Otros temas

Autores

Archivo de entradas

Temas

Fechas

Calendario

7410 Artículos. - 112726 Comentarios.

Catequesis sobre el error de Dios encarnado – 7

Para seguir los temas de esta catequesis, seguimos recomendando el texto completo en el sitio originalSe puede ir a los  temas anteriores de esta catequesis desde este enlace: errores del Dios encarnado. AD.

LAS CONCLUSIONES DE UNA INVESTIGACIÓN

sobre la doctrina de la encarnación


>

Este todavía no es el último capítulo (supongo que será el penúltimo) de esta “catequesis sobre el error del Dios encarnado” y si quieres ver todos los capítulos anteriores, ves al ÍNDICE

Resumo ahora las conclusiones que James D.G. Dunn presenta de su libro (christology in the making: A new testament inquiry into the origins of the doctrine of the incarnation), que ha sido una investigación sobre los orígenes de una de las creencias más centrales y fundacionales del cristianismo: la doctrina de la encarnación“.

Es necesario subrayar que investigamos los orígenes de una doctrina y una doctrina es una etapa (no necesariamente la última) de un proceso humano, de un proceso de “fabulación” condicionado y condicionando otros procesos, otras teorías, otros lenguajes, otras fabulaciones

Esta “Catequesis sobre el error del Dios encarnado” no ha resumido todos los capítulos del libro de Dunn, los dedicados al Hijo de Dios, al Hijo del hombre, al Último Adán, o a las figuras de espíritus y de ángeles

No hablamos de un “hecho” (si hubo o no “encarnación”),
sino de cómo fue surgiendo una “doctrina” sobre un “Dios encarnado”

A) Los antecedentes pre-cristianos

1

No hay ninguna evidencia buena de que antes de los principios del cristianismo existiera en el Antiguo Próximo Oriente la idea de un dios o hijo de dios que bajara del cielo para convertirse en un ser humano para traer la salvación a los hombres (excepto quizá a niveles de superstición popular pagana).

Ni tenemos ninguna evidencia de que hubiera existido con anterioridad al cristianismo una creencia en un Hijo del hombre celestial que hubiera bajado de los cielos como Mesías de Israel

Lo más que podemos decir es que fue el cristianismo (Jesús o los primeros cristianos) quien hizo la primera identificación del “Hijo del hombre” de la visión de Daniel con una persona individual

Dn 7
(una figura colectiva)
NT
(una figura individual)
13    Después,
Estaba yo mirando en las visiones de la noche,
y he aquí que en las nubes del cielo
venía alguien como un Hijo del Hombre.
Llegó hasta el Anciano de Días,
y le presentaron delante de él.
14    Entonces le fue dado
el dominio, la majestad y la realeza.
Todos los pueblos, naciones y lenguas
le servían.
Su dominio es dominio eterno,
que no se acabará;
y su reino, uno que no será destruido18    Pero los santos del Altísimo
tomarán el reino
y lo poseerán por los siglos
y por los siglos de los siglos.22    …hasta que vino el Anciano de Días
e hizo justicia a los santos del Altísimo.
Y llegado el tiempo,
los santos tomaron posesión del reino.27    Y la realeza, el dominio y la grandeza
de los reinos debajo de todo el cielo
serán dados al pueblo de los santos del Altísimo.
Su reino será un reino eterno,
y todos los dominios le servirán
y le obedecerán.
Mc 13, 26    Entonces verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria

Mc 14, 62    Jesús le dijo: Yo soy. Y además, veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo con las nubes del cielo.

Ap 1, 7    He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá: aun los que le traspasaron. Todas las tribus de la tierra harán lamentación por él. ¡Sí, amén!

Ap 14, 14    Y miré, y he aquí una nube blanca, y sobre la nube estaba sentado uno semejante al Hijo de Hombre. Tenía en su cabeza una corona de oro y en su mano una hoz afilada.

 

2

Y tampoco hay evidencia, en el período anterior al cristianismo, de la creencia en un Hombre celestial que actuaría como definitivo y último redentor.

3

De las llamadas “figuras intermediarias” (entre Dios y su creación, entre Dios y los hombres) en el judaísmo pre-cristiano, sólo los ángeles estarían propiamente calificados dentro de esta inscripción, pero ciertamente no hay ninguna idea de ángeles convirtiéndose en hombres para cumplir una misión redentora.

Estas especulaciones (pensar del Cristo exaltado como un ángel) fueron fuertemente rechazadas por las voces autorizadas de las respectivas comunidades y la posibilidad de comprender a Cristo como un ángel no obtuvo ninguna consideración en ninguna parte.

 4

Las otras “figuras intermediarias” más relevantes por lo que toca a nuestra investigación (EspírituSabiduríaPalabra) serían impropiamente llamadas así, ya que ellas nunca llegaron a poseer el estatuto de seres divinos independientes de Dios en el pensamiento judío.

Todas ellas permanecen en la literatura de aquel tiempo (Filón incluido) como formas de hablar de la poderosa interacción de Dios con su mundo y su pueblo, como formas de hablar de la inmanencia experimentada de Dios a través de la naturaleza y la revelación, en la Torá, profetas y acciones salvíficas, como formas de hablar que no violan su trascendencia. La pre-existencia de estas “figuras intermediarias” es la pre-existencia de Dios, la pre-existencia del designio de Dios para crear y redimir

Resumiendo los “antecedentes pre-cristianos

No hemos encontrado en el judaísmo pre-cristiano o en el pensamiento más amplio del mundo helenístico nada que proporcionara una explicación suficiente del origen de la doctrina de la encarnación, ni ninguna manera de hablar de Dios o de dioses o de seres intermediarios que -en la medida en que podemos decir- hubiera dado nacimiento a esta doctrina.

We have found nothing in pre- Christian Judaism or the wider religious thought of the Hellenistic world which provides sufficient explanation of the origin of the doctrine of the incarnation, no way of speaking about God, the gods, or intermediary beings which so far as we can tell would have given birth to this doctrine apart from Christianity.

B) Jesús

1

No hay ninguna indicación de que Jesús pensara o hablara de él mismo como habiendo tenido una pre-existencia con Dios antes de su nacimiento o antes de su aparición sobre la tierra

Nosotros no podemos reivindicar que Jesús creyera que él mismo era el Hijo de Dios encarnado, pero podemos reivindicar que la enseñanza que surgió en el pensamiento cristiano a finales del primer siglo era, a la luz del total acontecimiento de Cristo, una apropiada elaboración del sentido propio que Jesús tenía de su filiación y de su misión escatológica.

Concedo la palabra a Roger Haight:
Dunn habla de la experiencia de Jesús y de su conciencia. Por otro lado, sin embargo, es notoriamente difícil penetrar en la mente de Jesús; en el mejor de los casos podemos establecer algunas probabilidades sobre la base de cálculos acerca de la historicidad del lenguaje utilizado. Las conclusiones de Dunn, pues, deben tomarse como generalizaciones amplias sobre los contornos de la autocomprensión de Jesús.
Jesús, símbolo de Dios
Pág. 472s

C) La primera generación cristiana

1

La característica más llamativa de la más antigua cristología es el impacto de la resurrección de Jesús. El lenguaje y los textos utilizados hablan de Jesús convirtiéndose o siendo proclamado Hijo de Dios en el momento o a partir de su resurrección

2

Lo más importante de todo para nuestra investigación: parece que fue Pablo quien adoptó el lenguaje de la Sabiduría del judaísmo pre-cristiano para expresar el significado cósmico del acontecimiento de Cristo y la continuidad entre la acción creadora de Dios y su designio redentor.

3

¿Qué pensó Pablo de Cristo? ¿Era un hombre, un ser creado, elegido por Dios para realizar su designio, quizás incluso nombrado para esta función cósmica a partir de su resurrección? ¿O, alternativamente, era un ser celestial que había pre-existido con Dios desde los principios?

Los textos de Pablo pueden interpretarse de cualquier manera. La interpretación más plausible, con todo, es que esta alternativa todavía no se le había ocurrido: su plena convicción era que Dios mismo había actuado en y a través de Cristo, que lo que había sucedido en el total acontecimiento de Cristo era el mismo Dios abriendo el camino para la justificación y la redención de los hombres, y que todo esto era el mismo poder y el mismo designio a través del cual y por el cual Dios había creado el mundo.

4

En la cristología de la Sabiduría (y en su terminología) de las epístolas paulinas más tardías (Colosenses, Efesios) vemos el más inmediato antecedente de la doctrina de la encarnación, la matriz de la cual se originó la cristología encarnacional, la explícita afirmación de una pre-existencia ideal de Cristo que no quedaba alejada de una afirmación de la pre-existencia real de Cristo y que podía ser entendida en este último sentido tan pronto como las cartas fueron escritas.

D) La segunda generación cristiana

1

En las últimas décadas (época ya post-paulina) del primer siglo encontramos al menos dos significativos desarrollos y diversos intentos también significativos para expresar la comprensión creciente de Cristo y el acontecimiento de Cristo.

  1. Uno de los desarrollos hizo retroceder el lenguaje del Hijo de Dios desde la resurrección hasta los principios de su ministerio (bautismo en el Jordán), o a su concepción y nacimiento o incluso a una eternidad intemporal.
  2. El otro desarrollo fue la emergencia de una completa cristología del Logos en el poema sobre la Palabra del prólogo de Juan

Al principio de la Primera Carta de Juan (del mismo círculo joánico) vemos la transición del pensamiento: desde Cristo considerado como el contenido de la palabra de la predicación al Cristo considerado como la misma Palabra.

En este el poema sobre la Palabra del prólogo de Juan la especulación sobre la Sabiduría y la Palabra del judaísmo alejandrino llega a su punto álgido con la explícita afirmación de que el Logos (la Palabra), la manifestación creadora y reveladora de Dios desde los principios de los tiempos, se había hecho carne y que Cristo es (y no sólo habla) la Palabra de Dios a los hombres.

2

Los intentos más significativos para expresar la comprensión creciente de Cristo (y mantener unidos lo que de otra manera se hubieran podido convertir en corrientes divergentes) son Mateo, Hebreos y Juan

  1. En Mateo tenemos una sorprendente combinación de énfasis.
    No hay ninguna indicación de que Mateo hubiese llegado a un concepto de encarnación, de que hubiera llegado a pensar de Cristo como un ser pre-existente que se hubiese encarnado en el vientre de María o en el ministerio de Cristo (como Sabiduría encarnada)

Tampoco hay ninguna indicación de que él ignorara o rechazara tal comprensión de Cristo. Si hay algunas indicaciones(en su presentación de la concepción virginal de Jesús o en su edición de Q), apuntarían más bien a la conclusión de que el pensamiento de la pre-existencia de Cristo o de la doctrina de la encarnación todavía no se le había ocurrido.

  • En muchos sentidos la Carta a los Hebreos es el más fascinante de los documentos del NT (por lo que toca a nuestro tema). Ciertamente podemos ver que la síntesis implica algún concepto de pre-existencia y está a un paso de una cristología encarnacional.

    A medida que la epístola avanza hacia su climax se va haciendo más claro que el autor está intentando mantener una síntesis dinámica entre la escatología judía y una visión platónica del mundo, con más de un indicio que algún tipo de cristología del Logos (no muy diferente al concepto del Logos de Filón) se encuentra en el fondo de su pensamiento.

  • No hay duda de que la síntesis realizada por el Cuarto Evangelio fue la que obtuvo más éxito y una más grande influencia en el pensamiento cristiano.

    Juan tuvo éxito en conjuntar la cristología de la Sabiduría-Logos del poema sobre la Palabra del prólogo con su propia cristología del Hijo de Dios.

    Ahora, por fin, tenemos la idea de Jesús como Hijo de Dios y como Hijo de Dios consciente de su existencia con el Padre antes de que el mundo existiera.

    Aquí, de hecho, de una manera clara tenemos una concepción de la pre-existencia personal. Aquí, de hecho, tenemos una doctrina de la encarnación claramente formulada.

    Aquí de fet d’una manera clara tenim una concepció de la pre-existència personal. Aquí de fet tenim una doctrina de l’encarnació clarament formulat.

 

Resumiendo la segunda generación cristiana

A finals del segle I nosaltres trobem un concepte d’una real pre-existència de Crist que començà a sorgir, però només amb el Quart Evangeli podem parlar d’una plena concepció d’una pre-existència personal de Crist i d’una clara doctrina de l’encarnació.

6 comentarios

  • George R Porta

     
    Leo: «Los textos de Pablo pueden interpretarse de cualquier manera. La interpretación más plausible, con todo, es que esta alternativa todavía no se le había ocurrido: su plena convicción era que Dios mismo había actuado en y a través de Cristo, que lo que había sucedido en el total acontecimiento de Cristo era el mismo Dios abriendo el camino para la justificación y la redención de los hombres, y que todo esto era el mismo poder y el mismo designio a través del cual y por el cual Dios había creado el mundo.»

    El principal problema que veo en este planteamiento es que Pablo estaba entrenado en la literatura rabínica, por su edad y procedencia, eso incluía la literatura posterior a los exilios y a la conquista por los romanos. Por lo tanto, Pablo con toda probabilidad ni siquiera conoció los evangelios de ahí la ausencia de referencias en sus cartas a estos escritos seminales en el desarrollo del cristianismo.

    Parece que conoció a los apóstoles incluso según Hechos presenció el apedreamiento de Esteban y discutió en el Primer Concilio de Jerusalén y con Pedro debió hablar de eximir de la exigencia de la circuncisión a los paganos y le convenció. Pero muy probablemente no conoció la redacción que conocemos de Lucas y menos de Juan. Este es un desarrollo posterior, muy posterior.

    La idea de la mediación es tan vieja al menos como el segundo exilio y en ese caso fuera imprudente atribuirle a pablo otra intención que la de mediadores que no se transforman en divinos ellos mismos solo por ser mediadores.
     

  • Carmen

    Más, Sancho amigo, Sancho hermano, hay cuestiones que no son baladíes y todo  tiiempo que se dedique a su estudio, no será empleado en vano.

    Vale

  • George R Porta

    Con respecto al ecumenismo, esta cuestión parece que pueda tener vigencia. Este sigue siendo un punto de contención dentro del cristianismo y quizás este tema de conversación ayude a crear consciencia de la pluralidad. Estuviera bien que solo llegara a eliminar el carácter dogmático, como en la antigüedad se mantuvieron algunos temas, por ejemplo hasta el s. xi con respecto al tema del Filioque.

    Limpiar el trasfondo politico de algunas de estas declaraciones dogmáticas más o menos implícitamente sujetas a ambiciones imperiales en sus momentos respectivos tuviera ahora implicaciones buenas para que Roma dejara de ser in centro de gobierno y regresara a ser solo una sede patriarchal primada. Además fuera una cuestión de justicia con respecto a las demás. En definitivas, Sancho tenia derecho a pensar sin que el Ingenioso Hidalgo apostillara nada.

    La cuestión de la encarnación no parece que sea un argumento bizantino o de pérdida de tiempo si se la plantea en el context del ecumenismo o la unidad de las confesiones cristianas. ¿Cuál fuera el aspect negative o tonto de ello? Hay mucha gente que sufre como consecuencia de estas imposiciones dogmáticas porque no todo el mundo ha estado bien informado.

     

     

     

  • mª pilar

    ¡Gracias Oscar!

    Un abrazo compartido…

    pili-mª pilar

  • oscar varela

    Hola!
    Es un gusto imaginar las horas y horas, vueltas y re-vueltas, que el Cumpa Miquel se haya pasado con este asuntito de “Un Dios Encarnado”.
    ………………….
    – “En el camino preguntó don Quijote al primo de qué género y calidad eran sus ejercicios, su profesión y estudios, a lo que él respondió que su profesión era ser humanista; sus ejercicios y estudios, componer libros para dar a la estampa, todos de gran provecho y no menos entretenimiento para la república …
    – Otro libro tengo, que trata de la invención de las cosas, que es de grande erudición y estudio … (pero) olvidósele de declararnos quién fue el primero que tuvo catarro en el mundo, y el primero que tomó las unciones para curarse del morbo gálico, y lo autorizo con más de veinte y cinco autores, porque vea vuesa merced si he trabajado bien y si ha de ser útil el tal libro a todo el mundo.
    …………………..
    Sancho, que había estado muy atento a la narración del primo, le dijo:
    —Dígame, señor, así Dios le dé buena manderecha en la impresión de sus libros: ¿sabríame decir, que sí sabrá, pues todo lo sabe, quién fue el primero que se rascó en la cabeza, que yo para mí tengo que debió de ser nuestro padre Adán?
    —Sí sería —respondió el primo—, porque Adán no hay duda sino que tuvo cabeza y cabellos, y siendo esto así, y siendo el primer hombre del mundo, alguna vez se rascaría.
    —Así lo creo yo —respondió Sancho—; pero dígame ahora: ¿quién fue el primer volteador del mundo?
    —En verdad, hermano —respondió el primo—, que no me sabré determinar por ahora, hasta que lo estudie. Yo lo estudiaré en volviendo adonde tengo mis libros y yo os satisfaré cuando otra vez nos veamos, que no ha de ser esta la postrera.
    —Pues mire, señor —replicó Sancho—, no tome trabajo en esto, que ahora he caído en la cuenta de lo que le he preguntado: sepa que el primer volteador del mundo fue Lucifer, cuando le echaron o arrojaron del cielo, que vino volteando hasta los abismos.
    —Tienes razón, amigo —dijo el primo.
    Y dijo don Quijote:
    —Esa pregunta y respuesta no es tuya, Sancho: a alguno las has oído decir.
    —Calle, señor —replicó Sancho—, que a buena fe que si me doy a preguntar y a responder, que no acabe de aquí a mañana. Sí, que para preguntar necedades y responder disparates no he menester yo andar buscando ayuda de vecinos.
    —Más has dicho, Sancho, de lo que sabes —dijo don Quijote—, que hay algunos que se cansan en saber y averiguar cosas que después de sabidas y averiguadas no importan un ardite al entendimiento ni a la memoria.
    ………………

  • George R Porta

     
    Leo en la sección A del artículo, en el segundo párrafo dentro del recuadro que sigue al No. 4: «Todas ellas permanecen en la literatura de aquel tiempo (Filón incluido) como formas de hablar de la poderosa interacción de Dios con su mundo y su pueblo, como formas de hablar de la inmanencia experimentada de Dios a través de la naturaleza y la revelación, en la Torá, profetas y acciones salvíficas, como formas de hablar que no violan su trascendencia.» (Énfasis y subrayado míos).
     
    1.    Es difícil discriminar si se trata de un problema de traducción por causa de la preposición «de». El uso de dicha preposición atribuye a Dios haber experimentado inmanencia en la medida o en la forma en que sus intermediarios le conectaban con su pueblo: La Ley misma, los profetas, las acciones de Dios y al mismo tiempo permanecer trascendente.
     
    2.    Esta forma de hablar supone que la divinidad permanece sí misma y el o lo  que la sirve de intermediario no se convierte por causa de serlo en divino. Este era el caso de las deidades paganas de la cuenca mediterránea.
     
    3.    Por lo tanto, el problema de la encarnación según la cual Jesús de Nazareth hubiese sido divino, parece en efecto un desarrollo lingüístico tardío capaz de tolerar el ser inmanente y trascendente a la vez como si se tratase quizás de las dos caras de una misma moneda (o una especie de Janus de la mitología latina) y por tanto el lenguaje de Calcedonia, más tarde, forzará a creer que esto no solo es posible, sino que, en relación con Jesús de Nazareth, es la única posibilidad.
     
    4.    El creyente de hoy días no puede pensar en estas categorías porque las mismas, lingüísticamente, carecen de sentido y esta complicación que era necesaria en el siglo v no es necesaria ahora.
     
    5.    Como en el judaísmo precristiano, no hay necesidad de ello porque no hay posibilidad de ser inmanente y trascendente a la misma vez.
     
    6.    Inevitablemente, en este punto, es la soberbia humana la que obliga a crear un lenguaje completamente carente de sentido porque dice lo incomprensible.
     
    7.    Un creyente humilde: Calla y este creyente que no se atreve a dominar o poseer el misterio está mucho más cercano del galileo Jesús del que hablan los evangelios que del galileo Jesús del que hablaron los Padres de Calcedonia y después.
     
    8.    La necesidad misma de que los obispos tuvieran necesidad de decir al creyente seguidor del galileo Jesús lo que ha de creer de él, puede haber sido una necesidad de la época, pero carece de sentido hoy día.
     
    9.    En este sentido el surgimiento de la Teología de la Liberación, por ejemplo, que ve el seguimiento como una praxis y no como una doctrina, se acerca más al problema confrontado de tratar de imaginar trascendencia e inmanencia coincidentes en una sola persona, porque predicar el amor, decir el amor puede ser posterior al mismo acto de amar y entonces al amar ya se predicaba como «praxis» la intención de un tal acto. Es el discurso de los hechos por sobre el hecho del discurso.