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Mi recuerdo de Johann Baptist Metz

Por  Francesco Strazzari.

Acaba de morir a los 91 años un profesor de Teología a quien todos, en cascada, debemos mucho. Y lo curioso es que esa nueva teología política iniciada por él que están en la base de todas las teologías de la liberación y de la implicación de la fe en Dios con todas las víctimas y personas oprimidas, surgió de unas vivencias de su juventud que marcaron el futuro de sus reflexiones. Lo expresa muy bien uno de sus alumnos, Francesco Strazzari, teólogo italiano, autor de este artículo que ha traducido y enviado a ATRIO  Jesús Martínez Gordo. Otro discípulo de Metz, José Antonio Zamora, publica también un In Memoriam en el próximo número de Iglesia Viva, donde en el año 2000 publicó también una larga entrevista con su maestro Metz. Descanse en paz y sigamos adelante quienes aún  podemos aquí vivir y profundizar como él en la realidad vivida. AD. 

        Mi acercamiento a la reflexión teológica de Metz se remonta a mediados de los años 70, fecha en la que lo elegí para mi tesis de filosofía en la Universidad de Padua y ocasión en la que tuve que hacer frente a la indiferencia de Marino Gentile, quien, cuando se lo propuse, se sorprendió. Le dije que Metz había sido discípulo del gran Karl Rahner, de quien el filósofo de Padua sabía algo. Es probable que hubiera oído hablar algo de él al teólogo Sartori, de quien era amigo.

        La idea de una tesis sobre Metz fue aprobada y me puse a estudiar su pensamiento, así como a visitarle con cierta frecuencia. Era un hombre de una notable humanidad, de sorprendente buena voluntad y de extraordinaria vitalidad. Le encantaban la compañía y las risas, siempre rodeado de grupos de jóvenes. Era un bávaro de una sola pieza.

        Sin embargo, ya entonces, el teólogo alemán me daba la impresión de tener una cierta ansiedad, un no sé qué oculto, un espíritu sorprendentemente problemático. Le apasionaba la teodicea, es decir, el estudio de Dios y me decía que las preguntas sobre Dios eran muchas; que la teología no debía tener miedo de formularlas.

        En una conversación que mantuvimos, también me habló de su decisión de ser teólogo, por coherencia con su itinerario teológico. Años más tarde, Metz volvió a hablar de ello en un simposio organizado por Moltmann en 1996, en Tubinga, al que fueron invitados nueve famosos teólogos. Todos tenían que responder a esta única pregunta: “¿En qué he cambiado?”

        Metz habló de aquello en lo que no había cambiado. De hecho, no había cambiado la referencia a un episodio trágico en su vida, que iluminó y reafirmó su investigación teológica, cuando, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, llegado al frente, ubicado a este lado del Rin, vio a un centenar de jóvenes muertos, masacrados por un ataque combinado de artillería y tanques.

        Sus sueños se desmoronaron. ¿Cómo se puede hablar de Dios delante de estos jóvenes con los que había compartido temores y risas de infancia? Desde el comienzo de su investigación teológica, examinó las categorías de memoria, pasión y sufrimiento en referencia a Dios.

        Estaba atormentado por el sufrimiento del mundo y la pregunta: “Dios, ¿dónde estabas en Auschwitz?”. Su “teología política” no era más que un hablar de Dios en la “conversio ad passionem”, es decir, en su manifestación en el calvario y en el proceso que lo clavó en la cruz.

        Metz había llegado a la teología política a partir de la teología trascendental de su gran maestro K. Rahner. Tuvo que enfrentarse a una avalancha de críticas. El debate fue áspero y polémico hasta la publicación del libro: “la fe, en la historia y en la sociedad” (1977), virulentamente atacado por Ratzinger.

        Queriendo conocer de primera mano el mundo del sufrimiento, visitó las comunidades de base de América Latina. Quedó sacudido por el trabajo “desde abajo” de amigos y compañeros teólogos. Visitando los Andes, escribió un diario.

        Regresó con la firme y obstinada voluntad de plantear a la teología las preguntas más crudas e inquietantes sobre el sufrimiento y la existencia humana atribulada. El sufrimiento se convirtió, en su apasionada investigación, en la categoría básica del discurso cristiano sobre Dios. En su intervención en el simposio de Tubinga dijo, refiriéndose al Maestro, que le había puesto delante de sus ojos y en su corazón “el suspiro mudo y tenue de la criatura, como un discreto grito de búsqueda de la luz ante el rostro oscuro de Dios”.

        En julio de 1999 me envió un hermoso texto sobre la “ecumene de la compasión”. Partiendo de la constatación de que todas las grandes religiones de la humanidad tienen como interés central una mística del sufrimiento, veía en esto la base para una alianza entre religiones, destinada a promover la compasión social y política en el mundo en común oposición a las causas del sufrimiento injusto e inocente. Esta “ecumene de la compasión” no sólo sería un evento religioso, sino que también estaría llamado a ser un “acontecimiento político”. Era su “utopía”.

       

7 comentarios

  • oscar varela

    1- “La Patria es un dolor que nuestros ojos no aprenden a llorar”.
    – errores y dolores que se nos convierten en un Problema
    – El dolor nos devuelve nuestra tierra convertida en Problema, en tarea,
    – y entonces nos hallamos convertidos en trabajadores para redimirla.
     
    2- Hay dos maneras de patriotismo:
    * Una es mirar la patria como la condensación del pasado y
    – como el conjunto de las cosas gratas
    – que el presente de la tierra en que nacemos nos ofrece.
     
    * Pero hay otra noción de Patria.
    – No la tierra de los padres,
    – sino la tierra de los hijos.
    – una tarea a cumplir, un problema a resolver, un deber.
    – crítica de la tierra de los padres y
    – construcción de la tierra de los hijos.
     
    3- El instrumento transformador se llama “política”.
    * Es un acto inmoral convertirse en conquistador del poder
    – sin crearse previamente un ideal gubernativo.
     
    4- Educación es la acción
    – de convertir una cosa menos buena en otra mejor.
    – empleando la técnica pedagógica.
    – merced a la cual la idea, el verbo, se hace carne!
    – Pero vulgarmente se la toma como pedagogía individual.
    – Esto nunca ha dado bienestar común a la gente, y además
    – fue la falacia del moralismo y
    – la mentira del mercantilismo.
     
    5- Si la sociedad es cooperación,
    – sus miembros tienen que ser, antes que otra cosa, trabajadores.
    – En la sociedad no puede participar quien no trabaja.
    – Esta es la afirmación mediante la cual
    – la democracia se precisa en socialismo.
    – Socializar al hombre es hacer de él un trabajador
    – en la magnífica tarea humana.
    – El único estado social moralmente admisible
    – es el estado socializado.
     
    6- La idea de Dios halla en su interpretación social
    – el máximum de reverberaciones:
    – «Siempre que estén juntos me tendrán entre ustedes»
    – Dios es el cemento último entre los hombres,
    – el aunador,
    – el socializador.
     
    7- El individuo, como tal, es siempre una caricatura
    – El individuo se diviniza en la colectividad.
    – ¿No es tal el sentido del verbo haciéndose carne?
    – si Dios se hace hombre, hombre es lo más que se puede ser.
     
    8- Jesús parece amonestamos suavemente:
    – no te contentes con que sea ancho, alto y profundo tu yo:
    – busca la cuarta dimensión de tu yo, la cual es tu prójimo, el , la comunidad.
    (Marzo 1910 en Bilbao)

  • Carlos

    Por el texto de Stazari acabo de enterarme de que Metz ha muerto. En mi pensamiento teológico primero ha estado siempre Rahner y después Metz. Recuerdo un verano que pasé trabajando su libro Memoria pasionis. Lo que ocurre es que su teología no es fácil.

    No hace mucho que he releído en la hemeroteca de El País una entrevista de Reyes Mate cuando Metz estuvo en una ocasión en Madrid. En ella denunciaba como la religión corría el peligro en Occidente de convertirse en el opio no ya del pueblo sino de la gente de buen pasar, bien situada en la vida. Estoy de acuerdo

    Quiero dedicarle una oración de gracias por lo que he aprendido de él

  • Carmen

    Por favor. A mí no me gusta nada ese dios que une en el espanto.

    Es que mi dios no tiene nada que ver con el sufrimiento producido por una guerra o por las injusticias humanas. Y con el de fenómenos naturales tampoco. Por favor. Con razón hay tanta gente que dice que no cree en Dios. En este momento me apetece decirlo a mí. Pero mentiría. Solamente puedo decir que mi dios es otro. Que ni idea de lo que es, luego gracias a mí cabeza si puedo saber lo que no es. Y este no es.

    Entre este artículo y el del señor Isaías , ufffffff. Estoy asustada. Menos mal que me dura poquito porque esta fase ya la superé. Me costó un montonazo, pero donde hubo fuego siempre quedan rescoldos.

    Buen día.

  • mª pilar

    Quizás…solo quizás, si nuestro hablar no fuera siempre de… Dios… quien nadie sabe ni conoce nada; y es así como debe ser y de hecho, es.

    Nuestra meta “debería” de ser:

    Fijarse en el “programa”-Proyecto de vida que (en nuestro caso) es, Jesús el Galileo.

    Quizás, no habría tantos rompimientos de cabeza.

    Allá donde he podido vivir y comprobar que este Proyecto se hace ¡Vida! Esta es abundante, creadora de bien común en todos los sentidos. Las personas se levantan, caminan hacia una nueva manera de mirar y ver, cuanto sucede en su alrededor, se entregan a la tarea sin mirar hacia quien va dirigida, sencillamente se crea:

    ¡Una comunidad de Vida! 

    Crece la riqueza personal de cada ser, que de verdad lo acoge como conocimiento de lo que puede llegar a ser nuestro vivir.

    Y todo ello, respaldado por conocer la Palabra-Vida- y  la causa por la cual lo mataron.

    Dios es el gran Misterio, al que se le mira como Padre, pero la fuerza es:

    ¡La vida misma… desde Jesús!

    Ahí se acaban todas las “beatitudes” y empieza la resistencia contra todo lo que se interpone a esta manera de caminar; especialmente desde la iglesia ¡poder! Porque desde siempre en esta iglesia, han existido personas que así lo han contemplado y lo han hecho Vida.

    Es solo mi manera de mirar y sentir.

    Dios, como “mono tema” debería dejar de ser el centro de nuestra fe, y hacer todo lo posible, para hacerlo Vida, desde la Palabra y vida de Jesús.

  • oscar varela

    Hola!

    Este Dios de Metz es el “lado” religioso:
    el del ESPANTO

    Se parece al que Jorge Luis Borges
    decía de Buenos Aires:
     
    Y la ciudad, ahora, es como un plano
    De mis humillaciones y fracasos;
    Desde esa puerta he visto los ocasos
    Y ante ese mármol he aguardado en vano.

    Aquí el incierto ayer y el hoy distinto
    Me han deparado los comunes casos
    De toda suerte humana; aquí mis pasos
    Tejen su incalculable laberinto.
     
    Aquí la tarde cenicienta espera
    El fruto que le debe la mañana;
    Aquí mi sombra en la no menos vana
    Sombra final se perderá, ligera.

    No nos une el amor sino el espanto;
    Será por eso que la quiero tanto.

  • Gonzalo Haya Prats

    Una “ecumene de la compasión” como base del pluralismo religioso, que nos una a todos los pueblos en un esfuerzo por la justicia y la igualdad. ¡Un buen camino a seguir!