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Ranking de felicidad

Arregi            No sabía que la ONU, hace cinco años, hubiese instaurado el 20 de marzo como “día internacional de la felicidad”. Un día más dedicado a lo que nos falta, como todos los “días de” algo. El día de la felicidad de la que carecemos y que todos buscamos como el bien más preciado y sin precio. ¿De qué nos sirve tenerlo todo si no somos felices? ¿Y quién no daría gustosamente todo lo que tiene a cambio de serlo?

Claro que la felicidad plena no existe, si bien a veces se encuentran personas que se dicen plenamente felices (¡dichosas ellas!). Quien pretenda ser plenamente feliz se vuelve infeliz y hace infelices a los demás. Pero todos querríamos –y podríamos– ser más felices. Cómo ser suficientemente felices o serlo un poco más: he ahí la cuestión.

Algo puede enseñarnos al respecto el Informe Mundial de Felicidad 2017 que la ONU acaba de publicar, como lo viene haciendo desde 2012, con ocasión del día de la felicidad. Noruega es el país más feliz, seguido de Dinamarca, Islandia, Suiza y Finlandia; luego vienen Holanda, Canadá, Nueva Zelanda, Australia y Suecia. Junto a ellos, tan cerca y tan lejos, están los países más infelices, por orden descendente, me entristece nombrarlos: Ruanda, Siria, Tanzania, Burundi y República Centroafricana, la más infeliz. España se encuentra en el puesto 34; Francia, en el 31.

No es difícil adivinar los indicadores tenidos en cuenta por la ONU para medir la felicidad: ingreso per cápita, salud, expectativa de vida, libertad y libertades, generosidad, apoyo social, y ausencia de corrupción en las instituciones privadas y públicas. Son cosas bien importantes, y todos los países debieran aspirar y acceder a ellas. Pero no nos revelan el último secreto de la felicidad. Esos factores no son suficientes para que un país o una persona sean felices, y me atrevería a decir que no son esos los elementos más decisivos para serlo de verdad.

De hecho, es muy distinto el último ranking de felicidad elaborado por la Consultora Win/Gallup International Association en 2106, basándose en las respuestas de la gente a una pregunta: “En general ¿se siente personalmente muy feliz, feliz, ni feliz ni infeliz, infeliz o muy infeliz?”. El país más feliz resultó ser Colombia. Y en el informe elaborado por el Instituto DYM a finales del 2015, el continente más feliz resulta ser ¡África! Y el más infeliz… Europa, sí, Europa con sus países nórdicos y su PIB y su Mediterráneo.

Estos resultados no son más contradictorios que el propio sentimiento de felicidad, tan difícil de precisar y medir. La felicidad es más que la mera euforia vital que pudiéramos sentir inyectándonos serotonina o dopamina. Depende mucho más de las expectativas que de la situación objetiva. Por supuesto, nadie debiera tener que vivir con un euro al día, pero lo cierto es que muchos logran ser felices con eso, y más cierto aun que muchos son más infelices cuanto más poseen. Deberíamos medir el progreso por la Felicidad Nacional Bruta más que por el PIB, como hace Bután, el único país.

Pero me temo que los rankings dificultan más que ayudan la felicidad. Hacen que el de arriba sufra porque puede bajar, y que el de abajo sufra porque no puede subir. No es más feliz quien tiene más, sino quien necesita menos o se conforma con lo que tiene. Oigo cada día a nuestros gobernantes que debemos ser más competitivos. Es cierto que no podremos crecer y triunfar sin ser competitivos, pero más cierto aun que no podremos ser felices ni hacer una sociedad más feliz mientras sigamos empeñados en competir, crecer y triunfar, siempre a costa de otros, siempre creando rankings de riqueza y de pobreza. ¿Puede alguien ser feliz en Noruega o en España mirando de frente la miseria de África, o esquivando la mirada? No sería una felicidad indecente y cruel. No sería verdadera felicidad, sino violencia o engaño.

Solo la persona que abandona todo anhelo y obra sin intereses, libre del sentido del ‘yo’ y de ‘lo mío’, alcanza la paz, como enseñó el Bhagavad Gîta hindú hace 2300 años. Jesús de Nazaret lo dijo a su manera: “Bienaventurados los humildes, los mansos, los misericordiosos, los artesanos de paz. Bienaventurados los pobres solidarios de los pobres”. Él soñó y creyó en un mundo sin competitividad, y lo llamó “Reino de Dios”: un mundo justo, fraterno y feliz, un mundo sin rankings. ¿Lo soñamos todavía?

 

(Publicado en DEIA y en los Diarios del Grupo NOTICIAS el 02/04/2017))

10 comentarios

  • George R Porta

    Quizás ayude a disipar un poco la malacomprensión. El término «neurociencia» es coloquial, y no significa nada en el ámbito cientifico neurológico. La definición que ofrece el DRAE del término «neurociencia: 1. femenino, Biología. Ciencia que se ocupa del sistema nervioso o de cada uno de sus diversos aspectos y funciones especializadas» es sumamente ilustrativa porque no existe en el campo de la Biología o de la Medicina una disciplina que abarque todo ese campo de conocimiento e investigación, que además es mucho más desconocido de lo que la mayoría estuviera dispuesto a admitir.

    Desgraciadamente, sobreabundan los charlatans que explotan estas palabras cuyo significado es  indeterminadamente elástico y las cocinan a la orden.

    La raíz «neuro», sobre todo en inglés, es utilizada técnicamente, però más que con ningún otro propósito, con el de reducer la abundancia de nomenclatura abreviando nombres que serían demasiado largos. Por ejemplo «programación neurolingüistica» y «neuropsicología» fueran traducciones acertadas pra acertar la NLP que es una técnica muy efectiva en el mejoramiento de la conducta compulsiva y la segunda para designer la rama de la psicología que se ocupa de la rehabilitación de áreas motoras del SNC que hayan sufrido lesiones de una cierta extension anatómica, por ejemplo.

    Por lo demás, solo ha sido desafortunadamente que con otras ramas de las ciencias médicas no ocurra lo mismo. Quizás el mercadeo de las publicaciones y esta acendrada adicción a los libros de autoayuda sean responsables de la popularidad de lo “neuro”.

  • oscar varela

    La felicidad al alcance de cualquier cerebro

    Una crítica a la moda de las neurociencias

    https://www.pagina12.com.ar/38401-la-felicidad-al-alcance-de-cualquier-cerebro

    Por Laura Kiel

    ………….

    1- Una mamá me pregunta por qué no me gustan las neurociencias si están tan de moda.

    * Me pregunto cómo se introdujo ese significante en el campo de la cultura y

    * cuánto hace que circula en el lenguaje coloquial.

    …………

    2- Me dediqué entonces a leer cuanto libro tuviera en su tapa

    las palabras neurociencias, cerebro a secas, cerebro que aprende, cerebro pobre, cerebro lector, cerebro moral, cerebro para vivir mejor y otros cerebros.

    3- Me encuentro con:

    – “Hoy las neurociencias cognitivas están tomando por asalto

                    – no solo a la comunidad científica

                    – sino a la sociedad en su conjunto. Todo

                    – desde el marketing hasta la ley, y

                    – desde la educación hasta la política,

    exige una explicación basada en los hallazgos de esta disciplina que cada vez atrae a un mayor número de adeptos”.

    ¿Adeptos? ¿Por qué necesitarán adeptos?

    * discurso religioso. ¿Cuál es la buena nueva tan bien recibida por tantos adeptos?

    ……………

    4- El libro del neurocientífico más popular propone

    – “pensar el cerebro con el objetivo de que podamos vivir mejor”.

    Pero esta ¿no es una hipótesis de sentido común?

    …………..

    5- Sin embargo el número de enfermos mentales se ha disparado a cifras inauditas

    * y estamos lejos de aprender a vivir mejor.

    ……………

    6-La realidad actual en cifras y estadísticas resulta aterradora:

    – “Durante los últimos quince años, cuatro grandes epidemias de trastornos mentales han hecho explosión repentinamente, el número de niños bipolares ha aumentado extrañamente en un 40 por ciento, los autistas en 30 por ciento, los hiperactivos con déficit de atención se han triplicado, mientras que la proporción de adultos candidatos a un diagnóstico de bipolaridad se ha duplicado”.

    ……………..

    7- la creciente industria farmacológica es responsables de transformar la salud en una mercancía dirigida al público en tanto consumidor.

    – Las publicidades dirigidas a los padres –induciendo al consumo de psicofármacos para que la crianza de los niños resulte más sencilla– se realizan en medios de comunicación masiva;

    – los tests para detectar dislexia o autismo están disponibles on line para el público en general con la aclaración de que no demoran más de un par de minutos;

    – los usuarios eligen su diagnóstico en un catálogo ordenado por ítems que se llama DSM V.

    – Los debates profesionales se legitiman como espectáculo.

    – Lo más perturbador de estas alianzas del poder político-económico-científico sea que la población infantil devino en el sector más atractivo para los mercados.

    – Nuevas enfermedades se inventaron para satisfacer el ritmo de producción de los grandes laboratorios.

    – el resultado es:

                    – una infancia hipermedicalizada,

                    – equipos de terapeutas repartiéndose una cantidad indiscriminada de sesiones,

                    – el crecimiento desmedido de certificados de discapacidad,

                    – las demandas abusivas de integraciones escolares.

    ……………….

    8- La neurociencia cognitiva es el discurso ideológico más totalitario hasta aquí alcanzado bajo la forma de un argumento pretendidamente científico.

    …………….

    En el mientras tanto, cuidemos a nuestros niños y jóvenes,

    * preservándolos de la perversa maquinaria de evaluar, expender psicofármacos y consumir esas presuntas terapias reduccionistas.

  • Marisa Mauleón

    Dice Eclo. 29,3

    “Mantén tu palabra y confía en él, y en toda ocasión tendrás lo que necesitas”

    Creo que irá por ahí. Un saludo

  • M.Luisa

    Hola  Iñaki, jejeje!  lo que he escrito esta mañana lo leí cuando era joven, bueno,  era  más bien todavía niña que joven, y lo leí en un Redar Digest,  creo que se llamaba así una revista que solía ver por casa. Recuerdo que el autor de la misma   se llamaba    Somerset Maugham un escritor inglés  y te puedo decir con toda sinceridad que lo que ha sido mi vida hasta aquí puede resumirse pero  muy muy resumida, eso sí! con  esta metáfora. Ten en cuenta que la acción de exprimir  es un continuo  presente y el jugo del limón  da muchoooo  de sí!!

    un cordial saludo

  • Hola M. Luisa

    Al haber terminado tu frase en puntos suspensivos, nos obligas a estrujarnos el magín.  Como puedes imaginar, cabe la posibilidad de que algunos de nosotros no acertemos, a la hora de completar lo que intencionadamente dejas en el aire.

    Sacarle jugo a la vida puede  tener diversas interpretaciones. Sacarle el jugo al limón que me da la vida, parece que no es exactamente lo mismo. A mi me sugiere una pregunta. ¿Que hago con el Jugo del limón?. ¿Me lo quedo o lo reparto?.

    Saludos

  • M.Luisa

    Mi felicidad consiste en el jugo que obtengo de exprimir el limón que la vida me ha dado…

  • George R Porta

    En múltiples ocasiones he referido a un muy reputado estudio longitudinal de los valores y de la percepción de la felicidad, siempre con muy poco éxito. El estudio difiere significativamente de este que el autor del artículo conoce pero eso no lo anula. Diferentes métodos y aproximaciones lógicamente pueden ofrecer diferentes interpretaciones de diferentes resultados.

    Si a alguien le interesa lo puede encontrar en el siguiente enlace y puede ser leído (al menos sus documentos fundamentales) en este enlace: http://www.worldvaluessurvey.org. Es un estudio que ha venido acumulando data internacional desde 1981, recogiendo información cada dos años. Actualmente estudia la ronda de encuestas hechas el 2015. Está patrocinado y lo colaboras las universidades más importantes de cada uno de los aproximadamente 100 paises que se han mantenido participando. Las Naciones Unidas utiliza el estudio para sus propios estudios.

  • Hola Oscar

    Totalmente de acuerdo contigo. si que se trata de la VIDA y cada uno tenemos la nuestra.

    Mi reflexión es algo así: ¡Qué felicidad sería, para cualquier inmigrante, que se busca la vida como puede, alcanzar mi relativamente privilegiado status socio-económico ycultural medio, en Euskadi!. Y, sin embargo, aquí sigo preguntandome sobre lo que me sigue faltando, para tener que seguir buscándola. Si lo que tengo para unos es mucho y siempre insuficiente para otros, me entra una duda. ¿Por qué iba a encontrar, la tan escurridiza felicidad , solo con llegar a tener niveles de renta y patrimonio como los Ronaldo, Ortega o Bill Gates?.

    Mi pretensión es encontrar a la señora felicidad  en algo que solo depende de mi: el dar algo o prestar algún servicio a alguien, por escaso o limitado que sea. En ello estoy.

    Por cierto, que poco parece interesar en Atrio este tema de la FELICIDAD.

     

  • oscar varela

    Hola Iñaki (¿de la SS?)!

    El “Secreto” que buscas de la Felicidad es comprender que se trata de ir resolviendo cada día y en cada caso:

    la EQUA-ción de la IN-EQUA-ción,

    en que consiste el cotidiano y pedrestre “ir viviendo”.

    ………………….

    Los Términos de la buscada EQUA-ción son:

    1- por un lado: tus Pre-tensiones

    2- por el otro lado: tus Logros.

    …………………..

    Como ves, se trata de la VIDA = jeroglífico a des-cifrar.

    ¿Puede ser?

    ¡Vamos todavía! – Óscar.

  • Me quedo con cuatro ideas:

    -Los indicadores ONU/2017 no nos revelan el último secreto de la felicidad.

    -Según el informe DYN/2015 Africa es el continente más feliz y Europa el más infeliz.

    -Unos pueden llegar a ser felices con un euro al día y otros son cada vez más infelices cuanto más poseen.

    -Los rankings no son de fiar. Hay que seguir buscando el último secreto.

    Saludos