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Finito e infinito

       De lo finito sólo alguien infinito podría decir algo con total propiedad, pues en su condición de tal infinito llevaría en su interior el conocimiento de todas las cosas, de las finitas y de las infinitas, ya que si le faltaran las unas o las otras, o ambas, no sería infinito en sí mismo. El infinito, pues, debe contener todo, incluso la coincidencia de los opuestos, como dijera Nicolás de Cusa. Nada le falta. Resulta imposible al nada más que humano entrar en esa senda y en ella permanecer sin más sentir, ni pensar, ni desear, ni decir: principio y fin de todas las cosas.

        Del mismo modo, sólo lo infinito puede contener lo pasado, lo presente y lo futuro simultáneamente, pues si le faltara alguna forma de temporalidad tampoco sería infinito. Su presente absoluto no coincide con nuestro tiempo. Allí no está aconteciendo al mismo tiempo que aquí. Por tal motivo, un absoluto presente no sería temporal en el tempo absoluto, sino intemporal, al contenerlo todo al mismo tiempo, simultáneamente, sin el tic-tac del reloj mundano. Por ese mismo motivo, nuestras peticiones nunca pueden llegar al Infinito tarde ni pronto: llegan pasando y pasan llegando. Un infinito en movimiento, como quería Hegel, cuya filosofía de lo absoluto postulaba la necesidad de una secuencia entre su sabiduría de ayer, de hoy, y de mañana, sólo podría darse misteriosamente.

        Sea como fuere, constituye una empresa tremenda y superexcedente la búsqueda, a pesar de los exiguos resultados. Es algo metafísico, que siempre queda más allá. Explicar lo absoluto e infinito por parte de un ser finito no solamente resultaría algo “muy complicado”, sino total, absoluta y mayúsculamente imposible. Sólo lo infinito podría explicar lo infinito, pero esto no podría entenderlo ninguna inteligencia humana limitada, finita y caduca. De ahí también la fascinación que su misma ignorancia nos impone ardientemente: “Dios y el alma deseo conocer, nada más, absolutamente nada más”, dijo Agustín de Hipona.

        Pero además de lo infinito está lo finito. Si lo finito no se hizo a sí mismo, ¿quién o qué hizo lo finito, quién lo echó a rodar, quién le insufló existencia, para qué, hasta cuándo, por qué, cómo? A diferencia de lo absoluto, que sólo es pensable de una manera, la que fuere, dentro de lo finito mismo hay muchos y muy variados grados posibles de percepción, de animación: alma mineral, alma vegetativa, alma sensorial animal, alma intelectiva, y a su vez en cada una de ellas muchas y muy diferenciadas formas, sin que ello impida que cada una de ellas sea energía de mayor o menor potencia, intensidad y dínamis. Una sim/patía o com/pasión universal rige y mueve todo, aseguraba Heráclito de Éfeso y por ello la denominaba Logos, “fuerza para reunir”, y a la que el amargado Schopenhauer designaba “sufrimiento universal”, pues no hay nada que una tanto como el sufrimiento verdadero. En definitiva, de tejas abajo todo está en todo gracias a la fuerza de atracción del Amor que viene de lo alto: en las escombreras, en la demolición misma de lo meramente material florece la fuente de la poesía, como aseguraban los poetas y aedos griegos.

        Por muy grandes que sean las diferencias entre los seres finitos, desde la ameba hasta el ser humano, nada allí puede explicarse totalmente a sí mismo de principio a fin: nada conoce su origen por sí mismo y después de su último suspiro nada se sabe. Por muy complejo que sea su aparato afectivo y cognitivo, nihil scitur, todo es nesciencia. Por grande que sea su autarquía y su autonomía, no pasa de ser una caña que piensa, que ama, y que busca. Lo que ya es mucho.

        Con o sin grandes esperanzas, también las búsquedas son polimorfas, pero es ese deseo suyo de perseverar el que le permite seguir buscando. Poesía, filosofía, teología, exploran por diversos caminos, o incluso por distintas laderas de la misma montaña, tratando de conjugar lo finito y lo infinito, la tierra y el cielo, la muerte y la vida. Solamente en el ser humano se da ese milagro de la prima/vera, la primera y la verdadera que viene, la que para venir a serlo todo no debe querer ser algo en nada.

        No deja de resultar asombroso que arte, religión y filosofía, las tres disposiciones anímicas más elevadas de la existencia humana según la escala de valores diseñada por Max Scheler, sean las gestoras capaces de explicar tanto el secreto del principio antrópico (consistencia de la vida), como al mismo tiempo del principio entrópico (desistencia en la muerte). Quizá la explicación de esa dualidad haya estado bien detectada por los mejores poetas: “Con tres heridas yo, la de la vida, la de la muerte, la del amor” (Miguel Hernández), “todo hombre tiene dos heridas que pelear, con su Leonor y con la mar” (Antonio Machado). El amor es Leonor para morir y mar para infinitizar; es la herida, pues nadie anda más herido que el herido de amor que el tocado por la dorada espina cupídica, esa espiga dorada bajo el sol.

        El amor es la fuente de toda creatividad, es decir, la fuente de donde todo mana y corre, fuerza poiética, del verbo griego poieo, que significa actuar creativamente y que se escribe para ser cantada rítmicamente expresando así los sentimientos individuales del poeta (lírica monódica) o los colectivos (lírica coral). Poeta significa lisa y llanamente creativo.

        Como casi todo está en Grecia, las poesías épicas, versificadas, cantaban las “hazañas de los héroes” pero eran leídas narrativamente por unos poetas llamados aedos o rapsodas (recitadores de poemas) al son de una lira, y no transmitidas por escrito, sino oralmente, gracias a técnicas de improvisación y memorización, entonces tan frecuentes y hoy casi borradas del mapa. Itinerantes iban los poetas poderosos de corte en corte y de ciudad en ciudad recitando los poemas en banquetes de nobles o en plazas públicas ante auditorios numerosos. Las poesías líricas, unas veces al servicio, de la lucha política, como en Arquíloco y en Tirteo, y otras expresando sentimientos personales tales como el deleite de la vida regalada que hallamos en Anacreonte, o la pasión amorosa expresada por la poetisa Safo de Lesbos. Por su parte las poesías dramáticas agarraban con las manos el sudor y las lágrimas de la tragedia humana individual y colectivamente, pero siempre con la esperanza en una resurrección, tal y como lo hacía en el teatro el deus ex machina, un aparato que se pasaba por el escenario para volver a poner en pie a los muertos, heridos o desafortunados de la vida.

        Más allá de lo finito, el infinito, asegura Anna Duart, buena conocedora del debate en este más acá. Pero este transallende del aquende ha de tener un límite, pues de lo contrario ni siquiera habría allende, ya que un allende que es superado por un trans/allende está aún demasiado cerca de nosotros y no pasa de ser un aquende. Sólo es verdaderamente infinito aquello de lo que no tenemos ni la menor idea los finitos. Más allá de lo infinito no ha de haber nada, y si lo hubiere estarían aún tan cerca como la última de las más remotas galaxias, es decir, a la vuelta de la esquina. Ana Duart cree en Dios, al que agradece su presencia ausente en el ser humano, como corresponde a la maravilla de la fe. Creer de este modo es creer sin burla de lo divino. Hay que confiar en Dios sin tomarse demasiadas confianzas.

        De lo hasta aquí dicho existe una única excepción, una excepción de tales magnitudes, que anula todo lo dicho: es el saber del infinito divino en el Padre –a quien nadie ha visto– en el infinito cercano en el Hijo – manifiesto a través de algunos- y presentificado a través del Amor del Espíritu.

        Feliz aquel poeta que, como Ana Duart, nos tiene en pie en este brete y en esta brecha. Yo siempre se lo agradeceré.

       

       

20 comentarios

  • mariano alvarez

    Jean Guitton en su libro “Dios y la Ciencia”, en términos metafóricos expresa que todos tenemos el infinito en el hueco de nuestra mano, a lo que podríamos añadir que lo finito lo tenemos a flor de piel. Por otra parte, no hay un dominio en el que ambos estén más próximos, más íntimamente ligados que en el de la experiencia que tenemos en nuestra existencia, el tiempo.

    Lo finito y lo infinito dejan así de ser magnitudes medibles para ser magnitudes existenciales en la propia persona, realidad que trasciende a toda medida, al ser la persona realidad singular, concreta, única e irrepetible, solamente referenciable a quien le da el ser. Lo finito y lo infinito en la persona pierden su carácter óntico, medible, cuantificable y pesable propio de todo razonar científico, pasando a ser el espacio del sentido de dicha existencia, dándonos la oportunidad de optar por uno o por el otro a través de lo que J. Guitton, llamaba el “absurdo o el misterio”, recogido en su libro bajo dicho título, y que muy bien merece una reflexión paralela a la de este artículo.

    Por otra parte, en el diálogo recogido por Platón entre Critón y Sócrates en relación a la discrepancia entre ambos sobre el amor, este último le responde a Critón que cuando uno se reconoce, no en la superficie de su existencia y sí en la dimensión de su profundidad, es cuando en cada momento de la vida aparece lo finito y lo infinito: ”Lo finito es lo que tu crees sentir; lo infinito es lo que está en tu interior y lo sientes sin sentirlo, lo piensas sin pensarlo, lo quieres sin quererlo”.

    Espero no haber cometido ninguna ironía para no incitar a los mal pensantes como yo a cosa distinta de la que quiero expresar.

    Por si acaso, pido disculpas anticipadas, en especial a los posibles mal pensados que haberlos hailos o ahylos, como prefieran.

  • ana rodrigo

    Ya sé que éste no es el tema del que se trata, pero, ya que Carmen ha mencionado a la recién fallecida María Jiménez, la primera mujer, además famosa, que denunció en el juzgado y públicamente (escribió un libro) y en sus canciones, los malos tratos de su marido y que, reconocidos los hechos denunciados como tales por el juez, no hubo juicio porque, por decirlo de forma coloquial, había había caducado¡! el plazo, aprovecho, una de sus canciones: “de luchar contra la muerte, empecé/a recuperarme un poco, y olvidé/…Y ahora ya, mi mundo es otro/ Se acabó.  Es lo que pasa cuando bajamos a tierra firme. “me importas tú” y la otra y el otro.

    Es lo que tiene la música que alcanza lo inefable cuando ya no hay palabras.    El lema de las campeonas mundiales de futbol femenino contra el machismo, es: SE ACABÓ.

    • ana rodrigo

      Antonio, escribí el comentario directamente aquí, y tampoco me ha marcando los puntos y aparte, lo siento.

  • carmen

    Rodrigo.

    No merece la pena.Nadie más va a hablar.A mí me gustó. Lo vi bien traído. Pues que se quede el infinito sin estrellas, y  que erda el ancho mar su inmensidad. Lo que importa son las personas. Que no se pierda el brillo de los ojos. No sé. Me gustó.Y si de un bolero de Los Panchos, o de los Panchos con Edy Gomerk, que ni siquiera sé si se escribe así, hace esta lectura, pues bueno.

    Me encantan los boleros. Y los tangos, tan recurrentes en Óscar, anda que no he contestado a tangos de Óscar…Da igual.Déjalo.Pues bueno.

    Y qué se le va a hacer?A lo mejor no han oído en su vida a Los Panchos. Por cierto. Ha muerto María Jiménez. Una grande de la canción en España. Busca en internet: se acabó.Te gustará.Porque no únicamente se lucha por parte de los grandes filósofos. Qué va. También estamos el pueblo.

    Que descanse en Paz. Amén.

    • Rodrigo Olvera

      Hola Carmen

      No había visto la noticia del fallecimiento de María Jiménez, hasta que lo has mencionado. De ella recuerdo especialmente un llamado a los andaluces a no dejarse hacer menos por ninguna otra región de España, a seguir hablando como hablan, con orgullo. Dijo algo así como “bienaventurados los que tenemos este habla, porque es el castellano antiguo y el español del futuro”. Ay, me pareció tan lindo cuando la escuché decir éso.  Sí, que descanse en paz. Sí, que su memoria sea eterna.

       

      He dudado de escribir lo que sigue, pero al final me decido a hacerlo. Creo que me entenderás; y otras personas que leen ATRIO me entenderán.

      En 2010 mi análisis de riesgo concluyó que era conveniente poner pies en polvorosa y exiliarme en EEUU. Un año después, el riesgo se había reducido (la persona que representaba el riesgo fracasó en su carrera política y perdió influencia). Yo había hecho nuevos planes de vida, estaba concluyendo una maestría con honores mayores, y apuntaba a intentar incorporarme al Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Recibí entonces una llamada de mi madre, para informarme – contra el deseo de mi padre de mantenerlo oculto a mí- que mi padre había recibido un diagnóstico de cáncer. Regresé a México.

      En 2015 mi madre tuvo un evento cerebrovascular, con los cuidados de mi padre y míos, su demencia vascular avanzó muy lento, mantuvo una muy buena calidad de vida hasta su fallecimiento a finales de 2020. Ese mismo 2020 mi padre fue diagnosticado con Parkinson, que avanzó significativamente pero no tan rápido como pudo ser, gracias a los cuidados que le di. Mi padre falleció a mediados de 2022.

      Durante una década mi identidad principal – más que ser abogado, o defensor de derechos humanos, o educador popular, o académico; que todo éso era también – mi identidad principal fue “soy el principal cuidador de mis padres”. El doble duelo de la muerte de mi madre y de mi padre, con 10 años de tener como identidad principal ser su cuidador, está siendo un reto. Como es de esperar, hay días mejores y días peores.

      Mi relación con mi padre fue muy conflictiva de los 4 a los 3o y tantos años de edad mía; ya como adulto, y con varios años de trabajo interior y terapéutico, pude construir una buena relación con él. De mis años de formación como persona hay recuerdos muy dolorosos respecto a mi padre, y recuerdos muy dulces y hermosos. Muchos de los buenos recuerdos de mi padre están vinculados a la música. Tanto a la música clásica (especialmente Beethoven y Mozart), como los coros del ejército rojo de la Unión Soviética (no era tema ideológico – mi padre era de centroderecha- sino musical), y los boleros de Los Panchos. Especialmente significativo recordarle cantando o escuchando Perfume de gardenia y Piel Canela.

      En cuanto leí el título de este hilo, y conforme leía una y otra vez la palabra “infinito”, mi atención, mi mente y mi corazón  se inundaban con recuerdos de infancia y el inicio de Piel Canela. El sentimiento me desbordó. Sólo alcancé a escirbir el inicio de la canción, llorando y pensando en mi padre. No lo pensé, sólo escribí como forma de externalizar una minima parte de lo que sentía, como homenaje al hombre  que con sus errores y virtudes me dió la vida y me enseñó a amar la música.

      En fin. Como dice la canción “Y así seguimos andando / curtidos de soledad / y en nosotros nuestros muertos / pa’ que nadie quede atrás”.

      Gracias por leerme con buenos ojos.

      • ana rodrigo

        Querido Rodrigo, gracias por compartir tu experiencia. Como decía María Jiménez, “la vida son tres días y dos son nublados”. Un abrazo

        • carmen

          Sí.

          Y según sea tu comportamiento en los días nublaos, dependerá que los días de sol espléndido puedas o no disfrutarlos a tope. Por esos días de sol merece la pena vivir.

  • mariano alvarez

    Mi querido Rodrigo, por mi parte ya dejé también de lado este hilo como tu dices al final de tu réplica, ya que solo he leído tu primer y último párrafo. Jamás he interpretado tus intenciones, solo he dicho que la ironía a secas, sin más, no es un buen argumento cuando no va acompañada de ningún argumento.

    Si me he expresado mal te pido disculpas. Espero que las aceptes. 

  • Rodrigo Olvera

    Mariano Sí me indigna el que elijas pretender que tú sabes mejor que yo cual fue mi intención (¿te das cuenta lo arrogante y soberbio que es pretender que tú sabes mejor que la otra persona cual fue la intención de la otra persona?), y que sugieras que cuando dije que mi comentario no expresaba discrepancia ni con el artículo ni con Carlos lo que yo estaba intentando era no reconocer un error (una vez más, elijes mirarme con malos ojos).  Difiero contigo en que el criterio para diferenciar ironía de humor sea la reacción de las personas que lo escuchan/leen. Hay personas que reciben bien la ironía; y hay personas que se ofenden aún con la más inocente expresión de humor. Independientemente de ello, el único responsable de cómo reacciona ante un comentario es la persona que reacciona ante el comentario. Repito que mi comentario no fue una crítica irónica al texto de Carlos, y ahora agrego que no fue “ironía disfrazada de humor”. Sí que he usado ironía al debatir; recuerdo especialmente haber usado ironía al debatir con Pepe  Sala y con Oscar Varela. Cuando recurro a la ironía, normalmente lo expreso (casi siempre, aunque no siempre, utilizo el emoji de guiño después del comentario irónico, para destacar que es ironía), y siempre reconozco que esa fue mi intención. ¿Por qué elijes creer que tu sabes mejor que yo mi intención, y concluir que además de irónico soy deshonesto (ironía DISFRAZADA de humor), falto de valentía (“es de VALIENTES reconocer el error) e indigno (no ya que me comentario haya sido indigno sino que mi ser sea indgno, con eso de que el INDIGNO es mas digno que su indignidad)? Dices a Antonio que no dudas que sea cierto lo que escribe, de que no vio crítica al texto de Carlos en los comenarios mío y de carmen, para acto seguido insistir en que sí lo fue (es lo qe falta en la CRÍTICA original). ¿Notas lo contradictorio que parece? La aparente contradicción desaparece si como hipótesis se considera que a Antonio le reconoces buenas voluntad y a mí no. Más aún, que a lo escrito por Antonio lo lees con buenos ojos y a lo escrito por mí, no.  Al final de tu comentario a Antonio, parece que difendes tu derecho a pensar mal, responsabilizando a quien escribe de la reacción de quien lo lee.  Escribiste “espero no haber indignado a  nadie”. Como empecé diciendo, a mí si me indignaste. Lo que no haré es incurrir en la soberbia y arrogancia de pretender que yo sé mejor que tú cual fue tu intención. Si tu escribes que esperaban no haber indignado a nadie, no diré que tu intención fue causar indignación, pero que no tienes la valentía de reconocerlo y entonces disfrazas la intención, pero el sólo hecho de que yo haya reaccionado con indignación es prueba suficiente para concluir que tu intención fue indignar. Eso es simplemente contrarioa la razón.   ¿Por qué elegirías actuar así, insistiendo en que mi comentario fue una crítica ilegítima y una falta de respeto contra Carlos y contra toda persona que lee a ATRIO (¿notas lo desproporcionada de tu reacción?) cuando expresamente aclaré que no fue ni siquiera una discrepancia, y cuando reconoces a Antonio como cierta la interpretación de que no había crítica en el comentario?. Tengo una hipótesis. Hipótesis, porque no pretendo conocer como un hecho demostradoo tus movimientos interiores. Mi hipótesis es que los malos ojos contra mi comentario y contra mí  tienen menos que ver con el artículo de Carlos y más que ver con el comentario que hice a un texto tuyo en donde contradije varias de tus afirmaciones abstractas con ejemplos concretos de la vida cotidiana, y tu único “argumento” (ahora que aquí hablas tanto de argumentar bien) fue que tú hablabas desde la Trascendencia. Ya no respondí porque ¿qué dialogo razonable puede haber cuando a ejemplos concretos se responde “yo estoy hablado desde la Trascendencia”?  Sospecho pues – no presentaré mi sospecha como un hecho demostrado – que ahí está parte de la causa por la que elijes no seguir una interpretación de buena fe de mi comentario, como hizo Antonio, y seguir una interpretación que se basa en que yo haya actuado de mala fe.  No necesitas responder a esta hipótesis; revísala si quieres, si encuentras que tiene algo de razón, decide cómo actuar; si encuentras que no tiene ni una pizca de razón. igualmente decide como actuar.  Por mi parte, dejo ya este hilo.       

  • mariano alvarez

    El programa editor sigue sin tolerar mis puntos y aparte.

    • Antonio Duato

      La anterior nota como esta la había suprimido sin más, al editar tu comentario y corregir ese defecto del editor que ya han experimetado otros.

      Por cierto, he notado que si alguien escribe directamente el comentario en el recuadro de formulario, no copiándolo de word, sale bien editado, sea primero o anidado en otro.

      Pero seguid confiando, que yo los suelo reditar correctamente a poco de verlos en la web.

  • mariano alvarez

    Querido Antonio, no dudo de lo que tu dices, pues es tu legítima interpretación de dicho escueto texto en el que eliminas toda duda de mala interpretación del mismo al argumentarlo como así lo haces, y esto precisamente es lo que no aparece en la crítica original quedando la puerta abierta a otras interpretaciones distintas a la tuya, y precisamente esta es la diferencia entre el humor y el sarcasmo, en donde la ironía se balancea hacia uno o hacia el otro lado cuando carece de argumentos que lo aclaren. Con tu explicación confirmas lo expuesto en mi anterior respuesta.

    En cualquier caso nunca viene mal, aunque solo sea por cortesía, el dejar las cosas libres de suspicacias y dudas y cuando no se hace así resulta legítima cualquier otra crítica.La claridad no sobra en el lenguaje, tanto la claridad de exposición como la claridad de intención. Todo lugar de encuentro debería ser respetuoso con ambas.

    Un abrazo. 

  • Antonio Duato

    No vi yo nada de crítica ilegítima ni de ironía ofensiva en el hecho de que a las reflexiones filosóficas-religiosas del porfesor Carlos Díaz se comentase con la referencia a un bolero que resaltaba lo extraodinario que es, de tejas para abajo, el amor concreto de dos personas. 

    Yo no conocía la canción, pero tras escucharla en https://youtu.be/puptOmeVe0Y?t=14 me ha parecido que el comentario era hasta tierno, no ofensivo para nadie. Sobre todo para un autor que, tras varios incidentes con perros, había usado tanta ironía recientemente para relacionarlos con importantes hechos sociales de hoy.

    Espero que Carlos siga presente en Atrio, sobre todo hablándonos de su relación con los más marginados e ínfimos de Centroamérica que él suele visitar.

    Aparte de que para mí, seguidor del itinerario espiritual de dos matemáticos (Légaut y Grothendieck), el infinito y el cero, aún siendo operadores usadísimos de las más elementales matemáticas, encierran enigmas y hasta misterios inalcanzables para la mente de pobres criaturas que es lo que somos todos, desde el mayor al más pequeño ser, desde el más sabio al más ignorante. Y ese creo que era el mensaje que quería trasladarnos Carlos.

  • mariano alvarez

    La ironía y el humor son dos concepto o actitudes que a menudo se confunden, pero que en el fondo contienen profundas diferencias y muy en especial cuando son usados como argumentos críticos. El humor no suele precisar de muchos argumentos ya que siempre suele ser bien recibido por todo el mundo por su carácter positivo no generando ningún tipo de suspicacia, salvo que sí vaya cargado de cierta intencionalidad negativa, con lo que pierde su carácter de humor para pasar a ser un sarcasmo. La ironía sí que precisa de argumentos para inclinar su balanza a uno de estos dos extremos.

    Por otra parte todo comentario en tono irónico que no sea bien argumentado pierde su valor crítico al dejarnos en la sospecha, a la vez que es una actitud despreciativa no solamente hacia quien escribe el artículo, también lo es para todo lector que lo recibe con una actitud crítica. Si Atrio pretende ser “Lugar de Encuentro”, hemos de ser cuidadosos en nuestras críticas intentando argumentar siempre respetando tanto al escritor como al lector que somos muchos y no todos tenemos la piel tan gruesa como para que la ironía sea correctamente interpretada.

    Lo dicho: lo cortés no quita lo valiente y aquí lo valiente , es decir el “valor”, se encuentra en los argumentos y no en ironías disfrazadas de humor.

    También es de valientes saber admitir los errores, pues como suele decir el autor de este artículo: “El indigno siempre es mucho mas digno que su indignidad”.

    Espero no haber indignado a nadie.

  • carmen

    Es que no me pude resistir. Es un bolero que me encanta.Siento haber molestado. Fue algo que no lo lo pude evitar.

    Lo siento.Y, pienso como Llaguno. El infinito es pura entelequia. Ahí todo tiene solución, hasta las rectas paralelas se cortan en el infinito. Dicen.Demasiado para mí.

    Es que vino al pelo, porque la canción sigue diciendo, me importas tú y solamente tú. Y eso se ajusta mucho a mi manera de entender muchas cosas, si sustituimos tú por ‘ las personas ‘ , en realidad es lo único que me importa.No sé de dónde hemos salido. Sé que estamos aquí.

    Otra vez le pido disculpas.  Un saludo cordial.

  • carlos diaz

    Como escritor y como persona pensaba yo que la discrepancia de opiniones es tan legítima como ilegítimos son ciertos “comentarios” a mi escrito del estilo de los dos primeros .  Pero, si esto ha de ser así, pues no puedo hacer nada más, a no ser no volver a escribir, para que los molestos conmigo se queden más a gusto.

    carlos díaz

    • Rodrigo Olvera

      Carlos

      Parece que te refieres a mi comentario. Si es así

      a) concuerdo que la discrepancia de opiniones es legítima

      b) mi comentario no expresa discrepancia con tu escrito, ni contigo como persona

      c) lamento que consideres que hay comentarios legítimos y comentarios ilegítimos

      d) éso de “no volver a escribir” parece una reacción desproporcionada, nuevamente en la línea de oh, yo víctima de quienes se molestan con lo que escribo

      e) lamento que una expresión espontánea de humor te haya causado tanta molestia, en el futuro tendré más presente lo delgada de tu piel.

  • carmen

    Pero el negro de tus ojos que no muera…Y el canela de tu piel se quede igual.. 

  • Rodrigo Olvera

    Que se quede el infinito sin estrellas / y que pierda el ancho mar su inmensidad … 

  • Antonio Llaguno

    De los trabajos de Hilbert, Gödel y Cantor, se deduce que el infinito real físico no es posible y de hecho no existe.

    Cantor consigue reducirlo a la condición de límite que hemos estudiado todos en matemáticas en la educación secundaria básica, y así puede ser utilizado en matemáticas con un significado transferible a otras ciencias pero no deja de ser una entelequia matemática para poder entender ciertas singularidades.

    De hecho, la única realidad física que podríamos decir que se asemeja a un infinito real, que es un agujero negro, no estamos en condiciones de saber que es lo que pasa ahí. No podemos saber que puñetas es realmente esa singularidad (Y por eso los físicos lo llaman singularidad, porque no tienen ni idea de lo que “hay” ahí o de lo que “es” eso, en caso de que sea algo).

    Por eso yo no tengo ningún problema en usar el concepto intuitivo de infinito para describir determinadas “realidades” metafísicas como la omnipotencia de Dios. pero sacar conclusiones del hecho de que algo “es” infinito me parece ir demasiado lejos.