Fue tal vez por el comentario que hice en ATRIO a principios de Septiembre a propósito de ver aparecer en su columna derecha el titulo de un libro “IGNACIO ELLACURÍA intelectual, filósofo y teólogo” y cuyo contenido preveía de gran interés para mí, que Antonio Duato no solamente me lo obsequió sino que además me confió la tarea de hacer alguna reseña del mismo para este portal.
La verdad es que lo que a mí me llamaba enormemente la atención era saber de qué modo contribuyó la filosofía zubiriana en el pensamiento de I. Ellacuría y cómo éste la aplicó a la realidad americana en su proyecto de opción y compromiso por la sociedad empobrecida.
El libro recoge las ponencias presentadas en el I Congreso Internacional sobre Ignacio Ellacuría, llevado a cabo en la ciudad de México en agosto de 2009 a los veinte años de su asesinato. Dicho Congreso fue dirigido por el profesor Juan José Tamayo Titular de la Cátedra Ignacio Ellacuría en la Universidad Carlos III de Madrid
Las ponencias fueron presentadas por especialistas de gran renombre en el estudio del pensamiento filosófico de Ignacio Ellacuría como Rodolfo Cardenal, Enrique Dussel, G.Martinez Cristerna, Héctor Samour, Jon Sobrino, A. Rosillo Martinez y J.J.Tamayo. En todos ellos, al leerlos, descubro el influjo que tuvo en Ellacuría la filosofía de Xavier Zubiri ya que si bien anteriormente en su andadura intelectual, como señala R. Cardenal, influyeron en su pensamiento otras importantes personalidades, éste, más tarde queda configurado en el horizonte liberador de la filosofía zubiriana que lo acerca a lo más real de la realidad a partir de lo cual desarrollará una ética de la praxis que le abrirá a inmensas posibilidades.
Zubiri, aunque no escribió nada sobre ética normativa, en su filosofía ha lanzado distintos modos de fundamentación moral: Tres (por lo menos), que se corresponden con tres etapas de su evolución filosófica, cada una de ellas paradigmáticamente representadas por tres de sus obras: “Naturaleza, Historia, Dios”, “Sobre la esencia” e “Inteligencia Sentiente”. Pues bien, Ignacio Ellacuría elabora su ética apoyándose sobre todo en la interpretación de Sobre la Esencia (1960) y también en los cursos que Zubiri imparte en estos años, de contenido principalmente antropológico, en los que ya se ve vislumbrar posibilidades nuevas de fundamentación ética y que serán la base de su trilogía “Inteligencia y Realidad” o “Inteligencia Sentiente”.
La ética de Ellacuría es una ética de la liberación. Su objetivo fue elaborar una ética y una filosofía de la historia a partir de la filosofía zubiriana. Cree que desde ella se puede fundar un modo nuevo de entender la historia, de ahí que uno de sus libros más conocidos se titule “Filosofía de la realidad histórica”. A partir de aquí surge en el contexto del momento –en el que la teología no tenía nada que ver con la lucha de clases o con las desigualdades sociales– un concepto esencial que es el de “opción fundamental”. Un concepto que situará el tema de la pobreza en el centro de la cuestión y ya no solamente afectará al plano social o categorial sino también al orden trascendental. Y, en este sentido, la cuestión que se plantea en este momento es la de determinar cuál tiene que ser la opción fundamental de la iglesia con respecto a la realidad social.
Ellacuría cree que esa opción ha de ser la opción por los pobres, porque la opción fundamental no es sino lo que el creyente añade al acto ético que en si mismo es autónomo. Es la dimensión trascendental del mundo, es decir, un modo de ver las cosas y la realidad muy distinto al idealismo hegeliano y al materialismo marxista y por tanto se está ante un modo nuevo de entender la historia y por consiguiente la ética: ni idealista ni materialista, sino realista.
Ahora bien, aunque el tema de la pobreza mediante esta opción haya superado el plano social y se contemple además desde la perspectiva teologal, en esta coyuntura se plantea un problema. Y es que, como el análisis de la pobreza ha de realizarse desde la sociología, y la sociología del momento es sobre todo marxista. Es ahí, en esa encrucijada precisamente, cuando Ellacuría echa mano de Zubiri. Está convencido de que desde su filosofía de la materia, la cual está basada en una epistemología de la sensación, se puede elaborar una ética de la praxis y fundar un tercer modo de entender la historia. Los resultados de sus esfuerzos en tal sentido, aparecieron en el libro póstumo ya mencionado “Filosofía de la realidad histórica” publicado en el año 1991 y del cual hablan los distintos autores que integran el presente libro.
Con todo, sin embargo, en esta opción por la realidad de los pobres, defendiendo su dignidad frente a los explotadores y dictadores, en Ellacuría influyó decisivamente el ejemplo de su arzobispo y amigo Oscar Ranulfo Romero. De ello hablan en el libro Rodolfo Cardenal y sobre todo su compañero Jon Sobrino, quien titula su artículo “El Ellacuría Olvidado. Lo que no se puede dilapidar” sobre el cual y para finalizar me permito extraer el siguiente párrafo.
“Las razones por las que se olvidan estos temas me parecen ser las siguientes. La principal es que introducirnos en serio en ‘el pueblo crucificado’ nos cuestiona e incluso puede llegar a acusarnos: sí y qué tenemos que ver nosotros, como personas e intelectuales, con la crucifixión de los pueblos. ‘La civilización de la pobreza’ y su potencial salvifico nos desinstala, pues para la razón tiene mucho de locura y escándalo. Y ‘el Dios que se hace presente en mártires y víctimas’ –Dios mayor y simultáneamente menor– al no creyente comprensiblemente le puede dejar indiferente, auque no necesariamente, pues en su experiencia puede asomar la pregunta de a través de qué se hace dinámicamente presente –si es que lo hay– lo último positivo de la historia. Y al creyente le exige preguntarse en qué Dios cree y en qué Dios no cree, sin poderse defender con nada, ni con doctrinas y liturgias, de la radicalidad de la pregunta”.
Reclaman justicia en El Salvador a 23 años de la masacre jesuitas
Por: PL
http://www.argenpress.info/2012/11/reclaman-justicia-en-el-salvador-23.html
La Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) y otros sectores de El Salvador rindieron homenaje a seis sacerdotes jesuitas y dos de sus ayudantes asesinados por el ejército hace 23 años.
Los actos incluyeron una celebración religiosa, una marcha en la casa de estudios y una vigilia que se prolongo hasta las primeras horas de hoy.
El arzobispo auxiliar de San Salvador, monseñor Gregorio Rosa Chávez, aseguró que el mayor legado de los religiosos fue su opción preferencial por los pobres, “como una buena nueva para no perder las esperanzas de transformar a El Salvador en un país más justo”.
El rector de la UCA, el padre jesuita español Andreu Oliva, aseguró que continuarán exigiendo el esclarecimiento de la masacre, a pesar de la oposición de algunos sectores del país.
Queremos que funcione la justicia en El Salvador. El sistema actual tiene muchas deficiencias. Nosotros queremos que se aplique justicia y que sea un espacio para el reconocimiento de la verdad, dijo.
Durante la conmemoración religiosa, los embajadores de Cuba, Pedro Pablo Prada, y de España, Francisco Ravena, colocaron ofrendas florales en tributo a las víctimas de la masacre.
La matanza ocurrió el 16 de noviembre de 1989, cuando comandos del ejército entraron a la UCA con la orden de matar a los sacerdotes y no dejar testigos, estableció una Comisión de la Verdad de Naciones Unidas en 1993.
Los asesinados fueron los padres españoles Ignacio Ellacuría, entonces rector de la UCA; Ignacio Martín-Baró, quien era el vicerrector; Segundo Montes, Amado López y Juan Ramón Moreno, y el salvadoreño Joaquín López.
La acción de las tropas del ejército le costó la vida también a la empleada doméstica de los religiosos Elba Ramos y a su hija menor de edad Celina.
La Corte Suprema de Justicia de El Salvador rechazó el pasado 8 de mayo por mayoría un pedido de extradición de España de los ex militares acusados del crimen.
Hola ELOY!
* Dices:
– el titubeo podría ser un valor;
– la búsqueda de la verdad solo es posible desde el titubeo de las posiciones que pretenden ser omnicomprensivas y firmes.
* Pienso lo mismo
……………..
* Dices:
– ¿Estaba Joan Sobrino (displicente) descontentadizo?.
* Lo que pienso necesita alguna mejor explicación ¿tienes tiempo y ganas?
……………..
Estamos en el marco de un “Congreso de Teología”
Congreso (no en un “Foro”);
de Teología eclesial (no con “foráneos”)
Los Congresos son Comandos que citan Gente líder a exponer Tesis en Discursos elaborados.
* Queiruga: cumplió perfectamente con los requisitos.
(para mí es un caso de los viejo-aburridos entretenimientos que son los “Congresos” desde hace 80 años, debido al efecto de la tecnología de la Comunicación).
* Boff: su habitual meter a presión la Ecología integral en la Teología.
(para mí es un caso de Vino nuevo en Odres viejos y resecos).
* Sobrino:
Contó su cuento: -“todos los días, ante mis narices salvadoreñas, ASESINAN a 16 personas”-
Ironizó la “novedad” de los “Paradigmas” (Tesis).
No expuso ni propuso ninguna Tesis, sino un aparente des-hilván de HECHOS.
Preguntó: -“¿Cuánto tiempo tengo que hablar?”-
Requetepreguntó: -“cuánto tiempo queda aun”? (para llenar el espacio a él otorgado)
Apostillaba: -“para no aburrirlos”-
Empezó contando un HECHO-TEMA que des-apareció olímpicamente: La mujer.
ETC;
…………………
Esta flagrante transgresión al estilo “Congreso” merece una explicación ¿no, ELOY?
………………..
Yo la expresé –tal vez muy a lo bruto- en esos dos adjetivos: “titubeo y displicencia”.
Las “razones” o fundamentos los tengo, pero acá alargarían el Comentario.
Pero podría ahora decir que la “novedad” de Sobrino está en un camino que es el mío,
cuando digo lo que hace tiempo pregunté a Boff: -“¿está la Teología de la Liberación en condiciones de liberarse de la Teología?
Para eso se necesita “darse un porrazo” contra la cara-dura que también tiene la vida humana;
y Jon Sobrino –luego de tantísima teología europea- se lo dio en El Salvador, y está siendo fiel a ese porrazo.
¿Te parece, ELOY?
¡Voy todavía! – Oscar.
Veo, según dices, Oscar, que Jon Sobrino, en el Congreso de Teología, al igual como lo hace en el libro de Ellacuría, optó en destacarlo más que por su vertiente filosófica, (el Ellacuría difícil) por su trayectoria vital, (el Ellacuría más a mano) lo cual muestra la cercanía y el conocimiento que de su persona tenía y por tanto conocedor también de su praxis comprometida con el pueblo salvadoreño.
No obstante, pienso que, aunque esté muy bien comenzar una conferencia (de algún modo habrá que hacerlo) como la inició J.Sobrino en el Brasil, diciendo que hay dos Ellacurías, el difícil, el filosófico, el teórico, y el de más a mano, el vital, su parte dificultosa, en mi humilde opinión, no dejará de ser sólo como algo visto desde fuera, ya que para Ellacuría, en su coherencia de vida, su praxis y su pensamiento debían fluir en unidad y sin problema alguno.
Sobrino conoce muy bien a los dos Ellacurías pero me sorprende que no adviertas que queriéndonos ahorrar el lado difícil descarga en el otro todo lo teológico que le compete como religioso lo cual para mi es donde pudiera residir la dificultad si bajo ello no hay una filosofía puesta al día que lo sostenga. Y es lo que precisamente hace Ellacuría en su postura:
la de “¡Ir a las cosas, a las cosas!”.
Cargar con la realidad de ellas que es lo que Ellacuría tiene más a mano, ¡toda una filosofía de vida!
Esto me lleva a recordar que tiempo atrás sobre las cosas anteponías los hechos y mi esfuerzo era en hacer notar que la eticidad de los hechos precisamente viene impulsada no por la objetividad de las cosas sino por la realidad que las habita.
Por eso no puedo estar más de acuerdo contigo en lo referente a tu nota final: se va a las cosas cuando se sale del yo narcisista argentino, aunque, añado, no solamente del yo narcisista argentino (supongo que lo dirás por Dussel)
Aquí, en el carácter solidario de la realidad es donde me entretendría ahora pero lo he de dejar…
Un abrazo
Hola Oscar
Me intriga que califiques de “titubeante y displicente ” el discurso de Joan Sobrino.
No sé si el titubeo al que aludes es físico o intelectual. Esto último podría ser un valor, dado que la búsqueda de la verdad solo es posible desde el titubeo de las posiciones que pretenden ser omnicomprensivas y firmes. En todo caso tú dirás.
En cuanto a “displicente”, en el diccionario de la Real Academia de la Lengua que manejo, se define (del latín displicere = desagradar) así: “Dícese de lo que desplace, desagrada y disgusta”. Y también: “Desdeñoso, descontentadizo, desabrido o de mal humos”.
¿Estaba Joan Sobrino descontentadizo?.
Gracias Un abrazo Oscar.
Hola M. Luisa!
Ellacu y Teología de la Liberación
En el titubeante y displicente discurso de Jon Sobrino
del reciente Congreso de Teol. Cont. – Brasil
empezó diciendo que hay dos Ellacurías
* Uno muy difícil
* Otro muy a la mano.
El “muy difícil”, precisamente, resultó ser el de su filosofía.
Jon Sobrino hizo la “opción por el más a la mano”:
Contó su trayectoria vital engarzada en la de su Pueblo Salvadoreño
(habiendo sido vasco)
Toda su postura –el valor que encuentro en ella-
es la del gran e inaguantable-loquito que era Ellacu:
la de “¡Ir a las cosas, a las cosas!”.
Frase que las intelectualoides elites argentinas
parecieron querer seguir ignorando.
¡Voy todavía! – Oscar.
Nota: se va a las cosas cuando se sale del yo narcisista argentino.
Quisiera, ahora que me es posible, decir algo más sobre el libro de Ellacuría pues brindándonos éste un gran caudal de novedosas aportaciones para la reflexión, no me gustaría quedarme sumida en el mal sabor de algunas de estas últimas e irrelevantes preguntas que se me hicieron.
Al releer estos días de nuevo el libro de Ellacuría, me doy cuenta de por dónde pueden haber ido las erróneas interpretaciones de quienes remiten al marxismo las ideas que sustentan la filosofía de la liberación.
Enrique Dussel, del libro en cuestión, hacia el final, nos dice que Ellacuría inicia su obra definitiva Filosofía de la realidad histórica con un capítulo sobre “La materialidad de la historia”. Se ve ya ahí como Ellacuría centra el núcleo de su reflexión filosófica en la historia pero sin dejar atrás sino recogiendo todos los factores materiales desde la propia materia. En este sentido para Ellacuría siguiendo a Zubiri, la materia es lo real, pero porque, precisamente, incluye características y cualidades más allá de lo meramente material, como la temporeidad y lo espacioso. Según lo cual, entonces son las cosas las que son espaciosas y temporeas. Esta visión dista mucho ya de la visión estática-cartesiana-newtoniana tradicional y en la que desafortunadamente se está todavía. Por tanto el punto de vista de Ellacuría se aparta del punto de vista kantiano por el que la subjetividad añade el tiempo y el espacio. Se trata de cualidades propias de la materia que necesariamente las incluye.
Por otro lado y en otro apartado, Dussel en la página 167 -169 muestra lo que para el Ellacuria maduro le era insuficiente el vitalismo de Ortega en el que tanto el propio Ortega como Ellacuría, tienen dificultad en ver en él el dualismo que Dussel luego evidencia trayendo a colación distintas secuencias de ambos y señalando por último a pie de página lo suguiente “Evidentemente K.Marx se sitúa desde sus Manuscritos del 44 hasta su muerte, en una comprensión unitaria de la vida como la que propone Zubiri o la Ética de la Liberación contra Ortega y Gasset, aunque parezcan muy similares”.
En fin…¡voy leyendo todavía!
Hola oscar!
Dentro del secuestro en el que se encuentra estos días mi ordenador, he podido aprovechar un hueco.
Preguntas
Primera. ¿Qué es lo que hace que esa (supuesta) dimensión trascendental (¿?) del mundo sea fundamento de esa concreta “opción” acotada en “los pobres”
Respuesta: Lo que hace que la dimensión trascendental del mundo fundamente esa opción por los pobres y a partir de ahí elaborar una ética liberadora, es precisamente el carácter sentiente y trascendental de la realidad. La cual cosa marca un distanciamiento abismal con el concepto de trascendencia tradicional cuya perspectiva dualista separa el aquí del allá, y en consecuencia el sentir del inteligir.
En este nuevo enfoque de ver las cosas no encerradas en su materialidad, la trascendencia emana de ellas propiamente, es decir, de su existencia en el mundo. Es un trascender que va de abajo arriba. Por ejemplo, lo mismo que en el análisis sociológico se parte de la pobreza, en el análisis de los actos humanos se parte del sentir como lo más básico, con lo cual en ambos casos lo predominante no es el concepto sino lo físico y real de él. Sin sentir no habría trascendencia posible. Creo que es una concepción completamente distinta de la tradicional.
Tu segunda pregunta: Los “actos éticos” de los “otros creyentes” no añaden un nuevo sentido a la realidad?
Respuesta: si lo dicho anteriormente se ha entendido, los actos éticos de los otros creyentes, como tú les llamas, son los mismos actos éticos de los creyentes. Lo que sucede es que unos le conceden y otros no esa dimensionalidad profunda del mundo. Pero donde nos encontramos todos es en la eticidad de los actos y en el carácter positivo de la experiencia a la que dichos actos nos conducen que es lo que en otras palabras le comentaba a la amiga Asun en días pasados.
Tu tercera pregunta es un re-preguntar pues en la primera no te entendí lo que querías decir.
Re-Pregunto dices: ¿Por qué en las 606 páginas de “Fil. d.l. realidad histórica” (Ellacu) está absolutísimamente olvidada la palabra y la realidad “mujer”. Y Jon habla de otros “olvidos”… y de este ¡ni se acuerda!
En primer lugar he de confesar que yo no leí el libro de Ellacuría “Filosofía de la realidad histórica” que mencionas y que menciono yo misma también en el artículo, por eso tenía tanto interés en leer el libro que nos presenta Atrio ahora, en el cual sí hablan de aquel los diferentes autores que lo integran.
Y ahora, respecto a esta tú última pregunta pienso que con disposición y voluntad se sobreentiende que, al hacer filosofía, Ellacuría y Sobrino en el pensamiento de ambos está presente tanto la idea de varón como la de mujer y ello reflejado sobre todo en las expresiones como “actos humanos” “realidad humana” “derechos humanos” etc., que sin duda alguna, a lo largo del libro, salpicarán sus 606 páginas. Sobrino siempre ha mostrado una gran sensibilidad en mencionar en el recuerdo del relato criminal, a las dos mujeres que murieron asesinadas junto a Ellacuría, y a otros dos jesuitas, creo. Nunca se ha olvidado de ellas y siempre con enorme dolor las nombra.
Ah! sólo añadir que de Ellacuría, me interesa más su vertiente filosófica que la teológica. Creo que ésta a pesar de los esfuerzos que él hizo para conciliarlas y de que la filosofía liberara los dogmatismos, éstos tristemente siguen prevaleciendo.
Un cordial saludo
Hola M.L.!
Pregunta: ¿En qué fundamenta Ellacuría esa “opción por los pobres” como la opción fundamental del creyente?
Respuesta: yo pienso que es en la dimensión trascendental del mundo. Es decir, el acto ético del creyente no añade nada nuevo a la realidad sólo le da un nuevo sentido.
Recontra-preguntas:
1- ¿Qué es lo que hace que esa (supuesta) dimensión trascendental (¿?) del mundo sea fundamento de esa concreta “opción” acotada en “los pobres”?
2- Los “actos éticos” de los “otros creyentes” no añaden un nuevo sentido a la realidad?
3- En caso afirmativo ¿no habría que aceptar la multiplicidad de sentidos de la realidad?
4- Etc.,
……………………
Pregunta: Ellacuría, Sobrino y etc. ¿han “optado por el varón“?
Respuesta: ¿De dónde extraes que Sobrino y Ellacuría, opten por el varón?
Re-Pregunto: ¿Por qué en las 606 páginas de “Fil. d.l. realidad histórica” (Ellacu) está absolutísimamente olvidada la palabra y la realidad “mujer”. Y Jon habla de otros “olvidos”… y de este ¡ni se acuerda!?
Nota ad hoc: la “Teología de la Liberación” se vio gravemente cuestionada por la realidad multifacética de ella misma. Desde entonces la tal Teo. De la Lib. Bajó sus humos y se empezó a presentar como “Teología y Liberación”. Pero parece que muchos se han olvidado también de esto y no pueden dejar de añorar la teología como LA Ciencia Madre ¿qué le vamos a hacer, no?
Voy todavía! – Oscar.
Hola Oscar!
Claro! Que puede ser, voy a intentarlo, pero imitándote en lo esquemático esta vez, pues si hubiera de alargarme habría de esperar hasta el lunes que viene.
Veamos:
Preguntas:
¿En qué fundamenta Ellacuría esa “opción por los pobres” como la opción fundamental del creyente?
No sé tú como lo verás pero yo pienso, como ya dije, que es en la dimensión trascendental del mundo. Es decir, el acto ético del creyente no añade nada nuevo a la realidad sólo le da un nuevo sentido.
En cuanto a tu segunda pregunta, el párrafo que cito y que subrayas, no es de Ellacuría sino de Jon Sobrino dentro de su apartado en el libro al exponer las razones del “Ellacuría olvidado”
Pero lo que se me hace extraño es lo que dices al final. De dónde extraes que Sobrino y Ellacuría, opten por el varón. La verdad no sé a que te refieres…
Por lo demás, amigo Oscar, a ver si este fin de semana puedo leerme Marcos 21
Un cordial saludo
Hola M. Luisa!
Algunas preguntas ¿puede ser?:
1- Leo:
“la cuestión que se plantea en este momento es la de determinar cuál tiene que ser la opción fundamental de la iglesia con respecto a la realidad social.
Ellacuría cree que esa opción ha de ser la opción por los pobres, porque la opción fundamental no es sino lo que el creyente añade al acto ético que en si mismo es autónomo. Es la dimensión trascendental del mundo”-
Pregunto:
¿En qué fundamenta Ellacuría esa “opción por los pobres” como la opción fundamental del creyente?
2- Leyendo: “Filosofía de la realidad histórica” y tu cita final:
Pregunto:
Ellacuría, Sobrino y etc. ¿han “optado por el varón“?
¡Voy todavía! – Oscar.
Querida Asun, al releer los comentarios, algo que hago con bastante frecuencia me he parado en el tuyo con el que estoy en total acuerdo y no puedo estarme de hacer una pequeña reflexión muy pertinente, creo, en la línea de pensamiento del gran Ellacuría.
Despojarse de creencias, es optar por un cambio de mirada, significa despegarse de los principios en los que se basan las construcciones teóricas (constructos) las cuales ofrecen seguridad, para dar el paso hacia los fundamentos sobre los cuales se posa la razón que experimenta. Es ahí en ese ámbito esencialmente humano donde se produce el encuentro entre creyentes y no-creyentes, mediando por supuesto, como digo, la experiencia. Cosa muy distinta en el caso de los principios considerados inamovibles, porque al no coincidir en coherencia con ellos la experiencia, ésta se desdeña en pro de las seguridades que ofrecen los principios.
Ah! me encantó la poesía que dejaste en el recuadro del Tema.
Un abrazo
Hola amigas, Ah! y a Sarri también, gracias por vuestros comentarios. La verdad es que el libro en todos sus apartados destila un gran aprecio y admiración por esta gran persona que fue Ignacio Ellacuría. El tiempo que empleé en leerlo fue para mí un espacio verdaderamente enriquecedor, tanto por esa vertiente de autenticidad personal de la que también nos habla Ana, como por su vertiente intelectual de la cual , tristemente, sus frutos, aunque siguen estando ahí ofreciendo enormes posibilidades, ya se encargan de desprestigiarlos quienes sus deseos están enfocados para que las cosas sigan igual.
Ya lo digo en el artículo, la dificultad recae en no querer ver que el horizonte filosófico del cual parte Ellacuría está muy lejos de hallarse dentro de la dialéctica cerrada materialista como así quieren que se vea sus oponentes. Sino que, precisamente para huir de ese reduccionismo se acoge al materialismo abierto y liberador (materismo)de la filosofía zubiriana para desde él integrar mejor el papel activo y libre del ser humano en la configuración de la historia.
Como dice Ana, ya me creo yo eso de que Ellacuría dijera que al mundo desarrollado no lo aguanta ni Dios.
Buenos días, a todos y a todas
Desde hace días tengo encima de la mesa el libro del que habla María Luisa en este post, y he querido leerlo para poder enriquecer el diálogo, pero el tiempo me escasea, y, al ver que no voy a poder disponer del mismo para poder leerlo, voy a decir algo.
En primer lugar, darle las gracias a M. Luisa por la introducción al mismo. Tampoco conozco la filosofía de Zubiri, como M. Luisa la conoce, y nada puedo aportar en este tema.
Pero sí conocí a Ellacu, como lo llama Jon Sobrino. Era un ser especial, te transmitía algo diferente a lo que pueda hacer cualquier otra persona, transmitía verdad y autenticidad. Decía algo así como al mundo desarrollado ya no lo aguanta ni Dios.
Olga y Sarri, podéis estar orgullosos de haber tenido compatriotas como los tres que mencionáis, (adjudicar su grandeza a su origen vasco, da sensación excluyente de otras personas no vascas). Pero la grandeza respecto a Ellacu y Sobrino, a quien también conozco personalmente, a quienes pueden sentirse orgullosísimos de él son los salvadoreños, ya que, si de algo se mostraba orgulloso tanto Ellacu como Sobrino, era el de considerarse salvadoreños, y, el no enclaustrase en su capillita personal Esto hizo grande a Ellacuría, porque su corazón estaba con todo aquel sufriente, estuviese donde estuviese. Y ahí estuvo hasta dar la última gota de su vida y de su sangre.
¡Grandes hombres!
Que a su paso, han dejado una sementera profunda y rica.
¿Quien los olvida?
Aquellas personas ancladas en el poder en cualquier estrato de la vida.
Para ellas son molestos, desesperadamente molestos, porque son como picadura que no se puede calmar, sino se cambia de manera de vivir y actuar.
Por eso los asesinan vilmente, y los acallan, para que el pueblo empobrecido no tenga esa esperanza que ellos sembraron y regaron con su propia sangre.
Pero su savia está en la tierra, y todo buen labrador jamás olvidará su paso por este mundo desolado por la podredumbre del poder:
¡Toda clase de poder llevado al extremo!
mª pilar
Vuelvo a copiar esto último:
‘La civilización de la pobreza’ y su potencial salvífico nos desinstala, pues para la razón tiene mucho de locura y escándalo. Y ‘el Dios que se hace presente en mártires y víctimas’ –Dios mayor y simultáneamente menor– al no creyente comprensiblemente le puede dejar indiferente, aunque no necesariamente, pues en su experiencia puede asomar la pregunta de a través de qué se hace dinámicamente presente –si es que lo hay– lo último positivo de la historia. Y al creyente le exige preguntarse en qué Dios cree y en qué Dios no cree, sin poderse defender con nada, ni con doctrinas y liturgias, de la radicalidad de la pregunta”.
Cuando el creyente se despoja de creencias y seguridades externas se encuentra con el no-creyente. Prescinde de lo que no tiene respuesta concreta, conceptual, coincidiendo en todo lo que les hace ser, vivir con auténtico sentido, plenitud: comparten lo mismo y nadie se queda y dejan fuera. Y así se trasciende, aquí y ahora, este mundo constructo injustamente establecido.
Gracias Mª Luisa. Un fuerte abrazo.
Sarri: Es que los vascos vivíamos en una tierra pequeña y pobre y tenemos en la sangre eso del pragmatismo y la realidad. En un Baserri de 4 Há con 16 hijos, al lado de un mar bravo, no te queda otra cosa que usar tu cabeza para sobrevivir y tu imaginación para inventarte un buen mundo en el que vivirás cuando sobrevivas.
Acuérdate de ese cura vasco que comparaba a la Virgen María con el charri ( puerco), “todo, todo aprovechable, nada de desperdicio……”
Observen la veta baska: Zubiri:Ellacuria:Sobrino que sorteando el prestigio filosófico descargan todos sus valores en la práctica cristiana de la solidaridad humana