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‘Si no lo veo no lo creo’ o a la inversa

Distaciándose de la inmediatez de acontecimienntos, Mariano nos sigue invitando a buscar una visión más profunda de la persona y de la comunidad. Esa visión a que nos abre la fe y confianza personal ¿nos impide ser realistas o nos abre a la verdadera realidad? AD.

“Si no lo veo no lo creo” o “Si no lo creo no lo veo “

He aquí un dilema que, llevado al ámbito de la persona, el ser humano, es un dilema moral ya que es el único ser de la naturaleza que debe responder de su naturaleza, es decir, es responsable moral de su existencia, para bien o para mal.

El hecho moral inaugura en la persona su libertad sobre sí, dejando en sus manos su destino y convirtiéndole en un ser singular, único, concreto e irrepetible. De él derivan todos sus deberes y todos sus derechos. Deberes y derechos para consigo mismo y para con todos sus congéneres. El hecho moral es intrínsecamente un hecho relacional. – De la democracia formal a la democracia moral « ATRIO.

El hecho moral confiere a la persona la responsabilidad de su autonomía existencial a la vez que le abre el espacio de posibilidades para cumplir un fin, pues sin finalidad no hay moralidad. La sola necesidad es fin en sí misma y ésta es el límite de su libertad. La libertad exime a la persona de su estricta necesidad posibilitándole disponer de sí en un espacio de nueva creatividad por encima de toda necesidad, incluso la de su propia existencia. La persona es dueña de su existencia para poder ser responsable de su vida. Persona, entre el dolor y el sufrimiento « ATRIO

En este dilema se enfrenta el creer al ver y el ver al creer en una relación categorial de primacía entre ellos, siendo esta relación determinante y aparentemente excluyente de una en favor de la otra. Es evidente que la elección con cada acto que realizamos en nuestra existencia determinamos dónde reside nuestra percepción de lo que llamamos realidad o verdad y sobre la que nos asentamos para ejercer nuestra praxis cotidiana y además para planificar nuestro futuro. ¿Dónde nos apoyamos más, en lo que vemos o en lo que creemos?

Con la mirada materializamos y damos forma a todo lo que el resto de sentidos orgánicos nos aportan, pero aún precisamos algo más, precisamos darle sentido de convicción para rescatarla de una realidad inerte. Nada existe sino por algo y para algo. El sentido es el valor que damos a lo que vemos, sin valor acabarían desapareciendo de nuestra vista. El valor amplía y dota de prioridades electivas a las cosas que vemos, condicionando y muchas veces determinando su elección o su rechazo. La persona es un dinamismo continuo entre elección y rechazo en el que toda elección implica una renuncia. El ser humano, la Persona es un ser que elije y a la vez renuncia por encima de su necesidad. Temporalidad y futuro del ser humano « ATRIO

El sentido de convicción es lo que determina nuestra creencia que no es más que dar crédito, es decir, poner nuestra confianza en algo o en alguien fuera de nosotros al otorgarles un valor que siempre está orientado a un futuro por muy inmediato o lejano que éste sea. El presente es siempre potencialidad, es tensión hacia el futuro que aún no se ve, pero se desea, fundamentado y apoyado en actos de fe que posteriormente cristalizan en convicciones y en creencias. Vamos construyendo nuestra realidad y nuestro mundo a la vez que ellos nos van construyendo a nosotros en esa relación mutua en la que la razón pregunta por el sentido de la convicción (creencia) y ésta por el valor de la realidad que vemos.

Es evidente que la realidad no está ahí fuera acabada y esperando que nuestros sentidos sean capaces de percibirla. El niño en sus primeros estadios de vida no conoce, no porque no tenga sus dispositivos sensoriales o sus tejidos nerviosos o sus centros neuronales perfectamente formados, sino porque le faltan los sistemas categoriales de referencias informativas y formativas que diferencien lo que sus sentidos perciben para así poder experimentar realidades nuevas, categorizándolas, recreando y reconfigurando su nuevo mundo, su nueva realidad. El mundo y la realidad crecen en la medida que el conocimiento del ser humano crece. El suyo propio y el de su circunstancia, como decía el filósofo. Un Mundo sin Tiempo « ATRIO.

En la persona, el ver y el creer sobrepasan toda facticidad objetivable de lo que llamamos realidad. Tanto lo que vemos como lo que creemos siempre nos ocultan algo. Es como si toda realidad estuviese envuelta en un cierto pudor, como reservándose algo para sí e invitándonos a entrar en ella desde nuestra libertad para que la descubramos desde nosotros y no desde una imposición autoritaria y exteriormente desligada de nosotros. La realidad se nos ofrece siempre respetuosamente abierta, y es por ello que nuestra actitud frente a ella es más un mirar para ver y una fe para creer. Esta actitud modula nuestro ver y nuestro creer sobrepasando siempre lo que vemos y lo que creemos.

Se suele decir que uno solo ve lo que le interesa ver. El primer grumete de la carabela que gritó ¡Tierra a la vista! después de estar varios meses deseando que apareciese, ¿fue el que mejor supo mirar o el que más la esperaba y deseaba? Verdaderamente detrás de toda mirada hay un acto de fe. Recordemos al ciego Bartimeo el hijo de Timeo que esperaba ver a Jesús a pesar se su ceguera y que lo vio mejor que nadie al ser el primero que lo proclamo en público gritándole: ¡Jesús “Hijo de David” !, expresión mesiánica que le reconoce como el Mesías, el esperado y que a pesar de estar ciego le vio mucho más profundamente que todo el gentío que le acompañaba. Su ceguera física no le impidió verlo con mucha mayor intensidad que la de las demás miradas, recobrando posteriormente la vista….

Si tuviéramos fe como Bartimeo contemplaríamos la profundidad de las realidades de la vida antes de su brote ante nuestros ojos, antes de su imposible objetivación que siempre es como una coraza que oculta su esencia en espera de que la fe nos devuelva la profundidad de nuestra mirada.

El ver y el creer en la persona son dinamismos vivos y no estáticos y sí abiertos a su singularidad, a su libertad y a su responsabilidad. Nuestra forma de mirar y nuestra forma de creer conforman nuestra forma de proyectarnos en el mundo. Somos la urdimbre de la realidad del mundo, en él nos percibimos y él siempre nos devuelve nuestra mirada.

Queremos construir un mundo feliz, un mundo en el que todos nos sintamos libres, en el que nadie sufra, en el que todos tengamos de todo y aquí es donde comienzan nuestras desgracias y la del mundo que nos rodea y que a su vez construimos y en el que a su vez nos vemos, nos reflejamos. El mundo siempre nos devuelve nuestra mirada sobre él.

Hemos puesto nuestra mirada y nuestra fe en el tener en vez del ser, y en el poseer en vez del dar y compartir, y que luego tratamos de normativizar toda la realidad creando un mundo objetivamente estructurado a base de leyes y más leyes. La libertad que todos buscamos acaba siendo encajonada en la ley, es decir la prostituimos. La libertad en la persona solo tiene un límite, el de su responsabilidad libremente asumida. Nos hemos dejado llevar por la coraza con la que la hemos objetivado, resultado de la miopía que nos limita el acceso a su intimidad, confundiéndola con la verdadera realidad privándonos del pudoroso misterio que ofrece a nuestra libertad. La realidad en la persona siempre nos espera con los brazos abiertos, nunca se nos impone, siempre es fiel a nuestra libertad y responsabilidad.

“Llegando a Betsaida le presentan un ciego y le suplican que lo toque. Tomando al ciego de la mano, le sacó fuera del pueblo, y habiéndole puesto saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: ¿Ves algo? Él alzando la vista dijo: ´Veo a los hombres, pues los veo como árboles, pero que andan´. Después le volvió a poner las manos en los ojos y comenzó a ver perfectamente y quedó curado, de suerte que veía de lejos claramente todas las cosas” (Mc 8, 22-25).

Vamos por este mundo de Dios como miopes y/o hipermétropes tratando de evitar la ceguera, pero despreciamos a quienes nos pueden ayudar y enseñar a ver: ¿Cuántos ciegos volvieron para agradecerle su curación y que pronto la perdieron creyéndose que ya veían?

Mientras que nuestras miradas no sean el reflejo de Quien nos devolvió la vista y seamos agradecidos seguiremos corriendo la suerte de en qué o quién nos vemos, haciéndonos imagen de lo que vemos y creemos.

¿Que todo esto no lo entiende querido lector?, no se lo discuto, es una evidencia palpable. Aquí entonces permítame preguntarle nuevamente ¿dónde se ubica usted en el dilema de esta reflexión?

23 comentarios

  • Isidoro García

    Amigo Santiago, no pienses que la tomo contigo, sino es que tocas unos temas y unos planteamientos, que son cruciales, para entender todo este batiburrillo confuso de lo religioso.

    Pérez Andreo, comentando un libro de Peter Berger, sobre la secularización, dice que según Berger, la modernidad no conduce necesariamente a la secularización, pero sí al pluralismo.

    Y según Pérez A. este pluralismo nos genera una fuerte inquietud interna, pues estamos diseñados para la homogeneidad cultural de la tribu.

    Y para combatir esa inquietud, se buscan dos posibles falsas soluciones, o alternativas fallidas: el fundamentalismo y la otra el relativismo, ambas son un intento por evitar el pluralismo. 

    El fundamentalismo pretende acabar con la inquietud, restaurando certezas amenazadas, el relativismo acaba con la inquietud, negando la mayor: no hay ninguna certeza.
    El fundamentalismo balcaniza; el relativismo socava el consenso imprescindible para la existencia de una sociedad. 

    Yo creo, que aquí está uno de los quids de la situación actual. La sociedad y la cultura se van complejizando paulatina y acumulativamente. Y los esquemas tribales de épocas pasadas, deben irse modificando a su vez, bajo el riesgo de obsolescencia, disfuncionalidad y pérdida de eficacia social.

    Hoy día, ya no son las creencias cognitivas, lo que otorgue coherencia y consistencia al grupo, sino que en una sociedad hipercompleja, hay que sustituirlas por el reconocimiento de la realidad de que la mente humana es plural en grado sumo.
    Porque hay dos tipos de relativismo, como el colesterol: el bueno y el malo. El malo, es el relativismo del escaso conocimiento cognitivo de la realidad. Cuando sabemos poco, porque no nos hemos esforzado en ello, todo es casi lo mismo.
    Se necesita una cierta penetración en la realidad, para comprender que casi todas las ideas tienen su parte de realidad y su parte de error. Y eso es el “buen” relativismo.
    Yo creo que el buen relativismo no acaba con la inquietud existencial, sino que la asume y normaliza. La vida, no es como nos gustaría que fuera, es como es. Y de nada sirve cerrar los ojos como el avestruz, ante la realidad. En eso consiste la verdadera madurez del humano.
    Porque si no lo hacemos así, acabamos enredados en todo un laberinto de falacias, “inventando historias que rellenen los huecos que necesitamos rellenar, creyendo y contando cosas, que en realidad no sabemos”. (Pablo Malo).
    Que es lo que decía Shakespeare, “la vida es un cuento contado por un idiota, (que se los cree -mío), lleno de ruido y de furia, y que no tiene ningún sentido”.

    Y la fe tradicional muchas veces es una forma espuria de evitarnos la inquietud existencial natural del buen relativismo. Un tapa-angustias. Y es válida y legítima, para la “fe del carbonero”.
    Pero si uno quiere profundizar un poco más en las cosas, es claramente insuficiente y hasta “infantiloide”.

    Porque por otra parte, los religiosos, debemos reconocer, (aunque no nos guste), la triste realidad del “silencio”, (o “ausencia”) de Dios.

    Una ausencia, que quizás en realidad no es tal, aunque si lo aparenta, debido a la naturaleza muy misteriosa de la acción de Espíritu, en la historia humana.                                                                                            Por eso Bonhoeffer, decía: “El silencio de Dios se ha convertido en una experiencia embarazosa para la mayoría de cristianos. Tener fe parece una cosa arriesgada y difícil, y aún imposible”.
    Y más adelante diría: “No puede haber fe sin riesgo”.

    (Por eso es importantísimo comprender bien la verdadera dinámica del Espíritu, y de sus manifestaciones, que no son siempre como parecen, o nos han dicho y nos creemos).

    Un fuerte y afectuoso saludo, a ti, y a todos.

    • Antonio Llaguno

      Amen, Isidoro, amén

      Suscribo completamente este comentario.

    • Santiago

      Muchas gracias Isidoro por tu comentario, por tu amistad y afecto. Sin embargo, nunca pienso que “la has tomado conmigo” sino que deseas exponer tu opinión de la misma manera que yo lo hago aquí ahora.

      Pero el cristianismo, con sus adeptos, no se basa en meras inquietudes sino en hechos reales, y auténticos,  trasmitidos por testigos fidedignos como ninguna otra creencia es capaz de documentar por tantos siglos y con tantas referencias históricas y teológicas además del martirio por la FE.

      Por otra parte, no me considero fundamentalista si eso se entiende por anacrónico, estático o retrógrado. Pero si que quiero ir siempre a la esencia del cristianismo como fundamento de la fe. Creo cierto cambio de la praxis  sin que perdamos la esencia leyendo así la Escritura para que no se diluya  su verdadero sentido y propósito salvifico.

      No soy relativista puesto que ello conduce inexorablemente a un caos moral ya que si cada cual tiene una opinión moral diferente y no existe una norma standard perenne,  entonces el orden social desaparecerá y será inútil mantener un sistema legal y moral  justo.

      Y esto se demuestra cada día cuando los medios informativos transmiten los crímenes más espeluznantes e inusuales de esta sociedad relativista,como la epidemia mundial de suicidios infantiles y de adolescentes, nunca antes registrada en la historia universal.

      Y es que el relativismo no encuentra ninguna solución a los problemas existenciales en un mundo que quiere quedarse en un puro reduccionismo a la materia  que no es más que disolverse en la nada, ya que aquella está destinada a desaparecer por el aumento progresivo de la entropía ¿Que puede ver un niño o adolescente en el mundo de hoy que le haga concebir una esperanza de supervivencia perenne o de fe en falsos valores?

      La muerte de Dios es un solo un deseo de acabar con algo que nos molesta y que vemos como un ataque a nuestra libertad. De otra manera no habría tanto empeño en seguir hablando de algo que “ya ha muerto” Pero el concepto es el que persiste y también molesta a ciertos elementos.

      El silencio de Dios es aparente pues Dios nos habla de muchas maneras como en la Creación del Cosmos que reveló un Diseñador Inteligente en Sumo grado, y en Jesucristo donde la Revelación fue máxima puesto que lo invisible se volvió visible con Su venida.

      El hecho que parte del mundo rechace a Jesús de Nazaret como hijo de Dios,  no lo invalida como Verdad y el que sea el medio único y ordinario de salvación porque nadie “va al Padre sino a través del Hijo”. Aunque haya muchas maneras de acceder a Jesús aunque ni siquiera nos demosb cuenta, ya que el amor verdadero solo proviene de Dios.

      Un saludo cordial. Disfruto leyéndote.

      Santiago Hernández

  • Ana PIERA ORTS

    A veces me pregunto en qué o quién creo, porque si mis días están en parte marcados por el efecto de la oración, y eso acaba siendo determinante –utilizo aquí el mismo adjetivo que Álvarez ante la relación del dilema que plantea- y mi devenir se orienta hacia el agradecimiento por la Vida y hacia las acciones amparadas bajo la enseñanza de alguna parábola -como la del hijo pródigo, pongo por caso-; en cuanto me asomo a ciertas lecturas, me abrazo a ellas como si fueran mi último gran hallazgo, cuando en realidad son lecturas que guardo durante años y años y que, de tanto en tanto, las saco de la vitrina de mis tesoros y las vuelvo a ojear, para cerciorarme de su amplitud reflexiva.

    Este sería el caso de un texto de Clement Rosset del que extraigo unas líneas: “Nada más frágil que la facultad humana de admitir la realidad, de aceptar sin reservas la imperiosa prerrogativa de lo real. Esta facultad falla con tanta frecuencia que parece razonable imaginar que no implica el reconocimiento de un derecho imprescindible –el derecho de lo real a ser percibido-, sino que más bien es como una especie de tolerancia condicional y provisoria. Tolerancia que cada cual puede suspender cuando quiera, tan pronto como lo exijan las circunstancias (…) Asimismo, lo real no se admite sino bajo ciertas condiciones y sólo hasta cierto punto: si abusa y se muestra desagradable, se suspende la tolerancia. Una interrupción de la percepción pone entonces a la conciencia a cubierto de cualquier espectáculo indeseable (…) Naturalmente, este rechazo de lo real puede revestir formas muy variadas”.

    Entre las técnicas al servicio de semejante negación, Rosset apunta las fórmulas del suicidio, la locura (con diferentes modalidades, todas ellas para obtener una cierta protección más o menos eficaz con respecto a lo real) o la ceguera voluntaria.

    Estas notas de Rosset me sirven de apoyo para seguir el hilo al dilema que plantea Álvarez “si no lo veo no lo creo o, si no lo creo no lo veo” porque cabe la opción de “no poder ver” o de no creer aún a pesar de tener la evidencia frente sí.

    El recorrido que presenta Álvarez, como siempre con apariencia sinuosa al ir enlazando cada uno de los conceptos que maneja –ese parece ser que es su estilo: una espiral que crece como una trenza que, a cada poco, engancha y nuevo mechón de cabello, para enlazarlo con el resto-. Se inicia con la persona como dueña de su existencia, sigue con la posibilidad de elegir que siempre implica una renuncia, añade la convicción de la persona que le permitirá ir construyendo su realidad y su mundo, al tiempo que ese mundo la construye desde una mutua relación, recalando en una libertad que todos buscamos y que acaba siendo encajonada en la ley.

    Pero esa libertad para Álvarez solo tiene el límite de la responsabilidad libremente humana. Y esto parece que así si lo conectamos con su afirmación de que “verdaderamente detrás de toda mirada hay un acto de fe y concluye su recorrido apuntando que “mientras nuestras miradas no sea el reflejo de Quien nos devolvió la vista y seamos agradecidos, seguiremos corriendo la suerte de en qué o quién nos vemos haciéndonos imagen de lo que vemos y creemos”

    Visto así solo podrían ver la realidad quienes primero afirmen creer en Cristo, quien devuelve la posibilidad de ver y no sólo mirar a Bartimeo. Y eso para mí es una afirmación posible, porque es desde el agradecimiento desde donde quiero asomarme al mundo que me circunda. Pero ¡Ay! y en qué esquina podré reencontrarme con mis amigos no creyentes, pero si humanamente responsables, sinceros, trabajadores y que vienen luchando cada cual, en sus espacios, porque creen que “otro mundo es posible”. ¿Cómo voy a sentarme junto a ellos y pensar que no pueden ver la realidad porque sus ojos están cegados, cuando tal vez sencillamente es que ellos llevan puestas unas gafas diferentes a las mías? Y si fuera que, no siendo amigos míos, sí me he relacionado con alguna persona que al no tolerar la realidad que ve decide cegarse como opción personal y libre.

    El respecto por toda vida y creencia me invita a pensar que para creer no necesito ver como tampoco necesito ver para creer. Me bastaría con respetar y, si me fuera posible, incluso amar.
    De todos modos, Mariano Álvarez, aunque mi reflexión parezca una objeción total, en realidad me ha servido, como en anteriores ocasiones, para abrirme un camino de reflexión, corto, pero un camino que me hace sentir la alegría de saber que caben tantos seres dispares en mi realidad.

    Gracias, Álvarez, por abrirme tantas puertas.
    Un afectuoso saludo.

  • mariano alvarez

    Si por verdad entendemos lo que da razón de la realidad, es decir aquello que explica el “por qué” de la realidad es tal como es, entonces exigimos la existencia de muchas verdades porque la realidad es múltiple en la persona. No todos percibimos lo que denominamos por realidad de igual forma. La razón científica y la razón filosófica así lo evidencian cuando profundizan en su búsqueda de la verdad. En este camino hablamos de verdades contingentes, verdades ajustadas a acontecimientos concretos y no a acontecimientos universales y absolutos. Tengamos en cuenta que la libertad propia del ser humano modula la realidad con su praxis cotidiana. En cierto modo somos creadores de realidad y no solo existe un “por qué” también existe y en mayor medida un “para qué”. La persona es una realidad moral  que le hace distinguir el bien del mal sujetos a su libertad y que le hace responsable de cada uno de sus actos con los que va creando realidades para bien y para mal. La verdad nos evidencia para bien y para mal el valor de la realidad que ponemos en la realidad, y la verdad demanda sin excusas una finalidad. Sin finalidad la verdad carece de sentido, y esa finalidad es la que finalmente marcará su verdad para su bien o para su mal.

    ¿Hay acontecimientos universales?, ¿acontecimientos con carácter absoluto que demanden una verdad absoluta?.

    Lamento no disponer en este momento de posibilidad para explicitar este aspecto. las circunstancias y los medios me lo impiden. Pero dejo abierto el tema… para quien quiera añadir algo al respecto. 

    • M. Luisa

      Querido Mariano, había ya leído un poco por encima tu artículo  a poco de publicarse hasta creo que algún comentario hice, a quienes no he leído y  no por desinterés, sino  por falta de tiempo han sido  los compañeros atriero/as en las  respuestas que te han dado. Intuyo que estos, empero por el modo como empiezas tu último comentario, han configurado todo un intransitable laberinto.  Si por verdad entendemos lo que da razón de la realidad, es decir aquello que explica el “por qué” de la realidad es tal como es, entonces exigimos la existencia de muchas verdades porque la realidad es múltiple en la persona. Les ha dominado mucho en sus planteamientos el tema de la verdad, supongo que instados  por Santiago.

      No hay nada que así en seco explique el porqué de la realidad. La pregunta por el por qué no nos viene provocada por la realidad, sino por  las cosas que hay en ella. Naturalmente, las cosas en lo que tienen de reales ellas  (no por lo que nos agradan)  y en la medida en que las escuchemos, estas  nos irán dando (o no) la razón y con ella también la verdad. Pero tanto una como la otra son de las cosas, no fruto de nuestra razón. Así pues, y  por supuesto solo  desde mi punto de vista,   puedo aceptar  tu afirmación sobre la exigencia de muchas verdades,  pero no porque la realidad sea múltiple, sino rica en el dar de sí de las cosas.

      Bien, solo hasta aquí porque la mañana veo que  se me viene encima!

       

      Recibe un afectuoso saludo.

       

       

  • Isidoro García

         Amigos Santiago, (y Antonio), aunque parezca otra cosa, estoy contigo en un 90 %. Pero redundo en lo que dice Antonio Ll. aunque piensa que soy un poco relativista, pero no es así, sino realista. 

    Hasta tal punto estoy de acuerdo, que mi investigación personal, estos últimos años, me ha llevado a pensar que el Universo, (y detrás puedes poner a un Dios teísta, un Dios deísta, o no poner nada detrás, como cada uno prefiera), dirige a sus integrantes, siguiendo una línea marcada: las leyes del Universo, que van más allá de las leyes físicas y biológicas.

    Y dentro de esa “dirección” general, a nosotros, como seres inteligentes de mismo, se nos ha dotado en nuestra naturaleza, de una guía cognitiva sapiencial, de la estructura de la realidad de las cosas, que es lo que podríamos definir como “la Verdad”. (Y es lo que comúnmente, las religiones llaman “la voz del Espíritu”, o “la voz de Dios”).

    Lo malo es que Dios o el Universo, han querido que esa sabiduría perenne que tenemos en nuestro interior, se cristalice y manifieste concretamente en nosotros, mediante su interacción con los conocimientos culturales adquiridos en cada momento histórico.

    Y este estado de la cultura humana, es históricamente muy variado, y muy erróneo. Y eso convierte a esa voz del Espíritu, en un fenómenos psicológico y espiritual, muy plural, diverso, y disperso. 

    O sea que la Voz del Espíritu, es una y veraz, pero las interpretaciones de cada humano de esa voz, es plural y “relativista”. Y con el añadido, de que cada uno cree que tiene una interpretación perfecta. 

    Esa es la realidad espiritual humana, (según mi opinión). Y ante tamaña incertidumbre, las mentes humanas, que necesitan seguridad cognitiva, como el comer, se autoconvencen de que su idea es la buena.

    Y de ahí el origen de las muchísimas religiones, y de que el humano, se autoengañe, depositando su confianza en “alguien” o “alguienes”, que según dicen ellos mismos, son los depositarios de la auténtica interpretación de la Voz del Espíritu.

    O sea, que según mi opinión, la “Verdad” existe grabada en nuestra mente subconsciente, (el “espíritu”), pero las religiones, (todas), son interpretaciones humanas, mas o menos acertadas respecto a la Verdad. Jesús no fundó ninguna Iglesia.
    Esto, dicho en cuatro palabras, es la confusa  historia de las religiones.

    En este maremagnum confuso de creencias diferentes, la Ciencia, intenta, difícilmente, poner un poquito de orden, colocando una serie de puntos de apoyo mas objetivos, en todo el entramado de creencias. Y cada vez, pone mas puntos de apoyo, hasta que pronto, dispongamos de unos cimientos culturales mas firmes, para apoyar nuestros sistemas mentales.

    Esa es la breve historia de las relaciones de Ciencia y Religión.

    Pero solo es mi opinión personal, un planteamiento que me hace perfectamente compatible la espiritualidad trascendente, con la autonomía personal y con la liberación del yugo religioso, que no es más que un adoctrinamiento ideológico de unos señores sobre otros.

  • Isidoro García

    Amigo Santiago, ¿Cuántos rusos nativos, son católicos, si no han nacido en ambiente católico, y cuantos marroquíes son cristianos, en el mismo caso?. No niegues la evidencia. Ni te tires pegotes.

    Porque ¿te atreves a decir que si tú no hubieras nacido en ambiente cultural católico, te hubieras convertido al catolicismo?.

    Aún aceptando la gracia de Dios, que mueve los corazones, ¿no te parece muchas casualidad, que el Espíritu promueva cristianos en Europa y musulmanes en Africa a cien kilómetros de distancia?.

    Mira esa disonancia cognitiva que te pasa, la explicaba muy bien, Simone de Beauvoir que al volverse atea, dijo que sentía como si el mundo se hubiera quedado en silencio.

    Y es que la iglesia Católica, y el resto de religiones organizadas, son especialistas en meter “mucho ruido cultural”, con el objetivo de no dejar pensar a sus integrantes, “para evitar tentaciones” de posibles deserciones entre sus integrantes.

    Pensar por tu cuenta es peligroso… especialmente cuando ya hay unos que piensan por ti. 

     Ayer, se nos ofrecía un artículo sobre la verdadera humildad en San Ignacio, y se decía que identificó tres grados de ser amorosamente humilde.

    En primer grado, sigues la ley de Dios para tomar buenas decisiones morales.
    El segundo grado de humildad es estar abierto a lo que se te presente: Desprenderse deliberadamente de los deseos impropios, ensimismados y egoístas que te ponen en primer lugar total y siempre.
    Y el tercer grado de humildad, que él dice que es el más perfecto y, por lo tanto, el más difícil de lograr, es
    elegir rutinariamente el camino correcto, en lugar de simplemente someterse en obediencia a la autoridad de otra persona, o ser indiferente.
    Pero este tercer nivel, la Iglesia no lo ofrece a la mayoría de sus miembros. Al contrario, lo estigmatiza, como individualismo egoísta y soberbio. (¡Aquí solo pensamos nosotros!).

    Y para evitar que se note tanta contradicción, lo mejor es ruido, mucho ruido, mucha tinta de calamar.

    • Antonio Llaguno

      Isidoro,

      cualquier estudioso de la antropología del hecho religioso estará de acuerdo contigo en que la cultura, en la que nace uno, es factor determinante en su religión . Cualquier estudioso honesto, claro.

      Pero yo estoy muy de acuerdo, también, con Santiago, al menos en lo esencial.

      Me pondré yo mismo como ejemplo. Yo me considero un hereje, un católico heterodoxo. Si hubiera nacido en Marruecos y hubiera recibido una educación similar (Si hubiera crecido analfabeto, ¿Quién sabe? Porque la cultura e instrucción, que no educación, también es determinante) sería una musulmán… igual de heterodoxo y hereje.

      Porque lo significativo en mi caso no es la religión sino la actitud rebelde ante ella.

      Y luego debes reconocer que existen “los conversos”. Tu mismo, educado seguramente en religión cristiana, has derivado por otros caminos; caminos por los que es muy difícil que yo transite algún día pero que para ti son los óptimos o los adecuados. Bienvenido sea.

      Quiero decir que tú mismo eres el ejemplo contrario a lo que defiendes.

      Yo prefiero pensar que la religión se puede estudiar de forma sociológica, colectiva, pero la fe (Que es lo importante) es necesariamente individual lo cual no es inconveniente para que se viva colectivamente; pero es necesariamente individual. La fe es la respuesta de cada individuo a su particular e intransferible relación con Dios.

      Y claro, cada individuo responde desde si mismo, es decir desde su naturaleza, su tiempo y su cultura.

      Naturaleza en cuanto a su corporeidad y su entorno, su tiempo no solo en cuanto a lo que su momento acepta como correcto sino también en cuanto a su finitud, a su temporalidad y su cultura no  solo como sus costumbres sino también como toda una construcción de principios éticos y morales que le definen, no solo lo que es bueno sino también lo que es bello.

      Y esto es lo que a mi me separa, inevitablemente, de Santiago. Ante este planteamiento, el ser humano ilustrado, o mejor dicho, este ser humano, sea ilustrado o no (Es decir, yo mismo) se ve abocado necesariamente al relativismo cultural y por analogía al relativismo religioso.

      ¿Y que entiendo yo por “Relativismo religioso”? Pues la afirmación de que todas las religiones tienen una parte de la verdad y ninguna tiene toda la verdad.

      Incluso yo voy más lejos. Todos los seres humanos disfrutan de una parte de la verdad y por tanto, aciertan y ninguno tiene la verdad completa y por tanto todos nos equivocamos. Y ni siquiera esta afirmación, y mira que es amplia, se puede considerar como verdad absoluta, porque cabe la posibilidad de que, aunque sea por casualidad, exista un ser humano que conozca la verdad completa; pero de ser así, nunca podríamos saberlo de verdad. A fin de cuentas eso es lo que los cristianos piensan (O pensamos) que se produjo en Jesucristo.

      Pero es interesante reflexionar sobre ello. Gracias

       

    • Santiago

      No es necesariamente la cultura la que nos determina a la fe, aunque pueda ser un factor. Pero no se trata de culturas, Isidoro, sino de lo que es verdadero y Dios es en esencia la Verdad.,.

      Yo puedo creer estar en la verdad pero en realidad me encuentro en el error. Todas las opiniones pueden ser válidas para los sujetos, subjetivamente,…. pero sólo existe una verdad que es objetiva.

      En la economía de la gracia, la salvación y la libertad, Dios actúa siempre en favor nuestro pero en esa libertad algunos podrán llegar a la plenitud de la verdad, por las razones que sean..y otros no. En la libertad que Dios nos concedió como don primordial, Jesús sabía que muchos serían “los llamados” pero no todos responderían al llamado del orden y del bien.

      Por eso la salvación no está ligada a lo que yo no puedo..sino a lo que yo -con la gracia- consigo alcanzar en orden al bien pues yo se -aun en confuso- que existe el mal y el bien.

      Pero la Verdad de Dios objetivamente existe y por ella se salvaron los que existieron antes de Cristo y los que inculpablemente no lo conocieron ni lo conocerán  en el futuro por circunstancias vitales y concretas.

      Pero Dios está por encima de nuestras graves deficiencias y enormes defectos y de nuestras precarias deficiencias. Esto no impide que El quiera que le conozcamos plenamente por medio de Su Revelación que es, fue y será solamente UNA y de la Iglesia que es también UNA.

      Un saludo cordial

      Santiago Hernández

      • Antonio Llaguno

        No tengo yo tan claro eso de que la verdad es una.

        Cada día tengo más claro que puede haber varias verdades.

        Y sobre todo, es posible que la verdad sea una pero nadie y en el fondo tú tampoco Santiago, puede tener la certeza  de que su verdad es la Verdad.

        Esa seguridad que tienes Santiago, en tus afirmaciones es lo que, a veces, me echa para atrás.

        • Santiago

          Gracias Antonio Ll y está claro que existen muchas cosas que son ciertas y verdaderas pero que no son más que aspectos de la ûnica Realidad ya que “existimos y nos movemos” en esa misma Verdad Suprema y es el mismo Jesús que nos dice- no lo digo yo- que El es la Verdad y el Camino y la Vida.

          Pero ésta Verdad absoluta no podremos aprehenderla ni abarcarla en su totalidad en esta vida aunque queramos. En este sentido y dirigiéndonos a la Esencia  de toda verdad, la nuestra se encuentra fragmentada por nuestra incapacidad intelectual que es finita e inadecuada y por eso aquí vemos como en “espejo” y no podemos profundizar el la Realidad divina.

          Nosotros nos acercamos a esta Realidad divina en aproximación y en parcelas y sólo vemos migajas, pálidos destellos, mínimas gotas y asi nos vamos formando una idea tosca e imperfecta, aunque verdadera- de la única Realidad y de la única Verdad que solo reside en Dios.

          Lo que vemos por aquí son esos “destellos” y “briznas” en nuestra contingencia humana que pasan con el tiempo, pero la Única Verdad de Dios permanece para siempre y es lo único que al final valdrá la pena. Todo lo demás -que no se encuentre en El- está pasando y llegará a pasar sin huella.

          Un saludo cordial. Admiro lo que escribes

          Santiago Hernández

  • Madre mía, Santiago.

    No sabe cómo se está polarizando la convivencia aquí, en España .No quiero participar en ello. Hay cosas que se me escapan,  algo hay que no me encaja.

    Aquí hemos hablado en otro momento, usted a lo suyo y yo a lo mío. Pero era otra cosa, no sé. Era hablar por hablar.Ahora la historia es otra. No sé.

    Sé cómo piensa, todos lo sabemos. Y le aprecio un montonazo, pese a que mi cabeza esté en las antípodas. No entro en juicios personales . No me va ese estilo y aquí, no sé, no sé qué está sucediendo.En fin. Solamente decirle que para mí, un ser normalico, gracias a Dios,   La Verdad se podría aproximar a un icosaedro, ya sabe, veinte caras, todas iguales y a su vez, cada una de sus caras triángulos equiláteros. Una maravilla.Usted sin embargo piensa que La Verdad es una Esfera.Opiniones.

    Buena suerte y deséenos buena suerte a todos. Nos guste más el pensamiento esférico o icosaèdrico.Buena suerte, a usted. A todos 

  • Santiago

    No necesariamente Isidoro tengo que ser ruso-ortodoxo porque nací en Rusia y musulmán porque nací en Marruecos…porque la fe no depende de un relativismo cultural..Pero es que existe una única Verdad absoluta que es un Dios personal, y Su Revelación ùnica, que es objetiva y Universal y se identifica con lo de “católico” que significa precisamente universal.

    Lo demás es mera “aproximación” o “distanciamiento” de esta única Verdad..y no es porque la Verdad no exista sino porque nuestra finitud limitada nos impide aprehender y acceder esta Verdad en su totalidad.

    Asi la Revelación divina nos fue dada a los humanos de manera gradual, a través de los siglos, y  fue máxima en Jesucristo que es el centro de la Verdad y de la Historia…. y por los méritos de Cristo y por Su Iglesia se salvan todos los que accedieron voluntariamente al Bien puesto que éstos méritos son atemporales y abarcan todos los siglos.

    En la libertad no todos pudieron llegar a conocer la Revelación de Dios en Cristo, pero Dios no va a condenar a los que invenciblemente e inculpablemente no pudieron conocer esta Revelación. Pero ésta,  ni tampoco Dios son relativos porque la Verdad seguirá siendo una sola.

    Un saludo cordial
    Santiago Hernández

  • carmen

    Perdón, Antonio, siempre se me olvida algo. Sorry.

    Cuando tenía la edad de leer a Bécquer, en el bachillerato, había un poema que no se le ha olvidado jamás y que me hizo pensar un montón y aún sigue haciéndolo.

    Hoy los cielos y la tierra me sonríen
    Hoy llega al fondo de mi alma el sol
    Hoy la he visto, la he visto y me ha mirado.
    Hoy creo en Dios. 

    Fantástico.

  • carmen

    Es que no sé exactamente qué se entiende por Fe. Lo he dicho mil veces.

    Creer en lo que dice la iglesia católica? Pues hay infinidad de cosas que no creo. Creer en Dios? Entonces me asalta la pregunta: en qué Dios? Pero nena, si no sabes lo que es Dios , cómo vas a creer en algo que no sabes qué es? Bueno, pues pese a todo, Creo que Algo hay. Qué? Ni idea.

    Conozco a mucha gente que dice que no cree, así, en genérico, ya ni pregunto. Tampoco saben en qué no creen. Y, sin embargo, cuando entierras a tu madre, a tu padre, a tu hermana, a amigos, a una sobrina, a amigas de tu edad…te invade una duda, dónde estará? Luego algo esperas que haya después de la muerte. Eso es creer o es no creer? En qué?Aquí en Murcia tenemos la costumbre de echar el alboroque a la persona que ha muerto. Una comida, un café, unas cañas… Y se brinda por que tenga un buen viaje. Luego en algo creemos. Es un momento mágico ese del brindis. No es una reunión triste, en absoluto. Se cuentan anécdotas suyas… bueno, cuando el dolor te lo permite. A veces solamente cabe el silencio. Y el alboroque se pospone .

    En realidad, las religiones, creo, están todas orientadas a una creencia en el más allá. Bueno, al menos las pocas que conozco. Esa es la clave. Qué hay después de la muerte?Entonces, qué es la fe exactamente? Creer que hay algo después, desear con toda tu alma que haya algo después? Cómo es ese algo? Y ahí entran los profetas de cada religión.

    La Fe entonces es compartir todo el pensamiento del profeta de tu religión? Se admiten dudas? Pues si se admiten dudas hay un montonaaaazo de gente que cree en Dios. A mantas. No se admiten dudas? Pues entonces el ateísmo en este momento está ganando la partida. En este momento y entre la gente que conozco y que debido a mí profesión no es poca.

    No creo que no se admitan dudas . No creo en una creencia sin dudas. Para mí eso es fundamentalismo. Dicen no sé qué de la ciencia. Pero vamos a ver, si un principio inamovible de la ciencia es la duda. Y gracias a esa duda avanza la ciencia. Entonces, la ciencia me va a impedir creer en algo que no entiendo? O mejor dicho, esperar que sea cierto algo que ni sé cómo puede ser, por qué me lo va a impedir? No lo entiendo. Pero si el modelo atómico de Dalton estuvo en vigencia casi cien años, creo recordar. Y el átomo era indivisible. Y además no tenía espacio vacío en su interior. Pero si Dalton era un dios… Hablo del siglo diecinueve, enterito . Y un poquito del veinte. No hace tanto tiempo. Entonces eso que llaman ciencia me va a impedir creer en algo, desear que haya no sé qué pero algo después? Pues porque usted lo diga .

    Me encantaría tener esa fe auténtica que veo que tienen algunas personas, no muchas, pero conozco a algunas. Para mí resulta envidiable. Y sin embargo pienso que las creencias siempre van acompañadas de un tanto por ciento de duda. Y eso es bueno. Al menos para mí lo es.No sé.

  • Santiago

    Estoy muy de acuerdo con Antonio Duato en su comentario de abajo a Isidoro.

    La fe es diferente del conocimiento científico. Ambos son certezas pero de diferente orden. Pero la fe va más allá de un simple conocimiento a pesar que en la fe existe una base racional porque incluye el intelecto y la voluntad personal.

    Pero la fe es ante todo un don de la gracia que se nos da gratis y que -entre otras cosas- nos lleva a admitir que existen razones importantes y poderosas para que yo pueda creer. Puesto que no son sólo razones históricas, sino teológicas, filosóficas, vivenciales, experimentales, ontólogicas etc etc que per se no constituyen la fe pero la soportan y la validan.

    La fe cristiana pues es una decisión personal y un acto del entendimiento y de la voluntad -no un mero “salto al vacío- que me inclinan a aceptar y asentir a una verdad trascendente que se encuentra “más allá de la razón” pero que la fe no la suprime, ni la anula, sino todo lo contrario, la ilumina y la amplía de manera que sea una apertura del conocimiento humano que es capaz de expander nuestra perspectiva filosófica vital. Es por eso que se habla de filosofía cristiana ya que ésta queda enmarcada en esta realidad trascendente y especial que nos proporciona también  el “querer” aceptar “creer” pues es Dios el que mueve sin coacción  “nuestro deseo” además de “nuestra acción” para que podamos realizar el acto de fe.

    Un saludo cordial
    Santiago Hernández

    • Isidoro García

      Uno de los errores irritantes de muchos católicos eclesializados, es dar implícitamente por sentado, que SOLO EXISTE EL CATOLICISMO. Lo demás no existe, la dialéctica es o católicos o ateos.

       

      Cuando el amigo Santiago, (felicidades con retraso, al igual que a Ana, el 26), habla de fe y confianza, habla (faltaría más), de la fe católica. Pero es que hay miles de religiones, y escuelas y escuelitas filosóficas más.

       

      Y entonces, cuando hablamos de que es bueno confiar en la fe, la pregunta es, ¿en qué fe?, porque cada una de ellas cree cosas distintas. La cuestión no es si poner los huevos en un cesto, sino en cual de los miles de estos los ponemos.

       

      Yo que creo en el espíritu, fuente de intuiciones sabias, soy partidario de dejarnos guiar por este espíritu. Pero, ¿cuántas veces nos equivocan las intuiciones, por no saber oírlas e interpretarlas bien?.

       

      Santiago, reflexiona. Si en vez de haber nacido en Cuba, hubieses nacido en Rusia, hoy serías un ferviente ortodoxo anti-Papa, y si hubiese nacido en Marruecos, serías un ferviente musulmán. ¿Eso no te hace pensar?.

      Un cordial saludo, también.

  • M. Luisa

    …Lamento contrariarte, Mariano, en otro punto del texto en donde dices que la realidad no se nos impone.  ¡Naturalmente que la realidad se nos impone! Se nos impone haciéndonos ir más allá de su mero sentir. En cuanto realidad que es, ya la sensación es de por sí real.  Es decir, contiene verdad y será, por tanto, esa verdad la que se impondrá para conferir contundencia y fiabilidad  a los restantes niveles del conocimiento humano,  más allá de la mera sensación,   la cual ésta de algún modo habrá que expresarla y más tarde también razonarla y todo ello posible en virtud del efecto impositivo de la realidad…    

  • M. Luisa

    Hola, Mariano, muy interesante cuanto nos dices en este artículo, no obstante pienso  que el dilema surge por los términos en que  la cuestión queda  planteada   de inicio:  “Si no lo veo no creo o si no creo no lo veo” lo cual significa  que ya desde el mismo punto de partida,  la iniciativa corre a cargo del carácter eidético de la visión que objetiva la realidad  a modo como ha venido haciéndolo   a lo largo del idealismo y del racionalismo. Entonces, al final, en lo que se cree no puede ser nunca producto de visión alguna, sino estar en la creencia  de algo  que  nos suscite confianza  y nos lance a un mejor conocimiento. Para Isidoro, este no es el caso, pues, él interpreta el planteamiento en clave psicológica y así puede decir aquello  tan repetitivo por la neurología de  que las apariencias nos engañan.  En el aparecer mismo está ya dada la realidad, lo dice el propio Mariano en otro punto del texto en el que reconoce que la realidad es abierta y, por tanto, cuando se pregunta ¿Dónde nos apoyamos más, en lo que vemos o en lo que creemos? Pues bien, yo diría que ni en lo uno ni en lo otro, sino que en  donde nos apoyamos es en la realidad misma sentida que en el caso del órgano visual  es lo mirado por este en todo su alcance y no solo  en lo objetivado en él.  Es  lo que le da hondura y profundidad de miras  más allá  de la mera objetualidad eidética… Quizá mañana me pueda  extender más, pero acabo de llegar  de viaje y me encuentro un poco cansada…un saludo Mariano! 

  • Isidoro García

    El amigo Mariano, nos trae aquí el mensaje tradicional sobre el conocimiento de la realidad, a través de la revelación, (tan querido y tan buscado por el amigo Duato).
    Es indudable de que si recibimos fidedignamente una comunicación sobre la realidad, proveniente de alguien “que sabe”, eso nos pone en el camino de su descubrimiento por nosotros.
    Pero claro, es un argumento recurrente. Porque aquí, la clave está en la presuposición de -que sabe, – de que nos ha hecho en verdad una revelación,- de que esa revelación ha sido bien transmitida por los medios usados,- y de que esa revelación ha sido bien interpretada tanto por el que la transmite indirectamente, como por el que la recibe al final, nosotros.

    La transmisión cognitiva por parte de las mentes humanas, es muy problemática. Se da mediante una enorme selva de la percepción, para una vez atravesada esta, caer en la intrincado laberinto de la interpretación de lo “percibido”.
    Aunque nos parezca que la vista es una especie de cámara de fotos, en realidad se parece más a un gigantesco software de reconocimiento de imágenes, no superado hasta el momento por los verdaderos ordenadores.Pese a su enorme potencia, nuestro sistema visual es susceptible de ser engañado, como demuestran las ilusiones ópticas. Miramos, pero no vemos y vemos menos de lo que creemos ver.
    Y lo mismo, o peor, pasa con el oído.
    Pero además debemos interpretar lo visto u oído, y lo hacemos en función de nuestra cosmovisión personal.El psicólogo Scott Lilienfeld, explica muchos de las distorsiones cognitivas, que la cultura nos ha transmitido y que envenenan todo nuestro proceso interpretativo.

    Una de ellas es que nuestra memoria es como una grabadora. “Hoy en día la comunidad científica está de acuerdo en que nuestra memoria no es reproductiva, o sea, no duplica precisamente lo que experimentamos, sino que es reconstructiva.  
    Lo que quiere decir que cuando recordamos es a menudo una mezcla borrosa de recuerdos que se combina con nuestras creencias, necesidades, emociones y corazonadas.

    Nuestra memoria es notoriamente falible, y esto es especialmente problemático en los juicios, ya que reiteradas veces el testimonio de un testigo presencial ha provocado falsas condenas a un gran número de inocentes”.

    Generalmente se cree en el mito racional de la objetividad en la percepción: que percibimos lo que hay. Pero eso no es así.
    Las personas perciben, entienden y manejan su mundo, en función de lo que proyectan inconscientemente, según su cultura racional, pero también según sus emociones dominantes, la estructura de su psique, y el contenido de nuestro inconsciente, o sea los aspectos profundos de su personalidad. 
    Y es un proceso que escapa a la interpretación racional. Es como en lo del test de Rorschach, donde cada uno “ve” = traduce, “proyecta” la imagen, que luego traduce a ideas cognitivas

    Y nuestra percepción de la realidad es una de entre una infinidad de representaciones posibles, una sombra platónica de aquello que “está ahí fuera”.  
    Pero eso no es lo que más nos preocupa, porque nuestra mente no busca especialmente la fidelidad al original, sino sobre todo la consistencia entre sus elementos cognitivos y la sincronización con lo externo.
    Las personas perciben, entienden y manejan su mundo, en función de lo que proyectan inconscientemente, según su cultura racional, pero también según sus emociones dominantes, la estructura de su psique, y el contenido de nuestro inconsciente, o sea los aspectos profundos de su personalidad.
    Y es un proceso que escapa a la interpretación racional. Es como en lo del test de Rorschach, donde cada uno “ve” = traduce, “proyecta” la imagen, que luego traduce a ideas cognitivas.

    Esta visión puede tildarse por algunos de cínica. Pero el mismo Lilienfeld aclara: Hay que distinguir el escepticismo, que es una forma sana de pensar, del cinismo, que es todo lo contrario
    El escepticismo es la búsqueda de la evidencia y saber mantener la mente abierta a la posibilidad de que podamos estar equivocados.
    El cinismo parte de una mente estrecha que se cree en posesión de la verdad, y que rechaza a todo el que no comparte su visión de las cosas.

    El cinismo extremo, que a veces aparece entre aquellos que se autoproclaman pensadores críticos, es tan perjudicial como aquellos que poseen una mente demasiado abierta.       Es verdad, que “el que no sabe lo que busca, es probable que no entienda lo que encuentra…”.  

    Pero fiarse plenamente de la intuición de convencimiento de la fidedignidad del testigo que nos aporta la revelación, es fiarse mucho. ¡Cuántas fuertes intuiciones sentidas, nos han engañado!.
    Por eso la fe religiosa debe ser una fe dudante: una fe que no duda, es una fe dudosa. Aquí no caben atajos y autoengaños.
    Fe es creer en algo que razonablemente no es creíble. Porque si es algo muy razonable y evidente, como una hipótesis científica archidemostrada, eso no es fe, es conocimiento.

    Y si no queremos o podemos sufrir esa inseguridad y esa duda, mejor buscar otra cosa mas tranquila y segura. Como decía alguien: el que quiera garantías y seguridades que se compre una tostadora.

    Y un verdadero creyente, que duda, no debe engañar a los demás, ocultando las razones de sus dudas, aunque sea por “fortalecer la fe de los hermanos”. Es utilizar un mal medio, para un buen fin.

    (Claro que es posible que ya estemos tan lobotomizados por la propaganda orgánica, y más aún, realizada desde niños, que ya ni seamos conscientes de la realidad, y de las incoherencias de nuestras convicciones).  

    • Antonio Duato

      Gracias, Isidoro, por esta nueva intervención tuya en ATRIO que, como siempre, leo con extrema atención, me cuestiona y merecería mayor contestación por mi parte. Y no solo porque me citas al principio, sino porque tocas las cuestiones que verdaderamente más me interesan, aunque no en el plano de discusión racional sino el de itinerario de búsqueda y de opciones personales. Ojalá tenga tiempo y calma en este verano para pensar y redactar una exposición de mi pensamiento, en que explique mi postura frente a la fe, la laicidad y libertad de expresión total que quiero para la sociedad y para este Lugar de Encuentro. Pero, ahora, solo me permito alguna apostilla a tu comentario.

      Hablas de lo que me gusta la revelación. Sí, pero si se entiende como una revelación a cada persona en lo concreto en su itinerario personal (de la niñez a la vejez) en donde se revive eso que otras personas vivieron y expresaron en su vida o en sus escritos. En concreto para mí, estos testimonios de la fe de otras personas va desde algunos redactores y profetas del AT, hasta Jesús de Nazaret con sus seguidoras y seguidores, llegando a testimonios de personas con las que me he encontrado en ATRIO (pienso en Juan Herrero, en el diácono uruguayo o el excura Vicedo, en Asun y, últimamente en Pascual Pont que nos dejó en último comentario un último testimonio de cómo optaba por el amor concreto a su mujer). Y esa vivencia y opción de confianza última en el (no lo) trascendente absoluto es tan válida si se hace tras enfrentarse a las sospechas de los últimos paradigmas, que si permanece cuando todo se olvida (pienso en Honorio, vuelto niño) que en cualquier viejecita que solo sabe razar rosarios y rosarios. Una cosa es fe y otra creencias, doctrinas y dogmas en que después se ha querido encerrar el “contenido o depósito” (siempre relativo como relativo es el lenguaje humano) de la fe. De lo segundo se puede quitar mucha hojarasca. Lo primero, la fe, resiste todo cambio de paradigmas y lenguajes, quedando idéntica y fortalecida. Juan de Yepes que sufrió represiones inquisitorialess en su tiempo por quienes veían en cada espiritual un “iluminado”, acabó diciendo: “Al final seremos juzgados por el amor”.

      Hablas también de “fe dudosa”. Claro que sí. El verdadero creyente se plantea siempre dudas. A veces lo ve todo negro, no verá nada, será noche cerrada. Y, sin embargo, seguirá optando por confiarse plenamente a Quien es el destinatario de su fe y confianza. “Aunque camine por sendas oscuras, Tú me guias“. Ayudan también los Salmos.

      Y al final dices: Fe es creer en algo que razonablemente no es creíble. Porque si es algo muy razonable y evidente, como una hipótesis científica archidemostrada, eso no es fe, es conocimiento.. Quisiera distinguir bien “lo razonable” de “lo racional”. El mismo científico deberá “creer” en ciertos postulados básicos que se derivan de resultados estadísticos (probabilidades, por tanto) o de intuiciones generalizadas. Toda la filosofía de la religión que de manera muy honrada desrrolló José Gómez Caffarena a lo largo de su vida (resumida en el libro El Enigma y el Misterio de 2007) y que su discípulo Manuel Freijó actualizó en su reciente libro, se dedican a justificar lo razonable que es que un hombre moderno, al final de su búsqueda racional, presientiendo de que lo último no es un enigma sino un misterio, dé el paso personal de creer o confiar en Dios, nombrado con el nombre que sea.

  • Antonio Llaguno

    Mariano,
    siempre consigues, con cada artículo que escribes, la misma cosa.
    Inevitablemente tengo que coger el bolígrafo y escribir 3 ó 4 frases en mi “cuaderno de pensamientos importantes”. Ese cuaderno es un librito con mas de 500 hojas en blanco y sólo unas 70 escritas, dónde voy escribiendo lo que me interpela, lo que me produce placer ya sea por hermoso o por divertido, lo que me hace pensar para bien y en fin, lo que me gustaría dejar escrito a mis sobrinos el día que yo deje este mundo.
    Y ahí estas, junto a Gloria fuertes (Mi poetisa favorita), Serrat, Quevedo, Tagore, Santa Teresa, Groucho Marx, algunos compañeros más de ATRIO (El “Boss” incluido) e incluso yo mismo.
    Y siempre que te leo acabo escribiendo algo ahí.
    Gracias.

    Hoy me has hecho reflexionar. ¿Es la realidad real? No lo sé. incluso algunos físicos que de eso saben mucho más que yo (Max Planck por ejemplo. Otro asiduo a mi cuaderno) dudan de que la palabra realidad tenga sentido.
    Pero sobre todo esta frase: “Hemos puesto nuestra mirada y nuestra fe en el tener en vez del ser, y en el poseer en vez del dar y compartir, y que luego tratamos de normativizar toda la realidad creando un mundo objetivamente estructurado a base de leyes y más leyes. La libertad que todos buscamos acaba siendo encajonada en la ley, es decir la prostituimos. “ Y es que es muy real para mi.

    Te contaré una cosa que creo que, como tienes formación de ingeniero, te va a gustar.
    Hace años me cupo el honor de ser nombrado representante del Estado Español para hacer la Norma que rige a los ascensores para personas discapacitadas en toda Europa. Te puedes imaginar que fue un orgullo para mi pero que además era una gran responsabilidad, puesto que me encontré en un comité con unos cuantos colegas a quienes admiraba mucho y que siempre había tenido como mejores (O por lo menos más importantes) que yo.
    En mi ingenuidad, el primer día y en el café previo a la primera reunión de trabajo le pregunté al representante de OTIS (Primera empresa del sector en el mundo) “¿Y por que tenemos que hacer esta norma, si ya existen procedimientos para diseñar bien estos equipos sin necesidad de hacer una norma para todos”. Él me contestó, muy serio y como a metro y medio más arriba que yo (O yo así lo veía, y eso que mido más de 1,80 m): “En primer lugar porque el resto del sector, tiene miedo de hacerlos mal y en segundo lugar porque debemos asegurarnos de que los hacen bien” Y me ha recordado mucho a lo que tu escribías. Ponemos leyes por miedo a vivir en Libertad y porque hay personas que se arrogan la autoridad para decirnos como es la realidad en la que debemos de vivir esclavos.
    Y es que eso ¡¡¡Pasa con casi todas las leyes!!!

    Nada más lejos de ser yo un peligroso anarquista libertario, pero te diré que desde aquella experiencia, he dedicado mi vida profesional a “no cumplir la norma que yo mismo (Junto a otros) escribí” es decir a diseñar esos mismos equipos en libertad y aprovechar que el resto del sector prefiere vivir encorsetado pero seguro a vivir libre pero con riesgo (O responsabilidad, que en fondo es lo mismo). No estoy seguro de que esto tenga mucho que ver con lo que has escrito, pero es lo primero que me vino a la cabeza y yo ahí te lo dejo. Además (Mis jefes ya lo saben y se resignan a vivir en el alero y el temor con cada proyecto mío) no tengo intención de cambiar. Me he acostumbrado a vivir con ese consumo de adrenalina que dan la incertidumbre y la libertad y me aburre otra forma de trabajar.

    Un abrazo