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La primera república española (XX)

Dicen que las prisas nunca fueron buenas. A José María Orense, presidente de la Cámara, le urgía ver hecho realidad su sueño de “República Federal“,  aunque fuese solo un nombre a registrar con urgencia en un acuerdo parlamentario. Pero, ¿cómo podía producirse el prodigio de que nombrando el objeto este apareciese ya en su pleno ser?. ¿No era este un sueño puramente “nominalista” de todo punto irrealizable?  ¿No se “cosificaba” excesivamente “la república democrática federal“, pensando que por ley podía surgir y consolidarse como por “ensalmo” ?.  ¿Cuántas veces se había producido y cuantas se habrá de producir en el futuro este error de valoración y perspectiva histórica ?

El mero nombre no hace a la sociedad demócrata, sino sus vivencias, y sus sentimientos, su manera de actuar. Y el verdadero espíritu republicano no se deja encerrar de forma consolidada en la mera denominación de una ley.

         I –  URGENTE Y SIN DEBATE:  ¿UNA “PELIGROSA” DECISIÓN?

El 7 de junio de 1873 al constituirse definitivamente las Cortes Constituyentes abiertas el día 1, el presidente de la Cámara José María Orense, Marqués de Albaida, impaciente por ver proclamada al instante la República Federal instó a que dicha proclamación se hiciese de inmediato sin esperar a su lógico encaje en la discusión de la nueva Constitución y si tan siquiera abrir debate sobre tal proposición que decía así:

La forma de gobierno de la nación española es la República Democrática Federal

Dice Morayta (pág. 104) que “la casi totalidad de la Cámara, henchida de entusiasmo, no permitió que el señor La Rosa, su primer firmante, la apoyara, y, sin debate, por aclamación, se tomó en consideración, se declaró urgente y se aprobó.” (..) // “Declaración de tanta trascendencia merecía mayor solemnidad y, sobre todo, pruebas públicas de que se sabía lo que se votaba. (…) // Por no haberse discutido ampliamente aquella ley, se continuaba ignorando, aún después de promulgada, el concepto de la federal, y así solemnidad tan ansiada por los republicanos españoles resultó fría y peligrosa, (…)

Habiendo surgido disparidad de criterio sobre la forma en que debía aprobarse tal proposición y concluyéndose que habría de ser, conforme al reglamento, nominalmente, se pospuso la votación para el siguiente día 8, en cuya votación intervinieron 220 diputados (de una Cámara de 406) siendo aprobada por 198, con solo dos votos en contra, lo de los diputados García Ruiz y Ríos Rosas.

El entusiasmo, la urgencia, la no deliberación la aprobación aplastante, sin matices, sin fijar detenidamente su significado y contenido, adelantándose a la discusión del texto Constitucional en su conjunto,  resultó “fría y peligrosa“, como dice Morayta, y quizá dañina para la buena salud de la República. Y ello pese a lo mucho que, en ese momento y circunstancia, pudiera satisfacer las ansias de los más intransigentes que, finalmente, tampoco se conformaron ni con esta declaración ni con el texto constitucional, iniciando el camino de la autoproclamación del cantonalismo. ¡ Cuántos errores históricos en un solo acto !.

Pero no adelantemos acontecimientos. Debemos previamente dar cuenta del resultado electoral y de los primeros e inciertos pasos de las Constituyentes.   

 

II –  LAS ELECCIONES: RETRAIMIENTO Y ABSTENCIÓN

Una vez disuelta, por Decreto del 24 de Abril, la Comisión Permanente de las Cortes, el Poder Ejecutivo, sin el contrapeso de la representación de la Cámara,  cifró su horizonte político en la realización de las elecciones para Cortes Constituyentes a celebrar los días 10 a 13 de Mayo de 1873. Abrir las Constituyentes supondría restaurar un régimen de legalidad constitucional quebrado tras la abdicación de Amadeo y la proclamación de la República el 11 de Febrero. Pero ese camino no estaba exento de contratiempos y aún más, una vez constituidas las nuevas Cortes las disputas entre los republicanos “benévolos” e “intransigentes” y la presión de la oposición, que se había retraído en las elecciones, no dejarán exenta de zozobras y graves peligros la nave de la República.

La elección de Diputados para Cortes Constituyentes tuvieron lugar en la Península, islas adyacentes e  isla de Puerto-Rico, los dichos días 10, 11, 12, y 13 de Mayo de 1873,  de acuerdo con la ley de 11 de Marzo (Gaceta del 30)  Las elecciones, habiendo sido limpias, las que más hasta entonces, estuvieron marcadas y deslucidas por el retraimiento de la oposición a los republicanos y por la abstención. No se debe ignorar la desafección que en muchos supuso la disolución de la Comisión Permanente de la Asamblea, que, pese a sus razones, altero radicalmente la legalidad constitucional de 1869. Así resume la situación Morayta:

<< Retraídos los carlistas por fiarlo todo a la montaña, y los conservadores, por fiarlo todo a la conspiración, y los radicales por sus culpas, y pudiendo muy poco los alfonsinos y menos los monárquicos del rey X, los federales se hallaban en las mejores condiciones  para copar los distritos; pero también bajo la muy lamentable de que en las Cortes solo estaría representada una parte de la opinión. Los federales  eran, en efecto, muchísimos; pero no tantos como los afiliados a los partidos juntos y sumados a los neutros. >>  (NOTA 1)

El retraimiento de la oposición se quiso fundamentar en la desconfianza de la imparcialidad del Gobierno y la previsible falta de limpieza de las elecciones; pero sabemos que no fue así. Pero sucedía también que la oposición desconfiaba de su propia fuerza para ganar las elecciones y prefería la abstención a la derrota en las urnas. El retraimiento no fue obstáculo para que algunas significadas personas se presentaran a las elecciones fuera de la disciplina de partido. (NOTA 2)

La abstención fue como media del 60 por ciento, contradiciendo las previsiones de una mayor participación ya que el cuerpo electoral se había ampliado al rebajar la edad para votar de los 25 a los 21 años.  (NOTA 3).

 

III – ¡ QUÉ DESDICHADO AQUEL TRIUNFO !   

El resultado, por grupos políticos, fue el siguiente:

Republicanos federales 348; Republicanos unitarios 1; Radicales 22Conservadores 4; Alfonsinos 2. A estos han de añadirse 16 diputados a elegir por Puerto Rico. Pero la suma de estas cifras (393) no refleja el total de diputados que debían componer la Cámara que era de 406, según se hizo público al constituirse las Cortes definitivas, en la sesión del 7 de junio (Gaceta del 8) y los diputados admitidos hasta ese momento, una vez revisadas sus actas, eran 313 (NOTA 4)

El Partido Federal no propuso candidatos oficiales en ninguna de las circunscripciones (Sisinio pág. 403), pese a ello, los republicanos coparon el 86 por ciento de de los 406 escaños de la Cámara. Gran triunfo de los republicanos, sí, pero que llevaba en su seno la manzana de la discordia más amarga y la más absoluta soledad parlamentaria, al no contar la oposición con un significativo número de diputados. Por eso Morayta, (pág. 94) ante tan, aparentemente, feliz resultado, no puede menos de lamentarse, diciendo:

<< Quedaron de esta suerte los federales dueños absolutos del campo; la República fue ya para muchos republicanos, conforme la muchedumbre lo venía pidiendo, pero ¡qué desdichado aquel triunfo! Los benévolos y los intransigentes, frente a un fuerte enemigo común, habrían hecho las paces; dueños de todo y sin que sus enemigos  les disputaran los votos se afirmaron en sus antiguas diferencias, avivándose así sus odios y sus desconsideraciones. Asustaría leer hoy mucho de lo que a la sazón los intransigentes, olvidados de los monárquicos, escribían contra los benévolos. >>

Las Cortes se abrieron el domingo 1º de Junio 1873. Después de un riguroso análisis, durante varias sesiones, de la pulcritud en la obtención de las actas, se constituyeron definitivamente el 7 de junio, como ya dijimos. Al iniciar dicha sesión el Presidente, José María Orense, advirtió que, en adelante, solo podrían tomar parte en las votaciones los Diputados cuyas actas hubiesen sido aprobadas, que como ya sabemos eran en ese momento 313, es decir que faltaban por presentar o validarse las actas de 93 diputados.  

La clase social predominante de los diputados no era la de los campesinos, ni la de los obreros; tampoco la de los militares o el clero; predominaban los diputados de profesión liberal – es decir los burgueses, aunque no fuesen ricos –  Hennessy (cap. 9) lo dice así: << Los diputados, en su mayoría, eran de profesiones liberales; abogados médicos y periodistas estaban bien representados, con escaso número de militares, maestros, curas que habían colgado los hábitos y comerciantes. >>

En cuanto al absentismo parlamentario podemos decir que fue notable. La ausencia de numerosos diputados a las sesiones de la Cámara destaca a lo largo de la legislatura al punto que en ocasiones peligró la consecución del quórum y llegó a proponerse el establecimiento de severas sanciones para la inasistencia de los diputados. Es también significativo que no todos los diputaos llegaran a presentar sus actas. Al respecto dice Hennessy (cap. 9):

<< Pocas veces estaban presentes en los debates más de la mitad de los 406 diputados; con frecuencia eran insuficientes para alcanzar el quórum necesario en la aprobación de una ley, lo cual condujo a la propuesta de que se castigara como traición la no asistencia de un diputado. Ni siquiera todos los diputados presentaron sus actas y algunos que vinieron a Madrid a presentarla se volvieron luego a su tierra. Puede que hubiera razones materiales para ello. La mayoría de diputados no eran ricos  (…) y la necesidad de ganarse la vida junto con el coste de los viajes y los precios elevados de la capital debieron de plantear problemas a los que como Monturiol, tuvieron que pagarle el viaje sus electores. Pero el pago de los diputados no figuraba en ningún programa oficial, aunque en abril, los catalanes lo habían pedido >>

 

IV – EL DISCURSO DE FIGUERAS  

Dijimos ya que el primero de Junio se abrieron las Cortes y lo hicieron a las dos de la tarde. Recayó la presidencia interina, por razón de edad (70 años) en el veterano republicano federal José María Orense, Marqués de Albaida, (nacido en 1803, fallecería en 1880). Iniciada la sesión tomo la palabra el Presidente del Poder Ejecutivo Estanislao Figueras, que tras congratularse de haber llegado a ese día y explicitar su disposición a residenciar, como no podía ser de otro modo, sus poderes en las nuevas Cortes (que habría de hacer efectiva el día 7), hizo un breve repaso del período revolucionario con escueta   mención del año 1868, sí, pero con ninguna del general Prim ni del expresidente Zorrilla, ni, por descontado del general Serrano, vencedor en Alcolea y huido tras el fracaso golpe del 23 de Abril, en cuya organización había participado. Y si bien Figueras, lógicamente, manifestó haber sido contrario al “rey extranjero” (Amadeo de Saboya) y argumentó que su reinado fue fugaz “por su propia naturaleza”, destacó igualmente como los partidos en competencia le disputaron el poder, y como, aún siendo legalmente “irresponsable”, “respondía ante el juicio de la opinión pública” afirmando finalmente que “con grande entereza de ánimo y mayor previsión política, renunció a la corona“. Dijo al respecto lo siguiente:

<< Así es que declararon al Rey español, y jamás hubo nadie más extraño a España; irresponsable, y de todo respondía ante el juicio de la opinión pública; permanente, hereditario, y no hay magistrado en pueblo republicano que tenga un poder tan disputado como lo fue el suyo por las competencias de los partidos, ni tan fugaz por su propia naturaleza, ajena y contraria a la naturaleza que hubieran querido darle los intereses de las sectas y las artificiales combinaciones de la política. Por esta causa, e! Rey con grande entereza de ánimo y mayor previsión política, renunció a la corona; y las Cortes, no menos animosas y previsoras, proclamaron por votación casi unánime la República. La revolución de Setiembre había llegado, después de cinco años de incertidumbre y de duda, a la forma de Gobierno que debe corresponder a una gran democracia.>>

Podría pensarse que España se había encontrado “consigo misma“. Las nuevas Cortes Constituyentes legalizaban formalmente la República y había  llegado el momento anhelado: “el pueblo mismo legislador y soberano“. Y expresando esta esperanza había comenzado Figueras su parlamento:

<< Llegamos al momento anhelado, al momento de ver reunida la Nación española en Cortes, autoridad legítima por su origen, Constituyente por su mandato, amada de todos por sus tradiciones; el pueblo mismo legislador y soberano, fundando gobierno, instituciones, en perfecta consonancia con el temperamento de nuestro carácter, y con el espíritu de nuestro tiempo. // Día de regocijo este para la Nación; día de regocijo mayor para el Gobierno, que deposita en vuestras manos un poder, cuya inmensa responsabilidad le pesaba con pesadumbre abrumadora, y sobre cuyo ejercicio espera con serenidad completa, de vosotros, de vuestro patriotismo, de vuestra rectitud, un fallo favorable, si no fundado en la bondad de nuestros actos, fundado plenamente en la pureza de nuestras intenciones. >>

Habló Figueras de muchos otros temas de la política y de la economía, y no dejó de argumentar la relevancia y necesidad de las elecciones de Mayo de 1873 de las que nacieron las Constituyentes. En todo caso bien sabemos que en seis meses aquella República democrática que parecía consolidarse con las nuevas Cortes, se transformaría en una República autoritaria que concluiría su periplo con la restauración borbónica. ( NOTA  5)

NOTAS

NOTA 1. Morayta, citado, pág. 96. El propio Morayta describe a los monárquicos del rey X en los siguientes términos: << Los monárquicos del rey X, ridícula bandera levantada por el Imparcial y cuyos alcances consistían en mostrarse fiel a monarquía, siéndole indiferente el nombre del rey, se agitaban en el vacio (…) >> (pág. 94)

NOTA 2. Dice Morayta: << El retraimiento de los no federales se observó, más como en casos análogos sucedió y sucederá siempre, tal cual político indisciplinado, con verdaderas fuerzas propias, se apartó de la resolución de los suyos y logró un acta. Entre estos se hallaron los radicales unitarios Becerra, García San Miguel, Mansi Pereira y Pasaron; los también radicales afectos al gobierno; Canalejas, marqués de la Florida, Gómez Marín, Valbuena y La Orden: Labra, Padial, Corchado, San Román, Cintrón y Regidor, puertorriqueños; los conservadores Ríos Rosas, Romero Robledo, león y Castillo Fernández Villaverde; los alfonsinos Salaverría, Elduayen, Figuera Silvela, Esteban Collantes y algunos más.>>

Facilita seguidamente Morayta relación de algunos personajes que  resultaron ausentes en las nuevas Cortes: <<  Rivero, Martos, el duque de la Torre, Topete, Malcampo, Sagasta, Sardoal, D. Francisco Salmerón, Echegaray, Cánovas, Ayala y muchos otros, que prestaron a la gloriosa de septiembre su valioso concurso o lograron en anteriores Cortes posiciones preeminentes, no fueron diputados.  >>

NOTA 3. Como señala Miguel M. Cuadrado (“Las elecciones y partidos políticos en España (1868-1931),; Vol. I , pág. 202 y ss.)   citado por Fernández Rúa ( págs. 312 y 3013): las máximas abstenciones se produjeron en la mitad Norte de la Península (exceptuando Lugo y Orense) con niveles del 65 al 85 por ciento de retraimiento. “En la Zona media correspondiente a la faja horizontal  divisoria de la Península” la abstención fue del 60 al 70 por ciento  (Cáceres Toledo, Cuenca, Valencia) . En el Sur de la Península el nivel de participación fue próximo o superior al 50 por ciento. Respecto a Cataluña dice Miguel M. Cuadrado que allí las abstenciones “fueron masivas (entre el 70 y el 80 por 100). Debido posiblemente al predominio en esta región de fuertes sentimientos carlistas con la guerra en su interior, así como el seguir la obediencia bakunista por parte de las masas obreras” Añade .M. Cuadrado que, en toda España, un 37 por 100 del cuerpo electoral votó a los republicanos que, dada la abstención, consiguieron con ello el 91 por 100 de los votos emitidos y que “pese a la aplastante mayoría de diputados federales, pronto se advirtió que los intransigentes eran los menos. Esto no sólo no aquietó a sus seguidores, sino que extremaron el rigor de sus ideas“.   (Véase también Hennessy págs. cap. 8)

Además de las dichas, hubo otras circunstancias de diverso ámbito que influyeron en el proceso electoral y su resultado, tales como los cambios políticos en Francia y el desarrollo de la guerra carlista.  En Francia el 24 de Mayo de 1873 Mac Mahon (conservador y de sentimientos monárquicos) sustituyó a Luís Adolfo Thiers en la presidencia; ello supuso una mala noticia para los republicanos españoles. Thiers, sin ser proclive a la República española, como dice Hennessy (cap. 8), se había llegado a reconciliar con ella “deseando buenas relaciones y con la esperanza de ver consolidarse, al fin, una república conservadora bajo Castelar o, incluso, bajo Serrano.” Pero la caída de Thiers alentó las esperanzas de carlistas, alfonsinos y radicales. También durante el mes de Mayo los carlistas recrudecieron sus campañas. Al respecto dice Hennessy: “El día 13, una de sus partidas entró en Mataró, solo a unos 30 kilómetros de Barcelona. Por primera vez, la guerra carlista amenazaba con una grave desorganización industrial.”

NOTA 4). Coinciden en estas cifras Hennessy, (citado, nota 45, cap. 8)  y Sisinio P. Garzón (citado, pág. 404). Según Morayta (citado pág. 96) el número de alfonsinos era mayor que el de indicado de 2, pues dice que lo eran “Salaverria, Elduayen, Figuera Silvela, Esteban Collantes, y algunos más“. A tenor de número de diputados que participaron en las elecciones del Presidente (200) y de los vicepresidentes (205) y en otra posterior (222) para dilucidar si debía encomendarse a Pi y Margall  que propusiera a la Cámara los individuos que habrían de formar el Poder Ejecutivo, la participación en esa sesión constituyente de las Cortes el día 7 fue bastante inferior al número de actas aprobadas.

NOTA 5). Terminado el parlamento de Figueras, el Presidente de las Cortes,  José María Orense,  proclamó:  “Quedan legalmente abiertas las Cortes Constituyentes de la República española.” Seguidamente se suspendió la sesión para presenciar el desfile de las tropas y Voluntarios; eran las dos y  media. Una vez presenciado el desfile volvieron a reunirse los Diputados electos para nombrar la mesa interina y las comisiones de actas y reglamento, abriéndose la sesión a las a las cuatro y veinte y, cumpliendo con lo que prevenía el reglamento de 1847, adoptado provisionalmente en la junta preparatoria del día anterior, se procedió a la elección de Presidente interino de la Cámara, quedando elegido José María Orense por 140 votos, sobre 141 votantes; hubo un voto nulo (Gaceta del 2). En la sesión del día 7 sería  nuevamente elegido Orense como presidente definitivo por 177 votos, aunque 2 días más tarde, el lunes día 9, dimitirá, siendo sustituido, en la sesión del viernes 13 de Junio (Gaceta del 14), por  Nicolás Salmerón por 167 votos frente a 74 que, “los intransigentes otorgaron al señor Figueras, ausente de la Cámara y de España en esas fechas (Morayta, pág. 113).    

NOTA FINAL. En los textos reproducidos, el subrayado de palabras o frases y la utilización de negrita son míos

5 comentarios

  • Román Díaz Ayala

    El gran error cometido por la oposición en bloque fue la de no acudir a las elecciones de mayo de 1873. Los cubanos no votaron, pero mandaban las circunstancia pues en Cuba se desarrollaba una larga guerra iniciada en 1968 que todavía duraría unos años más. Allí no se celebraron las elecciones.

    Uno de los grupos opositores fueron quienes defendían la legalidad nacida en la Constitución de 1869 que había consagrado la monarquíia constitucional como forma de Estado, y veían en la proclamación de la República del 11 de febrero un acto ilegal negándole legitimidad a las constituyentes. Resulta sintomático que Figueras en su discurso ante el Parlamento no hubiese hecho ninguna mención a Prim.

    Ayer domingo 30 de octubre de 2017 hubo en Barcelona una magna manifestación en defensa de la legalidad constitucional y estatutaria, la otra Catalunya que volvía a salir a las calles por segunda vez en este período.

    Junto al conjunto de banderas podía verse alguna que otra “estelada”. Todo un valor simbólico de que quines han protagonizado el Procés también han dividido al independentismo. Existe, pues, un independentismo porque cree firmemente en los valores republicanos, pero que con la misma convicción de principios aboga por la autenticidad de la democracia. La república como exponente de una democracia más auténtica.

  • Román Díaz Ayala

    El Sexenio Democrático pudo ser más glorioso, por lo intenso y dramático, y de alguna manera abrió las puertas para el siglo XX aunque hubo que esperarse otro medio siglo.

    En aquel momento histórico los prejuicios y la intolerancia eran monedas comunes y las clases rectoras, a pesar de su progresismo, tenían un concepto de su “representatividad” todavía muy ligado a lo tradicional. Su conciencia moral sólo les obligaba a mirar por los intereses del pueblo como una dádiva, al fin y al cabo eran ellos mismos quienes estaban revestidos de autoridad.

    Dedicarse a la política y ser un cargo electo significaba estar revestidos de una dignidad, además de merecida por orgullo de clase, que bien valía la pena ser costeada por sus patrimonios personales.Hubo que esperar a bien entrado el siglo XX para poder percibir el hondo sentido de una democracia social, ya libre de la vana retórica de servicio.(a la patria, o al pueblo)

    La república federal fue un ensayo, como antes lo había sido la monarquía constitucional, ejecutado por mentes dadas al pensamiento ecléctico y a las teorías políticas.Hubo que esperar a 1903 para que el Estado Español considerase función suya la instrucción primaria.

    Las ideologías políticas tienen este problema; que alguien se cree con derecho a pensar por los demás, y tal cosa también le da el derecho para actuar en su nombre.

  • ELOY

    Correcto, Ramón. No me quiero referir a Rivero si no a  José María Orense.   Gracias.

    Por otra parte, dices:

    Mutis mutandi, ¡cuánto parecido encuentro con la actualidad española! ”

    Totalmente de acuerdo. Precisamente cundo coloqué al principio del texto lo hice en la esperanza de esa reflexión que tu haces pudiera ser así entendida.

    Y de ella pudiéramos aprender algo.

     

     

    • Román Díaz Ayala

      Eloy,
      yo también cometo el error de darmela de finolis “Mutatis mutandis”, por usar un latinajo, algo que no domino.

  • Román Díaz Ayala

    NOTA: bajo el epígrafe I-URGENTE YSIN DEBATE se menciona a José María Rivero,cuando en realidad debió decir…”el presidente de la Cámara José María Orense…”

    Error a  todas luces involuntario porque el personaje está ampliamente referenciado en el presente trabajo de Eloy Isorna.

    Mutis mutandi, ¡cuánto parecido encuentro con la actualidad española!