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Reflexiones teológicas para la Cuaresma 1/3

Carlos Barberá

ATRIO da la bienvenida hoy a un nuevo colaborador. Carlos F. Barberá es un sacerdote jubilado de Madrid. Dedica ahora más tiempo a buscar una nueva teología, es decir, una nueva manera de entender y expresar la fe cristiana, que desmonte el imaginario del que surgieron expresiones y dogmas que hoy no tienen sentido, pero que recupere lo más posible del sentido original del Kerigma primitivo. Carlos intenta hacer ese tipo de Teología que molesta a conservadores y progresistas a la vez. Y, aunque tiene un blog en Religión Digital y sigue colaborando en Alandar, revista de la que fue fundador y Director, ha querido contrastar, precisamente con los lectores de ATRIO, en los tres primeros martes de Cuaresma su teología sobre el centro del Misterio Pascual, la Redención-Liberación por Cristo.

Con su sangre, Jesús nos ha redimido


Pienso en ocasiones lo sorprendente de que convivan en el catolicismo sin grandes conflictos mentalidades y planteamientos tan opuestos. Si alguna vez se me ocurre abrir algún blogg de la derecha ultramontana me rechina lo que allí se dice; probablemente sucederá lo mismo en el caso contrario.

Se me ha ocurrido esta reflexión al escribir la afirmación que titula este artículo porque pienso que a muchos no ha de sonarles ya bien.  No hace mucho que oí a un teólogo conocido una frase dicha de pasada: Jesús no es un redentor, es un revelador.

Y es que redimir es originariamente comprar la libertad de un esclavo o un prisionero. Pero el hombre moderno no quiere sentirse rescatado ni deber su vida a nadie, él es el gestor de su propio destino. Y viniendo al terreno religioso ¿es Dios acaso un negociante al que hay que compensar para que ceda algo de lo que posee?

Y sin embargo no estoy de acuerdo con lo que advierto en muchos católicos progresistas y que consiste en hacer tabla rasa de las grandes afirmaciones teológicas que desde el Nuevo Testamento han pertenecido a la tradición de la Iglesia. El resultado de ese desmoche suele ser un despojo, un conjunto de afirmaciones banales, mucho más criticables que lo que se pretendía desmontar. Ya hace más de cuarenta años, en su obra El cristianismo es un don, H. U. von Balthasar, teólogo conservador pero eminente, criticó ese afán moderno de reducir todo a lo conocido y aceptado, de modo que “Cristo no es más que… la Iglesia no es más que…”. Quiero, pues, mantener la afirmación del título en su literalidad pero explicarla en términos que podamos asumir.

Pensando en estas cuestiones he abierto un portal de enseñanza católica en la palabra redención y he encontrado la explicación siguiente:

“Dada la caída de la humanidad en la culpa, eran posibles tres maneras de ser liberados de la pena:

Que Dios le perdone gratuitamente la culpa, sin exigirle reparación alguna. De esta manera habría brillado la misericordia infinita de Dios, pero no su justicia.

Que Dios se hubiese contentado con lo que pudiera ofrecer el hombre para reparar la culpa. De esta manera, brillaría también la misericordia y sólo en cierto grado la justicia ya que al ser la persona ofendida de dignidad infinita, la culpa es en cierto grado infinita y por tanto, la satisfacción humana nunca sería adecuada a la gravedad de la ofensa ya que sus actos no pueden tener valor infinito.

Que Dios perdonara, pero exigiendo una satisfacción proporcionada a la culpa. Esto solamente podía ser posible siendo una Persona divina la que reparara. Entonces Dios “inventa” la Encarnación. La Segunda Persona de la Santísima Trinidad se hace hombre para que así un Hombre Dios, Jesucristo, pueda satisfacer –como hombre– y a la vez dar a esa satisfacción –como Dios–, el valor infinito que se requería”.

Sin duda el autor del texto recoge una tradición teológica secular pero me asombra que pueda reproducirla sin objeción alguna. ¿Nuestro Dios es un dios que se siente ofendido, que necesita una reparación, que exige justicia? ¿y por qué esa reparación tiene que hacerse por medio de una muerte y nada menos que la de su Hijo?

Se dirá que ese párrafo no hace sino traducir lo que dicen las cartas de los apóstoles: “Cristo Jesús… a quien Dios puso como medio de expiación por su propia sangre, mediante la fe” (Rom 3,23-25). “Cristo es instrumento de propiciación por su propia sangre” (Rom 3,25) “En El encontramos la redención por su sangre” (Ef 1,7) “En su sangre estamos justificados” (Rom 5,9) “Habéis sido rescatados… con la sangre preciosa de Cristo” (1 Pet 1,18). ¿Cómo puede entenderse adecuadamente todo esto?

No cabe duda de que la muerte de Jesús significó para sus discípulos el mayor fracaso, no solamente de una persona sino de una idea. El Reino de Dios que anunciaba no había llegado, sus esperanzas mesiánicas habían fracasado, el César de Roma era más fuerte que el Abba de Jesús y había sido el mismo pueblo, destinatario principal de la bondad del Maestro, quien había pedido su muerte. No cabía descalabro mayor que éste, que había terminado de un golpe con la persona de Jesús  y con las promesas que había sembrado repetidamente.

La resurrección trae una perspectiva nueva. Cristo ha resucitado, Cristo vive. Es más, envía su Espíritu y ese aliento divino transforma a los atemorizados seguidores. San Pedro, el cobarde, primero en el abandono, hace una temprana predicación de esta buena noticia. Sin embargo, a la hora de lanzarse a anunciarla es imprescindible elaborar un cuerpo de doctrina. No es fácil dirigirse a una multitud pidiendo el seguimiento de un ajusticiado ¿qué grupo o colectividad ofrece sus servicios en nombre y bajo la imagen de un malhechor condenado a muerte? Era necesario y urgente dar un sentido a esa muerte de cruz.

Inevitablemente los discípulos echan mano de los conceptos de su propia tradición, de la religión judía. En ella ocupa un lugar importante la justificación, el perdón de los pecados, no sólo del individuo (Lev 4,35) sino del pueblo en su conjunto (Lev 16, 15). En ambos casos este perdón llega a través del rito de la sangre. El derramamiento de la sangre de un animal es ritual y signo del perdón de Dios, con especial importancia en el segundo caso, en el que se borran los pecados de todo el pueblo.

Parece fácil imaginar la transposición de la sangre de los corderos o machos cabríos a la del propio Jesús. “Y penetró en el santuario una vez para siempre, no con sangre de machos cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre, consiguiendo una redención eterna. Pues si la sangre de machos cabríos y de toros y la ceniza de vaca santifica con su aspersión a los contaminados, en orden a la purificación de la carne, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto a Dios vivo!” (Heb 9, 12ss.)

No cabe duda de que nuestro mundo cultural y religioso está muy lejos de esa concepción y no nos es fácil identificarnos con argumentaciones parecidas, Así pues ¿qué podríamos decir sobre la sangre y la muerte de Jesús?

Cada vez más la teología va teniendo claro que la creación y la redención no son sino dos hitos del mismo proceso. Desde el comienzo de la creación Dios ama al ser humano y como tal amante desea entregarse a él, identificarse con él o, por mejor decir, quiere integrarlo en su propia vida. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad…  según la riqueza de su gracia” (Ef 1, 3-5)

Por consiguiente, la encarnación está en el diseño del proyecto de Dios y no es una medida de emergencia para restaurar un plan fracasado. Jesús comparte nuestra vida y lo hace en toda su profundidad. Aun siendo de condición divina renuncia a ella,  pasa por uno de tantos y se convierte en servidor de todos. Como tal siervo, muere de una muerte violenta (Fil. 2,5ss) ¿qué otro destino podría esperarle? ¿no ha sido éste el de tantos que, como él, han puesto su vida al servicio de los pobres? Su vida le conduce inevitablemente a su muerte.

La muerte sin embargo no podía vencerle y el mismo Espíritu que lo condujo en su vida lo guía, más allá de la muerte, hasta una vida nueva. “El último Adán llegó a ser un espíritu dador de vida” (1 Cor 15, 45).

Al llegar aquí no nos queda otra salida que echar mano de conceptos pero los usados tradicionalmente –perdón, justicia, redención, justificación- resultan acaso demasiado humanos. Aplicados a Dios, corren el riesgo de hacerle –como señaló Voltaire- a nuestra propia imagen y semejanza.

San Juan de la Cruz escribe en su Cántico Espiritual:

Mil gracias derramando
pasó por esos sotos con presura
y yéndolos mirando,
con sola su figura,
vestidos los dejó con su hermosura.

Con la intuición profunda de los místicos, el fraile carmelita acierta con su imagen. El Cristo resucitado derrama su Espíritu sobre toda la realidad y la dota de una nueva dimensión. “El nos ha hecho santos y nos ha llamado con una llamada santa, no por nuestras obras  sino según su propio designio y según la gracia que nos ha sido dada en  Cristo Jesús antes del tiempo del mundo” (2 Tm 1,9). Por eso un día “lo veremos tal cual es” (1 Jo 3,2). De este modo se cierra el círculo: la promesa primera de la serpiente –“seréis como dioses”-  se cumple finalmente.

¿Jesucristo nos redimió con su sangre? Con su vida y con su muerte humanas, Jesús se hace hermano de todos los humanos, comparte con ellos su Espíritu y este Espíritu “se ha derramado” (Act 2,33). Ya para siempre en lo profano habita lo sagrado, en lo relativo lo absoluto. Por esta razón el Hijo, por la fuerza del Espíritu, “subió a lo alto llevando cautivos” (4,8)  y así “cuando se manifieste Cristo que es vuestra vida, en El os manifestaréis también vosotros gloriosos” (Col 3,4).

Se dice en los textos que Jesús nos redimió del pecado pero eso ¿qué significa en concreto? Lo veremos en próximos artículos.

25 comentarios

  • oscar varela

    Hola Honorio!
     
    Gracias!
     
    Poco y nada se habla y conoce de lo que tal vez alguien pudiera hablar de:
    “ausencia de Derechos Humanos en la Institución que se pretende paladín revelado de una ¡vaya a saber! qué “Encarnación de Dios”.-
     
    ¿Será una forma de cerrar voces, o de “cortarle las manos” para ganarse el pan a los que no se someten?
     
    No es humano entregar irresponsablemente la propia humanidad.
    Se trata de una “complicidad sobornada” o “soborno cómplice”. Indigno de ambos lados ¿no?
     
    Oscar.

  • h.cadarso

       Hola, Oscar Varela! Aquí los problemas económicos relacionados con cosas de la iglesia se arreglan mediante conversaciones entre la Iglesia y el Estado, en las que se llega a acuerdos de que “el Estado pagará la factura de lo acordado, y la Iglesia quedará libre de todo vasto”…Siempre ha sido así…
       La Iglesia se lavó las manos ante los posibles derechos adquiridos por los excuras en los años de ejercicio de su profesión clerical, y le pasó la patata caliente al estado. Y el estado acordó que a esos excuras se les reconocerá el derecho a una pensión a equis años vista, años que fueron calculados según la esperanza de vida del interesado, es decir que el interesado empezaría a cobrar más o menos un año antes o después de su fallecimiento.
       Cada uno nos hemos arreglado como hemos podido. En mi caso, tengo una pensión ganada con los años en que he trabajado como peón en las más variadas y peor pagadas profesiones. A lo mejor a otros les ha ido mejor, y a otros peor. Yo desde luego no me quejo, y mi compañera tampoco.

  • Román Díaz Ayala

    Justiniano,
    una nueva observación:
    hoy en día es lugar común que los errores tradicionales de la interpretación de la Escritura es el literalismo..
    A eso lo llamamos el fundamentalismo bíblico.
    Y yo pienso muchas veces que ojalá fuese así, porque el error sería meramente mecánico, una vez superadas las dificultades con el gran avance de las ciencias del lenguaje y los estudios de los textos.
    Pero yo veo otras dificultades. Principalmente que hemos recibido la Escritura a través de una tradición, que ha sido fundamentalmente el pasar por el filtro de otras culturas, con sus valores y sus enjuiciamientos. ¿Es que no se ve una gran diferencia entre el Cristianismo Latino. es decir el europeo occidental, y las ricas tradiciones del oriente? ¿Acaso los movimientos de Reformas del Occidente  Cristiano del siglo XVI no se deben tener en cuenta?
    Seguimos siendo griegos en nuestra manera de pensar y de expresarnos, aunque lo hagamos desde algún rincón de Nuestrámerica, o desde su Norte. Para muestra basta con leer atentamente el cúmulo de comentarios que suscitan los posts de Atrio, y las formas y maneras de expossión de los colaboradores habituales. Yo lo llamo “cosmovisión”, no se si con alguna propiedad, pero en todo caso nos hace pasar por alto que el mensaje del Jesús histórico tiene muchísimo de intemporalidad, aunque Jesús fuese un judío palestino de hace veinte siglos. Pongámosnos de acuerdo en que ha existido una revelación positiva, y en que Jesús sigue actuante en nuestro mundo ( El Consolador)

  • Román Díaz Ayala

    Tienes razón, Justiniano, en recordarnos  que Juan XXIII no nació de la nada, ni el  Concilio rompedor haya sido creado por generación  espontánea, y que antecedieron unos hitos como el que mencionas, porque en las cuestiones  humanas cada generación es tributaria de las que han precedido.
    Existió una renovación del Catolicismo  durante el intervalo de las dos guerras, grandes papas, ideas que renuevan cierta teología, la Acción Católica, una generación de escritores de signo católico que  se unen a esa renovación teológica y espiritual para reconciliar a la iglesia  de Roma con la cultura, el mundo ilustrado. Se quería superar la crisis modernista, y Pío X terminó su mandato en medio de una  gran derrota, tristezay derrotismo del Catolicismo. Pero como siempre ese prestigio reconquistado sale por el lado equivocado, con el apogeo de la monarquía pontificia, los acuerdos con el Fascismo Italiano para salir de su enclaustramiento. Trento se alargó, pero se fueron sembrando las semillas de las reformas posteriores, de la cuales el Concilio de los 60 fue una primera parte. (Y ahora quizás podremos contemplar una segunda, antes de irnos con el Señor.)

  • justiniano Liebl


    Escribe Román
    “tales cambios, que tan hondamente extremecen el Catolicismo, desde Juan XXIII, de Italia, hasta Francisco de Buenos Aires.
 Cambios dentro enla Iglesia y fuera, en la sociedad, que podemos describir en términos de una gran revolución”

    Estoy de acuerdo con tu escrito, Ramón, pero guindo el arranque de esa “gran revolución” allí por el año 1943 con la carta encíclica del Papa Pío XII – el “Divino Afflante Spiritu” — unos 20 años antes del Papa Juan XXIII. Con esa exhortación para los estudiosos Católicos (al Pio XII le importó un pito sobre la hoy tan apropiada “las y los” designación de inclusión) de utilizar todas las herramientas científicas a su alcance para clarificar objetivamente el correcto sentido de las Sagradas Escrituras. ¡Después de 2,000 años de interpretación literal, la nuestra religión busca ayuda de la ciencia para entender sus libros fundamentales! Me parece que nadie como nosotros que hemos vivido esos tiempos no pueden ni muchos menos los quieren negar.

    Justiniano de Managua

  • Román Díaz Ayala

    con su sangre Jesús nos ha redimido.
    Volver al estado de la cuestión significa que tenemos que volver a hacer un uso sencillo y directo del vocabulario novotestamentario… O rechazarlo de pleno.
    No creo que Carlos F. Barberá desee situarse en la equidistancia entre tirios y troyanos para repartir algo hacia lo tradicional y contentar luego a los autollamados progresistas
    Todo esto es una impostura, una tentación en la que no debemos caer, y abandonar de una vez y de manera definitiva una construcción del pensamiento que se base en cavarr trincheras para abrir fuego contra el adversario.
    Por desgracia, no hemos aprendido aún a dejar de conformar nuestra actuación con el uso de etiquetas, aplaudiendo a quienes usan los mismos lugares comunes, que se repiten en el ambiente para identificarnos. Por ejemplo, Oscar Varela con su post más reciente, hace denuncia expresa de ese acomodo intelectual y del discurso, sin pretender ahondar en una realidad más plena y más compleja, muchísimo más rica, que nuestras simples batallas dialécticas.
    Por eso celebro que aquí se diga  no es aconsejable hacer tabla rasa de las grandes afirmaciones teológicas que desde el Nuevo Testamento ha pertenecido a la tradición cristiana.
    Celebro además que considere Creación y Redención como dos hitos del mismo proceso, porque ahí reside una de las claves para entender la Escritura con nuestro pensamiento moderno.
     

  • Román Díaz Ayala

    Informe sobre la situación.
     
    Los previos resultan necesarios. Primero eran las premisas,  y ahora recordar de qué situación partimos, para que luego podamos adentrarnos eon conceptos  en la explicación de la doctrina, tal y como fueron expresados en el texto novotestamentario. Corrremos el riesgo de que querer ver que dos mil años nos separan.
    Me tengo que dosificar, lo sé, y pido disculpas, por tantos preámbulos.
    En otro post partíamos de que la eclesiología ya no era monolítica desde el Concilio. Y esto que puede parecer un asunto acadèmico, de los estudiosos, los teólogos y teólogas, que en nada nos pueda afectar a los que pertenecemos al laicado y no solemos entretener el tiempo en estudiar doctrinas ni en hacer análisis históricos, nos encontramos con que en la Liturgia y en la catequesis, en las misas del domingo, en la programación religiosa ( quienes oigan o vean estas cosas por los medios de comunicación) en los ambientes parroquiales y en aquellos/as discípulos/as que  frecuenten alguna comunidad, en todos esos momentos y lugares se nos está brindando una visión “de la cosa” que puede diferir, sin que lo elijamos.
    Y  según sea la Eclesiología, así será la pastoral, y hasta la vida sacramental.
    Dentro de la conmoción sufrida por nuestra generación a causa del cambio de época (que vivimos en un nuevo paradigma histórico todo el mundo lo sabe). Desde la mitad del siglo pasado apenas hemos tenido el tiempo y el reposo para comprender, y asumir también, tales cambios, que tan hondamente extremecen el Catolicismo, desde Juan XXIII, de Italia, hasta Francisco de Buenos Aires.
    Cambios dentro enla Iglesia y fuera, en la sociedad, que podemos describir en términos de una gran revolución, por todo lo que suponen de ruptura con el pasado. Y entonces ha surgido un pensar nuevo radicalmente distinto
    Y lo primero que  se pierde con todo ello es la coherencia. Ya no es coherente pensar como se venía  pensando hasta el inmediato pasado, aunque tampoco procede construir el nuevo pensamiento dejándolo desposeído de toda referencia.
    Porque entonces la mente y el espíritu sólo admiten  y reconocen como propios lo que ya no se quiere y se rechaza, lo propio mío ha resultado falso y ya no lo deseo, y por inoperante me resulta inútil, erróneo si lo que busco es otra verdad, que se abra camino, y que configure  mi nueva realidad.
    Primera consecuencia: nos creemos liberados de la servidumbre del pasado por estar sólo instalados en la negación. Y por eso vuelvo a repetir que se pierde toda coherencia. Cuando en realidad sólo se ha perdido la línea del horizonte como en un naufragio.
    En los años sesenta la crisis se percibió, quizás primero por aquello/as católicos/as en contacto intelectual con corrientes que venían de afuera, pero también el clero bajo, sobre todo en ambientes de parroquias se principió por una crisis en la pastoral, en  personas inquietas de barrio, porque entonces se podía definir como “una crisis de fe” (migraciones, desarraigo…) El pueblo católico español entró en crisis de fe.
    OPero ahora ya no existe tal crisis de fe, porque estamos inmersos en una nueva crisis que algujien ha denominado “crisis de Dios”. Tal crisis la supo vislumbsar D. Bonhoeffer, dentro del infierno nazi en la Alemania de la Guerra. La fe ha dejado de ser un valor humano, con la pérdida de toda credibilidad en este mundo secularizado.
    Y claro, sin este tema resuelto, no entendemos las palabras de Saulo de Tarso, de Juan, de Lucas, de José el levita, por sobrenombre Bernabé, ni de Juan Marcos.

  • oscar varela

    Hola Carlos B.!
     
    I.- Leo:
     
    – “no sé si un autor tiene que contestar a los comentarios”-
     
    Es una lástima que Antonio Duato o el Equipo de Redacción no le hayan informado cómo es el jueguito en este “Lugar de Encuentro”. Pero ¡dele no más, conteste y charle con nosotros! He visto que a los Compas de Atrio le hace tilín tilín el ánimo cuando el Autor “baja” a la tertulia.
     
    Muy bueno su gesto; y deberíamos ponerlo en la Lista favorable que nos hace el Compa ELOY en Comentarios anteriores. ¡Vamos todavía!
    ……………….
     
    II.- Leo:
     
    – “el deseo de Dios de compartir nuestra vida hasta el final”-
    lo  considera Ud.: “el odre nuevo” .
     
    A Ud. lo presentan como “buscador de una nueva teología” …, “que molesta a conservadores y progresistas a la vez “;
     
    y mi Teología no es ni conservadora ni progresista, sino “profana”; brevemente dicho: un Asunto humano, donde no hay cabida para un Dios Sujeto-individuo con deseos, por muy buenos y excelentísimos que se los sub-ponga.
     
    Es por eso que no solo a la suya sino a la de los llamados “progresistas” las considero anacrónicas, y cuando las vuelven a presentar re-novadas, las veo como “nuevos odres viejos”. Tal vez tengan alguna validez propedéutica de conductas, pero ¿por cuánto tiempo? ¿hasta qué edad?
     
    ¿Qué le voy a hacer si, aun la llamada “teología de la liberación” no se libera de la teología; y el “dios encarnado” no se libera de dios ¿qué quiere que le haga, no?
     
    Por eso ¡Sigo yendo todavía! – Oscar.
    ……………………
     
    PS.: me interesé por su estado “jubilatorio”. Yo estoy jubilado hace ya 13 años. En Argentina los curas no tienen “jubilación” ni “obra social”; tampoco tienen “sueldo”. Los Argentinos solemos no buscar nada … nada más que re-busque, eso tenemos en la sangre. Y a algunos (muy pocos) les ha ido ¡fantástico!

  • ELOY

    Conociendo  parte de su trayectoria, y especialmente su labor como fundador, director y ahora asiduo colaborador de la interesante revista ALANDAR, y algunos otros rasgos, permitidme que reitere mi confianza y apoyo a Carlos Barberá.

    Se podrá o no estar de acuerdo con lo que dice, (¡como es lógico y natural y seguro que así lo entiende él!), pero es merecedor de todos nuestro respeto, afecto y admiración por una lucha de tantos años.  
    Creo que es interesante ver algunos de sus artículos en los enlaces que ha puesto ATRIO.
     

  • Aparte de agradecerlos, no sé si un autor tiene que contestar a los comentarios. Me gustaría, pues, no hacer sino un par de observaciones.

    Al hacer referencia al comienzo del artículo a algunas teologías modernas no he querido comenzar una discusión sino notar lo que me parece una tendencia que no comparto y cuyos resultados he calificado de banales. Es posible que la palabra no esté bien traída y hubiera sido mejor decir arbitrarios. De todos modos Rodrigo Olivera dice. “puedo considerar algunas de sus afirmaciones como inexactas, equivocadas, indemostrables… pero jamás banales”. ¿Por qué no? En un libro de cristología reciente, el autor dice: “Jesús no quiso ser en su vida sino una buena persona”. A mi modo de ver, esa frase no es inexacta o equivocada, es banal.

    Por otro lado en un par de comentarios aparece la frase “nuevos odres viejos”. Para mí el vino nuevo es la vida de Jesús hecha siempre nueva en los creyentes y los odres son la teología y la praxis que rodean y actualizan esa vida. En su libro “Los hombres, relato de Dios”, Schillebeeckx dice: “La Escritura permanece así como el texto de referencia necesario pero las comunidades eclesiales hacen del texto una palabra viviente aquí y ahora basándose en la dialéctica constante entre, por un lado, el relato neotestamentario de la vida y la muerte del Jesús histórico y, del otro, la vida del Espiritu de Dios… en la Iglesia presente”. Yo he querido mostrar que el Nuevo Testamento sigue siendo referencia necesaria pero traducido a nuestro mundo y nuestra mentalidad. No más la desobediencia, la culpa y el sacrificio (los odres viejos) sino el deseo de Dios de compartir nuestra vida hasta el final (el odre nuevo) .

    Gracias de nuevo a los comentaristas.
     
     

  • oscar varela

    Hola honorio!
     
    ¡Está bien! ¿Gracias! Pero acompañemos al amigo Barberá como que es del Gremio, quiero decir de los “sin trabajo” o “JUBILADOS”.
     
    A propósito ¿en España reciben algunos pesitos por ser “cura-jubilado”? ¿Cuánto? ¿De quién? ¿Obra Social? etc.
     
    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • h.cadarso

       Vale, Barberá amigo. A mí el miércoles de ceniza el predicador me dijo que la Cuaresma es “oración, limosna y ayuno”. Vamos, que iba más por lo concreto y por la praxis que por las altas teologías que tú nos comentas.
       Lo malo es que lo de la limosna suena a medieval. Y habría que cambiarlo por una guerra en toda regla contra el “sistema” que fabrica pobres en serie cada vez más pobres y ricos cada vez más ricos y menos en número.
       Y el ayuno en lectura del siglo XXI es romper con la sociedad de consumo y con  el consumo sin límites y el agotamiento del planeta.
       Y la oración…la oración es entrar dentro de nosotros mismos, es dialogar con nuestros hermanos.
       Lo malo, Padre Barberá, es que no espero oir sermones sobre estas tres acciones de oración, limosna y ayuno en toda la cuaresma. Lo malo es que seguiré oyendo sermones de la cuaresma, los mismos que oyeron mis antecesores de la Edad Media.
       Amigo Oscar, lo de los odres nuevos con vino viejo o como tú lo digas está muy bien traído…Eres un crack…

  • justiniano Liebl


    “Con su sangre, Jesús nos ha redimido”

    Siempre me había extrañado de que en los Evangelios se encuentra ninguna referencia por Jesús al hoy tal famoso supuesto “Pecado Original” de Adán y Eva.

    Luego me di cuenta que, como buen Judío, Jesús no tenía motivo de hablar sobre lo que para el Judaísmo “lo de Adán y Eva” NO FUE UN PECADO ORIGINAL, sino un metáfora sobre “el despertar de la conciencia moral” en la raza human — actualmente un paso adelante en el proceso evolutivo de nosotros.

    Luego me venía preguntando: Si San Pablo fue tan legítimo Judío como el mismo se jacta, no sería que él había prestado y “en-culturado” el pensamiento de la celebración Judaica de “Yom Kippur” (Día de la Expiación con el chivo expiatorio) para formar la “Soterología” de la nueva secta Judaica, base de Cristianismo.

    Esta presentación por Carlos B. me viene picando el pensamiento de nuevo.

    Justiniano de Managua

  • Antonio Vicedo

    El problema que subsiste, Roman, en esto tuyo que cito:(“-3ª Si entendemos con algún tipo de clarividencia que fe cristiana y misión son inseparables, como formando parte de lo mismo. No hay seguimiento de Jesús si no es dentro de su discipulado y tampoco se es discípulo o discípula cuando no se sienta constreñido al seguimiento de “la gran comisión”, de la misión encomendada por Jesús a quienes le han seguido y todavía le siguen.
    El seguimiento de Jesús implica un conocimiento, más bien reconocimiento, que es lo mismo que conocimiento, pero con aceptación, de quién sea Él realmente.”)
    radica en cómo entendamos ese discipulado y en consecuencia su relacionalidad estructural que va, desde la verdadera condición reconocible de discipul* (Ju, XIII,35), pasando desde el grupo de mínimos ( Donde dos, o mas, se reunan en mi nombre – que supongo también equivale a: por mi causa- allí estaré yo en medio de ell*s ) hasta lo que toma realidad y expresión de universalidad o catolicidad.
     
    Yo veo más claro que: No hay, ni puede haber discipulado estructural, por mínima que sea la estructura, sino es porque los reales discípulos se relacionan atraidos por el testimonio y mensaje de Jesús, e intentan hacer propia vivencia su imitación y seguimiento humanos, según aquella Misión que a Él le encomienda el Padre y el confía a sus discipul*s.
     
    Y en la resolución de este problema de identidad individual y tareas individuales y colectivas  el factor primario y determinante es construir el proceso de vivencias sobre el fundamento de quien es Roca y a impulso vital de quien es Cabeza, extremos que pertenecen a Jesús para poder ser solución estructural adecuada y coherente.
     
    Cierto que el mínimo relacional en tanto discipulado lo ha fijado Jesús en dos, porque, siendo la vivencia de discipul* y discipulado el Amor Mutuo , este resulta imposible sino se trasciende el yo, implicándolo en un nosotr*s progresivamente extensible hasta identificarse con la realidad de la Humanidad.
     
    En la  Iglesia,considerada  Discipulado de Jesús, entre otras fundamentales incoherencias,  se introdujo, conservó y mantiene la referida a lo que Jesús proyectó con aquel órdago a la religiosidad de su pueblo y a todas las religiones de la Historia: “-No es la Humanidad para el Sábado, sino el Sábado para la Humanidad”, en lo que resumió la Misión por la que fue enviado como HIJO en la TRINIDAD , y se HUMANIZO para ayudarnos a humanizarnos.
     
    Y, tal vez,  porque la Iglesia ha pretendido convertir el agua en vino para bien de la fiesta, sin dedicarse a llenar las tinajas vacías  con agua que es lo que está en sus posibilidades humanas reales, haciendo lo que Él nos diga, nos hemos quedado hasta ahora  sin el mejor y abundante vino para que la Humanidad viva su terrenal fiesta en Hermandad de Amor.

  • Román Díaz Ayala

    Definitivamente hoy ha SIDO UN MAL DÍA, LLENO DE MUY MALOS RECUERDOS, aquel once de marzo de hace diez años. !Dios mío, cómo pasa el tiempo,  y qué largo se hace el dolor!
    Con la desgracia  que no se ahogaba en llanto, me acompañó la amarga constatación de lo grande y generoso que es el pueblo, las gentes de España, y qué bochornoso ( por no decir indignante) testimonio estaba dando el cierre final del Aznarismo, en la persona de él y de su equipo. Yo ya sabía unos días antes que el PP no ganaría las elecciones, pero no podía concebir que fuesen a caer tan bajo. Y luego… la Conferencia Episcopal,… su emisora… los Rouco y los Camino….
    Supe entonces que la brecha abierta , tendría muy difícil reparación.
    Y así nos fue.
    Hubiera querido empezar un primer comentario al tema que nos ocupa en este post, sobre las observaciones vertidas por el autor en torno al catolicismo y los pposicionamientos teológicos que viene observando. Pero tiempo habrá.
    Considero que resulta más importante  establecer unas premisas que ayuden un poco a las cuestiones de fondo,. con independencia de la aceptación o rechazo de sus planteamientos.
    1ª premisa:  (válida para autor y comentaristas) Si se está en el seno de la Iglesia, o nó, con independencia de lo que internamente vivimos como Iglesia ( en el plano conceptual o anímico)
     
    2ª Si podemos concebir la fe cristiana como una experiencia de vida, es decir, vivida.
    3ª Si entendemos con algún tipo de clarividencia que fe cristiana y misión son inseparables, como formando parte de lo mismo. No hay seguimiento de Jesús si no es dentro de su discipulado y tampoco se es discípulo o discípula cuando no se sienta constreñido al seguimiento de “la gran comisión”, de la misión encomendada por Jesús a quienes le han seguido y todavía le siguen.
    El seguimiento de Jesús implica un conocimiento, más bien reconocimiento, que es lo mismo que conocimiento, pero con aceptación, de quién sea Él realmente.
     
    Colosenses 2,9:  En Jesús reside toda la plenitud de la divinidad corporalmente ( ver también 1,19-20, Efesios 1,13, 3,19, 4,13-14)
    Juan 14,9 : Quien ve a Jesús ve a Dios el Padre ( ver 1,18, 12,45)
    1ª Juan 4,9. No es que Jesús potencie o reconduzca elo amor humano, sino que nos ha dado (proporcionado) muestra de que el amor de Dios se ha manifestado realmente – históricamente- entre nosotros, a través de la plena humanidad suya ( de Jesús)
    Fe, en definitiva es saber y reconocer en su plena aceptación que Dios nos ama.

  • George R Porta

    La sacralidad de los libros y las tradiciones viene no de que sean inventadas o escritas o dichas por la primera vez sino de la recepcion que encuentran porque llenan un anhelo. Lo mismo ocurrio con el famoso librito de Mao y con El Capital, el Quijote, los Dialogos de Platon, cada uno en su categoria y en su medida. Despues, vienen quienes utilizan la sacralidad para sacralizar-se y ya eso si es problema. Jesus no lo hizo. Pablo si, se auto proclamo apostol cuando se cambio de ir hacia abajo y comenzo a viajar hacia arriba y decidio que el mismo Jesus se lo habia ordenado. Desde luego eso otro dijo que ‘el lo habia dicho.

  • Inmaculada Sana Tache

    En cierta ocasión -se dice- un judío le comentaba a otro sobre la santidad y sabiduría de un conocido rabino y le afirmaba que éste hablaba todas las semanas con Dios. ¿ Cómo puedes decir eso?, ¿No nos mentirá? y aquél le contestó: ¿ Cómo puede mentirnos un rabino que todas las semanas habla con Dios?. Pues bien, algo de esto ocurre con la teología y muchos teólogos. El fundamento y origen de sus razonamientos y sus conclusiones se apoyan sobre escritos ” sagrados” , que lo son porque alguien ha decidido que lo son. De aquí que haya que romperse la cabeza para interpretar y adaptar en cada momento lo que  allí se dice según los paradigmas imperantes. De cualquier manera lo que está claro es que en Pablo se lleva al extremo el sentimiento de culpabilidad que para nada se compdece con el mensaje de Jesús de Nazaret.

  • George R Porta

    Entresaco estas líneas del artículo:
     
    “No cabe duda de que la muerte de Jesús significó para sus discípulos el mayor fracaso, no solamente de una persona sino de una idea. El Reino de Dios que anunciaba no había llegado, sus esperanzas mesiánicas habían fracasado, el César de Roma era más fuerte que el Abba de Jesús y había sido el mismo pueblo, destinatario principal de la bondad del Maestro, quien había pedido su muerte. No cabía descalabro mayor que éste, que había terminado de un golpe con la persona de Jesús  y con las promesas que había sembrado repetidamente.”

    Hay un número grande de afirmaciones implícitas en este párrafo que son al menos cuestionables. He aquí algunas:

    Los discípulos sintieron fracaso de la idea que confundían y de Jesús que no había resultado quien ellos esperaban

    El Reino de Dios acababa de llegar pero ellos no supieron reconocerlo. En el taller sobre Marcos y su datación y antes que eso en Un Paso un Mundo, Salvador Santos aclaró con abundancia de Datos la tardanza de Pedro en dejar de actuar al estilo judío y, presumiblemente, dejar de pensar de ese modo y no era el único…

    Jesús fue en su decir y obrar la antítesis del César romano y de cualquier poder imperial, o simplemente opresor, pero no parece que lo proclamara a los cuatro vientos si hay que creer las narraciones evangélicas como nos han llegado. El Abba era el referente de Jesús. Sus seguidores, probablemente no entendieron por qué y para qué ni cómo.

    Es cierto que muchos presentes en el juicio a Jesús pidieron su muerto, pero muchos no estarían por allí y muchos posiblemente se sintieron horrorizados de ver que se ejecutaba a alguien que quizás conocieron de fama. Una buena parte de la vida y milagros de Jesús transcurrieron en Galilea y en Samaria y esa gente no necesariamente estuvieron de acuerdo con el asesinato de alguien a quien el propio Caifás quiso utilizar de “chivo expiatorio”.

    En la época ya se temía a una represión terrible de parte de los romanos porque aún había una corriente de rebeldía extrema que conspiraba (de otro modo la confusión de los seguidores de Jesús acerca de su identidad y la condena tramada contra él y su ejecución pública carece de significación). Posiblemente la destrucción del Templo 35 o 36 años más tarde, más o menos, fuera un descalabro mayor.

    Jesús debió ser popular, pero no devino el personaje que hoy reconocemos como consecuencia de su resurrección ni lo era en el momento de su ejecución.

     
    Baste mirar cómo hoy día, 20 siglos después, los tele-evangelistas siguen llenando auditorios solo para espectáculo de curaciones que nadie puede seguir para comprobar que pasen de ser efectos histéricos y con la convicción de que baste decir “yo creo” para ser salvados, lo mismo con obras que sin obras que ofrezcan el necesario testimonio de la creencia efectiva que pedían el Bautista en la línea profética y Jesús en la suya promoviendo la misma tradición ancestral aún más hacia adelante.

  • George R Porta

    Gracias, amiga María Luisa por sacar tiempo para volver a explicarte. A estas horas ya estarás enfrascada en tus quehaceres (9:24 AM en Florida, hora de verano) y te deseo un felicísimo día.

  • ana rodrigo

    Pienso como Oscar, veo nuevos odres viejos. El autor no sale del círculo vicioso de conceptos de siempre con palabras diferentes. Es como quererse convencer de que las cosas no se han dicho bien pero son verdad. No s, digo lo que Rodrigo, esperemos a ver qué da de sí.

  • Román Díaz Ayala

    Resulta refrescante la llegada a este espacio de una otra sensibilidad a la hora de reflexionar sobre nuestra experiencia cristiana.
    Agradezco a la redacción que haya dado espacio, y espero que tenga también acomodo, a esa otra léna del pensamiento teológico, nuevo a la par que progresista que no tiene ningún prejuicio en abordar la “Cristología”.
    Tengo mucho que comentar sobre este trabajo introductorio, pero prometo que me dosificaré.
    Sólo adelanto un postulado:  “Hay mucho catolicismo de vanguardia en quienes adheridos a los relatos evangelicos, en todo su contenido histórico y  dentro de la metodología crítica, y partiendo de ese Jesús histórico de quienes todos hablamos y comentamos, ese redescubrimiento de la humanidad de Jesús, se hace pleno reconocimiento  de su divinidad”
    alia jacta est !

  • oscar varela

    Hola!

    Había un Arquitecto que ofrecía -y ganó mucho dinero con ello-, ofertaba NUEVAS CASAS ANTIGUAS.

    Veo que acá el Sr. Carlos me ofrece NUEVOS ODRES VIEJOS.

    ¿Cuánto pedirá por ellos?

    Mientras espero su segunda “oferta” ¡voy todavía! – Oscar.

  • Antonio Vicedo

    La diferente manera de entender la naturaleza humana desde el proyecto y su realización creativa de parte de Dios y el modo  como  la Humanidad (Eva y Adán en tato arquetipos de ella desde su mismo origen) la entiende y asume después de la tentación o propuesta posible de su racionalidad con alto nivel de libertad para intentar ser como dioses, está como causalidad de fe  y consecuencia teológica como, fundamento relacional del ser humano con el Dios por quien es hecho a su imagen y semejanza.
     
    Ese: “Seréis como dioses” y no como su imagen y semejanza, que ofrece falsamente lo que fuera tentación paradisíaca, concentrada en comer del único fruto prohibido del Arbol cuya naturaleza trascendente queda significada por abarcar la Totalidad Infinita, bajo el concepto de Trascendencia Real del Bien y el Mal, es lo que optado  en radical desobediencia, provoca el cambio radical de la finalidad existencial teórico-práctica de la especie  humana.
     
    Pero, si reparamos en qué es lo que diferencia y separa la Divinidad figurada por el arquetipo del Arbol y su característico fruto ( Jesús afirmaría mucho después que  el fruto expresa la cualidad esencial del árbol) de la Humanidad, solo imagen y semejanza suya, nos encontramos con que la Divinidad es un todo infinito  sin condicionamientos, y su  imagen y semejanza : La Humanidad , solo parte de aquella; de la que depende y por la que queda condicionada.
     
    Y desde esa misma imagen y semejanza con posibilidad de  poder, dominio  y uso de cuanto conforma el Paraiso ,  surge el intento por PODER conseguir lo que les falta y además se les prohíbe.
     
    E intentado arrebatar ese PODER,  comiendo del fruto para el que no están dotados de apropiado estómago asimilador vital, sufren la consecuencia de muerte especifica, (en tanto  especie humana)
     
    ¿Pero en que se concreta ese intentado PODER, si ya gozaba la especie humana del poder de dominio de la naturaleza infrahumana:-Llenad la Tierra y dominadla“?
     
    ¿Se trataría del poder de DIOS, sin conformarse por ser su Imagen y Semejanza?
     
    Parece que no, por el planteamiento de la engañosa tentación: “-Seréis COMO  Dios”:
    No pedía la tentación llegar al deicidio por sustitución,sino simple y llanamente a la igualación existencial y práctica, liberándose de cualquier  sumisión o dependencia.
     
    Esto tiene su  máxima importancia para entender el meollo de la culpabilidad originaria considerada humana o adámica y llamada Pecado Original, por una parte y, por otra, la Liberación Mesiánica como regeneración de la inhumana Humanidad.
     
    ¿Pero que es lo que deshumaniza o inhumaniza a la Humanidad, en tanto conjunto de los seres humanos?
     
    No es,  como he afirmado antes la acción de la Naturaleza  infrahumana, que permanece a  total disposición de la Humanidad como medio vital , si la sabe dominar con libertad responsable.
     
    No es tampoco  DIOS, al que no le llega ningún intento existencial contrario, dada su propia infinitud  y solo  puede considerar la rebeldía humana como una imperfección relativa que se mide por la condición de quien ofende y no por la infinita del OFENDIDO.
     
    (Abro este paréntesis para que reparemos como consideramos desde nuestra limitada condición de nuestro amor cualquier hecho no adecuado de los seres a los que  amamos de verdad
    ¿Nos vale esto como orientación y posibilidad de que, a la distancia adecuada,  Dios perciba y reacciones mucho más positívamente, desde su infinita perfección, que nosotr*s desde la muy relativa nuesta?)
     
    Pero el continuar mordiendo el Fruto Divino Prohibido del PODER para dominar, como DIOS no lo hace por su AMORa los seres humanos, condicionando hasta su propia naturaleza, e incluso su supervivencia física, negando su igualdad en dignidad, libertad y responsabilidad inalienables, eso actualiza, e individualiza o estructura, la culpabilidad de cuanto desnaturaliza a las personas, convirtiéndolas de sujetos en meros objetos.
     
    Es por ello que, si la Misión confiada a Jesús por el Padre era y es reparar  con su testimonio y mensaje  lo que por el Adán y la Eva arquetípicos, supuso de opción mortal para la Humanidad,  aparece claramente, por lo que de Él nos han conservado sus testigos, que su HUMANIZACIÓN tuvo y tiene como finalidad librarnos de caer en la tentación de intentar alcanzar o jercer el PODER sobre nuestr*s herman*s, respetando que solo Dios, el ABBÁ =Mamá-Papá, Celestial  sea el PODER AMOR que, en lo posible, nos quiere  igualar a Él como tod*s hij*s, ya desde esta vida terrenal.

  • Rodrigo Olvera

    Siempre es un riesgo comentar una parte de un artículo más amplio, sin conocer el resto. De lo presentado.
    a) Me da gusto que Carlos encuentre una forma aceptable para Carlos de resignificar la teología clásica
    pero
    b) Lo escrito aquí no me es aceptable a mí.
     
    No es aceptable, para mí, el calificar el resultado del trabajo de muchas de las personas que están renovando la teología como “un conjunto de afirmaciones banales, mucho más criticables que lo que se pretendía desmontar”.  ¿A quienes se refiere? ¿A que obras? ¿A qué afirmaciones?   Yo puedo tener (y de hecho tengo) diferencias con muchas personas que se dedican profesionalmente a la teología, puedo considerar algunas de sus afirmaciones como inexactas, equivocadas, indemostrables… pero jamás banales.

  • ELOY

     
    Me alegro mucho de que ATRIO cuente con la colaboración de Carlos F. Barberá y podamos disfrutar aquí de sus artículos tanto como venimos, desde hace años, disfrutando de los que publica periódicamente en ALANDAR