Algo más de año después del fallecimiento de O’Donnell (4 -11 -1867) y cinco meses después de la muerte de Narváez ( 23 -04- 1868), significados valedores de Isabel II, esta hubo de refugiarse en Francia el 30 de septiembre de 1868. Sobre el fenecido régimen de Isabel II, cabe recordar, en resumen, la descripción que de él hace el historiador y profesor Santos Juliá (subrayamos, para facilitar la lectura, algunas frases):
“A diferencia de lo ocurrido en el período de revolución liberal y reacción absolutista, cuando termina la época moderada, confundida a efectos prácticos con el reinado efectivo de Isabel II, se podría decir que hay un Estado, una administración, una sociedad y hasta una economía sobre bases nuevas; que el absolutismo y el Antiguo Régimen han sido sustituidos por un liberalismo doctrinario en lo político y una sociedad capitalista.
Pero por debajo de los conceptos, las realidades no son tan nítidas: la corona se ha convertido en un poder impredecible, que interviene a discreción en el proceso político muchas veces sin razones aparentes; el poder del Estado es monopolio de una oligarquía político-económica crecida a la sombra de las operaciones desamortizadoras, del agio y de la especulación; la gran mayoría de la población formada por un proletariado rural pobre y analfabeto está excluida del proceso político; los partidos actúan como grupos de afinidad o de amigos políticos que solo pueden dar una apariencia de estabilidad al sistema si a su frente se sitúa un general el recurso a las armas, a la insurrección y a la revuelta es el único camino que queda, incluso para las facciones que están dentro del sistema, para doblegar la voluntad o el capricho de la reina y alcanzar el poder. (…) El moderantismo (…) había querido matar a la revolución para construir un Estado y al cabo de un cuarto de siglo en el poder se encontró con que la revolución seguía viva y el estado en trance de desaparecer”. (NOTA1)
II – DEMOCRATAS Y REPUBLICANOS FUERA DEL SISTEMA
Recordemos que como consecuencia de la insurrección de los sargentos en el cuartel de San Gil el 22 de junio de 1866, (NOTA 2) se suspendieron las garantías constitucionales (regía la Constitución de 1845) por Real Decreto de 26 de julio de 1866 (Gaceta de Madrid del 28-07-1866). A los pocos días, por Real Orden del 30 de Julio (Gaceta del 31-07-1866), firmada por el Ministro de la Gobernación González Bravo, se emitió una Circular dirigida a todos los Gobernadores Provinciales en la que se consideraba ilegal la existencia pública de la democracia, afirmando, entre otras cosas:
“(…) no se a quien puede caberle duda sobre lo que representa y quiere el partido democrático de España, ya se lo mire en sí mismo, ora con su cortejo de socialistas por ciencia, de comunistas niveladores y de auxiliares de otros bandos La existencia pública de la democracia es del todo incompatible con las instituciones fundamentales de la nación, y por lo mismo, sin genero alguno de duda, ilegal (…) “
Pero si los demócratas quedaban fuera de la Ley, la palabra republicano no podía ni mencionarse. En ausencia, como responsables del levantamiento fueron condenados a garrote vil Emilio Castelar, Carlos Rubio, Inocente Ortiz y casado, Cristino Martos, Manuel Becerra, Práxedes Mateo Sagasta, Francisco de Paula Montemar, José Rivas y Gabriel, Galo Ortega, Francisco García y Milla, Alfonso López y Ceferino Berritoa y Vallejo. La Gaceta de 20 de agosto de 1866 publicaba la sentencia. (NOTA 3) Unos días antes, el 16 de agosto, se había firmado en Ostende (Bélgica) el llamado Pacto de Ostende.
III – GESTANDO LA REVOLUCIÓN
Los acontecimientos de Junio y Agosto de 1866 marcan el punto de partida de la revolución de septiembre de 1868 que se hizo factible después de muchas e intensas conversaciones y habiendo recabado muy diversos apoyos tanto civiles como militares. Muchos de los que la apoyaron estaban exiliados en Europa o desterrados en Canarias y otros “presos o gozando de libertad, permanecían en España (NOTA 4)
Propiciado por el general Juan Prim se celebró un encuentro, en la ciudad belga de Ostende el 16 de agosto de 1866, al que asistieron unas cincuenta personas. Allí se obtuvo un acuerdo (Pacto de Ostende) entre progresistas y demócratas. Hubo no obstante que recurrir a una nueva reunión en Bruselas el 30 de junio de 1867 entre ambas formaciones para limar diferencias y para buscar la conciliación del progresista general Prim con los demócratas pues muchos no admitían su liderazgo. A estos acuerdos se adherirá posteriormente la Unión Liberal, una vez fallecido O’Donnell el 4 de noviembre de 1867 y tomado su relevo por Francisco Serrano Domínguez
El Pacto se formuló en términos ambiguos, que suponían la destitución de Isabel II, pero sin determinar cuál sería el régimen, monárquico o republicano, que habría de instaurarse. La determinación de este régimen se pospuso, a lo que acordase una Asamblea constituyente que habría de ser elegida por “sufragio universal directo”, en unas elecciones a convocar en su momento por el gobierno provisional que debería instaurarse al triunfar el alzamiento. Como jefe y director del movimiento insurreccional se reconoció al General Juan Prim, incluso por aquellos demócratas que personalmente lo “aborrecían”. (NOTA 5 )
Prim, era monárquico convencido aunque contrario, en esas fechas, a los Borbones. También eran en general mayoritariamente monárquicos los progresistas y los integrantes de la Unión Liberal. No así los demócratas entre cuyas filas predominaban los republicanos y que, triunfante la revolución de septiembre, procedieron a institucionalizar el Partido Demócrata Republicano (más tarde “Republicano Federal”) fruto de las reuniones celebradas en el Circo Price de Madrid los días 11, 18 y 25 de octubre de 1868, comenzando organizarse el Partido de forma independiente en el mes de Noviembre.
Progresistas y demócratas estaban muy interesados en la incorporación al movimiento insurreccional de la Unión Liberal pues con ello se superaba un enfoque meramente partidista de la revolución pudiendo presentarla como un movimiento “nacional” y además la Unión Liberal “aportaba un grupo escogidísimo de generales y es claro que a más espadas era más seguro el éxito de la operación” (NOTA 6)
Pero, dice Eiras Roel, “la alianza de los tres partidos a los que se sumaría el apoyo de Montpensier y de la Armada, lo era solo en el punto de derribar a Isabel. Por lo que respecta al orden nuevo que había de sustituirla era muy difícil, o más bien imposible, que ideas tan encontradas pudieran ponerse de acuerdo. Desde los unionistas que defendían la candidatura de los duques de Montpensier, hasta los demócratas, que soñaban con una república mediaba un abismo de mentalidad. Entre unos y otros, los progresistas, con su preferencia por la dinastía portuguesa. Los demócratas podían sentir cierta proximidad a Prim y a los defensores de la unión peninsular más ninguna a Serrano y a los montpensieristas. A su vez Prim podía sentirse más tranquilo respecto a los demócratas, que se fiaban al resultado de una futura Asamblea Constituyente, que respecto a los unionistas, con un partido previamente tomado que no era en modo alguno el suyo”.
Nos ofrece Eiras una cita, sobre este tema, de Nicolás Estévanez en sus “Memorias”: “Demasiado sabía Prim que sin los demócratas hubiera sido anulado por los montpensieristas. A los demócratas pues se debió el fracaso de los planes de los unionistas, como igualmente el que descollara tanto en la revolución la personalidad de Juan Prim. No todos los demócratas simpatizaban con Prim, de quien sabían que era monárquico … Sin embargo muchos demócratas – comenzando por don Nicolás Rivero – acataron la jefatura de Prim en la empresa revolucionaria casi todos los que tal hicieron acabaron en realistas (…) Los intransigentes, los que no plegaron su bandera en el periodo de la conspiración, fueron los que más tarde pudieron levantar la bandera de la república; y así lo hicieron los Orense, los Figueras, los Pi y Margall, los Castelar, los Benot y tantos otros” (NOTA 7).
IV – ESPAÑA CON HONRA!
El 17 de septiembre de 1868, Isabel II, que estaba pasando su temporada de baños en Lequeitio se trasladó a San Sebastián en el vapor “Lepanto”. Ese mismo día, el brigadier (de Unión Liberal), Juan Bautista Topete, dirigió un manifiesto a los gaditanos invitándoles a unirse a la revolución. El mismo 17, poco después de efectuada la proclama, llegó Prim a Cádiz desde Londres, a través de Gibraltar, El día 18 se sublevó la Escuadra surta en la Bahía y, al siguiente día 19, un grupo de militares firmaron el manifiesto conocido por su exclamación final: “¡Viva España con Honra ! “ que había redactado Adelardo López de Ayala (de Unión Liberal) El manifiesto estaba firmado, intencionadamente, solo por militares. Firmaron el Duque de la Torre (Francisco Serrano Domínguez), Juan Prim, Domingo Dulce, Francisco Serrano Bedoya, Ramón Nouvilas, Rafael Primo de Rivera, Antonio Caballero de Rodas y Juan Topete. (NOTA 8)
En el puente de Alcolea (Córdoba), sobre el río Guadalquivir, se produjo, el 28 de ese mismo mes de Septiembre, el triunfo de las tropas revolucionarias, mandadas por el General Serrano sobre las gubernamentales, defensoras de Isabel II, dirigidas por el Marqués de Novaliches, que resultó herido. Isabel II huyó a Francia pasando la frontera el 30 de septiembre de 1868. Se había cumplido así uno de los objetivos de la conjura de Ostende, pero a la revolución le quedaba un proceloso camino del que saldría maltrecha al cabo de seis años al producirse la restauración borbónica en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II. Este Marqués de Novaliches era Manuel Pavía y Lacy, persona distinta del Manuel Pavía que actúa contra Las Cortes en 1874
V – LOS REPUBLICANOS SALEN DE LA CLANDESTINIDAD
La Revolución de Septiembre de 1868 permitió a los republicanos salir de la clandestinidad, es decir manifestar públicamente su ideario y convicciones, propagarlos e institucionalizarse a través de un partido político propio, sin temor a persecuciones ni represalias. Aparece consecuentemente una importante acción pedagógica y de formulación de los objetivos republicanos.
De modo que ganar la libertad fue un paso esencial para la propagación de las ideas republicanas. Dice al respecto Ángel Duarte:
“Fuese cual fuese la envergadura real de la revolución de 1868, así como el papel de los republicanos en ella, los años que vinieron a continuación fueron propicios para la difusión y el aprendizaje de los códigos y valores republicanos (…) El programa federal aglomera las reivindicaciones populares, aunque no es menos exacto que el partido tiene una vocación pedagógica. Al español se le promete con la Federal, un orden social justo y la abolición de las quintas y los consumos. Pero no todos son derechos. Al republicano se le prescribe que asuma la trascendencia de la lucha por la escuela laica y que actúe en consecuencia; se le quiere hacer ver lo fundamental que resulta el combate por la abolición de la esclavitud o de la pena de muerte, a pesar de que ello pueda resultar contrario a sus gustos más personales: o se le recuerda que integra una cultura que aspira a hacer realidad la paz internacional y la unión Ibérica. Con la palabra escrita, pensada, para ser leída en voz alta , para ser oída y retenida, se procura en suma, el aprendizaje de la democracia republicana federal ” . (NOTA 9)
Vemos aquí resumido el ideario democrático- republicano del momento que no es simple opción nominalista por la forma republicana de gobierno, sino que tiene contenido sustantivo, con reformas de calado político y social.
NOTAS
NOTA 1 Julio Valdeón, Joseph Pérez; Santos Juliá: “Historia de España” Austral . Espasa Calpe. 2003, páginas 383 Y 384.
NOTA 2 Los sargentos sublevados, dirigidos por el capitán Hidalgo, dispararon contra los oficiales y tomaron el cuartel. Para la represión el gobierno de O’Donnell se apoyó en los generales unionistas y moderados, y aunque los demócratas levantaron barricadas la sublevación fue sofocada. Dice Jorge Vilches: “Hubo más de 800 bajas entre muertos, heridos y contusos. Prim que no entró en lucha por no llegar a tiempo, huyó a Francia , cuyo gobierno lo expulsó y tuvo que refugiarse en Bélgica.(…) Las ejecuciones empezaron pronto. El 25 de junio se fusiló a 21 sargentos y para el 7 de julio fueron 66 los ajusticiados, entre suboficiales y paisanos. Los cortejos fúnebres desfilaban por la calle de Alcalá, y los fusilamientos eran a la vista de todo el mundo. En alguna ocasión hubo que repetir la descarga pues no todos habían muerto.” Jorge Vilches: “Isabel II. Imágenes de una reina“, Editorial Síntesis S.A. Madrid 207, páginas 238 y 239.
NOTA 3 Antonio Eiras Roel, “El Partido Demócrata español“, citado, páginas 310 y 3111
NOTA 4 Melchor Fernández Almagro: “Historia Política de la España Contemporánea. Tomo I. 1868/1885″. Alianza Editorial. Madrid 1968, página 14.
NOTA 5 Eiras Roel, citado, páginas 319 y 320. Pese al pacto había desconfianza y desacuerdos entre progresistas y demócratas y desde luego no todos los demócratas veían con buenos ojos a Prim ni Prim confiaba en los demócratas republicanos. Dice Eiras que al iniciarse el año 1868 los revolucionarios seguían desunidos y que “pasaron todavía varios meses hasta que Prim, después de muchas vacilaciones, consintió en que los republicanos fueran iniciados en los planes inmediatos de la revolución” Y aporta Eiras, un testimonio de J. Paul y Angulo: “Inmediatamente que tuve conocimiento de los trabajos revolucionarios – dice Paul y Angulo – advertí al General Prim que era necesario que nos ayudasen los demócratas declaradamente republicanos. Debo decir que el eterno conspirador de los cuarteles volvió a vacilar, pero también aceptó y pareció hacerlo franca y lealmente. Multitud de republicanos fueron por mí iniciados en a conspiración que se hizo en extremo popular y muy poco disimulada” J. Paul y Angulo: Los asesinos del general Prim y la política en España, pág. 7. Eiras, citado, nota 296 de página 333. Sobre la emigración revolucionaria, ver páginas 309 a 339
NOTA 6 Fernández Almagro, citado, página 13.
NOTA 7 Eiras Roel, citado página 326. El subrayado es mío. Sobre el general Juan Prim, dirigente progresista, nacido en Reus (Tarragona) el 6 de diciembre de 1814 y fallecido el 30 de diciembre de 1870, a consecuencia de un atentado tres días antes en la calle del Turco de Madrid, relaciono bibliografía de interés: Francisco J,. Orellana: “Historia del General Prim“. 2 tomos. Editorial La Ilustración. Barcelona, 1871 (accesible en Internet); Francisco Pérez Abellán: “Matar a Prim“. Editado por Planeta. Barcelona, Febrero 2014; Pere Anguera: “El general Prim. Biografía de un conspirador“, editorial Edhasa. Barcelona, Abril 2014; Emilio de Diego: “Prim, mucho más que una espada”. Editorial Actas Madrid, Octubre 2014. Ian Gibson: “La berlina de Prim” (novela). Editorial Planeta Junio 2012.
NOTA 8 Ver texto del manifiesto en “La Correspondencia de España” del 29 de Septiembre de 1868, página 2. Tercera Edición; accesible en la Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional. Ver también Jorge Vilches, citado páginas 256 y 257. Para acudir a la cita de Septiembre de 1868, el general Prim hubo de viajar desde Londres a Cádiz, vía Gibraltar a donde llegó el día 16 disfrazado de lacayo de sus amigos los condes de Barck, junto con Ruiz Zorrilla y Sagasta. Por su parte Serrano Domínguez y otros desterrados regresaron desde Canarias en el vapor Buenaventura que había ido a buscarles y en el que viajaba Adelardo López de Ayala que a ese efecto lo había fletado. El periódico “El Imparcial. Diario Liberal de la Mañana” bajo el título “El alzamiento de Cádiz” publicó un sucinto relato de lo sucedido esos días en Cádiz. Puede consultarse en la Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional.
NOTA 9 Ángel Duarte, citado, página 101. Utilizamos la negrita, que no está en el original, para resaltar matices del texto.
Gracias Román Díaz Ayala.
Los hechos del Sexenio son complejos, paro a su vez simples: La revolución se la apropiaron algunos (de forma más o menos disimulada) de forma que fuera “liberal” (beneficiaba el comercio y los negocios) pero no “social”.
Dice al respecto Tuñón de Lara:
“Los cambios revolucionarios que se producen en setiembre de 1868 abren una etapa de actividad desbordante de clases sociales y fuerzas políticas (…) Por momentos parece que España va a realizar una transformación para ponerse al ritmo de la sociedad moderna (…) Sin embargo (…) las estructuras arcaicas permanecerán en pie tras seis años de choques y conmociones . Desde ese momento, la burguesía renunciará a su revolución para pactar con las clases tradicionalmente dominantes en el país.” (Historia del Siglo XIX. Editorial LAIA. Barcelona 1973, página 201)
Yo modestamente estoy intentado conocer el proceso y desentrañarlo en los que pueda, para aprender de esa historia tan ilusionante y tan frustrante a la vez y a la cual los demócratas y republicanos tanto esfuerzo y pedagogía aportaron sin que, por diversas causas, incluidos propios errores, viesen culminados sus sueños.
Estos días que tantos comentarios se hacen en ATRIO sobre un proceso catalán que se adjetiva como “republicano” , bueno será intentar conocer lo que ese término significó en nuestra historia y cuales fueron los ideales (más allá de la mera forma de gobierno) que le dieron contenido.
Agradezco pues tus palabras, Román, que me animan a seguir en el intento.
El republicanismo vino a significar lo más puro y destilado de la Revolución Liberal en cuanto a derechos y libertades. Está situado de los orígenes de la democracia en España (1834-1874).
Los hechos que transcurrieron en torno a “La Gloriosa” y la concatenación de acontecimientos durante el Sexenio me resultan muy difícil de estudiar. Quizás porque no ha sido debidamente tratado académicamente, o porque existen cuestiones en las que resulta muy difícil que los estudiosos se pongan de acuerdo. La Restauración, el trauma del 98 y los años que nos llevaron a la II República han hecho olvidar muchas cosas que ahora nos podrían parece esenciales.
Debido a lo mismo quiero agradecer a ELOY su atrevimiento para abordar este tema, especialmente en la encrucijada en que estamos viviendo.