Se nos ofrece hoy un artículo sobre la historia de la República que habla del presente y quiere ayudar a sentar bases para el futuro. Pues, como dice Almudena Grandes cuyas palabras cita, “La memoria no tiene que ver con el pasado, sino con el presente y, sobre todo, con el futuro”. Un abrazo y muchas gracias. Eloy
I – AL HILO DE LA ACTUALIDAD
El 1 de junio de 1873, tras las elecciones de mayo, se reunieron por vez primera, las Cortes Constituyentes, y, al hilo de la actualidad, parece oportuno volver recordar el concepto de la democracia que, según dice Hennessy, tenían los republicanos intransigentes:
«Unos días antes del 1 de junio, los intransigentes no callaron sus intenciones de no acatar las decisiones parlamentarias si no conseguían las nuevas Cortes. En una reunión celebrada en el centro federal el 29 de mayo, se hicieron listas de leyes propuestas para someterlas a inmediata ratificación cuando se reunieran las nuevas Cortes, después de lo cual se podría levantar la sesión. Los entusiastas oradores de esa ocasión no pensaban en que las nuevas Cortes se enfrentaran con ninguna dificultad; para ellos, las Cortes eran una simple reunión para dar sanción legal a las decisiones ya tomadas en las verdaderas asambleas democráticas, los clubs radicales de la capital».
El Gobierno mostró su determinación de resistirse a todo intento de los extremistas de aprovecharse de la apertura de las nuevas Cortes en beneficio propio llevando tropas a la capital . (…)
Frente a la oposición no republicana y frente a los propios republicanos excesivamente impacientes por imponer sus ideas o abierta y radicalmente intransigentes, el Gobierno republicano, presidido por Figueras, luchó vivamente por una república democrática y por unas elecciones limpias, libres de toda presión o argucia electoral. Ese es, sin duda, un prístino y esencial ejemplo, que nos han legado. Cometieron ciertamente errores aquellos republicanos de mayo del 73, tuvieron furiosas luchas internas, y, no lo olvidemos, fueron arrollados por los más intransigentes de entre ellos; hasta que, dando tumbos, cayeron bajo la fuerza del caballo de Pavía, que convirtió la República democrática en autoritaria, presidida por Serrano, dando paso a la Restauración monárquica que aupó al trono a Alfonso XII. En ese camino hacia atrás, hacia la Restauración monárquica, ayudaron mucho la intransigencia y la autoproclamación de los Cantones, al margen de las Cortes y del Gobierno.
El papel de los “infiltrados” que pasaban por ser “republicanos intransigentes” (con la voluntad disimulada, taimada, de hundir la República) ya lo vimos en el que fue director del diario republicano La Igualdad, y así nos lo recordaba Morayta:
«(…) “La Igualdad” escrita casi siempre por los archirrevolucionarios e intransigentes del federalismo, que tantos conflictos produjo a los gobiernos y más aún al partido republicano, fue propiedad del alfonsino señor Pérez Luzaro, quien, en los días de la Restauración, alegó públicamente como valioso servicio prestado por él a los Borbones, las campañas de aquel periódico».
Y de estricta actualidad son las palabras de Almudena Grandes (EL PAÍS 25-09-2017) que bajo el título Temeridad, escribe: “La memoria tiene que ver con el presente (…) La memoria no tiene que ver con el pasado, sino con el presente y, sobre todo, con el futuro”.
II – LUCHANDO CONTRA LA CORRUPCIÓN ELECTORAL
El 3 de mayo de 1873, seis días antes de las elecciones, la Gaceta de Madrid publicó un sorprendente Manifiesto del Gobierno dirigido a los electores, firmado por el Presidente Figueras y por todos y cada uno de los Ministros. Allí, entre otras cosas, dicen:
(…) Y es necesario, indispensable purificar el régimen electoral. Y la manera mejor de purificarlo es que los empleados públicos cesen de considerar su empleo como un medio de ganar votos, y los Gobernadores, sobre todo, dejen de considerar su Gobierno como una agencia ministerial. Bien al revés de la creencia hasta aquí divulgada y de la práctica hasta aquí seguida, el empeño de los dependientes del Gobierno debe ser asegurar la libre expresión de todas las ideas, y el voto libre de todos los ciudadanos. // Desde estas elecciones debe concluir para siempre el candidato oficial, las recomendaciones administrativas, la conversión de los empleados públicos en agentes del poder, las amenazas de turbas armadas, los impedimentos en el local de los comicios, la repartición arbitraria de papeletas, las falsificaciones y la milagrosa resurrección en los escrutinios generales de los vencidos en las urnas. // Lejos de querer la tristísima tradición electoral, quiere el Gobierno que sus agentes dispensen la protección más grande a todos los electores, sea cualquiera su opinión y su bandera. Lejos de premiar a los que influyan, amenacen, cohechen, falsifiquen, el Gobierno está decidido a perseguirlos sin descanso, y a entregarlos a los Tribunales sin demora. (…)
Y concluyen diciendo:
“ (…) Pero si el Gobierno en verdad no puede dirigirse a los partidos, puede y debe dirigirse á los electores, y a los electores se dirige. Reuníos con calma, discutid con libertad, enteraos de todos los problemas que agitan a las sociedades modernas, elegid los hombres que os inspiren, más fe y más confianza por la pureza de sus intenciones y por la exaltación de su patriotismo. Árbitros sois de vuestro pensamiento y de vuestro voto; si por despecho o por temor no lo depositáis en la urna, no culpéis a nadie de las consecuencias que este suicidio moral pudiera traeros, culpaos a vosotros mismos. El Gobierno confía en la sensatez del pueblo español, confía en la serenidad de su juicio, y espera que, atendiendo á las inspiraciones de su pensamiento, la voz de su conciencia, acertará á formular los grandes principios de la civilización moderna con la victoria de estos principios, A robustecer el derecho de todos y la grandeza de nuestra amada patria”.
El esfuerzo por la limpieza electoral se completó con cuatro importantes Circulares. Una de Pi y Margall, Ministro de Gobernación (Gaceta del 6 de mayo) “recordando a los Gobernadores de las provincias el criterio del Gobierno para que arreglen a él su conducta en las próximas elecciones de Diputados a Cortes” Y las tres restantes de Nicolás Salmerón, Ministro de Gracia y Justicia. con el siguiente contenido:
1) “Circular dirigida a los Jueces y Promotores fiscales acerca de la conducta que han de observar en las elecciones para las Cortes Constituyentes” (Gaceta del 6 de mayo)
2) “Circular exponiendo los propósitos del Gobierno a los cuales han de ajustar su conducta los Registradores de la propiedad y los Notarios durante las elecciones para Diputados a Cortes Constituyentes” (Gaceta del 7 de mayo)
3) Y, tras haberse celebrado las elecciones, haberse congregado las Cortes, y haberse realizado el escrutinio de las Actas, emitió el Ministro Nicolás Salmerón, el 6 de junio (Gaceta del 8), una Circular muy importante “excitando el celo del Ministerio fiscal para evitar la impunidad de los delitos electorales.” En ella, entre otras cosas dice:
“ (…) Por una especie de tradición vienen quedando en escandalosa impunidad todo género de delitos electorales, alentando así a los osados, retrayendo de las urnas a los pacíficos, y extraviando ó corrompiendo la conciencia pública. Semejante abuso no puede continuar sin que con el padezcan el prestigio de la Magistratura, a quien la opinión pública pudiera atribuir una debilidad o falta de independencia, que en ninguna manera debe tolerarse ni mantenerse, y el de este Ministerio encargado de que la justicia se cumpla sobre todo género de intereses. // Por esta razón creo de mi deber llamar la atención de V. E. hoy que, abiertas las Cortes Constituyentes, se hacen notorios, mediante la discusión de actas, los excesos que puedan haberse cometido en las elecciones, para que, (…) inicie sin ningún género de consideraciones y manteniéndose alejado, (…), de toda parcialidad política, los procedimientos que deban incoarse y active los incoados, inculcando estas ideas en todos los funcionarios del Ministerio fiscal, estimulándoles enérgicamente al desempeño de su deber, alentando a los tímidos y persiguiendo hasta el menor descuido ó negligencia. (…)
El afán de pulcritud democrática y limpieza electoral, pese a casos aislados y errores, podríamos decir que se trasladó al proceder de las propias Cortes en la medida que intentaron hacer una rigurosa revisión de las actas de los diputados, antes de que, en la sesión del día 7 de junio de 1873, se constituyese definitivamente la Cámara.
NOTA. En los textos reproducidos, el subrayado de palabras o frases y la utilización de negrita son míos
Gracias carmela, Asun Poudereux, Román D. Ayala y mª Pilar.
Cada uno de vuestros comentarios merece desde luego una amplia reflexión, pero no me es posible entrar en ella.
Sólo incidiré ahora en tres cuestiones (hay otra muchas en juego) que, desde mi punto de vista (siempre puedo estar equivocado), tienen especial relevancia para intentar una valoración de los acontecimientos.
1) La historia de la 1ª República es un ejemplo de cómo los ” intransigentes” pueden llegar a dar la vuelta a la situación de tal modo, que donde había república democrática provocaron (con muertos por medio) una república autoritaria y que está dio como granado fruto la Restauración no sólo de la monarquía sino concretamente de los Borbones, en la persona de Alfonso XII.
2) En democracia nadie está legitimado para “tomarse la justicia por su manos”.
Si alguna persona o grupo cree tener un derecho, basado en normas nacionales o internacionales, se legitima en su derecho, acudiendo a los tribunales nacionales o internacionales.
Hacer otra cosa es volver a “la ley de la selva”, es querer ser “juez y parte en un conflicto.”
Lo que sí puede hacerse desde luego es “trabajar” y reclamar la mejora de las normas jurídicas cuando se considera que estas resultan insuficientes y ineficaces para la salvaguarda de los derechos, o han quedado obsoletas respecto a la evolución de la sociedad.
3) Se ha dicho por algunos tratadistas que la función esencial del Derecho es conseguir y garantizar “la paz social” . Es verdad que la paz social requiere justicia y equidad, pero sin paz social no puede haber ni la una ni la otra.
Atentar desde las instituciones de derecho (pues los son los gobiernos y los parlamentos) contra la paz social es un ataque contra el propio Derecho, que deslegitima de raíz a sus autores.
Estos son principios generales que dieron lugar al nacimientos de instituciones tan importantes como la Organización de Naciones Unidas.
La Declaración Universal de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, en su proemio, reconoce a la rebelión como el supremo recurso contra la opresión. No se traga ese discursito de que sólo es legítimo luchar dentro de los tribunales; porque quienes la redactaron sabían bien – por la experiencia de tantos defensores litigantes en las cortes del nazismo – que hay condiciones en que la lucha en los tribunales resulta una mera simulación, porque no hay posibilidad alguna de obtener una sentencia favorable.
Pretender que los múltiples reclamos de un sector importante de la sociedad catalana podrían haberse defendido en tribunales – esos tribunales que tanta vergüenza ajena deberían dar (y no me extenderé en las sentencias y causas que demuestran una radical pérdida de autonomía judicial en España, por la partidización de los órganos de justicia entre PP y PSOE) – es engañarse y engañar.
Lo mismo aplica al discurso de cambiar la Constitución. Desde 1978, hasta donde tengo entendido, se han presentado infinidad de propuestas de reforma constitucional, pero sólo dos han sido aprobadas; las dos, exigidas desde poderes fácticos económicos externos: la reforma de 1992 para cumplir con el Tratado de Maastrich en materia de voto pasivo de personas extranjeras; y la reforma de 2011 sobre “estabilidad presupuestaria” de la Troika. Una vez más, pretender que los reclamos de este sector de la sociedad catalana podrían haberse resuelto por vía de reforma constitucional es un engaño. Quien opine lo contrario, deberá poder argumentar con elementos de las configuraciones parlamentarias y los antecedentes legislativos, que hay antecedentes y viabilidad de una modificación constitucional de tal tipo.
Gracias Eloy:
Con nuestro temperamento de “extremos” no podemos conseguir la “purificación” que corrompe a políticos… y tristemente… a ambas partes (aunque parezcan minoritarias) para templar los ánimos y de verdad buscar las soluciones..:
¡Que las hay!
No es el color de las banderas los que nos llevarán a un acuerdo justo y democrático; sino las mentes capaces de serenar sus afectos, poniendo por encima de todas las cosas:
¡¡¡Sentido común!!!
Eso requiere, un gran respeto a los “¿diferentes a mí manera de pensar?”
Seguro, que en ambas, habrá razones que se puedan “moldear” en un convenio justo y solidario.
mª pilar
El aquellos momentos históricos los conceptos de “legitimidad democrática” y “legalidad” andaban muy revueltos. La monarquía Constitucional en manos de Amadeo de Saboya y los diferentes gobiernos que fue nombrando tras la muerte de Prim, asesinado días ante sde la llegada del nuevo rey a Madrid, había tocado a su fin con la abdicación del monarca dentro de la revolución burguesa.
fueron los intentos de establecer la República Federal “de arriba a abajo” y el plato estaba servido pues la oposición republicana tenía por un lado a los “unitarios” y centralistas, conservadores ellos y agrupados casi todos en el partido radical, pero estaban también los intransigentes partidarios de una república federal, pero “de abajo a arriba”, para que las regiones se autodeterminaran. Implantación inminente, sin esperar los trámites procedimentales con el pretendido apoyo popular y las juntas (no sólo la de Madrid) provinciales.
El republicanismo democrático había abolido la pena de muerte y el reclutamiento militar fue sustituido por un cuerpo de volunmtarios, que se esperaba llenasen el cupo necesario de 48.000 y que sólo reclutó a 10.000 voluntarios. ¿Aguantarían los militares su pérdida de influencia?
La extensión del voto a su universalidad con las restricciones propias de la época, principalmente permitiendo sólo el voto masculino y demás, extendían algo más el censo, pero no eliminaban sus crónicos males, de los que el clientelismo seguiría siendo su peor lacra.
El cantonalismo se llevó por delante a Pi y Margall y su texto constitucional federal. Ayudado por la rebelión carlista.
En el ángulo sociocultural debemos reconocer del Sexenio Democrática su aliento ético y los intentos (varios y sucesivos) de constituir democráticamente al país con la extensión de los derechos políticos y no solo para una minoría definidad por su riqueza o su profesión
Desde el punto de vista político fracasó la experiencia federal no sólo por los intransigentes, sino que transcurrían dos guerras, la carlista y la de Cuba, anteriores a la república y recibidas como herencia. añadamos la incapacidad de la clase política y la fuerte y tenaz oposición de los alfonsinos.
Muy buen trabajo, Eloy. Gracias. Hay demasiado ruido para no dejarse llevar por los que repican más fuerte y más tiempo. Así es más fácil no percatarse de lo mucho que queda por hacer en democracia en nuestro sistema político.
Ahora se habla de diálogo y de hablar por activa y pasiva, porque seguimos igual, todo parece romperse si no hay consenso, y si lo hay, por todas partes florece la corrupción.
¿ No será que este sistema democrático representativo es en sí corrupto y corrompedor, tarde o temprano, de lo nuevo y los nuevos? ¿Cómo cambiarlo y trascenderlo en una participación directa ciudadana en la elección y control de sus representantes políticos?
¿Por qué hay tanto miedo y reparo en la clase política a plantear convincentemente la necesidad de hacerlo ya? Es nuestro derecho, nadie ha de otorgárnoslo.
Gracias Eloy por tu comentario. Que lenta la evolución!. No nos sirve de mucho la historia para avanzar en democracia. Pueden más los intereses personales. Si puedo impongo mi idea. Con insultos, con porras…Estos días estoy triste de ver como se pisotea el respecto a lo distinto.