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Siguiendo el itinerario interior de Alexander Grothendieck

  Dejamos interrumpida la serie anterior de mis artículos sobre los escritos espirituales de este genial matemático , con el ultimo de la serie –Itinerario personal de un matemático anarquista y ateo hacia Dios (y 4)–, seguido de la cuestión planteada por Isidoro sobre la “comprensible” pérdida de la razón y mi contestación a esa etiqueta de “loco” con la que muchos creen dar por liquidados los interrogantes que plantean sus escritos a las personas ilustradas del siglo XXI. Ruego al lector que empiece por revisar ahora el comentario con el que yo contestaba a Isidoro. Deben quedar bien delimitadas ciertas dudas, aunque la posibilidad de una crisis mental dos años después no destruye la enorme cordura que mostró AG en los textos que hoy voy a introducir.

        Se trata ahora de emplear otro método. Para entrar en el importante capítulo IV de su obra La llave de los sueños o Diálogo con el Buen Dios, no voy a irlo troceando en una serie de entregas. Lo he reproducido entero, con comentarios míos en cursiva y todas las ventajas de ir a y volver de notas que tiene el lenguaje html de la web, en una única página que está ya en el menú superior de ATRIO y que podrá irse completando con lo que sugiera el diálogo posterior que aquí, en este hilo, podamos tener.

        La página enlazada es esta:

Grothendieck: Fe en sí mismo y misión personal

        ¿Por qué doy una importancia especial a este capítulo IV? Porque en él AG muestra, haciendo una pausa en el relato de toda su vida interior que él titula Viaje a Memphis,  cómo fue determinante para él la lectura de los libros de Marcel Légaut que recibió en junio de 1987. Vio ahí descrito, en una persona que estaba en las antípodas de su ideología heredada que hasta entonces había dirigido su vida, el mismo itinerario de búsqueda interior. Y Légaut le prestó los análisis y conceptos que él necesitaba para explicar lo que le había pasado a lo largo de su vida.

        Estos dos itinerarios de Alexander y Marcel, tan opuestos en las concreciones como idénticos en lo esencial, nos pueden invitar e iluminar a seguir cada uno de nosotros nuestro camino interior, en búsqueda de una fe razonable en nosotros mismos, en el misterio que se nos revela en nuestro interior como presencia real aunque incomprensible, lo mismo que se nos revela en todos los otros y lo otro, y, finalmente, en el OTRO.

        Claro que hay que ser muy austeros en no nombrarlo a tocho y mocho ni emplearlo como tapadera de nuestra ignorancia o legitimación de supuesto dominio sobre los demás. El nombre propio de Dios, el de los miles de nombres desde hace más de seis mil años, será propio de cada persona o de cada comunidad (pues la verdeara fe en él no es normal que sea individual y no comunitaria. Pero considero que no será una exigencia de progreso el  renunciar a nombrarlo interiormente  o sustituirlo por nombres comunes, abstractos, como hondura, fuente vital, fundamento, complejo de fuerzas… Rilke empleará también metáforas para nombrar a Dios -Alcón, tempestad, Torre…– pero no para definirlo. Para definir a Dios no sirve el “constructo Teos”, pero para nombrarlo, incluso a un extraordinario matemático, creador de abstracciones, le sirve el nombre “le bon Dieu”.

        Si algo me ha enseñado Légaut –lo mismo que a Grothendieck– es la distinción entre FE y creencias (o ideologías que intentan formular los contenidos de fe o suplir la función que hacían los dioses) , que generalmente acompañan a la fe tradicional y que hay que ir depurando para llegar a la nuda fe o fe razonable fruto de un personal acto libre, acompañado misteriosamente, pero esencialmente libre. Pues, para un fiel de verdad, humilde y no vocero o luchador contra el infiel, ese acto de fe libre no ha sido posible sino por una presencia activa de quien no estuvo solo presente el e big-bang sino en lo más íntimo de mí y en lo más libre de mi autonomía.

        Pero vayamos ya a leer con atención el capítulo propuesto y aquí os espero con dudas, comentarios o alegaciones…

15 comentarios

  • M. Luisa

     Hola, Isidoro, buenos días! He releído tu comentario. En él dices muchas cosas que si quieres ahora puedo detenerme con más minuciosidad, pero si me acogí a aquella frase fue por simplificar en ella lo que en conjunto interpreté de todo tu comentario.
     
    Si mostraste interés por este párrafo mío, como señalas: “no puedo comprender estos patrones o arquetipos que dices nos sirven de guía. Nuestra guía es este campo físico en el que por nuestra inteligencia nos encontramos” parece entonces que en principio estarías de acuerdo con él. 
     
    Naturalmente que sí.    Esta guía es previa a cualquier otra extraída de definición alguna que se le pueda dar a ese mundo que nos circunda.  Llámesele totalidad, llámesele Leyes Generales del Universo, Inteligencia Cósmica, principio rector, etc., etc., Estas expresiones aún reflejan respuestas dadas a preguntas cartesianas que al final siempre las hacía derivar a eso que tú también llamas al final   (Viento Cósmico, “Dios” o Principio rector).
     
    Sin embargo, nuestra ciencia ahora es muy distinta de los parámetros que entonces se la conocía. Ese paradigma era el teológico y tanto  Légaut como Alexander pugnan por ir más allá de él.   
     
    Es, pues, en este sentido que hablaba de contradicción. La naturaleza de la mente humana, eso que estudian los neurocientíficos claro que es susceptible de conocimiento, pero a su conocimiento, es decir, qué sea esto de la mente, nos habrá de llevar sus actos, no un esquema hecho a medida. A medida de qué?, si no conocemos la naturaleza de la mente. En cambio, estos actos sí están en situación respectiva con el campo físico en el que se mueven.    
     
    Dichos actos pueden ser de muy distinta índole: actos conscientes, actos de memoria, actos intelectivos, actos imaginativos, etc., en realidad estos actos son lo único que tenemos de hecho. Y, por tanto,  todos ellos son previos a cualquiera de estos mecanismos de funcionamiento que desde fuera se le otorgue a eso que llamamos mente.  La mente no es ninguna caja cerrada, lo máximo que de ella podemos decir por el memento es que puesto que hay cerebro, puesto que tenemos cerebro, la mente reflejaría su epifenómeno. Es esto lo que precisamente estudia la ciencia.
    Bien, no me quiero alargar más, me daría por satisfecha que dado el esfuerzo que he puesto esta mañana para darme a entender tu interpretación fuera a mejor.     

  • Isidoro García

    Amiga M.Luisa. ¡Qué difícil es expresarse adecuadamente, y entenderse!.
     
        Respecto a lo que dices de que digo “que hay que ir implementando nuevas Leyes naturales que son el reflejo, dices, y desarrollo de las leyes Generales del Universo”, lo que digo es que “en cada uno, (de los tres grandes Reinos del Universo), se van desarrollando e implementando nuevas Leyes naturales, que son el reflejo y desarrollo de las Leyes Generales del Universo, establecidas por esa gran Inteligencia Cósmica, (Viento Cósmico, “Dios” o Principio rector).
     
        Naturalmente quien las desarrolla e implementa es el mismo Universo, (desde sus Leyes generales), y nosotros lo que tenemos que hacer es descubrirlas, para saber así en que terreno jugamos.
     
     
        Pero lo que mas me interesa es tu último párrafo: “no puedo comprender estos patrones o arquetipos que dices nos sirven de guía. Nuestra guía es este campo físico en el que por nuestra inteligencia nos encontramos”.
     
          El tema es crucial en mi planteamiento. Todo el busilis está en la mente inconsciente. Esta por naturaleza es un agujero negro, o una caja cerrada, que no permite saber lo que hay dentro.
     
         Yo creo que ya está superdemostrado la existencia de dicha caja cerrada, y todo el psicoanálisis de Freud y demás psicólogos, intentan comprenderla y entenderla.
     
        Solo sabemos, que de allí salen toda una serie de intuiciones, de ideas, de emociones, de órdenes, etc. que claramente son ajenas a la mente consciente.
     
        Cualquier creador, sabe que las “musas”, o “la inspiración”, o el “daimon” socrático, existen, y nos dictan, y en general el artista es un zombie poseído que escribe o diseña al dictado. Un artista es un artesano que ha recibido una chispa intuitiva.

     
        Ese es el reino de la imaginación involuntaria. Imaginación que describe muy bien, José Antonio Vázquez Mosquera, que explica:
         “En la recuperación del valor de la imaginación, que tiene lugar en el siglo XX, la imaginación se convierte en una función independiente de la razón y de la percepción, de hecho, una función más importante que la propia razón.
     
         Pues la imaginación sería la capacidad que permite acceder directamente al “mundo de los arquetipos”, verdaderas fuerzas estructuradoras de la conciencia, que se harían presentes a la inteligencia del ser humano a través de los símbolos, que serían expresiones de esos arquetipos.
     
            Los arquetipos serían verdaderos puentes entre lo consciente, (racional), y lo inconsciente, (metarracional), de ahí, que la imaginación se entienda como “imaginación creadora”, es decir, como una facultad activa y creativa, que no se limita a recibir sus contenidos de la percepción, sino que ella misma produce sus imágenes, (los símbolos), extrayéndolas de los contenidos más profundos de la conciencia, y dando lugar a un conocimiento más completo que el conocimiento racional”.
     
        Es un tema que da para muchísimo, y Jung, aquí nos marcó el camino a seguir.
     
        Pero yo lo que quiero subrayar es que todo esto de la “imaginación creadora”, al final, tiene que venir implementado en unos circuitos neurológicos que tenemos todos, o sea que no es solo un concepto filosófico, abstracto y platónico, sino que es un concepto neurocientífico, que esa ciencia, mas pronto o mas tarde conseguirá encontrar y descifrar.

  • M. Luisa

     No, Isidoro no es ningún rollo hacer entrar en los comentarios un poco de nuestro pasado y tú lo sabes hacer de manera muy atractiva.
     
    A ver.  Lo que venía a decirte, apoyándonos ambos en la frase que seleccioné del libro de Légaut,  es que si el ser humano tiene que dar forma a lo que emerge de sus profundidades, me parece contradictorio, que paralelamente se diga que venimos a esta vida dotados de una enorme biblioteca de patrones cognitivos para la percepción de la realidad.
     
    No, de lo que estamos dotados los seres humanos para la percepción de la realidad es de inteligencia. Te entiendo cuando hablas de estas tres eras del Universo. Pues el tema de la evolución se viene tocando aquí con bastante frecuencia. Que primero fue la estabilización de la materia, luego su vitalización   y más tarde la personificación o inteligencia, como prefieras, me parece un punto en el que podemos todos coincidir.
     
    Aunque hay que tener claro de que se trata no de instrumentalizar la inteligencia, sino de reconocerla congénere a la realidad. ¿Por qué ese empeño de adecuarle a la inteligencia conceptos abstractos y limitarla a ellos cuando la inteligencia se mueve en campos físicos.?
     
    Claro que nuestras intelecciones según la dinámica de la realidad han ido ascendiendo en posibilidades. Por lo que se comprende, pues, que las de entonces no fueron las mismas posibilidades de las que ahora tenemos. .
     
    De ahí que me parece un error (no sé si te he interpretado bien) eso de que hay que ir implementando nuevas Leyes naturales que son el reflejo, dices, y desarrollo de las leyes Generales del Universo (…) Pienso que esto no es así. Las leyes siempre han sido fruto de la investigación humana.  
     
    No es que las manzanas caigan por una ley, la de Newton o Einstein, sino por ejemplo, la ley de Newton que nos explica la caída de las manzanas. La ley, en el fondo, tampoco explica por qué las manzanas caen. La ley condensa en concepto de fuerza gravitatoria cómo las manzanas caen, y, por lo tanto, esa ley no deja de ser   la explicación funcional de una estructura (la gravitatoria) pero para nada que las manzanas caigan por una ley. 
     
    Y en este sentido, me cuesta mucho seguirte porque según lo expuesto y en coherencia con ello, no puedo comprender   estos patrones o arquetipos que dices nos sirven de guía. Nuestra guía es este campo físico en el que por nuestra inteligencia nos encontramos.  

  • Isidoro García

    Amiga M. Luisa: Yo no veo esas contradicciones que señalas.

    No acabo de entender que contradicción hay entre el proceso de percepción-interpretación de la realidad, con el proceso de auto realización o maduración. Ni tampoco veo qué tiene que ver el proceso de toma de decisiones, subsiguiente al de la percepción, con la misma auto realización.

    Me da la impresión de que aquí cada uno interpretamos las palabras como queremos, (yo el primero).

    Para deslindar los procesos primarios de percepción y de decisiones, del posterior proceso de auto realización, yo particularmente, tengo un modelo de la historia del humano, que me es muy clarificador, (cada uno puede tener el que considere mejor).

     

    Yo pienso que el humano, homo sapiens sapiens, es una especie, pero con tres subespecies muy distintas, que se han sucedido a lo largo de sus 200-250.000 años de existencia.

    La primera subespecie, fue la continuación de todas las anteriores especies de homo inteligente, (más de veinte, desde hace 2-3 millones de años), en la que esencialmente éramos el animal terrestre mas inteligente dela evolución en la Tierra hasta la fecha.

    Pero en un momento dado, (quizás hacia el 70.000 a.C., y  quizás fruto de la enorme crisis existencial de supervivencia de la humanidad, por la erupción del volcán Toba en Sumatra), el humano sufrió un proceso evolutivo emergente, por el que fue dotado de esos arquetipos sabios, que lo dotaron de una guía especial para su proceso de conversión de “animal inteligente”, a “inteligencia animal”.

    Aquí es muy importante el sustantivo que otorga la sustancia, del adjetivo que califica dicha sustancia.

    Pasamos así a una nueva etapa de ser potencialmente trascendente. Y en este momento se inicia la necesidad de la maduración humana, para la que fuimos dotados de una guía interna.

    Ahí habríamos entrado en la nueva era de la Inteligencia, siguiendo torpemente, los pasos de la Inteligencia cósmica, (sea lo que sea), que rige todo el Universo.

    En la historia del Universo, hay tres grandes Eras: la de la materia inanimada, la de la Vida biológica, y la de la Inteligencia, y en cada una se van desarrollando e implementando nuevas Leyes naturales, que son el reflejo y desarrollo de las Leyes Generales del Universo, establecidas por esa gran Inteligencia Cósmica, (Viento Cósmico, “Dios” o Principio rector).

    Y desde entonces habríamos entrado en la 2ª fase del desarrollo humano, la del proceso de “humanización” inteligente, en la que después de conseguir asegurar la supervivencia biológica de la especie, en la que hemos utilizado nuestras “manos” ayudados por una torpe inteligencia, pasemos a utilizar la inteligencia, ayudados por las manos, entrando en una era de enorme creatividad y aprendizaje.

    El proceso de la primera fase lo hemos conseguido con la guía automática de los patrones comportamentales emocionales, que nos guiaban a resolver favorablemente distintas coyunturas y situaciones de la vida. (Las siete emociones básicas universales son la sorpresa, la tristeza, el desprecio, el miedo, la ira, la alegría y el asco).

    En la segunda fase necesitamos la guía de nuevos programas que nos ayuden a enfrentarnos a los problemas que se nos presentan en esta 2ª etapa de desarrollo. Y para esta se nos ha dotado de unos suplementos como la emoción de la “trascendencia”: el instinto de pertenencia al Universo, y de ser coherente con sus Leyes: situarnos en el Universo.

    La chispa fractal de Dios, o del Espíritu, que hay en la mente de cada uno, (en forma de programas neurológicos en el subconsciente), no está ahí por casualidad o azar evolutivo, sino que está originado en la dinámica imparable de ese mainstream del Universo, que nos conduce velis nolis, hacia una relación determinada con el Universo. Y conocer esa relación o resituación es el nuevo concepto de la “trascendencia”.

    La clave de todo es creer en la “trascendencia”, en que estamos situados en un conjunto universal, que nos condiciona y nos empuja inevitablemente, como a todo el Universo entero.

    En el inicio de esta 2ª fase, esa trascendencia era la sobrenaturalista tradicional de las religiones en sus diferentes fases, (mágica, mitológica), para pasar al final a la negación materialista miope de esa trascendencia, por parte de la Modernidad, y estamos en vía de comprender la auténtica “trascendencia” cósmica laica, que será la propia de la 3ª fase.

    Esta 2ª fase humana en la que nos encontramos en su final, acabará cuando hayamos conseguido con nuestra inteligencia apoyada en nuestras manos, obtener las máquinas inteligentes que corregirán y potenciarán nuestra torpe mente, que al ser fruto de una evolución sucesiva de aluvión, tiene una arquitectura y unas propiedades muy deficientes.

    La tercera fase y final del desarrollo humano, empezará, con el Punto de Singularidad, (dentro de unos 25 años), en que consigamos la Inteligencia artificial, que nos sirva de prótesis mental, para corregir nuestros desequilibrios psicológicos.

    Además al corregir los errores cognitivos culturales aprendidos, no habrá contradicciones entre las intuiciones del “espíritu”, y nuestra mente consciente, con lo que todos seguiremos las instrucciones de nuestro “corazón”, en un mundo feliz.

    Ese evitar contradicciones entre la mente consciente y la subconsciente, es lo característico de la madurez humana, que Jung denominaba “individuación”, o sea unificar nuestra mente, dejando que la guíe nuestra Sabiduría interna.

    Además en esta 3ª fase, se conseguirá potenciar grandemente la energía psíquica de los programas instintivos sapienciales, de tal manera que no solo sean claramente audibles, sino que además sea muy grato el seguirlos, otorgándonos la felicidad tan buscada.

     

    Perdón por el rollo.

    • oscar varela

      Hola Isidoro!

      Te leo donde dices tener “un modelo de la historia del humano”, y lo desarrollas.

      Es interesante.

      ¿En que se parece al de Teilhard de Chardin? (y en qué no)

      file:///C:/Users/User/Downloads/adminpujojs,+Hernando+de+plaza%20(1).pdf

      Gracias!

  • M. Luisa

    Hola, Isidoro, buenos días, te agradezco que hayas dado continuidad al punto de vista del párrafo señalizado, el cual a mí me fue muy útil para sintetizar mi visión sobre él y evitar así largas explicaciones.
     
    De todas maneras, sin embargo, por lo que te interpreto sin obviar desde luego tu interpretación respecto a la mía,  veo que alguna explicación sí será necesaria.
     
    Como ya otras veces te he manifestado, tu perspectiva sobre estos problemas queda muy sesgada al verterlos solo por el lado psicológico de la persona.
     
    Si, por un lado, de la frase destacas ese aspecto tan iluminador   necesario para la maduración humana, ¿cómo a renglón seguido afirmas que venimos a esta vida dotados de una enorme biblioteca de patrones cognitivos para la percepción de la realidad? Si de esto dependiéramos,   ¿cómo ha de entenderse esa auto realización que reconoces de entrada? Las dos propuestas se contradicen. O la una, o la otra.
     
    Pero además también descarto el peso de esta otra segunda biblioteca que dices viene cargada de patrones comportamentales ¿Si esto es así en qué queda nuestra autorrealización? No hay patrones a seguir, sino habitud humana.
     
     Por otro lado, ¿las emociones causan problemas o son la fuente para resolverlos? ¿No se estará a ellas refiriéndose Légaut en la frase cuando habla de afloramientos progresivos?  Desde luego, no busquemos razones en esos afloramientos a flor de piel, pero sí son las que por la verdad que contienen nos lanzarán a la búsqueda de ellas. No hay desperdicio ninguno en todo aquello que nos constituye.   Las emociones no causan problemas para nuestra realización, al contrario, en ellas aflora, despunta, ya la realidad y nos presenta al mismo tiempo e incipientemente la nuestra propia.
     
    Insisto, Isidoro, en la persona no hay compartimientos estancos en los que cada uno tenga que ser tratado de modo específico.  A eso me refiero cuando tanto insisto en que hay que abandonar las ideas sustancialistas del pasado en las que tanto daño han hecho al separar el alma del cuerpo y Légaut en su libro hace un ingente esfuerzo en el que atisba ya esa unidad. 
     
    Un cordial saludo 
     

    • M. Luisa

      Ah, y es precisamente esta unidad la que posibilitará el encuentro de ambos matemáticos. Pues nunca se llegaría a él, a ese encuentro de forma aislada  ni en ellos ni en nosotros, dirigidos por la mera experimentación de estos patrones establecidos de antemano. E aquí la diferencia entre experimento y experiencia…

  • Isidoro García

    “(…) Por lo mismo, al hombre, aun antes de que sea conducido a realizar de manera consciente y explícitamente exacta, ese paso decisivo en la oscuridad, ha de descubrir, con el transcurso de los años y por progresivos afloramientos, lo que hay en él, y lo que debe hacer y ser, para realizarse así plenamente.

            En consecuencia, dará forma a lo que emerge de sus profundidades, en una ascensión lenta y continua, imprevisible y carente de plan predeterminado que, al final, aparecerá como un conjunto sumamente coherente”. (Marcel Legaut, citado por M.Luisa).

     

    Este párrafo, me parece muy iluminador. Porque retrata un camino del humano en su proceso de maduración y auto realización, realmente hecho a obscuras.

    Cada individuo, venimos a esta vida, dotados de una enorme biblioteca de patrones cognitivos para la percepción de la realidad, y también de otra gran biblioteca de patrones comportamentales, instintivos, para resolver problemas específicos, que son las emociones.

    Todo este bagaje instintivo, unido a lo aprendido por imitación de nuestra cultura, nos dota bastante bien para dos fines: la supervivencia individual, y el aumento de probabilidades de dejar descendencia propia, (lo que se viene llamando “fitness”.

    Pero una vez superados esos retos primitivos, le queda al humano, un tercer gran objetivo, y es desarrollar la parte superior de su naturaleza, la que consigue desplegar una naturaleza verdadera y auténticamente humana, (los valores superiores de Maslow).

    Y para este tercer gran objetivo, también venimos dotados de una gran biblioteca comportamental y cognitiva, que reside en lo que unos llamamos “espíritu”, o programas arquetípicos sabios del inconsciente colectivo.

    Este se manifiesta mediante intuiciones, pequeños satoris, “insight”, o un “darse cuenta, (awareness)”, que es una micro-experiencia mística, (un mini-satori, según dice Perls, 1973), y cuando tenemos un awareness masivo, nuestras creencias descolocan el ego con la amplitud suficiente, para que veamos más allá del mismo, más allá de la propia creencia acerca de nosotros mismos, de nuestra propia personalidad.

            Es decir, un atisbo de lo que puede ser una experiencia mística, lo hemos tenido todos en cada momento de awareness, incluso los filósofos racionalistas. (Sinesio Madrona).

    Pero al igual que las emociones vienen dotadas de gran energía psicológica, (energía emocional), y por ello son unos patrones de muy fácil comprensión y clara ejecución, los patrones de comportamiento sabio, están dotados de una energía psicológica mas débil, y por ello es muy fácil, que muchas veces ni siquiera “oigamos” conscientemente, dichas voces.

    Se manifiestan débil aunque insistentemente, desde el inconsciente, y hay que estar muy atentos a su “voz”, al tiempo, que muchas veces la mente consciente, (el “ego”), la reprime fuertemente, cuando lo propuesto por la intuición está muy en oposición a la cultura adquirida por el individuo.

    Entonces transcurre nuestra vida, “sobreviviendo” malamente, pero en lo referente al tercer gran objetivo de la maduración-auto realización, solo tenemos como guía, lo poco y malo que hemos adquirido culturalmente, de la experiencia de nuestros antepasados, en la forma de ideas y preceptos religiosos y filosóficos generales, que no siempre son acertados y no siempre se adaptan a nuestras peculiaridades psicológicas.

    La mayoría acepta esa “cultura religiosa y espiritual”, que ha heredado, que es como un traje o unos zapatos de talla única, que a unos pocos les sienta perfectamente, pero a la mayoría o les queda grande o les queda pequeño.

    Quien sabe lo que nos conviene a cada uno personalmente, es ese “espíritu” subconsciente de cada uno, que conoce perfectamente todo nuestro bagaje mental cultural y creencial, que podemos llamar nuestra “alma” o nuestra cosmovisión personal, (además de nuestro estado emocional).

    Y este clama y clama y clama, y muchas veces o no lo oímos, (por no atender), o lo interpretamos mal, atados a nuestro bagaje cultural consciente.

    Respecto a la duda sobre si esa voz “carece de plan predeterminado, aunque, al final aparece como un conjunto sumamente coherente”, yo creo, que como programa arquetípico que es, viene en forma de esquema, “pattern”, fórmula, de carácter general, en la que se incorporan las características variables personales, (cultura, creencias, estado emocional, etc.), dando lugar a que de un esquema general, resulte un camino personal adecuado a cada persona.

    Ahora bien, hay que seguirlo, aunque al principio no lo veamos nada claro. Hay que tener confianza, y jugárselo a una carta. Poco a poco nos vamos dando cuenta, que paso a paso, nos vamos acercando a algo importante.

  • M. Luisa

    Esta mañana, para poder compartir aquí mis reflexiones sobre lo vivido experiencialmente por Alexander, he estado releyendo el libro de Marcel Légaut “El hombre en busca de su humanidad”. Y esto con el propósito de que, al recordar de nuevo el impacto que me causo entonces, hace ya mucho tiempo, me situara más próxima a lo que Alexander nos da a comprender aquí.
    Es curioso cuando lo pienso, pues invitados junto con ellos a nuestro propio itinerario personal, yo que en mi juventud vivía de la más pura simplicidad del día a día, más tarde, por estricta necesidad, hube de   recurrir a conceptos abstractos de los que ellos, tanto Légaut como Alexander partieron de base.
    Tal necesidad se me impuso para obtener explicación y poder diferenciar ante quienes incautamente establecen semejanzas entre la simplicidad de las cosas y lo simple de ellas. De ahí que el pensamiento abstracto cumpla también una función importante en nuestra vida. Tanto de salida como de vuelta. 
    Entrando ahora un poco a lo concerniente aquí, yo diría y en pocas palabras que Alexander lo que experimenta es el paso de lo que Légaut distingue entre “función” y “misión” es todo un proceso que nos abre a la espiritualidad sin necesidad, en mi opinión, de aludir por ello a ningún misterio.
    Se percibe ahí la frontera a superar entre aquello que nos limita y aquello que nos abre a ser nosotros mismos. Y esto sin necesidad, digo, de ningún misterio, porque desde el punto de vista no de nuestra insuficiencia, sino de nuestra plenaria constitución estamos capacitado/as para ello.
    Como mi intención no es alargarme demasiado, voy a transcribir un parágrafo del libro citado, pág. 212,   para, precisamente, distinguir esa diferencia aun por superar en la actualidad y que Legaut en su época ya intuía o vislumbraba. 
    “(…) Por lo mismo, al hombre, aun antes de que sea conducido a realizar de manera consciente y explícitamente exacta ese paso decisivo en la oscuridad, ha de descubrir, con el transcurso de los años y por progresivos afloramientos, lo que hay en él y lo que debe hacer y ser para realizarse así plenamente. En consecuencia, dará forma a lo que emerge de sus profundidades en una ascensión lenta y continua, imprevisible y carente de plan predeterminado que, al final, aparecerá como un conjunto sumamente coherente”. 
    Pues bien, al hablar de emerger de las profundidades, no podía más que estarse refiriendo ya entonces   a lo que estructuradamente y no sustancialmente nos constituye como seres humanos, es decir, como un todo cohesionado.  Legaut en su singularidad dialéctica dejaba ya latir en ella ese cambio fronterizo entre aquellas dos concepciones.   
     
    Si se me permite aquí mismo, diré que me entristeció anoche las desproporcionadas reacciones dirigidas a José Ignacio González. Le comprendo!  

  • Antonio Duato

    Eloy, veo que te has decidido a retomar un libro de Légaut que para mí ha sido buena hoja de ruta en el camino recorrido en los últimos cincuenta años… No es fácil de entender todo lo que intenta explicar, pero quédate, como en cualquier lectura, con lo que te sirve…

    Isidoro, gracias por continuar el diálogo, aunque sea aparcando el difícil tema de presencia experimentada de Dios o del Absoluto que, en referencia a cuestiones últimas, no penúltimos, hacen razonable el acto de fe. Hablas de Urs von Balthasar. No es mal teólogo. Pero a mí no me gustó su protagonismo que le hizo salir de SJ y hacer mucho caso a su “vidente” protegida, Adrianne von Spyer. Tal vez no me entró por oponerse a Concilium y promover la revista opuesta Communio. Yo le conocí personalmente en una reunión organizada por Comunión y Liberación. Representaba a Iglesia Viva que no entró en esa operación. Ya ves que de antiguo arrastra el tema. No hablas de FE y, para mí, ahí está el busilis. Ahí me ayudó más Rahner de quien cito en otro sitio su Curso de la Fe. Otro día te contaré más de él, de su filosofía trascendental y de su frustrada relación con  Louise Rinser. Mis dos dudas: ¿qué hubiera sido mejor para la teología del siglo V y XX, que Agustín y Rahner hubieran unido abiertamente sus vidas a Floria Emilia y Louise, o que renunciaran a ellas? No lo sé, pero ahí dejo la pregunta.

    Y finalmente, Oscar, ¿qué decir de tu crítico comentario, incluyendo poema de Juan de Yepes leído por Rodero, que acaba con tu crítica que se supone juicio personal tuyo global, al parecer sobre toda mística: “camino histérico que conduce a la esquizofrenia”?  Hay una expresión españolísima para lo que siento: Vergüenza ajena”.

    • oscar varela

      Hola Antonio!

      1- Me dices que sentiste “vergüenza ajena” sobre mi Comentario.

      ¿Cómo te explicarías que yo no sienta ninguna “vergüenza”?

       

      2- Yo no siento  “vergüenza ajena” por los Comentarios tuyos o de otros atrieros.

       

      3- Sí, “ensayo opiniones” sobre Asuntos y Comentarios.

      (si no te gustan o no las entiendes: ¡pregunta!;

      pero, creo que no vale que te hagas sentir “vergüenza ajena”)

  • Isidoro García

    Como un primer acercamiento a lo nuevo de A. G., y relacionado con el tema que parece que tenía pendiente sobre su hipotética “locura”, primero señalar que ese un tema muy de especialistas, y yo no lo soy.

    Pero además la frontera entre “locura” y sanidad mental, cada vez es más difusa, pues cada vez adquieren más trascendencia los “trastornos de la personalidad”, que todos, en mayor o menor medida, sufrimos, junto con los sesgos naturales de la mente. Cada uno tiene lo suyo, y no nos equivocamos si decimos que todos tenemos “una pedrada”.

    Ahora bien, en el tema de la persona convencida de que Dios le habla en persona, lo que podría ser síntoma de esquizofrenia, lo primero que había que aclarar es la forma en que “Dios” se comunicaría con el humano.

    La manera clásica tradicional, es una comunicación directa, ya a través de voces audibles, o más corrientemente con intuiciones mentales, con la potente sensación de que “alguien” se comunica con nosotros, mental o telepáticamente.

    Pero hay una segunda hipótesis, más naturalista y más “moderna”, aunque tiene testimonios muy tradicionales. Y es que en realidad “Dios” o el “Espíritu”, no hablaría con nosotros, sino a través de nosotros.

    Esto lo explica muy bien, un moderno de hace 2.400 años, el maestro (Tzu), taoísta, Chuang.

    Habla del “Viento Cósmico”, que “sopla sobre las diez mil cosas de diferentes maneras, haciendo que cada cavidad produzca su propio sonido, de modo que cada una imagina que lo produce ella misma. Pero en realidad, ¿qué es lo que produce los diversos sonidos?”.

    Toshihiko Izutsu, en su libro “Sufismo y taoísmo”, explica que el viento cósmico no tiene sonido propio. El sonido del cielo es insonoro. Lo que oyen nuestros oídos físicos son los diez mil sonidos, producidos por el paso del viento por las cavidades de los árboles, y deberíamos cobrar conciencia de que al oír el sonido de la Tierra, lo que oímos es el sonido del Cielo.

    Esas cavidades de los árboles, son una metáfora de todas las características personales de cada individuo, con sus conocimientos, creencias, manías, emociones, disfunciones, etc. Y es a través de toda esa marabunta mental, como “suena” el viento cósmico. Por eso en cada uno el viento suena de forma diferente.

    Esto no debería ser extraño en cristianismo, pues en el Evangelio de Juan (16,13), hay una frase enigmática en la que dice Jesús: “Cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa, PERO NO HABLARÁ POR SU CUENTA, SINO QUE HABLARÁ DE LO QUE OIGA, y os anunciará lo que ha de venir”.

    Urss von Balthassar: “El Espíritu no quiere ser visto, sino ser en nuestros ojos la luz”.

    El místico sufí Hussein Mansur al-Hallâj, (857-922), dice: “Yo, que he visto a mi Señor, con el ojo del corazón, Le digo: ¿Quién eres Tú?. Y el me responde: ¡Tú!”. Y también: “El ojo con el que tú me ves, es el ojo con el que yo te veo”.

    Frase que repite Eckhart en el sermón XII, citado por Hegel: “El ojo con el que veo a Dios, es el mismo ojo con el que Dios me ve”.

    Seguirá…

     

  • oscar varela

    Hola!
     
    Sobre los Escritos de Alexander Grothendieck:
     
    1- ASUNTO: el mundo interior (buceo de un fondo sin fondo)
     
    2. ESTILO: novelesco (dramática descripción minuciosa)

    3. DESTILADO: Turbulencias del delicado viaje al insondable fondo (vocación)
    O sea: “LOS DESASOSIEGOS
    https://www.youtube.com/watch?v=6EneYAZniDE

  • ELOY

    Hace varios años que tengo olvidados en una estantería dos libros de Marcel Légaut:

    “Refelexión sobre el pasado y porvenir del cristianismo” y “El hombre en busca de su humanidad”.

    Estaban ahí, quietos, alguna vez “ojeados”, pero no leídos ni reflexionados.

    Hoy, a la vista de este artículo,  puedo decir que me pongo en marcha hacia su lectura.

    Tengo en mis manos “El hombre en busca de su humanidad”, y leo en el capítulo “Fe y Misión”  (página 225 y siguientes de la edición hecha en 2001 por la Asociaci´pn Marcel Légaut) una breve frase en la página 232, que me parece significativa:

    “Sólo de sí mismo puede extraer el hombre la luz y la fuerza de las decisiones y las tenacidades que a la larga darán la victoria a su perseverancia. Nadie puede ayudarlo. Quizá alguien lo aliente. Seguro que no le faltarán las críticas. (…) A menudo, incluso los seres más cercanos son hostiles a la misión tal como este hombre la concibe: la razón es que no deja de tener consecuencias, a menudo dolorosas, para sus vidas. (…) //”