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A vueltas con Dios

Arregi Vuelvo a hablar de Dios en esta mañana de otoño de infinita belleza y de tantos motivos de angustia. Digo “Dios” para decir todo lo que ven los ojos y lo que no pueden ver y lo que aún ni siquiera es. Digo “Dios” para rendirme a la belleza, sostener el ánimo, bendecir el mundo y sus mejores posibilidades sin condenar a nadie.
Digo “Dios”, pues con esa palabra nací, crecí, aprendí a hablar y a vivir, y a decir el Todo como bello, bueno y fiable, a pesar de todo. Pero no es necesario decir “Dios”, ni pensarlo ni decirlo, ni “creer” nada; basta mirar y ser lo que somos, como basta al petirrojo vivir y cantar.

        Nos enredamos demasiado. Con ocasión de la fiesta de Todos los Santos y Difuntos, Manuel Fraijó, pensador lúcido y honesto, escribió en EL PAÍS un artículo titulado “Avatares de la creencia en Dios”. Con su estilo reflexivo y claro, dejaba la conclusión suspendida entre la afirmación y la negación, y terminaba citando a Pascal: “es incomprensible que exista Dios e incomprensible que no exista”. Pero omitía la cuestión primera: no si Dios existe, sino qué significa Dios.
Si escribes “Dios” en Google, te aparecerán 610.000.000 resultados en 0,41 segundos. Y desde el primer documento te explicará que es un nombre masculino, un “ser sobrenatural al que se rinde culto”, que son varios o mucho en algunas religiones, y único en otras, eterno, creador, juez, omnipotente, infinitamente justo y bueno. Un Ente Supremo con psicología humana, que piensa, siente, obra de manera muy similar a la de este homo sapiens que somos, reciente y pasajero. A eso llamo un “Dios teísta”. Sal de Google. Eso no es Dios.
Algunos lo han venerado como Sol o como Luna, o como Cielo padre o como Tierra madre, otros como un árbol (el Yggdrasil de los mitos nórdicos, por ejemplo) otros como un animal (leopardo, perro, serpiente, pájaro…), o como ser humano, casi siempre masculino, a menudo rey, a veces con pareja femenina. Era Dios lo que querían adorar, pero la forma en la que lo imaginaban no era más que “Dios”: una imagen hecha a imagen de sí mismos. El Maestro Eckhart enseñaba: “Todo lo que haces y piensas sobre Dios es más sobre ti que sobre Él”. Déjalo, pues. Vayamos más allá, a lo Real.
Vayan los teólogos más allá del teísmo y del ateísmo, siguiendo la estela de los místicos de todos los tiempos y de algunos grandes teólogos de la primera mitad del siglo XX, como Tillich y Bonhöffer, a los que casi nadie siguió lamentablemente, y por eso se encuentra la teología –lenguaje sobre Dios– en el impasse en el que se encuentra. Hablen de Dios los teólogos de hoy como pide nuestro tiempo: los jóvenes y los mayores, la ciencia, la filosofía y la mística. Dejen de defender la existencia de “Dios” sin antes decirnos qué entienden por “Dios” de una manera creíble para hoy. Un “Dios” que necesita defensa no existe: es simplemente un esquema mental, una forma de entendernos, o de defendernos, de darnos la razón.
Vayan los ateos más allá del ateísmo, como Albert Camus que escribió de sí: “No creo en Dios, pero no por ello son un ateo”. Es decir, un ateo que se queda en la pura negación del teísmo. Tienen razón los ateos al negar a “Dios”, pero no al pensar que no haya más Dios que el que ellos niegan. No, no hace falta “Dios” para explicar el Big-Bang o las orquídeas o las golondrinas que ya migraron; un “Dios” que fuera causa productiva y explicativa de una realidad física (onda, partícula, materia, energía) o del universo entero, sería un ente distinto y separado de este universo, y en algún “punto” o en algún “momento” debería ser una causa física, y por lo tanto una parte del mundo, y por ende objeto de estudio para la ciencia. Tiene razón en eso, señor Hawking, pero eso ya está muy repetido. Vayamos más más allá de todo dogmatismo teísta o ateo, al Misterio de lo que es, de lo que somos.
Lo Real es. Y es maravilloso, a la vez que dramático y sufriente. Míralo más de cerca. Hace unos días, científicos de la Universidad Técnica de Delft (Holanda) han realizado un experimento que vuelve a demostrar lo que ya se conocía desde 1970: las partículas atómicas existen fuera de nuestro espacio y tiempo, es como si fueran “ubicas” y “eternas”, y, aun estando muy separadas, están entrelazadas. Ese universo cuántico, como el canto del petirrojo, es una imagen del Misterio de la Realidad que podemos llamar “Dios”. Cuando digo “Dios”, quiero decir la Hondura, la Fuente del ser, la Energía Originaria más allá o más acá de la separación entre espíritu y materia. La Creatividad inagotable. La Bondad creativa. La pura relación sin separación alguna. ¿Persona? No en el sentido dualista en que nosotros nos experimentamos: una persona frente a otra, una relación entre dos. Dios es el Tú Absoluto sin dos, el Yo Infinito sin ego, la pura Conciencia sin división entre sujeto y objeto. La Comunión eterna de la diversidad universal.
Pero ¿no me contradigo al hablar de Dios en esos términos? ¿No vuelvo de esta forma a definir a Dios? No quiero definirlo, pero me contradigo, lo reconozco, pues Dios es lo Indecible y yo trato de decirlo de alguna forma, y en la medida en que hablo lo “defino” aun sin quererlo. Pero no sé cómo salir de esta contradicción consustancial de nuestra conciencia y de nuestra palabra. Lo dicho por la palabra se nutre de lo no dicho, de lo que siempre queda por decir, de lo que nunca logramos decir. ¿Cómo hablar enteramente si solo decimos lo que podemos decir? ¿Cómo hablar de la parte que vemos –esa nube, esa luz, esa sombra, ese riachuelo tranquilo– sin hablar del Todo invisible e inefable? Si lo defines, ya no es Dios, pero si no hablas de Dios (con ese nombre o sin él), no puedes hablar bien de nada, pues nada está encerrado en los límites de la apariencia y de la palabra.
Cuando hablas de verdad, hablas de Dios, o habla Dios en el fondo de la Realidad infinita y de tu pobre palabra, también infinita. Cuando hablas de verdad, es como si rezaras: como si rezara tu ser profundo, como si te rezara Dios con infinita ternura y confianza desde el fondo de tu ser, desde el fondo de todo lo que es, de todos los seres que gozan y sufren. Pues Dios es como el Fondo infinito de ternura allí donde hay rencor, de paz donde hay guerra, de vida donde hay muerte. Dios es tu ser verdadero, lo que puedes llegar a ser, lo que puedes hacer que sea. Y no tengas miedo a dejar de ser. Mira cómo cae apaciblemente la hoja en otoño. Hacia la Gran Comunión.

24 comentarios

  • M.Luisa

    Lo que dice Arregi que tú, Santiago,  seleccionas en el primer párrafo de tu comentario, en mi opinión,  no  tiene nada que ver con que luego, por ello,   nuestro decir necesite incluir a Dios en la existencia. El decirlo no es lo mismo que el explicarlo. Para explicarlo sí  que se necesita de su existencia la cual la parangonamos  con la nuestra derivando así en los típicos   antropomorfismos. Es lo que se entiende como Ente sobrenatural.

     

    Decir no es explicar  sino  expresar la realidad de aquello que es. Es un problema no de existencia sino de esencia.   El decir no es lo mismo que el explicar,  el decir es sólo un decir de  algo que se define  por sí solo en la realidad de lo real, es decir en la existencia (ahora sí) de las cosas reales.

  • Isidoro García

        “Que también surja algo de “amor” por dentro, pero no un amor de lujo de una media hora en el que sumirse con orgullo gracias a un par de sentimientos sublimes, sino un amor con el que poder influir en las pequeñas acciones cotidianas”. (Etty Hillesum)

     
       Nos dice Etty que hay que ser prácticos. Hay que conocer para así amar: no se puede amar, lo que no se conoce medianamente bien. Y hay que amar para actuar en la vida cotidiana.

       Muchas religiones y espiritualidades pecan de ambición. Lo quieren todo, y quedan deslumbrados, abrumados y desmayados en el suelo, como un niño que pretende cargar con un saco de doscientos kilos. Hay que medir las fuerzas, y no morder más de lo que se puede masticar. Querer tratar de tú a tú, o de yo a Yo, con el gran Dios Creador, el En Soft de la Cábala, con el Incognoscible, es un propósito suicida.
     
        A lo más sufriremos una experiencia de deslumbramiento que podremos o no, contar a los demás, pero lo que es seguro que no cumpliremos nuestra misión: ser útiles y descargar el carro de sacos.

        Pero contra este acercamiento a Dios a las bravas, está la postura del otro extremo: la infantilización. Cada uno se imagina a Dios, tal y como cada uno es. Y eso diferencia las concepciones modernas de Dios de las que no lo son.

         Por eso fracasan todos los intentos de modernizar las religiones o de acercar las religiones antiguas al hombre moderno.  Porque la modernización de las religiones hay que empezarla por la modernización de nuestra concepción de  Dios.

          A lo largo de la historia humana hay tres concepciones de Dios. La primitiva, la media y la moderna. En la concepción primitiva, el hombre primitivo aterrorizado ante el enorme poder de la naturaleza, de la que no tenía ningún control, lo que suplicaba a Dios, para que no le mandara un rayo, una inundación, una sequía extrema o un accidente o una enfermedad.

        Cuando su control de la naturaleza fue paulatinamente aumentando, se empiezan a instaurar una nueva religión: la religión del acuerdo o “Testamento”. Dios no es un Ser implacable y ciego, sino que si se le sabe llevar bien, mediante la obediencia a sus normas y mediante un culto y adoración establecido, entonces Dios cumple sus acuerdos. Son todas las religiones de premio y castigo. Si cumples las normas Dios te premia, si no las cumples Dios te condena, y no hay más que hablar.

        En la modernidad, el hombre ha aprendido a dominar a la naturaleza, y lo que aún no sabe, sabe que algún día lo sabrá. Ya no necesita a Dios para eso. Hasta a la muerte sabe que algún día la llegará a dominar. Por otra parte sabe que Dios, quizás nos estimula y consuela, pero no interviene directamente en nuestra historia, y si lo hace alguna vez, es de forma esporádica y cuasi aleatoria. Y por ello las religiones antiguas no calan más que en personas que no se han incorporado de verdad a la cultura y cosmovisión a la nueva época.

        El éxodo de los israelitas por el desierto duró muchos años. Y total para recorrer un trayecto muy corto, que hoy se hace en coche en unas horas. Y por ello dieron muchas vueltas y perdieron mucho tiempo. No sabían a dónde iban, ni veían por ello su meta. Pero llegó un momento en que al mando de Josué, llegaron al otro lado del Jordán, justo enfrente del lugar que iban a hacer suyo. Y ya dejaron de dar vueltas, e iniciaron poco a poco “el camino a casa”.

        Algo similar sucede con el Éxodo de la humanidad hacia “su casa”, que es su objetivo de llegar a constituirse en una sociedad fraterna, libre y justa. Hemos estado acercándonos dando vueltas y más vueltas, pero sin ver claramente el objetivo. Hace cien años, al igual que hizo Josué, mandamos a algunos exploradores por delante para que reconocieran el terreno y nos informara. Uno de ellos se llamaba Teilhard de Chardin, que era un sacerdote del Dios antiguo, y nos informó con gran detalle de lo que nos esperaba, ahí en enfrente.

         Teilhard además de describir nuestra meta, nos informó, como científico que también era, que nuestro Dios, no podía ser otra cosa que un Dios de Amor infinito, promotor de la cooperación extrema, tal y como marcan todas las leyes del Universo desde el momento de su inicio. Que este maravilloso Universo, se ha desplegado únicamente mediante la interacción y cooperación ordenada de partículas elementales, que se iban transformando sucesivamente en elementos superiores y más complejos, hasta llegar por ahora en el individuo inteligente humano, que a su vez deberá proseguir esa ley universal mediante una integración cooperativa hasta llegar a un escalón superior, y seguir y seguir…

         Ahora estamos llegando al final. Un final aún lejano, queda la conquista final, y será dura. Pero ya estamos viendo el final. Ya sabemos a dónde vamos, y también sabemos que a nuestro Dios no es necesario estar dándole la paliza de escucharnos cincuenta veces seguida la misma petición. Ni necesita que estemos delante de un altar horas y horas haciendo rituales suplicatorios.
     

        Lo que nos pide nuestro Dios moderno, es que seamos felices, (¿qué padre no desea ante todo que sus hijos sean felices?), y que en nuestra vida, hagamos un mundo mejor, y trabajemos por acortar el camino que nos queda para llegar a una sociedad perfecta, investigando mejor, curando mejor, enseñando mejor, trabajando mejor. Esos son los santos modernos. 

  • m. pilar

    Cómo podemos hablar de un Misterio?

    !!!No podemos… por eso es misterio!!!

    Solo podemos intuirlo… vivirlo… experimentarlo … admirarlo y hasta amarlo en cuanto nos redea, pero jamás ponerlo en palabras, imágenes… porque siempre… lo haremos humanamente, por eso es un Misterio, porque se escapa a nuestras entendederas.

    Pero ahí seguimos… llenandolo de palabras que nada tienen que ver con la realidad.

    Nos hemos “creado” un “dios”  a nuestra imagen y semeganza, nada que ver.

    Alguien dijo… “Si hay un Dios… o será para todos por igual… !O no será!

    !Es de sentido común!

    m* pilar

  • Santiago

    ES POR ESO que Arregui dice: “Dios es indecible y yo trato de decirlo de alguna forma, y en la medida que hablo lo “defino”, aun sin quererlo.” No podemos, pues sustraernos a entroncar con El….y prosigue: “¿Cómo hablar enteramente si solo decimos lo que podemos decir?….¿Cómo hablar de la parte que vemos -esa nube, es luz, esa sombra, ese riachuelo tranquilo- sin hablar del Todo invisible e inefable? Si lo defines, ya no es Dios, pero si no hablas de Dios (con ese nombre o sin el) no puedes hablar bien de nada, pues nada está encerrado en los límites de la apariencia y de la palabra”

    Es por eso que no podemos separar la existencia de Dios de nuestra propia existencia…porque para hablar de Dios necesito primero venir a existir…por eso “hablas de Dios, o habla Dios en el fondo de la Realidad infinita y de tu pobre palabra”….Mi pobre palabra solo puedo producirla por medio de la voluntad del Misterio…que quiso que fuera realidad….como también el prodigio del bello canto del petirrojo…que es solamente una consecuencia de  otra mas bella Realidad….que trasciende los meros sentidos…Por eso todo lo que nosotros podemos crear es simplemente secundario….trabajamos con un material que hemos recibido…a nosotros se nos encomendó perfeccionar este don de la existencia….el regalo del Cosmos y de la vida…Nuestra realidad y la realidad divina se entrelazan y estan concatenadas en un profundo Misterio…que es el misterio de la Creación, imposible de abarcar totalmente en esta vida.

    Un saludo cordial   de Santiago Hernández

  • José Ignacio Calleja

    Me alegra coincidir con Pepe Blanco; ya que no sucede a menudo, me alegra. Y lo mejor para tu “ama”. Cuidé mucho a la mía en situaciones similares; “cuidamos”, que éramos la familia.

  • M.Luisa

    Nada de por tanto, amigo Santiago, el tema del artículo no trata de la existencia de Dios,    sino  del decir de Dios mediante la existencia de las cosas reales, algo muy distinto. Así,  por ejemplo, la realidad  del canto del petirrojo  hace posible que en nuestro Universo sea algo real y podamos hablar de él  más allá del mero efecto que nos produciría tan sólo en  verlo. Descubrimos sus características, aquellas  que le hacen ser lo que es,  sentimos su realidad y la expresamos  en diversas formas, poéticamente, científicamente, biológicamente etc., en fin no me puedo entretener porque estaré toda la mañana fuera, ya veré si podré  seguir más adelante para completar mi idea…

    Lo que sí quisiera otra vez agradecerle a Eloy su comentario y decirle que, en efecto, la filosofía de Zubiri es muy farragosa y muchos, por ello,  han abandonado  su estudio,    cosa por lo demás  fácil de hacer ya que para preservar el dogmatismo eclesial no sólo no se ha ponderado su pensamiento sino que se ha tenido aparcada toda su Obra. Sin embargo, cuando se adentra en él, su pensamiento es de una luminosidad inusitada.

     

  • Santiago

    Por tanto, la existencia de Dios no solamente es apofática y negativa…sino también creativa, positiva y transformativa…Como dice el artículo no solamente es incomprensible que exista…sino incomprensible que no exista…Pero la esencia de Dios permanence como lo mas bueno y generoso que puede existir…ya que su existencia no depende de si nosotros creemos o no….El SER no puede dar a la criatura completamente su divinidad para ser comprendida, porque los seres racionales somos incapaces de recibir totalmente esta esencia divina….Porque los seres finitos….no pueden representarse lo infinito en cuanto a su verdadera estructura y sustancia….Pero nosotros no somos infinitos….

    Por eso, es una realidad de la mente el darse cuenta que Dios está por encima de nuestra total comprensión,,,EL no se encuentra representado por clase, o por definición, ni por género ni por especie. Por tanto, no puede ser sujeto a ninguna definición científica. Por eso, la esencia divina se nos escapa y solo podemos representar a Dios a modo de similitud y porque lo creado posee alguna “imagen y semejanza” de la divinidad….aunque muy imperfecta….Por eso, S. Pablo dice que nosotros solo podemos ver la realidad divina “a traves de un espejo en enigma” (1 Cor. 13:12)..Y aunque este espejo que es nuestra mente refleja mejor la imagen de Dios que cualquier otro ser creado…sin embargo, no puede ir mas alla, sin la luz de la fe, que lo que se conoce por los efectos….Dios nos conoce a traves de su propia naturaleza divina…nosotros, de otra manera, conocemos a Dios a traves de lo creado…incluyéndonos a nosotros mismos…..ya que poseemos el destello divino del espíritu…que es trascendente..

    Un saludo cordial de Santiago Hernández

  • ELOY

    Muchas gracias M. Luisa.

    Agradezco mucho tu esfuerzo en aclararme un tema que para mí nunca fue fácil. Y después de haberte leído, sin comprenderlo a fondo, sí puedo decir que me has dado unas pistas para su comprensión situándolo en el contexto de otros planteamientos filosóficos.  

    Siempre admiré a Zubiri quizá porque los profesores que yo apreciaba siempre hablaban de él con mucho respeto y en un tono elogioso.

     Pero nuca les oí explicar con soltura su pensamiento. Ni siquierra esforzarse en ello, quizá porque la asignatura de filosofía de bachillerato tenía una programación en la que no entraba Zubiri. Aunque tambien me queda la sospecha que no conocian a fondo o no comprendian bien su pensamiento.

    Decian eso del “hombre sentiente” y poco más.

    Tu mención y aclaraciones sobre el pensamiento de Zubiri me animan a intentar  leerlo bien directamente bien por medio de algún libro que explique de forma sencilla, clara y honesta su pensamiento.  

    Leo con especial atención e interés la cita que haces de Zubiri:

    :”(…) ciertamente en el sentir es donde tengo la experiencia originaria de las cosas, ¿Por qué no pensar, pues, que el lugar primigenio de su intelección no es “la conciencia pura” como en   Husserl, ni “la vida” como Ortega, ni la “comprensión del ser” de Heidegger, sino en el puro y simple sentir? Estos datos inmediatos no son datos de conciencia sino datos de mi sentir

     Por otra parte, en cuanto a lo que dices de mí, que te agradezco, creo muy sinceramente que te excedes y no se corresponde con la realidad, pero sirva al menos para recordar que el Himno gallego (con letra de una poesía “Os Pinos” de Pondal) dice en uno de sus versos:  

    os bos e xenerosos a nosa voz entenden” (los buenos y generosos comprenden nuestra voz)

    Así que creo que tu percepción sobre mí es la percepción típica sobre un gallego que intenta simplemente estar atento a la comprensión de otras voces.

    Gracias de nuevo M. Luisa  
     

     

  • M.Luisa

    De nuevo otra vez aquí Eloy para cumplir mi compromiso agradeciéndote de antemano tu interés. Me gustó leerte en tu comentario donde dices que “hace algún tiempo ando en este camino de discernir y evitar los falsos dioses”  un camino   de búsqueda que también emprendí yo aunque, con seguridad,  por circunstancias  distintas pero que,  en ella, al final del camino han coincidido  muchos factores.

    Bien, quisiera empezar diciendo que mi estudio sobre el pensamiento de Zubiri fue como tantas cosas en la vida que cuando  las comprendes te das cuenta que  si estás donde estás, es decir,  en el aquí y ahora  y este momento del estar es satisfactorio y gratificante  es  porque ellas te han conducido de algún modo hasta él, hasta  ese momento  de su comprensión.

    Digo esto porque muchas veces he estado tentada de dejar este “fastidioso” estudio tan sumamente complejo y tirarlo todo por la borda pero ocurría que entonces me salían al paso dificultades en el ámbito    ideológico-psicológico de mi entorno que   no podía resolverlas  más que adentrándome  en la manera de entender  el procedimiento  de un  pensar  ideologizado antes de resistirme a reducir la cuestión a algo meramente  propio, tan sólo  de un  estado psicológico. Con lo cual además me di cuenta del aprovechamiento  que podía significar  aquel espacio inexplorado del conocimiento como lugar de incoación de todo fanatismo religioso.

    Hecha esta obligada  introducción voy al asunto. Me quedé el otro día en que Zubiri lo que le interesa es investigar sobre este campo  desierto en el que quedó relegada la sensibilidad humana con respecto al conocimiento pues éste como ya se sabe históricamente y yo lo apuntaba el otro día, ha significado unas veces demostrar, otras especular y otras experimentar. Esta última dimensión está presente ya en Aristóteles y ahí es donde, como dije, retrocede Zubiri para reproducir en el ámbito del sentir  la misma estructura de relación determinada por  Husserl  entre el “nous” (inteligencia) y el “noema” (realidad). Es decir llevarla a un nivel de profundidad último.

    En FM, articulo publicado en la revista Cruz y Raya de 1935, Zubiri, se pregunta:”(…) ciertamente en el sentir es donde tengo la experiencia originaria de las cosas, ¿Por qué no pensar, pues, que el lugar primigenio de su intelección no es “la conciencia pura” como en   Husserl, ni “la vida” como Ortega, ni la “comprensión del ser” de Heidegger, sino en el puro y simple sentir? Estos datos inmediatos no son datos de conciencia sino datos de mi sentir.
    Ahora bien, todo ello le lleva a una maduración de su pensamiento que culminará  en su trilogía INTELIGENCIA  SENTIENTE, publicada  a finales del siglo pasado y que se ha traducido en varios idiomas, incluso en el ruso.

    Para no extenderme demasiado reproduzco del libro “Voluntad de verdad” de Diego Gracia,  el esquema filosófico  de aquella anterior estructura  intuida  la cual apoyada en la  del propio   Husserl,  Zubiri la trasciende.

     

    1)    Crítica de la  metafísica antigua y medieval de la inteligencia

     

    2)    No se trata de metafísica sino de hechos. Añadiré de mi propia cosecha lo siguiente. Es decir, no es un hablar sobre la inteligencia como facultad sino de la intelección como acto (empírico)

     

    3)     Crítica de la filosofía moderna del acto de intelección como acto de conciencia

     

    4)    HUSSERL.
    a)    Sustantivación del “darse cuenta”
    b)    Crítica de la sustantivación de la conciencia
    c)    “Darse cuenta” no se identifica con “estar presente”

    5)    ZUBIRI.
    a)    La intelección consiste en aprehensión
    b)    No necesitamos analizar los diversos tipos de intelección como hace Husserl, sino el modo primario de intelección ( momento prejudicativo )las cursivas son mías

    6)    Crítica de la oposición que la filosofía ha establecido entre sentir e inteligir

    7)    No intento discutir sólo aportar hechos

    8)    Hay que partir del análisis del acto de aprehensión

    Entonces, rápidamente, en la aprehensión, no hay  separación sujeto- objeto, por lo que desde esta perspectiva, el nous-noema husserliano arriba  mencionado  no hay entre estos dos elementes  de cognición una relación dialéctica sino que  en el aquí y ahora de la aprehensión está dada  la unidad física de aquellos  dos momentos.  No es dialéctica sino respectividad mutua, por eso Zubiri dice que conocimiento y realidad son congéneres.   Por lo tanto la vuelta a esta unidad, a mi modo de ver, es en donde fundamentar  la base de todo volver a repensar las cosas.  Es cierto que el tema de la experiencia ha estado presente en las teorías del conocimiento  pero en ellas  ha sido fácil sustituir  sentimientos por emociones, con lo cual  esta falsa identificación ha pervertido de raíz el mismo conocimiento. Bien, lo dejo aquí y  no me enrrollo más!!!

    Gracias, amigo Eloy, no me equivoqué  desde un principio, hace de ello muchos años, el valorarte   como una persona buena y generosa.

    Un abrazo entrañable

  • pepe blanco

    Hola oscar!

     

    Gracias por tu interés. Después de pasar una semana ingresada en el hospital, para vigilar todas esas posibles complicaciones que mencionas, ya está otra vez en casa. De momento evoluciona bien, sin complicaciones. A ver si sigue así.

     

    Un abrazo

  • ELOY

    Gracias M. Luisa.

    Seguro que también interesa a muchos otros lectores de ATRIO, aunque no se hayan pronunciado públicamente.

    Me parece una gran suerte tener a Oscar Varela como especialista en Ortega y a ti como especialista en Zubiri.

     

     

  • M.Luisa

    Me basta, amigo Eloy, con sólo  tu petición para que, así que encuentre el tiempo suficiente,   complemente y extienda   mi comentario anterior.

    Hasta entonces, un cordial saludo

  • ELOY

    Gracias María Luisa.

    Yo no tengo inconveniente en seguir tu clarificadora exposición .

    Un saludo.

  • M.Luisa

    Qué es eso de hablar en términos de realidad? Por supuesto que no concierne ni a la clásica realidad en sí,   ni a la moderna  realidad en mí. La fenomenología que no se adscribe a ninguna filosofía sino que es un modo de filosofar abrió un nuevo campo en esta disciplina  donde  Zubiri discípulo de Husserl  investiga una estructura anterior a la dada por su maestro sobre  el nous (la inteligencia) y el noema (La realidad) con lo cual sitúa el conocimiento a un nivel de radicalidad cómo nunca la filosofía se había adentrado.  Aprovecho este punto para señalar  que contrariamente a lo que muchos afirman   de Zubire,  que fue, dicen, un escolástico, tal afirmación es falsa. Su pensamiento  parte de la fenomenología, lo que ocurre es que para elaborarlo científicamente y ver lo que la filosofía se ha dejado por el camino,  retrocede hasta Aristóteles y sin dejar el tema del saber consignado por Husserl “ir a las cosas mismas” en esta larga historia encuentra que,  Parménides interpretó el saber como un discernir, lo que es de lo que no es. Platón avanzó un paso más y entendió el saber como algo ulterior al discernir: el definir. Aristóteles dio un tercer paso, identificando el saber con el demostrar. Este demostrar  tiene tres momentos: el rigor de los razonamientos, la intelección de los principios, y la impresión sensible de aquello a que se aplican. Para el primer momento   elaboró  una “lógica  de los razonamientos” para el segundo una “lógica  de los principios”  y  en cuanto a la impresión sensible  que hubiera sido necesario elaborar   “una lógica de la realidad” quedó por desarrollar  quedando este momento del conocimiento relegado a jugar un papel puramente episódico,  hasta tal punto, dice, Zubiri,  que toda la historia de la filosofía, de Aristóteles a Hegel, es la funesta consecuencia de esta preterición de la sensibilidad. El idealismo alemán es la cima histórica  de este frenesí especulativo. La primera mitad del siglo XIX  ha sido el frenesí romántico de esta especulación. El científico fue el elaborador  de sistemas especulativos. Frente a él  se alzó la voz  de “vuelta a las cosas”. Saber no es raciocinar ni especular: saber es atenerse modestamente a la realidad de las cosas. (FM 40) Filosofía y Metafísica

     

    Si a alguien le interesa  saber cómo Zubiri analiza descriptivamente este momento  del conocimiento que en la historia ha quedado relegado  derivando en graves consecuencias, no tendré inconveniente  en alargarme en lo expuesto hasta aquí.

  • ELOY

    La primera frase que leo en Simón Weil (1) dice:

    “No depende de nosotros creer en Dios. Pero sí no conceder nuestro amor a los falsos dioses (…) “.

    Y hace algún tiempo que ando en este camino de discernir y evitar los falsos dioses.

    Simón Weil cita, a modo de ejemplo algunos de esos falsos dioses (poder, riqueza, consideración, amor de los que amamos …) pero seguro que hay otros, unos más y otros menos sutiles.

    Quizá cada uno, en ocasiones sin advertirlo lo suficiente, llevamos muchos de esos falsos dioses en la mochila.

    Respetemos  en nuestra intimidad el “silencio de Dios”. Huyamos de los falsos dioses” me digo a raíz de leer el texto de Weil.

    (1) “Pensamientos sin orden relativos al amor de Dios

  • oscar varela

    Hola pepe!

    ¡Bien por aportar claridades sobre la Ciencia Física!

    A mí, como no-enterado de esa parcialidad de la Cencia, me interesan los cuidadosos reparos que se le hacen a la extrapolación -¿indebida?- a otros Conocimientos; en especial a los llamados “humanísticos”.

    …………………

    ¿Cómo anda lo de tu mamá?

    Entre otras cositas andarán preocupados por el escaldeo de la espalda, que trae complicaciones pulmonares ¿no?

    Abrazo y suerte! – Óscar.

     

  • oscar varela

    Hola Isidoro!

    Muy interesante éste y otros intentos de poner claridades partiendo de distinciones que pluralizan las vistas de los asuntos.

    ¡Vamos todavía! – Óscar.

  • pepe blanco

    Es cierto que el entrelazamiento cuántico existe. Se ha comprobado experimentalmente. Pero es muy raro. Es falso que las partículas subatómicas, en general, estén entrelazadas. La inmensa mayoría de las partículas no están entrelazadas.

     

    El entrelazamiento es un suceso que se dedujo teóricamente y se comprobó experimentalmente después, pero aún no se entiende bien. Se produce en circunstancias muy especiales. Por ejemplo, cuando un electrón interactúa con un positrón (que es su antipartícula) se desintegran ambos, emitiendo dos fotones. Esos dos fotones están entrelazados, tienen una vida “común”. O cuando un electrón desciende dos niveles energéticos en un único proceso. En ese caso, los dos fotones que emite (uno por cada nivel) también están entrelazados. En fin, que no son procesos demasiado frecuentes.

     

    A muchos teólogos actuales les entusiasma la física cuántica. Es como si quisieran encontrar en ella una armazón racional para sus discursos sobre Dios. Bueno, pues que estudien muchas matemáticas y mucha física y después, que sigan hablando sobre Dios desde la física cuántica, si es que aún les parece oportuno.

     

    Y, por supuesto, las partículas subatómicas ni son ubicuas ni son eternas. Y su espacio-tiempo es el del universo, el nuestro, pues, que sepamos, no hay otro.

     

  • M.Luisa

    Ya estamos en lo mismo!! Si  precisamente de lo que huye  Arregui,  es de toda atribución de significado   a Dios, que es lo que hasta ahora  ha dado pie a todo tipo de  explicaciones sobre Él. Tampoco habla en términos de  existencia sino  en términos de realidad.

     

    Cuando digo “Dios”, quiero decir la Hondura, la Fuente del ser, la Energía Originaria más allá o más acá de la separación entre espíritu y materia”. Este momento  es un momento previo  al del acto de mera conciencia   “darme cuenta de” (algo)    abierto por la fenomenología. Cuando Arregui dice, lo Real es, este es no es el de una afirmación sino que hace referencia a la realidad de la cosa sentida  que de suyo es. Este de suyo tampoco hace referencia a la existencia ya que las partículas elementales son ininteligibles  pero no por ello dejan de formar parte del contenido sentido. La inteligencia antes de afirmar lo que son las cosas las siente como  realidades  y es la realidad de ellas (en tanto realidad) la que le hace decir al logos lo que son, formalidad sentida, de ahí la profundidad y la creatividad inagotable a la que se refiere el autor.

  • Isidoro García

          La aparente contradicción dialéctica bonhoefferiana de la religión sin Dios, es solo una cuestión terminológica: llamamos a unas cosas una vez con un nombre y otras con otro, y así no hay quien se aclare.

       Según mi opinión, mucha de la confusión teológica, se produce porque los términos “Dios”, “Cristo”, y “Mundo espiritual” o “Espíritu Santo”, se intercambian aleatoriamente una y otra vez, y así no hay manera de entenderse. Unas veces se usa una y otras otra, y muchas veces para designar lo mismo,

       El gran nudo gordiano de la teología actual está en la doble controversia o en la tricontroversia: ateísmo-deísmo-teísmo.

         El ateísmo, (o su paralelo el agnosticismo), tiene en común con el deísmo, en la idea de que en la práctica nos encontramos solos ante el Universo. Y el deísmo y el teísmo, tienen en común en la creencia en la existencia de otra u otras inteligencias en el Universo, aparte de nosotros.

          Yo no veo mas solución para desatar este nudo gordiano, que la síntesis imaginativa. Y casualmente, (¡¡¡qué casualidad!!!) justo esta síntesis es el kerigma profundo del cristianismo.
     
       La disyuntiva entre la existencia de un Dios ausente, desconocido y desconocible, y la ausencia de dicho Ente, (por llamarle algo), es una discusión bizantina. En la práctica da lo mismo.

        Y entre un Dios ausente, y un Dios cósmico y conocible, la controversia se resuelve muy sencillamente: los dos pueden existir al tiempo: cada uno en su “lugar”, con su propia naturaleza. Porque existe una polisemia del nombre “Dios”, que designa genéricamente, la máxima autoridad y poder en un ámbito determinado.
     
        El “Dios deísta” lo sería en el ámbito general de “Todo”, y el “Dios teísta”, por delegación o ausencia, lo sería en el ámbito de nuestro Universo, (o quizás de nuestro rinconcito de la Galaxia, ¿quién sabe?).

          ¿Y cómo se concilia el Dios que interviene, con la soledad práctica del hombre?.  Pues con la idea de que la intervención de Dios, consiste en eso justo: en la no intervención directa, con la concesión de una libertad y una responsabilidad total, de la Humanidad sobre su destino.

           ¿Y cómo se concilia todo esto, con las múltiples referencias en los textos cristianos a Dios?.  La doctrina de Jesús, desarrollada por Pablo, (de sus visiones), es justamente esa: que la máxima autoridad práctica en el ámbito concreto de la Humanidad, es el Cristo, por delegación y designación. Y esa es la razón de que Jesús sea “Dios”: el “Dios” de la Tierra.

           Pero de forma paralela, la dirección del Cristo o Jefe de la Humanidad, sobre el proceso  de nuestra evolución hacia un nuevo escalón evolutivo, (proceso que la Ciencia, apunta claramente), es sutil y solo vía “motivacional” y “consoladora”.
     
         La Humanidad no  va a asumir el presente reto evolutivo, “de la oreja” como un niño pequeño, sino que lo debe subir libre y responsablemente por sí misma: como culminación de su madurez, o plenitud (como dice Juanel).
     

         Esa es la Regla general del Universo: cada especie inteligente es dueña de su destino. Porque no puede existir verdaderamente inteligencia sin libertad.

  • oscar varela

    Leido también:

    -“Manuel Fraijó citaba a Pascal: “es incomprensible que exista Dios e incomprensible que no exista”.

    Pero omitía la cuestión primera:

    * no si Dios existe,

    * sino qué significa Dios.”-

    ¡Buena observación ¿no?!

    ¡Voy todavía! pero basta por ahora – Óscar.

  • oscar varela

    Leido:

    -“Nos enredamos demasiado.“-

    – “¿Quién?”-

    – “Todos”-

    – “¿Tú también?”-

    – “¡Más que ninguno! Pero yo me entiendo”-

    – ¡Ah!

  • oscar varela

    Hola!

     

    Leo:

    -“Si escribes “Dios” en Google, te aparecerán 610.000.000 resultados en 0,41 segundos.“-

    …………………………

    En el Google de estas zonas la Info debe llegara a pedazos. En efecto, consutado Google-chile sobre “Dios” dice:

    -“Cerca de 209,000,000 resultados (0.33 segundos)”-

    ¿Habrá un Google para el tercer mundo?

    ¡Voy todavía! – Óscar.

  • Rodrigo Olvera

    Una vez más, los místicos hablan de ciencia sin detenerse a comprender realmente lo que dice la ciencia.

     

    Afirma Arregui: “Hace unos días, científicos de la Universidad Técnica de Delft (Holanda) han realizado un experimento que vuelve a demostrar lo que ya se conocía desde 1970: las partículas atómicas existen fuera de nuestro espacio y tiempo, es como si fueran “ubicas” y “eternas”, y, aun estando muy separadas, están entrelazadas.”

     

    No es eso lo que dice el artículo publicado en la revista Nature 

     

    El artículo no dice que las partículas atómicas estén fuera de nuestro espacio y tiempo, y tampoco dice que sean “eternas”.  El artículo establece que es posible superar los límites tecnológicos que impedían demostrar empíricamente el principio de las desigualdades de Bell.  De inmediato, otros investigadores (como David Kaiser) evaluaron que el experimento no logra desterrar todas las dudas que pretende haber desterrado.

     

    Casi estoy seguro que Arregui no leyó el artículo de Nature, sino reportes en periódicos no especializados y con comprensión insuficiente del experimento reportado.