Quería presentar yo mismo este magnífico libro de Javier Elzo. Aún no he acabado de leerlo. Se me ha adelantado el veterano periodista y viejo amigo Antonio Aradillas. Reproduzco su recensión, sin renunciar a escribir algún día más sobre una obra, libros y testimonio de vida, de Javier Elzo, que considero magnífica. AD
Javier Elzo: Morir para renacer
Antonio Aradillas, en Religión Digital
Es el diagnóstico que con acierto, veracidad y hasta con audacia, acaba de formular acerca de la Iglesia -“otra Iglesia posible en la era global y plural”-, el autor del libro al que, aquí y ahora, hago referencia, editado por San Pablo, con sus 320 páginas.
En la contraportada, y en una de sus solapas, reafirma e insiste el autor en algo tan elemental y obvio como es que “sí, la edad de oro de la Iglesia no está en el pasado, sino quizá en el futuro”, así como que “no se puede vivir la fe en la actualidad como la vivieron y entendieron nuestras anteriores generaciones de cristianos durante los largos siglos de la era de la cristiandad, en cuyos estertores estamos”.
Con la salvadora y optimista esperanza de que la auténtica solución “está en nuestras manos” -sin necesidad de mencionar por igual a obispos, sacerdotes o laicos-, Javier Elzo, casado y abuelo de tres nietas y un nieto, es catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Deusto y cuenta en su haber con numerosas publicaciones sobre el comportamiento y los valores de la juventud.
Es una autoridad en la materia. Vive y convive en el pasado, en el presente y, sobre todo, en el futuro, y con las nietas y el nieto. Y lo hace nada menos que con el pensamiento bien equipado y acondicionado para participar en Roma en el Seminario Internacional preparatorio del Sínodo de los obispos sobre la juventud que se celebrará -“Deo volente”- en octubre del 2018.
Preside, inspira, mantiene y substantiva la redacción del libro, estas palabras de Jesús, recogidas amorosamente por su “discípulo predilecto” Juan el Evangelista (12-14): “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto”.
En su introducción, el abuelo Javier Elzo pronostica con datos, sabiduría, discernimiento de espíritu, y todos los indicios a su favor, que “este libro defiende dos ideas mayores: que lo mejor del catolicismo no está en el pasado, sino que puede estar en el futuro, y que, si cabe hablar de edad de oro del cristianismo, está delante de nosotros y no detrás. Lo que exige otra Iglesia: sinodal, superando el clericalismo, liberándose de la era de la cristiandad y, al fin, habilitando completamente a la mujer en su seno.
La segunda, para significar que, en la era global, plural y crecientemente desigual en la que nos encontramos, necesitamos superar la fractura binaria entre creyentes y no creyentes, de tal suerte que todos los que, con buena voluntad, tengan inquietud por un mundo mejor, puedan trabajar, conjuntamente en ello, y desde sus propias convicciones personales”.
El capítulo 5 que se inicia en la página 249, con los apartados 6 y 7 -Reforma institucional de la Iglesia “ad intra” y “ad extra”- es definitivamente orientador y actual, que, si le “dejaran”, firmaría “ad multos annos”, y con toda clase de bendiciones, el bendito Papa Francisco.
Más Información:
- Para comprar en editorial
- Asistir a una clase de Elzo en la Universidad Católica de Valencia (con una melíflua presentación suprimible)
- Índice del libro
“Reforma institucional de la Iglesia “ad intra” y “ad extra”.
La vigorosa planta de la espiritualidad, en su expansión, ha roto la argolla de la religión. Hoy es imposible pretender acaparar la espiritualidad, con todo lo que la palabra contiene. Acaparar por religión alguna, sea la que sea. Sobre todo la Católica, que prácticamente no tiene espiritualidad, esoterismo. solo liturgia solo culto. Lo cifra todo a la misa. Mágicamente…
Lo cifra todo ademas en la resurrección de Cristo. Esto hoy es insostenible. Si alguna vez lo fue. Estamos en la media evolutiva racional. Pretender que aceptemos la resurrección de Cristo, es prerracional.
A partir de concebir así al Cristo, se forma una linea divisoria, entre los que dicen que creen el la Resurrección, y los demás, que hoy es una inmensa mayoría.
Los teólogos hoy hacen unos cómicos y patéticos circunloquios para hacer admisible, lo inadmisible.
La Iglesia todavía es una formidable Institución, que merece mejor suerte que el que se vaya por el desagüe de la historia.
“Morir para renacer”. Muerte a lo viejo, y nacimiento del cristiano nuevo.
¿Que hace falta para eso?
En primer lugar: renegar de la pretendida resurrección de un hombre en la historia. Esto es un insulto a la inteligencia.
A partir de ello, todo lo que conlleva encadenado de culto y liturgia, renegar de ello también.
A grandes rasgos nos quedamos con las manos libres para inventar la “Nueva Iglesia”.
Como seria una Iglesia cristiana. Hurgaría en la historia para hallar lo de autentico que esta tradición tiene. Nos retrotraemos al año cero, y retomamos la racional concepción que los gnósticos cristianos tenían del mítico Jesús. Para estos Jesús efectivamente muere y resucita. Porque es el prototipo de lo que buscan. Muerte al hombre gobernado meramente por su ego, y resurrección a un plano mas elevado de consciencia. Punto. Ni dogmas, ni liturgia, ni culto, ni clero…
De este modo lo “intra” y lo “extra” se difumina. Porque los caminantes espirituales tienen todos en común el buscar acelerar su proceso evolutivo, y todos buscan la divinidad. Por lo que se reconocen como afines hermanos. ¿Donde queda aquello, de que “fuera de la Iglesia no hay salvación…”?
Para renacer como hombre nuevo, hay muchas maneras de buscarlo, muchas tecnologías. El cristiano “renacido” lo que haría es indicar el camino común. El común denominador.
“Que todos los caminos llevaran a Roma…”
Roma. La multinacional y Central Espiritual de todos los caminos que buscan esa espiritualidad.
El clero, o se reconvierte. O perece…
Pienso que lo primero que hay que recuperar es la traducción de iglesia, o sea Asamblea. Y eso me lleva a las relaciones dentro de esa Asamblea. No hay relaciones de arriba -abajo, solamente horizontales: Hermanos y hermanas.Nadie ha sido elegido por Dios. La relación se reparte entre todos. UNO para todos, y TODOS para UNO.Desparecen los pastores y las ovejas, porque la autonomía no es invadida por un igual.Todos pueden enseñar y aprender, pero la máxima es el ejemplo. La pedagogía del ejemplo prima sobre cualquier otra consideración. Sin él, todo lo demás es ruido. Esa y no otra es “la iglesia jesuánica”.
Observo una reducción: Iglesia=Catolicismo.
La Iglesia Católica Romana es una confesión cristiana, pero no la única. Subyace la presunción de que sea la única verdadera.
Existe otra identificación de la Iglesia, su naturaleza espiritual (obra divina) con la institución (construcción humana) La forma que han tenido los cristianos de organizarse en la historia debería diferenciarse de la Iglesia dirigida y protegida por el Espíritu Santo (No os quedaréis huérfano, yo rogaré al Padre y os enviará “otro” consolador)
Tengo más dudas, pero no quiero exceder lo que la presentación de este libro nos ofrece.
Gollum que ha dirigido “Una razón para vivir” basada en la historia real de Robin Cavendish, poliomielitico que a los 28 años abandono voluntariamente el hospital que en su tiempo se consideraba lugar imprescindible para seguir vivo, y logró llegar por su cuenta a los 64, ha dicho estos días ” la vida es tan corta que siempre estoy pensando en el futuro”.
Y puestos a imaginar una otra iglesia, en una de las lecturas del oficio de hoy dice san Juan Clímaco, que fuera monje en el Sinaí y vivió entre 575 y 650 “se valiente y tendrás a Dios mismo como maestro en la oración. Es imposible aprender la belleza de la oración a través de la enseñanza de otro hombre.”. En esa iglesia, ya ahora, no llamamos a ningún hombre maestro, porque solo hay un maestro, ni aceptáramos doctores, porqvsolo hay un doctor y nadie es bueno sino el Uno. Sobre esas bases todo cambia y todo es nuevo hacia el futuro querido, imaginado, soñado, que no visto, pues como dice esta santo monje con los ojos solo ve lo que tiene uno delante. En un trozo entre las 10.00 en punto por la izquierda y las 14.00 por la derecha, que nos enseñaban en lis cursos de contravigilancia.
Pues yo a mi Dios, como no me gusta esa palabra porque no la entiendo,le llamo It.
A lo mejor es lo mismo que El Uno, vaya usted a saber.
Y tampoco se decir si es bueno. El concepto de bondad es muy arbitrario. Así que,de momento, me quedo con lo que dijo mi alumna:dios está en todo lo bonito.
Y claro, lo bonito para mí es todo lo que me gusta.
A ver, habló de sentimientos, de belleza,de bondad y esas cosas. No va de coches,casas, bolsos…
Menudo jaleeeeeeo. No pido que me entiendan.
Con entenderme a mí misma ya es suficiente. Y les aseguro que no es fácil.
Un saludo cordial
Porque a veces,a mi It se le siente un instante que no tiene media de tiempo como magnitud física.
Pero no es cuando tú quieres,no sé puede saber cuándo. Por mucho que reces da igual.
No va de rezos. A lo mejor es que no sé rezar . La gente habla con Dios y dicen personas que les responde. A mí desde luego no me responde.
Esto es para terminar de liar lo que he dicho antes. Uuufff.
Me voy a dar un paseo por la playa. Hace un día precioso.
No entiendo el final: ‘ que si le ”dejaran”(…) firmaría el bendito Papa Francisco’
Pues si es lo que he leído, es realmente desconcertante. No sé.
Parece un señor muy optimista, pero si en veinte siglos no ha tenido tiempo la iglesia de vivir su siglo de Oro, habrá que esperar alguno más. A lo mejor se hace largo.
En fin.
Un saludo cordial
El autor del hilo cita: «Juan, el evangelista (12-14): “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto”.»
Hubiese preferido no reproducir el error de identificar al Juan discípulo con un posible autor del Cuarto Evangelio, pero eso hace la cita que utilizo.
Yendo a lo que voy, lo que emerge de la semilla del trigo no es la misma semilla que cae y muere. Ésta no renace. Por el contrario, muere asesinada por la tierra que sin misericordia la abrasa con su calor y la fermenta y de esta fermentación, por decirlo de alguna manera, nace una nueva planta de trigo que en su momento volverá a dar, quizás sí, quizás no, otras semillas de trigo o quizás perecerá abrumada por la cizaña.
Esta observación del sostenimiento de cada especie por medio de la reproducción posiblemente engendró algunos mitos, por ejemplo el del «eterno retorno». Como todos los mitos, el tiempo lo ha modificado. Hoy día sabemos que los hijos/as solo son parecidos/as a sus progenitores/as, pero que su patrimonio genético está parcialmente sometido al azar. Este nuevo conocimiento exige modificar el antiguo mito. Ahora tendríamos que pensar en términos de morir sin renacer.
Como cualquier otra ocurrencia las afirmaciones, esta mía incluida, mueren al ser hechas, como la semilla de trigo que la tierra secuestra y mata. Lo dicho y lo hecho carece de mérito propio porque lo pierde en el mismo momento que ocurre y puede ser o es comunicado.
Posiblemente sea falsa la atribución de humildad, en el sentido de rechazar fama o gloria, a Tomás de Aquino cuando se interpreta como tal la anécdota de que prefiriera y expresara su deseo de que todo aquello que había escrito fuese destruido. En realidad, muy posiblemente fue humildad en el sentido de saber que lo dicho o escrito, incluso lo pensado, queda superado al mismo tiempo que ocurre y que frente al futuro solo parezca caber una perplejidad constante, como ocurre con la memoria de los muertos. Esto hace más significativo otro complejo o misterioso dictum atribuido a Jesús según el cual habría que dejar que los muertos enterrasen a sus muertos (Lucas 9, 60) porque en definitivas la sanidad mental exige la renuncia a aferrarse a ellos. Lo muerto siempre estará bien que haya muerto.
Mi primera «sospecha» (Ricoeur) es que si me pareciese ver desde mi aquí y ahora el futuro, debo desconfiar de mi Mirada, porque la realidad es que no puedo verlo desde donde lo ven y lo comprenden las generaciones más jóvenes que la mía. El de Moises fuera un ejemplo clásico: No pudo ver sino la Tierra Prometida que imaginaba, la cual no tenia que (ni podia) ser la que veían quienes, más jóvenes que él, entrarían en ella. No es extraño pensar que quizás hubiese negociado una coexistencia pacífica y quienes realmente entraron en ella solo vieron la opción del robo armado, la invasion bélica cuyos efectos nocivos aún se pueden sentir y ver.
Un problema grave que parecen experimentar todos los educadores, progenitores o no, es que las generaciones representadas en sus educandos o sus hijos, como marchan delante de ellos obstruyen su vision del futuro. No en balde es la educación misma la que engendra los conflictos generacionales.
No demerito gratuitamente un libro que no he leído y posiblemente tardará mucho en llegar a estas tierras en las que a menudo me asfixio. Por eso comencé haciendo referencia a la «sospecha» (al estilo de Ricoeur), no como evidencia de paranoia ni de alergia ideológica, ni de prejuicio gratuito, sino como estímulo a la exploración desde el único lugar posible, aquél donde cada uno se encuentre con sus ventajas y desventajas a la hora de otear el horizonte y creer que ve lo que le parece ver, una coincidencia realmente rara en la vida real.
Me atrevería a decir, en una primera lectura, que el comentario que acabo de dejar en el hilo “Exito del Papa Francisco” va en esa misma línea.
Pues yo diría lo mismo.
Pero empiezo a pensar que no va a haber otra alternativa.
En fin
Que cada uno resuelva, como dice este personaje de Serie, Draper, creo que se llama.
Una pena. O una oportunidad. Vaya usted a saber.