¿Ponemos “líneas rojas” en nuestra vida cotidiana? Las hemos visto durante 2016, muy significativas, en el Parlamento de España. Destacables, entre otras, las impuestas por el Comité Federal del PSOE a Pedro Sánchez y las habidas entre Podemos y Ciudadanos.
No se trata, desde luego, de hacer “una teoría” y ni siquiera de formular una breve explicación de la razón de ser, las causas, efectos, oportunidad o inoportunidad, la conveniencia, o no, de marcar líneas rojas en la actuación personal o de grupo. Bástenos ahora con constatar su existencia en nuestra vida pública y parlamentaria y la indudable incidencia en el devenir político y, por lo tanto, en nuestra vida y convivencia ciudadana.
Y añadir que cuando la razón de la “línea roja” es la venganza, la inquina personal, o la mera “autocomplacencia”, y se impone y mantiene esa “línea roja” pese al “destrozo” político y social que pueda causar, dicha línea entra en el campo de lo no justificable o deshonesto.
También durante la Primera República se marcaron algunas “líneas rojas” como la planteada por el general Juan Contreras y Román en febrero de 1873.
II – LA “LÍNEA ROJA” DEL GENERAL CONTRERAS
La cuestión militar era una cuestión importante y delicada para los republicanos, que, además, no contaban con muchos generales entre sus adeptos. El general Juan Contreras y Román era uno de los pocos generales de convicciones republicanas; era proclive a los “republicanos intransigentes” y gozaba de popularidad, aunque no fuese bien visto entre los generales ni en los círculos conservadores. Pero Contreras había sido dado de baja en su empleo perdiendo todos los honores y condecoraciones en virtud de Real Orden de 3 de Junio de 1871 por haberse negado a prestar juramento de fidelidad al rey Amadeo de Saboya.
De modo que el 12 de febrero de 1873 (Gaceta del 13), al día siguiente de haberse constituido, el Gobierno presidido por Figueras decretó el restablecimiento en el empleo de Teniente General y en los demás honores y condecoraciones que disfrutaba Contreras. (NOTA 1)
El día 15 de febrero sus partidarios en Madrid organizaron en su honor una serenata:
“La junta del Distrito de Centro obsequió anoche con una brillante serenata al general Contreras, quien recibió con las mayores muestras de cariño a sus amigos. La música de artillería tocó escogidas piezas e himnos patrióticos, siendo obsequiada después con un esplendido refresco en el local que ocupa la junta” (“La Correspondencia de España”, 16 -02- 1873, pág. 3)
El 16 de febrero era ya público que el republicano “intransigente” general Contreras quería “marcar” terreno al gobierno, estableciendo una “línea roja”. Ese día “La Correspondencia de España” (pág. 1) decía:
“El general Contreras, dice un colega, no ha aceptado la Dirección de Caballería ni aceptará cargo alguno, dentro de su carrera, mientras no se reorganice la Gabinete. // En efecto, añade el Gobierno, parece que se ha ofrecido al Sr. Contreras el mando militar de Cataluña, pero ayer aún no estaba decidido a aceptarlo. Los republicanos amigos de este general estarían más satisfechos viéndole al frente del Departamento de la Guerra”.
El 17 de febrero (Gaceta del 18) el Gobierno nombró (con la firma del Ministro de Guerra Fernández de Córdova) como Capitán General de Cataluña al Teniente General Juan Contreras en sustitución del Teniente General Eugenio de Gaminde y Lafont. (NOTA 2)
Pero es el hecho que el día 20 de febrero la “línea roja” establecida por Contreras seguía “rodando” por toda España, centrando la condición en el cese del ministro de Guerra, general Fernando Fernández de Córdova:
“Según vemos en algunos periódicos y se asegura en los Círculos políticos, el señor Contreras no aceptará ningún puesto mientras sea ministro de Guerra el general Córdova, a quien recibió muy mal cuando pretendió abrazarlo al verlo en el salón de conferencias el mismo día de su llegada a Madrid. ¿No sabemos quién pudo esperar otra cosa? (El Eco de Galicia“, de Lugo, del 20 de febrero de 1873, página 3).
Pedir la dimisión del Ministro de Guerra, era pedir la remodelación de todo el gobierno, asunto que no correspondía al Presidente del mismo, sino a la Asamblea Nacional. (NOTA 3)
III – LA REBELIÓN DEL GENERAL GAMINDE EN BARCELONA
Publicado (Gaceta del 18) el cese del General Gaminde, este resignó el mando en el segundo cabo, el Mariscal de Campo Manuel Andía y Abela (también ya cesado) sin esperar la llegada del general Contreras que había de sustituirle. El día 20 de febrero salió para Barcelona José Lagunero y Guijarro y el día 21 el general Contreras. El mismo día 21 se produjeron en Barcelona extraños movimientos de tropas, que respondían a un plan levantisco de Gaminde “apoyado por simpatizantes alfonsinos“, dice Hennessy. Pero la tropa no siguió a los mandos, el movimiento fracasó y Gaminde huyó a Francia (NOTA 4) José Luís Fernández Rúa (citado pág. 258) relata así los hechos:
<< El día 21 en Barcelona, el general Gaminde, secundado por un numeroso grupo de jefes y oficiales, entre ellos el general Andía, dispuso se concentraran en la Ciudad Condal parte de las fuerzas que operaban en Cataluña contra los carlistas para dar un golpe de Estado. El propósito de Gaminde se frustró por la decisión de los coroneles Lera, Iriarte y Darnell, que desmontaron el dispositivo del Capitán General, y con la colaboración de aguerridos elementos federales, como Juvany y Vñets, lanzaron la tropa a la calle al grito de “¡Viva la República!”, mientras la banda de un regimiento recorría las calles barcelonesas interpretando “La Marsellesa”.
Desbordados los mandos del Ejército, fueron muchos los jefes y oficiales que huyeron, en tanto que la tropa les increpaba al grito de “¡Que bailen!”. Hubo unidades, como el batallón de Béjar, que de toda la oficialidad solo se quedó un alférez. Y, ante las deserciones, hasta se hizo cargo de algún regimiento un sargento.
Sofocada la rebelión de los generales, Barcelona quedó a merced de unas tropas victoriosas pero indisciplinadas (…) //
// (…) Contreras tuvo que improvisar los nuevos mandos. En varias ciudades catalanas, tras pasar revista a las tropas, invitaba a que se le presentaran los dos sargentos más antiguos de cada batallón. Tras abrazarlos, les concedía el empleo de alféreces. >>
Sisinio Pérez Garzón (citado, pág. 398) nos sirve para complementar el relato anterior, destacando la actuación de los federales:
“(…) el 21 de febrero, a los diez días de proclamarse la República, en la plaza de Sant Jaume de Barcelona los ciudadanos se manifestaban para pedir el Estado catalán. Las diputaciones catalanas acordaron constituirse en Estado federal, quitaron a los militares el mando y los convirtieron en un ejército de voluntarios. Tal proceso no era casual (…)”
IV – LA REPÚBLICA: “UN ESTILO DE VIDA”
Como dijimos, en 1871 Contreras fue destituido de sus cargos por negarse a jurar fidelidad a Amadeo y la supresión del obligatorio juramento político de lealdad de los militares y la restitución de derechos a los que los habían perdido por negarse al juramento, fue prontamente establecida por la Primera República, por Decreto de 16 de febrero de 1873 (Gaceta del 17). Es interesante la lectura del preámbulo de este Decreto porque diseña “un estilo de vida republicano”. Comienza diciendo:
<< Una de las primeras atenciones á que debe ocurrir el Gobierno de la República, recientemente fundada, es a crear, mantener y arraigar costumbres republicanas. Y una de las costumbres que deben más pronto adquirir los pueblos republicanos y con más energía arraigar en su vida es la costumbre del respeto religioso y profundo a la dignidad del honor personal y a la santidad de la conciencia humana. (…)”.
Junto a la consideración de la “república” como algo meramente formal, distinto de la monarquía, y transida del espíritu liberal, habíamos visto la concepción de la “república“, con un contenido “social” de satisfacción de las aspiraciones “vitales” de los ciudadanos.
El preámbulo del citado Decreto de supresión del juramento, nos ofrece un nuevo enfoque y visión de la “república“. Más allá del aspecto reivindicativo de la “forma” republicana, de las “libertades liberales” y de los derechos “sociales”, se amplía la consideración de lo “republicano” como “una forma, un estilo de vida” que aspira a “ crear, mantener y arraigar costumbres republicanas” y entre esas costumbres se citan expresamente “la costumbre del respeto religioso y profundo a la dignidad del honor personal y a la santidad de la conciencia humana. (...)”.
Constituye esto un “ideario republicano“ que va más allá de lo coyuntural y de la satisfacción de reivindicaciones concretas. Es un ideal que se integra en el compendio del acerbo republicano de todos los tiempos.
Se ratifica de este modo, que la existencia formal de un gobierno “republicano” no garantiza por sí sola la existencia y pervivencia de ese conjunto de valores, de respeto a la dignidad personal y a la conciencia humana. Forma de vida republicana que no surge espontáneamente: Hay que crearla, mantenerla y arraigarla.
V – EL RELATO DE HENNESSY
La “condición” impuesta por Contreras ahondó en la exigencia de un gobierno homogéneo, pues, como dice Hennessy, puso de relieve “la escisión dentro de ministerio cerca de la distribución de cargos y alumbró el camino que habían de seguir los intransigentes para forzar la mano del Gobierno“. Y así lo expresa al final del siguiente texto en el que compendia la situación del Gobierno respecto a los militares y a Contreras:
“Evitar la desorganización del Ejército y, al mismo tiempo, retener la confianza de sus propios partidarios era el círculo que los federales del Gobierno pretendían cuadrar. Sólo se sabía de dos generales que simpatizaran con los federales – los igualmente incompetentes Contreras y Nouvilas – y ambos eran despreciados por los oficiales de carrera y no agradaban a causa de sus contactos con los intransigentes. A falta de algo mejor, el Gobierno se vio forzado a confiar en ellos. Por tanto, Contreras fue nombrado el 18 de febrero (sic), para el mando clave del ejército de Cataluña. Esto tenía la ventaja de alejar del centro de intrigas de Madrid a un hombre peligroso y también de calmar a los federales catalanes, cuyos sentimientos se enfervecieron peligrosamente después de la intentona del odiado Gaminde, capitán general de Cataluña, apoyado por simpatizantes alfonsinos, para dar un golpe en Barcelona el 21 de febrero. Pero la negativa de Contreras a partir para Cataluña hasta que el general Córdoba (sic), el cual le desagradaba por razones personales, no hubiera renunciado a su puesto, puso en primer plano la escisión dentro de ministerio cerca de la distribución de cargos y alumbró el camino que habían de seguir los intransigentes para forzar la mano del Gobierno“. (Hennessy, citado, páginas 183 y 184)
NOTAS
NOTA 1. También por Decreto del 12 de febrero (Gaceta del 13), el gobierno nombró al Teniente General Ramón Nouvilas y Rafols como Capitán general del distrito militar de Castilla la Nueva; Signifiquemos que ambos Decretos llevaban la firma del Presidente Estanislao Figueras y del Ministro de la Guerra Fernando Fernández de Córdova.
NOTA 2. . El 17 de febrero (Gaceta del 18) además del relevo de Gaminde por Contreras, se produjo otro cambio en el mando militar en Cataluña. Fue relevado del cargo de Segundo Cabo de la Capitanía General de Cataluña y Gobernador militar de la provincia y plaza de Barcelona el Mariscal de Campo Manuel Andía y Abela, nombrando para los mismos puestos al Mariscal de Campo José Lagunero y Guijarro.
NOTA 3. Dice al respecto Sisinio Pérez Garzón (citado, págs. 398 y 399): ” (,,,) El 18 de febrero se nombraba al mando del ejército de Cataluña a Contreras pero no aceptó hasta que renunciara el general Córdoba (sic), a pesar de tener a los radicales en su contra, como tambien se oponían a Nouvilas (…)”. No obstante, resulta extraño que al tiempo de nombrar a Contreras para Cataluña, no se pactase ya la crisis de gobierno o la renuncia a su “condición” por parte de Contreras.
Unos días más tarde, el domingo el Domingo 23 de febrero de 1873 “La igualdad” (pág. 1), decía que en el Consejo de Ministros del día anterior el general Córdova había planteado “la crisis por creer que su misión en el Ministerio había terminado“. Y que dominaba la opinión “de un ministerio homogéneo de republicanos federales“. Y en la misma página hacia una defensa del nombramiento de Contreras para Cataluña y decía:
“El Sr. Figuerola, (…) hizo ayer una interpelación al Gobierno censurando á este en términos agresivos y poco procedentes por los nombramientos militares que ha hecho, que son muy pocos, y sobre todo, por el de nuestro amigo el bizarro general Contreras para el mando del ejército de Cataluña, fundándose en que dicho general era de los intransigentes y de los que se habían rebelado o Insurreccionado. // El general Contreras no era intransigente ni benévolo, sino un republicano de corazón, probo, desinteresado y consecuente, que habla declarado leal y noblemente guerra sin tregua al rey extranjero, y que estuvo siempre dispuesto a combatirle en todos terrenos, sin reparar en sacrificios ni en peligros y sin contar el número de los enemigos, porque eso hacen siempre los hombres de verdadero valor y de profunda convicción, cualidades que todos reconocen en el general Contreras, quien, como es notorio, renunció a la dirección de caballería, a su empleo de teniente general, al sueldo que de derecho le pertenecía por sus grandes servicios, y se quedó de paisano por no reconocer y prestar juramento al rey extranjero. // El Gobierno republicano no podía menos de utilizar los servicios de tan distinguido general, cuyo sólo nombre era una garantía para la República, y no dudamos que lo será para todos los republicanos y liberales do Cataluña, que le esperan con ansiedad y entusiasmo para acabar con la insurrección carlista mantenida hasta aquí por la incuria, por la ineptitud ó por el abandono de los generales y demás autoridades del gobierno monárquico, que, impotentes para destruir las facciones, se oponían al armamento del pueblo y protegían á los partidos reaccionarios en odio a la libertad.”.
Cabe recordar que, finalmente, el general Contreras resultó “de condición rebelde”, respecto al gobierno central de la República, pues en julio de 1873, Contreras se incorporará a la dirección del Cantón en Cartagena
NOTA 4. Ver sesión de la Asamblea Nacional del 21 de Febrero de 1873 (Gaceta del 22). Las relaciones entre los republicanos y el general Gaminde no eran buenas. Y Gaminde, desde luego, resultaba indeseable para los catalanes. Ya en la sesión del Congreso del 3 de junio de 1871 (Gaceta del 4), el republicano y, según el mismo dice “demócrata” y “cimbrio”, Pascual y Casas preguntó al Gobierno sobre el comportamiento del general Gaminde en Cataluña. Y, entre otras cosas, dijo:<< (…) . //
<< (…) Me voy á ocupar de una cuestión que no desconoce la Cámara, porque ya en diferentes ocasiones se ha censurado aquí la conducta de las Autoridades que gobiernan las provincias catalanas; que si en tiempos del absolutismo tuvieron un Conde de España que las trató duramente, en los años 54 a 56 tuvieron un general Zapatero que sirvió después á los moderados, y ahora un Gobernador como D. Bernardo Iglesias y un Capitán general como el Sr. Gaminde. // Las provincias catalanas, que siempre han rendido culto a la idea democrática, no están desde la revolución con el Gobierno, porque ha empleado en su regimiento el mismo sistema de las escuelas doctrinarías. D. Bernardo Iglesias ha sido enviado á Barcelona para comprimir las aspiraciones altamente democráticas de aquella provincia. El General Sr. Gaminde, que llevó la misma misión, cuenta en su historia una página triste, tristísima; porque, señores, y esto lo sabe muy bien el Sr. Ministro de la Guerra, no es de militares que estiman el uniforme que visten, el bombardear una plaza que no ofrece resistencia, como lo hizo el Capitán general de Cataluña Sr. Gaminde con Gracia. Además, y como un auxiliar de esas dos Autoridades, ha creado allí el Sr. Ministro de la gobernación las milicias llamadas de voluntarios. Éstos cuerpos están fuera de la ley; se arman según los gustos del Gobernador y de los Alcaldes nombrados por el General Sr. Gaminde, y se distribuyen las armas entre las personas que por sus condiciones pueden servir para cometer toda clase de atropellos, especialmente en las épocas electorales. (…) >>
Y tras escuchar la respuesta del Ministro, añadió el parlamentario Pascual y Casas:
<< (…) En Cataluña, Sr. Ministro de la Guerra, se llaman “Alcaldes militares” los que ha nombrado el General Gaminde en reemplazo de los de elección popular. Alcaldes del sable los llaman allí, porque deben á la fuerza su origen, y por cierto que en su mayoría son alhajas. // ¡ Ojalá no se mezclara en nada el General Gaminde! En algo se mezcla que no es puramente militar, y voy á citar un ejemplo. La Casa de Caridad pertenece á la Diputación provincial de Barcelona; y el General Gaminde, que en todas partes ve conspiraciones y motines, y está continuamente trazando líneas militares para sofocarlos, se apoderó de la Universidad, y después de la Casa.de Caridad, como puntos estratégicos, metiendo allí un destacamento. Luego, ó hace algo más que lo que le pertenece en asuntos militares, ó se hace cómplice de los atropellos de las Autoridades civiles. (…) >>
NOTA FINAL: En los textos reproducidos, el subrayado de palabras o frases y la utilización de negrita son míos
Muchas gracias Asun Poudereux, M.Luisa y Román Díaz Ayala, por vuestos comentarios.
Es verdad que quise aprovechar la respuesta al primer comentario de Román (que agradezco especialmente), para insistir y explicitar un poco más en que medida “los hechos que cuentan las crónicas, dicen mucho más de lo que parece sobre la condición humana“, como dice Asun Poudereux.
Es decir como, curiosamente ,en la Historia podemos encontrar reflejados, en esencia, muchos de los problemas con los que actualmente tenemos que enfrentarnos.
Y también recordar, como señala M. Luisa, la importancia de definir el “ideal republicano” como una “forma de vida”.
Precisamente mi interés por “el ideario republicano” como forma de vida, y poder comprender su contenido “vital”, más que “formal”, nació de mi afán de saber cual era el pensamiento de los republicanos de “entre Repúblicas “(1874-1931), por razones familiares.
Yo agradezco vuestros comentarios y vuestro tiempo y esfuerzo, y agradeceré vuestras sugerencias y críticas, pues soy consciente de que la lectura de estos artículos sobre la Primera República no siempre resulta fácil y amena (aunque yo lo intento), pero, en todo caso, sí puedo aseguraros mi esfuerzo por clarificar con rigor hechos históricos que no siempre encuentro documentados, y explicados con sus fuentes, en los libros de Historia de España más habituales, e incluso especializados, que manejo.
Pocas veces me detengo en este apartado que el amigo Eloy trata con tanto y exhaustivo conocimiento, pero no porque este sea mi deseo sino porque mi tiempo no da para más. Sin embargo hoy al leer el título del apartado IV no he podido resistirme a rubricarlo pues, en efecto, para los bien pensantes, es decir, aquellos que el separatismo no es lo primero a vociferar en el actual conflicto catalán, la independencia es el primer instrumento para crear ese ideal republicano como una forma de vida. Este ideal, pues, es muy distinto del ideal nacionalista y por tanto es menester con urgencia deslindarlos.
Gracias, Eloy!
No ha sido un asunto de voluntad propia sino de incapacidad el que no haya entrado a seguir las líneas argumentales de tu análisis comparativo entre el momento histórico que estudiamos y la realidad presente, pues para ello se necesita en primer lugar un conocimiento suficiente de los hechos históricos en su contexto y por otro lado tener una visión algo acertada de las realidades actuales.
Por ejemplo, ya que mencionábase la actuación del General Gaminde, como capitán general en Cataluña, nos tenemos que preguntar si la gravedad de los hechos obedece a las prácticas abusivas de autoritarismo del alto estamento militar en medio del siglo XIX, a “la excepcionalidad de Cataluña”, y me inclinaría por lo primero, porque tal excepcionalidad es una percepción demasiado de última hora.
Los partidos y facciones políticas alimentaban sus huestes del estamento militar, porque que el oficio de las armas conducía inexorablemente a una vocación política. Desde la caverna, defendiendo lo más tradicionalista, que para entonces era el absolutismo hasta las ideas más liberales eran reconducidas por los cargos militares en plaza y en las más altas instancias del Gobierno de España.
Gracias, Eloy, por tu nuevo artículo, que hasta hoy, no he podido leerlo con cierta tranquilidad.
Sí, los hechos que cuentan las crónicas, dicen mucho más de lo que parece sobre la condición humana en los ámbitos del poder. Lo que parece claro hoy, mañana no lo es tanto, cuando debajo se esconde una dosis de intransigencia, incapaz de poner en práctica el solo inicio de los ideales más dignos, sean los que sean.
Un abrazo con mis mejores deseos para ti y todos los atrieros.
Hola Román. Gracias por tu comentario.
Aunque no entras en ello, habrás visto que en este artículo, se habla de una serie de cuestiones que atañen a nuestra sociedad en 2017.
Se habla de la intransigencia que pueden suponer algunas líneas rojas (incluidas las que algunos podamos llevar dentro, sin apenas percibirlas).
Se habla de el ideal republicano como una forma de vida, que hay que crear mantener y arraigar, desde el respeto a la dignidad personal y a la conciencia.
Se hace referencia explícita (en NOTA 4) ) a la forma abusiva en que fue tratada Cataluña por parte del Capitán General Gaminde, prontamente cesado por la República.
Y se aclara ya (anticipadamente) como el general Contreras que parecía que iba a ser el salvador de la República, colaboraría más tarde en acentuar sus problemas al ponerse al frente del Cantón de Cartagena, en Julio de 1873. Esto nos hace pensar en la volubilidad que puede haber en los comportamientos de aquellos que podamos considerar “ejemplares” en un momento dado.
No se puede decir que el General Contreras haya sido un demócrata eminente, sino, más bien, que para los parámetros de la época fue un militar brillante que supo sacar beneficio de su posición castrense para figurar en diversos cargos políticos. Un ejemplo típico de la época.Tras su negativa a perestar juramento de lealtad a Amadeo de Saboya, destituido una vez más de sus cargos, no podría ser bien visto por los “benévolos”, y su perfil encajaría de manera perfecta con los intransigentes.
Para que un período revolucionario se dé de forma perfecta se tienen que dar cambios en torno al nuevo giro político, en lo social y lo cultural. Sin esas tres transiciones no se culminan los cambios revolucionarios sin garantía de permanencia en el futuro.
Los ímpetus revolucionarios de las intransigentes serían luego desplazados por el anarcosindicalismo agrario, siguiendo a Bakunin. No era el credo democrático lo que se introdcía en las masas campesinas, los braceros de Andalucía, sino el lema “Ni Dios ni patria ni amo”. El Federalismo no podría cuajar porque el republicanismo unionista se hacía demasiado parecido al centralismo imperial de quienes aspiraban a la restauración monárquica, y por el otro extremo el cantonalismo deshacía todas las aspiraciones de vertebración.