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Habermas y Ratzinger: Fe y política, el debate

Antes de ser papa ATRIO ya había llamdo la atención sobre este diálogo entre los dos intelectuales bábaros, publicando ambos textos en el aún muy rudimentario formato de ATRIO, que aún se conserva aquí. Y después de ser papa hemos vuelto otras veces sobre ello. Hoy, casi 20 años después, publicamos este artículo escrito con ocasión de la muerte del papa emérito por nuestro colaborador Leandro Sequeiros, Presidente de ASINJA (Asociación Interdisciplinar José de Acosta). AD.

El fallecimiento, no por esperado menos sentido, del Papa emérito Benedicto XVI ha recuperado en los medios de comunicación muchas facetas del Josep Ratzinger. Unos medios han recuperado aspectos más oscuros de sus actuaciones como defensor riguroso de la ortodoxia católica. Pero también es necesario recuperar aspectos más positivos de extenso magisterio intelectual.

El debate actual sobre el relativismo y la posverdad hacen más actual el diálogo que mantuvieron Habermas y Ratzinger en 2004 sobre la fundamentación filosófica de la ética ciudadana.

Desde diversos campos se postula un renacimiento de las creencias en occidente.  Y con ocasión del día mundial de la filosofía se hacía un llamamiento a ser dueños de nuestras propias convicciones.

En estos meses, desde diversas plataformas, se debate sobre si estamos abandonando el paradigma de la secularización para emerger a la postsecularización.

Antes de ser Papa, Joseph Ratzinger mantuvo una discusión con el filósofo Jürgen Habermas sobre el papel de la fe en la construcción de un mundo más democrático. El análisis del debate que aquí se ofrece revela facetas poco conocidas de estos dos eruditos. Además, un comentario de los ensayos teológico-políticos de Ratzinger.

  

El encuentro Ratzinger- Habermas del año 2004

En enero del año 2004 la Academia Católica en Baviera reunió al entonces cardenal Joseph Ratzinger (nacido en 1927) con el filósofo Jürgen Habermas (nacido en 1929). La cumbre intelectual se mantuvo entonces en discreta reserva. Personalidades de amplia influencia en mundos muy distintos -el reino vaticano en un caso, la república académica en otro-, ambos son alemanes de una generación que, muy joven, participó del colapso bélico del Tercer Reich.

Maestros de vasta experiencia si bien, por así decir, con libros opuestos, ofrecieron en esa ocasión su visión de las relaciones entre la religión y la política a comienzos del siglo XXI. ¿Pueden llegar a ser hermanas la fe y la democracia? ¿O bien persistirán en su añeja y mutua hostilidad?

Más allá del resultado del encuentro, resulta claro que Ratzinger se enfrentó amistoso pero con energía con su antagonista, sin dudas el pensador vivo más célebre tras la desaparición de figuras como Norberto Bobbio, John Rawls o Jacques Derrida.

La conferencia de Baviera modifica algo del perfil convencional por el que son conocidos sus protagonistas. Es cierto que Habermas se muestra preocupado por los temas de siempre, como son los de la fundamentación no metafísica de los valores modernos y la racionalización de la cultura política. Pero a la vez -y esto es sorprendente en quien al pasar se define como indiferente, «sin oído musical para la religión»- insistió allí en la necesidad de contar con la fe para sostener la debilitada vitalidad de la conciencia democrática.

Ratzinger defendió por cierto una filosofía tradicional que tiene siglos detrás de él. En sus maneras, sin embargo, tomó distancia del perfil mediático que supo proyectar como guardián del dogma y purpurado ultramontano capaz de sostener que los políticos católicos pueden aplicar la pena de muerte pero jamás autorizar el aborto. En su Baviera natal adoptó el papel de polemista urbanizado. Se permite incluso un cortés comentario crítico acerca de una idea de Hans Küng, un teólogo cuya enseñanza combatió desde su implacable puesto institucional en Roma durante la era Wojtyla.

 

¿En qué creen los laicistas?

Un problema de los laicistas, comenzó Habermas, es que tienen dificultades para afirmar valores sin recurrir a los respaldos trascendentes o confesionales que pretenden negar. La secularización -vale decir, el proceso de replanteo en términos laicos del antiguo universo conceptual de la cultura religiosa- amenaza con vaciar el sentido mismo de esos conceptos que son también valores.

¿Cómo se justifican, por ejemplo, el derecho y el Estado? Esta pregunta fundamental para la política constituyó el centro de la discusión en Baviera. Desde la filosofía de Habermas, una variante del liberalismo político, el respaldo de las instituciones ya no puede ser religioso o metafísico: debe ser racional. La ley que regula al Estado se fundamenta en las mismas condiciones que hacen posible el diálogo entre ciudadanos, quienes están involucrados de una u otra forma en el procedimiento legislativo. La argumentación es la fábrica de legitimidad del sistema.

En esta visión, es el propio proceso democrático el que genera el imprescindible consenso hacia un sistema que pretende apoyarse no tanto en la represión que en el acuerdo más imaginario que real de sus integrantes. Una derivación importante es que el Estado democrático evita dar instrucciones sobre la felicidad o fijar orientaciones acerca del sentido de la vida. Es neutral, dice Habermas, respecto de las visiones del mundo. Sus ciudadanos pueden adoptar la que prefieran; son libres de pensar y actuar como quieran siempre que respeten la legalidad vigente.

Pero el verdadero problema -que, hay que decirlo, no empezó a preocupar a Habermas en el momento en que se encontró a debatir con Ratzinger sino mucho antes- se perfila ahora con claridad, pues ¿qué motivará a estos ciudadanos laicistas, postmetafísicos, individualistas a participar en política o a sacrificar algo de lo propio en aras de un interés común? La razón puede justificar, pero no basta para motivar, aclaró Habermas. Y es aquí donde se encuentra un espacio para que la religión haga su aporte a la cultura democrática moderna con la que vive en disenso a la vez perpetuo y, según él, tolerable.

Este tono desconcertó a los comentaristas. ¿El heredero de la tradición radical de Frankfurt, el defensor de la Ilustración y del progresismo se aprestaba ahora a un giro religioso ante un cardenal oscurantista?

 

Conocer y creer

Un sistema político, explicó el filósofo, no puede nutrirse del puro conocimiento o de la sola transparencia argumental en los debates. En el pasado, las convicciones republicanas fueron sostenidas por ideologías o pasiones (el nacionalismo, por ejemplo). Sin anclajes «pre-políticos», como los llama con elegancia, es decir, sin motores pasionales e irracionales, difícilmente alguien iría a la guerra o resignaría ganancias en aras de la igualdad. Un Estado no puede prescindir de valores altruistas ni tampoco imponerlos jurídicamente. La modernización, con su individualismo y su frialdad ante lo trascendente, puede llegar a disolver el cemento de la sociedad.

¿Cómo implantar una convicción solidaria eficaz con medios sólo racionales? En lo que Habermas denomina «post-secularización», la religión tiene un papel relevante para la formación de virtudes civiles; apuntala, no amenaza, a la modernidad secular. ¿Acaso los derechos humanos, hito de la civilización, no hunden sus raíces en la escolástica católica, comentó Habermas?

Cristianos y no creyentes deberían soportar la perpetua discrepancia sobre temas de sexo o familia. La razón, por su lado, ganaría en profundidad si reconociera en la fe un «potencial de verdad» que ésta sin embargo no puede demostrar por sus propios medios. La filosofía no debería enjuiciar a la fe con criterios estrictos de verdad o falsedad (cosa que hizo abundante e inútilmente en el pasado), sino cambiar de actitud y estimar lo que puede aprender de ella.

El cristianismo le parece a Habermas un aliado adecuado en la lucha contra el posmodernismo, enemigo común, pues, a diferencia de éste, no reniega de la racionalidad ni le atribuye a ella el origen de todos los males. Con todo, para Habermas sería preciso «desinfectar» de cierto irracionalismo remanente a las culturas no liberales, como las religiosas, para admitirlas en la ciudad. Pero, ¿qué queda de la religión después de esta profilaxis?

 

La reflexión de Joseph Ratzinger

En su propuesta escrita, Joseph Ratzinger sostiene que la racionalidad, “único Dios que Habermas admite”, también debería reflexionar sobre los desastres que producen sus sueños y comprender las reacciones contrarias que genera. Por un momento parece acercarse más que el propio Habermas a las ideas en las que éste se formó. Aparece el obstáculo del relativismo tan frecuente en Ratzinger.

Cierta o no, su indirecta objeción es a la vez pertinente y popular (algunos la calificarían de populista, otros de mero lugar común) y contribuye a delinear la imagen final con la que el cardenal quiere identificar a su rival, la estrella intelectual. Aunque, a decir verdad, Habermas manifiesta la aspiración a convivir con la religión, la argumentación de Ratzinger intenta convertir al filósofo en una especie de fanático del racionalismo; un dogmático de distinto tipo.

 

Contra el relativismo moral

Ratzinger aprovecha las cartas que su antagonista deja sobre la mesa para elaborar su argumento utilizando un lenguaje menos técnico, algo que quizá constituya también una lección para progresistas. Sabe que ante un eventual auditorio no creyente llevaría todas las de perder y tiene que defender la noción de derecho natural, es decir, de una ley cuyo fundamento no es un razonamiento o el resultado de un debate sino que se deriva de una esencia «natural» de origen divino y revelada a los hombres, ¿Cómo hacerlo sin exigir que los demás participen de sus creencias?

El verdadero enemigo que obsesiona al entonces cardenal se llama relativismo moral, sin dudas amplificado por el posmodernismo que Habermas deplora, pero no exclusivo efecto de éste, sino de la propia modernidad que el filósofo reivindica. Los valores firmes no surgen de los caprichos personales del individuo ni pueden fundarse siempre de manera racional o democrática.

Esto último es claro en el ejemplo de los derechos humanos. ¿Acaso las mayorías que votaron y llevaron legalmente a Hitler al poder en Alemania hubieran consagrado la dignidad humana, arguye Ratzinger? Hay valores que se sostienen por sí mismos, sin necesidad de argumentos o consensos. No es sensato postrarse ante el fetiche del yo moderno ni el de sus mayorías. Estas no siempre tienen razón, dijo el cardenal el año pasado en Baviera.

La religión, afirma con Habermas, será una auténtica fuente normativa para las democracias abúlicas siempre que se admita que los principios del orden moral y civil fluyen de la naturaleza divina. Porque detrás de ese reconocimiento vendrán los necesarios valores para el mundo moderno cuyo ateísmo amenaza incluso la dignidad de la persona. Si bien es preciso que el derecho vuelva a disponer de un fundamento trascendente deberá ser, por supuesto, uno racionalmente estructurado. Sólo así podrá combatirse el relativismo, enemigo común, que Habermas abomina sólo bajo la forma de posmodernismo. El filósofo había ofrecido su mano, pero el cardenal busca tomarlo del codo.

En efecto, Ratzinger explota a fondo los gestos concesivos de Habermas y extrae de ellos casi la exigencia de restaurar la centralidad de la fe en un mundo que ya no cree en nada ¿No había sido Habermas quien subrayó la genealogía católica de los derechos humanos, hoy venerados por todo el mundo globalizado (a excepción quizá de algunas diócesis meridionales)? Puesto que la metafísica confesional -la fe- no puede limitarse a ser un mero correctivo para el vacío del mundo moderno que ha diagnosticado Habermas porque es su única verdad sustancial y ha sido relegada.

Si la necesidad de un más franco regreso a la fe asusta a los progresistas como Habermas por sus peligrosos núcleos irracionales, ¿por qué se muestran tan poco alterados por las atrocidades de la razón, empezando por la bomba atómica y pasando por su desprecio a las culturas distintas, cuya religiosidad, sostiene el cardenal, el propio Vaticano respeta y estima?

 

¿Liberales o católicos?

Para Ratzinger es obvio que el laicismo de la modernidad racionalista domina -por el momento y para su propio mal- el actual panorama espiritual. Con todo, razón y fe -los padres de la iglesia, dice el cardenal, lo enseñaron hace ya muchos siglos- son complementarias antes que enemigas. Además, queda claro que la razón tiene sus propias patologías, no menores ni menos mortíferas de las que la religión sufrió en el pasado. Atrocidades históricas aparte, y pese a que superficialmente no parezca así, desde un exclusivo plano doctrinal el ecumenismo de la fe católica manifiesta una mayor disposición a la relación con lo distinto que la cultura liberal.

La lucha de Habermas contra el posmodernismo, deja entender el cardenal, lo terminará arrastrando hacia la intolerancia cultural. Después de todo, no sólo París es la capital de la diferencia. También el Islam, el modo de vida de la India o las sensibilidades nativas de Latinoamérica tienen sus propias visiones no coincidentes con las del Occidente racionalista, la mayor cultura operativa a nivel global.

Para Ratzinger, y en ello se adivina el intento de una estocada final (¿populista?), la modernidad que Habermas defiende debería aprender a modular sus pretensiones de universalidad tomando lecciones de la tradición católica. Esta tradición no sería menos firme pero sí (al menos en teoría) menos absolutista o paranoica que la modernidad laica. Si ésta no modera su ciega arrogancia, lo pagará caro. Y ya lo está pagando, insinuó en Baviera el hombre que sería Papa.

Pese a los aspectos oscuros es conveniente recuperar las dimensiones luminosas de que fue gran intelectual católico en tiempos de penumbra.

 

43 comentarios

  • M. Luisa

    Muy interesante, Isidoro, lo que ocurre es que en Occidente han existido diferentes modos de concebir el conocimiento y para que haya ecuanimidad de él con otras culturas se hace imprescindible en la nuestra un acuerdo del mismo. En mi caso, por ejemplo, no he dejado nunca en mis estudios de filosofía mostrar interés por la oriental, de manera que en ellos son innumerables las narraciones que también te podría remitir. Pero no se trata de un problema de comparar una con otra, sino de encontrar el nudo estructural que las ha separado.

    Acudir a la comparación filosófica entre Occidente y Oriente ha sido algo muy recurrente aquí en Atrio, pero solo se ha quedado ahí.  Por esto, ahora, nos encontramos en un bucle de repeticiones y con solo esto es imposible avanzar.

     

    • M. Luisa

      …Por ejemplo, Isidoro, para adelantarte algo recogiendo aquella pregunta con la que me pareció podría darme el pistoletazo de salida. “Por qué hay algo más bien que nada” recuerdas? Pues bien, en Occidente se ha preocupado más por las cosas existentes (Parménides), es decir, por el “ser” y este ser derivó en un ser juiciero.  En cambio, a Oriente le preocupó más el “haber”, es decir, lo que “hay” lo cual  es con ello  con lo que primero  te habrás  de enfrentar…

       

      Parecería, sin embargo, Isidoro, que nos hemos desviado un poco con respecto al artículo, pero creo que no porque Ratzinger de quién aquí se está hablando fue de mente totalmente racionalista y esta ha sido para la mente de Oriente su antagónico.

      Gracias por tu interés

       

  • Isidoro García

    Dices amiga M. Luisa, que no deberíamos “imaginar que las leyes de la naturaleza obedecen a un fin (telos) que debemos seguir y obedecer”, y que “toda ley (del Universo), es obra de un legislador que él mismo la impuso en el curso de las cosas”.

    Yo creo que el planteamiento de la “finalidad” del Universo, (que reconozco que es minoritario en la cultura moderna, pues, domina la versión reduccionista y totalitaria del azar pleno), no es una simple imaginación personal, sino que supone una constatación de una realidad evidente para mí.

     

    El Universo, es tal como es, y como le contemplamos, porque se inició, con unas constantes cosmológicas, unas fuerzas que son las que son, (y además con la dimensión que tiene cada una), y unos diseños de la materia, (las partículas elementales), determinadas y fijas.

    Y ese conjunto de premisas iniciales, configuran el desarrollo de un Universo, pues de ese conjunto determinado de premisas iniciales, surgen las leyes como la de la evolución de la vida, de la entropía de la energía, y las leyes de la inteligencia, (que aún estamos por descubrir exactamente).

    No entro en si fue “por azar”, o fue por “auto creación”, o fue la creación de Algo exterior, pero fuera lo que fuese, ahora ya es así, y seguirá así, hasta su desaparición, por lo que es claro que tiene una “dirección”, que es la que debemos seguir, no por nada más que porque somos integrantes del Universo, y por ello eso va con nosotros.

     

    Respecto a qué aporta esa idea de estar anclados en el Universo, con la “trascendencia”, hay que ver que consideramos como “trascendencia”, (con minúscula).

    Para mí la “trascendencia” es justo eso: seguir las leyes de la naturaleza, y su dirección universal.

    Como vengo diciendo, parece que la dirección que el Universo, nos marca a nosotros los humanos, es desarrollar plenamente nuestra naturaleza de especie.

    Y esto conlleva de suyo, como consecuencia, la tendencia hacia el saber, la bondad y la felicidad personal, (que es el compendio de lo que estimamos por “Belleza” = armonía de vida, placer inteligente, alegría de vivir, y esperanza inteligente en el futuro).

    Dice Manuel Fraijó: “El epitafio en la tumba de Bloch, en Tubinga, reza: “pensar es trascender”. Un trascender con minúscula que es esta apertura del espíritu a la historia, a la ciencia, a la teología, a la filosofía, al arte, a la vida, a la muerte. 

          Entiendo que a ese “trascender” se le puede llamar “espiritualidad”.

    Pero esto no descarta la “Trascendencia” religiosa. Porque si uno siente la intuición de pensar que detrás de tanta maravilla y complejidad del Universo, es muy raro que este el azar, o la auto creación, automáticamente, llegas a la in tuición de que debe haber un Absoluto desconocido, que es lo que llamamos “Dios”, por llamarle de alguna manera.

    Pero esa intuición del Dios creador, no necesariamente debe conllevar consigo la de que interviene en los detalles del desarrollo del Universo, y menos aún, que va a interactuar con unos mierdecillas como somos nosotros.

     

    Por otra parte, yo nunca he dicho, (por lo menos últimamente), que “se debe partir de la fe y no de la ciencia”. Yo soy naturalista religioso. Lo de naturalista, iluminado, (mas acertadamente o no), por la ciencia, y lo de “religioso”, en el sentido “deísta”, como señalo en el párrafo anterior.

    Pero como comenté en el comentario anterior, pienso que se puede instalar perfectamente el cristianismo, dentro del naturalismo, (incluso en el no religioso).

    Siempre claro de creer en un Jesús, solamente humano, y en que existen en el Universo, otras criaturas inteligentes, que pueden ayudarnos en nuestra metamorfosis final.

    Un saludo cordial a M.Luisa y a todos.

    • M. Luisa

      Disculpas, Isidoro, a lo mejor no me expliqué bien.

       

      La función depurativa de la filosofía se funda, como ya sabes, en la pregunta “¿Por qué hay algo más bien que nada?”. No es una pregunta por el “ser” sino por el haber. Es decir, no comienza preguntándose por los principios sino por el origen. Y esto es lo que breve y torpemente quise explayar en el anterior comentario.

       

      Ahora bien, y dicho todavía más escuetamente. El “principio de indeterminación” está en otro nivel. No es una afirmación sobre el alcance de nuestros medios de observación, sino sobre cosas observables como ya señalé. La relación en que se halla la luz de la materia es perfectamente real, como la visión de un bastón sumergido en el agua no es menos real que la que de él tenemos cuando está fuera del agua. En ambos casos son situaciones ajenas a toda subjetividad,  pertenece al carácter de lo real

      Un cordial saludo!

      • Isidoro García

        Amiga M. Luisa, mira que cuento zen he encontrado:

         

        “Un monje zen vivía con su hermano tuerto e idiota. Un día que tenía que conversar con un famoso teólogo, venido de lejos para verle, se vio obligado a ausentarse.

        Le dijo entonces a su hermano: -¡Recibe y trata bien a este erudito! ¡Sobre todo no le digas una sola palabra y todo irá bien!.

        El monje abandonó entonces el monasterio. A su regreso, fue a ver rápidamente a su visitante: –¿Te ha recibido bien mi hermano? -le preguntó.

        Lleno de entusiasmo el teólogo exclamó: -Tu hermano es una persona muy notable. Es un gran teólogo. El monje, sorprendido, farfulló: -¿Cómo?… ¿mi hermano, un … teólogo? 

        -Hemos tenido una conversación apasionante –prosiguió el erudito-, expresándonos sólo mediante gestos. Yo le he ensañado un dedo, el ha replicado mostrándome dos.

        Entonces yo le he respondido, como es lógico, mostrándole tres dedos, y él me ha dejado asombrado mostrándome un puño cerrado que ponía fin al debate… 

         Con un dedo, yo le he indicado la unidad de Buda. Con dos dedos, él ha ampliado mi punto de vista recordándome que Buda era inseparable de su doctrina. 

         Encantado por la réplica, con tres dedos, yo le he dado a entender: vida y su doctrina en el mundo. Entonces él me ha dado esta réplica sublime mostrándome su puño: Buda, su doctrina, el mundo, forman un todo. A esto se llama rizar el rizo. 

        Algún tiempo más tarde, el monje fue a ver a su hermano tuerto: -¡Cuéntame lo que pasó con el teólogo!

        -Es muy sencillo –dijo el hermano-. Él me provocó mostrándome un dedo para hacerme observar que yo no tenía más que un ojo. Al no querer ceder a la provocación, yo le repliqué que él tenía la suerte de tener dos.

        Se obstinó, sarcástico: “de todos modos, sumando los de los dos, hacen tres ojos”.

        Fue la gota que colmó el vaso. Mostrándole mi puño cerrado, le amenacé con dejarle tieso en el acto, si no ponía fin a sus malintencionadas insinuaciones”. 

         

        Esa es la verdadera maldición babélica, y no la de los idiomas. ¡Tomémoslo todos, con Alegría y buen humor!.

  • M. Luisa

    No creo que se esté entendiendo la provechosa irrupción de Villamayor en el debate del pasado día 4 de enero. Las argumentaciones que leo a partir de su propuesta me parecen inadecuadas con respecto al cambio de paradigma al que nos invita. Y ese cambio toca de lleno al ámbito epistemológico y ontológico que en cuanto ámbito está abierto a distintas fundamentaciones del conocimiento.

     

    Claro que los seres humanos formamos parte del Universo, pero pensar que ahí queda la cosa es del todo insuficiente porque la relación entre las unidades cósmicas es la “medida”, pero se trata de una  medida tan independientemente del físico en la física aristotélica como lo ha sido la proporción matemática independientemente del matemático, en la física de Galileo. Es por lo que luego nos es forzoso tener que imaginar que las leyes de la naturaleza obedecen a un fin (telos) que debemos seguir y obedecer.

     

    Sin embargo,  esto es completamente erróneo suponerlo así a la altura de los tiempos. Resultaría entonces que toda ley es obra de un legislador que él mismo la impuso en el curso de las cosas. Ahora bien, ¿Qué aporta  seguir pensando así de cara al posteísmo?  Si solo formásemos parte del Universo, este universo del que se dice estamos anclados no habría manera de hablar de trascendencia. Por esto mientras que para la física clásica la ley enuncia la articulación de un fenómeno con la estructura “espacio–temporal” para la física actual la ley enuncia la articulación de un fenómeno en el campo de claridad en que es visible y gracias al cual es observable.

     

    Precisamente el principio de indeterminación en esta nueva idea de naturaleza expresa que en la implicación de estos dos puntos de vista se produce una alteración que nos abre a la trascendencia. Es como si al suspender la mensura (medida) de tal cosa resaltara en ella su dimensión real.

     

    Pero, si nos atenemos al anclaje, este anclaje nos tiene sujetos cósmicamente y en esta tesitura, ¿cómo puede accederse a la trascendencia?

     

    Está bien que se diga que se debe partir de la fe y no de la ciencia. No obstante,  cuando a estos asuntos me he referido, siempre me he limitado a decir que a la ciencia se le ha de tener respeto y nada más. Es decir, tomar a la ciencia en consideración para, precisamente, no errar en los trabajos de fe.

     

  • Isidoro García

    El “naturalismo”, ancla al ser humano en el Universo, del que formamos parte, y del que debemos seguir las leyes y espíritu, (telos, dirección, viento), del mismo.

    Ese anclaje con el Universo, es lo que constituye la “trascendencia humana”. Y una vez anclados en el Universo, el naturalista, el laico, se queda ahí, y el “religioso deísta”, se re-conecta con “Dios”, mediante la conexión Universo-Dios, y enfila la trascendencia religiosa.

     

    El problema del cristianismo no-teísta, es que por coherencia interna, al no creer en la comunicación directa de “Dios” en la historia, y en concreto a cada uno, por una parte, desconfiará totalmente en la “revelación” tradicional. Un Dios que no actúa en la historia, no se revela directamente, solo lo hará a través de su gran obra conocida, el Universo.

    Por otra parte, un cristiano no-teísta, no puede creer en el trinitarismo, y la idea del Jesús-Dios. Si no creemos en la intervención de Dios en la Historia, (fuera de la dinámica natural del Universo), menos podemos creer, que una persona divina se reencarne en humano, para darnos unos mensajes de vida.

    Pero entonces, ¿dónde queda Jesús en todo esto? ¿Cómo ser cristianos, si Jesús, solo es un sabio humano, aunque sea el mejor?.

    Y es verdad que con este planteamiento, en un principio, parece que las enseñanzas de Jesús, quedan como en un muy segundo plano, y como reafirmación cognitiva de la vía del espíritu. Sería un gran Maestro humano, como una especie de Sócrates mejorado.

    Pero yo creo que esa es una visión inicial del tema. Porque analizando lo que los evangelios nos indican como el pensamiento de Jesús, se ve que muchas de las frases evangélicas que se ponen en boca de Jesús, no le pegan a un humano como Él, sino que parecería que está hablando como portavoz del Espíritu, y que se refiere al “Espíritu” más que a Él mismo.

    Por ejemplo, cuando Jesús dice: “Yo soy el Camino la Verdad y la Vida”. O cuando promete el descanso a los cansados, que los “trinitarios” han interpretado en clave personal divina.

    Yo creo que de los dichos y parábolas de Jesús, una parte, (la parte mas concreta y moral), son en clave mesiánica, dentro de la conspiración que protagonizó contra el dominio romano.

    Pero hay otra parte, la más espiritual, que da la impresión como que hablase como “en trance”, inspirado directamente en ese momento por el “Espíritu”, y por eso hablando oracularmente: “como repitiendo las palabras del “Espíritu”.

    En la teología trinitaria, el “Espíritu”, se considera como la Voz y la Acción del Padre. Y quizás habría que considerar al Jesús “iluminado”, como la Voz ventrílocua del Espíritu.

     

    Aunque el Génesis separa la creación del Universo, de la creación del humano, la realidad es que no hay más que una Creación: la del Universo, del que formamos parte.

    Por eso, buscar la Ley del Universo para vivir coherentemente en él, es lo mismo que escuchar la palabra de Dios, (su autor). Un “Espíritu”, que es la dinámica de “Dios”, esto es, la dinámica de la principal obra de Dios” que conocemos: el Universo.

    Por eso, cuando comprendemos que para cumplir nuestra naturaleza, debemos seguir las leyes, normas y espíritu del Universo del que formamos parte, y muchas veces no sabemos cómo hacerlo, necesitamos hacerlo con dos guías.

    La primera, nuestro “espíritu” personal, que es una micro-versión del “Gran Espíritu del Universo”, que dicho Universo, a través de la evolución emergente, nos ha suscitado en nuestra herencia genética, como recurso fundamental, para afrontar los graves peligros que nuestro desarrollo natural, nos ocasiona.

    Pero como esa voz del “espíritu” personal, es a veces confusa, poco audible si estamos distraídos, y resulta equívoca, pues la tenemos que interpretar con una cultura llena de errores cognitivos y de perspectivas inadecuadas, necesitamos una cierta guía mas concreta. Y por ello, desde el cristianismo, y con cierta razón, el camino espiritual suele verse con una gran desconfianza.

    Y esa guía más concreta es la que quizás nos brinda Jesús, a través de su vivencia histórica espiritual, con un “espíritu” plenamente conectado con el “Espíritu”, y que aunque torpemente recogida y transcrita por los testigos presenciales, puede aún así resultarnos muy clarificadora en las dudas actuales de cada uno de nosotros.

    En ese sentido, en el no-teísmo, Jesús sería una especie de mezcla entre Sócrates, Buda, y San Juan de la Cruz, mejorado en todas sus respectivas facetas.

    Hasta tal punto de ser designado como miembro de la nueva humanidad que se anuncia en un futuro próximo, y el encargado de guiar la dura transición que se producirá entre las dos subespecies humanas: la actual y la futura.

    Por ello, el no-teísmo, no puede quedar reducido a un humanismo social y militante, sino que debe incorporar esa faceta escatológica de la Cristología no divina, pero de enorme importancia ante los procelosos tiempos que se avecinan, y que nos proporciona mucha esperanza, tan necesaria para seguir avanzando.

    (Perdón por los rollos navideños que os estoy colocando).

    • “El “naturalismo”, ancla al ser humano en el Universo, del que formamos parte, y del que debemos seguir las leyes y espíritu, (telos, dirección, viento), del mismo.”

      Completamente de acuerdo Isidoro, coincidimos. Entiendo que el trabajo espiritual consiste precisamente en acallar el “mono loco” de los pensamientos de la mente con la cual nos identificamos junto con el ego. Acallar los pensamientos y morar en el núcleo del tronco de nuestra personalidad, la consciencia superior.

      Ya esta… En eso consiste lo fundamental de la vía espiritual, sin menoscabo de que hacia arriba el espíritu humano no tiene limite. Todo lo demás es “farfolla”. Y la espiritualidad entendida como digo, no solo esta en concordancia con la ciencia sino que es mismamente ciencia, metafísica… la ciencia de la parte subjetiva de la realidad. Porque quedarse con solo lo que perciben los sentidos humanos es un burdo reduccionismo que estamos en puertas de trascender colectivamente.

      Todas las religiones son primitivas ya, ¿significa que son falsas? NO, hay de todo. Pero… así como los primitivos extraían de entre la hojarasca unos tipos de plantas que servían para sanar el cuerpo y el espíritu. Y después descubrió la medicina el principio activo de estas plantas etc. Nosotros mas pronto que tarde descubriremos el principio activo de las religiones, y la “farfolla” quemada y las cenizas de abono…

      Soy consciente de que se diga lo que se diga, escribo en un portal eminentemente cristiano y católico para mas detalles. Creo que cualquier cristiano para adecuarse a lo que viene se encuentra con un nudo gordiano. ¿Qué hacemos con Jesucristo?. Unos optan por hacer como Alejandro Magno. Cortan el nudo gordiano y se quedan instalados en la mitad con la cual se identifican , caso del ateísmo. Pero ¿y la espiritualidad?. Se quedan con su parte mas elevada y sutil amputada y así, “lisiados” transitan por el mundo penosamente.

      Jesucristo estorba para adecuar la espiritualidad a la mente colectiva media actual, así de crudo.

      Imaginemos un templo católico caído en desuso. Se van a hacer reformas para adecuarlo a instalar un centro socio-cultural. Hay en el templo no solo un crucifijo, sino varias imágenes de Santos. ¿Qué deberían hacer los de la reforma?
      En primer lugar tratar las imágenes con respeto, por lo que aún significan para mucha gente como símbolos de la divinidad. En segundo lugar (estamos haciendo reformas convenientes) guardarlas por unas décadas fuera de la vista del publico, pero guardadas, por lo mismo, por respeto hacia para quienes significa algo determinadas figuras. fuera de la vista del publico, por respeto a una cada vez mas exigua minoría. De no ser así, imágenes, templo, seminarios, conventos etc. seguirían funcionalmente vigentes.

      Al cabo de una pocas décadas. Las imágenes religiosas encontraran su sitio. En los museos…

      Podría, pero no voy a entrar en disquisiciones sobre la figura de Jesús. ¿De los evangelios? Su principio activo…

      Solo darle una pista a quien quiera desliar el nudo gordiano. Las Ciencias Humanas desmenuzan sobradamente toda la Biblia, el Antiguo y el Nuevo Testamento. Por Dios. No se puede interiorizar lo que diga ni el Nuevo ni el Antiguo Testamento. Literalmente, Porque eso es una loca fantasía. A partir de ahí. Agarra de la Biblia lo que te plazca. Tienes derecho. Desde tu sagrado libre albedrio y libre criterio. En buena hora. Adiós ortodoxia… ergo. adiós religión…

      (Isidoro. a los dos nos gusta escribir sobre el tema y etc. Feliz y venturoso Año Nuevo)

      • Luis Troyano Cobo

        Para el que se decida a atender al video. Una conferencia sobre que es espiritualidad científica. La única ortodoxia que debería darse…

  • Santiago

    Sin embargo, Antonio Ll., no puedo basar mi moral en lo “situacional” porque cada uno posee una “situación” diferente, entonces la moral cae en la subjetividad y en la individualidad que está sujeta al error de perspectiva y de lógica. Como resultado nada seria verdad, ni real porque “la verdad es lo que coincide con la realidad”

    Por lo tanto, nadie sería responsable, ni culpable de NADA, si todo fuera igual y las leyes tanto civiles como penales serían inútiles porque cada uno vería su “situación” moral como válida y las cárceles, los reformatorios y los centros que rehabilitan no tendrían razón de existir

    Pero lo que NO cambia son los principios. Éstos permanecen, porque siempre será incorrecto hacer daño y hacer lo que está mal, y que no da lo mismo por las consecuencias. Ahí está el horrendo crimen de Idaho en USA donde 4 adolescentes fueron acuchillados durante la madrugada en Noviembre pasado. Claro que debe ser “relativo” para el psicópata que los cometió pero NO para los padres, familiares y amigos que están destrozados de dolor. Hubo un crimen premeditado y una persona fue responsable.

    El “caos” criminal mundial que estamos presenciando es -en parte- debido a la idea de que nada está mal y que “todo” está permitido porque todo es “relativo” y que todo es del color conque se mire, y si yo quiero “mirar” y “creer” que está bien tomar la justicia en mis manos, pues, manos a la obra,ya me soltarán con un buen abogado y buena conducta. Esta es simplemente la idea subjetiva y relativista que es falsa porque NO corresponde a la realidad que es equivalente a la verdad.

    Somos relativos porque somos seres contingentes y dependemos para venir a existir y a mantenernos vivos, pero mis circunstancias no cambian los “principios” del bien infundidos dentro de mi ser. Ellos han de guiar, al menos, la forma “natural” de vivir, buscando el bien y evitando el mal

    Un saludo cordial para un Feliz Año 2023. Te leo con interés.

    Santiago Hernández

  • Antonio Llaguno

    Como suele ser habitual, Leandro da en el quid de la cuestión, el asunto que hace que, a pesar del afecto que al final de su tiempo entre nosotros consiguió Ratzinger (O más bien Benedicto XVI) arrancarme, hace que la distancia que hay entre la religión que él defiende y aquella en la que yo creo, sea imposible de transitar: El relativismo, en especial en lo moral.

    Para Benedicto, el relativismo es, probablemente el peor enemigo de la Religión Católica y para mi, es el destino final al que llegará cualquier hombre o mujer del siglo XXI que se haga, honestamente, las preguntas fundamentales que se responden con la religión.

    Y no solamente el relativismo moral, donde ya Häring (Muy duramente combatido por Ratzinger) defendió la “situación” como parte de la reflexión moral sino que incluso se puede llevar más allá y afirmar que no existe nada objetivamente bueno o malo y todo depende de la situación en la que se encuentra el sujeto. Todos hemos recordado los dos ejemplos más básicos de la moral de situación el que mata en defensa propia o el que roba para poder alimentar a su familia. De hecho hay una importante tradición patrística (Juan Crisóstomo, quizás, el más destacado)  que justifica al pobre que se ve obligado a robar para subsistir, incluso afirmando que el “malo” no es el pobre que roba sino el rico que acumula bienes.

    Yo creo que el relativismo es lo que encontramos en todos los aspectos de la naturaleza y no solo en el moral. Todo es relativo.

    Hay quien sostendrá que sí existe un absoluto y que ése absoluto es Dios. Puede ser. Pero incluso ese absoluto se manifiesta a cada hombre y mujer de una forma diferente o al menos, es percibido por cada hombre o mujer de manera distinta y por lo tanto… relativa (O quizás subjetiva que en lo que se refiere a la obsesión de Ratzinger por el relativismo, viene a ser lo mismo).

    Por eso es tan opresivo para algunos, entre quienes me encuentro, una religión de dogmas absolutos.

    Es verdad que esa circunstancia puede convertir la fe personal de cada individuo en una “Fe a la carta” y que esa “Carta” se puede construir simplemente a gusto del consumidor, y ese es uno de los miedos de la Iglesia formal.

    Pero yo estoy hablando de hombres y mujeres, intelectualmente honestos consigo mismos y que actúan conforme a “conciencia bien formada” y no a ” conveniencia bien establecida”.

    Quizás sea un ingenuo, pero prefiero un Dios que confía en que seré honesto conmigo mismo y actuaré “a conciencia” que otro que no confía en mi y presupone que actuaré “a conveniencia” y desarrolla todos esos preceptos morales para dirigir correctamente mis actos y mi vida.

    Es decir, un Dios que me trata como adulto y no como niño.

    Es decir una fe adulta y no una superstición infantil.

    Por eso nunca defenderé a Ratzinger como mi guía espiritual. A pesar de haber escrito algunos textos deliciosos. A pesar de haberse ganado, al final de su vida, mi corazoncito y mi afecto.

  • Isidoro García

    Uno de los cambios mas importantes, a mi juicio, en el panorama cultural humano, es la irrupción de la idea de la importancia del “sufrimiento” en la dinámica humana, individual y social.

    Es verdad que es sabido que todo el mundo sufre mas o menos a lo largo de su vida. Pero en todas las proclamas sobre la resolución de problemas humanos, los “pobres”, han sacado de foco absolutamente a los “sufrientes”.

    Hay infinidad de asociaciones y ONGs, dedicadas a los pobres pero muy pocas a los que sufren. Se dirá que los pobres sufren por su pobreza, pero el sufrimiento es mucho mas universal y omniabarcante de toda la condición humana: no hace distingos entre pobres y no estrictamente pobres.

     

    La anterior reflexión viene a cuento, de un artículo de ayer en El Confidencial, de Héctor García Barnes, sobre los 4.000 suicidas que se dieron el año pasado en España. Es un problema “invisibilizado”. No creo que el año pasado murieran en España 4.000 personas de hambre, pero si de soledad y sufrimiento.

    En dicho artículo varios especialistas, señalan que al menos la mitad de los suicidios, no se producen directamente por problemas de salud mental intrínsecos, sino que son el resultado de una incoherencia de vida. La correlación estadística ente ellos, no significa necesariamente causalidad.

    El suicida, no quiere morirse, lo que quiere es dejar de sufrir. El suicidio es un drama existencial.

    Y los suicidios son solo la punta del iceberg, de una inmensa masa de malestar existencial generalizado. El psiquiatra Miguel Guerrero, especialista en prevención del suicidio, señala que “hay que generar vidas saludables, éticas, igualitarias, justas, seguras y protectoras. Vidas que merezcan la pena vivir”. 

    Y una vida que merezca la pena vivirse, debe de estar permanente rociada de alegría de vivir, a pesar las penas y problemas.

    La alegría de vivir es el canario en la mina, que nos avisa de la corrección en la dirección de nuestra vida.

     

    Entonces, los preocupados por el futuro de las Iglesias, deberían reflexionar, que o siguen dedicadas fundamentalmente a “salvar las almas de los avatares de una procelosa vida futura”, en cuyo caso, deberían aceptar verse reducidas a la escasa minoría que crea en ello, o deberían reconvertirse hacia la facilitación a la gente de la madurez humana, y a la implementación personal de una vida que merezca la pena vivirse.

    Para ello habría que hacer una relectura y una nueva interpretación de los textos evangélicos, y una consideración de que la Tradición, fue el reflejo que creó en dichos textos evangélicos, la cultura del momento, (los primeros siglos).

    Como ejemplo, la expresión fundante del cristianismo: “Buscad ante todo el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura”. 

    Ha sido muy debatido el significado exacto de la expresión “Reino de Dios”, y desgraciadamente, no sabemos exactamente a qué se refiere concretamente, pero bien podría ser el Reino del Universo, que no deja de ser el Reino de Dios que mejor podemos conocer.

    Y la expresión “y su justicia”, yo personalmente creo que se refiere a las líneas, reglas y normas que rigen dicho Universo, centradas hacia la Bondad, el Conocimiento de la realidad, y la Belleza o alegría de vivir.

    Los demás necesitan de nuestro buen humor y de nuestras sonrisas. En la casa de un suicida que saltó del Golden Gate Bridge, se encontró una nota: “Voy a caminar hacia el puente. Si una persona me sonríe por el camino, no saltaré”.

    Nadie le sonrió.

     

  • M. Luisa

    ¿Me pregunto si se habrá leído bien la réplica de Villamayor? O al menos¿se ha puesto interés en comprenderlo? Pienso que ni lo uno ni lo otro. Hablar de un cambio de paradigma no quiere decir que la realidad a la cual se ha dirigido la mente humana a lo largo de la Historia haya de ser otra, sino que siendo la misma lo que cambia es nuestra manera, nuestro modo, nuestra actitud de ir hacia ella. En el fondo de lo que se está hablando es de EXPERIENCIA.

     

    Claro que de ella ya se viene hablando mucho, sin embargo, se ha creído que lo que envuelve la experiencia es el “ser”, es decir: un estudio ontológico de ella. De ahí que todavía se vaya siempre a la búsqueda del sentido de las cosas en lugar de encontrar en lo real de ellas el sentido de por donde ha de ir nuestro conocimiento. Este se ha conformado con lo que de ellas nos da el concepto   y este, por su incapacidad de dar de sí, ahora nos está explotando en las propias manos.

     

    Ni en los conceptos científicos queda atrapada la realidad de la cual se investiga. Las hipótesis se convierten en tesis y estas en teoría precisamente por la constante probación – experimentación física de realidad. Por tanto, no se trata de sustitución sino de subsunción, pero de una subsunción no de síntesis sino de alteridad…  Bien, por hoy para decir poco ya he empleado mucho tiempo en el cuidado de los términos, espero que no se me malinterprete.  

  • Santiago

    Es el relativismo como imposición dictatorial fue lo que combatió Ratzinger desde siempre. El no querer acceder a la Verdad saca de contexto a toda la realidad que procede de ella. Porque la verdad es lo que está de acuerdo con la realidad.

    Y por supuesto es falso que lo que se verifica científicamente es una verdad absoluta porque ésta afirmación “no está científicamente probada”…Y como el orden natural está basado en lo que es verdad, el desorden sigue a la imposición del relativismo porque sin una norma objetiva el mundo pierde su sentido.

    Ya Ratzinger en su testamento espiritual habla de cómo en “su larga vida” vio caer las hipótesis de los más notables cientificos y filósofos de su tiempo, y sólo se quedó con la coherencia de una fe que es la que ilumina la razón y como reafirma Sequeiros han de ser complementarias y no antagónicas. La norma pues es la misma Verdad: Jesús de Nazaret, Su doctrina y Su ejemplo. Eso hace callar toda falsa filosofía y toda pretensión científica.

    un saludo cordial

    Santiago Hernández

    • M. Luisa

       Santiago, por si acaso no entiendas adecuadamente mi comentario, te diré que en el combate que emprende Ratzinger para enderezar la ética, parte de un falso principio. No es la referencia al relativismo de donde ha de partir el análisis si se quiere que este sea profundo y, por tanto, el propio que caracteriza a la razón. El análisis debe partir de la relatividad misma en cuanto ley dada por la realidad en cuestión. En este caso, la de la ética en su relatividad propia.  Si se parte de lo primero, prevaldrá siempre la verdad lógica y con ella el subjetivismo propio del sujeto de quien aquella hará depender. Es lo que se ha de entender por relativismo. Y en él cae el propio Ratzinger. Al quedar, pues, invertidos los términos,  relatividad y relativismo ya en el mismo punto de partida el impositor dictatorial aquí resulta ser  Ratzinger.

  • José María Valderas

    Un servidor se pierde. La historia de la ética recuerda, entre los movimientos doctrinales desarrollados en su seno, el relativismo cultural, según el cual sería moral lo que la comunidad entiende por tal. Cada sociedad tendría su propia moral y todas serían, por igual, admisibles, viene a defenderse aquí. Toma, ya.

    La historia de las religiones, más allá de las religiones de libro, poseen igual valor. Sus evangelio–¿qué evangelios?– son equiparables y completan los sinópticos más san Juan. Toma, ya.

    El teísmo y el ateísmo deben formar un camino que se desborda. Ahí la metáfora se me desborda a mí. Bueno, si entiendo bien, deben concluir, al modo hegeliano, en una síntesis. Toma, ya.

    La moral se extiende al aborto, la eutanasia, la la transexualidad y otras formas peculiares,  entendiendo por moral su aceptación ética. Toma, ya.

    Se reitera la vieja cantinela de que la ética nace de la religión. Y se apela al Decálogo para confirmarlo. Nada de fundamento racional. Toma, ya.

    La religión debe ser sustituida por la ciencia. (Robespierre en la Iglesia de saint Sulpice, de París). Toma, ya.

    Y uno con estos pelos y leyendo a Ratzinger. Para volverse grogui.

    • Luis Troyano Cobo

      La religión debe ser sustituida por la ciencia. (Robespierre en la Iglesia de saint Sulpice, de París). Toma, ya.

      Si efectivamente es así, desde mi prisma también. Se trata de descubrir, porque se sabe a medias. ¿Qué ciencia? ¿La materialista?. No esa no porque es un reduccionismo. Y la realidad es mas amplia que la mera materia, es objetiva y subjetiva. Física y metafísica. Y entonces si que la primitiva religión cristiana, podrá ser substituida por la ciencia amplia, que no mezquinamente miope. Y podremos tener espiritualidad científica. Que ya la hay desde hace milenios en Oriente. Pero que el cristianismo, no solo la ha ignorado, sino que la ha combatido.

    • Antonio Llaguno

      “La ciencia sin religión está coja. La religión si ciencia está ciega.”

      Albert Einstein
      “No existe la materia como tal. Toda la materia surge y persiste debido solamente a una fuerza que causa que las partículas atómicas vibren, manteniéndolas juntas en el más diminuto de los sistemas solares: el átomo.  Debemos asumir que detrás de esta fuerza existe una mente consciente e inteligente. Esta mente es la matriz de toda la materia”
                                                         Max Planck

      “No existe ciencia no materialista. La ciencia se circunscribe a esa cosa desconocida que llamamos materia y sus derivados, y a lo que podemos medir y observar de forma experimental… lo que pasa es que cada vez que observamos cambiamos la realidad de lo observado por lo que ya no observamos lo que queríamos observar.”

      Antonio Llaguno (Salvando las distancias)

       

      Por lo tanto la ciencia no es lo único admisible para conocer esa cosa tan rara y, que tampoco estamos muy seguros de que exista, llamada realidad. Hay más formas de obtener conocimiento que no son la ciencia. todas ellas son válidas y todas se complementan. Lo único que debemos hacer es estar lo suficientemente atentos como para descartar la superchería y la superstición. Si eliminas eso, lo que quede, siempre tendrá un porcentaje, mayor o menor de verdad. La tarea apasionante es descubrir ese tanto por ciento.

      • M. Luisa

        Hola, Antonio, este comentario tuyo me ha abierto algunas incógnitas que si no fuera por esa atención que tu mismo reivindicas tal vez las hubiera dejado pasar por alto. Aunque a mi juicio el primer toque de alarma sobre la atención nos vino a primera hora de esta mañana, en concreto a las 6 h 31´. Sea como sea, me pregunto si debe ser tuya la última aseveración de las tres que contiene tu comentario. Esta que dice: “Por lo tanto la ciencia no es lo único admisible para conocer esa cosa tan rara y, que tampoco estamos muy seguros de que exista, llamada realidad
        De antemano, quiero poner de manifiesto que lo que me mueve a tal puntualización no es corregir, sino tener claro el marco de interpretación en el que nos movemos. Solo así podremos avanzar. Además, no quisiera tampoco que te vieras  obligado a responder. Dicho esto voy al asunto.
        ¿De verdad piensas que la realidad es equiparable a decir que se trata de una cosa?, una cosa más, entre otras, cuando es en la realidad donde formalmente adquieren concreción las cosas reales? Y además le asignas a la realidad la categoría de cosa rara. Max Planck creía que la indeterminación caía solo del lado del conocimiento, no de la realidad. Pero esto ya se vio que no era así, sobre todo por el teorema de la incompletitud de Gödel. Ese es todavía el equívoco que persiste. No es que cada vez que observamos cambiamos la realidad, lo que cambia son las medidas de las cosas que se torna en dimensión. En las medidas de las cosas se mueve el logos, en cambio, en la dimensión de ellas el cargo corre a cuenta de la razón. Y esto tanto por lo que concierne a la filosofía como a la ciencia.

  • ana rodrigo

    Dice Santi: “El camino de la sabiduría supraética de Jesús de Nazaret se está desbordando por fin de su cauce bíblico-judaico y magisterial para hibridarse con una tierra común de múltiples tradiciones. Y esa tierra nueva, propia de toda la humanidad, puede ser un espacio posreligional y postsecular, posteísta y postateísta donde recuperar la sabiduría de las narraciones evangélicas que son a su vez narraciones de lo mejor que hay en el ser humano y que se manifiesta también en otros evangelios.”

    Refiriéndome a la Ética, estoy de acuerdo, con este fragmento de Santi, pues lo que sí alcanza el absurdo es pensar toda ética parte de una religión o de una única religión, la judeo-cristiana,  (ahí siguen los diez Mandamientos como revelados por Dios) con exclusión de las demás, sin menospreciar en absoluto la ética derivada de los evangelios, excluyendo otras religiones y la capacidad de la conciencia humana para generar por sí misma una ética en aspectos éticos complementarios.

    A posteriori del Evangelio, la Iglesia, al igual que otras religiones, han ido añadiendo principios éticos según las distintas sociedades históricas, encontrándose con los nuevos retos actuales, como la ética para el colectivo LGTB, los anticonceptivos, el divorcio, el aborto, la eutanasia legal y reglada desde el punto de vista médico, personal y humano.

    Otro ejemplo, si en España la ciudadanía salimos a la calle y denunciamos en los medios de comunicación, la violencia contra las mujeres, ¿por qué la Conferencia Episcopal Española no nos acompaña con alguna declaración oficial, o incluso en la calle?  Realmente a esta cúspide de la Iglesia jerárquica, no le importa la ética que implica tanta violencia contra la mitad de los seres humanos?.

    La valoración absolutista de tener la verdad, genera monstruos. Isidoro señala algunos, como es, considerar esta vida como un valle de lágrimas, siempre con la cruz a cuestas, incluso auto-imponiéndonos sacrificios innecesarios porque los sacrificios le agradan muchísimo a Dios y salva nuestras almas.  (En alguna ocasión habría que abordar el el tema del sacrifico de la cruz de Jesús como la teología base de la salvación). Sufrimiento-salvación.

    Por eso, una parte de la sociedad moderna, se aleja de estas teorías o creencias, o teologías, en pro de su opción laica o a-religiosa que no le complica tanto su mente y su vida. Tengo tantos amigos que han nacido gays, maravillosas personas, que huyen del Catolicismo…..!

    En fin, o bien nos convencemos que estamos en un nuevo paradigma, o las religiones, por lo menos las occidentales (el islamismo, y, en parte, el Islam, es impositivo y absolutista total), digo, en el ámbito occidental cristiano, muchas personas, o bien se mantendrán en las devociones populares, tan respetables como cualquier otra opción personal, o bien se alejarán del Cristianismo, como ya lo hace un alto porcentaje social, en forma de ateísmo, de agnosticismo, de indiferencia de semi-creencia (Sólo cuando les viene una desgracia).

    En la medida en que en una región del mundo haya libertad religiosa aparecerá lo humano en todo su esplendor, coincidente, con lo mejor de la ética religiosa.

    Un Dios que abarque todas las respuestas que se hace el ser humano, ya entra en el plano de la fe y/o de las creencias. y, aquí aparecen las  más de 4.000 religiones del mundo, siendo el Cristianismo, en todas sus ramas, según he leído el 31%, desconozco el porcentaje de católicos.

    Perdón, al final me ha salido un comentario un poquito largo.

  • Isidoro García

    Dijo Teilhard, que el futuro estaba en las manos de quienes pudieran ofrecer a las generaciones del mañana, razones para vivir y para tener esperanza. 

    Y aquí, como apunta el amigo Villamayor, hay muchos que no quieren enterarse de que el presente ha cambiado radicalmente.

    Y yo quiero ir mucho mas lejos que Villamayor. Yo voy hacia el cristianismo laico totalmente. O sea hacia un humanismo, pero anclado a un cierto Absoluto: al “Dios” deísta, a través del anclaje intermedio en el Universo.

     

    Durante muchos siglos, se instaló un horizonte de vida, en el que nos jugábamos “la salvación de nuestra alma”. Lo que era una cosa muy seria. Era afrontar una terrible alternativa: o una eternidad de vida feliz, post mortem, o una eternidad de sufrimientos futuros.

    (Alguno, todo esto le puede sonar a chino, pero yo soy testigo de una hermana, (que no es tonta ni mucho menos), que ante la tesitura de salirse del Opus, que no de la Iglesia, ni de la religión, se le incitaban terrores existenciales angustiosos, por esa causa).

    Ante este terrible panorama existencial, fue lógica la promoción como ideal de vida, de una supraética, heroica, de la entrega de una vida a la Iglesia, o a “los pobres”, o a la justicia social, excluyendo de todo punto todo deseo de felicidad personal.

    Felicidad personal que era señalada como “individualista”, hedonista, egoísta, cómplice de todos los males sociales, cuando no directamente de explotador o hasta de haber matado a Manolete.

    En situaciones excepcionales, tienen cierto sentido las opciones vitales desaforadas y obsesivas.

     

    Pero hoy día, ya ese concepto de la “salvación” de nuestro alma está caduco, e incluso ya no se cree en el concepto tradicional de “alma”. (Yo creo que lo que llamamos “alma” es el conjunto del software neurológico que rige la vida de cualquier ser vivo).

    Pero el que no creamos en ese concepto de alma, no nos convierte necesariamente en “desalmados”.

     

    El modelo eclesiástico de vida, ofrecía dos alternativas: por una parte ofrecía un modelo de “perfección”, que naturalmente debería ser para los que se integraban en el clero eclesial, los héroes que dedicaban la vida entera al servicio eclesial. Y luego estaba el otro estado, que era el de los laicos, que era un estado “sospechoso”.

    Como la salvación no se podía negar a todos, a los “perfectos”, se les ofrecía un estatus superior en el cielo, (como una especie de “reservado Vip de discoteca), complementado con la opción a una porción de “gloria humana terrestre”, de la “santidad oficial”, (que fue el antecedente de todos los premios Nobel, Planeta, y demás del mundo laico).

    Y no es extraño porque cuando el mundo laico se independizó de la influencia eclesiástica, allá por la Ilustración, se copiaron automáticamente, casi todas las instituciones eclesiales, en el mundo laico.

    Incluida esa oferta de “perfección” heroica, mediante la promoción de la supraética, con el hiperactivismo político y social. Héroes sociales que casi siempre y generosamente, renunciaban, (o dejaban en un segundo plano), a su felicidad personal, en aras a una coherencia plena con la ética que les habían enseñado.

     

    Hoy día, para muchos, la “salvación” que dicen que prometía Jesús, (que históricamente, realmente hablaba en un contexto mesiánico de independización de los romanos), es sinónimo de la auto realización de Maslow, o de la individuación de Jung, y en general, culminar el duro proceso de maduración personal, al que todos estamos abocados, y que dura toda la vida.

    Dicho proceso de maduración, que incluye la consecución de un cierto equilibrio psicológico, y la consecución de una consciencia lo mas amplia y extendida posible, no es ni mas ni menos, que desarrollar plenamente la naturaleza con que el Universo, (mediante la evolución natural), nos ha dotado.

    Por eso podríamos decir que nuestra misión en la vida, es obedecer los mandatos del Universo, hacia nosotros, que se resumen en desarrollar tres grandes valores universales: Bondad, Acceso a la Verdad, y Felicidad personal, que podría denominarse como ”Belleza”.

    Y a cambio, el Universo, si cumplimos sus mandatos, nos gratifica con un sano placer individual, a través de la ilusión y alegría de vivir, con una gran dotación de esperanza en la vida, y de felicidad personal, y en general una gran sensación de estar en sintonía y armonía con el Universo. Una gran sensación de salud personal.

    (Es la versión laica de la “beatitud” del “perfecto” religioso).

    Desgraciadamente, ese proceso no culmina nunca, y es muy difícil llegar a la maduración plena, quedándonos por el camino la inmensa mayoría. Pero debemos saber cual es nuestro objetivo.

    Y por el contrario, si no progresamos adecuadamente en nuestro proceso de maduración, el Universo, nos “castiga”, con todo un catálogo de malestares personales, psicológicos y existenciales, que se pueden reducir a una enorme sensación de vacío existencial. La alienación personal.

     

    A los jóvenes modernos, que ya son laicos, hay que proponerles, ni un heroísmo sacrificador de sus anhelos de felicidad personal, (que muchas veces son muy frustrantes), ni un hedonismo ciego y desestabilizador, (que no genera sino malestar y desequilibrio personal),  sino una camino de “perfección” inteligente, sin heroísmos frustrantes, y sin renuncias crueles a una felicidad personal, a la que el Universo, les da pleno derecho.

    “Solo” hay que “ofrecerles razones para vivir, y para tener esperanza” en la vida”.

     

  • M. Luisa

     Deduzco, por lo que vengo leyendo de algunos comentarios(a este último de Villamayor, pues lo acabo de ver) el modo dilemático y racionalista que se emplea en el tema de la ética. El iusnaturalismo se adscribe precisamente a este modo de pensar, pues al mantener posturas teleológicas o consecuencialistas funcionan con criterios dilemáticos y teoréticos. De hecho, los que afirman la existencia de principios absolutos consideran superfluo el análisis contextual, reduciendo la toma de decisiones a la elección entre dos posibles valencias, una positiva y otra negativa. Es decir, entre el bien y el mal, platonismo puro!  

  • Aviso, va un comentario un poco largo.
    Querido Leandro, tu artículo entra de lleno en la crisis religiosa y del cristianismo de nuestra época.  Bajo la aparente contradicción entre el laicismo y la teología de Ratzinger lo que subyace es la profunda inadecuación de la teología actual. Asistimos a un cambio de paradigma muy serio en el ámbito epistemológico y ontológico. (Se acabó el conocimiento cierto y definitivo, el reduccionismo y el absolutismo de la verdad revelada, el dualismo …) También en el antropológico (se acabó el rey, y masculino, de la creación y ésta vuelve a su propia matriz siempre en evolución…) También cultural y político….Son solo algunos flases …Nos asusta el  cambio… y mientras la sociedad y los valores se quedan en tierra de nadie.
    Comentaba un amigo común sobre los excesivos casos de suicidio en los adolescentes atribuyéndolos a la falta de sentido. Y es vedad; y la responsabilidad es en parte nuestra que no hemos sabido dar alternativas a una religión omniabarcante y desconcertada con su cultura. O nos resistimos en una vuelta al “Principio y Fundamento” o reiniciación en el Misterio de la Salvación que propone otro buen amigo. Y aquí me la juego ante personas de tal talla cristiana. Pero no me puedo callar… si no nos atrevemos a cambiar, el cristianismo se viene abajo y en él la sabiduría de Jesús de Nazaret, a mi modo de ver y para mí y hoy la mejor expresión de lo sobradamente humano, muy creíble por otra parte y sobre todo frente a tanta teología etérea y plomiza a la vez. No más teologías de Wojtyla y Ratzinger. Y no los excusemos en virtud del valor sobrenatural o divino del papado por encima de las ideologías de uno u otro.
    En el debate se expone una oposición entre el laicismo y la religión que no debía darse ya. Está bien el término postsecularidad siempre que sea también posreligional. Voy a explicitar algunos errores de nuestras posiciones cristinas por eso de mirar primero la viga en el ojo propio. Luego presento un camino y espacio común de entendimiento.
    Primer error en que se suele caer: oponer razón y fe como si la razón fuera solo autosuficiencia lógica o empírica y la fe una doctrina de mayor rango, por eso de ser revelación divina. La razón es siempre creyente y esperanzada y la fe empieza a acercarse a la ciencia y a la cultura. Así también el pensamiento laicista empieza a echar en falta una poética del sentido. La fe debe partir del conocimiento más plausible y de la percepción social más sincera, (el criterio epistemológico del “desde los vulnerados”) y allí construir sus sentidos y creencias. Son fuentes distintas llamadas a complementarse, algo que se logrará si se abandona tanto el reduccionismo de la razón como el absolutismo de la verdad, de la Revelación y el Magisterio, tan propios de Ratzinger.
    Segundo error criticar los escándalos del contrario sin mirar la viga en el ojo propio. Tanto el laicismo como la religión han “cometido atrocidades” y tanto el laicismo como la religión han supuesto grandes avances en la humanización. Junto con ese error se encuentra la actitud de valorar al oponente por sus hechos y a uno mismo por los ideales.                       
    No habrá entendimiento mientras la comprensión de la fe siga en el paradigma eclesiástico y la razón en el paradigma empírico craso. Nos domina hoy todavía un modo de pensar dogmático y pretencioso. Puede la jerarquía y la competencia, lo excesivo, vertiginoso y chovinista, la seguridad y el sálvese quien pueda y como pueda, valores no del todo criticados ni por las religiones, ¡ah la tenencia de un Dios! Valores contrarios precisamente al relato de Jesús y de tantos humanismos de la igualdad, la libertad y la fraternidad o del sermón del monte.
    En este debate creo que Habermas y el laicismo postsecular se acercan más al entendimiento que las religiones de Revelación tal como se siguen comprendiendo y enseñando hoy. La esperanza y el trabajo por la justicia son el punto de partida y el lugar común del ecumenismo humano. Éste no puede ser el cielo de una revelación particular, más cosmovisión que inspiración… Ni tampoco la universalidad de una ciencia recortada que mira solamente al ombligo de la verificación ni así mismo una pretensión de igualdad y justicia que no tiene en cuenta la rémora del interés propio ni la necesidad de fundar esta aspiración cuando se excede en la donación.
    A mi entender se está abriendo a buen ritmo ese espacio posreligional y postsecular, basta con observar la desafección religiosa y la nostalgia de referentes que se manifiesta en muchos humanismos políticos y científicos. Quizás la “buena voluntad”, los postulados kantianos, la “creatividad incesante” de la vida y las sabidurías de la conciencia puedan ser algunos pilares comunes para esta escindida sociedad de teístas y ateístas.
    Y este es el tema clave de nuestro tiempo y del debate que expones: dónde fundamos los “excesos del amor”. La reciprocidad democrática, expresión básica de la fraternidad, va de suyo, el egoísmo ilustrado viene a ser bastante obvio. Pero como tú dices en el mismo texto difícilmente alguien resignaría ganancias en aras de la igualdad sin valores altruistas que además no se pueden imponer jurídicamente. De dónde sacar ánimo y lucidez para las donaciones “ilógicas” (P.Ricoeur) del sermón de la montaña. (“oblaciones de mayor estima y momento” ignacianas) que desbordan las conductas “sensatas”.  
    Se vislumbra un agnosticismo cognitivo unido a una actitud supraética como nuevo modo de ser religioso y laico a la vez. Este agnosticismo amante o fe incierta y activa puede ser el lugar de encuentro entre laicismo y religión. Es un agnosticismo creyente aunque esto parezca una contradicción, pero siempre menor que el oxímoron de una fe evidente gracias a la certeza de la revelación, una ciencia cierta de todo gracias a una eficiente y excluyente verificación o una política justa coartada por los mínimos del derecho y de una legalidad mayoritaria sin consenso.

    El ámbito de la esperanza apenas es doctrinal y en el magisterio de Ratzinger sobra mucha doctrina tenida por ciencia filosófica cierta por estar fundada en la verdad revelada. El camino de la sabiduría supraética de Jesus de Nazaret se está desbordando por fin de su cauce bíblico-judaico y magisterial para hibridarse con una tierra común de múltiples tradiciones. Y esa tierra nueva, propia de toda la humanidad, puede ser un espacio posreligional y postsecular, posteísta y postateísta donde recuperar la sabiduría de las narraciones evangélicas que son a su vez narraciones de lo mejor que hay en el ser humano y que se manifiesta también en otros evangelios.

    Me he alargado, disculpad, disculpa Leandro, ya hemos hablado mucho de esto pero el fallecimiento del gran maestro de la doctrina cristiana y defensor de la fe merece un “relativo” agradecimiento.

    • M. Luisa

      Espléndida exposición! La suscribo por entero.

    • “Reunión de pastores, ovejas muertas… Que pasa con el cristianismo ¿no?. Si nos remontamos buscando las causas de las causas de cualquier acto particular o colectivo, nos remontamos al origen del tiempo y el espacio. El cristianismo sencillamente es un fuego que languidece y se extingue cada vez mas aceleradamente. Y obviamente tiene sus causas. Una de ellas y principal es que la lenta evolución de la consciencia humana sencillamente ha trascendido una religión prerracional hoy infumable a partir de los parámetros de la etapa media de consciencia de la gente de Occidente. Hoy impera la razón, y tal como digo, el cristianismo ya no nos vale, si alguna vez nos ha valido y no nos ha sigo impuesto.
      Los pueblos y las civilizaciones han prosperado en la historia, porque compartían un credo común. Hoy en el Occidente somos como una colmena sin abeja madre. Un caos…
      Ese es el palmario ejemplo del fracaso del cristianismo. Siempre ha sido una doctrina basada en palabras, solo palabras, no técnicas transformativas. Además copiadas de los egipcios. Eso lo bueno. Que lo malo sepulta bien hondo a esto bueno.
      Lo que es autentico evoluciona, pero perdura. Lo que es falso, pronto o tarde muere…
      Cito de memoria pero según Gandhi, los Occidentales somos como cantos rodados, pulidos por fuera y de dura piedra por dentro. Buen trabajo hecho por el cristianismo, eh¡
      El Kesa es una prenda que visten los monjes Zen, hecha de retales de ropa de desecho. Si somos prácticos. De los retales aprovechables de enseñanzas transformativas, vengan de donde vengan. Deberíamos de centrarnos en “confeccionar” un majestuoso Kesa que hoy debería ser global. Y desistir de preguntarnos, porque esta muerto lo que ha muerto. Lo necesitamos imperiosamente, o de lo contrario tenemos el apocalíptico desastre. Con un mismo credo científico-espiritual, las diferencias entre los individuos y los pueblos se difuminan y atenúan y los proyectos se suman y unifican.
      ¿Una religión mundial? NO, nada de religión. Una ciencia que contemple la parte subjetiva y metafísica de la Realidad, tal como lo entendían los antiguos sabios griegos. Con la palabra Kosmos, definían lo físico y lo metafísico. Después ya vendrán rituales consensuados.

      Me atrevo a profetizar que a esto que apunto, inexorablemente llegaremos. O nos podemos extinguir, que entonces. “Ni sentiríamos ni padeceríamos…”

      • Antonio Llaguno

        He aquí una “Practica transformativa”

        https://www.youtube.com/watch?v=c9pez2VJobk

        Como dirían en México, se vale reír.

        Te aseguro Troyano, que de llegar alguien a eso que profetizas, seréis algunos “iluminados”. A mi, nunca me encontrarás ahí. Soy alérgico a los charlatanes.

  • Javiierpelaez

    Jose María antes te contesté y se me olvidó contestar a un elogio que me hacías sobre la “ejemplaridad” con que ejerzo el derecho….Como este móvil chino no me permite contestar donde procede,te agradezco el elogio desmedido,pero yo soy un funcionario picapleitos  ,bastante harto y con ganas de jubilarse…A ver si cuando me jubile(me quedan 7 años) me dedico a algo honrado,abogado de Cáritas o algo así decía el otro día…Con lo que fumo…En fin,gracias por el elogio…Yo intento ser un profesional honrado ,un probo funcionario, pero poco más…No me quejo tengo un tbjo bonito,bien pagado,yo muchas veces tengo la sensación ,sin pérdida de autoestima ,que yo no estoy a la altura de bastantes cosas que digo…A veces pienso que no merezco ser cristiano…La fe es un don del que muchas veces no estamos a la altura…Bueno me voy …

    • José María Valderas

      Caritas funciona tan maravillosamente por la cantidad de personas que como tú, o Alberto otro abogado de pobres, entregáis lo mejor que tenéis, así lo dijo Gregorio Marañón, vuestro tiempo. Experimenté esa sana enviada hace decenios, cuando un bancario del Opus Dei –alto ejecutivo– se jubiló, se remangó y empezó a pedir dinero para Cáritas. Yo me siento incapaz. Benditos seais.

       

      • Javiierpelaez

        Digo que haré cuando me jubile….aunque debería empezar ya a hacer algunas cosas que hice de joven y abandoné…

  • LEANDRO SEQUEIROS SAN ROMÁN

    Hace ya diez años, en 2013, la revista Religión Digital me hizo una entrevista personal. La revista Amerindia la ha reproducido este semana y es accesible en  https://amerindiaenlared.org/contenido/22618/leandro-sequeirosdel-papa-ratzinger-quedara-sobre-todo-lo-que-escribio-en-los-anos-60-cuando-ejercia-de-teologo-libre/

    Una de las preguntas que me hizo el director de Religión Digital se referia a Benedicto XVI. Me preguntó que quedaría tras su muerte (estamos en 2013). Y como resaltó en el titular de la entrevista, “del papa Ratzinger quedará sobre todo lo que escribió en los años 60 cuando ejercía de teólogo libre”. Y parece que esta afirmación tiene vigencia diez años más tarde. La producción teológica científica de Joseph Ratzinger de los años 60 muestran la capacidad de investigación filosófica y científica de un profesor universitario de altura.. El gran error – creo – es el giro ideológico (no intelectual) por su decepción por la poca altura intelectual del Concilio y el daño que – según creo – le hizo von Balthassar…

  • Javiierpelaez

    Este debate del racionalismo y el derecho natural es absurdo.Aunque yo soy cristiano es de sentido común que el iusnaturalismo no tiene ninguna base.Filosóficamente es evidente que no se puede pasar del ser al deber ser(de la ley natural no se saca nada,claro).El relativismo tiene muchas corrientes:el relativismo metodológico es necesario en una sociedad democrática…Lo único q se le puede decir a Habermas de la ética dialógica es que no se cumple porque básicamente amplias zonas de la población mundial está excluida del diálogo…Por lo de+ la ética cristiana aporta una cosa que son las minorías (la sal,la levadura…) .Yo creo que muchos avances morales se producen porque algunas minorías se dedican a romper determinados consensos: el consenso esclavista,el consenso belicista,el consenso prinermundista,el consenso etc,etc…Pero luego Ratzinger ,por muy intelectual que fuera era un reaccionario en cuestiones morales…Yo prefiero a este Papa del que tengo leer la Fratelli Tutti del que el otro día leí algunas cosas bastantes sorprendentes y atinadas sobre las redes sociales…

    • José María Valderas

      Muchos, Javier, hemos perdido el sentido común, porque estamos de acuerdo con el iusnaturalismo. Tras su ocaso en el comienzo de la modernidad, imperó en Occidente la ética de Bentham y la de Kant, con los añadidos del relativismo ético y la moral egoísta, representada esta última por Hobbes. Así era hasta que avanzada la segunda mitad del siglo XX aparecieron dos mujeres de Oxford, Elizabeth Anscombe y Philippa Foot, que les dio por reivindicar a Aristóteles, ante la insatisfacción que producía el kantismo y el utilitarismo o convencionalismo (de Bentham-Smith, que podríamos extender al consenso que citas). Hoy el iusnaturalismo, llamado también ética de virtudes, que cifra la moral en la persona, no sólo constituye una fuerza doctrinal equiparable a las restantes, sino que para muchos es la preeminente.

      No se debe pasar del ser al deber ser. Cierto. Eso es la llamada falacia naturalista que denunció Moore a principios del siglo XX. Lo que ocurre es que confunde la ley natural con los instintos o inclinaciones primarias. Pero la ley natural es la ley de la razón. Lo reconoce Ratzinger en la discusión que tiene con Habermas.

      Reaccionario, progre, en cuestiones morales, ¿eso qué es? Desde la Etica a Nicómaco, pasando por la I-II de la Summa Theologiae de santo Tomás, hasta la Etica de Aranguren, no acierto a encontrar esa distinción ni siquiera el significado de los términos. (No querrás que cite la Etica para Amador…) Un acto moral es objetivamente bueno u objetivamente malo. Ese es el quid de la ley natural, una ley que, como reconoce también Ratzinger en ese debate, es anterior a la ley positiva, esa que tú ejerces con manifiesto dominio y, no te adulo, sólo entreveo, con ejemplaridad.

      • Javiierpelaez

        Jose María y la moral de las intenciones…Parece mentira que nosotros que creemos en un Absoluto no relativicemos…Hizo bien este Papa en decir aquello sobre los homosexuales:”quién soy yo para juzgarles”. Además siempre hay que distinguir la moral de las leyes,eso lo hacía hasta Aristóteles,Santo Tomás…No creo que Habermas sea utilitarista strictu sensu…Yo tampoco lo soy…Ratzinger era un reaccionario porque sólo hace falta ver cómo sacudió a los teólogos que no pensaban como él…Lo que pasa que aquí,y no digo que seas tú,muchos cristianos que quieren lapidar a la adúltera…La misericordia (de la que tanto habla el Papa Francisco) hay que aplicarla en la moral en los términos que hizo y dijo Jesús…No por ejemplo con los pedófilos que ya sabemos lo que dijo de ellos…La ley natural no existe….En economía sería la ley de la selva ….En cuanto a la Ética para Amador ni la compré,me la leí en un VIPs,de pie,cuando había libros en VIPs….Ade+ el secreto está en los detalles,un Papa que le gustaban tanto los zapatos caros? Italianizante,en Italia son elegantes hasta los curas del Vaticano que los he visto por televisión en Italia…No he visto gente tan preocupada por el estilo…Te pones a ver una italiana haciéndose una foto y te descojonas de las poses(en Italia y en Formentera)…y las cosas que se ha hecho en la cara Berlusconi…Todo esto es sobre los zapatos…Un alemán va con chanclas y calcetines,eso lo sabe cualquier balear que se precie…Un intelectual alemán estilísticamente refinado,un sindiós,el Ratzinger…

      • Pero la cuestión no respondida es ¿cómo una ley natural, por supuesto anterior a la ley positiva -esto no es problema-, la fundamentas racionalmente en Dios, a no ser que afirmes que alguna fe en Dios es la única manera racional de pensar la moral humana y de vivir la existencia del ser humano?

         

        Este es el problema que no respondes y que el teólogo J. Ratzinger, con quien coincido en gran parte de su argumentación, tampoco lo hace; porque apuntar en el último momento a las “pésimas consecuencias prácticas” que se derivan de una falta de fundamento racional de la ley natural en la fe en Dios no es, a mi juicio, un buen cierre en la argumentación filosófica; sí, en la teológica, pero  no en la filosófica y científica. Por tanto, hay un salto de epistemología (la teológica) en relación a la filosófica y ciéntífica (la ética laica).

         

        Y esto no es malo o equivocado, al contrario, es un logro, pero siempre que honestamente, con honestidad intelectual por la razón y la fe, se reconozca. Y su resultado, que no se llame relativismo ético a cualquier suerte de reserva sobre ese deslizamiento sutil de la filosofía (ética) a la teología (razón iluminada por la fe), en el modo de reclamar la ley natural por la teología de Ratzinger.

        Lo veo tan claro como necesario, pero reconociéndolo. Lo he intentado explicar en mil foros de teólogos, con esa fortuna lo  reconozco. Pero casi siempre, con el mismo recurso “pragmático”: que la razón ética moderna sin trenzado religioso produce monstruos, ergo… Ya, sí, pero esta verdad consecuencialista no era el tema. Tampoco yo asumo la mentira de la religión cristiana por sus fracasos morales en el tiempo. No los desprecio, pero si hablamos de la verdad de sus conceptos, es otra cosa.

         

        Creo que en la cuestión de la ley natural, a la luz de la razón y de la fe, que tanto estimo y defiendo, no se puede cambiar de nivel epistemológico a medio camino. Un saludo.

        • José María Valderas

          No creo, señor Calleja, haber escrito que fundamento la ley natural en Dios. No lo digo porque la explicación es algo más compleja. La ley natural nace de la naturaleza racional del hombre. Arranca de los primeros principios de la razón práctica, esto es, hay que hacer el bien y evitar el mal. Se va detallando en lo que comúnmente llamamos los comportamientos adecuados al ser racional que busca el bien y evita el mal: no matar, no robar, honrar a los padres, etcétera.

          Cierto es que santo Tomás considera la ley natural bajo la ley eterna o Providencia divina, pero se puede hacer abstracción de esa dependencia. De hecho, como usted sabe, la ética de virtudes, o neoaristotelismo o ley natural, surgió como insatisfacción a una moral que hacía depender su razón de ser de normas ajenas a la persona, el famoso principio categórico kantiano, en su primera formulación (actúa de suerte tal que tu comportamiento pueda devenir máxima o norma general) y en su segunda formulación (no considerar al hombre como medio, sino como fin).

          Lo habitual es considerar la ley natural como el desenvolvimiento de la dignidad humana.

          En ningún momento apelo a Dios. No sé dónde está el salto epistemológico.

          Por supuesto, que profundizando en el ser del hombre, uno llega a Dios y a la Providencia y, si es creyente católico, a la Redención. Es decir, a la ley eterna y  la ley divina (revelada). Pero eso ya es terreno de la teología moral.

           

  • LEANDRO SEQUEIROS SAN ROMÁN

    He encontrado este video (creo que de Chile) que trata este tema. Puede ser discutible pero aporta – creo – luz al debate: https://www.youtube.com/watch?v=9z5FMWtvsYQ

  • LEANDRO SEQUEIROS SAN ROMÁN

    Observo que ya hay TRES interesantes aportaciones a mi artículo. Como se puede ver me he fijado en un solo acontecimiento que me ha parecido de interés para dar a conocer a Ratzinger: la entrevista con Habermas de 2004 y que abre las puertas a lo que se ha empezado a llamar la POSTSECULARIDAD. Desde luego, creo que Ratzinger NUNCA debió cambiar el rumbo intelectual y abierto que tenía en los años sesenta… y nunca debió aceptar ser obispo y por supuesto nunca debió aceptar el trabajo en Defensa de la Fe. Cada persona sirve para una cosa. Y Ratzinger no servía para la gestión.. Era un intelectual y lo malograron..

  • José María Valderas

    En clasie de epistemología, recuerdo al cátedro explicar durante una semana entera el refrán “cada uno habla de la feria según le va en ella”. A un servidor también le “ha ido con Ratzinger”. El Ratzinger que uno ha conocido es el de la autobiografía. Y algo más allá. Su formación en un seminario improvisado en cuanto instalaciones pero intelectualmente muy potente con un cuadro docente de expertos de primera fila en Antiguo y Nuevo Testamento, en Teología dogmática, en derecho y en Teología moral. La preparación de la habilitación para la docencia en la universidad y la redacción de su tesis doctoral, sobre san Buenaventura. Con excursus muy vivos para quien ha sufrido la misma experiencia de una secretaria manazas que te obliga a repasar una y otra vez los textos y a reescribirlos en una época sin ordenadores ni procesadores de texto. Y como colofón un Schmauss exigente y puntilloso.

    Más proclive uno a santo Tomás que al santo franciscano, he leído siempre con ojos críticos los trabajos de Ratzinger. Nunca ví en otra pluma la excelsitud del trabajo teológico de un autor. Acostumbrado a la valía de los hombres de ciencia, su depurada exactitud, su fino rigor estadístico, me parece bochornoso que se le tilde ultramontano y cosas parecidas. No sé en qué consiste ser ultramontany y progresista. Acostumbrado a distinguir entre verdad y error, los calificativos en la doctrina me parecen insultos. Se puede ser marxista (Habermas y la escuela de Frankfurt) o iusnaturalista (Ratzinger). Pero, ¿quién es aquí el progresista y el ultramontano y con qué criterio? Se puede saber y formar la conciencia (Ratzinger) o hablar de un discernimiento relativista (su sucesor). Se puede ser coherente con la doctrina trinitaria y sacramental (Ratzinger) o hablar de Lutero como testigo del Evangelio y hacerse un lío con la Eucaristía.

    Se le llama ultamontano sin explicar en qué consista ese insulto, porque tal suena, ni en qué se es así. Es como si un científico llamara a Mayr ultramontano porque expone el concepto de especie vinculado a la reproducción cruzada y progresista a Gould porque defiende el concepto de especie asociado a los equilibrios puntuados. Lo honrado es ver en que taxón estamos y cuál es el método idóneo para establecer el criterio pertinente. (No es lo mismo una especie en bacteriología, que en paleontología o ictiología).

    Como no se encuentran puntos débiles en la obra de Ratzinger, se contrapone la labor intelectual de Ratzinger con el relativismo evangélico (chúpate esa mandarina) de Francisco. A mí el pontífice jesuita me descompone por sus continuas pifias. La paz que uno encuentra en las encíclicas de Ratzinger se tornan inquietud en las declaraciones de Francisco.

    Porque la caridad sin verdad no es tal, ni Evangelio sin conocer el que el Camino, la Verdad y la Vida. Era de esperar los ataques a Ratzinger por quienes no pudieron soportar su labor doctrinal exigente. Se habla aquí del Catecismo y se cita el caso de la pena capital. La parte moral del Catecismo, parece ignorarse, fue obra de Servais Pinkaers, un moralista conspicuo con todo un Companion en su honor en la célebre Cambridge University Press. Se puede ser espléndido y hacerse el bueno negando valor moral a la ejecución sumarisima (al tiempo que se pide dejar de hablar del aborto, no sublevarse ante la tortura de los cristianos en China o su persecución en Nigeria), pero sin razonar el por qué de ese rechazo en toda situación.

    Ratzinger fue un maestro de fe y de vida. Jesús de Nazaret, libro de cabecera de muchos, nos hace mucho bien porque fluye de su mente y su corazón, con especial atención a la liturgia. Y eso duele a quienes no la conocen en su profundidad y hablan de indietrismos, rugidismos, cuentaavemarías, etcétera.

    Por cerrar, Ratzinger fue valiente en su declaración de la irrupción de la barbarie en Europa merced a su relativismo moral. Fue valiente cuando invitó a Hans Kung a la mesa. Quien se haya adentrado en la moral universal de King –por no hablar de su abandono de la fe católica en varios dogmas, la infalibilidad de manera muy beligerante–, y conozca algo de la biología comtemporánea, se habrá quedado sorprendido por su arrojo en una ignorancia gruesa de los conceptos básicos que debiera conocer si quiere opinar sobre manipulación genética.

    Tras los días de luz, llegó la obscuridad más espesa.

    • ana rodrigo

       José María, sin yo tener el grado de intelectualidad que tú, a juzgar por tus escritos, voy a explicar, pobre de mi!, una cosita muy simple: Ratzinger fue progresista porque participó como perito y acudió al Concilio como teólogo del Concilio V.II, que no fue una ocurrencia de tres o cuatro obispos, y, según dice la Gaudium et Spes y él, como perito algo tuvo que ver: Los “Signos de los tiempos” son experiencias de la familia humana en las que se mezclan tanto las esperanzas, las aspiraciones y el dramatismo (Cf. GS 4). Son también los acontecimientos, las exigencias y los deseos en los que la Iglesia participa junto con sus contemporáneos” (Cf. GS 11).
       Y, según mi humilde, (desde luego), opinión, conservador es quien conserva lo de siempre sin evolucionar con las necesidades, deseos y acontecimientos de la familia humana. Y, como la sociedad va evolucionando constantemente, no podemos seguir permanentemente en el pasado en cuanto a costumbres, a ciencia, a atención a las necesidades humanas de cada época; esto no tiene nada que ver con el libertinaje, no lo vayas a interpretar de otra manera, o interprétalo como quieras, me da igual.

      Ya sabes que no comento nunca tus exposiciones porque, como es notorio, que estamos en las antípodas, pero creo que lo que acabo de decir, quizá podamos coincidir, tengo mis duda, me sigue dando igual.

       

      • José María Valderas

        La oposición contraria, si es razonada, siempre es beneficiosa. Sin caer en el extremismo que se atribuye a Unamuno -¿de qué hablan que me opongo?–, hay oposiciones que no son tales, sino distintos puntos de vista. Me llamó la atención el interés que Santiago Carrillo ponía en subrayar las ideas “progresistas”, las posturas “progresistas”, las políticas “progresistas”. Conociendo de primera mano a los “progresistas” no me costó mucho entender qué querían decir con ese énfasis. Antonio Gutierrez Díaz, jefe máximo del comunismo catalán, evitaba también la palabra “comunista”. Se refería a su partido como “Partit Socialista Unificat”, subrayando lo de Socialista que estaba mejor visto, incluso en aquel momento en que la vedette era el eurocomunismo.

        En ciencia no existe conservador ni progresista. Ningún científico utiliza esa dicotomía, salvo cuando en el terreno de las probabilidades se habla de un “escenario conservador”, no el de formado por militantes de Vox, sino por atenerse a los valores más consolidados. Nada que ver con la política.

        Acostumbrado al lenguaje binario de verdad-error en ciencias, en metafilosofía, en lógica, en matemática, me negué a admitir el antagonismo conservador-progresista en teología. O es verdad, de acuerdo con la doctrina de la Iglesia, o es falso. El Filioque es verdadero o es falso. La Trinidad de Persona es verdad o es falsa. La Eucaristía es la Presencia Real es una verdad o un error. Pero no podemos decir que quien dice ser católico y se atiene a las verdades de la fe es un conservador y quien las pone en cuestión, aunque sólo sea una es progresista. Lisa y sencillamente, de acuerdo con la fe es falso.

        La evolución del dogma es una cosa muy seria. Se trata de la evolución homogénea. Y en eso tampoco existe la posibilidad de ser errónea o verdadera. O es verdad o es mentira. Por tanto, los que admitimos la evolución homogénea no nos sentimos ni conservadores ni progresistas. Sólo nos atenemos al magisterio.

        Es cierto que desde Santa Marta se están emitiendo una  serie de mensajes, por decirlo sin acritud, sorprendentes. Que si rigorismo, que si indiestrismo, que si patatín, que si patatán. Si yo fuera sacerdote estaría hasta las narices de la acusación constante de carrerismo. Pero esos enunciados son meras proclamas que nada tienen que ver con la doctrina. Salvo que nos quedemos en lo accidental. Pongamos por caso la misa ad orientem, es decir, no coram populo, sino de espaldas a los fieles. Normalmente esa misa suele ser en latín. Cuando servidor estaba en Oxford, acudía a misa a la Iglesia de San Gregorio y San Agustín, que conservaba el espíritu del ahora beato Newman y del movimiento de Oxford. La misa se celebraba en inglés de espaldas a los fieles, con incrustaciones en latín. Allí me compré el Catecismo. Allí conocí la elección de Francisco. Firmantes de la crítica a Francisco por sus disparates han sido teólogos de Oxford. ¿Son conservadores? Son doctores en ciencias (físicas, químicas) y en teología. Promueven la relación fe-ciencia. ¿Hay algo que consolide más la fe que una seria investigación? Eso es progreso, lo demás, incluido el lenguaje de santa Marta, palabrería.

         

        • ana rodrigo

          José María, opino que las llamadas “verdades” de fe, yo no las pongo  en la dicotomía de verdaderas o falsas según la ciencia, pues no se pueden demostrar, sino de creencias, verdaderas para quien tiene fe, pero ahí se queda la cuestión.

          No porque las digan en Oxford van a cambiar de categoría de fe a ciencia.

          Buenas noches, no sigo, nunca llegaríamos a un un consenso ni siquiera a un diálogo fructífero ni para ti ni para mí.

  • ana rodrigo

    Reconozco que no he leído el texto entero de Sequeiros, pero yo también, aunque ni sea ni experta, ni intelectual, solamente observadora, tengo mi propio criterio sobre Benedicto XVI. Y es lo que voy a exponer a continuación.

    Es curioso que muchos medios de comunicación, al hablar de un Papa, Benedicto XVI, informen más de lo que hizo mal  que de lo que hizo bien, teniendo en cuanta que últimamente todos eran canonizados enseguida, así como es normal que, cuando alguien muere, suele hacerse lo contrario. Bueno, es cierto que el clero en general, sobre todo los obispos, hablan maravillas de su papado. Y el boato de su funeral, que dicen va a ser austero ¿?

    Hace muchísimos años, compré un librito sobre las ideas muy, muy progresistas de Ratzinger después en Concilio.  Pero cambió. Siendo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se publicó el Catecismo en el que, como se nos recuerda Sequeiros, aprobaba la pena de muerte, unos años después se quitó del texto. Uf se me pone el vello de punta. ¡En 2007! La Declaración de los DDH en 10948….

    En su encíclica Spe  Savi del 2007, en las 40 citas y notas, nunca mencionó el Vaticano II (espero no equivocarme), lo digo porque entonces  lo miré y me llamó mucho la atención.

    Hizo mucho daño a las víctimas de pederastia y de abusos sexuales a adultas con su silencio, no con su desconocimiento, porque si lo desconocía, cometió una grave irresponsabilidad el no saberlo, dada la cantidad de denuncias que llegaban al Vaticano. Un Papa no puede vivir recluido en su despachos y, de vez en cuando, darse un baño de multitudes en sus viajes.

    Su conservadurismo teológico, también hizo mucho daño a la Iglesia, aunque fuera un gran intelectual. La teología es vida, no es ideología ni siquiera ideas, ni dogmas, es compromiso por los más vulnerables, Jesús no fue un intelectual, fue un salvador de las personas sufrientes que se encontró en su vida.

    Decir en África que el preservativo no soluciona el SIDA, si era un intelectual eta afirmación, es una aberración directamente asesina.

  • Isidoro García

    El diálogo Ratzinguer-Habermas, que el amigo Leandro nos presenta, para mí, es una reedición de los tan famosos en su época, fallidos diálogos entre cristianismo y marxismo de mitad del s. XX.

    Cuando hay una pugna a tres, siempre surge la tentación de dos de ellos, de ignorar al tercero, y hacerle transparente. Existe solo lo que sale en la tele, y si no sales, no existes.

    Esas tentaciones-trucos perversos, son mas apremiantes cuando uno se siente inconscientemente sin argumentos consistentes.

    Las estructuras culturales de tipo eclesial, y la Modernidad, con sus partidos políticos, y think tanks, repletos de intelectuales orgánicos, atentos al olor del pesebre del prestigio y la visibilidad, (y además siempre cae “algo más”), y a la voz de su amo, están acostumbrados a “dialogar” solo con creyentes entregados, y fans en los mitines políticos o intelectuales, entre aplausos e himnos.

    Dialogar con gente con otros planteamientos les es mucho mas extraño y no están acostumbrados. Y se sienten muy incómodos.

     

    La Modernidad racional laica, sueña con vivir en una cultura donde todo es 2-+3=5. Todo lo que no sea eso, es locura, alienación.

    Pero desgraciadamente, excepto en la aritmética, eso no sucede así. Incluso en una aplicación económica de la aritmética, como es la contabilidad, resulta que muchas veces debe haber, pero no hay. 

    El ser humano, casi siempre inconscientemente, está perplejo, por la pluralidad del pensamiento, el que cada uno tiene una opinión distinta de las situaciones, y en especial sobre las soluciones a sus problemas. ¿Cómo ponernos mínimamente de acuerdo?.

    La democracia que es un recurso necesario ante este marasmo, es un mal menor, pero mal al fin y al cabo, y nos hace nadar en un océano de contradicciones. ¿La mayoría siempre tiene razón?.

    De ahí surgen las nostalgias de la antigua tribu, donde había un jefe, o un o patriarca, y una voz y una voluntad común. Buena o mala, pero una.

     

    Yo creo que el problema de dar un sentido a la vida del humano, pensar al ser humano, es su anclaje, dentro del Universo.

    Para hacer un esfuerzo cualquiera, hay que apoyarse en algo firme, estar bien sujeto, anclado, porque si estamos en arenas movedizas, cuanto mas esfuerzo hagamos, mas nos hundimos,

    El humano, es un ser muy frágil y con una inteligencia que aun que es una maravilla como ha surgido de la materia, la realidad es que es un prototipo inicial, (el primero que se puede llamar verdaderamente inteligente en la evolución terráquea), pero muy deficiente y por supuesto muy mejorable.

    La religión lo intenta anclar en “Dios”, mediante expresiones como “hijo de Dios y heredero del cielo”, pero es un “Dios” ausente, al que para darle “presencia y voz”, algunos le impostan una voz de ventrílocuo que nos habla, pero a los que les pasa como a Mari Carmen la de sus muñecos, que se les ve demasiado abrir la boca.

          El humanismo busca anclar al humano, en sí mismo, y de ahí tanto autobombo ridículo de la humanidad, por parte de muchos, y tanta “singularidad” al estilo de la madrastra mala de Blancanieves, (¿Soy la más guapa?).

          “Guapura” que contrasta con la dura realidad de que el humano tiene las piernas demasiado frágiles para apenas, sostenerse en pie. Son como el boxeador sonado, gritando que es el mejor, un segundo antes de derrumbarse en la lona.

    Es indudable que el humano hay que anclarlo en algo “firme”. El ideal sería en algo Absoluto, pero si no es posible, en algo “semiabsoluto”, como podría ser el maravilloso e hipercomplejo “Universo”, del que es evidente que formamos parte, como elementos constitutivos de él.

    Decía Bismarck, algo así como que el camino seguro del humano, consistía en agarrarse a los faldones de Dios, cuando este pasara cerca de él.

    Y este proceso tiene dos partes. El primero es que tenemos que anclarnos en el Universo, y el segundo es anclar el Universo en el Absoluto. (Seguirá).