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El programa de Jesús (3)

 III.- FIN DEL SUFRIMIENTO, LA SUMISIÓN Y LA INJUSTICIA

 4 Dichosos los que sufren,
porque esos van a recibir el consuelo.

5 Dichosos los sometidos,
porque esos van a heredar la tierra.

6 Dichosos los que tienen hambre y sed de esa justicia,
porque esos van a ser saciados.

1. La primera “Dicha” revierte las “desdichas”

        La primera de las proposiciones: “Dichosos los que eligen ser pobres, porque esos tienen a Dios por rey” (v.3) resulta básica para entender las otras siete. Las tres siguientes (vv. 4,5 y 6) ofrecen explicación respecto a la razón de la felicidad alcanzada por quienes han rechazado situarse en las posiciones privilegiadas que da el dinero y han optado cambiar de raíz sus vidas y posicionarse en el estrato más humano, pisando suelo en las bajuras. Lejos de padecer lo que se vería lógico: las desdichadas consecuencias de tal elección, Jesús asegura que la potente y solidaria realidad de la sociedad alternativa supera con creces todas las embestidas del sistema injusto, estableciendo condiciones para que la vida llegue a ser una gozada.

 

2 La segunda es para “LOS QUE SUFREN”

        Los sujetos de esas tres proposiciones están descritos en situaciones de máxima debilidad. Mateo ha descrito con tres pinceladas el suplicio que atormenta a quienes viven aplastados por el dominio inmisericorde de los poseedores de la tierra. Los primeros sujetos se identifican por su sufrimiento:

“Dichosos los que sufren” (v.4a).

 

3. Mateo: hilando las perlas del A.T.

        El participio articulado elegido para denominarlos (οἱ πενθοῦτες: “los que sufren”) está claramente inspirado en el texto de Is 61, 2 según la versión de los LXX. Ese texto, citado por Lucas (Lc 4,18-19) siguiendo también esa versión griega del AT, afirma en sus inicios: “Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres” (Is 61,1). A continuación, en el verso siguiente aparecen asociados los dos verbos empleados por Mateo en su proposición:

“…a CONSOLAR a LOS QUE SUFREN” (Is 61,2).

3.1. El sufrimiento “colectivo”

        El verbo con que se designa a los sujetos: “los que sufren” (πενθέω: ‘llorar’, ‘lamentarse’, ‘afligirse’, ‘estar de duelo’) pertenece al grupo de verbos que expresan una fuerte aflicción derivada de una desgracia irreparable. Se usa en contextos de duelo para manifestar la honda pena que invade a la persona afectada por la pérdida de un ser amado. Pero aquí no se habla de un sufrimiento individual ni de una congoja o dolor puntual y pasajero. Se trata de un padecimiento colectivo y permanente: “los que sufren”.

3.2. El sufrimiento sin “liderazgo”

        El texto del libro de Isaías corresponde al período judío de la Restauración. Tras acabar el imperio persa con la dominación de Babilonia, el rey Ciro promulgó un edicto en el 538 antes de nuestra era repatriando a la comunidad judía y restaurando el culto en el templo. El hecho está recogido por partida doble en el libro de Esdras (Esd 1,2-4; 6, 3-5). Pero a pesar de la vuelta del destierro, la vida del pueblo judío no fue precisamente un camino de rosas. No solo vivían en régimen de dependencia bajo la soberanía del imperio persa, sino sobrevivieron invadidos por la miseria y el abandono de los responsables y jefes del pueblo. Así arremete contra ellos el profeta:

“…los guardianes están ciegos y no se dan cuenta de nada,
son perros mudos incapaces de ladrar;
los vigilantes se tumban, tienen ganas de dormir;
son perros hambrientos e insaciables,
son pastores que no saben comprender;
cada uno va por su camino, y a su ganancia, hasta el último”
(Is 50,10-11).

3.3. El sufrimiento sin “esperanza”

        Isaías usó el verbo πενθέω (“afligirse”, “lamentarse”, “estar de duelo”) para expresar el profundo sentimiento de desamparo y ausencia de futuro del pueblo judío. Mateo acudió a ese mismo verbo para describir de forma generalizada la angustia de quienes padecen la amargura de cargar con una existencia sin dignidad y sumida en la desesperación (οἱ πενθοῦτες: “los que sufren”).

3.4. El sufrimiento a “acabar”

        Frente a esa situación sin salida y marcada por el dolor, Isaías, se presentó como heraldo de la buena noticia anunciando el futuro cese del sufrimiento y el cambio radical de las condiciones que lo habían provocado. Lo hizo utilizando el verbo παρακαλέω (‘mandar llamar’ o ‘llamar hacia sí’, ‘exhortar’, ‘consolar’). El sentido del verbo, incluye ‘palabra’, ‘cercanía’ y ‘acción’; indica que el consuelo a “los que sufren” llegará al punto de garantizar el final del tormento sufrido por el pueblo. Incluye un cambio total en sus pésimas condiciones de vida. El mismo texto confirma a continuación dicho significado:

“para cambiar su ceniza en corona,
su traje de luto en perfume de fiesta,
su abatimiento en cánticos”
(Is 61,3).

        El profeta, que solía largar tacos de forma desenfrenada cuando se le calentaba la boca ante actuaciones de injusticia:

“Pero vosotros acercaos, hijos de bruja,
Estirpe de adúltera y prostituta”
(Is 57,3),

        usa imágenes de honda ternura cuando presiente el consuelo que recibirá el pueblo de parte de Yahvé:

“…como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo”
(Is 66,13).

        Mateo, siguiendo la latitud de Isaías, utiliza como él este mismo verbo παρακαλέω (‘consolar’) para confirmar, a quienes padecían el desconsuelo de una vida sin dignidad, el vuelco de su llanto en alegría:

“porque esos van a recibir el consuelo” (v.4b).

 

4. El “después” está “a un paso”

        A diferencia de la primera y la última proposición que escriben los verbos en presente, en esta y las cinco siguientes, se usan los verbos en futuro. El empleo de este tiempo verbal no indica que el beneficio se recibirá a largo plazo, fuera ya de los límites de la historia. Dichos verbos aluden a un futuro próximo y sus acciones positivas suceden como consecuencia inmediata de la opción que sus sujetos han tomado previamente.

        El significado del verbo de esta proposición (“van a recibir el consuelo”) indica que la acción de consolar no se queda en palabras de ánimo ni su efecto, en un simple y pasajero atemperar el dolor. El consuelo resulta definitivo al hacer desaparecer el agente que origina el sufrimiento poniendo en su lugar las condiciones idóneas para la alegría. Solo hay un requisito para ese cambio: la voluntad de aceptar ese nuevo entorno entendido en tiempos de Jesús con la repetida fórmula: el reinado de Dios. Dicha opción supone la renuncia a formar parte del que engendra la tortura, el del orden injusto dominado por los acumuladores del dinero.

 

5. La tercera es para “LOS SOMETIDOS”

        Mateo avanza un paso en su pedagogía y descubre en la siguiente proposición la realidad social soportada por “los que sufren” y la calidad del consuelo que van a recibir. Su texto se traduce así:

“Dichosos los sometidos,
Porque esos van a heredar la tierra”
(v. 5).

 

6. “Mansos”, ¡no!, “sometidos”

        En la mayoría de traducciones los sujetos de esta proposición aparecen denominados: “los mansos”. Esta designación lleva a imaginar a personas poseedores de un carácter apacible, poco dados a brusquedades y exentos de acometividad. Independientemente de la escasa estética del término ‘manso’ aplicado a personas, la mansedumbre se entiende como cualidad que da valor a quien posee dicho atributo. Sin embargo, esta significación positiva no encaja con el sentido negativo de los sujetos de las dos proposiciones con las que forma un primer conjunto: la que le precede: “los que sufren” (v.4) y la que le sigue: “los que tienen hambre y sed de esa justicia” (v.6). Tampoco se ajusta a las promesas hechas en la segunda parte de esas proposiciones (vv. 4,5 y 6) de dar salida a esas situaciones contempladas como indeseables. Además, ¿qué lógica determina la correspondencia entre “los mansos” y la herencia de la tierra?

        El adjetivo griego πραΰς (‘pacífico’, ‘apacible’, ‘domesticado’), escrito en plural y articulado οἱ πραεῖς (‘los apacibles’), del verbo πραΰνω (‘apaciguar’, ‘amansar’, ‘domar’), designa a sujetos que no representan amenaza alguna, caracterizados por un temperamento afable y su carencia de agresividad. El texto de Mateo presenta a esos sujetos en forma generalizada (“los pacíficos”, “los apacibles”) sin añadir ningún otro vocablo que aporte alguna referencia útil para comprender de quienes se trata. Está por determinar si la afabilidad de tales sujetos es un rasgo singular de su carácter o proviene de una acción exterior ejercida sobre ellos. La clave para entender de qué personas se trata nos la ofrece el salmo 37,11 al que alude el texto de Mateo. Transcribimos el citado verso del salmo siguiendo la traducción de la Nueva Biblia Española:

“…mientras los sufridos heredarán la tierra…”.

        Esta versión, realizada sobre el texto hebreo, lee como “sufrido” la voz de esa lengua: ונע (‘humilde’, ‘pobre’, ‘sufrido’), que los LXX tradujeron con el vocablo griego πραΰς (‘pacífico’). EL contexto socio-económico que dio pie a la redacción del salmo y su lectura nos aportan una pista decisiva para conocer la identidad de los sujetos referidos por él.

        El período monárquico, tras la ruptura del país en dos reinos, Israel al norte y Judá al sur, condujo a una situación social y económica que caminaba a trompicones y de mal en peor. Los cimientos de la sociedad judía, basados en las relaciones sociales estipuladas por la Alianza, habían quedado demolidos. El futuro se soportaba exclusivamente entonces en la promesa hecha por Yahvé a David de un reino eterno. El poder político, cada vez más corrupto se desentendía de la situación de las familias más débiles y una clase adinerada engordaba a saltos en su privilegiada posición. A la falta de ayuda se sumaban a veces condiciones climáticas de gran dureza (Am 4,6-9) para quienes subsistían de sus pequeñas parcelas agrícolas. Los prestamistas, los terratenientes, los jueces comprados y las prácticas fraudulentas (Am 5,7-12) llevaron a la esclavitud a una buena parte de la población. Mientras el lujo se desbordaba en las casas de los ricos (Is 3,16ss.;), los pobres se hallaban completamente desvalidos (Is 10,1ss.; Miq 3,2-3). La institución religiosa no hizo nada por exigir el cumplimiento de la justicia marcada por las leyes divinas; miró, en cambio, para otro lado, para el suyo, el flanco que más le fortalecía: el del culto a Yahvé (Is 1,10-17).

 

7. El aguante y la espera

        Que los miserables no la emprendieran a mamporros contra las élites no sería por falta de ganas, sino por imposibilidad. No es que brillaran por su pacifismo, sino que estaban tan aplastados que no tenían más salida que aguantar y esperar. Aguantar y esperar es lo que les solicita el salmista:

        El aguante:

“No te exasperes por los malvados” (Sal 37,1); “cohíbe la ira, reprime el coraje, no te exasperes y no obrarás mal” (v. 8).; “Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa” (v. 27).

        La espera:

Encomienda tu camino al Señor, confía en él, y él actuará” (v. 5); “Descansa en el Señor y espera en él” (v. 7).

        La razón de solicitar paciencia es que Dios se encargaría de imponer justicia y colocar a cada cual en su sitio. Era de esperar que a los malvados, en ninguno. Quienes no habían hecho más que someter y asesinar quedarían desterrados. Los sometidos, por el contrario, tendrían espacio sobrado:

“Porque los que obran mal son excluidos, pero los que esperan en el Señor poseerán la tierra” (v. 9).

        Porque la maldad ha llegado al extremo:

“Los malvados desenvainan la espada, asestan el arco para abatir a pobres y humildes, para asesinar a los honrados” (v.14); “El malvado espía al honrado e intenta darle muerte” (v.32”).

 

8. ¡BASTA! La Tierra es herencia colectiva

        El salmo refleja la situación de multitudes de pobres que se habían quedado sin aquello que les garantizaba algún sustento: la tierra. Viven a expensas de quienes la han acaparado y les tienen sometidos. El salmista les anima a la esperanza en una intervención divina que les devolverá la independencia al poseer una tierra. Enquistados en su miseria y su aflicción, no destacan por su pacifismo, sino por su impotencia. La miseria no genera actitudes apacibles; la afabilidad de los pobres es una expresión de la represión a la que se ven sometidos. Permanecen inermes, con la bota del poderoso pisándoles el cuello. No son “los mansos”, sino “los sometidos”. Según el salmista la intervención de Yahvé les supondrá tener una tierra con la que podrán liberarse del yugo del poderoso y gozar de independencia. El término ‘tierra’ se escribe en el verso del salmo aludido por Mateo sin artículo: κληρονομήσουσιν γῆν (“heredarán una tierra”).

        A estos pacíficos por aplastamiento, “los sometidos” (“los que sufren”, según la proposición anterior; Mt 5,4), se refiere el evangelista. El anuncio que reciben es ya el que esperaban desde hacía tan largo tiempo. Jesús fue consciente de que ni el aguante ni la espera ofrecían solución alguna. Descartó, por tanto, la resignación y transformó la esperanza en realidad. Y salió al escenario de la historia proclamando la Buena Noticia: ¡Se ha acabado la sumisión! Mateo lo expresa usando el mismo verbo y sustantivo del salmo: ὅτι αὐτοὶ κληρονομήσουσιν τὴν γῆν (“porque esos van a heredar la tierra”). Pero el evangelista introduce un matiz a no pasar por alto. A diferencia del salmo, Mateo no habla de “UNA tierra”, añade el artículo determinado para escribir “LA tierra”. No se trata de un trozo de tierra para ir tirando, sino del entorno social que permite la total independencia al colectivo de adheridos al programa alternativo. La aceptación del reinado de Dios renunciando a la dinámica asesina del capital, permite a la comunidad que ha tomado esa opción dejar atrás la sumisión y encontrar las condiciones idóneas para lograr su pleno desarrollo en libertad. Ese cambio radical de situación proporciona la inmensa dicha de haber construido a nivel humilde la utópica sociedad soñada, la del ser humano señor de la tierra.

 

9. La cuarta es para “LOS HAMBRIENTOS Y SEDIENTOS…

        La cuarta proposición de este grupo determinado por las situaciones negativas padecidas por los sujetos: “los que sufren” y “los sometidos” está descrita del siguiente modo:

“Dichosos los que tienen hambre y sed de esa justicia,
porque esos van a ser saciados”
(v. 6).

        Los sujetos están definidos por dos verbos: πεινάω (‘tener hambre’, ‘estar hambriento’) y διψάω (‘tener sed’, ‘estar sediento’) en participio, unidos por partícula copulativa (‘y’) y precedidos por un solo artículo plural: οἱ πεινῶντες καὶ διψῶντες (“los que tienen hambre y sed”). La manera de denominar a estas personas (“hambrientos y sedientos”) pretende mostrar su situación desesperada. Su necesidad es extrema. Ha llegado al borde y les resulta vital salir de la penuria. El hambre y la sed sirven como imágenes del enorme aprieto en que se encuentran dichos sujetos. Tan intensa coyuntura recoge la congoja descrita en las dos anteriores proposiciones. Refleja su sufrimiento (“los que sufren”; v. 4) y el estado de indigencia que padecen (“los sometidos”; v. 5).

9.1 … DE ESA JUSTICIA”

        Hambre y sed son metáforas ya usadas en el AT (Am 8, 11) explicativas del anhelo desesperado por escapar de una realidad insoportable y alcanzar aquella otra ambicionada y nunca alcanzada. El texto original usa para descubrirla el término δικαιοσύνη (‘justicia’). Lo normal habría sido presentarlo en forma indeterminada como se hace habitualmente: “hambre y sed de justicia”. Sin embargo, el evangelista lo escribe con artículo: τὴν δικαιοσύνην (“la justicia”). Emplea el acusativo, forma corriente utilizada en el NT con verbos que exigen el genitivo, expresando así esa justicia determinada como objeto del deseo o aspiración indesmayable.

        Aquí se habla de justicia distributiva, la que alcanza a los muchos desposeídos de ella. Pero está lejos de ser de carácter jurídico, salida de las leyes establecidas en códigos. Se trata de la justicia por antonomasia, la prometida en el AT:

“Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace germinar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia”
(Is 61,11).

        Esa justicia se considera la definitiva, la esperada con ambición desmedida por todo el género humano. De ahí que se traduzca declarando ese carácter muy determinado:

“Dichosos los que tienen hambre y sed de ESA justicia”.

        El segundo elemento de la proposición da cuenta de la razón por la que esos sujetos serán dichosos. No es que alcanzarán a tener justicia, ¡es que se van a atiborrar! El verbo que ha empleado Mateo es bastante explícito: χορτάζω se traduce por ‘cebar’, ‘engordar’. ‘hartar’, ‘saciar’. La opción por la sociedad alternativa (un colectivo donde Dios sea aceptado como único rey) supone vivir en un entorno donde reina ESA JUSTICIA. Ahora bien, ESA JUSTICIA no cae del cielo ni es consecuencia del cumplimiento de unas normas. Se va consiguiendo a partir del compromiso individual en un colectivo que respeta la velocidad de comprensión y adhesión de cada uno de sus integrantes. Cada una de esas comunidades irá encontrando la manera de lograr su desarrollo y alcanzar ESA JUSTICIA propia del Proyecto.

9.2. LA JUSTICIA ESA = PAN-PROYECTO, un atracón de vida

        En la mayoría de ocasiones en que se emplea este verbo (χορτάζω) en los evangelios aparece unido al término ‘pan’ (ἄρτος) en su significación figurada del Mensaje de Jesús, el alimento definitivo para la humanidad. Este verbo se repite en especial en los relatos de la división de los panes, en donde se dice que todos los comensales se saciaron e incluso sobró para un pueblo (“DOCE cestos”; Mc 6,42) (https://www.atrio.org/2010/09/2690/) y para toda la humanidad:

“Comieron todos hasta SACIARSE y recogieron los trozos que habían sobrado: SIETE espuertas. Eran unos CUATRO mil…” (Mc 8,8-9) (https://www.atrio.org/2010/11/la-semilla-de-la-igualdad-12/).

        Entre uno y otro relato de la división de los panes Marcos incluye el protagonizado por la mujer sirofenicia. Aquí se identifica el pan con el Proyecto y se habla de la liberación que produce:

“La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija. Él le dijo:

        El cuarto evangelio confirmará de forma rotunda, poniéndolo en boca del Galileo, que la adhesión a él y a su Proyecto (‘pan’) sacia de forma definitiva el hambre y la sed profundas del ser humano:

“Yo soy el pan de la vida. Quien se acerca a mí nunca pasará hambre y quien me presta adhesión nunca pasará sed” (Jn 6,35).

7 comentarios

  • PEDRO BOSCH ORREGO

    Lo siento Gonzalo pero si tengo que pensar en las Bienaventuranzas para la otra vida, a mi no me sirven. El esa ya no hacen falta, porque es un regalo del Padre. La culpa es nuestra, de los que nos decimos cristianos, pero no queremos entrar en la Sociedad Alternativa que suele repetir Salvador. No queremos repartir nuestros bocadillos y así es imposible que los pobres dejen de serlo y  por supuesto no permitimos que Dios pueda implantar su reinado, porque se acabarían nuestros privilegios y claro…

    Un saludo

  • GIORDANO BRUNO

    Primero quiero decirte Oscar Santos Pacheco, eres como un aleteo de mariposa que te roza el corazón……..

    A ti Ana, te veo triste ¡¡¡ánimo!!!, esa iglesia tardó en descubrir que el Gran galileo  era Dios,(MAS DE TRESCIENTOS AÑOS) ¡¡¡que inmenso error!!!!Ni  puñetero caso¡¡¡

    Otra vez, amigo mío Antonio Duato te escribo mi felicitación por tu noventa aniversario .UN ABRAZO. Cuidate, te necesitamos.

  • carmen

    Es que es muy denso todo. Lo leeré a trocitos porque de golpe se me escapan mil cosas.

    De todas formas hay una idea que se va abriendo camino en mi cabeza. Es que esto que dijo o intentaba comunicar o lo que estoy entendiendo, diría que jamás se ha puesto en práctica. Bueno, por algún grupo supongo que sí, al principio del principio.

    Pero había muchísima confusión. Se empeñaron en resucitarlo y convertirlo de Dios y de Dios solamente puede salir una religión. Y éxito total como religión. Pero claro, no sé yo si pretendía eso. Desde luego desde muy joven había alguna cosa no me encajaba. Jamás lo he visto como un siervo sufriente. O sea, jamás. Ya me podian decir, a mí me venía a la cabeza el látigo y la arrogancia que a veces me transmitía. Y no entendía. Pero claro, decían muchas cosas, muchísimas. Interpretaciones del evangelio como el mismo Dios. Qué todo tenía que estar orientado a la vida futura. El pecado, la culpa, el triángulo con el ojo que siempre te ve, hasta tus últimos pensamientos…uf. Era duro aquello.

    Pero creo, me parece, opino por lo que leo a Salvador y a otros, el mensaje de Jesús no es ese. No lo sé. Pero tengo el convencimiento de que no se entendió. Y no era para menos. Si esperaban un libertador tipo Moisés, pues ya me dirás.

    No se me va de la cabeza que los evangelios están escritos al revés. Por alguien o alguienes que conocían las escrituras, y les encantaba Isaías. Bueno, los Isaías, que esa es otra. Y como que quieren demostrar que en Jesús se cumplían las escrituras, pero entendiendolas de otra forma. Haciendo otra lectura de ellas.

    Por otra parte los que se dedicaban a esas cosas en las sinagogas estarían indignados, no entenderían nada , lo considerarían un loco suelto y además peligroso para su religión. Pues bonicos eran con sus preceptos y sus jaleos. Y ya para terminar Roma no lo vería con buenos ojos por el simple hecho de que atraía multitudes, si es cierto que las atraía, y eso no gusta un pelo. Y más con la tensión que había en la zona. No iban a permitir un solo movimiento de protesta. Y claro, pues lo mataron.

    Pero, entendieron bien? Desde luego lo que leo ahora nada tiene que ver con lo que nos decían. Y quienes nos lo decían? Pues ya sabes. Porque cuando se convirtió en una religión poderosa, había que atarlo todo y bien atado. Una religión tiene normas  Y lo ataron. Vaya que sí.

    Luego creo, pienso, opino que, por lo que estoy entendiendo con el paso de los años y textos leído, es que lo que trató de decir en realidad nunca se intentó poner en marcha, salvo, supongo, que al principio del principio.

    Entonces, ha fracasando su proyecto? Pues no sé yo si puede fracasar algo que no se ha puesto en marcha. Estaría por ver. No sé.

    Y cuál es su proyecto? Pues no lo sé. Creo que va por el grano aquel de mostaza. Aquello de la levadura. Hay otra forma de vivir. Pero claro, eso tiene que ser a nivel individual primero, convencerte y luego, veremos. Y creo, pienso, opino que se quedó en esa primera fase . Sed levadura, dijo. Pero cuidado, a ver dónde se echa esa levadura o dónde se planta el grano de mostaza. A lo mejor ahí ha estado el error. Porque levadura han sido los cristianos, y grandes cosas han levantado, pero, se trataba de levantar un imperio? Quizás no. Personalmente no creo que quisiese montar una religión donde él fuese el Dios. Demasiado sensato para eso, además, el ya se sentía elegido por su Dios. No creo que fuese por ahí.

    Pero…la historia ha sido como ha sido. Y no se puede cambiar.

    En fin.

    Me gusta leerte, pero lo tengo que hacer despacio.

    Fin.

    • salvador santos

      Hola Carmen

      También a mí me gusta leerte. Cuando lo hago imagino tu cara… y me da alegría.

      Solo una sugerencia por si te resulta útil. Lee muy, muy despacio y en voz queda; es decir, escuchándote. Y no sigas, si algo no has entendido.

      Te mando un beso

       

  • Gonzalo Haya

     
    Estimado Salvador, la ambigüedad de las bienaventuranzas, que siempre queda pendiente, es ese futuro, que tú resuelves como futuro inmediato. Y creo que todavía queda pendiente por muchas “perlas” del antiguo Testamento que logres ensartar. ¿Qué tierra heredarán “los sometidos”? Si se trata de algo material y pronto, la promesa no se cumplió entonces ni se cumple ahora; si es un futuro lejano, ya han pasado veinte siglos y todavía no se ve claro que se esté cumpliendo, aunque sí puede decirse que la humanidad ha mejorado algo en todo este tiempo. El mismo salmo 37 que citas se atreve a decir “Dentro de poco no habrá ningún malvado” (v. 10) y “Fui joven, soy ya viejo / pero nunca vi un justo abandonado / ni a sus hijos pidiendo pan” (v. 25). Somos viejos y hemos visto muchos “hijos pidiendo pan”. ¿Habrá que interpretar las bienaventuranzas como una promesa para la otra vida, o reducirla a una felicidad inmaterial en este mundo, por la satisfacción de la buena conciencia, y por liberarse de las preocupaciones del ambicioso?
    Creo que los profetas y el mismo Jesús esperaban el cumplimiento inmediato del reinado de Dios. Nuestra experiencia es que “ya sí, pero todavía no”. A medida que el reinado de Dios, lo que denominas como “una sociedad alternativa”, se va cumpliendo en el mundo, también se van cumpliendo las bienaventuranzas interna y socialmente. Quizás nuestro error esté en que entendemos las promesas de Dios, el evangelio, de una manera individual: ¡la salvación personal! En cambio parece que la perspectiva de Dios se refiere siempre al colectivo humano, la sociedad global en el espacio y el tiempo. Ahí sí puede decirse que se va cumpliendo el programa de Dios: las bienaventuranzas.
     

    • ana rodrigo

      Llevo unos días calladita por falta de fuerzas y de inspiración por culpa del covid19.

      Como al leer a Gonzalo en este comentario, coincido con él en lo que dice, aprovecho, con su permiso, para firmar lo que dice porque estoy de acuerdo con su idea y sus ideas.

      Lo único que añadiría de mi cosecha, es que el mensaje de las bienaventuranzas, con el paso de los siglos, aún sin conocerlas, lo han asumido otros colectivos sociales, con una ética basada en lo que después hemos sintetizado en los DDHH, y pueden estar haciendo lo mismo que los colectivos con inspiración cristiana. Si el “Reino de Dios” dependiese del Cristianismo, ya hace veinte siglos que se hubiese conseguido. Ni siquiera Jesús cambió ni la sociedad de su entorno, ni la sociedad mundial de la época, sólo grupúsculos reducidos. Después vino la Iglesia….

  • mª pilar

    Hermoso y profundo texto…pero..:

    ¡Hay que optar por ese camino, sin esperar que el “cielo” remedie todos los males!

    ¡Optar!

    Para vivir comprometidos y activos, con el Proyecto de vida que el Galileo proclamaba; y eso, cada día parece estar más lejos. ¿Por qué la sociedad humana, esta cada día más cerca de los Trump o de Vox; porque cada día está más violenta la sociedad y harta de padecer asfixia social y no se alimenta de verdad por esa:

    ¡Sed de justicia que exige nuestra colaboración y lucha contra ella!

    Para mí, es sencillo dado que mis aspiraciones son, poner cuanto esté en mis manos a poquitos, con gozo…y dolor… cuando experimento la ceguedad humana, que no le importa hacer a otras personas lo que hacen con ellas mismas…ese no es el camino, el camino es, ir sembrando en cada ocasión, esa paz ansiada por toda la humanidad; pero resulta, que las acciones personales son totalmente contrarias” a lo que dice Jesús  el Galileo.

    Hacer todo lo posible al sembrar en cada acción, el bienestar de quienes nos rodean, hasta una sonrisa, puede tener un valor inmenso en el momento adecuado.

    Pacificar no enfrentar, hasta en la mínima acción que salga de nuestro corazón-alma-entraña; hay veces que hablar con claridad ante la injusticia, puede llevar consigo consecuencias extrañas, pero es ahí, donde hay que poner nuestra capacidad de soportar la injusticia, del que es incapaz de ver.

    Salvador ¡Gracias! de todo corazón por no “arrugarte” ante todo cuanto nos rodea…que no es esperanzador…y seguir adelante luchando por expresar el veraz contenido que posee su Palabra, porque de verdad:

    ¡¡¡Da Vida!!!

    Un abrazo muy entrañable y agradecido.

    Dejo en silencio la actuación de la iglesia poder en todo esto que nos acontece, que tiene tela.