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Tiempo para la esperanza

Humildemente colgó ayer Isidoro este texto como simple comentario al editorial. Creo que merece ser leído y comentado como una nueva entrada. Ascende superior. Precisamente por lo relacionado que está con ese editorial que soy consciente no haber renovado aún en el inicio de una nueva temporada. Lo declaré ‘Manifiesto inacabado’. E inacabado está este brotar de una primavera que los humanos aún no podemos disfrutar. Primavera en nuestro hemisferio, pues soy consciente de esa bipolaridad del planeta más influyente en todo que la de oriente y occidente Este editorial, con sus doscientos comentarios, va a quedar fijo más tiempo. Y, desde mi silencio atónito de ojos abiertos, os agradezco a quienes vais día a día releyéndolo y completándolo. AD.

“El tiempo pasado y el tiempo futuro, lo que podría haber llegado a ser y lo que ha sido, apuntan a un fin, que está siempre presente”.  T. S. Eliot

Cantaban hace tiempo, los “Golpes Bajos” que éstos “son malos tiempos para la lírica”. Pues parece que también son malos tiempos para la esperanza. Todo es crisis y más crisis.  Y corremos el peligro de realizar una profecía autocumplida.

Señala Noam Chomsky que “si supones que no existe esperanza, entonces garantizas que no habrá esperanza. Pero si supones que existe un instinto hacia la libertad, entonces existen oportunidades de cambiar las cosas”.

Y otro que opinaba lo mismo era Gianni Versace, que hace ya treinta años decía que “la palabra crisis, ha nacido de los malos políticos, de los malos empresarios y de las gentes que no sabiendo hacer bien su trabajo, buscan justificarse con una mala coartada”. 

Por eso como reacción ante todos esos malos profesionales, que nos han traído hasta aquí, estos son tiempos para fomentar la esperanza.

La virtud de la esperanza es una de las tres virtudes “teologales” junto con la fe y la caridad. Es verdad que respecto a sus hermanas es la más devaluada, a la que se le da menos importancia.

La fe en Jesús garantizaba según él, la entrada en el Reino. Y sobre la caridad, San Pablo cantó todas sus excelencias. Por ello queda la esperanza como la hermana pobre de las virtudes referentes a nuestra relación con lo sagrado. Sin embargo es trascendental desde el punto de vista humano, (¿y hay algún otro punto de vista más importante que éste?).

El núcleo inicial de todas las virtudes nace directamente de nuestro inconsciente y por ello son totalmente involuntarias a nuestro “yo”.

La fe nace como una fuerte intuición de la existencia de un conocimiento “misterioso”, la caridad, proviene de una “empatía” intrínseca que se siente o no se siente, y la esperanza, de forma similar, proviene de un cierto “optimismo”, que igualmente es totalmente gratuito.

Por eso esas tres “sensaciones” o “sentimientos” que nos afloran de dentro, han sido catalogados por los teólogos como un don de la “gracia”, porque son sentimientos innatos, intrínsecos de nuestro carácter o personalidad, que se tienen o no se tienen.

(O mejor dicho, tenerlas las tenemos todos, pertenecen a nuestra naturaleza humana heredada, pero unos conectan con ellas y otros, no).

Pero lo que las convierte en verdaderas “virtudes”, en cuanto actitudes voluntarias, esforzadas y conscientes, es la capacidad de aflorar a la conciencia,  esos sentimientos personales innatos, muchas veces enterradas en la profundidad de nuestra mente, con tanto valor = “trasto viejo e inútil” que nos aliena.

Por eso la verdadera virtud de la esperanza, va más allá de una intuición “loca” optimista. Es intentar ser más optimistas de lo que nos dice nuestra intuición subconsciente: o sea es querer ser optimistas y buscar y encontrar razones para ello.

Porque una cosa es una esperanza “seria”, y otra muy distinta es una esperanza infantiloide. Esta última es la actitud del niño al que le sueltan en una tómbola, para que escoja lo que quiera.

La “virtud humana” de la esperanza debe sostenerse en el conocimiento. Decía Miterrand que “el poder para lo que sirve es para dar esperanza”. Pues pasa lo mismo con el conocimiento: si no es fuente de esperanza, es un conocimiento vano.

Y por ello una cosa es ser optimista y otra muy distinta es creer que todo es posible. Nosotros somos unos seres integrantes más del Universo, y sujetos como todos los demás, a sus leyes y formas constitucionales.

Y por ello nuestro sentimiento de esperanza debe provenir de un discurrir razonado con conocimiento, sobre cómo conseguir un buen resultado final de nuestra historia como especie, en nuestro paso por este Universo del que somos integrantes.

Por ello la virtud humana de la esperanza, sería una fuerte sensación, apoyada en un conocimiento que tenemos que buscarnos, de que al final, a pesar de que todo apunta muy mal, todo se arreglará.

Por ello la esperanza va íntimamente unida, en los creyentes, a una fe en una cosmogonía que al final acabará bien para nosotros como humanidad. A que quizás tengamos un valedor poderoso, un “enchufe” diríamos castizamente, que hará la vista gorda, y nos dará el pase, el empujoncito., con la autoridad que tiene.

Y en los laicos, la esperanza se sustenta en que existe una ley evolutiva universal, muy poderosa, que rige desde la formación de los primeros quarks, hasta ahora, según la cual, existe un mecanismo universal de mejora contínua, que en nuestro caso magnificará el grado de eficiencia de nuestras mente humanas.

Está claro que la verdadera esperanza es una virtud loca, pero es que si no lo fuera, ¿cómo sería una virtud?. Y es clave respecto a nuestra visión filosófica-religiosa.

Hay una frase muy didáctica de Averroes que dice: “Cuando me preguntan dónde está Dios, si el preguntante tiene poca cultura espiritual le digo que está en el cielo. Si es de cultura media, le digo que está en todas partes, y si es una persona culta le digo que no está en ningún sitio”.

Pues con la esperanza pasa algo parecido. Si me preguntan en qué tengo esperanza, si el que me pregunta tiene poca cultura espiritual, le diré que en una vida futura, en la que todos tendremos un cuerpo de treinta años, del que daremos buen uso adecuadamente, (¿?), y beberemos de arroyos de leche y miel.

Si me lo pregunta uno de cultura espiritual media, le diré que creo que en la vida futura, estaremos eternamente conociendo las maravillas de la realidad de Dios.

Y si me lo pregunta una persona espiritual realizada, le diré que estaremos en la nada del polvo de estrellas, (donde ahí no nos dolerá ningún hueso, ni se nos caerá más, ni el pelo ni los dientes), y nuestros descendientes integrantes de la humanidad triunfante, viajarán explorando por el cosmos, junto con sus compañeros de los otros planetas del “Reino de Dios”, y de cuando en cuando se acordarán de nosotros, sus antecesores que habremos colaborado un poquito a su triunfo final.

Y viviremos eternamente, en las páginas de los libros de Paleohistoria Cósmica, al igual que los Neandertales están en nuestra prehistoria actual.

71 comentarios

  • Isidoro García

    Amiga Asun: Me preguntas por “el problema de raíz para ser capaz uno mismo de hacerle frente y erradicarlo, (me imagino que a la depresión)?

    Yo no soy especialista, y también ando dando tumbos, como todo el mundo. Yo lo que creo es el que las verdaderas depresiones-enfermedades, la endógena o reactiva, y la exclusivamente biológica, o exógena, son cuestión de los médicos, y la farmacopea ayuda, (aunque todavía le falta mucho para ser efectivas del todo).

    Esas depresiones, no las sufre todo el mundo, ni con la misma intensidad. Pero lo que sí sufrimos todos, son las crisis existenciales, con su corolario depresivo, (como efecto o síntoma), fruto del proceso universal humano de maduración personal.

    Son momentos en la vida, en los que nuestra cosmovisión, que nos habíamos procurado, deja de ser convincente para nosotros mismos, y dejamos de encontrar sentido a nuestra vida. Hay que reordenar ideas, desechar muchas de ellas, e incorporar otras, y sobre todo cambiar de perspectivas de lo conocido. Y eso no se hace de la noche a la mañana, es un proceso que dura toda la vida. Porque si después de la crisis de los cuarenta, la cerras en falso, vendrá la de los cincuenta, y la de los sesenta, y…

    Eso lo pasamos todos, lo que pasa es que mucha gente no es consciente del proceso, y sufre solo las consecuencias, que son por ello inesperadas, y se va al psiquiatra, (muchos no van), para atacar los síntomas con pastillas. Pero eso es tan absurdo, como pensar que si quieres hacer feliz a tu perro, le debes mover la cola de un lado a otro. El perro feliz, la mueve, pero no porque se la muevas le vas a hacer feliz.

    En el fondo Asun, yo creo que casi todos, (por no decir todos), los que leemos este sitio y otros, lo hacemos terapéuticamente, para ir poco a poco recolocando piezas en la cosmovisión, y alcanzando ese sentido de la vida tan deseado. Por ello sinceramente creo que blogs como este deberían estar subvencionados por la Seguridad Social.

  • Isidoro García

    El lenguaje es equívoco, y mucho más aún el breve. La brevedad exige reducir, y muchas frases sueltas se entienden mal.

    Yo no hablo de “filosofía”, el amor a la sabiduría. Yo hablaba de los filósofos actuales, y de su escaso papel de guía en el mundo actual, tan necesitado de ella. Antes, por ejemplo Ortega, era considerado por todo el mundo un oráculo, un maestro, un orgullo para España. Escribía en los periódicos, y hablaba de los problemas de la gente.

    Incluso en la Transición y después los artículos de Savater en El País, eran esperados, leídos, y venerados.

    Pero después no sé qué ha pasado. Yo creo que es un efecto perverso de la LOGSE. Antes yo creo que se respetaba a personas así. Ahora, quizás, como sabemos un poquito de todo, (tele, Internet), ya creemos que lo sabemos todo, y se mira con sospecha al “maestro”: ¡¿Qué se ha creído ese “pavo”?, nos va a venir con lecciones a nosotros!.

    Y el filósofo, que vive del respeto de sus discípulos, (como el caballo se alimenta del ruido de su galope), se retira semiavergonzado, y se refugia en sus castillos de léxico profesoral.

    Y aquí, nos hemos quedado huérfanos de guía, en medio de un guirigay de voces y ruido, en Twiter o Instagram. “¡Cuidadito con lo que dices, que te despellejamos!”. Definitivamente los locos han tomado el mando del manicomio.

    • Isidoro García

      Añadido:
      Y por todo eso, los únicos que se atreven a afrontar los problemas filosóficos de la gente, son los psiquiatras y psicólogos, pues ellos, protegidos con su bata blanca, y el respeto-veneración que la gente mantiene aún por los médicos,son los que se atreven a explicar a la gente la realidad.

    • Iñaki SS

      Al aflorar este interesante tema de la depresión, amigo Isidoro, me has transladado a la decada de los 90, del siglo pasado. Precisamente, en 1990, con 52 añitos, un estrepitoso fracaso como pequeño empresario estuvo a punto de acabar conmigo. Se me junto todo…tristeza, miedo, congoja, desaliento, frustración, desazón… y no había forma de dormir. Total que la situación me originaba un peligroso hundimiento energético que había que atajar.
      Tuve suerte, tropecé con un” “pastillero after, (psiquíatra), que detectó rápidamente que mi depresión era más bien reactiva,( el decía por causas exógenas), y empecé un tratamiento. Fué a base de píldoras, de uno y otro tipo que, entre otras cosas, tenían la misión de hacerme dormir. Efectivamente, sabia de medicamentos, pero poco más. Lo del cambio de filosofía de la vida tuvo que ser por mi cuenta, con apoyo familiar y en el campo psicológico un poquito en plan autodidacta, buscando muletas muy en el fondo de mis creencias religiosas y en un tímido acercamiento a la filosofía. La recuperación fue lenta pero llegó. El 21 de Agosto del 1995 tomé la última pastilla para dormir y desde entonces no he necesitado ninnguna más. Curiosamente, unos años después me tropecé con mi psiquíatra en el metro y le encontré raro. Me dió la impresión de que el deprimido era él.
      Ahora estoy tratando de digerir a Marcus Gabriel , en El Sentido del Pensamiento, en su intento de demostrar que las máquinas, los Ciborg, con toda su inteligencia artificial, no nos van a resolver los problemas de la Humanidad. Por mi parte, tengo la impresión de que……, tampoco los psicólogos/psiquíatras serán capaces de arreglar nuetras neuronas a base de calambrazos.
      Un saludo cordial

      • Antonio Duato

        En este magnífico diálogo, a la altura de los platónicos, que nos estáis ofreciendo a todos entre Isidoro, M. Luisa, Iñaki, Oscar y otros –¡qué satisfecho estoy de haber seguido mi corazonada de trasladar el texto inicial a la columna central!– quiero resaltar este comentario de Iñaki.

        Acongojado como estamos todos por la gravedad de la pandemia, creo que nos vienen muy bien estos relatos sencillo de cómo en otras ocasiones se consiguió vencer las depresiones y pesadillas para reencontrar un animus serenus. Y relatos sencillos de vida, como este de Iñaki o el Pedro Zabala en otra entrada, son, al menos para mí, mejores que las pastillas o sofás de los mejores psiquiatras.

        Os deseo a todas y todos, aún sabiendo que hay que afrontar y pensar a fondo los grandes temas, recobrar la sencillez y paz de los niños, de quien antes que responsable del mundo entero se siente un ser mínimo y efímero“. Gracias, Iñaki por tu sinceridad y esa paz interior que tramites, que no necesita pastillas.

      • Carmen

        Cuando el universo se desplomó sobre mi cabeza hecho añicos, claro, al psiquiatra, ya lo he contado mil veces. Le llamaba mi psiquiatra el loco. Era genial. No me hacía ni caso, tenía clarísimo eso mismo que te dijeron a ti. Es una depresión exógena. Él Tenía clarísimo que iba a salir. Desde luego yo me creí que aquello era el fin del fin. Pero no.

        Hace unas semanas me lo encontré en el supermercado. Hacía como ocho años que no lo veía, por lo menos. Le dije: usted fue mi psiquiatra. Me miró como desconcertado y me dijo con toda su sorna, pues espero que le fuese bien. Bueno, seguimos los dos vivos, le dije, esa es una buena señal. Y me fui.

        Por supuesto no sabía quién era. Nunca lo supo. Tengo historias para escribir un libro. Un día no le dió tiempo a ver mi ficha, jaaaaa, y no sabía quién era, claro. Y empezó a hablar a ver si yo entraba al juego y le daba alguna pista. Empezó no se cómo a hablar del rey Juan Carlos por alguna noticia y yo escuchado. Se fue hacia atrás, hacia atrás, llegamos a alfonso13 y yo, muda. Y sigue y sigue y cuando oigo el nombre de Isabel segunda , bueno, me pasmé. Le pregunté: está usted bien? Necesita ayuda? El señor me miró con mirada estranguladora y me preguntó: y usted, usted quién es?
        Jaaaaaaaaaaaa.
        Pero un profesional estupendo. Alguna pastilla y a esperar que pase el tiempo. Nada de tragedias.

        También fui a un psicoanalista cuatro sesiones. Genial. Después de mil pruebas de esas y dejarme hablar, me dijo un par de cosas y me dejó preparada para la lucha.

        Lo digo por lo que dices que has visto a tu psiquiatra y lo encontraste regular.

        Es que todos tenemos problemas similares. Ellos también. Todos. Lo tengo clarísimo.
        Me voy a pasear. Es mi hora.
        Dicen que somos población de riesgo los mayores de no sé qué edad, pero también tenemos un buen sistema inmunológico mental. Ya hemos vencido muchos virus de otro tipo.
        Un abrazo.

    • M. Luisa

      Isidoro, aunque a veces el lenguaje resulta equívoco como tú muy bien dices yo procuro entenderte y creo que lo estoy consiguiendo. No sé si has leído mi comentario de esta mañana, pero da igual, el problema mío era de orden físico, es decir orgánico, afectaba a ese corazón que todos tenemos, en mi caso al mío y por tanto a quien acudí fue no al psicólogo sino al cardiólogo. En las personas, como sabrás, el fenómeno psíquico se manifiesta físicamente. De ahí puede deducirse que en el ser humano lo psíquico es orgánico y lo orgánico es psíquico. Se trata por tanto de aquella unidad a la que tantas veces hago referencia aquí.

      Ahora bien, cojamos mi caso, por ejemplo, que puede servir para toda persona en general. Suponiendo que en las vicisitudes vividas en aquel entonces mi salud todavía no hubiera presentado ninguna forma de manifestación física, es de suponer que no habría tenido sentido alguno acudir como hice al cardiólogo. Siguiendo con el ejemplo imagínate ahora, que entonces me voy al psicólogo creyendo o estando convencida de que éste me va a resolver el problema, es decir, despegándolo de su manifestación física ¿no crees que esta precipitación mía me hubiera condenado a no poder experimentar por mi misma aquella magna frase tan llena de sabiduría “conócete a ti mismo”? esta frase no tiene nada de retórica, ni de puramente intelectual, toda ella es una llamada, un grito a la experiencia de esta unidad psíco-somática que en nuestro vivir la hemos de hacer posible y real. En resumen los psicólogos se quedan a la mitad del camino no van a la radicalidad que al asunto le conviene.

      • Carmen

        Hola.
        Eso que cuentas es muy normal. Se llama somatización. Y ni se sabe a qué te va a afectar
        Mareos, vértigos, dolor de estómago, taquicardias, ataques de pánico…uffffff
        Un montón de cosas.
        Y es que somos uno. Si te digo una unidad de destino en lo universal a lo mejor no te gusta la bromica.
        Pero es tal cual. Somos una unidad. Una, no dos
        Una. Podemos hacer todas las divisiones que queramos a todos los niveles que queramos
        Pero somos un ser humano. Nada más y nada menos. Pero uno.
        Un abrazo.

  • Isidoro García

    Aldous Huxley, en 1951, (¡hace 70 años!), ya escribía: “Nuestro mundo actual, en el presente año, anda psicológicamente mal. Nuestros pensamientos son caóticos, nuestros nervios están crispados, somos presa del pesimismo y de la depresión, parece como si nos asustáramos de nuestro propio ente humano”.
       Entre las depresiones auténticas, (reactivas, y/o biológicas), y las “falsas”, (en realidad “crisis existenciales”), el auténtico virus mortal de la humanidad, la depresión, sigue avanzando.
        El psiquiatra Guillermo Lahera, dice:
         “La depresión es una enfermedad crónica y recurrente que afecta a entre el 8% y el 12 % de la población y representa una principal causa de discapacidad, (la primera, según las previsiones de la OMS para 2030).
         La depresión no es una mera expresión intensa de emociones negativas, (tristeza, miedo, rabia, congoja, desaliento…), sino un declinar estable de la biología que hace al ser humano sentirse vivo: el tono, la fuerza vital, el humor, el instinto: un hundimiento energético.
        Sigue existiendo una percepción de la depresión en la sociedad, como una mera reacción emocional a acontecimientos adversos.
         El abordaje equivocado de esta enfermedad tiene efectos nefastos: al mismo tiempo que minimiza el sufrimiento del auténtico enfermo depre-sivo, asciende a la categoría de enfermedad, el malestar psicológico, la frustración, la desazón y la infelicidad.
         El modelo clínico al uso, ha demostrado ser muy útil para explicar los trastornos mentales graves, pero no parece eficaz para explicar y dar sentido al sufrimiento inherente a la vida humana.
          Lo primero es diferenciar la enfermedad mental del mero sufrimiento, inherente a la vida humana. Para lo primero, debemos poder ofrecer a los pacientes el mejor tratamiento médico y psicosocial. Para el sufrimiento, quizá tengamos que recurrir a un cambio en la filosofía de vida”.
     
        Y es un fenómeno que va en aumento, y solo se contempla, las personas medicalizadas, y no las personas que lo sufren anónima y solitariamente.   
           Y aquí es donde debería entrar de verdad, la filosofía, en vez de perderse en vericuetos lingüísticos y semánticos y ser ininteligible para la persona culta pero no profesional.
         Decía Wittgenstein, que la filosofía debe ayudar a la mosca a salir del frasco, debe ser útil al ser humano. Si no lo hace se convierte en palabrería… culta, sí, pero palabrería.
       ¿Y quién le enseña a la gente en crisis, que debería cambiar de filosofía de vida, y cómo hacerlo.
    -Los psiquiatras, si se ciñen estrictamente a su psiquiatría biológica, no lo hacen. Son como pastilleros de “after”, pero con bata, título y prestigio. Saben de medicamentos, (muy útiles para los auténticos casos de enfermedad depresiva), y muchos no saben más del tema.
    -Los filósofos modernos, ni están ni se les espera;
    -los curas, y los propagandistas políticos, van a lo suyo, que ya sabemos lo que es: captar clientes.
    – los activistas sociales suelen ser adictos a la “acción”. Como decía Noel Clarasó: “Hay mucha gente que cuando hay que hacer algo, hace algo, aunque no sea exactamente lo que hay que hacer”.
    – Muchos psicólogos, hacen lo que pueden, pero se quedan enredados muchas veces en terapias, que atacan los síntomas: animando al deprimido a “que haga actividades”, “que piense en positivo”, o “que ponga de su parte”. (Lo que ayuda, pero no atacan el problema de raíz).
     
       Realmente aquí lo que se necesitan son “sabios”, y entre ellos, muchos serán filósofos, sin duda. Pero me da la impresión que la mayoría, (al menos lo que yo leo), son psiquiatras y psicólogos, que además de sus conocimientos estrictamente “profesionales”, saben “algo más”.

    • Asun Poudereux

      Muchísimas gracias, Isidoro. Muy sincero, te siento.
      ¿Y cual crees, Isidoro, es el problema de raíz para ser capaz uno mismo de hacerle frente y erradicarlo?

      Me encantaría que dieras una respuesta a esa pregunta. Seguro que otras personas de Atrio están también interesadas.

      Un abrazo y buenas noches.

    • M. Luisa

      Leyéndote esta mañana, Isidoro, he llegado a un punto en el que en tu descripción he visto reflejado mi caso, pues ha sido de estos en que he tenido que remover cielo y tierra para hallar en todo su sin sentido un poco de comprensión y todo ello en silencio y en completa soledad. Aun así siempre me he dejado atrapar por algún que otro momento de felicidad. Siempre he pensado que cuando llegas un poco a comprender las cosas todo ante ti cobra otra figura que te da sosiego y estabilidad.

      Mira, recuerdo, que tras un amago de infarto cuando solamente tenía cuarenta años claro, entonces, tuve que echar mano de medicación, pero un buen día cuando hubo pasado un cierto tiempo en la visita médica le dije al doctor que era una persona mayor, muy mayor, una de aquellas que refleja auténtica vocación, le dije que ya me veía con fuerzas para afrontar la situación y que tal vez ya no necesitaría tomar las pastillas para el corazón y le pregunté si él creía que la filosofía a la que me había lanzado de lleno, las pautas que me dada ésta podían ser las causantes de sentirme liberada, me miró sonriendo afirmando que sí, desde entonces no tomo medicación alguna, bien entendido, para el corazón, para otros achaques sí, naturalmente.

      Desde entonces la filosofía ha sido mi medicina. Cuando trabajaba, su espacio estaba reservado de cinco de la madrugada hasta las nueve de la mañana que me ponía a trabajar, llevé así veinte años y lo he mantenido hasta el día de hoy que ya estoy jubilada pues descubrí que aquellas son las mejores horas para el estudio.

      Con todo, ya puedes imaginarte que al tener que depender de mis severas circunstancias, el autodidactismo ha sido el que siempre me ha guiado en el estudio por lo que al contrastar luego mi experiencia en él ha sido esto precisamente lo que ha significado para mí el expediente máximo de la prueba.

      Un cordial saludo

    • Carmen

      Sabes qué saben? Saben escuchar. No digo oír, digo escuchar. Observar , pensar en todo lo que han escuchado a mil personas diferentes, reflexionar y sacar conclusiones.
      A veces aciertan.
      Pero no todos sacan las mismas conclusiones, porque ellos también están influenciados por, pues por todo.
      Pero llevan mucho camino recorrido.
      Eso creo, pienso, opino.

      Muy interesante todo lo que habéis dicho. Me habéis sorprendido. No os creía capaces de hablar de esta manera. Y es estupendo.

      Ahora sí que me voy
      Viva el aire libre.

  • Isidoro García

          Tenía pendiente una reflexión con M.Luisa, sobre el tema de las emociones y sentimientos en el pensamiento humano.

            Reconozco que el tema de las emociones y sentimientos, me es bastante ajeno. Centrado en lo cognitivo, siempre me he focalizado en la racionalidad consciente, y en el mundo de lo inconsciente, y esa tercera pata de lo sentimental-emocional me es muy desconocida.

       Y parece ser que actualmente la distinción entre emoción y cognición está siendo objeto de debate en el sentido de que para muchos la emoción es una forma de cognición, pues influye muy directa entre y son uno de las fuentes de las intuiciones que recibimos, y que condicionan y mucho nuestro razonamiento posterior.

     

    1.     

          Lo primero que me sorprendió es la idea de la psicología evolutiva, de que las emociones son algo así como un catálogo de conductas automáticas, una especie de piloto automático, de alarma conductual, que saltan autónomamente mediante un estímulo del medio, para permitir al individuo responder de modo efectivo tanto a los desafíos como a las oportunidades que le plantea el entorno.           

          Son como un piloto automático que tenemos, gestionado por nuestro cerebro primitivo reptiliano, para no tener que esperar a discernir, mediante unas capacidades racionales, muy limitadas y además muy lentas.

        En la época del hombre primitivo, el sistema emocional ha demostrado en la práctica su funcionalidad, ante el gran problema antiguo de la humanidad: la supervivencia física.

        Pero quizás, los cambios culturales que nosotros mismos hemos producido, han hecho que desde hace unos 3.000 años, (y la deriva va acelerándose rápidamente), esa estructura mental antigua, ha empezado a ser ineficiente para la nuevas necesidades del ser humano.

        Y ahora, en muchas ocasiones son un claro estorbo, de tal manera que en muchas ocasiones, y cada vez más, nos bloquean e inhabilitan para una vida normal, y desde luego para un discernimiento mínimamente adecuado.

        Porque ahora en esta nueva época, el objetivo básico del humano ya no es la supervivencia física, sino la felicidad personal, y social.

          El funcionamiento de un sistema, configurado y optimizado para unas circunstancias, en una época nueva, ocasiona un mal funcionamiento, pues a veces salta a destiempo, o en magnitudes excesivas, ocasionando unos estados disruptivos que alteran el equilibrio mental interno, y puede llegar a ser incapacitante para el individuo.

          Cada emoción está diseñada para responder a un desafío concreto para la supervivencia o la reproducción, que se ha presentado en situaciones específicas que han sido recurrentes a lo largo de la historia evolucionista. (Tooby & Cosmides, 1990).

            De la misma manera que el sistema operativo permiten funcionar a un ordenador, podemos decir, que las emociones son el software primario o los programas primitivos de la mente.    

           Evolutivamente, son una adaptación, es decir, un conjunto de respuestas eficaces y coordinadas que ayudan al organismo a reproducirse, proteger su prole, mantener alianzas y evitar amenazas físicas.

     

    2.

       Dice Henry Buckle que “en cada gran época hay una idea más poderosa que las demás, una idea que configura los elementos de la época y determina su resultado final”.

        Y cuando cambia esa idea –eje conductora, todo el sistema del zeigeist de cada época, se desmorona. Lo que valía ya no vale, y nos encontramos como huérfanos desvalidos.

        Y por el mismo camino va Mariá Corbí: “La crisis axiológica, (de cosmovisión del mundo), que estamos sufriendo es la más grave que ha sufrido la humanidad en su larga historia. ¿En qué se fundamenta esta afirmación? 

          En que tenemos que realizar un tránsito que jamás ocurrió en el pasado: pasar de programarse para no cambiar y bloquear todo posible cambio de importancia, y toda posible alternativa, a tener que programarse para fomentar, mantener y motivar el cambio constante”.

          Al homo sapiens primitivo, su naturaleza, y sus sistemas fisiológicos y sobre todo mentales, le han ido muy bien, demostrando su eficacia. Y no había que cambiar nada.

       Pero ahora, debido a nuestro “éxito”, (este es un claro ejemplo de “morir de éxito”), la situación ha cambiado, y por ello, lo antiguo ya no nos vale, y empieza a demostrar su obsolescencia. 

         Gebser sostiene que antes de la aparición de una nueva estructura mental, la estructura previa entra en un modo “deficiente” caracterizado por su colapso; lo que antes había sido un “mérito” y una ventaja ahora se convierte en un “déficit” y una des-ventaja.

         Y si eso se nota en el sistema de la conciencia  individualista-racional, mucho más se nota en el mundo de las emociones, que es mucho más antigua y primitiva, pues en muchos puntos la compartimos con los reptiles, (cerebro reptiliano).

        Y como los sentimientos, son una racionalización de las emociones instintivo-genéticas, el mundo de los sentimientos se ve arrastrado por esa obsolescencia primitiva y atávica de su núcleo fundacional: las emociones. 

        Lo que es motivo suficiente para la “sospecha” hacia el mundo emocional, si lo que pretendemos es resolver los nuevos problemas a los que nos enfrentamos.

        La obsolescencia actual de muchas emociones, se denota claramente, cuando vemos que según Rafael Santandreu, más del 30 % de las personas, sufre problemas emocionales. 

         Y muchas veces las emociones han sido responsables de unos estados mentales disruptivos, que alteraban el organismo y que debían ser dominadas y controladas por el pensamiento racional. Y todas las éticas, lo que intentan es controlar, dominar y hasta suprimir muchas reacciones emocionales, que condicionan negativamente en exceso nuestro comportamiento.

           Los evolucionistas, por el contrario, plantean que las emociones cumplen unas funciones que permiten al individuo responder de modo efectivo tanto a los desafíos como a las oportunidades que le plantea el entorno.

          Y por ello, se piensa que el ideal es reestructurar y reconducir ese sistema emocional, dirigir el campo de estudio desde las emociones más básicas, (miedo, ira o cólera, alegría, tristeza, asco y sorpresa), hacia  emociones más sociales como la compasión, la gratitud, el amor, la admiración, etc.  

        Lo difícil es hacerlo. Y ahí creo que la futura neurociencia, y sus actuaciones psicotrónicas, (tres o cuatro calambres bien dados en el sitio adecuado), será la solución. Del “sillón de barbero” del neurólogo, saldremos todos fierecillas domadas.

         (Sé que esto no gustará para los esforzados voluntaristas, que piensan que se puede subir a la luna, a pulso por una maroma, pero yo creo que los vagos, los perezosos, y los debiluchos como yo, necesitamos un profeta que en vez de juzgarnos, nos arregle, y ese me gustaría ser yo: anuncio que pronto vendrá nuestro Mesías que nos cure).

       (Y esto viene al pelo, como inicio y enganche del nuevo número de Iglesia Viva sobre el transhumanismo que viene antes de lo que muchos piensan).

    • oscar varela

      Te leo:
      -“el transhumanismo que viene
      antes de lo que muchos piensan”
      …………….
      Le dijo el ciego al cojo:
      -“Hola! ¿Cómo anda?”-
      A lo que el cojo respondió al ciego:
      -“Como usted ve, amigo!”-

  • M. Luisa

    Ayer, Isidoro, te leí en el comentario que le dirigías a Román sobre la necesidad que requería el tema de la esperanza  de tratarlo en versión horizontal, (cardinal decías tú)   y no en la canónica. Eso también lo advertí yo, por eso en el mío, en mi comentario anterior, al final  del mismo y a propósito de tu  misma observación  también me dirigí a él aunque sin nombrarlo  y fue precisamente para dar constancia  de que aquí no se estaba manejando para nada  el tema de la esperanza. El problema, decía,  se encuentra  en no saber distinguir entre emociones y sentimientos.

    Dicho esto que me parecía importante,  comentaré algunas cosas de las que expones. Como te he dicho alguna vez  leerte me atrae enormemente,   sin embargo es obvio   que existe un distanciamiento  en lo que decimos, pero creo  que es debido a la terminología específicamente psicológica que usas.

    Verás, vengo  observando en tus comentarios el empleo frecuente de los términos  “adecuación” “conducta” “comportamiento” etc.,
    El término adecuación, por ejemplo, antiguamente también era compartido por la filosofía  pues era el apropiado para expresar una verdad lógica, es decir, aquella verdad  resultante de “adecuar” el pensamiento con la cosa y consecuentemente con la acción,  sin embargo  esto ahora ya no se sostiene en la actual filosofía.

    Dices: la “virtud” es una conducta positiva, adecuada, y es una cualidad referente a la conducta humana.  Por eso la esperanza no puede ser mas que “humana”, porque todo lo del hombre es “humano”.  

    Si todo lo del hombre(antropológicamente hablando) es humano, dices, entonces más que de conducta habría que hablar de habitud, es decir, de aquel modo, de aquella praxis, de aquella eticidad en la acción  humana que la hace específica. El término habitud  no hace referencia  a ninguna conducta y menos a moral ninguna,  ni tampoco que en ella medie una  gracia especial.

    En síntesis podría expresarse así:
    En cuanto a la conducta:  ésta según  su moralidad definiría al ser humano.

    En cambio  desde la habitud  la cuestión se percibe a la inversa, y entonces no es que el hombre sea humano porque es moral, sino que es ético porque es humano.

    Aquí es la acción que describe lo verdaderamente humano, lo propio de la acción humana, no una deontología impuesta por vía intelectual.   De ahí el sentido que tiene referirse  al modo cómo nos relacionamos  con las cosas, es decir, aquel modo, aquella habitud específicamente humana.  Por eso se te entiende cuando dices aquello de  que  la esperanza no puede ser más que “humana”, porque todo lo del hombre es “humano”.

  • Isidoro García

    El amigo Román, en sus comentarios separa un poco la virtud teologal de la esperanza, de la virtud “humana”, cardinal, (aunque no esté en la lista canónica). 

          La “virtud” es una conducta positiva, adecuada, y es una cualidad referente a la conducta humana. Por eso la esperanza no puede ser mas que “humana”, porque todo lo del hombre es “humano”.

           La acción “virtuosa” la realiza el humano, otra cosa es si su acción es fruto exclusivamente de él, o ha tenido un impulso o un empuje o una inspiración de la Trascendencia, lo que se llama la “gracia”.

    (Ya sé que aquí hay personas que saben de esto, mucho más que yo, pero me apetecía poner por escrito mi opinión, por dar variedad de perspectivas).    

     

    Yo creo que la diferenciación entre virtud teologal, “graciosa”, y entre virtud humana, es algo artificial.

         Aunque a veces no lo parezca, por mis intentos de síntesis y de conciliación de opuestos, (que no de sincretismos), yo creo en la “gracia”, lo que pasa es que esta puede ser directa o indirecta.

          Si yo quiero darle a alguien un millón de euros, lo puedo hacer de dos maneras: le doy un sobre con los billetes, o le dejo en la mesa de su casa, un papel donde está escrito el lugar de su casa donde he escondido el sobre con el dinero. 

             En el humano, ese “papel escrito” con el tesoro, puede muy bien ser el “inconsciente genómico”, (en términos de Damasio), que entre muchas otras cosas precisas para nuestro desarrollo y despliegue de la naturaleza humana, incluye un tesoro oculto de sabiduría, que podemos ir desarrollando en nuestro proceso de maduración personal.

       Dice el neurólogo Antonio Damasio: “El inconsciente genético participó en la configuración inicial de las artes, desde la música y la pintura hasta la poesía. Tuvo algo que ver con la temprana estructuración del espacio social, incluidas sus convenciones y normas.

        Tuvo que ver, tal como Freud y Jung inequívocamente percibieron, con muchos aspectos de la sexualidad humana.

        El inconsciente genómico tuvo que intervenir, y mucho, en las narraciones fundamentales de la religión, y en los argumentos y en las historias de novelas y obras de teatro consagradas por el tiempo, que, no en poca medida giran alrededor de la fuerza de programas de emociones, de inspiración genómica”.

         En el fondo Damasio, da un espaldarazo desde la ciencia inductiva, la neurología, a las especulaciones teóricas de Jung, realizadas hace cien años, cuando Cajal, miraba neuronas con su microscopio de la señorita Pepis.

           Y es que ese maravilloso tesoro cognitivo escondido dentro de nosotros, plantea, el enigma de su origen. ¿Es fruto exclusivamente de las fuerzas evolutivas emergentes que guía la evolución del Universo desde el instante cero?.

    ¿O existe una anticipación en el tiempo que hace que su origen pida a gritos un alfarero” o al menos un diseño inteligente planificado?.

        Como buen científico Damasio, no dice nada de ello, pero Jung, a pesar de que también se autoimponía el amparo de la ciencia, suponía que ese “inconsciente colectivo”, era el poso y el “recuerdo” que dejaron en la herencia genética, millones de años de historia humana.

        Pero en ese “inconsciente genético colectivo”, están incluidos esquemáticamente, todos los detalles y sobre todo las perspectivas de mirada, que caracterizan los diferentes tipos de conciencias que va desarrollando el humano en su despliegue madurativo: mágica, mítica, racional, integral.

        ¿Cómo pueden estar codificados genéticamente detalles de perspectivas de estados en los que la humanidad no empezó a estar, (y solo en unos pocos individuos esporádicos), hasta hace como mucho 3.000 años?.

     

            Por ello lo de la “gracia”, había que intentar des-eclesializarlo. Justo ayer, “casualmente”, leía una frase de San Juan de la Cruz, (ya sé que no necesariamente es doctrina), “grande contento es para el alma, entender que nunca Dios falta della, aunque esté en pecado mortal”, (Cant. Esp. I,I).

           Y Miret Magdalena, decía que “lo sobrenatural está siempre incrustado en lo natural, y no hay que desprenderlo de esto, sino desarrollarlo, vivirlo: es su espontánea expansión, pues la gracia está latiendo inconscientemente, (en el “inconsciente”-mío), hasta en los ateos, como enseña el Concilio Vaticano II”.

           El puente de acercamiento entre creyentes y no creyentes, debe construirse desde los dos lados del río, y yo creo que la psicología profunda, de las profundidades, del inconsciente, es un elemento muy valioso para servir de puente.

         Ya decía Tillich, que “el que sabe de profundidades es el que sabe de Dios”. (Y esto liga un poco con lo del denostado Pelagio, que quizás tuviera algo de razón –que por cierto Pelagio es el nombre antiguo de los Pelayos).

     

     (A M.Luisa le debo una respuesta, que irá mas tarde).

     

    • M. Luisa

      Teniendo en cuenta lo que adelantaba estos días acerca de que en la actualidad la filosofía no se la puede independizar de la ciencia, el concepto del neurólogo Antonio Damasio “El inconsciente genético” que sacas a colación es para la ciencia física lo que en filosofía del conocimiento no racionalista se expresa diciendo que la inteligencia tiene su origen en lo biológico (muchas veces lo habrás leído de mí) de esta forma es como se la contrapone al racionalismo clásico. Es en este sentido que advierto que a veces hablamos de las mismas cosas pero tu desde el punto de vista psicológico y por mi parte desde el punto de vista filosófico. Ahora bien, no porque la inteligencia nazca de lo biológico tiene que conceptuarse como inteligencia sensible, porque entonces sí que se estaría cayendo en una completa aberración. Pienso que es desde esta errónea interpretación que luego se colocan en el mismo saco tanto las emociones como los sentimientos.

      • Isidoro García

        No, M. Luisa, lo que Damasio llama “inconsciente genómico o genético”, se refiere concretamente, al colosal número de instrucciones, que contenidas en nuestro genoma, guían la construcción del organismo con los rasgos y caracteres de nuestro fenotipo, en lo relativo tanto al cuerpo propiamente dicho como al cerebro. Constituyen lo que en psicología se han agrupado bajo la rúbrica de “instintos”, “comportamientos automatizados”, “impulsos” y “motivaciones”.

        Este inconsciente genético es un gran depósito cognitivo, que informa subconscientemente a la conciencia de un tema, para su posterior racionalización por la conciencia. E incluso en otras veces la conciencia directamente asume lo aportado por dicho inconsciente, aunque luego la conciencia asume la autoría plena de sus pensamientos. (“Y el cerebro creó al hombre”, pag. 416-417)

        Es exactamente lo mismo que el inconsciente colectivo de Jung, compuesto de arquetipos cognitivos y conductuales,.

        Que el pensamiento tiene una base biológica, es algo común y sabido. Aquí se está hablando de que ese pensamiento contenido en ese inconsciente colectivo o genético, no lo piensa el individuo, (a veces lo repiensa y personaliza, pero no siempre), sino que proviene directamente de la herencia genética, y por eso es universal, colectivo, propio de la naturaleza del ser humano.

        La filosofía cuando habla del humano, lo hace siempre desde la introspección personal, método muy válido, cuando no había otra cosa, pero que se ha demostrado muy arbitrario y peligroso, y la prueba es el excesivo pluralismo de los filósofos, que convierte a la filosofía en un guirigay.

        Lo mismo pasa y pasaba en la psicología, porque seguía el mismo método, aunque aquí entraba la clínica que daba algo mas de objetividad. Pero la neurología con sus máquinas, va a callar la boca a muchos. (Lo que puede explicar quizás el rechazo visceral de muchos hacia la ciencia y la tecnología, -en el fondo un resabio antiintelectual más-, pues restringe mucho la arbitrariedad imaginativa de muchos, y va a cortar las alas a muchas ocurrencias fantasiosas).

        No te engañes M.Luisa, la filosofía actual, es una reliquia el pasado, y pronto estará en el mismo saco, que la alquimia, la homeopatía y la astrología. El conocimiento será científico, (en su sentido mas amplio), o no será.

        (Soy consciente de que hacer predicciones de futuro, es muy arriesgado, pero si dentro de 30 años, no se cumple lo que digo, estoy dispuesto a cantar la palinodia, y retractarme: prometo que aquí estaré).

    • Román Diáz Ayala

      Mi intervención obedecía a la necesidad de excluir las virtudes teologales, pues corresponden a otro orden de cosas.No es que se las atribuya una canonicidad, como si disertaras sobre otro tipo de teologia, cuando ni siquiera te lo planteas en plan filosófico desde tu cientificismo.
      Estas virtudes son un injerto divino, hablando con el uso de un vocablo muy paulino. No estamos en una estacion esperando un tren que no sabemos a qué hora llegará, o que sea posible que nunca llegue, y nos demos ánimo que disimulen el tiempo de espera.
      Claro que la esperanza es una virtud muy humana, porque Dios no tiene virtudes, si acaso atributos, que conforman su esencia.

    • M. Luisa

      No es nueva, Isidoro, esta consideración que haces según la cual de la filosofía solo quedarán reliquias, ya, antes de Antonio Damasio, el neurofisiólogo Jhon Eccles y el filosofo K. Popper escribieron conjuntamente a mediados del siglo pasado un libro titulado “El yo y su cerebro” y si no recuerdo mal el de Damasio rezaba algo así como “El error de Descartes” y otros tantos que salieron con la pretensión de elaborar en sus trabajos teorías monistas pero contrariamente el dualismo mente-cerebro les traicionó a todos de manera que cayeron en lo mismo de aquellos quienes criticaban. Ni que decir tiene que tras esa pretendida afirmación se esconde la problemática que generó el materialismo y el positivismo de épocas pasadas, algo que ya mencioné.

      Como vengo señalando insistentemente la teoría hoy más frecuente en la que científicos y filósofos coinciden es la teoría emergentista y por tanto ni dualismo ni monismo. Esto lo ha sabido ver bien el matemático Roger Penrose que partiendo de la máquina de Turing intentó demostrar que la explicación del funcionamiento cerebral no se encontrará en el mundo de la computación, sino en un nivel mucho más básico: el de los campos cuánticos.

      Lo expone en su libro, “La mente del emperador”, en el cual mantiene la tesis de que mientras las señales neuronales pueden comportarse como sucesos explicables en términos de física clásica, las conexiones entre las neuronas están controladas en mecanismos de orden cuántico. Es decir, el nivel neuronal que nos describen las representaciones habituales del cerebro es una mera sombra de una actividad más profunda.

      Un emergentista de este tipo fue también Benjamín Libet para quien el consciente mental es una propiedad emergente del cerebro físico, una categoría fenomenológica no reductible a procesos neuronales aunque íntimamente relacionados con ellos. Tres años antes de su muerte en 2004 Benjamín Libet publicó un libro titulado Tiempo mental: el factor temporal en la conciencia en el que sintetizó no sólo el trabajo de toda su vida sino el estado de la cuestión hasta la fecha. El libro es un modelo de precisión y seriedad nada que ver con las publicaciones poco serias que sobre el tema abundan.

      No te engañes Isidoro en adelante ciencia y filosofía están condenadas a ir siempre juntas de la mano. El ser humano apetece saber pero no un saber vacuo, la realidad nos insta a desear por naturaleza saberla, saborearla y saber lo que la realidad tiene de fondo es lo que estricta y rigurosamente llamamos saber racional, es decir, conocimiento, o, si se quiere, ciencia.

    • M. Luisa

      Buenos días! Me vienen encima días difíciles que me van a restringir la participación aquí, por eso dejaré de momento esa pequeña parte del análisis que me he propuesto hacer esta mañana sobre el comentario que me dirigió ayer el amigo Isidoro. Un análisis que lo diferenciará de lo que, a grandes rasgos y a nivel general, le repliqué. Lo hago con el fin de hacer notar que si se diera por muerta la filosofía, entonces sí lo rotundo sería exclamar ¡apaga y vámonos!

      Mi intención sería ir acotando conceptos y ver en ellos si hay algo identificable tanto por parte del físico como del filósofo y en este sentido, para empezar, es innegable que así como el concepto “inconsciente genómico” es una creación particular que articula un determinado pensamiento, en este caso el de Antonio Damasio, también es innegable que al darle Isidoro luego carácter sinonímico con el de “instinto” entonces habrá que reconocer que este concepto ya sí es compartido tanto por psicólogos como por filósofos aunque sin duda a partir de aquí ambos lo harán ir por diferentes derroteros la cuestión entonces será ver sobre la marcha si existe entre ellos convergencia. Es un trabajo ingente pero el esfuerzo lo vale…

      • Iñaki SS

        Änimo M. Luisa. Ya sabes que tienes muchos “fan” esperando tus intervenciones. Fantástico el pulso entre la filósofa y el psicólogo. A mi ignorante modo de ver, creo que vas ganando por puntos. Suerte resolviendo cualquier problemilla.
        Un abrazo.

    • M. Luisa

      Hola Isidoro, he de aprovechar el poco tiempo inesperado que se me ha concedido para dar unos toques a mi comentario de ayer por lo que todavía no he podido leer el último tuyo.

      No ahondaré en la idea pero dejaré unas primeras pinceladas sobre la ambivalencia del concepto de “instinto” como el equivalente del concepto de Antonio Damasio: “El inconsciente genético”

      La función del instinto es orgánica pero en el humano es a la vez intuitiva. ¿Qué quiere decir esto? Que en cuanto intuitiva intelecciona con algo otro, es decir, el instinto no se agota en el puro sentir y esto que es un hecho, desde ahí es cuando podemos decir que la mente humana o la inteligencia, como se quiera llamar, nace, comienza por ser biológica.

      No olvidemos que la fenomenología de Husserl comienza por la “intuición” aunque luego tristemente en esta unidad cognitiva adquirió prevalencia el acto mental o de conciencia…lo dejo aquí de momento., en otro me gustaría tocar el tema de la introspección de la cual hablas a veces desde un punto de vista que me parece incompleto.

      Gracias Iñaki! Es una delicia contar siempre con tu apoyo!

  • Alberto Revuelta

    In me omnis spes mihi est. (Solo en mí mismo está toda esperanza). Terencio. Phornio 139. Servidor sigue con el expecto resurrectionem mortuorum et vitam Ventura saeculi.

    • M. Luisa

      Servidora también se suma a esta afirmación, lo difícil es saber llegar a ese sí mismo desde el yo pensante al que nos acostumbraron.

      También quiero sumarme desde aquí a este sentir profundo por la muerte de tu amigo a quien, con tu bitácora, le dedicas un espléndido homenaje.

      Un abrazo

  • Asun Poudereux

    Dos filósofos ante la pandemia:
     

    https://youtu.be/QJ6IhePI7M0 

  • juan antonio vinagre oviedo

    Me uno a vuestros comentarios sobre la esperanza, vista por cada cual desde su perspectiva, como es lógico. Pese a nuestra inmanencia, que acorta horizontes y de la que es muy difícil evadirse, pues nos envuelve como una placenta, me parece que hay rayos o reflejos de luz que la sugieren… y que da sentido a la vida. (No creo que, hablando así, esté haciendo una mera proyección personal, en el vacío.)

    Por otra parte, si pensamos que algún día el ser humano madurará bastante más, psíquica y éticamente, entonces será el tiempo de que “entre en razón” y la vida se plantee de una manera más inteligente y solidaria. Esta es también una parte de mi esperanza.

    Por ello, pese a esa inmanencia y a tantas nubes, a veces muy espesas, y a tantas y tan reiteradas torpezas  -e incluso sandeces y salvajadas-  digo    -y quisiera decirlo humildemente-: YO CREO EN LA ESPERANZA!,  como en su día manifestó Díez Alegría. Un cordial saludo

    • Román Díaz Ayala

      Habrás notado el diferente plano en que se está manejando el tema de las esperanza, incluso su tratamiento como un sentimiento, o una determinación anímica, en nada tiene que ver con la virtud teologal, ( en su mismo rango que la fe y el amor – caridad)
      El trabajo de José María Diez-Alegría era un canto a la fe (Yo creo)

      • Santiago

        De acuerdo contigo, Román…La esperanza anímica es buena…es algo positivo pero es temporal..La cristiana es permanente, es firme, está asentada en la fe y realiza mejor nuestras aspiraciones que son de naturaleza infinita.

        Abrazos
        Santiago Hernández

  • Isidoro García

    Digresión sabatina jocosa de confinamiento

        A colación del estado psicológico de Giordano Bruno, del que sospechaba ayer, y de la caritativa frase de M. Luisa sobre que “las emociones son tan solo una pequeña parte del sistema psíquico”, me viene una digresión sobre el tema.

     

          Como dignos hijos de la época de la “sospecha” de que la mente humana es muy traicionera, y no deberíamos fiarnos de ella tanto como lo hacemos, muchas veces, (ante hechos y dichos de los demás – pues de nosotros mismos casi nunca sospechamos), pienso, en el posible estado psíquico y psicológico de un autor.

        Muchas veces añoro, que en el mundo cultural, funcionaran las leyes del Tour de Francia, (los tres primeros de cada etapa, tienen que orinar en un frasquito). Y de forma similar, en cada libro, artículo o conferencia, debería aparecer un equipo médico habitual, que tras un oportuno análisis,  nos facilitara el estado de salud psicológica del autor. 

          (¡Mucho ojo: no para prohibirles nada, porque entonces un clamoroso silencio reinaría en la cultura, sino para que los lectores sepamos a que atenernos, que también tenemos derechos!).

           En estos tiempos, en que en los DSM de la psiquiatría, (los catálogos psiquiátricos), reinan los trastornos de la personalidad, además de los clásicos “locos”, (enfermos mentales, minoritarios relativamente en número), lo que abunda y mucho son los mencionados trastornos de la personalidad, de tal manera, que no es raro que todos y cada uno de nosotros, no pudiéramos estar incluidos en alguno, o quizás en varios a la vez.

       Además estos trastornos, son de carácter continuo, o sea que su intensidad puede variar de uno a cien, o sea que todos estamos incluidos en mayor o menor medida.

        Pero lo que sí que es cierto, es que en este mundo cultural, en el que recibimos referencias e inputs de mucha gente desconocida, es difícil a veces, hacerse una idea cabal del estado psicológico de cada persona.

        No se trata de criticar y juzgar personalmente, y todo el mundo tiene derecho a recibir afecto y comprensión y mas ante desgracias de salud involuntarias. Pero una cosa es comprender y empatizar y otra cosa es valorar el efecto que esas desgraciadas circunstancias tienen en la lucidez intelectual del mismo. (Yo me imagino, que los terapeutas de profesión, podrían hablar largo y tendido sobre este tema, y que para ellos, la vida cotidiana será toda una selva parecida a la parada de los monstruos).

        Porque además el delirante, suele ser muy convincente. Y tendemos a creer mucho más, las cosas que entendemos bien. 

     

          Total que entre que no están todos lo que son, ni son todos los que están, y que los que son y los que están, no sabemos muy bien como están, no me extraña que todos estemos como estamos: hechos un lío, y yo el primero.

    • Iñaki SS

      Simpática disgresión sabatina, amigo Isidoro, que se agradece. Y una cosa más. Tus diálogos con M. Luisa son para mi como un curso de universidad. Algo estupendo para alegrar el confinamiento. Gracias otra vez.
      Un saludo cordial

    • Román Díaz Ayala

      Bromas aparte, cosa que agradezco y relaja un montón, reducirlo todo a la actitud ( y aptitud según el caso, según lo que describes) mental de dicentes y oyentes es escaparse muy por los laterales.
      El lenguaje cuando pretende ser “profesional” en un sentido muy amplio de la palabra tiene el peligro de que sea comprensible sólo para los iniciados. Hace ya tiempo que no se trata de niveles, sino de especialidades.
      Pero es que en todo tiene que reinar la lógica que es común a todo pensamiento y lenguaje bien articulado, que rompa con los condicionamientos de los posicionamientos ideológicos (pre-juicios) en virtud de un principio elemental: que para que un relato sea creíble, asimilable o comprendido, es decir, inteligible, se tienen que aportar razones suficiente. Esto es válido para la ciencia más que nada, pero también para las humanidades.
      Sigamos haciendo un esfuerzo, se va por buen camino.

    • M. Luisa

      Hola Isidoro, buenos días! Más que de romper el hilo del asunto principal que nos venía ocupando, aparte de introducir en él su aspecto más refrescante, creo que además con tus aportes sobre los trastornos de la personalidad introduces, como quien no quiere la cosa, dentro de la estructura psíquica, esa parte emocional de la que te hablaba el otro día porque, precisamente, son las emociones mal gestionadas lo que distorsiona y desequilibra todo el sistema psíquico entero.

      El sistema psíquico hay que considerarlo todo de una pieza o estructura, por tanto lo emocional no queda fuera de ella, está en su base misma, pero ha de servir de elemento impulsor no de reductor, es decir, mal va si reduce a sensible todo aquello que pudiera ser inteligible. ¿Qué son si no los trastornos de la personalidad que tu mismo identificas? Toda estructura tiene su razón de ser y su funcionalidad interna aunque también, claro está, todo hay que decirlo, está también a expensas a desestructurarse.

      Ten presente que en el siglo XIX surgieron en paralelo tanto el positivismo cientificista ya mencionado antes por mí, como ahora por ti los autores de la Sospecha. Todo este surgimiento cobró su razón de ser a partir del desplome de la metafísica en época de Hegel, y así como a la ciencia experimental se le llamó cientificismo a la tendencia reductora de la filosofía a la psicología se le llamó psicologismo.

      Apenas hecho este inciso bien puede una comprender que luego se confunda emoción con sentimiento. El manejo estaría si relacionáramos emoción con esperanza, pero no ésta con sentimiento. Entre un nivel y otro, por lo que se ve, existe un abismo todavía difícil de superar.

      Ah, y una cosa quisiera añadir, Isidoro, si me permites aquí mismo: también yo leí a J. M. Diez Alegría en mi juventud y no creo que me equivocara si afirmo que la fe que él tenía era la fe al Evangelio y de ahí, sí, ciertamente un canto a la Esperanza.

      Un cordial saludo

  • M. Luisa

    Veo  que ahora la esperanza  se equipara con la invención, claro el inventar es una acción  abierta a la imaginación   y por serlo cabe esperar que aquello que imaginamos sea verdad y se cumpla.   Este fue el camino por el que  también optó la razón  aunque naturalmente  con más graves consecuencias creyéndose  pura.

    Me parece del todo descabellado hacer esta similitud entre la esperanza y la invención. Al hacerse  puede ponerse en evidencia la intención  de querer erradicar el tema o de hacer pasar por verdad una falacia.

    Como poesía o canción puede  tener su lugar, que duda cabe, o cumplir una función, sin embargo el mañana no se inventa, el mañana es algo que sucede y en el suceder mismo  de cualquier mañana  puede encontrarse  la esperanza.

    • Iñaki SS

      Otra vez tengo que repetir el …¡Que bien! M. Luisa.

      Con las cosas cosas tan bonitas e interesantes que nos dice nuestro Oscar, en esto de la esperanza parece empeñado en mostrarse como un rebelde ideológico. Soltando una patadita en la espinilla a los teóricamente privilegiados, escribe entre líneas una ecuación que sugiere algo así como…”esperanza igual a opio del pueblo”.

      Dice el refrán que los duelos con pan son menos y en cierto sentido puede ser verdad, pero claro, al momento surge la pregunta…¿Qué es ser privilegiado?. Y ya estamos, una vez más, a vueltas con el tema del SER y el TENER, inseparable, para mí, del de la FELICIDAD.

      Un abrazo.

  • oscar varela

    Inventa un mañana
    https://www.youtube.com/watch?v=EfSu4pupkiE
     
    Inventa un mañana,
    oh, que no pueda ser,
    con lo más de tus ganas,
    y hacerlo nacer.
    Hoy, aunque no haya nada,
    que hoy puedas ver,
    inventa un mañana
    y lo verás crecer…

    Cuanto de nada hay en mí,
    por qué el refugio es pequeño.
    Qué mal de muchos me toca a mí,
    cuál será mi remedio.
    De qué planeta es el amor,
    de qué mentira es el tiempo.
    Y si mañana no sale el sol,
    ya que el futuro es incierto.

    Y cuánto el corazón,
    cuánto palpita de miedo,
    cuánto castigo merece el dios,
    que mostró el deseo.

    Tener certeza o indecisión,
    por qué cargar yo mi fusil.
    Siempre de amigo tendrá el dolor,
    un mundo entero.

    Inventa un mañana,
    oh, intenta otra vez.
    Sí, ahora que ya sabes,
    oh, cómo puede ser.
    Y ya no se lo niegues…
    No, pero esta vez,
    oh, inventa un mañana,
    que no sea ayer.
    Inventa un mañana,
    inventa un mañana…

  • oscar varela

    Hola!
    Una de las frases más escuchadas en las Redes:
    “¡Está tan jorobado todo, que tenemos que cuidarnos entre todos!”
    Hay algunos muchos
    que recién están descubriendo ¡EL BARRIO!
    https://www.youtube.com/watch?v=1qESAOmPTC4

  • oscar varela

    SEGUNDA PARTE
    ESPERANZA (etymon “sp”)
     
    Notemos ahora la existencia de SP, una onomatopeya que sustenta a *spe y se relaciona con otras raíces y derivaciones que parecen estar vinculadas con su sentido central.
     
    1- Así tenemos *spen, que significa esti­rar -una manera de expandirse- y también hilar. En inglés spinner, hilandera, y spider, araña, provienen de esta acepción.
     
    2- En otras lenguas indoeuropeas se de­sarrollan palabras con significados afines, como tren­zar o trabar.
    – En griego, por ejemplo, donde se pierde la s- inicial, pene es trama o tejido, y penion se llama al copo de lana en la rueca.
    – En alemán spinnen es hilar; notemos que se hila en la rueca, en la que el hilo pende de una vara. Es decir, habría una relación entre hilar y pender. La imagen primera es la del estiramiento del hilo que se fabrica para el tejido, y de esta imagen y esta misma raíz *spen se derivan después otras que de­signan otras formas de pender.
     
    3- En latín pendere, derivado de *spen, significa pen­der, estar colgado y da péndulo, apéndice, depender y pen­der entre otras derivaciones. También dará penis, que significa originariamente la cola que comparte el hom­bre con seres cuadrúpedos, y pincel, de penicillus, dimi­nutivo de penis. Cola es cauda, lo que cae -del verbo cadere-, y cauda y penis son sinónimos, ya que ambos significan extremidad que cuelga.
     
    4- La lengua parece diferenciar drásticamente entre el órgano masculino en estado de reposo y en su acción eréctil, para la que re­serva el nombre de falo, derivado de phallus, rescatan­do así el orgullo masculino. Por lo tanto, la célebre en­vidia del pene, traducida etimológicamente, represen­taría una peculiar e inexplicable envidia acerca de una cola que cuelga o cae. Es decir, el nombre apropiado para el sentimiento al que apuntaba Freud, si nos ate­nemos a la realidad lingüística, debería ser el de la en­vidia del poder fálico, teniendo en cuenta, además, que el falo -que se describe en los diccionarios etimológicos como lo erguido, floreciente y burbujeante- no desig­na específicamente al órgano masculino, sino a toda zona capaz de erección, lo que incluye, naturalmente, el clitoris y los pezones de ambos sexos. Es decir, lo fálico no está adscripto exclusivamente a los poderes viriles, sino que designa la plenitud de la sexualidad humana, cualquiera sea el género que la experimente y la demuestre.
    – La raíz de falo, *bha, produce en todas las lenguas indoeuropeas una interesante catarata de verbos y sustantivos relacionados con verbos como brillar, florecer, que invitan a ulteriores investigaciones.
     
    5- Entre otras derivaciones de pendo tenemos el frecuentativo penso que significa originariamente pe­sar en una balanza: la forma primitiva de pesar es de­jando pender el objeto que cuelga de la mano, y ésta es también la forma más primitiva de balanza, la de la bandeja que se sostiene de la mano y en la que se colo­ca el objeto que se quiere pesar. Pensar es sopesar ideas. De allí proviene, probablemente, la expresión “razones de peso“. Notemos que los objetos que penden pueden llegar a extenderse y a crear una cierta tensión, como lo explicita el significado originario.
     
    6- Es muy notable que esperanza se diga en hebreo tiqvah (que significa asimismo fe, finalidad, meta), sustantivo procedente del verbo que equivale a “estirar como una soga“, como si las expectativas se estiraran hasta el límite.
    – (Nuestra palabra esparto está relaciona­da precisamente con las raíces citadas, que indican estiramiento.)
    – También existe el verbo qawáh, que significa estirar, esperar con confianza. La identificación de esperanza con estiramiento y tensión aparece así como una metáfora tan poderosa que atraviesa fronteras de tipologías lingüísticas diversas. Pero notamos que, a diferencia de las lenguas indoeuropeas, la esperanza hebrea no conoce temor ni inseguridad, ya que se identifica con una noción de confianza plena. Desde el momento en que se puede intercambiar con “estar seguro” tiene una clara nota de certeza. Así en hebreo bíblico batah es confiar, estar seguro, asegurar, y betali, seguro, confiado, sin peligro; sin miedo.
     
    7- Una manera especial de extenderse es avanzar perforando algo, y así tenemos *spei(k), puntiagudo, que nos dará en inglés spik, clavo, y spike, eje, según el dic­cionario de Watkins. En derivaciones que se relacionan con el picar de los pájaros, woodpecker, magpie -un tipo de urraca-, cae la s inicial.
    – También de esta raíz provienen expresiones que significan aguijón, o espina. Espiga es lo que sobresale hacia arriba después de abrirse la semilla, y espigón, una construcción que avanza sobre el mar. Espetar es clavar en la punta del asador.
     
    8- Otra derivación relevante es *sper, que significa esparcir. Antes de que se descubriera la agricultura -para cuyo desarrollo se requieren miles de años- los hombres se reproducían, y es por comparación con lo conocido –esperma, semen– que se llamó a la activi­dad de esparcir la semilla con la misma raíz que encon­tramos en esperma, que quiere decir lo esparcido, pero que puede significar también, simbólicamente, tensión y despliegue hacia el futuro.
    – En griego encontramos sperma: semen, semilla, y spora: siembra, simiente, semilla. El esperma que el varón deposita y que se culti­va en el vientre de la mujer se identifica con la trayec­toria de la semilla hacia la tierra: claramente, las metá­foras agrogenitales son primarias.
    – En prusiano antiguo, sembrar se dice semen.
    – En griego spora, siembra y pro­creación, simiente, semilla, da en nuestra lengua espo­ra -célula que se separa de la planta y se divide reitera­damente hasta constituir un nuevo individuo-.
    – En ger­mánico, sprut significa brote.
    ………………………………………..
    9- Vemos así que SP, que probablemente en su ori­gen fue primero gesto y sonido de algo que se impulsa con fuerza desde la propia boca, expiración, o esputo, fue después desarrollándose como raíz para designar infinitas realidades con características “parecidas” (siembra, espada…); entre ellas, más tarde, la esperan­za: algo a lo que se tiende con intensidad.
     
    10- La expan­sión que implica SP puede ser proliferante y explosi­va, como lo demuestran espuma, escupir, esputo, todos términos relacionados con raíces colaterales. Parece pertenecer también a este grupo spel, brillar, y que apa­rece en esplendor, esplendidez.
    – En inglés, spell, de la mis­ma raíz, significa decir en voz alta, recitar y deletrear; también corresponde a hechizo.
    – Spreg, speg, dan en in­glés hablar y habla (speak, speech), y
    – en holandés, spraak, que significa habla. El hablar y el resplandecer son a veces etimológicamente concomitantes, ya que son expansiones del ser, y están tendidos hacia fuera: “Ha­bla, para que pueda verte“, dice Lichtenberg. La luz (faros y semáforos) y la palabra son ambas portadoras de signos y como tal los identifica el lenguaje.
     
    11- El latín spec- significa ver (como lo vemos en espectáculo) y justamente el ojo es el órgano sensorial que tiene que ver con la extensión, aquel que más lejos lleva nuestra capacidad perceptiva y la despliega a la distancia: ciertas cosas que no podemos escuchar, oler, gustar ni palpar son accesibles en cambio a nuestra vista. Dentro de esta familia también tenemos espía —alguien que necesariamente mira más allá del con­texto familiar—. Probablemente no sea un azar el que en irlandés del Norte la palabra que designa al ojo, suil, sea la misma que designa a la esperanza.
     
    12- Notemos asimismo que en latín, spirare -del que los diccionarios eluden los orígenes, pero que está sin duda relacionado con una onomatopeya central SP- está involucrado en aspirar, inspirar, respirar, suspirar y sobre todo en espíritu. Sería interesante explorar, a título de hipótesis, posibles relaciones de metátesis entre las raí­ces sp y ps, significando expansión física y a la vez aspi­ración espiritual; psyché en griego es el nombre del alma. Y alma viene del latín anima, relacionada con anemona en griego, flor que se abre al menor golpe de viento. Todas estas raíces tienen que ver con gestos respiratorios.
     
    13- El espectáculo que implica el ver, el esplendor que nos despliega en la luz, el hablar que en las lenguas nórdicas siempre muestra la sp de speak, el respirar, el esperma que nos reproduce, la espiga que atraviesa la semilla como el espigón atraviesa las olas, son todas actividades, instancias que nos expanden en el espa­cio y en el tiempo.
    – Y probablemente, en el mismo espa­cio se tenga una visión lingüística coherente con la física moderna, que le atribuye propiedades expansivas (ek-span-sivas).
    – La noción común a estas imágenes parece ser: tensión, crecimiento, expansión; y como lo hemos visto, la expansión se obtiene a ve­ces a través de un crecer, un esparcir o un desparra­marse y derramarse.
     
    14- La prisa (speed) nos hace progresar en el espa­cio, la esperanza en el tiempo; el espacio mismo es elástico y se expande constantemente; las hilande­ras y las arañas (spinners y spiders) tensan sus hilos alargándolos; los clavos (spiks) y las espinas avan­zan a través de sus perforaciones; las esporas se se­paran de la planta y se esparcen a través de sus pro­gresivas subdivisiones; la espuma y el esperma son expansiones o derrames de líquidos contenidos; el habla –speech que es respiración, alma modulada- es la expansión más directa de la persona humana, como el esplendor es la expansión natural de la luz; la espátula esparce colores y la espada amenaza, per­fora y mata adelantándose; el ojo espía que llega a ver estrellas y planetas extiende su poder sobre los otros órganos sensoriales, a los que aventaja en al­cance y distancia, brindándonos toda clase de espectáculos; espiramos, aspiramos, inspiramos, suspiramos, respiramos integrándonos al aire que nos rodea. Y esta constante tensión, este crecimien­to, parece ser gobernado por una de las realidades básicas originales de la metáfora, el aire espirado con fuerza, es decir por el espíritu, que acaso sea esto solamente: tensión, expansión y crecimiento constan­te -como el espacio mismo- Como la esperanza.
    ———————
    (La Autora –argentina- de todas estas cositas laburó con Chomsky en Holanda; y en Buenos Aires con un curita casado, reconocidísimo Profe en el Semionario de Villa Devoto – Bs. As.)

  • Isidoro García

    Amiga M. Luisa: Ayer estaba esbozando una pequeña respuesta a Carmen, a propósito de lo de Bruno y Galileo, y leyendo la Wikipedia sobre Galileo, leí esta frase: “Según Bertrand Russell, el conflicto entre Galileo y la Iglesia católica fue un conflicto entre el razonamiento inductivo y el razonamiento deductivo”. Y me vino una luz – intuición. Esa es la clave de muchas cosas que nos separa en cuando a ideas entre la gente de “ciencias” y los de “letras”. 

          Tú, siempre me señalas la insuficiencia de la psicología para acercarnos a conocer al humano. Planteas, que el acercamiento al ser humano desde la ciencia de la psicología, es peor o menos útil que el histórico tradicional de un acercamiento filosófico.

          Vamos a ver en concreto que separa la Psicología de la denominada Filosofía. Lo primero es que esta separación es reciente. Antes la Filosofía era la búsqueda de todo el conocimiento, y la Ciencia hasta el siglo XVIII, se llamaba Filosofía natural. Leibnitz, que ayer merecidamente alababa Eloy, está en la historia de las Matemáticas, al igual que Descartes.

        La Psicología es el acercamiento al conocimiento del funcionamiento mental del ser humano. Y aunque ahora se le califique como Ciencia Social o humana, inicialmente, proviene de la Medicina general, claramente biológica y por tanto en sus inicios era una Ciencia física-biológica, (por denominarlo así). Por eso los primeros grandes psiquiatras del XIX y XX, eran todo médicos.

         Y esa fue la “salvación” de la psicología. Porque al provenir de la Medicina, tenían un objetivo claro y práctico: curar. Y porque al ser gente de clínica y consulta, ellos se consideraban científicos, y tenían un criterio “exterior” a ellos, para enjuiciar el resultado de sus especulaciones científicas: la curación o no de sus pacientes. Y se unieron al auge de los métodos científicos, con una obsesión por la objetividad.

         La Filosofía por otra parte, una vez consumada la terrible escisión, entre “ciencias” y “letras”, ha quedado reducida a académicos y a especulación personal. Y la especulación de un genio, puede ser genial, (no siempre), pero genios hay muy poquitos. Y ese es el origen del evidente declive de la Filosofía (académica). 

        Dice el filósofo Fernando Savater, (La filosofía tachada): “La filosofía ha muerto: ¡quién iba a decirlo!. Mucha gente ni sabía que estaba enferma. Unos pocos no ignoraban sus achaques, pero creían que el fatal desenlace tardaría en producirse, y le auguraban una larga agonía, casi indiscernible de la vida eterna… Los más piadosos se dirán: la pobre era muy vieja, y tal vez haya sido mejor así.

       La mató su cariño no correspondido por la ciencia, el salvaje conflicto generacional, que la enfrentó con las dos últimas de sus hijas, la sociología y la psicología, que abandonaron finalmente, como el resto de sus hermanas, la casa del padre; murió de una indigestión de nubes, de pedantería aguda, de una perpetua embriaguez de neologismos”.

     

      La especulación sin bases sólidas es muy peligrosa por arbitraria. Si la psicología ha demostrado algo firme, es la fragilidad de la mente humana, (“la falta de hervor”). La cantidad de sesgos mentales en los que caemos inconscientemente, la interferencia de las emociones, (que son fuentes cognitivas además del razonamiento formal), en nuestros procesos cognitivos, los deterioros neuronales patológicos, la facilidad al pensamiento delirante, etc. etc., hacen que la mente humana actual sea como una escopeta de feria: muy poco fiable.

        Dice Edward O. Wilson, (“Consiliencia”, 1998): Sin los instrumentos y el saber acumulado de las ciencias naturales, los seres humanos están atrapados en una prisión cognitiva.

         Son como peces inteligentes que nacen en un estanque profundo y oscuro. Curiosos e inquietos, deseando salir, piensan en el mundo exterior. Inventan ingeniosas especulaciones y mitos sobre el origen de las aguas que los confinan, del sol y las estrellas que hay arriba, y del significado de su propia existencia. Pero se equivocan, siempre se equivocan, porque el mundo es demasiado ajeno a la experiencia ordinaria para ser siquiera imaginado”. 

        Y ya he citado tropecientas veces a Karl Jaspers (1949): “Se ha dicho que la ciencia destruye la fe. En contra de esto, es para nosotros cierto que ya no hay ni veracidad, ni razón, ni dignidad humana, sin autentica ciencia, cuando esta es posible. 

         Perdida la ciencia, crecen los escrúpulos, la media luz, los sentimientos oscuramente edificantes y las resoluciones fanáticas de una obstinada ceguera”.

     

       No es que la psicología sea perfecta. El constante incremento de sus investigaciones, la está llevando a un proceso de “filosofización”. Le ataca el endémico problema del “hiperanalismo”, y de falta de “síntesis”.

         Por otra parte se está funcionarizando. Ya la inmensa mayoría de los grandes psicólogos teóricos, son catedráticos de grandes Universidades, y con ello se pierde la referencia a la realidad objetiva, de los psicólogos clínicos, que tienen que curar enfermos ue sufren.

        Pero así y todo, yo personalmente, si tengo que entrar en un terreno desconocido del conocimiento, (como el que dice, en una selva desconocida), prefiero entrar de la mano de un guía cazador experimentado del terreno, que entrar de la mano de un escritor de libros de viaje que ha escrito en su cómoda casita, entre enciclopedias y otras guías antiguas.

     

    En resumen y enlazo con el inicio, creo más en el método y razonamiento inductivo, que en razonamiento meramente deductivo. O sea que soy de ciencias, más que de letras. 

    • Carmen

      Pues aquí el señor Russell ni idea. Fue un enfrentamiento frontal entre ciencia y religión. Vamos. No hay duda.
      Y si, esa frase de que es común el achacar la hoguera de Giordano Bruno al tema heliocéntrico y no al trinitario ya me lo habían dicho otras veces. Pero hay otras fuentes que no son la wiki.
      Es cierto que por entonces habia un buen jaleeeeeeo con los trinitarios y los no trinitarios, ya sabemos quiénes ganaron, pero que también estaba sobre la mesa el tema heliocéntrico, eso es así.
      Así que al pobre Bruno entre la Santísima Trinidad y la santa teoría geocéntrica que creo que es de ptolomeo, amigo de Alejandro Magno y tal, que sin duda era un genio de su época, pero resultó no ser cierta, cosas de la ciencia, acabaron con el pobre Giordano entre llamas. No sé si esa actuación de la iglesia pertenece al método deductivo o inductivo. De hecho el jesuita que acusó a Bruno es el mismo que a Galileo.
      Porque las dos ideas atacaban a la iglesia. La negación de la Trinidad y el heliocentrismo.

      Buen confinamiento. Pacieeeeennnncia.

      • Isidoro García

        Amiga Carmen: Varias precisiones. Lo primero es que estoy seguro que a los extraterrestres no les gusta nada que les llamen marcianos. Es como si a tí, murciana de pro, alguien te llamara noruega o gallega sin ir mas lejos.

        Segundo. Hace tiempo que leí lo de Bruno. Parece ser que en aquellos tiempos, a la Inquisición ya no les gustaba quemar herejes tanto como la leyenda negra de los enemigos de la Iglesia, (que hay muchos), dice.

        A Bruno, no le persiguieron de oficio, sino que le denunciaron unos particulares, por rencillas profesionales. Y la Inquisición tuvo que entrar. El se puso chulito, pero al final, le ofrecieron una componenda para arreglarlo mal que tal, (como a Galileo), y Giordano lo iba a hacer, pero le debió entrar una depresión o algo así, y se empecinó en morir de mártir.

        (No estaba muy en sus cabales desde jovencito, y era un pelma, un culo inquieto, que traía locos a los del convento y acabaron echándolo desesperaítos). Y el no era científico, era un franciscano, creo, filósofo y teólogo.

        (No dejó nada importante. Si no lo hubieran quemado, hubiera sido uno más del montón. Mas de uno, porque le hagan una estatua en Roma, se dejaría quemar vivo, y si no lo crees, mira los de Sálvame).

        Tercero. Galileo. A la Iglesia con Galileo, le pasó lo mismo que con Bruno, solo que Galileo, era un científico de prestigio, que tenía muy buenos amigos en el Vaticano. Por eso nunca estuvo en peligro real de muerte, porque él no estaba loco como Bruno, y tenía otra entidad.

      • Carmen

        Bueno, doy por acabado el intercambio de ideas. Es que me has tocado un tema para mí apasionante. He leído un montón. Adoro a Galileo. Créeme. Sé quién fue , lo que hizo y el reconocimiento universal que tiene. Por eso conocí el nombre de Gionardo Bruno.
        Pero da igual.

        En cuanto a lo del nombre marcianos. Mira. Te puedo hablar desde a
        Percival Lowuell en adelante. Me gusta la ciencia ficción, sus orígenes, la divulgación científica, el estudio del origen del universo, sus hipótesis, sus posibilidades de evolucionar, las posibilidades de vida extraterrestre…en fin. Llevo muuuuuucho tiempo con este tema, porque es realmente apasionante. Sabes lo que hicieron cuando en el 69 alunizaron? Tiraron una pluma de halcón, por supuesto y un martillo como homenaje a Galileo. Lo he visto mil veces en el vídeo que hizo pública la NASA en el 89. Te lo digo porque el reconocimiento de Galileo, en fin. Y por algo le pediría perdón en papá en persona en los noventa creo recordar.

        Pero…si a ti te es suficiente decirme que Giordano Bruno estaba tocado y que Galileo tenía amiguicos y por eso…pues hasta aquí.

        En fin.
        Perdona mi atrevimiento.
        Cuídate mucho. Esto va para largo

      • Carmen

        Perdón.
        Dejaron caer con caída libre.
        Perdón Galileo, Perdón.

      • Isidoro García

        Carmen: Te he dicho que Galileo era un científico de prestigio y de primera línea y famoso. ¿Qué más quieres?. Aparte de eso, que seguro que influyó, si encima tenía amigos en el Vaticano, miel sobre hojuelas. ¿Pero quién va a dudar del prestigio científico de Galileo?.

    • Isidoro García

      Añadido:

      Antes del inicio de la explosión de la ciencia, (s. XVII), la tradición de los clásicos, Platón, Aristóteles, la Biblia, etc. era muy poderosa, y por eso estuvo parada la ciencia durante mas de diez siglos, pues había un excesivo respeto a la tradición filosófica, que estaba basada exclusivamente en especulaciones teóricas.

      Aunque parezca que eso ya está superado, desgraciadamente no es así. En el siglo XVII y XVIII, se superó en las ciencias físicas y químicas. En el siglo XIX y XX, se superó con mucho esfuerzo, (gracias a Darwin y muchos otros), en las ciencias biológicas.

      Pero en las ciencias humanas, psicología, sociología, y antropología en general, aun no se ha superado ese enfrentamiento entre la ciencia con un método inductivo, mas o menos objetivo, pero falsable por la realidad, y la filosofía especulativa de los filósofos, subjetivo y no comprobable. (el papel lo aguanta todo).

      En muchos temas “filosóficos”, (como por ejemplo la teoría del Mal), y en general en la Etica, rama de la filosofía, se utiliza un modelo del ser humano, que no escucha para nada las voces de la Psicología moderna, (otra rama de la Filosofía, de la que se ha independizado).

      Y por ello las antropologías resultantes son muy diversas. Hay unas personas que son modernas en lo físico, pero no en lo biológico, (modelo evolutivo del Universo). Todavía tienen interiorizado el Génesis.

      Otros, la mayoría, son modernos en lo físico, químico y médico, y también tienen asumida la modernidad evolutiva. Pero no han incorporado los avances psicológicos, o siguen con una psicología muy clásica, aristotélica o tomista.

      Total que hay todo un amplio abanico de antropologías, de las mas modernas las menos.

    • Román Díaz Ayala

      Por favor, dime si por hieranalismo, has querido decir superadanismo.

      • Isidoro García

        No. A lo me refiero, (y que he escrito mal), es a hiper-analismo, (un neologismo posiblemente incorrecto, vicio en que caigo mucho).
        = Exceso de análisis, (que es lo mas fácil), con escasez de síntesis, (que es lo más complicado. Es lo que diferencia a la erudición de la sabiduría.

    • M. Luisa

      Vamos a ver Isidoro, yo no niego que la psicología cumpla una función loable en el ámbito social y que pueda despejar problemas psicológicos en la vida de las personas sobre todo en lo concerniente a las emociones pero como tú sabes muy bien las emociones son tan solo una pequeña parte del sistema psíquico que, siendo éste subsistema, a su vez forma parte también del sistema físico entero como antes en mi primer comentario he señalado.

      Por otra parte la escisión que haces entre ciencia y filosofía a mi parecer es errónea. Es cierto que tras la bancarrota del idealismo en los años treinta del siglo XIX el equilibrio que en ellas se venía manteniendo durante siglos sufrió un cambio brusco, pero fue con respecto no a la ciencia estricta y rigurosa sino respecto al positivismo científico desarrollado sobre todo por Augusto Comte.

      Es a lo que en otros lugares me he expresado apelando al cientificismo, es decir a la ciencia meramente experimental expuesta así ella también a caer en el dogmatismo. Pero no con respecto a la ciencia estricta, es decir aquella cuyo conocimiento es siempre provisional y revisable y que por tanto dista mucho de agotar la realidad de la que habla. Es a este concepto de ciencia al que me refiero. Hoy no es posible hacer filosofía sin ciencia y por tanto doy por ciertas las frases que tu mismo has subrayado.

      “Dice Edward O. Wilson, (“Consiliencia”, 1998): “Sin los instrumentos y el saber acumulado de las ciencias naturales, los seres humanos están atrapados en una prisión cognitiva”.

      “De Karl Jaspers (1949): “Se ha dicho que la ciencia destruye la fe. En contra de esto, es para nosotros cierto que ya no hay ni veracidad, ni razón, ni dignidad humana, sin autentica ciencia, cuando esta es posible.
      Perdida la ciencia, crecen los escrúpulos, la media luz, los sentimientos oscuramente edificantes y las resoluciones fanáticas de una obstinada ceguera”.

      Ahora bien, la perspectiva de ambos se ciñe no en la filosofía de la complejidad a la que antes he hecho mención sino en el existencialismo filosófico tanto en boga a principios del siglo pasado.

      A raíz de la física quántica, la filosofía de la complejidad, la del estructuralismo, y hasta si me apuras la de la Incompletitud de Gödel, la propia filosofía se ha convertido en metafísica, entendiendo ésta no como antes en la que este “meta” apuntaba al más allá, sino atendiendo al más acá de lo físico mismo como objeto que estudia la ciencia.

      • Iñaki SS

        Fantástica aclaración M.Luisa. que agradece, una vez más, un eterno aprendiz.
        Un abrazo.

      • M. Luisa

        Gracias, Iñaki! tu comprensión juega más a favor de tu propia experiencia que de lo que yo misma, a trancas y a barrancas pueda explicar. Lo que ocurre es que saberse poseedor de esperanza, de alguna manera su experiencia pueda ofrecerte luz a lo que de voluntariosa tiene mi explicación. A mí me ocurre lo mismo, cuando doy por acabada su argumentación sale de mi interior la fuerza de aquella experiencia y es entonces cuando se me muestra la rotunda insuficiencia de mi explicación.

        Un abrazo

  • M. Luisa

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    Dado que en mi anterior comentario  he señalado como importante   la función sistemática de nuestra  realidad humana, incluyo este párrafo que he extraído de W.  buscando el concepto de complejidad.

    “Complejidad es la cualidad de lo que está compuesto de diversos elementos interrelacionados. Por un lado, en términos coloquiales, la palabra complejidad tiende a ser utilizada para caracterizar un conjunto intrincado y difícil de comprender (“complicado”). Por el otro lado propone un reconocimiento y acercamiento a las conductas del comportamiento del ser humano, en torno a un sistema compuesto de partes interrelacionadas que como un conjunto exhiben propiedades y comportamientos no evidentes a partir de la suma de las partes individuales para no ser deterioradas por entornos grupales. Un sistema complejo normalmente no es complicado, lo que permite estudiarlo y, una vez entendido, se encuentran mecanismos muy simples que producen complejidad.4

    Hace muy pocos días leímos aquí un artículo de Edgar Morin que, por cierto  fue uno de los exponentes dentro del  campo de la complejidad

  • M. Luisa

    No es cuestión de hervor Isidoro, es cuestión de considerar al ser humano desde su total integridad. Reconozco que  subyace en tu planteamiento un esfuerzo considerado de búsqueda, y me gusta leerte, sin embargo  como otras veces ya he manifestado  pienso que para este tema como para todos los que tratan del ser humano no hay que partir de lo psicológico y luego desde esta  insuficiencia perceptiva que ofrece el mismo    esperar que sea la tecnología  la que le de el último hervor. No.

    La integridad a la que me refiero abarca  lo psíquico y lo físico de todo el sistema que constituye la realidad humana. Donde hay que poner la atención es en el sistema. Es precisamente con esta consideración de unidad que no cabe excluir al ser humano  de este Universo que dices lo arreglará todo.

    ¿Es que acaso no formamos parte de él?  Sentir el  Universo  como dices es sentirlo en su  unidad formal y esto permite  sentir  también la realidad humana en su constitución plena y en formal unidad.

    Es solamente en unidad, es decir, con toda nuestra capacidad que podemos invocar a la Esperanza, lo demás  es solo simulacro

  • M. Luisa

    La esperanza no nace de la idea de una cosa futura ni tiene que ver con deseo alguno que, al parecer es  como lo ve  Spinoza que arrastra todavía la teoría de la  sustancia aristotélica, No. Es justo lo contrario,   la Esperanza  siempre ha de estar con la mirada puesta  en el horizonte de  la realidad pues en  ella  se fundamenta.

    No así ocurre con la aspiración,  a la que tanto simpatiza Spinoza, ya  que el  efecto de su acción bien puede quedar reducida al mero deseo de aquello a lo cual  quiere alcanzarse, su cara más amable. Ese sentimiento de seguridad del que nos habla Spinoza desembocó precisamente  en el racionalismo.

    No vale confundir la Esperanza con el hecho de tener deseos objetivos no se trata de estar o de vivir esperanzados   sino trabajar en el aquí y ahora  en unidad con esa realidad llamada  esperanza.

    Gracias Isidoro!

    • Iñaki SS

      ¡Que bien! M. Luisa. Leyendo lo de Spinoza, como que no lo acababa de ver, por mucho que contara con el apoyo de Goethe y Nietzche.

      Mi esperanza, no sé hasta que punto de segunda infancia, tiene poco que ver con miedos y dudas, capaces de arrastrarte a obediencias y fanatismos propios de crédulos serviles.

      Mi… “se arreglará” es como una seguridad nacida de realidades concretas vividas a ras de tierra. Es algo completamente distinto a la aspiración de llegar a ver…”una organización social cuyo sentimiento de seguridad la ubique más allá del miedo y la esperanza”. Esto es otra cosa que , en mi modesta opinión, tiene algo que ver con lo de aspirar si pero….”con el mazo dando”.
      Un abrazo

      • Isidoro García

        Amiga M. Luisa e Iñaki: Yo a mi edad, (que tampoco soy tan viejo, solo tengo 73, próximamente), ya no tengo ninguna esperanza en el futuro cercano. Y ya funciono con la psicología del jubilado y del hincha de fútbol: ya que ya he llegado hasta donde he llegado, que ha sido muy poco, solo tengo la esperanza que mi equipo gane la Champions, y si no es este año, el próximo.

        Los problemas actuales de la humanidad, me agobian y angustian, sobre todo porque veo mucha irracionalidad, y una incapacidad supina para resolverlos entre todos, y solo oigo sermones de todo tipo para resolverlos.

        Y por mi equilibrio mental y mi salud, no quiero obsesionarme demasiado, porque además, el que yo me vuelva loco de dolor, iracundo y sectario, me va a amargar, y no va a ayudar a nada a resolver los problemas. Creo que aunque en mínima parte, podría ser mas útil, permaneciendo sereno.

        Soy viudo y mis hijos, ya van por su cuenta, como es natural, y lo único que me quita un poco el sueño, es el porvenir de mis tataranietos y de la especie en general. Me considero hincha del Humanidad, C.F., y me gustaría que les fuera bien en el futuro.

        Ya sabéis que un pesimista, es ese que sabe que todo tiene arreglo, pero que nadie lo va arreglar. Y yo a pesar de mis esfuerzos por ser optimista, era pesimista.
        Pero hete aquí, que leyendo cosas de la ciencia, he llegado a la conclusión, que da toda la impresión de que el Universo, está predestinado por sus Leyes generales, a que todo acabará bien, especialmente para los que hemos tenido la suerte de estar en la cúspide de la evolución en este tiempo y lugar.

        No es que crea, que el ser humano lo va a arreglar, (este humano no lo arreglaría porque nos falta un hervor), sino que creo que el Universo va a arreglar al ser humano, con lo cual ya podremos salir de este entuerto.

        Yo no sé si esto es tener esperanza, o qué es. Pero esto es lo que siento.

    • Iñaki SS

      El nivel que va tomando el post es para nota, así que toca leer y aprender, aceptando humildemente el…”solo sé que no sé nada”. Y que la ciencia, la filosofía, la psicologia, etc, nos arreglen todo lo que haya que arreglar. Entre tanto, a esperar el momento del gran salto, fuera del tiempo y del espacio, para seguir viviendo en una eternidad que acoge a la Humanidad integrada en el Universo. Espero que sea al calor de….SOY EL QUE SOY y no bajo la nada del polvo de estrellas. Estaría bien reencontrarse, por ejemplo, con el chavalín fotografiado muerto, creo que en el arenal de una de las playas griegas.
      Saludos a todos

  • oscar varela

    Hola!

    La vida es eso que se hace p’alante

    Después de los 65 pirulos

    cuando la vida ya se ha “dispara’o”

    se vive más del “culatazo

    que de “pro-yectos“.

    Si alguno queda (cosa muy conveniente)

    que incluya el

    ¡”DEJAR VIVIR A LOS QUE AHORA LE TOCAN”!

  • Gonzoalo Haya

    Para mí la caridad es la principal virtud, la más excelente y la más segura. La fe depende de cómo se entienda; para amar hay que creer en algo, aunque no se sepa en qué, ni se piense en ello, una creencia intuitiva. La esperanza también es instintiva y vital, como apunta Isidro, pero es muy imprecisa y ha recibido muchos desencantos en la vida (en unos más y en otros menos) que la hacen tambalearse. Para un cristiano la esperanza está en el más allá pero hoy, para muchos, el más allá esta aquí y ahora en la plenitud del ser con el que nos identificamos (la idea de la resurrección no surgió en el judaísmo hasta los hermanos Macabeos en siglo II antes de Cristo). El problema está en que no podemos pensar fuera del tiempo y del espacio. Para mí, la esperanza y la fe significan confianza en que ese Ser primordial es bueno y es amor, y todo lo que me suceda (y nos suceda) será  bueno.

  • Rodrigo Olvera

    ¿Qué le voy a hacer?

     

    Como casi siempre que leo a Isidoro, difiero tanto de su mezcla de teorías sobre psicología como de su antropología.

     

    Desde que tengo memoria de ocuparme del tema de la esperanza (13 0 14 años de edad), mi esperanza jamás estuvo puesta en que al final todo se arreglará. Por el contrario, parto de la convicción de que mientras haya seres humanos con un margen condicionado pero no determinado de libre albedrío, siempre habrá espacio para el conflicto, el abuso, la injusticia, el sufrimiento provocado. Una esperanza en que al final todo se arreglará , para mí, es parte de lo que Isidoro descalifica con la expresión “infantiloide”.

     

    Seguramente será que yo no soy una persona espiritual realizada, ni de cultura espiritual media, ni siquiera de poca cultura espiritual. Sospecho que he de ser un total inculto espiritual.

     

    ¿Qué le voy a hacer?

     

    Pese a mi incultura espiritual, deseo para ustedes abrazos y esperanzas

    • Isidoro García

      Amigo Rodrigo: Es buena la discrepancia y la pluralidad de pensamiento.
      De todas formas no nos separa tanto. Tu mirada es mas a corto y medio plazo, y yo lo enfocaba mas en plan apocalíptico y final: que la humanidad, al final de los grandes dolores de parto, dará a luz feliz y gozosamente, una nueva especie: la de nuestros tataranietos.
      Y yo mismo reconocía que esa esperanza, tiene mucho de loca e infantil. En el fondo la virtud de la esperanza, es un querer buscar razones para ser optimista. Ahora bien, si esa búsqueda se hace bien, debe ser honrada, (como toda búsqueda intelectual), y sin hacerse trampas en el solitario. Y si se busca bien, se encuentra que la ciencia, da muchas razones para ser optimista. Al menos esa es mi opinión.
      Un saludo afectuoso.

      • oscar varela

        Te leo:
        -“En el fondo la virtud de la esperanza, es un querer buscar razones para ser optimista”-

        ¿Tanto se DEVALUÓ la virtud teologal
        arrodillándose ante las “razones”?

    • oscar varela

      Fotocopio!

    • Iñaki SS

      Después de haber leido el magnífico conjunto de opiniones y definiciones sobre la esperanza, que nos ha regalado Oscar, todavía me sigue gustando lo de…”una fuerte sensación de que, AL FINAL, a pesar de que todo apunta muy mal, todo se arreglará”. Le doy mucha importancia a lo de “al final” y por eso lo he puesto en mayúsculas, entre comas y comillas. La frase, como que suena muy distinta pensando en el corto o medio plazo, que haciendo referencia a un plan apocalíptico, a mucho más largo plazo.
      Total que, no se si mi cultura espiritual está en un nivel infantil, medio o un poco más madurito. El caso es que un par de episodios reales como la vida misma, vividos a lo largo de mis 82 pirulos, entre otras cosas, mi hicieron adicto al…”todo se arreglará”. Claro que , no sé con cuantas dosis de optimismo o de sentido común, aunque procurando no olvidarme del…”con el mazo dando”. Ahora ya, como las fuerzas van fallando y los proyectos son historia, siempre nos queda la alternativa de intentar dar la menor lata posible. Dicen que eso alegra el obligado caminar, “siempre de espaldas”, hacia el…”fuera del tiempo y del espacio”, que menciona Gonzalo.

      Saludos a todos.

  • oscar varela

    ESPERANZA (y 4)
     
    15- La esperanza como espera de algo inseguro o de temor aparece más tarde
    – y caracteriza la noción de esperanza en sentido moderno.
    – La esperanza temerosa no es una noción de la cultura indoeuropea original, pero en todas las culturas y lenguas posteriores apareció más tarde la experiencia de una espera incierta, y todas crearon distintos términos para esta experiencia, pero sin una fuente común.
    – Así, el griego elpis, además de esperanza de algo incierto, incluye otros sentidos:
    – simple espera,
    – temor,
    – conjetura,
    – creencia,
    – pensamiento (en el sentido de “creo que”).
     
    16- Euelpis significa buena esperanza.
     En las lenguas germánicas, hope en inglés (que se relaciona con el verbo hop, ya que la imagen es la del salto con el que se trata de atrapar algo),
    Hoffnung en alemán, des­cienden de raíces desarrolladas tardíamente, que también contienen un elemento de inseguridad.
     
    17- Acaso pueda hipotetizarse una evolución de la noción de esperanza:
    – en las culturas que concebían (y conciben) a la naturaleza y el cosmos como obra de divinidades creadoras, dispensadoras, protectoras, la satisfacción de las necesidades y la seguridad estaban confiadas a ellas, y en el caso de los indoeuropeos esta esperanza era entonces “esperanza confiada“, como la del niño en su madre, y no estaba teñida de temor: no es la esperanza triste a la que se refiere Spinoza.
     
    18- En culturas en las que, a partir de los griegos,
    el hombre pasó a ser el centro, en las que se fue acentuando cada vez más la conciencia de la propia individualidad, la propia capacidad, la esperanza de la satisfacción de ne­cesidades y de seguridad dejó de estar depositada en divinidades,
    – que cada vez fueron desdibujándose más, y ya laicizada pasó a las manos del mismo hombre, de individuos cada vez más aislados y también más car­gados de temor.
    – Ésta es la spes latina, tendida hacia un futuro frecuentemente inseguro.
    ……………………….

  • oscar varela

    ESPERANZA (3) –Etymologías-
     
    10- El verbo español esperar,
    – a diferencia de lo que ocurre en general y particularmente en otros idiomas descendientes del latín, confunde el sentido de espera y esperanza, algo que entusiasmaba a Andró Gide, originario de una lengua donde attendre y espérer tienen sentidos muy distintos.
    – Cabe pregun­tar si tal confusión omite el sentido ilusorio de la espe­ranza, menos confiable que la espera, o bien señala que la espera, tanto como la esperanza, puede también ser defraudada.
     
    11- La dinastía etimológica de la esperanza, con todo, es clara y brilla en la raíz indoeuropea *spe, que signifi­ca expandirse, aumentar, y se extiende a cualquier tipo de expansión en sentido físico o psíquico: tener éxito, ser capaz de llevar algo adelante.
    – *Spe dará en latín spes (espera de un suceso feliz), de donde nuestra esperan­za, que es tensión y despliegue afectivo hacia el futuro.
    Pro-spere significa prosperar en latín, es decir, evolu­cionar según lo esperado, volverse pró-spero. Esta ten­sión hacia el futuro en los términos derivados de la raíz *spe originalmente está coloreada de buen resulta­do: éxito, aumento, capacidad para algo; sólo más tar­de incluirá el matiz del temor.
     
    12- En sánscrito el verbo sphayate,
    – derivado de la mis­ma raíz, se traduce como “aumenta“.
     
    13- En hitita ispata significa lanza, y
    – en griego spao es sacar, extender, aplicándose sobre todo a las espadas (spathe, espada ancha y larga), ya que la espada es precisamente lo que se extiende hacia delante.
    – También está relacionada con *spe la espátula, instrumento para expandir o esparcir algo.
     
    14- De la descendencia de *spe, a través de la modificación span,
    – encontramos en anglosajón spowan: prosperar, y spannan: tender.
    – El holandés actual spanning (excitación) también lo evidencia.
    (Notemos que, en francés, attendre, que nosotros traducimos como esperar, se forma desde el latín ad-tendere: también está aquí presente la tensión.)
    – En antiguo inglés encontramos otro descendiente: sped, éxito, que también se relaciona con speed, prisa.
    – En letón, spes significa poder.

  • oscar varela

    ESPERANZA (2)
     
    5- Para la irónica sabiduría de los griegos, la esperanza era un mal como todos los otros.
    – En el Prometeo encadenado, Esquilo hace decir a Prometeo que él ha dado a los mortales, junto con el fuego, la esperanza, que es ciega, para impedirles que contemplen su destino.
    – Es curioso que el nombre de Pandora signi­fique todos los dones, cuando ella era la encargada de custodiar el recipiente que contenía todos los males.
    – Otra versión señala que la vasija contenía en realidad todos los bienes, que escaparon a la morada de los dio­ses, dejando a los mortales librados al imperio de los males:
    – esta versión rescataría el perfil benévolo de la esperanza.
    – Puede pensarse también que Pandora, como Prometeo, es símbolo del acceso del hombre a los bie­nes de la vida civilizada, del fuego en adelante, que fueron robados a los dioses y que, desde una visión pesimista, se consideran fuente de todos los males.
    – La existencia de distintas versiones, unas positivas y otras negativas, acerca de su naturaleza, subraya la ambivalencia que despierta siempre la esperanza, fuen­te de alienación para algunos y gaje de supervivencia para otros.
     
    6- No sólo los griegos, sin embargo, critican la espe­ranza.
    – Poetas y pensadores célebres desconfían de ella:
    – Anouilh habla, a través de Antígona, de “la sucia es­peranza“;
    – Apollinaire la describe como violenta en uno de sus más célebres poemas.
     
    7- Spinoza in­cluye a la esperanza entre las pasiones tristes porque en su sistema metafísico ella es disminución de la po­tencia y pasaje a un estado de menor perfección, como sucede con todas las pasiones tristes.
    – Según él, la espe­ranza es un gozo inconstante, nacido de la idea de una cosa futura o pasada, de cuyo resultado dudamos de alguna manera.
    – La equipara antitéticamente con el miedo, ya que considera que estas dos pasiones -negativas en su sistema- son particularmente relevantes por los problemas éticos, religiosos y políticos que in­tentan resolver:
    – sometidos al imperio de la esperanza y el miedo, los hombres se vuelven crédulos y serviles.
     
    – No hay esperanza sin temor, ni temor sin esperan­za:
    – se trata de dos afectos inestables e imprevisibles, y aun cuando todos lo son, figuran entre los más violentos.
    – Por una parte, mientras se está pen­diente de la esperanza, se teme que lo deseado no se realice;
    – por el contrario, quien experimenta temor ima­gina una situación de exclusión, que conduce a la re­signación y a la parálisis.
    – El individuo temeroso se en­trega fácilmente a promesas de seguridad que dan ori­gen a su utilización como instrumento de dominación política.
    – Mientras duran, estos afectos dominan el cuer­po, la imaginación y la mente del sujeto, llevándolo a la pasividad.
     
    – Spinoza polemiza con­tra los apóstoles de la esperanza terrena y los predica­dores de la felicidad celeste, es decir, contra todos cuan­tos imaginan a los hombres diversos de lo que son, delineando sociedades utópicamente perfectas, don­de razón y libertad reinan soberanas sobre las pasio­nes.
    – La esperanza se vuelve entonces instrumento de obediencia y se asocia fácilmente con el fanatismo.
    – La aspiración de Spinoza, en cambio, es alcanzar la vida en una organización social cuyo sentimiento de segu­ridad la ubique más allá del miedo y la esperanza.
     
    8- Goethe y Nietzsche seguirán los pasos de Spinoza en este sentido:
    – uno de los personajes dramáticos de Goethe considera al miedo y a la esperanza los dos ma­yores enemigos del hombre;
    Nietzsche habla de la esperanza como el peor de los males.
     
    9- La noción tradicional de espe­ranza es más positiva que la de Spinoza.
    – Diccionarios: “Espera de algo deseado, considerado posible o pro­bable, pero inseguro“.
    – Como virtud teologal, la esperanza cierta se funda en la fe en Dios, garante de su cumplimiento.
    – “La fe es la sustan­cia de las cosas que esperamos“, dirá San Pablo.

  • oscar varela

    ESPERANZA
     
    1- Platón, en Las leyes, dibuja la taxonomía de las pasio­nes, ubicadas en un terreno intermedio entre alma y cuerpo:
    – organiza la dupla placer/dolor y sus corres­pondientes futuros, esperanza y temor.
    * La esperanza, fuerte brújula orientada al placer o a la felicidad, es ilusión para algunos y carisma para otros.
     
    2- Péguy, el poeta socialista francés, en un hermosísimo poema dedicado a ella, la llama la hermana menor de las otras grandes virtudes teologales, la fe y la caridad.
    – Compañera de las utopías, donde encuentra a su hermanastra, la fe en el progreso, no hay duda de que la esperanza puede también ser una pasión.
    – Participa de la intensidad y la ceguera del amor,
    – de la tenacidad de la envidia,
    – de la megalomanía del orgullo;
    – es contagiosa como la cólera y
    – vibrante como la alegría.
     
    3- Cioran afirma “la esperanza es el estado natural del delirio”.
    – Pero no siempre se la mira con beneplácito.
     
    4- La mitología griega nos habla de Pandora, nombre que significa “todos los dones”, la primera y más hermosa mujer, que por orden de Zeus fue modelada con tierra y con agua.
    – Los dioses la habían colmado de bendiciones, pero Hermes puso en su corazón la mentira.
    – Para proteger al género humano, los males habían sido encerrados en una vasija, pero Pandora, que estaba destinada a castigar a los mortales por la osadía de Prometeo, no pudo resistir su curiosidad, y al abrirla, todos se esparcieron volando por el mundo –salvo la Esperanza, que quedó encerrada en el fondo-.
     
    – Don malévolo de los dioses, la esperanza, según una versión, impidió que los mortales se suicidaran en masa ante la propagación indetenible de los males. Desde entonces reparte sus engañosos consuelos entre los mortales.

  • Lola Cabezudo

    MUCHAS GRACIAS, ISIDRO. NO ES QUE EXPLIQUES EN QUE CONSISTE LA ESPERANZA, SINO QUE LA INSPIRAS.

    SI TODOS FUERAMOS CAPACES DE HABLAR ASI, OTRA IMAGEN TENDRIA LA IGLESIA. VOY  A INTENTAR COPIARTE.

  • Iñaki SS

    Hola Isidoro

    A botepronto me ha salido espontaneamente un…”me gusta”.

    Con un poco más de calma, estoy dándole unas cuantas vuelas al recorrido de mi esperanza, desde la privilegiada atalaya de mis 82 añitos.

    Gracias por tu colaboración