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Principio y fundamento: el sentido de la propia vida

 Una invitación a ejercitar un espíritu realista
durante la Cuaresma, 1

  • Saludo inicial

Hace dos años, el grupo de Lamiarrita (e los jesuitas de Misión Obrera) me invitaron a dirigir las meditaciones de su retiro. Esa invitación provocó en mí una reacción mayor de lo podría imaginar. Desde hacía veintisiete años nadie había solicitado mis servicios como director de ejercicios o convivencias. Recuerdo que, con algunas comunidades religiosas muy generosas en su acomodación al espíritu del Concilio, se había creado un clima de mutua confianza que les llevó a decirme cuando supieron que había optado por la secularidad: “para nosotras seguirás siendo el mismo y esperamos seguir invitándote como hasta ahora”. No fue así. Tampoco lo eché de menos. Mi vida interior fue creciendo, según creo, en la nueva vida hasta tal punto que sentía no haberme dado cuenta de tantas cosas cuando ejercía oficialmente de “maestro espiritual”.

        En los últimos ejercicios que di en 1990 ensayé hacer una adaptación de los Ejercicios de San Ignacio a la espiritualidad que proponía Marcel Légaut. Quedamos todos muy satisfechos. Al llamarme los de Lamiarrita pensé que podría hacer algo parecido, más acorde con mi actual manera de entender la espiritualidad. Como temía que mi salud me impidiera acudir presencialmente –como así fue– me comprometí a poner por escrito mis meditaciones. Ese material es el que ahora me he decidido a poner al servicio de los visitantes de ATRIO, invitándoles a aportar experiencia y sabiduría a estas reflexiones que voy a proponer las próximas semanas.

       

  • El principio y fundamento de hoy

        Al principio de sus ejercicios, san Ignacio invita a considerar lo que llama el principio y fundamento. Realmente lo que él hace es establecer el punto de partida en lo que en su tiempo se consideraba una creencia global, un postulado universal de partida: la creencia en un Dios creador y juez y en un alma inmortal que puede salvarse o condenarse. Esto nadie lo discutía entonces en Europa, al menos abiertamente. Era la cultura dominante la que señalaba el destino de cada vida humana desde fuera y el problema era interiorizarlo y ser consecuente con él.

        Hoy la persona se encuentra carente culturalmente de este punto de arranque indiscutido vigente en tiempos de Ignacio. Culturalmente esas creencias comunes entonces han desparecido, incluso en gran parte de quienes se consideran creyentes. Si se mantienen referencias religiosas, estas tienen un carácter cultural y superficial que no sirve para ser cimiento de una vida personal. Pero sí que está globalmente extendido que la humanidad necesita un principio globalmente admitido que fundamente una dignidad y una ética de la persona humana.

        La persona no puede resolver la cuestión fundamental sobre el sentido de la propia vida por herencia familiar o cultural, si los avatares de la vida le han hecho participar del pluralismo cultural y religioso que es consustancial al mundo globalizado de hoy. Deberá ser cada persona quien establezca el sentido de su propia vida, como significado y finalidad, el qué y el para qué de la misma. Si su capacidad de autoconsciencia se ha desarrollado mínimamente, tendrá que optar, ante estas cuestiones últimas, por una de estas opciones:

  1. Atenerse a una creencia heredada para responderlas, convenciéndose de que es su fe personal, aunque poco se profundice interiormente en ella. Por ejemplo, van pasando los años y se va volviendo año tras año al catecismo o al principio y fundamento ignaciano, sin cuestionarlo. O se instala en la teoría opuesta (fe atea o agnóstica) que le asegure que no hay por qué hacerse preguntas que no tienen posibilidad de respuesta.
  2. Si persisten y agobian las preguntas, cabe intentar descender del nivel de autoconsciencia y libertad personal. La persona puede distraerse de estas cuestiones con diversas estrategias: activismo para centrarse en objetivos pasajeros de vida, consumo de entretenimientos y drogas que le alejen de las cuestiones de sentido. Como no es fácil tampoco evadirse de estas cuestiones, a veces, la persona cae en una depresión que le hace ver todo negro y que le dispensa de hacer luz sobre el destino personal de su vida.
  3. La solución que proponemos es emprender un camino de búsqueda personal, profundizando en los momentos de autoconciencia o “llamadas a entrar dentro de sí” que habrá vivido a lo largo de su existencia, depurando bien lo que había en ellas de llamadas desde fuera o de llamadas interiores auténticas. Este camino lo vamos a intentar recorrer hoy en esta meditación, pero es un trabajo que dura toda la vida. El sentido de la propia vida no lo establece una persona de una vez para siempre, fijando así un “principio y fundamento” a su vida, sino que lo va a estar buscando y replanteando constantemente, estando atento a lo que surja dentro de él, a veces, en los momentos más inesperados de su vida.

 

  • Dos formulaciones para dos épocas

        El principio y fundamento no es considerado por Ignacio un objeto de meditación sino un requisito previo al resto de ejercicios. Quien los empieza es porque aun reconociendo que ese es el destino de su vida, necesita ordenar su vida en consecuencia.

        El problema es cuando ese planteamiento previo se presenta con una formulación en la que la persona no se reconoce hoy. Por eso me ha parecido conveniente reformularlo de forma sea entendible y aceptable para quien hoy desee “ordenar su vida”.

En el siglo XVI, los tiempos de Ignacio En el sigo XXI, el tiempo de nuestros hijos
El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor
y, mediante esto, salvar su ánima;
y las otras cosas sobre la haz de la tierra
son criadas para el hombre,
y para que le ayuden en la prosecución
del fin para que es criado.
De donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar dellas,
quanto le ayudan para su fin,
y tanto debe quitarse dellas,
quanto para ello le impiden.
Por lo qual es menester hacernos indiferentes
a todas las cosas criadas,
en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido;
en tal manera, que no queramos de nuestra parte más   salud que enfermedad,
riqueza que pobreza, honor que deshonor,
vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás;
solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados.
En diversas ocasiones y de diversas formas,
    desde su infancia hasta la vejez,
    la persona es llamada a entrar dentro de sí
    para preguntarse quién es y
    cuál es el destino de su vida.
Estas ocasiones de autoconsciencia,
    instantáneas unas veces y prolongadas otras,
simples y complejas a la vez,
    están siempre relacionadas entre sí. 
Constituyen la base de la persona como sujeto y
    fundamentan las tomas de decisión más libres y
trascendentes sobre la propia vida,
    las correcciones de rumbo a lo largo de ella y
    la memoria total que algunas personas son invitadas
a hacer hacia el final de sus días,
    para prepararse a la consumación de la misma:
En entrega agradecida y amorosa a los demás
y al origen de su existencia

 

  • Hacer memoria de la propia vida

San Ignacio propone hacer memoria detallada de la propia vida en búsqueda de pecados personales. Pero en mi plan este ejercicio de memoria tiene un objetivo diferente: encontrar los momentos del despertar de la autoconsciencia en que la persona fue capaz de tomar decisiones libres o tuvo que reaccionar ante acontecimientos críticos sobrevenidos. El pecado como ofensa a Dios no interesa aquí. Estamos en un momento previo incluso a poder afirmar la creencia personal en Dios. A veces las respuestas ya adquiridas, la cultura religiosa anterior, impiden la búsqueda que pueda llevar a encontrar un sentido y una fe realmente personal.

        En todo caso se puede utilizar eso que se nos dijo que era pecado, como un momento crítico de autoconsciencia en que se recibió una luz sobre el destino de nuestra vida. Lo que sí podemos recoger de esa y otras meditaciones de los Ejercicios es la invitación a ser detallista y metódico y aprovecharnos de hitos para hacer esa memoria de nuestra vida: “mirando de año en año o de tiempo en tiempo; para lo qual aprovechan tres cosas: la primera, mirar el lugar y la casa adonde he habitado; la segunda, la conversación que he tenido con otros; la tercera, el officio en que he vivido”.

        Para Loyola, repasar la propia vida era un ejercicio espiritual. Otros ahora considerarían que eso solo puede fortalecer un yo y una mente que impiden el vacío total y la fusión con el gran Misterio. Yo lo considero ejercicio muy necesario para unificar la persona que es la misma en su infancia, en su juventud o en su vejez. Ser persona concreta es un ir haciéndose, un proceso, en el que infinidad de instantes y actos se reunifican en una memoria reconciliadora e integradora. Pero este ejercicio no se puede limitar a un momento especial. Se debe hacer en cualquier momento continuamente, recordando lugares, reencontrando personas, revisando unas fotos o unos vídeos. Lo importante es hacerlo con atención interior, intentando recordar la conciencia que tenía de sí mismo esa persona en ese momento. A la pregunta trascendental del “¿quién soy yo?” no hay que responder con definiciones abstractas o por descripciones de nuestra persona que hayamos recibido desde fuera, sino empezando por reconocernos en momentos y espacios muy concretos. Atentos a lo que pensábamos y sentíamos en cada momento, aunque no coincidiera con lo que otros pensaban o sentían de nosotros.

        No es necesario hacer un psicoanálisis ni un autoanálisis sistemático para que descubramos en nosotros mismos momentos lúcidos de autoconsciencia, preguntas profundas que nos acompañaron, personas que nos influyeron por dentro por su sola presencia, decisiones tomadas con una libertad que resiste la crítica que ahora se pudiera hacer, porque no fueron determinadas sino solo suscitadas o moduladas por las circunstancias. Tal vez se eligió por motivos o sentimientos que hoy no me parecerían auténticos, pero es importante descubrir si fue una auténtica respuesta personal a una alternativa de vida que se presentó en un momento determinado. Es importante trabajar la memoria sobre sí mismos para conocernos mejor e identificar mejor el sentido de la propia vida.

       

  • Identificar lo que nos ha llegado más al fondo

        Además de recorrer tiempos y lugares es conveniente, en este ejercicio de automemoria hay que ir identificando y jerarquizando lo que más hondo nos ha marcado la vida: personas, lecturas, obras de arte, acontecimientos casuales.

        Es importante identificar muy en concreto a nuestros padres espirituales, aquellas personas presentes en nuestra vida que fueron decisivas para el surgir de una autoconsciencia especial y unas decisiones más trascendentales o duraderas. Generalmente esta capacidad de fomentar la búsqueda de sentido lo han provocado estas personas no con consejos, sino con su simple hacerse presentes a nosotros. A veces esta calidad de padre espiritual, en sentido auténtico no devaluado, puede coincidir con los propios padres, con un maestro, con una persona cuyo testimonio auténtico nos interrogó. Sin esas personas nuestra vida no hubiera sido la misma, pero no por mera imitación sino por lo que hicieron surgir como propio en nuestro interior. Estas personas pueden haber sido cercanas y coetáneas, pero también lejanas respecto a espacio y tiempo, llegadas a nosotros a través de diversos medios o cadena de testimonios. Lo importante es identificar y jerarquizar esas otras vidas concretas que por su capacidad de hacerse presentes a la mía se puede decir que han sido engendradoras de mi vida autoconsciente de búsqueda.

        El mismo ejercicio puede hacerse respecto a lecturas y libros que marcaron nuestra vida personal. Detrás habrá tal vez una persona de las identificadas anteriormente, pero con frecuencia es la obra misma, narración, poesía o ensayo, la que nos marcó en la búsqueda interior. Es bueno recordar nuestro primer contacto con ella y el porqué de ese influjo en nuestro interior. Se trata de algo diferente, pero con mucha relación a esas listas de “mis libros preferidos”. A veces puede la preferencia referirse a lo que me gustaron o divirtieron. Pero algunos, además, me provocaron interiormente la búsqueda personal.

        Se puede hacer lo mismo con obras de arte que han quedado de manera especial dentro de nosotros: imágenes, música, teatro, cine, documentales… En su totalidad o en escenas y detalles concretos. Las veces que han vuelto a nuestra memoria en diferentes ocasiones, volviendo a trasmitirnos una luz o una llamada, puede ser señal de lo hondo que nos llegaron. Y es bueno tenerlas identificadas y poder interiormente darnos razón de ellas.

       

  •         Acontecimientos que marcan la vida

        Pero la vida personal, además de la herencia debida a nuestros genes, a los ambientes vividos, a las personas que nos han influido con sus vidas u obras y a las decisiones libremente tomadas, está marcada por los acontecimientos externos que nos han marcado. Siempre un acontecimiento que condiciones nuestra vida requiere de nosotros una reacción personal. Una enfermedad, un accidente, un éxito o un fracaso profesional, una sorpresa afortunada, una muerte cercana. Todos son hechos que están ahí y que pueden marcar nuestra vida.  La forma cómo fue acogido el acontecimiento es importante para descubrir la persona: ¿rechazo o aceptación? ¿realismo factual o recurso a causas invisibles, relacionadas con la voluntad divina: castigo o prueba? La espiritualidad del acontecimiento es muy importante y debe partir de una evaluación de cómo hemos ido respondiendo interiormente a él en diversas ocasiones. Será bueno recordarlo y tenerlo presente.

       

  •         Grandeza y pequeñez del ser humano

        Llegados a este punto será conveniente declarar qué es lo que se pretende con este ejercicio de memoria, el primer paso para ir siendo consecuentes con un principio y fundamento auténtico y personal que reemplace la antigua creencia universal en que se estableció el de Ignacio de Loyola.

        Conocerse a sí mismo es el principio de toda sabiduría. Y un conocimiento lo más realista y completo de la persona es lo que nos puede adentrar a una sabiduría interior aceptable para los hombres y mujeres de hoy. Identificados los puntos que relacionados entre sí unen lo que es trazo real de nuestra persona, habrá que seguir meditando, a partir de esta realidad, en lo grande y en lo pequeño que es a la vez esto que constituye la vida real de una persona: más que una substancia fija, material o espiritual, cuerpo o alma, el ser humano es un conjunto de actos y momentos unificados por una consciencia y un destino en un devenir único e irrepetible.

        Para conocerme lo que es la persona o el ser humano (utilizamos los dos términos) que soy yo, no acudo a manuales de antropología ni a revelaciones divinas. La única respuesta está dentro de mí. No hay una persona abstracta o general, sino personas concretas: cada una es una singularidad del proceso de evolución de la materia y la vida, gran misterio o enigma diferente. Y una de ellas soy yo y tengo que identificarme en concreto, no definirme en abstracto.

        El objetivo de las meditaciones de este primer grupo o semana es llegar a tener muy actualizada la autoconsciencia de lo que soy yo: un debilísimo chispazo en el espacio y el tiempo, la carencia casi total de ser que, sin embargo, es capaz de caer en la cuenta que posee en sí mismo la potencia de comprender (abarcar) todo y leerlo todo desde dentro con una inteligencia que será también única e irrepetible.

        Metodológicamente no es conveniente apresurarse a darle nombre propio a ese gran Misterio del Ser del que somos chispita. Pero si alguien es movido a ello tampoco debe reprimir el pasmo y la adoración interior que le provoque esta o sucesivas meditaciones.

        Hay algunos maestros espirituales que recomendarían no alimentar demasiado el ego con estos ejercicios de memoria. Lo único que habría que hacer es el vacío. El ideal para algunos sería incluso que la memoria que nos identifica se borrara del todo para que no estorbe a la iluminación o budeidad que se nos dará como don, no como fruto de nuestro ejercicio interior. Yo no quisiera que esto se discutiera aquí. Cada cual siga su camino. Y la verdad es que en cualquier momento puede la memoria de lo pasado diluirse por completo dejando nuestra mente tamquam tabula rasa. Ese será un acontecimiento (como Alzheimer etiquetan hoy una pluralidad de trastornos nerviosos)  para el que deberemos estar preparados como para acoger nuestro último acto vital: la muerte. Pero, entretanto, es legítimo y bueno seguir ejercitado con creciente realismo y síntesis el ejercicio de la propia memoria.

        Haremos sucesivamente otras meditaciones que serán tanto más fructuosas cuanto más se haya profundizado y organizado nuestra memoria personal, que tendrá la ventaja de ser la nuestra, con un gran valor por ello y no por los extraordinarios recuerdos o acontecimientos que conserva, contrariamente a lo que se valora en “las memorias” amañadas en libros que se venden a millares. En esos otros pasos, pero se puede ya ahora llegar a ello, nos concienciaremos de cómo a la vez nuestra persona es insignificante y extraordinaria, es a la vez ser y carencia de ser. Y en la medida en que siendo muy realistas lleguemos a esta conclusión y la analicemos bien, estaremos tal vez invitados a dar un salto a la fe que empiece precisamente desde lo hondo de nuestra vida en un acto de fe en sí mismo, del que se deriven posteriormente la fe en el otro y la fe en el Otro que nos une.

20 comentarios

  • Honorio Cadarso

    Añado a tus sugerencias de caminos teóricos, amigo Duato, experiencias de cómo se han dado en mí. El inicio de mi vida pastoral al salir del seminario me dió la oportunidad de encontrarme con una militante de la HoAc nacida en una famillia de ácratas de hondas raíces místicas que por no sé qué caminos la llevaron a una vida mística cristiana y una militancia fervorosa ene el movimiento obrero. Yo era un antiobrerista furibundo,, y el seminario no había hecho más que aumentarme esa manía, y ante el talante de María opté por escuchar y rumiar lo que ella era y decía. Poco a poco fui rompiendo con mi pasado intolerante y fascista. Me convertí de director espiritual en dirigido.  De clerical en anticlerical…Y tras María vinieron otros muchos militantes obreros, especialmente jóvenes, que por la buenas o las malas me fueron haciendo cambiar…

    Laa encíclica Humanae Vitae me enfureció, me rebelé y así lo dije a las militantes de la HoAc femenina con absoluta claridad y energía. Otra andanada de reconversión. Y la consiguiente emigración a la vida laical a través del matrimonio, en la que también me marcó la resistencia de la jerarquía a permitirme el matrimonio religioso, que me fue autorizado cuando yo ya había renunciado a suplicar a nadie la autorización canónica y un amigo la gestionó por mí.

    Y muchas más cosas…La mano de Dios me ha guiado, creo yo, suave, maternal y paternal. Y las personas que me han rodeado.

  • Carmen

    Perdón.

    Muerta estoy con la postura del Papa actual con los condenados por pederastia. Con el señor de Lyon en concreto. La tolerancia cero por lo visto no es para los grandes , creo que se llaman príncipes de la iglesia. Pues como los nuestros, por lo visto tienen inmunidad. Son aforados.

    No creia que nada de lo que hiciese me pudiese sorprender. Me equivoqué.

  • Santiago

    Aunque estoy retrasado viniendo al ordenador no quería dejar de comentar el interesante y actual artículo de Antonio D. sobre el célebre Principio y Fundamento de Ignacio de Loyola, que no solamente ha sido la base de los Ejercicios Espirituales tradicionales, sino también el comienzo de la reforma de vida de un sin número de fieles…

    Creo estar de acuerdo con la solución tercera porque siempre estamos en un momento de “búsqueda personal”……Sin embargo, ésta la considero un medio necesario puesto que la búsqueda no cesará ya nunca, hasta el momento final de nuestra vida…Por eso pienso que ella no excluye ninguna opción…pues solo en este incesante deseo para encontrarnos es que nos iremos realizando…

    Por otro lado, creo que la naturaleza humana esencialmente es la misma desde “el principio”…Los cambios han sido socio-culturales…que nos habrán iluminado en un período de la historia o en un “momento”, y en otros nos han reducido y ensombrecido nuestras potencialidades de remontar nuestras miserias…pero estos cambios NO han suprimido los verdaderos problemas existenciales del ser humano…en cuanto a la creencia universal en un Creador, en cuanto al por qué de  nuestra existencia, en cuanto a el sentido del sufrimiento,  en cuanto a nuestra responsabilidad moral y sentido de culpa, en cuanto a nuestro destino final después de la muerte…Esas preguntas han coexistido siempre con nuestra misma vida..por el hecho de estar aquí…

    Por eso creo que Ignacio empezó por establecer un principio general que se podía aplicar, no sólo en la época cuando lo escribió, sino que ahora sigue siendo actual, como fundamento de nuestra propia opción ….Sin duda, este principio es susceptible de adaptación al momento presente que vivimos en el mundo…herencia del siglo XVIII y siguientes…donde existe grado marcado de negación de la realidad y escepticismo…pero que tampoco ha llegado a suprimir la conciencia  del grado de sufrimiento humano, ni nuestra responsabilidad ante nuestra opción por el mal, ni de sus terribles consecuencias para nuestra víctimas, ni de nuestro sentido innato de culpabilidad, ni de nuestras ansias de felicidad que son infinitas….ni de nuestras preguntas que no obtienen cabalmente una mera respuesta humanista…

    Sin duda, hacer “memoria de la propia vida, identificar lo que nos ha llegado más al fondo y los acontecimientos que han marcado nuestra vida” entran de lleno dentro del método ignaciano y son un buen paso para comprender “la grandeza y pequeñez” del ser humano ya que “tengo que identificarme (yo) en concreto”…puesto que somos “ser y carencia de ser” a la vez….Por eso Ignacio hablaba de “reflexionar” para sacar “mayor provecho” y “contemplar” en profundidad el misterio de la vida, la veleidad de los placeres inordinados, el paso veloz de la existencia terrestre,la importancia de la trascendencia y de mi paso final después de la muerte….No es raro pues que, ante tanta claridad contemplativa, la luz de la fe nos abra la puerta final hacia la realidad..

    Gracias, Antonio D. puesto que yo también creo que abres una puerta donde la reflexión es la llave.

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

     

     

  • Román Díaz Ayala

    Antonio, nos sorprendes siempre con una nueva iniciativa. Especialmente ahora cuando el panorama de concertación social se está ensanchando ahora en España, formalmente con el juicio del procés y la escalada progresiva de elecciones políticas desde febrero en Andalucía hasta abril y mayo, con la vista puesta en el Brexit para lo que mira a la Unión europea. Y por debajo de las formas, en ese rumear profundo que se está adivinando en las gentes y los diversos colectivos, especialmente los medios y la clase periodística que se está poniedo las pilas, cambiando sus discursos sobre la marcha y resituándose.

    Mientras, el número uno de los mossos de escuadra, el Sr Trapero, supo hábilmente mostrar el cartón piedra con lo que estaban hechas las magníficas obras del aparataje tanto independentista como del gobierno central en todo esto, como un Gary Cooper en “Sólo ante el peligro”.

    Siglo XVI, siglo XXI,. Se tocan o se alejan. Es cuestión de perspectivas. Una perspectiva personal no lo resueve todo, pero da una pista. La pista es que da el reflejo de una época, de un momento histórico, y para un determinado colectivo. Viene a se como algo así si determinar que nuestra reflexión en estas cuaresmas religioso-`políticas  son el delta del Nilo, que baña al Mediterráneo, o el delta del Okavango que muere en el desierto sin conocer el mar.

     

    • Asun Poudereux

      No sé, Román, si he llegado a entender esto último que dices. Me refiero a la oposición mar-desierto. Pues según las Escrituras es en el desierto donde Jesús, y por lo mismo toda persona, se encuentra a sí mismo, emergiendo del ser la lucidez y fuerza para optar en coherencia y llevarlo a la vida práctica.
      También, en toda persona existen los dos deltas, su espacio interior los incluye e interconecta. En las profundidades descubre resquicios aparentemente opuestos, que le dan su fundamento y principio. Yo diría el sentido real que nada excluye y en el que encuentra el ser que todos somos.
      Gracias por tu atención, Román.

      Por mi parte, Agradezco la iniciativa de Antonio. Creo que nada ni nadie sobra en dar el sentido real a la Vida. La gratitud es una bendición, que nos abre a la conexión con lo/el Otro y nos va facilitando el reconocernos en todo otro. El abrazo sincero empieza por y con uno/a mismo/a. Quiero decir sentirse ya abrazados.

      • Román Díaz Ayala

        Hola, Asun
        Lo bueno y lo malo de las comparaciones metafórica es que dan pie para muchas sugerentes respuestas que enriquecen la conversación, todas ellas lugares válidos para ahondar en nuestras reflexiones, pero tienen un punto de ambigüedad que oscurece lo que ofrece el dicente.
        Cada iniciativa de Antonio ofrece una nueva oportunidad al personal atriero para explorar nuevos rumbos, y creo que lo elegido por él está acertado. Si te fijas en el perfil de las colaboraciones, corresponden a personas maduras en sus profesiones, dedicaciones, oficios y edades; sin síntesis de vidas. Es decir, somos testigos de lo que hay ( y ha sido)pero no nos corresponde convertirnos en adivinadores del futuro. Tal cosa sólo lo podrían ser las generaciones que están tomando el relevo. (Adivinos en la medida en que se dediquen a ello) Nos lo ilustra el periplo de los salmones, que vuelven para desovar.
        No hay nada más arraigado en nosotros mismos que nuestra verdad subjetiva, nos hacemos dogmáticos de nuestras propias personas. Se dice en la teología medieval que cada ángel en si mismo es un individuo y una especie, mientras que los humanos somos individuos todos de una sola y única especie. Nuestra verdad necesariamente está fragmentada en cada uno de nosotros.
        Fundamentar la visión teísta en el siglo XVI en contraposición a otra distinta visión “humanista” para el siglo XXI, dejando lo primero como cosa del pasado, desde el punto de vista histórico es un error y desde el dialéctico una inconsecuencia, pero que se entiende y se acepta desde el momento en que confirmamos en la persona del “director espiritual” su bùsqueda personal de otros anclajes vitales. Y podemos participar de ello, o nó. Pero yo no creo que esté buscando complicidades, sino un nuevo espacio de diálogo, a lo cual ya nos tiene muy acostumbrado, que es de agradecer. El mar es la figura de la presencia de Dios, quien exige de nosotros el esfuerzo de nuestra aceptación y búsqueda, un humanismo que yo sí que comparto y que canaliza nuestros trabajos hacia Él. No es que un río interior no sea fecundo. Ahí está el Okavango que fertiliza todo un desierto, pero sin llegar al mar.
        Ha sido un placer hablar contigo, ahora que no me puedo hacer más visible por aquí.

      • Carmen

        Pues debe de ser lo único en que estoy de acuerdo con la teología medieval. Los Ángeles no sé, pero que nosotros somos una especie y que nuestro conocimiento está fragmentado, es que estoy convencida de ello.
        Pero creo que a partir de la ilustración, empezamos a ser conscientes de que cada uno de nosotros también somos capaces de pensar y no únicamente las personas que hacen de ello su profesión. Es un descubrimiento bestial porque nos hace más personas, evolucionamos y en eso estamos, evolucionando. Es cierto que a veces nos empeñamos en imponer nuestro pensamiento como verdad absoluta. Y es que estamos como niños con zapatos nuevos. Pero todo se andará, seguiremos evolucionando y entenderemos que la única manera de seguir avanzando es poner nuestros pensamientos en común y entre todos encontrar el mejor camino para todos, porque todos somos una especie. Estamos interconectados y no me refiero a internet.
        Pero durante siempre unos han querido imponer a otros su pensamiento.Para mí es un signo de inseguridad, necesitas que los demás te refuercen, porque si estuvieses seguro de lo que piensas no necesitarías reafirmarte con la aceptación de tu opinión por un momtonazo de personas. Pero, quién está seguro de que lo que piensa es la pura verdad? Creo que por ahí vienen los jaleos y los malos rollos.
        A lo mejor no es cierto lo que estoy diciendo, pero así pienso.
        Y quiero creer que nuestros descendientes seguirán evolucionando en esa dirección, con retrocesos puntuales, como el que tengo la impresión que estamos viviendo en la actualidad.
        Porque mi Jesús imaginario quiero creer que dijo que él había encontrado un camino. Y a mí me gusta. Y a muchas personas también. A muchísimas, pero en ese camino no hay dogmatismos por parte de las personas que ellas mismas se creen la élite del pensamiento. Y curiosamente no paran de citarse unos a otros o recurren a citas de personas que escribieron en una determinada época. Lo que no sabe nadie es lo que esos grandes pensadores dirían en la actualidad.
        No sé.
        Vaya usted a saber por dónde irá nuestra especie en el futuro, pero me gusta pensar así.
        Un saludo.

    • Asun Poudereux

      Dejé reposar unos días, Román, esperando el momento más tranquilo para comentarte lo que de tu respuesta me surge.
      Primeramente en las profundidades del ser humano nos topamos con Aquello que nos trasciende y que sin ser nuestro nos habita. La experiencia nos abre a un espacio abismal sin límites. Nada ni nadie hay que esté fuera de Ello, por más que no lo haga presente en su sí mismo. Lo que intento decirte es la no separación que los conceptos obligan. Mar, desierto, valle, delta, montaña, lago, nuestros sentidos los separan y sin embargo todos ellos son parte de un Todo. Si en la mirada está presente el Todo, se ven inundados por Ello.
      En el camino de búsqueda las metáforas tienen un papel primordial que hacen ver lo que nuestros ojos no ven, o mejor dicho han olvidado arrastrados por el sentido práctico que nos han enseñado para moverse uno por la vida, y hemos ido mimetizando. Como hablar separando el pasado del presente y el futuro, y así creerlo más allá del nivel práctico de entendimiento, siendo que somos aquí y ahora.
      Puedo hablar de mi biografía a efectos prácticos sabiendo que no soy lo que describo, porque lo que soy permanece como testigo sin identificarse con ello. Aunque sí son vínculos y formas que van dando profundidad y sentido a lo que soy de fondo y que sólo a mí, Asun, corresponde descubrir en soledad y en interrelación constante y continua con el otro, que es también, como yo, aun cuando no lo haya hecho presente y consciente todavía. Y, sin dudarlo, también hay seres humanos mucho más conscientes y presentes en Todo y en todos, como un espejo que nos refleja al mismo Jesús.
      De ahí que los hijos vean más allá, en todos los sentidos, que los padres, llegada su hora y momento de cambio de mirada. Ayer alguien dijo citando a otra persona, que no recuerdo, “si piensas que piensas es que no estás pensando”. Eres, entonces, el testigo.
      Lo que me trae a comentar lo de la mente pensante que como un nuevo rico, se toma e identifica por lo que tiene y se permite ignorar lo que realmente es, descuidando y despreciando en esa identificación con su ego narcisista el ser completo que es, y del que en realidad es una parte más de lo que le conecta con Aquello que es ya en él y que comparte, en su hondura, con todo otro.
      Me encanta y me hace sonreír lo de los Ángeles. Me hace caer en la cuenta, que los seres humanos no podemos resistirnos al anhelo de apuntar a Aquello que nos trasciende y en el camino creernos también Ángeles. Lo que sea no lo sé.
      Un abrazo. También a Carmen.

  • Antonio Duato

    Gracias a todos los que habéis escrito comentarios en este primer día de publicación de mi primera entrega de esta serie.

    Estuve madurando durante casi dos años la conveniencia de ofrecerlo a todos, pues entendía lo negativo: la irrelevancia de mi propuesta o el riesgo de convertirlo en una nueva metodología de “escuela”.

    Oscar Varela, que es un mago de las palabras, arroja el título de esta meditación p’atrás y p’abajo, y espuma todo el texto en estas dos palabras: alteración y ensimismamiento. Tal vez tenga razón y mi propuesta sea poco relevante hoy. Pero las palabras son de quien las usa, ayer u hoy. Me encanta oir la palabra “fundamento” a un vasco o una vasca. “Esa chica tiene fundamento… Ese, ¿qué fundamento tiene?” Aunque ahora no sé si la seguirán usando los jóvenes… Respecto a la otra palabra, veamos si los Principia de Newton significaron una invitación al retroceso o al futuro.

    Me ha conmovido cómo Pilar tomó en serio la cosa y le sirvió para una meditación de la que salió con mucha luz y paz. (Me remueve la refrencia que con frecuencia haces a tu Pignatelli. En la red de mis recuerdos luminosos están personas que lo encarnaron: Madurga, Jesús Mari Alemán… Algo nos unía ya, Pilar, antes de ATRIO). Aunque al hablar de meditación no me refiero al clásico ejercicio de “una hora” sino al difuso ejercicio de muchos momentos, aparentemente separados pero unidos por dentro, a lo largo del día. Sobre esto volveré otro día, pues he reflexionado también sobre cómo entender hoy las anotaciones metodológicas de Ignacio.

    Gonzalo y Ana resaltan la mucha complejidad que implica esta propuesta que nos llevaría a un “laberinto de caminos culturales, conceptuales, personales, y piscoanalíticos”, del que difícilmente encontraríamos una salida. Y Carmen, con su sensatez y sinceridad habitual, lanza una advertencia: “¡No buceen demasiado en ustedes mismos sin una ayuda externa!” En todo ello se apunta no a la irrelevancia sino a los riesgos que presentía y que me hicieron retener la publicación de este texto.

    Respecto de esto último tengo que decir que no es mi pretensión ser el primero en recomendar esta profundización en los recuerdos más íntimos. Eso ya lo hacía Ignacio en sus exercicios. Y yo me he criado con ellos, haciendo incluso a mis 24 añitos el mes de Ejercicios en Pedreña, con el santo P, Nieto. Luego me he dado cuenta de fallos profundos en ese método, junto a grandes aciertos. Brevemente los resumiría todos en estos tres:

    1. Hacer esa memoria de la propia vida desde la perspectiva del pecado como ofensa personal a ese Dios que “nos ha dado tanto”. Yo propongo hacer esa memoria sin juzgarlo todo como bien o mal, aceptando todo como real y procurando armonizarlo todo como retrato real de lo que yo soy. Esto es mucho más sanador para el espíritu y es buena preparación para un psicoanálisis o buen ejercicio para cuando, después de hacerlo, necesitas volver a dar sentido a la vida.

    2. “Hacer contra la naturaleza”. Todo el método ignaciano está impregnado de esa visión pesimista de ver el alma encerrada en la cárcel de una alimaña que es el cuerpo. Él propone esa meditación. E invita heroicamente a “agere contra”. Una lucha fatal que ha desenfocado muchas vidas. Aunque se puede enfocar lo bueno de esa “lucha” a un “se tenir debout” -resistir de pie- a pesar de los acontecimientos según Légaut, empujados por una fuerza propia de mi naturaleza humana -yo no estoy en la naturaleza y en el cuerpo, sino que soy naturaleza y cuerpo- que es tan mía como de una fuerza desconocida que me trasciende.

    3. Cultivar el protagonismo del YO. Es la pega fundamental que se objeta a toda la espiritualidad ignaciana y occidental por los místicos orientales. La afirmación del Yo tiene aspectos que pueden parecer contrarios a Dios –Yo soy– o al nosotros. Pero, basado en la propia experiencia yo no veo esa oposición si más que afirmación del Yo se afirma “lo que ocurre en mí”. Esto último es puro realismo, no pretensión. Coexiste con la conciencia de pobreza de ser, sin la pretensión de poseer el ser. A veces Légaut ha reflexionado por qué le gustaba más decir Moi -Mí en mi- que Je -Yo, Ego-.
    Si os sigue interesando iremos progresando en estos ejercicios del espíritu, día a día.

    • oscar varela

      Gracias Antonio!
      Mi “juego de palabras”
      intentaba inducir a des-cubrir un faltante
      (para mí el prioritario y más importante)
      los:
      1- p’alante
      2- p’arriba
      e.d.: proyecto entusiasmante,
      que es quien da sentido (o sin-sentido) a todos los:
      3- p’atrás
      4- p’abajo.
      La “vida humana” es FUTURIZA,
      empieza en “las ganas de vivir”

  • Carmen

    A ver.

    No sé si eso de remover toda una vida no es un poco complejo. Si descubres algo de ti mismo que tienes como olvidado porque lo has enterrado y sale a niveles conscientes puede tener su complicación. No buceen demasiado en ustedes mismos sin una ayuda externa. Al menos esa es mi opinión.

    Buen fin de semana a todos.

  • ELOY

    Gracias Antonio.

    Tengo la impresión de que me has facilitado una especie de “palanca” para remover hechos, reflexiones, sentimientos …vida.

  • Carmen

    Gracias .

    Leído.

     

  • Mª Pilar

    Ha sido para esta personilla; entrar en “esos cuatro puntos” que nos has dejado para… pensar-profundizar… en ellos.

    Un buen rato de silencio interior, haciendo como un repaso de lo que verdaderamente se ha “pagado” o mejor expresado, se ha encarnado en mi entraña.

    Mi pequeña parcela de tierra, ha recibido una buena:

    “Labranza, una buena siembra, un tiempo bueno para que pudiese llegar a una cosecha… ¿buena?, y ha dado frutos”

    Eso, personalmente, no me preocupa, porque he recibido tanto…:

    En el lugar que nací, en la sencilla familia que ne tocó en “suerte”… En las personas que he conocido a lo largo de toda mi vida, y mi propia vida personal, no ha sido “vertiginosa”.

    A sido normal, con momentos fuertes, otros  de dolor, durante toda una… vida… de angustia, de sencillo gozo y sencillo bien estar; nunca he aspirado ha grandes sueños.

    Pero contemplando lo que otras personas sufren, por el mero hecho de haber nacido en otros lugares… solo puedo dar:

    ¡¡¡Gracias de todo corazón!!!

    Dada mi configuración personal… no lo hubiese podido soportar; así, que desde que tengo uso de razón… y creo que fue muy pronto, por esos avatares de la vida, que te hacen madurar temprano, pero sin angustia, me siento profundamente agradecida.

    Cuando repaso las cosas que de alguna manera de han dado:

    ¡Vida! ¡son tantas!

    Sencillas, pero extraordinarias; las personas que han pasado por mi vida, no mido en ellas sus capacidades intelectuales… y las hubo muy capacitadas; sino por su manera de vivir, ser, y estar en la vida; eso me ha marcado, y todas ellas, están en lo más profundo de mi ser.

    Tengo una capacidad profunda para mirar las cosa maravillosas que la naturaleza y las personas que la llenan me han ofrecido y me ofrecen; que solo puedo agradecer con gran gozo cuanto me regalan cada día.

    Me entusiasma contemplar en silencio cuanto hermoso me rodea; la música me trasporta a otras galaxias, me conmueve, me hace estremecer… y la escucho constantemente… cuando leo, cuando escribo, cuando pienso… cuando no puedo dejar de pensar… y eso me hace daño… La música me saca de ese… como pozo sin fondo… ni explicación, de porque me dejo atrapar.

    Se me dotó… por un tempo, de una voz hermosa de contralto, y desde muy niña, me hicieron cantar en todos los coros habidos y por haber; aprendí, durante unos pocos años a tocar el piano… hoy tristemente… solo lo acaricio… se me ha olvidado hasta leer música; cantar… es imposible; hace muchos años, me sorprendió una afonía, que duró casi un año… jamás recuperé la voz. Quizá, provocada por algún momento de… dolor; ha habido (como todo ser humano) algunos en nuestra vida.

    Me encanta leer, también desde muy temprano; y he tenido personas que han sabido preparar mi mente y mi corazón, con buenos libros, y sigo en ello.

    Este repaso de mi sencilla vida… seguirá toda la semana; me encanta el silencio y la escucha.

    Ha sido muy grata la experiencia Antonio; la he tomado, como una especie de retiro del mundanal ruido cotidiano.

    Y te doy las gracias por ello; porque lo has planteado con una mirada y un lenguaje de hoy y para hoy.

    ¡¡¡Gracias!!!

    mª pilar

  • oscar varela

    Hola!

    1- Principio y

    2- Fundamento

    Palabras que nos hacen mirar:

    1- p’ATRÁS y

    2- P’ABAJO.

    …………………

    Pa’mí que son

    de otro tiempo y

    de otro paradigma.

    ¿cuajará hoy?

  • ana rodrigo

    El gripazo que me asalta, me va a impedir profundizar poco o casi nada en este artículo tan denso.

    Como dice Gonzalo, es muy complejo, porque a lo largo de la vida interfieren muchas circunstancias, y ahí está el cómo reaccionamos, dentro de la complejidad de nuestro interior, las circunstancias exteriores, junto a nuestro pasado, dará unos resultados u otros.

    Pienso que nacemos con un “chip”  (unas tendencias, una manera de ser incipiente, etc.) que nos acompañará durante toda la vida. Después vendrán las circunstancias en las que vamos a movernos, y, según estas premisas, me viene a la mente el refrán español que dice “Dios los cría y ellos se juntan”. Vamos buscando nuestros afines, y en el ambiente social en que vivamos, así nos veremos más o menos influenciados, así como la posibilidad o dificultad para entrar dentro de nosotros mismo con capacidad para discernir según nuestra jerarquía de valores así como poder decidir.

    Creo que las decisiones que tomas a lo largo de la vida son inescrutables, porque puedes equivocarte y tener que rectificar, pero siempre con la brújula activada para no “perder el norte”, nunca mejor dicho.

    Es un tema tan interesante como complejo. Gracias, Antonio

  • Mª Pilar

    Gracias querido Antonio.

    De momento, agradecerte profundamente:

    ¡¡¡El Lenguaje que has usado!!!

    Y el resto… será entrar con paz y silencio a la labor que nos presentas.

    En ello me pondré… cuando mis visitantes se vayan… por la tarde es u momento muy especial.

    Gracias de corazón.

    mª pilar

  • Gonzalo Haya

     
    Antonio acomete aquí un tema complejo y de mucho calado. Creo que se trata de un método para replantearnos, de forma racionalmente justificada, nuestra actitud vital; y no sé hasta que punto se basa en Marcel Légaut.
     
    Valorar este método desde su justificación teórica llevaría a un laberinto de caminos culturales, conceptuales, personales, y piscoanalíticos, que difícilmente llegarían a una salida. Creo que su valoración global estará en una razonable eficacia práctica. Su aplicción está concebida para unos días de intensa reflexión, pero creo que también servirá para esos momentos de reflexión, más o menos frecuentes, que salpican la vida de los adultos. El tiempo nos irá diciendo. Es de agradecer un nuevo punto de vista, o una nueva iluminación, para ajustar nuestro comportamiento social.
     

     

  • oscar varela

    Casi todo el mundo está alterado, y
    – en la alteración el hombre pierde su atributo más esencial:
                – la posibilidad de meditar,
                – de recogerse dentro de sí mismo
                            – para ponerse consigo mismo de acuerdo y precisarse
                                       – qué es lo que cree y
                                       – qué es lo que no cree;
                                       – lo que de verdad estima y
                                       – lo que de verdad detesta.
    * La alteración le obnubila, le ciega,
                – le obliga a actuar mecánicamente en un frenético sonambulismo.
    ………………..
    * La posibilidad de meditar es el atributo esencial del hombre
                – vayamos delante de la jaula de nuestros primos, los monos.
    – El simio se parece tanto a nosotros, que nos invita
                – a afinar el parangón,
                – a descubrir diferencias más concretas y más fértiles.
    – En la escena simiesca destaca espontáneamente,
                – un rasgo que llega a nosotros como un rayo de luz:
    * es aquel estar las diablescas bestezuelas constantemente alerta,
                – en perpetua inquietud,
                – mirando,
                – oyendo todas las señales que les llegan de su derredor,
                – atentas sin descanso al contorno,
                – como temiendo que de él llegue siempre
                            – un peligro al que es forzoso responder automáticamente
                            – con la fuga o con el mordisco,
                            – en mecánico disparo de un reflejo muscular.
    * La bestia vive en perpetuo miedo del mundo,
                – y a la vez en perpetuo apetito de las cosas que en él hay
                – y que en él aparecen,
                – un apetito indomable
                – que se dispara también sin freno ni inhibición posibles,
                – lo mismo que el pavor.
    * En uno y otro caso son los objetos y acaecimientos del contorno
                – quienes gobiernan la vida del animal,
                – le traen y le llevan como una marioneta.
                – Él no rige su existencia,
                – no vive desde sí mismo,
                – sino que está siempre atento a lo que pasa fuera de él,
                – a lo otro que él.
    * Nuestro vocablo otro no es sino el latino alter.
    – Decir, pues, que el animal no vive desde sí mismo
                – sino desde lo otro,
                – traído y llevado y tiranizado por lo otro,
                – equivale a decir que el animal vive siempre alterado,
                – enajenado, que su vida es constitutiva alteración.
    * Contemplando este destino de inquietud sin descanso,
                – llega un momento en que nos decimos: “¡qué trabajo!”
    ………………..
    * Pero ¿el hombre no se halla lo mismo que el animal,
                – prisionero del mundo,
                – cercado de cosas que le espantan,
                – de cosas que le encantan, y
                – obligado de por vida, inexorablemente, quiera o no,
                – a ocuparse de ellas?
    – Sin duda.
    – Pero con esta diferencia esencial:
                – que el hombre puede, de cuando en cuando,
                            – suspender su ocupación directa con las cosas,
                            – desasirse de su derredor,
                            – desentenderse de él, y
                            – sometiendo su facultad de atender a una torsión radical
                            (incomprensible zoológicamente)
                            – volverse, por decirlo así, de espaldas al mundo y
                            – meterse dentro de sí,
                            – atender a su propia intimidad o, lo que es igual,
                            – ocuparse de sí mismo y no de lo otro, de las cosas.
    ………………..
    * Lo que hay de más sorprendente en ese hecho:
                – el poder que el hombre tiene de retirarse
                – virtual y provisionalmente del mundo y
                – meterse dentro de sí, o dicho con un espléndido vocablo,
                – que sólo existe en nuestro idioma:
                – que el hombre puede ensimismarse.