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Unamuno y la religión

Honorio2

Avance para ATRIO de un estudio más amplio sobre Unamuno de próxima aparición

  • La fe en vertical

El hecho religioso requiere, para ser entendido en el contexto de Unamuno y a la hora de hoy, una aclaración previa. Hay un camino en la búsqueda de Dios que procede en línea vertical, en cuyo fin sin final algunos suponen que estaría Dios. El intelecto humano tendría que dar para alcanzarlo un salto mortal, sin red, sin paracaídas, hasta alcanzar a Dios, Ser infinito, y meterlo en el estrecho recipiente de su entendimiento limitado.

Y otro camino horizontal, por lo llano, habitado desde los primeros pasos por millones de seres humanos en los cuales habita Dios, y ellos mismos son parte integrante de ese Dios, por aquello de la doctrina del Cuerpo Místico de Cristo… Un camino que de alguna manera es común y asequible para todas las religiones. Sin saltos en el vacío, en el caso de Unamuno y de los que conocen la religión cristiana con la intermediación de Jesús de Nazaret, punto de enlace y conexión entre la tierra y el cielo, el hombre Hijo del hombre y el Padre nuestro que está en los cielos.

En la circunstancia histórica de Unamuno, el camino al uso era el vertical, el salto en el vacío y sin red. Es lo que se llevaba en el Bilbao ultracatólico, en aquel País vasco poblado de curas y monjas, uno por lo menos en cada caserío y en cada familia, el país de Ignacio de Loyola y Francisco Javier.

A tono con este universo cultural y religioso, Unamuno se lanza por la vertical a la búsqueda de Dios, solo, sin peso ni compañía. Su religión es cien por cien individualista.

“Yo, yo, siempre yo, dirá algún lector. ¿Y quién eres tú? Para el universo nada, para mí, todo” escribe en una ocasión.

Y paralelo a este esfuerzo en solitario, el otro de vencer a la muerte.

“El hombre no es sino el conato, el esfuerzo que pone en seguir siendo hombre, en no morir… Nuestra esencia es perseverar en nuestro ser, oponernos constantemente a nuestra posible nada, es esforzarnos por nuestra inmortalidad”. Otro componente de su concepción religiosa, en la que parece tener más importancia la supervivencia más allá de la muerte que los avatares de la existencia terrenal

En todo caso, la religión es la piedra maestra de toda su ideología, el fundamento esencial: “No hay política digna si no tiene alientos religiosos” dice en una ocasión. El cristianismo está en la base de la cultura española y occidental y dentro de ese pensamiento cristiano, como dogma primero, la supervivencia eterna del ser humano, la inmortalidad.

En función de esa pieza fundamental desdeñará por espurias las concepciones religiosas de la Europa meridional inficionadas de cultura grecolatina, escéptica ante la aspiración del ser humano a la inmortalidad, y hará ascos de las culturas orientales por la misma razón, acercándose por el contrario a las filosofías y teologías de Centro Europa, a Blas Pascal, a herejes como Lutero o Jansenio, al rumano Cioran, y sobre todo al danés Kierkegaard, que con él fue promotor creador del existencialismo.

La crisis religiosa le sobrevino ya profesor en Salamanca, la combatió con tres días de retiro, con lecturas piadosas, con el recetario clásico de casas religiosas y conventos. Había quedado atrás la otra crisis de su fe socialista, su “otra” religión de su primera juventud en Bilbao. Tal vez esta primera no le dejó largo impacto en su interior, pero la otra, la religiosa, daría paso a una muy diferente actitud y transformaría su vida en una agonía o lucha, que duraría toda su vida:

“mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aún a sabiendas de que no he de encontrarlas mientras viva. Mi religión es luchar incesante e incansablemente con el misterio” diría tras pasar la primera crisis de Salamanca. Una crisis auspiciada y enraizada en sus lecturas de Kierkegaard, en sus tesis filosóficas de signo irracionalista y existencialista.

  • Religión en horizontal

Bien podía Unamuno haberse hecho eco de las distancias que se tomaron los Ilustrados Caballeritos de Azkoitia del siglo XVIII con relación a la Iglesia institución, que se arrogaba la representación, gestión y definición del mensaje religioso y los santos Evangelios, la Santa, Católica, Apostólica Romana Iglesia y su Sumo Pontífice, custodiada por la no menos Santa Inquisición. Pero no, el sabio bilbaíno no se excedió en sus ataques a la Iglesia Institución, muy al contrario, en el inicio de la Segunda República y la elaboración de su Constitución se mostró acérrimo defensor de los privilegios de la Iglesia y de su red de colegios religiosos.

Frente a él, los seguidores de la Ilustración en versión siglo XIX, krausistas, Institución Libre de Enseñanza, optaban por hacer el vacío a la iglesia y prescindir de ella en sus propuestas y programas, aunque desde posturas de respeto y tolerancia a toda postura religiosa que a su vez fuese respetuosa con la autonomía del poder y de la vida civil.

Dicho sea esto para hablar del otro camino hacia Dios, el horizontal y por lo llano, que apenas figuraba en devocionarios, misales ni catecismos. El otro camino lo recorría en aquel mismo tiempo, partiendo del krausismo, de la España liberal y de la Ilustración, Antonio Machado. El egregio poeta andaluz, curtido en cátedras de ciudades provincianas en aires del Alto Duero y Alto Guadalquivir, en Institutos de Segunda Enseñanza. Vivió en estrecho contacto con el pueblo llano, del que captó el pensar y el sentir con sus finas antenas, las que creara en él su padre, profesor de la Universidad de Sevilla.

En Antonio Machado, el pensador ha quedado oculto y eclipsado detrás de su figura prócer de poeta. Detrás de sus poemas se esconde un sistema filosófico y teológico de primera calidad, unas veces salido de su boca, otra de sus personajes suplentes Juan de Mairena o Abel Martín:

“Hemos llegado ya a una plena conciencia de la dignidad esencial, de la suprema aristocracia del hombre, y de todo privilegio de clase pensamos que no podrá sostenerse een el futuro. Porque si el hombre, como nosotros creemos, de acuerdo con la ética popular, no lleva sobre sí valor más alto que el de ser hombre, el aventajamiento de un grupo social sobre otros carece de fundamento moral. De la gran experiencia cristiana todavía en curso es ésta una consecuencia ineludible, a la cual ha llegado el pueblo, como de costumbre, antes que nuestros doctores”.

Toda la obra de Machado es la búsqueda del prójimo, del “Tú fundamental” y con El va creando el “Nosotros”, el protagonismo colectivo.

Cierto, hay momentos en que se hace eco de la otra búsqueda de Dios en vertical, en soledad. No podemos esquivar aquel poema a la Saeta Andaluza: Cantar de la tierra mía/ Que echa flores/ Al Jesús de la Agonía/ Y es la fe de mis mayores/ Oh, no eres tú mi cantar/ No puedo cantar, ni quiero/ A ese Jesús del madero/ Sino al que anduvo en la mar”

O aquel otro: “Todo hombre tiene dos/ Batallas que pelear/ En sueños lucha con Dios/ Y despierto, con el mar“.

O aquel: “Anoche soñé que oía/ A Dios gritándome: !Alerta!/ Luego era Dios quienr dormía/ Y yo gritaba: !Despierta!”

Pero justo es reconocer con él que esa búsqueda de Dios en vertical es un camino a ninguna parte. En opinión de Juan de Mairena, Dios no es el creador de cielos y tierra, sino el creador de la nada, por la vía del puro entendimiento y el discurso cerebral no se llega a ninguna parte. Es decir, por la via que recorrieron en vano desde su Euskal Herria envuelta en chirimiri y nieblas Unamuno y más tarde Blas de Otero.

Ya hemos dicho que la civilización ancestral del pueblo vasco venía desde muy lejos portadora de una tradición liberal, librepensadora, desde las brujas de Zugarramurdi y los Caballeritos de Azkoitia. Pero todo aquello había quedado en el subconsciente del pueblo vasco, enterrado varios metros bajo tierra.

Las cosas marchaban por otros cauces en las tierras que fueron del Reino de Granada, en el balcón de Europa que mira hacia el África musulmana, en la cuna de la primera Constitución liberal de España, la Pepa. En un clima más propicio para un descubrimiento de la religión en horizontal, para un encuentro con la persona humana y su dignidad de hijo de Dios, si procedía.

En su universo religioso bilbaíno, se respiraba una pertinaz y estrecha alianza entre el inmovilismo, las monarquías absolutas y el orden medieval dominado por los tres estados de nobleza, clero y rey, bajo la supervisión férrea de la Santa Inquisición. La revolución industrial se enfrentaba al conservadurismo y la reacción de una Iglesia Católica que defendía el poder temporal y los Estados Pontificios, que se enrocaba en un Concilio Vaticano I y un Syllabus-Índice de libros prohibidos… Tal vez Unamuno podría haberse escabullido de aquel marcaje de la reacción clerical conservadora a la manera de Félix María Samaniego, el Caballerito autor del Jardín de Venus, o también a la de su modelo de caballero don Quijote de la Mancha, aquel que dijo a Sancho una vez: “Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho”

Tal vez pudo apuntarse a aquel grupo de católicos fieles a la República y al pueblo, que en torno a la revista Cruz y Raya levantaron la voz en defensa de la España progresista y librepensadora que quería la República, y frente al Fascismo que alboreaba en Europa. A José Bergamín, líder del grupo internacional de intelectuales que pelearon a favor de la República, de Manuel de Falla, que se exiló tras el golpe militar contra los poderes establecidos, o Antonio García Valdecasas, o Antonio Garrigues, o Carlos Jiménez…o el mismísimo Cardenal Vidal y Barraquer, que se negó a firmar el documento de los obispos bendiciendo la Santa Cruzada del generalísimo Franco y tuvo que exiliarse para toda la vida.

En el fondo, la filosofía y la mística religiosa de Unamuno carecía de referencia y atención al mandamiento fundamental del evangelio que pone a los pobres y oprimidos como primeros en el Reino de los cielos, daba la espalda a la proyección de ese Reino de los cielos en la tierra y en la vida antes de la muerte, al evangelio aquel que dice que:

“lo que hacéis con cualquiera de vuestros semejantes, conmigo lo hacéis”

Pero seamos honestos, si es verdad que Dios juzga al ser humano más por sus obras que por sus palabras, si vale aquello del Evangelio de que “por sus obras los conoceréis”, la religiosidad de Unamuno resiste toda prueba del algodón en la medida en que puso su vida entera al servicio del bien común, hasta su última compromiso en aquel reproche a los militares del golpe de Estado de 1936, que significó su muerte civil y hasta física: “Venceréis, pero no convenceréis”. Un gesto que tal vez debería valerle un título póstumo: “San Miguel de Unamuno, Mártir”. Al que podríamos añadir la coletilla aquella de las letanías: “Ruega por nosotros”.

Hoy, esto resulta un tanto más fácil, los latinoamericanos han encontrado la fórmula para hacerlo comprensible, patentando el término de “teología de la liberación”. Lamentablemente, el principio no estaba todavía reconocido a escala europea. Y fuerza es reconocer que a Unamuno le resultó extraño. Y que tal vez su proverbial misoginia, su encerramiento en su universidad, su cátedra y sus libros, sus escasas relaciones sociales, pudieron contribuir a ocultarle de la vista esa imagen extrovertida y universalista del mensaje del Evangelio.

De todas formas tenía que salir por algún lado y en algún momento su lucha agónica entre fe y razón, cielo y tierra. Aquella sombra de duda y escepticismo que le subía desde lo más profundo del alma, la que le reventó vehementemente en su obra “La agonía del cristianismo” o en aquella “nivola” en la que San Manuel Bueno, mártir, vive su vida como una tragedia total, empeñado en mantener a su feligresía de aquel supuesto pueblo de la sierra dwe Francia en sus creencias engañosas de un cielo y un infierno, un Dios y un demonio, un catecismo dogma de fe. Porque bien leído, leído en clave laica y sin posturas preconcebidas, cualquiera reconocería que San Manuel Bueno Mártir es un comentario o parábola de corte evangélico de aquello de Carlos Marx de que “la religión es el opio del pueblo”.

Bien podríamos concluir que para Don Miguel la religión al uso era la manera de mantener al pueblo en la inopia, la sumisión, de traerlo y llevarlo como un rebaño de ovejas, de tenerlo contento en su error, de perpetuar en el tiempo y el espacio la edad de la infancia, los Reyes Magos y las hadas madrinas. .

Tal vez la crisis religiosa de Unamuno tuvo su raíz más honda en el choque frontal que se produjo en su interior al chocar su cristianismo socialista, el de su juventud, con el otro cristianismo o religión de corte vertical, en soledad, individualista, centrado única y exclusivamente en el más alláde la muerte.

Felizmente, este encuentro y reconciliación del evangelio socialista con el cristiano, que Machado descubrió en diálogo con el pueblo, más tarde lo plantearía y estructuraría otro vasco, otro Caballerito de Azkoitia, otro mártir del pueblo y de Dios, cuyo nombre fue Ignacio Ellacuría…

5 comentarios

  • Joserra

    Tan solo dos comentarios al texto, con el que en lineas generales estoy muy de acuerdo:

    – Creo que la religiosidad caracteristica de Unamuno (centrada en  lo  vertical y de espaldas  a lo horizontal)  no lo fue por su condici’on de ser vasco (clima lluvioso, intimismo piadoso,  fanatismo  y cerrazon  jesuiticos), sino por su condicion  de ser burgues.

    – Creo tambien  que  el cocepto  de la  religion  como  opio  o cosuelo  es diferente  al plantedo por  Marx: este  considera  que la  religion  aminora  el sufrimeinto que  padece  el proletariado  por la  explotacion  de la  clase  burguesa, pero es  un consuelo  cotraproducente  porque  ciega al proletariado para  darse  cuenta  de su situacion  y lo bloquea  para la lucha  de liberation; en cambio  para Unamuno  se trata  mas bien  de  un opio  existencial,  que aminora   la angustia del  sentimento de finitud y mortalidad,  pero es una droga que solo  funciona con  los mentalmente pobres  o poco  instridos, no con los inteligentes  y cultos  como el.

  • h.cadarso

        Román,gracias por tu comentario, que enriquece el texto que he propuesto. 
      Lo de Cuerpo místico, Oscar  Varela, tal vez no es lo más acertado para el texto.
       Lo tuyo, Pilar, mañica, como siempre: muy hondo, muy sentido, muy verdadero.
      He empezado a leer “Etica y fenomenología religiosa en la poética de Blas de Otero”.  Me ha sorpendido que el autor, profesor de la Universidad Carlos III, trata y enfoca el tema con presupuestos muy parecidos al mío, pero con una diferencia. Yo veo el catolicismo español, la religiosidad española, como en un teatro, y desde el Gallinero, desde el pueblo, con los ojos de agnósticos y habitado por personajes que sienten la religión como un drama o una tragedia. A mí me guían Unamuno, Antonio Machado, Azaña, Blas de Otero, para terminar en otro fusilado antisistema, marxista él, que se llamó Ignacio Ellacuría…
       El Gil de Zúñiga lo ve desde primera fila del patio de butacas, con las lentes de todo el catoliquerío bien pensante de aquellos tiempos.
       Esa religiosidad que intento describir la fusilaron entre 1936 y 1950, amigos, excepto a los que consigujieron escapar del pelotón y refugiarse en el extranjero. Y todavía en España no conocemos otra religión católica que la que acuñaron en un abrazo un tanto equívoco y orgásmico el Cardenal Gomá y el Generalísimo…Algunos entierran la historia de España de manera que nadie pueda desenterrarla…
       A lo mejor algunos os lo pasaríais bien contrastando ambas visiones y perspectivas. Creo que el libro sobre Blas de Otero está disponible en Atrio…

  • Román Díaz Ayala

    Recordar la figura de  Unamuno tiene un doble valor para mí, de mis tiempos de estudiante en Nuestramérica, y de la necesidad actual de reconsiderar las figuras  señeras, que con su pensamiento y sus vidas cimentaron fuertemente nuestra identidad actual en esta piel de toro.
    A través de Unamuno en mis dos años de estudiante en Puerto Rico (1961-1963), cubanos, portorriqueños y españoles (algunos) reflexionábamos con la generación del 98 español lo que significó el desastre de la guerra y la pérdida (allí también era pérdida) de nuestra unidad patria, Cuba había adquierido una independencia casi sólo nominal o formal (en apariencias de república) y Puerto Rico seguía ligada políticamente a los Estados Unidos, con el alma en la comunidad hispánica.
    Sin ese trasfondo de lo que significó la guerra para España no podemos entender la profunda crisis personal y religiosa, donde toda influencia externa, en sus viajes y sus estudios, es parcial, somatizada, y llevada al centro de una viva conciencia identitaria. El nacional-catolicismo (la religión católica como parte integrante de la identidad española) es sólo la corteza externa de una profunda fe religiosa, con toda su carga de sobrenaturalidad, que no encuentra cauces para su expresión, más que con la lucha consigo mismo (su agonía)
     
     

  • oscar varela

    Hola Honorio!
     
    Te leo:
    – “por aquello de la doctrina del Cuerpo Místico de Cristo…“-

    Tengo leído que los que empezaron a hablar del “Corpus mystycum”:

    * NO aludían a los “miembros” reales o “seguidores-secuaces”, a los que de-nominaban “Corpus verum” (cuerpo verdadero)

    * sino que con esa de-nominación “symbolizaban” la Reunión en que auditaban lo que estaban haciendo ad referendum de lo que sus con-cordias ideales creían de los “acta et passa christi” (“las que tuvo que aguantar el re-cordado”); y luego com-partían lo que habían traído ad manducandum; de todo lo cual se con-gratulaban (daban gracias a la vida = “eu-charistía” – término esclerotizado para nos-hoy)

    ¿Te parece?

    ¡Vamos todavía! – Oscar.
    …………………..

    PS.: si fuéramos capaces de des-esclerotizarnos suficientemente y a los porrazos podríamos analogar que lo que en aquellas Reuniones de Secuaces (asociados) se hacía no era nada, absolutamente nada diferente a lo que en muchísimas Sociedades de Fomento barriales, Syndicatos, ONGs, Clubes, Asociaciones de Vecinos, Talleres de reflexión, Cine-debates-clubes, partidos políticos, etc… se viene haciendo e inventando en vistas de las propias circunstancias que atraviesan sus vidas ¿no?.

  • m. pilar

    Que retazos tan reales de la/s religiones, especialmente en esta tierra nuestra… con sus distintos colores.

    Las palabras “iglesia, religión, Dios, cielo como eternidad o paraíso, fe, creencias, temores-miedos, esperanzas en un no sé qué” han hecho en una gran parte de personas en todos los litorales, incapaces de salirse de las líneas marcadas por la religión.

    Me encanta como describes lo experimentado y vivido por Machado… “Al contacto con el pueblo”… miró la trascendencia de otra manera.

    Por eso, cuando ansiamos un cambio, una nueva dirección para el caminar del ser humano yendo hacia su plenitud como tal, se nos hace (al menos a mí) muy complicado, porque esas palabras están tan manidas que han perdido su sentido en un nuevo paradigma.

    Hasta el nombre Dios… lo hemos abajado tanto, que aquello que sentimos como Ser-Dios-Esencia Superior, es:

    Ese… no se qué… que bulle en el corazón humano de buena voluntad.
    Porque los hay, que ellos mismos se han constituido en sus propios dioses y son de verdad terroríficos.

    Cielo… solo podemos mirarlo como la maravilla que es el cosmos en su totalidad, y donde la humanidad… casi desparecemos de la imagen.

    Cielo como paraíso celestial… ¿Dónde lo ubicaremos? ¿Quién ha venido a decirnos que cuidemos nuestro camino sino queremos ir al infierno… ¿Infierno? ¿Más infiernos que los que los humanos creamos para nosotros mismos?

    Para los que encontramos en Jesús, la oferta de un hermoso proyecto de vida, aquí y ahora, vamos paso a paso, abriendo nuestra mirada y nuestro corazón, a lo que cada cual va experimentando desde la vida misma, aquello que le va “resonando” de lo que  dijo, vivió, y todo lo que le sucedió por esa causa…
    Como a tantas otras personas que han intentado vivir trabajando por desterrar los poderes absolutos, intrigantes, tiranos, injustos.

    La Teología de la Liberación, ha sido un paso de gigante.
    Por intentar llevarla adelante, ha sido tremendamente castigada, perseguida, silenciada, hasta tal punto, que la iglesia poder, a maquillado tanto su espíritu, que ahora es (salvo en las personas que la han hecho vida; hasta perderla en algunos casos, y en otros, a ser totalmente marginados) un revolutum de ideas, ritos, magias…

    Por eso: “Ha vino nuevo- odres nuevos”

    En el lenguaje, en una praxis clara y extendida por toda la humanidad.
    Ya existen grupos, comunidades que así lo hacen y viven; pero son vistos como enemigos y lo tienen muy complicado para abrirse y comunicarse con libertad y sin la acusación de que están fuera de la iglesia.

    mª pilar