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El pecado y la culpa (Leyendo al obispo anglicano J. Sh. Spong)*

Jesús GilDamos hoy la bienvenida en ATRIO a un nuevo autor que esperamos nos acompañe y ayude en nuestra búsqueda. Jesús irá leyendo en varias semanas a un obispo y teólogo, con quien creo que sintonizaremos muchos. Al fondo del artículo podremos encontrar noticia sobre el libro que hoy comenta. Y el itinerario que ha ido recorriendo Jesús hasta llegar a estas formulaciones de la fe (eso es teología) lo podemos encontrar aquí.

Uno de los sentimientos que la religión ha interiorizado en las conciencias de los seres humanos es el de culpabilidad. Este sentimiento ha provocado angustiosas situaciones en la vida de las personas como consecuencia de actuaciones que se han considerado pecaminosas o al menos contrarias a la ley moral. Por ello podemos decir que pecado y culpabilidad están asociados, siendo una (culpabilidad) consecuencia del otro (pecado). Según el relato bíblico Adán y Eva al comer del árbol prohibido en el paraíso pecaron desobedeciendo a Dios. Y desde ese momento la culpabilidad se adueñó de sus personas.

La religión cristiana ha enseñado que este pecado, al que ha llamado “original”, se ha trasmitido a todas las personas. Y desde ese momento el pecado se ha introducido en la conciencia de los seres humanos. De ahí la necesidad de un redentor que venga a salvarnos del pecado de nuestros primeros padres y nos evite el castigo eterno. Pero el pecado es un producto de la religión. Estas interpretaciones nos llevan a unas imágenes de Dios, de la creación, del pecado original, del bautismo y de Jesús Redentor y Salvador de la humanidad, que hoy no se pueden sostener.

A este respecto comenta el obispo J. Sh. Spong:

“El lenguaje del pecado original y de la expiación se ha usado en los círculos cristianos durante tanto tiempo que ha adquirido la categoría de un mantra sagrado, que no puede ser cuestionado y cuya estructura básica no necesita ninguna otra explicación. Cuando las circunstancias cambian, sencillamente se ajusta la doctrina, pero nunca se replantea. Examinándolos cuidadosamente, estos conceptos sagrados nos conducen a una visión de la vida humana que ya no es operativa, a una idea teísta de Dios articulada de manera casi repulsiva, a una idea mágica de Jesús que violenta nuestras mentes, y a la necesidad práctica de la Iglesia de crear culpabilidad como prerrequisito de la conversión. No hay que ser un genio para darse cuenta que esta opinión deformada de Dios y de Jesús, además de esta manera de entender la Iglesia, no puede sobrevivir en el exilio” (Spong, p.94).

Una lectura literal del relato de la creación nos conduce a una imagen teísta de Dios inaceptable por el creyente moderno. Dios es un Ser que habita en los cielos, decide crear el universo y al hombre y mujer a su imagen y semejanza, para que domine el mundo siendo el centro del cosmos. Después de crearlos como Juez Supremo pone a prueba a los primeros seres humanos castigándolos por haberle desobedecido. En la modernidad no podemos admitir esa imagen de Dios, premiador de buenos y castigador de malos, y provocador de su culpabilidad. La religión cristiana se ha aprovechado de esta visión de Dios para alimentar la culpabilidad de las personas y la necesidad de la religión para borrar la mancha del pecado y superar el sentimiento de culpa que impide la felicidad humana.

A consecuencia de la caída de nuestros primeros padres los seres humanos nacemos en pecado, trasmitido biológicamente de generación en generación.

“Debido al pecado cometido por los primeros seres humanos – dice el obispo Spong – toda vida humana, a partir de ese instante y para siempre, nacería en pecado y sufriría la muerte, su consecuencia definitiva. La universalidad de la mortalidad humana se interpretó como signo de la universalidad del pecado. Fue el pecado original, el que abarca todos los aspectos de la vida humana. La vida entera necesitaba ser redimida y pedía a gritos un salvador (Spong, p.96).

De esta convicción nació la imagen de Jesús de Nazaret como Redentor y Salvador de la humanidad. Dios envía a su Hijo para pagar el precio del pecado, siendo el sacrificio perfecto rompiendo el dominio del pecado sobre la vida humana. Así fue como se ha entendido tradicionalmente la tarea salvadora de Cristo. Ahora bien, si la modernidad no puede aceptar la existencia de un pecado original sin responsabilidad alguna del ser que lo hereda, tampoco admite a un Salvador de ese pecado universal inexistente.

“Esta percepción del cristianismo resulta cada vez más difícil de aceptar o creer para muchos de nosotros. Yo elegiría rechazar antes que adorar a un dios que exige el sacrificio de su hijo. Pero en nuestro mundo postmoderno, de un modo similar en muchas otras áreas, este sistema teológico perfecto, con estos extraños supuestos, ha sido desmantelado por completo . Ahora lo que necesitamos es que, con toda conciencia, sea erradicado del cristianismo” ( Spong, p. 104).

Asimismo la concepción del mundo que nos presenta el relato bíblico es contraria a los descubrimientos de la ciencia moderna. El relato nos habla de una creación perfecta y terminada del cosmos.

“Esa imagen fixista que hemos tenido del mundo, como estático, como creado por Dios directamente como está, tal como lo vemos, fijo en sus especies… ha sido un error garrafal; nos ha confundido lamentablemente. Nada de lo que vemos fue puesto ahí por Dios como nosotros lo vemos. Dios no hizo el mundo como lo vemos, sino que es el resultado de una evolución en la que confluyen un sinfín de factores incontrolables, interdependientes (Presentación de Teología Cuántica en la colección Tiempo Axial, p.12).

De la anterior reflexión llegamos a las siguientes conclusiones:

  • El creyente moderno no puede admitir la existencia del pecado original, cometido por nuestros primeros padres y transmitido a todos los seres humanos. “Nosotros, seres humanos, no vivimos en pecado, ni nacemos en pecado. No necesitamos lavar la mancha de nuestro pecado original con el bautismo, porque no somos criaturas que han caído y que no se salvarían si no se bautizasen” (Spong,p. 107). Dios no es un Ser que ponga a prueba al hombre y a la mujer como Juez Soberano, y los castigue por desobedecer su mandato. Por ello es inadmisible el pecado original y la consiguiente culpabilidad de la persona humana como consecuencia del pecado heredado.
  • Igualmente es contrario a la racionalidad de la fe la afirmación del carácter expiatorio de la muerte de Jesús de Nazaret. No es Redentor de ningún pecado. “La necesidad de un salvador que nos devuelva al estado anterior a la caída es una superstición pre-darwiniana y un sinsentido post-darwiniano; un redentor sobrenatural que entra en nuestro mundo fallido para restaurar la creación es un mito teísta. Por lo tanto, debemos liberar a Jesús de su papel de Redentor” (Spong, p.108). No hay necesidad de que Dios castigue a su Hijo, enviándolo al mundo para morir crucificado y de esta manera amortiguar la ira de Dios a consecuencia del pecado cometido en el Jardín del Edén, y salvar a la humanidad del castigo eterno.
  • Tampoco es congruente con el carácter científico de la persona moderna y los descubrimientos de los últimos tiempos afirmar que Dios ha creado el cosmos y todos sus seres de modo perfecto y definitivo. No podemos hablar de una creación terminada si tenemos delante la evolución del universo con todos sus seres vivos. “El desenmarañamiento de esta madeja comenzó a partir del descubrimiento de que Adán y Eva no eran los primeros padres humanos, y que la vida no surgió toda de ellos. La teoría de la evolución hizo de Adán y Eva, en el mejor de los casos, figuras legendarias. No resultó fácil que la institución religiosa aceptara la evolución, y hoy aún hay voces que se elevan en áreas remotas del mundo para resistirse a ello. Esas voces nunca tendrán éxito. Ciertamente, la vida evolucionó a lo largo de un proceso que se inició con el nacimiento de la Tierra hace unos 4.500 ó 5.000 millones de años” (Spong, p. 104-105). La creación está en proceso que no sabemos su momento terminal.

En conclusión, los conceptos de pecado, miedo, culpa, castigo y redención deben estar en revisión en la modernidad. No podemos seguir con un lenguaje que no resiste una crítica seria y razonable teniendo en cuenta los conocimientos que la ciencia ha aportado a la humanidad. Es necesario un lenguaje post-religional, que supere las convicciones introducidas por la religión a lo largo de los siglos. Dios no es un Ser Juez, Castigador, que introduce la culpa y el miedo en el ser humano ante la posibilidad de una condenación eterna.

Terminamos con esta reflexión del obispo Spong:

“El poder de la religión occidental siempre se ha apoyado en la habilidad de la gente religiosa para comprender y manipular ese sentido de ineptitud humana que es la culpabilidad… Con el paso de los siglos, los líderes religiosos aprendieron que el comportamiento de la gente podía ser controlado si se exacerbaban los sentimientos de culpabilidad. De este modo se constriñeron imperios religiosos ayudando a las gentes a vivir con la culpa y, hasta cierto grado, a superar su sentimiento de culpa” (Spong. P.99)

*John Shelby Spong. Por qué el cristianismo tiene que cambiar o morir. Editorial Abya Yala. Quito. Ecuador, 2014.

28 comentarios

  • M.Luisa

    Pero amigo  Isidoro,  el que manejes mal las categorías filosóficas cosa que lo pongo en duda, no es motivo para que te salgas por la tangente y resulte que ahora el marco de referencia de Einstein en torno al cual centré mi argumentación    lo cambies  sin más  en aras de ir    picoteando  de  pensador en pensador.
     
    ¿Dónde ha ido a parar la esencia de lo que veníamos  tratando? Porque no creo en absoluto   que   la experiencia de Einstein  plasmada en aquella frase  tuviera nada que ver con la metáfora de la bicicleta.
     
    Bien, lo dejo aquí porque no creo  que  yendo de una cosa a otra  lleguemos a buen puerto. La frase de Einstein  me pareció  muy adecuada  porque es, como experiencia, la primigenia y por tanto de la que  hay que partir.
     
    Si en el desarrollo,  en la línea discursiva emprendida,    irrumpe algún término que no acaba de ser comprendido se pregunta y listo. Pero de ahí  a cambiar el enfoque  hasta el punto de perder por el camino lo esencial  es a mi modo de ver lo que hace que las cosas se repitan continuamente.
     
     
    Saludos, pues

  • Isidoro García

    Amiga Maria Luisa: Ya sabes que yo manejo mal las categorías filosóficas y me pierdo bastante en ellas. Pero como hablas de “la razón de ser de aquel “de” y de aquel “para” que el amigo Isidoro dejó colgados  un poco en el aire”, aprovecho para insistir en mi visión de la idea, (y perdón por si me estoy poniendo un poco pesado).
     
    Decía Forrest Gump, que vivir es como ir en bicicleta. Y siguiendo su escuela, yo creo que para ello se necesitan dos cosas: saber hacia donde tenemos que ir, y pedalear adecuadamente. Si no pedaleamos adecuadamente, nos paramos y nos caemos al suelo.
     
    Para pedalear se necesitan tres cosas. Una de ellas es estar físicamente sano y fuerte, (tener lo más saneada posible la psique). La segunda es no cargar con fardos y pesos inútiles, que a lo largo de nuestro desarrollo, nos han  ido cargando, (la sociedad, los padres, la escuela, los medios de comunicación, las iglesias, etc.), y los que nosotros erróneamente, nos hemos ido echando encima.
     
    Y la tercera es tener ganas de pedalear, ganas de vivir. Y es el punto en el que quería incidir en este comentario. Habrá gente que piense que eso se tiene siempre. Pero no es verdad, nuestra sociedad está plagada de depresiones y situaciones paradepresivas, y muchas crisis de “los cuarenta”, “los cincuenta”, crisis de la jubilación y el resto de crisis psicológicas generales, que llenan las consultas de los psicólogos y disparan el consumo de antidepresivos, son crisis de sentido de la vida, crisis de ganas de vivir.
     
    Freud llamaba a esas ganas de vivir como la “líbido”, y Henry Bergson, lo llamaba “elan vital” y el filósofo norteamericano Ralph Waldo Emerson lo llamó “vital force”.
     
    Bueno, pues yo creo, que todos tenemos un depósito de esa fuerza vital-ganas de vivir, más o menos lleno, en función quizás de factores bioquímicos, (neurotransmisores, etc.), de tal manera que diferentes factores llenan ese depósito más o menos, como la juventud, la presencia de hijos pequeños, etc. Y luego tenemos en nuestro interior una especie de bomba que bombea esa energía vital, esas ganas de vivir, en nuestro torrente psíquico. Y esa bomba, está impulsada por nuestra cosmovisión, nuestro sistema de ideas con que interpretamos el mundo, nuestro acervo sociocultural que permanece en parte consciente y en parte inconsciente.
     
    Filogenéticamente, esa cosmovisión interna, está estructurada en nuestro interior, para facilitarnos la acción y la toma rápida de unas decisiones, lo cual durante muchos siglos, ha sido vital para nuestra supervivencia. Viene estructurada, como explica el psquiatra Rojo Moreno, formando en el cerebro una serie de núcleos neuronales, con una serie de “plantillas cognitivas”, que contienen una memoria y un curso de acción conveniente a realizar, para cada tipo de experiencia que se haya vivido.
     
    Pero  una cosmovisión debe ser coherente internamente, y debe ser completa, sin que haya ningún “agujero”, ningún sector de la realidad que no se contemple. Una cosmovisión coherente y completa otorga a su poseedor una gran potencia psicológica. Es como una gran vela desplegada al viento. Pero si esa vela contiene grandes agujeros, pierde mucha de su potencia, e incluso puede llegar a paralizar. Porque una cosmovisión es como un motor, que funciona cuando todos los eslabones de su cadena funcionan, y basta que uno de ellos no funcione para que se pare, o quede muy frenado. Enseñaba Ortega, que la realidad que es ignorada siempre acaba vengándose, de una forma o de otra.
     
     
    Por ello, cuando uno se desmitifica, se libera del gran peso de encima, de mitos viejos y obsoletos, pero nuestra cosmovisión queda coja, sin cerrar, incompleta, con agujeros. Es necesario una labor paralela deremitificación con nuevos mitos coherentes con nuestros modernos saberes, pues si no lo hacemos así, nos liberamos “de”, pero no “para”, y nos viene las parálisis psicológica, que unos llaman nihilismo, otros relativismo, otros existencialismo, otros crisis religiosa y de vida, y otros simplemente depresión, y todos cantando como en la zarzuela: “¡Hace tiempo que vengo al taller, y no se a lo que vengo!”.
     

  • M.Luisa

    Al entrar hace un par de días, leí el comentario de Jairo y también el enlace que nos remite y desde luego que   guarda relación  con el presente artículo  y es por esto que ya   de  antemano,    le  quiero agradecer pues   todo ello favorece a la construcción del gran puzle.
     
    Dicho esto,  mi entrada hoy tiene que ver con lo que me quedó pendiente por comentar  reservándomelo por si Isidoro me respondía,  pero  al no ser  así voy a completar mis reflexiones anteriores  empujada precisamente porque en ellas saqué   el tema del entendimiento  dejándolo sólo apuntado y  un poco en el aire.
     
    Mi alusión, pues,  al entendimiento  era presentarlo  como aquel momento del conocimiento humano “capaz”  ya no sólo de comprender aquello que nos tiene presos como la belleza y la majestad  en la frase de Einstein  y por eso lo ex – presamos antes de ser todo ello comprendido,  sino que además, por la verdad que contiene, al  sentirlo  nos lanza a querer entenderlo y a razonarlo.
     
    Ahora bien, qué ha ocurrido  con respecto al conocimiento a lo largo de la tradición filosófica? pues que al identificar el “ente”  y realidad, a Dios se le ha llamado “Ente” infinito  o Entidad Suprema derivando en la tan traída y llevada   omnipotencia  etc.,  entonces claro está que frente a esta entidad infinita nuestro conocimiento queda no sólo limitado sino inaccesible.  Si como señalé el otro día,  aquí en Atrio  se habla más de limitación que de capacidad es porque todavía persiste en la mente la idea de Dios como entidad infinita. Y Dios no es infinitud sino, como  vengo apuntado sucesivamente sin apenas nombrarlo (algo que, por exigencia contextual hoy sí  me veo obligada) realidad última. Una realidad última que nos impele y nos posibilita “para” ser.
     
    La mera infinitud no posee estos dos caracteres de impelencia  y de posibilidad. En esta infinitud el ser humano queda totalmente a la intemperie.
     
    Einstein en su frase no comienza invocando a la religión ni a nada religioso sino sintiéndose religado a la belleza majestuosa  por la impresión misma  que le produce, como a cualquier físico, cuando  siente la realidad objeto de su ciencia. Lo religioso en la cabeza de Einstein  no tenía viso  ni por asomo de estar inscrito en la religión imperante.
     
    La inteligencia que faculta al entendimiento no es de base sensible-conceptual a modo kantiano,  y una de las razones, entre otras, es  porque la inteligencia es irreductible a la sensibilidad.
     
    Creo que con estos apuntes sitúo en dirección correcta la razón de ser de aquel “de” y de aquel “para” que el amigo Isidoro dejó colgados  un poco en el aire.

  • oscar varela

    Hola!
     
    Leo de Jairo:
     
    -“Para mí es un signo de los tiempos y un signo del Espíritu estas coincidencias que surgen en lugares distintos y personas que no se conocen.“-

    y me recuerda a lo planteado por NACHO DUEÑAS, cuyo Libo está por aparecer a la venta ¿no?

    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • Isidoro García

    Leído, “por ahí”:
    “Consejo para teólogos: Si tenemos un Dios que hace cosas “raras” que no haríamos nosotros, ni cualquier vecino normal, tales como exigir neuróticamente que un coro de ángeles estén dorándole la píldora eternamente invocando su nombre, o castigar psicopáticamente a un hijo, metiéndole en el horno de la cocina, porque se ha dejado encendidas las luces de la casa, el mejor favor que podemos hacer a nuestro Dios, es pensar que en realidad no sabemos nada del asunto, y con disimulo ponernos a silbar y cambiar de oficio. Seguro que “Él” lo agradecerá”.

  • h.cadarso

    Me encuentro incómodo haciendo catequesis con la idea del pecado, como hace ese obispo anglicano. Parece como que lareligión es un asunto personalísimo entre Dios y yo, en el que “el otro”, el prójimo, no cuenta, no existe. Lo cual tiene algún viso de ateísmo vergonzante. Y pienso en Unamuno, ese hombre que escribió la Agonía del Cristianismo, que fue un gran cristiano en lo que hizo por combatir el fascismo y enfrentarse a él, pero sin embargo solo se sintió hombre religioso en sus luchas internas e íntimas en busca de la inmortalidad, de la supervivencia de su yo. Aquel Unamuno que en sus tiempos mozos proclamaba que el socialismo era la religión del futuro, para luego enrollarse en la defensa de los derechos de la iglesia española y de las órdenes religiosas y de no sé cuántas banalidades, y finalmente jugarselo todo a una carta ante Millán Astray y su Viva la muerte. Que yo creo que Dios le habrá juzgado por su actitud de servicio a los demás, más que por sus agonías íntimas y obsesivas y quizá un tanto enfermizas…
    El problema religioso número uno, sobre todo en estos tiempos, es olvidarse de un dios ajeno a la suerte dee los seres humanos, y centrarse en el servicio y amor a todos los seres humanos, hasta dar la vida por ellos…No sé, a lo mejor meto la pata, pero ¿hay otro camino para llegar a Dios, para encontrarlo, que este de buscarlo en nuestro prójimo? ¿Hay otro pecado en el ser humano que este del egoísmo, de vivir pasando de todos los que me rodean? ¿Qué respondería Jesús a esta mi pregunta? ?Qué respondería Pablo, el de la “campana que retiñe”? ¿ O aquel que dijo. “Ama y haz lo que quieras?

  • Sugiero la lectura del “post” publicado por mí esta quincena: “Mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa” en el que se encontrarán coincidencias con este artículo. Ver el enlace:
    http://blogs.periodistadigital.com/jairodelagua.php

    Para mí es un signo de los tiempos y un signo del Espíritu estas coincidencias que surgen en lugares distintos y personas que no se conocen.

  • George R Porta

    Amigo Isidoro: Quizás se trate de que cada cual pueda ver las cosas de una forma propia.

    Por lo que he aprendido,  la estimulación externa nos puede pasar inadvertida, es decir, sin causar efecto o reacción en nosotros, cuando y si no puede ser asociada a algún conocimiento previo, en nuestra memoria, previamente conocido de alguna manera. La función de la memoria a cualquier nivel, asumiendo que también ueda ser inconsciente como a veces parece, es precisamente crear la zona de sensibilidad necesaria para que nuestra intuición funcione y podamos descubrir o reconocer.

    No me atrevo a negar que exista todo ese mundo (cuasta dimensión, elemento de divinización en la evolución humana-no sé si te refieres a Teilhard y su línea de pensamiento-telepatía, alternativas hipotéticas del Mundo Espiritual, otras inteligencias en el Universo, interacción mental con Dios, etc.) pero realmente no imagine que estuviésemos conversando sobre hipótesis las cuales no vienen suficientemente avaladas como para poder afirmar su certidumbre. Claro que lo empírico personal merece consideración, pero de ahí a que pueda ser afirmado si no puede ser accesible a suficiente número de personas plantea un problema grave que es el de poder verificar objetivamente la realidad sentida o conocida.

    Por lo demás, la tragedia causada por las religions organizadas incluida la católica es haber creado una identidad entre fe y verdad revelada en la que ésta resulta de una afirmación de autoridad absolutamente humana y que además vive de hacerse creer cierta. So
    bre todo recientemente es possible tener prueba de que la autoridad docente de la Iglesia no vive según lo que predica y por lo tanto no
    merece la credibilidad incondicional que reclama.

    Según puedo leer en los comentarios exegéticos, el latís fides corresponde al griego pistis y en ambos casos se habla de confiarse, implicando arriesgarse y no de saber como si se conociese objetivamente. 

    En cuanto a las afirmaciones de Tomás de Aquino respeto tu amor por ellas y las respeto a ellas mismas, pero desafortunadamente no puedo aceptarlas porque, a diferencia de él no puedo afirmar nada acerca de la divinidad. El monoteísmo crea la exclusividad o el monopolio de la verdad con respecto a la divinidad y la impone al sentirse compelido a comunicarse. La humanidad ha intuido la imposibilidad de limitarse a una sola forma de la divinidad, lo cual no demuestra que la noción de politeismo sea falsa, sino que algo que solamente nos sea apprehensible o comunicable vequívocamente debe ser acogido en su confusion o multiplicidad formal. 

    En cambio la Belleza, aunque tampoco pueda ser definida totalmente por nadie, es una experiencia afectiva de placer que si nos es generalmente alcanzable de manera subjetiva y  siempre ha estado asociada a la proximidad de algo que hasta podemos expresar subjetivamente aunque  siga siendo un patrimonio universal. Pienso ahora mismo en la caligrafía musulmana, por ejemplo. La descripción verbal no puede desprenderse de su equivocidad. Comprendo que la presencia de la Belleza me arranque la curiosidad por lo trascendente o infinito. La intuición sigue saliendo de mí y en mi memoria debe quedar algún recuerdo de la noción de infinito y por eso soy sensible a reconocerla cuando la belleza se me haga presente. La hipótesis de si uno puede conocer o resolver problemas durante el sueño que fuera un modo de conocer inconscientemente es plausible como hipótesis pero es más que imdemostrable como posibilidad cierta, affirmable o demonstrable except por analogía de atribución y eso no es suficiente. La Física reciente ha demostrado la necesidad de someter la razón a sus propios límites sin matar la curiosidad por lo metafísico. Imagino que en eso consiste la humildad de quien renuncia a la explicación única de todo de la que ha vivido enamorado Stephen W Hawkin y acepta que la Verdad sea mucho más inapprehensible. 

    Gracias de nuevo por esta oportunidad de compartir.

  • M.Luisa

    Analicemos  más  cuidadosamente   lo que le ocurre  según Kant al entendimiento  que no es capaz  de   captar  algo cuya belleza y majestad ( ateniéndonos  a la frase de Einstein)  llega a nosotros  de manera indirecta   ¿Es esto así?  Para aclararnos empecemos haciendo una distinción. El término captar nos remite a la idea  de apresar algo y por tanto captarlo en toda su integridad.   Mientras  que, si buscásemos el  término correlacional  del entendimiento el más idóneo sería el de capacidad. Dicho esto no es cierto  que el fenómeno en cuestión no lo captemos en su totalidad e inmediatez,    lo que ocurre es que  para la capacitación que le atribuimos al  entendimiento no le es suficiente  esta inespecificación en la que  queda lo captado.    Kant  resolvió este  problema mediante  su famosa síntesis.  Pero no se trata de síntesis sino de unidad estructural, es decir,  de momentos estructurantes no cronológicos que van configurando  el conocimiento humano.

  • M.Luisa

    Otro punto del artículo en el cual me he fijado,  es en donde el autor, citando a Spong, habla de que, como consecuencia de la culpa la vida entera necesitaba ser redimida y pedía a gritos un salvador (Spong, p.96). A este respecto  hace tiempo que me referí y en mi exposición  decía  entonces que el cristianismo no es primeramente religión de salvación  sino que lo es  de forma consecutiva. Es por este orden, pienso,  que se ha de entender el cristianismo.     Pues primordialmente   y según lo expuesto en mi comentario anterior  lo es  de realización, la cual, ya, en ella  lleva   consigo  la propia  auto-salvación, sin que este término  tenga necesariamente, para quienes no son cristianos, connotación religiosa alguna.

  • M.Luisa

    Buenos días! Isidoro,  bien  estos  últimos comentarios que preceden al mío no los he leído pues sólo me he preocupado  de responderte  en el punto donde ayer lo dejamos.
     
    Sólo me dio tiempo,  antes de cerrar, de leer el del  Cumpa Oscar. Y no cambiaría  de él ni una coma, aunque,  a mi manera, lo que él expresa diciendo que es la fe la que nos tiene yo lo expresé con el  “de” de modo determinante. Tras la experiencia,  aquella de la cual se viene hablando aquí una y otra vez  es la que nos determina como personas. También expreso esta circunstancia, si  recuerdas, con el concepto de religación. Y la religación  como anterior a toda religión es un concepto estrictamente filosófico. Si los humanos nos realizamos  entre las cosas del cosmos,  esta realización procesual   no la llevamos a cabo    porque sean meras cosas que nos “vinculen” sino que  nos tienen religados por el hecho de ser reales  y por tanto sentidas.
     
    Fíjate que en el ejemplo mismo que me pones de   Albert Einstein,  empieza la frase haciendo referencia al acto de sentir. Este inicio es importantísimo.  Ahora bien,  siendo  cierto como dice él que detrás de todo lo experimentable se esconde algo que nuestro entendimiento no  alcanza (todavía aquí subsisten reminiscencias kantianas) no  es,  según mi opinión , que lo sea de forma indirecta  sino, por el contrario, de la forma más directa e inmediata,  captada,  apresada,  precisamente por los sentidos. El haber interpuesto a este fenómeno  la adscripción a una mediación ha sido el hueco  por donde se han colado  las religiones  eximiéndose  de lo real  dado e intelectivamente sentido  y abocando toda su intencionalidad   meramente a la cosa, es decir, a la cosa escindida  de su realidad,  que como tal se puede manipular  y  consiguientemente      intelectualizar  algo que ha resultado ser sumamente contagioso.
     
    Por lo expresado podemos darnos cuenta  que, en efecto,  las cosas  como tales nos pueden tener “vinculados” a ellas siendo personas ¡faltaría más! siguiendo tu línes de expresión,    pero lo que hace que nos realicemos en plenitud   es tomarlas  no como tales sino como reales, es decir,  en su realidad, en lo que de real tienen al sentirlas.

  • Isidoro García

    Amigo George: Lo primero gracia por el esfuerzo de repetir tus ideas de forma más entendible. Traducir nuestro discurso mental interno a unas palabras y una sintaxis universales, que le den comunicabilidad, es difícil, e inevitablemente en ese proceso se pierde mucha riqueza, que es muy difícil recuperar.

    Las intuiciones nos provienen de fuera de nuestro yo consciente, por eso nos suceden, se tienen o no se tienen, o si se quiere, nos tienen ellas a nosotros. Eso no quiere decir que necesariamente nos sean inspiradas desde fuera de nosotros, por otras personas.

    Pero existe (en mi opinión) el fenómeno de la telepatía, que pudiera estar más extendido de lo que parece. Y por otra parte además de la telepatía de humanos vivos contemporáneos, hay otras varias alternativas posibles.

    También existe la alternativa hipotética de la existencia espiritual de un Mundo Espiritual, donde existan copias de las mentes de humanos, (ya vivos o muertos biológicamente), con plena actividad mental y con capacidad y actividad telepática.

    También existe la alternativa hipotética de la existencia de otras inteligencias en el Universo, que pudieran interactuar con nosotros mentalmente. Con lo que se sabe del Cosmos, cada vez se hace más difícil pensar que estamos absolutamente solos en el Universo.

    Y por último también existe la alternativa hipotética de la interacción mental con el supuesto Dios creador del Universo. Yo particularmente esta es la que me parece menos probable.

    Dices: “No es posible inventar exnihilo la realidad y solo podemos descubrirla”, y me recuerda un verso de Paul Éluard: “No hay modelo para quien busca lo que nunca ha visto. Estamos todos al mismo nivel. Iluminemos a los demás».

    Yo creo que lo que tú llamas confianza, que asocias a la fe, es otro tipo de intuición distinta a la de la cognitiva de la fe. Es lo que llamamos esperanza: confianza en el futuro postmortem. Si conseguimos arrancarnos el miedo atávico que nos han tratado de inculcar a ese futuro, tenemos ganada la batalla. Si consigues no creer en un Dios vengativo, no hay ningún problema. Lo peor que puede pasarnos es que no haya nada, en cuyo caso: ahí nos las den todas.

    Y si no acaba ahí, “todo acabará bien”, como le decía Jesús a Juliana de Norwich. (Sé que el amigo Santiago estará pensando al leer esto que soy un ingenuo. No me importa, me arriesgo en mi fuerte intuición de confiar en Jesús. Lo que no puedo comprender, es como se puede hacer compatible al mismo tiempo la creencia en el infierno y en la misericordia de Dios. No comprendo como a los que piensan así, nos les explota el cerebro ante tamaña contradicción. No te ofendas, Santiago, sabes que se te quiere).

    Dices: “A Dios no le puedo siquiera imaginar porque no existen en mi memoria los datos pertinentes, descriptivos de la naturaleza divina”. Eso le pasa a todo el mundo, porque ese Dios es inimaginable, es “la Profundidad de la Realidad”, como ha descrito Tillich, a Dios. Y yo creo que es el gran error de muchas teologías, el tratar con el SuperDios primero, (del que no sabemos nada, ni siquiera de su existencia), y no tratar con los Dioses segundos, terceros y cuartos, que al ser integrantes del Universo, son imaginables por nosotros. Para mí, esos Dioses son “Inteligencias”, y cuanta más inteligencia, más Dios. Por eso nosotros, en nuestro proceso de evolución hacia una especie más inteligente, estamos en un proceso de deificación, aunque sea a nivel de cuarta división.

    Santo Tomás dice “aunque los nombres de Dios tienen una común referencia, sin embargo, como la referencia se hace desde múltiples y diferentes aspectos, estos nombres no son sinónimos… Los múltiples aspectos de estos nombres no están vacíos y vanos, pues corresponde a todos una sola realidad, representada por ellos de una manera múltiple e imperfecta”. (S.T. 1,13). Y el mismo Santo Tomás, lo dice aún más claro: “No decimos el único Dios, porque la divinidad es común a varios” (S.T. 1,31). Y, “una cosa tiene ser, por participación”. (S.T. 1,44).
     

    Esa es mi modesta opinión, pero cada uno puede verlo como desee.

  • George R Porta

    Gracias Isidoro por ser franco. Pido disculpas por escribir malamente o expresarme sin la suficiente claridad.
     
    Lo que he tratado de decir es que la fe no es ni puede ser definida como una gracia, o don, exógena, proveniente de afuera de la experiencia humana. Si se admite que nos sea dada como un don, se hace necesaria la existencia de alguien nos la done. Yo no puedo creer en la existencia de ese alguien o algo que me preceda sin pertenecer a la raza humana a que yo mismo pertenezco. Deseo que exista Dios pero no pudiera afirmarlo porque no lo puedo imaginar si no puedo conocer la naturaleza divina misma. La mía, la única que pudiera conocer es humana y no tiene nada de divino.
     
    La intuición parece un atributo neurológico exclusivamente humano, aún en desarrollo o evolución y no parece poder ser observada en animales. De ella, de esa capacidad de desear, intuir, sospechar, o temer anticipadamente, depende el atreverse a mirar al futuro y apostar por aquello que se intuye, desea, teme. Esa capacidad constituye la substancia de la fe. Esta palabra (fe), que ha causado y causa tanto problema, nunca debió perder su significado etimológico original relacionado con confiar o tener confianza.
     
    No es posible inventar exnihilo la realidad y solo podemos descubrirla. Por ejemplo, la imaginación no puede imaginar sobre otra base de datos que no sea la conocida, memorizada, bien sea por mí o por otros que me la pueden comunicar. Quien pierde la memoria por la demencia no pudiera experimentar la fe. Los agujeros en el cerebro lo deshumanizan en el sentido de carecewr de la capacidad de ejercitar su inteligencia y su comunicabilidad, que son elementos esenciales de la esperanza y de la confianza. No sé qué pueda ocurrir en su ser profundo o espiritual o como se le quiera llamar a la humanidad esencial, profunda, pero ciertamente una persona demente ha perdido lo característico de su humanidad que es su comunicabilidad y su autonomía cognitive, de discernimiento, etc. Puedo atribuirle a esa persona la dignidad humana porque la tuvo, pero no puedo afirmar que la posea. Por eso no es extraño que la filosofía se plantee el problema del derecho a moriri cuando la dignidad es evidente en toda su realidad.

    El objeto de mi esperanza no me puede ser revelado con certidumbre sino que lo descubriré una vez que se me haga visible aunque cuando eso ocurra en mi historia personal ya pueda haber ocurrido de muchas otras maneras en las vidas de otras personas. Por esa misma razón solo puedo hablar de esperanza y de fe como confianza pero no puedo hablar de fe como conocimiento, sino como sentimiento de confianza. 
     
    A Dios no le puedo siquiera imaginar porque no existen en mi memoria los datos pertinentes, descriptivos de la naturaleza divina. Por eso la fe como esperanza confiada dispuesta a arriesgar o apostar la vida por algo o alguien, tiene que ser dinámica, vivida y entonces comunicada o compartida pero no predicada a solas. Y para que sea articulable tiene que ser memorizada y todo ello es un proceso bien material, con muchísimo de fisiológico y de químico y de experiencia que requiere el componente social, e.d., las contribuciones de los demás seres humanos en conjunto y la articulación o comunicación inteligible de ella. De ahí la obsolescencia de la diversidad de credos excluyentes .
     
    Como seguidor que deseo ser de Jesús, mi vida debiera (que seguramente no lo sea) testimoniarle, demostrar o hacer visible mi esperanza confiada del cumplimiento futuro de las promesas que  le atribuyen los evangelios. Deseo haber podido aclarar lo que quise decir pero me confío a vuestra generosidad y, si he vuelto a fallar, pues nada, descartar mi comentario que en fin de cuenta no es siquiera necesario y menos imprescindible y lo comprendo. 

  • mª pilar

    Para mí es, una experiencia personal de:
     
    ¡Ojos abiertos!


    No una credulidad ciega… es, como una “llamada” fuerte que nace en mi misma entraña, metida en el mismo centro, sin dejar de mirar la vida cotidiana que me rodea.
     
    Desde ella, aprendo a discernir, lo que es “obediencia ciega a la ley (religión-teología) a lo que debería vivir en razón con aquello que sucede en cuanto me rodea.
     
    Es una experiencia siempre en camino, siempre despierta y sin miedo a quitar todo aquello, que para mí, es contrario al Proyecto que me ha enamorado.
     
    Así, cuando hay que quitar se quita, cambiar se cambia, mirar desde otra perspectiva,  se aprende a mirar; y eso no hace a las personas  sentirse perdidas y buscar otros atajos que le llevan a caminos peores-tortuosos.
     
    En general, tendemos a desear, que nadie se salga de lo establecido, y eso no es bueno, porque anula la capacidad personal de ser, pensar, optar, buscar.
     
    Es, una experiencia que nace en lo más hondo de la persona; que no comprende, pero tampoco quiere inventar respecto a “Ese no se que” que me atrae, me llena, me llama, me conforma.
     
    No necesita pedir nada a mi favor, ni esperar nada concreto o in-concreto; solo quiere ¡ser! en la mayor plenitud humana posible; porque es humano cuanto me rodea y es aquí y ahora donde tengo que dar mi do de pecho en todo lo haga, ame, quiera, y desee;  no solo para mí, sino para todo el mundo que me rodea.
     
    En mi caso es, desde el hermoso Proyecto de Jesús, limpio de polvo y paja como lo han cargado, oscurecido, empañado. Pero eso, no me da ningún poder ni derecho, para no aceptar otros caminos, otras maneras de mirar.
    mª pilat
     

  • Isidoro García

    Amigo George: Lamento decirte que no te entendido casi nada, y por ello, (arrogándome un papel que nadie me ha dado, y esperando no herir ninguna susceptibilidad), aprovecho la ocasión, para hacer un llamamiento general a esforzarse en ser claros, porque es una lástima que mucha gente que nos lee, (además de los cuatro gatos que comentamos), no puedan ser partícipes de nuestras ideas y pensamientos. Por supuesto, cuando a mí me pase algo así, espero me lo hagáis saber. Y perdón por anticipado.
     
     
    Y ya que estamos en la metahistoria de ATRIO, se echa en falta a Rodrigo Olvera: no hagas caso de tonterías, que casi todos hemos tenido alguna intemperancia y hemos sufrido otras. (Es verdad que se echa en falta en esos casos una actitud más decidida de la dirección, pero no todo puede ser perfecto). Lo dicho, está dicho.

  • George R Porta

    Solamente para aportar un detalle a la conversación.

    La capacidad de predecir o calcular o planear está directamente relacionada con la capacidad de memorizer y las personas que sufren demencia, sobre todo degenerativa, progresivamente pierden la capacidad de planear siquiera a corto plazo.

    Ese pudiera ser un caso de ausencia progresiva de esperanza o predecir con confianza en que lo que se espere que ocurra ocurrirá (fe) en términos de lo mundano (los únicos que tengo y conozco) del ser/estar/sentir, etc.

  • oscar varela

    Hola!
     
    Fe puede haberla “muerta” o moribunda (sin que la atauqe nadie)
     
    pero la Fe viva no se puede “tener”;
    todo lo contrario: es ella la que “te-tiene” (te sos-tiene).
     
    Pero esto es más viejo y sabido qu’el “ujero del mate” (o que “el hilo negro” dicen acá en Chile).
     
    ¡Elemental Watson!
     
    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • George R Porta

    Aclaración: En la antepenúltima frase de mi última contribución (15:14 PM) donde se lee: La libertad tuviera que ser defectible debe leers: “La libertad de una tal divinidad fuera defectible o mejorable”. Pido disculpas por el error y por los demás errors mecanográficos. Gracias,

  • George R Porta

    Hasta donde se puede saber observando conductas no parece que fuera de la raza humana haya posibilidad de predecir confiando en la consecuencia de aquello predicho. Así, parece que sea característica humana exclusive poder predecir confiando en que la predicción será acertada dentro de un margen tolerable de error.

    Nadie opta por invertir financieramente si no confiara en que el objeto de su inversión  será productivo de ganancias más allá de los costes de la inversion misma, aunque esté consciente de que la magnitude de ganancias por encima de los costs pueda variar (porcentaje de error). Lo mismo se aplica en ciencias, en el progreso de una Amistad, en la empatía, etc.

    No se puede ser humano sin tener la capacidad de predecir confiando o no en aquello que se predice. En estos términos no fuera possible “no tener” fe. En cambio se puede optar por confiar o no en lo que de momento la intuición predice y entonces plantear el dilemma si una persona es de fe o no  (como sugiere María Luisa) se hace pertinente. En efecto una Buena parte de las personas que no pueden confiar en el dios de las religiones precisamente no pueden porque un tal “dios” es inaceptable.

    Por decirlo de alguna manera, en cuanto al dios que esconde su rostro (el politeismo es una forma de lidiar con esa divinidad), la noción de revelarse humanizándose  en Jesús parece que resolviera el problema de tentar a su propia criatura a que, excediéndose en la imaginación o la predicción de aquello o aquella que no pudiera conocer de antemano ni siquiera con un cierto margen de error , pueda conocerle suficientemente.

    En efecto  confiando en la tradición (según el sensus fidelium) es possible acoger a Jesús con esperanza de que las promesas que dicha tradición le atribuye (en los evangelios) se cumplirán, que es el máximo de divinidad que se le puede atribuir desde las coordenadas humanas.

    La limitación o incompletitud de la libertad humana es o parece, por otra parte, el espacio que require la capacidad de predecir confiando en el margen de error imprescindible. La divinidad no hubiera podido crear si alguna divinidad en efecto creó otorgando una condición que ella misma no poseyera. La libertad tuviera que ser defectible y eso fuera una noción imaginaria y antropomórfica de la misma. Los dilemas o las contradicciones que la persona confronta en su predecir, confiar, actuar, discernir evidencian precisamente la necesidad de predecir y optar confiando en no errar demasiado.

  • M.Luisa

    Otro enfoque erróneo, Isidoro… sigues  con el tener! No se trata de tener sino de ser… Si la cosa está de entrada  mal enfocada  será difícil llegar a buen término y  además quien te dice que hablo de fe religiosa… mi primer enfoque, en todo lo que expreso,  si te fijas, siempre   es de carácter filosófico, luego se verá sobre la marcha  si éste nos lleva al teologal…ahora no me es posible seguir, lo dejo por si más adelante encuentro un momento libre..

  • oscar varela

    Hola Vicedo!
     
    Tal vez la expresión “emperrarse” sea solo argentina y no española.
     
    Significa algo así como “estar empecinado”; una especie de mono-tonía, o de andar con “anteojeras” como las que le ponen a los caballos de tiro para que no puedan ver otras cosas.
     
    La “fe religiosa” es el culmen de esa mono-tonía, por eso “cautiva”. Lo cual puede relacionarlo Isidoro con la Libertad.
     
    Etc. etc.
     
    ¡Vamos todavía! – Oscar.

  • Isidoro García

    Maria Luisa: para ser persona y serlo humanamente, no hace falta tener fe religiosa, ¡faltaría más!. Mira a tu alrededor y te encontrarás casos de todo tipo: gente muy buena persona sin fe religiosa, y creyentes buenísimos y otros que dejamos mucho que desear. La fe en principio es un tema conceptual-cognitivo. Luego el ser coherente con tus creencias, que es lo que M.Luisa, dice ser “persona de fe”, es otro tema distinto, si se quiere más importante, pero distinto.
     
    De todas maneras, y contestando también al amigo Oscar, el concepto de fe que yo utilizo, (y el que tengo), no es el de una fe que se emperra uno en tener, que es la fe del que no cree pero quiere creer. Decía Thomas Merton, en el “El hombre nuevo”: “El esclavo en el orden espiritual, es el hombre cuyas decisiones han destruido en él toda espontaneidad. De modo que nunca hace lo que realmente quiere hacer, sino sólo lo que tiene que hacer”.
     
    Yo hablo de fe, como esa fuerte intuición que se tiene sobre la certidumbre de una idea o un relato, de las que no hay pruebas de su certeza y adecuación a la realidad. Por eso esa fuerte sensación interna de certidumbre, se tiene o no se tiene, se siente o  no se siente. Eso no excluye momentos de dudas, y la constante percepción de que podemos estar sufriendo una especie de delirio cognitivo.


    Albert Einstein lo definía así: “Sentir que detrás de todo lo experimentable se esconde algo que nuestro entendimiento no es capaz de captar, algo cuya belleza y majestad llega hasta nosotros sólo de manera indirecta, como en un reflejo, eso es religión. En este sentido yo soy un ateo profundamente creyente”.
     
    En tener esa sensación de credibilidad de una idea o relato, o no tenerla, influye mucho entre otras cosas, la imaginación de la persona. Hay personas más imaginativas que otras. Yo por ejemplo creo en la existencia real de los ovnis, y me encanta la ciencia-ficción, aunque soy poco conspiranoico. Y otras personas son más “conservadoras”, y no creen si no ven o tocan.
     
     
    Otra tendencia a la “credulidad”, viene motivada por el horror al vacío, que puede provocar en nuestra cosmovisión una crisis de desmitificación, (y aquí retomamos directamente con el artículo de este hilo). Cuando se produce una desmitificación fuerte, eliminando ideas o relatos, hasta entonces asumidos, nos queda un gran vacío, que hay una fuerte tendencia psicológica a rellenar, y entonces puede pasar que sales de Málaga y te metes en Malagón.
     
    De ahí el auge de muchas sectas o grupos religiosos sectarios que facilitan una gran seguridad psicológica a sus seguidores que estos necesitan cuasi patológicamente.

  • M.Luisa

    “Es cuestión de fe, se tiene o no se tiene”  dice el amigo Isidoro. Sin entrar ahora en el problema conceptual de qué sea esto que llamamos fe, sí que me atrevería a hacer la siguiente reflexión.
     
    Se tiene fe? o más bien,  se es persona “de” fe?
     
    Siguiendo en coherencia mi pensamiento  que modestamente  vengo expresando,  me decanto por lo segundo,  ¿por qué?    Porque en esa respuesta va de alguna manera ya implícito  el “para”:el  para  qué,   para, precisamente, serlo. Para ser persona y serlo  humanamente

  • Antonio Vicedo

    ¡Oscar! ¿Lo de emperrarse, no conllevará ninguna referencia a la raza canina, verdad?
     
    Y, seguimos caminando por el campo de la racionalidad, sobre el que se extiende una altura que alimenta fe y esperanza desde la libertad, mientras no tropecemos con lo absurdo, ni con el límite de AMAR.

  • oscar varela

    Hola!
     
    Leo del Cumpa Isidoro:
     
    -“Es cuestión de fe: se tiene o no se tiene”-

    Tal vez la “traducción” de la tal fracesita “religiosa”, al lenguaje post-moderno, podría ser algo así:

    -“Emperrarse o no emperrarse, that is the question“-
     
    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • Antonio Vicedo

    Supongo que no os habra supuesto dificultad alguna que bajo el palabro – OMNIPONCIA, no se esconde ningún nuevo concepto, sino un simple sorbo literario de TE   indebidamente tragado. Un tropiezo mas que debe servir de precaución antes de ENVIAR.
    Agradecido por vuestra comprensión.
     

  • Isidoro García

    De acuerdo con el planteamiento de Shelby Spong. Pero parcialmente. Porque las desmitificaciones a palo seco, si no van acompañadas de una nueva mitificación (en clave moderna), producen un gran y peligroso vacío. Me explicaré.
     
    Recuerdo como de Tony de Mello se decía que era un gran liberador de falsos conceptos, de falsas atadura y compromisos. Repetía “¡Sed libres, sentíos libres; actuad con libertad!”.
     
    Pero este camino tiene dos grandes inconvenientes. El primero que no todo el mundo está preparado psicológicamente para ser libres. Hay mucha gente que lo que necesita y busca desesperadamente es un buen amo.
     
    Pero a los que sí que están preparados, este proceso les produce otro problema. Contaba su compañero Carlos González Vallés, que aunque Tony de Mello “quitaba con eficacia sorprendente, condicionantes, hábitos, prejuicios, creencias, complejos y repeticiones compulsivas, lo que  genera inicialmente una gran euforia personal, el problema es que liberaba “de”, pero no liberaba “para”.
     
    Y González señala que “después de la euforia por la nueva libertad adquirida, las personas se preguntan ¿y ahora qué?, y no encuentran ni la dirección, ni la fuerza, ni la claridad para usar esa nueva energía, con la rapidez y la alegría con que habían soñado”.
     
    El mismo Tony, era consciente desea deficiencia de su mensaje, muy posiblemente causada por sus ataduras eclesiales. Y por ello escribió un día a Carlos González: “Algún día, en algún sitio, volverás a descubrir en una dimensión diferente, todo lo que aparentemente has “perdido”, en tu horizonte religioso”.
     
    Este nuevo descubrimiento, pasa por una nueva remitificación en clave moderna, esta vez, pero inevitablemente gnóstica y esotérica, exactamente igual que muy posiblemente a los primitivos judíos que creían en Jesús como el Mesías judío esperado, las “especulaciones” teosóficas de Pablo, les parecerían gnósticas y esotéricas.
     
     
    Un compañero de Spong, Roger Lenaers, señala: “Para el hombre occidental del tercer milenio el lenguaje de la tradición cristiana se ha convertido en un idioma de iniciados… es urgente traducir la fe al lenguaje en que hombres y mujeres de hoy puedan reconocerse”. Pero esta nueva traducción al lenguaje moderno, deberá ser religiosa, so pena de abandonar la religión y quedarse en un mero humanista, escéptico y agnóstico, cosa muy respetable, pero que evidentemente no será religiosa.
     
    Es cuestión de fe: se tiene o no se tiene. Y no pasa nada por no tener esa fe, que es un don que  en un momento dado, se recibe o no se recibe.
     

  • Antonio Vicedo

    Gracias por esta aportación de J. Gil, que creo nos podrá servir de base y estímulo  en nuestro afán de mantener la profundidad e inconmensurable proyección de la Fe en Jesús en el ámbito de la ENCARNACION o HUMANIZACION proyectada  hacia el horizonte infinito de la TRASCENDENCIA VITAL de la plena consciencia en el permanente AMOR o CARIDAD, cuando las tareas de la fe y la esperanza queden cumplidas.
     
    Como primera aportación mia a este tema  quiero señalar que ya hace mucho tiempo he querido entender que lo arquetípico del Paraíso y el pecado original no estaba en una desobediencia formal, sino en un abuso ilusorio de los seres humanos  intentando acaparar un poder y dominio que por naturaleza no nos pertenece y que nos atrevemos a extender nuestra mano libre ¿? hacia el árbol del que es, propiedad absoluta,  la OMNIPONCIA.
     
    Y, en coherencia con ello, hay que explicarse los aportes científicos de las experiencias históricas de la Humanidad, incluido principalmente el Acontecimiento  del testimonio y mensaje de Jesús, en su HUMANIZACION DIVINA ,o DIVINA HUMANIZACIÓN, como CAMINO, VERDAD y VIDA para que la HUMANIDAD pueda llegar a ser HUMANA.