegiada como demuestran con sus escritos, son incapaces de expresarse de forma inteligible para los no filósofos, que somos la inmensa mayoría, con lo que el diálogo y el aprendizaje podrían ser mucho mas fructíferos. -Espero que no se lo tomen a mal).
          Porque como sigue diciendo Carlos Peña, en su libro “‘Por qué importa la filosofía’: “Una cultura que no sea capaz de reflexionar sobre sí misma, es una cultura destinada a languidecer, a marchitarse y a desaparecer”.

  • Santiago

    El conocimiento humano no puede limitarse a la ciencia experimental. Esta sólo nos informa del mecanismo y estructura de las cosas y de los hechos y de las personas, pero el ser humano inquiere sobre el “por qué” de las cosas, y esto pertenece a la validez del conocimiento  filosófico. Éste es, por tanto, anterior al experimento “físico” puesto que también existe la filosofía de la cienciaAsí sólo nosotros -como seres racionales- somos lo únicos de la Creación que poseemos verdadera consciencia de nuestra realidad íntima de nuestro ser y de lo que nos rodea.Esta consciencia con s –como se ha dicho aquí- se distingue de la conciencia moral innata que nos fue otorgada y por la que intuimos universalmente -aún en confuso- el bien del mal, lo justo de lo injusto que, cómo es evidente,no necesita ninguna demostración. La consciencia con s -que es la experiencia de nuestra realidad -posee un substrato biológico -pero la actividad neurológica y neuroquímica del cerebro no corresponde 100% a la experiencia consciente y, por tanto, la trasciende. La mente humana posee más capacidad cuantitativa en cuanto a lo neuro-biológico pero no cuando se refiere a las operaciones cualitativas extra-físicas, cómo la abstracción, conceptualización, conciencia de la capacidad de amar, sufrir y decidir. La ausencia de la actividad consciente en las “máquinas” con IA señala que la diferencia de éstas y nosotros los humanos es de naturaleza cualitativa. El “panpsiquismo” de los seres vivos “no humanos” es de “otra naturaleza” que no corresponde a lo que es exclusivo y propio de la nuestra, por eso, no se pueden establecer equivalencias.Conciencia y libertad es lo que nos define básicamente cómo personas. Por eso las decisiones conscientes no están sujetas a leyes científicas y no pueden ser medidas en su esencia. Estas decisiones humanas no son mecánicas, y escapan, por eso, a las matemáticas.  La actividad consciente -como decisión libre –depende de principios muy sofisticados.A mayor calidad de consciencia, mayor libertad y viceversa. Pero las “máquinas con IA” cómo carecen de conciencia también no poseen libertad, cómo la que tenemos nosotros los humanos. Por eso, el ser que es humano, libre e inteligente, que posee consciencia, no se reduce a una “máquina ordenadora” mecánico-biológica. Èstas pueden simular la conciencia que nosotros le “ordenamos” pero nunca tendrán la capacidad consciente “en sí mismas”Un saludo cordialSantiago Hernández

  • oscar varela

    Hola Orestes! ¡Tienes toda la razón en pensar así de la ‘filosofía’! Dejame contarte de su “nombre auténtico’ Gracias!

    • oscar varela

      1- La filosofía propiamente tal empieza con Parménides y Heráclito.
      – Parménides y otros de su tiempo dieron a la exposición de su doctrinal el nombre de «alétheia».
      – Este es el nombre primigenio del filosofar.
       
      2- El instante en que un nombre nace, en que por vez primera se llama a una cosa con un vocablo es un instante de excepcional pureza creadora.
      – La cosa está ante el Hombre aún intacta de calificación, sin vestido alguno de nombramiento;
      – Entre ella y el Hombre no hay aún ideas, interpretaciones, palabras, tópicos.
      – Hay que encontrar el modo de enunciarla, de decirla, de trasponerla
      – al elemento y «mundo» de los conceptos, o palabras. ¿Cuál se elegirá?
      Se trata de crear una palabra.
       
      3- Ahora bien, la lengua es precisamente lo que el individuo no crea
      – sino que halla establecido en su contorno social, en su tribu, en su polis, urbe o nación.
      – Los vocablos de la lengua tienen ya su significación impuesta por el uso colectivo.
      – Hablar es, por lo pronto, usar una vez más ese uso significativo, decir lo que ja se sabe, lo que todo el mundo sabe, lo consabido.
      – Mas ahora se trata de una cosa que es nueva y, por lo mismo, no tiene nombre usual.
      – Hallarle una denominación no es «hablar» porque no hay aún palabra para ella
      – es «hablar uno consigo».
      – Solo uno mismo tiene a la vista la «nueva cosa» y, al elegir un vocablo para nombrarla, solo uno entiende este.
      – Asistimos, a una función del lenguaje que es lo contrario del hablar de la gente o decir lo consabido.
       
      4- Ahora es menester que el que ve por vez primera la cosa se entienda él mismo al llamarla.
      – Para ello buscará en aquel vulgar y coti­diano decir, un vocablo cuya significación tenga analogía
      – ya que no puede ser más, con la «nueva cosa».
      – Pero la analogía es una tras­posición de sentido, es un empleo metafórico de la palabra, por tanto, poético.
      – De donde resulta -¡quién lo diría!- que el hallazgo de un tér­mino técnico para un nuevo concepto rigoroso,
      – que la creación de una terminología no es sino una operación de poesía.
       
      – Viceversa, si reavivamos en nosotros el significado del término técnico, una vez que está constituido,
      – y nos esforzamos por enten­derlo a fondo,
      – resucitaremos la situación vital en que se encontró aquel pensador cuando por vez primera vio ante sí la «nueva cosa».
      – Esta situación, esta experiencia viviente del nuevo pensar griego, que iba a ser el filosofar,
      – fue maravillosamente denominada por Parménides y algunos grupos alertas de su tiempo,
      – con el nombre de «alétheia».
       
      En efecto, cuando al pensar meditando sobre las ideas vulgares, tópicas y recibidas respecto a una realidad, encuentra que son falsas y le aparece tras ellas la realidad misma, le parece como si hubiera quitado de sobre esta una costra, un velo o cobertura que la ocultaba, tras de los cuales se presenta en cueros, desnuda y patente la realidad misma. Lo que su mente ha hecho al pensar no es, pues, sino algo así como un desnudar, des-cubrir, quitar un velo o cubridor, re-velar (= desvelar), des-cifrar un enigma o jeroglífico.
       
      Cuando en el siglo I d. C., vino un nuevo radical descubrimiento, una nueva y grande revelación distinta de la filosofía, la palabra alétheia había gastado ya su nuevo sentido metafórico en siete siglos de filosofía y hubo que buscar otro término para decir «revelación»: este fue, como correspondía a los tiempos ya asiatizados, un vocablo barroco: apo-kálipsis—que significa exactamente lo mismo, solo que recargadamente.
       
      5- Alétheia significa verdad. Porque verdad ha de entenderse como un verbo
      – «verdad» como algo viviente, en el momento de lograrse, de nacer; en suma, como acción.
      – Alétheia = verdad es dicho en términos vivaces de hoy:
      averiguación, hallazgo de la verdad; de la realidad desnuda tras los ropajes de falsedad que la ocultaban.
       
      6- El nombre poético es aquel con que llamamos las cosas en nuestra intimidad,
      – hablando con nosotros mismos, en secreta endofasia o hablar interno.
      – Pero de ordinario no sabemos crear esos nombres secretos, íntimos, en que nos entenderíamos a nosotros mismos respecto a las cosas, en que nos diríamos lo que auténticamente nos son. Padecemos mudez en el soliloquio.
       
      – El papel del poeta estriba en que es capaz de crearse ese idioma íntimo,
      – ese prodigioso argot hecho solo de nombres auténticos,
      – y al leerlo notamos que lo transmitido en sus poesías son idénticos a los nuestros.
      – Por eso le entendemos: porque él, por fin, da una lengua a nuestra intimidad
      – y logramos entendernos a nosotros mismos.
      – La admiración que el poeta nos suscita proviene, paradó­jicamente, de parecemos que nos plagia.
      – Todo lo que él nos dice lo habíamos «sentido» ya, solo que no sabíamos decírnoslo.
      – El poeta es el truchimán del Hombre consigo mismo.
      …………………….

  • oscar varela

    Hola Orestes!Se trata de preparar las mentes contemporáneas para que llegue a hacerse claridad sobre lo que acaso constituye la raíz última de todas las actuales angustias y miserias, a saber:

    • oscar varela

      LA RIDICULEZ DEL FILÓSOFO
       
      1- “Tras varios siglos de continuada y ubérrima creación intelectual y,
      – habién­dolo esperado todo de ella,
      – empieza el hombre a no saber qué hacerse con las ideas.
      – No se atreve, sin más ni más, a desentenderse radicalmente de ellas
      – porque sigue creyendo, en el fondo, que es la función intelectiva algo maravilloso.
      – Pero al mismo tiempo tiene la impre­sión de que
      – el papel y puesto que en la vida humana corresponde a todo lo intelectual
      – no son los que le fueron atribuidos en los tres últimos siglos.
      – ¿Cuáles deben ser? Esto es lo que no sabe.
       
      2- Cuando se están sufriendo en su inexorable inmediatez esas angustias y miserias del tiempo en que vivimos,
      – decir que provie­nen, como de su raíz, de cosa tan abstracta y perespiritual como la indicada, parece al pronto una ridiculez.
      – Al confrontar con ella la faz terrible de lo que sufrimos:
      —crisis económica, guerra y asesi­natos, desazón, desesperanza—,
      – no se descubre similitud alguna.
      – A lo cual yo opondría sólo dos advertencias.
       
      – Una: que no he visto nunca parecerse nada la raíz de la planta a su flor ni a su fruto.
      – Probablemente, pues, es condición de toda causa no parecerse nada a su efecto.
       
      – La otra es ésta: hay cier­tas ridiculeces que deben ser dichas, y para eso existe el FILÓSOFO. (Platón en el ‘Parménides’ declara literalmente, que el filósofo tiene una misión de ridiculez).  
      – No se crea que es cosa tan fácil cum­plirla.
      – Requiere una especie de coraje que ha solido faltar a los grandes guerreros y a los más atroces revolucionarios.
      – Éstos y aquéllos han solido ser gente bastante vanidosa y se les encogía el ombligo cuando se trataba, simplemente, de quedar en ridículo.
      – De aquí que con­venga a la humanidad aprovechar el heroísmo peculiar de los FILÓ­SOFOS.
       
      3- No se puede vivir sin alguna instancia última cuya plena vigen­cia sintamos sobre nosotros.
      A ella referimos todas nuestras dudas y disputas como a un tribunal supremo.
      – En los últimos siglos cons­tituían esta sublime instancia las ideas, lo que solía llamarse la «razón».
      – Ahora, esa fe en la razón vacila, se obnubila,
      – y como ella soporta todo el resto de nuestra vida,
      – resulta que no podemos vivir ni con­vivir.
      – Porque acontece que no hay en el horizonte ninguna otra fe capaz de sustituirla.
      – De aquí ese cariz de cosa desarraigada que ha tomado nuestra existencia
      – y esa impresión de que caemos, caemos en un vacío sin fondo,
      – y por mucho que agitemos los brazos no halla­mos nada a que agarrarnos.
       
      4- Ahora bien, no es posible que una fe muera si no es porque otra fe ha nacido;
      – por el mismo motivo que es imposible caer en la cuenta de un error sin encontrarse ipso facto sobre el suelo de una nueva verdad.
      – Se trataría, pues, en nuestro caso de que la fe en la razón sufre una enfermedad, pero no de que ha muerto.
      – Preparemos la convalecencia.
      ……………………………………………….
       
      5- Recuerde el lector el pequeño drama que en su intimidad se disparaba cuando, viajando en automóvil, ignorante de su mecá­nica, se producía una panne.
       
      Primer acto: el hecho acontecido tiene, para los efectos del viaje, un carácter absoluto, porque el automóvil se ha parado, no un poco o a medias, sino por completo.
      – Como desconoce las partes de que se compone el automóvil, es éste para él un todo indiviso. – Si se estropea, quiere decirse que se estropea ínte­gramente.
      – De aquí que al hecho absoluto de pararse el vehículo busque la mente profana una causa también absoluta y toda panne le parezca, por lo pronto, definitiva e irremediable.
      – Desolación, gestos patéticos. «¡Tendremos que pasar aquí la noche!»
       
      – Segundo acto: el mecánico se acerca con sorprendente serenidad al motor.
      – Manipula con este o el otro tornillo.
      – Vuelve a tomar el volante.
      – El coche arranca victorioso, como renaciendo de sí mismo.
      – Regocijo. Emoción de salvamento.
       
      – Tercer acto: bajo el torrente de alegría que nos inunda fluye un hálito de emoción contraria: es un dejo como vergüenza.
      – Nos parece que nuestra reacción primera y fata­lista era absurda, irreflexiva, pueril.
      – ¿Cómo no pensamos que una máquina es una articulación de muchas piezas y que el menor des­ajuste de una de éstas puede engendrar su detención?
      – Caemos en la cuenta de que el hecho «absoluto» de pararse no tiene por fuerza una causa también absoluta, sino que basta, tal vez, una leve refor­ma para restablecer el mecanismo.
      – Nos sentimos, en suma, avergon­zados por nuestra falta de serenidad y llenos de respeto hacia el mecánico, hacia el hombre que sabe del asunto.
       
      6- De la formidable panne que hoy padece la vida histórica nos hallamos hoy en el primer acto.
      – Lo que hace más grave el caso es que, tratándose de asuntos colectivos y de la máquina pública, no es fácil que el mecánico pueda manipular con serenidad y eficacia los tornillos si no cuenta previamente con que los viajeros ponen en él su confianza y su respeto, si no creen que hay quien «entien­de del asunto».
      – Es decir, que el tercer acto tendría que anticiparse al segundo, y esto no es faena mollar.
      – Además, el número de torni­llos que fuera preciso ajustar es grande y de lugares muy diversos.
       
      – ¡Bien! Que cada cual cumpla con su oficio sin presuntuosidad, sin gesticulación.
      – Por eso yo estoy, súcubo bajo la panza del motor, apañando uno de sus rodamientos más secretos.”
      ………………………..

    • Orestes

      La filosofía, a diferencia de la ciencia, no depende de las contrastaciones empíricas. Esto significa que mientras que todo el trabajo de los científicos gira en torno a si sus hipótesis y sus teorías se ven confirmadas por la experiencia, los filósofos no necesitan realizar esta clase de contrastaciones para desarrollar su trabajo.

      Esto es así porque los científicos tratamos de hallar los mecanismos básicos por los que funciona la realidad, mientras que los filósofos se centran más bien en investigar las relaciones que hay entre ciertos grupos de ideas partiendo de unos presupuestos teóricos básicos.

      La filosofía se basa básicamente en la especulación, en mayor o menor grado, mientras que la ciencia, aunque también incorpora cierto grado de especulación, limita el poder de este a través de la contrastación empírica. Es decir, que en la segunda esas ideas y teorías que no encajen con lo observado y no expliquen las cosas tan bien como otras, dejan de utilizarse, ya que se considera que han llegado a un callejón sin salida.

      En la filosofía, en cambio, es posible dar por bueno cualquier punto de partida teórico (por descabellado que parezca en un principio) si eso permite crear un mapa de ideas o un sistema filosófico que resulta interesante desde algún punto de vista.

      Abrazos Oscar.

       

    • Orestes

      Hola Oscar,

      Te contesté en otro mensaje más largo que no aparece.

      [NOTA DE ATRIO IMPORTANTE: Ya está aprobado, Orestes. Quedó a la espera porque ponías un email ¡totalmente diferente! De manera que se podíanpensar que los pones inventados. Escríbeme desde un correo auténtico a atrio@atrio.org indicando que es tu correo auténtico y poniendo tu nombre y apellidos auténticos. Son exigencia mínima formal. Podrás conservar en público el nombre o pseudónimo que pongas en el comentario y tu identificación completa la mantendré en secreto como moderador. Son exigencias que valen para todos los que participan en ATRIO. AD]

      Pero redecir que, la idea básica es si las teorías científicas son una explicación o interpretación del mundo real, y por tanto nos ofrecen información aproximadamente verdadera del mundo real; o deben interpretarse más bien como herramientas conceptuales para manipular la realidad y por tanto no hay que comprometerse con la verdad literal, ni siquiera aproximada, de las teorías científicas.

      No tiene sentido decir que alguien con formación cultural solo trabaja sobre el arte, la literatura, la filosofía, pero que se puede desentender por completo de la ciencia. Esa persona no tiene realmente una cultura equilibrada o completa porque la ciencia forma una parte fundamental de la cultura. Todo lo que tiene que ver con la tecnología informática y de la información tiene una base científica que se debe conocer. Si no, uno está perdido.

      Abrazos.

  • M. Luisa

    En su teorema, Pitágoras dice que filosofía es poner la vista en lo que se está dando…interesante ¿no?

  • Orestes

    “La teoría puede provocar la experiencia, como la experiencia a menudo rectifica a la teoría”.Antoine A. Cournot“No es posible trazar en ninguna parte una línea y decir: aquí empieza la ciencia”.Herbert Spencer Abrazos Oscar.

  • oscar varela

    Hola Orestes! 

    • oscar varela

      Decía yo que la “filosofía” consiste en las “convicciones personales”,
      – dándome permiso para declarar sin medias tintas: “filosofía eres tú”,
      – que haces ‘convencido’ tu vida.
       
      “Mi compromiso al decir eso, en su sentido más exigente para mí es el de exponer un conjunto de pensamientos que sea filosofía.
       
      1- Pero esto significa dos cosas:
      – primera, que yo he de exponer una teoría lo más rigorosa posible sobre los problemas más fundamentales que suelen denomi­narse filosóficos.
      – Por tanto: que de esa teoría es preciso poder con verdad decir que es filosofía —esta sería su consistencia.
      – Pero segundo, debes exigir de mí no sólo algo que sea filosofía, sino además una filosofía que sea la filosofía que es.
      – Sería interpretar el compromiso en el modo mínimo y más cómodo para mí, limitarme a exponerte una filoso­fía que fue.
       
      2- Pero una filosofía que fue, por lo mismo ya no lo es:
      – tiene la consistencia propia a toda filosofía,
      – pero no es filosofía, no existe.
      – Lo que fue ya no es;
      – con otra expresión, podemos sólo decir de ello que es sido
      – que es en la forma de haber sido.
       
      3- Lo que fue es lo que llamamos pasado.
      –  El lenguaje es impropio cuan­do dice de algo que es pasado
      – porque si es pasado claro está que no es
      –  su ser pasó y se convierte en no ser.
      (Cuando un dolor pasa ya no duele; cuando un amor pasa ya no ama ni estremece),
      – pero el hombre recuerda el pasado, lo tiene presente —o lo que es igual—
      – lo trae a su presente, a su ahora, se lo re-presenta
      – y gracias a eso le inyecta con su ahora un poco de sangre existencial, un poco de ser.
      – El pasado sólo es, sólo existe hincado en el presente, en el ahora.
      – Como que el pasado consiste en ser una de las dos dimensiones del presente;
      – la otra es el futuro.
      El ya no ser y el aún no ser: son ambos no ser
      y viven a cuenta de lo que es ahora.
       
      Por eso, hablando con algún rigor, de una cosa que fue necesitamos decir
      – que no es efectivamente lo que preten­de ser,
      – sino que lo es solo representativamente, espectralmen­te,
      – porque nos recordamos de ella.
      – He aquí por qué digo de toda filosofía que fue que no es filosofía.
       
      4- Nada más cómodo ni fácil que exponer una filosofía que fue.
      – Eso, podríamos hacerlo jun­tos, vos y yo, sin esfuerzo importante —medio dormi­dos, a la hora de la siesta-
      – Eso es fácil porque esa filosofía al haber sido, está ya ahí toda,
      – quieta y rígida, como un paraguas.
      – No hay más que tomarla bajo el brazo y salir a pasear.
       
      5- Pero una filosofía que es,
      – como la que hacemos al vivir desde nuestras ‘convicciones’, no está ahí:
      – lo que es no ha acabado aún de ser, está siendo, está aconteciendo en nosotros, estamos siéndola.
      – No está ahí fuera sino que
      – es nuestra propia persona que la está haciendo.
      – De suerte que propia­mente no es filosofía sino filosofar,
      – estar filosofando, ser, vos y yo, filosofía.
      – Esto sí reclama todo nuestro esfuerzo.
       
      6- El sustantivo filosofía es, como todo sustantivo, una abstracción
      – y es preciso hacer de él un verbo que es lo auténticamente real.
      – En este sentido verbal y verbal activo es como vamos a ser filosofía.
      – Cada cual lo será en la medida que preste atención a sus ‘convicciones’,
      – a aquellas que lo sostienen en su vida personal.
      …………………….
      (Acá agrego algo que ya hube puesto en otro Post)
       
      7- La filosofía que es, para efectivamente serlo, necesita tomar contacto íntimo con la que fue,
      – esto es incuestionable, necesita absorberla y asimilarla.
      – Decir de algo que lo hemos absorbido y asimilado no es sino decir con otras palabras que lo hemos hecho desaparecer.
      – Lo que absorbemos ciertamente lo conservamos en nosotros,
      – pero convertido en algo completamente nuevo, a saber, nosotros.
       
      – Este extraño fenómeno, clave del proceso histórico, se llama ‘absorber’
      – absorber es a la vez conservar y abolir: hacer desapa­recer,
      – haciéndolo integrar en nosotros.
       
      – Más claro es esto con las ideas humanas.
      – La idea nueva se forma en vista de la antigua cuyos defectos evita y supera
      – y esto quiere decir que la idea nueva lleva dentro la vieja
      – merced a la cual ha sido engendrada.
      – Como decir que mientras en la naturaleza las madres llevan en el vientre a las hijas,
      – en la historia son las ideas nuevas, las ideas hijas quienes llevan en el vientre a sus madres.”
       
      Abrazo!

  • Antonio Llaguno

    El problema, a mi juicio, de analizar el asunto de ja consciencia desde posiciones espirituales de tipo oriental (Budistas, brahmanicas, etc…) es que éstas son autoreferenciales se basan en una introspección que se queda en el yo.

    Creo que prefiero una reflexión basada en el “nosotros” es decir no es el “soy” sino en el “somos”.

    Es posible que haya quien piense que lo hago por justificar mi adhesión a la visión cristiana, propia de ja educación recibida y por lo tanto condicionada por ella pero eso no me preocupa. Cualquier reflexión que se haga está condicionada o bien por ella o bien por el rechazo o rebelión a esa educación recibida. Condicionada pues.Lo que pasa es que si pensamos en “somos” y no en “soy” hay que pensar mucho más lejos. Ya no solo es “mi” consciencia sino la del otr@ y como se relacionan y se hace mucho más apasionante.

  • oscar varela

    Buen día Antonio Duato! Te leía:- “me gustaría sobre todo dialogar más a fondo con Isidoro” Y ahora le dices a Isidoro:– “Gracias por contestar.– Pero ahora no estoy para continuar charlando aquí” ¿Dónde y cuándo sino? En el interin salvo el “Gracias por contestar”, le dices:- que no te ha interpretado, y- que tenga “cuidado con su modo de pensar”, y- que ahora estás en ‘otra cosa’ (con dos guías) ¿Pensaste en Isidoro de ser tratado así (una vez más)? Pensando en él y en vos, te escribo esto. Gracias!

    • Antonio Duato

      Me encantaron, Oscar, los bellísimos textos de Ortega y Gasset que aportaste. También quisiera dialogar más sobre ello. Y con Isidoro no te preocupes, que él me entiende y hemos hablado mucho por teléfono. Sobre lo que es religión es que se acepta el término para contraponerlo a espiritualidad o consciencia profunda y él sabe que en eso no estoy de acuerdo. Religión es antes una actitud de asombro y veneración que unas creencias, ritos u organización. Y por eso, con muchos rompedores, que dejaron el rebaño (religioso o cientificista) hace tiempo estoy de acuerdo a seguir manteniendo actitud religiosa, no hibris. Pero ya hablaré más con él y con Vos. ¿Cuándo? ¿Chi lo sá? Mi capacidad de trabajo va disminuyendo para las cosas que aún están a mi cargo…

  • Orestes

    Está muy bien filosofar. Pero me quedo con la concepción científica, vinculada a la salud mental. Existe unas correlaciones de los conceptos de aparato psíquico freudiano, de yo, inconsciente o subconsciente, ello y superyó, con estructuras neuroanatómicas y sus actividades neurofisiológicas con sus correspondientes neurotransmisores.  La idea de una organización supraconciente de la actividad psíquica, ordenada, resolutiva y lógica, que se produce tanto en la actividad consciente vigil como en la actividad onírica, con carácter resolutivo positivo, efectivo y benéfico. Que dicha actividad supraconciente se produce por la actividad de áreas corticales de ejecución como las prefrontales lingüísticas y lingüísticas perinsulares, áreas de confluencias como el giro angular y el pliegue supramarginal y semánticas como las áreas temporales correspondientes asociadas entre sí. Planteamos la importancia de la circulación conginitva y lingüística por estrucutras límbicas, perilímbicas y centrales para la actividad consciente, y la importancia del despertar y la activación de las zonas centrales para la coordinación ordenada y gestáltica del flujo del pensamiento y del flujo cortical de las percepciones, su procesamiento y su asimilación a los datos procesados con anterioridad teniendo como resultado a la vez un procesamiento cortico-central permanente y múltiple, con los correspondientes ciclos psicobiológicos como el de sueño-vigilia que tiene implicancias en los niveles de neurotransmisores y los estados de ánimo del despertar y la actividad consciente vigil.

    Sin tener en cuenta esta asociación  no patológica entre  cerebro mente , es inútil plantearse otra divagación. 

    • oscar varela

      Hola Orestes!

      Comprendo la “ironía” de tu frase inicial: “Está muy bien filosofar

      a la luz de tu frase final: “es inútil plantearse otra divagación“.

       

      Queda, así, la “filosofía” calificada de “divagación“.

       

      ¿No es un poco exagerada tal calificación?

       

      Gracias!

       

      • oscar varela

        Además, Orestes, sin darte cuenta de ello, te contradices.

        En efecto, cuando dices que

        -“me quedo con la concepción científica“; y que

        – hay que tener en cuenta “esta asociación  no patológica entre  cerebro mente”

        estás diciéndonos tu “convicción” personal.

         

        Pues eso es “filosofía“:

        – las “convicciones personales“,

        – “filosofía eres tú“.

         

        Gracias!

         

         

      • Orostes

        Etimológicamente hablando, la palabra Filosofía  significaba “amor por la sabiduría”. Ahora bien, muchas personas asumen que este saber se limita al estudio teórico y académico. No obstante, filosofar va mucho más allá. Aunque no lo creas, yo también aplico la filosofía en la vida cotidiana.

        Empieza con  la duda . Por lo que cada conversación que sea fluida, amplia y enriquecedora sobre un tema en específico puede ser filosófica. Incluso la reflexión individual, producto de la inquietud, también es un acto filosófico.

        Pero debemos limitarla a un ámbito concreto. Y no sobrepasar esos límites.

  • Isidoro García

    Amigo Antonio, yo comprendo perfectamente, tu argumento, de que ¿para qué vamos a cambiar nuestra actitud ante el gran Misterio, complejizándolo todo hasta casi el límite de la intelección, si a mí me va muy bien, con lo que me han enseñado en la infancia?.

    • Isidoro García

      Y llevas toda la razón… casi. Porque hay que tener mucho cuidadito con los cambios por cambiar. Cambiar lo que funciona, es tonto y absurdo.

      (Yo pertenezco orgullosamente a la subraza humana de los “vagos”, y creo que eso de trabajar, está bien, pero solo si es para ganar algo, porque trabajar por trabajar es de neuróticos, y es como tener el baile de San Vito, mucho movimiento… para casi nada. ¡Ojo con muchos activismos!).

      La cuestión aquí, no es el saber más o menos física, sino vivir mejor, y sobre todo hacer las cosas más útiles. Y para eso sirve el progreso en el conocimiento. Saber por acumular conocimientos, es erudición vacía y vana. La cuestión es rozar lo posible en la sabiduría, que es saber lo que importa, lo que nos es útil a todos.

       

      Entrando en harina, yo no digo que el Gran Algoritmo, o el Universo, sean “Dios”, sino que algo de tal complejidad, solo puede ser el efecto de una causa hiperexcepcional, que podemos llamar como “Dios”, o como queramos: Panenteísmo.

      Tampoco digo, que no se pueda seguir utilizando para ese “Dios”, un apelativo mas infantil y más cercano, en esos momentos íntimos en que nos dirigimos a Él. Tú sabes que ante Dios, o te abrumas y paralizas de temor, o utilizas la infantilización para estar más cómodo.

      (Me imagino que será similar a cuando hipotéticamente estás ante un gran personajes: o te envaras y quedas paralizado y soso, o utilizas la “campechanería” intentando ser simpático).

      La evolución de las conciencias, que va engordando nuestra cosmovisión no elimina las anteriores, quedando sólo la última, sino que todas siguen estando en nuestra cebolla-cosmovisión. La cuestión es que tipo de conciencia abunda mas en nuestra vida.

      Es como cuando te compras una ropa nueva, que no tiras las anteriores, que te sigues poniendo, solo que la nueva la utilizas para cuando quieres ir “mejor vestido”, o más guapo/a.

      Los diferentes tipos de “conciencia”-cosmovisión, sirven para adaptarse mejor a las circunstancias en que nos encontramos: Ahora nos interesa ser “integral”, y ahora nos interesa ser “mágico”. Ser absolutamente coherente es como ir con un palo de fregona metido en el culo. Vas tieso, sí, pero no vas cómodo.

       

      Volviendo al principio, una nueva visión del Universo, como el que nos propone indirectamente el panpsiquismo, triunfará si nos ayuda mejor que las anteriores, a adaptarnos a la vida que nos ha tocado vivir.

      En el fondo, por si no se ha dado cuenta alguien aún, es el mismo tema del “no-teísmo”, que no salió, por casualidad en estos momentos, sino porque es una consecuencia lógica de los nuevos saberes de nuestra época.

      Es normal y legítima la resistencia ante los cambios, pues hay que ver que sean funcionales y útiles para vivir mejor la vida, para cada uno.

       

      En resumen: ¿para qué nos puede ser útil el panpsiquismo?. Estrictamente hablando, para nada.

      Lo que pasa es que cuando has empezado a atisbar la inmensa complejidad del Universo, del que somos integrantes, empiezas a intuir, que en nuestra cultura recibida tradicionalmente, hay cosas que no “casan” con tanta complejidad.

      Es como si te has comprado un traje nuevo, que te ha costado un riñón, y de repente al ponértelo, te das cuenta de que la camisa o la corbata que tienes, viejas y con algún lamparón, ya es hora de tirarlas. Hay que estar “a juego”.

       

      Decía hace tiempo, que no hay que confundir las fés: una es la fe en Dios, otra la fe en JesuCristo, y otra es la fe en las Iglesias, y en general en las religiones organizadas.

      El tema del panpsiquismo, no va en contra de la fe en Dios, más bien es un buen argumento, del que “deduce” la existencia de Algo, llámese como se llame.

      Ni va en contra de la fe en Jesús, como el humano sabio que iluminó directamente a la gente de su época, y que aún nos da lecciones utilísimas, quizás superior a como Sócrates, Platón o Zenón, y muchos más posteriores.

      Lo que chirría y desentona con el complejo panpsiquismo ultramoderno, es la fe absolutizada en las Iglesias, que en el fondo no son más que escuelas filosóficas, construídas por un grupo de humanos bienintencionados, y que se arroga el monopolio de la interpretación de las enseñanzas de Jesús, o de otro maestro, (al que casi siempre acaban “divinizando”, como argumento “definitivo”, no para beneficiar a su maestro, sino para potenciar su propia “autoridad eclesiástica”). (Eso lo hacen también casi todas las sectas modernas).

      Una escuela filosófica, expone sus ideas a los demás y las propone a su aceptación. Una religión religiosa, es lo mismo, pero además arrogándose la idea de que esa es la única Verdad posible… porque se la ha dicho a ellos, Dios en persona. Eso ha colado muchos siglos, pero ya no cuela.

       

      En resumen, Antonio, contestando a la pregunta del primer párrafo, creo que haces muy bien en seguir la fe de tus padres, y no intentar hacer demasiados volatines, que no estamos en edad.

      Yo también, tú ya sabes, que a pesar de lo que me encanta el futuro y la tecnología, decidí hace bastantes años ya, no utilizar teléfonos móviles, y dejé radicalmente de conducir, pues mi forma de vida, no los hace absolutamente precisos. Y no sé ni utilizar una tablet.

      Todos, hasta los más “modernos”, conservamos atavismos, (cada uno los nuestros), que nos anclan al pasado, a nuestros orígenes, y nos proporcionan esa estabilidad psicológica, que tanto precisamos. Y para cuatro días que vamos a vivir, hagámoslo lo más cómodamente posible. Yo no aspiro a grandes hazañas personales, simplemente a vivir tranquilo, y poder morir, diciendo: “A Quien me escuche, si está ahí: ¡Ha sido un honor, haber sido integrante de un Universo tan complejo y maravilloso. Gracias!.

      Un saludo a todos.

      • Antonio Duato

        Gracias por contestar. Pero ahora no estoy par contiuar charlando aquí.

        Pero quiero adelantar que estoy absolutamente en contra de lo que bonachonamente me concedes. Que me puedo quedar con lo que me han enseñado de niño y no avanzar. No voy a presumir ahora de haber evolucionado en la inteligencia de esa consciencia de que que soy un ser contigente y finito frente a un Alguien (para mí no un algo) Absluto o Infinito). Llevo una vida entera buscándmeo, cuestionándome, dudando, rebelándome como un becerro en la tienta. Ahora me encuentro profundizando en el misterio, con dos guías que me invitan a ser cada vez más libre y creativo, sin perder mi fe y mi humilde actitud religiosa (cuidado, Isidoro, revisa tu concepto de religión, que no es un sistema cerrado y coercitiivo en absoluto) de adoración y respeto absoluto. Seguiremos…

  • Orestes

    Hace varios años Un equipo de investigadores de la Universidad de Surrey, dirigidos por el profesor  McFadden, publicó una nueva teoría en la revista Neuroscience of Consciousness. Allí, los especialistas manifestaron que la conciencia no se encuentra en el cerebro sino en la energía electromagnética generada por impulsos eléctricos compartidos entre neuronas. El estudio sugiere que la conciencia humana, el producto más complejo de la actividad nerviosa del organismo, no se encuentra en nuestro cerebro, sino más bien en el campo electromagnético de este órgano. “La conciencia es la experiencia de los nervios que se conectan al campo electromagnético autogenerado del cerebro para guiar lo que llamamos ‘libre albedrío’ y nuestras acciones voluntarias”.

    La conciencia está físicamente integrada y es información activa codificada en el campo electromagnético global del cerebro. La conciencia implementa algoritmos en el espacio, en lugar de en el tiempo, dentro del campo electromagnético del cerebro. 

  • oscar varela

    Hola!

    • oscar varela

      Leo en: Darse cuenta de que “somos”
       
      1-El reconocimiento de una realidad última común a los humanos, a todo lo viviente.
      – consiste en darse cuenta de que sencillamente somos.
      – No nada en particular. Somos.”
       
      Digo:
      a) Esta sería la bautizada conSciencia
      b) Es una conciencia 2ª. que sería “construida” sobre la ineludible espontánea (1ª.).
       
       
      2-No se trata de acceder a un estado diferente de conciencia,
      – sino tan solo de darse cuenta de cuál es el fondo del estado común de conciencia
      – “Se trata de un modo de acceder a nuestra identidad profunda
       
      Digo:
      a) Sí, se accede a un estado diferente de conciencia (la conSciencia); la “construida”.
      b) No hay un “fondo de estado común de conciencia”.
      c) No hay “identidad profunda”.
      d) La conciencia no puede meterse por detrás ni fondo de sí misma
      ……………………………….
       
      I- En la mente, al revés que en el mundo presentado por los sentidos, ningún hecho se da de hecho aislado,
      – sino que tan hecho como él mismo, tan patente y primario como él es el hecho de su conexión con otros.
       
      – El hecho fundamental de la conciencia inme­diata es la conexión.
      – La mente es omnímoda conexión:
      – todo en ella se da enlazado, articulado, relacionado.
      – La relación, el nexo, la unidad integrativa y orgánica son el mundo mental puro y sim­ple hecho.
      – El todo es en la vida espiritual antes que las partes.
      – No es el pensador quien tiene, como en la física, que dotar a los hechos nudos de un «sentido» hipotético que ellos no poseen,
      – sino la realidad misma de los hechos mentales quien tiene por su propia cuenta «sentido».
      – El investigador de la conciencia se encuentra, a un tiempo, con los hechos y su explicación, con los fenómenos y la ley.
      – Las leyes físicas son dictadas por el físico a los cuerpos: las leyes de la vida espiritual o mental son dictadas por esta misma al filósofo.
                                                     
      II- La percatación o autognosis descubre que lo que hay en nuestra conciencia es, ante todo y sobre todo, integral conexión, unidad orgánica de cuanto pensamos, sentimos y queremos.
      – Pero, al mismo tiempo, nos hace caer en la cuenta de que esa conexión radical de nuestra mente es la realidad última a que cabe llegar.
      – Todo lo que in­tentamos pensar está ya dentro de esa conexión radical o unidad orgánica de nuestra mente y será resultado y consecuencia de ella.
      – No hay modo de saltar fuera, y es absurdo querer explicar con algún otro nexo imaginario esa conexión radical en que vive y que es nuestra mente.
      – Es ella precisamente el supuesto para explicar todo lo demás.
      – Explicar algo es, en última instancia, mostrar su lugar y papel dentro de la economía viviente de nuestra conciencia, fijar el «sentido» que tiene en la fuente originaria de todo sentido —la vida.
       
      III- ¿Cómo lograrlo? Mediante un método dual.
      – Por un lado, anali­zar las actividades de la mente, según estas se han corporeizado en productos externos como son las ciencias de la naturaleza, de la historia, del Estado, de la sociedad, y en las artes, religiones, polí­tica, industria.
      – Este análisis reduce toda esa vasta fenomenología a ciertos elementos últimos.
       
      – El otro lado del método consistirá en analizar la propia conciencia en su viviente integración y funcionamiento.
      – Esto nos permite descubrir la unidad efectiva en que aquellos elementos, obtenidos en el análisis de las ciencias, se hallan realmente, en que viven y son de verdad,
      – corrigiendo así la óptica falsa en que se presentan cuando los vemos aislados, con la preten­sión cada uno de tener sentido por sí y aislado.
       
      – Hacer esto no es, con otras palabras, sino constituir una teoría del conocimiento o del saber, así natural como de los asuntos mora­les o propiamente humanos.
      – Pero es, a la vez, forjar la teoría de las valoraciones o mundo del sentimiento y la teoría de la adopción de fines o mundo de la voluntad.
       
      IV- El afán de absoluto que lleva al hombre a construir las metafí­sicas, los sistemas del universo, no es un error.
      – El error está en que crea poder lograrlo.
      – Pero aun convencido de su imposibilidad, el hombre seguirá siempre imaginando lo absoluto;
      – se trata de una función esencial a la constitución de su mente.
      – Es decir, que los «sistemas», degradados en cuanto a su pretensión, quedan y queda­rán siempre como un hecho constitutivo de la conciencia humana.
      – Se los llama «visiones del mundo», «imágenes o Ideas del universo».
      – Estas «visiones del mundo» pueden ser es­tudiadas históricamente.
      – Pero, además, cabe preguntarse si esa fauna de «imágenes del mundo», engendradas en la historia, es innumerable o, por el contrario, si pueden todas ellas reducirse a ciertos tipos últimos, siempre los mismos, al adoptar los cuales se han dividido y se dividirán siempre los hombres, condenados, por decirlo así, a moverse perpetuamente en ese repertorio definitivo de radicales maneras de ver el universo.
      ……………………………………….

  • Isidoro García

        El panpsiquismo, sería la idea de que todo en el Universo, está compuesto de materia/energía (intercambiables), e información, como la cara y la cruz, de una moneda.

    • Isidoro García

           Entonces todo el Universo estaría tejido con “información”, que vendría constituído en “quantos”, o “memes” de información, en el mismo sentido que los “cuantos” de materia/energía.
           La “información”, sería algo así como un destilado de la Inteligencia, (la capacidad de conocer algo), y en este sentido equivaldría a la “Conciencia”.
          Con este modelo, por ejemplo una célula sería comprendida como un superordenador, un procesador de información y un sistema de replicación de una fidelidad extraordinaria.
             Y un gen, sería un “conjunto de instrucciones codificadas” por un sistema molecular cuyo fin es llevar a cabo una tarea… o sea una serie de programas informáticos, con algoritmos ad hoc.
           Esa teoría, dibuja un Universo, constituído por una doble perspectiva:
      -una gran red-sistema de materia/energía.
      – y una gran red de información, regida por un gran Algoritmo, que le da sentido.
             Eso ya lo intuyó en 1930, el matemático húngaro John von Neumann, que desarrolló una versión de la teoría cuántica, en la que postula que “el mundo no está construido por fragmentos de materia sino por fragmentos de conocimiento…”.
           Y esto nos da idea de la enorme y “divina” complejidad del Universo, pues como dijo Teilhard de Chardin, en su Principio simplificado de la Complejidad: “La complejidad de un sistema es directamente proporcional a la cantidad de información que controla su arquitectura y su funcionamiento”.
               (Y digo “divina”, porque esa enorme complejidad solo está al alcance de algo misterioso, que muy bien podemos denominar como “Dios”, o “Mr. X”).
           
          Y, ¿para qué nos sirve a nosotros comprender esto del panpsiquismo?. Pues para luchar contra el materialismo tan miope, del que está infectada la cultura moderna, tanto la laica como la religiosa.
              E incluyo a la religiosa, porque no admite la existencia de esta hipercomplejidad, en el mundo natural del Universo, sino que necesita imaginar otro mundo paralelo, “sobrenatural”. (Un Deus ex machina, que hoy día tiene poco sentido).
       
           El panpsiquismo es la clave “física”, de la religiosidad natural, expresada en la espiritualidad laica.

      • Isidoro García

        la creencia en un mundo sobrenatural, se debe a la falta de imaginación suficiente para ver de verdad la inmensidad del Universo. Lo que nos falta es imaginación para “ver” lo invisible.

        • Juan A. Vinagre

          Amigo Isidoro: El breve comentario que haces me recuerda estas palabras de H. Küng: “Una obra tan inmensa, tan grandiosa e impresionante, como es el Universo, tiene que tener un sentido como corresponde a su magnitud.  No puede definirse, limitarse o resolverse con un sentido superficial o frívolo.  Sería un contrasentido”.  Lo dejo así, pero advirtiendo que tus comentarios, aunque no siempre pueda estar de acuerdo, no me parecen ni superficiales ni frívolos.  Un abrazo.

      • Antonio Duato

        Me apasiona el tema e intervendría mucho más -como también en el tema no menos profundo de España hoy- si no me tomara tanto tiempo editar y moderar todo en Atrio.

        Y me gustaría sobre todo dialogar más a fondo con Isidoro, que va a la profundidad de la psique de la mano de Jung y, ahora, de la física de la información. Apunta a una manera cada vez más moderna de nombrar a lo que llamábamos Dios. Nombrarle como cualquier aldeano como “el Buen Dios” no es digno de un hombre moderno, aunque sea el término elegido en noviembre de 1987 por el matemático Grothendieck, cuando, tras mucho meditar y pensar habiendo llegado al sumo de la abstracción matemática, desde su ateísmo anarquista de siempre, llegó a la conclusión de que ese otro que le hacía luz en lo más profundo de su ser era lo que siempre se ha llamado Dios, el de siempre, le bon Dieu. Su libro principal aún inédito pero disponible es La llave de los sueño o diálogo con el Buen Dios

        Yo accedería a designar a ese gran Otro supremo Arquetipo o Algoritmo del Unverso si no fuera un recurso para huir de mi auténtica fe en quien me ha hecho libre, relación viable y algo estable entre unos cuatrillones de átomos (cuántos quarks o queantum?) que aún cambiando han mantenido este sistema vivo concreto que soy yo, al menos en la ridícula duración de menos de cien años solares. Luego, no tengo claro cuál será el destino de esa relación inteligente e incomprensible para mí y para cualquier observador externo más aún, por más físico, biélogo o psicólogo que sea. Yo sé que me inclino de asombro y adoración ante ese Gran Algoritmo o Buen Dios, pues todo mi ser se lo agradezco a Él, reconociendo que el sentido de mi vida es amar y respetar, con solidaridad con todo ser que esté entorno a mí. Cumplir mi misión hasta la consumación de mi vida no es para ganarme ningún premio después. Sino para responsabilizarme frete a lo que sea mejor, no para mi sino para los demás, saliendo de cualquier rebaño o ideología. “Infimos efímeros, pero necesarios” decía mi maestro Légaut que fue seguidor de Jesús a quien reconocía como hombre sobre todo, sin entrar en dogmas sobre de qué manera era “hijo unigético, consulatancial en todo al Dios Padre”. Al fin y al cabo todos somos dioses y no para engreirnos sino para servir a todos, todos, por amor