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El LOGOS y el  TAO

 

Aunque las grandes manchas de color son a veces simplistas, pueden resultar también pedagógicas. Corro pues el riesgo de simplificar para ayudar a entender un poco los universos mentales del Occidente en que vivimos y de ese Oriente al que miramos y al que muchos miran para salir de su sensación de vacío.

La gran aportación de Occidente a la historia humana la dio Grecia con el descubrimiento del logos. Este término clásico significa a la vez palabra, razón y sentido: brotó de la experiencia de que las cosas son razonables: tienen una “lógica” que puede ser captada y expresada por nuestra palabra. Esta armonía, este encuentro entre la realidad y nuestra mente es una de las primeras experiencias de sentido: si no hubiera posibilidad de encuentro entre la realidad y nosotros, nos encontraríamos ante un sinsentido impresionante.

La experiencia fundamental del Oriente me parece ser la del Tao. Y quizá no es casualidad que la obra de Lao-Tsé, autor del Tao-te-King (libro de la virtud y del Tao) sea, luego de la Biblia, la obra más difundida en la historia del mundo. Pero el Tao es indefinible: no se comunica con conceptos sino provocando su experiencia. La traducción mejor del Tao podría ser lo que los cristianos llaman el Espíritu, el cual es también inobjetivable. Hay definiciones del Tao que parecen extrañas, pero no lo son: “el Tao es el camino infinito que conduce al Tao”. “El Tao no lleva a cabo ninguna acción, pero no deja nada por hacer”. “Cuando su tarea ha sido cumplida y las cosas han sido acabadas, todo el mundo dice: las hemos hecho nosotros”… ¡Y eso vale exactamente del Espíritu Santo de los cristianos!

Dejando ahora las connotaciones religiosas, creo que, con el Logos y el Tao, nos hallamos ante dos experiencias originarias, y complementarias, de apertura a la realidad: una desde la visión y otra desde la respiración. La posibilidad de ver permite objetivar las cosas: así las conocemos (o creemos conocerlas) y podemos manejarlas: por eso es normal que del Logos occidental haya surgido la técnica, que nos permite dominar las cosas, con el peligro de erigirnos nosotros en sujetos y, por tanto, en superiores. En cambio, la conciencia de la respiración nos permite percibir la vida, darnos cuenta de que vivimos y, a la vez, de que vivir es estar recibiendo: pues si te falta el aire te ahogas y mueres.

Pero la experiencia de la respiración, del vivir, siendo más honda y menos pretenciosa que la de la vista, puede llevar a un inmovilismo conservador ante el mundo que nos envuelve. Desde la vista, el hombre se siente superior a las cosa; desde la respiración se siente casi inferior a ellas. Y otro detalle curioso: nuestra posibilidad de hablar viene del hecho mismo de la respiración: expulsamos el aire articulándolo en forma de sonidos. Pues bien: un himno medieval al Espíritu Santo decía que “enriqueces la garganta con la palabra” (“sermone ditans guttura”).

Si he sabido evocar esa doble experiencia fundante y fundamental, parecerá claro que nuestra plenitud humana reclama el encuentro entre las dos, sin que ninguna ignore o excluya a la otra, pero de modo que ambas se complementen y se controlen. El Logos expresa, el Tao empapa; el Logos explica lo exterior, el Tao llena nuestro interior. La palabra puede ser superficial, el Tao es necesariamente profundo. Con la terminología cristiana (de Palabra y Espíritu), un autor del siglo II, san Ireneo, decía que ésas son “las dos manos de Dios”. Y será verdad que la Encarnación de la Palabra es el tesoro de Occidente, pero es también verdad cristiana que el Espíritu ha sido derramado “sobre toda carne” (Joel 3; Hchs 2). Por eso, toda auténtica experiencia espiritual humana, nazca donde nazca, procede del mismo Dios  a quien confiesan los cristianos y no hay, por tanto, posibilidad de exclusivismos sino más bien obligación de acoger a Aquel que (como el aire) “sopla donde quiere” (Jn 3,).

La teología, y aún más la piedad occidental (tanto católica como protestante) adolecen de un olvido del Espíritu que ha llevado demasiado a tratar de explicar las cosas, más que a vitalizarlas o cambiarlas. Cuando Marx escribe su famosa tesis 11 sobre Feuerbach (“hasta ahora los filósofos han explicado el mundo; lo que importa es transformarlo”) está dando una versión laica de esta misma tesis teológica: el mundo del Logos necesita al Tao (o al Espíritu en lenguaje nuestro).

Más allá de alusiones teológicas, parece claro que Occidente necesita hoy una buena inyección del Tao que devuelva calidad y plenitud humana a su logos, a su razón y a su palabra: porque sin Tao se ha ido convirtiendo en “razón instrumental” y búsqueda del máximo beneficio económico. Aunque también, según me comentó R. Panikkar la última vez que nos vimos en Tabertet, él temía que Oriente esté perdiendo su Tao, contagiado por ese virus occidental del máximo beneficio económico…

La primera globalización que necesitamos es, pues, la del encuentro entre el Logos y el Tao.

11 comentarios

  • M.Luisa

    Apreciado Honorio, leyéndote ahora aquí quisiera aprovechar para decirte  que el libro de JJ Tamayo, Teología del Sur, del que hablamos en su hilo, sí que aborda con  respecto a su enfoque  el tema cultural  de China  que a ti tanto te preocupa.

    Un cordial saludo

  • Honorio Cadarso

    Gracias, González Faus, por esa presentación conjunta del Logos griego y el Tao chino. Porque tengo la impresión de que este planteamiento nos sitúa en el origen de esa dualidad entre Occidente y Oriente.

    Entre medio de ambas concepciones se ha incrustado el marxismo, o si quieres la Teología de la Liberación. Y se incrustó en los años 40 y 50 Mao, con una tendencia a aplicar a China tal cual el modelo soviético. Pero no funcionó, Mao ha quedado atrás, y los intelectuales y políticos de hoy han preferido interpretar el marxismo con la sabiduría del Tao. El capitalismo y el dios dinero de Occidente ha sido sustituído por una estrategia de recuperación del medio ambiente, lucha contra el agotamiento del planeta, regulación de la natalidad, política internacional de respeto mutuo, libertad de mercado dentro de unos límites que impone una política social…

    Y la China masacrada por Occidente se ha recuperado, y ha ganado su puesto en el conjunto del planeta, en un mínimo espacio de tiempo que nadie hasta ahora había alcanzado. Aquella China que interpretaba André Malraux con esquemas europeos totalmente descabellados, y tantos misioneros cristianos que habían vuelto las espaldas a aquellos primeros jesuítas que consiguieron ser admitidos a convivir y trabajar con los nativos y con la corte del Emperador..

    Quizá nuestro fallo como occidentales es que no acertamos a ensamblar el pensamiento con la acción, el VER con el JUZGAR y el ACTUAR, dicho en términos jocistas. En Occidente es posible un Trump creyente en no sé qué dios, que machaca al Tercer Mundo y a los palestinos y considera a USA tan pueblo de Dios como Netanyahu a Israel. Eso, ese pueblo de dios del que se sienten versión siglo XXI Trump y Netanyahu…Ese Logos griego y sus salidas de tono tan frecuentes…Esas cosas no ocurren en China. Quizá por eso China no acaba de entrar en diálogo con el Vaticano…

    Perdónenme si desbarro. Pero solo pretendo sugerir vías de reflexión, hipótesis…

  • M.Luisa

    Me cuesta ver lo que dice  Oscar en el ejemplo que pone sobre Ellacuría, ya que éste no   fundamentó su teología  en  el existencialismo heidegeriano  sino en el realismo zubiriano  que por cierto era tan español como Ortega. Ni tan sólo le inspiró  la influencia de  Rahner que  fue su maestro en  Innsbruck,  sino que dando un giro antropológico  Ellacuría revertió  la teología en ética. En ética de la liberación o también una liberación de la ética en el sentido de que  la  ética a partir de los años 70 se fue  independizando de la teología haciéndose cada vez más autónoma.

    En cuanto al articulo, pienso que dar razón de lo que algo  es implica que  el logos  pierde ahí su instrumentalidad  o sea  no es un logos que simplemente dice,  sino un logos que dice algo de algo que “es” en realidad,  y por tanto en esa doble dimensión  media un desdoblamiento en el que en un primer momento esa realidad es sentida ( de ese momento el Tao nunca  se  desprendió cosa que sí hizo Occidente) y en un segundo momento, en efecto,  el logos dice algo pero no meramente extraido de una intuición  sino en función de lo sentido previamente. Occidente despreció  este primer momento de sensibilidad, de ahí ese intento ahora   de encuentro y de unidad.

  • George R Porta

    He aquí otra de las trampas del lenguaje: «Este término clásico significa a la vez palabra, razón y sentido: brotó de la experiencia de que las cosas son razonables: tienen una “lógica” que puede ser captada y expresada por nuestra palabra.»

    Bueno, eso solo funciona ahora y desde el punto de mira de quien hable. Posiblemente desde otras latitudes no toda persona coincide incluso si piensa y prefiere comunicar en español. Los idiomas nativos de Sudamérica son descartados no por inefectivos sino porque el español fue impuesto en el context de una cultura colonizadora. Otro ejemplo son los indios nativos estadounidenses o los esquimales de Alaska y de Canada, o lo que ocurre con el idioma de Irlanda.

    Está muy bien que a alguien guste de su cultura y que le baste con sus preferencias, pero eso solo debiera ser válido, me parece, si los demás pudieran respetar que toda otra persona pueda diferir y discrepar o incluso tratar de hablar y comunicar en varios idiomas y llegase a disfrutar hacerlo efectivamente.

    Por ejemplo, es muy correcto, y justo decir no «Jesús de Nazareth» a secas  sino el Jesús de Nazareth que he aprendido y con el cual me relaciono o identifico o me parece que conozco. En general, nadie tiene el monopolio del conocimiento de y sobre ese personaje ni ninguno.

    Alguien ha escrito o dicho que cada persona es como un rompecabezas o «puzzle» diferente en el que las piezas de otros puedan encajar por casualidad (por ejemplo en la compasion o en la solidaridad), pero posiblemente cada «persona-puzle» tenga piezas propias y exclusivas aun en el caso de las cosas o experiencias humanas más comunes.

  • Carmen

    Pues fíjense. A mí , con la espiritualidad de Jesús de Nazaret y de algún que otro personaje que nos ha dado la cultura occidental, tengo más que suficiente. Y me encanta.

    Es más, creo que en el fondo todos buscamos lo mismo. Y me gusta mi cultura. A veces me pierdo en ella, pues si intento meterme en otra, jaleeeeeeo total.

    Y es que me gusta la mía. Creo que Jesús es un personaje fantástico. No sé.

     

  • oscar varela

    Hola!

    Don Faus especula sin  estar muy convencido.

    Tal vez no se da cuenta que para decir lo que dice está “razonando”.

    Tal vez no se ha dado cuenta que la “razón” no es solo “logos” instrumental, sino también y principalmente “sentido” (“dar razón”), que los griegos vocablaban con la voz “nous”.

    Los españoles parecen evitar a sus compatriotas a pesar de tenerlos cerquita, a la vuelta de sus esquinas.

    ………………………..

    Nota “teológica”: Un ejemplo de lo que señalo me parece verlo en la especulación que hizo Ignacio Ellacuría para fundamentar su teología en El Salvador. Recurrió a lo aprendido en Alemania (existencialismo heidegeriano)

  • Gonzalo Hsya

    Creo que es una acertada sintrsis el concentrar nuestra interpretacion de la realidad en la Palabra y en el Tao (el Espiritu). Los cristianos hemos relsgado al Espiritu a una ambigua espiritualidad ajena a nuestro ajetreo diario. En cambio la Palabra si la hemos encarnado en nurstra realidad tangible. Quizas hoy sentimos ls llamads a encatnar al Edpiriti. Perfdon por la torpe escritura

     

    • oscar varela

      Hola Gonzalo!
      Veo que suelen aparecer distorsiones en tu escritura.
      También en tu nombre (Hsya en vez de Haya).
      ¿Acaso es un problema de la “maquinita” o de tu maquinita (visual o dactilográfica)
      Abrazo!

      • George R Porta

        Con perdón de Oscar y Gonzalo meto la cuchareta: Consulté a un amigo que sabe de estos rollos de ordenadores, blogs, etc. sobre evitar estos errores en mi caso y me explicó que las discrepancias entre el lenguaje seleccionado como preferente para publicar por el blog y los lenguajes seleccionados como preferentes en los ordenadores por medio de los cuales se entra a escribir directamente en in blog pueden ser causantes de errores ortográficos.

        Así, en mi caso, en lugar de «un» puede salir «in»; en lugar de «errores» puede salir «errors» y en lugar de «entiendes» puede salir «entends»; a menudo «producen» sale automáticamente como «producem» y otro error muy común es el de las doble eses «ss» de muchas palabras que en español se escriben con una sola. No siempre tengo la oportunidad de releer todo y corregir, como cuando no estoy en casa y no quiero dejar de participar: Esa circunstancia debo tenerla en cuenta.

        La solución no parece que la pueda ofrecer el blog mismo (Atrio.org) porque fuera muy complejo ofrecer la selección «automática» de cada idioma preferente o la opción de corrección ortográfica porque la misma está vinculada a la del diccionario del idioma preferente de cada uno.

        El idioma preferido de mi ordenador, por ejemplo, es el inglés y si escribo en Word el idioma en el que esté escribiendo puede ser automáticamente detectado, pero de esa facilidad no la tengo siempre en otros ordenadores que utilizo si no estoy en casa. Además, si escribo en la ventana del aula virtual de CiJ, estos errores automáticos no aparecen si selecciono el idioma preferente del sitio que es el catalán o la opción que ellos ofrecen que es el «internacional» en otros sitios de CiJ.

        La alternativa que me sugirió mi amigo y Antonio me había sugerido hace tiempo, es no escribir directamente en esta ventana de dejar comentarios y escribir primero en Word y después «copiar y pegar» en esta ventana del blog.

        En mi caso, se añade en contra de esto que no siempre tengo acceso a Word en el ordenador desde el que haga mi comentario, sobre todo fuera de casa.
        Quizás haya otras causas, por ejemplo, mi mala visión, pero cuando puedo seguir el consejo de Antonio Duato y de mi amigo los errores no se producen y siempre puedo utilizar la facilidad de corrección ortográfica o gramatical de mi ordenador y de Word en español.

      • George R Porta

        Nota de corrección: En la cuarta línea del primer párrafo de mi «comentario secundario» en este mismo recuadro, apareció «in» en lugar de «un» porque improvise cuando releía antes de publicar lo que había escrito y se me quedó el último párrafo sin intercalary un espacio de línea para separarlo por la misma razón. Gracias por la paciencia.

      • George R Porta

        Nota de corrección: Todavía en mi nota de corrección, ahora veo que en la tercera línea no descubrií antes que donde escribí «intercalary» omití o no ocurrió el espaciamiento de la conjunción «y«. Perdón de Nuevo.