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 Evolucion versus evolucionismo    

      Para el reciente diálogo en Atrio sobre Ciencia y Filosofía, Mariano Álvarez Valenzuela, matemático e ingeniero jubilado, del Instituto Mounier, nos envía esta reflexión para ser discutida aquí. AD.

Evolución y evolucionismo son conceptos distintos y es por ello que hacen referencia a realidades distintas.  Por lo tanto, es importante distinguir entre la teoría de la evolución como una teoría de carácter estrictamente científica y entre el evolucionismo que es un posicionamiento ideológico.

Cuando alguien afirma su creencia en la teoría de la evolución está afirmando una verdad científica (según lo que hasta hoy se entiende por ciencia) y cuando lo hace con el evolucionismo, la está negando.

El método científico accede a la realidad (realidad lógica o pensada y realidad física o experimentada), desde lo singular, lo particular y concreto, para alcanzar finalmente la totalidad, lo universal y abstracto que engloba y explica o mejor dicho describe todo lo anterior y en donde principio y fin se complementan en una unidad de sentido, de verdad lógica y experimental. Esto mismo ya lo sugiere el propio lenguaje popular con la siguiente expresión: “lo que mal empieza, mal acaba”, dando a entender la importancia de asentar firmemente bien todo principio antes de empezar a caminar. Este es el empeño de la ciencia y no otro.

El origen de la realidad buscado científicamente, es un proceso en el que la dinámica entre el método, las hipótesis, las variables y los datos que se van obteniendo, van perfilando lo que finalmente se denomina “tesis”, que nos da cierta confianza sobre lo que llamamos realidad y que la ciencia nunca da por cerrado. Este es el fundamento de los fundamentos del razonar científico. En términos matemáticos podríamos decir que: la verdad de la realidad (lógica y experimental), es lo que el límite es a la función matemática, es decir una aproximación asintótica y nunca alcanzable, siempre está abierta, mejor dicho, siempre ha estado abierta, y gracias a este principio la ciencia sigue abriendo caminos de realidad, que bien mirado deberíamos decir de posibilidad de realidad, pues en tanto ésta no deje de estar abierta, no podremos afirmar categóricamente que hemos alcanzado la verdad, que es lo mismo que decir la realidad en su plenitud.

En términos matemáticos además de lo anterior podemos afirmar que la verdad, es decir, el fundamento de la realidad, es un conjunto abierto por sus dos extremos. De momento, tanto las ciencias físicas como matemáticas así lo afirman categóricamente. El evolucionismo contradice y se cierra radicalmente a toda razón científica, al acotar dicho conjunto al menos por uno de sus extremos, el de la izquierda.

Con esto sería suficiente para dejar en claro la diferencia entre ambos conceptos, pero el hombre, incluso el hombre de ciencia, no solo vive de ciencia. El hombre es un ser con ansias infinitas, pero con un poder limitado, le pasa lo mismo que a la verdad de la realidad científica, que siempre necesita ir más allá de lo que consigue y quien se crea lo contrario estará negando su propia razón, es decir la evidencia, para lo cual no le hacía falta ninguna ciencia.

Pues bien, aquí en este punto en el que el hombre de ciencia busca acotar a la verdad de la realidad por su izquierda, que es el principio del principio, no lo hace meramente por curiosidad de saber, lo hace estrictamente por interés, por un interés que es el de acotarla también por la derecha, el del futuro, para poder anticiparse a él con una cierta intencionalidad. El hombre de ciencia no siente afectividad por el pasado, siente, precisa y busca interesadamente la efectividad del futuro, y entonces abre un espacio nuevo en el ámbito de la ciencia en el que introduce una variable nueva y que como veremos es como un virus que infecta a toda la realidad de principio a fin (tanto la pensada, la lógica, como la experimentada físicamente) y si además de la nueva y/o, nuevas variables que  vaya introduciendo como derivadas de aquella (la intencionalidad) pretende mantener el mismo método, entonces la situación es aún peor, si cabe. Absolutiza el método, cayendo por la misma pendiente del evolucionismo, convirtiendo a la ciencia en cientifismo. Toda absolutización que quiera alcanzar el estatus de universalidad es contraria al propio principio de toda ciencia.

Pretender explicar todos los fenómenos de nuestra existencia, tomando como piedra angular la teoría de la evolución, no ya el evolucionismo, incluyendo realidades tan humanas como el amor, los deseos, la realidad de Dios, la moral, la ética, etc., sería constituir a dicha teoría en una especie de filosofía en la que necesariamente habría que introducir no solo elementos ajenos a la ciencia misma sino también el método con que poder manejarlos.

La situación en que nos encontramos es idéntica a otra que se produjo con mucha anterioridad a la teoría de la evolución, en el ámbito de las ciencias físicas y no en el de las ciencias biológicas, con el nacimiento de la mecánica en el siglo XVII. Esto ya nos debería haber servido de ejemplo para no volver a caer en la tentación de la absolutización de ningún conocimiento.

El nacimiento de la mecánica constituyó una verdadera novedad en el modo de entender la realidad, produjo una gran revolución no solo en su concepción científica sino también a nivel social, pues a la vez que trajo consigo multitud de beneficios para la humanidad, también desarrolló un modo de pensar globalizante, y por tanto de carácter más propio de la filosofía, que recibió el nombre de “mecanicismo”.

El nacimiento de una nueva ciencia en la que se ofrecen resultados deslumbrantes y respuestas a problemas antes no resueltos y en la que se abren perspectivas de alcanzar nuevos e importantes conocimientos, siempre constituyen una tentación para incurrir en un reduccionismo globalizante. La ocasión también será tanto más tentadora cuanto más poderoso sea el método y más espectaculares sean los resultados alcanzados con la nueva ciencia. Esta actitud no científica es una actitud verdaderamente humana, sobre todo en aquellos que, llamándose racionalistas, tratan de llegar pronto al final, atajando por el sendero placentero de no esforzarse en aquello que dicen poseer dejando de lado su razón y dejando entrar sus deseos, es decir, aquellos que miden la realidad a palmos por comodidad, acabando diciendo aquello de “bueno, palmo arriba palmo abajo esto es más o menos así” y  evidentemente es así como aburguesan la ciencia convirtiéndola en cientifismo.

El mecanicismo se convirtió en una nueva cosmovisión y ejerció una gran influencia social y en el pensamiento de muchos científicos o mejor dicho divulgadores pseudo-científicos, y todo esto durante tres largos siglos hasta que, con los avances de la nueva ciencia física del siglo XX, primero con las teorías de la relatividad y seguidamente con la física cuántica y por supuesto con el apoyo de la lógica matemática con el teorema de la incompletitud, acabó por esfumarse.

El evolucionismo, al igual que el mecanicismo, pero tomando como argumento las teorías científicas de Darwin, elaboradas con una mirada estrictamente científica (recordemos , según los cánones actuales sobre lo que es ciencia) y muy bien argumentadas en el siglo XIX, acabó en el siglo XX deslizándose por la pendiente globalizante de la absolutización en la forma de concebir no solamente la realidad biológica, extendiéndola al ámbito social ya como reduccionismo y que aún ejerce en la actualidad gran influencia en muy diversos ámbitos, estando presente en los escritos de algunos divulgadores “científicos” que siguen manteniendo hoy en día una cierta audiencia y sobre todo en aquellos que ya la incorporaron desde bien pronto a su propia existencia en forma de creencia, y toda creencia reafirmada a lo largo del tiempo es algo muy difícil de extirpar, tanto si se trata de una creencia científica, como de una creencia religiosa,  o de cualquier otro tipo, como muy bien sabemos. Toda creencia en sí es acientífica y tienen fecha de validez o mejor dicho de caducidad.

La confusión de la teoría de la evolución con el evolucionismo sigue siendo frecuente y ha dado lugar a controversias como la que ha enfrentado el darwinismo con el creacionismo o, más recientemente con el “Diseño Inteligente”. Las pugnas de este tipo no llegan nunca a buen término porque ordinariamente la discusión se centra más aspectos de índole cuasi filosóficos. Este es precisamente el ámbito en el que los contendientes no pueden alcanzar ningún consenso, al pretender mantenerse el mismo método dentro del ámbito científico como del filosófico, además del recurso a ideologías muchas veces ocultas inconscientemente en sus discursos, hace el acuerdo imposible.

Llegados a este punto, podría dar por finalizada mi reflexión al respecto, pero daré unas pinceladas de los debates que todo este proceso entre lo que es ciencia y entre lo que no lo es, se han abierto, cumpliéndose así el principio ya mencionado de que, si la verdad de la realidad es lo que el límite es a la función matemática, también le es aplicable a la propia ciencia que busca la verdad. Aquí en este punto la ciencia reclama el auxilio de la filosofía, pues se hace la pregunta fatídica que el propio hombre se hace sobre sí mismo, la ciencia se está preguntando también por sí misma, lo que nos lleva a poder afirmar que el hombre de ciencia y por lo tanto su hija la ciencia, no solo vive de ciencia.

Los problemas con los que se tuvo que enfrentar la filosofía, especialmente durante la primera mitad del siglo XX, en relación con el llamado “problema de la demarcación”, es decir, el problema de la determinación de si algo es ciencia o no lo es, ha llevado a adoptar criterios más bien amplios y llenos de matices en la delimitación de lo que hoy entendemos por aquello que constituye a una disciplina como ciencia. Si se exigiera por ejemplo que una teoría, para que fuera científica, tuviera que poseer capacidad predictiva, como ocurre con la física, y por extensión a lo cosmología y no digamos a la sociología y podríamos seguir…, entonces efectivamente habría que negar la cientificidad no ya del evolucionismo, sino de la propia teoría de la evolución.

Acto seguido se puso más bien el énfasis en la sistematicidad como peculiaridad de la ciencia, en donde no se pretende establecer una demarcación de sus límites tan precisa que se niegue la consideración científica a disciplinas que hoy en día son consideradas como tales, aunque su método no responda a un paradigma tan neto y bien establecido como el de las matemáticas o la física, por ejemplo.

Posteriormente, el debate sobre el naturalismo surgió también en este contexto. El naturalismo, en su acepción más común y fuerte, defiende que toda la realidad se resuelve y se explica por leyes naturales, el llamado naturalismo ontológico, lo que precisamente han aprovechado algunos críticos de la teoría de la evolución para acusarla de ser naturalista. También en este caso parece que es más evidente acusar de naturalismo, en este sentido fuerte, al evolucionismo. Por otra parte, parece justificado defender que sólo se puede recurrir a leyes naturales cuando se quieren explicar fenómenos que no se salen del ámbito de la naturaleza material. Defender esto último sería defender lo que podría llamarse naturalismo metodológico. La ciencia es legítimamente naturalista en este último sentido, es decir, cuando no se erige a sí misma como un conocimiento de carácter global, lo cual es más específico de la filosofía en la que ya apreciamos su radical oposición al método científico con la GTU (Gran Teoría de la Unificación) a la hora de encontrar una teoría filosófica que dé cabida, explique y describa a todas sus anteriores.

La deriva no ha hecho más que empezar, pero con un gradiente estrepitoso que sigue los mismos pasos que la velocidad de expansión del Universo y me parece que se está volviendo a tomar atajos que nos apartarán radicalmente del concepto primigenio de verdad (lógica y experimental), como ese razonar que busca la verdad en toda su amplitud, es decir la verdad absoluta, a sabiendas que ésta es una utopía. El hombre de ciencia y de no ciencia, ante la imposibilidad de alcanzarla parece que acabará admitiendo y de hecho ya lo está haciendo, por cambiar el concepto de verdad por otra verdad sí alcanzable y ya a la medida de sus deseos, la verdad virtual, que no virtuosa, o la verdad por consenso, lo cual veo más difícil todavía.

Hasta la fecha, creo que es posible afirmar que ninguna ciencia ha conseguido “explicar” el fundamento de la realidad, ni materialmente ni racionalmente, lo que sí parece haberse conseguido es: “describir” muy bien las formas en que experimentamos y razonamos las posibles formas o estados de la realidad, o mejor dicho lo que consideramos por realidad, en tanto no logremos encontrar su verdadero fundamento, pues la realidad de momento es una realidad pendiente de confirmación de forma científicamente categórica.

La verdad que las ciencias nos presentan son verdades parciales y relativas a los distintos modos en los que el hombre se pregunta por lo que piensa, siente y experimenta, pero además no deja de preguntarse por su propia realidad existencial, él es y se sabe por encima de toda realidad percibida en la que las ciencias son un medio de aproximación asintótica a esa verdad absoluta que busca.

ESA VERDAD ABSOLUTA, QUE ES UNICA E INALCANZABLE, NO ES OBJETO DE NINGÚ PROCESO CIENTÍFICO Y NI MUCHO MENOS EVOLUTIVO.

Y ESTE YA ES OTRO TEMA A DEBATE.

                                                                                                      

 

14 comentarios

  • M. Luisa

    El artículo sobre la verdad que nos facilitó Mariano Álvarez no es de los que con una sola lectura baste.   Según se va releyendo su densidad nos compromete a más reflexión, sobre todo si además de esta necesidad, tenemos en cuenta los propios parámetros en los que sobre el tema de la verdad nos hemos movido. 
     
    Considero que lecturas de este tipo en las que hablando de la Verdad no aparece en ningún lado ese concepto que tanto nos llena la boca, es todo un reto para precisamente conseguir esa relación dialogal tan necesaria en el llamado Posteísmo.
     
    Hasta el momento ha habido un gran esfuerzo en camuflar ese concepto supremo con términos que se tuvieran más a mano como por ejemplo el de “amor” pero váyase a saber como puede interpretarse tal camuflaje. Ayer me disgustó enormemente   ver cómo se malinterpretaba el artículo de Jaume Patuel tan bien explicitado y con tan buena intención.

  • M. Luisa

     

    ¡Magistral! D. Mariano coincido con toda su exposición sobre la Verdad. Debe ser usted unos de los pocos que se tomó en serio al filósofo X. Zubiri. Para comprender todo su bagaje no basta con la lectura de su primer libro “NHD” ni tampoco el de “Sobre la Esencia” el cual le llevó a reconocer, unos años antes de su muerte, tener que hacer algunas rectificaciones de gran calado. Su Trilogía sobre la inteligencia y realidad es la que al final coloca el broche   a   toda su Obra. 
     
    Con el personalismo de Emmanuel Mounier que yo había leído  de joven no me fue difícil luego subsumirlo en el pensamiento zubiriano. Así como también todo lo que había leído anteriormente de Marcel Legout, que no fue poco.
     
    Déjeme que le cuente, a ese respecto, una circunstancia menor que daría cuenta de lo mucho que le he comprendido. Por aquel entonces que comenzaba yo a adentrarme en el pensamiento zubiriano asistía con frecuencia, ansiosa de aprender,   a un centro de estudios cuyo nombre entitativo creo recordar era el de CID. Está situado, si existe todavía, en la mismísima Diagonal de Barcelona. Y yo que en aquella época, como digo, empezaba a leer a Zubiri no podía faltar a una conferencia que se daba aquella tarde sobre su pensamiento. Y nada menos a cargo de  un profesional entendido en la materia que venía del Instituto Emmanuel Mounier ¡Cuando tal cosa pienso después de haberle conocido aquí, no me extraña en absoluto la sintonía que me ha producido al leer su artículo sobre la Verdad!
     
    Un cordial saludo y todo mi agradecimiento.
     

  • mariano alvarez

    Respuesta: Para  M. Luisa:

    Querida contertulia, para no mantener por más tiempo en suspenso la respuesta a su pregunta que le prometí encontraría en un próximo artículo mío titulado “la pregunta por la Verdad”, le sugiero que si entra en la web del IEM (Instituto Enmanuel Mounier) tecleando mounier.org y entrando en “Artículos”, podrá tener acceso al citado anteriormente. Espero que en alguna medida le complazca y gracias nuevamente por sus acertados e interesados comentarios a mis reflexiones.

    • M. Luisa

       
      ¡Muchas gracias D. Mariano, así lo haré! A ver si pongo en práctica mi precaria técnica de navegación y gozo de esa ventaja que me ofrece.  Ya le comentaré. ¡Vaya mi agradecimiento por delante!

    • mª pilar

      Gracias D. Mariano por la invitación que nos ha hecho a los que diariamente visitamos Atrio, nuestro Atrio.

      He leído su art. y lo agradezco de corazón ha sido muy esperanzador y sobre todo nos aclara la fuerza que tiene al sincera búsqueda de la:  ¡Verdad!

      Gracias de corazón.

  • mariano alvarez

    Respuesta:
    Querida M. Luisa; permítame que le eche un piropo: “¡Cuánto me encantan sus comentarios ¡. Veo que tiene una sensibilidad muy fina que refleja un espíritu juvenil y crítico, lo que me estimula no solo a mí y espero que también a todos los lectores de Atrio a participar activamente
    En este tema de la Realidad y la Verdad de la Realidad, toda palabra o logos que quiera bordearlas, siempre se quedaran cortos tanto en la forma como en el fondo, es como intentar atrapar el agua con un colador. Por una parte, la Realidad no tiene fondo y la Verdad de toda Realidad menos aún.
    Nuestra cultura actual, eminentemente objetiva nos impulsa a que nuestra facultad, nuestra razón, para capturarlas, tienda a caminar por ese sendero de la objetividad determinista que es como la fuerza de la gravedad que lo atrae todo sobre sí hasta colapsar en un agujero negro sin salida posible. El “yo” que analiza se sitúa frente al “no yo” analizado que es la Realidad con su fundamento la Verdad, sin tener en cuenta que esto es imposible, pues no estamos frente a ellas, estamos  dentro, en sus propias entrañas y además no como compartimentos estancos, pues toda la Realidad está impregnad y preñada de la propia realidad antropológica  y es curioso que tanto las ciencias físicas que analizan hasta el extremo el sustrato material biológico, como las ciencias de la razón, la lógica, continuamente nos lo están evidenciando, pues bien a pesar de ello, nos resistimos a entrar en el ámbito del misterio quedándonos en el del problema, ámbito en el que la propia razón demanda como un plus que le desatasque su situación de colapso.
    La objetividad determinista nos ciega y considera al misterio como un tema de fe o como un mito, impidiéndonos así acceder a es plus racional que la razón está demandando agritos y que por prejuicios acientíficos algunos muchos se niegan a entrar.
    En este punto permítame que mantenga en suspenso o en suspense, mi respuesta a su pregunta concreta, pues recientemente he remitido a la dirección de Atrio otro escrito, resultado de un coloquio abierto cuyo título es: “La Pregunta por la Verdad”, en el que si es publicado, muy posiblemente encuentre una respuesta aproximada a su pregunta.
    En este tema de la Realidad y la verdad, mucho me temo que el lenguaje poético, lírico, metafísico o metafórico, incluso sin palabras como el arte expresivo en todas sus manifestaciones, que NO suelen mirar a la Realidad y a su fundamento la verdad frente a frente, sino de forma insinuada, delicada y si se me permite de forma enamorada, pues no en vano tienen nombre de mujer, llegan mucho mas lejos que el frio determinismo científico.

    • M. Luisa

      Muchas gracias, Mariano por su cometario y ¡qué bienvenido me es ese piropo suyo que recibo también como un gran estímulo para mi quehacer!  
       
      En efecto, ¿cómo no voy a pensar que carecen de fondo tanto la Realidad como la Verdad?.   Consistía mi interés solamente  en establecer el orden en que se dan a la inteligencia.  Pues conferida la primogenitura a la realidad es cuando por su obertura sin fondo queda al descubierto la inadecuación de la verdad racional que ha sido la imperante, hasta el momento, al menos en Occidente.
       
      La Verdad, también sin fondo, es el lugar (logos) donde se va actualizando lo real de la Realidad. Bien, es solamente una reflexión.      
      Esperando con agrado este escrito suyo que menciona, reciba un cordial saludo.

  • M. Luisa

    Hay un momento confuso en la lectura que bien podría ser causa de una incorrecta interpretación por mi parte. No se ve con claridad si la tal obertura cae del lado de la realidad o de la verdad. Ciertamente,   la verdad es de la realidad y así lo expresa en un punto el propio artículo. Sin embargo, en otros puntos del mismo parece que lo que está abierta es la verdad posibilitando caminos de realidad.   Por esto agradecería que de estar equivocada se me corrigiera, pues entiendo que es lo real de ella, lo real de la realidad que por serlo el razonamiento va verificando y posibilitando su plenificación.  

  • Excelente la reflexión del compañero y amigo. En nuestro mundo hay carencia de pensamiento epistemológico… Sugiero a los lectores de ATRIO estos ensayos redactados a vuela pluma en tiempo de convalecencia:  SEQUEIROS, L. (2022) https://www.bubok.es/libros/270804/SABER-MAS-PARA-CREER-MEJOR-1–Reflexiones-de-ASINJA-sobre-ciencia-y-religion   SEQUEIROS, L. (2022) https://www.bubok.es/libros/270812/SABER-MAS-Aproximacion-epistemologica
    SEQUEIROS, L. (2022) Darwin, progreso o complejidad. https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/?p=6540  SEQUEIROS, L. (2022) https://www.bubok.es/libros/270815/SABER-MAS-PARA-CREER-MEJOR-2-Debate-abierto  SEQUEIROS, L. (2022) https://batalloso.com/saber-mas-para-creer-mejor/  SEQUEIROS, L. (2022) https://www.atrio.org/2022/02/saber-mas-para-creer-mejor/ SEQUEIROS, L. (2022) http://www.redescristianas.net/es-necesario-formarse-para-creer-criticamente-saber-mas-para-creer-mejorleandro-sequeiros-s-j/

  • M. Luisa

    Desarrollando un poco más mi pensamiento sobre el artículo, una vez se establece ese convencimiento de que ciencia y filosofía se complementan,      diría, como ya he apuntado en otras ocasiones, que la mirada contemporánea al respecto estaría más puesta en lo que se da ahora en llamar “Metafísica naturalista” que en el simple naturalismo.
    El conocimiento metafísico viene posibilitado, gracias al no intentar   desunificar lo conseguido por las ciencias.
    Hablando con rigor, hacer de la metafísica una teoría general de la realidad, haciendo evidente en ella su apoyo a la ciencia y a sus éxitos conseguidos. Expuesta así la cuestión   son los sistemas físicos los competentes y no las simples leyes naturales los que determinan la teoría de la evolución y en este sentido   sus críticos antes de pronunciarse deberían distinguir estos dos puntos de vista.

  • M. Luisa

    Selecciono este párrafo del autor para, si a Isidoro le fuera bien, reflexionar sobre lo que comentaré.
     
    La verdad que las ciencias nos presentan son verdades parciales y relativas a los distintos modos en los que el hombre se pregunta por lo que piensa, siente y experimenta, pero además no deja de preguntarse por su propia realidad existencial, él es y se sabe por encima de toda realidad percibida en la que las ciencias son un medio de aproximación asintótica a esa verdad absoluta que busca.”
     
    ¿Por qué dices que existe contradicción entre el filósofo y el científico? Si el filósofo respeta las   teorías actualizadas de la ciencia, habrá que decir que ambos en su búsqueda se complementan.

    ¿Por qué dices?, que para cada cosa hay que ponerse unas gafas distintas. El problema no se encuentra ni en una afirmación ni en la otra.

    Si existen problemas en la ciencia de orden   epistemológico u ontológico, es decir, si en
    ella existe problemas meta-científicos, se debe en parte al horizonte de pre –
    -comprensión desde el cual se les está haciendo frente.
     
    De cien años acá, la ciencia ha lanzado nuevos modos de acercamiento a la realidad física y, con ello, nuevos retos que desafían dichos modos; trayendo con ello la necesidad de nuevos horizontes de comprensión. Esto es importante a la hora de hacer ciencia. Preguntarse por el horizonte desde el cual se parte.
    Problemas clásicos, además del problema de la evolución que es el que estamos dilucidando, existen otros. Como  por ejemplo, la diferencia física entre masa gravitacional e inercial; y contemporáneos como la antes llamada “dualidad onda-partícula”, la delgada línea entre el observador y lo observado tanto experimentalmente –el Efecto Compton,  también– como teóricamente –el principio de indeterminación de Heisenberg–, el problema de integrar la fuerza gravitacional al modelo estándar, la barrera infranqueable de la velocidad límite de transmisión de información, la existencia de un bosón constitutivo en la formación de la materia, las ondas gravitacionales,  los organismos vivos, la autoorganización de la materia, el enlazamiento cuántico, la emergencia de la inteligencia, el paso entre una macromolécula a una célula, y el espacio-tiempo, entre muchos más. En fin, el problema no lo resuelve la gran variedad de gafas que se usen para una cosa y para otra, sino tomar posición desde el horizonte de comprensión en el que se está

  • ¡¡¡EL MEJOR ARTÍCULO SOBRE EL TEMA QUE HE LEIDO EN AÑOS!!!

  • M. Luisa

    Mi opinión se reafirma en la importancia que el autor dirige en hacer esta distinción entre los conceptos de evolución y evolucionismo.  Si el primero es el propio de la ciencia, el segundo, es tributario del cientificismo. 
     
    La teoría de la evolución procede de la concepción científica de la realidad. Mientras que el concepto de evolucionismo se acantona en el aspecto más positivista y empírico, haciendo basar su teoría no en la realidad en cuanto evolutiva y dinámica, sino en la idea que se tiene de la evolución aplicada en ella.    Es, por tanto, no un problema menor, sino portador de graves consecuencias como, por ejemplo, los reinantes fundamentalismos.
    Un artículo muy completo y en el que coincido en muchos puntos.

  • Isidoro García

    El científico es alguien contradictorio del filósofo. Son como un velocista y un fondista, a los que la diferente práctica de entrenamientos, les van diferenciando cada vez más.

     Jorge Wagensberg decía que “buscar significa fijarnos en las diferencias, entre cosas que se parecen mucho; mientras que comprender es buscar similitudes”.

    Y para cada cosa hay que ponerse unas gafas distintas.

    Platón caracterizaba al filósofo como de synoptikós, (= el que tiene la visión de conjunto). Mientras que el científico, es sobre todo un analista de diferencias, y debe ir con gafas de microscopio, lo que muchas veces le priva de perspectiva global.

    Porque el peligro es que si uno se acostumbra a pensar en forma muy atomizada, termina atomizado. Y por eso es preciso una ciencia de síntesis, de interdisciplinariedad.

     

    El autor del artículo menciona la tentación mecanicista, como primer intento de encontrar una teoría general que explicase todo. Es verdad que era reduccionista, y por eso imperfecta, pero superó en su momento a la hipótesis reinante del momento, aquella que atribuía a Dios la causa directa de todo lo que no conocíamos.

    Luego vino la hipótesis evolutiva, que ya incluía toda la dinámica biológica, aunque aún hay una zona de la realidad que no incluye, y por eso también es imperfecta. Es verdad que quizás es insuficiente para explicar la dinámica “espiritual”, del mundo de la “inteligencia”.

    Pero la solución, no es negarse a encontrar esa explicación general, sino encontrar un modelo mas perfecto. Un tercer modelo que incluya los mundos inanimados, el mundo de la vida, y el mundo de la Inteligencia, en que hemos entrado nosotros en este planeta, desde hace 200.000 años.

    Este nuevo modelo, debe corregir la hipótesis evolutiva darwiniana, incluyendo una deriva direccional, un telos emergente, hacia unas líneas generales del Universo inteligente, que en estos momentos, estamos tanteando y presintiendo a ciegas.

    ¿Y el método científico que tiene que decir en esta investigación?. Muy poco. Por ahora solo nosotros, somos inteligentes en este planeta, y aún con muchas vacilaciones en nuestra evolución de la conciencia individual, y en la evolución cultural comunal.

    Solo los cabe intentar encontrar las huellas del oso, quizás estudiando la fuente de intuiciones, con que la evolución emergente nos ha dotado.

    Eso no significa una contradicción y una mirada hacia atrás. En todo el proceso evolutivo, cada etapa, ya va dejando señales, de la dirección de las siguientes etapas evolutivas.

    La química se explica apoyándose en las leyes de la física; la biología, con las leyes de la química; y la psicología con las leyes de la biología.

    Quizás en el mundo de la psicología, en nuestro equipamiento mental, esté la clave para comprender, las leyes de la “espiritualidad inteligente”, y cual es nuestra próxima etapa evolutiva.