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Ratzinger, profesor antes que papa

Hay que ver el gran impacto que ha tenido en los medios la muerte y la exposición de su cadáver en San Pedro. Pero aún me ha llamado más atención a su figura como papa teólogo, Entre todos he estimado el extenso estudio de Jesús Martínez Gordo que publica Religión Digital y que recomiendo a quien desee conocer mejor sus opciones filosóficas que condicionan su orientación hacia el Cristo de la fe y San Pablo antes que al Jesús de los sinópticos. Aquí uno de otro colaborador nuestro que analiza también cómo llegó a ser juez severo de otros teólogos. AD.

Como el anterior papa Benedicto XV, el recién fallecido Benedicto XVI fue pontífice entre dos gigantes, entre Juan Pablo II y el actual Papa, Francisco. Además, como me escribe un amigo, desde Granada, y con razón a mí juicio, a Ratzinger, un intelectual, lo malograron haciéndolo obispo y luego papa.

Ratzinger fue un gran teólogo, conservador a decir de muchos, lo que exige profundización. Ratzinger era de una clarividencia y profundidad extraordinarias. Los que le trataron insisten también en su bondad. Precisamente, el mismo día de su fallecimiento, el 31 de diciembre de 2022, el papa Francisco ha elogiado su nobleza y su bondad.

Los que, como él, hemos sido profesores en nuestra vida laboral, reconocemos sus textos, nos deleitamos en ellos, hasta cuando nos chirrían. De Ratzinger-Benedicto XVI, lo esencial es leerle. Su legado intelectual es enorme. Quiero mencionar algunas de sus aportaciones.

Normalmente se recuerdan de él, como Papa, dos textos inmensos: ” Deus Cáritas est” y “Cáritas in veritate”, quedando en segundo lugar la encíclica “Spe Salvi”. Los títulos de los dos primeros textos citados, dos encíclicas, nos dejan ver dos ideas mayores, dos ideas principales de Ratzinger, ya papa: Dios es Amor y el Amor, la Caridad, debe manifestarse en la Verdad. Ciertamente la Verdad no es tan fácilmente aprehensible, intelectualmente, como el Amor. Pero en la vida práctica, el Amor es más que un sentimiento, el Amor debe someterse al cedazo de, si no la Verdad, sí la búsqueda de la verdad. Este esfuerzo inagotable de Ratzinger le llevó a algunos planteamientos que causaron problema. No solamente, pero primordialmente, en su trabajo, antes de su elección papal, como responsable del ex-Santo Oficio. Muchos teólogos sufrieron los embates del cardenal Ratzinger. Me viene a la cabeza el nombre del gran teólogo jesuita Jacques Dupuis.

Ratzinger y Jacques Dupuis

Invitado por mí al Forum Deusto, mientras le escuchaba la conferencia, siguiéndola con el texto que nos había proporcionado, constataba que Dupuis se saltaba algunos párrafos. Al término de la conferencia me pidió que le diera mi texto. Casi me lo arrancó de mis manos. Allí mismo, en el Salón de Grados de Deusto, le vi tachar los párrafos que se había saltado en su conferencia y decirme: “je n’est pas le droit de diré ca” (no puedo decir esto). Me impactó.

Le acompañé al aeropuerto de Bilbao, Sondica, todavía no Loiu, y gracias a un venturoso atraso de Iberia pude conversar en profundidad con él. No olvidaré aquella prolongada conversación.

La segunda encíclica en el tiempo, Spe Salvi, (Salvados en la esperanza) de enero de 2007, un texto sobre la teología de la esperanza, pero con una neta proyección cotidiana, facilita su lectura. Pero no quiero olvidarme de la encíclica redactada por Benedicto XVI y promulgada, sin apenas cambios por su sucesor, Francisco, a los pocos meses de su elección: “Lumen fidei”, encíclica muy poco citada, aunque yo la cito en varios de mis textos. Es magnifica, de una profundidad extraordinaria.

Ratzinger escribe en 2013, y Francisco lo hace propio con su firma, que “si el amor necesita la verdad, también la verdad tiene necesidad del amor. Amor y verdad no se pueden separar. Sin amor, la verdad se vuelve fría, impersonal, opresiva para la vida concreta de la persona. La verdad que buscamos, la que da sentido a nuestros pasos, nos ilumina cuando el amor nos toca. Quien ama comprende que el amor es experiencia de verdad, que él mismo abre nuestros ojos para ver toda la realidad de modo nuevo, en unión con la persona amada”. Así cierra Ratzinger lo que había abierto con “Deus caritas est” y con “Caritas in veritate”.

Ratzinger y Teilhard de Chardin.

Mi buen amigo, Leandro Sequeiros San Román, jesuita y catedrático de Paleontología, a quien tanto debo en la edición de mi último libro, me envía un texto sobre la relación de Ratzinger con el también jesuita y paleontólogo Pedro Teilhard de Chardin (1881-1955), quien fue mal visto por la Iglesia Católica debido a su visión de un universo evolutivo, aunque también espiritual. El pensamiento de Teilhard de Chardin influyó en la visión de la aldea global de Marshall Mc Luhan, en la Teoría de Gaia de Jame Lovelock, es citado recurrentemente por Al Gore en sus conferencias sobre el calentamiento global e incluso algunos dicen que fue precursor del Internet, como cerebro planetario en su concepción de la noosfera.

Olvidado por la Iglesia pese a ser una de sus mentes más brillantes, sorprendió que el Papa Benedicto XVI lo mencionara elogiosamente durante una misa vespertina en la Catedra de Aosta, donde tomaba sus vacaciones de verano.

El teólogo Joseph Ratzinger, en su libro fundamental “Introducción al Cristianismo” (1968), a propósito de la relación entre Jesús y la humanidad entera, decía sobre Teilhard: “Hay que reconocer como un mérito importante de Teilhard de Chardin el haber repensado estas interconexiones desde la perspectiva de la actual imagen del mundo y, a pesar de una tendencia hacia el biologismo no del todo incuestionable, el haberlas captado, en general, de forma ciertamente correcta y, en todo caso, el haberlas hecho nuevamente accesibles”.

Así pues, para Ratzinger hay que considerar nuevamente el valor de la intuición teilhardiana como capaz de descubrir en el Cristo-Omega el punto de vista unificador y escatológico de la humanidad. Y por eso se puede también «perdonar» a Teilhard su simpatía por el vocabulario «biologista», porque, desde el punto de vista del contenido, hay allí una coherencia sustancial con la cristología de Pablo.

Tras estas reflexiones de Ratzinger, el contenido sustancial del Monitum contra Teilhard de seis años atrás había desaparecido de facto. Notemos, también que, justamente el tema de las «interconexiones» a las que se refiere Ratzinger, regresa a menudo en la encíclica “Laudato si” del papa Francisco (LS 16; 42; 111; 117; 138).

El Papa Ratzinger citó a Teilhard en su reflexión de la carta de San Pablo a los Romanos en la que se dice que el mundo algún día llegará a ser una forma de adoración viviente, Benedicto XVI dijo: “Al final tendremos una verdadera liturgia cósmica, donde el cosmos se convertirá en una sede viviente”.

Las palabras del Papa detonaron una ola de respuestas de la prensa italiana. El portavoz del Vaticano Federico Lombardi comentó: Ahora nadie imaginaría decir que Teilhard es un autor heterodoxo que no debería de ser estudiado.

Algunos observadores católicos han notado que el lenguaje del Papa Benedicto XVI está influenciado por la obra de Teilhard de Chardin en su dimensión metafísica. Algunos también hablan ya de Ratzinger como el Papa Verde, esto debido, no solo a que había instalado paneles solares en el Vaticano y había hablado de una conversión ecológica. Teilhard de Chardin es en este sentido un referente, siendo el más directo vínculo entre la religión, la biología y la ecología espiritual; tan en boga en nuestros días.

Lo novedoso de Teilhard de Chardin es amalgamar la ciencia con la religión, la biología evolutiva con la sed de trascender la materia y de una manera poética que antecede al sincretismo de espiritualidad cuántica de nuestros días. Esa es la liturgia cósmica, una pasión, donde el ser humano y el planeta entero se vuelven el Cristo Cósmico, la parusía o la cosmogénesis rediviva. Todos en la misma nave Tierra.

Podría continuar este texto, redactado por un profesor jubilado glosando la figura de un teólogo profesor devenido papa, rememorando su diálogo con el agnóstico e influyente filósofo Jürgen Habermas y los correos que mantuvo con el matemático ateo Piergiorgio Odifreddi, cuya publicación en castellano esperamos en breve.

 

Terminando. Muy posiblemente Benedicto XVI pasará a la historia como el papa que renunció y dimitió al reconocer que no se sentía con fuerzas para gobernar la Iglesia. Este hecho le honra. A los que tenemos la funesta manía de leer, le recordaremos, con agradecimiento, en sus textos como pensador, también siendo papa.

 

4 comentarios

  • M. Luisa

    Cuando supe de la muerte de Benedicto XVI y los elogios que sobre él llovían por todas partes, no pude por menos que buscar en mi estantería el libro “Libertad conquistada” que su colega Hans Küng en la Universidad de Tubinga escribió posterior al de “Ser cristiano” y la esencia del cristianismo. Todos ellos leídos en un tiempo que yo misma lo necesitaba para combatir el dogmatismo dominante de la época.
    Con seguridad, Küng, había escrito ya el libro sobre “la justificación” que, por sorpresa de él, Ratzinger en su tratado sobre la gracia, da amplia validez al mismo. De todos modos, como buen neo-escolástico fiel a Roma, más tarde, dice Küng, escribió un panfleto nefasto en contra de su teología. También la crítica de H. Häring como nota distintiva entre tantos elogios, señala que en Ratzinger teología e ideología iban entremezcladas.
    Además, según Küng, la verdadera razón de su despedida como profesor en Tubinga fue la revolución estudiantil de Mayo del 68. Desde entonces cogió pánico a los movimientos “de abajo” combatiéndolos, no escuchándolos sino con mayor dogmatismo si cabe.
    Con todo, es de agradecer a Küng que la deriva de libertad y de crítica que emprendió no la hubiera podido realizar dentro de la institución eclesial. Ratzinger entró en ella y se fue dejando un cajón lleno de asuntos por resolver uno de ellos, encubrir a sacerdotes pederastas. ¿Fue esto lo que le hacía imposible seguir?   

  • Antonio Llaguno

    Reconozco que cuando salió elegido Papa yo me sentí profundamente decepcionado. Su labor como prefecto de la CDF fue completamente ausente de misericordia y empatía con aquellos a quienes juzgó, a quienes yo no tengo capacidad para valorar su ortodoxia (Aunque sí para decir que la ortodoxia me importa muy poco ); pero de cuya honestidad intelectual no me cabe ninguna duda.

    Pero, al día siguiente a su elección, pude ver en TV una entrevista a Enrique Miret Magdalena donde avisaba de que, seguramente, Benedicto XVI seríamuy  diferente de Joseph Ratzinger (Más tarde él ha defendido varias veces esta intuición) y yo me pregunté: ¿Llevará razón?

    A los pocos días, ya de Papa, resulta que una de sus primeras visitas es a Hans Küng y fue una visita muy cordial e incluso tiene algún guiño amistoso con Walter Kasper (Aunque esta relación nunca fue cordial; pero tampoco es que Kasper ayudará mucho a cambiarla).

    Yo estaba confundido.

    Pero entonces pública su primera encíclica (Dios es amor) y me atrapa sin remedio.

    Escribe con una claridad increíble y aunque dice obviedades como puños, son obviedades que deben ser dichas porque se estaban olvidando y con ese escrito se gana mi corazón y mi respeto.

    Al renunciar, se añade mi admiración por lo valiente de su decisión.

    Y con su retiro y tras ser constantemente tratado de utilizar y manipular por los más tradicionales para justificar sus (de ellos) ataques descarnados a Francisco (Su ex secretario ya ha avisado, amenazado más bien, con que en breve saldrán sus memorias (del secretario) para contar “toda la verdad”) y él contestar sólo con el silencio y sin apoyar a los sedevacanntistas de turno ha conseguido que le tenga un cariño especial.

    Es cierto que encarna una Iglesia; la tradicional y más ortodoxa, en la que yo no creo; pero consiguió, a pesar de ello, serme querido y simpático.

    Y, yo no soy nadie para recomendar ningún libro de él pero leí hace muchos años el catecismo alemán (Estaba muy de moda junto con el holandés), en el que él firma unas cuantas entradas, y reconozco que me encantó.

    DEP.

     

  • Isidoro García

    El cristianismo es una gigantesca y complejísima metáfora de la ubicación del insignificante humano, en el inmenso Universo.

    Es como un gigantesco puzzle, con miles y hasta millones de piezas que hay que colocar adecuadamente, para que al final se componga la foto de la gran Realidad: la huella de “la pisada de Dios”.

    Y en esa metáfora nada es lo que aparentemente parece, y todos estamos persiguiendo sombras y discutiendo por detalles insignificantes.

     

    El artículo de Elzo, sobre la figura del Ratzinguer pensador, es muy sugerente y estimulador, de nuevas ideas, especialmente cuando se refiere a su opinión sobre Teilhard.

    Porque Teilhard, fue uno, (no me atrevo a señalarlo como el primero), de los que vislumbró todo, como piezas de ese puzzle cósmico.

    Y lo hizo en un momento histórico muy poco propicio, tanto religiosa como científicamente. Religiosamente, justo en plena cruzada antimodernista en la Iglesia anterior al Concilio.

    Pero científicamente, estaba en los albores del despegue de la Ciencia del Cosmos. Hay que pensar que hasta la década de los 30´, del s. XX, se consideraba que el Universo era solo la Vía Láctea.

    Y solo hasta finales del s. XX, se pensaba que el sistema solar, con sus planetas terráqueos habitables, era único e irrepetible en todo el Universo.

    El descubrimiento de que el Universo está repleto de planetas donde la vida puede florecer, ha sido un descubrimiento fundamental, para situarnos a la humanidad, en nuestro verdadero lugar, desinflando totalmente el globo de una supuesta “singularidad” especial en el Universo.

    Teilhard profetizó el próximo futuro cósmico de la humanidad, situando a Jesús, como el Punto Omega de la salvación en forma de “resurrección” de la Humanidad.

    Hoy día, tenemos aún situadas pocas piezas del puzzle, pero ya hay indicios suficientes para poder vislumbrar,

    1º, que la humanidad actual, el huma-no.21, del que habla hace unos días, está condenada a desaparecer, por incapacidad de su software neuronal actual, para afrontar los gravísimos problemas mortales que nos amenazan.

    2º, que nos sucederá una nueva especie, el humano.22, (nuestros descendientes del futu-ro), mejor dotado para resolverlos, “resucitando” a la humanidad, en forma de una nueva especie, que sepa administrar y disfrutar del trozo de Universo, del que hemos sido dotados y del que somos responsables.

    3º, esa “resurrección”, se dará ya por vía de mutación emergente involuntaria, o más posiblemente por auto mutación, utilizando la humanidad para lograrlo, las nuevas tecnologías de todo tipo que se anuncian para un futuro ya muy próximo.

    4º. Quizás, y posiblemente de forma “milagrosa”, esa mutación emergente, se ha dado ya en la historia, en un número muy limitado de personas, que han surgido a lo largo de la historia.

    Y posiblemente Jesús de Nazareth, haya sido si no el primero en el tiempo, sí quizás el individuo mejor dotado, de la nueva especie humano.22., por lo que fue elegido por nuestros mentores cósmicos, (que seguro que los tenemos), como “Señor”, o “líder” de la humanidad actual en tránsito.

    5º, y quizás la muerte y “resurrección” de Jesús, constituyan una metáfora de la ya cercana muerte y resurrección de la humanidad, en una nueva realidad “triunfante”.

    Y todos y cada uno de los dogmas cristianos, que la Tradición, como reflejo de las imágenes primordiales sapienciales, de que disponemos como parte de nuestro Inconsciente colectivo, acabaremos interpretándolos en la clave del puzzle cósmico que tenemos que intentar desvelar.

     

    Por otra parte, la idea de la necesidad de la simultaneidad del Amor y la Verdad, daría para otro comentario.

    Los más específicos “Verdad y Bondad”, junto con la tercera pata, más general, de la Armonía con el Universo, son los tres grandes valores universales, que tenemos grabados en los circuitos neuronales, como guía personal y vital infalibles, como instintos comportamentales, y que constituyen nuestro “espíritu”.

    Y al igual que nuestro espíritu personal es una micro-copia del Gran Espíritu del Universo, esos tres valores instintivos, en los que se proyecta y articula en nuestra vida personal, son el reflejo de las Grandes leyes que rigen el Universo.

    Si en toda la literatura religiosa, “tradujésemos”, la palabra “Dios”, por la palabra “Universo”, veríamos que toda religión consiste en eso: En seguir la gran Corriente del Universo, armonizándonos con Él, con similar hincapié en la Bondad, como en el anhelo de la Verdad.

  • LEANDRO SEQUEIROS SAN ROMÁN

    Gracias, Javier, por tus autorizadas palabras. Es curioso que ayer, en la tercera de ABC, el profesor Olegario González de Cardedal (nada sospechoso de heterodoxia) publica un comentario similar. Desde España, en donde la Teología desgraciadamente está reducida académicamente a ambientes eclesiásticos, nos es dificil entender lo que es la Teologia en Alemania que goza de un prestigio académico y credibilidad social en ambientes no religiosos.. Aquí la teología huele demasiado a sotanas y hábitos. Y por eso nos cuesta entender el valor de Ratzinger como intelectual NO CLERICAL. Tenía una mente muy conservadora pero mantenía el estilo universitario de modo que sus escritos, aunque no estemos de acuerdo, tienen una fundamentación científica que, desgraciadamente, no suele existir en las teologías clericales españolas. Pero todavia es una utopía de que la Teología vuelva a las Universidades públicas con su estatuto epistemológico racional y científico. El que sea conservadora o progresista es lo de menos. Lo que hace falta es que tenga nivel científico y universitario.. se puede leer https://tendencias21.levante-emv.com/leandro-sequeiros-la-fe-necesita-reformularse-desde-la-ciencia-y-la-cultura_a35966.html y también https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/?p=5675