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 ¿Hacia una sociedad post-religiosa?

Haya            La Ecumenical Association of Third World Theologians (EATWOT) realizó en 2011 una Consulta Latinoamericana sobre Religión. La consulta se planteó ante una generalizada percepción “subliminar” de la religión como construcción humana que tanto podía ayudar como dificultar la relación con lo trascendente. Su propósito fue iniciar una reflexión teológica sobre la religión. La revista VOICES recogió en 2012 la contribución de varios teólogos latinoamericanos bajo el título Hacia un paradigma pos-religional.

            Realmente ¿se está universalizando una cultura que prescinde de la religión? Sí y no. La respuesta de los teólogos consultados induce a reflexionar y a matizar ese título.

En la imposibilidad de resumir un documento de quince teólogos con más de 300 páginas, y como un pequeño servicio para quienes no tengan oportunidad o tiempo de leerlo, recogeré aquí muy escuetamente las ideas que me han parecido de mayor interés respecto al nuevo paradigma y a su relación con la religión.

Hacia un paradigma

Mirando a la distancia de siglos, se pueden apreciar cambios muy significativos en los hábitos culturales de la humanidad, que nos permiten considerarlas como épocas con características, o paradigmas, diferentes.

Hay consenso en dos o tres grandes paradigmas civilizatorios; otros describen cinco. En los comienzos se puede apreciar un paradigma naturalista: los grupos nómadas veneraban a la naturaleza con temor y respeto (algo que de algún modo continúa en “las teologías indias y afros” Alejandro Ortiz). Al desarrollarse una agricultura sedentaria surgieron las religiones con sus dioses locales -posteriormente evolucionaron hacia el monoteísmo- que organizaron la sociedad mediante sus leyes divinas (creencias, preceptos y ritos). Este paradigma religioso se ha ido resquebrajando desde el Renacimiento y ha dado origen al paradigma humanista “moderno”, centrado en la razón, la filosofía y la ciencia, en el que el hombre y la sociedad civil han ido asumiendo su responsabilidad y se han emancipado de la tutela religiosa.

            En la actualidad ya es un tópico decir que estamos viviendo “no una época de cambios sino un cambio de época”; más difícil es precisar en qué consiste este paradigma naciente, cuál es la raíz que ha desencadenado ese cambio porque, mirando de cerca, los árboles no dejan ver el bosque. No obstante podemos señalar las característica que parecen más decisivas.

Quizás la característica más influyente sea el crecimiento exponencial de los conocimientos y su radicalidad que cuestiona –física y filosóficamente- la estabilidad de las leyes físicas mediante la constatación de la interrelacionalidad, la superación del dualismo sujeto-objeto, y la indeterminación cuántica, que desestabiliza el “cosmos” con el “kaos” subatómico. “El sujeto no es un ser definido de una vez por todas sino en constante devenir; es el resultado de sus relaciones. Es una afirmación de fundamental importancia, que lleva a la reformulación de conceptos clave, como el de verdad, el de identidad… la relación con los otros… con la naturaleza y el cosmos” (Luigi Schiavo).

Los avances de la investigación en arqueología, historia, psicología, sociología… han cuestionado igualmente la metafísica inmutabilidad de los conceptos y leyes sociales, y le han contrapuesto una diversidad de soluciones válidas para los problemas humanos. La experiencia personal y colectiva se ha rebelado contra la norma institucional.

Algunos sociólogos apuntan que la importancia que va adquiriendo la inteligencia artificial está llevando a la “tecnoesfera”, a que el hombre ceda su autonomía ante la máquina, hasta el punto de que un cohete inteligente decidirá por sí mismo a quién puede matar. Al menos ya se puede decir que la sociedad civil está cediendo su autonomía ante el dios mercado. La religión y la ética están suplantadas por la técnica “se debe hacer todo lo que se puede hacer”; se está relegando el sentido de la vida; el único valor reconocido es la eficiencia (R M Grácio das Neves).

Otra gran característica de nuestra época es la globalización. La multiplicación de las comunicaciones, físicas y virtuales, por una parte nos aporta nuevos conocimientos e interpretaciones que cuestionan la precariedad del pensamiento propio y nos abren al pluralismo; por otra parte somos incapaces de asimilar tal exceso de información y fácilmente caemos en el escepticismo o nos dejamos arrollar por un pensamiento único.

Pos-religional

 

            ¿De qué modo afecta este nuevo paradigma a las religiones? y ¿a quiénes afecta?

Ya hemos visto que el paradigma naturalista, o cósmico, pervive todavía en las teología indias y afros; que el paradigma religioso ha convivido varios siglos con el humanista; y que actualmente las religiones orientales compiten con el nuevo paradigma tecnocientífico. Cabe pues preguntarse a quiénes afecta este nuevo paradigma.

            Aunque no soy un experto, creo que afecta principalmente a los intelectuales en la cultura occidental, y que muchas de sus características se están difundiendo en un ambiente de estudios medios y superiores. En cuanto al pueblo más sencillo, de cultura básica, creo que se rige por su inteligencia emocional (ética o religiosa) más que por las complicadas explicaciones o normas científicas o religiosas; le basta con ser “buena gente”. “Se puede generalizar diciendo que en medio mundo la religión está en efervescencia y en el otro medio está en crisis… y los dos medios mundos están… mezclados” (EATWOT).

En cuanto al modo en que afecta a la religión, considero de mayor interés los artículos finales porque concretan las consecuencias prácticas de ese nuevo paradigma para la religión cristiana, y en particular para la católica. Lo referente al teísmo y a la no dualidad (Juan Diego Ortiz y obispo Spong) necesitaría un comentario aparte sobre los conceptos de trascendencia e inmanencia.

            La comisión teológica (EATWOT ) concluye que el paradigma pos-religional “continuará siendo religioso… en cuanto relacionado con la dimensión espiritual del ser humano y de la sociedad, aunque cambien las culturas y las épocas”, lo que supera es el modo actual de concebir las religiones agrarias. En este sentido enumera una serie de rasgos que pueden resumirse en que las religiones son construcciones humanas, no estamos sometidos a ellas, no son por naturaleza eternas, y no tienen el monopolio de la espiritualidad.

  • Luigi Schiavo considera que habrá que revisar conceptos clave como revelación, encarnación, y en general la cristología que ha suplantado al mensaje subversivo del Reino (aquello del dedo que señala a la luna). El fondo del problema está en que “a partir del nuevo paradigma relacional se entiende que no hay una verdad ya confeccionada y lista sino que existe un proceso colectivo y plural de búsqueda de la verdad”; en consecuencia debe darse prioridad a lo relacional sobre lo institucional, “preocupándose más por la fidelidad a los valores que por la historia de las definiciones y formulaciones doctrinarias”. En concreto hay que revisar los conceptos de jerarquía y magisterio (“la dictadura de la fidelidad doctrinal y del dogmatismo”), el patriarcalismo, y la misión (la inculturación del evangelio). Propone en cambio volver al evangelio y renovar su capacidad profética mediante la opción por los pobres.
  • Marià Corbí propone las líneas de un nuevo paradigma axiológico no sometido a ningún sistema de creencias, ni religioso ni laico, porque la religión es creación humana, no revelación divina. Este paradigma debe ser adecuado a una sociedad globalizada, y no puede ser exclusivo ni excluyente; debe recoger lo mejor de la sabiduría humana. Un paradigma axiológico adecuado a la sociedad en continua evolución de conocimientos, que interprete la realidad y regule los hábitos culturales como modos de sobrevivencia para la comunicación y el servicio mutuo; ofrecido sin imposiciones sino como “la mejor de las posibilidades humanas”.

Conclusiones

            En conclusión diría que la cultura intelectual de occidente, está desarrollando un nuevo paradigma hermenéutico de la realidad con consecuencias axiológicas sobre nuestra ética social, y que este paradigma cuestiona las religiones tradicionales (en cuanto a sus creencias, preceptos, ritos y jerarquías).

            Me pregunto si, desde el punto de vista cristiano, un paradigma cultural puede cuestionar la religión y la ética. El paradigma cultural se basa en la razón (con sus aciertos y sus deficiencias), y desde el punto de vista cristiano, la razón es obra de Dios desde la creación; por tanto es anterior a la religión en tiempo y en rango. Jesús cuestionó (Mc 11,14 y Jn 4,23 insinúan que derogó) su religión judía, cuya institución se atribuía directamente a Dios, pero revalorizó su espiritualidad; y esta espiritualidad coincide con el fondo de todas las religiones y de una ética humanitaria.

            En cambio cualquier paradigma cultural tiene que respetar una ética y una espiritualidad, porque son tan inherentes al hombre como la razón. Cada una de estas tres capacidades humanas presenta aciertos y desviaciones, por eso deben interrelacionarse para aproximarse al misterio de una realidad que nos supera. La razón, la ética y la espiritualidad juntas tienen que juzgar tanto a las religiones como a cualquier paradigma cultural. No podemos aceptar que un paradigma cultural nos conduzca a un pensamiento único, a un dios mercado o a un consumismo.

            Creo en definitiva que ese nuevo paradigma hermenéutico y axiológico debe inducir a las religiones (especialmente al judaísmo, cristianismo e islamismo) a flexibilizar su estructura y a potenciar la espiritualidad común. Jesús no impuso doctrinas, preceptos ni ritos; propuso un movimiento de fraternidad universal, que denominó como el Reinado de Dios.

 

21 comentarios

  • Juanel

    Isidoro tenemos objetivos comunes, incorporar el materialismo racionalista a la fe cristiana. Si fue la Ciencia en el s.XIX y XX la que al construir una cosmovisión coherente sin la intervención de Dios, poniendo en evidencia las contradicciones de la cosmovisión religiosa lo que hizo apartarse a muchos de la fe, puede que ahora sea la Ciencia la que pueda darle apoyo. Además si el cristianismo supo incorporar el paradigma helenístico a su fe, tenemos que esforzarnos por incorporar nuestro paradigma científico-tecnológico o como se llame, a la nuestra. Estoy convencido de que puede hacerse revisando la dogmática, la cristología, y en general la teología, haciendo una nueva lectura interpretativa para nuestro contexto.
     
     
    La dificultad está en que esa interpretación no puede hacerse mediante ruptura con la Tradición, sino avanzarla en continuidad con el pasado hasta nuestro tiempo, para que haya alguna posibilidad de que no sea incompatible con el Magisterio de la Iglesia Católica. Otra cosa distinta es que la Iglesia actual acepte hoy las nuevas proposiciones, pero éste no es el objetivo a corto o medio plazo, sino únicamente sembrar nuevas posibilidades. Animar a muchos a que lo hagan, quizás alguna de ellas dé con la solución. Lo que no creo posible es la solución del avestruz, cerrar los ojos ante el rápido avance actual, una época de cambio en todos los órdenes.
     
     
    (Isidoro, ¿has leído mi propuesta de “Credo”? Es un intento de lectura en nuestro contexto sin rupturas con la Tradición de la Iglesia, claro que no sé si lo he logrado. Si pinchas mi nick Juanel en la columna izquierda del tablón de Atrio sale, pues es la única línea que he abierto en Atrio. Algunas cosas de él ya debo modificar, pero en lo esencial me sigue pareciendo válido.)

  • Isidoro García

    Amiga Ana: Bien hallada de nuevo, que nos tienes bastante abandonados, y muchas veces se echa en falta tu buena mano izquierda.

         Coincido en mucho contigo. Primero ya digo que lo que está fuertemente en crisis no es el cristianismo sino el eclesialismo.

       Y también en que estos cambios culturales, aún acelerados, son lentos y paulatinos, y nosotros no los acabaremos de ver, solo los vamos vislumbrando. Nuestros hijos serán protagonistas, pero serán nuestros nietos los que ya se encontrarán con un mundo que poco tendrá que ver con el que hemos vivido nosotros.

      Respecto a que los cambios sociales y culturales no modificarán el dogma, yo creo que no y que sí. Yo como cristiano, creo que la esencia del mensaje de Jesús será válido hasta el fin de la historia, pero su interpretación y concretización cambiará mucho.
       La doctrina, los dogmas, son expresiones simbólicas de la realidad oculta, y esas expresiones se irán enfocando y afinando, con el aumento del conocimiento de la realidad general.

       Y en lo que discrepo contigo es en que “Una sociedad materialista y racionalista es incompatible con creencias transcendentes y con vidas futuras”. Todo mi sistema de pensamiento va en el sentido de lo contrario. Lo que pasa es que para ver que son compatibles, se necesita bastante imaginación, muchos conocimientos de la ciencia presente, y sobre todo de la línea de evolución de la ciencia en el futuro, y mucha libertad intelectual y aceptar con resignación el que te llamarán cariñosamente, “perro judío”.
     
        Todo lo que vengo escribiendo desde hace año y medio va en ese sentido, aunque sé que muchos no estáis de acuerdo, y a lo peor estoy equivocado.
    Por eso no estoy de acuerdo con la teología progresista al uso, que tira la toalla cuando ve las cosas difíciles intelectualmente hablando. Entre el integrismo y el abandonismo, hay un camino que es el del cristianismo “científico”, aunque sé que muchos no lo creeis.

       No pretendo convencer a nadie, porque sé que los mayorcitos ya tenemos formada nuestra opinión de todo y es muy difícil cambiarla. Pero pienso que podría abrir alternativas sobre todo en la gente más joven, que pueda tener esas mismas dudas que tuvimos todos a su edad, (yo no empecé a verlo de esta manera, hasta solo hace unos 5-10 años).
     
        “Poca ciencia, aleja de Dios, pero mucha ciencia, nos devuelve a Él”. (Pasteur)
     
        “El hombre común encuentra a Dios al principio de las cosas, el científico al final”. (Max Planck) 

  • ana rodrigo

     
    Hola, Isidoro, voy a ver si consigo aterrizar un poco más.
     
    Es evidente que nos encontramos en una época axial, en la que los ejes fundamentales de la sociedad giran en torno a nuevas preocupaciones, usos y costumbres de las que han funcionado hasta hace poco, y, si bien estamos en un momento de velocidad en los cambios como no se había visto nunca, creo que nuestra generación no va a poder ver lo que supone una nueva etapa de la historia de la Humanidad, como ocurrió con la Ilustración-Revolución Francesa, el Renacimiento, o, dando un salto hacia atrás, le revolución neolítica. Las revoluciones son como la levadura, van fermentando desde adentro, no desde un líder por muy carismático que sea.
     
     
     
    No recuerdo que ningún nuevo paradigma social haya cambiado los fundamentos de la religión, eso sí, han creado nuevas religiones, como fue el caso del cristianismo, o el Islam (no sé si se derivaron de nuevos paradigmas o ellas mismas fueron los nuevos paradigmas).
     
     
     
    Cambiarán las instituciones que sostienen y mantienen las religiones, pero cada religión individualmente seguirá con su fundamento respectivo inamovible.
     
     
     
    Por tanto ningún nuevo paradigma social o cultural, cambiará el hecho religioso en su dogmática, sí en sus aspectos externos como ritos, praxis, moral, etc.
     
     
     
    Una sociedad materialista y racionalista es incompatible con creencias transcendentes y con vidas futuras. Y si el paradigma de las sociedades occidentales va por ahí, la sociedad quedará dividida en sociedad CREYENTE en Dios por encima de todo o a pesar de todo, y en sociedad no creyente nada más que en lo que ve y toca.
     

  • Isidoro García

    Añadido a mi comentario anterior de hoy:

      Los monos y el vendedor de sombreros, (Cuento hindú).
           Cierta vez, un vendedor de sombreros que viajaba de aldea en aldea se echó a la sombra de un árbol para dormir un poco. Cuando despertó, los monos se habían llevado toda su mercancía y estaban trepados a las ramas.
         Furioso, se sacó su propio sombrero y lo arrojó al suelo. Al instante, todos los monos lo imitaron, de manera que pudo recuperarlos y se marchó.
          Muchos años después, el nieto del vendedor pasó por el mismo sitio y también se acostó a dormir. Al despertarse, nuevamente los monos habían robado sus sombreros.
         El hombre recordó la anécdota de su antepasado y arrojó el suyo con fuerza al suelo. Pero ninguno de los monos lo imitó. En lugar de eso, uno de ellos le dijo:
    —¡Tonto! ¡Nosotros también hemos tenido abuelos!
     

        ¡A ver si aprendemos de nuestros abuelos, y no repetimos una y otra vez lo mismo!. (Esto es general, no es contestación a Juanel sobre su comentario, que acabo de leer).

  • Juanel

    Poco es Isidoro lo que puedo reconocer como cristianismo, es decir, como seguimiento a Jesús en tu comentario del día 29. El anuncio del Reino central en Jesús no tiene, en mi opinión, relación alguna con el que tú expones, una Mente Global que coordina una Comunidad Global de individuos humanos independientes y plurales, que tampoco se corresponde con el Nirvana budista, ni es el Punto Omega de T.Chardin. El camino a seguir propuesto por Jesús para alcanzarlo no es el conocimiento científico de la Realidad, nada aportó Jesús a ese conocimiento. Jesús tampoco elaboró un Mundo Espiritual aparte de la realidad cotidiana que es en la que centra su interés, y menos aún que lo identifique con el Espíritu Santo que tú propones como agente de la evolución humana, hacia una meta para mí pobre de sentido e interés, la globalización de las inteligencias.
     
    Una cosa es que ciertos científicos hagan predicciones de futuribles posibles más o menos creíbles, pues tienen probabilidad variable de darse, y otra bien distinta es colocarlos en el centro de las creencias para sacar de ellas un sentido a la vida. Estás en tu derecho de hacerlo, faltaría más, pero lo que no puede hacerse es tergiversar el cristianismo para adaptarlo a tus puntos de vista. Tomar el cristianismo por lo que no es, es faltar a la verdad, y como supongo que ésta no es tu intención, se tendría que o bien reelaborar tu propuesta o bien quitar de ella el cristianismo, y simplemente proponer una nueva fe de corte cientificista que sirva para dar un sentido a la vida. Mezclarlo todo para ver qué sale no creo que sea un buen procedimiento.
     
    A mí me gusta entretenerme también con futuribles pero no centran mi fe. Cuando ciertas proposiciones de mi fe chocan contra la Ciencia, lo que suelo hacer es abrir ésta en futuribles cientificistas para desviarlo y que el choque no se produzca. Lo que retoco es la Ciencia proyectada hacia un futuro previsible, no mi fe.
     
     
    ¡Ah! Al terminar este escrito y al irlo a pinchar me encuentro que has escrito otro comentario. Lo leeré con atención y si se tercia lo comentaré.

  • Isidoro García

       El amigo Juanel, en su comentario de 29 de octubre, se hacía unas preguntas muy concretas al amigo Gonzalo, pero luego tanto él como la reaparecida Ana, se pierden, (en mi opinión) en generalidades vagas, que suenan muy bien, pero que a mí me aclaran poco.

       Porque yo creo que no somos conscientes del todo de nuestro cambio epocal o “axial”, que le llama Corbí, según el cual todo es distinto, y las cosas viejas no se pueden remendar sin más, sin que se descosan por todos los lados.
     
        Hay una corriente de pensamiento que señala  que en el último milenio, se han dado cuatro momentos axiales, en los que claramente se había producido un cambio epocal,  que se producen cuando han evolucionado las ideas imperantes, (que según el materialismo y determinismo histórico, están muy influídas por el desarrollo científico y tecnológico), y a consecuencia de ello las estructuras sociales y políticas han quedado obsoletas.

          Y en el milenio pasado, estos cambios se habrían producido cada 250 años, mas o menos.

        Cuando se contempla globalmente la historia, parece que hay unos momentos en los que se nota un cambio extraordinario en el mundo de la cultura y el conocimiento. El tiempo actual es uno de esos hitos, pero hubo otros similares en el pasado.
     
       Uno de ellos, se puede datar en el siglo XIII. Hacia 1.250, se produce el fin del auge de la Edad Media, y el inicio de su declive. Aparecen una serie de figuras importantísimas, que dan un nuevo impulso y sobre todo una nueva dirección al mundo del conocimiento. El inglés Roger Bacon (1214 – 1294) fue un filósofo, científico, y teólogo inglés, de la orden franciscana. Maimónides (1135-1204), quien llegó a escribir en su famosa Guía de los Perplejos, que sólo el conocimiento de orden metafísico es necesario para asegurar la supervivencia después de la muerte, idea que está en la línea de lo expuesto por todas las gnosis tradicionales, incluida la Cábala. 

        Si como dice el proverbio zen, por la noche sale el sol, en el siglo XIII se inicia el ascenso del espíritu laico, y el amanecer del Renacimiento y empieza en las ciudades el poder de las burguesías, contra los nobles, en la Iglesia se abandona definitivamente el platonismo y Tomas de Aquino, (1225-1274), entroniza al “racional” e inmanente Aristóteles, e inician su actividad los franciscanos, Francisco (1182-1226), y su “revolución” eclesial.

        Pero el mundo espiritual no por ello decae sino al contrario se produce una efervescencia general. En el mundo cristiano, Eckart (1260-1328), Dante  (1265-1321), y sus hermanos los Fideli d’Amore , plasma literariamente todo un mundo celestial inspirado en visiones de su inteligencia agente, Beatriz.  Y Ramón  Llull, (1232 – 1316), es un gran teósofo y teórico de la profecía, que intercambia ideas con sus contemporáneos cabalísticos, especialmente con el zaragozano Abulafia.
     
       En el mundo judaico, hacia mitad del siglo XIII, se produce el estallido de la Cábala. Moshé de León, Guadalajara  (1250-1305), y su amigo y contemporáneo Joseph Chiquitilla, de Segovia, (mi patria chica), se unen con la escuela cabalística de Girona. Y Abraham Abulafia de Zaragoza-Tudela, (1240-1291?), no solo es un teórico de la Cábala, sino un espiritual activo y contactado, lo que le llevó hasta el delirio mesiánico.

         Sobre la importancia axial del 1.500, (el inicio del Renacimiento y de las naciones-estado), y del siglo XVIII, (el inicio de la época moderna, de la revolución industrial, y del hombre-ciudadano), y de los cambios que se producen en ambos hitos históricos, no es necesario hablar por lo conocidos de todos.
     
       Pues será casualidad o no lo de los doscientos cincuenta años, pero parece que justo ahora estamos sobre otro hito histórico, en el que parece que todo cambia, y andamos todos perplejos y despistados.

       En estos cambios epocales, todo se vuelve antiguo, y se necesitan nuevas instituciones. ¿Significa que el cristianismo está finiquitado en estos nuevos tiempos?. No, lo que está finiquitado es el eclesialismo al uso. Hay que utilizar odres nuevos y fuertes para contener el Vino viejo de siempre.
     
      Teilhard de Chardin, esperanzadoramente profetizaba: “Visiblemente, no será por los caminos actuales como se establecerá el reino de Dios, sino mediante algún renacimiento, alguna “revelación” que se difundirá en la masa humana como el agua como el fuego”.    Esta nueva revelación, puede ser tal, o puede ser una nueva reinterpretación de las antiguas revelaciones a la luz de los tiempos nuevos y de los conocimientos que estos nos procuran.
     
      La frase que nos enseña hoy  Fraijó, de Rahner, “aspiro a ser cristiano”, yo  la entiendo como “aspiro a entender que es ser cristiano”, reinterpretando lo asumible de las antiguas revelaciones.
     
      Pero concretizando, para no quedarnos en el mundo de las abstracciones y generalidades, hay que rehacerlo todo. Hay momentos en que las cosas no son asunto de chapa y pintura, sino que hay que meter el martillo y la radial.

       Henry Ford, dijo una frase genial: “Si hubiera preguntado a la gente que qué quería, me hubiesen dicho que caballos más rápidos”. Hay momentos de gran cambio, en que el progreso no viene mediante correcciones sucesivas, sino que suponen un salto cualitativo. Un avión no es un coche al que se le han añadido unas alas: es otra cosa distinta, y los aviones no los fabrican las mismas empresas que los coches.

         Hay que hacer un trabajo especulativo de prospectiva hacia el futuro.  ¿Hacia dónde va el hombre?.  ¿Y cómo serán las religiones del futuro que le ayuden y estimulen a recorrerlo lo mejor posible?. Esa es la cuestión en la que habrá que pensar.
     

        (Despues de leer el artículo de Manuel Fraijo, de hoy, he estado a punto de borrar todo lo anterior. No porque sean contradictorios, sino porque él lo dice mucho mejor. Espero que se comente jugosamente).

  • Juanel

    Me gusta eso que dices Ana que “las creencias se hagan más asequibles y razonables a la sociedad, y sobre todo que la sociedad perciba que los y las creyentes sean los primeros en la lucha por la justicia, la solidaridad, la ecología …”. En mi opinión esto debería ser así y tendríamos que poner todo nuestro esfuerzo si somos creyentes en conseguirlo. Y también potenciar “una espiritualidad que ayude al desarrollo interior del individuo”.
     
     
    Preguntas ¿qué “salvar” en nuestro actual paradigma laico y racionalista de la religión? Contestas que “aquello que coincida con una ética universal de derechos humanos”. En mi opinión, creo que una ética universal de derechos humanos es una ética de mínimos necesarios y un presupuesto previo de cualquier religión. Hoy no se puede mantener principios religiosos ni encuentro alguno con Dios en contra de lo humano, pues lo primero es el ser humano. Los fundamentalistas religiosos que creen poseer la Verdad Absoluta revelada por Dios y en nombre de ella desprecian al que no se somete a lo que creen su Voluntad, hacen un flaco servicio a su propia religión, pues impide su posible acceso a Dios y hace que los mejores se aparten.
     
     
     
    De la religión, y hablo de la Católica, no sólo se puede salvar una ética de mínimos, sino que propone una ética de máximos. Además la religiosidad no es sólo ética y espiritualidad. Tiene un contenido propio diferente. Y la religión Católica tiene mucho que ofrecer a la religiosidad de las personas. Pero esto que tiene en abundancia tiene que saber ofrecerlo, no sólo a un sector de la sociedad que asume los viejos modos, sino también a la más racionalista e informada.

  • h.cadarso

    Os invito a ver une película que se estrena el 13 de noviembre: Un otoño sin Berlín. Una muchacha joven malquerida de su padre, rechazada por su novio afectado de una depresión de caballo, el cual al mismo tiempo ha despachado de su casa a su madre, intenta recuperarlos a todos para reencontrarse con el amor en el terreno de las relaciones familiares. Pero fracasa. Ese Amor al que algunos llamamos Dios inspira toda la película, toda la vida de la muchacha. Típico canto al Amor en categorías de laicismo o ateísmo, o simplemente en categorías que se ajustan al Segundo Mandamiento: No tomarás el Nombre de Dios en vano. O sea: Vivirás el Amor sin límites…

  • Gonzalo Haya

    El vocabulario se queda corto para expresar los  matices de la vida. No propongo nada nuevo. Los comportamientos sociales se mueven como el péndulo de un extremo a otro, porque al exagerar los valores solemos caer en el defecto opuesto. Frecuentemente un vicio proviene de una virtud llevada al extremo. Lo difícil es volver al verdadero espíritu del evangelio, porque cualquier formulación concreta suele desviarse según nuestras interpretaciones más o menos interesadas. En la Iglesia católica llevamos siglos exagerando la imposición de las explicaciones doctrinales y de los ritos sociales; creo que estamos volviendo a un tipo de religión que Jesús rechazó. A mi entender necesitamos flexibilizar todas esas imposiciones. La espiritualidad tiende a concretarse en creencias y en prácticas sociales. Eso es socialmente necesario y es positivo; pero el exceso ahoga a la espiritualidad. Los nuevos paradigmas abogan por la libertad, pero no debemos caer en el extremo opuesto. Somos libres y autónomos, pero tenemos mucho que aprender de los otros. Un movimiento pide coordinación hacia una meta común. Es difícil, diría que imposible, definir el punto medio. En las palabras del evangelio pueden verse contradicciones; en el comportamiento de Jesús encuentro yo ese difícil punto medio. Como veis, es difícil expresarse.

  • oscar varela

    Hola!

    El Cumpa Gonzalo termina así:

    – “Jesús propuso un movimiento de fraternidad universal, que denominó como el Reinado de Dios.”-

    ¿Y si lo ennciáramos así?:

    – “Jesús propuso un movimiento igualitario, que denominó como el Reinado de Dios.”-

     

    Él mismo, el Galileo Jesús, “convocó” a esa Sociedad Alternativa empezando por “Los Doce”; lo que desató la Bronca en la Sociedad vigente. ¿Qué se le va a hacer, no?

    ¡Voy todavía! – Óscar.

    * Nos evitaríamos lo de “fraternidad” referido a una “Paternidad” (Dios)

    * Nos evitaríamos lo de “universal” muy poco “individual-concreto”.

     

  • ana rodrigo

    Algunas cositas que se me ocurren:

    Las religiones son creación humana.

    Así mismo lo son las imágenes de los dioses  de cada religión.

    Por tanto ninguna religión ha sido revelada, sino inspirada en un sentir común a grupos humanos concretos.

    Como las tres religiones del libro que copan la mayor parte de las sociedades se consideran reveladas por Dios, per se, son estáticas en sus fundamentos.

    Los paradigmas en los distintos momentos de la historia han reafirmado en sus dogmas, añadiendo incluso algunas nuevas (lo demás han sido herejías) aunque hayan modificado cuestiones accidentales (no siempre para bien) como ritos o moral.

    Y, así y todo, las religiones sólo están en crisis en minorías de teólogo/as y grupos reducidos, pero hay miles de millones que están en conformidad absoluta con las tradiciones y colaboran en su reafirmación.

    Los nuevos paradigmas, por tanto, no ponen en peligro las instituciones religiosas. Eso sí, los nuevos paradigmas marcan tendencias en las religiones que no se sabe hasta dónde pueden cambiar las cosas, si bien los fundamentos de cada religión seguirán inamovibles como ya he dicho.

    El que las religiones quieran o no ser aceptadas por sociedades racionalistas, materialistas o laicas, ese es el reto.

     

    ¿Qué se podrá salvar de las religiones en una sociedad laica y racionalista? Creo que aquello que coincida con una ética universal basada en los derechos humanos, y aquella espiritualidad que ayude al desarrollo interior del individuo. Otro aspectos “religiosos” seguirán inamovibles, como ya he dicho. Otra cuestión sería que las creencias se hagan más asequibles y razonables a la sociedad actual y, sobre todo, que la sociedad perciba que los y las creyentes son los primeros en la lucha por la justicia, la ecología, la solidaridad, etc.

  • Isidoro García

    Leído por ahí:

    “Una institución no muere cuando el último sale y apaga la luz, muere cuando las cosas que hace y dice ya no tienen sentido”.

  • Juanel

    Cada pregunta que haces Rodrigo, supone un tema complejo de diálogo. Hay valores que cualificas de fundamentales en el contexto evangélico que lo son plenamente como el ubicarse en el puesto más bajo junto a los pobres, los marginados o excluidos, como también lo es la oración y podría caber la llamada a la conversión aunque depende de cómo se entienda y de su praxis en función del amor. Resulta evidente que una gran mayoría de cristianos comprometidos no venden sus propiedades para dar lo obtenido a los pobres, (señal de que puede tener una lectura distinta a la literal), ni tampoco que consideren indisoluble el matrimonio, pues muchos se separan y no por ello dejan de ser cristianos.
     
    Estos valores pueden asumirse o no, pero la pregunta es ¿reponden a una ética de máximos? En mi opinión lo son, si quieres lo hablamos uno a uno. Una ética de máximos implica una dirección una meta a la que se tiende, pero en absoluto puede cualificar a una persona de buena por asumir esos valores como orientación de su vida, y pensar que los que no la asumen no son buenas personas. El ser buenas personas dependerá, como es lógico, de las intenciones, actitudes, comportamientos…., que la persona “hace” y no por la mera orientación que pretende dar a su vida ética y los valores que quiere asumir.
     
     
    Hay dos valores que das como evangélicos que no lo son: la sumisión (aunque sea a la soberanía de Dios) y la autohumillación (humillación nada tiene que ver con humildad). Sumisos son los musulmanes porque su relación con su Dios se centra en ello (es el significado de musulmán), y también los judíos ortodoxos son sumisos o sometidos a la Ley de Dios. Sin embargo, la relación de un cristiano con su Dios no es de sumisión sino de amor, un amor libre entre iguales, pues Jesús, Dios con nosotros para todo cristiano, así lo enseñó y practicó. Su único mandamiento es el del amor.

  • Isidoro García

    Amigo Gonzalo: En tu comentario del 28, hablas de volver a la espiritualidad del evangelio, y me entran dudas: ¿a qué espiritualidad nos estamos refiriendo?. Porque luego concretas más y hablas de valores evangélicos, pero eso no corresponde a la espiritualidad sino a la ética, que es muy distinto.
     
       Lo primero para entendernos bien, habría que empezar por desmixtificar o abordar el desfalseamiento de la historia eclesiástica sobre la ética cristiana. Jesús no predicó una ética nueva, sino el cumplimiento sincero de la que ya había, tanto en el campo judío, (que tenía normas morales y sociales tan avanzadas como las “cristianas”), como en el campo helenístico greco-romano, que disponía de las éticas estoicas y epicúreas, también de bastante alto nivel de exigencia.
     
        Jesús hizo muchas cosas, pero otras no. Entre lo que no hizo fué establecer ritos y sacramentos, ni el bautizo, que inició Juan, (y tenía otro sentido), ni la Comunión, (que fue sólo una escena emotiva e importante de su vida, por su naturaleza de despedida), ni el matrimonio, ni la confesión, ni el orden, ni nada de nada. Todo ocurre posteriormente, por la necesidad de sus seguidores, (cuando pasado el tiempo, se vió que la cosa iba para largo), de justificar unas reglas internas necesarias para vertebrar internamente una comunidad.
     
       Y Jesús predicó la sinceridad del cumplimiento de la moral judía, (Jesús fue un judío, que murió como un judío).
     
        Lo que sí predicó Jesús de novedoso, aunque en vida parece que lo hizo en privado a sus seguidores más íntimos, (ver evangelio de Tomás), y luego se hizo más explícito en las apariciones post mortem, (especialmente a Pablo), fue una espiritualidad “novedosa” en el mundo occidental, (porque en el oriental, Buda, los taoístas a su manera, y el hinduismo espiritual, ya lo habían hecho siglos antes).
     
       Y esta espiritualidad, que constituye, (según mi opinión), el verdadero kerigma del cristianismo, es la existencia de un mundo espiritual, que él denominó sencillamente como “el Espíritu santo”, que guía y conduce, el proceso de evolución y metamorfosis de la humanidad, hacia un nuevo estado evolutivo, (que constituye el objeto de todas las parábolas sobre “el Reino de Dios”), mediante dos procesos paralelos, simultáneos y que se interaccionan mutuamente,
     
       Por una parte, un perfeccionamiento de todos los individuos, a través de un aumento progresivo de nuestro conocimiento individual de la Realidad del Universo, (incluyendo el Mundo espiritual), y por otra la creación de una Comunidad global de individuos humanos independientes y plurales, pero al tiempo coordinados en una Mente global, que compense nuestros sesgos personales. Es pasar de la Inteligencia.1 a la Inteligencia.2.
     
       Es el Cuerpo de Cristo paulino, o la Comunión de los Santos, y la Cristogénesis de Teilhard. Buda predicó lo mismo con el Nirvana: el Dalai Lama enseña que “Comprender la realidad, sin el estorbo de la mente… eso es el nirvana”.
     
       En resumen. Se puede no creer en todo esto del Mundo Espiritual-Espíritu Santo, y simplemente ser una buena persona laica o agnóstica, lo que ya es importante. Pero si al cristianismo le quitamos la almendra central que es su verdadera espiritualidad, lo que nos queda es una cáscara vacía de ritos, leyes, y moralismos huecos, que no convencen ya a mucha gente.
     
        Las Iglesias, y en concreto la Católica, que es la nuestra culturalmente, está demasiado atada y acostumbrada a veinte siglos, en que todo valía, se tergiversaba lo que fuese necesario por el bien de las almas, y todo colaba. Pero ya no son esos los tiempos presentes, y menos lo serán los futuros. Veo muy difícil que el perito no declare el “siniestro total”.
     
       Hay una viñeta, muy graciosa, lástima que no se puedan meter aquí  viñetas, pero que podéis ver en http://blogs.periodistadigital.com/humanismo.php/2015/10/25/la-peticion-de-principio-y-los-credos-
         En ella un sacerdote le está predicando a un caballo de cartón de un tiovivo:
         -“Es muy sencillo. Sabemos que Dios existe porque está escrito en la Biblia. Y no podemos desconfiar de la Biblia, porque fue dictada a los hombres, por el mismísimo Dios. ¿Entiendes?”.
       Y el caballo contesta: -“A mí me suena perfectamente lógico”.
         (Perdón si alguien se siente ofendido. Sólo es humor).
     
        Pero la solución no pasa solo por insistir por una moral, que no se distingue en lo esencial en la de los humanistas agnósticos, y  por olvidarnos de la almendra del cristianismo, sino en enseñar además  esa espiritualidad, que nos proporciona un sentido.
     
       En mi comentario anterior lo encabezaba con estos versos de Antonio Machado:
        “Bueno es saber que los vasos /nos sirven para beber, / lo malo es que no sabemos / para qué sirve la sed”. Hay que atacar la raíz de los males: la sed, que luego se solucionará con vasos, con jarras, con botijos o con cántaros. Y la sed que siente la humanidad es la necesidad de sentido de la vida.
     
      Repito otro párrafo del comentario anterior: Decía el ateo Peter Watson que “muchos se han dado cuenta de que los grandes descubrimientos del universo en expansión son siempre fascinantes e interesantes, pero son incapaces de proporcionar ningún significado. (…) Y por eso, muchos amigos psicoterapeutas me dicen que muchos de los que acuden a ellos, no tienen ninguna enfermedad, simplemente buscan un sentido en la vida”.
     
         Todavía será admitida solo por una minoría, pero la efervescencia espiritual que cunde por todo el mundo, va por esos lares. No hay nada más que ver el auge de los zen, de los yogas, de los revival, de los carismáticos de todo tipo, incluso del gran magma de la Nueva Era, que aunque muy erráticos, se les nota la perentoria necesidad de ideas ilusionadoras y “razonables”, aunque exijan una intuición y una fe personales.
     
       Y además, son perfectamente compatibles con el devenir de la Ciencia: El evolucionismo científico, enseña que la futura etapa evolutiva del hombre está en la intercomunicación personal y en la globalización de las inteligencias.
     
     
        Justo lo mismo que predicaba Jesús, hace dos mil años: el Reino de Dios

  • Juanel

    Gonzalo, sigo sin ver claro el valor de la propuesta post-religional. No parece que hagas una propuesta novedosa en la historia de la Iglesia. El retorno al Evangelio, a la espiritualidad del Evangelio, es algo recurrente en la Iglesia ante la enormidad de la diferencia entre el mensaje del Evangelio y lo que la Iglesia hace. Hay Iglesias evangélicas que lo hacen así. ¿Es esto lo que propones? ¿pequeñas comunidades guiadas por el Evangelio exclusivamente al arbitrio de su particular interpretación? ¿cómo fiarse de que la interpretación que surja de ella sea seguimiento de verdad a Cristo y no a sus intereses propios por muy bien intencionados que estén? ¿qué ocurrirá cuando surjan conflictos? ¿a quién recurrir para resolverlos? Si no hay nadie sólo podrá ocurrir división en sectas, separadas según sus propios criterios de interpretación. Esta división ya se ha dado numerosas veces en la historia de la Iglesia y a menudo con rupturas y enfrentamientos que han sido de todo menos pacíficos. ¿Es acaso esto mejor que la unión de comunidades en el seguimiento a Cristo que se da en la Iglesia Católica?
     
     
    Propones quitar teología y normas jurídicas. Supongo que te refieres a una reforma drástica de las normas y no simplemente abolirlas, pues es evidente que los grupos sociales las necesitan para su convivencia pacífica. No obstante, cuando hay un exceso de normas en lugar de facilitar las cosas ahoga la vida y la espiritualidad, y esto sin duda ocurre en la IC. También la teología requiere una reforma drástica, pero sin ruptura con la Tradición de la Iglesia y esto tiene que poder hacerse y debe de hacerse.

  • Gonzalo Haya

    Estimado Rodrigo, se me ocurre comentarte dos apreciaciones mías. Estamos acostumbrados a juzgar como sí o no, verdadero falso; positivo o negativo. Creo que en lo referente a lo espiritual, a la realidad última que hemos denominado como Dios, sería más acertado hablar de cerca o lejos, más o menos claridad, más o menos amor, presencia más o menos manifiesta, realidad más o menos depurada . Todo lo que dices del evangelio es un ideal al que tendemos. Muchas de las actitudes que enumeras le faltaban a la mujer cananea, al centurión romano, al hombre de Gerasa, a la mujer sorprendida en adulterio…, sin embargo Jesús los consideró como integrantes del Reino de Dios; y de algunos dijo que no había encontrado en Israel tanta fe-confianza como en ellos. Creo que tenemos que volver a la sencillez y al amor generoso del evangelio. Las explicaciones -las barandillas del puente del que he hablado otras veces- pueden ayudar o pueden confundir. Ahora nuestras explicaciones teológicas están tan recargadas -me recuerdan a esas barandillas tapizadas de candados- que pueden derribar el puente que dicen proteger. Si amas de verdad, generosamente, cualquier cosa que hagas será buena, porque es del corazón, no de las razones, de donde procede lo bueno o lo malo. Gracias Óscar por tus intervenciones que frecuentemente cuestionan nuestras explicaciones.

  • Rodrigo Olvera

    Hola Gonzalo

    ¿no es un valor fundamental del evangelio la indisolubilidad del matrimonio? si una persona atea se niega a asumir ese valor evangélico, ¿significa que no es una persona de buena voluntad?.

    ¿no es un valor fundamental del evangelio la sumisión personal a la soberanía de dios?  si una persona atea se niega a asumir ese valor evangélico, ¿significa que no es una persona de buena voluntad?. 

    ¿no es un valor fundamental del evangelio el vender todas las propiedades personales para repartirlas entre los pobres? si una persona atea se niega a asumir ese valor evangélico, ¿significa que no es una persona de buena voluntad?. 

    ¿no es un valor fundamental del evangelio el predicar la conversión al reinado de Dios? si una persona atea se niega a asumir ese valor evangélico, ¿significa que no es una persona de buena voluntad?. 

    ¿no es un valor fundamental del evangelio la oración a una divinidad personal? si una persona atea se niega a asumir ese valor evangélico, ¿significa que no es una persona de buena voluntad?. 

    ¿no es un valor fundamental del evangelio la autohumillación y el ubicarse siempre en el puesto más bajo? si una persona atea se niega a asumir ese valor evangélico, ¿significa que no es una persona de buena voluntad?. 

     

    Y así podríamos seguir…

  • Gonzalo Haya

    Desde el cristianismo, se trata de volver a la espiritualidad del evangelio; y esta espiritualidad en sus valores fundamentales es asumible por cualquier religión y, salvo el equívoco del lenguaje, por los ateos de buena voluntad. Al vivir esa espiritualidad de fraternidad surge la necesidad de compartirla, de expresarla en creencias y gestos, y de ese modo resulta una incipiente religión. No creo que eso choque con lo más sólido del paradigma emergente, choca con algunas de sus características que deben ser rechazas por cualquier ética humana. Creo que lo que las Iglesias cristianas tendrían que revisar dráticamente -y reducir a un mínimo de orientaciones- es la teología y las normas jurídicas, que se formaron desde los inicios y se han ido esclerosando durante estos siglos. De este modo volveríamos al evangelio, interpretándolo desde la conciencia individual, o de las comunidades locales, a la luz de lo que el Espíritu nos muestra a través de los signos de los tiempos. Espiritualidad del evangelio que podría manifestarse de diversas maneras según las iglesias locales. La denominación de “religión a la carta” quiere ser despectiva, pero puede expresar las múltiples manifestaciones del Espíritu; por lo pronto reconocería la inmensa riqueza del pluralismo religioso.

  • Juanel

    Nada más el título “paradigma post-religional” me indica algo así como una claudicación, es decir, asumir el contexto a-religioso de nuestro tiempo, abandonando lo religioso. Es cierto que de las religiones llamadas naturales, en dependencia con las fuerzas de la Naturaleza, y también de las religiones agrarias en dependencia con los dioses que dominaban esas fuerzas naturales, y su corolario monoteísta que traslada la dependencia a un solo Dios todopoderoso, queda muy poco aprovechable en nuestro contexto y su abandono resulta necesario. Pero este abandono ¿arrastra consigo todo lo religioso?
     
     
    La propuesta que leo parece ser que sí, pues lo que se propone es quitar lo específico de la religiosidad y sustituirlo por la espiritualidad humana. No creo que sea una buena estrategia para salir airosos en nuestro paradigma científico-tecnológico abandonar capacidades humanas. En mi opinión no es suficiente potenciar la espiritualidad en detrimento de la religiosidad, sino que tendríamos que potenciar ambas. La religiosidad ocupa y se ocupa de un área diferente de la espiritualidad y por tanto no puede incluirse en ella.
     
     
    La religiosidad se ocupa de la adoración y respeto profundo, con el culto asociado, a aquello que se le da el máximo valor en nuestras vidas y por tanto expresa cierto sentido de dependencia. Hoy este sentido de dependencia nos resulta molesto y pretendemos desprendernos de él porque valoramos mucho más nuestra capacidad de decisión y libertad que depender de algo, que nos suena a sumisión y esclavitud. Esta situación colabora en la pérdida del sentido religioso.
     
     
    Pero eludir el sentido de dependencia no es tan sencillo como se propone o pretendemos. Lo que hoy por lo común se le da valor máximo está demasiado próximo al paganismo, pues se adora muchas de las cosas que los antiguos supieron asociar con los dioses en ricas mitologías: el dinero, el poder, el tener, la fama, la fortuna, la salud, la seguridad o comodidad, el placer, el amor, el conocimiento, la suerte, etc.,etc. Todo esto ¿elimina el sentido de dependencia? Pues evidentemente no, sino todo lo contrario. Podríamos quizás para eliminar el sentido de dependencia quitar todo valor en nuestras vidas, no servir ni adorar nada de nada, en un relativismo estricto. Con ello ¿estaremos seguros de eliminarlo? ¿nuestra vida dependerá sólo de nuestras decisiones? ¿Acaso podemos controlarlo todo o por el contrario necesitamos un poco de suerte?
     
    Yo creo sinceramente que el Dios del cristianismo es superior al del paganismo, precisamente porque nos da un margen de libertad, de fe en los valores y de esperanza de futuro, de magnitud mucho mayor que cualquiera de los dioses paganos. Y si esto no lo sabemos transmitir se debe a que predicamos una falsa imagen de Dios, heredada de nuestro conflictivo pasado.
     

  • Isidoro García

        ”Bueno es saber que los vasos /nos sirven para beber,

    lo malo es que no sabemos / para qué sirve la sed”.

    (Antonio Machado)

     
       Un tema tan complejo, da para mucho. Ahí va un primer avance.
     
       Leo en el artículo-resumen de Gonzalo Haya, que curiosamente se está dando un giro de 360º en la evolución cultural y religiosa. (La teoría del avance del sacacorchos o del tornillo).
       De una sociedad ancestral en la que el hombre se siente anonadado e intimidado ante el poder de la naturaleza, y busca un auxilio en unos dioses que expresan todo su poder, se pasa a un hombre que se liberó de los temores y miedos ante su Dios para asumir su propio destino, y llega a considerar al ser humano como centro del universo. Este es el punto actual, y el culmen de la modernidad.
        Pero el mundo sigue girando y la Ciencia sitúa al hombre como un puntito insignificante en el cuasi infinito Universo repleto de miles de millones de soles y planetas. Y ya ese considerarse centro del Universo, es evidentemente ridículo.
        Así que, ¿qué somos?. ¿Somos los hijos de Dios y herederos del Cielo, o somos unos pringaíllos del Universo, unos monos con pantalones, que porque han conseguido meter una anchoa en una aceituna, se creen el no va más?.
       Decía el ateo Peter Watson que “muchos se han dado cuenta de que los grandes descubrimientos del universo en expansión son siempre fascinantes e interesantes, pero son incapaces de proporcionar ningún significado. Y por eso, muchos amigos psicoterapeutas me dicen que muchos de los que acuden a ellos, no tienen ninguna enfermedad, simplemente buscan un sentido en la vida”.
       Porque como sigue diciendo Watson, es evidente que existe una sensación generalizada entre religiosos y no religiosos de que nos falta algo en la vida, de que hay una conciencia generalizada de que falta algo, de que algo se ha perdido. Quizás de que algo se ha olvidado, como Platón presentía.
        (“Menón critica a Sócrates por querer buscar algo que ignora totalmente: “¿Cuál de las cosas que ignoras vas a proponerte como objeto de tu búsqueda? Porque si dieras efectiva y ciertamente con ella, ¿cómo advertirías, en efecto, que es ésa que buscas, desde el momento que no la conocías?”. Menón, 80d)”.
        Parece ser que Habermas, opinaba que “la religión nos ha dado la idea de que hay algo grande ahí fuera, y que si podemos ponernos en contacto con ella, nos sentiremos realizados y estaremos más contentos”, sigue diciendo el ateo Watson.
        ¿Será verdad, o será sólo una mera ilusión?. Y que más da. Decía el cínico y sabio, (quizás las dos cosas sean la cara y la cruz), Borges: ¡Qué más da que no sepas a que punto quedarte, si después de todo, no te vas a quedar!”.
         Lo que tenemos que saber es que con un paraguas roto, te mojas menos que sin paraguas. Y por eso todo hombre religioso, a fuer de sincero, debería hacer como aquel buen párroco, que contaba Kierkegaard, que ante un emotivo sermón, que despertó los llantos y las emociones de los feligreses, les dijo honradamente: “¡No os pongáis así, tranquilizaos, pensad, que a lo mejor todo lo que os he contado, no es así!”.
        Yo creo que el futuro de la religión es esplendoroso, al igual que lo es el de la psicología y la psicoterapia. Las religiones deben transformarse en organizaciones de consulta y consejo, y dar a cada uno lo que cada uno necesite.
       Yo creo en la tan denostada por los “aparatistas”, religión “a la carta”, no la de menú o plato único, que es mucho mas sencilla y cómoda para el cocinero, pero no para el comensal. Los restaurantes funcionan con esta ley de Oro: “O la receta era buena y el cocinero malo – en cuyo caso basta con echar al cocinero – o la propia receta era mala y hay que cambiar el menú”.
         En resumen, ¿echamos a los cocineros, o cambiamos el menú, o las dos cosas al tiempo?.  
     
    http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-11-01/la-gente-va-al-psicologo-no-para-curarse-sino-para-encontrar-el-sentido-de-la-vida_426869/      
     
     

  • SE trata de un tema que me parece muy importante : religión y humanidad. Me parece que asistimos a un despertar que nos recuerda que lo “humano”, hombres y mujeres, es lo que mas nos permite el descubrimientos del Dios creador y del Dios salvador. Es como si hubiéramos olvidado durante siglos que la revelación de Dios se encuentra en el Hombre creado a su imagen y semejanza. Una vez que tomamos consciencia de aquel hecho, el rumbo de nuestros compromisos va para que esta Humanidad sea siempre mas Humanidad y Imagen de su creador. En eso yo veo la verdadera religión que nos hace participante a la obra de creación. El desarrollo de la solidaridad, de la compasión, de la verdad, de la justicia , de la misericordia etc. constituyen verdaderas ventanas que nos permiten descubrir la autentica cara de Dios. Hace unos meses escribí un articulo que preguntaba “? “Si la humanidad fuera Iglesia cuales serian sus sacramentos?”

    No somos nosotros que vamos a Dios, sino es Dios que viene a nosotros a través lo que somos como humanidad, hombres-mujeres-comunidades.

    No sé si estoy en la onda de la problematica planteada por estos teologos, pero es lo que me ha inspirado.