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Notas para una antropología existencialista del amor

Blas Lara

La filosofía existencialista revisitada esclarece algunos de los aspectos más profundos de una antropología del amor. El rol del amor es ser clave, rescate, pero también solución inacabada de nuestra condición humana.

  • NACIMOS Y MORIMOS SOLOS

El existencialismo era una posición filosófica que compartíamos los que en los años cincuenta empezábamos a abrirnos al mundo de las ideas en aquellos parajes intelectualmente áridos de España de entonces. Pero que sigue siendo un sólido fundamento para una antropología del amor compatible con las modernas neurociencias.

Para Heidegger somos seres lanzados al mundo (geworfene), seres para la muerte.

Cada viviente se enfrenta solo a la vida y a la muerte.

Un día dejaremos este mundo atravesando el túnel de la muerte en la soledad más absoluta y más pavorosa. Morimos solos. Solos, irremediablemente solos.

Entre nacimiento y muerte vivimos los hombres como islotes aislados unos de otros en un océano de indiferencia. Solo en el amor al Otro hay esperanza de rescate.

Trágica paradoja

Kierkegaard : En el fondo de la enemistad entre extraños se encuentra la indiferencia.

El Otro « es el infierno para mí » –según la interpretación que algunos han dado a la muy citada frase de Sartre en La Nausée. Diciéndolo de manera menos tensa y más popular, el Otro, últimamente, nos importa un bledo. Es casi una actitud forzosa si queremos poder sobrevivir frente a la miseria, el hambre, las guerras, y la abominable soledad de otros.

La paradoja está en que sin embargo tenemos una más que imperiosa necesidad del Otro. Es que no es concebible la existencia sin el Otro, porque es una necesidad constitutiva del hombre. El bebé humano es arrojado al mundo, incompleto en su fisiología y tremendamente inacabado en su cerebro. Una parte esencial del programa de construcción de sus redes neuronales está supeditada a recibir las secuencias indispensables de transacciones con su entorno inmediato. (Rómulo y Remo son un mito).

A lo largo de la vida, las interacciones con el Otro le harán vivir como personas, nutriendo y manteniendo el cerebro con incesantes estimulaciones.

Tender puentes entre islotes

La primera interacción del bebé con el mundo externo en el que ha sido arrojado, tiene lugar con su madre que empieza siendo para el bebé, un objeto, un útil (Zuhandene de Heidegger), para satisfacer sus necesidades vitales.

El primer puente real de un islote a otro vendrá en el momento en que se produzca el « reconocimiento del Otro en tanto que Otro, en tanto que persona, y no sólo útil ».

Al ir creciendo, el reconocer a Otro como persona es tanto como extraerlo del mundo de los útiles y atribuirle un estatuto de persona. Un proceso que es además indispensable, por vía especular, para la construcción del propio Yo.

En nuestro desarrollo ulterior, los amigos, las relaciones, continúan siendo por inercia, objetos útiles del entorno, aunque nos lo ocultemos hipócritamente a nosotros mismos. La empatía será el primer paso para el reconocimiento del Otro en tanto que persona, una etapa inicial hacia el amor.

Las interacciones subsiguientes a lo largo de la vida, nos permiten seguir viviendo. Tenemos un hambre fisiológica (y metafísica, existencial) de interacción. Una de las peores torturas imaginables es el aislamiento y la privación de sensaciones y estímulos. Lo sabían muy bien en las checas, las cárceles de los regímenes nefastos del centro de Europa. La pérdida de la razón era la consecuencia inevitable(1).

Amores, hay muchos en nuestra vida

Son muchos y de muy diferente naturaleza: el amor materno, el amor en la pareja, el amor a los hermanos, la amistad, el amor a la patria, el amor al prójimo, a Dios, etc. Tantas son las variaciones y tan polisémico el concepto de amor que es difícil hacer una caracterización y clasificación.

Hay sin duda amores que tienen un clarísimo correlato biológico y otros que se originan en un trasfondo ideológico o cultural. Muy aproximativa y esquemáticamente, existen amores instintivos –límbicos, podíamos decir– como el de la pareja y entre padres e hijos, o el de la familia. Y hay otros amores fundamentados en la razón (neocorticales) como el amor a la patria, el del prójimo y quizás el amor a Dios.

Unas reflexiones sobre la intensidad del amor me parecen oportunas, en la medida en que la gradación de las intensidades en el amor es indispensable para la protección personal y para la sensata gestión de nuestra afectividad.

Amar es ante todo salir de sí. Ir hacia el otro de alguna manera y en algún grado. Pero ¿hasta qué distancia?

Uno de los parámetros que definen la intensidad de la relación es precisamente el de la distancia deseable entre las personas A y B. Hay que aceptar el principio de que existe una distancia apropiada para cada relación. Hay que saber escoger en cada caso y para cada persona la distancia conveniente.

El amor universal, el amor cristiano ilimitado, sin matices ni reservas, tal como una primera lectura de San Mateo sugeriría aparentemente, tal vez sea una aberración, un contrasentido, una utopía que ignora la realidad del comercio entre seres humanos. Los errores en la distancia son una fuente potencial de sufrimientos en la vida de cada día. Dos personas pueden ser excelentes amigos con tal de que la amistad se mantenga a la distancia apropiada. Mucha distancia es insatisfactoria, poca puede ser destructiva. La proximidad hay que saberla manejar. Una intimidad excesiva es frecuentemente poco inteligente.

En correlación directa con la distancia se encuentra un marcador de intensidad, la transparencia del uno para con el otro. ¿A qué grado de transparencia de hechos, ideas e intenciones me obligan la amistad y el amor? ¿Puedo ocultar algo? La simplicidad evangélica –ser cándidos como palomas– nos puede jugar muy malas pasadas. Está claro que en las relaciones personales la ficción y la mentira no son juego limpio y por tanto éticamente inaceptables (¿Y en la guerra? ¿Y en particular en el estado de guerra psicológica entre dos personas? (Tengo entendido que la moral musulmana acepta la ficción, jila).

En otra ocasión hablaremos no ya solamente de la actitud estratégica respecto al Otro, sino también de la dinámica del amor, el juego de intercambios, tan importante por ejemplo en la relación de pareja, o entre amigos.

  • MORIMOS SOLOS

Los pájaros se esconden para morir, escribió alguien.

Las personas que más queremos se nos irán un día para perderse en una bruma sin límites. No podemos asirlos por la ropa, ni retenerlos con nuestra mano. Una ola inmensa nos los arrebata y los arrastra.

A quién contarle, con quién compartir estos últimos temblores del alma. En vano buscar entonces un Otro a quien hablar. La soledad es el anticipo del último hundimiento en el silencio perpetuo, en la tranquilidad sin bornes del Uno.

Nos iremos solos y se nos irán solas las personas que amamos. En la más absoluta soledad. Lo que nos devuelve a nuestra última verdad metafísica. La vejez del alma es eso, desnudarse poco a poco y uno tras otro, de los amores que habíamos pensado y querido eternos.

Tan bella ha sido durante la vida la ilusión del amor, del cariño y la amistad como cruel es este despojo! Pero se nos irán, dejándonos solos y desvalidos o los dejaremos cuando nosotros nos vayamos. Morirse es el último despojo.

Entre dos soledades la del nacimiento y la de la muerte, mi vida no fue solamente un sueño, una ilusión. Fue la fuente intima de la verdad del ser humano, la flecha lanzada hacia una diana situada en el infinito. ¿Cómo entender, si nó, tantas vidas derrotadas, tantas ilusiones quemadas en el mismo fuego del ansia de trascendencia y de amores sin límites?

Una lección para aprender a toda prisa ahora que las campanas empiezan a tocar a vísperas.

NOTA AL MARGEN

(1) A ese propósito recuerdo al lector el drama desgarrador que sufre un amplio sector de nuestra sociedad que envejece, y más en estos tiempos en los que la familia se deshilacha. Atención a nuestros padres y a nuestros abuelos. También ellos necesitan el efecto especular de sus personas y sus acciones sobre nosotros, como un alimento indispensable para su cerebro. Aunque la imagen especular sea negativa, más vale eso que la privación total de imágenes.

24 comentarios

  • Amigas y amigos: Con toda la agitación de ideas, y con las controversias en las que todos tienen su razón, pero la no toda la razón total y excluyente., hay que continuar como dice Oscar.
    Pues para seguir adelante … Tal como yo lo siento. La ratio ultima …

    Puede ser la Cruz de Jesús, síntesis última  de la historiapuesto que mi reino no es de este mundo, y de nada de este mundo. Una mala noche en una mala posada de Teresa de Avila.
    Puede ser el Amor, la aventura más bella de nuestra existencia individual, si hemos tenido la gran suerte de encontrarlo.
    Puede ser el hacer el bien alrededor nuestro. La misión que Jesús nos ha encomendado. en torno a la  que gira hoy la regeneración de la nueva teología, a lo que veo desde el exterior.
    Puede ser simplemente el vivir la humildad del cada día y el cada momento, ya que somos poca cosa. No queramos conprenderlo todo. Somos hormiguitas. Sometámonos. Simplemente adoremos a Dios en su grandeza y en la belleza de los atardeceres, de los paisajes, de la belleza sin razõn de los peces en el fondo del mar, o de las piedras preciosas en el vientre de las montañas. Aquello de Juan de la Cruz: …pasó por esos montes y laderas , y con sola su figura, vestidos los dejó de su hermosura.
    Personalmente. intelectualmente, me atrae vivir un ideal estético, más que ético. No sé cómo agradar a Dios. Quién lo sabe, de verdad? A quién se lo ha dicho? Pero hacer de cada día un día bello, con la mayor elegancia espiritual … Es algo que intelectualmente me seduce. Y una orientación de vida.

  • Asun Poudereux

    Hola Isidoro:
     
    Sinceramente, creo que te conformas con muy poco, siendo la mente una mínima parte de lo que somos.
     
    Por supuesto que es clave el paradigma en el que estamos situados, las gafas a través de las cuales  interpretamos lo que sucede y nos pasa, pero también lo es el nivel de consciencia personal,  dominando hoy  día, por doquier,  la consciencia racional que solo ve y quiere ver lo que la mente y la razón señalan,  sin poder ir más allá o acá de sus premisas y prioridades;  es,  por tanto,  y por último,  clave el modelo de cognición con el que nos identificamos y servimos, ya sea mental o no dual.
     
    Desde el modelo mental ¿Qué se responde a la pregunta, quién soy yo? Seguro que está amalgamado de respuestas. ¿Pero esas inconexiones es real mente lo que somos?
     
    ¿Y desde el modelo no dual? ¿Nos seguimos sirviendo  de la mente o por el contrario ésta hace silencio? ¿Y cuál es la experiencia?  
    ¿Hay alguien que busque, con desespero,  el sentido de la vida que la mente impone?
     
    En cuanto al presente de la Humanidad las formas han cambiado por diversos motivos,  pero el caos aparente siempre ha estado ahí ante pandemias, miseria,  guerras, esclavitud, hambre etc…, y sin embargo, la vida ha tirado siempre hacia adelante, como si la sabiduría surgiera de ella, de lo que a todo y a todos entrelaza, abraza y sostiene.  Y si no se superan nunca los momentos más arduos, es la mente precisamente la que no quiere alinearse  en la vida misma y con todo lo que ello conlleva, dejando que todo fluya de ella, con humildad y gratitud ante todo lo que es.
     
    La Realidad de Lo que Es no puede dejar nada fuera, ni la insensatez ni la locura, porque nada  se excluye en la Totalidad. La humanidad escribe las letras y las renueva una y otra vez, porque la constancia del cambio es su dinámica, y la hoja o papel en el que escribe  permite leerlas e re-interpretarlas,  y el revés de la hoja, oculto a los ojos,  es el Fondo de lo Real,   que hace posible todo lo que es,  en unidad: la interconexión de múltiples formas  en la mismidad de fondos.
     
    Gracias a todas las personas por estar ahí.

  • m. pilar

    ¿Quién ha dicho que la vida es bella?

    En la vida como en todo caminar, hay cosas hermosas, bellas, extraordinarias y cosas terribles, horrorosas, dolorosas, crueles… etc.

    Creo que la vida hay que vivirla con todas sus consecuencias.
     
    Pensar que lo que a mí… me sucede no le sucede a nadie…

    Para mí, no tiene ningún sentido.

    Como tampoco diría nunca:

    Esto lo llevo con resignación porque si “dios” me lo ha enviado por algo será, y él me dará la fuerza.

    La vida es la que es, porque los seres humanos hacemos lo que hacemos; de eso y de nada más provienen todas las consecuencias que vivimos.

    Cierto; hay que añadir, que la naturaleza se mueve y remueve desde sus entrañas,  que también de eso se derivan acontecimientos dolosos…
    Pensándolo bien… en muchos de ellos, también tiene mucho que ver la mano de los humanos, nada humanistas con cuanto les rodea.

    Se aman tanto así mismos, que se olvidan que todo ser nacido, tiene los mismos derechos y obligaciones con lo que se encontró al nacer en este mundo.

    Su labor es mejorarlo para el bien común, nunca machacarlo para el propio enriquecimiento,  aumentando así,  la pobreza del resto…

    El poder, el deseo de poseer, el orgullo, el ego sin límites, la misoginia que deriva en un trato irracional a las mujeres… y tantas otras cuestiones; que al  salirse de su centro justo y necesario, niegan, obstaculizan,  una vida digna para todo ser nacido.
    Esas cuestiones (y otras muchas) son,  la que nos están llevando a vivir en un mundo sin cordura alguna, en la mayoría de sus mandatarios políticos y religiosos y de muchas personas que les siguen con los ojos cerrados para defender sus posesiones y Status de vida.

    mª pilar

  • ana rodrigo

    Isidoro, estoy de acuerdo contigo de que no hay que pasarse del que “caminamos con la cruz hacia el Gólgota” a “la vida es bella”. Yo creo que lo maticé e incluso hice un segundo comentario donde quería dejar claro que para mí, como supongo que para la mayoría de los humanos, la vida no me ha sido nada, pero que nada fácil.
     
    Aún más, hice alusión a la tragedia del sobrino del Papa habiendo perdido trágicamente a su esposa y a sus dos niños, así como a las víctimas de la guerra o del hambre. Yo no tengo argumentos para estas situaciones. Y la Humanidad ha sobrevivido en medio de inmensas calamidades la mayor parte de su historia.
     
    A mí lo que no me gusta es la “teología” de la cruz y del valle de lágrimas. La vida es dinámica, y no se puede caminar cargando siempre con la cruz por principio, o vivir en un valle de lágrimas continuamente. Esta cultura cristiana del sufrimiento como salvación, no me gusta nada, y la semanasanta como exaltación del sufrimiento me revienta las neuronas.
     
    También he dejado claro que el amor no es una cuestión teórica, aunque se le haya dedicado ríos de tinta, sino que es pura praxis, y por eso, yo he hablado desde mi experiencia personal, no desde filosofías maravillosas sobre el amor. Desconozco lo que pensaría o qué haría ante tragedias inimaginables hasta que no te toca vivirlas. Casi ni entiendo cómo se puede sobrevivir a la muerte de un hijo o de una hija, por ejemplo, pero la gente sobrevive.

  • ana rodrigo

    El verbalizar mis pensamientos me ayuda a hurgar en ellos, reordenándolos, seleccionándolos, orientándolos en función de un objetivo vital concreto sobre el que reflexiono. Eso me lleva a releerme  de vez en cuando, especialmente cuando se trata de temas vitales como el que nos traemos entre manos. Y no es por narcisismo, sino por repasar mi propia reflexión y ver si realmente me ha dado alguna pista nueva para seguir el camino con alguna pequeña luz nueva que me saque de la rutina y de la inercia.
     
    Pues bien, todo esto viene al caso porque al volver a leer mi comentario de 19-Agosto-2014 – 18:50 pm, leo en el segundo párrafo lo siguiente “El , de vez en cuando, nos produce remolinos de polvo…” Y veo que no tiene sentido alguno el  artículo “El”, supongo que  quise decir “el día a día…”. Lógicamente nada tiene que ver con personalización alguna. Pido perdón por este error técnico, pero me pienso mucho lo que digo y lo que quiero decir, y algunas veces el teclado o el despiste me juega alguna mala pasada.

  • Isidoro García

    Pilar y Ana:
    No es bueno, ni útil regodearse en la cruz de la vida, pero tampoco hay que pasarse al otro extremo de “la vida es bella”. Ese discurso es el que hace que nos rechacen, de forma consciente o inconscientemente, el grueso de la gente que nace, crece y muere agobiada por tantas dificultades y desgracias.

    La cuestión no es negar la realidad, sino saber mirarla con ojos positivos: ¿qué le diríais a una madre a la que se le está muriendo un hijo?, ¿qué a pesar de todo la vida es bella?. Os mandará a la mierda, y con toda la razón. Yo creo que la postura mas razonable, sería callarse y llorar con ella.

    Respecto a vaciar el pozo de todo, de eso nada. Diré una perogrullada, pero hay que tirar lo malo y quedarse con lo bueno. Y para eso se necesita discernimiento, pero del bueno, pues como con el colesterol, lo hay del bueno y del malo. ¿Y donde se compra el buen discernimiento?. Pues arrimándose a los sabios que ha habido y hay en la actualidad.

    Lo malo es que para ello, previamente hay que discernir entre los verdaderamente sabios, y los que no lo son, que también los hay y muchos. Y para eso tienes que intentar leer en tu instinto y conectar con tu “daimon”, como le llamaba Sócrates. Y por eso Jesús decía: “Al que tiene se le dará. Y al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará”.

    Aunque yo tengo la intuición personal, que en la otra vida, la misericordia de nuestro Jefe, nos enseñará a todos, lo que no hayamos sido capaces de aprender en esta vida.
     

  • Isidoro García

    Amiga Asun:
    Para nosotros la mente es todo lo que tenemos para poder conocer la Realidad global en la que tenemos que encontrar nuestro sitio. Claro que la mente no solo es la razón, la mente consciente y reflexiva, sino que tiene más componentes. Pero al final podemos saber muchas cosas con nuestra mente inconsciente, pero hasta que no se canalizan a través de la consciencia, no las sabemos de verdad. Saber es acordarse, decía creo que Aristóteles.

    Por eso el saber muchas veces se realiza mediante intuiciones y reflexiones inconscientes, (quizás también mediante captaciones telepáticas o espirituales de otras mentes), pero necesitamos que afloren a través de la mente consciente. Todas las técnicas de meditación consisten en eso: en favorecer que afloren las intuiciones, que llamamos satoris, iluminaciones o inspiraciones.

    Y en ese proceso de conocimiento de la Realidad, claro está que lo primero es eliminar morralla antigua y errónea. Consuelo Martin dice que “la sabiduría mas que adquirir nuevos conocimientos consiste en desestimar viejos errores”.

    Y volviendo al tema que señalaba en el comentario anterior, lo que quiero decir es que el objetivo número uno y principal de cualquier dinámica por construir un mundo mejor, pasa inevitablemente por ayudar a encontrar a la gente el sentido auténtico de su vida. Esto es muy difícil, pues incluso a cada uno de nosotros hay momentos en que nos cuesta encontrarlo.

    Pero yo creo que pasa por recuperar nuestra historia. Decía Dilthey: “Qué cosa sea el hombre, solo se lo dice su historia”. Jose Antonio Marina dice queDilthey tenía la idea de que solo podíamos conocer al ser humano estudiando lo que había hecho a los largo de la historia. La cultura se convertiría así en antropología”.

    Y la historia del ser humano está plenamente inserta en el proceso evolutivo general del que somos culmen, (por ahora), pero que claramente continúa y nos emboca hacia una nueva humanidad. Nos encontramos en ese largo y doloroso proceso de parto de la nueva humanidad, y eso explica tanta incongruencia y tanta insensatez.

    Mira yo veo el presente de la humanidad, como esas películas que empiezan de repente, con todo un lío de situaciones complicadas y extrañas, y después de exponer durante diez minutos ese aparente caos, hacen un flashback, y reanudan la historia con un letrero “Veinte años antes”, o “tres meses antes”, y te empiezan a explicar la historia sucedida, y es entonces cuando entiendes la escena inicial de la película , que nos parecía tan rara y caótica.

    Yo lo que quiero decir, es que mientras hagamos análisis simplones de que todo es cuestión de buenos muy buenos y malos muy hijoputescos, y no comprendamos la complejidad de la cuestión, seguiremos dando tumbos, (ciegos conduciendo a ciegos). Habrá gente que cree que hace algo por los demás pero no hacen mas que correr como gallinas sin cabeza, sin norte y sin rumbo.

    Los enfermos necesitan médicos que sepan curar, no brujos que hagan grandes  exclamaciones indignados contra el “mal de ojo”. Y ya es sabido, que cuanto menos se sabe, mas altos son los gritos.
     

  • m. pilar

    Me uno a Asun y Ana:

    Tampoco puedo mirar mi vida como una cruz; como la de todo ser humano tiene altos y bajos.

    Mirar el dolor de la humanidad personalmente me ayuda un “montón”, no solo para seguir, si no para dar gracias… porque quizá, no hubiese sido capaz de vivir las situaciones de horror, angustia, dolor, pérdida… de todo cuanto les rodea.

    Estoy con Asun:

    Para caminar hasta que nos vayamos… (porque todos nos iremos) hay que ir vaciando el pozo de todo lo que vamos echando en él;  así,  seguiremos avanzando;  asumir la capacidad de cambiar todo aquello que  hace más vital nuestro caminar,  más auténtico, más adecuado, a todo nuevo conocimiento que vamos interiorizando.

    Al ir creciendo como personas en nuestra humanidad, comprobamos que:  lo que era útil ayer, hoy es, no solo un estorbo si no una rémora que nos hace ir a trompicones por la vida.

    Acoger todo lo nuevo, acoplarlo a nuestras capacidades y hacerlo ¡Vida!

    Esencial:

    ¡¡¡El silencio interior y la capacidad de mirar lo que en realidad somos!!!
     
    Sin caretas ni maquillajes, asumirlo, cambiar lo que nos sea posible y como dice nuestro querido Oscar…:

    ¡Ir yendo todavía! Y añado… mientras el cuerpo aguante.
    mª pilar

  • Asun Poudereux

    Si se trata de cavar en el lugar acertado, yo diría más bien de desescombrar todo lo inútil del pozo de la vida personal que hemos abarrotado físicamente y mentalmente  de constructos innecesarios, que creíamos por mimetismo y moda cultural  nos daban el verdadero ser de la vida.  Quiero decir,  desde el culto al cuerpo, en todos los sentidos,  hasta la acumulación de cosas, informaciones, conocimientos  y propiedades etc… con los que una y otra vez nos hemos ido identificando.
     
    Puede ser la clave, desescombrar el pozo,  que,  lleno hasta el límite, sigue sin darnos paz y bien de fondo.  Nos puede ayudar, entre otras cosas,  el silencio meditativo para saber responder a la pregunta clave ¿Quién soy yo? Por cierto, hecha al vuelo por Jesús en el Evangelio y por algo será su insistencia central: ¿Quién soy yo?
     
    La respuesta, sin duda, no viene de la mente. Porque ésta no puede adentrarse en el no-lugar,  donde la separación y el análisis dejan de ser  herramientas usuales en su funcionamiento, como lo es en el mental.
     
    El desescombro hace pie al comenzar a fluir el agua, en la que reconocemos nuestra identidad real y que a su vez fluye en los otros  pozos,  al seguir excavando en profundidad,   por muy dispersos  que estén a nivel superficial.  
     
    Sí, de fondo somos Agua, que se oculta en el Amor que es,  y a pesar de ponerle obstáculos,   no deja de fluir en múltiples formas invisibles, apenas perceptibles en las relaciones interpersonales,  pero, en su Anhelo,  no deja de empapar y no para de conectarnos a eso que todos somos y compartimos.
     
    Pero lo olvidamos. Prioriza la mente.

  • ana rodrigo

    Bueno, alguien puede pensar que la vida me ha sonreído, o yo puedo pensar que mis problemas han sido muy grandes y que he podido tirar a trancas y barrancas. Pero acabo de leer que un sobrino del Papa ha tenido un accidente y han fallecido su mujer y sus dos hijos de 8 meses y de dos años. He pensado qué sentido puede tener la vida para esta persona en estas circunstancias…Ufff, qué fuerte, qué dolor, qué sinsentido…
     
    Pienso también en las víctimas de las guerras, del hambre, de la violencia machista, de la pérdida de un hijo o de una hija, y me quedo sin argumentos.
     
    Si bien pienso que no hay soluciones universales, que, en ocasiones ni hay soluciones, solamente las que cada persona encuentre en cada momento y circunstancia. Muchas veces será el instinto de supervivencia, otras serán las creencias religiosas, y en ocasiones el dolor profundo e irremediable.
     
    El tono de mis comentarios anteriores está alejado de estas tragedias tan inmensas y para las que, como acabo de decir, no tengo argumentos., y sí solidaridad y com-pasión.

  • ana rodrigo

    Pienso que la vida tiene el sentido que le demos en cada momento. Las ciencias sociales (Filosofía, Antropología, Sicología, etc.) dirán muchas cosas, elaborarán teorías para todos los gustos y momentos, pero eso está fuera de cada uno/a de nosotros/as, la solución está dentro de cada cual. Por ejemplo, de nada serviría a nuestro organismo leer y saber infinidad de cosas sobre las propiedades alimenticias de cada alimento, si no tomamos la decisión de comer esos alimentos, sabiendo los que son beneficiosos y desechando los que son tóxicos.
     
    El , de vez en cuando, nos produce remolinos de polvo que oscurecen nuestra visión de lo más cercano, incluso puede darnos la sensación de desorientación o de asfixia. Por eso hay saber en cada momento dónde estamos y, una vez que nos libramos de la obnubilación mental o emocional, buscar, saborear y disfrutar de aquello que por momentos había desaparecido y tenemos a mano.
     
    La vida nos ofrece de todo, desde el ácido sulfúrico hasta el mejor manjar; el arte de vivir consiste en elegir adecuadamente lo menos mortífero y lo más saludable.  Insisto, vivir es fascinante, lo contrario es morir en vida. Y el amor en todas sus variedades, es el oxígeno que mantiene nuestro “espíritu” saludable.
     
    Notas varias:
    1.- Isidoro, no es machista reconocer la sensibilidad femenina, pero sí es una equivocación asumir que la sensibilidad sólo es femenina. ¡Lo que os habéis perdió los hombres con la “mala educación.”!
     
    2.-No soy partidaria de la cruz y menos camino del Gólgota. La formación cristiana nos ha “maleducado” en esta cuestión de la cruz y el sufrimiento. Con la cantidad de cosas estupendísimas y agradables que podemos llevar en nuestra “mochila” particular. Que la vida nos arrea palos, en ocasiones insoportables (la pérdida de tu mujer, lo debió ser, Isidoro, y lo siento), pero, como se dice vulgarmente, la vida sigue.
     
    3.- Yo hace 30 años que me divorcié, fue otra forma de perder a la persona con la que habías hecho un proyecto vital y, cuando todo se hunde, se pasa muy, pero que muy mal. Pero llegué a la conclusión que mi vida no era una persona, que el horizonte vital era inmenso y que valía la pena encontrar sentido a la vida en la nueva situación.
     
    4.- Y 72 años dan mucho de sí, de ofertas y de negaciones, de ilusiones y de frustraciones, de proyectos y de desilusiones, de altos y bajos, de oscuridades y luces, y ahí andamos, a trompicones, pero viviendo, existiendo, en el día a día, agarrada a la tabla de salvación que supone mirar la vida como lo que es, VIDA en sí misma.

  • Isidoro García

    Nuevamente la sensibilidad femenina de Ana, (espero que esto no suene a machismo), nos sitúa en la clave para comprender el escrito de Blas. Yo reconozco, no haberlo leído con la empatía suficiente. Y nos muestra el peso de la cruz que arrastra Blas, que posiblemente se ha visto incrementado por la ausencia de su compañera cirenea.
     
    Amigo Blas, aunque suene a topicazo, estamos contigo y te comprendemos, cada uno arrastrando su cruz a cuestas, camino hacia nuestro Gólgota particular. (No quiero tirarme la paginita de la lágrima, pero yo personalmente, soy viudo dese hace veinte años y desde entonces vivo solo y hay bastantes días en que no articulo ni una sola palabra en voz alta. Por eso te comprendo de veras).
     
    El único consuelo que tenemos, (¡qué triste consuelo!), es saber que es la pura verdad que cada uno lleva su cruz, unos consciente y muchos inconscientemente, pero todos sufriendo el peso de la cruz de la falta de sentido de nuestra vida, que muchas veces creemos tener a buen recaudo, pero que en muchas ocasiones sentimos como se nos escapa como el agua de entre la palma de la mano.
     
    “Uno debe imaginar a Sísifo feliz”, acaba diciendo Camús, sobre la tragedia humana de Sísifo, condenado toda la vida a subir su pesada piedra por la montaña, para que vuelve a caer una y otra vez, cuesta abajo hasta la base de la misma. Cita la Wikipedia, (¡qué sería de nosotros los tontos, sin la Wikipedia, y la de pegotes que nos permite tirarnos!): “El absurdo surge cuando la necesidad del humano por entender se encuentra con la irracionalidad del mundo, cuando “mi apetencia de absoluto y de unidad”, se encuentra con “la irreductibilidad de este mundo a un principio racional y razonable”.”
     
    El existencialismo es como el ácido sulfúrico. Es muy bueno para utilizarlo como reactivo químico para fabricar muchos otros compuestos químicos muy útiles, pero es muy malo para bañarse en él, o tomarse un refresco de él, ni siquiera mezclado con coca cola, (no lo recomiendo).
     
    Porque el existencialismo nos acaba corroyendo el alma y acabamos o en las garras de la depresión, o en la sociopatía y en las conductas autodestructivas.
     
    Pero es muy positivo, si comprendemos que detrás de TODOS los problemas de la humanidad, está la falta de sentido de la vida. Y cuando digo TODOS, digo TODOS. Cuando hacemos un catálogo de los problemas de la humanidad, comprobamos que todos son ocasionados por conductas humanas poco apropiadas, que se producen en un loco intento de paliar esa falta de sentido de la vida.
     
    Las múltiples adicciones a drogas, alcohol, sexo, el consumo desenfrenado generalizado, la ambición desordenada y sin límites de muchos empresarios e inversores, la falta de ilusión y de esfuerzo en el trabajo, la infantilización que supone la exigencia de que alguien, (padres, o Estado), nos resuelvan la vida con el mínimo esfuerzo y responsabilidad por nuestra parte, muchas crisis matrimoniales, etc. etc.
     
    Por eso, esto nos debería hacer recapacitar, que muchas de las soluciones que se proponen para resolver cada uno de esos problemas en particular, tomados aisladamente, son totalmente inútiles, pues no atacan el problema básico general: ¿Cómo encontramos cada uno un sentido de nuestra vida?. El problema no es fácil, pero al menos ya sabemos donde debemos empezar a cavar y así dejar de una vez de desperdiciar tanta energía y buena voluntad, haciendo hoyos inútiles.
     
     

  • ana rodrigo

    Decía yo el otro día que al hablar de este tema, se me agolpan las ideas en la cabeza y las emociones en el corazón.
     
    La palabra amor ha movido plumas sublimes a los largo de la historia en tratados concienzudos y clarificadores de todo lo que es y/o debiera ser el amor como concepto y como motor de la vida.
     
    Pero si nos abajamos a ras de existencia tangible, nos damos cuenta que el amor o es experiencia vital o no es. Y aquí, los altos vuelos de tratados amorosos sólo nos servirán para identificarnos con lo que se dice, o para elaborar un discurso mental a partir de lo escuchado o escrito, pero solamente se puede asir si lo vivimos.
     
    También mencioné las ramificaciones que conlleva la praxis amorosa. No sólo el amor es gratificante por lo que recibes, sino por lo que das, por lo feliz que puedas hacer a otra persona, estoy hablando de la distancia corta, no tanto del amor universal. La escucha, un silencio oportuno, una palabra, una sonrisa, alguna o mucha paciencia, comprensión, estar ahí siempre, saber esperar, no exigir, saber recibir lo que te dan, etc. etc. etc. Si S. Juan decía que Dios es amor, yo afirmo que la vida o es amor o no es vida.
     
    Claro que al tratarse de una praxis de madurez (en la infancia sale espontáneamente), la forja es diaria, la vida es la gran maestra, las circunstancias personales son las que nos abren los ojos para ver si así lo deseamos. Por eso yo siempre mantengo que vivir es fascinante, siempre hay flores que admirar, obstáculos que quitar, luz que nos alumbra en la oscuridad aunque se retrase a nuestros anhelos, la vida es el antídoto de la rutina y el aburrimiento…
     
    Quizá os parezca cursi lo que acabo de decir, pero lejos de este concepto cada palabra y cada frase. Lo cursi no tiene nada que ver con el tema que estamos tratando, la cursilería es otra cosa.

  • Queridos amigos Ana, Asun, Pilar,  Gonzalo, Honorio, Isidoro, Santiago,…
    Ante todo deseo aclarar que mi  último artículo no es autobiográfico ni fue escrito con esa intención.
    Lo que sucede es que algunos filosafamos viviendo ,  y construimos nuestras estructuras mentales con materiales que son sangre y carne propia, y no con ideas prestadas de otros  por muy brillantes que sean.
    Así pues, no hablo de mi persona en el artículo, pero sí elaboro interpretaciones  que no son ajenas a mis propias experiencias. Pero un cierto pudor me impediría hablar directamente de mí mismo, aunque parece que de hecho  he traicionado mis intenciones.
    Deseo añadir algunas precisiones que os someto para dialogar
    1) (1) No creo que haya una sola especie de amor con gradaciones sucesivas, hasta alcanzar el amor a Dios en la cúspide. El amor es fisiológicamente un suceso cerebral, que puede ser una emoción directamente  gratificante, acompañada de secreciones de nurotransmisores. O bien puede ser una actitud menos distinguible, un estado reverencial, una sumisión,  un bloqueo de toda actitud crítica, etc. , cuyo origen es neocortical. Merece la pena estudiar este punto y no solo improvisar como estoy haciendo. Lo que me parece claro es que fisiológicamente estamos ante al menos dos fenómenos distintos. Si hablar del  que ya es en sí claro, el amor erótico. (Me refiero a mi anterior escrito sobre La bioquímica del amor).
    2) (2) Escalando con herramienta filosófica podemos contemplar el panorama del amor y hasta alzarnos al amor « cósmico ». Me gusta extraordinariamente esta idea por sus reminiscencias del prólogo de  San Juan, así como el de la epístola del mismo. Veo la materia informe (materia, hile) trascendida por la Inteligencia y el Amor, es decir,  un Dios panteísta de Spinoza o un sueño científico a la manera de Teilhard. Místico, espléndido, infinitamente luminoso. Pero eso es precisamente lo que temo. Como la poesía puede serverdad última y refugio engañoso, y estafa intelectual. (Siguen otro día, el punto 3 , 4 ,…)
     
    No quiero ser pesado. Contnuaré comentando los comentarios a mi escrito. Que os agradezco muy de verdad. Entre otras cosas me alientan para continuar. Y hacen de Atrio un lugar agradable de acogida, y de encuentro con personas interesantes
     
     
     
     

  • Asun Poudereux

    Gracias, Blas, por tu reflexión. Como ves,  ha puesto en marcha otras muchas.
     
     Al hablar de soledades y centrarnos en ellas, en el nacimiento y la muerte,  podemos olvidar que ambas son solo parte de la vida, y ésta es el verdadero centro y cauce por  el que nos movemos trascendiendo del yo particular al universal, en el que todas las formas cambiantes son incluidas en el Todo o No-dualidad.
     
    Muerte y nacimiento vienen a ser las dos caras de la realidad que llamamos vida y ésta solo es transformada en su apariencia. El ego solo puede y sabe dramatizar lo que es incapaz de comprender  desde las instancias de la mente, que le da sin cesar protagonismo, o lo que es lo mismo, las notas e intensidades del  sufrimiento o del éxito.
     
    La desapropiación,  en el aquí y ahora, es el comienzo de la muerte del ego, el yo superficial, al que tantas veces nos agarramos en lo que creemos es “nuestra vida”. En ese desapego fluye el único amor, Fondo de todos los demás amores aquí calificados. Por contra, la especulación y la distancia, hijas de la cavilación, en ese lugar abierto e ilimitado de interconexiones,  no cuentan.
     
    Y si esto,  el desapego, se da con anterioridad a la muerte física, ¿quién es el que está solo o sola? ¿Dónde queda la parte delimitada y separada, si ésta  es mirada desde la Totalidad, en la que nada ni nadie queda excluido? ¿Porque quién se va y quién se ha ido si solo existe Presente, Vida?
     
     
    Con todo y con eso, soy muy consciente que envejecer no gusta al ego, que se cuela fácilmente y con rapidez deshace lo andado,  sobre todo,  cuando además hay dolor físico no aceptado.  Pero aún así,  sentir la vida como un regalo que se nos da  cada día,  abre la puerta a la gratitud,  que de por sí regala sin parar en su silencio, e  interconecta a la confianza y plenitud de todo aquello que es.

  • m. pilar

    Amigo Blas, que triste te siento en este art.:

    Al leer en el comentario de Ana, ese “retazo” que ha aludido, pienso:

    El  “alma” no envejece, termina una etapa de nuestro vivir; ni el final doloroso o gozoso, que las personas solemos dar a lo que nos pueda suceder:

    ¡Nadie lo sabe!

    Para vivir el dolor que ha cada persona le sucede en su vida… puede haber maneras de sobrellevarlo:

    “Traer a nuestros pensamientos dolorosos o gozosos, a la persona amada, haciéndola partícipe de lo que nos sucede; recordar lo bueno-mejor-extraordinario (también es “sanante” lo no logrado)  vivido juntos, como si pasásemos una película de nuestro compartir.

    Dejarse llevar por el gozo de ese momento, sentir su “presencia” de alguna manera confortadora, al dolor por la ausencia.
     
    Si nos paramos a pensar un momento, preguntándonos cómo se sentiría quien se fue… al vernos  derrotados por su marcha…

    Quizá (si esto fuera posible) “sienta…” que de nada ha servido todo lo bueno vivido, si eso no le causa gozo, agradecimiento por tanto amor y bondades recibidas  al que se queda.

    Quien se va, no se va por que así lo decide… asume, acepta el momento y desea que el dolor que causará su ausencia sea el menor posible,  esperando que todo lo bueno vivido, sea un acicate para seguir adelante.

    Sufrir sin fin, por una causa que no tiene solución posible y ante la que todo ser humano pasará; adormece la capacidad de levantarse cada día con recuerdos gratos, hermosos, vividos en su compañía; nos encoje el alma, se oscurece el corazón y la mente busca soluciones desesperadas sin saber por dónde salir.

    El dolor de la separación, necesita un tiempo de “cura-restauración” del equilibrio personal para seguir caminando;  nos da fuerzas, para que  cada mañana mientras nuestros ojos se abran al nuevo día…  seguir recordando con gozo todo lo bueno que su presencia nos regaló, todo el bien que lograron juntos, todas las hermosas experiencias vividas.

    Me duele en  el alma tu dolor… y no sé como mitigarlo; lo que sí sé… es, que quedarse solo en el dolor, llegará un momento que se te  hará insoportable.

    Deseo una mirada nueva, acogedora de todo lo bueno vivido, experimentarlo con una leve sonrisa y un abandono a esos recuerdos gozosos;  aliviará el alma y la ayudará a levantarse cada día con la esperanza de un nuevo amanecer.

    Un abrazo entrañable.

    mª pilar

  • ana rodrigo

    Querido Blas, me ha costado un poco entrar a comentar tu escrito, por la densidad del tema y por el alma que pones en lo que trasmites. Se me agolpan las ideas en mi cabeza y en mi corazón (el amor es cosa del corazón).
     
    La última parte de tu reflexión es una escalofriante elegía, desde el dolor profundo de la pérdida del ser querido, y ante la cual, a mí no me ocurre más que silencio, silencio sonoro de solidaridad, de comprensión, de ánimo, de que el amor sigue dentro y fuera de nosotros y de nosotras, sigue aquí entre los vivos.
     
    Me apetece reproducir la última parte de tu escrito
     

    Las personas que más queremos se nos irán un día para perderse en una bruma sin límites. No podemos asirlos por la ropa, ni retenerlos con nuestra mano. Una ola inmensa nos los arrebata y los arrastra.
    A quién contarle, con quién compartir estos últimos temblores del alma. En vano buscar entonces un Otro a quien hablar. La soledad es el anticipo del último hundimiento en el silencio perpetuo, en la tranquilidad sin bornes del Uno.
    Nos iremos solos y se nos irán solas las personas que amamos. En la más absoluta soledad. Lo que nos devuelve a nuestra última verdad metafísica. La vejez del alma es eso, desnudarse poco a poco y uno tras otro, de los amores que habíamos pensado y querido eternos.
    Tan bella ha sido durante la vida la ilusión del amor, del cariño y la amistad como cruel es este despojo! Pero se nos irán, dejándonos solos y desvalidos o los dejaremos cuando nosotros nos vayamos. Morirse es el último despojo.
    Entre dos soledades la del nacimiento y la de la muerte, mi vida no fue solamente un sueño, una ilusión. Fue la fuente intima de la verdad del ser humano, la flecha lanzada hacia una diana situada en el infinito. ¿Cómo entender, si nó, tantas vidas derrotadas, tantas ilusiones quemadas en el mismo fuego del ansia de trascendencia y de amores sin límites?
    Una lección para aprender a toda prisa ahora que las campanas empiezan a tocar a vísperas.”

     
    Blas, sólo una cosa, las vísperas las iniciamos en el momento de nacer, y cada minuto es vida. Deseo que la vivas con toda la intensidad posible dentro de las circunstancias. ¿Será esto el derribo de algún muro, querido Blas?

  • ana rodrigo

    Isidoro, me encanta la versión y la visión que nos ofreces del amor como CONECTIVIDAD. Desde esta perspectiva cósmica le veo toda la lógica a lo que relatas.
     
    Lo que ocurre es que, como tú has dicho, la palabra amor está desgastada y manoseada. Yo creo que si bien, tiene una función de eslabón en la evolución del cosmos en tanto en cuanto produce continuidad, no obstante, como tú bien explicas en otro comentario, los humanos le adjudicamos un sentido emocional y relacional.
     
    Tanto Blas como Honorio hablan de la distancia entre A y B. Dice Honorio “el amor por definición mide las distancias y se sitúa en la correcta, calcula las intensidades y las gradúa en la temperatura ideal.”  Y esto que parece tan sencillo, genera tantas ramificaciones conductuales que añade complejidad, no sólo al concepto, sino a la praxis del mismo, dado que los seres humanos somos así de complejos, de egoicos, de corta mirada hacia el otro, de encuentro entre dos egos, de renuncias, de mirar desde otras miradas, de sufrir desde quien sufre, de alegrase desde la alegría ajena, de comprender otras realidades, etc. etc. Alguna de estas características de lo que es amar, ya las enumeró Pablo de Tarso en la primera carta a los corintios.
     
     
     Como dice Gonzalo Hayas “La base neurológica es el pergamino en el que escribimos el diario de nuestro espíritu; y el amor es el impulso expansivo que rompe el muro de nuestra soledad.” Yo añadiría, el amor rompe muchos muros desde el otro y hacia el otro. Es decir estamos hablando de algo vital, imbricado en las leyes cósmicas, con base neurológica, sí, pero invadiendo nuestro microcosmos personal, comunitario y social, que es lo que cuenta.

  • Isidoro García

    Verás Ana. No he pretendido realizar un canto general al Amor erótico o de pareja, aunque en momentos, me ha salido así. En realidad lo que he querido expresar ha sido que el Universo a lo largo de su evolución desde hace casi catorce mil millones de años, hasta aquí, nos está señalando con el dedo una gran ley general que dirige la dirección en la que se tiene que producir el progreso de todo, incluyéndonos a nosotros; la CONECTIVIDAD.

    Como ejemplos significativos pondré dos que se han producido en la historia del Universo. Ha habido dos grandes momentos trascendentales que has supuesto un antes y un después en la historia del Universo, que han supuesto un gran escalón de complejidad. Y todos esos momentos cruciales, tienen un denominador común: en ellos se ha incrementado la “Conectividad”.

    En el mundo de la materia inanimada, el punto crucial se produce cuando dos átomos de carbono, se empiezan a enlazar entre sí, mediante un enlace compuesto por dos electrones, uno de cada uno de los dos átomos, que se forma entre un orbital híbrido de cada uno de los átomos de carbono. Y cada átomo de carbono se puede enlazar con uno, dos y hasta tres átomos de carbono más. Así se da inicio a la creación de unas grandes cadenas de átomos, dando origen a una gran variedad de macromoléculas, que estudia la química orgánica o del carbono. Esto es el origen de un incremento enorme y acumulativo de complejidad en la dinámica química, con la aparición de moléculas complejas como las proteínas, que son el escalón previo para el surgimiento de la vida.

    En el mundo de la vida, el punto crucial, es el del surgimiento hace 500 millones de años, de los seres pluricelulares, diferenciándose de las células simples. Esto se produce, inicialmente por la unión de dos células por simbiosis para colaborar mutuamente, cada una con funciones diferentes. El primer paso se produjo, cuando después de la captura de una célula por otra, en lugar de absorber e incorporar sus componentes, la célula captora decide mantener la autonomía y funciones propias y hasta su propio código genético, estableciendo la cooperación mutua de una célula con otra. Esto da lugar al gran salto de las células con mitocondrias y cloroplastos.

    Posteriormente se fue perfeccionando el sistema, y cuando una célula se dividía y daba lugar a otra célula, la nueva en vez de quedar autónoma, quedaba coordinada con la primera, cooperando las dos mutuamente, y surgiendo así los organismos pluricelulares, con unos niveles muy superiores de complejidad y de capacidad de supervivencia.

    Bueno, pues nosotros, que hemos traspasado hacia el nuevo Reino, el de la Inteligencia, nos encontramos ante un tercer punto crucial, que constituirá también un antes y un después, éste en el mundo de la Inteligencia. Y como los puntos cruciales anteriores, y este punto crucial nuestro se producirá en el mismo sentido, aplicando la ley general de la Conectividad, o del Amor, (nombre mas poético, pero menos claro), por integración y cooperación mutua entre las inteligencias individuales, hasta constituir una inteligencia colectiva, integrada por múltiples inteligencias individuales.

    El Universo, para los que saben leer en su gran Libro, enseña el camino por el que transita. Lo que quiero señalar es que nosotros los cristianos hemos interpretado mal a Jesús. En realidad, no nos da un mandamiento nuevo: la fraternidad, la cooperación mutua, la común unión. Jesús, como indudable sabio que era, y que por ello conocía la realidad del Universo, (en eso consiste en ser sabio), nos está indicando con el dedo, el camino, que, queramos o no, vamos a seguir.

    Lo que sucede es que es mejor conocer el camino por el que vamos, que ir por un camino sin conocerlo. Los tropezones son mas abundantes, y con ellos, los retrasos y el consiguiente sufrimiento. Por ello la clave está en conocer el camino, por ello la “gnosis” salva.

    Por ello hay que ser optimistas. Aunque el futuro parezca muy negro, y de hecho lo está, inevitablemente, lo queramos o no, el Universo conspira en silencio, llevándonos a la meta, eso sí, a empujones, como a un borracho que no sabe por donde va, se le lleva de vuelta a casa.
     

  • ana rodrigo

    Sigo con mi asombro, agradecido a tanta intensidad y belleza de lo que decís. En realidad, si se habla de amor, no ha lugar otro camino que el de la belleza.
     
    Acabo de escribir en otro hilo sobre la sensación de naufragio que nos produce nuestras incógnitas vitales y nuestra constante inquietud en búsqueda de tablas de salvación. Pues bien, pienso que el amor es la única tabla que nos salva en el día a día, en el vivir pedestre que, sin altos vuelos filosóficos, nos hace sentir que la vida vale la pena.
     
    Y viceversa, la soledad profunda desde ese no tener nadie a quien amar o nadie que nos ame, debe ser la oscuridad existencial en toda su dimensión humana, debe ser como la muerte en vida.

  • Isidoro García

    Continuo con mi reflexión de ayer.
    El filósofo David López nos dice: “En el mundo schopenhaueriano el erotismo genital sería una manifestación (y casi una “epifanía”) del descomunal erotismo metafísico que estaría en el fondo de toda realidad visible. Incluso el pensar, el intelecto, sería para Schopenhauer fruto, marioneta mejor dicho, del impulso erótico. Él llamo a ese impulso voluntad”.

    El deseo sexual, el amor erótico y conyugal, el amor filial y en general familiar, la solidaridad vecinal y nacional, la solidaridad y el amor universales, y el amor “cósmico a Dios”, son escalones sucesivos de abajo a arriba de la plasmación práctica de esa Ley universal del Amor del mundo inteligente. Y sacan de nosotros lo mejor que tenemos, y nos estimulan y hacen mas fuertes y creativos.

    El individuo humano, tiende a emparejarse con otro individuo, (generalmente del otro sexo), no solo para el uso de la genitalidad y la perpetuación de la especie, sino para formar una nueva unidad bipersonal, mas eficaz , por disponer de  mayor capacidad de reacción para afrontar los problemas de la vida, mediante la sinergia y el apoyo mutuo.

    Este proceso podría considerarse paralelo al que condujo a unos seres unicelulares simples, a unirse simbióticamente con otra célula, constituyendo una célula con mitocondria, (un sistema bicelular unitario), que amplió enormemente su grado de complejidad y de eficacia.

    La pareja sentimental humana, es solo el primer paso en el proceso general hacia la complejificación del humano, para ganar eficacia y ser mas “creadores”, pero no es el final. Por ello el amor no supone una señal de debilidad, de necesitar a otro, (aunque en los casos de amor “no sabio”, sí lo pueda ser), pues es justo en la fortaleza individual, cuando el amor nos hace mejorar más aún, y ser mas fuertes todavía.

    Cuando uno se enamora ve en el otro/a, un ser idealizado y uno al enamorase, (y más si es correspondido por él/ella), se crece y se “pone uno de puntillas” para estar a su altura, además de sentirse superconfortado por estar a la altura de ese “magnífico ser”. Como indica Yeats, “en el amor sabio cada uno diviniza el sublime yo secreto del otro, y al negarse a creer solamente en el yo diario, crea un espejo en el que amante y amado ven reflejada una imagen que día a día deben imitar”.

    Por ello todo tipo de amor, es un elemento perfeccionador de la evolución humana, y un enorme amplificador de nuestra eficacia de nuestra posición ante el Universo. Por ello no hay que amar a los demás por buenismo y progresismo ramplones, y para ser buenos y solidarios, sino para ser mejores y mas fuertes todos, nosotros los primeros.

    El árbol solitario sin competencia por los rayos del sol, se achaparra y se estanca. Cuando está rodeada de compañeros estira sus ramas y su tronco y crece y se perfecciona.

    Nos encontramos ante el inicio de la fase final de nuestra evolución a un nuevo estado. La fase anterior, de la que llevamos unos tres mil años, la del fortalecimiento de nuestra mente egóica y autoreflexiva, nos ha proporcionado grandes avances y progresos que eran necesarios realizar, pero a costa de desequilibrar nuestra naturaleza, y causarnos grandes efectos perversos y desequilibradores.

    Estaríamos como si tuviéramos una pierna el doble de gorda que la otra, y por eso vamos dando tumbos. La ambición, la codicia, la hipersexualidad, son las que mueven el mundo actual, y son los motores del progreso. Como decía Lichtenberg, si de repente todo el mundo se volviera bueno, la mitad de la humanidad se moriría de hambre.

    Hay que pasar a la última fase de este proceso, y reequilibrarnos, dejando que aflore en nosotros, esa Ley de la “simpatía” universal que mueve el mundo inteligente. No será fácil hacerlo, pero lo primero de todo es ser conscientes de lo que nos pasa. Porque como decía Ortega, lo malo no es lo que nos pasa, sino que no sabemos lo que nos pasa.

    Y para ello lo primero es comprender muy bien la auténtica realidad de las cosas. Dicen los iluminados que lo primero que se hace después de recibir la iluminación es perdonarse a sí mismo y lo segundo pedir perdón a los demás, no solo del mal que les hayamos causado por nuestra errónea naturaleza, sino por haberles hecho creer que tenían deudas con nosotros.

  • Isidoro García

    El amor es solo una palabra (y muy gastada y manoseada), hasta que llega alguien y le da un sentido. Y esto no solo se aplica al amor humano, también es muy pertinente al amor espiritual.

    En este sentido mucho mas clarificador que la palabra “amor”, es la palabra “SIMPATÍA”, palabra que deriva del griego “sympatheia”, literalmente “sentir juntos”, “tratar con emociones…”. La solidaridad surge natural cuando los sentimientos o emociones de una persona causan sentimientos similares en otro, creando un estado de sentimientos compartidos.

    Se manifiesta en una inclinación instintiva que atrae una persona hacia otra, al contrario que la antipatía tiende a la separación y al aislamiento.

    Es por ello que la “simpatía” sea algo similar a la empatía. El testimonio común de una gran cantidad de personas con algún tipo de experiencias espirituales “especiales”, incluso a nivel de simple “sueño lúcido”, es sentirse claramente dentro de una atmósfera emocional de cariño, simpatía, solidaridad, comprensión, compasión, etc.

    Ese amor cósmico o atmósfera de “simpatía” general, sería así algo paralelo en el mundo de la Inteligencia, a la Ley de la gravitación universal en el mundo de lo inanimado, y a la Ley de la reproducción sexual y de la formación de familias en el mundo de la Vida.

    Existe una Ley general del Universo, mediante la que por atracción-unión de dos o más elementos individuales en un elemento mas complejo, y con unas características novedosas e insospechadas.

    Y al igual que la Ley de la gravitación tiende a unir todos los elementos materiales, luchando con otras fuerzas disgregadoras, en el Mundo de la Inteligencia, esta misma Ley Universal se manifiesta mediante su paralelo, su transposición. Se trataría de la que podemos denominar Ley del “amor cósmico”, que tendería a la empatía, cooperación e integración de todos los seres inteligentes del Universo, generando sistemas mas complejos y sofisticados y por ello más inteligentes.

    La Ley del amor cósmico, que es la argamasa que unirá la gran Comunidad global humana, es algo muy desconocido para nosotros, pero aflora intuitivamente en algunas emociones humanas, compartidas también con algunos animales, como la solidaridad y la cooperación mutua.

    El relativamente reciente desarrollo, (por otra parte necesario para nuestro progreso) de nuestra mente consciente autoreflexiva y yóica, nos ha invisibilizado esa ley universal del amor, que impulsa la nueva etapa evolutiva que transitamos.

    Dice David López: “Marcuse, en “Eros y civilización”, parece estar convencido de que las sociedades “desarrolladas” sufren un “desorden general”, el cual sería reflejo del desorden individual propiciado por la represión social de la pulsión erótica”.
    “Y parece asimismo convencido de que la salvación estaría en liberar el Eros, hasta el punto de dejarle traspasar su objeto inmediato (digamos la genitalidad, la sexualidad más “animal”, fría, inconsciente, limitada) hasta llegar a todos los vínculos humanos, a todas las actividades e instituciones humanas. De alguna forma el erotismo sería un camino de salvación, de elevación, si es seguido (gozado/sufrido) hasta sus últimas consecuencias”.

    Parecería así, que la sexualidad genital sería el escalón mas bajo, más “animal” y fronterizo al reino de la inteligencia, de esa Ley universal de la empatía y la colaboración. Y por ello la represión y control necesarios de ese impulso genital por parte de la sociedad, ha supuesto en nosotros, un ocultamiento, una invisibilización de toda esa corriente de “simpatía” universal.
    Sería como si cuando al sacar una muela picada, con ella nos han sacado una muela sana que nos venía muy bien.
     
     

  • h.cadarso

    Amigo Blas Lara: Repiensas el existencialismo vigesimonónico y lo traduces a este siglo XXI, es muy de agradecer, y muy profundo, gracias. Yo me pregunto cómo has podido compaginar en la vida gestoría de empresas multinacionales con reflexión filosófica, y halucino. A mí el cacumen no me da para tanto.
    Me gusta tu reflexión sobre la distancia y la intensidad del amor, sobre los distintos amores. Quizá el amor no necesita calificativos ni matizaciones, el amor por definición mide las distancias y se sitúa en la correcta, calcula las intensidades y las gradúa en la temperatura ideal. Porque si no no sería amor… En general, en un alto porcentaje, las parejas sentimentales no respetan esa distancia correcta, actúan y regulan esa distancia o proximidad má por el qué dirán, por los hábitos al uso, por las ideas de dominio de un sexo sobre otro al uso… No es existencialista, pero algo tiene de esa filosofía esa jota del Ebro: “Es el más lindo querer-El querer sin esperanza-Mira si te quiero bien-Yo te quiero y nada espero”.
    Muy aguda tu observación sobre esas soledades de los mayores, que son como el entrante del menú de los cementerios…
    Por favor, sigue con tus reflexiones en alta voz sobre el amor y el existencialismo…

  • gonzalo Haya

    La reflexión existencialista nos llega más que el análisis neurológico, y yo diría que detecta una verdad más profunda. Tenemos que pisar con seguridad sobre la base físico-química de nuestros procesos, pero la realidad no se agota en ellos. La base neurológica es el pergamino en el que escribimos el diario de nuestro espíritu; y el amor es el impulso expansivo que rompe el muro de nuestra soledad.