No podía resistirme a publicar este artículo cuyo original envía a ATRIO el autor, Leandro Sequeiros, como Presidente de ASINJA (Asociación Interdisciplinar José de Acosta), aunque personalmente pienso que la reacción suscitada en la sociedad contra el machismo, por una “venial” manifestación, no tiene nada que ver con la banalidad. Es más bien como el movimiento por la igualdad de blancos y negros que surgió de la cabezonaría de una mujer, Rosa Parks, al desobedecer al conductor del autobús que exigía lcumplir la legislación vigente. Unos años después, la gran marcha sobre Washington y I have a dream. ¡Y sigue el supremacismo! Pero tal vez esté equivocado y leeré con mucha atención todos los comentarios. AD.
Hace unos días me publicaron en ATRIO una reflexión sobre el fenómeno mediático del tal Rubiales dentro del contexto de lo que René Girard denomina “el chivo expiatorio”. Desde mi punto de vista, en las sociedades occidentales domina lo que se ha dado en llamar la “cultura de la banalidad”. El vivir para disfrutar, gastar, dar una imagen. Pero eso genera insatisfacción y en muchos casos “culpa”. Y un modo de exonerarse de la culpa es buscándose un “chivo expiatorio”, alguien sobre quien cargo mi vaciedad existencial y mi malestar para que expíe (aquí la expiación es importante) por mí, mis culpas y pecados.
De alguna manera, es lo que ha escrito mi compañero González Faus en Religión Digital y lo que hace años escribió el filósofo Zygmunt Bauman y que intento glosar en Pensadores para los tiempos de banalidad cultural, (publicado en FronterasCTR el 9 marzo, 2022). Decía allí que nuestro mundo occidental vive momentos de banalidad cultural. Los recientes fenómenos de la gran crisis sanitaria provocada por el coronavirus han mostrado que en occidente no tenemos capacidad para vivir la soledad y activar la capacidad de pensar. Un libro del profesor Manuel Fraijó (Semblanzas de grandes pensadores. Conferencias. Editorial Trotta, Madrid, 2020) invita a abrir nuestra mente a las diversas propuestas sobre el sentido de la vida, la reflexión sosegada sobre la realidad, las experiencias de interacción social, de espiritualidad y de trascendencia.
Usar y tirar: la sociedad de la banalidad
Los sociólogos insisten en que hemos construido y estamos construyendo una sociedad cada vez más banal, más vacía, más consumista de evasiones. Tal vez siempre lo haya sido, pero antes se intentaba disimular, se consideraba un hecho negativo, mientras que ahora no hay ningún empacho en aceptar la banalidad. Es una banalidad que abarca muchos aspectos y que se ha infiltrado en el sistema circulatorio de la vida social, aunque probablemente no tenga ese carácter peyorativo que, a priori, pueda parecer, pues el ser banal no deja de ser una opción más de las muchas que ofrece la existencia humana.
Es un hecho que en las nuevas generaciones de ciudadanos occidentales, en general, aumentan las actividades banales; no hay más que fijarse en la forma en que reciben la información, siempre en exceso, pero de forma muy ligera, procesan cantidad de información en soportes de fácil asimilación: en audio o en pantalla, con mensajes cortos, que apenas requieren esfuerzo intelectual, o a través de las redes sociales, que suelen ser el mayor canto que se ha inventado a la banalidad. Las generaciones emergentes huyen de la prensa escrita y, en particular, de los artículos largos de opinión; les basta, en el mejor de los casos, con leer titulares, aunque, naturalmente y gracias a Dios, hay honrosas excepciones.
Esta banalidad se plasma en el ‘usar y tirar’ que tanto se está instalando en la nueva sociedad: se utiliza ropa de usar y tirar, comida de usar y tirar -léase comida instantánea en abundancia, con cantidad de sobras que acaban en el contenedor de basura-, muebles de usar y tirar… hasta parejas de usar y tirar; la vieja costumbre de parejas bastante estables está dando paso a numerosas y sucesivas parejas de duración efímera y escaso compromiso.
Un amigo, tertuliano en medios de comunicación, me comentaba que la banalidad estaba alcanzando a la institución del matrimonio, justificándolo en la facilidad con que muchos deshacen y rehacen sus vidas familiares. Yo no iría tan lejos en la afirmación de que cambiar de pareja sea un asunto banal pero, al menos, plantearía la duda. Llamaba, a esta forma de entender la vida como una sucesión de banalidades, sin gran apego por casi nada y con una gran dosis de provisionalidad, ‘pensamiento Ikea’ y por extensión, a los afectados por esta corriente ideológica, ‘generación Ikea’. Y daba a entender con este símil mueblístico la preferencia de estas generaciones por lo inmediato, sin planteamientos de futuro ni de permanencia, a lo cual, sin duda, colabora la provisionalidad de buena parte de los trabajos y los sueldos de la actual clase trabajadora, que no permiten proyectos estables de futuro, aunque tampoco me parece suficiente motivo para abrazar esa banalidad generalizada en la que está inmersa la sociedad.
Insisto en que, cuando hablo de banalidad, no lo hago de forma peyorativa -uno ya tiene edad suficiente como para no dar consejos a nadie sobre la manera de conducir su vida- sino como una constatación, mezclada con sorpresa, de que los hábitos, sobre todo intelectuales, están cambiando y que el antiguo valor del esfuerzo y la sólida formación está dando paso a la liviandad, a la ligereza… a la banalidad. Opción, por supuesto, absolutamente respetable, aunque, eso sí, a mí no me gusta.
Zygmunt Bauman y la ceguera moral de la cultura
En un artículo publicado en FronterasCTR en 2017 reflexionaba sobre la banalidad en el artículo La ceguera moral de la Modernidad líquida podría arrinconar a las tradiciones religiosas a propósito del sociólogo Bauman fallecido con 91 años. El 9 de enero de 2017 falleció en su casa de Inglaterra el sociólogo de origen polaco Zygmunt Bauman a los 91 años de edad. Desde su punto de vista, la modernidad líquida –como categoría sociológica– es una figura del cambio y de la transitoriedad, de la desregulación y liberalización de los mercados. La metáfora de la liquidez –propuesta por Bauman– intenta también dar cuenta de la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista y privatizada, marcada por el carácter transitorio y volátil de sus relaciones y por unos principios éticos inciertos. El amor se hace flotante, sin responsabilidad hacia el otro, y se reduce al vínculo sin rostro que ofrece la realidad virtual. Surfeamos en las olas de una sociedad líquida que puede licuar incluso a las religiones.
Con anterioridad, en un artículo publicado en Tendencias21 de las religiones 13 de junio de 2012 sobre Zygmunt Bauman, (que tuvo 35 amplios comentarios de los lectores) insistíamos sobre la incidencia que la modernidad líquida podría tender a “licuar” a las religiones desposeyéndolas de su capacidad crítica hacia la sociedad.
Tal como han apuntado los comentaristas, la modernidad líquida es un tiempo sin certezas, donde los hombres que lucharon durante la Ilustración por poder obtener libertades civiles y deshacerse de la tradición, se encuentran ahora con la obligación de ser libres asumiendo los miedos y angustias existenciales que tal libertad comporta; la cultura laboral de la flexibilidad arruina la previsión de futuro.
Este es el sombrío panorama que nos describe Zygmunt Bauman,un sociólogo, filósofo y ensayista polaco. Bauman es ahora muy conocido por acuñar el término, y desarrollar el concepto, de la llamada «modernidad líquida». Junto con el también sociólogo Alain Touraine, Bauman es ganador del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010.
El fallecimiento de Bauman el pasado día 9 de enero a los 91 años, ha vuelto a reavivar el fuego de la polémica sobre sus propuestas demoledoras para la sociedad del futuro inmediato. Por nuestra parte, estamos interesados por la tendencia que marca para el futuro de las tradiciones religiosas.
El último de sus libros traducidos al castellano, la ceguera moral, insiste más aún sobre las consecuencias extremas a la que puede llevar la modernidad líquida: a la pérdida del rumbo moral, a la ausencia de unos principios éticos de validez universal y perenne den cierta solidez al edificio de las sociedades occidentales.
Pero ¿qué lugar puede ocupar la experiencia religiosa en este contexto? Si las religiones suelen ofrecer fortaleza y seguridad, ¿qué se puede esperar en la época de la modernidad líquida? ¿Abre Bauman alguna posibilidad? ¿Hay brotes de un posible retorno de lo religioso (como apuntaba José María Mardones) en un mundo deseoso de certezas?
Los rasgos pesimistas de la sociedad occidental según Zygmunt Bauman
El fallecimiento de Bauman ha reactivado el interés por sus ideas. En un ensayo que nos ha parecido iluminador, 5 ideas de Zygmunt Bauman que retratan a la sociedad moderna, y escrito por Mónica Redondo, se apuntan cinco claves para entender lo que está pasando en nuestro mundo.
Quién no ha pensado alguna vez lo diferente que es la forma de pensar de sus padres o abuelos en comparación con la suya. Han estado casi toda la vida con la misma persona, la misma con la que se casaron cuando las fotos eran en blanco y negro. Han tenido el mismo trabajo desde que salieron de la universidad con 23 años. Y conservan el reloj que les regaló su padre cuando cumplieron los 18 años.
La vida líquida de Bauman rompe con las estructuras fijadas en el pasado. La filosofía de vida, los valores y lo que se considera ético y moralha cambiado radicalmente en los últimos años, a causa de los cambios políticos y sociales ocurridos a partir de la segunda mitad del siglo XX.
En el libro Modernidad líquida, Zygmunt Bauman es capaz de explicar los fenómenos sociales de la era modernay qué es lo que nos diferencia de las generaciones anteriores. A partir del año 2000, año de publicación de Modernidad líquida, el filósofo polaco publica una serie de obras que resumen sus conceptos sobre la realidad que nos rodea: Amor líquido (2003), Vida líquida (2005) y Tiempos líquidos: vivir una época de incertidumbre (2007).
- La realidad líquida de Bauman consiste en una ruptura con las instituciones y las estructuras fijadas. En el pasado, la vida estaba diseñada específicamente para cada persona, quien tenía que seguir los patrones establecidos para tomar decisiones en su vida. En la modernidad, el filósofo polaco afirma que las personas ya han conseguido desprenderse de los patronesy las estructuras, y que cada uno crea su propio molde para determinar sus decisiones y forma de vida. La sociedad actual se basa en el individualismo y en una forma de vida cambiante y efímera.
- En la vida líquida, según Bauman, la sociedad se basa en el individualismoy se ha convertido en algo temporal e inestableque carece de aspectos sólidos. Todo lo que tenemos es cambiante y con fecha de caducidad, en comparación con las estructuras fijas del pasado. Muchas de las cosas que explicó Bauman hace 17 años en su obra Modernidad líquida y las que la siguieron se han convertido en una realidad en nuestros días. El sociólogo logró explicar el funcionamiento de la sociedad actual y determinar la relación de las nuevas generaciones con conceptos como el amor, el trabajo o la educación.
- El amor líquido en la red social Tinder. Muy poco tienen que ver las relaciones de nuestros abuelos con la nuestra. Miedo al compromiso, rollos de una noche, desengaños amorosos… Para muchos jóvenes (y no tan jóvenes) este puede ser el pan de cada día. Para Zygmunt Bauman, estas relaciones son las que dan nombre a su concepto de amor líquido. Según su patrón, el miedo al compromiso y a las cosas a las que hay que renunciar, como la libertad, son la razón principal por la cual existe este miedo a comprometersey a darlo todo por una pareja. La vida líquida es una sucesión de nuevos comienzos con breves e indoloros finales. Las relaciones amorosas acaban convirtiéndose en breves episodios, en los que priva la búsqueda del beneficio personal. Cuando una pareja deja de ser rentable, se deja de lado y se busca una nueva. Ni más ni menos que la filosofía de Tinder. Historias de amor para siempre han ocurrido gracias a la aplicación de búsqueda de parejas, aunque la mayoría de usuarios desliza rostros en su pantalla hasta encontrar el indicado para pasar la noche.
- Ciudadanos del mundo. Si hay algo que no queremos, son ataduras, ni el en amor ni en nuestra forma de vida. En la era moderna, es bastante común entre los jóvenes hacer un viaje de varios meses por América Latina o el Sudeste Asiático, con el objetivo de romper con las barrerasy ser testigos de realidades distintas a las de su país de origen. La realidad líquida de Bauman describe precisamente este escenario, que invita al movimiento, al flujo y a la búsqueda de nuevas experiencias, pero sin echar raíces en ningún lugar. Son ciudadanos del mundo pero de ningún lugar al mismo tiempo.
- No más trabajos para toda la vida. Esta filosofía basada en la búsqueda de nuevas experiencias y ser ciudadano de mundo también se ve reflejada en el ámbito laboral dentro de las sociedad líquida. Nuestros abuelos y padres entraron a trabajar en una empresa cuando acabaron la universidad, y se jubilaron en el mismo lugar 40 años después. Las personas no quieren ataduras ni en el amor ni en el trabajo, según Bauman. En la actualidad, no existe el llamado trabajo de nuestra vida. Los empleos son cambiantes y el mercado actual necesita renovacionesdentro de las empresas cada poco tiempo. Por otro lado, Bauman identifica en sus obras la necesidad de cambio en los trabajadores, a los que se les reclama cada día más volatilidad y capacidad de trabajo en diferentes áreas. Las empresas buscan a personas volubles, con capacidad de reinventarsey que puedan viajar a otra ciudad cuando sea necesario. Personas que lo den todo en el trabajo aun sabiendo que pueden ser reemplazadas en cualquier momentosi no cumplen con las expectativas.
Es oportuno, importante e incluso necesario recuperar la capacidad de reflexión sobre el sentido de la vida
La figura de Bauman y la oportunidad del libro del profesor Manuel Fraijó Semblanzas de grandes pensadores. Conferencias. Editorial Trotta, Madrid, 2020), nos invita a leer para repensar nuestra vida. Una sociedad que tiene el peligro de “encefalograma plano”, que solo piensa en pasarlo bien, evadirse, consumir y usar y tirar, necesita algún tipo de revulsivo como el mismo Fraijó insinúa. Los recientes debates en Europa sobre la necesidad de volver a introducir la formación filosófica en los currículos educativos de secundaria nos abren a la esperanza.
En el largo, fatigoso y a veces estéril camino de la reflexión no estamos solos. Muchos hombres y también mujeres (pero estas apenas aparecen en los libros de texto de filosofía) nos han precedido. No vamos solos sino que avanzamos sobre lo que otros han elaborado antes.
Los medios de comunicación y las revistas de cotilleo se centran sobre el morbo de si “el pico” fue consentido o no.. Pero evaden el fondo del problema: la crítica a una sociedad donde la cultura de la banalidad, del vivir bien, del individualismo, del amor líquido, y en el fondo de la insatisfacción y de la huida de los grandes relatos.
Y una sociedad y unos medios incapaces de impulsad otra cultura, la cultura de la búsqueda de valores para la transformación de la sociedad hacia la justicia, la equidad, el respeto a nuestro hogar la Tierra y la desaparición de las desigualdades.
Gracias Rodrigo.
Es que ese es el problema de la sociedad machista. Porque todos estamos de acuerdo en que un asesinato de una mujer por su expareja, cuando están afrontando un tema de separación, es un asesinato. En esas cosas extremas, salvo algún partido político de extrema derecha que niega la existencia de la violencia machista, todos coincidimos.
El problema radica precisamente en lo que se considera banalidad. De eso podemos hablar prácticamente todas las mujeres. La destrucción psicológica de la mujer dentro del matrimonio, se considera asuntos de pareja. La víctima de esa situación no se da ni cuenta, porque lo tenemos interiorizado, las cosas son así. La esposa, esposa es. Tendrá que adaptarse al marido. Ley humana, ley divina, y el concepto de banalidad va que vuela en muchiiiiisimos casos: hija, así hay milloooooones de maridos, me dijeron una vez. Y es cierto. Y no es fácil afrontar ese sentimiento de soledad cuando ves que…en fin. Te das cuenta de que muchos y muchas piensan que son asuntos banales.
Pero claro, de repente no va tu marido y te mata. Eso no es así. Todo empieza con banalidades y cuando te plantas, entonces la maté, señor juez, la quería taaaantooo que no lo pude resistir.
Estamos en una sociedad machista. Eso es así. Y cambiar según qué cabezas es de todo menos fácil. Pero en ello estamos muchos. Muchísimos. Y por supuesto muchísimas. Estamos como despertando. Eso lleva su tiempo,.
Estoy súper orgullosa de mi país. La presión social es definitiva. Y, ahora, que los jueces o quienes corresponda, diriman. Eso les toca a ellos y a ellas. La respuesta social ha sido increíble.
Te dije que había dimitido. Lo dábamos por hecho, pero no. Pensaste que no lo iba a hacer y a día de hoy sigue sin dimitir. Porque lo considera una banalidad. Cosas de mujeres histéricas que seguramente ese día tienen la regla.
Esto es así. Pero podremos con ello. Lo sé. Gracias al apoyo social. Porque guardar silencio de nada vale. El apoyo se demuestra hablando.
Gracias otra vez.
La violencia contra las mujeres – así sea la posibilidad debatida de que haya habido violencia contra una mujer en una situación concreta – es una banalidad. Contradecir la campaña típica de destruir moralmente a la víctima – especialmente para afirmar que no hay víctima- otra banalidad. Exigir consecuencias es carencia de valores sociales.
Parece que lo único que no es banalidad, el único tema moralmente responsable de discutir, es la conformación de Gobierno. Y es importante la conformación de Gobierno para tener un gobierno que atienda los temas y valores sociales importantes como combatir la violencia contra las mujeres, en vez de que llegue al Gobierno un partido que afirma que el tema de la violencia contra las mujeres es una banalidad. Muy coherente todo. Muy serio. Muy responsable. Muy ético.
Sobre Girard: no sólo no es aplicable a Rubiales porque Girard afirma que el chivo expiatorio es inocente pero la función social pacificadora impide que reconozcan su inocencia (Faus lo sabe, porque escribió explícitamente sobre la inocencia de la víctima sacrificial en la obra de Girard; como sabe que no se puede proclamar la inocencia de Rubiales, afirma ahora que no necesariamente la víctima sacrificial es inocente basta que sea “menos culpable”), sino que tampoco es aplicable porque el acto se construye de manera que se interpreta que la víctima se sacrificó voluntariamente por el bien de todos, y definitivamente aquí nadie piensa que Rubiales se está sacrificando voluntariamente; pero especialmente no es aplicable porque la función social del chivo expiatorio no es esconder sentimientos de culpa como pretende Leandro, sino pacificar a la sociedad. El esquema es: la violencia entre los grupos A y B en una sociedad determinada ha escalado tanto que pone en riesgo a la sociedad en conjunto; entonces A y B se alían (reconcilian) para atacar a C, que es la víctima inocente. Lo que pacifica a la sociedad no es en sí misma la muerte de C, sino la alianza entre A y B contra un tercero. Esto se ve reflejado por ejemplo en el Evangelio, cuando dice que los fariseos y los herodianos (grupos con fuerte antagonismo en tiempos de Jesús) se pusieron a tramar como destruir a Jesús. Si Rubiales fuera un chivo expiatorio conforme al sentido de Girard, entonces veríamos a grupos enfrentados radicalmente (feministas y manadas; podemos y vox) aliándose contra Rubiales. La persistencia del debate público POLARIZADO sobre este tema prueba que Rubiales no es un chivo expiatorio que esté pacificando a la sociedad española.
Sobre Zygmunt: efectivamente escribió sobre la liquidez y la banalidad. Ahora, reducir la agresión contra Jenny (¿han notado como Leandro en sus dos artículos nunca nombra a Jenny, mientras que a Rubiales sí?) a un tema de cotilleo de medios de comunicación, éso sí que es banalidad. Pretender que el problema de fondo de la violencia contra las mujeres es consecuencia de la sociedad líquida además de banalidad es falso, porque ha habido violencia contra las mujeres antes de la sociedad líquida.
Que haya quien aproveche esta situación para su propia agenda (medios de comunicación, políticos) no convierte en banales ni los hechos ocurridos ni las reivindicaciones de justicia; por tanto, dar la lucha por la víctima, aún en los medios de comunicación no sólo no es banal ni es carecer de valores sociales sino que es éticamente responsable cuando se tiene el valor social de la igualdad no sólo como tema teórico de clases sino como criterio de acción práctica.
Habiendo tantos temas en medios de comunicación que sirven de cortina de humo – los resultados del fútbol mismo- sobre los que nunca ha escrito Leandro artículos denunciando que son cortina de humo, ¿por qué escoger precisamente el debate social sobre el persistente machismo violencia contra la mujer para señalarle como cortina de humo? ¿por qué no escribir sobre la banalidad usando las notas de sociales sobre la nobleza española?
Querido Leandro, tu artículo hubiera sido perfecto si no hubieses dado lugar a que la conducta de Rubiales pudiese ser una banalidad más, que, al mismo tiempo, -aunque parezca una paradoja-, para que la repercusión haya sido en to-do-el-mundo y en organizaciones nada sospechosas como la ONU y UNICEF, tendrían que haberse conjurado todos los astros como para considerar que es una cortina de humo. Como dice Carmen, quizá haya que ser mujer para comprender estas “banalidades”, que, haberlas haylas en cantidades industriales, pero, pienso yo que no hay que “mezclar churras con merinas”. Lo dije en uno de mis comentarios, a mí no me pegaba el nombre de Rubiales con las banalidades que desarrollaste en el artículo.
A lo largo de la historia todo el machismo ha estado conformado de lo que alguien diría, banalidades, tonterías de mujeres, cosas de mujeres, ¿de que te quejas si te trato como una reina, pero… “el que mando soy yo”.
Hace bien poco años, Aznar, metió un bolígrafo entre los pechos a una periodista que le interrogaba, y quedó en la sociedad como una banalidad, además, graciosa
Repito, si tu artículo sobre tantas banalidades como existen, no lo hubieses mezclado con Rubiales, hubiese sido otra cosa.
El machismo de Rubiales fue, el beso a Jenni, el publicar un relato de los hechos adjudicándoselo a Jenni sin ella tener nada que ver con el mismo, el presionarla para que saliera con él en el vídeo para que él quedase bien públicamente, el impresentable y solemne discurso victimizándose él y convirtiendo a Jenni en verdugo; además de testimonios de otras mujeres que sufrieron su machismo más el manifiesto (previa revuelta de las jugadoras unos meses antes) de que las jugadoras no acudirán a la Selección y declaran huelga otras jugadoras que no están en la selección (no pueden estar todas manipuladas a la vez),si no cambian las autoridades machistas que las han dirigido.
También he dicho en su momento que una cosa son las sentencia judiciales y otra, la ética. Digo esto porque desde que el TAD ha dicho que la falta sólo ha sido grave, determinada opinión pública, piensa que es inocente. Ya veremos en qué termina la cuestión, pero de momento, la repulsa ética ha sido mundial, y esta repulsa ha sido el mejor gol que se pueden adjudicar las jugadoras de futbol femenino.
Leandro, un abrazo cordial.
Diría que el tema no es si el beso es o no consentido. Hubo una reunión televisada después. Diría que, ademas, entra de lleno en el debate político. También diría que estamos un poco asustados, o quizás asustadas, por que este asunto se considere banal.
Leí la insoportable levedad del Ser. No sé si se ajusta a las repercusiones que esta situación ha provocado. Está escrito hace muchos años y quizás todo el tema de El Machismo entonces se considerase una banalidad. Dudo que en la actualidad kundera así lo considerase. No sé.Desde luego para mí, no lo es. No lo ha sido nunca. Quizás haya que ser mujer para entenderlo. En fin.Opiniones.
El pasado dia 24 de agosto publiqué en Atrio una primera reflexión sobre el caso Rubiales. https://www.atrio.org/2023/08/el-chivo-expiatorio/ En el mismo aludía a la posible relación de todo este asunto con la teoría del Chivo Expiatorio de René Girard que me parecia de interés para explicar por qué en esta sociedad se sacaba de quicio este asunto. Este articulo provocó un aluvión de comentarios que agradezco. Por ello escribí este sobre Rubiales y la cultura de la banalidad. Sigo pensando que nuestra sociedad (e incluso los poderes políticos) tienen interés que los medios y las redes sociales estén al rojo vivo discutiendo si el beso fue o no consentido.. Es típico debate de una sociedad vacia de valores sociales. Y esto es una cortina de humo para que no pensemos en que hay que elegir un Presidente de Gobierno. Como diria mi amigo Rafael Diaz Salazar vivimos una sociedad con una cultura que fomenta la ceguera (para no querer ver la realidad global tal como es) y el olvido (para no recordar la inconsistencia y nuestro modo de vivir pendiente del consumo) “La insoportable levedad del ser”, que diria el recién fallecido Kundera, hace que la vida parezca insoportable y hay que desviar la mente hacia otras cosas livianas, banales.. Y encontrar chivos expiatorios a quienes echarles la culpa de nuestra frustración.. Creo que una reflexión de este tipo es oportuna..
Lamentable la situación que se ha vivido en La Vuelta a España. Cómo se puede jugar con la integridad física de los corredores colocando clavos y chinchetas en las curvas que han producido numerosas caídas y los intentos por verter a la carretera 400 litros de aceite al paso del pelotón. Pero cómo se puede reivindicar nada de esa manera?, no son nacionalista ni catalanes son delincuentes y degenerados psicópatas. También en el Tour de France, en su etapa de San Sebastián, intentaron colocar chinchetas, lo que me avergüenza como Vasco y como muy aficionado al ciclismo.
No José Miguel, no.
Son delincuentes, degenerados, psicópatas… y nacionalistas catalanes.
Si eres aficionado al ciclismo (Yo no lo soy. Soy absolutamente incapaz de hacer más de 300 m en bicicleta) sabrás lo peligrosa que es esa protesta.
Y el problema está en el nacionalismo. En cualquier nacionalismo.
Yo tuve un profesor (Organización, Economía y Derecho en la Escuela de Ingenieros Técnicos Industriales de Embajadores), D. Guillermo García Pérez (Willy), nada sospechoso de ser un reaccionario retrógrado de derechas pues fue refundador del PSOE cuando la Transición en Aragón (Era maño) que afirmaba que detrás de todo fascismo hay un nacionalismo y viceversa. tanto que nos animaba a escribir “nacionalismo” siempre con “Z” mayúscula (NaZionalismo).
Mi amor por la ortografía es superior a la devoción que tengo por las tesis de Willy (Aunque me fue muy bien con él. Me dio Notable, que en la EUITI y en su asignatura, eran palabras mayores) pero creo que está muy bien traída la “Z”.
Y repito, que luego llega, María Luisa y se enfada conmigo, TODOS los naZionalismos.
No tengo por qué enfadarme contigo, Antonio, me basta con sumarme a lo afirmado por José Miguel. Pero déjame decirte una cosa: tu corta visión para los nacionalismos sin duda alguna me empujaría a ponerte un zero patatero en esta materia. Creo que te sería conveniente esforzarte en comprender que no es lo mismo un nacionalismo como proyecto unitarista y atávicamente antimoderno alérgico a las naciones históricas como el español y aquel nacionalismo que reivindicándolo no hace más que constatar su identidad.
Me da igual si te enfadas o no, María Luisa. Era sólo un apunte irónico que no cambia lo que pienso.
Todos los nacionalismos son detestables, todos, porque todos los nacionalismos son excluyentes y basan esa exclusión en algo tan poco importante como el lugar de nacimiento de alguien.
No pienso esforzarme lo más mínimo en tratar de diferenciar entre un nacionalismo catalán y uno español. No me gustan ni el uno ni el otro y ambos me parecen un cáncer para la convivencia entre ciudadanos de ambos territorios.
La Constitución se hizo bien. Se consensuó y la votaron todos los españoles (Concretamente en tu tierra ganó por un 90,6 % el Sí. la tercera más alta de España solo por debajo de Murcia y Andalucía) y para cambiarla deberéis cumplir la ley que dice cómo debe cambiarse.
Vaya por delante que si alguna vez se convoca ese referéndum de forma legal yo votaré que sí a la separación de Cataluña (Siempre que se compense económicamente a España por el dinero enviado allá sin compensación alguna, exactamente igual que se hizo con el Brexit) porque no me gusta obligar a nadie a ser lo que no quiere ser y eso vale para homosexuales, heterosexuales, transexuales, nacionalistas catalanes y militares sin graduación, pero haciéndolo bien, cumpliendo la ley y tratando de no deteriorar la convivencia.
Lo mismo será entonces, cuando sufráis las consecuencias de matar la gallina de los huevos de oro, cuando querréis volver y lo mismo entonces es España quien no quiere (Igual que en el Brexit).
Los nacionalismos separan y no integran y lo bueno es integrar no separar.
NOTA: El “España nos roba”, no solo no se sostiene ni econométricamente, ni matemáticamente, ni socialmente; sino que da pie a racismos del tipo de despreciar a las “comunidades pobres” (Cosa que soléis hacer a menudo) y yo como nativo de una de ellas (Soy manchego aunque viva en una comunidad rica, Madrid, que me acogió con las puertas abiertas), a las cuales, todos, los españoles hemos decidido ayudar solidariamente.
Y un/una cristian@ debería tener eso en cuenta
Una aclaración importante. Aunque me veáis muy rotunda defendiendo la igualdad entre hombres y mujeres, os confieso que yo no nací siendo feminista y pasé muchos años sin saber ni lo que era el machismo ni lo que era el feminismo. Con los años, fui enterándome, informándome y leyendo todo lo que pillaba para aprender. Nadie nacemos “sabidos”, así que ánimo a quienes se les están abriendo los ojos en este momento. Es otro gol de las campeonas de futbol femenino que han producido esta revolución global de lo que les estaba pasando, y de que queda mucho por conseguir en esta sociedad. Abrazos, perdonadme si soy tan tozuda, pero las causas justas, hasta el final.
Pues posiblemente Rubiales no es el “monstruo”, considerado por gran parte de la prensa y de la sociedad; sus actos no fueron realizados porque fuese un ser con un machismo innato, sino porque esta inmerso en un sistema que ha tolerado y consentido esas actitudes, lo que le convierte en un hombre banal, es un sujeto que actúa en un determinado ambiente, el fútbol es un ambiente propicio. Su banalidad hace que no sea consciente de sus acciones.
Perdón no había visto la referencia en letras negrillas
Perdón por si me equivoco pero este artículo tiene mucha similitud con otro que leí hace tiempo https://www.larioja.com/opinion/sociedad-banal-20190220003651-ntvo_amp.html
Por favor.Rosa Park era una activista proigualdad de derechos entre blancos y negros. No era una señora que se negó a sentarse de repente en un autobús de blancos y y se negase a levantarse. No es así. Una referencia para Martín Luther King Jr.
Y sí todo sigue igual, cosa que no creo porque ya pueden ir negros a la universidad, supongo que no a todas, aquí en España tampoco pueden ir todos a las mismas universidades, fue gracias a dos o tres muchachos y a alguna muchacha que decidieron matricularse, buena se armó.
No es cierto que todo siga igual. No es cierto que lo que hizo Luther King no valiese para nada, lo que sucede es que a veces los sueños no se cumplen hasta mucho tiempo después.No es cierto que no avancemos.No es cierto que vayamos a peor. No lo creo. Retroceso? Es posible, pero ya tomarán impulso.
No. Nada que ver con Rosa Park. En absoluto.
No sé qué ha pasado, se ha quedado el texto cortado al final, pero no cambia la idea, abierta a otras claro está. Gracias.
Gracias, Mónica, por compartir de nuevo tus interesantes comentarios.
Gracias, Antonio por traernos a la memoria el testimonio y la valentía de una sola mujer, Rosa Parks, que se llevó por delante la discriminación de las personas por el color de su piel oficialmente, aunque todavía persista el problema en todos los países del mundo, pero se sabe que ni es ético, ni justo, ni legal. Gracias también por esto que dices, Antonio: “ pienso que la reacción suscitada en la sociedad contra el machismo, por una “venial” manifestación, no tiene nada que ver con la banalidad”.
Efectivamente, no me casa el título de este artículo poniendo a Rubiales junto a la palabra banalidad y a las banalidades diversas, lo que indica que el beso de un hombre a una mujer sin su consentimiento, sea una banalidad. No salimos del atolladero!!!! Por favor, léanse el artículo de Miguel Lorente El piquito, por Miguel Lorente Acosta (infolibre.es). No banalicéis con algo tan grave como es el machismo, estudien, lean, infórmese, pero no solapen el problema del machismo con otras cuestiones que también son graves, pero, no por eso hay que rebajar el problema del que estamos hablando. Es como si alguien dice “tengo insuficiencia renal “ y le contestan, Uf, hay cosas peores, mi amiga tiene cáncer”, cada cosa en su sitio, los dos son problemas graves.
Es cierto que aún no hay, que yo sepa, sentencias judiciales, pero ¿la ética ha dejado de existir de repente porque hablamos la libertad, la dignidad y el respeto a las mujeres?. Como decía Rodrigo ayer “ la herida no la provoca el contacto de lengua o la duración del acto, sino la vulneración del espacio de libertad, seguridad e integridad personal. Señores, que el machismo no tiene decimales. Bueno, pues con todo lo que llevamos dicho, parece que la cuestión se sigue minimizando, se solapa, se compara con tras cuestiones, se ridiculiza, se duda de una imagen en la que no vemos el diálogo que dijo Rubiales haber tenido con Jenni, se han manipulado una foto queriendo hacer ver que Jenni levantó Rubiales del suelo, este señor utilizó a sus hijas menores haciéndolas llorar, ha habido denuncias de jugadoras cuando ya no tiene miedo al jefe,, pero él, se toca los hue…os, se ríe de todo el mundo, revictimiza a la víctima para pasar la victimización a él mismo. No hagamos lo mismo que él, no pongamos el nombre de Rubiales al lado de la palabra banalización. En fin, yo no me canso nunca en defender una causa justa, pero es que ya no sé qué más decir para poner cada cosa y cada persona en su sitio. Efectivamente, el machismo está agarrado, cual garrapata, en el subconsciente individual y colectivo. Aprovechemos para ponernos al día. El clamor feminista de hombres y de mujeres a nivel mundial está rompiendo las barreras del sonido
Estoy totalmente de acuerdo con los razonamientos que voy leyendo en Atrio sobre lo que representa el feminismo y exige en su reclamo ético y político, cultural y social. Aprendo mucho y me interpela más. Hace tiempo que intento compartirlos desde dentro de mi ser y hacer. No me gusta nada el artículo de Gz. Faus, y van dos o tres al respecto.
Y no quiero que lo anterior suene a excusa. Pero equiparar el caso de Rosa Parks con el de Jenni Hermoso, me parece un supuesto de consistencia social y ética distinta. Por eso que el caso se ha transformado en el caso Rubiales, este sí que está “a la altura” del conductor del autobús de Rosa y desde hace mucho tiempo -yo sí lo sabía-, y pienso que lo que ha convertido el caso en tan despreciable, en absolutamente injusto y paradigma definitivo del atropello a la dignidad de una mujer y de las mujeres, es la televisión y la legítima y necesaria lucha del feminismo.
Las imágenes testimonian universalmente un abuso machista claro y lo transforman en “el abuso”. Rubiales se la estaba ganando a pulso hace tiempo, ¡entre el silencio de todos!, y su abuso, una vez televisado, se convirtió en bomba atómica. Pero mi idea es que como “caso prototípico de indignidad absoluta contra la mujer”, no aguantará el paso del tiempo porque tiene algunos elementos de inconsistencia claros. Por eso hay que ir más allá en la interpretación de la injusticia de lo que la propia Jenni concienció en el lugar. Tengo datos, pero prefiero darles el valor de un momento de euforia en que se disculpa erróneamente casi todo. Quien ha jugado una final al fútbol y la gana, lo sabe. Mal hecho, mal hecho, mal hecho.
Sigo aprendiendo y mucho.
No voy más allá sobre si esto deber ser así… o no ¿Será el caso prototípico al modo de Rosa Park? No lo creo. Habrá otros más relevantes y claros. Para mí tiene más fuerza que es “el caso Rubiales”, porque representa lo peor del machismo anidado en la sociedad española de hombres con poder.
Un saludo.