No son chocheces de viejo, José Ignacio. Pero hay que mojarse y proponer un camino. Si el P. Bergoglio te pidiera un consejo de hermano mayor en la fraternidad jesuita, ¿qué le dirías? ¿qué juicio debería hacer sobre responsables y legítima defensa en el caso actual? Frente a la guerra de Hitler, las iglesias evangélicas y el Vaticano se esforzaron en no pronunciarse, como tal vez ahora Bergoglio navega con cierta ambigüedad. Pero el teólogo Bonhöffer sí lo hizo. Y lo dice alguien que se conforma con llorar y no sabe salir de la perplejidad. AD.
El título no significa que puedo irme pronto (eso se da por descontado), sino quizá es el planeta el que se nos despide antes de lo previsto. Más que una despedida quiere ser un lamento.
Normalmente los gritos de alarma o los avisos de peligros muy graves suele tomarlos la gente como “jeremiadas” o anuncios de Casandra (única que predijo la derrota de Troya sin que nadie le hiciera caso). El hecho es que, cuando nos dicen que hoy podríamos estar ante otra caída, más mortal y más global que la de Jerusalén o la de Troya, nos limitamos a subir el volumen de nuestras orquestas para poder seguir “bailando tranquilamente sobre la cubierta del Titanic”. Esa frase no es mía pero me parece una descripción muy gráfica de lo que puede ser nuestro momento histórico.
Veamos. Aunque a Putin no le hayan salido las cosas a su gusto, Occidente parece estar fracasando en la guerra de Ucrania: ni ha conseguido la ayuda de todo el Sur, incluso de sus aliados árabes, ni parece que Ucrania podrá resistir una guerra muy larga. Llevar a Putin ante un tribunal internacional (¡que EEUU no reconoce!) implicaría llevar también a EEUU ante ese mismo tribunal por la masacre de Irak, que fue tan “injustificada y brutal” como la de Ucrania, como acaba de reconocer el mismo G. Bush, aunque no sepamos si sus palabras fueron un lapsus inconsciente, o una tardía confesión deliberada.
La entrada de Finlandia y Suecia en la OTAN es una calamidad (fruto de esas cegueras del miedo) que nos vuelve a la antigua situación de guerra fría, por más que la OTAN la célebre insensatamente. Las sanciones impuestas a Rusia están haciéndonos más daño a los ciudadanos de la Europa occidental que a los rusos: porque estos ya están acostumbrados a pasarlo mal, mientras que nosotros, como nos alteren un grado el aire acondicionado, parece que ya no podemos soportar tanta molestia. Y si todo esto va llevando a una prolongación de la guerra y acabamos llegando a una tercera guerra mundial, con armas atómicas en ambas partes…, prefiero no seguir pensando. Pero “científicamente hablando”, hay que reconocer que esa es una amenaza sólidamente probable.
Creemos que los rusos están peor porque están sometidos a una desinformación total por la censura política. Es cierto; pero no nos damos cuenta de que nosotros estamos sometidos a una censura parecida y más sutil, que no proviene de los poderes políticos sino de los mediáticos: no se prohíbe nada, por supuesto. Pero se guisa y se escatima todo, según los intereses del sistema.
Por otro lado, la ocupación con la guerra ha llevado a un abandono casi total de nuestra preocupación por el planeta que ya era bastante irresponsable (la describí una vez como “tratar el cáncer con paracetamoles”). Hace poco, un grupo de científicos ha lanzado un manifiesto muy serio denunciando que el planeta está cada vez más enfermo, que no cumplimos ninguno de los objetivos propuestos, que el calentamiento se acentúa y que es urgente modificar casi todos nuestros parámetros de conducta. Esas cosas podemos permitirnos incluso publicarlas un día (¡faltaría más! ¡Con el respeto que tenemos nosotros de la libertad de expresión!). Pero al día siguiente se entierran, y se cumple aquella máxima tan sabia de que “nada hay más viejo que el diario de ayer”. Prometemos que “mañana mismo” atenderemos a esa advertencia y luego cumplimos el sabio verso de Lope de Vega: “siempre mañana y nunca mañanamos”. Y además hacemos bien: porque ya sabemos que la democracia es una cuestión de mayorías, y que todas esas advertencias son minoritarias; y el gobernante que promueva un programa ecológico radical, perderá las próximas elecciones.
Pero, otra vez: todos esos peligros no son puras fantasías o imaginaciones, sino amenazas sólidamente probables desde el punto de vista científico.
Esos creo que son los datos. La pregunta que queda es cuál será nuestra reacción si un día esas serias probabilidades pasan a ser realidades. Por un lado, un grupito criminal repetirá tranquilamente las conductas que viene denunciando Oxfam y que ya no sé si calificar de “Putinianas” o de “Otanianas”: “los diez hombres más ricos del mundo duplicaron su fortuna durante la pandemia”; durante la covid, “cada día ha habido un milmillonario más y varios miles de hambrientos más”… Otro grupo mucho mayor, echará la culpa a Dios (aunque no crea en Él), porque no puede concebir otra explicación de lo que ha ocurrido. Muchos otros buscarán desesperadamente una salida individual para ellos solos, sin lograr encontrarla. Otros creerán oír la voz de Dios que grita como en el libro del Génesis: “Adán ¿dónde estás?”… Y quizás a unos pocos les pasará como al profeta Jeremías: que después de haber anunciado desesperadamente, contra la incredulidad y las protestas de casi todos, la próxima caída de Jerusalén, cuando se produjo por fin esa caída, lloraba desesperadamente con más dolor que nadie…
Por mi parte, “solo le pido a Dios”… como cantaba Mercedes Sosa. Sólo le pido a Dios que todo esto sean chocheces de viejo.
No deseo ser pesimista, aunque no faltan razones (y sin razones) para serlo. Pero tampoco quiero ser ingenuo. El progreso, si está en manos del egoísmo in-humano, puede llevarnos a lo peor. Pero confío que la ciencia un día no lejano nos ayude a corregir los yerros y barbaries cometidos con la naturaleza, nuestra nodriza, y con el mismo ser humano. Confío que la ciencia sea capaz de controlar y corregir ese cambio climático, por ejemplo. Y para ello la ciencia de la educación-formación humana nos convenza de que quien tiene que cambiar en primer lugar es el hombre-mujer en su mente, en sus sentimientos, en sus valores y en bastantes costumbres. Esta es una labor quizá más difícil que la de cambiar el clima… Lo que más contamina es la basura humana extendida por toda la tierra. (Por basura humana entiendo en primer lugar la interior de cada uno, esa basura que sale de dentro, que es la que de verdad mancha, y contamina y deteriora y pervierte y causa dolor y miseria y… -¡por desgracia!- está en manos de un ídolo: el poder auto-endiosado…) Lo que sale de dentro y arrojamos fuera es la peor basura contaminante, la más prioritaria y necesaria erradicar. Mientras, esperemos que la cordura del “sapiens” entre en razón, y el homo se haga más sapiens… ¡Ven, sueño humano, no tardes!
[Esta es una respuesta del autor a mi entradilla. Por eso me la dirige a mí por e-mail. Pero creo que debe publicarse en el hilo de comentarios, así como el texto de un artículo anterior no publicado, como hago en página ¿Es Putin el único culpable?].
Querido Antonio:
prefiero contestarte por aquí a lo que me dices en atrio, y tú verás si lo pones en Atrio luego.
Yo creo que el mojarse está en la denuncia o en la alerta y no en la propuesta.
Porque esa denuncia la aceptan hoy muy pocos, aunque a ti y a mi y a nuestros grupos, pueda parecernos evidente. En cambio, el camino ha de ser cosa de todos (ahora que hablamos tanto de sinodalidad): una vez aceptada la denuncia hay que buscar entre todos, porque son muchos los factores que hay que tener en cuenta para actuar bien. De todos modos, creo que si hubieses publicado el anterior que te envié y que veo que no ha salido, (¿Es Putin el único culpable?) quizá quedaría la cosa más clara
Por otro lado creo que la denuncia nos toca a nosotros los de a pie (como el gran Bonhoeffer) y aunque pueda costarnos la vida. En cambio, a un papa, precisamente porque tiene más posibilidades de arreglar los conflictos, yo no le pediría tanto que denuncie como que intente negociar y buscar soluciones. Si un padre tiene dos hijos que se pelean, y se pone totalmente en contra de uno, no arreglará la pelea y perderá definitivamente a ese hijo. Bergoglio, a pesar de todo, ha de procurar ver si puede negociar con Putin y con Kiryll, por muy distante de él que pueda estar
La acusación a Pío XII, según dicen hoy, fue hecha por un alemán que quiso descargar en otros su mala conciencia como alemán. Pero Pío XII (aunque no sea un papa de mi gusto) sabía que cada denuncia que hiciera no la pagaría él, sino que Hitler se cargaría a unos cuantos católicos alemanes. En este sentido podía hablar menos que nosotros (y que las iglesias alemanas protestante y católica, que tienen más culpa que él). Pío XII se dedicó a salvar todos los judíos que pudo y de hecho, grandes personalidades judías se han mostrado más agradecidas con él que el autor de “El Vicario”.
En fin, como la historia la escriben siempre los vencedores, por eso creo que es bueno que abunden las denuncias (aunque sean impotentes) para que al menos la historia que se escribirá luego, cambie un poco.
En fin, es mi opinión. Un gran abrazo y que sigas adelante abriendo el atrio de los gentiles..
Hola, Olga.
El progreso…
Ya no son los españoles los que los hacen llorar, ahora son los chilenos.
Es más ahora, son los chilenos progresistas.
https://youtu.be/7XhPb1WPDgo
Hola Isabel: La pena mayor de Arauco es lo complicado de darle una solución política al tema Mapuche, ya que se enredó con narcotraficantes y terroristas que tienen aterrorizados a todos y con los cuales es imposible dialogar. Es más, cuando la Ministra del Interior Siches partió alegremente con su comitiva de buena voluntad a dialogar, la recibieron a balazos, y desde ese momento han habido varios muertos y heridos por atentados terroristas en esa zona. De ellos hay varios trabajadores Mapuches que iban en un bus que cosieron a balazos, y otras sinrazones parecidas.
En Santiago, estudiantes de secundaria vestidos con overoles blancos, incendian buses día por medio, sin ningún mensaje, excepto producir terror, me imagino.
Un abogado presenta una querella en Tribunales, dudando de la legitimidad de la Convención Constituyente donde 17 miembros de minorías étnicas, fueron elegidos a dedo en nuestras narices, siendo que hubo elecciones validas para el tema. En estas elecciones se presentaron un montón de Independientes que llegada la hora de la verdad se arremolinaron en un grupo con los anteriores y otros de partidos de izquierda, logrando 2/3 de la Asamblea. Supongo que esta es la izquierda “progre”.
El problema es que no solo cambiaron la Constitución para sacarle su sesgo de conservadurismo moral y liberalismo económico, sino que dinamitaron todas las instituciones tradicionales que vertebraban el país, con lo cual no se resuelve ninguna situación de inequidad social o económica, sino más bien se crea una pérdida de los hitos que nos daban coherencia al enfrentar los grandes desastres que se nos vienen encima, tales como la desertificación del país, la dependencia externa y los grandes terremotos que tenemos cada 10 años.
No se si son chocheces de viejo y en cualquier caso, una chochez de viejo no tiene porque ser tan insensata como la mayoría de lo que ha escrito usted.
Yendo por partes (que diría Jack el destripador),
– En primer lugar, el plante no nos deja. Al planeta le quedan 5.000 millones de años de vida (honestamente no creo que yo llegue a ver su final, ni siquiera aunque me ponga a dieta saludable), somos nosotros quienes lo dejamos. La Tierra tiene aprox. 4500 millones de años y solo durante los últimos 300.000 años tuvo seres humanos sobre ella. El planeta sobrevivirá a nosotros incluso en las peores circunstancias (eso de las bombas nucleares descerrajando el planeta es propio de Hollywood) y cuando la raza humana no exista, el planeta seguirá generando vida que podría llegar a ser “inteligente-consciente”. Y eso contando con que seamos capaces de exterminar por completo a esa garrapata que es el ser humano y que quizás sin la civilización moderna, es muy difícil de exterminar.
– En cuanto al fracaso de Occidente en la Guerra de Ucrania, no le diré que es falso: pero sí muy relativo. Para Occidente, Ucrania es prescindible. Hace mucho tiempo que está “descontada”. Occidente está esperando que se muera Putin (con los años que tiene no debería tardar demasiado) y después “si acaso ya eso”. No van a poner en peligro los suministros de gas, petróleo y materias primas a Europa Occidental y USA, a fin de cuentas es el único ganador junto a China de lo que está pasando, al menos económicamente. Cuando se muera Putin, USA planteará un nuevo Plan Marshall y, a fin de cuentas, más hubo que reconstruir tras la IIWW y lo hicieron y China se convertirá en “la otra potencia”.
Lo único que puede cambiar debido a la guerra es que los europeos se den cuenta de lo dependientes que son del gas y energía rusos y busque otros caminos. Esos caminos están a la vuelta de la esquina. En términos de tiempo planetario estarán disponibles mañana mismo y conseguirán mejor trato al planeta pero a costa de pagar más dinero por lo que es muy discutible que llegue a los países más pobres.
– La ecología acabará triunfando. Usted no lo verá pero triunfará. El deterioro del planeta es serio pero ya hay iniciativas importantes y tanto el planeta como el ser humano son mucho más adaptables de lo que parece.
Quizás el nivel de vida y de tecnología que hoy disfrutamos no pueda mantenerse, aunque soy optimista porque lo que no se puede detener es el conocimiento, pero usted estará de acuerdo conmigo en que las condiciones de nivel de vida, justicia social, progreso, y tecnología son enormemente superiores a las que se vivían, mismamente, en el siglo XV (y aun mejores que si miramos 1000 años atrás) y ellos también eran raza humana.
– Si usted piensa que Francisco, Pio XII o cualquier otro papa moderno puede cambiar el signo de la guerra (incluso del deterioro del planeta), entonces es que es mucho más ingenuo de lo que debería ser un teólogo de su talla. A Putin, a BIden, a Xi Jinping y a Olaf Scholz les importa un carajo lo que diga el Papa (más o menos lo mismo que les importa lo que diga la repelente niña Greta Thunberg). A ello solo les importa lo que les ayude a ganar elecciones a unos y a mantenerse en el poder a los otros. Los números económicos de la guerra de Ucrania ya están calculados y en esos números, lo más barato es la el valor de la vida humana.
Los esfuerzos que hace el progrerío radical de justificar (o minimizar su culpa) a Putin, son cada día más patéticos.
Putin no necesitaba esta guerra para aumentar su poder, ni para regresar a “La Gran Rusia”, ni para ser más rico (su fortuna se estima en 200 mil millones de euros) pero su megalomanía (similar a la de grandes asesinos en serie como Hitler, Stalin, Napoleon, julio Cesar o Alejandro Magno) y los pocos años que le quedan no le han permitido usar estrategias más tolerables por el resto del mundo.
Y por último le diré una cosa. Ser rico no es malo. Lo malo es obtener la riquezas por medios moralmente reprochables y utilizarla para fines exclusivamente egoístas.
Yo no soy pobre, pero no soy rico y le aseguro que conozco a unas cuantas personas adineradas a quienes no podría usted reprochar absolutamente nada.
Que sí, que la pobreza, la injusticia y la opresión reinan en el planeta (aunque mucho menos que hace 300 años por ejemplo) pero el combate contra ellas es cosa de cada uno de nosotros. Amar al prójimo quiere decir amar al próximo y tan importante es acabar con la guerra de ucrania, como acoger a los refugiados ucranianos, como votar para que se hagan leyes más justas, como contratar a tus empleados pagando su seguridad social (¿Qué diría Etxenike de eso…?), como encontrarte a un mendigo por la calle y ofrecerle trabajo, o tratar a las mujeres con respeto y justicia, o tantas cosas cotidianas que sí están a SU y NUESTRO alcance y que generalmente olvidamos pensando en por qué el cabrón de Putin ha invadido Ucrania.
Y es que Cristo pensaba que hay que dar al cesar lo que es del cesar y a dios lo que es de Dios.
Aunque los avisos son serios -no soy nada ducho en estos momentos y me fío de los artículos científicos al respecto- también soy dado a la esperanza, en el sentido que Jürgen Moltmann nos invita-, de manera que, en este sentido, soy activista convencido y gracias a mis hijos, que me han ayudado a concienciarme en pequeños detalles y datos, voy haciendo este camino desde un proceso personal.
No son chocheces, José Ignacio, y si son las comparto plenamente. Sabemos que la vida y el mundo son procesos, pero a veces creíamos que entendíamos algo. Ahora ya no se entiende nada, Los que están abrazados con alguna ideología que lo explica todo y ya eligió su chivo expiatorio, quizás se sientan mejor culpando a Pedro, Juan y Diego. Pero los que andamos faltos de ideología tipo salvavidas estamos kaput.
Aquí, en un país que hacemos agua por todos lados, excepto por donde es necesario ya que estamos transformados en un desierto árido, con un gobierno sin fundamento, como diría mi abuela vasca, una Convención Constitucional que no se como calificar escribiendo un mamotreto de Constitución sacada de Alicia en el País de las Maravillas del sombrero de algún mago fumando Ayahuasca, mientras la orquesta del terrorismo y el narcotráfico canta el Dies Irae y le corre bala al que se le ponga por delante usando a los mapuche como escudo.
De terror, compañero, de terror…
Gracias por su certero mirar la realidad que nos rodea, y muy cierto es …lo del mañana… quizá sin tardar mucho:
¡Ya no tengamos un mañana si no comenzamos a tomar en serio cuanto nos rodea!
Gracias por cuanto nos regala en sus artículos.