Este moderador se disculpa de haber estado estos últimos días un poco missing. La salida casi simultánea de dos números (uno este Extra sobre Teresa de Ávila que hoy presentamos) y una intensa reunión para programar todo 2016 me han ocupado todo el tiempo y energía. Este número es excepcional. Recomiendo como síntesis la Página Abierta. La Inquisición estaba empeñada en acallar a esta espiritual iluminada. Pero esa mujer obedecía a su voz interior. Algo tiene que ver con esa “contestación” a un cardenal. AD.
Teresa, figura siempre viva y actual
Al celebrar el V Centenario Teresiano, la revista Iglesia Viva quiere sumarse a esta magna efeméride con la publicación de un número Extra, dedicado especialmente a su figura como mujer y mística. Sigue así la tradición iniciada en el IV Centenario Sanjuanista a quien dedicó también, en su momento, un número especial, el 161: San Juan de la Cruz y el resurgir de la mística. (1992).
La impresionante aventura humana y espiritual que habitó y representa Teresa de Jesús, aunque tiene fecha y lugar como toda figura destacada de la historia espiritual y las letras españolas, supera y trasciende largamente su tiempo, constituyéndose en una de las empresas espirituales femeninas más singulares y vigorosas que conocemos, con una proyección de largo alcance.
A sus “tiempos recios” se corresponden hoy nuestros tiempos duros y difíciles, complejos; a sus ansias de oración y espiritualidad nuestra actual emergencia de nuevos paradigmas de interioridad y experiencia espiritual; a su experiencia de Dios, nuestra sed de vivencias interiores y de experiencia, –eje moderno de la vivencia religiosa actual–, frente a la sola doctrina y autoridad. En definitiva, tanto ayer ayer como hoy, cómo puede una mujer abrirse camino, realizarse y hacerse escuchar en unas iglesias y sociedades todavía tan excesivamente machistas.
Los textos y experiencias de Teresa, su apasionante aventura personal, ilumina vigorosamente y da nuevo sentido a nuestro mundo actual. Siendo tan semejantes y diferentes a la vez aquellos y estos tiempos, pueden mutuamente iluminarse y esclarecerse.
La figura de Teresa, siempre viva y actual, más que un monumento esculpido e inmortalizado en piedra maravillosamente por Bernini, es una figura para traerla a nuestro tiempo. Con la pluma en la mano, recorriendo caminos para hacer red de comunidades, con toda su grandeza al enfrentarse al clericalismo machista de su tiempo, puede así iluminar y renovar nuestra actual circunstancia histórica. Sus textos y experiencias cobran nueva vida, nuevo sentido, vigencia y actualidad.
Intervienen en el número Manuel Ciurana, Juan Martín Velasco y Maximiliano Herráizcon tres trabados estudios y otros materiales, Teresa Forcades entrevistando al traductor de la santa en alemán, Agustín Udías sobre la mística del científico Teilhard, Secundino Castro yMaría Jesús Sancho comparando las figuras de Teresa y Juan de la Cruz, Carlos García Andoinhablando la admiración de Fernando de los Ríos por Teresa, Jesús Martínez presentando un Carmelo mixto y ecuménico en red, José Mª Monzó reseñando la presencia de Teresa en el cine y Juan Antonio Estrada explicando su libro sobre la fe en una cultura escéptica.
En este número Iglesia Viva hace expresa referencia a la condición de mujer y se ofrece un colorido renovado en su portada. Esta renovada atención a lo femenino y al propio aspecto exterior son dos características que se verán reforzadas a partir del próximo año, cuando ya haya cumplido la revista cincuenta años e inicie una nueva etapa.
Hola honorio!
Lazarillo de Tormes:
Fíjate si el “modo de ser humano” del Lazarillo (y por eso “estilizado” literariamente) no se corresponde al “modo de ser humano” del Hijodalgo.
La diferencia (en este caso “de-cadencia”) consiste en que el otro ingrediente de la vida humana (el Mundo o Circunstancia) lo atopa desde el “por-diosero”.
Por ahí, tal vez, puedas sacarle jugo a tus reflexiones.
Abrazo mientras ¡Voy todavía! – Óscar.
PS.: En Inglaterra (con su “modo-modelo-inglés”) el “tipo” se trasvasó en el “Gentlemen”.
Román, Isidoro, Oscar V., Olga este intercambio de ideas y puntos de vista es muy esclarecedor para mis cortas entendederas. Porque os confieso que yo solo veo algunos metros más allá de mi nariz…por eso son un preguntón, que aburro a cuestiones a un caballo de cartón.
O sea que mil gracias, os quiero…Y Oscar, suerte con vuestra Argentina. Ahora andamos buscando también la suerte para Portugal y esta vieja y carcomida España de los Lazarillos de Tormes, los místicos de altas místicas y los Felipes II, III, IV, V y VI con sus Rajoyes y demás sátrapas y satrapos…
Unas veces el modo de tratar y saltar de un tema a otro, y las más de las veces la belleza de lo escrito, la corrección de los estilos, se nos hacen motivos suficientes para seguir los comentarios que se suceden en algunos hilos de Atrio como el presente.
Tiene razón Honorio en hacer sus comparaciones con el Lazarillo de Tormes y en mencionar de forma tan intencionada al emperador Felipe II. Son pinceladas de un cuadro más general que las notas biográficas de Teresa de Ávila. Y evocar su figura cinco siglos después, y dentro del propio catolicismo con sus luchas y rivalidades entre tradicionales y progresistas, estando por medio el muy largo… el “Sacrosanto Sínodo tridentino, inspirado por el Espíritu Santo, presidido por tres Legados de la Sede Apostólica”, título oficial muy extenso para el intento de sofocar la rebelión protestante de Martín Lutero.
Fray Luis de León sufrió un largo proceso inquitorial (1572-1577) acusado de los “graves delitos” de preferir la versión hebrea del Antiguo Testamento a la Vulgata oficializada por el Concilio y atribuyéndosele la traducción del Hebreo al Castellano del Cantar de los Cantares. Respaldó a Santa Teresa.
La de Ávila junto a San Juan de la Cruz se libraron los dos de la inquisición gracias al respaldo entusiasta de Felipe II. Peor suerte habian sufrido los “alumbrados” por haber defendido una religiosidad interior. Juan de Valdés, tachado de luteranismo por defender que “el amor de Dios” más que una idea mística fuese la certeza absoluta de que Dios guía a la mente humana para poder leer las Escrituras con entera libertad. En realidad era “Erasmo” en estado puro, lo mismo que la multitud de eramistas que habían florecido en todo el siglo XVI, pero que fueron sucumbiendo ante el espíritu tridentino que nos llega hasta hoy en Roma con ese otro sínodo sobre la familia cristiana.
Pero no nos engañemos, la mística se convirtió en un movimiento que establecía una aristocracia espiritual (sólo para almas selectas) y para llegar a ella había que pasar por “la ascética” (pelagianismo en su estado puro) Siendo la perfección una meta (“Sed perfectos”) aquella “religiosidad interior”, la inquietud y la rebeldía que se veía en toda Europa, exigiendo una “reforma espiritual” de la Iglesia, terminó siendo patrimonio exclusivo de una “clase privilegiada”.
Pero, ya sabemos que a la perfección no se llega, sino que se parte de ella por medio de Jesús, pues él nos ha hecho perfectos, perfectas, desde la Cruz. La santidad es el gran regalo, es la efusión de la gracia, el Espíritu sin medida.
Hijos e hijas de Dios.
En ese teresiano “ver en todo ser humano una imagen de Dios”, dicho así a palo seco, y siguiendo a Oscar, veo solo la típica expresión teológica-ideológica-eslogan electoral, que quizás responda a una realidad auténtica, pero que si no se entienden sus razones internas, es una frasecita típicamente piadosa, para tragar sin masticar, sin pensárselo mucho, como las pastillas para el estómago.
Porque si las masticas con los dientes de la razón, y no le acompañas con el azúcar del significado, de una “gnosis” que la ilumine, sabe muy amargo y es difícil de tragar.
Porque aquí entran conceptos de los que tenemos múltiples y variadas conceptos, el primero de ellos el de “Dios”.
Según mi gnosis intuitiva personal, el nuevo concepto cristiano de “Dios”, que es el paulino, es la clave para entender la frase.
Habría tres conceptos de “Dios”, que responderían quizás, a tres REALIDADES distintas, pero que al ser denominadas con un vocablo único, “Dios”, llenan el discurso religioso común, de confusión sin límites.
La primera realidad, quizás sea la del DIOS – origen del Universo, desconocido y desconocible, y que en principio no interviene en absoluto en nuestros asuntos. Algo que no sabemos lo que es: desde luego NO es una persona limitada a unos límites como toda persona.
Luego está el Dios de las religiones, que podríamos decir que pertenece al Universo, pero no es humano. En el ámbito del cristianismo, es el Padre con el que hablaba Jesús y del que decía también que era inaccesible para nosotros de forma directa, y que había que llegar a él, a través del propio Jesús.
Y luego estaría el tercer “Dios”, que sería el Dios cristiano, el completamente humano, encabezado por el “Cristo”, el “Jefe”, el “Ungido”.
Este estaría compuesto por toda la humanidad integrada y colectivizada mediante un potentísimo software en una Inteligencia Colectiva, (la Cristogénesis teilhardiana, el Nirvana budista, el Paraíso islámico, el Bhraman hindú, la Shekinah de la Cábala judía, la Mente Global de Aurobindo, etc.).
Este es el que Pablo explica en sus epístolas, por ello dice que en ese mundo espiritual, “todos somos uno en Cristo”, (Gálatas, 3,28), y ya no hay tú y yo, (pues aunque permanezcan las personas individuales, están subsumidas en una entidad superior común, que es lo que también llamamos “Dios”, por participación de naturaleza inteligente.
Lógicamente con estos presupuestos, tiene su lógica que Teresa, exprese que vea en todo ser humano una imagen de Dios. Sería como cuando una abeja ve a otra abeja de su colmena. Ve en esa abeja a su colmena, se ve a sí misma, y por eso la quiere, la auxiliará y la defenderá. “Lo que es bueno para la colmena es bueno para la abeja”.
En la colmena hay distintos papeles, pero todos necesarios e imprescindibles. Está la reina, condenada a la inmovilidad perpetua, los machos zánganos, con una vida breve, las guerreras, expuestas a sufrir los ataques de los contrarios, y las obreras, que unas están para volar entre las flores, y otras a cuidar las larvas y otras a retirar los desechos de la colmena. Todos son necesarios, y todos son “Colmena”: yo gano, si mi colmena gana, y viceversa.
La difícil comprensión de la frase de Teresa, expone la realidad de la inevitable existencia, no de una religión a dos velocidades, sino a mil velocidades, una para cada tipo de personas.
El ansia de uniformidad, de que haya una doctrina igualitaria para todos, se choca con la dura realidad de que cada uno, entendemos y pensamos de forma distinta, en función de nuestras múltiples cosmovisiones personales, fruto a su vez de las diversas biografías personales de cada uno, de sus estudios y saberes, de sus iluminaciones personales, de sus manías y obsesiones, de sus heridas y recuerdos, etc.
“Una misma ley para el buey y para el león, es opresión”, dice Blake.
En realidad, Varela y Olga, la parábola del Samaritano detiene la atención del citado señor Samaritano en el “Otro” y omite toda referencia a algo trascendente, tal como creo que vosotros preferís contemplar “la cosa”.
“No problem”, por mi parte. Quizá yo me pongo un poco los ropajes del levita y del doctor de la Ley de la parábola, y los del Samaritano. Es cuestión de palabras, de lo que vemos en la persona humana y cómo nos comportamos con ella.
De gustos, y de filosofías, y de filosofías-teologías, no hay nada escrito…Cada uno a su bola, decía el otro. Permitidme que yo siga con la mía, y vos seguid con la vuestra si así os place…
Sigo leyendo a Juan de la Cruz y su biografía. Y pensando en Teresa de Jesús. Ellos también vivieron el amor y la solidaridad con toda persona humana según las categorías de su época y sus categorías inoculadas por su origen social y la educación recibida. Pero lo vivieron intensamente, martirialmente, dieron su vida por los demás y por un avance de la sociedad hacia una mayor apertura y un mayor sentido democrático y de derechos humanos. Lástima que no se encontrasen en su vida con un Francisco de Vitoria o un Bartolomé de las Casas y no llegasen a dialogar con los cerebros de la Ilustración francesa.
A lo mejor se les fue la fuerza en la autoflagelación a la que se sometían con todo aquel aparejo e intendencia de cilicios, latigazos en la espalda y demás instrumentos de tortura, a más de tantos ayunos a pan y agua y tantos viajes a lomos de mulas y burros o a pie. A lo mejor deberían haber vivido más en comunión y diálogo con tantos Lazarillos del Tormes dispersos por Castilla…Pero desde luego sus ideas-base eran correctas y cien por cien evangélicas. O sis preferís, cien por cien “humanas”. Al gusto de todos y cada uno, escoged la palabra que os cuadre.
De acuerdo contigo, Honorio….los santos también son falibles…y tienen defectos, sin duda alguna…No podemos idealizar a persona alguna pues es de humanos equivocarse…y tambien rectificar.y tambien tener defectos…Y es precisamente por eso que de Teresa de Avila tenemos esa impresión,de que ella era tambien “muy humana”…con todo lo que ello implica…
Sin embargo, si el cristianismo es solo un ideal y solamente podemos “tender” hacia el….Teresa representa para muchas personas un ideal de fe….una tendencia al encuentro con Dios….sobre todo en la amistad de la oración que puede llegar a ser mística…Lo que el sensus fidelium de la Iglesia propone, con respecto a los “santos”,sean anónimos o canonizados,..no es la indefectibilidad, sino que es posible en esta vida tender, buscar y seguir el camino del bien….a pesar de los tropiezos…Lo sorprendente de Teresa era que ella era capaz de mantener su vida de oración y su comunicación con Dios en medio de los avatares de una vida llena de problemas….y que podia superar sus tropiezos….y que veía al mundo con ojos optimistas….y en medio de los problemas de sus “fundaciones” ella seguía repitiendo “nada te turbe, nada te espante,todo se pasa”….oración universal…que todos, aun los no creyentes, pueden repetir porque es verdadera y confortante….y curiosamente, yo católico, vine a conocer y hacerme fan de ella por un amigo mío protestante-bautista que un día me la escribió como regalo….y la que ha permanecido conmigo siempre, en medio de las multiples dificultades de mi vida..Por eso Teresa de Ávila es universal
Claro que la mentalidad de Teresa era “de la época”….no podemos nosotros en el siglo XXI juzgar el pensamiento del siglo XV….Seguramente nos espantaríamos si estuviéramos nosotros en aquella sociedad…y viceversa…Las circunstancias cambian…pero los principios permanecen….Tanto para unos como para otros obliga la ley universal del amor….Teresa problablemente se equivocó muchas veces no solamente lidiando con la nobleza….sino con sus mismas monjas…pero cuentan que mas de una vez se arrodilló delante de la aludida, pidiendo perdón…y ella misma cuenta sus peripecias y defectos…Pero era una mujer alegre, con gracia, generosa, inteligente, oportuna, que transmitía carisma….
Y a pesar de todas las dificultades, y de la oposición de muchos clérigos y de su misma orden, de las persecuciones y denuncias…Teresa llevó a cabo la reforma…para huir de la frivolidad de los conventos de la época…para conducirlos a la verdadera devoción…que es la que acerca al bien…y por ende a Dios..
Por eso pudo decir,ya al final: a pesar de todo……”muero hija de la Iglesia”.
Un saludo cordial de Santiago Hernández
Quizás suene feo, pero preferiría que me dijeran: “te amo, porque me veo en tí” en vez de “te amo, porque veo a Dios en tí”
Hola!
Leo de honorio:
– “Hasta qué punto vió en todo ser humano una imagen de Dios.“-
Pienso que, tal vez, el problema reside en “ver en todo una imagen de Dios“? (hasta el “embobamiento”).
En cuanto a lo del Samaritano: me parece que “ver en el prójimo una imagen de Dios” sería lo que Pancho anda diciendo que son las “ideologías” (un agregado-pegote interesado a las cosas de la vida).
Tales interpretaciones me suenan a “trans-fugaciones”.
¿A quién le gusta que lo quieran “por otro”?
¡Voy todavía! – Óscar.
Que sí, Santiago, que Teresa estuvo muy unida a Dios; mi problema es hasta qué punto esa unión con Dios se traducía en un compromiso con el Otro, esa visión de Dios que nos transmite la Parábola del Buen Samaritano…Hasta qué punto vió en todo ser humano una imagen de Dios…ni más ni menos.
Sabrás, supongo, que la existencia del Carmelo reformado por Teresa debe mucho, quizá demasiado, al empeño del Rey Felipe II, a quien algunos califican de “demonio de occidente” y de que arruinó la economía española con empresas tan estúpidas como la de la invasión de Inglaterra y su Armada invencible.. Y que cambiaba de mujer como nosotros de ropa interior. Y que Teresa recurrió varias veces a él, y que sentía una gran admiración y veneración por esa ridícula y prepotente persona…Para Teresa, Felipe II no era un hermano, era un enviado del Altísimo, y había que rezar por él, como rezábamos nosotros antiguamente por Nuestro Caudillo Francisco…
Sin embargo, la característica de Teresa que mas resalta es que, sobre todo, era una mujer de fe…Para ella solo Dios puede llenar nuestro corazón y por eso esto lo expresa en su poesía:
“Vuestra soy, para Vos nací ,que mandáis hacer de mi”
La Reforma verdadera, pues, no consistía para Teresa en conversiones masivas, en revoluciones sociales, en grandes acontecimientos……sino principalmente en la oración íntima…lo que ella describió magistralmente en su Castillo Interior…donde existe un desarrollo gradual de la vida del espíritu….de la que ella misma fue un modelo a seguir…pues la mística no está reservada para unos cuantos…sino es asequible a todos nosotros…
Por eso su conversion fue gradual…a partir de la contemplación de la imagen de un Cristo malherido y golpeado que veía ella cuando pasaba por la capilla….Empezó ella entonces a entender el amor de Jesus, que llagado por nosotros, la invitaba a la amistad en la oración: “Todo empezó gracias a un libro que me ayudó a pensar en Jesús y a tratarle como un amigo….Desde entonces…me imaginaba al Señor dentro de mí y pensaba en alguna escena del Evangelio, como si yo estuviera a su lado….que no es otra cosa oración, a mi parecer, que tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”
ES por eso que primero, Teresa de Ávila, tuvo que reformarse ella misma en el ejercicio de las virtudes, especialmente de la humildad y de la obediencia, para entonces reformar la orden del Carmelo, porque nadie puede dar lo que no posee……..y mucho menos llevar a la orden a su primitiva pureza…de la primacía del amor…. a través de la union contemplativa….Ella fué el ejemplo perfecto…no solamente como mujer castellana de la época…sino que, por su profundidad psicológica y religiosa, ES un modelo a seguir para todos los tiempos, especialmente para el mundo actual en que vivimos
Un saludo cordial de Santiago Hernández
Sabio y artista Varela: Tu comentario tiene mucha miga. Efectivamente, hay como dos maneras de ver la realidad: con la imaginación y la ensoñación, y con los ojos de la cara que ven solo lo que ven…
Me debo a mi entrega anterior sobre Teresa de Jesús. Y por eso ando ahora leyendo a Juan de la Cruz, su compañero de aventuras en la Reforma del Carmelo. Siguiendo con mi visión del siglo XVI español con los ojos del Lazarillo de Tormes, yo diría que así como Teresa es educada en una mentalidad de caballeros castellanos de la casta de Don Quijote, Juan de la Cruz hunde sus raíces en la otra clase social de la que salió el Lazarillo del Tormes. O sea que se podrían haber cambiado los papeles, el Lazarillo de Tormes, en las circunstancias de Juan de la Cruz, podría haber salido un Escritor místico y santo de cuerpo entero, en vez del pícaro que fue. Y al revés Juan de la Cruz…
Ocurrió que Juan de la Cruz fue acogido y amparado por curas y frailes de mejor talante que el ciego al que entregó su madre al Lazarillo, y puso en formarse y en aprender la misma voluntad y genio que el Lazarillo en sus menesteres. Y así terminó en santo, y no en pícaro…Pasó por los mejores colegios de jesuítas, estudió en Salamanca, etc. etc.
Es lo de Ortega y Gasset, amigo Varela: “yo soy yo y mi circunstancia”. Teresa de Jesús tuvo que romper con los malos modos y modas de la gente bien y honorable, hecha a vivir un poco del cuento y aburguesada al cien por cien. Juan de la Cruz tuvo que romper con la picardía que formaba el núcleo del vivir, pensar y luchar del pueblo bajo. La una y el otro lograron sobreponerse, encontraron el ambiente propicio para romper con su mundo originario.
Siento un gran respeto por Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. Y me siento muy unido al Lazarillo de Tormes y a su condena radical del mundo hipócrita, cruel y cínico que le explotaba. Ya no me gusta llamar al XVI el siglo de oro español.
Y tampoco siento un respeto excesivo por la Reforma que dicen protestante. En el fondo ni la Tridentina ni la Protestante reformaron el pensamiento europeo con todo su carga de cinismo, de imperio universal despótico, genocida etcetera etcétera. De la una y de la otra salió la receta del capitalismo en su versión más canalla, la que hoy estamos sufriendo, unos más que otros, por supuesto.
Que lo sepan los que han compuesto ese número relativo a Teresa de Jesús. Ella respetó los principios de la división de clases, la condición de “no personas” de indios y negros y chinos, los privilegios de unas y la sumisión de las otras, igual que los dogmas de la Eucaristía y la Trinidad.
A lo mejor estoy diciendo barbaridades. Pero creo que la verdadera reforma está pendiente, y es la reposición de todos los seres humanos en un plano de igualdad y fraternidad. Y una vez conseguido esto, podríamos discurrir sobre los dogmas de la Trinidad y la Eucaristía y todo lo demás. !Despertemos, amigos, estamos en el siglo XXI!
Hola!
Desconozco el “punto de vista” que tendrán los Artículos en Iviva.
Al tratar yo de “actualizar” (escritora – mística y mujer) está claro que no me vi inclinado a “copiar” o “re-producir” lo de esa gran “escritora-mística-mujer” de hace varios siglos. No hubiera sido “actualización”.
El “horizonte vital” del tiempo de Teresa, bien que secularizado, no había “esfumado” la Religión. El nuestro: ¡Sí!.
Correspondía, entonces, secularizar los valores, o sea: ponerlos en otra perspectiva vital: la de la vida humana.
Adrede tomé a Paul Auster porque lo esencial de su “modo de ver-narrar” consiste en acentuar lo “azaroso” del acontecer nuestras vidas. Libera de las “cadenas causales” (por eso lo narrado empieza con “Casualmente …”)
Para el tiempo de Teresa nada quedaba fuera de lo “pre-visto” por el “Pro-veedor eterno”.
Sería meterme en camisas de once varas el señalar que esos “azares” in-soportables para la razón física de Newton y aun de Einstein recibieron de Plank con su “Cuántica” un intento de hacerlos menos loquitos (más razonables “probablemente”)
¿Qué lío, no? Bueno, como dicen que hay que hacerlo, lo hacemos, pero no más que eso!
¡Voy todavía! – Óscar.
– “Casualmente yo conocí a Grace en una editorial. Fue en enero de 1979, poco después de acabar mi segunda novela.
Acudí al despacho de mi editora, y en cierto momento de la conversación empezamos a discutir ideas sobre la cubierta del libro. Entonces fue cuando me dijo: «¿Por qué no llamamos a Grace, la diseñadora gráfica, para que venga y nos diga lo que le parece?»
Entonces Grace Tebbetts hizo acto de presencia en el despacho. Se quedó alrededor de un cuarto de hora y, cuando salió para volver a su despacho, yo ya estaba enamorado de ella.
Fue algo así de brusco, concluyente e inesperado. Para un pesimista nato como yo, fue una experiencia enteramente increíble. Me sentí transportado al universo de los trovadores, reviviendo un pasaje del primer capítulo de La vita nuova (… cuando por primera vez la gloriosa Dama de mis pensamientos se hizo presente ante mis ojos), habitando los rancios tropos de un millar de olvidados sonetos de amor. Ardía. Me consumía. Desfallecía. Mudo quedé.
Y todo eso pasaba en un entorno de lo más insípido, bajo el crudo resplandor de las luces fluorescentes de una oficina norteamericana de finales del siglo XX: el último lugar del mundo donde a uno se le ocurriría tropezar con la pasión de su vida.
Un acontecimiento así carece de explicación:
no hay razón objetiva alguna que explique por qué nos enamoramos de una persona y no de otra.
Grace era una mujer atractiva, pero en aquellos tumultuosos momentos que presidieron nuestro primer encuentro, mientras le estrechaba la mano y veía cómo se sentaba junto al escritorio de Betty, pude darme cuenta de que no poseía una belleza extraordinaria, de que no era una de esas diosas del cine que intimidan con el hechizo de su perfección.
Sin duda era guapa, atractiva, agradable a la vista (se definan como se definan esos términos), pero por intenso que fuese mi deseo, también sabía que mi interior iba más allá de la mera atracción física, de que el sueño que estaba empezando a tener era algo más que una simple y momentánea pulsión animal.
Grace me dio la impresión de ser inteligente, pero a medida que se iba desarrollando la entrevista y escuchaba sus ideas para la cubierta, vi que no poseía una gran capacidad de expresión (vacilaba frecuentemente mientras se detenía a pensar, su vocabulario se limitaba a palabras breves y funcionales, no parecía tener mucha capacidad de abstracción) y nada de lo que dijo aquella tarde fue especialmente genial o memorable. Aparte de formular algunas observaciones amables sobre mi libro, no dio muestras de que tuviese el más remoto interés hacia mí.
Y sin embargo ahí estaba yo, presa de los mayores tormentos, ardiendo, consumiéndome, desfalleciendo, un hombre atrapado en las redes del amor.
Medía un metro setenta y dos centímetros y pesaba cincuenta y siete kilos. Cuello esbelto, brazos y dedos largos, piel pálida y cabello rubio oscuro, más bien corto. Su pelo, según caí en la cuenta más adelante, tenía cierto parecido con el de los dibujos del protagonista de El Principito -un manojo de mechones rizados y en punta-, y esa asociación quizá ampliara el aura un tanto andrógina que emanaba de Grace. La ropa masculina que llevaba aquella tarde también debió de tener algo que ver en la creación de aquella imagen: vaqueros negros, camiseta blanca y chaqueta de lino azul claro.
Al cabo de cinco minutos se quitó la chaqueta y la colgó en el respaldo de su silla, y cuando le vi los brazos, aquellos brazos largos, suaves, infinitamente femeninos que tenía, supe que no descansaría hasta poder tocarlos, hasta conquistar el derecho de poner las manos sobre su cuerpo y acariciarle la piel desnuda.
Pero quiero ir más allá del cuerpo de Grace, más allá de los incidentales detalles de su persona física.
Los cuerpos cuentan, desde luego -cuentan más de lo que estamos dispuestos a admitir-; pero no nos enamoramos de los cuerpos, nos enamoramos de lo que somos, y si en gran parte nuestra naturaleza se ve circunscrita a un ámbito de carne y hueso, también hay otra cosa. Eso lo sabemos todos, pero en cuanto nos apartamos de un catálogo de apariencias y cualidades superficiales, las palabras empiezan a fallar, a desmenuzarse en confusiones místicas y metáforas nebulosas, insustanciales.
Algunos lo denominan la llama de la existencia. Otros, la chispa interior o la luz íntima de la personalidad. Y otros se refieren a la llama de la esencia. Los términos siempre evocan imágenes de luz y calor, y esa fuerza, ese principio vital que a veces llamamos alma, siempre se comunica al otro a través de la mirada. Seguro que los poetas acertaban al insistir en ese punto. El misterio del deseo empieza cuando se mira a los ojos al ser amado, porque únicamente allí puede percibirse un destello de quién es esa persona.
Grace tenía los ojos azules. De un azul oscuro, moteado de gris, con algo de castaño, quizá, pero también de avellana a modo de contraste. Eran ojos intrincados, ojos que cambiaban de color según la intensidad y la inflexión de la luz que recibieran en un momento determinado, y cuando la vi por primera vez aquel día en el despacho de Betty, se me ocurrió que nunca había conocido a una mujer que irradiara tal serenidad, tanto aplomo en su manera de ser, como si hubiera alcanzado ya, sin haber cumplido aún veintisiete años, un estadio de existencia superior al del resto de los mortales.
No pretendo sugerir que hubiese en ella reserva alguna, que Grace flotara por encima de las circunstancias envuelta en alguna beatífica niebla de condescendencia o frialdad. Por el contrario, se mostró bastante animada durante toda la entrevista, dispuesta a reír, a sonreír, a formular todas las observaciones y a hacer todos los gestos que había que hacer, pero bajo su interés profesional por las ideas que Betty y yo le proponíamos se percibía una asombrosa ausencia de lucha interior, un equilibrio mental que parecía eximirla de los habituales conflictos y agresiones de la vida moderna: falta de confianza en uno mismo, envidia, sarcasmo, necesidad de juzgar o menospreciar a los demás, el punzante, insoportable dolor de la ambición personal.
Grace era joven, pero poseía un alma madura y curtida, y sentado frente a ella aquel primer día, mirándola a los ojos y estudiando los contornos de su cuerpo esbelto y anguloso, de eso es de lo que me enamoré: la sensación de calma que la envolvía, el radiante silencio que ardía en su interior.
“La noche del oráculo” (Nota en págs. 25 a 29) – 2004 – Paul Auster.
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Hola!
Me parece recordar que hace poco andaba el Cumpa honorio cadarso preguntando por lo que este número de Iviva pareciera ser una posible respuesta. Honoria dirá!
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Por lo que presenta este Post, se nota un esfuerzo por “ACTUALIZAR” el genio y figura de Teresa de Ávila. Gran MUJER, gran MÍSTICA. Presto, sin embargo y además, especial atención a la gran PASIÓN de ESCRITORA.
Por esto último es que en próximo Comentario me centraré en la vivencia “ACTUAL” de un ESCRITOR con igual Pasión en el instante “MÍSTICO” en que se le de-vela la MUJER.
(Lo tomaré de una de sus Novelas -“La noche del oráculo“- 2004 – Paul Auster)
¡Voy todavía! – Óscar.