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Republicanismo latente y democracia

Eloy, que ya nos ha ilustrado tanto sobre el paso coordinado entre democracia y república en el siglo XIX español, replantea hoy el dilema monarquía-república, sobre el que, a diferencia de Italia, no hubo una consulta explícita al pueblo a acabar un largo periodo de dictadura en el siglo XX. AD.

Democracia sí; pero nos preguntamos: ¿cuál es mi opción, monarquía o república?

El pasado día 1 de diciembre el diario EL PAÍS publicó un artículo de Antonio Rivera en el que hace referencia a unas  manifestaciones de la Presidenta de la Comunidad de Madrid sobre la “república federal laica“. Comienza el artículo diciendo:

<<Con clarividencia impostada y prestada, Isabel Díaz Ayuso acertó a identificar el sueño de los de enfrente y la pesadilla de los suyos. Ya no era tanto el comunismo como una República federal laica a la que el Gobierno nos estaría llevando de facto, sin que pudiéramos apreciarlo en sus calculados movimientos. (…) >>

Más allá del supuesto de su falsedad, esta acusación hecha al Gobierno de trabajar en pro de la instauración de una república nos da ocasión de reflexionar sobre los conceptos en torno a la realidad de “lo republicano” y de “lo monárquico” en España. Ocasión que también propicia la celebración, en estas fechas, del aniversario de la vigente Constitución de diciembre de 1978.

I

La alternativa entre monarquía y república es una opción en torno a la que venimos discutiendo los españoles prácticamente desde la caída del Antiguo Régimen, es decir desde principios del siglo XIX, teniendo en cuenta que la expresión formal de dicha caída tiene como hitos significativos el primer Decreto de las Cortes de Cádiz de fecha 24 de septiembre de 1810 (Gaceta del 6 de octubre) en las que estas asumen la titularidad de la soberanía nacional, así como  el propio texto Constitucional de 1812 promulgado en Cádiz el 19 de marzo de dicho año.

El citado decreto de 24 de septiembre1810 comienza diciendo:

<< Los diputados que componen este congreso y que representan la nación española, se declaran legítimamente constituidos en Cortes generales extraordinarias y que reside en ellas la soberanía nacional.(…)>> (Suplemento de la Gaceta de la Regencia” del sábado 6 de octubre de 1810).

Por su parte, la Constitución de 1812, promulgada en Cádiz el 19 de marzo de ese año, pese a su carácter monárquico, estableció dos importantes principios republicanos:

Primero – “la Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona” (art. 2º)

Segundo – “la soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales.” (art. 3º).

A lo que cabe añadir que los constituyentes, al elegir como forma de Gobierno la monarquía, aceptarán, no cualquier otra, sino, muy explícitamente, la forma monárquica hereditaria, estableciéndolo así en el artículo 14: “El Gobierno de la Nación española es una Monarquía moderada hereditaria“.

Cabe señalar, como dice Joaquín Varela Suanzes-Carpegna, que “En España no hubo un grupo republicano de cierta consistencia organizativa o ideológica hasta la segunda mitad del siglo XIX.  En las Cortes de Cádiz, desde luego ningún diputado se manifestó a favor de la república.” (NOTA 1)

II

El republicanismo, a lo largo del tiempo, se ha decantado no sólo en una forma de Gobierno, sino también, fundamental e incluso prevalentemente, en un ideario cívico democrático, que toma cuerpo en un modo de concebir y vivir la realidad humana en sociedad.

Forma parte de este ideario el residenciar el poder soberano en “la Nación” o en “el Pueblo” y en modo alguno pensar que pueda residenciarse en una persona o una familia. Como es sabido, esta será también la conclusión de la Constitución española de 1978: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del estado” (Art. 1.2 de la Constitución de 1978) Principio republicano que convive con la opción monárquica que establece esa misma Constitución, en virtud de la soberanía del pueblo,

Así resulta que los ideales republicanos, amalgamados en ocasiones con otros ideales o reconocibles bajo otras denominaciones, podemos decir que tienen un largo recorrido. Cabe destacar al respecto cuatro consideraciones que hace Antonio Eiras Roel al relatar la historia del llamado Partido Demócrata español. (NOTA 2)

1.ª): <<En la España del siglo XIX los demócratas y republicanos son casi siempre una misma cosa. Un análisis detenido de la ideología de este partido, a lo largo de casi toda su evolución, permite la identificación de los términos “demócrata y republicano” (…)>>  (pág. 25)

2.ª): <<Si hemos de caracterizarlos por una sola expresión, los demócratas son los hombres que pretenden llevar a todas sus consecuencias el principio de la soberanía del pueblo. Pero esta fórmula ya desgastada por los progresistas, ellos la concretan en el sufragio universal y la apelación a la democracia libre.>> (pág. 29)

3.ª): <<La idea de la soberanía nacional la importaron los viejos doceañistas gaditanos y dicha idea pudo ser un punto de partida para los nuevos demócratas (Fernando Garrido nació en Cádiz en 1821 y Castelar en 1832) por eso a primera vista parecen confundirse unos y otros.>> (pág. 29)

4.ª): <<Por último, (…) los demócratas propenderán a un cambio radical en las instituciones básicas, en particular por lo que respecta a la forma de Gobierno. >> (pág. 32)

De este modo hace notar el citado autor la existencia de un “republicanismo latente” que se reveló de forma clara tras la revolución de septiembre de 1868, y así lo dice:

<<Tal republicanismo latente se reveló con claridad después de la revolución del 68 (…) La monarquía democrática que aparece de momento en la revolución se basa únicamente en la soberanía del pueblo como único poder constituido, que elige a la dinastía y puede revocarla: es, de hecho y de derecho, una república coronada. >>

III

Tengo a la vista una moneda del año 1957 que, con una efigie de Franco, dice en una de sus caras: “Caudillo de España por la G. de Dios“. Este texto no es sino una reminiscencia de la atribución del origen del poder a la voluntad divina, bien personalizado ese poder en el rey, en el príncipe o, como en este caso, en un caudillo o cualquier otro líder de turno.

Esta era la concepción del poder del Rey y de la monarquía en el llamado Antiguo Régimen, pero la caída de las estructuras del Antiguo Régimen no conllevó la desaparición total de determinados conceptos del poder y de la soberanía.

Desmontar la convicción, o la interesada utilización, de los conceptos en torno el origen providencial y divino del poder, es decir, desmontar tal argumentario,  fue y sigue siendo tarea progresiva, no siempre y en todas partes fácil, pues está cargada de implicaciones político – religiosas. Hasta el punto que, de una u otra forma, podemos decir que perdura en determinadas culturas actuales llámense monarquía o república.

Una referencia dual (a Dios y a la Constitución), en cuanto al origen del poder del Rey, figura explícitamente en el artículo 155 de la Constitución de 1812, al determinar la fórmula con la que el Monarca habrá de promulgar las leyes. Dice así:

<< El Rey para promulgar las leyes, usará la fórmula siguiente: “N. (nombre del Rey), por la gracia de Dios y por la Constitución de la Monarquía española Rey de las Españas (…) >> (NOTA 3)

¿Qué ofrece hoy la monarquía democrática a muchos de los ciudadanos que la propugnan?

Entiendo que, además del componente cultural e histórico de una centenaria tradición, para muchos ciudadanos la monarquía hereditaria, a través de la familia real y de las figuras del rey y la reina, según el caso, ofrece probablemente sensación de seguridad en la estabilidad del orden social y político; garantía de una cierta independencia respecto a los avatares de los partidos políticos; constituye un referente común y permanente de la nación, por encima y mas allá de los diferentes objetivos y expectativas que los diversos grupos políticos, sociales y empresariales pretendan.

La opción monárquica posiblemente también adquiere valor y partidarios cuando los ciudadanos, y la opinión pública en general, tienen la percepción de  la ausencia real de alternativas que le resulten convincentes, tanto de líderes como de instituciones que promuevan un régimen republicano.

Tanto más cuanto que, a la vista de la vida política actual en general, desconfían razonablemente que el cambio de forma de gobierno, de monárquico a republicano, vaya a mejorar realmente la vida social y sus propias, personales y familiares, condiciones de vida.

Evidentemente el ideario republicano está vivo y su plasmación en una forma de gobierno republicana es una sentida aspiración de muchas ciudadanas y ciudadanos. Pero también es verdad que una parte importante de la ciudadanía sigue optando por la monarquía. Desde el punto de vista conceptual y práctico  la pregunta se mantiene: Democracia sí, pero ¿monárquica o republicana?

 NOTAS

NOTA 1– Joaquín Varela Suanzes-Carpegna: “La monarquía doceañista (1810 – 1837)”, páginas 24, 25 y 26. Dice: << En España no hubo un grupo republicano de cierta consistencia organizativa o ideológica hasta la segunda mitad del siglo XIX.  En las Cortes de Cádiz, desde luego ningún diputado se manifestó a favor de la república. Esta forma de gobierno se identificaba en aquella Asamblea con la democracia directa de la antigüedad, con los excesos de la Convención francesa de 1793 y con el federalismo de los Estados Unidos. (…) En cuanto al modelo estadounidense, a los diputados doceañistas – al menos a los de la metrópoli – les parecía tan lejano desde un punto de vista ideológico como geográfico, debido a su carácter republicano y además federal. A lo que es preciso añadir que ese modelo era poco y mal conocido en la España de entonces.  (pág. 24) // (…) >>

NOTA 2Antonio Eiras Roel: “El Partido Demócrata español (1849 – 1873) los primeros demócratas“. Ediciones 19. Madrid 2015.

NOTA 3 – Como comenté en su día, en un artículo en ATRIO, ya en el siglo XVII, el filósofo y político inglés John Locke (1632-1704), por razones filosóficas y políticas de su época, hubo de combatir tales convicciones, combate que le obligó incluso al destierro. En esencia Locke proclama que por naturaleza las personas nacen libres y no “súbditos”.   Locke analiza y critica la postura del Robert Filmer (1588 – 1653) destacado defensor del “Jure Divino” que amparaba a los reyes. Filmer a partir de una extraña interpretación de la Biblia que Locke contradice, viene a decir que Adán tuvo un nombramiento divino  y por paternidad se convirtió en gobernador de su descendencia, transmitiendo ese poder real por herencia.

15 comentarios

  • ELOY

    Muchas gracias Eduardo por tu enjundioso y amistoso comentario. Gracias tambien a Nacho por el suyo, que plantea la cuestión de la equiparación entre democracia y república.
    Sin extenderme mucho, cabe recordar que históricamente, en el alumbrar de la democracia en España, primero fue, legal y formalmente, la democracia monárquica y luego la republicana. Aunque hubo un corto periodo de tiempo, en que puede entenderse que se vivió en una “república de hecho”, desde la revolución de septiembre de 1868 hasta que, en 1869, las Cortes optaron por un régimen monárquico del que quedaban excluidos los borbones y fue elegido rey de España Amadeo de Saboya.
    Precisamente en septiembre de este año 2023 se cumplirá el 155 aniversario de la Glorioso revolución de 1868 liderada por Prim y otros militares como Topete y Serrano, que venció en Alcolea a las fuerzas borbónicas. Como es sabido, tras este acontecimiento Isabel II huyó a Francia, se constituyó un gobierno provisional y se convocaron elecciones de Cortes constituyentes para el 1 de enero de 1869, aprobándose definitivamente una constitución monárquica (214 a favor y 55 en contra) el 1 de junio de 1869.
    Habiendo optado Prim por la Constitución monárquica, se ratificó en descartar a los borbones en la sesión de Cortes del 11 de Junio de 1870 (Gaceta del 12) con la contundente afirmación: “la restauración de D. Alfonso, ¡JAMÁS! ¡JAMÁS! ¡JAMÁS !
     Sabido es que la búsqueda de un monarca para España fue “casus belli” que serviría de pretexto para la guerra franco-prusiana de 1870 y la búsqueda de esa “monarquía X” fue objeto de diversas incidencias internacionales, hasta recalar en la opción efectiva de Amadeo de Saboya.
    De esto me he ocupado en el artículo publicado en ATRIO el 19 de septiembre de 2018, cuyo enlace facilito:
      Prim: “¡Jamás! ¡Jamás¡ ¡Jamás¡”

  • eduardo garcia

    El artículo de Eloy , en su línea de plantear los problemas, acudiendo a las enseñanzas que nos ha dejado la historia, nos sitúa en esta ocasión ante el complejo dilema de monarquía o república.

    Lamentablemente creo que ese dilema nos lo planteamos pocas personas, pues el ciudadano de a pie ha visto en la institución monárquica un bastión de seguridad; además los numerosos problemas que lo acucian actualmente,  tanto nacionales como internacionales, no dejan tiempo y energías para concentrase en una cuestión, según ellos , menor.

    Personalmente me alineo en el parecer de algunos politólogos que ven la institución monárquica , en pleno siglo XXI, como una antigualla.

    La dinastía que preside nuestro país es desde comienzos del siglo XVIII es la borbónica, a la que se le atribuye a partir del siglo XIX su afición a “borbonear”. No se salva ninguno, creíamos ilusamente durante algún tiempo que ese papel lo estaba ejerciendo con dignidad  el rey Juan Carlos , pero varios hechos graves nos han obligado a abrir los ojos.

    Eloy nos va recordando algunos hitos históricos del siglo XIX , donde la amenaza del ejército , valedor generalmente de la institución monárquica, siempre ha estado presente,  pero donde simultáneamente fue germinando un ” republicanismo latente”.

    Saltamos al siglo XX , constatando que en nuestro país no hubo de pronunciarse sobre la monarquía o república , como fue el caso de Italia, de Francia o de Alemania.

    La dictadura del general Franco  cuya efigie en una moneda figura como ” caudillo de España por la gracia de Dios” no nos dio opción a pronunciarnos sobre el dilema . Nombró sucesor , como es sabido,  al futuro rey Juan Carlos I, saltándose la legitimidad de Juan de Borbón.

    La constitución de 1978 recoge el ideario republicano, residenciando el poder soberano en la Nación o Pueblo , y en modo alguno en una persona o familia. Leemos en el artículo 1.2 : “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del estado”. Y añade Eloy  ” principio republicano que convive con la opción monárquica que establece esa misma constitución en virtud de la soberanía del pueblo”.

    “El que muchos ciudadanos se aferren a la monarquía  ,  es debido a que a la vista de la política actual desconfían razonablemente de que el cambio vaya a mejorar realmente la vida social y sus propias condiciones de vida personal y familiar” concluye Eloy..

    Por cierto en el blog el señor Antonio Llaguno afirma que la monarquía no le molesta , pero poner a la misma altura  a Aznar o Sánchez con Putin o Hitler, es una afirmación cuando menos preocupante.

    Ana Carrillo aduce el testimonio , sin duda gracioso, de Carrillo , un republicano convencido, que afirmaba que no era republicano sino juancarlista. Anécdotas aparte, eso habla bien del espíritu constructivo y de colaboración que presidió la redacción de la constitución española. ¡Cuánto cambiaron las cosas!

    En su biografía hay luces, pero también muchas sombras. Su reacción en el golpe de Tejero ha dado lugar a muchas reflexiones que matizan la aureola de convencido demócrata que se brindó. Su desenfadada imagen de campechanía , a algunos nos gustaría que se completara con una sensibilidad y preocupación patente por la cultura. Por otra parte ,la imagen que brinda su familia no es precisamente edificante, sólo se puede rescatar la de Felipe VI, aunque nos gustaría  que en sus discursos navideños hablara un poco más claro. Llevando la contraria al experto en monarquías, Jaime Peañafiel, a lo mejor haber contraído matrimonio  con una plebeya venida del norte , no ha sido una equivocación.

     

     

    La constitución

     

     

    Par

     

     

     

     

     

     

    , hoy nos sitúa ante el complejo dilema de monarquía o república.

    • Nacho Dueñas

      Yo diré, Eduardo, que la pregunta no sería tanto “¿monarquía o república?”, sino “¿monarquía o democracia?”.

      Así, si la democracia es democrática, necesariamente deberá ser republicana. ¿Qué democracia que se precie puede tener un jefe de Estado no electo, masculino, vitalicio, hereditario, y no sujeto a responsabilidad penal en el ejercicio de sus funciones?

      Ahora bien, que toda democracia deba ser republicana no implica que toda república sea democrática, como por ejemplo, EEUU y las autodenominadas “sistemas parlamentarios”.

      Saludos.

  • ELOY

    Muchas gracias Pedro Boch y Antonio Llaguno por vuestras aportaciones.

    Pienso que la democracia no se agota simplemente en el sistema de sufragio universal, que es en todo caso pieza esencial, pero que también ha de encontrar la democracia su camino y su asentamiento a través de la diversidad de instituciones, en el talante de “escucha” del sentir de los ciudadanos por parte de las instituciones y poderes públicos y de los ciudadanos entre sí; temas todos que sólo pueden encontrar viabilidad en la educación y práctica democrática del día a día.

    Cabe, en todo caso, recordar ahora que el texto de la Constitución fue aprobado en Sesiones plenarias del Congreso y del Senado del 31 de Octubre de 1878, con el siguiente calendario hasta la aprobación y sanción final:
    Votos en el Congreso. Se aprobó en el Congreso con el siguiente resultado: votos emitidos 345; ausencias, cinco; a favor, 325; en contra, seis; abstenciones, 14.
    Votos en el Senado: Se aprobó en el Senado con el siguiente resultado: votos emitidos, 239; ausencias, nueve; a favor, 226; en contra, cinco; abstenciones, ocho.
    Ratificación en Referéndum: 6 de diciembre de 1978 .
    Sancionada por el Rey ante las Cortes: el 27 de Diciembre de 1978
     
    Parece pues que, circunstancialmente, el apoyo a la monarquía como solución inicial en el camino democrático que entonces se iniciaba, tenía un apoyo mayoritario por parte de los partidos con representación parlamentaria. La revisión del texto de la Constitución quedaba a partir de ese momento abierta a través de sus propios mecanismos de reforma.
    Pero, más allá del cambio formal de la forma de gobierno, cabe poner en valor los “valores republicanos” como expresión del ideario democrático y voluntad de vida social democrática en la que de diversas formas todos podemos contribuir en el día a día.
    Muchas gracias otra vez.

     

  • Antonio Llaguno

    A mi la monarquía no me molesta.

    Me puede molestar algún monarca (El último Juan Carlos I por ejemplo porque el primer Juan Carlos I, lo hizo realmente bien), peor la monarquía no.

    Porque si algo han demostrado los años  de democracia en España es que el hecho de que los gobernantes sean elegidos democráticamente (Que es la única manera decente en mi opinión de elegirlos. No estoy haciendo apología de la tiranía o dictadura) no garantiza en absoluto que sean gobernantes adecuados ni moral ni competentemente.

    Y no me dan ninguna envidia (El Rey y su familia), más bien me dan bastante pena.

    Mientras el Rey no gobierne y sea auditado y controlado por los poderes públicos (De verdad. No como han hecho con Juan Carlos) y sólo tenga una función representativa me da igual un Rey que un presidente de la República (Al estilo de Italia o Alemania, no del tipo Francés o Gringo, que sí tienen poder ejecutivo).

    Ver dirigentes electos de una república como AMLO, Maduro, Andreotti, Sánchez, Aznar, Putin, Hitler, y alguno más me demuestra que la elección popular puede cometer errores y muy gordos.

    • Antonio Llaguno

      Se me olvidaba.

      Y creo de verdad que ese debate (Monarquía – República), con una guerra en el continente, una crisis energética del carajo, una crisis medioambiental importante, una inflación del 10%, unos salarios que no permiten llegar bien a fin de mes a casi nadie y una selección de futbol haciendo el ridículo con Marruecos (Esto último es una broma, eh), no es un debate que realmente preocupe a la mayoría de los españoles. Un poquito más a los catalanes (Y por otras razones completamente tangenciales al debate) y tampoco demasiado.

  • Pedro Bosch

    Yo podría estar de acuerdo, o no, con la monarquía, si mi hubieran pedido que la votara. Pero esto no ocurrió así, sino que lo que se pidió que votáramos los españoles fue la Constitución completa. Por lo que ahora nadie se podrá extrañar que haya una gran cantidad de españolitos que propugnemos una República.

    Lo de la Gracia de Dios suena a chiste. Cada individuo tiene que demostrar su valía, exponiendo su preparación y derechos que les corresponden para optar a una ocupación compensada con un salario digno, pero de ninguna forma naciendo ya con con todos los derechos adjudicados por herencia.

    A mi no me importaría que lo llamaran Rey, si cada cuatro años pusiera su puesto al servicio de la Nación en unas votaciones y saliera elegido. Pero nunca “por la gracia de Dios”.

  • Alberto Revuelta Lucerga

    El señor cardenal don Pedro Segura, obispo desde los tiempos del rey don Alfonso XIII predicando en la SIC de Sevilla durante una declas visitas de SE él Jefe del Estado, Caudillo de España por la gracia De Dios escogió como lema de su sermón un pasaje evangélico que dice “NO QUEREMOS QUE ESTE REINE SOBRE NOSOTROS”. Está en la parábola de los talentos y quedó aquí como muestra cardenalicia de desafecto hacia don Francisco. Que procuró no venir por esta ciudad hasta que el cardenal Segura fue biselado pontificiamente nombrándole un arzobispo coadjutor con derecho a sucesión, el que fuera  años después cardenal Bueno y Montesl, buenísima persona, inteligente y fumador de puros como todo buen nacido debería hacer. 

    • ELOY

      Hola Alberto.

      No recordaba en detalle la figura del Cardenal Segura y sus enfrentamientos con Franco, si bien no me era un personaje del todo desconocido.

      Por lo que ahora pude recordar en Wikipedia era, digamos, de talante más bien conservador e incluso monárquico, y antes de los enfrentamientos con Franco tuvo también algunos enfrentamientos con la II República.

      Por lo que voy leyendo, me informo de que  incluso se enfrentó a las pretensiones protocolarias de la esposa del por entonces jefe del Estado.

      Cada día tiene su cuota de aprendizaje.

      Gracias Alberto. Un abrazo

  • ELOY

    Muchas gracias Gonzalo Haya y Ana Rodrigo por vuestros comentarios.

    Pienso que, en ocasiones, miramos al pasado con simple curiosidad o comparación con el presente; o, también,  como simple origen de la realidad presente.
    Pero quizá no damos suficiente luz, valor y consideración a la idea de que el pasado es, o puede ser, motor de acción para el presente y por lo tanto fuerza y luz para el futuro.
    Y que el pasado puede también ayudarnos a inquirir y analizar en relación a cómo vivimos el presente.
    El filosofo Reyes Mate, en un artículo publicado en el último número de la revista “El Ciervo” (Nov /Dic 2022), titulado “Walter Benjamín, un referente para nuestro tiempo“, entre otras interesantes consideraciones, hace algunas sobre el marxismo y la idea de progreso en Walter Benjamín. y dice Reyes:
    <<La memoria tiene grabada  en su frente el “nunca más”, es decir el deber de hacer las cosas de otra manera, y eso no se consigue con bellas utopías, sino con la memoria de los “abuelos humillados”. Lo que tiene capacidad de novedad y, por tanto, de futuro, es la memoria de las víctimas y no el progreso.>>
    Y sigue Reyes Mate diciendo que Walter Benjamín no confundirála historia con la memoria, diciendo que la primera es una lectura del pasado en provecho del presente mientras que la segunda es una interpelación del presente desde el pasado (…)”  
    (La utilización de “negrita” en los textos reproducidos es mía)  

    • mª pilar

      Gracia Eloy, por este complemento a su art. primero que comparto totalmente.

      Gracias de corazón, un abrazo entrañable.

      • ELOY

        Hola mª pilar.

        Agradezco tu comentario y me alegra que compartas la diversidad de enfoques mencionados con que podemos contemplar el pasado, al hilo del artículo de Reyes Mate.

        Del mismo artículo me parece interesante tomar el siguiente comentario de su autor, en referencia a Walter Benjamín:

        << Pero bajo esa fragilidad se escondía, sin embargo, un genio que sigue fecundando a quien se le acerque. Si la humanidad quería corregir el rumbo tenía que empezar por revisar no sus errores sino sus valores. El hitlerismo no era el error de unos cuantos desalmados conducidos por un sargento de medio pelo, sino la realización de unas de las posibilidades latentes en el proyecto ilustrado tan venerado por las fuerzas progresistas. Eso es lo que él se propone demostrar en ese borrador titulado Tesis sobre el concepto de historia, una veintena de fragmentos que constituyen uno de los legados filosóficos más lúcidos del siglo XX. >>

        Un saludo.

         

  • ana rodrigo

    La república no es un experimento novedoso que se le pueda ocurrir a España. Está instalada en muchos países que funcionan como países democráticos con normalidad.

    Lo que no tiene sentido ni razón alguna es que sea jefe o jefa de un estado alguien por ser hij@ de su padre y/o de su madre. Tenemos ejemplos en la historia que hacen temblar; es verdad que no eran monarcas parlamentarios, pero heredar la sangre “azul” que heredaron no les supuso ni la más mínima sensatez.

    Recuerdo escucharle a Santiago Carrillo que él no era monárquico sino Juancarlista; si levantara la cabeza y viera quién era Juan Carlos como se estaba comportando secretamente como  jefe del estado español, volvería a morirse del susto

    Además apelar a que lo son, al igual que Franco, por la voluntad de Dios, es el colmo de sinrazón.

    Que los monárquicos tienen sus razones, como dice Eloy, por razones de tradición o porque les da seguridad, pues ahí están y estarán por siglos, al igual que en otros países. Y, si, después de Juan Carlos en España no se acaba la monarquía, es que seguirá por más siglos todavía

  • Gonzalo Haya

    Seamos conscientes de ello o no, nuestro subconsciente colectivo esta cargado de nuestra Historia, y explica en gran medida nuestras decisiones actuales. Es muy de agradecer a Eloy que saque a la luz este subconsciente histórico, para que podamos tomar nuestras decisiones con más claridad y responsabilidad.