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Tarancón y el “caso Pikaza”. Un recuerdo emocionado

5 comentarios

  • Alicia

    gracias Xabier por tu valentia. siempre he valorado tu doctrina y fidelidad de benagalbon

  • Mª Pilar

    ¡Un gran hombre Tarancón!

    Cada comienzo de curso en el C. Pignatelli de Zaragoza, tenía alguna intervención; siempre gloriosa, como él era.

    El salón de actos abarrotado de personas especialmente mucha juventud, que se sentaban en el suelo por cualquier resquicio vacío que en el quedaba.

    Su alegría, su sinceridad, su claridad al exponer los temas, era admirable.

    Era un hombre muy alto, y siempre vestía con aquella capa roja que aún le hacía más grande… dentro de su especial manera de ser… y su olor a el humo de sus puros… que se guro eran de buena calidad.

    Dejó allá donde estuvo, un aire de “libertad” muy particular, porque él, lo que más admiraba en las personas era, su responsabilidad y… su mano derecha para llevarla a cabo.

    En aquellos años de dictadura (también en la iglesia) era muy complicado ser una persona libre sin pagar un alto precio por ello, como nos dice Carmen y corrobora este art.

    Había que hacer… como quien no hace, decir, como quien ni dice.

    Este art, nos refleja a la perfección como se caminaba si sentías en tu interior tantas dudas que te marcaban otros caminos a seguir.

    ¡Gracias por sacarlo a la luz!

    Quizá con más calma… vuelva al tema, solo quizá.

    mª pilar

  • carmen

    Gracias .

    Leyendo estas cosas me doy cuenta de que estoy hecha una ingénua total, Impropio ya de mi edad.

    Usted tuvo suerte, decidió vivir a su aire y pudo hacerlo. Yo también la tengo. Pero cuesta trabajo ¿ a que sí?

    Un saludo cordial.

  • George R Porta

    Muy Buenos ambos, lo de Pikaza y lo de Salvador Santos reproducido por Oscar. Gracias.

  • oscar varela

    UN PASO, UN MUNDO – Salvador Santos – Fascículo 23 – ANTE EL HOMBRE NUEVO: GENTE Y GOBIERNO REVUELVEN NOMBRES VIEJOS (Mc.6,14-16)
    ………………..
    APÉNDICE o EXCURSUS
     
    Teófila empezó a contar algo acerca del Autor de la traducción del Texto de Marcos que estaban leyendo:
     
    Una mañana de 1974, poco antes de que se publicara traducción del Nuevo Testamento, Juan Mateos salió nervioso del Instituto Oriental de Roma, donde residía. No durmió bien la noche anterior. Estaba preocupado por su visita al prepósito general de la Compañía de Jesús, a la que él pertenecía. Éste le había citado en su despacho, preocupado por las advertencias que le llegaban desde altas instancias sobre las supuestas y peligrosas desviaciones de Juan Mateos respecto a la interpretación tradicional de los textos sagrados.
     
    La entrevista fue muy cordial. El viejo Arrupe acogió a Juan con enorme cariño. Cuando Juan le informó acerca de su trabajo y le explicó en síntesis sus investigaciones sobre el mensaje del Galileo, él se quedó impresionado. Admitió no poder seguir los razonamientos técnicos que Juan utilizaba, aunque comprendía el valor de la base científica con la que desarrollaba su inmensa tarea. Le animó a continuar hasta el final en su esfuerzo y le aconsejó ser prudente.
     
    Juan regresó a su cuarto en el Instituto Oriental lleno de satisfacción al sentirse amparado por el máximo representante de la Compañía. Yo estuve con él aquella misma tarde. (NOTA de Óscar: el “Yo” se refiere a Salvador Santos).
     
    El Nuevo Testamento se publicó sin problemas gracias a un renombrado cardenal italiano, también jesuita. Pero, pese a que el público dio una excelente acogida a la traducción, a niveles institucionales fue recibida con frialdad. Años más tarde, después de salir la edición de 1987, la reacción oficial fue muy negativa. La oposición se centró en algunas notas explicativas. Se instó a Juan a retirarlas y, naturalmente, no lo hizo. De modo que se declaró un discreto boicot sobre esta traducción del Nuevo Testamento.
     
    La nota explicativa al pie que no gustó fue la referida a Mateo 16, 18 donde se lee: “Ahora te digo yo: Tú eres Piedra y sobre esa roca voy a edificar mi comunidad...”
     
    En la nota que aparece bajo el texto haciendo referencia a este verso se escribe: “Piedra/Pedro y roca no son equivalentes: la piedra puede lanzarse; la roca es inamovible“.
     
    Esta aclaración de Juan Mateos resultó, a todas luces, inaceptable. Reducía a polvo el supuesto fundamento evangélico sobre el que se había basado históricamente la institución del papado.
     
    Siempre se ha traducido así: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra…
     
    Esa traducción es adecuada para el marketing religioso. Sin embargo, Piedra no fue nombre propio (Pedro) hasta más tarde; después de haber sido utilizado como mote por el Galileo. Debe traducirse como tal, por piedra, en el sentido de guijarro. El segundo término griego utilizado por Mateo es diferente al primero y su significado es roca. Son dos términos distintos, La traducción hecha por Juan Mateos es intachable. No tiene discusión. Por eso se atacó la nota y no la traducción. No cabe oponerse a la traducción. No hay base para hacerlo.
     
    El caso de Juan Mateos y su traducción no trascendieron al público. No convenía levantar mucha polvareda. Convino el silencio diplomático y encerrar el libro en el escondrijo. El tema se mantuvo, pues, en la confidencialidad. Se buscó que no trascendiera para no dar publicidad a la traducción. La mejor vía fue que la gente lo ignorara. “La verdad se esconde“.
     
    Por otra parte, habría resultado paradójico desautorizar a Juan Mateos. Él fue el autor de la traducción de los textos del Nuevo Testamento que aparecen en los leccionarios oficiales usados en las iglesias para hacer las lecturas bíblicas. El cardenal Tarancón (resaltado por mí atendiendo el Post de Xavier-ATRIO) realizó ese encargo. Llevar las cosas más lejos habría levantado una polémica nada beneficiosa.
     
    La comprensión del mensaje requiere, como estamos viendo, de lectores y grupos humanos dispuestos a eliminar prejuicios para poder oírlo con objetividad. Una gran mayoría prefiere, sin embargo, prestar oídos a las palabras huecas de los voceros de la insensatez.
     
    La genial traducción del Nuevo Testamento no se conoce suficientemente porque se ha escondido en los armarios. Si está en juego el poder, se silencia el mensaje.
     
    Eso exactamente hicieron los emisarios enviados por el Galileo de dos en dos. Callaron lo que no les convenía a sus ansias de poder y largaron otro mensaje más propio para enardecer masas. A ellos les interesaban las multitudes. El Galileo exigía compromiso.
    ··························