IGLESIA VIVA está decidida a apoyar con reflexión crítica original el pensamiento y la acción renovadora del papa Francisco que está siendo desprestigiado cada vez más explícitamente. Esta es una de las funciones de este blog.
Hoy toma la palabra Joaquín García Roca.
La categoría pueblo resulta decisiva para comprender el pensamiento del papa Francisco: su propuesta de renovación de la Iglesia y su modelo de sociedad. Dios convoca “como pueblo y no como seres aislados. Nadie se salva sólo, esto es, ni como individuo aislado ni por sus propias fuerzas. Dios nos atrae teniendo en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que supone la vida en una comunidad humana” (EG113). Sin embargo, la referencia hoy al pueblo es una operación de alto riesgo ya que se ha vinculado a los regímenes totalitarios y populistas. Francisco ha dedicado muchos esfuerzos para desactivar estas sospechas pero no lo ha conseguido, a juzgar por el artículo del historiador Loris Zanatta, titulado Un papa peronista en el original de Il Mulino, traducido después al catellano como Un papa populista por la revista argentina Criterio y reproducido por Atrio.org.
Francisco se distancia tanto de los análisis marxistas como de las visiones liberales; unos y otros, por razones contrarias, le acusan de populismo. Afirma que “en cada nación, los habitantes desarrollan la dimensión social de sus vidas configurándose como ciudadanos responsable en el seno de un pueblo, no como masa arrastrada por las fuerzas dominantes” (Evangelii Gaudium, en adelante EG, 220). Ciudadanos responsables frente a masas dominadas por poderes ajenos es lo más opuesto a los enfoques populista. El pueblo, pues, no es una masa indiferenciada, constituida por ignorantes privados de sentido crítico sino la obra de ciudadanos activos capaces de construir un proyecto común al que todos pueden integrarse. La Teología del Pueblo, que sostiene en gran medida alguna de las intuiciones de Francisco, considera a la gente –incluidos los pobres– capaz de pensar con sus propias categorías, de vivir su fe a su manera y de crear caminos a partir de su cultura popular. Pueblo es lo opuesto a masa, ya que es capaz de generar procesos conscientes, individuales y colectivos, de liberación; es lo contrario de la “oligarquía depredadora y egoísta” y de la élite ilustrada, ajena y distante, que se creen señores y maestros de personas incultas, sin sabiduría ni opinión. El pueblo es portador de una verdadera espiritualidad o mística, que se despliega “en la cultura de los sencillos y se expresa más por la vía simbólica que por el uso de la razón instrumental” (EG 124).
¿Por qué oponer pueblo e individualidad, comunidad e individuo, cultura y persona? Se trata más bien de una comunidad de personas, de una cultura individualizada, de un pueblo de individuos “capaces de integrarse armónicamente… para el bien de todos” (EG 130). Sólo entonces “la diversidad, la pluralidad y la multiplicidad realizan la unidad” (EG 131). Ser pueblo no oscurece los derechos individuales ni las iniciativas sociales, más bien “tiene su olfato para encontrar nuevos caminos” (EG 31). Justo lo que nunca reconocen los burócratas de Estado, ni los propietarios de la riqueza del mundo, ni los iluminados comunitaristas. Desde la perspectiva de Bergoglio, el pueblo no es un conjunto de átomos aislados, que compiten entre sí, ni tampoco se identifica con las élites poderosas y no siempre cultas, que dominan las naciones. Construir pueblo significa ser capaces de obtener consensos que puedan construir un proyecto común” (EG 274). Lo que significa, como él mismo sugiere, pasar de ser meros habitantes a ser ciudadanos y convertir a los ciudadanos en pueblo. Sin ciudadanos nunca habrá un pueblo y sin pueblo nunca habrá individuos responsables. Libertad y pueblo no suman dos, como tampoco evangelio y cultura, ya que no existe un lugar extra-cultural para el evangelio ni éste se puede representar en un escenario a-cultural
¿Dónde reside, pues, el problema? A algunos les gustaría que las denuncias a las “fuerzas dominantes” fuera exclusivamente a los Estados llamados −con razón o sin ella− totalitarios, y se ignoraran los poderes−igualmente destructivos− que proceden de los mercados financieros y de los poderes económicos y sociales, realmente existentes. No es el caso de Francisco, que no sólo denuncia el totalitarismo de los estados sino también el fundamentalismo de los mercados, que han producido “una economía de la exclusión y la inequidad, que produce desechos y sobrantes” (EG 56) ¡Ay de Francisco y de todo aquel que intente desestabilizar al becerro de oro, aunque sea con una pequeña honda! Desactivar a la vez el totalitarismo y el liberalismo tiene un alto coste y en el mejor de los casos se intentará desactivar su valor profético al reducirle a un experimento local, vinculado al peronismo o a los regímenes de Cuba, Ecuador, Bolivia sin validez para otras latitudes. Nada original… ¡Lo de siempre! Asentados en la funesta mentalidad de suma cero, se es incapaz de ensamblar la libertad y la justicia, el individuo y la comunidad; y víctimas de la lógica binaria “o-o”, ignoran el nuevo estatuto de lo social basado en la conexión y la complejidad, y son incapaces de representarse el pueblo sin destruir las libertades y los derechos de las personas.
En Francisco, la categoría de pueblo alude a los procesos constituyentes, que se han sedimentado en la lengua, en las confesiones religiosas, en las prácticas sociales, en tradiciones populares, en sistemas simbólicos. De modo que el cristianismo es pueblo porque nunca se ha construido sobre un vacío socio-cultural, sino sobre lenguajes, convicciones, mentalidades y prácticas preexistentes, hasta el punto que la fe no sólo produce pueblo sino que es también producida por el pueblo. Evoca una realidad dinámica ya que pertenecer al pueblo es desempeñar un papel activo y protagónico: “convertirse en pueblo requiere un proceso constante en el cual cada nueva generación se ve involucrada. Es un trabajo arduo y lento que exige querer integrarse y aprender a hacerlo hasta desarrollar una cultura del encuentro en una pluriforme armonía” (EG 220). El pueblo es el resultado de un proceso cooperativo con otros agentes, con otras instancias y otras confesiones; no aspira a convertirse en la única cultura que crea un pueblo, sino que connota siempre una unidad plural enraizada en una común historia, que incorpora el conflicto como elemento constitutivo de la unidad del pueblo y de este modo nace “la comunión en las diferencias”, “una diversidad reconciliada”, una “multiforme armonía”, una “unidad pluriforme” en la que “todas las particularidades conservan su originalidad” (EG 236).
De este modo, Francisco recupera la lógica de lo viviente y clausura un periodo en el que la religión, la moral y la política estaban enfermas de abstracción, más interesados en la condición abstracta y fantasmal de “ser pueblo” que en su actualidad, en su tiempo concreto y singular. Al papa Francisco no se le puede reprochar lo que el Presidente del Tribunal constitucional de Italia dirigía al teólogo Ratzinger: interesarse más por la Vida que por los vivientes, más por la Familia que por las personas que viven en familia, más por el Pueblo que por sus habitantes. No habla de los derechos abstractos de la familia por encima de la realidad de las personas, de la unidad inviolable de la nación por encima de sus pueblos, de la indisolubilidad del matrimonio por encima de la realidad de las parejas. En la abstracción no hay compasión, sino más bien principios innegociables. Nadie tiene compasión ni empatía con la homosexualidad ni con el divorcio, sólo se tiene con personas en carne y hueso. El principio básico para la gestión de las tensiones bipolares y la construcción del pueblo es que “la realidad es más importante que la idea” y por tanto no se puede privilegiar el mundo ideal sino los procesos reales. Lo que supone “evitar los purismos angélicos, los totalitarismos de lo relativo, los nominalismos declaracionistas, los proyectos más formales que reales, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría” (EG 231) Quienes se instalan en la pura idea, reducen la política y la fe a la retórica.
Este carácter dinámico y protagónico del pueblo, Francisco lo hace valer para la reforma radical de la Iglesia: “Ante los males y los problemas de la Iglesia, afirma, es inútil buscar soluciones en conservadurismos y fundamentalismos, en la restauración de conductas y formas superadas que ni siquiera culturalmente tienen capacidad de ser significativas”. Reivindica con seriedad la categoría de Pueblo de Dios como el conjunto de bautizados –“hombres y mujeres del pueblo”– que preceden a toda organización jerárquica y a cuyo servicio está la autoridad. Lo cual significa que nadie puede bendecir si no es previamente bendecido, ni ejercer el gobierno si no practica previamente la escucha, como hizo al consultar sobre asuntos matrimoniales en el contexto del Sínodo No resulta fácil engañar a la gente ya que “posee un instinto de la fe –el sensus fidei− que les ayuda a discernir lo que viene realmente de Dios” (EG 119), distinguiéndolo de aquello que responde a intereses bastardos o de una concepción feudad del poder que sirvió para convertir al Papa en Pontífice y a los obispos en sus gobernadores, muy lejos de la cultura democrática o del reconocimiento, por ejemplo, de los derechos de la mujer o de la libertad de expresión. Asimismo, la centralidad del Pueblo le permite denunciar el clericalismo, que “anula la personalidad de los cristianos y al tratarlos como mandaderos –afirma en Carta al presidente de la Comisión para América Latina–, coarta las distintas iniciativas, esfuerzos y hasta me animo a decir, osadías necesarias para poder llevar la Buena Nueva del Evangelio a todos los ámbitos del quehacer social y especialmente político. El clericalismo lejos de impulsar los distintos aportes, propuestas, poco a poco va apagando el fuego profético… No es nunca el pastor quien dice al laico lo que tiene que hacer o decir, ellos lo saben tanto o mejor que nosotros”. De este modo, ser pueblo se convierte en un horizonte de inclusión para aquellos jóvenes que constituyen actualmente un “no-pueblo”; para los teólogos que fueron excluidos en razón de sus opiniones; para las otras iglesias que se sienten alejadas; no se trata de volver a un pueblo sin mancha, en el que todos tienen que integrarse, sino de construir una nueva unidad a través de las respectivas parcialidades, que camine “hacia una Iglesia pobre con los pobres” No se postula una sociedad perfecta ni un pueblo de buenos, como sugiere Zanatta, sino un pueblo de “personas incompletas pero en conversión permanente y en estado de búsqueda, ya que como dice Francisco “si uno tiene respuesta a todas las preguntas, es prueba de que Dios no está con él”.
Es ese horizonte-pueblo quien le permite, asimismo, plantear un modelo alternativo de sociedad inclusiva. Le lleva a denunciar un sistema económico mundial que crea víctimas, desplazados y migrantes forzosos; un sistema laboral que descarta a las mayorías sociales y produce trabajo esclavo y trata de personas. Esa utopía-energía le ofrece los mimbres para soñar una Europa que “integre a los inmigrantes y refugiados ya que ellos promoverán nuevos dinamismos en la sociedad” y proponer una sociedad mundial que afronte la globalización del sufrimiento, la opción por los pobres y la defensa de la tierra como tarea colectiva. Y acepte de buen grado la cultura democrática, las libertades cívicas, la laicidad y la revolución ecológica para construir conjuntamente el futuro del planeta.
No cabe duda de que el papa se alimenta de la Teología del Pueblo que ha sido producida, sobre todo, en el cono sur de Latinoamerica, con la misma propiedad que Benedicto XVI arraigaba su pensamiento en teologías conservadoras centroeuropeas y Juan Pablo II en el modelo polaco. Ser argentino, reivindicar la dignidad de los pobres y postular un sistema más justo no es patrimonio exclusivo de las visiones populistas. Quizá por ello pude observar en mi visita a Argentina, a los dos meses de su elección, el disgusto y desorientación que produjo su nombramiento en los partidos de sesgo peronista. ¿Por qué no pensar que el cardenal de Buenos Aires se está reinventando como obispo de Roma? Lo constataba una anciana de villa miseria cuando me dijo que en tiempos del peronismo no se recuerda sonreír al cardenal Bergoglio. Seguiremos planteándonos algunos interrogantes que acertada y críticamente plantea Loris Zanatta sobre Francisco: qué democracia, qué libertades, qué pobreza.
“Por esto se puede afirmar que Jesús sacó la religión del templo. Y la puso en la vida, en la existencia humana, en la tarea incansable por humanizar este mundo, esta vida, la relación de cada cual con los demás. Para así contagiar felicidad, progreso, bienestar, igualdad y dignidad para todos.”
Esta frase con la que Don José María Castillo cierra su último artículo, para mi resume el proyecto de Jesús, y es tachada de “populista” en el actual lenguaje de moda neo liberal que domina al mundo, ya que se opone a los fundamentos filosóficos de su doctrina. Y no me extrañaría nada que el Imperio Neo Liberal que nos domina, estuviera usando con Francisco, las armas que usualmente ocupa para defenestrar a los líderes que se le oponen.
Y la palabra “populista” desacreditada ante los ojos de los fríos economistas post keynesianos del Norte, es deslizada como una serpiente en un análisis supuestamente aséptico, pero cargado de ideología disfrazada de objetividad.
En Sudamérica conocemos muy bien el desprestigio azuzado por los medios a través de periodistas famosos, pero muy bien pagados.
Hola!
(7ª. Carta – 20 de mayo de 2016) del Grupo de curas en Opción por los pobres
El domingo próximo celebramos la liturgia del misterio central de la fe cristiana: la Santísima Trinidad. Este misterio no es algo que Dios ha revelado para que los estudiosos se devanen los sesos para comprenderlo, ni tampoco algo mostrado para que tengamos la humildad de no pretender conocer o comprender las cosas de Dios. Al revelar este misterio descubrimos, entre otras cosas, dos grandes elementos: en Dios las diferencias enriquecen. Cada persona divina es plenamente, pero en nada anula u obstaculiza la otra. Pero, además, el amor entre las tres Personas divinas es tan perfecto que hablamos y confesamos un solo Dios.
El amor perfecto, amor con profundo respeto a la alteridad, que permite al otro desplegarse plenamente, amor gestor de unidad. El amor no es palabra y sentimiento, sino un darse plenamente al ser amado con quien nos une plenamente.
Es ese amor, que es compromiso militante en dirección al otro lo que como curas nos mueve. A mirar, caminar, con-sentir, com-padecernos, amar a los “otros” con los que nos encontramos en el día a día. El amor es el otro, y es por esos miles de “otros” por los que queremos hablar y denunciar lo que atenta contra su vida, contra su persona.
Como lo venimos reiterando desde nuestra primera carta: sigue ilegalmente detenida la presa política Milagro Sala. A eso se suma el clima de violencia y persecución instalado contra la Tupac Amaru, los abogados y gente cercana al movimiento.
Resulta sorprendente, además de sumar un nuevo cinismo a los ya demasiado abundantes propalados por el gobierno, escuchar que “La gente ya está siendo mucho más feliz, lo dice el mercado” afirmó el presidente del Banco Central Federico Sturzenegger.
Abuelas de Plaza de Mayo informó el cierre del Grupo Especializado de Asistencia Judicial, creado para colaborar con la extracción de muestras de ADN por vía judicial, a fin de permitir la identificación de los nietos y nietas durante el terrorismo de Estado.
Vemos son sorpresa que se anuncie como buena noticia, coherente con el Plan trabajo joven la incorporación a McDonald de empleados de 18 a 23 años con sueldos inferiores al mínimo, lo que atentan contra el salario mínimo, vital y móvil.
Continúa altísima la Inflación, aunque se sigue anunciando un mágico segundo semestre de “normalidad”. Es evidente que la baja inflación sola no resulta una buena noticia, como la década infame del menemismo lo demostró claramente. A esto ha de sumarse la alarmante fuga de capitales, siempre coherente con los préstamos obtenidos en el exterior. Esta fuga de capitales, además, ya sabemos quiénes las provocan: los mismos que figuran en las denuncias del J.P. Morgan, de Hernán Arbizu, del HSBC en Suiza, de Hervé Falciani y en los Panama Papers. Siempre los mismos, que son los beneficiados eternamente por los gobiernos que favorecen al capital por encima del trabajo.
Adrián Paenza confirmó la desatención de los científicos argentinos que tanto costó repatriar. Obviamente negar esto se suma a la larga lista de negaciones del gobierno que afirma que “no hay” crisis de empleo, no hay crisis universitaria, y ahora, tampoco desatención de los científicos.
Siguen aumentando las ganancias de Shell, ahora con la compra de gas a Chile. No podemos dejar de tener en cuenta que el ministro de Energía, Juan José Aranguren, no solamente fue (¿fue?) CEO de Shell sino que tiene millonarias acciones en la misma. Insistimos en la inmoralidad de estar posicionado de ambos lados del mostrador.
Esperábamos, pero no por eso dejamos de repudiar, el reconocimiento del gobierno de facto de Brasil a lo que se suma una nueva nefasta declaración del ministro de Hacienda, Alfonso de Prat Gay afirmando que esto era la oportunidad para la refundación del Mercosur.
También esperábamos la decisión del juez Claudio Bonadio de procesar a la ex presidenta Cristina Fernández, al ministro de economía Axel Kicillof y al ex presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli con el absurdo argumento del dólar futuro. Una manifiesta operación en la que los beneficiarios son todos amigos o cercanos al actual gobierno, no al gobierno anterior. Pero no esperábamos justicia por parte de ese juez encaramado al poder judicial.
Fue notable y numerosísima la Marcha universitaria. Curiosamente cuestionada y criticada por muchos personajes del ambiente periodístico. La crisis de los salarios docentes, la infraestructura de las universidades y su situación económica revela claramente a dónde apuntaba el entonces candidato Mauricio Macri al afirmar: “¿qué es esto de andar creando universidades por todos lados?”. Y el ministro de Educación, Esteban Bullrich sumando una nueva negación afirmó que “no hay crisis” en las Universidades. Quizás se haya referido a las privadas.
Resultó patético el ausentismo – particularmente de los diputados de extracción sindical – en el congreso al intentar convertir en Ley el proyecto – ya anunciado como que será vetado por el presidente – de ley antidespidos. Lamentablemente no esperábamos ese gesto del diputado Sergio Massa y gran parte de su bloque, y obró coherentemente.
También resultó patético el acuerdo firmado (y rápidamente violado) de comprometerse a “no reducir el personal” (no dice “no despedir”) de los grandes empresarios – al que además, según ellos mismos afirmaron, muchos adhirieron de mala gana – acuerdo, además, al que el Estado despedidor no adhirió.
Coherentemente con lo que venimos afirmando desde la primera carta, se siguen despidos en el sector público y el sector privado. Es evidente que se trata de una sabida estrategia destinada a lograr que los empleador estén dispuestos a recibir lo mínimo, porque “el salario es un costo más”, como dijo el entonces candidato Mauricio Macri. Las ganancias exorbitantes sí que no están en cuestión.
Resulta altamente preocupante que Germán Garavano, el ministro de Justicia que tanto hace para que ésta no sea tal, añada un nuevo logro a este intento recibiendo a Cecilia Pando. Las actitudes que está asumiendo el gobierno con los Derechos Humanos, como la arriba señalada, las oficinas desmanteladas o los intentos de “licuar” el predio de la exESMA llegan a su máxima expresión con esta actitud.
Nos resulta casi cómico que muchos medios de comunicación, con la intención de “meter a todos en la misma bolsa”, al hacer referencia a nosotros, nuestras cartas, o algunas declaraciones, además de hablar de “curas kirchneristas” (sic) se acote que somos amigos o cercanos al Papa. El desconcierto o enojo en el gobierno y sus amigos con actitudes del Papa, como la más reciente de invitar a Hebe de Bonafini (algo que celebramos) los lleva a mezclar todo.
Entendemos que al afirmar esa supuesta “cercanía” con el Papa se intenta también ensuciar la figura del Santo Padre. Estamos en comunión con el Papa, somos curas de la Iglesia católica romana, pero – precisamente por serlo – y porque la comunión no supone una obediencia cuasi-militar, también tenemos diferencias. Lamentamos que en el intento de criticar “por elevación” al Papa nos utilicen, pero ya sabemos que la manipulación de la información y el uso de la mentira son instrumentos habituales en muchos medios de comunicación y en muchas oficinas de gobierno.
Todo lo que vemos nos duele. Nos duele porque nos duele el hermano. Nos duele su sufrimiento, sus angustias, sus tristezas… Es el amor el que nos hace salir de nosotros mismos para unirnos a los hermanos, especialmente los que sufren, los pobres. Al conmemorar la Trinidad divina nos sabemos exigidos a imitar su amor pleno, amor que quiere salir hacia el otro para unirse plenamente a él. Para mirar y gritar su dolor, para comprometer la vida, por amor, junto a “los pobres de la tierra”. De eso se trata el Evangelio de Jesús.
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Estamos ahora hablando en ´términos políticos ´ (¿qué le vamos a hacer?) Esa equidistancia supone la oferta de un modelo alternativo (Ahora que ya hemos acusado a judíos y a gentiles de que ambos permanecen desposeídos de la gloria de Dios) y el papa Francisco tiene todos sus derechos igual que lo tuvieron los anteriores papas, Me estoy acordando ahora de Juan XXIII que abrió fuego con la “Pacem in terris” en 1963 con la apertura del Concilio, texto que tengo siempre a mano. Con su correlación de derechos y deberes emanantes de los principios en torno a la persona.
Del concepto de persona ( individual) al de pueblo hay cincuenta años de madurez cristiana, social y política.
Y no es más de lo mismo, Honorio, el mundo ha cambiado, y nosotros también en él, no podemos seguir con esquemas del pasado que han mostrado fehacientemente sus contradicciones internas. Tenemos que escapar del control metafísico de los dogmatismos, pues no todo se traduce en hacer del humano el “homo económicus”, como antes luchábamos de un control religioso impuesto que nos deshumanizaba.
Amigo García Roca: No siempre hemos hilado así de fino en Atrio al enjuiciar con el mismo criterio los totalitarismos y liberalismos al uso en este momento histórico. No pocas veces hemos hecho la de aquel que “en una alforja al hombre llevo los vicios: los ajenos (léase totalitarismos al uso) delante, detrás los míos (léase liberalismos en boga).
Tu discurso empieza por una puesta frente frente de marxismo y liberalismo, apuntando que el Papa se distancia de ambos por igual. Más delante denuncias por igual, por sus poderes destructivos, a estados totalitarios y a los poderes igualmente destructivos que proceden de los mercados financieros…!Correcto! ¿Alguien podría precisarme en qué se diferencia la manera de usar el poder de los políticos chinos y de los americanos, el desprecio que unos y otros manifiestan por las necesidades y opiniones del pueblo?
En su lenguaje, García Costa, hay dos términos diferentes para definir el “totalitarismo” de los estados y el “fundamentalismo” de los mercados. Pero tal vez podríamos admitir que en China se ha operado la cuadratura del círculo, es decir que este país vive sometido por igual a un régimen como estado y fundamentalista como estructura de mercado. O sea, que no hay demasiadas diferencias entre esas dos formas de gestionar un grupo humano.
Algo parecido, pero en dirección opuesta, me atrevería yo a decir de la tan cacareada democracia inglesa, admirada y venerada por Nelson Mandela y tantos otros…Hace poco, en un comentario sobre Panama Papers, alguien comentó que la cumbre de los paraísos fiscales, la capital de fraude fiscal a escala planetaria, es Londres. Claro, Londres procura no molestar a sus vecinos y compatriotas, pero extiende su poder destructivo y su piratería al mundo entero…
Correcto, muy bien dice que “pueblo se opone a masa, pueblo es lo contrario de oligarquía explotadora y egoísta, a élites ajenas y distantes”.
Solamente un pequeño matiz: si hablamos de la filosofía marxista y de la filosofía liberal, justo es reconocer que Marx tiene como objetivo sagrado reivindicar la dignidad de la persona humana, mientras que el liberalismo considera al ser humano como una simple unidad de producción y de consumo, como una máquina que produce y debe ser alimentada.
Finalmente, en esa deseada y evangélica comunión entre jerarquía y pueblo, en ese soñado “pueblo de reyes, asamblea santa”, en ese ideal gobierno en régimen sinodal, hay que reconocer que la Iglesia católica no está en condiciones de decir aquello de “aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”, sino más bien “mea culpa,. mea culpa, mea maxima culpa”. Otra vez nos damos de bruces con el adagio aquel de “en una alforja al hombro, llevo los vicios; los ajenos delante, detrás los míos”.
Muchísimas gracias,
porque sea el propio autor quien nos de las debidas explicaciones, y porque su comentario sea tan enriquecedor. A los/as intervinientes de España les faltan ciertas explicaciones y obviedades, que quizás para lectores/as latinoamericanos/as no sean necesarias.
yo tengo entendido que la teología del pueblo, o teología popular más que una corriente teológica muy específica “y argentina”, es un conjunto de corrientes teológicas muy afines a las teologías de la liberación, y que tienen diversas compresión de “pueblo”. Todas tienen más o menos en común como categoría clave que en su concepto de pueblo, se entiende siempre la sociedad ( secular) y lo de Pueblo de Dios resulta siempre analógico. Tal cosa sólo se puede dar en toda América, pues tratándose de Europa estamos hablando de culturas distintas. Esa forma de entender la laicidad, ya se daba en los textos fundacionales de los Estados Unidos en el siglo XVIII.
¿La postura doctrinal de Francisco es exactamente esa?¿Está en la comprensión de “pueblo” referida al pueblo secular? ¿Identifica pueblo de Dios con sociedad civil como en la Cristiandad europea?
La alusión a la Teología del Pueblo significa que la conceptualización de Francisco no nace en un vacío socio-cultural ni empieza de cero sino que tiene sus raíces en una corriente teológica que se cultivó principalmente en el cono sur latinoamericano, y que, de algún modo, alentó, cuidó y cultivó Bergoglio y el CELAM para la aplicación del Concilio.
Decir que Francisco carece de teología o es sólo doctrina social o pastoral significa ignorar la potente reflexión que originó y nació en torno a Medellín, Puebla, Aparecida. Muchos creyentes y comunidades se consideran “hijos de la Teología del Pueblo” con la misma legitimidad que alguien se puede considerar hijo de la teología feminista, o de la teología ecológica, o de la teología política, o de la teología de la liberación.
Tras la Teología del Pueblo se han elaborado enfoques bíblicos y categorías como “pueblo y antipueblo”, “imperio y descarte”, la “religiosidad popular” “pobres sujetos de cultura” “unidad y conflicto” “habitantes y ciudadanos” Algunos de sus autores más significativos asistieron de expertos en el Vaticano II, en Medellín o Puebla –piénsese por ejemplo en Lucio Gera, otros han hecho aportes importantes al pensamiento teológico y pastoral como J-B Libanio, Carlos Galli, Sergio Torres, Rafael Tello, Jorge Seibold. Juan Carlos Scannone y otros muchos; todos deben sonreírse ante la arrogancia teológica centroeuropea.
El artículo de Loris Zanatta ha recibido mucha más importancia de lo esperado, quizas porque ha estado siendo utilizado para reforzar las posiciones de quienes se sitúan frente a la persona y “el mensaje” del hermano Francisco. La trayectoria política de la Italia del siglo XX hasta ahora se ha venido analizando por los expertos como transida por el populismo, es decir que hablar de populismo para una analista italiano es lugar común… máxime si el autor lo compara con el fenómeno peronista del que ha sido atento observador durante años. Un juicio político sobre el papa necesariamente entraña juzgar el posicionamiento de quien lo emite.
Pero en la Iglesia Católica Romana ha existido ya desde la segunda mitad del siglo XIX un cuerpo de doctrina en lo social que necesariamente arrastraba lo político y que se acuñó oficialmente como La Doctrina Social de la Iglesia. Desde entoces hasta ahora se observan notables diferencias, y no sólo porque haya mediado el Concilio y las grandes encíclicas sociales de los años sesenta, sino por la madurez de gran parte del laicado católico, y la madurez también civil y ciudadana de los diferentes pueblos de confesión cristiana.
Se dice que la doctrina social de la Iglesia se diferencia de las doctrinas políticas en que la primera sólo se mueve en las cuestiones de principio, pero debemos confesar que ambas cosas se mueven en una linea divisoria muy sutil, si es que existe tal línea. Se dice que la Doctrina Social de la Iglesia tiene unos principios que emanan del Evangelio de Cristo, dándosele valor y alcance universal. Y ahí surge el problema, porque sólo las personas creyentes ( confesionales) podemos hacer tales valoraciones.
Creo que ahí radica la diferencia entre los pueblos de Nuestramérica y Europa, donde la visión cristiana de las cosas es elemento civilizatorio y de cohesión social, mientras que en Europa tanto en el oeste como en el este hemos cultivado otra base para la laicidad y la hemos introducido en nuestros ordanamientos jurídicos. Allí la libertad de conciencia sirve de instancia para la libertad religiosa, aquí se entiende que para que exista una libertad reliosa plena, no debe salirse del “ámbito privado”.
Yo encuentro entonces otra dificultad cuando el autor no sé si de iniciativa propia o haciendo mención de algo introducido en los debates sobre el fondo doctrinal de Francisco, que el papa cultiva ” teología del pueblo”. ¿Quiere decir esto que los fundamentos evangelicos de la Doctrina Social de la Iglesia, en el Magisterio del Papa Francisco, hemos de llamarla “Teología del Pueblo”? ¿Por qué ese acotamiento? ¿Tan necesitado está el papa de que se le considere un “teólogo”? ¿No basta con que sea un pastor? – “Apacienta mis ovejas”
La palabra “pueblo” es muy querida para la religión cristiana.Aquel arameo errante llamado primero Abrán:”Aquel día hizo Yahvé una alianza con Abrán en estos términos: “Voy a dar a tu descendencia esta tierra, desde el río de Egipo, hasta el Río Grande,el Río Ëufrates…” Pertenecemos al Pueblo de Dios, por la alianza que hizo con Abrán cambiándole de nombre, poseemos la misma fe que Abrahán, padre de un pueblo muy numeroso.
“Porque tú eres un pueblo consagrado a Yahvé tu Dios; a tí te ha elegido para que seas el pueblo de su propiedad entre todos los pueblos que hay sobre la faz de la tierra”.