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La fe como confianza

Carlos BarberáEn la primera carta a Timoteo se afirma que Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (2, 4). Por otra parte en la carta a los Hebreos se asegura que sin fe es imposible agradar a Dios (11, 6).

No es fácil conjugar esas dos aseveraciones. El Concilio de Florencia en 1441 se atuvo a la segunda y declaró que sólo se salvan los adheridos a la Iglesia católica. Fe significaba entonces la adhesión a las verdades predicadas por la institución eclesial.

Sin embargo siempre la teología había defendido que el Espíritu sopla donde quiere y no está sujeto a los límites de la Iglesia. Hace no tantos años Karl Rahner teorizó esta idea en su doctrina sobre los cristianos anónimos.

Nosotros somos más proclives a confiar en la primera afirmación pero ello exige inevitablemente elaborar otro concepto de fe. Si se cumple esa voluntad salvífica general de Dios no será sin duda porque llegue un tiempo en que toda la humanidad se configure como un solo rebaño con un solo pastor.

La cristología moderna ha querido dar el salto del Cristo de la fe al Jesús de la historia y se ha esforzado en descubrir la figura del profeta de Nazaret. Ya se ha escrito la historia de ese esfuerzo y de sus resultados pero en cualquier caso ese proceso ha planteado una pregunta inmediata: ¿cómo conjugar la particularidad de aquel judío de Galilea con su pretendida significación universal? Porque a los discípulos, en seguimiento de lo dicho por Jesús, se les encargó que predicasen: creed la buena noticia. Creer, por tanto, ahí radica todo. Pero ¿qué es creer? ¿qué entendemos por fe?

Volvamos a las dos primeras afirmaciones. Para poder conjugarlas es preciso llegar a un concepto de fe “suficientemente amplio y universal, a fin de constituir la base de la salvación posible al hombre en tanto que hombre (de modo que) el ser humano, por el hecho de ser tal, tenga la posibilidad real de alcanzar el fin que le es propio”. Así lo formula Raymond Panikkar y de acuerdo con ello propone definir la fe como apertura existencial a la trascendencia o bien simplemente como apertura existencial.

Esta posición del teólogo español parece paralela a la de Pannenberg, que defiende que toda apertura al mundo es apertura a Dios. No está el hombre, como los animales, ligado a un entorno (Umwelt) sino abierto a un mundo (Welt). “El hombre está abierto a cosas siempre nuevas, a experiencias frescas”. “No sólo está determinado por lasas condiciones de su mundo sino por algo que se le escapa cada vez que llega a una plenitud”. “La necesidad crónica, la dependencia infinita del hombre suponen, más allá de toda experiencia del mundo, un interlocutor al que el lenguaje ha llamado Dios”

Estas posturas son sugerentes. Por una parte abandonan la idea –tanto tiempo mantenida- de que la fe sea la adhesión a unas verdades. De otro lado encuentran un elemento común a todos los seres humanos. Finalmente se trata de algo que exige también una decisión: como afirmó Jesús, antes de creer hay que convertirse, hay que tomar una decisión fundamental. A pesar de estar llamado a la apertura, el ser humano puede cerrarse, ensimismarse, empeñarse en ganar su vida y perderla finalmente.

Con todo, creo que la apertura existencial no es lo primigenio. Hay algo previo, común a todos los seres humanos, y es la confianza. Quienes pierden la confianza en las posibilidades del mundo y en sus propias posibilidades renuncian a la vida. Son sin embargo una minoría. A pesar del sufrimiento, a veces casi insoportable, los seres humanos siguen adelante y es una confianza básica quien les mantiene y espolea. En su libro Ser cristiano Hans Küng ha tratado precisamente de la fe como confianza. Es la confianza la que da lugar a la apertura al mundo y a los otros, es la confianza la que llega a experimentar más allá, a arriesgar, a dar la vida en ocasiones.

No puedo en el marco de un artículo sino esbozar algunas consecuencias que me parecen importantes:

  • Esta fe básica se concreta en el acto de fe, exige ponerse en práctica. No puede haber fe sin obras.
  • Es una práctica que puede tener grados, puede ser humilde y cotidiana o llegar a ser excepcional y heroica.
  • Esta ortopraxis ha de elaborar una ortodoxia, explicar las razones últimas de la confianza.
  • Jesús aparece como el hombre plenamente confiado, hasta una muerte al parecer sin sentido.
  • La Iglesia ha de ser predicadora y realizadora de confianza: el reino de Dios está entre nosotros.

Son temas que quedan para otros artículos.

35 comentarios

  • Santiago

    La certidumbre de la FE, pues, no se basa tanto en el objeto de lo que se c r e e, sino en la confianza que despierta en nosotros, ya que la razón nos lo presenta como acceptable. La gracia consiste fundamentalmente en poder aceptar las verdades que nos trasciendien como ciertas, sin que las rechacemos como una imposibilidad total. Por eso, existen grados de FE y un desarrollo gradual en la vida espiritual de todo ser humano en busca de la verdad, prescindendo de su actual filiación religiosa.

    Por supuesto que la primera fuente de la FE cristiana es la identidad de la persona divina de Cristo pues ese es el fundamento de todo lo demás que está contenido en esa misma Persona en su doble naturaleza. Partiendo que Jesús se NOS presenta como camino, resurrecciôn y vida nuestra, entonces podemos penetrar profundamente en nuestra propia vida interior

    Tanto en el siglo I en los que veían a Jesus con los ojos corporales como en este siglo XXI en los que vemos solo a Jesus por medio de los ojos de la FE podemos creer con confianza o por el contrario rechazarlo o decidodamente prescindir de El mientras vivimos. Asimismo lo experimentó Jesus durante su vida terrestre, viviendo el reflujo “de los que estaban con El o los que estaban contra El”. Y hoy, pues, como ayer.

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

  • George R Porta

    No hay muchos ejemplos de fe como esperanza atribuidos as Jesús en los Evangelios pero el texto sobre la elección del “aposento alto” para celebrar Seder es uno de ellos. Se trata a mi modo de ver, y siguiendo la interpretación de Salvador Santos en su trabajo sobre Marcos, de un pequeño-grande acto de fe como esperanza.

    Se trata de la perícopa de Marcos 14, 12-16 en la que Jesús desafía a sus discípulos poniéndoles por guía a un sujeto inaceptable en la cultura judía, un afeminado diríamos hoy día. A pesar de que Jesús sabe la clase de discípulos que tiene (no precisamente los más brillantes), no vacila en someterlos a la situación de dejarse guiar por alguien que comúnmente ellos hubieran rechazado. Además han de obedecerle y hacer lo que él tal individuo indique y hacerlo para complacer a Jesús..

    Puestos en los zapatos de los dos discípulos es fácil sentir la situación en la que todo parece ir contra lo establecido: Jesús pregunta por su lugar para celebrar la Pascua, ellos no lo tienen dispuesto aún. Envía a dos y no les dice sino que sigan a quien menos imaginan; quien además les saldrá al encuentro porque es un desconocido de ellos pero no de Jesús, y ellos lo identificarán por lo que hace (cargar un cántaro, cosa propia de las mujeres en la época), y en medio de la situación ya difícil de los días inmediatamente anteriores al prendimiento de Jesús han de arriesgarse a ciegas cuando en realidad seguramente alguno hubiera podido encontrar un lugar donde reunirse y cenar con menos dificultades.

    Jesús espera que ellos acojan el encargo y se los propone. Ellos han de confiarse a un desconocido que les saldrá al encuentro y quien más bien les causaría rechazo o desconfianza.

    Toda esta incertidumbre es precisamente la que subraya la característica esencial de la fe como esperanza: Apostar con la mayor confianza por aquello de lo que no se tiene certeza e incluso que quizás parezca menos posible entre las cosas posibles.

  • George R Porta

    Lo que mata la fe, porque la convierte en conocimiento objeto de la memoria y por lo tanto real y pasado, es la certidumbre. La esperanza en cambio se nutre de la incertidumbre: Se espera con el deseo de que ocurra o se dé lo que sea, pero sin la certidumbre aún de que se dará.

  • Santiago

    Por eso, “la fe es una convicción de las cosas que se esperan” (Hebr.11.1). Esperamos porque todavía no podemos “ver” totalmente…sino sólo en penumbras, en espejismo….ES la esperanza, pues, el principal sostén de la vida nuestra en Cristo….y efectivamente, no hará ya falta ni la fe, ni la esperanza, como dice Pablo, en la vida trascendente…pues habremos ya llegado a la “visión” real…Entonces ellas no serán en verdad necesarias…porque la vida nuestra estará solamente basada en el amor del Padre…que es nuestra verdadera felicidad…el objeto y destino final de nuestra vida..Por eso, al morir se adquiere “morada eterna”, la que no puede ya ser cambiada ni quitada…pues es permanente..Es esta la fe de la Iglesia…

    Un saludo cordial   Santiago Hernández

  • George R Porta

    La fe no tiene otro “foco” que la existencia humana, la persona existente, pensante, iintuitiva. La fe está en el carácter personal de cada quien, de hecho, es una cualidad de esa “personalidad”. Es una cualidad que asciende hasta la intelección cuando uno se hace consciente (es hecho consciente de ella) porque es el sentimiento profundo de que algo pueda ser posible. Se la puede llamar también “intuición”.

     
    Nadie puede intuir lo que previamente no ha conocido en una medida mínima pero suficiente, como posibilidad incipiente. No se puede tener fe en Jesús, porque a Jesús ya no le tenemos más que en nuestra imaginación teológica o filosófica o, más simplemente, cognitiva. No existe como para darse a conocer por sí mismo como lo hizo hacer más de dos mil años en Galilea y Jerusalén. De ahí que tenga que ser anunciado. La fe es un círculo que tiene su centro en su interior.
     
    La esperanza, en cambio, como la curva llamada parábola, permanece abierta y tiene su foco afuera, por ejemplo, en que se puedan cumplir las promesas atribuidas a Jesús en las narraciones evangélicas: Eso es un deseo que permanece inalcanzable, fuera de notros/as.
     
    Una vez nos hemos enterado de lo que Jesús prometió es solo de sentido común mantener la apertura a, desear que sus promesas se cumplan; aunque tengamos que hacerlo sin certidumbre de que se cumplirán y para que esa esperanza de su cumplimiento perdure a lo largo de la existencia.
     
    Es más, la esperanza es más sí misma en la medida que la certidumbre cognitiva de que se cumplirá disminuya. Con la muerte termina la existencia y ya no puede haber más esperanza. Al menos no una esperanza consciente. El Himno al Amor (1 Corintios 13) lo propone: Las dos primeras (la fe y la esperanza) cesarán, solo el amor perdurará.
     
    La grandeza o excelsitud del amor sobre cualquier otra realidad o, si se quiere del clímax de la intimidad de quienes se aman, consiste en que precisamente solo el amor sea capaz de fundir dos esperanzas diferentes en una sola, al menos en el momento de amarse mutuamente. Y no solo en el amor de la pareja, sino en la amistad, en la solidaridad, en la compasión, aunque de diferente forma y en diferente medida.
     
    De hecho, nada hay más cercano a la noción de fe que la de intuición. Los animales superiores parecen no tenerla, excepto el ser humano que puede predecir, anticipar, ponderar sus intuiciones y comprometerse a realizarlas e ir rectificando la ruta a medida que anda en la dirección que intuyó que debía echar a andar. Por eso toda verdad, decía con razón Tomás de Aquino, toda cosa que llega a ser lo que se había intuido y sobrevive la prueba de su autenticidad, tiene que venir de la fuente de la Verdad y ésta no puede ser diversa. La Verdad tiene que brotar necesariamente de una fuente radicada donde no haya posibilidad de cambio, evolución, desarrollo, rectificación, porque la fuente de la Verdad tiene que carecer, por naturaleza propia, de error o de defecto, tiene que ser completa.
     
    No es que nuestra verdad pueda carecer de error. Nosotros somos capaces de ver solo con error de paralaje o de otra naturaleza y no podemos saber que puede ser poder ver la verdad “cara a cara”, como proponía Pablo.
     
    Esto no nos impide pensar exponencialmente e intuir que haya una Verdad indefectible como debe existir una Belleza Indefectible y una Bondad indefectible. Esa es nuestra esperanza: que lo que vemos ahora parcialmente lleguemos a verlo en su totalidad.
     
    Fides refiere no a cuerpo de conocimiento o doctrina, sino a confianza en la posibilidad de la verdad. Spes refiere a la apertura perseverante de que esa verdad llegue a ser realidad indefectible y que tengamos acceso a ella. Cáritas es la Bondad, la Belleza, la Verdad visibles en su completitud, sin defecto y sin intermediario/a.
     
    Digo yo…creo yo, espero yo…
     

     

     

  • Santiago

    Jorge, sería en verdad discriminatorio que Dios negara el don de la fe sistemáticamente o arbitrariamente a nosotros los humanos…Pero Dios nos concedió, junto con la existencia, intelecto y voluntad..es decir, poder pensarle, y poder actuar y decidir…Nuestra apertura hacia lo bueno es ya una verdadera gracia…Sería imposible la salvación de los que nacieron antes de la Revelación total de Dios y de los que inculpablemente no han llegado a conocerla, si no estuviera presente en ellos la gracia… Por eso, es un artículo que pertenece a la FE de la Iglesia que Dios siempre concede la gracia, y por tanto la fe, como don, a todos los seres humanos, que intentan seguir el camino del bien y de la verdad…La conversión final solo puede pertenecer a la sabiduría divina..pertenece a la intimidad de las conciencias….ya que Dios no solo ES sino que ESTÁ…no solo existe, sino que es providente e inmanente…Sin embargo, creándonos en libertad, quiso también que le escogiéramos por medio de una decisión libre…

    Un saludo cordial  Santiago Hernández

  • Jorge

    Cuando se habla de la fe como gracia, como don gratuito de Dios, hay algo que suena fuertemente discriminatorio incluso inculpatorio porque lleva a decir a unos “yo tengo el don de la fe” y a otros “yo no tengo ese don”, añadiendo que no se tiene ese don porque ha cerrado su corazón o se ha negado a recibirlo. Esto lleva implícito una proposición imposible de probar: que a “todos” y a “todas” sin exclusiones, se nos presenta la disyuntiva de aceptar la fe o rechazarla. Los indicios apuntan a todo lo contrario, en este mundo nuestro cargado de escepticismo e indiferencia religiosa. Si queremos hablar de fe en este nuestro mundo y no en el pasado, tenemos la “obligación” los creyentes religiosos de abandonar posiciones de privilegio, dones recibidos de Dios que nos diferencia de los demás, y proponer nuestra fe como una oferta existencial coherente, con la máxima razonabilidad y credibilidad posible.

    Si el centro de la fe cristiana es Jesús de Nazaret, del cual decimos que no es solo ejemplo de excelencia humana, maestro y profeta, sino que es Dios con nosotros, no basta decir que creemos esto por fe, entendida como don divino como gracia, porque esto rompe la coherencia, la credibilidad, la razonabilidad, … de lo que ofrecemos. Los cristianos podemos decir con coherencia que Jesús es Dios con nosotros por el contenido humano y humanizador de Dios, que acompaña y dirige la humanidad, individual y colectivamente, a la Plenitud del Reino, clave de acceso a Dios Misterio Trascendente. Creer en la Plenitud del Reino es coherente con la implicación de Dios en el proceso de la plenificación humana.

     
    La encarnación-resurrección de Jesús se hace incomprensible e irracional si la presentamos como verdad de fe sobre la cual sólo se nos “pide” adhesión ciega, por don sobrenatural de la gracia. Sin embargo, presentada desde la perspectiva del Reino resulta consecuente y coherente con esta propuesta. El Reino no es un asunto solo de la última generación humana, aquella que haya superado todos los males incluso la muerte, aquella que vive en un mundo de justicia, paz y amor, …, sino de toda la humanidad y por tanto reclama necesariamente nuestra resurrección. Si la Plenitud es coherente con nuestra resurrección ¿cómo no va a serlo con respecto a Jesús de Nazaret el responsable e iniciador del Reino?

  • Román Díaz Ayala

    Bien, Santiago, creo entender tus consideraciones sobre la fe, lo cual me ayuda a explicarme mejor en un punto (¿fenomenológico?)

    La fe es “una situación” de apertura de nuestro corazón hacia Dios y las realidades divinas que Él nos quiere mostrar, situación que disfrutamos todos los humanos. Nosotros tenemos dos llaves que lo cierran, la del entendimiento y la del corazón, lo cual se manifiesta en “nuestros designios” y en “nuestros actos”. A pesar de ello, el Espíritu mantiene esa situación permanentemente abierta a la espera de nuestra  decisión, es lo que llamamos “gracia”, porque es un regalo de Dios, algo gratuito porque no forma parte de la naturaleza humana, enredado como estamos en “nuestras espiritualidades”

    Esta fe se hace operativa, se hace “real” cuando hacemos un asentimiento con el corazón en un proceso que llamamos conversión o arrepentimiento. La diferencia ahora radica en que es Dios mismo el dueño de nuestro ser, pues se ha hecho una entrega amorosa. Nuestros designios y nuestros actos se conforman según Dios.

  • Santiago

    Comentando, por otro lado, el presente artículo de Carlos no parece imposible que la afirmación de Pablo en su carta a Timoteo de que Dios desea “que todos los hombres se salven” sea incompatible con la de la carta a los Hebreos “sin fe es imposible agradar a Dios”, ni siquiera anula la definición del Concilio de Florencia….. Dios, por tanto, no niega la gracia de la FE a todos los que tratan de seguirla, siquiera de alguna manera…

    Aunque la Revelación total fue en Jesucristo…no todos los seres humanos, por diversas circunstancias, van a poder acceder a ella…y sin embargo, aún parcialmente y tenuemente podemos  tratar de encontrar la fe…Según Pannenberg y Panikkar, como cita Barberá, puede existir una apertura humana existencial hacia Dios…que  la filósofa fenomenóloga Edith Stein dice que consiste en “buscar la verdad”…porque todo el que busca la verdad…está, consciente o inconscientemente, abierto al encuentro con Dios, o sea, al encuentro con la FE…Este encuentro definitivo sería entonces la total conversión y la transformación de una vida hacia su último objeto y destino final que es Dios mismo..Sin embargo, también existe la pérdida de la FE como confianza y como oportunidad…en vez de una apertura, puede ocurrir el cierre hacia la verdad, el rechazo total del amor que Dios ofrece cotidianamente a cada persona de mil maneras diferentes…Es este querer abrirse de lo que hablaba Pablo al decir que Dios actúa no solo en la acción y en el obrar, sino en el simple deseo de creer…

    El acto de fe no es mágico…Tendremos ayuda para abrirnos, pero somos nosotros los que poseemos la llave…La FE no reside solamente en el intelecto…sino que existe también una decisión de la voluntad…Y hay grados de fe….en el rango de lo gradual…a lo súbito….de lo tibio…a lo excepcional…

    Un saludo cordial    Santiago Hernández  

     

  • Santiago

    Román, coincido contigo que lo más probable es la antigüedad de Marcos…Sin embargo,  lo que recogieron los evangelistas fueron los distintos aspectos de la predicación apostólica…el testimonio de los testigos que estuvieron junto a Jesús como discípulos directos…Y por eso Lucas quiso investigar a fondo este testimonio y comprobar su veracidad como base de la enseñanza de Teófilo, a quien su evangelio va dirigido…Por eso se habla de una fuente común, como tu citas, la fuente Q, pero probablemente existieron diferentes fuentes sobre la prueba testifical…la fuente aramea de Mateo y por último completando a Marcos, Mateo y  Lucas, el testimonio directo de Juan cuando dice en su Primera Epístola que “lo que oímos,lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y nuestras manos tocaron acerca del Verbo de la vida…lo que hemos visto y oído os lo anunciamos también a vosotros para que también vosotros tengáis comunión con nosotros” (1 Juan, 1)

    Por eso, la Iglesia del siglo I no estaba perpleja con respecto a la Resurrección. Pero este convencimiento, al principio, fué gradual…Para los discípulos, sin duda, saber a Jesús crucificado fué un terrible shock…Todo parecía haberse desvanecido con una muerte tan dolorosa e ignominiosa…Por eso, la incredulidad con respecto a la Resurrección no se limitó a la predicación de Pablo al mundo helénico, sino que fue la norma al principio…NI lo consciente, ni lo inconsciente podía provocar en aquellos judíos primitivos del siglo I el deseo de “inventar” la Resurrección de Cristo y hacerla un mito…cuando ellos mismos dudaron hasta que capitularon por la presencia real, ante ellos mismos, de Jesús glorificado…Por eso, no pudieron creer a María Magdalena…cuando ella fue a comunicarles la buena nueva…Sin duda se sobresaltaron Pedro y Juan cuando entrando en la tumba vieron “los lienzos allanados” (keimena) y el sudario no yaciente, o sea no allanado como los lienzos (ou keimenon). El sudario (alla joreis) al contrario enrollado (entetyliquenon) envuelto en su propio lugar (eis hena topon) (Juan 20, 3-8) en la traducción griega directa…como sí el cuerpo de Jesús se hubiera esfumado de su mortaja inicial..

    Sin embargo, Tomás no creyó desde el principio, excepto cuando Jesus mismo le acercó su mano a su costado y a sus otras heridas…Y aún asi, Jesús tuvo que preparar el desayuno a sus discípulos para poder comer con ellos y desengañarles de que no era un fantasma, sino que estaban viendo un fenómeno único, una cosa diferente….trascendente…que traspasa la razón…y requiere la FE…Pero la fe de ellos fue por la visión del mismo Cristo crucificado…Y después, el testimonio de Pablo…que vio a Jesucristo resucitado…y afirmó que ese mismo Crucificado y Resucitado se presentó delante de “500 hermanos”.

    Aunque se hubiera puesto de acuerdo toda la comunidad de los seguidores de Jesús no podrían haber fabricado un mito semejante en presencia de tantos testigos en el siglo I, algunos de los cuales vivieron hasta el siglo II…Por otro lado, tenemos la prueba que los 11 Apóstoles dieron testimonio de la misma fe en la Resurrección, predicando el KERYGMA primitivo de la Iglesia que era la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús……Y TODOS unánimamente murieron mártires de este misma FE en la Resurrección..¿No hubiera habido alguno que se resistiera a seguir predicando una doctrina FALSA que le iba llevar a una muerte segura? ¿Si hubiera alguna duda sobre la certeza de las apariciones de Jesús Resucitado, alguien del discipulado no habría protestado, renegado, apostatado, renunciado a una FE en algo tan imposible a sus mentes como la Resurrección gloriosa de Jesús? Solamente desde el punto de vista humano, existe una imposibilidad de predicar una doctrina que es de hecho contra-cultural…que recomendaba la negación de uno  mismo, entrar por la puerta estrecha, y aceptar y hasta llegar morir por un supuesto cadáver que vuelve a “otra vida” diferente y gloriosa…

    Pero los Hechos de los Apóstoles relatan la decidida predicación de la Muerte y Resurrección de Jesús ante el mismo Sanedrín, ante el pueblo de Israel y ante todo el mundo conocido entonces…¿No es esto, aparte de la FE, un hecho extraordinario, cuando sabemos la verdadera calidad de los predicadores?

    Un saludo cordial   Santiago Hernández

  • Román Díaz Ayala

    Puede que el Evangelio de Marcos sea el texto más antiguo que hemos recibido del Nuevo Testamento, pero tengo mis dudas. Todos los evangelios, incluso el más personal de todos, pues  tiene sello de autor, el de Lucas, han sufrido una redacción final, pues eran elementos indispensables de las comunidades (iglesias) en manos de los “evangelistas” (de oficio, no los que figuran dando título a los cuatro canónicos) Los evangelios se confeccionaron mediante la agrupación de “colecciones”. La primera colección en manos de Juan Marcos de la que nace el Evangelio que lleva su nombre, se ha testimoniado que obedece a la catequesis de Pedro en Roma. Hay algunos estudiosos que dicen que es la fuente “Q” que es que da origen al paralelismo de los tres sinópticos. Otros lo niegan y aceptan “Q” como una fuente ajena.

    El texto más antiguo del N.T. tiene que ser necesariamente la 1ª Epístola a los Tesalonicenses, y puede que algunas más de las cartas escritas por Pablo (Corintios) fechadas en los 40 ( 42 o 44) apenas doce o trece años después de la Pascua en sábado cuando murió Jesus ( año 31)

    Existió un Mateo, colección escrita en arameo para las comunidades sirio palestinas y que es el núcleo original del Mateo griego que conocemos, quizás un 60 por ciento más breve que el definitivo en griego que llegó hasta nosotros y que algunos quieren identificar también con el documento “Q”

    Lo que quiero resaltar con todo esto es que los textos del Nuevo Testamento en su conjunto salvo algunos escritos más tardíos, son muy contemporáneos entre sí y cercanos a los hechos que narran sobre la vida pública de Jesús, su pasión y su muerte, y su resurrección, con independencia de su autoría.

    Quienes dicen afirmar documentalmente la inexistencia de pruebas sobre la resurrección de Jesús ( no hablemos de los que alegan pruebas que demuestran lo contrario) encierran en “el mito”, algo fabricado consciente o inconscientemente por el grupo de Jesús que permaneció fiel y aferrado al deseo de verlo vivo.

    La fe cristiana, como es lógico, no puede ser la misma según nos posicionemos en torno a la resurrección de Jesús, aunque en ambos casos estemos tratando temas teológicos.

  • Román Díaz Ayala

    Oscar,

    Ciertamente resulta algo extraño ese nosotros, en plural, solo, en medio de un comentario cuando siempre nos referimos en singular las personas intervinientes de este foro poniendo nuestras individualidades por delante. Son los fallos de una falta de pulcritud en el estilo que puede resultar en este caso malicioso, aunque tratándose de mí que ando reñido sobre todo con la sintaxis… Sólo tu vista aguda puede percibir. Veo que eres fiel a la corrección textual que nos hemos impuesto hace algún tiempo  y que tanto  tú defendías proponer como norma. Puedo quizás defenderme, si me lo permites, decir que yo no pensaba tanto en mí cuanto a un concepto que es y ha sido moneda corriente y que por lo tanto no puede ser de mi autoría. no sé cuántas veces se ha dicho aquí en Atrio “elementos de fe” o “los elementos de la fe” pero que viene de los años de ambiente conciliar en los sesenta y los setenta. En Madrid, estando Mons. Tarancón, su archidiósesis publicó dos libros que nos servían para los grupos y equipos y en las comunidades, el libro “verde”, cuyas tapas verdes daba ideas para el catecumenado o instrucción de adultos, y otro mejor elaborado: “el libro blanco”, mucho más maduro, ambos libros con largas secciones sobre la fe. Buceando un poco más guardaban rrelación con  los documentos conciliares donde se expresaba que fuera de la confesión católica existían  “contenidos” de fe en nuestros hermanos separados, y como reminiscencia de la teoría teológica sobre los cristianos anónimos tan conocida en nuestros ambientes. Nosotros aquí en España teníamos nuestra versión particular hablando del “catolicismo sociológico”, aquel que era ajeno a los sacramentos e incluso abiertamente anticlerical. En aquellos años, años de dictadura, nuestra parroquia como otras tantas eran utilizadas para reuniones y encuentros de militantes políticos y sindicales, gracias al fuero especial de la Iglesia Católica en el Estado confesional, mientras que en la calle a esta gente se lo tenían prohibido y eran perseguidas por quebrantar la legalidad del régimen.

    Te ruego me permitas ser crítico con quienes considere que sus pensamientos expresado directamente o por mediación de interlocutores se aleja de las verdades que yo acepto y comparto, respecto a mi fe. No creo que estemos dilucidando un tema de autoridad.

     

    gracias por tu atención y cuidado.

  • George R Porta

    ¿Es realmente lo más urgente e imprescindible afirmar la resurrección? Yo deseo preservar mi esperanza pero no deseo dedicarle ni un minuto de mi presente que necesito para quizás hacer algún bien o evitar hacer algún mal.

     
    Si mi evangelio preferido, el de Marcos, es el más antiguo como parece, para los primeros cristianos era esencial no la resurrección sino aquel proyecto de la caridad, la misericordia.
     
    Respeto que para Pablo (al menos cuando posiblemente escribió 1 Corintios en la que expresa que si la resurrección no ocurrió, vana es nuestra fe, era necesario creer en la resurrección pero me pregunto si hoy día es igualmente urgente. No digo que haya que negarla, solo digo que uno puede abstenerse de afirmarla y eso sin proponerla como imposible.
     
    En estos tiempos en los que de repente se puede observar lo que parece que fuese un agujero negro del cosmos, mientras literalmente “devora” a toda una galaxia, la más mínima prudencia aconseja abstenerse de negar nada solo porque cueste trabajo creerlo.
     
    Tengo para mí que Jesús murió injustamente martirizado, torturado por los poderes de su tiempo y que la tesis anselmiana carece de sentido. Por lo tanto la idea antiquísima de que resucitando venció a la muerte que es la afirmación que condujo a que se le divinizara (nadie sabe aún qué quiere decir el atributo de divino) muy bien puede quedar en suspenso, sobre todo si hay que traer en su auxilio a la anónima homilía-carta a los Hebreos.
     
    Afortunadamente me resulta posible llamarme cristiano y despreocuparme de la resurrección. Ya me enteraré si resucito cuando sea resucitado. En cierto modo esta preocupación con el destino propio tiene todas las características de un brote narcisista.
     
    Mucho más importante que resucitar debe ser en esta realidad del presente servir y amar y ocuparse de los más pobres y los más desamparados. Esto es más acuciante aun cuando uno ve “alinearse los astros” en favor de un mundo totalmente polarizado por el dinero.
     
    Algunos temas de actualidad son más preocupantes que el de la resurrección que si ha de ocurrir, sin duda ocurrirá. Por ejemplo, ¿cuál será el precio de la estupidez política de un pueblo que elige a alguien como Donald Trump para confiarle el inmenso poder de los EE UU (aunque no sea la única potencia peligrosa del Planeta)?

    Eso me parece más pesante sobre la conciencia moral que la preocupación sobre lo que siga a la muerte si sigue algo. El hambre y la esclavitud no pueden ser para un seguidor de Jesús temas menos importante que la muerte.
     

  • oscar varela

    Hola Román!

    Te leo:

    – a) “Ya hemos dicho en otras ocasiones que la fe tiene muchos elementos.

    – b) Empecemos por decir que es asentir, el hecho de admitir como cierto lo que otro afirma o propone.”-

    ………………..

    Ad a) No sé quién es ese “nosotros” mayestético desde donde hablas: “hemos (NOSOTROS) dicho”-

    Ad b) ¿Por dónde te pasas lo dicho por Salvador Santos y lo expuesto por Edmond Jacob? Ni Sto. Tomás se puso de acuerdo consigo mismo en lo que tú llamas “asentimiento”.

    ¿Le sigues dando a tu matraca sin escuchar lo que otros oipinan?

    ¿Conoces “el cuento de la buena pipa”?

    ¿Seguimos todavía? – Óscar.

  • George R Porta

    Amigo Román por favor pregunta a A. Duato mi dirección de e-mail. Ya le he escrito para que te la envíe. Me gustaría continuar nuestra conversación interrumpida. Aprovecho para saludara Feli y a tu familia.

  • Román Díaz Ayala

    La Biblia  tiene un valor histórico documental indiscutible, aunque no no son lo mismo las interpretaciones que puedan dar los expertos de las distintas disciplinas científicas que aquellas otras interpretaciones motivadas por la fe, es decir, en este contexto, los creyentes en ella desde su ámbito cultural. Pueden que algunas sean coincidentes, puede que no, y que incluso que haya interpretaciones de otro valor distinto al puramente científico o metodológico, y por lo tanto ajenos a todas esas disciplinas. Muchas teologías andan a caballo entre estos dos ámbitos o supuestos, un poco de aquí, un poco de alli, pues son construcciones del pensamiento que sólo se basan en sus premisas (Más filosofía, o posicionamiento de escuelas, que una explicación o exposición de la verdad revelada)

    Encontrar un punto de equilibrio en medio de tantas posturas en la esfera eclesial, entendiendo que hablo de la comunidad de creyentes receptora y beneficiaria de la revelación y los hechos salvadores, se agrava todavía más porque hay corrientes del pensamiento y movimientos que siendo ajenos, sin embargo se ven legitimados también, cosa que no ponemos en duda; tanto en construir su pensamiento, aportar su contribución interpretativa o enjuiciar de forma distinta los hechos y los personajes históricos, desde Abraham hasta Jesús, desde el Israel de la Biblia Hebrea hasta la Iglesia surgida tras la muerte ( y Resurrección) de Jesús, dándo validez historicas a algunos hecho o negándoselo, dando su particular versión de los hechos y demás.Así se defiende la historicidad de Jesús, por ejemplo, pero con el encubrimiento y hasta la negación de lo sobrenatural, o bien se reconstruye una “gnosis” al estilo de la New Age, que pretende ser una forma culta de religiosidad para una clase social “mejor informada” que sustituya las distintas formas de religiosidad popular.

    Ya hemos dicho en otras ocasiones que la fe tiene muchos elementos. Empecemos por decir que es asentir, el hecho de admitir como cierto lo que otro afirma o propone. Nuestra fe religiosa, de la que estamos hablando, es asentir sobre la verdad de la revelación divina así como los acontecimientos y doctrinas contenidos en ella. Si tal cosa se da en un plano meramente cultural o histórico, es el tipo de fe que Santiago en su epístola califica de “fe muerta” ¿Crees que hay un sólo DioS? Estupendo. Pero también los demonios creen y tiemblan”. Ver Sant. 2, 14-23

    Hablamos también de fe viva o fe salvadora que asiente sobre las grandes doctrinas de la religión, que las hace suyas con el corazón y los sentimientos y afectos  y que es el origen,  la sinceridad de la obediencia a la voluntad divina. En ese contexto nuestra fe en Jesús, el Cristo de Dios,es gracia que anida en nuestro interior y cuyo agente es el Espíritu Santo.Esta gracia produce en nosotros la Salvación mediante el arrepentimiento para el perdón de pecado y la santidad de vida.

  • George R Porta

    Si para comprender lo que significa esa noción de “fe” como “pístis” la referencia es la Biblia, me parecería que voy andando en círculos, porque a la Biblia me condujeron, inicialmente, quienes me inculcaron la religión y entonces es imposible buscar confiadamente en lo que interpela eso que me fuera inculcado autoritariamente (interpretando la Biblia y no a la manera hebrea o judía solamente).

     
    He preguntado a una amiga peruana que sabe la lengua Quechua del Cuzco cuál sea la traducción de fe, creer, confiar, esperanza en el vocabulario quechua (Aymara) y parece que la palabra iñiy sea la utilizada para decir creer, tener fe, pero más en el sentido de pedir que sea creído, como “creelo” (sic), “es lo verdadero”, “confía”.
     
    Quizás otros pueblos han vivido y posiblemente viven sin incluir esa noción o más localmente quienes solo confían en el dinero y el poder acumulado. Algo así como que la fe y la esperanza pueden ser anónimas o atemáticas o inconscientes, en la línea de K Rahner y su hipótesis sobre el “anonimato” de algunos creyentes o que, en los creyentes-no-tan-creyentes que son tantos la fe pueda ser solo una experiencia pragmática del ejercicio de su propio poder personal o colectivo.
     
    En la relación terapéutica la fe y la esperanza son elementos esenciales de la relación psicoterapéutica y sin embargo se mueven en el plano puramente humano de lo afectivo predominando sobre lo intelectivo con todos los riesgos que ello implica.
     
    ¿No pudiera la experiencia terapéutica que es básicamente de compasión y es muy real y humana iluminar la esperanza en lugar de, contrariamente, iluminar la noción de compasión humana desde la imaginación exegético-religiosa? Al hacerlo el ser humano pudiera abrirse a la posibilidad misteriosa de lo “divino” que intuye y arrastra en su historia pero no logra conocer.
     
    Me parece muy fuerte que el Jesús al que aluden las narraciones evangélicas haya preferido curar enfermos a ninguna otra clase de actividad extraordinaria (al menos en número) asumiendo que los autores de dichas narraciones narren más curaciones porque Jesús efectuó más curaciones que otras clases de acciones extraordinarias. Es fuerte que el término y la noción de salvación tenga una relación tan cercana con el de salud, que es la condición que hace posible la existencia humana.
     
    ¿No pudiera ser este Jesús, el  que nos ha venido llegando a través de los siglos, la única y suficiente posibilidad de acceso a “lo divino”, lo cual no podemos explicar o conocer sin inventar los mitos? Si eso fuese así entonces predicar y dar a conocer a ese Jesús fuera realmente necesario.  
     

  • oscar varela

    (Sigo)

    En cuanto a la Obra de Leon Dufour consiste en Temática “encargada” a Gente supuestamente “especialista”. Son 70 los Autores articulistas. No quisiera que a esta Gente de valor se los ponga en el horizonte de los “Neo-catecúmenos”, que no sé bien quienes son pero los comentarios que me llegan los hacen oler nada perfumados.

    ¿Qué le vamos a hacer, no?

    ¡Seguir yendo todavía! – Óscar.

  • oscar varela

    Hola Antonio D.!

    El andar por la vida “viviendo” no es gratis. Tiene su precio. Uno de ellos es el “des-membramiento”.

    De una Biblioteca personal básica (tal vez unos 400 volúmenes, que no los tenía de “adorno”) fui pasando -atendiendo a las circunstancias- a unos poquitos que caben en una valija.

    Me surto de Bibliotecas por donde paso. No compro nada. Lo que tengo, tengo. Todo lo mucho demás me viene del trato con los Cumpas que caminan con nosotros.

    ¡Gracias a la vida, que me ha dado tanto! – Óscar.

  • Antonio Duato

    Mee ha extrañado que Oscar reprodujera en francés parte del artículo FE del Vocabulario de Leon Dufour, cuando la tradución española ha sido desde hace años difundida enormemente por ser el recurso principal de los miembros de Camino neocatecumenal. He vistpo incluso que está disponible el texto en castellano en un sitio argentino. He aquí elenlace que lleva directamente al artículo “FE”: http://hjg.com.ar/vocbib/art/fe.html

    Pero en lo que es único Oscar es en la forma de esquematizar y presentar un texto. Gracias, Oscar, en nombre de esta extendida de atrieros.

    Y si encuentro la traducción del otro texto de Edmon Yacob, pondré aquí el enlace para quienes no disfruten directamente del francés.

     

  • Isidoro García

    Amigo Román: Empiezo por el final.

    El cristianismo del futuro, no hará bandera del “Reino de Dios”, (Implementación de una sociedad humana ideal). Solo dirá que Jesús lo había anticipado 1700 años antes que la Ilustración y la Modernidad hayan asumido ese objetivo de la humanidad, y 1.900 años antes que la Ciencia evolutiva demuestre que es una Ley del Universo impepinable.

    Apoyará a la sociedad civil en su esfuerzo, al igual que apoya la lucha por los derechos humanos, la democracia y la justicia y solidaridad en el mundo, valores todos que ya ha asumido como suyos la sociedad civil universalmente. No se dedicará específicamente a predicarlos en los púlpitos.

    Ayudará a dicha Sociedad civil laica, promoviendo y ayudando en el proceso de conversión personal individual y de aumento de la sabiduría personal humana de los feligreses que estén incorporadas a cada Iglesia. Y mediante la facilitación de una vía espiritual a sus feligreses, también colaborarán en la formación uno a uno de un “hombre nuevo”, que sea el que ponga en marcha el Reino = Sociedad ideal.

    Respecto a lo de la franja de la humanidad menos “inculturizada”, me refiero a que como la necesidad de conseguir una sociedad ideal universal, está incorporada en las personas ilustradas y modernas, (aunque muchos lo olviden), en forma de los valores de la Ilustración y la Modernidad, a esos no hay que predicárselo, sino solo colaborar con las instituciones culturales laicas y civiles, (escuela, medios de comunicación y cultura), en recordarlo a los distraidillos.

    Y en la franja de población aún no incorporados a esta Modernidad y sus valores, por falta de la cultura adecuada, ahí la Iglesia puede hacer el último servicio a la humanidad, (en este aspecto del Reino= sociedad ideal), enseñándoselo a dicha franja poco culturizada.

    Pero se supone que esa debería ser una labor a extinguir, como por ejemplo debería ser la labor de alfabetización de adultos.

  • Isidoro García

    (Perdonadme, pero voy a hacer una incursión un poco exótica y esotérica sobre el tema de la importancia de la fe. Tomadlo como un enfoque lateral sobre el tema de la fe, perfectamente prescindible).

     

    Para los que creemos-intuímos en la “salvación” (sea eso lo que sea) de la especie humana al completo, existe otra explicación alternativa a la asociación de la fe con la “salvación”.

    Yo, particularmente, vengo reflexionando desde hace varios años, sobre la naturaleza del “Mundo Espiritual”, un mundo-continente, muy real, (no platónico), paralelo al mundo habitual, desconocido por nosotros, y que tiene ciertas actividades sobre los humanos vivos, lo que unos llaman la “gracia” y otros “influencia espiritual”.

    Sería un continente que alberga los “espíritus” de todos los humanos. Cada “espíritu” sería una copia exacta del contenido de cada mente neuronal, basada en un soporte informático no biológico, y que está continuamente en contacto bidireccional con nuestra mente inconsciente.

    Naturalmente, esto es una hipótesis, una conjetura, elaborada en función, de plurales descripciones en la literatura profética, proveniente de personas a las que supuestamente se les ha informado, o incluso de algunos que ha tenido ocasión de conocerlo directamente en experiencias espirituales no habituales.

    Según esta hipótesis-conjetura, (objeto de intuición-fe), nuestro doble en ese M.E., puede entrar en contacto-conexión, con cualquiera de los espíritus allí radicados, (de vivos y muertos), y lograr de ellos, inspiraciones, conocimientos y hasta incluso una intervención sanadora de enfermedades psicosomáticas, en los que nuestro subconsciente quizás puede intervenir.

    El “espíritu”, mandaría elementos cognitivos y sobre todo emocionales captados de otros espíritus, a nuestro subconsciente, elementos que a veces fluirán a la mente-conciencia, mediante proyecciones-intuiciones.

    Pero el problema es que el “espíritu”, (en vida de la persona), no tiene autonomía propia, sino que solo conecta en el M.E. con espíritus de conocidos, familiares, amigos, en función de nuestra cercanía y relación en vida, o con espíritus aleatoriamente cercanos topológicamente en su lugar de inserción en el M.E.

    Puede conectar con cualquier otro espíritu de vivos o muertos, pero para ello, debe recibir una orden específica y expresa de la conciencia. Los recuerdos, las oraciones a Santos y patronos predilectos, las peticiones de ayuda intelectual o moral a personas concretas,  le impulsan al contacto con dicho espíritu invocado. Y este contacto-conexión espiritual es el origen de las “influencias espirituales”, que llegan de vuelta a nuestro inconsciente mental.

    Con este planteamiento, adquiere una nueva luz, las frases evangélicas, de que si tuviéramos un gramo de fe, “moveríamos montañas”, o incluso lo del centurión, y la curación a distancia.

    Sería como disponer, solo con apretar un botón, de una inmensa conexión con las mentes de todas las personas, vivas y muertas, y con una inmensa fuente de paz y serenidad, y hasta de la posibilidad de curar nuestras enfermedades psico-somáticas, que son más de las que nos creemos.

    Pero para eso, hay que saber que existe ese botón, y confiar = tener fe = querer creer, (aunque se tengas sus dudas naturales), en que realmente funciona, (pues si no nos lo creemos, la mente consciente, no consigue “convencer” al subconsciente, que es el camino de comunicación con nuestro espíritu).

    Esta conjetura sería una explicación de la eficacia de la oración, e incluso sería un esbozo de la misteriosa “Logosfera”, tan ridiculizada por algunos, y que sería el embrión de la futura gran mente global y crística. (Todo este Mundo Espiritual, sería el Mundo del Espíritu Santo, que es en el cristianismo el gran personaje misterioso, que quizás está más cerca de nosotros de lo que creemos, pero no tenemos ni idea de lo que es.

    Naturalmente todo esto, sirve para los que crean en dicho Mundo espiritual. Los demás, lo podéis dar por no escrito.

    ¿Elucubración? Posiblemente. Pero los mundos del Universo, son mucho más complejos de lo que nuestra mente chata y miope, mirando siempre al suelo, ni siquiera puede imaginar.

  • Román Díaz Ayala

    Isidoro; entiendo lo que dices en los comentarios de este hilo, porque sé de que premisas parte tu pensamiento.

    Así que te ruego me saques de mis dudas al leer el párrafo que dice: ” Y por eso se dice que el cristianismo que predica el Reino de Dios está limitado actualmente y más en el futuro a la franca de la humanidad menos “inculturizada”(¿?)

    Entiendo los vocablos incultura, culturación, aculturación y demás, pero ¿inculturar?

    En cuento a lo del cristianismo. ¿Existe un cristianismo que predica el Reino de Dios, y otro posible distinto que no lo predica?

    gracias.

  • oscar varela

    DIEU MAITRE DE L’HISTOIRE

    a) Généralités

    «L’histoire peut être appelée le sacrement de la religion d’Israël;

    * à tra­vers l’histoire elle voit la face de Dieu et continue à le voir alors qu’il est invisible.

    ………………..

    Les détails de cette histoire, les paroles et les actions, les enseigne­ments, les sentiments et les intentions des hommes sont le pain et le vin du sacrement que le contact de Dieu transforme à la fois en symbole et en instrument de sa grâce pour tous les temps.»

    – Cette définition de Wheeler Robinson, tout en mettant en lumière l’importance de l’histoire comme révélation de Dieu, souligne en même temps ce qu’on pourrait appeler l’aspect supra-historique de l’histoire d’Israël;

    * car de bonne heure et déjà à l’intérieur de l’Ancien Testament, celle-ci a été interprétée dans un sens typique, et dans la tradition rabbinique et ecclésiastique, les croyants ont lu, grâce à l’allégorie entendue dans un sens soit mystique, soit moral, leur propre histoire dans les pages de l’Ancien Testament.

    ………………..

     Il n’en demeure pas moins que le propre de l’histoire est de ne pas pouvoir se répéter.

    * Si donc Dieu se révèle dans l’histoire, il le fait au travers d’événements très précis dans le temps dont la signification typique qu’ils ont reçue n’atténue en rien l’historicité.

    ………………..

    L’histoire pourtant n’est pas faite des seuls événements.

    Pour parler d’his­toire et de révélation à travers l’histoire, il est nécessaire que deux réalités soient conjointes:

    (1) les faits bruts et

    (2) leur interprétation.

    * Cette dernière est même plus importante que les faits, car c’est l’idée qu’on se fait d’un événement qui lui assure sa qualité de fait historique, c’est-à-dire de fait décisif dans la marche des événements.

    * Cette interprétation dégage en général la véritable signification d’un fait, mais il arrive aussi, même dans l’Ancien Testament, qu’elle donne des faits une présentation qui est tout le contraire de la stricte vérité historique.

    * L’Ancien Testament est un exemple manifeste de la priorité de l’interprétation de l’histoire sur sa présentation, car pour un Israélite raconter l’histoire c’est déjà l’interpréter, parce qu’il voit l’action de Dieu à travers la foi et non par les méthodes de l’archiviste ou de l’archéologue.

    * Si l’on entend par histoire la science du passé, il est juste de reconnaître avec L. Koehler que l’esprit hébraïque ne connaît guère la notion d’histoire, car il ne s’intéresse à l’histoire que dans la mesure où elle est pour lui hic et nunc une réalité actuelle et dynamique.

    ………………..

    * Il y a entre l’histoire et la foi une double relation:

    d’une part c’est l’histoire qui fournit à la foi son objet. La plus ancienne confession de foi rapportée au livre du Deutéronome (26. 5 ss) est un credo purement historique auquel toute affirmation métaphysique sur Dieu est étrangère.

    D’autre part la foi donne à l’histoire son orien­tation par les prophètes qui apportent de la part de Yahweh la parole qui suscite les événements, et par ceux qui méritent à des degrés divers le titre d’historiens et qui en opérant un tri parmi les faits ont envisagé l’his­toire à la lumière du plan de salut de Dieu saisi dans sa totalité et n’ont jugé digne d’être retenu que ce qui servait à l’accomplissement de ce plan.

    (Y sigue)

    (Théologie de L’Ancien Testament – Edmond Yacob – Ed. Delachau/Niestlé – Paris – 1955)

  • oscar varela

    FOI

    1- Pour la Bible, la foi est la source de toute la vie religieuse.

    * Au dessein que Dieu réalise dans le temps, l’homme doit répondre par la foi.

    * Sur les traces d’Abraham, « père de tous ceux qui croient » (Rm 4,11), les personnages exemplaires de l’AT ont vécu et sont morts dans la foi (He 11) que Jésus « mène à sa perfection » (He 12,2).

    * Les disciples du Christ sont « ceux qui ont cru » (Ac 2,44) et « qui croient » (1 Th 1,7).

    …………………

    La variété du vocabulaire hébreu de la foi reflète la complexité de l’attitude spirituelle du croyant.

    Deux racines sont néanmoins dominantes :

    aman (cf amen) évoque la solidité et la sûreté ;

    batah, la sécurité et la confiance.

    ………………..

    Le vocabulaire grec est encore plus divers.

    * La religion grecque en effet n’accordait pratiquement pas de place à la foi;

    * les LXX, ne disposant donc pas de mots appropriés pour rendre l’hébreu, ont tâtonné.

    * A la racine batah correspondent surtout: elpis, elpizo, pepoitha (Vulg. : spes, sperare, confido);

    * à la racine aman : pistis, pisteuo, alètheia (Vulg.: fides, credere, veritas).

    …………………

    Dans le NT, les derniers mots grecs, relatifs au domaine de la connaissance, deviennent nettement prédominants.

    …………………

    L’étude du vocabulaire révèle déjà que la foi selon la Bible a deux pôles:

    * la confiance qui s’adresse à une personne « fidèle » et engage l’homme tout entier ; et, d’autre part,

    * une démarche de l’intelli­gence à qui une parole ou des signes permettent d’accéder à des réalités qu’on ne voit pas (He 11,1).

    (Y sigue)

    …………

    (Vocabulaire de Theologie biblique – Direction de Xavier Léon Dyfour – Ed. Du Cerf-Paris- 1962)

  • George R Porta

    En la primera línea de mi última entrada debe leerse “noción” donde escribí “no coin”. Gracias por la tolerancia.

  • George R Porta

    La no coin de fe no parece que sea estrictamente una cuestión de teología o de antropología fundamental. Es una pregunta que más bien parece requerir una respuesta multidisciplinar o pluridisciplinar. Sobre todo porque se trata de una noción ya concebida desde hace mucho tiempo (su presencia lingüística así lo sugiere y no solo en Europa, sino en otras latitudes quizás con mayor antigüedad precisamente porque la cuestión de confiar para relacionarse se observa hasta en especies animales no muy adelantadas. Metafóricamente al menos la incompatibilidad química de ciertos elementos y substancias es interesante en este sentido.

    Israel exageró la nota al sentirse predilecto y, ateniéndose a sus relatos etiológicos, la narrativa presenta el pecado (pretendiendo explicar el mal, como un abuso de la confianza en la tolerancia bondadosa de la divinidad creadora y una confianza más justificada en aquello otro representado por la serpiente. De cualquier modo si algo deja bien claro el relato legendario es que la característica relacional del ser humano es fundamental.

    Cómo ha devenido esta otra noción corrupta de requisito relacional en cuanto a ser salvados o no, quizás la historia de la misma noción de salvación pudiera aportar elementos de comprensión.

    La función vicarial de autoridad dirimente que ha venido a abrogarse la autoridad eclesiástica sobre la definición y el discernimiento de la “verdad”, es muy similar a una forma corrupta de aquella otra que el escritor evangélico en Mateo 24 atribuye al centurión que arguye en su petición a Jesús que ni siquiera tiene que visitar su casa para curar a su criado.

    Con ello dicho texto de Mateo sugiere una autoridad que le ha sido delegada (hace un paralelo de la propia que siendo subordinado comanda subordinados por debajo de él). Ese tipo de fe o de confianza o de confiar obviamente parece más cercana a las “pístis” (en la entrada de Oscar aparece la palabra escrita en griego) que nada tiene que ver con bloque de doctrinas.

    No sé si se puede hacer un paralelismo de la función de estas “pístis” que el cristianismo incorporó y cualquier otra noción de confianza en una divinidad, por ejemplo en el budismo donde la noción misma de divinidad personal como “Otro” está excluida o en el hinduismo. Quizás los antropólogos o los historiadores de las culturas puedan aclararlo y yo, desde luego opino de atrevido porque experto no soy ni hay necesidad de que lo aclare. Si lo hago, lo hago por cuestión de que quede constancia de mi consciencia de ello.

  • Isidoro García

    2º Añadido:

     

    Se me olvidaba, añadir, que en esta 2ª y futura etapa de las iglesias cristianas, además de difundir las revelaciones esotéricas de Jesús, tendrán la importante misión de proporcionar a sus seguidores una vía o camino de práctica de una espiritualidad personal, más o menos sacramental, y una vía de perfeccionamiento personal humano: un camino hacia la sabiduría.

    Tareas no les faltarán, pero dirigido a una minoría de iniciados.

     

    (Perdón por tanto añadido).

     

  • Isidoro García

    Añadido:

    Las Iglesias cristianas deberían ser como el corredor griego de Maratón: orgulloso de haber cumplido su misión de la transmisión del gran mensaje, a la Ciudad, (a la humanidad civil), puede morirse tranquilo, sabedor de que su misión ha sido realizada.

    En su caso las Iglesias, no tienen por qué morir, sino retirarse a sus cuarteles de invierno, con aquella minoría de humanos que crean en su interpretación particular de los otros mensajes de Jesús (la dogmática).

    Interpretación que será distinta en cada una de las Iglesias, como resultado de nuestra constitutiva pluralidad de opiniones de los humanos. (Cada uno su opinión, y “Dios” con todos”).

    (En el comentario anterior, en el párrafo: “Pero una vez pasada…”, sustituir “del hecho de quien…”, por “que el hecho de quien…”).

  • Isidoro García

    Yo, en mi intuitiva defensa personal de la “salvación” universal, me he preguntado muchas veces, sobre el hecho de que en los textos evangélicos se ponga la fe, como necesaria para la “salvación”.

    Para mí, no tiene ningún sentido lógico, en cuanto que la fe, es algo en la que interviene si no en todo, en mucho, el azar. El azar de una situación cultural favorable al conocimiento del objeto de la fe. Y por otra parte al azar, (otros dirían “gracia”), de que uno disponga de esa intuición, que como todas las intuiciones es plenamente involuntaria y subconsciente.

    Pienso, que para entender esa “obsesión” evangélica de ligar la “salvación” a la fe en la persona y el mensaje de Jesús, quizás provenga del carácter apocalíptico de la situación histórica en que se dió.

    Allí y en ese momento la esperanza mesiánica era inminente. Y ya se sabe, que en esos momentos críticos la única clave está en saber, quienes son de los nuestros y quienes no.

    Pero una vez pasada esa urgencia apocalíptica coyuntural, y visto que el “Reino de Dios”, (cogollo del mensaje de Jesús), no se iba a implantar por la fuerza, sino mediante el trabajo universal día a día, adquiere más importancia el contenido cognitivo de dicho mensaje, del hecho de quién lo dijo y su naturaleza cósmica.

    Y el mensaje-clave, fue el anuncio de la necesidad de asumir por la humanidad, el objetivo de implementar una sociedad ideal que nos libere de tanto sufrimiento y realce nuestra naturaleza humana.

    Pero hace dos mil años, con las enormes limitaciones culturales que había entonces, para que llegara dicho mensaje a esa humanidad, solo podía tener una vía: la religiosa. En tiempo de Jesús, el concepto del “mesías” judaico prefiguraba esa sociedad ideal futura. Pero era objeto de fe religiosa.

    La cultura civil no la tenía mucho en su imaginario. Aunque es verdad que Platón, cuatrocientos años antes, había escrito la República, que ya atendía a este ideal futuro, a esta utopía, con la eliminación de la propiedad privada y el establecimiento de un sistema de solidaridad y justicia, y con un sistema educativo para todos los ciudadanos.

    Y Buda, en la India, también había propuesto una sociedad ideal, incidiendo especialmente en la reconversión personal, como Jesús. El anuncio de Jesús, puede considerarse el tercero en la historia de este tipo de anuncios, (entre los que han tenido relevancia histórica).

    Hoy día, aun con nuestras persistentes deficiencias actuales, ya la Ciencia evolutiva ha confirmado perfectamente, que dicho anhelo de llegar a alcanzar una sociedad perfecta, está plenamente en la línea evolutiva del Universo, desde que se inició hace casi 14.000 millones de años. Ya no es necesario tener fe en ese mensaje, solo un conocimiento cabal de la realidad del Universo y de nuestra naturaleza.

    Por eso el núcleo fuerte del mensaje de Jesús, (el “Reino”), ya no debería ser objeto de fe, sino de conocimiento. Cuando toda la humanidad disponga de ese conocimiento, la fe en ello, ya no tienen sentido.

    Y por eso se dice, que el cristianismo que predica el Reino de Dios, está limitada actualmente y más en el futuro, a la franja de la humanidad, menos inculturizada.

    (Es verdad que una gran parte de la humanidad culta, son como esos niños que antes de saber andar bien solo, se sueltan de la mano y se caen. Por su desarrollo natural, han abandonado la mano que les guía, pero no han sabido mantenerse en pie ellos solos: no han sido capaces de comprender aún ese gran objetivo de la humanidad).

    Y por eso el Papa, cuando habla sobre política mundial, debería hacerlo en calidad de líder social y cultural más, (con el prestigio personal que tenga en esos terrenos), y no como líder religioso y apoyándose en prestigios institucionales. (Lo más que puede hacer, es presumir de que Jesús, lo había anunciado dos mil años antes).

    Y en ese sentido, las Iglesias cristianas, paulatinamente, deben abandonar el deseo de ser los publicitadores únicos de dicho mensaje, dejándolo en manos de la sociedad civil, cultural y política universal.

    Entonces, ¿ya no es necesaria la fe?.

    Yo creo, que el mensaje de Jesús, además del anuncio del “Reino de Dios”, contenía también ciertos conocimientos secretos de la realidad del Cosmos, que es lo que se contiene en la dogmática.

    Jesús, especialmente en sus revelaciones post mortem, explicó a sus oyentes ciertos conocimientos esotéricos, que estos interpretaron como pudieron, y los transmitieron posiblemente muy imperfectamente.

    La reconstrucción de esos conocimientos esotéricos, (a la luz de los nuevos conocimientos científicos), y su enseñanza, creo yo que es la verdadera y única misión que tienen en exclusiva las iglesias.

    Una vez traspasado a la sociedad civil, el objetivo universal: el “Reino”, y reducidas a transmitir esas supuestas realidades cósmicas, (esos “rollos cósmicos”), se verán reducidas, obligadas a “sectarizarse” en organizaciones con esa minoría de personas, que sienta en su interior, la intuición de que esas realidades cósmicas secretas, pueden ser reales. Ese será el objeto de la fe religiosa.

  • Román Díaz Ayala

    El Catolicismo se ha asentado durante varios siglos sobre la afirmación de que la verdadera fe se sobreentiende como la adhesión a un conjunto de verdades enseñada por su Magisterio y trasmitida al pueblo fiel a través de su pastoral y cuidado, la cura de almas. Verdades salvíficas.¿Qué se expone a ser enjuiciado?¿La institución o ese puñado de verdades?¿En que otro fundamento  ajeno o además de  la institucíon asentar la realidad de esas verdades? Y de manera conclusiva, ¿cuál es la auténtica naturaleza de la fe?

    El autor se propone darnos nuevas perspectivas buceando  en lo dicho por teólogos más modernos y en la aparente, como una cuestión no resuelta por quienes han puesto tal dificultad, diferencia entre el Cristo de la fe y el Jesús histórico.

    Los últimos comentarios ya fijan posiciones, como si fuese ya un problema resuelto. La dificultad que deriva de quienes consideran que llevan algunos pasos de ventajas reside en una pérdida de perspectiva. Perder el horizonte significa desconectar con “el pueblo fiel”, autoreferenciarse sin más.

    ¿Qué significado puede tener para una persona católica media advertir que su fe fuertemente intelectualizada (conjunto de verdades) no es lo que le conecta con el hecho salvador? Pero, la conexión existe tras el descubrimiento de que la fe es un regalo, y que también tales personas en su catharsis aceptan que también es inmerecida.

    El autor buscar la universalidad como parte de la respuesta, es decir, que se dan hecho de fe dentro, pero también fuera de la Iglesia. Luego, no es el asentimiento a una verdad lo que salva. De ahí que hablemos de la confianza. De ahí que flote en el ambiente la idea de que la fe, como experiencia, ha sido erróneamente instruida, explicada. La fe en su comportamiento intelectual, una fe intelectualizada, de razón y apoyada sólo en la razón, nos conduce a la creencia en la existencia de un Dios. La fe fuertemente personalizada, un acto individual, nos pone en las manos de Dios a través de Jesús. Creemos a Dios que nos habló a través de Jesús, lo mismo que creemos a Dios que nos habla por medio del Espíritu del Resucitado.

    La fe tiene muchos grados, porque está constituida a base de muchos elementos. Fuera del Cristianismo existen elementos de fe por la presencia, siempre presente, del Espíritu.

    Podemos alcanzar a ver esa misma universalidad a base los dos textos propuestos por el autor, especialmente la epístola a Timoteo, pero ahondar en ello haría este comentario demasiado extenso.

  • Rodrigo Olvera

    Muy oportuno recordar la obra de Salvador Santos; para desmontar la cantaleta de que fe es adhesión a verdades predicadas por la institución eclesial no hay necesidad de inventar el agua tibia; basta con recuperar el sentido bíblico de fe, como bien lo hace Salvador en su obra.

  • oscar varela

    CINCO FOTOGRAFÍAS DE LA FESalvador Santos, 01-Marzo-2011     

    En http://www.atrio.org empieza hoy Salvador Santos una pequeña serie de reflexiones, basándose en el Evangelio de Marcos. En él se cita cinco veces la palabra Fe, πίστις.

    El autor ha dividido la materia en tres entregas por razones de extensión y por afinidad en los temas:

    La primera parte (dos relatos) habla de fe y falta de fe.

    La segunda ( dos relatos), de la fe que salva.

    La tercera (un relato), de una fe que mueve el mundo.

    ····················

    Primera Parte – FE Y FALTA DE FE

    * El Paralítico (Mc. 2,1-13) –

    * La tempestad sobre la barca (Mc 4,35-5,1; Mt 8,23-27; Lc 8,22-25)

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    La fe se define de ordinario como creencia o conjunto de creencias en algo sin confirmar.

    – En sentido restringido su significado está vinculado las más de las veces a una religiosidad relacionada con doctrinas tenidas como verdades inmutables.

    – Como convicción supuestamente ligada a la trascendencia, se estima que la fe reside en el mundo interior del ser humano, ocupando el ala espiritual de ese espacio reservado.

    Esa idea tan generalizada discurre a notable distancia -por no decir en el polo opuesto- de la información que nos aportan los evangelios respecto a la fe.

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    El término fe (πίστις) aparece más de doscientas veces en el Nuevo Testamento.

    En los evangelios, sin embargo, su presencia se limita a unos pocos relatos de los Sinópticos, que, en la mayoría de los casos, ponen esta palabra en el pensamiento o en boca de Jesús.

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    Veamos su sentido en las cinco escenas de Marcos donde se habla de fe:

    (ver en ATRIO por esas fechas de marzo 2011)

  • George R Porta

    Parece que solo los humanos pueden intuir, es decir predecir con mayor o menor certidumbre la probabilidad de que algo que parece posible llegue a realizarse aunque un gran rango de variación vaya con la intuición y al final lo intuido se realice pero mostrando vastas diferencias con las expectativas iniciales.

    No parece que por debajo de los humanos otros organismos puedan predecir.

    Imagino que si un científico o un inversor en acciones financieras intuye que un camino de investigación o un determinado tipo de inversión tendrá más probabilidades de producir lo esperado o las ganancias deseadas, pues habiendo confiado en ello, hará las movidas pertinentes.

    La fe, coloquialmente cuesta trabajo saber qué significa pero en esencia, en sentido estricto no es conocimiento sino intuición cargada de esperanza y como esperanza algo que parece poder realizarse. Ese fuera el caso de las promesas atribuidas a Jesús de Nazareth en los evangelios. Nadie puede demostrar fehacientemente, fuera de toda duda razonable que literalmente hayan sido promesas hechas por él tal y como nos son comunicadas hoy. Aún así, si alguien quiere arriesgarse y apostar por su cumplimiento tendrá fe. Como la intuición la fe, entendida de esta manera, no es compatible con la demanda de certeza. Habrá que vivir la existencia, llegar a ser quien se será al final de ella y entonces, podrá haber o no certidumbre si eso es posible después que ya no se exista más de la manera que existimos ahora como seres intuitivos, razonantes, capaces de ser agentes de fenómenos, etc.

    Pistis, cuando es traducido como Fides solo alude a al algo que se puede desear. Cuando Fides se traduce como conjunto de doctrinas, enseñanzas, etc. se convierte en otra cosa que por ser más bien conocimiento se ha de tener por cierto o falso o ambas cosas en diferente grado, pero ya no puede ser algo esperado.

    La fe yo la vivo (cada cuál puede estar de acuerdo o no) como esperanza. No tengo idea de qué sea ser divino, o cómo entender la noción de “dios” por lo tanto, estoy dispuesto a arriesgarme. Quiero vivir como si las promesas de Jesús se pudieran llegar a cumplir. Es mi riesgo. Si me engaño pues seguramente no me enteraré y si se cumplen quizás me beneficie. Así de simple.

    Esa es la razón por la que creo en mi propio discernimiento lo cual incluye agotar todas las fuentes de información y experiencia previa en la materia que estén a mi alcance. A veces el modelo de la sencillez, por ejemplo, de la acogida de la realidad, lo puedo encontrar en un niño o una niña o quizás un anciano o anciana. Lo que sé que no me puedo permitir es el lujo de erigirme en infalible y confiar en mí sin hacer la necesaria diligencia refiriéndome al conocimiento a mi alcance. Por eso más que de “fe”, me considero un cristiano de esperanza.

  • Gonzalo Haya

    El término griego pistis puede traducirse como fe o como confianza pero, en los sinópticos, lo que Jesús pide es confianza en situaciones muy concretas. Cuando este término se refiere a la resurrección aumenta la ambigüedad entre confianza y fe, y termina polarizándose más en las creencias.