Hace tres día se publicó la réplica de Santiago al artículo de Alfredo Fierro. Y hoy volvemos a dar pleno espacio a Santiago para que dialogue con Andrés Torres Queiruga sobre su artículo aquí también. No queremos cansar sobre estas cuestiones acerca de diversas conceptulizaciones o uso de la palabra Dios. Pero sí quiero manifestar que el análisis y vivencia del hecho religioso, con diálogo abierto y respetuoso entre diversas formulaciones ha sido desde el principio y seguirá siendo un centro de atención esencial en ATRIO. AD.
Recibo con satisfacción y agradecimiento el artículo tan moderado de Andrés Torres Queiruga y me sumo a la necesidad del diálogo en el debate sobre posreligión y posteísmo. Y por eso, voy a exponer algunos matices al disenso que comenta y anteponer para mayor claridad lo que yo entiendo por posteísmo.
Puede decirse muy bien que el postismo es una constelación donde hay múltiples posturas. No todas dicen lo mismo ni tienen la misma consistencia. Por mi parte lo entiendo como el asentimiento a esas palabras del Deuteronomio “No te harás imagen alguna de Dios, oirás su voz”. Y la imagen de un Ente Supremo todopoderoso que gobierna el mundo y vel a por él, incluso cualquier imagen unívoca, cristalizada como definición de Dios, por muy fecunda que sea como la de Padre, Persona o Amor, incurren también en esa advertencia del Deuteronomio.
El posteísmo es pues la negación de cualquier representación unívoca y manipulable de ese misterio ineludible en la conciencia humana, y da la puntilla a la religión en su pretensión de conocerlo y poseerlo en una confesión fuerte. En la medida en que se afirma un ser así se le pierde pues es inasible. Cuanto más teístas somos más blasfemos, más ateos. Por eso la forma de creer hoy día, débil y crítica, pasa a ser más un respeto por el misterio o enigma de la realidad que una confesión fuerte de un Ente Supremo. Somos nosotros quienes hemos creado a ese Ser Supremo aunque también hemos sido creados por esa fértil idea o sentimiento. Se trata de un círculo virtuoso en el que nosotros creamos al Dios que nos crea y no sabemos por dónde empieza y donde acaba esa mutua creación.
Por este camino de respeto llegamos al agnosticismo racional, al simbolismo místico y a una praxis y esperanza universalistas. El posteísmo no es teísta o ateísta, no sustantiva dicho anhelo en un algo o alguien más poderoso y frente a nosotros. Más bien constituye el estado mental previo a una decantación que siempre resultará escasa de justificación dada su naturaleza opcional tan libre. Se trata de un agnosticismo creativo, esperanzado, que responde más a una postulación, a un ojalá, que a una certeza o una descripción metafísica.
El posteísmo como “espíritu de una época” o clima cultural remplaza tanto el reino de la religión como el de la insignificancia. Abre un ámbito común a toda la humanidad, un espacio no condicionado por una forma concreta de la sublimidad o incondicionalidad ni por el nihilismo que acompaña a una vida sin sentido. Responde al clima cultural de las sociedades modernas caracterizadas por el pluralismo religioso e ideológico, por el pensamiento débil, la ética pluralista e indolora y los grandes anhelos de paz y felicidad que cada vez se van extendiendo más dada la globalización y la proximidad entre las personas y las culturas. Y aprovecha ese lugar común de todos y de nadie en particular para construir una internacional de la esperanza y una praxis de justicia global. El posteísmo constata la carencia de sentido tras la muerte de Dios en esta “edad de la nada” en la que los anhelos de plenitud adquieren formas tanto más consistentes cuanto mayor es la pobreza o la desgracia. Y le abre la puerta a esta tierra de todos.
La propuesta de diálogo de Andrés Torres Queiruga es muy valiosa y la comparto. Responde a toda su trayectoria de reflexión sobre la actualización de la sabiduría evangélica al mundo de hoy. Es un reconocimiento para aquellos teólogos que vienen trabajando desde hace tiempo por estos planteamientos posreligionales. Y es también un pequeño coscorrón para nosotros porque algunas veces nos hemos podido expresar inconvenientemente. Me gustaría que fuera un diálogo humanista en ese espacio descrito en el párrafo anterior.
El dialogo sobre el posteísmo, respondo a Andrés, no se ha dado con mayor fluidez y diligencia por el foso tan enorme entre lo que Andrés llama el paradigma de Calcedonia y la ciencia, la realidad social, la perspectiva ecológica y de género y la acomodación del cristianismo a la derecha moral y política. El paradigma cristiano ya iniciado con Pablo y reelaborado en Nicea, Calcedonia, Trento y tantos otros concilios es una dramática metáfora para comprender el misterio del mal y de la muerte y colmar los anhelos de plenitud.
Lamentablemente se ha explicado literalmente, se presenta como la verdad empírica del mundo, y además absoluta y de ahí vienen todos los choques con la ciencia y la sensibilidad modernas. Este paradigma calcedonio entiende la realidad como un Gran Misterio de Salvación sin distinguir lo que es una explicación científica y una metáfora de sentido. Interpreta el mundo, la historia y al ser humano como dentro de una serie temporal de grandísimos milagros: preexistencia del Logos en forma de Jesucristo, creación del mundo por un Ente Supremo todopoderoso, segunda y primera persona de una Trinidad espiritual-real, encarnado y muerto como un Dios Redentor, etc.etc.
El mundo sobrenatural es una solución imaginativa muy efectiva al problema del mal y una convincente propuesta de esperanza, resuelto todo ello de un modo dualista o desdoblado. Pero cada vez más resulta inaudible a la persona de hoy. Este relato instituye una religión más, relativa, particular que no puede fundar sola un “Reino de Dios” universal. Por eso el paradigma calcedonio, debe ser rechazado de lleno si queremos que sea creíble. Se trata de un reinicio que no pierda el sistema operativo y que recupere y admita programas viejos y nuevos.
Dice también el autor “que muchas teólogas y teólogos vienen —venimos— trabajando en la reinterpretación y actualización de la fe cristiana con no menor radicalidad que la supuesta en esas descalificaciones.” Así es y gracias a todos por ayudarnos a llegar hasta aquí desde una infancia y primera juventud tan cerradas en nuestras generaciones. Lo mismo nos pasó con la teología de la liberación. Pero estos teólogos no son tan mayoritarios ni tan claros. No se atreven a decir que los contenidos religiosos son de naturaleza simbólica y se pasan la vida tratando de conciliarlos con la cultura y la ciencia en el mismo nivel explicativo de éstas.
Muchos teólogos han realizado importantes avances en la perspectiva social, han suscitado una renovación a fondo de elementos religiosos, la liturgia, la moral, el el autoritarismo, etc., han abandonado su tradicional vinculación a la derecha económica y política, han ahondado en el dialogo entre ciencia y fe, incluso han caminado hacia una teología no patriarcal, sobre todo por parte de las mujeres y han reinterpretado la tradición bíblica a favor de la ecología. Pero no han trabajado tanto en esta dirección posreligional. Muy pocos se han atrevido a poner en cuestión los supuestos de su misma religión[1], a incorporar la ciencia en la fe y la fe en la ciencia, invirtiendo el tradicional esquema de primero la Revelación y luego el conocimiento empírico que cuadre con ella. Muy pocos se han atrevido a llegar hasta el final en la desmitologización del Jesús de los evangelios persistiendo en esa convicción de un Jesús histórico realmente descrito en los evangelios para a continuación divinizarlo al estilo judío y a partir de allí justificar con su autoridad todo el sistema piramidal y dualista que caracteriza al cristianismo.
Y te preguntas “¿Realmente algunos teólogos o teólogas entre los que suponen esa comprensión de la fe “teísta”, la han vivido ellos o ellas mismas y como adultos medianamente instruidos, de manera tan incurablemente deformada como la presentan hoy?”
Quizás los teólogos no, pero sí se ha inculcado a la gente sencilla y a los ciudadanos en general librándose ellos de tomárselo al pie de la letra como instruidos que podían ser. Y más en nuestro nacionalcatolicismo todavía persistente. Hemos confundido la invitación con la obligación, la autoridad con la constricción de las conciencias, la comunicación con la confesión y la obediencia, la alegría de la vida con el pesimismo de la culpa original. Cuantos símbolos y ritos mágicos, cuantos fetiches como expresiones de la divinidad, qué atrevimiento para decir sin ningún miramiento quién o cómo es Dios.
Avisas con tino de los peligros del insuficiente cultivo de los problemas gnoseológicos y hermenéuticos y la propensión a cabalgadas históricas. Pero no somos nosotros, son los estudios e investigaciones de la comunidad científica quienes lo exponen con rigor. Basta leer lo contrario de nuestra doctrina, que eso no es salirse de la fe. Además no es un peligro exclusivo de la posreligión. Todavía el siglo XXI está impregnado de la epistemología y ontologías premodernas, no ha oído hablar del emergentismo, piensa dualistamente, no acepta la incertidumbre y la relatividad, etc.
Al inicio de la “Santa Misa” o en la homilía de las renovadas eucaristías se debería decir que todo lo que allí se habla con un carácter realista no es sino un conjunto de símbolos, narraciones y metáforas que nos acercan al misterio de la realidad incluso si se quiere al misterio de Dios dada la polisemia de este término.
Pues ese literalismo y afán de verdad absoluta es el que ha traicionado la vivencia de lo que pudo significar Jesús de Nazaret.
Me he alargado. De nuevo las gracias a todos los teólogos heterodoxos que me habéis acercado a la sabiduría evangélica y al fondo de mi ser.
Santiago Villamayor, 5/9/2022
[1] Véase: Santiago Villamayor, “SUPUESTOS INCUESTIONABLES DEL SÍNODO”. En Valores y Creencias hoy: https://redesreto10.blogspot.com/
Es porque este agnosticismo racional -que no desea ser sinónimo de ateísmo desfasado- NO conduce a la esperanza universal. Huyendo de la fe y la confianza en lo que es trascendente el ser humano NO encuentra en este mundo sino grandes e insoslayables misterios y la experiencia nos enseña que nunca podremos alcanzar esta felicidad perenne que es nuestro deseo íntimo porque nada -sino Dios infinito- puede satisfacer el corazón humano en su último fin que es El mismo..
Pero la fe en Dios no es constructo nuestro sino nuestra FE universal que fue impresa en nuestro corazón desde el principio de la Creación y que ha sido patrimonio de TODOS los pueblos y no existe per se un sólo pueblo que se llame así mismo ateo ya que esto es una imposibilidad.
Por eso nosotros NO hemos creado a Dios a pesar de nuestra tendencia al antropomorfismo. Yavé se reveló al pueblo israelita a través de Moisés de una manera especial y clara. La prohibición de la idolatria en el primer mandamiento del Decálogo es una afirmación de Su presencia e inmanencia. Dios no quería que adoráramos falsas deidades sino sólo al Dios que es Amor infinito y nos instó a creer en El, Yavé como el único Dios verdadero. Pero la Revelación fue una realidad cuya plenitud fue el Cristo del Evangelio, el que nos dejo su gracia en Su Iglesia para que la salvación fuera accesible a todos los humanos.
Por eso, el respeto al Misterio no equivale al agnosticismo racional que es más bien una huída para escapar de una REALIDAD presente desde el principio y que es universal ya que tenemos un propósito vital y un destino final como todo ente creado. Pero Dios se nos escapa astutamente en su propia naturaleza divina, distinta de la nuestra.El está presente siempre pero nos parece el gran ausente. El lo sostiene todo con la apariencia de la indiferencia. Pero todo es un espejismo nuestro. Ahora sólo vemos “como en un espejo”
La espiritualidad humana no es una emanación de la materia, incapaz de producirla y con la que nos diferenciamos del mundo irracional.
No somos fabulas y mitos falsos. Las narraciones evangélicas no son metáforas. Pablo, doctor de la Ley recibió la Verdad de Cristo de los Apóstoles, testigos veraces y cualificados de Su vida, muerte y Resurrección y los Concilios de Nicea, Calcedonia y Trento sólo afirman la divinidad de Cristo y la relevancia de la Iglesia. Esta Iglesia no es mítica sino real y se basa en la prueba testifical. Por eso la celebración eucarística NO es un mero símbolo sino una realidad sacramental con base histórica y teologica.
un saludo cordial
Santiago Hernandez
No sabes cuánto te agradezco esta serie de comentarios tuyos que van al fondo del asunto en cuanto a la naturaleza y universalidad de la fe y en cuanto a la necesidad explícita en el fondo del corazón humano de la necesidad de una revelación positiva que se ha desarrollado como una serie de hechos históricos constatables y registrables por los mecanismos propios, lo uno por la predicación (kerigma) y lo segundo por los documentos escritos.
La predicación ha provocado históricamente la transmisión del mensaje (en palabras y vidas) de padres a hijos, de generación a generación en el contexto social de la permanencia y arraigo parroquiales y la cura de almas. Es sanísimo volver a la fe de cuando niños por la influencia de una madre, de un padre, a nuestra fe de adolescentes, que para muchos de nosotros sería como volver al primer amor, sin los prejuicios de nuestras andaduras de adultos. La fe la recibíamos de nuestros padres como un regalo divino y los sacramentos era eso: momentos de gracia. Los sacramentos por definición son símbolos sensibles que dan la gracia.
Sin esa fe iniciales y sin la carga que llevamos con nuestro historial el filosofar sobre Dios, su existencia, aunque sea desde esos meros postulados filosóficos, no nos conduce a un conocimiento más certero, lo que correspondería a la teología, sino a un mero análisis, histórico, si se quiere, de las religiones. Nuestra teología es soteriología, es escriturística y está encerrada en el sensus fidei para la comprensión de todo el pueblo de Dios, que somos un gran continente, no una serie de islas teológicas.
Gracias a ti por tu acertado e interesante comentario…Es claro pues que es la fe la que nos guía…la fe dada por la gracia del bautismo que nos permite penetrar en las verdades trascendentes que no pueden ser percibidas -aún tenuemente- sin está iluminación extra natural concedida a los que queremos acceder a ella…
Como bien dices nuestra fe se basa en testimonios externos que nos ofrece la historia en la Escritura y la transmisión apostólica del pensamiento de Jesús y en la moción interior por la que el Espíritu Santo nos va guiando hacia la Verdad que reside solamente en Cristo..
Es por eso que abandonando la gracia sacramental inicial y prescindiendo de la gracia habitual nos quedamos en una oscuridad estática del “agnosticismo racional” del cual no podremos salir sin la ayuda “en el querer y en el obrar” que se encuentra por encima de nuestras fuerzas naturales..
”Sin Mi, nada podréis hacer” dice Jesús en el Evangelio…Como dices tenemos una tabla de salvación que es sacramental..” soteriológica y escrituristica” incrustada en nuestro ser que nos mantiene…
Es por eso la lucha constante en querer desmantelar esta base testifical de nuestra fe que reside en los motivos auténticos de credibilidad. La fe -como don- ha de ser apreciada como una perla preciosa, ha de ser protegida y defendida, ha de tener sentido coherente y práctica, ha de ser ejemplo de vida y objeto de paz interior.
Lo que vemos hoy es la extrema crisis de fe y de esperanza en un mundo que ha perdido el sentido de la historia y el sentido común y parece hundirse en la ira y la desesperación.
Un saludo cordial
Santiago Hernández
El cristianismo se basa en realidades objetivas..,no en símbolos y metáforas porque el Cosmos no es un símbolo y nosotros “los que vinimos a existir” no somos metáforas..Por tanto existe una realidad existencial objetiva cuyo origen es el nudo de la dificultad…
La forma adoptada por cierto sector del mundo -ni muchísimo menos el pensamiento actual de la humanidad- es de un materialismo ateo o sea el posteísmo que se discute aquí que quiere prescindir de la inteligencia organizadora en la naturaleza a pesar de los recientes datos contundentemente científicos.
Es el mismo materialismo de Demócrito, Epicuro y Lucrecio.
Pero este posteísmo es incapaz de explicar no solamente la existencia de la materia, sino tampoco la existencia de los algoritmos intracelulares, las constantes cósmicas y vitales, la existencia de la organización, del psiquismo, de la conciencia humana y la existencia de la inteligencia humana. Esto es precisamente lo que antaño había ya subrayado Diderot ya que las preguntas se repiten durante la historia. Y hoy como ayer.
Pero la naturaleza NO es el SER como creyó Spinoza y sus seguidores, y ella no “piensa” por si misma..La materia es incapaz de pensarse a si misma puesto que para eso necesita ser informada externamente ya que carece “per se” de ese atributo. La vida no es una mera combinación de átomos inertes, ni la vida y el psiquismo pre-existían en la materia antes de la aparición de la vida en un Universo que tuvo comienzo y tendrá fin.
Ya Juan XXIII nos planteaba en la apertura del Concilio Vaticano 2 que el “gran problema planteado al mundo queda en pie tras casi dos mil años” o sea, el mundo está “con Cristo y Su Iglesia ……. o contra Cristo y Su Iglesia”….O lo que es lo mismo, con Dios o contra Dios .Un mundo que rechaza a Dios se confunde y cae en los peligros “de la aspereza en las relaciones humanas y de las guerras fratricidas”que es lo que estamos viendo en el mundo de hoy. Un mundo en caos, sin brújula en una profunda crisis de fe y esperanza.
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Como ya me he pronunciado otras veces en lecturas ofrecidas por Villamayor estoy muy de acuerdo con lo expuesto en este artículo. Es un esfuerzo por recuperar la esencia de este misterio ineludible a la conciencia humana, como él mismo dice. Lo que significa que tal recuperación solo puede llevarse a cabo des – objetivando la realidad y desde ella libre de representaciones ontológicas, sentirla de nuevo emerger libremente en nosotros como portadores de su propia estructura. Ni monismo ni dualismo estructuralismo
Hola!
Este intercambio ‘teológico’
está mezcolansado híbridamente con la ciencia.
A pesar de ello
me inclino hacia Villamayor
más que a Queiruga.
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A Villamayor, sin embargo, le falta un poco;
pero ese poco es muy mucho,
porque no le valdría seguir tejiendo con otra lana.
Si alguna vez se percatara de lo que falta,
tendría que des-tejer el manto
– que se esfuerza en tejer con agujas ‘simbólicas’-
– abandonar el habitual ‘punto arroz’-
y aprender con otro ‘punto’ y otras agujas conceptuales.
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Estas cositas ya las presenté desde hace mucho tiempo en Atrio
con resultado de haber ‘gastado pólvora en …”,
siendo tomado ‘para el tomate’.
No tengo ningún apuro ni interés en que se me dé la razón.
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El mismo Antonio Duato me hubo conminado
a responder un montoncito de cuestiones.
Contesté a todas
pero corta todo ‘diálogo’
-comprendo que está muy ocupado-
pero ¿me toma por tonto? –pregunto
¿o es que por tener una Web y unos cuantos añitos
cree tener derecho a usarme pa’todo servicio?
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Mejor termino felicitando a los ‘murcianos’
y a los españoles por la hazaña de “CARLITOS”
Santiago stoy bastane de acuerdo en cuanto dices. Resuena fuertemente en mi corazón, y me parece, que has olvidado un poco el carácter culpabilista que desarrolla la Iglesia y que tanto daño ha hecho y hace. La culpabilidad que se le supone al supuesto, literalmente, pecado original es el origen y,a la vez consecuencia, de mucho sufrimiento y alienación. Deasarrolla una imagen de Dios terrible que premia y castiga. ¡ Qué distinta sería la religión liberada de estas cadenas!. Cuánta gente confunde la salvación como un logro a conseguir mediante una práctica “mercantilista” : voy a ” cumplir ” e incluso a sacrficarme por hacer el bien para alcanzar el premio prometido. Esto es así e incluso en las fórmulas de la misa se mantiene con oraciones má de aplacamiento de la ira divina y de adulación que de agradecimiento y cariño confiado. Veamos algunos ejemplos: ” Te ofrecemos esta víctima de reconciliación por cuya inmolación nos devolviste tu amistad “, ” Dios todopoderoso y eterno perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna” , ” Señor no mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia” . ¿ Por qué no confiamos más en despertar en las personas la confianza ( eso es la fe ) en Dios y despertar al amor y la compasión que mostró Jesús, de tal modo que sean testimonio para los demás con más eficacia que las amenazas y los castigos. Muchos que se llaman cristianos ven con total naturalidad ” la condenación eterna ” y sin que les cause la menor insatifacción ,para la “humanidad pecadora”. Confíemos más en el Jesús que volverá a repetir ” Perdónalos porque no sabían lo que hacían”
He dialogado varias veces con Santiago y aprecio su explícito reconocimiento de
“ese misterio ineludible en la conciencia humana” y su “negación de cualquier representación unívoca y manipulable de ese misterio”. Y creo que esto nos lleva a la disociación inevitable entre la intuición y las explicaciones racionales (los conceptos elaborados, los argumentos lógicos).
Las explicaciones son inevitables porque necesitamos comprender, y porque lo que no se menciona deja de existir. Todas la religiones han necesitado explicarse en gruesos libros, aunque algunos de sus fundadores no escribieran ni una línea
Muy de acuerdo en que nuestra religión cristiana se ha fortificado en Calcedonia y, aún peor, en la reforma de la Iglesia de Gregorio VII. El seguimiento de Jesús tiene que despojarse de todas las adherencias adquiridas durante veinte siglos.
Sus discípulos y las primeras comunidades le siguieron por el impacto de su ejemplo, no por una ideas (explicaciones) confusas, equivocadas e incluso contradictorias. Le siguieron por la consonancia de su vida con “ese misterio ineludible en la conciencia humana”. La parábola del buen samaritano no es valiosa porque la propusiera Jesús; en cambio, reconocemos a Jesús porque propuso esta parábola, tan acorde con nuestra conciencia. Esteban, el primer mártir cristiano, “vio” a Jesús de pie junto a Dios ,que estaba sentado en el trono; lo vio como el Mesías exaltado.
En resumen, el posteísmo me parece una expresión exagerada, porque parece superar las explicaciones y la realidad misma, aunque quizás resulte eficaz por un tiempo. También Jesús empleó exageraciones, como la del camello y la rueda de molino,