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Si Sócrates viviese hoy moriría de tristeza

Es como si Leonardo hubiera visto lo que se debate en ATRIO… AD.

Vivimos el tiempo de los pos: pos-moderno, pos-capitalista, pos-neoliberal, pos-comunismo, pos socialismo, pos-democracia, pos-religioso, pos-cristiano, pos-humano y recientemente pos-verdad. Prácticamente todo tiene su pos. Tal hecho denota solamente que no hemos encontrado todavía el nombre que defina a nuestro tiempo, y estamos viviendo rehenes del viejo. Sin embargo, aquí y allá asoman señales de que algún nombre adecuado está por llegar. En otras palabras, no sabemos aún cómo definir la identidad de nuestro tiempo.

Así ocurre con la expresión posverdad. Esta fue acuñada por un dramaturgo serbio-norteamericano, Steve Tesich, en un artículo de la revista The Nation de 1992 y retomada después por él al referirse irónicamente al escándalo de la Guerra del Golfo. El presidente Bush hijo, reunido con todo el Gabinete, pidió permiso para retirarse algunos minutos. Fundamentalista como era, iba a consultar al buen Señor. Dice, “de rodillas pedí al Buen Señor luces para la decisión que iba a tomar; tuve claro que debíamos ir a la guerra contra Saddam Hussein”. Las informaciones más seguras afirmaban que no había armas de destrucción masiva. Era una posverdad. Pero gracias al “Buen Señor”, contra todas las evidencias, reafirmó: “Vamos a la guerra”. Y, bárbaros, fueron y destruyeron una de las civilizaciones más antiguas del mundo.

El diccionario Oxford de 2016 la escogió como la palabra del año. La define así: “Lo que es relativo a la circunstancia en la cual los hechos objetivos influyen menos en la opinión pública que las emociones y creencias personales”. No importa la verdad; sólo cuenta la mía. El periodista británico Matthew D’Ancona le dedicó un libro entero titulado “Pos-verdad: la nueva guerra contra los hechos en tiempos de fake news (Faro Editorial 2018). En él muestra como se da el predominio de la creencia y de la convicción personal sobre el hecho bruto de la realidad.

Es doloroso verificar que toda la tradición filosófica de Occidente y de Oriente, que significó un esfuerzo exhaustivo en la búsqueda de la verdad de las cosas, está siendo ahora invalidada por un inaudito movimiento histórico que afirma que la verdad de la realidad y la dureza de los hechos es algo irrelevante. Lo que cuenta son mis creencias y convicciones: sólo serán acogidos aquellos hechos y aquellas versiones, sean verdaderas o falsas, que encajan con estas creencias y convicciones mías. Ellas representarán para mí la verdad. Esto funcionó ampliamente en las campañas presidenciales de Donald Trump y de Jair Bolsonaro.

Si Sócrates, que dialogaba incansablemente con sus interlocutores sobre la verdad de la justicia, de la belleza y del amor, constatase el predominio de la posverdad, seguramente no necesitaría tomar la cicuta: Moriría de tristeza.

La posverdad denota la profundidad de la crisis de nuestra civilización. Representa la cobardía del espíritu que no consigue ver y convivir con aquello que es. Tiene que deformarlo y acomodarlo al gusto subjetivo de las personas y de los grupos, generalmente políticos.

Aquí son oportunas las palabras del poeta español, Antonio Machado, huido de la persecución de Franco: “¿Tu verdad? No, la verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”. Ahora vergonzosamente ya no es necesario buscar juntos la verdad. Educados como individualistas por la cultura del capital, cada uno asume como verdad la que le sirve. Pocos se enfrentan con la verdad “verdadera” y se dejan medir por ella. Pero la realidad resiste y se impone y nos da duras lecciones.

Bien observaba Ilya Prigogine, premio Nobel de termodinámica en su libro El fin de las certidumbres (1996): vivimos el tiempo de las posibilidades más que de las certidumbres, lo que no impide buscar la verdad de las leyes de la naturaleza. Zygmunt Bauman prefería hablar “de las realidades líquidas” como una de las características de nuestro tiempo. Lo decía más bien con ironía, pues de este modo se sacrificaba la verdad de las cosas (de la vida, del amor etc). Sería el imperio del everything goes: del todo vale. Pero sabemos que no todo vale, como violar a un niño.

La posverdad no se identifica con las fake news: estas son mentiras y calumnias difundidas a millones por los medios digitales en contra de personas o partidos. Tuvieron un papel decisivo en la victoria de Bolsonaro así como en la de Trump. Aquí se da por válido el descaro, la falta de carácter y una total falta de compromiso con los hechos. En la posverdad predomina la selección de aquello, verdadero o falso, que se adecúa a mi visión de las cosas. Su defecto es la falta de crítica y de discernimiento para buscar lo que es realmente verdadero o falso.

No creo que estemos ante una era de la “posverdad”. Lo que es perverso no tiene cómo sustentarse por sí mismo para fundar una historia. La palabra decisiva la tiene siempre la verdad cuya luz nunca se apaga.

*Leonardo Boff es filósofo y ha escrito Tiempo de Transcendencia: el ser humano como proyecto infinito, Sal Terrae 2007.

Traducción de Mª José Gavito Milano

11 comentarios

  • Alberto Revuelta

    De Sócrates en vivo y en directo nada conocemos. A traves de Platón, creo recordar. Filtrado por la memoria interesada y limitada del escribidor que recuerda y selecciona, aún sin querer.

  • Isidoro García

    Una cosa buena que hace Boff es diferenciar la postverdad de las fake news, que muchas veces se confunden añadiendo más leña al horno de la confusión.

          Dice Boff: “La posverdad no se identifica con las fake news: estas son mentiras y calumnias difundidas a millones por los medios digitales en contra de personas o partidos”.

        Lleva también razón Leonardo Boff, en que “no hemos encontrado todavía el nombre que defina a nuestro tiempo, y estamos viviendo rehenes del viejo”. La Modernidad en su momento, era lo último, lo contemporáneo. 

        Pero como no existe por ahora un Fin de la historia, lo Moderno, ya está en el pasado, lo que constituye una paradoja y una contradicción, que nos vuelve más confusos aún de lo que ya estamos.

        Por eso, lo que sea que hay después de la Modernidad, se denomina Post-Modernidad. Pero como después de esta época, vendrá otra, habría que cambiar esa denominación por filosofía contemporánea del siglo XXI, filosofía del s. XXII, etc.…

       En cada época cultural, rige una cosmovisión determinada, en función de los conocimientos y circunstancias vitales que hemos alcanzado. Y por eso la filosofía “líquida”, que produce un acercamiento a la realidad, poco firme, la “postverdad”, es la consecuencia normal de nuestro lento ascenso a la sabiduría.

         Si Sócrates dijo algo sabio, fue que “sé que no sé nada”. Este oximorón, no es solo una figura retórica, sino que es la nuez, la esencia de la auténtica sabiduría.

         Esto es como ir al médico. Cuanto más vas al médico, más enfermedades sabes que tienes. Tenerlas las tenías, (o no), vayas o no vayas, pero conocerla solo las conoces si vas al médico.

        Pues con el conocimiento pasa lo mismo. Cuanto más aprendes,

    más conoces, de las disfunciones naturales o advenidas de la propia mente,

    más conoces los sesgos-trampas que nos acechan en nuestro razonar,

    más conoces los errores en los libros que hemos leído,

    más eres consciente de las manías, taras y “humanidades” de los maestros que admiramos y seguimos admirando,

    más errores de traducción nos hemos tragado,

    más conocemos de la enorme complejidad de todo, de la gran pluricausalidad de casi todos los fenómenos, que hacen muy difícil inferir una lógica interna clara, etc. etc.

        (Yo siempre he pensado, que cada libro de no ficción, debería venir prologado con un certificado médico de consumo de alcohol y drogas del autor, de un certificado del psiquiatra de guardia sobre el estado de equilibrio psicológico del mismo, y de un certificado del conserje o portera de su edificio sobre el grado de estabilidad emocional matrimonial y familiar, para que los lectores que nos gastamos la pasta, sepamos si merece la pena o no).

          Por eso la postverdad, es la constatación de la dificultad que tenemos en conocer la realidad. Y es como el mal aliento o las hemorroides, algo que hay que aceptar resignadamente, sufrir en silencio y actuar en consecuencia, (poniéndonos un flotador hinchado en la silla). Pero lo que no se puede hacer es demonizarla, y asociar la postverdad con la simple y común mentira o propaganda política.

        Ni siquiera se puede asimilar al error cognitivo comúnmente aceptado. La postverdad es una desgraciada circunstancia que nos ataca en estos momentos históricos, en que sabemos mucho, pero no lo suficiente.

        ¡Bastante tengo, si tengo hemorroides, para que encima, me insulten, y empiece a pensar la gente, el por qué tengo hemorroides!. Y es que la gente es muy mal pensada, y enseguida piensa en lo peor, sobre todo si piensas distinto que ellos. 

        La postverdad es una desgracia, pero ¡bendita desgracia!. ¿Qué preferimos la irritante e insultante seguridad del que no sabe y cree que lo sabe ya todo?. Llegar auténticamente al nivel socrático, del “sé que no sé nada”, es un nivel que no es fácil de conseguir, y ya nos gustaría llegar a él de verdad. Es el “Conócete a ti mismo” de Delfos.

        Porque además la postverdad no es indicio de confusión, sino de claridad y un acicate para proseguir la búsqueda.

          Es como tener las gafas sucias. Leía hace años en “El Mundo Today”, que un científico ruso con las gafas sucias, había descubierto seis nuevos planetas del sistema solar. Si tienes las gafas sucias, y eres astrónomo, lo primero, antes incluso que intentar limpiartelas como puedas, es saber que las tienes sucias. Porque si no, saldrás en las noticias del “El Mundo Today”.

  • oscar varela

    1- Una vez más la FILOSOFÍA tiene que dedicarse a su inexorable oficio y deber:
    ir «por debajo de los cimientos mismos», so las cosas que parecían más incuestionables y últimas.
     
    2- «FILOSOFÍA» es la única disciplina humana que
    – no vive de su buen éxito y de lograr lo que intenta; sino
    – que consiste en fracasar siempre,
    – porque lo necesario, lo ineludible en ella
    – no es el logro, sino el intento.
     
    3- Nuestra situación es inversa de la que gozaron los griegos
    – Ellos descubrieron el pensar como rigor, y les fue un deleite, un juego, una diversión.
    – A nosotros ya no nos divierte, no nos es subjetivamente juego.
    – Quere­mos pensar justo lo necesario.
    – Pensar se nos ha vuelto seriedad.
     
    4- Cuando un criterio de verdad falla, se busca otro;
    – cuando éste falla también, se busca un tercero,
    – y así sucesivamente hasta un mo­mento en que
    – la acumulación de fallos se interpone entre nosotros y nuestra intención de buscar aún un nuevo criterio más seguro y rigoroso que todos los precedentes.
    – Los errores cometidos, al ser tan numerosos, se condensan en una experiencia general de frustra­ción que automáticamente nos hace desconfiar de todo nuevo esfuer­zo.
    – Es la situación de escepticismo (ahora decimos “posverdad”).
     
    5- Pero esta desconfianza frente a todo esfuerzo
    – por un criterio de verdad más firme que los fallidos,
    – no anula la necesidad que sentimos de poseer ese criterio.
     
    6- Entonces caemos, sor­prendidos, en la cuenta de que
    – el radical sentido de la pregunta pilatiana: ¿QUÉ ES LA VERDAD?,
    – no es preguntarse por su criterio o señal distintivos,
    (como lo hizo hasta ahora la filosofía)
    – sino por algo previo a todo eso; a saber:
    LA VERDAD COMO FUNCIÓN EN EL ORGA­NISMO DE LA VIDA HUMANA.
    ………………………..
     
    7- El hombre no tiene derecho a ser radical en su comportamiento.
    – Todo en el hombre es problemático, climatérico, parcial, insuficiente, relativo y aproximado.
    – Darse cuenta de esto es ser, en verdad, hombre,
    – coincidir consigo,
    – ponerse a nivel de humanidad.
    – En cambio, conducirse radicalmente es
    – desconocer esa relatividad y cuestionabilidad
    – que son la consistencia elemental del hombre, y, por tanto, es
    – atroz ceguera y es caer a un nivel infrahumano.
    – De ahí la fisonomía que el radical nos presenta de semi-bestia emergente.
     
    8- Solo hay una actividad en que el hombre puede ser radical
    – que no tiene más remedio que ser radical: es la FILOSOFÍA;
    – porque es el esfuerzo para descubrir las raíces de lo demás.
    – No está dicho, ni mucho menos, que la filosofía logre eso que se propone.
     
    LA FILOSOFÍA es una ocupación que no vive de sus consecuciones,
    – que no se justifica por su logro. Al contrario:
    – frente a todas las demás activi­dades humanas de orden intelectual, se caracteriza por ser un fracaso permanente, y, sin embargo, no haber otro remedio que intentar siempre de nuevo, acometer la tarea siempre abortada;
    – pero ¡ahí está!, nunca rigorosamente imposible.
     
    – Es la perenne fatiga de Sísyfo elevando, una y otra vez vanamente, la pesadumbre del peñasco desde el valle a la cumbre. Pero Nietzsche nos recuerda que Sísyfo —de sophós—, quiere decir el sabio, Sapiens, y este vocablo lo mismo que su doble griego no quiere decir erudito ni hombre de ciencia, sino más simplemente el que distingue de «sabo­res», de sapideces, el catador, el que tiene buen paladar; en suma, EL HOMBRE DE BUEN GUSTO.

  • Carmen

    Pues creo que lo que no se perdona por parte de algunos de los llamados intelectuales es el intrusismo a la hora de pensar por parte de los que no somos considerados intelectuales.

     

    Y claro que hay esperanza. Por supuesto que la hay. Los jóvenes tienen un trabajo duro por hacer, le hemos dejado un planeta bonico, jolín, y una sociedad totalmente desigual. Pero lo conseguirán. Porque no es cierto que no piensen. Lo que sucede es que piensan diferente.

    No es cierto que no se preocupen por cuestiones éticas, solo que su ética es diferente a la nuestra. Por supuesto, a nosotros nos gusta la nuestra.

    Y en cuanto a dios, es absolutamente falso que no busquen respuestas, lo que sucede es que las que le ofrece las religiones tradicionales no le sirven. Bueno, todas no sé, pero la católica hay a un buen número de jóvenes que no entienden nada. Otros sí.

    Esperanza? Por supuesto.

    Un recuerdo a Díaz Alegría.

  • mª pilar

    Copio un párrafo de este art. porque da respuesta a muchas de las ¿? que se presenta en mi vivir cada día:

    …”Educados como individualistas por la cultura del capital, cada uno asume como verdad la que le sirve”…

    Y hago la pregunta que nos ha dejado Nolo:

    ¿Hay esperanza en este tiempo?

    Está constantemente en mi mente y en mi corazón…y me oprime… no me agrada esta manera de vivir hoy, donde:

    ¡Todo vale, si es bueno  para mis fines y deseos!

  • oscar varela

    Hola!

    ¿Se animarán los atrieros a preguntarse

    sobre lo “verosimil” de la frase con que  A.D.

    introduce lo de Boff?:

    -” Es como si Leonardo hubiera visto lo que se debate en ATRIO… AD.”-

  • oscar varela

    Hola!

    Rescato esto:

    – “La posverdad no se identifica con las fake news“-

  • Carmen

    Y qué es la verdad? La que dicen los grandes? Pues por mí, en 2019 , casi en 2020, se la pueden guardar.

    Sabe qué pasa? Que desde hace cien años la lectoescritura ha llegado a un montonazo de personas. No tenemos derecho a pensar porque somos perfectos desconocidos?

    Los tiempos cambian. Las cabezas también. Se llama evolución del pensamiento. Y somos un montonazo de personas pensando. Y nos replanteamos muchas cosas. Y está internet. Y no nos sentimos bichos raros.

    Me refiero a los que le dedican tiempo a pensar, no a los que se dejan llevar por las news, sean fake o true.

    O el pensamiento es exclusivo de los que publican en grandes editoriales? O los conocidos a lo largo de la historia del pensamiento? La historia sigue y hay muchas personas que reflexionan sobre infinidad de cosas. Y se asombraría al escuchar a personas que no han leído a Platón, ni a Nietzsche, ni a Marx, llegar a las mismas conclusiones que ellos, eso sí, dichas de una manera más sencilla.

    Me gusta pensar que si Sócrates viviese, le gustaría tomarse una cerveza conmigo, que no una cicuta.

  • Nolo

    ¿Hay esperanza en este tiempo?

    • Alberto Revuelta

      Pues depende, para un servidor, de lo que hagamos. Rita, 48 años, con un cancer de mama casi olvidado y enferma de VIH, percibía hasta hace un par de meses una prestación no contributiva por tales motivos cuyo importe mensual, por catorce pagas, era de 238 euros. Como el cancer esta serenado y no molesta y la VIH igual, los entomologos con titulo de medico de la Unidad de Valoracion han decidido que no debe seguir percibiendo la prestación que era su único ingreso. Mientras el gobernador del Banco de España, cuyo sueldo es de unos 112.000 euros al año, ha recomendado que hay que reducir el importe de las pensiones. Lo ha dicho en fino con palabras técnicas de hipocresía económico-asesina. Rita, constitucionalmente protegida, cobraba al año 3.322 euros. El gobernador que ha jurado cumplir y hacer cumplir la Constitución, 112.000. Igualdad de los españoles ante la ley. Si toleramos esto, no tenemos, ni tendremos, esperanza. Ese combate en favor de las víctimas es la única esperanza, creo

      • oscar varela

        LA SEMILLA DE LA IGUALDAD
        Capítulo 4: UN PROYECTO PARA LOS ABANDONADOS

        (33) “Los vieron marcharse y muchos los reconocieron; entonces, desde todos los pueblos fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. 34 Al desembarcar vio una gran multitud; se conmovió, porque estaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas” (Mc 6, 33-34).

        1- Un gentío que corre a su encuentro
        (33) “Los vieron marcharse y muchos los reconocieron; entonces, desde todos los pueblos fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.
        El comienzo es sobrio: “Los vieron marcharse”. El foco se centra sobre una multitud atenta a los movimientos del grupo que parte en la barca desde un lugar sólo determinado por la presencia de Jesús (6,30). La maniobra fue seguida también por un indeterminado y abundante número de individuos que identificaron la barca en su trayectoria: “y muchos los reconocieron”.

        Esa otra multitud de amplia procedencia entra en escena: “y desde todos los pueblos fueron corriendo por tierra a aquel sitio”. Su movimiento implica que habían depositado sus legítimas aspiraciones en el colectivo de la barca. El ansia de libertad se extiende entre la gente deseosa de recobrar su dignidad perdida.

        La multitud confluye en un mismo punto, definido únicamente por el hecho de aludir al lugar elegido por el Galileo y los discípulos para debatir a solas. Marcos se despreocupa de concretar el sitio. Su interés se centra en destacar que ya no son únicamente aquellos que “iban y venían” (v. 31), sino un volumen considerable de individuos salidos de todas partes acudiendo al impreciso destino adonde arribará la barca.

        Un apunte acerca de ese movimiento del gentío cierra esta primera parte: “y se les adelantaron”. Es preferible traducir por precedieron en lugar de adelantaron para eliminar el sentido de competición que contiene este último verbo. El dato sobre la anticipación de la gente manifiesta sus ansias de libertad. Marcos se sirve de él para introducir la reacción de nuestro protagonista ante la dura realidad que percibirá en la multitud.

        2- La reacción de Jesús
        (34) “Al desembarcar vio una gran multitud; se conmovió, porque estaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas”.
        Jesús, al que no se menciona explícitamente, asume el protagonismo. Marcos introduce los hechos haciendo referencia de forma indirecta a la barca: “Al desembarcar”. Nada más pisar tierra, nuestro hombre constata la presencia en el lugar de la ingente marea humana: “vio una gran multitud”.

        Su primera reacción (“se compadeció de ellos”) expresa tanto el sentimiento que le suscitó el lamentable estado de indigencia de la gente, cuanto la actuación con que hizo frente a ese desvalimiento humano y social.

        Marcos puntualiza la causa concreta que ha originado el estremecimiento y la compasión del Galileo: “porque estaban como ovejas sin pastor”. La condición de abandono en que se hallaba la gran multitud se manifiesta bajo una figura típica de una cultura agraria, donde las ovejas simbolizan a los individuos integrantes de la sociedad y el pastor personifica a los dirigentes responsables de la vida de esas personas.

        La figura del pastor como responsable político, social y económico está fuertemente atestiguada en los escritos del Antiguo Testamento. Quizás el ejemplo más conocido y completo sea el del capítulo 34 del libro de Ezequiel.

        Para Ezequiel, asegurar el bienestar del pueblo exige eliminar los obstáculos que lo impiden. La suerte del pueblo pasa por garantizar su libertad. Desde su esquema religioso, el profeta apuesta por la intervención directa de Dios para conseguirlo de una vez por todas.

        Él admitirá la reclamación de los débiles contra los fuertes erigiéndose en juez frente al atropello.

        Ezequiel refuerza el aliento e invita al entusiasmo prometiendo una intervención drástica que no dejará a medias la andadura del pueblo hacia la libertad. Se llevará a cabo a través de un personaje futuro cuyos rasgos dibuja a partir de una figura legendaria del pasado, David. No hay confianza para otros pastores. El David definitivo, según Ezequiel, será quien aparezca como el auténtico y único pastor, el que transformará el peligro, la opresión y la muerte en una etapa interminable de abundancia donde el gran problema del hambre no tendrá ya cabida.
        ……………………
        Estas ideas del Antiguo Testamento bullían con persistencia en el ambiente de la Palestina del siglo I cuando el Galileo se bajó de la barca y se topó de frente con la gran multitud. El gentío buscó en aquel hombre al David prometido que necesitaban. Jesús, por su parte, descubrió en ellos al pueblo desprotegido y abandonado por los dirigentes.

        Los discípulos permanecen inactivos. Él interviene con inmediatez dejando en suspenso su diálogo con ellos. El abandono del pueblo tiene prioridad. Les propondrá su proyecto. Marcos escribe: “se puso a enseñarles muchas cosas”. Su enseñanza es consecuencia de la compasión. Como en la secuencia de las parábolas: “se puso a enseñarles muchas cosas con parábolas” (4,2), el contenido de la enseñanza de Jesús es el mensaje del Reino, la alternativa de sociedad, explicada, como entonces, con amplitud.

        Jesús presenta su proyecto como inicio del momento histórico prometido por los profetas. Asume el papel de pastor definitivo, pero no lo hará al estilo previsto por el Antiguo Testamento. Su propuesta descarta la violencia y la conquista del poder como vías para alcanzar las soluciones que los abandonados anhelan. El poder defrauda. Jesús no frustrará las esperanzas de los más débiles.
        ……………………………
        (Fin del Capítulo 4)