En otro foro publicó ayer Sergio Zalba un comentario–17-Mayo-2013 – 20:42 pm– en el que citaba un artículo publicado por él antes de que Begoglio fuera elegido papa. Realmente, como opina Óscar, el artículo Religiosidad popular: ¿de propuesta liberadora a refugio conservador? es extraordinariamente interesante y puede abrir un profundo diálogo sobre la religiosidad popular y la liberación del pueblo, tema que desde siempre ha estado presente en ATRIO. Es importante el análisis con el que empieza Sergio: lo que en un cierto tiempo pudo ser revolucionario y rechazado por la Iglesia, después suele ser aceptado y utilizado como tapón conservador. Pero para que no se emplee la religiosidad popular para apuntalar el poder clerical, ¿es necesario arrasar con todo lenguaje y manifestación religiosa, para quedarse con una fe desnuda de toda creencia mítica o de todo intervencionismo divino? Esta cuestión preocupaba mucho a Comblin y a nuestro Gabriel. Y sobre ella vamos tambiém a publicamos a continuación un revelador texto de Víctor Fernández, rector de la UCA de Argentina, recientemente nombrado Arzobispo.
Religiosidad popular: ¿de propuesta liberadora a refugio conservador?
Autor: Sergio Zalba
En esta nota, el autor nos comparte una reflexión sobre el derrotero que a veces parece tomar la praxis y la reflexión vinculadas a la tradición de la pastoral popular.
En la institución eclesiástica existe, entre muchísimas otras, una fuerte e inveterada tradición; una especie de hábito innecesario constituido por avances tan significativos como sus correspondientes detenimientos. Detenimientos que, en perspectiva histórica, acaban resultando suculentos retrocesos.
Se trata de un mecanismo del que tenemos suficiente cantidad de ejemplos. En términos genéricos, todos ellos se construyen más o menos igual: primero aparece una idea fuerte, una propuesta renovadora, inquietante, transformadora; una propuesta que es resistida por la jerarquía y/o por gran parte de la institución. En un segundo momento, esa idea o propuesta logra permear los estratos jerárquicos y más conservadores hasta acceder a un consenso (al menos “de palabra”) bastante amplio y generalizado. El paso siguiente consiste en una suerte de apropiación de los términos de esa idea por la cual, o se diluye su contenido original o se lo utiliza como freno-tapón de las renovadas ideas fuertes que van apareciendo en el diálogo con la historia. Cuestiones que van desde la apropiación de sistemas filosóficos pasando por temas como cultura, pobres/pobreza y religiosidad popular –entre tantas otras– parecen haber cumplido con esa dinámica.
Tengo la sospecha, de que si la Iglesia atrasa unos doscientos años –en palabras de Carlo María Martini, poco antes de su fallecimiento– se debe, en gran medida, a este dispositivo cuyo objeto fundamental no sería tanto el de conservar ideas por sí mismas, como el de conservar poder.
Señalaré, ahora, lo que creo que ha sido/está siendo parte de esa dinámica en relación al catolicismo/religiosidad/piedad popular en nuestro entorno más inmediato.
¿Tello estaría feliz?
Según leí del propio protagonista, Víctor Fernández, uno de los argentinos que participó activamente en la Conferencia de Aparecida, al concluir ésta y encontrándose en viaje de regreso al país, habría dicho junto al cardenal Jorge Mario Bergoglio que “el viejo Tello estará feliz” por como quedó el tema de la piedad popular en el documento final.
Al leer ese comentario, en aquellos días de mayo de 2007, cuando ya podía entreverse el bajísimo impacto que tendría Aparecida en la vida real de las comunidades y de los creyentes, no pude dejar de preguntarme si es que efectivamente el “viejo Tello estaría feliz”. Pensé y me pregunté en ese momento: repetir a Tello treinta años después de su producción fundamental, ¿es verdaderamente ponerse en sintonía con su actitud teológico-pastoral? ¿Por qué podría resultar tan alentadora o gratificante la redacción de Aparecida con respecto al catolicismo popular si no superaba prácticamente en nada a las reflexiones ya existentes? Cierto es que incorporaba un par de elementos novedosos como la cuestión de la espiritualidad popular y la consideración de la piedad popular como lugar de encuentro con Jesús. Pero se trataba de alguna novedad en términos de incorporación de esos asuntos a los documentos, y no de una novedad propiamente dicha. ¿Por qué, entonces, el “viejo Tello” ahora sí estaría feliz y no enojado al comprobar que se contentan con repetirlo en lugar de superarlo?
Hace unos meses, otra circunstancia me generó un pensamiento muy similar. Me refiero a la presentación del libro Pobres en este mundo, ricos en la fe de Enrique Bianchi, por parte de Jorge Mario Bergoglio, cuya alocución fue transcripta en el número 310 de Vida Pastoral. [Sobre la presentación de Bergoglio puede leerse el texto completo y un vídeo en dos partes. Nota de ATRIO]. Comienza el cardenal señalando que “la historia tiene sus ironías… Vengo a presentar un libro sobre el pensamiento de un hombre que fue separado de esta facultad”. Y concluye la expresión diciendo que el hecho de “que la jerarquía que en su momento creyó conveniente separarlo hoy diga que su pensamiento es válido”, es una de “esas reparaciones que Dios hace”.
De forma inmediata, al leer sólo estas líneas introductorias, me surgieron dos sentimientos-pensamientos a la vez. Por un lado, hablar de una “reparación de Dios” cuando se trataba, simplemente, de una actitud distinta tomada por una persona distinta en un tiempo distinto, me resultó un tanto presuntuoso. Y por otro, me sobrevino la sospecha de que esta misma jerarquía actual, muy probablemente no hubiese actuado de manera tan distinta a la de otrora si hubiese estado en aquel tiempo y en aquel lugar. Y esto no es por puro prejuicio. Es que salvo en rarísimas excepciones, las jerarquías no se han distinguido por alentar a los pioneros y enviados “a abrir caminos” como dirá Bergoglio un poco más adelante en su presentación. Hoy en cambio, “con el diario del lunes” y ya conociendo los resultados del partido, todo se hace un poco más sencillo. Pero hay algo más que considero sumamente importante, y es que en este cambio de época, la validación acrítica de las categorías utilizadas por Tello para describir “la fe del pueblo humilde”, parece constituirse bastante más en una expresión de conservadurismo teológico que en una mirada de corte progresista como la que pudo tenerse en aquellos días.
Abro un pequeño paréntesis: para evitar malos entendidos, haré una aclaración de tipo semántica que me resulta pertinente. Cuando hablo de progresismo o de conservadurismo no estoy realizando, al menos de manera prioritaria y necesaria, una caracterización de tipo ideológica, sino algo mucho más básico y elemental. Con la palabra progresismo me refiero a la actitud (humana, vital, ética…) de ponerse en diálogo con la historia en búsqueda sincera y honesta de sus novedades. Con la palabra conservadurismo, me refiero a todo lo contrario, a la actitud (¿temerosa?) de validar y pretender conservar lo dado, lo establecido, lo instituido… El único cambio que suele buscarse desde las actitudes conservadoras, es el de volver a lo anterior, a lo que en una época funcionó, a las cebollas de Egipto. Cierro paréntesis.
Un entramado de discursos y de prácticas
¿Por qué me animo a afirmar que hoy, tomar sin más las categorías de la fe del pueblo humilde al modo como se asumieron y elaboraron a partir de fines de los ‘60 puede estar más cerca de una actitud conservadora que de un diálogo efectivo con la actualidad? Porque observo un entramado de situaciones, de gestos, de discursos y de prácticas que se manifiestan en ese sentido.
- a) En primer lugar, lo que se percibe es una contundente negación a introducir nuevas mediaciones epistémicas que habiliten a renovadas y sobre todo actualizadas interpretaciones de lo popular y de lo religioso en ese contexto. (La noción de símbolo, por ejemplo, ha quedado relegada a su identificación con cualquier signo o cosa. Sobre esto volveré más adelante). Importa destacar, que el aprecio del catolicismo popular ha sabido incluir como eje determinante la supervaloración de la intervención divina hasta el punto de negar –al menos en la praxis pastoral y muchas veces hasta en las reflexiones más académicas– la necesaria independencia y autonomía de lo creado. Se trata, ésta, de una cuestión más delicada o urticante que compleja, pero que igualmente merecería un tratamiento exclusivo que no cabe en estas líneas. Por tanto, baste ahora con señalar –y sin que esto represente ningún tipo de menosprecio hacia el universo humilde popular– que es ciertamente más fácil encontrar actitudes y afirmaciones providencialistas entre los más pobres que entre los menos. Y esto, los convierte en sujetos enormemente permeables a las teologías intervencionistas tan afectas a la mayor parte de la institución (entre otras cosas, porque sirve para validar la estructura jerárquico-piramidal). En este sentido, puede decirse que el aprecio por lo humilde-popular no emergería tanto de una valoración de lo humano que es donde efectivamente se encuentra la fuente constructiva de este modelo socio-religioso, como de la necesidad de sostener y conservar una concepción teológica que se encuentra asediada por un universo de cristianos y de teólogos cada vez mayor. Si así no fuese, la valoración de lo humano (pero no de “lo humano” en sentido abstracto sino de las personas concretas que viven, sufren, gozan, padecen, luchan…) conduciría inevitablemente a una profunda revisión de aspectos doctrinales, organizativos y conductuales que ciertamente no se verifica.
- b) En segundo lugar, esta ausencia –negación– de reflexión actualizante, pone de manifiesto que buena parte de la “valoración” del catolicismo popular surge de la necesidad de sostener el vínculo con el sector cuantitativamente más importante del cristianismo, mucho más allá, por lo tanto, del nivel de adhesión que efectivamente se tenga con ese modo de vivir y de expresar la fe. Es que, si a la actual huida sistemática de la tradicional feligresía ligada a las estructuras más cercanas a la institución y mayoritariamente de clase media (parroquias, movimientos, etc.), se le agregase el relegamiento, el desinterés o la desvaloración del modo humilde-popular de lo religioso, se debería estar dispuesto a aceptar una minimización de la institución eclesiástica de enormes proporciones. Es en esta línea, según lo veo, que también se ha imaginado y puesto en funcionamiento, por ejemplo, la misión bautismal en Buenos Aires.
- c) En tercer lugar, parece que aquella negación a incorporar nuevas mediaciones que revitalicen la reflexión, inhibe la capacidad de descubrir nuevas formas emergentes de vivencia cristiana; formas que, debido a su independencia de la estructura institucional, también deberían considerarse dentro de lo popular, aunque difieran de las tradicionales tanto en su estética como en algunos de sus contenidos creyentes. (Sólo para darles un mínimo de identificación, diremos que estas últimas han ido abandonando la matriz barroca, vigente hasta ayer nomás y muy cercana al formato eclesiástico, para asumir otra de corte postmoderno).
La inhibición de esa capacidad, se patentiza, entre otras cosas, en el tan mentado discurso por el que se sostiene que en el cristianismo popular se conserva el sentido trascendente de la vida en oposición –y hasta como “antídoto”, según Bergoglio en la alocución referida más arriba– al avance del secularismo.
Efectivamente, no puede negarse que el llamado sentido trascendente de la vida sea algo propio de la hondura humilde-popular. Pero lo que sí debe ponerse en entredicho, es que “el avance del secularismo” tenga las dimensiones que se le pretenden dar en ese tipo de discursos. Es que con la expresión “secularismo” se suele confundir –¿a propósito?– el secularismo propiamente dicho –que también existe, pero en muy menor escala– con el abandono crítico de las prácticas cristiano-católicas tradicionales.
Un punto que ha dejado en claro la Primera Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina (CEIL PIETTE, CONICET, 2008) es la muy relativa disminución cuantitativa de las personas creyentes contra la muy creciente independencia –cuantitativa y cualitativa– de los creyentes respecto de la institución eclesiástica. Según estos datos, plenamente fiables, no se estaría produciendo un significativo proceso secularista (agnosticismo, ateísmo, indiferencia…) tal como suele caracterizarlo la jerarquía, sino más bien, un nuevo posicionamiento creyente que se ubica por fuera o al margen de la institución católica, de sus prácticas y sus mandatos, pero que no reniega de su origen cristiano ni abandona su pertenencia vital al catolicismo. Así pues, el discurso al que hice referencia, se constituye en un mecanismo reaccionario por el que se desacreditan las nuevas búsquedas de lo trascendente –poniéndoles el despectivo mote de secularistas– cuando éstas critican o se resisten a las formas tradicionales. En contraposición a esto, conviene observar que hace cuarenta años –y hasta no hace mucho tiempo– valorar el catolicismo popular, implicaba reconocer, aceptar e incluso exigir, que no sólo era posible sino legítimo vivir y expresar la fe cristiano-católica de maneras diferentes a las reglamentadas por la institución, y eso resultaba trasgresor. Hoy, cambio de época mediante, esa tal valoración hecha con los mismos argumentos de otrora, no sólo ignora a los nuevos estilos populares emergentes, sino que se constituye en argumento para deslegitimarlos y negarles valor.
- d) En aquel entramado de situaciones que mencioné más arriba, también puede entreverse otra peculiar actitud conservadora vinculada al estilo o modo del ejercicio ministerial-sacerdotal: me refiero a una suerte de sutil y renovado clericalismo que se alimenta, según intuyo, de la acentuación de una de las características propias de la religiosidad popular del pueblo humilde. Ocurre que esta religiosidad, en su momento cultual o de expresión colectiva –que no es el único ni el más importante: mucho más importante es su experiencia y vivencia cotidiana de lo religioso– reclama intensamente la figura del sacerdote y ello, porque su acervo cultural no concibe un vínculo completo con lo divino sin mediación sacerdotal. La bendición del “padre” o “padrecito” suele ser requerida con tanta fruición como con carácter de necesidad. En la mayoría de las cosmovisiones americanas, las que se fusionaron con el catolicismo o mejor, las que lo fagocitaron, en términos de Rodolfo Kusch, no hay forma de ser bendito que no sea por medio del sacerdote (Ichuri, Yatiri, Machi, Payé, Amauta, Chamán…) y la bendición es determinante para la vida próspera y feliz.
Esta característica cultural, que incluye muchas otras expresiones por el estilo, se estaría convirtiendo en una suerte de refugio para la estima y el sentido sacerdotal en tiempos que ese sentido apuntaría a desvanecerse. Por tal motivo, resulta plenamente plausible considerar que la “valoración” de la piedad popular entendida exclusivamente al modo tradicional, esté en parte traccionada por resultar un ámbito acogedor y valorizante de la clericalidad. Ámbito en el cual, según se ve con suficiente claridad, buena parte de los presbíteros se dan el placer de ser considerados diferentes, imprescindibles, mejores… Y en los muchos casos en que no se verifican esos sentimientos de superioridad, al menos se descubren socialmente valorados en el cumplimiento de la “vocación” que decidieron abrazar, lo que no es poco.
De cosas y de símbolos
Mencioné más arriba que la noción de símbolo, central para el análisis de la religiosidad popular en cualquiera de sus formas, ha quedado relegada identificándose con cosa o, en el mejor de los casos, con un signo cualquiera. Lo que intento decir es que la pastoral popular –por ejemplo en los santuarios– a fuerza de diluir sus intuiciones fundantes y fundamentales, fue propiciando la cosificación de los símbolos habilitándolos como objetos con poder sobrenatural. No se trata de algo dicho explícitamente –salvo en pocos casos extremos como el del famoso Padre Ignacio que hasta hace beber agua bendita (¡!)– sino ambiguamente, puesto que no se dice, pero se hace. Y así, las imágenes, el agua bendita, las procesiones y peregrinaciones, la luz, las velas, los relicarios y todos los objetos u acciones que se fueron construyendo para descubrir y vivenciar en ellos y en ellas la presencia indecible de Dios, van cediendo su carácter simbólico deviniendo en una suerte de ídolos que no siempre se promocionan, pero con los cuales, casi siempre, se convive sin dificultad.
¿Qué ocurrió para que en tantos casos se pasase de un “tolerar” a un “promover” esos gestos populares que supieron ser tan criticados: tocar imágenes, pedir la aspersión de agua bendita y la bendición de objetos, prender velas, etc.? Si bien hay marcadas diferencias –no todos los agentes pastorales piensan ni actúan igual– percibo que con la promoción de esos gestos –a veces paroxísticos– se intenta acentuar el carácter devocionario y cultual de lo humilde-popular a efectos de retener y conservar una feligresía que siga necesitando de la presencia sacerdotal. No puedo afirmar que en todos los casos se dé la misma conciencia ni la misma voluntad instrumental, pero sí intuyo que esta intención atraviesa o sobrevuela gran parte de la práctica pastoral.
No hace mucho, conversando de estas cuestiones con un reconocido referente de la pastoral popular porteña, me dijo algo así: “No importa si prender una vela ayuda a que se cure alguna persona, lo importante es que hay muchas personas que sí lo creen, por eso no sólo hay que dejar que lo hagan, hay que proveerles las velas y un lugar en la iglesia para que las puedan prender”. ¿Por qué se pasa, en este caso, del tradicional criterio de “lo verdadero en sí” –que se hace regir en todos los frentes teológicos y morales– al de “lo verdadero para la subjetividad que lo afirma”? De acuerdo a mi observación no sería, propiamente, porque se valore y respete la subjetividad. Sino porque se estima que el ‘exceso’ de creencia, por llamarlo de algún modo, se convierte en útil para conservar tanto la feligresía como el modelo teológico que da sustento al poder eclesiástico. Si no se alimentaran esos ‘excesos’, hoy resultaría prácticamente imposible, por ejemplo, conseguir fieles que crean en el poder de la iglesia para otorgar indulgencias, práctica controvertida si las hay, que se repondrá en basílicas y santuarios durante este “año de la fe”.
Finalmente, aunque este asunto no se concluya en las breves líneas escritas, formulo una pregunta –casi a modo retórico– que resultaría una suerte de síntesis de esta inacabada reflexión: ¿podríamos afirmar, acaso, que la conceptualización y la praxis pastoral en torno a la religiosidad/piedad popular, ha devenido en una especie de refugio neoconservador renegando del carácter progresista-liberador con que fue imaginada en sus comienzos?
Todo hace pensar que sí; que viene resultando un lugar de posicionamiento para fogonear prácticas y convicciones que marchan a contrapelo del núcleo constitutivo de la religión del pueblo. Ésta se auto-construye desde abajo hacia arriba (y hacia los costados); se auto-construye desde lo humano a lo divino, en una relación que no se legitima ni en los dogmas ni en el visto bueno de la jerarquía eclesiástica sino en la experiencia del vínculo con Dios más allá de las formas concretas en que tal vínculo se establezca. Sin embargo, este estilo valorativo de la religiosidad popular al que nos estamos refiriendo, parece malversar esta cuestión fundamental, utilizando a la religión del pueblo para justificar una teología completamente inversa, la que va desde arriba hacia abajo; aquella por la cual, la institución eclesiástica ostenta el soberano poder de definir (delimitar) en qué debe creerse, cómo debe ser creído y de qué modo debe celebrarse aquello en que se cree. Y es por ello mismo, según observo, que ha desarrollado este estilo legitimatorio de la religiosidad popular. No por pluralismo sino para gobernar, incorporando a su propia lógica, este cuantioso universo creyente.
Hola!
El Artículo en el TABLÓN:
Jorge Gerbaldo: La conflictiva relación ente Iglesia y Psicoanálisis: http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-221132-2013-05-30.html
– “A comienzos del siglo pasado, frente a los ojos de la Iglesia Católica, el naciente psicoanálisis constituía una amenaza para la moral tradicional, el orden social, la inocencia de los niños, su seguridad.
– Los organismos de control eclesiástico se oponían de entrada a la difusión de las ideas freudianas, esas mismas ideas que la Iglesia instrumentaliza ahora para defender a la familia.-“
…
Confirmaría la Tesis en Teología del pueblo y religiosidad popular – Sergio Zalba, 18-Mayo-2013:
– Es importante el análisis con el que empieza Sergio: lo que en un cierto tiempo pudo ser revolucionario y rechazado por la Iglesia, después suele ser aceptado y utilizado como tapón conservador.-
……………………
¡Vamos todavía! – Oscar.
S.Z!
Yo soy de Boca y le pedono a Pancho la cargada,
Pero estoy dudando que se la haga a los Rojos (diablos) de Avellaneda, de donde soy oriundo, junto al Riachuelo.
¡Vamos todavía! – Oscar.
Sí Oscar Varela, muy de acuerdo con que tiene ‘aires triunfalistas’ (ojo que el texto que cité no es el de Medellín sino el de Puebla -fuertemente influyido por Lucio Gera- que, a mi gusto, es para este asunto el más profundo y completo de todos, incluyendo Aparecida)
Pero es que en aquellos años, eso no se percibía con tanta claridad. La idea del pluralimo, por ejemplo, aún no estaba tan clara como ahora. De allí que, entre otras cosas, tal como sugiero en mi nota, lo que ayer parecía progre, hoy resulte retranca y conservador.
(Este Bergoglio sí que la tiene clara…. Sabe que hay pocas cosas tan ‘populares’ como el fútbol y ahora aprece como el “papa futbolero” que hace bromas en la plaza San Pedro con el triunfo de San Lorenzo, 3 a 0 contra Boca. Antes nunca lo había visto en esa actitud…)
Gracias S.Z.!
Re-leído el Texto sobre Teol.Pop. de Medellín, le noto un cierto aire “triunfal” a la Evangelización propuesta ¿qué pensás?
oscar.
Hola Pepe: De modo que tu postulas que la aceptación de la superstición se debe a que da mejores dividendos económicos que la racionalidad. Claro, con la racionalidad se quedan sin curro los que hacen de interfase entre el cielo y la tierra, en cambio la superstición puede que rinda unos pesos.
La verdad es que el mundo vive del camelo, porque la realidad se construye con la imaginación de cada uno. Así me decía un experto en ventas y mercado: Tu no vendes vino, vendes ilusiones, status, incluso romance.
Quizás con las religiones se vende seguridad, es como una compañía de seguros, pero con mucho más cuento.
Te venden la sensación que Dios se preocupa por tí, que la Virgen es la gran madre que siempre te va a recojer cuando te caes. Y si de paso te han convencido que sufriste una caída, (la de Adán) de la cual eres culpable, te pasas la vida entera pidiendo disculpas, porque la divinidad tiene todo el derecho de cobrarte algo.
Entonces periódicamente se aparece la Virgen, recordándote lo mal que te has portado y cuanto tienes que rezar para que Dios no arrase con fuego el mundo y si alguien se mejora con esa fe ciega que generan los santuarios y las ganas de mejorarse, tu psiquis queda atrapada entre la culpa y el poder de las divinidades y el susto que te vayan a pisar como a una cucaracha.
Y si crees todo eso, eres buen cristiano.
En cambio si relees los Evangelios porque encuentras que Jesús dice algunas cositas que te hacen pensar, y dices:¡ Tipo inteligente! Se dio cuenta que el problema de la sociedad humana va por los defectillos emocionales del ego de las personas, que llevan a la dominación, al aprovechamiento y el abuso de algunos; entonces proclama un Reino , que es la idea de que el mundo puede ser mejor si agarramos la iniciativa y tratamos de cambiarlo por una sociedad alternativa., cambiando nosotros nuestra forma de vida, nuestra ética en el día a día. etc Ahí te acusan de querer transformar la iglesia en una ONG, y si eres teólogo o cura te dan una patada en el eperdi, o te mandan de párroco a Arkangel.
No es sencillo abrodar en pocas líneas la totalidad del universo, variopinto y hasta contradictorio que se incluye en la idea de “religiosidad popular”. Además, aunque existan fuertes similitudes en algunas de sus formas, no me parece del todo asimilable en el fondo, la religiosidad popular española/Europea y la de América Latina.
A quin le interese saber qué es lo que Bergoglio entiende por RP, como preguntaba Olga, les sugiero leer el doc de Puebla desde el Nº 448 hasta el 456. Esa es la teoría a la que el actual papa adhiere. Aquí les dejo un link que los lleva al texto del documento: http://www.clerus.org/clerus/dati/2004-06/30-15/aipueb1.html
No lo resolverá , Olga, puesto que los beneficios de hacer la vista gorda ( mirar para otra parte) les viene muy bien a las arcas clericales. En muchas ocasiones, el pueblo, domeñado por la ICAR, es ” más papista que el Papa”. Te cuento unas cosucas que lo demostrarán sobradamente. ( experiencias propias.)
En un pueblo lebaniego ( Vega de Liébana) había un párroco muy peculiar. Se llamaba Don Marcial y era famosísimo por su simpatía y también por lo ” tacos gordos” que solía soltar. ( agunos más gordos que lo que yo suelto por aquí.)
La sequía era demasiado perjudicial para los intereses de la mayoría de los vecinos. ( vivían de la agricultura y la ganadería)
Los vecinos-as . en su desesperación, acudieron a Don Marcial para insistirle que hiciese una procesión ( se llamaba ” rogativa”) pidiendo lluvia a no se qué Santo. El cura sabía que las ” rogativas” se habían prohibido en el Concilio Vaticano II y no sabía cómo escapar de la insistencia de las beatas. Encontró la fórmula más razonable y, a su estilo peculiar, les espetó:
–“” ¿ Cómo coño quieren que haga una ” rogativa” pidiendo lluvia, SI NO HAY NI UNA JODIDA NUBE EN EL CIELO?
( Es absolutamente real, incluidos los ” tacos”)
——
Cuando yo venía de vacaciones de Seminario ( los tres meses de verano) el cura de Potes, Don Felipe, me llamaba para que hiciese de monaguillo en celebraciones especiales. En el Vaticano se desarrollaba el famoso Concilio y lo que se decidía lo trasladaban a las parróquias y a los Seminarios religiosos. Aquel mismo curso nos enseñaron en el Seminario que ” las rogativas” no eran admitidas por las nuevas formas Conciliares.
La sequía era también insistente aquel año. ( puede que fuera el año 1964) Las beatas de Potes le insistieron a Don Felipe para que sacase a no se que Santo ( Creo que era San Vicente Ferrer) y lo subiese hasta la ermita de Valmayor ( patrona de Potes) para que le pidiese lluvia a la Virgen. Ante la insistencia, Don Felipe cedió y me llamó para que hiciese de monaguillo. ( pasando la cesta petitoria, principalmente)
Pensé que un cura de un pueblo tan retirado no conocería las nuevas normativas eclesiásticas y, muy ufano, le intenté informar de lo que a mí me habían enseñado ese mismo curso. La mirada que me echó me convenció de que me había tomado atribuciones que no me correspondían y ” zapatero a tus zapatos” me tragué la procesión rogatoria, donde pasé la cesta un montón de veces ( en cada parada que el cura hacía) en poco más de un kilómetro que dista la Iglesia de San Vicente y la ermita de Valmayor.
En aquel verano se me cayeron las ” legañas” espirituales. No volví a asistir a ninguna misa de Don Felipe y, cuando volví al Seminario, la rebeldía ( propia de la edad y consecuencia de sentirme engañado durante años) fue en aumento. Incluso me negué a ir a misa dentro del Seminario y, obviamente, me expulsaron cuando acabé aquel curso.
No volví a misa nunca en Potes ( salvo la misa de primera comunión de mi hermanita pequeña) y son contadísimas las veces que he vuelto a cualquier celebración religiosa. Las ” rogativas” siguen llevándose a cabo y, lo que ya no se , si las nuevas normativas clericales han cambiado las reglas para no perder el chollo de ” la cesta petitoria” y la ” santa inocencia” de los santos inocentes del Pueblo.
Salu2, pues.
PD: Supongo que huelga decir que la rogativa no sirvió para nada y la sequía siguió insistiendo tanto como la insistencia de quienes son ” más papistas que el Papa”
Creo que va a ser necesario que Bergoglio defina lo que él entiende por religiosidad popular. Como ser en Argentina existía una veneración a la Difunta Correa, que era una mujer que murió de sed con un hijo recien nacido en los brazos y este sobrevivió mamando. Entonces en las orillas de los caminos se veían lugares llenos de botellas de agua, expresión de esta veneración. Ahora veneran al Gauchito Gil, otro personaje que fue asesinado cerca de Mercedes, y le cuelgan papeles rojos. Ambos cultos están esparcidos por los caminos.
Me imagino que los camioneros son los principales promotores de estas veneraciones. Pero no tienen ninguna explicación que induzca a pensar que detrás hay un ejemplo de virtudes, o de santidad. Es un culto al ánima que anda vagando por los caminos, de modo que les haga bien y no mal., ya que con su trágico final puede que se haya quedado pegada en la tierra .
Estas son creencias populares, que las ánimas penan. ¿Caben dentro de la Teología Cristiana Católica?
Me da la impresión que la Iglesia acepta con bastante más soltura la idolatría y las supersticiones, que la intención de racionalidad de las personas. De modo que milagros y apariciones, ánimas en pena y amuletos, pueden pasar, pero si alguien recuerda algunos dichos de Jesús, y los lee con otros ojos que los oficiales, puede terminar de hereje.
Pongamos el asunto mirando otro tipo de espiritualidad: La música
Nos encontraremos con los mismos resultados y los mismos agentes. Pongo el ejemplo de mi tierruca:
En Reinosa hay una gran tradición RABELISTA. El Rabel es un instrumento musical popular ( sobre todo pastoril) que estuvo a punto de desaparecer por la persecución de la ICAR contra un instrumento que se utilizaba para acompañar coplas picarescas y de sencillez popular despreciado por los clérigos. Los juglares no eran bien vistos por el ” mester de clerecía” y la Iglesia llegó a ordenar cortar las manos a quien tocase o fabricase un rabel. Un ejemplo de copla montañesa acompañado con el rabel:
El cura que hay en Reinosa,
va al infierno de cabeza,
si el obispo no le pone
un candado en la bragueta,
————–
Alfonso Ahumada: (Estilo campurriano).
Será como tú lo dices, Honorio, pero yo no recuerdo haber celebrado nunca el ” solsticio de invierno y el del verano” . Me suena mucho más San Juan y la Navidad. Tampoco recuerdo a ningún pueblo del España que celebre los solsticios.
Sí recuerdo perfectamente que los Carnavales estuvieron prohibidos durante décadas en España , por ” consejo” de la santa madre iglesia. También recuerdo a la perfección mi llegada a Euzkadi en el año 1968. Por aquel entonces, ni Mari, ni Marijaia , ni las fiestas populares tenían el menor síntoma de paganismo. Fue en el año 1978 cuando surgió la famosa recuperación de Marijaia para la celebración de la Semana Grande de Bilbo.
Y, curiosamente, las ” diosa vasca” ES QUEMADA al finalizar las fiestas populares. Es lo que el PUEBLO hace con sus ” dioses-as”. Los ídolos deben ser quemados cuando han cumplido su cometido. Muy diferente a los que hacen las religiones tradicionales que queman a los humanos para mantener la propotencia de sus ” dioses”, vírgenes y demás “amuletos divinos”.
No te olvides, Honorio que, a Marijaia la llevan ( acompañada de las más altas autoridades de Bilbo) a Begoña para que presente sus respetos a la ” Amatxu” que ha suplantado la personalidad ” divina” de Mari. No es la Virgen de Begoña ( supuesta ” amatxu” de todos los vascos-as) quien baja al Arenal a saludar y presentar sus respetos a la auténtica ( por edad, dignidad y gobierno, como se decía antes) ” Madre Tierra” , representada por Mari. Es la TIERRA quien debe humillarse ante la imposición cristiana-católica que reside en un Palacio hecho por manos de hombres. ( Véase el capìtilo 18 del Libro de los Hechos)
Por lo tanto, sigo convencido de que el PUEBLO se fabrica sus propias necesidades de forma muy diferente a como se les ha impuesto por el cristianismo-catolicismo. ( y supongo que otras religiones habrán hecho algo similar; pero no me consuela)
Y, en definitiva, los propios Mandamientos que deberían regir las costumbres ( tradiciones) de los católicos-as hablan perfectamente claro de lo que se debería hacer con los ” ídolos”. El segundo Mandamiento ( creo recordar) PROHIBE taxativamente la fabricación de ídolos de oro, plata, bronce, madera, etc. ” No te hagas imágenes de nada que hay en los cielos””” ( o algo parecido)
Pues que baje dios y lo vea en España y en todo el mundo mundial… ( por algo lo sacaron del famoso ” Decálogo” presentado por la ICAR. )
La ” Teología Popular” duraría un máximo de una semana que duren las fiestas y como remate de los ” bacanales”…
¡¡¡ FUEGO A LOS IDOLOS !!!
Desde una perspectiva de multiculturalidad y de pluralismo religioso, parece evidente que las religiones y ritos sagrados anteriores al cristianismo fueron eliminados por la imposición de ritos cristianos más o menos apoyada por el Emperador y el Imperio Romano, y luego por los soberanos feudales de la Edad Media…
Ese mismo proceso se produjo con el Islam en el Norte de Africa: la cultura cristiana quedó aniquilada por la cultura musulmana que traían los árabes.
Aun así, creo que es correcto admitir que muchos ritos anteriores al cristianismo sobrevivieron: por ejemplo el Solsticio de verano, camuflado con las Hogueras de San Juan, o la Navidad, que camufla la celebración anterior del Solsticio de invierno.
En América, sobreviven multitud de ritos y creencias anteriores al cristianismo, tanto de los indígenas americanos como de los esclavos traídos desde Africa. Pensemos en la santería, por ejemplo. Pensemos en el culto a los antepasados. Entre los vascos subsiste la veneración por Mari de Anboto y los lugares donde se cree que ella se mueve son considerados sagrados. Por ejemplo Urkiola, Aitzgorri, Aralar…claro que todos ellos reciclados con nombres de Vírgenes y Santos, que soportan una dura competencia de Mari de Anboto y a veces salen perdiendo por goleada…
Yo creo que las culturas y las religiones que acompañan a esas culturas se suceden unas a otras en parte por imposiciones violentas, en parte por la evolución normal de nuestra forma de ser y de pensar y de nuestra relación con el medio natural y nuestro nivel de tecnología. Y lo que procedería en este terreno es revestirnos de una gran dosis de tolerancia y respeto a las ideas y costumbres de todos los pueblos y de todas las personas.
Y por supuesto tener muy en cuenta que la verdadera religión, según Santiago y los santos evangelios, está en la práctica de las Ocho Bienaventuranzas, la fraternidad y la solidaridad universal. De los ritos habría que recordar aquello que dijo Jesús a la Samaritana, sobre el Monte Garizin o Jerusalén: los verdaderos adoradores adorarán a Dios en espíritu y en verdad…
En la idea general, Ana, sí parece que estamos de acuerdo; pero el matiz que he resaltado ( tú dices que la religiosidad popular nace del pueblo y yo digo que no) es necesario dejarlo perfectamente claro.
Como argumento probatorio, consideremos las mayores manifestaciones religiosas: Navidad, San Juan, Semana Santa…
Todas ellas han avasallado celebraciones populares muy anteriores al cristianismo. Se repite sistemáticamente el avasallamiento de la religión católica ( cristiana) a culturas arraigadas en los pueblos durante siglos y milenios. Y en su mayoría, han sido IMPUESTAS a sangre y fuego.
Aclarado lo cual, entro a comentar las experiencias “sacrosantas” de mi ìnclito pater ABAD, ABOGADO, PARROCO, CURA DE MAS DE 50 AÑOS EN EJERCICIO,ESCRITOR DE LIBROS DE MIL PAGINAS, CONTRATADO POR EL EJERCITO EN SU EPOCA “CATALANA”, ETC, ETC, ETC…
Naturalmente nuestras experiencias son tan sumamente contradictorias que es imposible ver las cosas del mismo modo.
Pero habrá que contar OTRAS REALIDADES para que nuestros contertulios-as puedan posicionarse según el criterio de cada cual. Unos argumentos parten del PUEBLO y otros surgen directamente de la JERARQUIA eclesiástica. Que cada cual asuma como válidos los que más le convenzan.
Y como algunos también tenemos experiencias ( algunas de mejor olvido), sólo recordaré una experiencia de ” religiosidad popular” que ya he contado en otra ocasión en ATRIO:
Lo de Santo Toribio es para ponerse a mear y no echar ni gota, oigan… y yo soy testigo directo de la MENTIRA monumental que se impuso en Liébana respecto a Santo Toribio. A ver quién era el guapo que se atrevía a llevar la contraria a la Iglesia en un pueblo donde nació el mismísimo capitán Palacios ( héroe de la División Azul) y donde Franco acudía asíduamente a cazar. respirar aire puro y a joder a los ” rojos” más de lo que les había jodido durante 30 años.
Venga ya !!! ¿ religiosidad popular?… ¡¡ Y un cuerno !!!
Oscar, pienso que esta cuestión no se aclara contabilizando el tiempo que le dedicas, es más cuestión de actitud vital que incluye creencias indicativas de otros muchos aspectos personales. De hecho se le pueden dedicar muchas horas a actividades totalmente alineantes (como puede ser ver la televisión) y eso no indica que ayude a la realización personal.
Yo creo que la referencia a la “religiosidad popular” se refiere a aquella dimensión religiosa o sacral que uno lleva en el corazón y que ha recibido como una “herencia” familiar, o de la propia comunidad o región.
Que sea herencia no quiere decir que sea “irracional”, sino que ha ido germinando juntamente con el desarrollo personal humano/religioso. Posiblemente estos amores y sentires no son racionalizados, vienen generalmente por la vía del corazón, pero no por eso son espúreos y rechazables.
Esto hace que puedan estar adscritos a la religiosidad popular, tanto personas cultas como no tan cultivadas, teólogos e ignorantes, pobres y pudientes, peregrinos famosos y anónimos, personas religiosas y puede que no religiosas.
Y aquí ya cabe una importante distinción: para muchas personas, ya no se trata de religiosidad puramente dicha, sino de un mero costumbrismo, folklore o “folixa”, como dicen por Asturias, mientras que para otros se trata de una expresión o canalización de una fe vivida. Por el contrario, habla Ana Rodrigo con acierto de ciertas “manifestaciones religiosas”, que con frecuencia son utilizadas espúreamente como un escaparate de propaganda y exhibición. Y sobran pruebas evidentes.
Por hablar de experiencias personales, que es la mejor manera de explicar las cosas: yo conozco muy de cerca y con visitas muy frecuentes dos centros muy importantes de religiosidad popular, que son los santuarios de la Virgen de Covadonga (en Asturias, donde vivo) y de la Virgen del Camino, (en León, de donde soy natural).
Tengo recuerdos gratísimos de mi infancia, de haber subido incontables veces con mis padres a rezar a la Virgen del Camino: pero la Virgen del Camino era alguien de casa, alguien propio nuestro, no era un fetiche arrogante y milagrero. Subíamos andando desde León los seis kilómetros que separan a la ciudad del santuario entre bromas, rezos y robos de uvas sobre todo en octubre. Siempre fui a rezar y a comer en familia la “merienda”. La Virgen del Camino es un santuario de una gran pureza litúrgica y teológica, regido por los Padres Dominicos que tienen allí mismo una casa de Espiritualidad. Y la Virgen del Camino es una dolorosa que tiene en su regazo a Jesús muerte y descendido de la cruz, no es una Virgen solitaria, lleva en sí a Jesús y nos lleva a nosotros a Jesús. Al estar atendido por una comunidad de frailes, siempre había una gran facilidad para las personas que quisieran acercarse al sacramento de la reconciliación.
“Subir a Covadonga” es una “obligación moral, (creyente o no creyente) y ciudadana para todo asturiano”. Allí te encontrarás que siempre hay gente rezando en la “gruta de Covadonga”. El Cabildo de Covadonga se ha preocupado de mantener una línea de atenciones religiosas seria y limpia de gangas mágicas (con perdón). El día 8 septiembre se celebra la fiesta de Covadonga precedida de una novena muy interesante: cada día de la novena se encarga de organizarla (predicación incluida) a diversas vicarías o parroquias de la Diócesis: así cada parroquia o vicaría peregrina a Covandonga el día que le toca y es una jornada de comunión y renovación comunitaria.
Yo soy un acérrimo defensor de la religiosidad popular, al menos de la que yo conozco, que es la que he descrito someramente. De hecho, las casas de la Virgen del Camino en León y de la Virgen de Covadonga en Asturias más que centros de religiosidad popular, son verdaderamente centros de espiritualidad. Covandonga tiene, además, la gran ventaja de estar situada en un paraje de extremada belleza, con unas montañas y pasajes que purifican el alma y alivian el espíritu. Están Udes. invitados.
Creo que al final, el verdadero problema está en deslindar lo que es verdadera religiosidad y lo que es costumbre, pura tradición inerte o simplemente folklore.
Postdata a María Pilar.
Me dices en tu entrada 20-Mayo-2013 – 21:36 pm:
“Me sorprende Luis G. M.:
Unas veces encantador, cercano… ¿sincero?
Pero una y otra vez, sale la ironía pura y dura precisamente cuando se tocan temas que a muchas personas nos levantan ampollas…”
Tienes razón, querida amiga:
Sincero soy siempre, lo que pasa y lo sé, es que soy una calamidad…
Tengo que ir abandonando mis malos hábitos…(no me refiero a la sotana….que no uso).
Gracias y un abrazo.
Hola!
Pensando que esto de la Religiosidad Popular merecería ser Evaluado en su Peso e Importancia en relación a las demás ACTIVIDADES que la Gente desarrolla en su vida concreta, se me ocurrió hacer una PLANILLA de ENCUESTA ¿qué les parece?
(Nota: no sé cómo aparecerá en la Pantalla Atrio)
…………….
Asunto: R E L I G I O S I D A D P O P U L A R
Ensayo ESTADÍSTICO, o si se quiere, de MARKETING.
Estimar (y llenar las líneas punteadas) cuántas HORAS en UNA SEMANA (24hsx7días=161 hs.)
le dedica una persona promedio
en su País ……………………..
(según ACTIVIDAD y ZONA)
ZONAS
ACTIVIDADES
RURALES
Pueblos
(10.000 habitantes)
URBANAS
Ciudades
(más de 1 millón)
HIPER-URBANAS
Megalópolis
(10 millones o más)
OBLIGACIONES
Descanso – Trabajo
Estudio – Otras – etc.
………horas
………horas
………horas
RECREACIONES
Espectáculos – Deportes
Viajes – Culturales – etc.
………horas
………horas
………horas
RELIGIOSA
Institucional
………horas
………horas
………horas
Popular
………horas
………horas
………horas
T O T A L ————————— 161 horas 161 horas 161 horas
“-¿Por qué me animo a afirmar que hoy, tomar sin más las categorías de la fe del pueblo humilde al modo como se asumieron y elaboraron a partir de >( Pongamos cualquier fecha de nuestro cristiano calendario)< puede estar más cerca de una actitud conservadora que de un diálogo efectivo con la actualidad?
-Porque observo un entramado de situaciones, de gestos, de discursos y de prácticas que se manifiestan en ese sentido.”
A esta pregunta y respuesta que las considero esquemáticas del asunto que nos presenta el tema de la religiosidad particular, lo más coherente que puedo aportar es el histórico empeño religioso de prescindir del valor radical de la VERDAD del hecho humano de Jesús en tanto TESTIMONIO y MENSAJE, radicalizados en su Encarnación o Humanización a todos los efectos de su, y nuestra vida, terrenal.
Puede que el mensaje desde las conciencias de l*s discípul*s “¿Qué hacéis ahí contemplando el cielo?” He.I, 11, después de desaparecido Jesús de entre ellos, a pesar del aviso: “Os conviene que Yo me vaya”; y la experiencia de su ausencia material, esté en la causa de los permanentes rebrotes de aquella religiosidad con la que el ánsia de todo poder humano necesita respaldarse, asumiendo representatividad divina, y que necesariamente conduce a las múltiples formas idolátricas y falseamiento de los planes del Dios invisible sobre la Humanidad, desde el Paraiso hasta nuestros días.
El EMMANUEL = DIOS ENTRE NOSOTROS, fue y es JESÚS. Humanización de Dios y con Él tod*s l*s hij*s human*s que en el mundo recorremos el trayecto de nuestra vida natural.
Anteponer cualquier realidad sabática a la Humanidad es caer en incoherencia evangélica cristiana.
En ninguna cosa puede ser reconocida prioritariamente la presencia del Dios, que ni ojo vio, ni oído oyó, que en la Humanidad.
Por ello Jesús recurre a su testimonio ejemplar como VERDAD de referencia y señala con nitidez tanto el objetivo práctico de la búsqueda prioritaria del Reino del Padre (Hermandad Humana) y su Justicia, como su presencia en l*s más pequeñ*s de sus herman*s y la señal de pertenencia vital a su Discipulado, no en participaciones estructurales, ni en invocaciones falseadas: !Señor!¡Señor! ¡Padre>con un falso >”nuestro”!, sino en esta clarísima prueba: “En esto conocerán que sois discípul*s mi*s, en que os amáis l*s un*s a l*s otr*s.” Ju.XIII, 35.
Si la evangelización (Proclamación de la Buena Noticia para la Humanización de la Humanidad, se hubiera concretado en la prioridad del valor y dignidad personales, en vez de los poderes y sus aledaños de apariencias materiales, ni el cristianismo se hubiera implicado en los poderes terrenales, ni se hubieran desarrollado y potenciado las sacralidades personales o materiales, ni la religiosidad popular cristiana habría llegado a ser una alienación infantilista de complicidad conservadora con el poder patriarcal imperial o paternalista.
No me quedan nada de claro como define el nuevo papa la religiosidad popular. ¿Es la que no está organizada por la iglesia? Porque todas las manifestaciones cristianas, aunque ahora no lo parezca, fueron alguna vez organizadas desde la Iglesia. Y las que no, fueron absorbidas por la iglesia cambiando el nombre de los objetos de veneración dándoles una siginificación cristiana. Como ser en Cuba un porcentaje muy grande de la población practica la Santería. Este es un culto africano, con íconos cristianos, que son dioses africanos camuflados, e invocan fuerzas para manejar la voluntad de las personas, para protegerlas o destruirlas. Estas mismas personas van a misa o bautizan a los hijos. Lo mismo pasa en Brasil.
Mas cristianas son las Comunidades Eclesiales de Base, que parten del movimiento de la Teología de la Liberación, y quedan en manos de las personas porque la iglesia ha sido ambivalentes con ellas, y quedan como pequeñas comunidades que se reunen a comoartir una eucaristía. ¿Son consideradas religiosidad popular? El sistema de mandas, promesas a San Antonio, que antiguamente uno encontraba cabeza abajo en alguna casa para que mandara novio, Santa Rita la bendita etc ¿Es eso religiosidad? Digamos que invocar a los espíritus, los antepasados, hacer espiritismo etc ¿Es religiosidad? No lo digo en forma sarcástica por si acaso. Solo pregunto. Es como parte del folclore, pero debe ser bastante más viejo que el cristianismo.
Ahora, en lo personal no creo que la masa que practique esos ritos sea muy confiable como para afirmar una iglesia cristiana con un seguimiento de la ética cristiana y menos una institución con una estructura de calado profundo como la ICAR. Conocí un General de Aviación que entró en un tanque a La Moneda en 1973, y ahora mayorcito se trasladó a una casa de viejos con una Virgen del Carmen de tamaño natural, que siempre lo acompañaba.Es fácil andar con un rosario de amuleto en la izquierda y con una pistola en la derecha.
Olga, en España hay muchas, muchísimas manifestaciones de religiosidad popular que van desde la Semana Santa, en que todas las calles de ciudades y pueblos se llenan de pasos religiosos, pasando por las romerías, festividades de patrones y patronas de ciudades y pueblos en todo el territorio. La virgen del Pilar en Zaragoza, la de los Desamparados en Valencia, la de las Angustias en Granada, la Virgen del Mar en Almería, El Rocío de Huelva, la Virgen de la Cabeza en Jaén, San Isidro en Madrid, el Cristo de Medinaceli también en Madrid, que para poder besarle los pies no sé qué viernes del año la gente hace cola durante semanas de día y de noche, etc. etc. etc.
Mueven millones y millones de personas (y no todas creyentes), millones de toneladas de flores, miles de kilos de plata, oro y piedras preciosas, riqueza material sin límites; las y los devotos han acumulado tal cantidad de riquezas materiales entorno a estas vírgenes y sus museos particulares como para acabar con el hambre en el mundo si se pudiesen vender.
Yo no juzgo a las personas, quiero entender el fenómeno en sí mismo y no sé en referencia a qué, porque en estas manifestaciones cristianas no le veo parecido alguno con el evangelio, a no ser la sencillez y buena fe de muchísimas personas, pero, como dice Mª Pilar, lleno de magia y de dependencia de fuerzas extrañas.
Interesante pregunta la que formulas, Luis GM, si no fuese por la mala milk del sarcasmo que has sacado de tu habitual costumbre cuando te sitúas por encima del bien y del mal. (Mª Pilar, no te sorprendas, Luis de vez en cuando vuelve a las andadas)
Así y todo, me has hecho pensar en la posible respuesta o respuestas a tu pregunta. Porque no es una sola, sino que todas las respuestas que se han dado dan respuestas parciales y complementarias. Yo me acerco mucho a la que ha dado Sergio cuando dice: “Lo popular, en este caso, es lo que no se aviene a lo institucional. Que luego la institución eclesiástica valore o se apropie (según el caso) de la vivencia y expresiones populares del catolicismo, es otra cuestión.” No creo que tenga que ser precisamente cuestión de clases sociales ni de nivel cultural. En España la religiosidad popular se da en todo tipo de personas que conforman esas enfervorizadas multitudes.
Parece que la religiosidad popular es en España bastante potente, por lo que leo a los atrieros. En Chile, casi no existe de la forma descrita por ustedes, de montones de vírgenes con mantos que las pasean en procesión.
Aquí, lo poco que hay, son las romerías de enfermos que van a cumplir mandas o a hacer rogativas a una virgen o a un santo, en un pueblo específico el día de su celebración. En algunas partes, al norte, queda la costumbre incásica o aymara de bailarle a la virgen de la Candelaria el 2 de Febrero, donsde cofradías con distintos disfraces que ensayan el año completo, se despliegan como un carnaval. Virgen o Pachamama, la cosa es que se entretienen horrores bailando. Santa Rosa de Pelequén y San Sebastián de Yumbel también tienen su público, y no hablemos de San Expedito que es el santo patrono de las parroquias en quiebra. Y se me olvidaba la virgen del Carmen , Patrona de los Ejércitos de Chile, que con esos ahijados no le deben quedar muchos admiradores.
Aqui el pueblo urbano católico no tiene tradición o la perdió de esas devociones. Si en cambio son atraídos por las iglesias evangélicas, que absorben carismáticamente y con biblia en mano a muchos hogares humildes, porque son muy contenedores y muy sociables. Convencen a los varones que no se emborrachen, y las mujeres les están eternamente agradecidas. En las clases altas el beaterío está en el Schönstadt, el opus y los Legionarios. No hay ni procesiones, ni vírgenes ni nada.
¿Y los mapuches? Muchos se han hecho evangélicos. Muchos siguen su religión ancestral, que es más bien un animismo chamánico tan distinto al concepto judeo cristiano, que no se produce sincretismo ni ellos lo desean. Existe una pastoral mapuche, pero ahí los curas han aprendido que tienen que ayudar y respetar, y no intentar quitarles sus costumbres en forma irrespetuosa. Porque tradicionalmente llegaba el misionero, detracito llegaban los colonos a apoderarse de tierras, y al protestar los mapuches, intervenía el gobierno con sus militares para defender al misionero y a los colonos, y esta era la forma de apoderarse de sus tierras.
Me gustan mucho todo los aportes que he leído… Sólo quiero hacer un comentario sobre las palabras “pueblo” y “popular”.
Aquí, (en Argentina) se ha discutido muchísimo sobre esa cuestión, máxime, en el contexto filosófico-teológico de la teología del pueblo o telogía de la cultura, como también se la ha llamado.
En mi caso, junto a otros, cuando hablo de ‘religiosidad’ o de ‘catolicismo’ o de ‘cristianismo’ popular, no lo establezco ni en una perspectiva clasista (los pobres) ni en una perspectica educacional (los no-instruidos, los ‘brutos’). En mi concepción, el cristianismo popular es el que privilegia lo humano por sobre lo divino, es decir, el que vive y expresa su religiosidad/espiritualidad no desde los antojos/deseos de Dios, que se expresan por medio de la intitución/jerarquía, sino desde sus limitaciones y necesidades. Por ello, las expresiones populares del catolicismo huyen de lo preceptual y de las liturgias establecidas, para crear las propias liturgias (las populares). Lo popular, en este caso, es lo que no se aviene a lo institucional. Que luego la institución eclesiástica valore o se apropie (según el caso) de la vivencia y expresiones populares del catolicismo, es otra cuestión.
Así pues, toda religiosidad/espiritualidad que se construye por fuera y críticamente a la institucional, es popular. Históricamente, los principales y mayoritarios sujetos de este cristianismo, han sido los más pobres. Y esto puede traer confusión, pero en la actualidad existen otros cristianismos populares que se expresan de múltiples modos distintos. Al menos en nuestra región, los más pobres suelen gozar más de las multitudes y las expresiones colectivas. Los menos pobres, por su parte, suelen ser más individuales en su formas de alimento y expresión religiosa.
Puf! No quiero hacerlo más largo… pero lo veo por ahí.
Me sorprende Luis G. M.:
Unas veces encantador, cercano… ¿sincero?
Pero una y otra vez, sale la ironía pura y dura precisamente cuando se tocan temas que a muchas personas nos levantan ampollas…
Estoy del todo a tu lado Pepe y Honorio; tanta imaginería, más su vestuario, tronos etc. etc. ¿para?
En muchos casos para competir con el pueblo cercano, con los caciques con más poder, para seguir manteniendo una fe llena de mitos y magia.
Una imagen puede ser hermosa y recordarnos un hecho acaecido; admirarlas y pensar sobre todo: como la mano humana es capaz de tanta belleza, armonía, sentimiento…
Interpelarse: ¿Qué pensaría su autor mientras ponía en imagen algo importante acaecido a lo largo de la historia?
De eso a la casi “adoración a las imágenes” es una costumbre que ya las iglesias deberían ir ¡¡¡reformando!!! las antiguas ideas y ¡¡¡formando!!! desde el Mensaje claro y contundente de Jesús.
¡La hipocresía! No es maestra de nada; en su lugar, un poco de sensatez y humildad para reconocer los errores cometidos en el pasado, debería estar ¡ya! presenta en la formación de los cristianos… o no.
Quizá, eso nos daría una nueva mirada y quizá, muchas personas se sentirían atraídas por el Proyecto Nuevo y hermoso que el Galileo nos dejó.
Que yo sepa, pueblo es, la reunión de personas en un entorno físico=:
“Espacio-tierra-campo-ayuntamiento-centro de salud-escuela…”
Donde las personas que lo forman se reúnen para hacer (o así debería ser) la vida más justa, buena, solidaria y comunitaria…
Pero ¡Ah! los caciques o poderosos… no pueden con estas ideas, que antiguamente (ahora no lo sé, estoy fuera de las “barricadas… sobre todo por mi edad, no por haber abandono de lucha…”) se llamaban “comunistas”.
Ahora los espacios están abiertos a miles de “colores-sentires” y aún así…:
¡¡¡Las persiguen y anulan con su poder!!!
Solo hay que leer con atención las últimas leyes lanzadas sin consulta alguna y desoyendo el clamor del pueblo que dice, nos envían de nuevo a las cavernas.
Por supuesto, a pesar del buen papa Francisco, también las iglesias.
Tenemos que agradecer (como hace siglos) a las personas que siguen caminando por los senderos y en la casi oscuridad para poder llevar adelante de alguna manera las buenas propuestas que nos fueron entregadas.
Un gran abrazo a los dos Honorio y Pepe.
mª pilar-pili
Querido Honorio:
Leo en tu última entrada:”Todos hemos sido educados en una filosofía-teología concreta, y algunos hemos tenido los medios suficientes para someter esa teología-filosofía a un análisis más o menos profundo, mientras otros, acuciados por las necesidades materiales y la búsqueda agobiante del pan de cada día, apenas han podido reflexionar sobre lo que les habían adoctrinado y les siguen adoctrinando”.
Lo has dicho tú mismo: has establecido dos grupos perfectamente definidos:
a.- El primer sector está constituído por aquellas personas que han tenido una formación “clásica” pero han tenido medios para poder someter todo el bagaje de que habían sido dotados para realizar unos análisis más o menos profundos y, lógicamente, han abandonado los tacatacas trasnochados. Estas personas forman una parte muy importante del abigarrado paisaje de Atrio, con una indiscutible superioridad moral sobre el resto.
b.- Luego está el sector de quienes agobiados por las inaplazables necesidades y urgencias de cada día apenas si han podido reflexionar sobre lo que les habían adoctrinado y les siguen adoctrinando. En el contexto en que estamos hablando, estos últimos son los de “la religiosidad popular”. Esta es propia de “los adoctrinados”. Qué manía con la gente “adoctrinable”… Supongo que al establecer esta dicotomía se está hablando de la religiosidad popular versus religión culta.
Pues vaya una manera de solucionar el problema…
Ya se venía venir. Abundan comentarios muy graciosos referidos a los de la teología popular: “las masas poco instruidas y dadas a la reflexión”; “los borregos que asisten a semejantes atontamientos…”, “los sometidos a manipulación…”, los adoctrinados..”
No sé por qué será que me acuerdo ahora de aquella palabra de Jesús: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla…”
“Pueblo denostado y vilipendiado” “barroco, tontorolo”…En vez de preguntar lo que significa pueblo y aplicarle calificativos que se da por supuesto que le aplican algunos, creo que sería mejor intentar definir la palabra, su alcance, a quiénes se refiere, a quiénes no incluye.
Si definimos pueblo por el nivel de ingresos y medios de vida, hay muchas personas cultas que pertenecen a él, cada vez son más, dado el proceso de empobrecimiento progresivo que se está produciendo actualmente. Y entre los que peinamos canas, algunos tenemos estudios, pero nos hemos pasado la vida cobrando salarios de peones. Por ese lado podríamos considerarnos pueblo…
Si definimos pueblo por el nivel de estudios y acceso a la cultura, tal vez estaríamos más cerca del concepto que usa Zalba y que usan casi todos aquí. Todos hemos sido educados en una filosofía-teología concreta, y algunos hemos tenido los medios suficientes para someter esa teología-filosofía a un análisis más o menos profundo, mientras otros, acuciados por las necesidades materiales y la búsqueda agobiante del pan de cada día, apenas han podido reflexionar sobre lo que les habían adoctrinado y les siguen adoctrinando. Creo que Zalñba se refiere a ese sector social. La presión social, el respeto o temor reverencial a los que mandan y tienen la sartén del mango, cuenta también en orden a marcar las líneas de conducta de las gentes.
Así ocurre que hoy muchos votan a los que les oprimen, y ocurre que muchos aceptan como corderos criterios de una religiosidad alienante y milagrera. Tal vez el concepto de pueblo se aplica aquí a ese grupo. Aunque…entre los romeros del Rocío de estos días seguro que se han colado no pocos movidos más por el áfán de conseguir ganancias y beneficios monetarios que por ese que alguien llama “fe” “devoción”, etc. etc.
Y, ¿por qué no admitirlo? en ese pueblo dado a los ritos populares hay quizá un cierto sentido religioso innato a los seres humanos que da lugar a una praxis religiosa errónea, desenfocada, que es la que detectamos muchos de nosotros.
La solución no viene por el camino de la Ley Wert, desde luego. Educar al personal en la libertad, la responsabilidad, y la capacidad de opinar y tomar postura ante la v ida y la muerte y el mundo que nos rodea, es algo que podría proporcionarnos un sistema educativo que nos niegan los que tienen la sartén del mango
Pepe Sala a lo mejor exagera las sombras del panorama del pueblo, la fuerza de la manipulación de que es objeto. Pero no anda muy lejos de la realidad.
Curiosamente, nadie de los que escribe aquí (con una luminosa excepción, que es el autor del artículo) pertenece a “ese pueblo” tan denostado y vilipendiado. Es muy significativo que el “pueblo ese” son siempre “los otros”.
Conste que a mí eso del “pueblo” me hace mucha gracia… ¿qué es eso del pueblo? Pobre “pueblo” tan barroco él y tan “tontorolo” en manos de tan avispados “analistas/teólogos”.
Pepe, creo que decimos lo mismo. A mí tampoco me consuela que se dé en todos los continentes, únicamente hago una constatación de un hecho que está ahí, que se da en masas, que tiene poco o nada que ver con la religión, pero que la gentes lo buscan, lo mantienen, lo fomentan y no hay quién se oponga a estas manifestaciones, y que los clérigos de turno lo apoyan. Yo estuve trabajando en un pueblo, y el cura, profesor de religión del instituto, se oponía a la procesión del patrono del pueblo, entonces la organizó el pueblo y el cura terminó acompañando a la gente como uno más del pueblo.
Le oí a alguien esta definición de las procesiones, muy elocuente para dar a entender de que se trata.
-“Las procesiones son algo en lo que participa mucha gente, terminan donde empiezan, pero tod*s más cansad*s.
Hola!
No quisiera perder de vista que estos Asuntos “teológicos-eclesiales-pastorales” tienen el estigma de lo AUTORREFERENCIAL criticado por Bergoglio y aceptado por los Cardenales votantes.
A esta “auto-rreferencialidad” criticada ,Bergoglio la salva con un vector saliente a unas PERIFERIAS EXISTENCIALES.
Entiendo que el ámbito que abraza ese Vector (Pastoral-Evangelización) es válido dentro de lo RELIGIOSO.
Pero, me pregunto: ¿QUÉ PASA CON EL SECULARISMO?
Pienso que ese es el nivel de hondura donde se dirime HOY la problemática y VALIDEZ de todas esas “teologías-eclesiales-pastorales”.
Amplío, por lo tanto, las PERIFERIAS EXISTENCIALES lo que leo de S.Z, al Ambito de la Vida humana:
– “Pero lo que sí debe ponerse en entredicho, es que “el avance del secularismo” tenga las dimensiones que se le pretenden dar en ese tipo de discursos.”-
¡Vamos todavía! – Oscar.
Esto, mi querida Ana, no te lo crees ni tú:
“” Pepe, la religiosidad popular surge del pueblo,”…
La religiosidad del pueblo, desde los tiempos en que las religiones ni existían, las infunden, las imponen, las manejan y las canalizan los poderosos. ( LLámense Chamanes, Caciques, Reyes, Emperadores, Obispos, sacerdotes o Papas….)
Sobre todo, y especialmente, en los pueblos pequeños, donde todos nos conocemos y sabemos las consecuencias de no ” seguir las normas” del pueblo. Algunos nos atrevemos a ” no seguir las normas establecidas” ( entiéndase tradiciones); pero somo los menos y tenemos perfectamente claro que tendremos consecuencias sociales muy negativas por no seguir al ” rebaño”. De ello se encargan los-las feligreses-as de las diferentes parróquias y quien se atreva a criticar las tradiciones ” populares” tendrá que andarse con precaución ante la aplastante mayoría y PODER de quienes manejan los hilos de ” La Teología popular”. ( El propio autor de éste artículo tiene pruevas de lo que comento y yo mismo podría escribir un libro más gordo que el del Luis G- Morán sobre las consecuencias de no seguir las ” tradiciones” de vírgenes, santos, bautizos de hijos, aportes económicos para mantos de vírgenes, etc, etc, etc. ( la última vez que me invotaron a una reunión para ” hacerle un manto nuevo a la virgen de Latas ( Cantabria) resultó muy negativa para mi profesión de fontanero. Hasta la HIJA ( no sobrina, como decían por el pueblo) se dedicó durante bastante tiempo a visitar establecimientos públicos para que me hicieran el famoso ” boicot” que tan bien manejan las parróquias contra quienes no comulgan con sus ” teología popular”.
Ellos se quedaron sin fontanero y yo me he tenido que buscar la vida fuera de los contornos de la ” Viergen de Latas” y sus caciques manejados por LAS PARROQUIAS. ( No es exclusivo de mi Ayuntamiento. Me atrevo a asegurar que pasa lo mismo en el 90% de los pueblos pequeños de España. En las ciudades se reparte de forma diferente, pero el fenómeno de la ” teología popular” también arrasa. Mejor no recuerdo la Navidad y la Semana Santa.)
No me consuela, Ana, que el fenómeno se repita en Africa, Asia o Nueva Zelanda. Se supone que deberíamos avanzar un poco en la época de internet, donde ya se conocen otras formas de entender la vida. Con mis respetos a quienes gusten de asistir a las numerosísimas apariciones marianas ( y otros fenómenos similares) les solicito el mismo respeto para quienes no nos tragamos semejantes patrañas y nos dejen circular libremente por nuestras calles, nos dejen trabajar en nuestras profesiones sin ejercer el ” santo boicot” que tanto les gusta a los-as feligreses-as y QUE SE PAGUEN SUS PROPIOS GASTOS ESPIRITUALES.
¡¡ Coño, ya !!!
Pepe, la religiosidad popular surge del pueblo, y es apoyada y autorizada por los funcionarios de turno de las religiones, y digo de las religiones, porque no es exclusiva de la religión católica. Lo vemos en la India, en África, en el Islam, y dentro del cristianismo, existen en todos los continentes, sólo hace falta recordar a México y su virgen de Guadalupe.
Y aquí es donde radica para mí la dificultad de comprensión del fenómeno. Dices que estamos igual que en la época de Franco, yo diría que esto va en aumento galopante. Cuento otra anécdota personal: cuando yo comencé a veranear en Cabo de Gata donde no había teléfono, casi no había carretera (la cruzaban ramblas imposible de transitar cuando llovía), la electricidad era muy débil y la perdíamos con un vecino más que viniese, un pueblo pobre. La virgen, patrona del pueblo, estaba en consonancia con el pueblo, la sacaban en parihuelas, con vestidito corto y sencillo, y de vez en cuando, tiraban un cohete. Cuando hace doce años dejé de ir, la virgen iba en un trono despampanante, un manto bordado en oro de varios metros, costeado por donaciones voluntarias populares, los cohetes por centenares. Y esto lo ha conseguido, lo quiere y lo fomenta el propio pueblo. Creo que en todos los sitios es así.
Ah, y no se te ocurra menospreciar a la virgen de turno ante sus devotos, uf!!!, cómo la defienden…! Y van por millones sin que nadie los obligue.
¿Quiere esto decir que la religión está más fortalecida? Pues creo que no, ya que las personas que conforman estas multitudes, pasado el evento correspondiente, vuelven a sus vidas sin acordarse para qué le ha servido para mejorar sus vidas. Ahí tenemos a todo el famoseo del Rocío con sus manifestaciones hacia su virgen y que, al ser personajes públicos, conocemos sus vidas tan poco acordes con lo que un compromiso cristianos les exigiría.
Amigo Sergio: a mí me ocurre ese rechazo instintivo de textos y ritos y hábitos religiosos no solo con la religiosidad popular, también con los textos litúrgicos de las misas de los domingos, y con la interpretación de lox textos evangélicos que hacen los predicadores. O sea que el problema no lo tenemos solo con la religiosidad popular, lo tenemos con toda la pastoral.
Es un gran acierto tu texiss de que al proceso de secularización del personal no es tal como pretenden pintarlo los profesionales y funcionarios de la religión, sino simplemente una reivindicación de su derecho sagrado a vivir la religiosidad de una manera libre, responsable, autónoma.
La cosa viene de muy lejos, desde siempre los “funcionarios” de las instituciones han luchado más por salvar la institución de la que viven que en hacer valer el mensaje de esas instituciones.
Loa bueno es que tú lo dices con una claridad y agudeza meridianas. Gracias, Sergio!
Pues no te digo ” na”, Ana, sobre lo que pasa en El Rocio durante toda una semana.
El pueblo cerrado a cal y canto ( paran creyentes y ateos), 3000 guardias civiles vigilando que se cumpla a rajatabla el cerramiento, montones de policías ( pagados con dinero público y ATEO) sirviendo a la ” virgen”, a los obispos y a un Jefe de Estado extranjero, también llamado papa de los católicos-as, y una desverguenza de utilización de los medios informativos en favor de los mismos nombrados.
O sea, que en ésto tampoco hemos avanzado nada desde los buenos tiempos de procesiones encabezadas por los jefecillos falangistas, la gusrdia civil y el ejército. Bueno, en cabeza iba el cura y el monaguillo encargado de pasar la cesta de recaudación… Sólo falta Franco para ser llevado bajo el pálio teologal y ya estamos todos :
“” Perdona a tu pueblo, señor,
perdona a tu pueblo, perdónalo, señor…
No estés etarnamente enojado “” ( Bis, tres y treintamil…)
¡¡ Joder!!, con la ” teología popular”. Pues ya se lo podían pagar los borregos que asisten a semejantes atontamientos . Seguro que si lo que cuestan semejantes subidones ” espirituales” lo pagasen de sus bolsillos ( tanto guardias civiles como subvenciones públicas a mogollón) los Obispos no presumirían tanto de las asistencias masivas a tanta tontería.
Mientras sigan ” disparando con pólvora ajena”… ” ancha es Castilla”. (¿¿ Y Bergóglio no tiene nada que decir de semejantes aberraciones teológicas?? Pues debería comenzar por atender a los Evangelios y poner estas cosas a la luz de sus propios Estatutos teológicos.)
Bueno pues.
Interesante reflexión de Sergio de la que destaco el siguiente párrafo entre otros muchos de gran interés: “el ‘exceso’ de creencia, por llamarlo de algún modo, se convierte en útil para conservar tanto la feligresía como el modelo teológico que da sustento al poder eclesiástico. Si no se alimentaran esos ‘excesos’, hoy resultaría prácticamente imposible, por ejemplo, conseguir fieles que crean en el poder de la iglesia para otorgar indulgencias, práctica controvertida si las hay, que se repondrá en basílicas y santuarios durante este “año de la fe”.
Plantea, Sergio, muchas de las dudas que a mí me surgen respecto al fenómeno sociológico que implica la religiosidad popular. Además de lo dicho por Sergio, o incluso reafirmando sus tesis, diría que: a) la religiosidad popular existirían aunque no existiesen las religiones, si bien éstas las justifican y les dan “legitimidad” religiosa y/o espiritual. b) A las religiones les interesa no menospreciar esta masa de creyentes espontáneos, leales e insobornables para que, a su vez, mantengan viva la candela de la religión en nieles populares a los que los clérigos no podrían acceder por otras vías más “cultas”. Y c) El apoyo a estas manifestaciones religiosas consolida en el poder sobre múltiples aspectos, pero sobre todo, sobre las conciencias a los dirigentes religiosos, clérigos y laicos.
Pongo un ejemplo presenciado por mí el sábado pasado en Granada. El arzobispo de la ciudad organiza (y si no lo hace él, lo apoya y consiente) la Magna Mariana, que consistió en que procesionasen por las calles de la ciudad 33 imágenes de vírgenes con su respectivo boato, exhibición de riqueza en mantos, palios, candelabros, coronas de oro y piedras preciosas, etc. etc. Cada virgen iba acompañada de sus fervorosos y numerosos/as devotas, que eran muchos y muchas, en proporción parecida de hombres y mujeres, además de sus “capataces”, los que portaban estandartes, incensarios, bandas de música. El entusiasmos colectivo de esta porción de pueblo era desbordante con sus “vivas”, sus “guapa, guapa y guapa”, etc. etc., daba que pensar.
A todo esto hay que añadir la cantidad de público en la calle Dicen que 100.00 pweaonas), la ciudad paralizada no sólo para el tráfico sino incluso para las y los peatones que nos impedían poder transitar por la calle, el retraso del comienzo del partido de futbol local.
La prensa da fe del éxito de la convocatoria, me imagino lo contento que debe estar el obispo y gran parte del clero: tener toda la ciudad en su poder, saber de lo que es capaz un evento como éste, la respuesta que tuvo entre el pueblo, ¿Cómo no van a apoyar esta manifestación popular?
Hola Sergio Z!
Te entre-leo: mi reflexión socioteológica (sencilla, por cierto)–
¡Cuántos teólogos “famosos” no quisieran esa “sencillez“!
¡Vamos todavía! – Oscar.
Hola!
Leo de X.Gundín:
– “El esquema del proceso puede ser correcto”
OK! Ya en Biología se dice: “Toda Estructura impide/molesta crear Estructura” (“Struktur hemt Strukturbildung“).
También se habla de “Cultura culturata” y de “Cultura culturans“.
Es que toda realidad es TRANSITORIA (tran/sita – trans/grede – camina dando Pasos … o a veces Saltos); es “MODA”. ¿no? Por eso hay que “andar con cuidado … pero apretar frenos no suele ser SIEMPRE aconsejable!
¡Vamos todavía! – Oscar.
Zalba establece tres etapas en el proceso:
1ª) Nacimiento: aparece en la IC una propuesta renovadora que es resistida por el establishment de la institución.
2ª) Establecimiento: la proposta renovadora logra penetrar y ser aceptada por el establisment.
3ª) Adopción y perversión (por el establishment) de los términos de la propuesta original (para) diluir su contenido o utilizarlo como freno o tapón para otras propuestas… convirtiendose en un mecanismo reaccionario…
Mi parece:
1) El esquema del proceso puede ser correcto (muchas cosas pasan así, y no solo en la IC), aunque me parece que sería más propio hablar de pastoral que de religiosidad popular. Este es un problema que no se le presenta a la religiosidad de la gente, sino a la IC. Es esta quien encontrandose con dificultades de acceso a la gente, procura readaptar sus formas de presentación.
2)La inciativa está en la IC, es decir: al igual que las anteriores, la nueva forma pastoral funcionará de arriba hacia abajo (habrá sujeto y objeto de la pastoral; ya se sabe quienes). Aplicada con actitud aristocrática, que en este caso no será altiva, sino compasiva y amante de “lo popular”. Quizás use imágenes como “levadura en la masa”, pero su actuación se corresponderá más bien a la del cuco.
3) la nueva propuesta pastoral -elaborada para ser actual y más atractiva- parecerá en efecto renovadora con respecto a la anteriora.
4) Cualquier institución -no solo la IC- acostumbra a tener zonas alérgicas a toda innovación. En el caso de la IC esas zonas pueden ser muy grandes.
5) la nueva pastoral nace con vocación de ser adoptada por la IC. No nace fuera ni para irse, sino dentro, para establecerse y quedarse. Luego, ya desde el principio, el camino de la nueva pastoral está vinculado a la IC y su devenir predeterminado por esa vinculación. Como sea la IC en cada momento y lugar así será el devenir de la nueva pastoral.
¿Cómo se explicaría, pues, que la nueva pastoral se pervierta y haga reaccionaria una vez adoptada en sus términos por la IC?.
Bien, pues al hilo de la observación de Sergio, yo tambén querría hacer una observación. Por supuesto que me parece muy apreciable la espiritualidad de cualquier persona. Pero creo que su manifestación en lo que yo entiendo por “religiosidad popular” y, más aún, el empleo de esta religiosidad popular para vehicular socialmente la espiritualidad e implementar su pedagogía, me parece inhibidor del desarrollo espiritual. En el mejor de los casos, expresa algo, pero no conduce a nada.
Los muy apreciables comentarios que se hicieron, el de Olga, el de Gonzalo y el de Pepe, aunque muy diferentes entre sí, me motivaron a resaltar una brevísima cuestión personal: tengo en muy alta estima y siempre he valorado muchísimo a la religiosidad popular. Es más, allí se encuentra el nudo teórico-práctico donde se ha alimentado mi propia espiritualidad y el pozo del que ha bebido mi reflexión socioteológica (sencilla, por cierto) durante unos treinta años. Lo que hoy critico, no es ese modo de vivencia y de expresión religiosa, sino su apropiación y utilización para potenciar nuevos clericalismos/conservadurimos aunque de mañas muy antiguas. Eso sí que me resulta sumamente desleal, no sólo hacia la gente, sino también hacia teólogos como Tello, Gera o Scannone que en su momento debieron padecer todo tipo de críticas y persecusiones debido a sus ideas “revolucionarias”.
Pienso que la religiosidad popular es tan útil para el desarrollo espiritual como hacer crucigramas para adquirir cultura, o como hacer sudokus para aprender matemáticas.
Es muy probable que, como afirma el autor, la institución asimile en su favor las ideas que fueron progresistas pero actualmente pueden ser un freno a nuevos progresos. Eso ha hecho el capitalismo con los movimientos sociales. Sin embargo creo que el Pluralismo religioso debe respetar -y apreciar- la religiosidad popular, aunque algunos consideramos más actual -y más de futuro- una espiritualidad más laica y más pluralista. Si respetamos y apreciamos otras manifestaciones religiosas, como concreción de la espiritualidad en otras culturas, también debemos apreciar la religiosidad que enciende velas para pedir la curación de un ser querido. Más superticiosa aún fué la mujer que confió en la curación con sólo tocar la orla del vestido de Jesús. Encender una vela no produce mágicamente una curación, pero confiar en el amor desbordante de Dios puede producir -no sé si psicológica o providencialmente- la salud del espíritu y quizás también del cuerpo. Creo que debemos denunciar los intentos de la institución por frenar una espiritualidad no sujeta al poder jerárquico, como denunció Jesús las tradiciones religiosas que marginaban del sistema a los enfermos o a los que consideraban pecadores. Creo también que debemos apreciar -y aprender mucho de ella- una religiosidad popular, que quizás sea un tanto ingenua pero que puede ser tanto o más espiritual que otra más actual y racional. La espiritualidad será auténtica en la medida en que impulse a entregarse a los demás.
Me parece muy adecuado y certero tu análisis. Justamente, ayer, antes de conocer el artículo, estaba conversando con Oscar Varela, sobre la “teología popular” de Bergoglio, que a mi me olía absolutamente a una continuación de la embestida de la retórica emocional del Barroco contra los movimientos más racionalistas
de la Reforma.
En este caso el movimiento más racional sería la Teología de la Liberación, que pretende un cambio de paradigma usando la razón y la fe, mientras que la “teología popular” sería la contraofensiva de corte emocional, una especie de Barroco 2.0, que mantiene el paradigma, no toca las estructuras y es mucho más amable y digerible que el autoritarismo y dogmatismo y sobre protagonismo imperial de los últimos dos papas, que eran francamente insoportables como estilo.
Además , la teología popular parece estar diseñada para hacerle la pelea a las denominaciones cristianas de nuevo corte, esas que aparecen por todo el mundo con un éxito enorme, y que son una mezcla entre club de pertenencia, estilos carismáticos con mucha emoción y efectismo,y un conservadurismo literal bíblico, muy del gusto de las masas poco instruidas y poco dadas a la reflexión.
Precisamente el estímulo a la reconfiguración de las cofradías, organizaciones muy del estilo barroco, por parte de Bergoglio, confirma que este estilo es su inspiración.
Quizás con esta estrategia, la Iglesia gane en número de adherentes en ciertos estratos sociales, aunque eso está por verse en las nuevas generaciones, que tienen otros focos de interés. Porque nadie va a una procesión teniendo en casa la TV con partidos de football y telenovelas. Y pocos hacen caso a prédicas, ni siquiera de sus padres, teniendo Internet en casa.
Pero los problemas internos de la Iglesia, que brotan de su estructura y organización basada en un paradigma añejo y en una negación al autoconocimiento, pueden jugarle una mala pasada en los estratos más educados e informados, si no logra o no se decide a ponerlos en carpeta.
Me refiero a la participación femenina en el pensamiento y manejo de la organización, el celibato obligatorio de los curas, la descentralización del poder y reivindicación del papel de los obispos y sus comunidades, al uso de los teólogos y científicos como pensadores, moderadores y asesores en la inserción en el mundo y por último la asociación de facto con el capitalismo financiero y la banca.
Este cocktail de problemas, puede hacerle estallar el sistema.