¿Quién lo iba a pensar? Cuando tomé la pronta decisión de renunciar a mis cargos honoríficos en mi 85º cumpleaños, supuse que el sueño que llevaba albergando durante décadas de volver a presenciar un cambio profundo en nuestra Iglesia como con Juan XXIII nunca llegaría a cumplirse en lo que me quedaba de vida.
Y, mira por dónde, he visto cómo mi antiguo compañero teológico Joseph Ratzinger —ambos tenemos ahora 85 años— dimitía de pronto de su cargo papal, y precisamente el 19 de marzo de 2013, el día de su santo y mi cumpleaños, pasó a ocupar su puesto un nuevo Papa con el sorprendente nombre de Francisco.
¿Habrá reflexionado Jorge Mario Bergoglio acerca de por qué ningún papa se había atrevido hasta ahora a elegir el nombre de Francisco? En cualquier caso, el argentino era consciente de que con el nombre de Francisco se estaba vinculando con Francisco de Asís, el universalmente conocido disidente del siglo XIII, el otrora vivaracho y mundano vástago de un rico comerciante textil de Asís que, a la edad de 24 años, renunció a su familia, a la riqueza y a su carrera e incluso devolvió a su padre sus lujosos ropajes.
Resulta sorprendente que el papa Francisco haya optado por un nuevo estilo desde el momento en el que asumió el cargo: a diferencia de su predecesor, no quiso ni la mitra con oro y piedras preciosas, ni la muceta púrpura orlada con armiño, ni los zapatos y el sombrero rojos a medida ni el pomposo trono con la tiara. Igual de sorprendente resulta que el nuevo Papa rehúya conscientemente los gestos patéticos y la retórica pretenciosa y que hable en la lengua del pueblo, tal y como pueden practicar su profesión los predicadores laicos, prohibidos por los papas tanto por aquel entonces como actualmente. Y, por último, resulta sorprendente que el nuevo Papa haga hincapié en su humanidad: solicita el ruego del pueblo antes de que él mismo lo bendiga; paga la cuenta de su hotel como cualquier persona; confraterniza con los cardenales en el autobús, en la residencia común, en su despedida oficial; y lava los pies a jóvenes reclusos (también a mujeres, e incluso a una musulmana). Es un Papa que demuestra que, como ser humano, tiene los pies en la tierra.
Todo eso habría alegrado a Francisco de Asís y es lo contrario de lo que representaba en su época el papa Inocencio III (1198-1216). En 1209, Francisco fue a visitar al papa a Roma junto con 11 hermanos menores (fratres minores) para presentarle sus escuetas normas compuestas únicamente de citas de la Biblia y recibir la aprobación papal de su modo de vida “de acuerdo con el sagrado Evangelio”, basado en la pobreza real y en la predicación laica. Inocencio III, conde de Segni, nombrado papa a la edad de 37 años, era un soberano nato: teólogo educado en París, sagaz jurista, diestro orador, inteligente administrador y refinado diplomático. Nunca antes ni después tuvo un papa tanto poder como él. La revolución desde arriba (Reforma gregoriana) iniciada por Gregorio VII en el siglo XI alcanzó su objetivo con él. En lugar del título de “vicario de Pedro”, él prefería para cada obispo o sacerdote el título utilizado hasta el siglo XII de “vicario de Cristo” (Inocencio IV lo convirtió incluso en “vicario de Dios”). A diferencia del siglo I y sin lograr nunca el reconocimiento de la Iglesia apostólica oriental, el papa se comportó desde ese momento como un monarca, legislador y juez absoluto de la cristiandad… hasta ahora.
Pero el triunfal pontificado de Inocencio III no solo terminó siendo una culminación, sino también un punto de inflexión. Ya en su época se manifestaron los primeros síntomas de decadencia que, en parte, han llegado hasta nuestros días como las señas de identidad del sistema de la curia romana: el nepotismo, la avidez extrema, la corrupción y los negocios financieros dudosos. Pero ya en los años setenta y ochenta del siglo XII surgieron poderosos movimientos inconformistas de penitencia y pobreza (los cátaros o los valdenses). Pero los papas y obispos cargaron libremente contra estas amenazadoras corrientes prohibiendo la predicación laica y condenando a los “herejes” mediante la Inquisición e incluso con cruzadas contra ellos.
Pero fue precisamente Inocencio III el que, a pesar de toda su política centrada en exterminar a los obstinados “herejes” (los cátaros), trató de integrar en la Iglesia a los movimientos evangélico-apostólicos de pobreza. Incluso Inocencio era consciente de la urgente necesidad de reformar la Iglesia, para la cual terminó convocando el fastuoso IV Concilio de Letrán. De esta forma, tras muchas exhortaciones, acabó concediéndole a Francisco de Asís la autorización de realizar sermones penitenciales. Por encima del ideal de la absoluta pobreza que se solía exigir, podía por fin explorar la voluntad de Dios en la oración. A causa de una aparición en la que un religioso bajito y modesto evitaba el derrumbamiento de la Basílica Papal de San Juan de Letrán —o eso es lo que cuentan—, el Papa decidió finalmente aprobar la norma de Francisco de Asís. La promulgó ante los cardenales en el consistorio, pero no permitió que se pusiera por escrito.
Francisco de Asís representaba y representa de facto la alternativa al sistema romano. ¿Qué habría pasado si Inocencio y los suyos hubieran vuelto a ser fieles al Evangelio? Entendidas desde un punto de vista espiritual, si bien no literal, sus exigencias evangélicas implicaban e implican un cuestionamiento enorme del sistema romano, esa estructura de poder centralizada, juridificada, politizada y clericalizada que se había apoderado de Cristo en Roma desde el siglo XI.
Puede que Inocencio III haya sido el único papa que, a causa de las extraordinarias cualidades y poderes que tenía la Iglesia, podría haber determinado otro camino totalmente distinto; eso habría podido ahorrarle el cisma y el exilio al papado de los siglos XIV y XV y la Reforma protestante a la Iglesia del siglo XVI. No cabe duda de que, ya en el siglo XII, eso habría tenido como consecuencia un cambio de paradigma dentro de la Iglesia católica que no habría escindido la Iglesia, sino que más bien la habría renovado y, al mismo tiempo, habría reconciliado a las Iglesias occidental y oriental.
De esta manera, las preocupaciones centrales de Francisco de Asís, propias del cristianismo primitivo, han seguido siendo hasta hoy cuestiones planteadas a la Iglesia católica y, ahora, a un papa que, en el aspecto programático, se denomina Francisco: paupertas (pobreza), humilitas (humildad) y simplicitas (sencillez).
Puede que eso explique por qué hasta ahora ningún papa se había atrevido a adoptar el nombre de Francisco: porque las pretensiones parecen demasiado elevadas.
Pero eso nos lleva a la segunda pregunta: ¿qué significa hoy día para un papa que haya aceptado valientemente el nombre de Francisco? Es evidente que tampoco se debe idealizar la figura de Francisco de Asís, que también tenía sus prejuicios, sus exaltaciones y sus flaquezas. No es ninguna norma absoluta. Pero sus preocupaciones, propias del cristianismo primitivo, se deben tomar en serio, aunque no se puedan poner en práctica literalmente, sino que deberían ser adaptadas por el Papa y la Iglesia a la época actual.
1. ¿Paupertas, pobreza? En el espíritu de Inocencio III, la Iglesia es una Iglesia de la riqueza, del advenedizo y de la pompa, de la avidez extrema y de los escándalos financieros. En cambio, en el espíritu de Francisco, la Iglesia es una Iglesia de la política financiera transparente y de la vida sencilla, una Iglesia que se preocupa principalmente por los pobres, los débiles y los desfavorecidos, que no acumula riquezas ni capital, sino que lucha activamente contra la pobreza y ofrece condiciones laborales ejemplares para sus trabajadores.
2. ¿Humilitas, humildad? En el espíritu de Inocencio, la Iglesia es una Iglesia del dominio, de la burocracia y de la discriminación, de la represión y de la Inquisición. En cambio, en el espíritu de Francisco, la Iglesia es una Iglesia del altruismo, del diálogo, de la fraternidad, de la hospitalidad incluso para los inconformistas, del servicio nada pretencioso a los superiores y de la comunidad social solidaria que no excluye de la Iglesia nuevas fuerzas e ideas religiosas, sino que les otorga un carácter fructífero.
3. ¿Simplicitas, sencillez? En el espíritu de Inocencio, la Iglesia es una Iglesia de la inmutabilidad dogmática, de la censura moral y del régimen jurídico, una Iglesia del miedo, del derecho canónico que todo lo regula y de la escolástica que todo lo sabe. En cambio, en el espíritu de Francisco, la Iglesia es una Iglesia del mensaje alegre y del regocijo, de una teología basada en el mero Evangelio, que escucha a las personas en lugar de adoctrinarlas desde arriba, que no solo enseña, sino que también está constantemente aprendiendo.
De esta forma, se pueden formular asimismo hoy día, en vista de las preocupaciones y las apreciaciones de Francisco de Asís, las opciones generales de una Iglesia católica cuya fachada brilla a base de magnificentes manifestaciones romanas, pero cuya estructura interna en el día a día de las comunidades en muchos países se revela podrida y quebradiza, por lo que muchas personas se han despedido de ella tanto interna como externamente.
No obstante, ningún ser racional esperará que una única persona lleve a cabo todas las reformas de la noche a la mañana. Aun así, en cinco años sería posible un cambio de paradigma: eso lo demostró en el siglo XI el papa León IX de Lorena (1049-1054), que allanó el terreno para la reforma de Gregorio VII. Y también quedó demostrado en el siglo XX por el italiano Juan XXIII (1958-1963), que convocó el Concilio Vaticano II. Hoy debería volver a estar clara la senda que se ha de tomar: no una involución restaurativa hacia épocas preconciliares como en el caso de los papas polaco y alemán, sino pasos reformistas bien pensados, planificados y correctamente transmitidos en consonancia con el Concilio Vaticano II.
Hay una tercera pregunta que se planteaba por aquel entonces al igual que ahora: ¿no se topará una reforma de la Iglesia con una resistencia considerable? No cabe duda de que, de este modo, se provocarían unas potentes fuerzas de reacción, sobre todo en la fábrica de poder de la curia romana, a las que habría que plantar cara. Es poco probable que los soberanos vaticanos permitan de buen grado que se les arrebate el poder que han ido acumulando desde la Edad Media.
El poder de la presión de la curia es algo que también tuvo que experimentar Francisco de Asís. Él, que pretendía desprenderse de todo a través de la pobreza, fue buscando cada vez más el amparo de la “santa madre Iglesia”. Él no quería vivir enfrentado a la jerarquía, sino de conformidad con Jesús obedeciendo al papa y a la curia: en pobreza real y con predicación laica. De hecho, dejó que los subieran de rango a él y a sus acólitos por medio de la tonsura dentro del estatus de los clérigos. Eso facilitaba la actividad de predicar, pero fomentaba la clericalización de la comunidad joven, que cada vez englobaba a más sacerdotes. Por eso no resulta sorprendente que la comunidad franciscana se fuera integrando cada vez más dentro del sistema romano. Los últimos años de Francisco quedaron ensombrecidos por la tensión entre el ideal original de imitar a Jesucristo y la acomodación de su comunidad al tipo de vida monacal seguido hasta la fecha.
En honor a Francisco, cabe mencionar que falleció el 3 de octubre de 1226 tan pobre como vivió, con tan solo 44 años. Diez años antes, un año después del IV Concilio de Letrán, había fallecido de forma totalmente inesperada el papa Inocencio III a la edad de 56 años. El 16 de junio de 1216 se encontraron en la catedral de Perugia el cadáver de la persona cuyo poder, patrimonio y riqueza en el trono sagrado nadie había sabido incrementar como él, abandonado por todo el mundo y totalmente desnudo, saqueado por sus propios criados. Un fanal para la transformación del dominio en desfallecimiento papal: al principio del siglo XIII, el glorioso mandatario Inocencio III; a finales de siglo, el megalómano Bonifacio VIII (1294-1303), que fue apresado de forma deplorable; seguido de los cerca de 70 años que duró el exilio de Aviñón y el cisma de Occidente con dos y, finalmente, tres papas.
Menos de dos décadas después de la muerte de Francisco, el movimiento franciscano que tan rápidamente se había extendido pareció quedar prácticamente domesticado por la Iglesia católica, de forma que empezó a servir a la política papal como una orden más e incluso se dejó involucrar en la Inquisición.
Al igual que fue posible domesticar finalmente a Francisco de Asís y a sus acólitos dentro del sistema romano, está claro que no se puede excluir que el papa Francisco termine quedando atrapado en el sistema romano que debería reformar. ¿Es el papa Francisco una paradoja? ¿Se podrán reconciliar alguna vez la figura del papa y Francisco, que son claros antónimos? Solo será posible con un papa que apueste por las reformas en el sentido evangélico. No deberíamos renunciar demasiado pronto a nuestra esperanza en un pastor angelicus como él.
Por último, una cuarta pregunta: ¿qué se puede hacer si nos arrebatan desde arriba la esperanza en la reforma? Sea como sea, ya se ha acabado la época en la que el papa y los obispos podían contar con la obediencia incondicional de los fieles. Así, a través de la Reforma gregoriana del siglo XI se introdujo una determinada mística de la obediencia en la Iglesia católica: obedecer a Dios implica obedecer a la Iglesia y eso, a su vez, implica obedecer al papa, y viceversa. Desde esa época, la obediencia de todos los cristianos al papa se impuso como una virtud clave; obligar a seguir órdenes y a obedecer (con los métodos que fueran necesarios) era el estilo romano. Pero la ecuación medieval de “obediencia a Dios = obediencia a la Iglesia = obediencia al papa” encierra ya en sí misma una contradicción con las palabras de los apóstoles ante el Gran Sanedrín de Jerusalén: “Hay que obedecer a Dios más que a las personas”.
Por tanto, no hay que caer en la resignación, sino que, a falta de impulsos reformistas “desde arriba”, desde la jerarquía, se han de acometer con decisión reformas “desde abajo”, desde el pueblo. Si el papa Francisco adopta el enfoque de las reformas, contará con el amplio apoyo del pueblo más allá de la Iglesia católica. Pero si al final optase por continuar como hasta ahora y no solucionar la necesidad de reformas, el grito de “¡indignaos! indignez-vous!” resonará cada vez más incluso dentro de la Iglesia católica y provocará reformas desde abajo que se materializarán incluso sin la aprobación de la jerarquía y, en muchas ocasiones, a pesar de sus intentos de dar al traste con ellas. En el peor de los casos —y esto es algo que escribí antes de que saliera elegido el actual Papa—, la Iglesia católica vivirá una nueva era glacial en lugar de una primavera y correrá el riesgo de quedarse reducida a una secta grande de poca monta.
Traducción de News Clips / Paloma Cebrián.
No resto importancia a la lógica de todas las cosas que se manifiesta en los últimos comentarios, porque se desprenden de un análisis de la realidad y de la historia. ( incluso con sus valoraciones)
Desde la angustia no se puede hacer una reflexión serena, pero no creo que ése sea el caso.
Lo primero que destaco es que los intervinientes lo están haciendo desde la responsabilidad. Y en ello abundo. Cada cual ha sacado sus propias conclusiones, quizás despues de muchos años de vida.
Nuestra responsabilidad es doble.
Formamos parte de diversos grupos o comunidades, intervenimos cuando podemos para expresar nuestros pensamientos. Porque nos construimos a nosotros mismos como personas. Forma parte de nuestra biología.
Tambien tenemos una responsabilidad ante la sociedad ( vista en su sentido histórico, en su recambio generacional).
El siglo XVIII fue el del despertar de la conciencia con el descubrimiento de que la humanidad no dependía de fuerzas ciegas e incontrolables, que conducían a los humanos – desde fuera –
Fue el siglo de la Iluminación, y la cultura ( la Ilustración) nos maduró,que se socializó haciendo de esta misma cultura el patrimonio más preciado de los seres humano. Fue una gran conquista.
Somos ahora los protagonistas de una neva era, la del conocimiento, que se nos brinda con el soporte mundial de unos medios de información casi ilimitados. Información que debemos transformar en conocimiento.
Ahora tenemos por primera vez en la historia la oportunidad de que en una misma generación, logremos cavar en lo más hondo, poniendo a nivel del intelecto las fuerzas, las corrientes más profundas que mueven el pensamiento social. Somos herederos de nosotros mismos en el pensamiento, cosa que antes sólo podía ocurrir con el concurso de varias generaciones. Con un poco de motivación y esfuerzo logramos llegar a conocer los agentes que actúan como motores en las grandes oleadas de los movimientos.(Porque nosotros estamos siendo movidos por sus olas)
No sería honesto, si me quedase aquí, dejando la impresión de que todo reside en una curiosidad intelectual por legítima que fuese.
Me mueve el imperativo de la fe, que es un elemento extraño (distinto), pero no distorsionador, y que no logra ser explicada por los supuestos “teológicos” que se consideran de vanguardia, y que no logran hacer una distinción efectiva entre Iglesia y Reino, y que hacen unas consideraciones muy interesantes sobre la enseñanza y las obras de Jesús, pero no que entran en el meollo de la cuestión.
Fe que vive apartada desde la juventud, de los contenidos doctrinales tradicionales con el desperar del Concilio.
román
Y, finalmente, también digo que los valores éticos que defiende la Iglesia a partir de sus orígenes, y que yo los considero universales en el tiempo y en el espacio, por tanto válidos para todo el mundo, en otras épocas han estado depositados en las religiones, mientras que desde hace unos siglos se han expandido en las sociedades a modo de imaginario colectivo.
Por tanto, la Iglesia ya no debe arrogarse la exclusividad de dichos valores, entre otras razones, porque están recopilados de forma laica en la Declaración de los DDHH. Pero sí debe ser una fiel colaboradora del bien común siendo fiel a sus orígenes.
Alguien dirá que las religiones no son ongs, que su especialidad es el mundo espiritual y trascendente, la fe en Dios, etc. etc. Y es cierto, esta es la singularidad religiosa, pero en el cristianismo, Jesús fue un hombre, con los pies en el suelo, comprometido con sus semejantes, y viviendo para mejorar el mundo que le rodeaba. Y este matiz sí que es universal para creyentes y no creyentes.
Para que la Iglesia pueda llevar a cabo la misión en la que se dice fundamentar, es decir, los valores éticos y universales que expuso y practicó su fundador, y que, sin intencionalidad histórica del personaje Jesús, sí se nos han transmitido a través de los libros del NT, deberá volver a retomar esas raíces originales, limpiar todos los aditivos nefastos que se han sacralizado en eso que llaman Tradición, y partir casi de cero, habiendo aprendido de la historia.
Sí, ya sé que esto es un sueño, pero el futuro sólo es de las y los soñadores. Y todos los grandes logros se han conseguido desde pequeños granitos de “mostaza” que se les va cuidado para que germinen y crezcan. Sin objetivos, sin horizontes, sin esperanza, ¿tendría sentido vivir?
En la Iglesia, hay importantes, numerosas y tozudas resistencias, al igual que diferente criterio a la hora de sustanciar lo que es esencial, lo que accesorio, lo que es inútil, superfluo, dañino o perjudicial. Y por eso es tan difícil avanzar en cambios y transformaciones de quienes así lo deseamos en una dirección concreta.
La sociedad a lo largo de la historia siempre ha estado compuesta de diferentes “piezas” o colectivos en forma de un gigantesco puzzle. Colectivos de tipo político, económico, religioso y, especialmente, colectivos sociales cada vez más numerosos y más activos. Encajar estas piezas para conseguir ese mundo utópico con el que tanta gente soñamos, es difícil tarea, porque muchos de estos colectivos hacen todo lo posible para enredar, impedir, estorbar o destruir lo que se va construyendo.
La Iglesia católica es una de esas “piezas”, nada despreciable dado que se declaran católicos/as 1.214 millones de personas en el mundo. Además de la enorme influencia social y/o ética que tiene a nivel mundial. Por tanto, todo lo que se pueda mejorar en esta Institución redundará en influencia positiva para el bien común. Al igual que ocurriría lo mismo si se mejorasen otras religiones u organismos mundiales. Ya estamos viendo el daño que está causando el mal funcionamiento de la UE o el FMI o algunos organismos de la ONU; y viceversa, cuando algo funciona bien.
Que algo sea posible, ya se ha visto, no depende de nuestra voluntad sino que toda posibilidad viene dada por el carácter abierto de la realidad. Ahora bien, cuando esta realidad la reducimos mentalmente a término objetivo que para los efectos del problema tratado aquí sería lo mismo que haber identificado la iglesia con el Reino , entonces si que cerrándonos a nosotros mismos nos cerramos a lo imposible ¿por qué? porque lo que trasciende, lo posibilitante no se halla en las iglesia como tales sino en lo real que hay en ellas, en las personas que sienten la realidad del Proyecto de Jesús.
Por eso no puedo estar de acuerdo en esta ocasión con el amigo Oscar cuando para acercarse al problema de lo posible y lo imposible, nos dice:
¿Quién puede vivir sin querer “SER FELIZ”?
Respondo: He comenzado diciendo que lo posible no depende de nuestra voluntad pero añado ahora SÍ de la voluntad nuestra, es decir, nuestra por un acto de volición ¿qué quiero decir con esto? Lo primero sería voluntad de ser, lo segundo voluntad de realidad siendo.
Continua Oscar: Y sin embargo, cualquiera siente-sabe que “SER FELIZ Y QUE DURE” es un IM-POSIBLE.
Respondo: Para quien quiera vivir siendo feliz habrá de poner los medios para seguir siéndolo lo cual esto quiere decir que ya ha experimentado en algún momento de su vida el hecho de ser feliz (siente-sabe) lo que es realmente la felicidad.
Y por último dice: La FELICIDAD (como Estado) nos es tan NECESARIA como IM-POSIBLE.Y nadie se suele pegar un tiro por ello
Respondo; Durar, pienso, no es pretender hacer de la felicidad un perpetuo imposible sino hacer de ella algo estable, convertir esta realidad en momentos que nos impregne y permanezcan a lo largo de nuestra vida
Quisiera añadir por último que estoy completamente de acuerdo con Rodrigo pues los ataques a la iglesia que alguno ha habido, en efecto, los he considerado siempre como formas de denuncias que hansido las que más.
Un cordial saludo a los dos.
Ana Rodrígo, seguiré metiendome en el lio (de perdidos, ¡al rio!).
Hasta donde alcanzo a ver, los únicos “valores” útiles y necesarios en el ¿utópico? Reino serían la libertad y la caridad. En el futuro utópico.
Nos interesará pues favorecer hechos e ideas que nos asiente en la libertad y la caridad; y combatir los contrarios.
Para ir haciendo el Reino presente en el hoy y aquí los valores necesarios serían los definidos en el sermón de la montaña, anticipo del ejercicio de la libertad en tanto que antítesis de la Ley, anticipo del ejercicio de la caridad por la práctica de la justicia, la misericordia y la pacificación.
Pero todo esto no son más que palabras. Lo que cuenta son los hechos.
Tanta angustiada reflexión sobre la Iglesia (católica) como problema me lleva a la conclusión de que la IC es ciertamente un problema, ¿Está la solución dentro del problema?. ¿Está fuera del problema?. ¿Ni fuera ni dentro sino en otro nivel?.
Yo no lo se. Pero desconfio mucho de las reflexiones angustiadas. ¿Qué raznes puede haber para tal angustia?.
Me estoy metiendo en un lio.
Apenas tengo conocimiento de “las corrientes teológicas actuales”. Ni especiales deseos de conocerlas.
Yo no me veo nada apocalíptico, ni cátaro, ni nihilista.
No creo haya dudas de que las Iglesias son construcciónes humanas, por ser construcciones de los seguidores, no del fundador. ¿Qué otra cosas pueden ser?. A esto no le veo nada misterioso. De alguna forma tiene que organizarse la gente.
Que Jesús fue enteramente (verdaderamente) humano parece cierto. Que fue solamente humano parece probable. Pero no es algo que me preocupe ni le dedico tiempo.
A Jesús le conocemos por los Evangelios. Es sabido que estos no son libros de historia.
Etc…
Román, ¿no te complicas un poco?. O ¿quizás simplifico yo demasiado?.
Efectivamente, cuando Luis GM se queja de los ataques a la Iglesia en atrio, pienso que habitualmente nos referimos a denuncias más que a ataques, y denuncias justificadas. Pienso que al lado de Jesús con respecto a su religión, lo que aquí hacemos nos hace “hermanitas de la caridad”.
Para nuestra mentalidad actual, suena mal el término Reino, pero si por reino siempre se ha entendido el dominio, podríamos traducir esta palabra que lo que Jesús proponía era una sociedad en la que dominen los valores de justicia, igualdad, fraternidad, paz, solidaridad, etc. etc.
En cuanto al debate sobre si la Iglesia es el equivalente a lo que en el evangelio llaman Reino, pienso que nada tiene que ver una cosa con la otra. Primero porque Jesús nunca pensó en una institución semejante ni por aproximación a la Iglesia actual. Segundo porque la Institución-Iglesia tiene poco que ver con esos valores que guarda y predica: no es pobre, más bien es muy rica de bienes materiales y, además, avara (pienso en los miles de propiedades que se ha adjudicado en España últimamente aprovechando una ley que se lo permitió); donde el evangelio dice “que nadie os llame señor o padre”, la iglesia tiene señores, padres, monseñores y un sinfín de títulos jerárquico-honoríficos; donde dice que Jesús no tenía ni donde reposar la cabeza, la jerarquía vive en palacios; donde dice que nadie es más que nadie, vemos a los jerarcas reverenciados, a los Papas con un boato propio de cabezas calenturientas, y así sucesivamente.
Si la Iglesia quiere volver a Jesús, tiene siglos por delante para deshacer lo que ha hecho mal en otros tantos siglos. Habrá que empezar por algo, y seguir dando pasos y más pasos.
Responder a las cuestiones tal cual son planteadas por X. Gundin es tratar de responder a los interrogantes que tienen abiertos las varias corrientes teológicas actuales, y que a mi entender, no logran desprenderse de sus condicionamientos.
Cada enunciado de los que siguen son interrogantes (¿?)
– Jesucristo predicó el Reino de los Cielos y la Iglesia es una construcción teológica de las sucesivas generaciones de cristianos.
-Así el Cristianismo es diferente de su supuesto fundador.Reponderr a la pregunta de qué es ser cristiano tiene por respuesta que depende de cada tiempo, cultura y lugar.
-La Obra de Jesús se basa en la predicación y el ejemplo ( una vida ejemplar), no aporta nada recibido del Padre ( en su origen). Los cristianos elaboraron el mito. Y a Jesús le fuimos conociendo a través del mito, ya creado en vida de los apóstoles.
-Jesús es enteramente ( y quizás solamente) humano. Su supuesta sobrenaturalidad es enigmática, y si fuese cierta, es dudoso que llegáramos a conocer de ella, porque éso es el Misterio de Dios.
-La Iglesia es enteramente una construcción humana, y hay que superarla, para entrar en los misterios del Reino de Dios, que se recibe, para que lo realicemos entre todos.
-Y así todas estas corrientes teológicas se han hecho apocalípticas, y no cabe más justicia, que el derribo de todas las diferencias y desigualdades artificiales, porque han sido creadas por el hombre.El Reino llegará, será una realidad. con el final de los tiempos. (Una Humanidad nueva)
-Entrar en el Reino de Dios, es que hombres y mujeres recuperemos, por nuestro esfuerzo, nuestro estado original de inocencia (ausencia de injusticia)
–
Lo he escrito con trazos gruesos, casi provocadores, pero espero haber puesto en evidencia, el largo recorrido que todavía le queda a esta teología. Es mi intención, al menos.
roman
Decía yo que la meta no importa, pero habrá quien necesite tener una idea de ¿en que consiste la meta?. Y pq lo necesita, le importará.
Yo nada digo, solo me imagino que será algo en relación con lo que por aquí llaman El Reino. Cuyas ideas y actitudes básicas deben ser -por lo que cuentan- la libertad y la caridad.
Pero la enumeración de conceptos importa poco. lo que importa es el camino.
Román. La segunda pregunta que te hacías es: ¿Es el pueblo autenticamente cristiano?.
¡Vaya!. Para contestar haría falta tener definida una medida estandard y estática de lo que es auténticamente cristiano. Yo no me meto a esa definición.
Solo se me ocurre decir que me parece será un camino -cuya meta está más allá del horizonte- que cada uno habrá de recorrer con sus propios pies y la compañía -o la soledad- que encuentre. La meta (e.d: la definición de los auténticamente cristiano) está por debajo del horizonte, luego no es visible, no la vemos, no sabemos cómo es y por eso no tenemos que preocuparnos por ella (e.d: excusamos hacernos la dichosa pregunta). La meta no importa, lo que importa es el camino.
Pues sí te lo negaré, Luis. A eso me refería en que cada quien ve lo que ve y percibe lo que percibe. Claro que hay ataques a la iglesia como totalidad, a la jerarquía como totalidad, etc. Algunos de ellos, no tengo en empacho en decir, me parecen injustos. No todos. Pero la mayoría de lo que parece que tu percibes como “ataque” yo lo percibo como denuncia por el reino. Y para mí, en mi percepción, en Atrio percibo más vivencia del Reino que los también presentes ataques/defensas. Es mi percepción.
¿Ausencias llamativas? Por supuesto que hay muuuuuuchas ausencias, lo dije antes de enlistar, y lo hice notar con la expresión “de… de… de…” en el sentido de que hay muchos nombres más que ya no nombro. Ahora, que sean llamativas, eso ya está en los ojos de la persona a la que le ha llamado la atención.
Rodrigo.
No te diré lo contrario y te agradezco la observación. Pero no me negarás que está mucho más presente (ataque/defensa) la Iglesia que la defensa y vivencia del Reino, que era a lo que yo me refería.
De todas formas, no tengo ningún inconveniente en incluirte en la ilustre lista de los defensores del Reino..
juntamente con Honorio Cadarso (eso de Cardoso….).
Una pregunta sin malicia: ¿no hay ausencias llamativas en tu elenco?
Pues Luis, cada quien ve lo que ve y percibe lo que percibe.
Para mí el tema del Reino no sólo no pasa desapercibido en Atrio, sino que las distintas formas en que se aborda acá son una de las razones por las que se me hace interesante. La distinción entre Reino de Dios e iglesia(s) es muy presente en varios artículos. De hecho, es parte fundamental de varios de los cursos y talleres que se han organizado por el equipo Atrio (el de Lenares, los de Salvador Santos, en su estilo propio está presente también en los de Juan Luis Herrero).
Con mención expresa del concepto Reino de Dios intervienen no sólo articulistas (como Boff, Castillo, Arregi, Masiá, Tamayo), sino comentaristas. Siempre es injusto nombrar a alguien, por dejar fuera a otras personas. Pero sí tengo claro que el Reino de Dios tanto en mención expresa como en motivación profunda, está muy presente en los comentarios de María Pilar, de Ana Rodrigo, de Maria Luisa, de Antonio Duato, de Antonio Vicedo, de Honorio Cardoso, de… de… de… de……. Y por supuesto que estaba presente como mención expresa y como motivación en nuestros queridos amigos Gaby y Sarri.
Más importante, muchos artículos y comentarios no hace mención de la expresión Reino de Dios, pero sobre él (o desde él) hablan al hablar de situaciones como la lucha por la democratización en Birmania, la persistencia de las familias mineras, la defensa de los servicios públicos, la promoción de los derechos humanos, los debates de organización social de la producción y la riqueza, etc.
Me pregunto sinceramente que clase de lentes tienes en los ojos que para tí todo ésto pase desapercibido.
X. Gundin.
Totalmente de acuerdo. y no porque sea una cuestión de opiniones personales, sino por la terca evidencia de la historia, ya desde los mismos comienzos. (Alguna vez lo he llegado a mencionar en comentarios anteriores)
Pero me preocupa en otra vertiente.Cuando se manejan los conceptos de Iglesia y Reino de Dios
Cuando una iglesia lleva nombre y a veces apellidos, evidencia que lleva mucho de construcción de hombres, de seres humanos
Y si es obra de personas, está sujeta a todas sus vicisitudes: puede crecer, estancarse, dividirse, reformarse, refundirse, desaparecer, renacer, conservar, evolucionar, pregresar, regresar, restaurarse etc.
¿Cuál es la verdadera naturaleza de la Iglesia?¿ Por qué resulta tan difícil a nuestra generación, ver su dimensión espiritual, y consderarla en conjunción con el Reino de Dios, en sus aspectos definitorios, o aclaratorios, según el caso?
Una obra de hombres, no es el hombre mismo. Como un Pueblo no es su forma de organizarse. ¿Tan difícil es de entenderlo?
roman
Román, la primera pregunta que te haces es ¿cómo encajan en una Iglesia renovada los santuarios…romerías, procesiones de Semana Santa, etc?.
Intento responder desde mi indiferencia personal hacia esa pregunta como problema.
¿Qué alcance le das a la palabra una?.
Si la usas en sentido romano=uniformada, el problema está mal enunciado (ya sabes: la solución de un problema comienza en su enunciado).
Nunca -ni siquiera en sus muy minoritarios comienzos- hubo una Iglesia uniformada. Lo esperable en la Iglesia en respuesta a las varias condiciones sociales y culturales será la pluralidad. Cuando una Iglesia intenta uniformar -es el caso de la romana- lo que consigue es una serie inacabable de explosiones y secesiones.
Si eso fuese como yo digo la respuesta a tu pregunta es: encajan como son, todas ellas. Es decir: eso no es un problema.
La unidad es otra cosa que la uniformidad.
Muchas gracias, Antonio Duato, Pepe Blanco y Rodrigo Olvera.
Cuando el diálogo es sereno e inteligible, da gusto.
Únicamente voy a contestar un punto de Rodrigo. Leo: “e) Dices que te preocupa más el Reino que la Iglesia. Te creo. Sólo tú conoces tu vida interior. Pero en lo que publicas acá en Atrio, que es lo que sí puedo conocer, tus comentarios suelen ser en defensa de la iglesia. La proporción entre comentarios centrados en el Reino y comentarios centrados en la defensa de la iglesia, andará 99 a 1 (realmente no recuerdo uno centrado en el reino, pero dejemos un margen de error)”.
Tienes toda la razón del mundo y te la doy. Es cierto que hablo mayoritariamente en defensa de la Iglesia; y también es muy sencilla la razón: el objeto de ataque, burla y sarcasmo (en muy diversas ocasiones) en Atrio es la Iglesia, como es patente a cualquier persona que entre en nuestra casa. Por eso, habitualmente salgo en su defensa, sobre todo cuando las críticas dejan de moverse en el nivel de la crítica y se convierten en ludibrio.
El Reino en Atrio pasa más desapercibido, cuando es lo realmente importante y lo esencial: su proclamación es lo que dio sentido a la vida de Jesús. El Reino sí que es pura paradoja: “Mi Reino no es de este mundo” versus “Mi Reino está dentro de vosotros
Así que acepto agradecido tu acertada observación y fijaré más mi atención en la amable consideración del Reino y sus exigencias.
Cordiales saludos.
¿Podemos seguir haciéndonos preguntas?
¿Cómo encajan en una Iglesia renovada, los santuarios, principalmente marianos, las consabidas “manifestaciones de fe = fervor popular, de romerías, procesionesde Semana Santa, etc?
Estas preguntas, y otras parecidas nos hacíamos quienes nos renovábamos con la nueva espiritualidad que emanaba del Concilio.
Pero nos encontrábamos con una serie de dificultades, algunas muy serias.
¿Es el pueblo auténticamente cristiano?
y nos contestábamos:
Las masas populares manifiestan que las personas tiene arraigados sentimientos religiosos y lo manifiestan. No quiere decir que estén alimentados por la fe evangélica.
La Iglesia de Cristiandad en su pastoral amparaba, fomentaba ( y hasta creó en origen) muchas de estas manifestaciones populares, porque
la Iglesia Católica en su pastoral y su concepción de una sociedad cristiana, es una Iglesia de masas, donde lo que importa es que la Institución sea acatada y respetada.
El Catolicismo es ecleptico doctrinalmente y absorbe todas aquellas manifestaciones culturales que no cuestionen el sistema: (nos referíamos en concreto a la santería en Cuba, y muchas manifestaciones de Las Américas.
Pero es nuestro cristianismo, ¿Una religión de masas – Cristiandad?
o es una religión de “Diáspora”
Las epístolas de San Pedro ( 1 y 2) venían en nuestro auxilio. Para el autor – supuestamente nuestro primer Papa- los cristianos pertenecemos a la Diá pora en medio del mundo
Somos una Asamblea de “Destierro (Paroiquia) dando testimonio de nuestra fe.
La cruda reflexión que se hicieron los cristianos a raíz de la 1ª y 2ª guerras mundiales, cuando cristianos sostenían ideologías totalitarias y defendían las banderas de sus países asesinandose unos a otros, hizo reflexionar muy mucho a católicos, protestantes, ortodoxos…
¿Es la religión de masas – paradigma de la Cristiandad que arrastrábamos desde la Edad Media,- el ideal cristiano?
¿Dónde y cuándo nos hemos equivocado?
Seguirán más preguntas.
roman
Luis
a) Yo no he dicho que quienes acuden hoy a Fátima tengan esas ideas. Dije que un presbítero introdujo esas ideas en las mentes de tres niños. ¿Es demasiado pedir que no distorsiones lo esctito?
b) No tengo idea de que sea eso de auxiliis. Tampoco me interesa saberlo
c) Yo nunca he afirmado que quienes continúan en siendo católicos sean poco menos que tarados. Varias veces, hasta 2010 en que en mensaje privado se me pidió que dejara de hacerlo, cuestioné las generalizaciones injustas de Javier Renovales sobre los católicos. Fíjate, ni siquiera me opongo a TODAS las supuestas apariciones. Ésta en concreto está basada en el aterrorizamiento de tres infantes, y además enseña un mensaje contrario al Evangelio.
d) Yo nunca he anunciado la muerte de la Iglesia Católica. Al principio de mi participación en Atrio, por allá de 2008 si no recuerdo mal, tal cual mencioné que desde la edad media se anuncia el fin de Roma, y Roma permanece. Y a quienes afirmaban que la iglesia católica está por desaparecer, les pidé una fecha, para poder verificar su pronóstico. Actualmente me he manifestado en contra de la idea de Oscar de que otra iglesia es imposible. Roma se ha distinguido históricamente por su capacidad de adaptación.
e) Dices que te preocupa más el el Reino que la Iglesia. Te creo. Sólo tú conoces tu vida interior. Pero en lo que publicas acá en Atrio, que es lo que si puedo conocer, tus comentarios suelen ser en defensa de la iglesia. La proporción entre comentarios centrados en el Reino y comentarios centrados en la defensa de la iglesia, andará 99 a 1 (realmente no recuerdo uno centrado en el reino, pero dejemos un margen de error).
Te agradeceré que en el futuro, cuando me rebatas (toda esa retahíla de queja la has dirigido personalmente a mí), rebatas lo que yo he escrito, no lo que han escrito otras personas. ¿Es demasiado pedir?
Hola Luis González Morán,
Sabes que te aprecio, que te respeto y que tengo en alta estima tu participación en Atrio. Y por supuesto que no pienso que tú -y otras muchas personas que seguís fieles a la Iglesia católica- seáis “poco menos que unos tarados, sometidos a la “tiranía” de Roma, incapaces de pensar por cuenta propia, infantiles, víctimas de una educación católica que no hemos superado, prisioneros de los dogmas….”
En absoluto lo pienso. Precisamente porque no lo pienso, creo que vuestra responsabilidad -y, en su caso, vuestra culpa- es mucho mayor en el mantenimiento de cierto estado de cosas. Tal vez a vosotros no os dirán aquello de “que tuve sed y no me disteis de beber”. No. A vosotros quizás os digan algo mucho peor: “Tuve sed y me disteis agua del grifo, mientras reservabais celosamente en vuestras bodegas un vino exquisito para compartirlo sólo con vuestros amigos.”
Con afecto, de verdad.
Estuve en Fátima… hace muchos años.
Y sentí vergüenza, de la explotación hacia los más sencillos… tuve que salir con el corazón lleno de dolor.
¿Qué clase de esperanza se les vende?
Vi, a una sencilla mujer, con unos cojines atados a sus rodillas, dando vueltas sin cesar en torno al altar de la virgen…
¿Que clase de fe es esa? ¿Qué sentido tiene, dejar a las personas hacer esa clase de ¿penitencia? para conseguir ¿QUE…?
Ratifico con muchas otras personas que eso es:
¡¡¡Una vergüenza y una humillación para aquellas personas que siguen unos consejos que son mentira!!!
¿Cuándo empezaremos a compartir el verdadero proyecto de Vida que Jesús nos trajo?
Claro está, en el caso de los cristianos.
mª pilar
¡Vaya, se está animando la cosa!
Luis, en ese rechazo a lo que en general se ha llamado devoción a Fátima, no hay intolerancia hacia devociones populares. Fátima y su entorno han sido utilizados para mantener unas concepciones ultraconservadoras, anticomunistas e intervencionistas de Dios en la historia. Poner el pntificado en manos de la Virgen de Fátima suena a algo más que ponerlo en manos de María, la madre de Jesús. Puede con razón sonar a una directiva pastoral de reanimar el inegrismo católico. Y eso es para asustarse de verdad.
Lo mismo que si es verdad lo que dice Sandro Magister en su último servicio sobre lo aficionado que es Francisco a hablar del demonio y en un significado muy realista, nada simbólico. Yo confío que esté intencionadamente exagerado ese reportaje. Él puede tener esa anti-devoción al demonio como persona. Explicando en su presencia en el mundo los desastres de la historia. Allá él. Pero poner esta referencia como pastoral dominante y obligarnos a todos a creer y predicar en el demonio como persona sobrenatural actuante, sería fatal. Esto es lo que dice Sandro, que me asusta: http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1350517?sp=y Espero que Jorge Francisco tenga algo más de sentido común que los famosas exorcistas vaticanos.
Y mejor no hables de tus años de experiencia como confesor. Porque otros también la tenemos y extensa. Y si tu sólo sacas maravillosos ejemplos llegados a tu confesonario otros sacarísmos ejemplos de verdaderas víctimas de catecismos y confesonarios ajenos.
Un cordial saludo a todos. Y gracias por todo.
Rodrigo Olvera:
Dudo mucho que las gentes que peregrinan hoy a Fátima tengan miedo de la revolución soviética, tengan miedo a la ira de Dios y sientan la necesidad de sacrificarse para aplacar al Dios furibundo.
Yo he ido durante muchos veranos a Fátima a ayudar en las confesiones de las gentes de habla española e italiana y te aseguro que no he percibido esos fantamas que tú invocas. He pasado muchos cientos de horas en el confesionario por donde han pasado muchos miles de personas y he percibido mucha paz, serenidad, alegría, deseos de compromiso, de solidaridad y amor a los demás… siempre desde la sencillez y la humildad, tan características de los “pobres de espíritu” de las bienaventuranzas.
Evidentemente, esta gente está en otra onda… y no saben nada de la cuestión “de auxiliis” y del “dualismo agustiniano”…
Ya está bien de madangas, hombre.
Y contra facta, non valent argumenta
Siempre con los mismo mantras…. siempre tocando de oído….
Esto forma parte de ese otro “mantra” tan repetido en este Atrio de que los que seguimos fieles a la Iglesia católica somos poco menos que unos tarados, sometidos a la “tiranía” de Roma, incapaces de pensar por cuenta propia, infantiles, víctimas de una educación católica que no hemos superado, prisioneros de los dogmas….
Y ya que sale este tema: aquí se está anunciando permanentemente la muerte de la Iglesia, no solo en futuro, sino en presente, ya “está muerta”…Esta cantinela es tan vieja como la propia Iglesia.. no cambia la letra, lo único que cambia es la música
Vale, ya, vale.
¿Habría alguna posibilidad de que dejaran a la Iglesia agonizar en paz, y no nos provoquen la “eutanasia activa”? Eutanasia, etimológicamente significa “buena muerte”: bueno, pues, hala, como somos una amenaza para la humanidad, déjennos morir
en paz, pero hombre no vengan a provocarnos en el lecho de muerte…., que a lo mejor esta intentona no es la definitiva y podemos aguantar unos cuantos siglos más, como hemos venido haciendo.
Además, y en confianza: a mí me preocupa bastante más el Reino de Dios que vino a instaurar Jesús que la misma Iglesia, que tiene vocación ancilar…
Saludos cordiales, por supuesto.
oscar: te saludo
Exacto.
yo quiero aplicar el principiode realidad.
Nps movemos en convencionalismos. Por ejemplo, damos por supuesto que la Iglesia Católica es de una total hegemonía en el universo de habla hispano-portuguesa
Pero quienes hemos vivido al otro lado del Atlántico, o han viajado hasta allá, comprueban enseguida que aquellas sociedades son multirreligiosas, yque incluso los protestantes-evangélico compiten en número enmuchas zonas.
Por otro lado. Cualquier movimiento de reforma, o de desandar desautorizando la restauración ( que será la via de Francisco) se encontrará enfrente a un laicado ( ellos y ellas) que reclaman su posición y su prestigio dentro de la Iglesia ( en todos los sentidos, docrinal, teológico, escriturístico, social, ministerial…)
roman
Luis
No me atribuyas desprecio a la gente sencilla.
Lo que sí desprecio es la manipulación que se hace de la gente sencilla. Esa manipulación la han realizado personas con formación, como el presbítero que inculcó en tres infantes a) el miedo a la revolución soviética, b) el miedo a la ira de Dios; y c) la necesidad de sacrificarse para aplacar el Dios furibundo.
La fe del carbonero hacía creer a las personas en la Palestina del siglo I que Dios odiaba a los pecadores y los castigaba con enfermedades como la lepra y la ceguera. Esta fe era manipulada por los saduceos y los fariseos (todos ellos con estudios para saber que estaban manipulando la fe de la gente sencilla). ¿Dirías tú que Jesús de Nazareth debió dejar que cada quién fuera a donde quisiera y no pusiera en evidencia la manipulación de la gente sencilla que hacían saduceos y fariseos? ¿Despreciaba Jesús de Nazareth a la gente sencilla cuando decía comentarios cáusticos del tipo “se ha dicho… pero yo les digo…”?
Pepe Blanco
Rodrigo Olvera
Leo vuestros comentarios sobre Fátima: tan comprensivos como siempre.
Pregunto simplemente: Eso de “Fátima, nunca más”, ¿cómo lo vais a conseguir? ¿A base de comentarios cáusticos o simplemente despreciando a la gente sencilla y de buena fe que no han tenido la fortuna de ser tan ilustrados y tienen una “sencilla fe de carboneros”?
Dejad que cada uno vaya a donde le dé la gana: unos irán a Fátima, otros a Santiago de Compostela, otros al santuario de la Virgen de Coromoto o de Nuestra Señora de los Desamparados o al muro de las lamentaciones o….
O ¿es que habéis decidido cerrar “todas las puertas” y que solo quede abierta la de la racionalidad impoluta, que tampoco es tan facil de encontrar?
Pepe Blanco
Gracias por la referencia a Fátima. Repito acá lo que he puesto hoy en mi muro de Facebook
Hoy es 13 de Mayo. Toca volver a decir: FATIMA NUNCA MÁS!!!!
Saludos
Hola Román!
Te leo:
– “…Hans Kung en los párrafos finales”-
Tal vez te refieras a:
– “el grito de “¡indignaos! indignez-vous!” resonará cada vez más incluso dentro de la Iglesia católica
y provocará reformas desde abajo que se materializarán
incluso sin la aprobación de la jerarquía
y, en muchas ocasiones, a pesar de sus intentos de dar al traste con ellas.”-
……………
Todavía no me puse a meditar aspectos fundamentales del Post en que aparece el “MANIFIESTO de Cristianos”
(como por ejemplo el decisivo de ¿QUIÉN TIENE DERECHO LEGÍTIMO A MANDAR-NOS? )
Estimo que en ese Manifiesto la “INDIGNACIÓN” (GRITO)
ha ido dejando lugar a
un “COSENSUAR” (CON-VERSACIÓN)
¿No te parece un avance hacia la madurez de conciencia?
¡Voy todavía! – Oscar.
Creo que la cuestión de fondo es: ¿Qué derechos nos asisten para identificar la Iglesia de Cristo – sólo- con la Iglesia Católica Romana?
¿Nos es la Iglesia Católica una secta- rama- del Cristianismo?. Si se disolviera la Iglesia Institucional, sólo desaparecería la “Iglesia Latina de Occidente”, en su rama romana. (Ya se había escindido en el siglo XVI)
¿Qué es la Iglesia?
¿Es sólo una realidad espiritual?
¿Por qué confundimos a la verdadera Iglesia de Jesús con una forma determinada de organizarse un conjunto determinado de cristianos/as? ¿ En una confesión de fe. expresada de una forma determinada, en unos ritos/cultos instituidos de una singular manera y en una forma de administrarse.?
No digo más, pero tenemos un magnífico ejemplo en los primeros capítulos del libro de Hechos y los problemas – históricos y demostrables, entre arameos(hebreos) y helenistas(de habla griega), aunque todos eran palestinos y acudían a un mismo templo desde sus sinagogas respectivas.
Ampliemos la visión de las cosas. Eso hace Hans Kung en los párrafos finales. Leedlo detenidamente.
roman
Gracias rodrigo!
Lo que me contás me ayuda a seguir pensando que: “OTRA Iglesia es IM-POSIBLE”.
La constatación histórica señala que: “OTRAS MUCHAS Iglesias son POSIBLES”.
…………..
H.K. no ahonda en la PARA-DOJA. Se queda en un nivel -válido pero solamente- “para-dojal”.
Ahondar en la PARADOJA me lleva a pensar que el Proyecto de El Galileo (¿“cristianismo”?) no es el del A.T. (Ez..17, 22-24).
– “el cedro alto y encumbrado…
– plantado en el monte encumbrado de Israel.
Sino el “arbustillo” (sin “tronco”; todo “ramas”, de una raíz seminal -¿espíritu de Jesús?-)
………………
Tomo el ejemplo del Proyecto de El Galileo-Jesús de Nazaret, cuando nos para-bolea el Asunto “arbóreo”
(Cfr. ATRIO 21 agosto 2012 – Entrega 11 Curso/Taller: UN ARBUSTO ES SUFICIENTE)
“Y siguió diciendo:
– ¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza, que, cuando se siembra en la tierra, aún siendo la semilla más pequeña de todas las que hay en la tierra, sin embargo, cuando se siembra, va subiendo, se hace más alta que las hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden anidar a su sombra” (Mc 4, 30-32).
“ La gente, situada de cara a él, observaba el reducido grupo de discípulos que le rodeaba.
El ejemplo con el que les alentaba a optar por un modelo de sociedad alejado de los delirios triunfalistas identificaba a aquella despreciable realidad humana presente ante sus ojos.
Una realidad poco creíble para la gente, pero mantenida con firmeza por aquel hombre de la barca como la auténtica alternativa.
La imagen corregía incluso la Palabra de Dios transmitida por los profetas, según la creencia judía.
Hasta tal punto llegó su arrojo y su descaro.
Pero después de preguntarse dos veces con qué comparar el Reino,
la parábola de la transformación del grano de mostaza en una mata sobresaliente
representa claramente la evolución de su proyecto social,
nacido de la insignificancia y convertido en alternativa.
Esa fue la lección del Galileo.”
…………….
¡Voy todavía! – Oscar.
¿Otra iglesia católica es posible? Personalmente no lo veo nada claro. Pero cuando me entero de que Francisco ha consagrado su pontificado a la Virgen de Fátima, una vez más pienso que, si otra iglesia es posible, no será con este papa.
Las fronteras de la iglesia están pintadas sobre las olas del mar, diría yo. Hay varias iglesias, o varios colectivos se postulan como iglesias de Jesús de Nazaret, pero probablemente ninguna de ellas realiza el proyecto de Jesús de Nazaret, y más probablemente, a lo largo y ancho del mundo, existe una comunidad de seguidores de Jesús de Nazaret de los que dijo El: “No todo el que me dice.Señor, Señor entrará en el Reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre celestial…” o algo así. Yo me olvidaría de andar a la búsqueda obsesiva y angustiosa de la iglesia verdadera.. Porque sé que existe, me encuentro con seguidores de Cristo en todas las esquinas…Porque lo lógico es que entre personas que andamos por el mundo tengamos opiniones diferentes, discrepemos; la iglesia de Jesús estará siempre en construcción, en esta obra todos somos peones, y uno solo es el Maestro de obras, Arquitecto y Chef de Chantier, que dicen los franceses. ¿El Papa? otro peón más, y si no se hace al trabajo de peón como otro cualquiera, me sobra. Pero no seré yo el que le marque la tarea que debe cumplir…me limitaré a hacer mi trabajo como mejor sepa y pueda.
Román Díaz Ayala:
Un honor para mí su (tu) respuesta. De lo mucho valioso que contiene, destaco esto de “no te fíes de los que alardean de ser multitud, y por eso tienen la verdad”(…)
La “verdad” es que no pocos de esos que alardean de ser multitud y por ello poseeer la verdad absoluta-impoluta se han quedado con el culo al aire pues mientras el papa Francisco fue cardenal arzobispo Jorge Mario Bergoglio, llegaron a proferir hacia él (“contra él”, sería más exacto), lindezas como “canalla miserable”, “relativista amigacho de judíos y de masones y enemigo declarado de la misa tridentina”…
Ni tanto ni tan poco. Buen día.
Querido Luis Henríquez:
Creo que éste es un espacio conveniente para que pongamos tú y yo a prueba nuestra visión de las cosas.
Hablemos de cosas sencillas, simples, casi de perogrullo aunque aburramos al personal. Sólo tú y yo comprenderemos su sentido más pleno.
Cualquier cosas que hablemos o confrontemos tú y yo, será siempre en un diálogo intra-eclesial, porque te considero miembro de la misma Iglesia a la que pertenezco por la fe en Jesucristo y el amor hacia El.
Es decir, que permanecemos en comunión y que no necesitamos los oficios mediadores de ninguna otra persona. Tanto tu conciencia como la mía están orientadas a buscar la voluntad de Dios, en la forma en que nos lo muestra Jesucristo.
Te entiendo en su sentido más pleno cuando dice que tu educación es católica y no puedes desprenderte de ella.
En la Iglesia tradicional y fue postura oficial de la Iglesia hasta Pío XI, y que fué uno de los fundamentos del nacionalcatolicismo español:
El derecho de la Iglesia tiene una primacía de orden sobrenatural y a ella le corresponde la exclusividad de la educación cristiana, porque es la educación perfecta y a la Iglesia le asiste la potestad a intervenir en cualquier centro de cristianos , para que no haya ningún impedimento a la doctrina cristiana. La Iglesia tiene el derecho a decidir en todas las materias donde concurran los derechos de la Iglesia y del Estado ( ahora dicen que tambien de la sociedad civil)
De esta educación es muy difícil desprenderse, salvo que tengamos la valentía y recibamos la gracia del Señor de acudir a las fuentes verdadera de esa docrina en la que la oficialidad se apoya.
Hans Kung lo ha hecho citando a San Pedro: Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres- Hechos)
Yo sé a ciencia cierta que tú sabes que la fe no es un elemento intelectual meramente conformado por una doctrina – una creencia-
Me consta, porque vengo leyéndote desde que entré en Atrio hace unos meses. La fe existe en un cristiano, cristiana, porque Cristo se ha hecho presente y nos ha arrebatado el corazón. La fe es una cuestión de amor, pero un amor verdadero, realidad efectiva, que transforma la vida, despeja la mente, alivia el corazón angustiado y nos hermana con toda aquella persona que a nuestro lado vive en necesidad y la quiere compartir con nosotros/as. Los pobres nos dan su riqueza, la riqueza de la Bienaventuranzas, y de nuestra parte nos reconciliamos con Dios ( a través de la conciencia, sin intermediarios humanos)
Si lo ves así, si lo descubres, que hay más vida, después de las estructuras, descubrirás también que hay mucho pueblo de Dios, incontaminado, o vacunado, contra el clericalismo, y la dominación de una clase que se interpone entre el Pueblo y Dios.
No te fies de quiens alarden de que son multitud, y por eso tienen la verdad, y el poder ( Yo tengo en Israel a diez mil que no han doblado la rodilla delante de los baales)
Un abrazo fuerte de tu hermano en Cristo Jesús
roman
No Oscar
La iglesia católica (supongo que Küng y tú se refieren a la católica) que hay ahora no es la misma que siempre hubo nada más que reformadita.
Tan no es así, que las iglesias ortodoxas consideran que la católica no es la iglesia que siempre hubo, sino otra iglesia que ya no comulga (en situación de ex-comunión) con las que siempre hubo.
Y tan la renovación/reforma a veces da origen a otra iglesia, que el lema que cita Küng realmente fue el lema de batalla de la Reforma que dio origen a otra(s) iglesia(s) reformada(s) que no es(on) la católica.
Saludos
Hola!
¡Ok, Ok, Ok!
H.K. nos dice que con Bergoglio-Francisco la Iglesia:
-tal vez-quizás-en una d’esas-¡quién te dice! ¿no?-¿y por qué no?-casi de seguro-veremos- …
cumpliría el dogmático aforismo de “ECCLESIA SEMPER REFORMANDA”
(- “cambio profundo en nuestra Iglesia“-)
Con lo cual asegura mi tesis de que OTRA (verdaderamente otra) Iglesia es IM-POSIBLE.
LA QUE HAY es LA QUE “SIEMPRE” HUBO Y HABRÁ, solo que “más o menos” re-formadita.
…………….
No hay porqué tirarse de los pelos contra mi Tesina ni considerarla una cosa dificilísima de aceptar. Por el contrario, es lo más sencillo del mundo.
Por ejemplo: ¿quién puede vivir sin querer “SER FELIZ”?
Y sin embargo, cualquiera siente-sabe que “SER FELIZ Y QUE DURE” es un IM-POSIBLE.
La FELICIDAD (como Estado) nos es tan NECESARIA como IM-POSIBLE.
Y nadie se suele pegar un tiro por ello.
¡Voy todavía! – Oscar.
Una prueba de que yo simpatizo con algunas de las ideas que se vierten y debaten en Atrio la tenemos en el hecho de mi participación en este foro. Ciertamente, con otras muchas ideas que aquí se defienden discrepo; con todo, agradezco la oportunidad que este espacio me sigue brindando para expresarme con libertad, que en mi caso está condicionada, lo confieso una vez más, por una cierta educación que he recibido muy católica (y no me estoy queriendo referir ahora a cuestiones morales sexuales, sino de otra índole), la cual me impide expresarme con la libertad que yo quisiera. Lo cual es una pena, porque ahora mismo me acuerdo de un viejo comentario de Ana Rodrigo, acaso de los primeros que leí aquí en Atrio, y que se me ha quedado grabado en mi memoria selectiva. No recuerdo en qué artículo lo vertía ella, pero venía a querer desmitificar el carisma o voto de la obediencia religiosa, tan alabado desde siempre por la Iglesia en los religiosos y religiosas profesos, argumentando que muy a menudo la “obediencia” del esposo a la esposa, o de los miembros de una pareja cualquiera, es mucho más exigente que la tan cacareada obediencia de los religiosos a sus superiores. Religiosos que además, salvo honrosas excepciones que siempre ha habido y me supongo que habrá, llevan una vida más “cómoda” que la del común de los mortales, pues están por lo común exentos de las preocupaciones típicas del hombre y de la mujer de a pie: conservar el trabajo, ser competente en el trabajo, hacer las labores propias de la casa (a menudo tan ingratas, tan domésticas como ingratas), etcétera.
Bueno, curioso: resulta que estaba lamentando no atreverme a hacer algunos comentarios críticos por considerarlos ofensivos para los clérigos y religiosos católicos, y resulta que se me han escapado. En cualquier caso, también eran otros que quería formular, aventurar (opiniones muy íntimas mías), relacionadas con lo que he señalado en el párrafo precedente, pero igual me los callo.
Así que a lo que iba, con el permiso de ustedes y sin ánimo de ofender: yo creo que esa otra Iglesia posible no va a ser posible, pues, de entrada, no hay más que tomar conciencia del número de intervenciones de foristas en este artículo o post y compararlo con el número de intervenciones de foristas en cualquier otro blog de católicos de derechas y aun integristas, de esos que seguramente están suspirando “para que Dios se lleve cuanto antes a este papa Francisco” tan “rocambolesco y extraño” que se permite ir de sencillo por la vida, con aire franciscano, sin mitra empedrada de diamantes, sin zapatos de diseño exclusivo…
Pero es que además no creo que el papa Francisco esté en sintonía con esa otra Iglesia posible. El Papa actual es muy sencillo, sí, pero es defensor de la estructura jerárquica de la Iglesia católica, y ya se ve cómo exhorta a que los católicos vivamos la eclesialidad, es decir, la comunión filial con los pastores diocesanos…
Me parece a mí que es así. Buenas noches.
román, formulas la siguiente pregunta: “¿Se podrán recuperar esa masa de católicos quienes en movimientos, y comunidades, como las neocatecumenales y los carismáticos, perdieron la orientación del Concilio, por haber sido clericalizados?” Yo pienso que todos esos colectivos seguirán en su línea de por vida, aunque viniese un Papa totalmente revolucionario, ellos seguirán como los lefebrianos, es muy difícil, por no decir imposible, salir de los dogmas. Y no sólo los colectivos, sino toda la curia, la inmensa mayoría de la Jerarquía y gran parte del clero. Es como quitar los andamios que sustentan su fe.
Ayer asistí a una primera comunión (“obligación” social-familiar) en una iglesia del Opus, y experimenté vívamente volver a los años 50: pecados mortales, ayuno una hora antes de la comunión, el confesonario funcionando durante toda la misa, se podía ganar hasta indulgencia plenaria si se rezaba por el Papa, niños separados de niñas, etc. etc. uf, increíble…. Estos no los cambia ni dios mismo que los empujase.
¡ Qué oportuno este gran, largo, clarividente, artículo de Hans Kung!
Para terminar en la tesis, que parece ser el propósito inicial: que no debemos resignarnos, y emprender una reforma desde abajo, desde el pueblo.
Me propongo proponer lo que no se menciona, se insinúa, pero no se aborda de forma directa ( quizás porque se da por supuesto: el laicado.)
” se han de acometer con decisión reformas “desde abajo”, desde el pueblo.”
Hace algunaa semanas alguien sugería que se abordase en un espacio aparte del tema de la teología del Pueblo de Dios. Yo respondía que para ello existen teólogos, teólogas y escrituristas.
Hans Kung ha venido en nuestra ayuda. Desde los años sesenta con aquellos primeros textos muy ásperamente traducidos del alemán, o con mucha imaginación de las traducciones francesas, nos llegaba aquella teología novedosa, que se desprendía de lo se estaba o se había discutido en el Concilio.
El cambio profundo que se está produciendo en nuestra iglesia, todavía no se percibe por mentes tan clarividentes como la de H.K. Quizás el pesimismo, después de tantas batalla y heridas, se lo impide. Es bueno que se ilusione ahora
El análisis que se hace de Francisco de Asís y del franciscanismo en su origen revela cuatro pasos o fases sucesivas, desde aquella busqueda inicial de la pureza del Evangelio a través de la pobreza “real, que le enfreta al sistema.
Pudo haber pasado como un movimiento más condenado por herejía,pero que en un segundo paso, no se quizo enfrentamiento con la jerarquía, se buscó el vivir repetándola, en conformidad con la tesis de Jesús, de obediencia a las autoridades religiosas (“Haced lo que ellos os digan”), para poder mantener la pobreza y la “predicación laica”.
Pero en una fase sucesiva”, la tonsura los legitimó como clérigos. (La Heredad de Dios, pasó a formar parte, doctrinalmente – teológicamente- para una sola clase) Salvaron su autoridad para predicar, pero perdieron su identidad de Pueblo de Dios.
Dentro de su integración al sistema romano, viviendo la pobreza real, se conviertieron en personas de vida monacal.
finalmente, veinte años después de la muerte de Francisco ya eran una orden más al servicio del Catolicismo Romano.
Pocos católicos están logrando desprenderse de la esclavitud de sus conciencias en la consideración de que para seguir en obediencia a Cristo, debemos obedecer( acatar) a la Iglesia, en su Jerarquía y Magisterio, y los pocos que lo hacen en una deserción interna, situación mucho más cruel que la de aquellos, que desde fuera la combaten, por sentirse agraviados por ella.
¿Se podrán recuperar esa masa de católicos quienes en movimientos, y comunidades, como las neocatecumenales y los carismáticos, perdieron la orientación del Concilio, por haber sido clericalizados?
roman