Tras haber dedicado tanto espacio en Atrio, con excesivos aires de polémica tal vez, al tema del No-teísmo, esta reflexión de Ana Piera Orts tiende a acercar posiciones, a mostrar que lo que dice Spong no dista tanto de lo que dice Teresa de Ávila. Dios no está allá arriba sino acá dentro. Los nuevos paradigmas científicos ya estaban bien aceptados hace tiempo por los místicos y teólogos cristianos. AD.
Una reflexión de búsqueda personal
Hacía tiempo que había llamado mi atención la cuestión del teísmo y no-teísmo. Un tema que, a cada tanto, surgía en alguna parte de mi entorno más próximo. Con frecuencia, suelo pensar que no opinar sobre algo cercano, es un modo descomprometido de pasar de puntillas y dejar de lado un momento de búsqueda y reflexión.
En cierto modo, tampoco acababa de situar estos conceptos, tal vez porque había leído descripciones dispares sobre ello. Porque mientras que para algún autor el teísmo sitúa a Dios por encima del cielo y dispuesto a intervenir en la historia humana, para otros es concebir a Dios como algo separado del ser humano. Y, parejo a estas dos visiones, que probablemente fueran casi lo mismo, venía el no-teísmo que en términos idiomáticos no le encuentro sentido, pues algo que se cita con una negación previa, había de citarse o con otro nombre o no citarse, aunque se menciona habitualmente como parte de las creencias que consideran la existencia de un Dios no personal y sí transpersonal, esto es, más allá de la persona, lo que no aclara mucho donde lo sitúan. Estas sería maneras gruesas de expresar lo que en algunos textos se presenta con descripciones muy amplias; la mayor parte de las veces en textos explicativos que ofrecen además del contenido, la explicación y justificación de este contenido. Pero, para mis primeros pasos, esta sencilla descripción me podía orientar. Paralelamente a estos términos aparecían otros, con los que luego se relacionaban, tales como dual y no-dual, Vacío y Totalidad y así sucesivos pares como meditación y espiritualidad que suelen aparecer encadenados, a las descripciones que hacían algunos autores que no traigo aquí, porque este es un ejercicio de reflexión personal para tratar de interiorizar el sentido de esta polémica.
En algún texto, estas expresiones se acompañaban del término paradigma. Y el desarrollo que este concepto, de etimología griega, ha tenido en occidente nos ha llevado a la nueva explicación acuñada por Kuhnh. Y si miráramos el ejercicio que hace este autor, sería como comparar un modelo de ciencia normal, frente a otro que ha pasado a su siguiente fase, surgido de un momento de revolución científica, que no solo es incompatible con el anterior, sino que además es inconmensurable, pues conceptos capaces de explicar el modelo anterior, ya no sirven tras los nuevos descubrimientos, porque palabras y unidades de medida ya son diferentes. Si yo introduzco el término paradigma, lo igualo en nivel de discusión a los de la ciencia y, es probable que, de este modo, haya dado cierre al dialogo por imposibilidad de manejar conceptos tan dispares que no admiten su inclusión.
La pregunta pues sería ¿es necesario un planteamiento paradigmático para expresar cuestiones relacionadas con la vida de fe? Si yo desease compartir algo de mi vida interior ¿tendría que describir primero la terminología de mi mundo perceptivo, para después presentar mi experiencia y que así tuviera fondo de autenticidad y crédito?
Y mientras tanto, cuando buscaba el significado de estos binomios de palabras, me tropecé con un pequeño manual que me acercaba la teoría de la Deconstrucción, de un modo casi comprensivo. Uno de los ejemplos que exponía decía, más o menos, lo siguiente: a lo largo de los últimos veinte siglos, la civilización occidental se ha centrado en la idea del cristianismo y de Cristo, al igual que otras culturas que tienen su centro como el budismo o cualquier otra modalidad oriental. El problema de los centros es que intentan excluir a quienes no forman parte de ellos y reprimen o marginan y, así estos excluidos pasan a ser lo Otro ignorado.
El deseo de tener un centro, según el deconstructivista, origina los opuestos binarios, donde uno de los términos será el central y el otro el marginal y donde los centros quieren definir o fijar el juego de los opuestos. Y, a partir de esta consideración, se genera el modelo de la deconstrucción. A cada centro, se le añade su opuesto; luego demuestra cómo están relacionados y revierte o deshace la jerarquía. Como ejercicio lúdico hasta me parece entretenido. Pero como modelo para explicar y comprender algo de mi realidad, no me lleva a ningún lugar. La exclusión de las minorías por parte de las mayorías es un ejercicio más que extendido a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, a lo que Derrida llama opuestos, cualquier otro autor igualmente pertrechado en sabiduría, podría añadir que lo que para uno puede ser un juego de opuestos, para otros podrían ser pares complementarios o descriptivos de unos y otros. La descripción del mundo de la vida no puede venir solo del centro, sino que puede hacerlo desde cualquier periferia. Señalar que existen identidades mayores y menores, según desde donde se observasen, obligaría a reinventar el significado mismo de identidad.
Con esta referencia de palabras: paradigma, centralidad, opuestos binarios y sobre todo con la mirada puesta en buscar qué excluye a qué, comencé una lectura paralela y detenida de dos textos: El cuarto evangelio de John Shelby Spong y Las moradas o El castillo interior de Teresa de Jesús. La primera lectura, desde luego me situaba en las interpretaciones que ya en nuestro siglo se han podido contrastar a través de numerosos estudios. Ya no es posible vivir aquella religiosidad basada en la literalidad de los textos inspirados, por eso es necesario, al menos para mí, recurrir a los autores que me ayudan a ver cómo Jesús nos llama a desplegar nuestra humanidad, a veces, hasta de un modo que en realidad no desearíamos y preferimos volver una y otra vez a Egipto, donde tenemos asegurado el alimento –la religiosidad de las seguridades– aún a pesar de no ser libres. La segunda lectura la escogí porque no creo que nadie dudase de la experiencia de Teresa cuando escribe: “no penséis que es por el entendimiento adquirido, procurando pensar dentro de sí a Dios, ni por la imaginación, imaginándole en sí; bueno es esto y ecelente (sic) manera de meditación, porque se funda sobre verdad, que lo es estar Dios dentro de nosotros mesmos”.
A medida que avanzaba en la lectura, con estos dos lenguajes tan dispares, me iba situando junto a los dos autores, en la medida en que eso sea posible, para entender ahora desde aquí el sentido de teísmo y no-teísmo. En primer lugar, la idea de una interpretación no-teísta me lleva a territorios espaciales o geográficos. Obviamente, para Spong, Dios no puede estar arriba en los cielos, ni en ningún otro lugar físico, porque aquel cielo distante que nos traía la lluvia, hoy está más que explorado y por necesidad ha habido que desalojar a Dios de ese espacio y buscar otro más acorde, como es el ser profundo de todo ser humano, lo busque o no lo busque, lo afirme o lo niegue. Ahí lo encuentra Teresa de Jesús, como si de una tercera persona se tratase dice ella, otro que no soy yo, pero está en mí y me habita.
Al sacar a Dios de este espacio celeste, Spong nos propone un nuevo conocimiento de Dios, no como una deidad externa cuya protección buscamos y cuyo poder respetamos e incluso tememos, sino como una presencia que nos llama más allá de nuestros límites. Como una presencia mística que impregna el mundo. La pregunta sería ¿realmente esta percepción de Dios es tan nueva o se asemeja mucho a la que nos presenta Teresa de Jesús? Cierto es que, para Teresa, Dios habita en el lugar en que le puso la tradición, esto es como Padre que está en los cielos, pero cuando ella lo percibe está en su interior, en su profundidad, y no tiene que mirar hacia las nubes, sino que acalla su pensamiento y permanece a la espera de que esa presencia mística se haga en su presente.
Para Spong, no es Dios quien cambia, sino las percepciones que la humanidad ha venido teniendo de Él. La Biblia en su recorrido nos presenta a un Dios, captado por la Torá y descrito desde el todopoderosismo, hasta llegar a la idea de que esa misma palabra de Dios se decía a través de los profetas. Un Dios que se manifiesta feroz y tribal, que enviaba plagas y paraba el sol para favorecer a los suyos, pasando por el sentido de universalidad de Malaquias, hasta el Dios de Jesús que nos invita a rezar por aquellos que nos persiguen. Pero éstas primeras imágenes primitivas de un Dios todopoderoso, aún a pesar de estar superadas, permanecen entre nosotros. Basta ver las peticiones de bien para nosotros y el desamor con el que nos seguimos tratando la humanidad. Conviven varias de esas imágenes de Dios, de la misma manera que conviven paradigmas distintos. Es el camino personal que vamos eligiendo cada uno de nosotros, el que nos aleja o no del Dios con entrañas de misericordia.
Para Spong, Jesús invita al mundo a una nueva e ilimitada comprensión de lo que es la vida. Él es la puerta de la eternidad, el único camino hacia Dios. “Jesús, el hombre totalmente humano, ofrece el único camino hacia Dios, porque el camino hacia la divinidad solo se puede encontrar a través de la expansión y la trascendencia de los límites de lo humano. Una llamada a la conciencia universal que Jesús abre para que todos lo vean y entren”. Y ¿si sustituimos la expresión de conciencia universal por la del amor que Dios tiene a sus criaturas, porque no puede no tener amor? Tal vez sería más fácil de comprender y vincularlo a cualquiera de los textos del Evangelio donde se suceden una tras otra, las propuestas para vivir como la humanidad que somos.
Quedarían muchos binarios por describir como materialidad-espiritualidad, oración-contemplación, meditación-silencio, vida superior-vida inferior, dual-no dual, pero serían como encontrar sentidos diferentes por mirar en diccionarios distintos. Cuando se polemiza, no parece vislumbrarse un fin.
Identificarse con teísmo o no-teísmo sería entretenerse en un juego de palabras opuestas, como esas que tratan de desbancar a la otra del centro que en un momento ocupa, y donde nada es definitivo, si yo lo voy cambiando.
Finalizo este recorrido en el que no acabo de encontrar la estación en dónde apearme, con dos frases: “Jesús es el espejo en el que podemos vernos” y “Jesús nos dice: vosotros sois lo que yo soy”.
Ambas expresiones yo las podría situar en el discurso de alguien que opta por ver en Jesús de Nazaret la plenitud de lo humano y de lo divino. Sin embargo, se trata de dos frases robadas que han sido expresadas por autorías distintas. Las dos en sí mismas están dotadas de sentido, pero las he arrancado de su contexto a propósito, porque han sido expresadas por dos personas en las que reconozco una gran espiritualidad y en algunos momentos, incluso han movido a mi pensamiento hacia la búsqueda de ese Jesús que es Camino, Verdad y Vida.
La primera pertenece a un autor que se define como posteísta (que leería como no-teísta) y no-dual, pero nos propone a Jesús como nuestro espejo para avanzar en humanidad. La segunda pertenece a un autor que, aunque no se declara inicialmente como teísta, seguramente porque es una obviedad para él, entiende que el cristianismo está llamado a dar un salto cualitativo porque eso que vemos fuera, en Jesús, es una anticipación de lo que hay dentro de nosotros.
Así pues, será el mismo Dios quien, a través de su presencia, nos irá abriendo paso y conduciendo a la humanidad, desde los arcaísmos y relatos míticos más profundos, hacia la experiencia de Dios con nosotros.
La imagen que me viene de Dios en estos días de los terremotos de Turquía y Siria, es la de ese padre que se mantuvo sin descanso junto a su hija, sosteniéndole la mano, mientras ella permanecía bajo los escombros. Dios nunca nos ha dejado, ni nos dejará. Lo describiremos, lo renombraremos, cambiaremos todo aquello que sea necesario para llevarlo a nuestro presente, sin parecer que estemos locos, pero seguirá siempre a nuestro lado. Lo traeré a mi interior si puedo. Pero si no llegase a poder, aunque tengo la certeza de que sí porque ya lo vislumbré, sabré que Él me espera siempre.
Amigo Román: Bienaventurados los ojos que te vuelven a leer. Ya pensaba que nos habías abandonado.
Pero aparte de tu ausencia personal y de la falta de tu siempre tranquilo y sereno criterio, me preocupaba que lo hubieras hecho, por quizás una deriva de Atrio, demasiado plural y “dispersa”, respecto a la clásica religión y espiritualidad cristiana, por parte de algunos comentadores como yo.
Pero yo creo que esa es, la grandeza y la utilidad de Atrio, en estos tiempos modernos, (según mi modesta opinión, aunque Antonio D. tendrá su propio criterio, pero por lo menos lo consiente).
Te acordarás que en el franquismo, los españolitos, oíamos asombrados, la existencia en Londres de un parque, Hyde Park, donde iba gente, se subía a un cajón, y se ponía a exponer sus ideas sobre cualquier cosa.
Y los asistentes, que iban allí a escuchar, se arremolinaban oyendo a unos y otros. Eso para nosotros, con el parte diario de la radio, era algo inaudito.
Allí, la gente aprenderían de esto y de lo otro, pero sobre todo aprendían la gran lección de su vida: el respeto por la pluralidad de opiniones, con las que con unas estarían de acuerdo y con otras no.
Pues yo creo, que la gran lección de todas las religiones y espiritualidades, es esa: Que hay muchos caminos para acercarse a “Dios”, porque “Dios” está en todas las partes, y vayas donde vayas, te topas con “Dios”, aunque no seas consciente de ello.
Por eso yo, quizás demasiado anti-métodos y anti-sistemas, quiero creer que Jesús, cuando dijo: “Yo soy el camino…”, lo que en verdad dijo, fue: “Yo soy uno de los caminos hacia la Verdad, y la Vida”.
Y por eso, cuando hablas, quizás con un poco de sorna y retranca, de “otras “experiencias” buscadoras de ¿salvación?, ¿adoración devota?, ¿ilustración intelectual?”, resulta que llevas toda la razón.
El que busca honrada y sinceramente, busca su “salvación”-auto realización humana, (la salvación del castigo es cosa muy anticuada, y es un insulto a la misericordia divina).
Y también el buscador, si tiene vocación y carisma intelectual, buscando realiza una ilustración intelectual, (y se sea consciente o no), pues toda la naturaleza humana, en la que la mente es una parte importantísima, tiende hacia Dios, con las fuerzas atávicas, telúricas y profundas del Universo, que lo rigen todo, (a las que por simplificar, denominamos como “Amor”).
Y eso le lleva inevitablemente a una casi siempre implícita adoración devota. No hay nada como conocer mínimamente la naturaleza del Universo del que formamos parte, para despertarse en el buscador, una enorme admiración y “adoración” hacia la “Inteligencia” que lo diseñó, construyó y dirige.
Perdona Román, que me haya enrollado. En resumen todos los caminos valen, (no digo que igual, porque algunos serán más directos que otros), pero lo que importa es la sinceridad y la autenticidad personal, en seguir cada uno su propia y personal vocación y carisma. ¡Bienvenido de vuelta a casa!.
El amante lloró,
(el amor era más grande
que el amante)
El amante se miró,
no tenía nada que ofrecer,
sólo dejarse abarcar
por el amor.
—–
Quien ha conocido a Jesús en un encuentro íntimo y amoroso está en lo cierto de que hoy el místico, la mística, forman parte del cristianismo de este siglo XXI. Como ha sido siempre. Una experiencia ésta que los distinguen de otras “experiencias” buscadoras de ¿salvación?, ¿adoración devota?, ¿ilustración intelectual?
¡Muchas gracias, Ana! Siempre es bienvenida esa cercanía con el autor/a y que con tu amabilidad tanto se hace notar.
Un cordial saludo
A través de este único post, quiero agradecer a las personas que han leído mi reflexión, así como todos los comentarios y aportaciones. Todos ellos me sirven para entender mejor un tema que suele suscitar cierta polémica. Lo que me movió a compartir este texto fue la certeza de que todos cabemos en este mundo. Cierto es que el contexto y la experiencia de cada persona configuran en, cierta medida, el lenguaje con el que se expresa y también su riqueza y limitaciones.
He tomado nota de los autores que se han citado en algunos post y también de las debilidades argumentales en que haya caído mi propia redacción, al querer delimitar las cuestiones a unos espacios concretos, que me permitieran seguir la idea conductora que tuve en mente al inicio de la elaboración de este texto. Es posteriormente cuando examinando, párrafo a párrafo, se aprecia lo que podría haber incluido y lo que pude excluir para no generar confusión. Lo tomé como un ejercicio casi de aprendizaje y, seguiré la tarea tomando en consideración todas las aportaciones, que no enumero porque están todas ellas a la vista.
Gracias pues a Jaume Patuel, Ana Rodrigo, Antonio Llaguno, Isidoro García y a María Luisa. Ésta última que tan amablemente me ha expresado algunas consideraciones a las que prestaré total atención. No tengo más remedio que aceptar que los medios digitales son las herramientas que mejor nos permiten acercarnos a tantos temas como nos interesan y además compartir así las ideas. Pero lo que de verdad me gustaría es charlar con todos ustedes. Estoy segura que eso sería lo que me abriría caminos para aprender a aprender.
Un saludos afectuoso,
Confieso que hace mucho tiempo que me veo incapaz de rezar o recitar el “Padre nuestro que estás en los cielos…..”
Qué otra señal puede ser esta en la que muchos/as nos identificamos que la de transportarnos a experimentar la asunción de este nuevo sistema de referencias? Es decir, las que nos aporta este nuevo paradigma…
Por la importancia que me inspira la lectura de este escrito que nos comparte Ana Piera, pero también por mi extrañeza de la mengua de artículos referidos directamente al Posteismo, es por lo que me impulsa a seguir reflexionando sobre este, intentando mostrar desde el mismo la cara positiva de aquel.
Elijo como parrafo a reflexionar el siguiente
*A medida que avanzaba en la lectura, con estos dos lenguajes tan dispares, me iba situando junto a los dos autores, en la medida en que eso sea posible, para entender ahora desde aquí el sentido de teísmo y no-teísmo. En primer lugar, la idea de una interpretación no-teísta me lleva a territorios espaciales o geográficos. Obviamente, para Spong, Dios no puede estar arriba en los cielos, ni en ningún otro lugar físico, porque aquel cielo distante que nos traía la lluvia, hoy está más que explorado y por necesidad ha habido que desalojar a Dios de ese espacio y buscar otro más acorde, como es el ser profundo de todo ser humano, lo busque o no lo busque, lo afirme o lo niegue. Ahí lo encuentra Teresa de Jesús, como si de una tercera persona se tratase dice ella, otro que no soy yo, pero está en mí y me habita.
Primero, la idea de una interpretación no-teísta no veo porque haya de llevarnos a territorios espaciales, más bien nos deja situados en la mismísima latitud de esta realidad en donde ya estamos con los pies en la tierra. Una realidad que por ser abierta no tiene ni arriba ni abajo y, por tanto, sin necesidad alguna de que llevemos a cabo ningún desalojamiento.
La cuestión no está en buscar otro espacio más acorde para alojar a Dios, porque según dice la autora, Teresa de Jesús, lo encuentra en su ser más profundo. En cualquier caso admitiendo esto, ¿no decía también Tesera que Dios estaba en los pucheros? Ah, eso es distinto. Dios se encuentra en las cosas (panenteísmo).
El trato con las cosas le venía derivado del sentido que estas le daba llevándola a realizarse en lo más profundo de su realidad, ahí es donde encontraba Dios. Por tanto no en su ser sino en su realidad profunda. El ser con respecto a la realidad es solo una modalidad, un modo de estar en ella, en fin, una manera de ser entre otras posibles que la persona habrá que elegir para precisamente realizarse en lo que ya es …
Lo que vendría a distinguir ambos paradigmas. El paradigma que nos lleva a referirnos al Ser Supremo (medieval) o al paradigma actual y contemporáneo que nos lleva a referirnos a la Realidad Absoluta.
Pues sí, Mª Luisa, yo echo en falta a Arregui y a Santi Villamayor o José Mª Vigil, que siempre nos ilustran sobre este tema, y, después, cada cual organiza su vida en función de lo que le parezca más oportuno
Pues sí, Ana, son los tres que tenía en la cabeza. Muchas gracias!
Hoy si se me permite comentaré sobre este párrafo
*La pregunta pues sería ¿es necesario un planteamiento paradigmático para expresar cuestiones relacionadas con la vida de fe? Si yo desease compartir algo de mi vida interior ¿tendría que describir primero la terminología de mi mundo perceptivo, para después presentar mi experiencia y que así tuviera fondo de autenticidad y crédito?
Es que, si consideramos distintas las percepciones que cada persona puede hacerse de su mundo, parece obligado que para compartir comunes experiencias relacionadas con la fe, más que una descripción terminológica de mi mundo perceptivo, habría que retroceder a un momento anterior en la estructura del conocimiento en donde la fe de hecho, formalmente, se nos presenta en aprehensión holística. Lo cual significa que si se parte del mundo perceptivo de cada cual lo más “notorio” de ella ya se ha perdido, siendo solo entonces posible obtener de aquel conocimiento una variedad de experiencias sí, pero carentes todas ellas de ese momento real y efectivo que a todas les compete en unidad.
Ahí es donde a mi modo de ver aunque medien paradigmas bien distintos, podemos encontrar coincidencias y semejanzas experienciales con Teresa de Jesús…. Pero de momento me paro aquí…
Desde mi reflexión este escrito se me hace muy cercano, aunque para mí el tema del no-teismo cuando empecé a leer algo sobre él me pareció tan conveniente, tan oportuno para quienes constantemente oyen hablar de Dios sin ton ni por todos los rincones que la deconstrucción de su contenido podía devenir algo tan esperado como lluvia en mayo. Ojo! pero La teoría sobre la deconstrucción de Derrida hace referencia al desmontaje intelectual del concepto, pero nunca toca a lo real que pudiera albergar todavía el mismo. Por tanto, es lo real como poder lo que origina los cambios de paradigmas que se van solapando en la historia, y en ello no interviene ningún juego de opuestos. No se trata de centralidad tampoco, sino de esencia, de raíz, de dirección…. Bien, se me agota el tiempo….iré leyendo y ya comentaré
Hacía tiempo que no leía, sobre este tema, un texto tan interesante, elegante y estimulante.
Gracias a Ana y a Antonio por traerla.
Me gustaría decir una cosilla.
Es curioso como ya Santa Teresa, que no conocía la cosmología que nosotros conocemos (Y que de hecho seguro que la que conocemos cambiará fuertemente en el futuro. Hace sólo 70 años que sabemos que existen las galaxias fuera de la Vía Láctea) situaba a Dios fuera del cielo y es lógico que si no está en el cielo y no está en la Tierra, lo situe en nuestro interior.
Yo creo que la ciencia actual ha planteado una concepción del espacio-tiempo que obliga a que una inteligencia creadora, de existir, trascienda los limites espacio temporales los cual, en términos de los antiguos se puede traducir con el clasico “Está en todas partes” y yo le añado “Y en todos los momentos… al mismo tiempo”.
No creo que podamos conocer nunca donde ni cuando ESTÁ Dios pero me gusta quedarme con una gran intuición que proviene del mundo Judío.
A Dios los judíos no le nombran. De hecho hay una tradición que dice que la pronunciación de la palabra YHVH (Que los cristianos leemos Yahvé) se perdió en la noche de los tiempos y ya no se sabe pronunciar, hasta el punto que con “la madre de todos los eufemismos” se refieren a Él como Elohim o “el eterno”.
Pues bien, etimológicamente YHVH se traduce como “El que fue, es y será” (Que me corrijan Leandro o Salvador, si me equivoco, que saben de esto mucho más que yo) y es curioso y muy hermoso a mi juicio como con 6 pequeñas palabras, casi monosílabos, y después sólo con 4 consonantes despliegan toda una “Teología” sobre cómo, quién y que es Dios.
Con el uso del verbo ser se refieren a su existencia en el espacio, un espacio, cualquier espacio, todo el espacio. Y con el empleo de los 3 tiempos verbales describen su trascendencia a lo que llamamos tiempo.
Me ha encantado el artículo.
Todo un descubrimiento para mi, Ana
También Yahvé EL QUE VA HACIENDO…en Walter Brueggemann, lo cito de memoria.
Antes de Santa Teresa, Margarita Porete, mística francesa del siglo XIII, quemada viva por la Inquisición, dijo “No hay otro Dios que aquel del que nada puede conocerse”.
Pues antes del siglo XIII y después de este siglo, los conceptos de Dios y sus atributos, se han ido repitiendo miles de millones de veces, y en este momento en la celebración eucarística de sigue repitiendo millones y millones de veces eso de “Dios omnipotente y todopoderoso” “te pedimos…. por tu misericordia” “perdona nuestros pecados” y así sucesivamente, ¿Quién y cómo, se borra esto de las mentes en la religiosidad popular? Porque, claro, vienen catástrofes naturales u holocaustos humanos, y surge la pregunta ¿Dónde estás Dios MISERICORDIOSO?
Claro que hay que deconstruir este paradigma,
A partir de aquí, acudimos al post-teismo, a la mística, a la experiencia íntima y personal, y ahí entra el respeto profundo, pues dentro de nosotros y de nosotras, sólo lo sabemos qué sucede dentro de cada sujeto y de su conciencia. Incluso a aquellas personas que no necesitan a Dios.
El tema de Jesús, es más fácil de asimilar, previa una profunda exégesis, de su contexto religioso y humano, con una fuerte hermenéutica para imaginarlo en este sociedad
Ayer se supo que el telescopio James Webb había descubierto seis galaxias inmensas y más antiguas que las ya conocidas. Por otra parte se sabe de cuatro planetas muy parecidos a la Tierra, ¿Quién sabe si hay otros seres pensantes que también se hagan preguntas del porqué, del cómo y del cuándo de su existencia? Si objetivamos a Dios, los conceptos que nos hagamos se nos van a esfumar entre los “dedos” a la hora de atraparlo.
No creo que la cuestión esté en identificarnos ni con el teísmo ni con el no-teísmo y menos aún que se trate de una usurpación ocupacional temporal. Más bien se trata de una superación estructural y no conceptual. No se trata, pues, de una usurpación de conceptos, sino de una superación real estructuralmente considerada que va configurando nuestra propia realidad personal. En resumen, no se trata de identidad ninguna, sino de realidad en res-pectividad….
Nos recuerda Epicteto, que “la mayor y primera tarea del filósofo es poner a prueba las representaciones», (las metáforas, modelos o imágenes mentales de las cosas).
Y es que detrás de todas las controversias que tenemos los humanos, lo que hay, es una lucha de calidad de las metáforas que utilizamos para representar la realidad esquiva.
La supuesta controversia entre teísmo y no-teísmo, no es mas que un nuevo episodio de esa lucha de metáforas.
Jesús fue un gran sabio, (quizás el mayor de la historia), que con su lucidez nos señala con el dedo la dirección de la verdad, como se representa metafóricamente a Colón señalando el nuevo mundo.
Pero cuando el culto que le empezaron a brindar sus primeros seguidores, se fue deslizando paulatina y progresivamente, (el amor es muy traicionero, y fácilmente nuestra amada se convierte en nuestra “diosa”), hacia la metáfora de su divinidad, el cristianismo decidió su futuro.
De mirar la dirección a seguir por la humanidad, señalada por el dedo de Jesús, se pasó, lógicamente, a mirarlo a él, a su persona, que siendo ahora “Dios”, lógicamente era absoluto. Y todo dio un giro de 180 grados.
Y claro, cuando en un actuar y reflexionar humanos, introduces un “absoluto” como “Dios”, el sinsentido y el caos está servido.
Una metáfora es un “como si…”, no un “es”. Pero la mente humana, cortita ella, rápidamente pasa del “como si”, al “es”.
Claro es que la realidad es una, y que lo que varía entre dos personas, (en este caso ente Teresa de Jesús, y Spong), es la metáfora que explica el fenómeno.
La aparición en nuestra mente, de una continua serie de pensamientos que no hemos realizado conscientemente, y que parecen surgir de la nada, es un “misterio” que anonada a todo creador, o incluso a cualquier persona normal.
Por eso para explicar dicho flujo de “intuiciones”, algunas de ellas, sabias, como “insights”, o “satoris”, o “Iluminaciones”, el humano utiliza varias y diversas metáforas.
En la época de las conciencias mágica y mítica, eran los dioses, los que hablaban al humano directamente. En la Ilíada, todas las intuiciones de los héroes eran la voz del dios específico del tema.
A partir del 1º Milenio a.C., con la mutación hacia la conciencia racional auto-reflexiva, paulatinamente, el humano, empezó a pensar que esas ideas, eran de alguna forma, suyas, aunque se hablaba del “daimon” socrático, como de una voz exterior, pero personal: era nuestro daimon, nuestro “ángel de la guarda personal, una especie de “alter ego”, algo que no era nuestra conciencia, pero era “nuestro”, estaba dentro de nosotros.
Jesús, fue un gran difusor de esa idea de que dentro de nosotros tenemos una “fuente” de sabiduría, para ayudarnos a seguir en nuestro desarrollo.
Todas las parábolas del tesoro escondido en el campo, la perla preciosa, y la red, son en realidad parábolas sobre la existencia y funcionamiento del “espíritu” interior, aunque la interpretación canónica, se haya hecho sobre el “reino de Dios”, que es una metáfora indirecta: el reino de Dios, se consigue, utilizando y aprovechando al “espíritu” interior.
Pero al divinizar a Jesús, (hay amores que matan), esta gran lección de Jesús, se fue al garete. Ahora, ya no se escucha y atiende a “nuestro” espíritu interior, sino que se atiende racionalmente, a imitar al Jesús-Dios, del que sabemos muy pocos detalles de vida, (solo los inferimos y suponemos), y que encima por ser Dios, es inimitable para nosotros.
Fue un tiro en el pie, en toda regla. Mas que en el pie, fue un tiro en los “tales”, dejándonos castrados de por vida. Lo que era relativamente fácil, se convierte en una labor ímproba e imposible.
Porque sin la guía directa de nuestro espíritu, es imposible, que lleguemos al Reino de Dios. Lo intuye muy bien José María Castillo, en Espiritualidad para insatisfechos, en su segundo punto:
2. La espiritualidad cristiana comporta unas exigencias éticas que arrancan del mensaje de Jesús sobre el reino de Dios, lo que no significa reducir el cristianismo a un proyecto ético, porque la ética de Cristo no se puede llevar a la práctica, si no se vive desde una profunda experiencia mística.
Y la experiencia mística, (dejémonos de floripondios espirituales), es simple y llanamente, mantener el contacto con la guía de nuestro espíritu, aunque eso supone conocer un poco como funciona el asunto.
Que luego a esa “voz” de nuestro espíritu, (suministrado e implementado por el Universo), le llamemos Padre, o Virgen María, o “Sabiduría”, u “Orden Cósmico”, solo son metáforas distintas para significar lo mismo.
(Casualmente esta semana Mariá Corbí, tiene en CeTR, un artículito sobre el tema: “Utilidad de las invocaciones breves”).
Permíteme un mariz insignificante, Isidoro-
A eso que tu has llamado “Metafora” y Epicteto “Representaciones” a mi me gsta llamarlo “Experiencias de lo Religioso” o “Experiancias de Dios”.
Como aquel sucedido que le pasa a uno, que le marca de por vida y que por mucho que lo describa y lo relate, nunca podrá transmitirlo completamente a un tercero (O tercera) porque solo si ese tercero lo vive podrá conocerlo completamente.
En mi modesta opinión, ver así las cosas nos permite ser mucho más abiertos a otras visiones.
Completa y totalmente de acuerdo, Ana. He conocido y conozco mujeres jóvenes y mayores que pueden escribir y hablar mejor que ciertos hombres. Quien tenga la capacidad o talento que lo trabaje sea hombre o mujer.
Ahora bien, la Institución católica con su jerarquía (misógina) irá autodestruyéndose y desapareciendo sino incluye en igual a la mujer.
El mensaje de Jesús si no hubiese sido por las mujeres no se conocería.
Mujeres, que atrio no es “cosa de hombres”
Antes de mi comentario sobre el artículo, agradezco a Antonio que publique un artículo escrito por una mujer.
Ayer sentí vergüenza ajena al ver la foto de VOX con Tamames ¡¡¡!!! a la cabeza, en la que no aparece ni una mujer. Constato que en atrio andamos por los pelos. tanto en comentarios como en artículos.
El otro día decía el Papa que en el laicado había una plaga de clericalismo, pues yo digo que en atrio, hay una plaga estructural de patriarcado, patriarcado incrustado en el ADN estructural de la sociedad, en decir, en mujeres y hombres.
Esto no debe ser así ni un minuto más porque, digo yo que entre las mujeres que entran en atrio, es imposible que ninguna tenga nada que decir sobre algún tema. No nos quejemos después de que las mujeres no tenemos voz. Todas tenemos ideas y capacidad de expresarlas como sepamos, ¿O es que todo lo que escriben los hombres son luminarias únicas que alumbran el mundo? Hay de todo, nosotras también somos capaces de hacerlos bien y de hacerlo regular o mal, igual que los hombres,
Ánimo, pues, mujeres, por favor a todas las mujeres, escribid con esa sensatez que nos suele caracterizar. Antonio Duato está abierto, y a poco que se pueda aprovechar, seguro que lo publica.
Yo cuando le envío un escrito siempre le digo “si te parece bien”, ahora ya nunca se lo diré, lo dejaré a su criterio, en el que confío.
Un buen artículo abierto a la pluralidad de explicaciones. Nunca habrá una explicación de lo que es sentido y vivido a fondo del Ser Humano ya que no tiene descripción pero sí un intento de explicación. Así y todo lo que muestra esa profundidad es la forma de vivirse y vivir en relación: El gran respeto a mí mismo que es respetar al otro: Unidos.
Se citan autores: Spong y Teresa. Es preciso conocer y citar a Marià Corbí en su último libro: EN EL PORTAL DE LO OBSCURO (2021). O la metáfora de la margarida, que explico en clase: Todos los pétalos (explicaciones) conectan con el centro (esencia), pero ninguno tiene la totalidad. Y el pétalo que se atribuye una explicación total es un reduccionismo brutal lleno de narcisismo. Y hay muchas clases de margaritas y diferentes jardines.
Agradezco a Ana su reflexión, que me ayuda a profundizar y mejorar el mapa (la explicación) ya que el territorio (vivencia) se conmueve y los cimientos se sacuden (Tillich).
Nuestro “ego” en y desde su metro2 debe ir tomando consciencia de sus diferentes niveles conscienciales. Todo un proceso de autorrealización como de autotranscenderse. Y así el ego se autodescubre que su esencia o realidad última no es el que se cree sino un “Yo”.
Nos toca ir dando luz ante este mundo sin luz….Bombillas (ego) que
iluminan (Yo)…. en Juan 14, 6.
Y agradecido