Dedicando ahora mayor tiempo al estudio de la teología, he podido ver más claro algo que era previsible de antemano: hay teología buena y mala, como hay pintura buena y mala, literatura buena y mala y buena y mala cocina.
Un marxista clásico diría que toda teología es mala por ilusoria y engañosa, un positivista afirmaría que carece radicalmente de sentido y el carbonero de la fábula la tendría por superflua si es que conociera esa palabra. Un creyente ilustrado, sin embargo, valora la teología y, aunque no se tenga por un gourmet teológico, aprecia la buena teología.
Ahora bien ¿quién discierne la una de la otra? En el caso de la pintura o la literatura los encargados son los críticos, en el de la cocina, los especialistas gastronómicos. No es seguro sin embargo que pueda uno fiarse de unos o de otros. En el caso de la pintura, tras patinazo con el impresionismo, creo que ninguno de los críticos se atreve a un juicio negativo. Sobre la literatura puedo contar que me fié de que para la crítica Thomas Pynchon es uno de los tres mejores novelistas norteamericanos y no pude pasar de las veinte primeras páginas de su novela más importante. De los críticos gastronómicos no sé qué decir. Ni mi economía ni mi paladar dan para verificar su acierto.
En lo que se refiere a la teología, el ejercicio de discreción lo ha ejercido siempre la Iglesia jerárquica, no raramente manu militari y muchas veces con bastante poco acierto. Por poner un par de ejemplos, cuando ya empezaba a estar claro que eso no era cierto, afirmó que Moisés era el autor de los cinco primeros libros de la Biblia y en cuanto a Teilhard de Chardin, prohibió durante toda su vida la publicación de sus escritos. Vivimos ahora sin embargo en un mundo pluralista y con una multiplicidad de medios, libros, folletos, blogs, páginas web… En consecuencia, ese control jarárquico y la correspondiente censura se ejercen con gran dificultad. Pero una vez abierta la veda, vuelven fácilmente las antiguas herejías, adoptadas por católicos practicantes.
Sin duda hay muchos escritos con resabios modalistas y no pocos ebionitas. Algunos tienen una tendencia gnóstica y estoy convencido de que abundan los semipelagianos. A mí mismo dos curas me tacharon una vez de positivista.
Es cierto que nunca se ha hablado antes de buena o mala teología. Toda ella era de calidad porque la producían especialistas. Se hablaba de formulaciones teológicas verdaderas o falsas, acertadas o erróneas. El criterio para distinguir unas de otras era la verdad.
Estamos sin embargo en un tiempo en que la verdad se ha vuelto sospechosa como proclive a la dictadura. Se afirma que está siempre tentada de combatir al error por los medios que sean y que su consecuencia lógica es la Inquisición. Seguimos, pues, a la búsqueda de un criterio que nos ayude.
Como se recordará, san Pablo señalaba, distanciándose de ellos, que los judíos pedían signos y los gentiles sabiduría y que los cristianos predicaban a Cristo crucificado. Pues bien, yo quiero asumir las tres reivindicaciones como marco indispensable para una teología renovada.
Una teología con sabiduría (de sapere, saber y saborear) será sabia y sabrosa, frente a otras insipientes o insípidas. Producirá un contento en la mente porque hará justicia a la complejidad de la vida humana, a los matices de la palabra escrita y de las tradiciones. Y a la vez producirá ese calorcillo en el corazón son el que una amiga mía definía a Dios (“¿no ardía nuestro corazón cuando nos hablaba?”). La homilía dominical en las iglesias suele ser un pequeño fragmento de teología. Verdaderamente hay que buscar mucho para encontrar una que no sea insignificante o aburrida las dos cosas a la vez. Una mala teología.
Una teología con signos no llegará huérfana sino acompañada de señales. Ya la teología de la liberación afirmaba que la teología era un acto segundo, precedida de la lucha por un mundo mejor. Y fraseando a Santiago se podría decir: ¿tienes teología? Muéstrame tus obras. Por seguir con el ejemplo de las homilías, casi nunca los curas avalan con hechos sus afirmaciones. Seamos audaces, proclamaba un predicador –nada audaz en su vida- en una misa que me tenía como fiel. Son palabras en el aire, pequeñas teologías sin signos, malas teologías.
Finalmente una teología fiel a la cruz. Nada más engañosa que toda esa literatura de sanación, de autoayuda, que reparte consuelo tranquilidad, sosiego, que parece poner entre paréntesis el sufrimiento de los humanos, Pues se da una teología semejante, que parece poner entre paréntesis la cruz de Jesús y a la vez la de los humanos.. Esa banalización del amor y la misericordia de Dios para la que todo el mundo es bueno. Ya Lutero criticó la teología católica como theologia gloriae, contraponiéndole la theologia crucis.Sigamos con los ejemplos. Hay toda una moda de predicación en los funerales en que la proclama ¡alegría! constituye el principio y el fin. Como si la muerte no doliera, como si la ausencia no fuera muchas veces un desgarro. Una mala teología.
Ahora que los escritos teológicos han bajado de las cátedras a las webs no es tanto el error lo que nos amenaza sino la insignificancia, banalidad, la frivolidad, la atonía, los falsos consuelos, el aburrimiento. Me lo pienso yo, que escribo teología.
Kabir, (Cien poemas):
¡Oh, hermano! Cuando estaba distraído, mi verdadero maestro me mostró el Sendero.
Entonces abandoné ritos y ceremonias, y dejé de bañarme en las aguas sagradas.
También descubrí que era yo el único loco, en un mundo cuerdo a mi alrededor, y que había perturbado a su gente sabia.
Desde ese instante, ya no pude continuar más en el polvo de la sumisión:
no toco las campanas del templo, no pongo el ídolo en su trono, no adorno con flores las imágenes.
(Y aprendí que) No son las austeridades que mortifican la carne, lo que complace al Señor;
Que con cambiarte la indumentaria y aniquilar tus sentidos, no lo halagas.
El hombre bondadoso y que practica la rectitud;
el que se mantiene inalterable entre los intereses del mundo;
el que considera las criaturas de la tierra como a sí mismo,
Ese hombre alcanza al Ser Inmortal:
el verdadero Dios, mora siempre en él.
“Mientras lo sobrenatural no sea evidente, no habrá sucedido nada”. “Cuanto más nos acercamos a Dios, más solos estamos. Es el infinito de la soledad”. (Leon Bloy).
Nos sentimos solos porque la soledad antes de conocer su esencia es algo que previamente se “nota”, notamos su realidad. Esta notificación nos lleva a la experiencia de sentirse sólo, (un modo de experiencia de la realidad de Dios) por tanto, a diferencia de lo sobrenatural que en absoluto se nota, se ha tenido sin embargo la osadía de explicarlo en términos de videncia, es decir, de forma meramente eidética y ahora nos encontramos con esta desencarnación.
Si necesitáramos un nuevo Pablo para volver a explicar la experiencia de Jesús ésta no habría sido universal y personal. Lo que se necesita no es volverla a explicar sino repensarla de nuevo
En el comentario de José Ignacio, me malinterpreta, (por mi culpa, porque redacté mal, intercalé una frase al final, y se perdió el sentido de la idea).
Y dice: “Lo de que sabremos más, en el ámbito de la revelación religiosa, no sé, en realidad le damos más vueltas a lo mismo y por la experiencia humana, descubrimos nuevos sentidos –espero que siempre más humanos- de lo que ya sabíamos, lo consabido que estaba ahí y aún no vemos”. (Yo no me refería a que sabríamos más en el ámbito de la revelación religiosa, sino que al saber más en las ciencias físicas y humanas, reinterpretaríamos mejor la revelación dada, concordando con lo afirmado por José Ignacio).
Pero esta frase fruto de ese malentendido, me ha suscitado un comentario un poco tangencial, pero creo que interesante, sobre si es esperable una nueva revelación especial, para una época tan crucial como en la que estamos.
Teilhard, en una carta de 28-4-1926: escribe: “En materia de “conversiones”, el cristianismo está en un verdadero atolladero. Visiblemente, no será por los caminos actuales como se establecerá el reino de Dios, sino mediante algún renacimiento, alguna “revelación” que (una vez mas en la historia de la Humanidad) se difundirá en la masa humana como el agua y como el fuego.
Esto es lo que hay que desear y preparar. A mi me parece (…) que la chispa surgirá de la conjunción que más pronto o más tarde, se llevará a cabo en las conciencias, entre Dios y el mundo, pasando este último a ser sagrado y absoluto en Aquel, al término de un largo esfuerzo creador”.
Necesitamos un nuevo Pablo. La situación actual, aunque parezca mentira es muy similar a la que se encontró Pablo, en el inicio de su misión. Pablo estaba a caballo entre dos mundos culturales muy diversos: el judío y el helenístico, y era una persona ideal para hacer de puente entre ambos.
Actualmente también hay dos mundos culturales muy diversos y separados: el mundo moderno, y el mundo cristiano tradicional que se sostiene sobre las filosofías grecorromanas de su origen, con pequeñas modificaciones. De ahí la gran dificultad de que cale el mensaje: se habla en griego a personas que solo saben inglés, (y muchos de nosotros, ni eso siquiera).
Pablo, tras sus apariciones, y siguiendo el encargo específico que se le hizo, “arranca el Cristo universal del marco mesiánico de las esperanzas de Israel”, (Puente Ojea).
Sigue Puente Ojea: “El kerigma estaba formulado en lenguaje y categorías apenas comprensibles para los gentiles, y Pablo estaba resuelto a mediar en la transmisión de ese mensaje a un mundo cultural diferente, la sociedad grecorromana, descargándolo del lastre ideológico judío y traduciéndolo a un lenguaje universal”.
En estos momentos es claro que se precisa que el Espíritu suscite otro Pablo, para realizar una tarea paralela a la que él hizo. Si él tradujo del hebreo al grecorromano, ahora hay que traducir del grecorromano al moderno.
Pero seamos realistas. Una traducción así no se hace con los pies atados y respetando las reglas del antiguo mundo. Exige una labor creativa enorme, (ayudado y guiado, por supuesto, por el Espíritu), para recrear las cosas: no se hace una tortilla sin romper huevos. La labor que los teólogos (casi todos clérigos en ejercicio), que intentan realizar esa nueva misión, (aspirando a ser nuevos émulos del rey Arturo, sacando la espada “Excalibur”, clavada de la piedra), exige un nivel alto de “ruptura” con lo anterior. La mariposa es el mismo gusano anterior, pero tiene poco que ver exteriormente con él: los gusanos no la reconocerían como uno de los suyos, (metáfora dicha sin ánimo peyorativo alguno).
Pablo, ya tuvo problemillas con los de Jerusalén. Santiago el nuevo Jefe, lo ignora, y solo a golpes de donativos recibidos, aguanta. Pedro, en su débil situación de “líder” de la Comunidad, destronado por el “nepotismo” tradicional judío, del que Jesús no supo o no pudo abstraerse, tenía muy poca fuerza, y trataba de navegar entre las dos aguas, impotente e indeciso. Hoy en día Pablo, hubiese sido excomulgado, expulsado y atacado con fuerza, por el batallón teológico orgánico, o peor aún ignorado y colocado en el limbo del desprecio.
Y mientras, esperamos“Sin noticias de Dios”, (anotación de Leon Bloy,en su diario en 1904).
Gracias, José Ignacio, ahora tengo un momento y lo aprovecho para responder a tu amable comentario pero sé que tu tiempo es oro, así que yo esperaré el tuyo cuando a ti te vaya bien.
El “debería” último, que señalas al final, tomada como expresión dubitativa de si es cierto o no que la teología se ha limitado a explicar aquella experiencia primigenia o bien se ha excedido, me sale oportunamente al paso para, precisamente, poder desarrollar un poco más la importancia de aquella distinción que ya señalé entre los conceptos “construcción” y “constructo” entendiendo éste último como término de constitución estructural.
Dices, no es probar sino explicar. Bien, a estas alturas lo primero, el probar, naturalmente, se descarta. Entonces, respecto al explicar tratándose de experiencia no será que antes de todo explicar está el describir los hechos? Es justo donde se halla el problema que abordé haciendo aquella diferenciación. Lo que se explica es una idea, la idea de Dios como ENTE fruto de una construcción (mental, dije) y lo que se describe como hecho anterior es la realidad de este fenómeno que se describe en la figura histórica de Jesús. De ahí que como esta realidad está dada en forma de experiencia horizontal no se trata de construcción alguna sino de relación constructiva (constructo) de relatos interconectados.
Ahora no me puede alargar más pero sí que me viene a la memoria algo que, como reflexión a lo poco dicho hasta aquí, pues la cosa daría para mucho más, sería coherente con lo que hace pocos días, recuerdo, me referí y era a que la realidad sería no tanto semánticamente considerada (explicación de significado) sino en su consideración de sintaxis y estructura.
un cordial saludo
Román, pues es cierta tu conclusión, pero tendrás que someter esas fuentes a criterios que las objetiven para los demás, y así hacer pensamiento crítico de la fe y desde la fe para la vida. Gracias María Luisa, yo creo que la teología nos lleva a la vida, a la liberación integral de la vida, y en esa experiencia pensamos como cristianos quién puede ser Dios, cómo nos acompaña y cómo llegamos a plenitud en él o ello, lo que sea como fundamento de todo. Jesús en este sentido creemos que nos precede en esa intelección vital y personal. La teología ordena críticamente esto, implicándose a fondo en la praxis cristiana liberadora, como Jesús, y desde ella y en ella, piensa como explicar un credo. No probar, explicar. (Debería, lo sé).
Román, sí que sabes mucho de teología, sólo que discrepo de ese pesimismo consistente en que el exceso de fe en la autonomía humana que nos ha precedido, ha de devolvernos a un sobrenaturalismo que no es cristiano. Quizá no digas esto, sino que lo interpreto con abuso. El cristianismo sí es un humanismo peculiar, pues se entiende abierto a una realidad divina que fundamenta, constituye y llama a todo a su plenitud en el Amor-Vida. Por eso decimos ya sí, todavía no, del proceso de la historia leída en cristiano con la doble dimensión natural y sobrenatural (en el viejo lenguaje), inseparables, inconfundible, pero realmente mezcladas en todo lo creado. El cristianismo es un humanismo peculiar por ese fundamento, esa convicción de que la gracia de Dios está ahí sin sustituir a la naturaleza, y esa llamada o vocación de plenitud; plenitud ya sí como vida digna para todos y todavía en perfección con lo que sea su recuperación completa en Dios. Más que junto a Dios, en Dios. Pero el lenguaje reconozco que, dialogando en directo, lo afinaríamos mucho. Por eso estimamos el mundo, la autonomía y la razón humana, como todos, y la criticamos como el que más, y no tomamos el atajo de la fe para sustituirla, ni sometemos la convicción de fe a lo que dicte la razón; sólo le pedimos que nos permita leer lo mismo que todos, también con esa clave, y que admitan libremente que de esa lectura salimos reconfortados para perdonarnos y perdonar, esperar y esperarnos, arrepentirnos y querernos, exigirnos la justicia desde los otros con afecto indisponible: si alguien sufre en su dignidad de persona, y más desde niño, sin haber desaprovechado todavía ninguna opción, nuestra dignidad tampoco podemos tomarla en serio. A eso le llamamos “pecado”.
Por eso nosotros, los cristianos, amamos la secularidad del mundo y su mayoría de edad –ley de la Encarnación general de la fe–, pero no somos secularistas, es decir, el mundo no es divino ni absoluto. Sólo Dios es Absoluto, y en cristiano, se manifestado débil, crucificado por el poder, vaciado de su omnipotencia: un escándalo y una necedad. Isidoro, las fuentes son más fiables de lo que dices, al menos para que no digamos en la fe demasiadas cosas que decimos; la teología negativa es la más sabia, es decir, lo que no debemos decir de Dios, lo que Dios no es; sabemos bastante de esas fuentes en su indeterminación, lo acepto. Y si planteamos otro concepto de Revelación, tenemos otra fuente, lo acepto, pero si haces teología buena siempre tendrás que dar cuenta de esa fuente, como la entiendas, definiéndola, dando conceptos, marcando relaciones, mostrando argumentos y que otros te puedan contradecir y negar. Por tanto, yo ahora soy “poperiano”, no un encargado de la ortodoxia católica. Cuando José Luis Borges dice que los libros de teología son verdaderos textos de ciencia ficción, tiene razón como no creyente, pero no acierta al comparar la falta de criterios metodológico-críticos de la ciencia ficción comparándolos con los de la teología buena. No es lo mismo.
La buena teología sabe que puede ser contrastada y contestada, desde la exégesis, desde la tradición cristiana, desde la praxis humana liberadora de todos y de los cristianos, desde las ciencias humanas y sociales… en fin, luego puede parecer pura especulación, pero, en su campo de juego, tiene reglas, fuentes, relaciones, conceptos y tesis finales que se puede rebatir con las mismas “armas”. Y sí, la teología siempre es humana, y de humanos, y la teología católica, con su sentido restringido de revelación, es humana; siempre humana; decimos, en comunión con la Iglesia y el Espíritu, pero esto es ya la fe, y no transforma la teología mala en buena. Lo que naturaleza no da, Salamanca no presta. O en otra frase clásica, la gracia no sustituye a la naturaleza. Si la teología avanzará hoy por ese ecumenismo teológico integral que entiendo en Isidoro, no lo sé; lo leo y medito; lo de que sabremos más, en el ámbito de la revelación religiosa, no sé, en realidad le damos más vueltas a lo mismo y por la experiencia humana, descubrimos nuevos sentidos –espero que siempre más humanos- de lo que ya sabíamos, lo consabido que estaba ahí y aún no vemos. No sé si Oscar va por ahí, le leo y medito. Y María Pilar, desbordante aportación, y creo que compartas que esa experiencia de vida tan radical, esa es una fuente primordial de cualquier teología digna en cristiano y humano. Lo mismo digo a Román. Por eso yo le decía a mi alumna, no es que Jesús en oración íntima hacia Dios, reciba una revelación de que Dios es de otro modo y ser, sino que más intensamente, el vivir la vida de la gente más sencilla y sufriente, le hace comprender que Dios es de otro modo para ser buena noticia para ellos. Primero, el acto primero de la teología, es la vida junto a, entre, desde y en la gente, y el caminar liberador en ese lugar. Luego viene la lectura creyente, entusiasta (poesía), entusiasta y crítica (teología).
Y llego sin fuerzas para releer y corregir el texto, así que perdón por lo más oscuro y fallos. Buenas noches.
Doy por hecho que todos los temas que abordamos y en los cuales nos involucramos, a veces vehementemente, no son mero divertimiento del espíritu, sino que obedecen o bien a una necesidad sentida, la de quien busca respuesta a un problema o conflicto sufriente o porque estamos en la posesión de algo grandioso que deseamos compartir. Así que pudo disculpa si me estoy mostrando otra vez algo excesivo y alguien cree sentirse esto cuestionándole.
A veces para poder avanzar resulta muy necesario volver a los rudimentos, aunque parezcan obviedades, y María pilar hace muy bien recordándonos que por encima de la revelación positiva de la que se alimenta como fuente la teología hay una revelación universal, natural y que alcanza a toda la humanidad desde el principio, y de que podemos ser además agentes de esa misma revelación como cooperantes necesarios de la Creación de Dios.
También tenemos que recordar que lo profano conceptualmente nació porque en las religiones antiguas, incluído el judaísmo existió un espacio especial para “lo sagrado” a donde se entraba por medio de “una liturgia” y por una casta de intermediarios, “sus sacerdotes”. Mientras el mundo y la humanidad totda vivía en la casa común de lo profano. Como dice Oscar; lo inmediato, lo que se nos muestra y de lo cual participamos.
Pero cuando Jesús, para crearse el “cristianismo” (la obra de Jesús) la religión dejó de ser ese guetto de lo sagrado, no porque hayamos sido trasladados al mundo de lo invisible donde habita Dios separado el mundo, sino porque Jresús le dió a nuestra existencia humana una nueva plenitud. Tal fue el proyecto de Jesús haciendo que Dios se insertara en lo más profundo e íntimo de nuestra profanidad dándole un sentido escatológico. Dios nos ha sacralizado desde dentro. La resurrección de Jesús es la garantía de la nuestra.
No se puede construir una teología sin una pizca de revelación, pero si damos por revelado lo que asoma en el ser humano, pero cerrando el círculo, sin ninguna correlación con una iniciativa creadora origen de nuestro ser y de nuestro existir, de nuestro tránsito por la vida, estariamos construyendo una teología profana. Divinizaríamos al ser humano mediante la operación de matar al Padre.
Ya he mencionado que no participo de esa teología, porque para mí no existen diferentes conceptos de revelación”, como dice Isidoro, sitúando tal revelación en una categoría intelectual sino en un acontecimiento, una experiencia de la cual soy consciente y de la cual no puedo prescindir para construir mi pensamiento, porque no se ha dado en mis facultades meramente intelectuales ( un acto mero de conocimiento) sino en la iluminación del corazón, donde Dios ha venido a habitar para alumbrarme desde dentro a través de las palabras de Jesús y los hechos de su vida.
Las evidencias conforman la conciencia y los actos de la vida.
Hay otra mirada posible.
Decimos creer en Dios, admirar, amar… menos… cuidar la naturaleza, cread, toda ella.
El cosmos, al que, para averiguar… no se cuantas cosas, lo estamos llenando de basura, que algún día caerá sobre la tierra, porque tanta contaminación de acá abajo, puede abrir agujeros por donde se cuelen (ya sé que no estoy hablando con lenguaje académico… es, que no lo soy, pero creo estar explicando lo que intento decir, y así, toda persona puede comprender.
Si creemos en un Dios, y somos obra de sus “manos”, hay dos opciones, o nos a creado muy, pero que muy limitados y maltrechos, o lo hizo muy bien…
El ser humano, que es quien decide que ser, como ser, como actuar, en su libertad… ¡escoje!
Mi mirada es la siguiente:
Cada ser nacido (los animales, las plantas, la tierra… lo sabe, nadie le enseña, siguen sus instintos y se multiplican, crecen nos nutren) etc.
Tiene en su misma entraña, la capacidad de ¡ser!
La capacidad de elegir, la capacidad de… con los medios que le rodean… “crear” inventar nuevos utensilios que nos facilitan la vida, descubre a base de observar (en el principio) y estudiar después desde las bases ya establecidas, nuevos adelantos.
¿No es “Revelación” que haya personas con unas capacidades más vivas, más fuertes, más impulsadoras a buscar aquello que están intuyendo?
¿No sería esa la manera más maravillosa de la acción de ese Dios en el que decimos creer?
No todos los seres humanos nacen con las mismas capacidades, habilidades, motivaciones… y cuantos adjetivos podamos poner.
No todos los seres humanos nacen en lugares donde se puedan desarrollar sus “dones” o deseos de averiguar…descubrir, comenzar, elaborar…
Hay personas que tienen una necesidad profunda de seguir aquello que puja en su interior, y se pone en camino cueste lo que cueste.
De ahí, todas las personas que han pasado por la historia dejando sus maravillosos avances, en todos los sentidos.
Pero esa misma libertad, puede ser utilizada de manera negativa, solo en beneficio de si misma y a cualquier precio… Lo que a lo largo de la historia llamamos, hijos del mal, demonios, en las religiones, manos negras, causantes de terribles desgracias.
Es posible, que la naturaleza, como el ser humano, no esté asentada, y en cada cambio se lleve por delante todo cuanto esté a su paso.
O puede ser también… que el ser humano, está alterando tanto el entorno que le rodea, para conseguir mayores beneficios, que la esté obligando de alguna manera a “protestar”.
Solo miremos el mar… los ríos… las selvas… los animales…
¿No se le puede llamar, “Revelación” aquello que intuyen esa personas que han dejado en el mundo nuevos amaneceres, nuevos avances, nuevas manera de vivir… y que en todo ello este preñada la...Esencia de la Vida-Dios-Ente. Ser?
La Escritura, es un compendio de “voces” primero, dibujos después, escritos más tarde, de personas que intuyeron una fuerza más fuerte que ellas mismas, y lo proclamaron, lo vivieron, lo enseñaron?
La creación es inmensa, y si hay un Dios que lo rige todo… ¿no es empequeñecerlo hacerlo “dios” de una mínima parte de la humanidad?
Si cuantas personas sentimos algo que nos llama, nos atrae, nos imprime carácter de alguna manera, animándonos a vivir de una forma concreta, aunque esta no sea lo que la mayoría vive; y queremos el bien para cuantas personas pasen por nuestra vida, y lo compartamos y ofrezcamos, con nuestra manera de ser, actuar, y decir… si está a nuestro alcance…
¿No estamos voceando, ese Mensaje (en mi caso el de Jesús de Nazaret) como muestra de que Dios… en su infinidad de nombres, está Encarnado en esta humanidad?
No es crear una Teología fuera de la existente, es mirarla de otra manera; como sucedió cuando apareció la Teología de la Liberación.
Sus comienzos por estos lares, no fueron halagüeños:
En el C. Pigantelli, tuvimos la suerte de escuchar su esencia de manos de Ignacio Ellacuría, Jon Sobrino, Benjamín González Buelta, y otros…
Algunos asesinados por vivir su fe… ¡De otra manera! Otros, tuvieron que abandonar la iglesia… no convenía.
¿Que es seguir una fuente, que la iglesia de Roma asuma y acepte?
Todos sabemos, que los teólogos… ni mucho menos piensan, escriben, enseñan los mismo…
¿Por qué, tanta duda, tanta des-calificación, tanta condena?
Quizá… solo quizá, si fuéramos más comprensivos y tolerantes… las religiones no hubiesen cometido tantos estragos.
mª pilar
Hola Isidoro!
Muy interesantes tus consideraciones variadas y las frases de gente que se tomó el trabajo de pensar y decir.
Al final te leo:
– “De lo que estoy casi seguro que a principios del siglo XXII, la Humanidad sabrá muchas más cosas que ahora mismo. “-
¡Ojalá! y ¡Suerte!
Andando por los 78 años no veo cómo podré comprobarlo. Además tengo de 10 a 20 movimientos sísmicos diarios en los qe con algunos parecemos bogar en góndola venciana; cuando en la Escala marca entre 5 y 7 Richter. Eso de que la Realidad (el SER O la NATURALEZA) es Buena no es un “cuento chino” sino “griego” o de Hollywood.
¡Voy todavía! – Óscar.
Hola Román!
Te leo:
– “teología de lo profano o teología profana como dos categorías diferentes”-
………………..
¡Ok!
Luego solo te explayas en “teología de lo profano”.
Te arrimo algunas cositas sobre ese tópico:
1.- ¿qué sería “lo profano”?
2.- el “de lo” es un “genitivo”. Esta declinación (modo oblicuo de referirse a alguna cosa en el discurso) es la más rica y compleja que hay en la lingüística. Te señalo solo dos, que son las que yo aplicaría a la “teología profana”: el genitivo de “origen” y el “posesivo”.
LO PROFANO lo sería tanto en “origen” (o raíz) como en “posesión” (o privativo). No hay nada antes, ni real ni conceptualmente.
3.- Por eso es que a veces “neologizo”, en este caso con el vocablo “PRO-FAINO”; porque FAINO es un vergo griego que significa “APARECER” “MOSTRAR-SE”. Es decir: el modo en que la “intimidad” (profundidad) existe: APARECIENDO, MOSTRÁNDO-SE en la “superficialidad”. Eso es la CARNE.
(No te voy a insistir en que la teología en uso abunda en estas consideraciones, solo que no se hubo percatado de lo que estaba diciendo, de apurada nomás; no era su tiempo)
¡Voy todavía! – Óscar.
Hablan José Ignacio y Román del buen uso de unas buenas “fuentes”, como base fundamental para hacer buena teología. Pero el gran problema está ahí: en que las fuentes de que disponemos son muy poco fiables. Y por ello como dice Román, todas nuestras especulaciones sobre esa misteriosa sabiduría de Dios, es necesariamente subjetiva.
Yo creo que la clave de todo está en las diferentes concepciones de la “revelación”.
Los hay que la niegan, los hay que la aceptan literalmente tal y como se imprime en su idioma personal, en los libros hoy día, y los hay que la aceptan, pero reconocen todas las circunstancias humanas, históricas, lingüísticas y culturales, que han deteriorado su fruto, y han hecho de las “fuentes” algo muy dudoso.
Y después que hay que hacer en estos tiempos “globales” y auténticamente “católicos = universales”, es evitar el paletismo cultural, y aceptar que la revelación no puede haber estado reducida a una pequeña parte de la Humanidad. Y aceptar la realidad de la Revelación global.
(El verdadero “cristiano” universal, va mucho mas allá de la figura del local Jesús histórico, y busca reconocer el papel del Cristo cósmico, oculto en todas las revelaciones religiosas del mundo).
Gershom Scholem “plantea la Revelación no tanto como algo que tiene un sentido en sí, sino más bien como lo que “da sentido”. La Revelación se reactualiza de forma permanente en el devenir humano, y en ese proceso no hay sólo transmisión, sino también, una progresiva incorporación de elementos creativos surgidos de la propia experiencia de la Revelación, y que pasarán a formar parte de las Tradiciones”. (Tomas Campo).
Así es como cada parte de la Revelación global, de fuente única, da origen a las distintas tradiciones religiosas, la judía, la cristiana, la islámica, etc.
O sea que los hermeneutas de las sucesivas revelaciones, realizan un despliegue progresivo de lo que, desde el principio mismo está implícitamente contenido en cada revelación. Y este despliegue se realiza en la historia, y está por ello sujeto a sus avatares. Por ello todas las tradiciones religiosas, como sigue diciendo Tomás Campo, “viven en una perpetua ambivalencia, que les da su riqueza y que es también su peligro: si su origen es “divino”, su desarrollo es, sin embargo, en cierto sentido al menos, plenamente humano”.
Por ello si se pretende formalizar una nueva “tradición” o cosmovisión, que resuene en el interior del hombre moderno de los tiempos actuales, o sea del tercer milenio, necesitamos buscar y reordenar creativamente los elementos de todas las revelaciones que se han realizado por parte de la Trascendencia hacia la humanidad, desde el principio de la historia.
Desde el convencimiento de que todas esas revelaciones provienen de un mismo origen, y dicen en el fondo lo mismo, (lo que no podía ser de otra manera sin dudar de la buena fe de los reveladores), hay que contrastar las diferentes expresiones simbólicas y muchas veces deformadas, de las múltiples fuentes históricas de la revelación, para obtener creativamente el denominador común a todas ellas, eliminando en el camino, todos aquellos elementos que se nos aparezcan como falsificaciones, errores de transcripción, o las más de las veces simplemente elementos literarios creativos de los redactores y escribas de esas revelaciones.
Naturalmente esta labor hermenéutica, como toda labor humana, es susceptible de errores, y por eso esta nueva cosmovisión para el hombre moderno actual, no puede nunca dejar de ser, solo una hipótesis de trabajo, siempre mejorable, y hasta completamente sustituible por una nueva, más certera, si se producen circunstancias que nos aconsejen la conveniencia de ello.
Esa es la labor de la teología en estos tiempos: ser útil a los hombres de su tiempo. De lo que estoy casi seguro que a principios del siglo XXII, la Humanidad sabrá muchas más cosas que ahora mismo.
En cuanto a la calidad de la teología y su calificación de buena o mala, tal cosa la dejo para el buen criterio de los estudiosos ( quienes entiendan la filosofía/teología como un ejercio de la mente regida o condicionada por la disciplina de una ciencia del espíritu). Yo me quiero adentrar por el difícil vericueto de una teología considerada como teología de lo profano o teología profana como dos categorías diferentes.
Teología de lo profano, es por ejemplo, la búsqueda del valor de lo humano en el Misterio de la Salvación y el misterio de la Iglesia propuesta por el Concilio Vaticano II (1963-1965). José María González Ruíz, unos de los asesores del Concilio, lo explicó largamente en “El Cristianismo no es un humanismo” que se convirtió en mi libro de cabecera para comprender sin trampas aquello del valor divino de lo humano tan en boga durante mis años de militancia durante los últimos años de Franco.
Así pude comprender que en la Iglesia estaba instalado desde muchos siglos atrás un secularismo que si parecía identitario del Catolicismo Romano, en realidad lo arrastran otros grupos, y así mismo las confesiones nacidas de la Reforma Protestante. Había sido un producto de la Cristiandad de la Edad Media.
En la praxis significaba la búsqueda de la salvación individual por los medios propios aunque con perspectivas distintas según la confesión de fe, y en lo doctrinal el establecimiento de un nuevo mesianismo; el reino de Dios como ámbito exclusivo de la autonomía humana, aunque en nombre de Dios
Esa “desconexión” con la divino en primera instancia contemplada como un optimismo sobre las capacidades del ser humano ( su razón y su condición moral perfectible por la educación y la praxis de vida, y las ciencias sociales y médicas) nos la llevado a las nuevas doctrinas escatológicas sobre el Reino de Dios de las teologías llamadas progresistas o liberadoras, y a efectuar una lectura humanista ( que no humana) del Jesús histórico, descargando a los evangelios canónicos y demás escritos de la Biblia cristiana de todo valor sobrenatural.
La buena o la mala teología deriva de la valoración que se haga de sus fuentes.
Pero seguirá siendo un juicio subjetivo.
Hola José Ignacio, vi ayer que me aludías y esto viniendo de ti es de apreciar, pero como puedes imaginarte estuve muy pendiente de lo que sucedía en el Parlamento y sólo me dio tiempo de dejar esbozada una idea que no podía desaprovechar. Me urgía hacer notar que si algo ha tenido que ver con el tema del que habla el artículo, buena o mala teología, la indiferenciación entre los términos conceptuales “construcción y constructo” deja en terreno confuso la acción humana, de la cual depender en gran medida, a mi modo de ver, la una o la otra.
Primero, pues, ampliaré un poco aunque sea de forma esquemática, aquella idea que, tal vez, al mismo tiempo te haga ver que no se trata de ningún panteísmo y me ahorre extenderme demasiado.
¿Dónde nos lleva la construcción, como respuesta teológica?
La construcción, por la acción que lleva implícita, consiste en producción. En este caso producción teológica, la cual al responder, por tanto, a este ENTE (Supremo) inaccesible sensiblemente deriva, como ya señalé, en mera construcción mental.
Contrariamente, el concepto del término “constructo” constructo humano, hace referencia no a una acción sino fundamentalmente a un acto, a aquel acto fundamental que nos hace ser. Por eso, en mi opinión, Dios no es ENTE(supremo) sino una realidad fundamental.
El Reino, a los cristianos hacedores de teología, se nos ha hecho presente mediante la figura histórica de Jesús, por tanto no se trata de una producción (construcción) sino de algo cuya estructura natural y física está ya dada. Entonces el constructo consiste en el hacer constructivo de esta estructura física ya dada. La vuelta inicial a ella que es todo un volver a empezar lo contrario a una construcción, no está ahí implícita la idea que persigue Francisco?
Un saludo agradecido y cordial
Resulta relatrivamente fácil seguir los razonamientos de José Ignacio desde el primer momento cuando planteaba como una cuestión fundamental las fuentes de la reflexión teológica. Tal cosa le reconducía a distinguir de teologías; la teología de la teosofía y luego, además, de la predicación religiosa.
Se puede interpretar, no sin argumentos, que la teología así contemplada sea meramente una ciencia entendida como disciplina académica, y que debe verse sometida en rigor a los requisitos y planteamientos de toda ciencia especulativa o de razón, lo cual la aparta todavía más de la predicación del Mensaje (hablo en el ámbito puramente cristiano)
Mª Pilar reclama con toda su legitimidad su cuota de participación de las verdades teológica recibidas por el testimonio o experiencia de vida, pero que no se ajusta del todo a las reivindicaciones intelectuales que se vienen haciendo. Resulta necesario el alejamiento ( poner alguna distancia) con las premisas filosóficas, máximes si tales en lugar de apuntar hacia Dios, ahondan en el misterio del ser humano en la búsqueda autónoma de su propia trascendencia.
Yo reivindico desde mi perspectiva cristiana el protagonismo de la predicación. Nosotros/as, pertenecientes al Pueblo de Dios somos los depositarios de la Ciencia de la Salvación El Cristianismo es una Soteriología antes y siempre delante de una especulación sobre la divinidad, que es el resultado reflexivo de lo que acontece en nuestras vida y del conocimiento del rostro de Dios a través del Jesús histórico.
Seguramente, Óscar, si habláramos ha tiempo, te entendería fácil, pero no estoy seguro de hacerlo. Así que tal vez salga por peteneras. La teología cristiana católica -dejo a tu criterio valorarlo- tiene unas fuentes que hay que utilizar con precisión razonable; la Escritura requiere un uso “científico”, entiendes lo de las comillas, y no un impresión personal o una oración muy profunda; una lectura “científica” del texto, en aquello que hay razonable acuerdo; no es poco; indudablemente, si uno, con buenas razones (p. e. Salvador Santos) se sale de esa lectura común, es legítimo, y compondrá otra teología cristiana, él o quien le siga. Pero en los dos casos, y otros mil, todos nos sentimos obligados a partir de una lectura “científica” de la Escritura. (Muchos teólogos cristianos dirían que una lectura “creyente”; me conformo con lo que he dicho). Lo mismo con la Tradición Viva, tan variable, pero no como para ignorar que no puedo interpretar a mi gusto cualquier símbolo de la fe, o autor, o corriente de vida, o tradición comunitaria, sobre los que hay un cierto acuerdo, y formas más objetivas de leerlos unas que otras. No es lo que me parece, sino lo que nos parece y por qué. Y la experiencia integral del ser humano, lo mismo, es muy diversa, pero si alguien aporta algo analizado de un modo que llamamos ciencias humanas y sociales, y ha acogido la mirada de los más pobres en esa búsqueda –el enfoque más universal para dar con la dignidad humana, el único- parece más sólido que si yo digo, “me parece, lo siento así, lo intuyo, y respeta mi opinión”. A ti, sí, pero tu opinión es discutible, y más aún, si sólo apela a tu experiencia particular. La experiencia particular hace sabiduría para uno mismo, pero los demás nos están obligados a darla por tal, e incluso les puede parecer con buenas razones que es muy subjetivista. Por tanto, si el objeto último de la teología en una divinidad trascendente o no, y compone una religión o no, ahora no importa tanto, como cuáles son sus fuentes y el método de trabajo para que cualquiera con las misma preparación las conozca, contraste y comparta o corrija. Hablo del método, y sus fuentes, no del objeto; sé que objeto influye, pero digo que no determina. En la Iglesia me matan si alguien lee esto, pero ahora estoy en este nivel. Entiendo que me dices que si el objeto en todos los casos lo convertimos en religión, el conocimiento teológico yerra de antemano en su pretensión, haga lo que haga con su método, pues todas son un constructo teológico Es otra cuestión y no cambia del todo la cuestión de las fuentes y el método, precisamente porque no estoy exigiendo que las fuentes pasen primero por el dogma religioso, sino al contrario. Su variedad no solo procede de su Dios, sino de sus fuentes y su método. Esta es la diferencia. En todo caso, si el modo profano apela al desvelamiento de la vocación personal inalienable en la propia vida, tiene que ofrecer un método que nos permita contrasta algo de su verdad, y compartir o corregir. Así es nuestra cultura epistemológica.
Luego de todo, leo tu segundo apunte en respuesta a Román, lo entiendo mejor y me atrapa; concluyes “al ser humano le “TRASCIENDE” SU VIDA. Lo vamos siempre a encontrar “haciendo algo” para “llegar a ser” lo que se siente llamado (vocación) a ser insobornablemente”. Yo no soy un crédulo en objetivismos científicos y filosóficos varios; no especialmente; pero sí es verdad que me gusta conocer en el diálogo la jerga precisa que vamos a utilizar y las conexiones lógicas del argumento o prueba. Me gusta tu conclusión, pero no la comparto plenamente. Digo plenamente. Es muy importante este matiz. Hace tiempo que me parece otra metafísica que ahora dice del ser humano lo que antes decíamos de los dioses. O con una carga exageradamente poética en cuanto a esa vida del común. La mayoría de los humanos construimos nuestras vidas a golpe de lo que va tocando, con ese propósito que no sea “déjame en paz y a ver cómo me cuelo en este espectáculo con lo mínimo”; eso, los humanos a los que nos va bien; al que le va mal, y es víctima nuestra, ni eso. Tal vez sea demasiado pesimista.
En el caso de María Luisa, también si yo dialogara más con ella, entendería mejor su lenguaje y no estoy seguro, así que igual yerro. La teología cristiana puede desarrollarse como teología de Dios, aceptado como un fundamento interior al ser humano y a todo lo existente, sin dualidad, y en cuya religación todo adquiere sentido y esperanza. Al fin y al cabo, la ley cristiana de la encarnación significa que Dios se mezcla en la historia del mundo, en todo y en todos, ya sí, todavía no en plenitud. No sé si hay un camino por aquí. El cristianismo no es panteísta pero sí concibe todo bajo la ley encarnación. De hecho, el cristianismo convertido en religión y dualidad del ser, no es cristiano. Es otra cosa. De todos modos, en cualquier versión, su teología tiene que mostrar su método, sus fuentes y el significado preciso de sus conceptos.
María Pilar, es que más allá de la teología, o mucho antes, está el silencio y el abrazo a quien ha cubierto un recorrido y vive de una experiencia que “nadie me la quitará”… Si está construida desde abajo, desde dentro, desde la sinceridad solidaria con la dignidad de los últimos, y Dios en ellos, qué voy a decirte, amén.
Este responderos a todos es por deferencia y educación, no por altanería. Os lo merecéis, pero requiere un tiempo que debo valorar. Un cordial saludo.
Hola Román!
“¡Despacito y buena letra!” me decían cuando niño. Y no está mal.
El concepto de “trascendencia” que usamos (La Lengua es una de las más importantes –si no la mayor- creencia (fe) en que “se está” –libre y rehén) implica un OBJETO (ob-jectum = lo que está arrojado delante de un “SUJETO”).
Sujeto y Objeto no solo se “distinguen” sino que se “diferencian” (son “cosas” diferentes)
………………..
EXCURSUS: Podríamos ampliar esta consideración esquematizándola en tres distancias distintas al Objeto:
UNA: El Monte Himalaya es un Objeto referido a mí.
DOS: Una Imagen del Monte Himalaya es otro Objeto referido a mí, sin confusión con el anterior.
TRES: La Palabra “Himalaya” es otro Objeto referido a mí, sin confusión con los dos anteriores.
…………………
Pero hete aquí que desde principios del siglo XX empiezan a aparecer pensamientos extraños respecto a los anteriores.
Fue el Arte –como siempre, porque sus protagonistas son los primeros sensores de las ondas y vibraciones que anuncian el “nuevo tiempo”, como las primeras brizas en el Sahara anuncian la tormenta advenediza- quien revolucionó la asentadísima creencia de que hay OBJETOS “objetivos”. El “impresionismo” de van Gogh no pinta “lo que ve, pinta “su ver” (los puntitos de su pupila). Y el Dibujante de La Pantera Rosa se dibuja él mismo en su lápiz conminando de encerrar a la Pantera (su Objeto) si no se porta bien. La Ciencia cree “analizar” Objetos y queda sorprendido infraganti “el dedito” que ha ido metiendo en el supuesto “puro” Objeto.
Nos vamos desayunando con un NUEVO OBJETO extrañísimo, anterior y más radical “desde dónde” habíamos estado “objetivando” todo.
A ese NUEVO OBJETO el vocablo “objeto” le chinga, no le cae para nada bien!
Necesitamos una NUEVA REVELACIÓN para ver, e.d. comprender la Realidad.
Ese NUEVO OBJETO fue y es “la cosa más sabida desde que el humano es humano” y que “por sabida se había callado”: LA VIDA HUMANA.
La Vida humana no es el ser humano, sino “lo que hace y le pasa con las cosas del mundo”. Podríamos llamarlo Personaje (Goethe vislumbra su caballito de batalla: la PERSONALIDAD).
¡Parece que estamos llegando a lo que preguntas!
Al ser humano le “TRASCIENDE” SU VIDA.
Lo vamos siempre a encontrar “haciendo algo” para “llegar a ser” lo que se siente llamado (vocación) a ser insobornablemente.
Bueno, Román, te lo dejo ahicito nomás! Mientras ¡Sigo yendo todavía! – Óscar
¡Gracias José Ignacio por tu respuesta!
Me sigo sintiendo muy cerca de las vivencias de Oscar.
Teología es, una “proclamación” estudio, de quién es Dios.
Como nos dice Oscar, y tú de alguna manera lo as expuesto maravillosamente bien en tu observación del sermón de la montaña de Jesús…
Todo es construcción humana… cierto desde una experiencia personal, empezando por los Profetas.
Pero Jesús, los salvó solo a ellos… los Profetas, con sus debilidades, fracasos, desobediencias… y condenó y avasalló a los sacerdotes, escribas… por como utilizaban su nombre en vano, como utilizaban las leyes (hechas por ellos, para su propio provecho) y el templo.
¿Cómo hacer el centro de nuestra fe, sin al menos tener unos criterios más o menos claros de cual es el camino para llegar a experimentarlo, amarlo, “servirlo” en su misma creación?
A estas alturas, la teología estudiada con verdadero afán… ha quedado en sentirme inmersa en esa… ¡Esencia de la Vida! que experimento en cada paso que doy.
No necesito más, me siento bien cimentada, tranquila, expectante… Venga lo que venga es, y será… bien recibido.
El “cielo” Reino… ya es aquí y ahora.
Un abrazo entrañable.
mª pilar
Buenos días!!
Leo de Oscar “Todas (las teologías) son “constructos humanos” como respuesta “religiosa” a un Ser Supremo -Dios o algo similar-, pero siempre un ENTE (supremo).
Si se me permite disentir un poco, diría que como respuesta religiosa ésta puede responder, en efecto, a un ENTE (Supremo) – Dios o algo similar. Y esto en mi opinión cae dentro del ámbito de una “construcción mental”.
Pero hay otro modo de responder que no es una construcción mental sino un “constructo humano”, y en este caso la respuesta no es respuesta a un Ente sino a un fundamento. Se diferencian ambos modos en la verticalidad religiosa del primero y en la horizontalidad religante del segundo.
En el primero es construcción, en efecto, en cambio, en el segundo es fundamento estructurante.
Oscar,
usas la palabra “trasendencia” de un modo que se me escapa el sentido que le das. No se si se trata de uno de tus “neologismos”, que son tan iluminadores.(No es trascendencia, ¿verdad?)
¿Podrías, aclararmelo, porfa?
Hola José Ignacio!
Te leo:
1.- “tendría que conocer sus fuentes para verlo más claro” y
2.- “decir en qué sentido es teología.”-
Ok!
Ad 1.- LAS FUENTES: son tus propias observaciones que has enumerado. La “variedad” de teologías como saberes o “decires” religiosos (de las religiones a que responden).
TODAS son “constructos humanos” como respuesta “religiosa” a un Ser Supremo -Dios o algo similar-, pero siempre un ENTE (supremo).
TODAS sus “Variedades” son derivadas del “vario” Ente Supremo de c/u.
Se trataría, entonces, de “caer en la cuenta” que el “modo religioso” (de las variadas religiones) es un “modo distanciador”.
Para eso hay que “contar con” que TODAS son un “constructo humano”.
El “darnos cuenta” de esto último es el fruto maduro al que han aspirado los “diversos” modos religiosos y logrado si “rompen bolsa-odre”. Estimo que es el caso de Jesús el Galileo. No lo sé. Lo que sé es que es mi caso.
…………………..
Ad. 2: EN QUÉ SENTIDO ES TEOLOGÍA:En el sentido que responde a al llamado (vocación) de trasendencia:
* El “modo religioso” pone la trasendencia en un Ente (fuera o dentro de uno mismo -solo fueron sub-modos)
* El “modo profano” pone la trasendencia en la Vida personal que c/cual tiene que ir haciendo para lograr “coincidir consigo mismo” (o vocación personal inalienable e insobornable).
NOTA: a falta de un vocablo nuevo para esta tarea teórica uso el nombre heredado (teo-logía) y el de “pro-fana” que lo shockea con un uppercut de izquierda.
¡Y no te jodo más! – ¡Voy todavía! – Óscar.
Al llegar la noche, el día ha sido intenso, no siento necesidad de enredarme mucho más en el tema. Sí que leo un por qué mío que es “porque”, cosas del directo. Ana, me honras. Y sí, Oscar Varela, quizá sea posible la teología como constructo teológico profano, pero tendría que conocer sus fuentes para verlo más claro y decir en qué sentido es teología. Yo sí creo que un no creyente puede hacer teología –otros dicen que no-, pero sobre una teología profana, tengo que entender la idea. Recuerda que con mi admirado Salvador Santos coincidía en su sentido social e histórico de Jesús, pero no en el significado teologal y teológico de su fe.
Tomás, esperas demasiado, lo siento. Podemos seguir en ello. La filosofía de la religión, sí aspira a un logos universal, y pobre de ella si no lo hace. Al menos en un espacio cultural como el nuestro, el de la razón crítica ilustrada. La teología cristiana también; ella sabe que no puede ignorar lo conocido argumentadamente en la filosofía de la religión, y mucho menos en las ciencias humanas y positivas en general; no puede ir contra ellas desde la sola fe, porque ignoraría a la razón; y ella se construye en la suma de la fe y la razón; cuando hay compatibilidad, todo va bien; pero si no lo hay, si lo logrado por la razón no es compatible con lo que parece advenirse desde la fe, la teología puede suspender todavía su juicio; o, si no, mostrar desde la razón humana que hay otra lectura razonable de lo humano; pero si no es posible esto último, si resulta claramente sesgado y falso, la teología reconocerá que lo que dice, lo prueba por la fe, –lo cree-, y que la razón humana común le deja insatisfecha; o sea, no puede sustituirla con la sola fe, y recortar la razón a su medida; preguntará a los “sabios” si no hay otro modo de razonar humanamente sobre lo mismo, pues lo sabido en ese plano no le satisface plenamente o casi nada; pero ella, en cuanto teología, no puede sustituir con su fuente de fe la fuente de verdad humana que es la razón humana compartida. (Pocos teólogos me hacen caso, y casi ningún intelectual laico).
Y María Pilar, claro, lo entiendo, si vives entre lo más débil del mundo, o tienes experiencia extremas de generosidad, los libros de teología se te pueden caer de las manos, pero eso no quita ni pone sobre qué es la teología. Si ella acoge en la experiencia humana integral o praxis liberadora –su fuente vital- esa implicación con la vida en debilidad, la teología saldrá con un signo propio; así se entiende y vive a Dios de otro modo; como Jesús; hoy le decía a una amiga que Jesús llega a las bienaventuranzas no porque Dios se lo revela en intimidad, sino porque vive cerca de los pobres y desde ahí comprende quién es Dios; no hace falta hacer teología para lograrlo; hasta puede ser una dificultad, pero eso no la anula en su sentido; la teología está magnificada en su valor respecto de la vida cristiana digna y justa, pero echarla a un lado sería una consecuencia que no es obligatoria; es personal, pero no es mejor para todos. Puede que tú misma –perdona el tuteo- hayas llegado a leer la vida de un modo tan profundo porque gente que te llegó con su vida había leído/escuchado en teología una clave, una libertad, una conciencia, un punto de vista que la liberó de miedos y alienaciones. La teología, en la fe, está sobrevalorada, pero si arranca de la vida de la gente, puede hacer un servicio. Comprender, intuir, experimentar… discernir, es irrenunciable; si alguna teología nos ayuda, bien, y si no, pues nada; hay mucha teología horrorosa, lo sé; sin embargo, yo he aprendido mucho en otras y no me viene mal, pero admiro a quien vive mejor que yo y sin pasar por ella.
A todos gracias y un saludo
Pregunta:
¿Que hacemos con las distintas interpretaciones de Teología?
Porque haberlas ahílas…
He leído estudios de Cristología, donde varios teólogos se contradicen los unos con los otros.
Y ¿Que hacemos, si nos sentimos más cerca de una interpretación que de otra?
Uno de mis profesores… teólogo y también biólogo; siempre entre libros, universidad, clases, grupos… con una mente espléndida.
En un momento determinado, le enviaron como Responsable a Fontilles, ahí, descubrió el dolor en un tu a tu con los enfermos; sus mutilaciones, sus años alejados de todo contacto humano; muchos de ellos/as ya no volvieron a salir de allí por su aspecto, dado que la lepra ya estaba controlada.
Cuando regresó, volvieron a encargarle sus clases de teología… y un día me comento:
“Después de Fontilles… los libros de teología se me caen de las manos”
Y lo comprendí perfectamente.
El dolor en mi familia, ha estado siempre presente… mi querido hermano… hemofílico grave, cuando le detectaron la enfermedad, ya tenía 40 años, hasta entonces… nadie sabía lo que le sucedía… sufrió lo indecible, jamás se quejó, no pudo vivir como todos los niños ni muchachos de su edad, apenas pudo asistir al colegio.
Se enamoró, una mujer muy generosa que se prendó de él, cuando mi hermano le comunicó sus sentimientos, ella aceptó.
Mis padres, su madre, sus amigos, nuestros amigos, le explicaron que su vida no tenía garantías duraderas… pasaron por encima de todo; aprendió un oficio con el que sacar adelante aquella vida que ambos eligieron… fue un ejemplo para quienes tuvimos el gozo de compartirla… tuvieron 4 maravillosos hijos. Murió con 58 años, todos le recordamos cada día con inmenso cariño.
Puedo decir, que era una persona extraordinaria, creyente, enamorado de Jesús de Nazaret hasta lo más profundo de su ser, fue un ejemplo para quienes tuvieron la dicha de conocerle y tratarle.
Tuvo regalos extras de personas maravillosas que pasaron por nuestras vidas, pero el regalo más hermoso fueron… los Hermanitos de Jesús, que fundaron su noviciado en España en Farlete…
No creo que ninguno de ellos fuera teólogo, pero puedo decirles, que aquel pueblo ¡¡¡cambió!!! las personas cambiaron, cambiamos; el pueblo era otro; acostumbrado a sus dos caciques y sus cacicadas… nació la armonía, el buen hacer, la alegría, el compartir etc.
Y no predicaban… ¡¡¡Vivían!!!
Estoy muy cercana de la mirada de Oscar; creo que cuando uno camina mirando a su entorno…
¡La vida!
personal y la de los demás…
La teología no se necesita para comprender, intuir, experimentar… ese…:
“Algo” que nos supera, y si se aprende a no esperar, a confiar, a seguir los dictados que brotan del corazón noble y bueno…
¡¡¡Se llega a Él!!!
mª pilar
José Ignacio, como introducción me parece muy interesante, pero creo que no soy el único al que le has dejado expectante, así que espero que encuentres el tiempo que mencionas y nos concretes algo más . Entre otras cosas, me parece que la diferencia entre teología y teosofía abre un diálogo amplio. Desde mi limitado entender cuando hablamos de teología ¿ dónde se fundamenta el logos? Y ¿ no deberíamos aspirar a que la teología tenga una validez universal si es un ” saber sobre Dios”?. Bueno no quiero encaminar de ningún modo tu comentario así que espero tu ampliación.
Saludos cordiales.
Tomás
Hola José Ignacio!
No sé si “hacia el final de tu día” aportarás otras vista “más personales”. Gracias, si las aportas!
Por ahora señalaría la interesante “variedad” de atopamientos al Teos que has expuesto.
Mi perspectiva va en ese sentido: en el de comprender la “variedad“.
La mejor explicación que encontré es que “todo lo que el ser humano hace, lo hace desde su ‘necesidad’ de vida“.
Por lo tanto para comprender “lo que hace” hay que comprender el Escenario en que él hace su vida.
………………….
Debo ser consecuente y decir, entonces, que desde “mi vida”, yo, óscar alberto varela, manifiesto mi pensamiento acerca de la Ciencia “teología” como un constructo sistemático PROFANO.
Entiendo que ese es el desafío de mí/nuestro tiempo (¿axial, al decir de Vigil -y de Salvador Santos y de Nacho en su paso por ATRIO?).
¡Voy todavía! – Óscar.
Hola Isidoro!
En tu Comentario del 9 noviembre 2015 at 1:52 am te leo:
– ” El amigo Oscar es muy optimista“-
En el de 9 noviembre 2015 at 10:51 am te leo:
– “te veo muy pesimista“-
(¿?)
…………………..
Isidoro, no creo se trate de tales calificaciones.
Mi propuesta a tí solo intenta seducir la mirada hacia alguna perspectiva tal vez des-atendida.
¡Voy todavía! – Óscar.
Calleja, muy buena tu exposición, coincido contigo pues es lo que yo he querido decir en mis intervenciones, sólo que tú lo has sistematizado mejor.
Hola rodrigo!
Te leo:
– “Según tu lógica, habría entonces que concluir que la vida humana está llena de monstruosidades“-
Bueno:
* Llena, llena no, pero …
… pero ¿no se está tratando de vaciarla lo más que se pueda?
……………
Te sigo leyendo:
– “¿para qué mierdas poner tanta y toda la esperanza en el (pseudo)vitalismo?“-
Entiendo a qué te refieres: al pensamiento de José Ortega y Gasset. Pero resulta que eso que tenés en la cabecita no es el pensamiento de José Ortega y Gasset, al que empecinadamente des-calificas mostrando tener poca y tergiversada idea del tal pensamiento, sino solo lo que habrás oído ¡vaya uno a saber de cuáles y cuántos adversarios -porque los hay y los he ido, también, consultando! No sos el único “sabelotodo”.
El mismo Ortega se preocupó de fijar su posición escribiendo un articulito en su Revista de Occidente el año 1924 titulado “Ni vitalismo ni racionalismo” (OCT3,270-280).
¿A qué venir ahora arrojando “vitalismos” fantasiosos?
¿Qué le voy a hacer? Seguir ¡Yendo todavía! – Óscar.
No es la primera vez que aparece el tema. Si tengo tiempo al final del día, intentaré aportar algo más personal.
Sería bueno afinar en este diálogo en de qué hablamos al decir “teología”. ¿Teología o teosofía? (Oscar Varela). Si vamos a hablar de teología, ¿teología en general o teología cristiana? Si vamos a hablar de ésta, ¿teología católica o teología protestante, por ejemplo? Si vamos a hablar de la católica, ¿cuáles son sus fuentes para decirse “pensamiento crítico sobre de la fe y desde la fe sobre la acción humana personal y social”? Y si es crítico, ¿por qué esto no significa verdadero, sino ¡a partir de esas fuentes! inteligible en sus conceptos, lógica en sus argumentos y discutible en su proceso y conclusiones?
Luego la cuestión fundamental está en decir cuáles son las fuentes de esa reflexión teológica, para saber si es crítica desde dentro de ellas y, a la vez, sin ofensa para al saber humano fundamentalmente compartido en el estadio actual de las ciencias sociales y puras, (Isidoro lo barrunta bien). El uso de esas fuentes con rigor nos permitirá distinguir la teología de la teosofía y de la predicación religiosa.
El resultado teológico, previsiblemente y en la cristiana, va a ser el más evangélico posible, pero cuál sea éste no está definido de antemano por nuestras posiciones socio-políticas o concepciones religiosas y culturales. Ni tampoco el resultado va a ser confirmar la verdad del dogma del catecismo, sino probablemente problematizar su forma y, por qué no, su fondo. Tampoco va a ser buena o mala por el hecho de que la entienda o no todo el mundo, o por qué responda a la acción de cada cristiano en el día a día y de manera inmediata. Tiene que responder a ambos objetivos, ser entendida y animar una buena práctica cristiana liberadora, peo que lo haga o no inmediatamente, depende mucho del tratado teológico de que se trate.
Hay una parte de la teología más especulativa, y otra, mucho más directamente relaciona con la práctica; hay investigación teológica, de sus fuentes, y hay divulgación. El teólogo suele saber muy bien en qué plano se sitúa su trabajo; el propio y el ajeno; el lector, no tanto; casi siempre y a casi todos, les parecen todo del mismo plano; no es así; esto no es un desprecio del lector, Dios me libre, sino una constatación; no es lo mismo un prospecto de un medicamento, por más que sea extenso y claro, que un artículo médico en la cuestión. Pues algo así, salvando las distancias, ocurre en teología. Y, desde luego, si el manejo de las fuentes es malo, o dogmático, o ignorante, o descuidado, o servil, o sesgado, todo está perdido; la teología cristiana es entonces muy mala de todas las formas que se haga, de todas.
Tampoco tiene que ver con la simpatía que la teología despierte en el lector, pareciéndole o no, ciencia ficción. Que me parezca ciencia ficción, no significa que sea mala, ¡si utiliza sus fuentes con rigor!, sino que no la veo necesaria o posible con otros criterios epistemológicos, porque no reconozco esas fuentes como fuentes de nada. No me interesan, pero esta es otra cuestión. La cuestión es que si hay unas fuentes (Escritura, Tradición y Praxis Histórica), se trata de ver si alguien las trata bien o mal, con el rigor y conocimiento requerido o no. Esta es la cuestión. Si no reconozco esas fuentes, o que en ellas no hay ningún conocimiento objetivado, el resto del argumentario, sobra.
El lugar y el valor de la praxis cristiana liberadora en la teología es el tema de los tema al discutir su metodología; pero, en todo caso, si toda teología responde a una praxis liberadora -según creo-, ello no significa que siempre lo haga de manera inmediata a cada situación vital y de una sola manera social o personal para todos; está el discernimiento de conciencia y el pluralismo social. Además, puede haber teología cristiana católica muy abstracta en su nivel primero, no fácil de comprender al profano, y sin embargo, profundamente clarificadora para una vida buena muy concreta y muy a ras de tierra. Los teólogos divulgadores y los militantes cristianos suelen hacer un servicio impagable en este momento de la teología. Y aquí arranca, otra vez, el círculo hermenéutico de una teología que vuelve desde esa experiencia a las otras dos fuentes, la Escritura y la Tradición Viva de la Fe.
Total que lo iba a dejar y entrando al tema. Un saludo a todos.
Amigo Oscar, te veo muy pesimista. A bote pronto, y como aperitivo, te mando un fórmula para la felicidad, que será muy grata para tí.
Dice el poeta tanguista Oscar Arona, en su tango “Mentiras criollas”:
“Si querés vivir feliz, si ilusión querés tener,
conformate con creer, sin entrar a discutir
que te besan por amor, que es alegre el cabaret,
que por diez dan dos de cien,
que no hay trampa ni cartón,
que si corren pa’ganar te lo vienen a decir,
que te van a conseguir un empleo nacional,
que no ha sido mancarrón, la ternera que comés,
y que el vino que te alegra vió la uva alguna vez”.
Cada una de las personas detrás de los ejemplos que pones estaban usando el conocimiento para hacerse cargo de su propia vida, Oscar (jodiendo la vida de los demás).
Según tu lógica, habría entonces que concluir que la vida humana está llena de monstruosidades y preguntarse ¿para qué mierdas poner tanta y toda la esperanza en el (pseudo)vitalismo?
Hola Isidoro!
No sabría cómo explicarte mejor lo que quiero señalar y a tí no te hace ni mella. Tal vez con más tiempo pueda dedicarme a ello.
Pero por ahora me bastaría considerar algunas MONSTRUOSIDADES de EL CONOCIMIENTO
1.- El imperialismo económico-financiero (que mata, mata y mata!) nació en una Universidad: la de los Chicago-boys ¿no?
2.- La maquinaria de Ataque y Defensa (que mata, mata y mata!) utiliza Ciencia a granel.
3.- Los Planes Secretos de dominación (que matan, matan y matan!), tales como el Plan Cóndor para Sud-América; los TPP y similares para los “globalizados” (Europa incluída) utilizan Ciencia y personal científico de creación y administración como para tirar manteca al techo.
En fin ¿Pa’ qué mierda TANTA y TODA la esperanza en el CONOCIMIENTO?
El CONOCIMIENTO es una forma de OCULTAR el PENSAMIENTO ¿o no?
¡Ah! ¿que no entendés lo que pienso que te faltaría agregar a tus muy buenos e interesantes decires? Bueno, habrá que tener más tiempo. Yo no tengo apuro.
¡Voy todavía! – Óscar.
El comentario de Oscar, a mi comentario, no puede ser más acertado. Pero sin embargo creo que se equivoca, (quizás solo aparentemente), en cuanto que parece que contrapone, las dos actividades: la de la investigación teológica, y la de “hacerse cargo de las cosas de su vida”, (vivir de la manera más sabia que podamos, interpreto yo).
Hacer investigación teológica, como culminación del conocimiento del mundo, (tanto el que está a nuestro alcance, como el que por ahora no lo está), supone equiparnos del bagaje necesario e imprescindible, para “hacernos cargo de nuestra vida”, que es en suma de lo que trata la ética.
Yo vengo diciendo desde hace tiempo, algo que quizás no ha sido bien entendido. Que tener una religión o teología moralista, (como son las religiones al uso), es un error, porque es poner el carro delante de lo bueyes.
Yo creo, por el contrario, que tenemos primero que aprender a ser “personas”, y una vez que lo seamos, de natural actuaremos “moralmente”.
Yo creo que una religión en la que no tenemos miedo a “condenarnos”, unos porque no creen en la vida post-mortem, y otros porque confían absolutamente en la misericordia divina, no puede seguir basándose en todo el tema de la culpa, del esfuerzo moral, de los sacramentos para poder conseguir ese ideal moral, y en resumen en una estructura ritualista-sacramentalista-jurídica-clerical.
El ideal cristiano a que nos llevará la teología científica, (la basada en el conocimiento de las ciencias físicas y antropológicas), no es el del perfecto-no pecador, sino el del hombre perfecto autorealizado de Maslow, o el del hombre individuado de Jung, o el del hombre psicoanalizado de Freud.
Una persona, que además de cuasi exento de errores cognitivos propios o heredados, mediante el estudio y el conocimiento profundo del mundo, dispondrá de una psique equilibrada, sin heridas emocionales, sin temores infundados, sin ataques de ansiedad o de estrés, sin faltas de cariño, con una autoestima normal, etc.
Esa persona será el hombre-perfecto, cuyo modelo será Jesús para un cristiano y Buda para un budista, y el hombre del Tao de los taoístas.
Ya sé que no es fácil, ni se conseguirá a la primera ni a la segunda. Costará, pero es un proceso de ascesis, que culminará paulatinamente en la generalización de ese hombre-perfecto: eso es lo que yo considero es el reino de Dios.
Por eso el futuro de las iglesias, es transformarse en centros de maduración psicológica, y los sacerdotes serán terapeutas sabios y maduros, (los “ancianos” de la antigüedad), que ayudarán y guiarán a los que lo necesiten. Y ya no habrá pecados, sino habrá errores personales conductuales. Y no será necesario creer en Dios. El que quiera se dirigirá a Dios, mediante una vida espiritual íntima, en la que recibirá ayuda del Espíritu. Y el que no crea, pues tratará igual de ser buena persona.
Todo este proceso de maduración y transformación personal, que hoy muchos llaman “ampliación de la conciencia”, o “desarrollo humano”, supondrá la utilización de unas técnicas psicológicas adecuadas, que se irán perfeccionando.
El amigo Oscar es muy optimista, y piensa que ya ahora “todo ser humano porta en su mochila-experiencia todos los elementos con que “fabrica” su propia “TEOLOGÍA”: la de HACERSE CARGO DE LAS COSAS DE SU VIDA”.
Con solo nuestra sola experiencia de vida, solo nos fabricamos una teologicilla barata, (de las que también habla Oscar), muy imperfecta y por eso luego nos va como nos va, y luego lloramos de lo mal con que llevamos las cosas de nuestra vida, y de lo mal que está el mundo.
Hola!
Hace ya unos días que Isidoro (auto-definido “aficionadillo”) mapeó “CÓMO HACER UNA TEOLOGÍA”. Así (o algo parecido)
1.- Se trataría de una SUBIDA en peldaños “hasta esa CÚSPIDE del Conocimiento”: la TEOLOGÍA.
2.- LOS PELDAÑOS: Isidoro propone CUATRO (4).
UNO: Conocimiento (cuasi-exhaustivo) de Ciencia Física y Humanidades
DOS: Conocimiento (especial y de la época) de Historia y Filosofía de la Religión.
TRES: Conocimiento (profundo) de la propia Religión.
CUATRO: ¡Ahora SÍ! Crear la propia TEO-SOFÍA (Teología).
……………………..
Me pregunto: ¿no es un poco mucho?
Pero más me pregunto si no le faltaría el PRIMER BASAMENTO:
· Sentir la “NECESIDAD” ineludible de hacer ESO (Teologizar).
Todo QUEHACER “como que hago” es más o menos fraudulent-hipócrita para con uno mismo.
Tenemos “los días contados”, y poner-nos en claro sobre las cosas primeras/últimas de nuestra vida (teologizar) no se compagina con la frivolidad que es el CONOCIMIENTO comparado a la URGENCIA dramático-naufrágica que es la Vida humana.
Pienso que todo ser humano porta en su mochila-experiencia todos los elementos con que “fabrica” su propia “TEOLOGÍA”: la de HACERSE CARGO DE LAS COSAS DE SU VIDA.
Es cierto lo de Isidoro: el “CONOCIMIENTO-científico” es “conveniente”.
Pero IMPRESCINDIBLE solo es el HACERSE CARGO cada uno de SU VIDA.
¡Que la Vida me sostenga en la palma de MI mano!
¡Voy todavía! – Óscar.
Creo que el acto de diferenciación entre teología buena o mala debería ser objetivo en base a si la interpretación se aproxima más o menos a los orígenes y mensaje del Evangelio. Pero con frecuencia consideramos buena teología aquella que se aproxima más a nuestra propia idea o expectativa religiosa.
Para la primera opción hace falta bastante estudio de teología, exégesis, historia, hermenéutica, etc. Las “ideologías” son tendenciosas al hacer teología.
“Dime de qué filosofía partes y te diré si es buena o mala la teología de la cual presumes”.
Leído por ahí:
“Querer cambiar las cosas, y mejorar el mundo, sin sacar a las personas de su ignorancia profunda, es como ducharse con la ropa puesta”.
Querría aportar un pequeño comentario. Hace poco tuve noticia de la indignación de Ana Colau sobre la fiesta del 12 de octubre el supuesto genocidio de indígenas en Latinoamérica. Como sé poco de historia, busqué aquí y allá procuré enterarme.
Quien no se dedique habitualmente a la teología pero sea creyente intentará hacer el mismo proceso clásico: fides quaerens intelectual, es decir buscará entender mejor lo que cree. Como probablemente muchas de las formulaciones que aprendió ya no le sirven, buscará aquí y allá donde informarse y es entonces donde ha de procurar toparse con buena teología: Juan Martín Velasco, Torres Queiruga, Jisé María Castillo, Manuel Fraijó, José Ignacio González Faus son todos nombres muy recomendables.
¡En menudo berenjenal nos mete esta pregunta!
Para saber si una cosa o una idea es buena o mala, tendríamos que estar de acuerdo en su definición inicial, y, en temas de teología, creo que es difícil este objetivo.
Sí, ya sé que la teología es la disciplina que habla de Dios. Y esto nos lleva a otra cuestión de difícil solución, ¿qué o quién es Dios?
¿Cómo se puede saber quién se acerca más y mejor a los temas relacionados con Dios?
Además hay otra dificultad añadida, como es la cantidad o tipología de teologías: La bíblica, la dogmática, la sistemática, la teología de la liberación, y un sinfín de aspectos teológicos, que más que relacionados con Dios, son temas relacionados con la religión.
Y la religión ya es otro campo, si cabe, más complejo, pues nos movemos en el terreno de las interpretaciones, interpretaciones diferenciadas según los intérpretes, el contexto social, el tiempo histórico, las tendencias ideológicas, etc. etc.
Eso sí, lo que sí indica zafiedad es la falta de pudor en hacer afirmaciones carentes de sentido común, ausentes de realidades humanas, especulaciones arbitrarias a título personal, seguridades cuasi científicas en terrenos tan movedizos como los las creencias…
En fin ¿podemos hablar de teología buena o teología mala?
Lo que sí nos lleva a diferenciar si es buena o mala la teología es la aplicación conductual que se deriva de determinadas teologías. Es decir, entramos en la moral o la ética, terreno en el que apreciamos la bondad o maldad de la fuente teológica que se ha utilizado.
Agradezco las aclaraciones de Isidoro y agradezco, admiro y comparto en mucho, el planteamiento vital de mª pilar.
Gracias.
Isidoro, amigo: (ahora me atrevo a llamarte así, porque así me has llamado y me alegra.
¡Nunca he confundido sencillo con ignorante!
Conozco muy bien a muchas personas sencillas, con pocos conocimientos académicos… no porque así lo quieran… sino porque esta sociedad injusta y cruel… ¡lo decide!
Y he podido no solo comprobar su sabiduría, su limpieza de corazón, su mirada limpia, y una comprensión extraordinaria de cuanto les rodea.
Eso les hace sabios… no el mucho saber… de aprender…
También he conocido personas con gran preparación académica, más cerriles que un ladrillo…porque están dormidos en sus títulos, clases, riquezas… y tienen un corazón seco y unos pensamientos de que ellos están por encima del bien y del mal.
Nunca mido la capacidad de sabiduría y saber… por los títulos que las personas poseen… es para mí mucho más rico, su comprensión de cuanto le rodea y su manera de proceder en la vida.
Y también admiro aquellas personas doctas, muy preparadas, que jamás se levantan por encima de las que no tienen su conocimientos; no porque no sean capaces, sino porque la vida no les ha dado ninguna oportunidad, pero saben escuchar, mirar, admirar y aprender de quienes nunca dejan de compartir cuanto saben a quienes quieran escuchar… y contemplando y admirando la naturaleza, que es una gran Maestra.
Pienso, que el mucho saber… no sacia el alma-espíritu… sí, el amor, la ternura, la acogida, los ojos siempre abiertos y el corazón esponjoso y siempre dispuesto.
Con cariño.
mª pilar
Amiga Mª Pilar: Para ser “sencillo” hay que “saber” mucho. Porque el que sabe mucho sabe lo mucho que no sabe, que le falta mucho por conocer, y por eso es sencillo.
Y además el “sencillo”, es sabio, y el sabio cada vez sabe menos. Porque la sabiduría consiste en una primera fase en aprender cosas, (la fase de la erudición), pero, su segunda fase consiste en ir desprendiéndose de errores y de conductas improcedentes que hemos ido almacenando desde pequeñitos.
Ahora bien si para ti, sencillo es sinónimo de ignorante, ya sabemos cuál es la solución para que se derrame al fin el Espíritu Santo a raudales: cerramos todos los colegios y centros de enseñanza, y ya verás que “iluminados“, nos volvemos todos.
No todo el mundo debe ser catedrático, pero el “sencillo” es el que si no sabe, porque no ha podido aprender, respeta el saber de los demás y procura aprender lo que esté en su mano.
El viaje búdico hacia la sabiduría, es un retorno a la inocencia. Es llegar desde la inocencia del que no sabe nada, a la inocencia del que lo sabe todo. Por eso a Buda le ponen en las estatuas, con cara de tontaina y de pánfilo.
Si Jesús viviera hoy, en vez de decir que nos tenemos que hacer como niños, diría que hasta que no seamos unos verdaderos tontainas para este mundo, no entraremos en el reino de los cielos. Claro que esa es solo mi opinión.
Isidoro…
¿Donde queda aquello que dijo Jesús (que parece ser, no cumplía todas las “normas” a la que nos invita para…)
¡Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque, si has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla; sí, Padre, bendito seas, por haberte parecido eso bien. Lc. 10,21-22 y Mt. 11, 25-27.
Quizá todos los problemas nos vengan de los grandes eruditos en la Escritura… quizá… porque se han hecho dueños de ese “hablar” de Dios sin tener quizá… una verdadera experiencia interior de lo que “Eso” significa.
A veces… (lo comenté con uno de mis profesores en Teología, al comprobar, que cada teólogo, tiene maneras distintas de interpretación, y ante mi sorpresa le decía):
¿Tendrán estos Srs. alguna experiencia de “Ese Ser” que nos atrae, intentamos buscarle, amarle, conocerle… desde nuestra experiencia de vida?
Una vida pegada a la tierra no al cielo, una vida que donde debería llegar a su plenitud humana, tendría que ser, ¡aquí y ahora!, no cuando llegue la “eternidad” disfraza de las “cosas” más inverosímiles (si escuchamos a la ciencia) y los montajes que se relatan sobre ello.
Hace muchos años (porque tengo muchos) escuché a un cura, decir sobre lo que sería el cielo:
“Es (decía en su charla semanal) como si alguna de vosotras, está paseando por el cielo, y de repente siente deseos de tomar una C. Cola; los ángeles volando, le presentarán la fábrica entera para satisfacer su deseo”
¡Ya sé que es una ¿paradoja?…!
Personalmente me parece tan pequeño, nimio, absurdo… intentar explicar “algo” que nadie sabe como es.
La búsqueda (en mi caso) fue desde muy temprana edad, porque lo viví en mi familia con hechos… para conocer cada vez más y mejor, a Jesús de Nazaret.
Y hasta hoy ¡nunca he dejado de hacerlo!
Cada situación, cada momento en que algo me cuestiona… solo tengo que guardar silencio, traer el motivo a mi mente, contemplar el porque y sus consecuencias… y espero en silencio, con gran paz y abandono, gozando el momento… y la Palabra derramada en esta tierra, para quien la quiera escuchar…
¡¡¡Se hace vida, se ilumina!!!
Ya sé cual es el camino a seguir si lo asumo con todas sus consecuencias; está en mis manos, debo ser yo, quien ponga la carne en el asador, sin importar el coste ni el “premio”, sino que es bueno no solo para mí, sino para cuantos me rodean.
Estudié varios años Teología en mi C. Pignatelli; escuche a los mejores, y ahora, todo aquello, no me dice nada.
Ahora es el momento de dilucidar lo que otras personas dicen, y lo que personalmente la vida y cuanto ella me ha enseñado me sugiere.
La última palabra, es decisión solo mía, el camino también, y mi experiencia… ¡También!
Por eso, me siento libre para pensar… cuantas cosas la iglesia poder, tendría que cambiar, renovar, pedir perdón por tanto mal hecho en esta historia, abrir las ventanas y dejar que entre aire nuevo.
¡Hay tantas personas que lo están pidiendo, deseando, trabajando para que de alguna manera ya esté sucediendo en muchos pequeños lugares de esta tierra!
Y serán ellas… las que sigan manteniendo viva la Esencia de lo que nos entregó Jesús de Nazaret.
No pienso para nada, que será de mí después de la muerte… ¡no me preocupa lo más mínimo!
No pienso ni en premios”posibles” ni en castigos; porque ya no lucho por hacer lo que me enseñaron… sino por decidir personalmente que voy hacer, y si me equivoco, intento aclararlo, y si no lo consigo… me levanto y sigo adelante sin culpabilidad, porque nos guste o no, somos personas (de momento) muy limitadas; estamos más cerca de las cavernas, que de esa madurez humana que cada cual ¡si quiere! lo decide y trabaja en ello…
¡¡¡Puede llegar a ser!!!
Todo lo que necesitamos está impreso en nosotros mismos, y ahí es donde deberían enseñar a buscar, desde la más tierna infancia.
Siempre pasaran por nuestro lado personas maravillosas; a mí me ha sucedido…
¡Cuanto tengo que agradecerles… el que me hayan entregado tanto… altas y bajas, cultos y sencillos con una gran sabiduría!
Y a pesar de todo lo bueno recibido… no llego ni por asomo, aquello a lo que anhelo y busco…
Ser una persona en plenitud… íntegra, acogedora, sensible, despegada de todas las cosas de este mundo… no porque piense en el “otro” (que nos han enseñado) sino porque dentro de este…
¡Hay otra manera posible de vivir, ser, estar…!
Pero … quizá…es más ¿complicado?
mª pilar
Aquí va mi primer análisis general sobre como debería ser la teología, (visto por un aficionadillo de cuarta).
La teología debería ser la cúspide del conocimiento. Pero toda cúspide debe estar encima de una ancha y fuerte base. Y lo primero antes de subir al Everest, es poner la primera base, cerca del suelo. Antes de subir al tercer piso hay que pasar por el primero.
Esta primera base fundamental es el conocimiento lo más exhaustivo posible de todas las ciencias físicas y humanísticas. Como ponía en la Academia de Platón: “Abstener de entrar aquí, el que no sepa geometría”.
Para aprender a comportarse adecuadamente en el mundo, hay que conocer previamente muy bien cómo funciona el mundo. Y además, ¿cómo vas a conocer lo que no se ve, si no conoces lo que se ve?.
Luego está la segunda base, que son la historia y la filosofía general de la religión. Dice la Wikipedia, (la inteligencia de nosotros los tontos):
“La filosofía de la religión es la rama de la filosofía que se ocupa del estudio reflexivo a profundidad de la religión, incluyendo argumentos sobre la naturaleza y existencia de Dios, el problema del mal, la relación entre la religión y otros sistemas de valores como la ciencia y la ética”.
Pero para trabajar sobre bases firmes en estos temas tan especulativos, si no queremos hacer en el arbitrismo, en la ocurrencia puntual, en el seguidismo ovejuno, o en la repetición de lorito, hay que anclar esos estudios y pensamientos, en los conocimientos de la ciencia mayoritariamente admitidos en cada época. Esa es la base de una religión “científica”.
Luego está la tercera base que es el conocer la historia de las religiones con cierta profundidad y con fuentes no tergiversadas por las otras religiones, lo que es lo habitual, (porque aquí, todos somos hermanos y muy santos y buenos, pero la cartera no aparece – ¡Jopé qué tropa!).
Conocer otras religiones, no solo su historia, sino los detalles de su espiritualidad y de sus textos importantes, es como viajar. ¡Qué conoce de Inglaterra aquel que no ha salido de Inglaterra?, dice Kipling. El demonizar las otras religiones es la estrategia más miserable que puede tener un hombre religioso. Es la prueba evidente de su inseguridad y endeblez intelectual y moral.
A nadie le gusta la competencia. La Coca-Cola desearía disfrutar de un monopolio, y por eso existe una tendencia natural a aprovechar las situaciones dominantes en el mercado para laminar a la competencia. Es humano. Es miserablemente humano.
Luego está la cuarta base que es conocer nuestra religión, (si la tenemos, ya por elección personal, por herencia o por cultura social), con un mayor detalle, sobre sus textos y sus referentes.
Y luego por fin está la cúspide que es, (si ha lugar), la creación de una “teosofía” personal, con aquellos conceptos, hipótesis personales e ideas que configuren nuestro imaginario religioso más íntimo y personal, que sirva de marco a nuestra espiritualidad íntima.
Todo lo que sea empezar a subir arriba sin pasar por todos los pisos de abajo, conlleva la arbitrariedad, el apriorismo, el seguidismo “obediente” a lo mandado, etc. y en general es construir sobre aire.
Si haciendo las cosas bien, es muy fácil equivocarse, si nos saltamos el camino razonable, el milagro es acertar. Y no vale estar invocando al Espíritu Santo, que solo ayuda al que se ayuda.
¡Y luego nos quejamos de que muchos, y especialmente los más letrados, no nos creen!.
Eso es hacer investigación teológica, según un simple aficionadillo.
Bonito debate sobre la teología, y concretamente sobre la que hacemos en Atrio, con los artículos que nos proponen y los comentarios que hacemos. Haré por ahora una primera digresión personal que me ha suscitado la lectura de este artículo. Perdonadme el capricho.
¿Teología buena o mala, “barata” o cara, profesional o de aficionadillos, mediocre o lúcida?. Decir las cosas así en general, es muy facilón y no lleva a ninguna parte.
Y en este campo, como en todos, los “profesionales”, o los exprofesionales, que se han quemado las pestañas muchos años, leyendo librotes y mas librotes, comprendo que miren con cierto desprecio y reticencia, las ocurrencias que tenemos muchos que acabamos de pasar por ahí.
Ahora bien, lo primero que habría que hacer es diferenciar entre teología, religiosidad, y filosofía de la religión. Y esas diferentes ramas responden a su vez a diferentes intereses personales de cada uno.
Hablemos claro. Hay gente, (no muchos), a los que les interesa sobre cualquier otra cosa, el conocimiento; hay gente a las que les interesa, el servir a la organización, en la que han invertido toda su vida; y hay gente que lo que les interesa sobe todo es salvar su alma. Y claro cada uno va a lo suyo.
A mí, por ejemplo, no me preocupa nada salvar mi alma, porque la doy por ya salvada, (lo mismo que las de todos), haga lo que haga, y especialmente si soy yo mismo, gracias a la intuición-creencia en la generosidad de la figura cósmica del Cristo. Y como no necesito salvar mi alma, me dedico a lo que me interesa, (hago sin hacer: wu wei), y además pienso que así, estoy colaborando con mi granito de arena a los planes cósmicos de mi Jefe y Señor.
Pero claro, si estoy pensando, como es lo que todavía cunde por ahí, en que necesito salvarme yo por mi cuenta, (porque a ese Jesús, ¡vete tú a saber, y mejor tenerle precaución!), pues unos pensarán que estar en la Iglesia, les servirá de escapulario de la Virgen del Carmen, o como los siete primeros viernes de mes.
Esta postura abona los comentarios antiintelectuales, que se oyen a menudo sospechando de todo afán de conocimiento. ¡Qué es eso de que el conocimiento salva, lo que salva son las buenas obras el esforzado creyente!. Pues yo creo que no, que lo que salva es la misericordia de Dios.
¡Ojo, que yo no digo que tengamos todos el mismo camino: cada uno debe elegir el suyo propio!. Pero entonces no nos extrañemos, que cuando hablamos de estos temas, unos hagan teología “pastoral” o apologética, otros hagan reflexiones piadosas para afianzar su fe, y otros se dediquen a la filosofía de la religión. Cada loco con su tema. (Seguro que seguirá).
Hola Oscar.
No es tempo de “compendios”, de acuerdo.
Pero yo a veces me pierdo en los vericuetos de Internet, del Derecho, de la Física….de la Historia… si no tengo una “guía” (Sea o no un compendio)
Por otra parte me pregunto si se pueden “vislumbrar” visiones teológicas desde fuera de su campo propio.
Por ejemplo me lo planteo leyendo a Victor E. Frankl, presidente de la Sociedad médica de Psicoterapia de Austria, cuando habla del “sentimiento del absurdo”, “el vacío existencial” y “el sentido de la vida” .
Pero es cierto que, para casi todo, tengo más preguntas que respuestas
Hola ELOY!
No es tiempo de “Summas” ni de “Compendios”.
A lo sumo es tiempo de “Jalones”
Lo mejorcito que hubo (y hace ya bastante tiempo) fue lo de Yves de Congar, que -no por casualidad- versa sobre el “laicado“; e.d. la vida humana de los humanos.
¡Voy todavía! – Óscar.
Me atrevo a sugerir a Carlos Barberá que nos facilite alguna orientación de donde encontrar esa “buena” teología de la que habla.
Por mi parte siempre leo con interés y provecho , desde hace tiempo, a Andrés Torres Queiruga.
Pero aquí en Atrio también hay, de vez en cuando, aportaciones interesantes de personas expertas en este campo.
Yo, “iletrado” en teología, sí me hago preguntas y me he hecho muchas veces preguntas, teóricas y prácticas (vitales), que entiendo podría encontrar ayuda en esa “buena ” teología de la que habla Carlos.
Claro que me horroriza pensar en la teología como un grueso tomo de largos y sesudos escritos y argumentos “en el aire” ajenos a toda realidad.
Hola!
Pienso que no es un problema de Barberá sino del tiempo que vivimos: demasiado “MEDIOCRE” para estas cositas de “dioses-religiosos”.
Entonces: a la dura clasificación de Carlos en “buena” y “mala”, habría que “mediocrizar” la tabla de calificación:
Se trataría de una Teología “BARATA”.
Justo la definición que de su esfuerzo estudioso da Carlos de sí mismo
– “nos amenaza la insignificancia, la banalidad, la frivolidad, la atonía, los falsos consuelos, el aburrimiento. Me lo pienso yo, que escribo teología.”-
¡Voy todavía! -Óscar.