UN PASO, UN MUNDO – Salvador Santos – “Destilado” de Oscar Varela
Estamos justo a mitad de este curso-taller que consta de 27 fascículos y vamos por el 14. Es el paso del ecuador. Tal vez algunos se reincorporen tras las vacaciones del verano austral. Un buen momento, pues con el relato de hoy empieza lo que tal vez pueda considerarse una “Trilogía”: El hombre esclavo – El naufragio de los cerdos – El hombre libre.
El que se haya perdido algo, sabe que puede seguir el relato “destilado” a través del índice que hay en el menú superior de cada página: UN MUNDO UN PASO. Allí podrá encontrar los textos ya publicados (y los comentarios, retrocediendo en esta columna, de martes en martes).
El hombre esclavo
¿Cómo recondujo el Galileo la crítica situación con los discípulos?
- 1º) destapando la contradicción de sus planteamientos:
Les hizo ver que la violencia rebelde por la que apostaban
- defrauda,
- atormenta,
- es suicida,
- resulta ineficaz
- e incluso fortalece a la violencia institucional de la que procede.
- 2º) Se detuvo en mostrarles
- la coincidencia de sus criterios con la ideología de los poderosos y, por consiguiente,
- su identificación con ellos en el temor ante las consecuencias de la libertad.
La Narración tiene un esquema escenográfico de Actos y Entre-Actos,
nada extraños una vez leídos con detenimiento.
Fascículo 14. EL HOMBRE ESCLAVO
(Mc.5,2 / 6,10)
— Oye Teófila: ¿Cómo recondujo el Galileo la situación con los discípulos?
— De entrada —contestó ella—, destapando la contradicción de sus planteamientos. Les hizo ver que la violencia rebelde por la que apostaban defrauda, atormenta, es suicida, resulta ineficaz e incluso fortalece a la violencia institucional de la que procede. Se detuvo en mostrarles la coincidencia de sus criterios con la ideología de los poderosos y, por consiguiente, su identificación con ellos en el temor ante las consecuencias de la libertad. Esas reflexiones están contenidas en la historia tan extraña que viene a continuación del episodio de la tempestad. No les parecerá tan extraña una vez leída con detenimiento.
PRIMER ACTO
Dividiremos la escena en unidades lógicas. Las leeremos como si fueran actos de una obra de teatro.
Vamos a leer primero cómo describe Marcos a un personaje que aparece en el escenario nada más llegar la barca y pisar tierra el Galileo.
“Apenas bajó de la barca, fue a su encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu inmundo.
Éste tenía su habitación en los sepulcros y ni siquiera con cadenas podía ya nadie sujetarlo; de hecho, muchas veces lo habían dejado sujeto con grillos y cadenas, pero él rompía las cadenas y hacía pedazo los grillos, y nadie tenía fuerzas para domeñarlo. Todo el tiempo, noche y día, lo pasaba en los sepulcros y en los montes, gritando y destrozándose con piedras” (Mc 5, 2-5).
Como se pretendió al iniciarla, la tempestuosa travesía ha terminado en algún punto al otro lado del mar; es decir, en el extranjero, fuera del territorio judío, a distancia de los ardores nacionalistas.
Seguimos, no obstante, bajo la bota romana, en una región denominada Decápolis constituida por diez ciudades, situadas en su mayoría en la zona oriental del Mar de Galilea y del río Jordán. Esta federación de ciudades fue liberada por Pompeyo del dominio judío 63 años antes del nacimiento de nuestro protagonista. En los tiempos en los que nos situamos, dependía de la jurisdicción del legado imperial de Siria. Su población era eminentemente helenista; ese carácter fue favorecido por los romanos como forma de contrarrestar el influjo radical judío en la comarca.
Han podido observar que no hay pérdida de tiempo con detalles innecesarios. Marcos se despreocupa, por ejemplo, de si la llegada se hizo de noche o de día, lo que contrasta con su cuidado al matizar ese dato a la salida, ¿recordáis?
La entrada en el relato se hace directamente, sin rodeos, descartando los preámbulos propios de cualquier narración que tuviera en los sucesos su objetivo principal.
El texto comienza de forma repentina. Ignora a los discípulos y destaca el exclusivo protagonismo del Galileo en la acción: “Apenas salió él de la barca”. Queda a la vista su separación del grupo que conforma la unidad de la barca. El apunte de Marcos, “apenas”, da el primer aviso sobre la celeridad de los hechos.
No hay mención de otras barcas. Con el singular: “barca” se destaca el sentido representativo de la embarcación. El grupo queda a partir de ahí presenciando los acontecimientos desde el anonimato.
Esa afirmación inicial, “apenas salió él de la barca”, se presenta como único dato previo a la acción principal introducida de sopetón: “fue a su encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu inmundo”. El sujeto indeterminado, “un hombre”, es un prototipo representativo del ser humano de otras sociedades con cultura y organización alejadas de la concepción religiosa judía sobre el mundo y la historia. Pero existe, de todos modos, una base común entre este modelo de persona y aquel otro que representaba al ser humano alienado por la ideología de la institución judía, y que apareció nada más entrar el Galileo por primera vez en contacto con la sinagoga (Mc 1, 23): “poseído por un espíritu inmundo”. La expresión es idéntica en ambos relatos. Ello implica que, como en el mundo religioso judío, en otras sociedades el ser humano está también sometido por ideologías contrarias a su condición.
Observemos de cerca un detalle llamativo del texto. La fórmula empleada en el original griego dice literalmente, “un hombre en un espíritu inmundo”. Desde nuestra lógica debería ser más entendible a la inversa, es decir, “un espíritu inmundo en un hombre”. Sin embargo, en el entorno en que se escribe nuestro relato los sentidos de ambas formulaciones no están muy distanciados. La preposición griega, equivalente a la nuestra: en, no sugiere, en este caso, localización (alguien dentro de alguien), sino que sirve para expresar las condiciones de sometimiento en que se halla inmerso el hombre. De acuerdo a como está escrita, “un hombre en un espíritu inmundo”, el protagonismo se le concede al ser humano, sumergido en una cochambre de ideología.
Antes incluso de mencionar al individuo, la narración da cuenta de la inmediatez con que interviene: “fue a su encuentro”. El sentido figurado del relato comienza a despuntar. Nuestro narrador revela con ese primer movimiento del sujeto que, nada más aparecer, el Galileo se convierte en el principal foco de atención, los poderes ideológicos entran en situación de inestabilidad y se movilizan nerviosos ante su mensaje. Eso mismo ocurrió también en el episodio de la sinagoga de Cafarnaún.
El punto de partida desde donde el hombre arranca en dirección al Galileo se determina con precisión: “desde los sepulcros”. El lugar deja ver a las claras que procede de donde hay carencia de vida. No es vida la vida de ese hombre, parece querer decir Marcos, aludiendo a lo peor de la ideología a la que se ve sometido.
Marcos insiste para reafirmar esa idea: “Éste tenía su alojamiento en los sepulcros”. La repetición del lugar desde donde se acerca refrenda el valor representativo de su procedencia. Este dato reiterado sobre su albergue apunta a la podredumbre donde se fundamenta su existencia y a la carencia de vida en su asentamiento habitual. El contenido de la información de Marcos incluye, además, las ideas de soledad, aislamiento social, ausencia de estímulos, carencia de entorno familiar, alejamiento de la alegría de los amigos…
La narración avanza en la descripción del personaje, aportando otra noticia que, en principio, no parece tener relación directa con lo dicho anteriormente sobre su paradero acostumbrado: “y ni siquiera con cadenas podía ya nadie sujetarlo”. Sin embargo, la concatenación de negaciones presentes en el texto original (“ni siquiera”, “ya no”, “nadie”), reforzando la drástica acción de los verbos (“podía” y “atar”) e impregnada a su vez de agresividad (“con cadenas”), hace suponer que, ante la dura ofensiva contra él, el individuo se cobijaba en las tumbas buscando en ellas el último refugio consentido por los anónimos autores de su represión. Se sobreentiende, pues, que el personaje representaba un peligro social.
La profusión de detalles con que Marcos adorna la presentación del hombre van configurando el retrato que desea ofrecer: “de hecho, muchas veces lo habían dejado sujeto con grillos y cadenas”.
Veamos más de cerca cada uno de esos pormenores: La expresión “de hecho” alude a la experiencia tenida con él. Se habla de una práctica habitual (“muchas veces”) que permite establecer conclusiones; en este caso, de la inutilidad de aplicarle estos mismos procedimientos. La repetición del verbo “atar” constata la acción represiva comprobada en sus efectos, en tanto se oculta en la penumbra a los sujetos ejecutores (“lo habían dejado sujeto”). Los medios empleados para inmovilizar al hombre se definen con términos duros: “grillos” y “cadenas”, con la finalidad de exhibir las maneras enérgicamente decididas de llevar a cabo la sujeción.
Reparen ahora en este dato: el método de sujetarlo desborda la simple atadura y alcanza el rango de yugo, lo que sugiere su consideración como enemigo peligroso, merecedor de ser reducido a esclavitud. La actitud del hombre representa una amenaza para la mayoría silenciada que ha intervenido contra él; actúan, pues, en correspondencia al riesgo que comporta. Se da, por tanto, una relación directa entre el lugar donde se ha aislado y el encadenamiento reiterado con que ha sido penalizado. El hombre está obligado a permanecer fuera del círculo social de aquellos que rechazan toda actividad desafiante contra su posición. Semejante aislamiento le representa una muerte en vida.
Pese a la violencia practicada contra él, resultan vanos los intentos de los representantes de la estabilidad por aplacarle: “pero él rompía las cadenas y hacía pedazos los grillos”.
Marcos cita de nuevo los instrumentos para reducir al sujeto, pero esta vez, aludiendo a su inutilidad frente a la fiereza irresistible que él opone. Los dos verbos utilizados (“arrancar” y “romper en pedazos”) unen a su sentido agresivo la energía de la forma verbal empleada para resaltar la ferocidad del hombre contra su encadenamiento. La literalidad de la traducción ayuda a percibir el enorme vigor de la frase: “pero las cadenas habían sido arrancadas por él y los grillos habían sido hechos pedazos”.
Es fácil captar la exageración descriptiva, señal inequívoca del carácter figurado de la narración. Marcos carga la mano para sacar a relucir la principal característica práctica que define la ideología del individuo. La violencia como patrón estratégico es la clave que domina el pensamiento de un ser humano considerado peligroso para el régimen de vida de la mayoría social. Está tan arraigada la violencia como concepto esencial de su planteamiento, que incluso llega a formar parte de su ser; lo posee de tal modo que resulta estéril todo empeño por aplacarlo.
La mayoría social conviene, por fin, que será mejor dejarlo por imposible: “y nadie tenía fuerza para domeñarlo”. Se reconoce en la frase la inviabilidad de neutralizar la violencia indómita que lo domina. Con la negación excluyente, “nadie”, se generaliza la incapacidad de superar la furia airada del curioso personaje. La frase ahonda en su dimensión coercitiva y pone el acento en la intención frustrada de doblegarlo. En definitiva, transmite la idea de que la violencia nada puede contra la violencia.
La afirmación apunta en dos direcciones. Por un lado, a la violencia esclavizante de la mayoría social para impedir toda idea o praxis que suponga riesgo a su estabilidad; por otro, al arraigo de esa misma violencia en el ser humano, como método de rebelión contra su condición de esclavo. Esa doble línea crea un círculo vicioso de difícil salida. El enfrentamiento violento contra la violencia institucionalizada fortalece a ésta y contribuye a justificar su uso. De otra parte, la violencia institucional da origen a más violencia. La violencia, en suma, no genera sino destrucción. Resulta imposible construir sobre ella.
El retrato del personaje sirve para explicar la inutilidad de la violencia en los planteamientos políticos.
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[CHARLAS DE ENTREACTO]
— A mí me está recordando a la guerra de Irak. Y a la de Afganistán. Y a otras muchas. A los lugares donde se cobijan los disconformes violentos mandamos, orgullosos, toda la tecnología de matar, aterrorizando a la población con asesinatos indiscriminados de civiles, de niños, mujeres, ancianos…, destruyendo, además, sus casas, sus enseres, sus medios de vida… Las consecuencias no tardan, proliferan como hongos nuevos terroristas convencidos de que exclusivamente con la barbarie podrán enfrentarse a la barbarie.
Y a raíz de esa realidad, me pregunto: ¿por qué cuando se usa la violencia contra la sociedad o el poder establecido se habla de terrorismo y, en cambio, cuando se emplea la violencia institucional para arrasar pueblos y naciones enteras se justifica, diciendo con grandilocuencia que son acciones en pro de la libertad y de la democracia?
— El negocio disfraza su maldad. Al final, la violencia no conduce a nada, salvo a destrucción y muerte. Pero no aprendemos, o no nos interesa aprender.
— Mejor lo segundo. Porque todo se calcula en función del beneficio. Y la violencia es uno de los más suculentos… ¿No es llamativo que los poderosos ataquen casi siempre a los terroristas en suelos donde tienen algo que obtener?
— Pues los discípulos se están viendo retratados. Por eso estarán escondidos viendo las cosas desde lejos.
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[SIGUE EL ACTO PRIMERO]
Los decepcionantes resultados de su estrategia violenta marcan, como veremos ahora, la propia existencia del individuo: “todo el tiempo, noche y día, estaba gritando y destrozándose con piedras en los sepulcros y en los montes”. La expresión con que da comienzo la frase, “todo el tiempo” o “continuamente”, alude a una ocupación plena y exclusiva. El complemento que la redondea (“noche y día”) sella cualquier salida que pueda suavizar esta interpretación; representa el esfuerzo continuo que agota en él toda la dedicación del hombre. No queda un resquicio para la tranquilidad.
Marcos estampó gráficamente en su texto la imagen del personaje, perfilando con energía narrativa la actividad incesante donde invertía todo su tiempo: “estaba gritando y destrozándose con piedras”. El imperfecto “estaba” afecta por igual a las dos acciones que saturan su vida. La primera de ellas, “gritando”, descubre la llamada angustiada del ser humano en situación límite. Él se desgañita con su oposición violenta en un clamor inacabable, encubridor del fracaso de su estrategia.
La segunda, “destrozándose con piedras”, dibuja la realidad desalentadora a que conduce el camino de violencia emprendido por él. Su agresividad le conduce a su propia aniquilación. El plan escogido para oponerse a la situación de esclavitud a que está sometido se vuelve contra él y le conduce a un destino fatal.
Para completar su descripción Marcos enuncia los escenarios baldíos donde se desmorona su existencia: “en los sepulcros y en los montes”. Los “sepulcros” hablan de la muerte en soledad. Los “montes” certifican, en plano de igualdad con los “sepulcros”, la esterilidad de la religión para dar salida a la demanda humana en busca de la libertad.
Marcos ha dado los últimos retoques al retrato de un personaje que cree encontrar en la violencia rebelde contra el sistema la fórmula para salir de su esclavitud, pero se estrella contra el muro de una mayoría social opuesta radicalmente a tal intento, ya que pone en serio peligro su privilegiada posición. Los innominados agentes defensores del orden institucional y el individuo incontenible entran en una rueda inútil de violencia que acaba desplazando al hombre a reductos inhabitables. El sujeto, desquiciado por su pertinaz aunque inútil empeño, agota su existencia autodestruyéndose en la soledad. Él busca afanosamente la libertad robada. Un esfuerzo estéril, porque la estrategia de la rebeldía violenta le precipita en el vacío.
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[CHARLAS DE ENTREACTO]
— Si no me equivoco, la descripción del personaje está estrechamente ligada a los planteamientos de los discípulos, causantes del fuerte temporal sobre la barca.
— El dibujo del individuo denuncia la violencia, cualquiera que sea su origen. Es un ejemplo de las consecuencias sufridas por quien se niega a sumarse a la locura colectiva. La violencia se filtra por todas las rendijas.
— ¡Naturalmente! La violencia penetra sin notarse por todos los poros de la sociedad humana. La violencia contra el pensamiento libre es constante como la gota de un grifo mal cerrado. Penetra hasta el subconsciente. Incluso el olvido y la neutralidad están impregnados, en ocasiones, de una violencia disimulada.
— La paz se confunde con la mera ausencia de violencia física. ¡Como si la paz nada tuviera que ver con la armonía, con la belleza, con la justicia, con la alegría, con la naturaleza, con la ecología, con las condiciones del planeta…! Por ahí andaba la equivocación del fulano. Era un iluso al querer obtener la paz acabando violentamente con los generadores de la violencia.
— Marcos afirma que el hombre se dedicaba a una actividad suicida: “todo el tiempo”. Es decir, había destinado por completo su vida a dar voces al viento. No le dejaron otras alternativas que el sometimiento o la autodestrucción. Marcos lo dice en clave, pero tengo la impresión de que sembró el texto de pistas para guiar a los lectores hasta el último significado de la narración. “Todo el tiempo” asegura una vida orientada de punta a punta al fracaso.
— La violencia institucional se arrincona con la justicia. La que cada uno lleva dentro se espanta con ternura.
— Pasamos de largo sobre una expresión ya conocida por nosotros. Cuando está hablando de todo el tiempo, Marcos añade con toda intención: “noche y día”. La imagen del hombre dedicado “noche y día” a una tarea improductiva que le defrauda a cada paso me recuerda a la de aquel otro de la parábola que, “noche y día”, vive y descansa, convencido de la fecundidad del mensaje; la que habíamos acordado en denominar: Lo natural es el Reino. Decía: “Así es el Reino de Dios, como cuando un hombre ha echado la semilla en la tierra; él duerme y está despierto, por la noche y por el día, y la semilla germina y va creciendo sin que él sepa cómo”.
— ¡Ya caigo! – dijo Leonardo admirado —. Marcos, entonces, agregó ese latiguillo como una insinuación a los lectores para que pudieran valorar la diferencia entre la ineficacia de la violencia del hombre sometido y el fructífero resultado de su proyecto.
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SEGUNDO ACTO
Se va a abrir el telón para comenzar el segundo acto: El hombre se descubre a sí mismo.
“Al ver de lejos a Jesús, fue corriendo y se postró ante él; y dijo gritando a voz en cuello:
— ¿Qué tienes tú contra mí, Jesús, hijo del Dios Altísimo? Por ese Dios te conjuro, no me sometas al suplicio.
Es que Jesús le había mandado:
— ¡Espíritu inmundo, sal de este hombre!
Entonces le preguntó:
— ¿Cómo te llamas?
Le respondió:
— Me llamo Legión, porque somos muchos.
Y le rogaba con insistencia que no los enviase fuera del país” (Mc 5, 6-10).
Este segundo acto, donde impera el diálogo, está caracterizado por la confusión en que está envuelto el individuo. Nuestro redactor marca sus intervenciones con la ambigüedad; por esa razón aparecerá difuminada la personalidad de quien habla. Más tarde conoceremos la causa de este hecho provocado por Marcos. Entremos ahora en la lectura.
Tan pronto como ha perfilado la figura del hombre-esclavo de manera que sus lectores pueden reconocer con nitidez al personaje, Marcos retoma la acción, sólo apuntada al comienzo de la primera escena. El comienzo de este segundo acto, “al ver de lejos a Jesús, fue corriendo y se postró ante él”, causa la impresión de que reincide en la idea inicial (“Apenas salió él de la barca, fue corriendo…”). Pero nosotros vamos conociendo ya a nuestro narrador…
Es el hombre esclavo el que capta y presta atención (“viendo”). Su actitud, aunque dominada por la violencia del sistema que le somete, no representa un obstáculo para que perciba la llegada del hombre libre y lo identifique: “a Jesús”. Marcos no había usado el nombre propio del Galileo desde su salida de la sinagoga, en la escena del hombre de la mano encogida (3, 7). Ahora lo hace, intencionadamente. El nombre de nuestro protagonista, “Yesuah”, en arameo, procede de una raíz hebrea que significa liberar, salvar. Al escribir su nombre, Marcos indica que el esclavo descarta que se trate de un individuo cualquiera y descubre en aquel recién llegado su personalidad liberadora.
La percepción ha sido hecha a gran distancia: “desde lejos”. A pesar de que sus ideas se hallan muy alejadas del proyecto del Galileo, el individuo no considera la distancia como una dificultad insalvable que impida acercarse a él.
No hay conformismo en el hombre-esclavo ni pasividad ni desánimo ante el largo trecho. Antes bien, el relato señala su decisión de eliminar el impedimento desde el punto de vista físico y desde las irreconciliables posiciones ideológicas: “fue corriendo y se postró ante él”.
Las dos acciones complementarias corresponden a una misma actitud. El primer movimiento, correr, informa de la resolución instantánea de salir de la propia posición para acercarse al Galileo. El segundo, rendir homenaje o saludar prosternándose, refiere el reconocimiento del esclavo ante quien puede colmar sus anhelos de libertad.
El arrinconado personaje actúa, acercándose a él, con el mismo apasionamiento causante de su aislamiento social. Es un inconformista frente a la esclavitud de una sociedad resignada y acomodada. Ha preferido la condena del destierro a la integración en la consentida servidumbre. Se atrevió a dar un paso saliendo de la multitud doblegada, pero tan erróneo que ha terminado arrastrándole a la destrucción. Su plan violento contra el violento sistema implica que no ha roto con sus valores, sino que los acoge como semilla envenenada.
A pesar de lo distante de las posiciones, ha visto en la llegada del Galileo la posible salida del enredo donde se encuentra atrapado. Con la celeridad irreflexiva característica de cuando en ello va la vida (“fue corriendo”), lo reconoció (“se postró ante él”) como hombre libre con capacidad para rescatarlo (“Jesús”: “el que libera”) de su degradante situación.
En contraste con esta presentación, Marcos deja aparecer su personalidad agresiva al introducir en qué forma se dirigió al Galileo: “y dice gritando a voz en cuello”. El verbo principal, escrito en presente (“dice”) y sin pronombre, como si en vez de al Galileo se dirigiera al mundo, reclama de nuevo la atención de los lectores. Se repite su acción de gritar, lo que implica continuidad en su estado de lamentable desmoralización. La expresión que define su modo de hacerlo, “a voz en cuello” distingue la energía con que vociferaba; es decir, desgañitándose.
La primera declaración del hombre refleja el tono de su fuerte enfrentamiento con el Galileo: “¿Qué tienes tú contra mí, Jesús, hijo del Dios Altísimo?”. La frase en forma interrogativa expresa antagonismo e interpreta en el Galileo una actitud de hostigamiento por parte de éste que en el relato no hemos advertido.
La identificación del interlocutor a quien va dirigida la frase es esperada, aunque no por ello, menos sorpresiva. El personaje llama al Galileo por su nombre (“Jesús”) sin que haya habido presentaciones. Ese dato pasa desapercibido en una lectura rápida; se enmascara al haber sido citado previamente por Marcos. Sin embargo, su repetición en boca del hombre pertenece al propósito del redactor de presentar al esclavo reconociendo en el Galileo su capacidad liberadora.
A su nombre agrega el calificativo de: “hijo del Dios Altísimo” con el que le reconoce máxima autoridad.
Por lo que llevamos visto del texto de Marcos, este tipo de reconocimientos explícitos es característico de aquellos que, enajenados por ideologías propias del poder institucional, rigen su vida exclusivamente a partir de principios que imponen dogmáticamente a los demás. Recuerden el episodio donde las masas ejercían sobre él una fuerte presión: “Y los espíritus inmundos, cuando percibían su presencia, se postraban ante él y gritaban: Tú eres el Hijo de Dios” (Mc 3, 11). Desde una lectura equivocada de estas afirmaciones, los espíritus inmundos serían tenidos por Marcos como un modelo de ortodoxia.
El título concedido por el furioso alucinado se escribe sin artículo. No se trata, pues, como allí, de un intento de que el Galileo asuma el papel de líder mesiánico, sino de admitir, proclamándolo, su estrecha relación con el Dios situado muy por encima (“Altísimo”) de aquellos otros de pega a los que él se ha dirigido clamando por los montes sin conseguir la respuesta esperada. Con la denominación, el más alto o supremo, designa al auténtico; el que demuestra serlo en la práctica, el imposible de imitar ni manipular.
Esta idea procede del Antiguo Testamento. Según su interpretación religiosa de la historia del pueblo judío, Yahvé ha confirmado su autenticidad al conseguir la libertad del pueblo esclavizado en Egipto. Al haberse situado inconfundiblemente de parte de los débiles, sacándolos de su sometimiento al poderoso imperio, acreditaba su verdadero poder por encima de los inoperantes de los montes.
Este término, “Altísimo”, se utiliza en el Antiguo Testamento para nombrar a Yahvé, especialmente, cuando se refieren a él personajes no judíos. Con ese título se reconocía su superioridad sobre los dioses de otras religiones.
Por lógica oposición a los títeres de los montes, el Altísimo tendría que mostrarse partidario de las tesis liberadoras del hombre-esclavo y contrario a la violencia esclavizante del orden establecido. Al poner al Galileo en relación directa con el Altísimo, el hombre le muestra irónicamente la contradicción que observa en él. ¿Cómo es posible que, habiendo demostrado una posición decidida en contra del poder opresor, no se sitúe a favor de los planteamientos revolucionarios sostenidos por el esclavo e, incluso, parezca que se alinee en contra de ellos? El hombre se extraña de que el Galileo no actúe como el Dios del Antiguo Testamento.
La paradoja que subyace en su manera de denominar al Galileo coincide curiosamente con la reserva y la duda fundamental de los discípulos respecto a nuestro protagonista. El proyecto presentado por el Galileo no concordaba ni con el pensamiento ni con la práctica atribuida a Yahvé en las Escrituras Sagradas. Tampoco se adaptaba a la realidad definitiva anunciada por los profetas. Para el hombre, el Galileo carecía de avales divinos. No tardará en pedírselos.
Marcos nos aporta nuevos datos a través de la actitud adoptada por el hombre esclavo: “Por ese Dios te conjuro, no me sometas al suplicio”. La fórmula con que inicia su severa petición, “por ese Dios te conjuro”, refrenda la anterior interpretación. Con ella, el hombre compromete la coherencia del Galileo, reclamándole bajo juramento solemne que legitime su mensaje y su praxis con el aval del Altísimo. Quiere asegurarse que la liberación que propone el Galileo está refrendada por el Dios de las Sagradas Escrituras. Su exigencia muestra su desasosiego. Está receloso de la autenticidad y eficacia de la propuesta del Galileo, al que obliga a poner en juego su prestigio.
Expresa su petición con el verbo “torturar” o “someter a suplicio”, que pertenece a una familia de términos relacionados con los padecimientos de alta intensidad sufridos en una cámara de tortura. Precedida de negación, adquiere una potencia que refleja la intensidad con la que él manifiesta su inquietud y su chocante requerimiento: “no me sometas a suplicio”.
Desde la perspectiva del lector, la solicitud resulta extraña y cabe preguntarse, ¿a qué suplicio querría someterlo el Galileo? Marcos no ha escrito nada que haga suponer tal crueldad por parte de nuestro protagonista. Sin embargo es la segunda vez que el personaje habla de un hostigamiento previo en la conducta del Galileo hacia él. El hecho de que no hayamos encontrado en el relato ningún detalle que justifique este sentimiento hay que achacarlo al silencio de Marcos, centrado hasta ahora en la figura del hombre esclavo. Nuestro narrador mantiene un intencionado suspenso para acaparar la atención de los lectores ante la incógnita.
La clave de tan raro comportamiento del sujeto, mezclando determinación y desconfianza, comienza a tener explicación cuando Marcos escribe: “es que Jesús le había instado”. Es decir, a la actitud del esclavo ha precedido un hecho anterior del Galileo, omitido por nuestro narrador hasta este momento.
Su inquieta agitación se justifica, pues, por la actuación anterior del Galileo demandándole decidir con urgencia. El hombre se siente interpelado y apremiado.
En Marcos descubrimos dos actuaciones del Galileo. Una orden contra el espíritu inmundo contenida en el imperativo “Sal de este hombre” y un apremio al individuo para que decida abandonar su posicionamiento: “Es que Jesús le había instado”.
La frase pronunciada por el Galileo: “¡Espíritu inmundo, sal de este hombre!” está formulada considerando al espíritu inmundo como destinatario. Supuestamente, presenta contradicción con lo expuesto antes por Marcos. Esta presunta dificultad de lectura se supera, observando los diferentes aspectos de la cuestión. Prestad atención al tema porque es interesante y volverá a presentarse en el episodio.
En primer lugar, la orden se usa como formato típico para las expulsiones de demonios y espíritus inmundos. Bajo ese patrón, Marcos busca representar la idea de superioridad del mensaje del Galileo sobre las ideologías que se adueñan del ser humano.
En segundo, el enfoque del narrador avisando de la exigencia del Galileo al hombre induce a pensar que, a la solicitud del Galileo, corresponde por parte del hombre su firme decisión de rechazar las ideas del sistema, como método para atacar la tiranía de su poder.
Por último, estos dos aspectos de la realidad humana: la propia individualidad y la ideología que la invade logran confundir la identidad personal. La corriente ideológica del sistema disuelve de tal modo la singularidad del sujeto que en la observación de nuestro hombre-esclavo resulta complicado discernir lo que pertenece al individuo y lo que corresponde a los conceptos parásitos que le tienen enajenado.
Es explicable, pues, la sorprendente reacción del hombre. Él se resiste a abandonar las violentas ideas de siempre para luchar contra la opresión. Estima equivocadamente que la demanda del Galileo le conduce de forma inexorable a aceptar el orden social que le relega a la esclavitud. La renuncia a la violencia significa para él quedar desprotegido. La concibe como la única vía a su alcance; ha optado por ella asumiendo sus riesgos. No ve claro el plan del Galileo, aunque percibe que le solicita rechazar la esencia misma del sistema. Precisa verificar que la propuesta que él le hace está en sincronía con las promesas divinas del Antiguo Testamento. Por consiguiente, exige que le confirme mediante juramento, poniendo a ese Dios (“el Altísimo”) como testigo, que su programa se opone al sometimiento social y no le comportará regresar al suplicio de la servidumbre: “Por ese Dios te conjuro, no me sometas al suplicio”.
La figura del personaje va tomando cuerpo por momentos. Personifica los planteamientos del grupo de seguidores. Se percibe cómo Marcos intenta que el hombre esclavo sea la representación gráfica de esas ideas.
Marcos buscaba que los lectores pudiéramos constatar las consecuencias de adoptar esa vía política. De todas formas, pese a la necesidad que tuvo de garantías y avales, la confianza del hombre en el mensaje del Galileo prevaleció por encima de su desconfianza. A partir de ahora el relato cobrará mayor intensidad.
Tras el inciso aclaratorio del extraño comportamiento del sujeto, prosigue el diálogo sin que él haya abandonado las ideas que le esclavizan, a pesar de haber sido urgido a ello por el Galileo. La conversación discurre, pues, con lógica, dando Marcos entrada a nuestro principal protagonista: “Entonces le preguntó”.
La pregunta parece simple: “¿Cómo te llamas?”. En el original, esta expresión típica para conocer el nombre de alguien no incluye verbo. La traducción más cercana sería: “Cuál (es) tu nombre”. Vista así, la pregunta conlleva el riesgo de ser entendida superficialmente. Cabe preguntarse, ¿es que pretende hacer las presentaciones después de tener tan avanzada la conversación? Y si no es así, ¿qué interés tenía el Galileo en conocer el nombre de aquel individuo?, ¿no es asunto trivial incluso tratándose de cortesía? O, ¿tal vez debemos conceptuarlo como una técnica literaria del narrador para alimentar la continuación del episodio?
Ninguno de estos interrogantes da en el clavo. Si de algo carece la pregunta es de simpleza. El interrogante del Galileo persigue que el hombre esclavo indague en su propia identidad y averigüe el origen de su estrategia con el fin de que reconozca la característica esencial que define su personalidad. Obligándole a reflexionar sobre sí mismo tendrá la oportunidad de convencerse de que los fundamentos de sus ideas agresivas son extraños a la condición humana. Forman parte de los principios que le han conducido al cautiverio. El método adoptado por el esclavo para hallar la libertad… le destruye.
Con el verbo de nuevo en presente, “Y le dice”, Marcos solicita máxima observación al lector. No es para menos. La respuesta del hombre abre uno de los momentos más sugestivos de la narración.
Responde con concisión: “mi nombre (es) Legión”, aunque se deduce de su respuesta que ha reflexionado profundamente.
El nombre Legión designa abiertamente y sin paliativos a la temible unidad romana. Encarna la fuerza aplastante del imperio, con la que se reducía a vasallaje a todo pueblo a su alcance. La Legión estaba constituida por una media superior a seis mil hombres: diez cohortes formadas por seis centurias cada una, más ciento veinte a caballo, algunos grupos especializados y tropas auxiliares escogidas en cada región, al frente de los cuales figuraban sesenta centuriones y seis tribunos militares. Al mando de todos ellos, el legado imperial.
Como unidad característica de las fuerzas armadas, la legión representa la violencia ejercida por el imperio contra personas y pueblos para subyugarlos y someterlos a sus leyes. Como es obvio, el interés del dominio perseguía un fin económico-financiero. Cuando la situación permanecía controlada, las legiones romanas centraban su misión en garantizar el orden social manteniendo a raya a los individuos más rebeldes e impidiendo, a punta de lanza, cualquier atisbo de sedición. La estabilidad se lograba regulando la actividad social mediante las leyes impuestas por la potencia dominante.
La estabilidad conseguida se convertía, entonces, en el principal objetivo político que las legiones conservaban a toda costa, incluso pasando a cuchillo a quien se atrevía a alterarla. A la situación de quietud social, controlada a base de leyes, amenazas y miedo, le denominaban: paz.
La estabilidad era pieza clave para los fines del imperio, consistentes en obtener un importante crecimiento de la actividad económica en la zona, de manera que les permitiera detraer a base de impuestos la parte gruesa del pastel, a la que tenían derecho por su benéfica acción y gestión invasora.
En definitiva, la Legión representaba la Violencia Global Sistematizada y Legalizada.
Al reflexionar, el hombre-esclavo acepta para definirse el nombre que identifica la esencia violenta de sus opresores. Participando de esa violencia global, prolonga el régimen de esclavitud humana bajo la organización codiciosa e insaciable. El terrible engaño con que se ejerce la coacción extrema contra la humanidad se torna más inexpugnable cuanto más sean los incautos contagiados por su naturaleza violenta.
Pero, a fin de cuentas, la pregunta del Galileo hace mella en el individuo que, reconociendo su coincidencia con los valores inconfundibles de los opresores, descubre la inutilidad de su estrategia.
Que el nombre Legión tiene un sentido figurado se da por descontado con la frase aclarativa agregada por el hombre después de decir cómo se llama, “porque somos muchos”. “Muchos” alude principalmente al gran número de individuos que componían la fuerza invasora. En el trasfondo del término se atisba el temor que infundía la extensión y el poder de sus garras.
Por otra parte, la aclaración “porque somos muchos” pone de relieve la confusión, tan característica de este acto, entre hombre e ideología. El verbo en plural, somos, certifica la unidad conformada por ambos y aplica una veladura sobre ellos dificultando su diferenciación. Marcos, no obstante, aún permitiendo el doble sentido, tiene claro el perfil de su personaje y no vacila al definir la figura del ser humano anhelante de libertad. En el fondo es un ingenuo que, infectado por las ideas del poder, confía en derrocarle cuando sean “muchos” los que apoyen su planteamiento. Lo mismo que querían los discípulos con la multitud.
Con todo, el hombre esclavo inicia una travesía desde su posicionamiento hacia la propuesta liberadora del Galileo. Marcos da cuenta del modo en que tomó de nuevo la iniciativa: “Y le rogaba con insistencia”.
La acción refleja el avance del personaje consintiendo la liberación que nuestro principal protagonista le propone. El significado de su acción, rogar o llamar en auxilio, transmite la idea de volverse hacia donde se concentran los propios anhelos solicitando su satisfacción. La intensidad de esa solicitud se recalca cuando nuestro narrador agrega: “con insistencia”.
La reiteración de la súplica persigue una finalidad recogida a continuación: “que no los expulsase fuera del país”. El uso del plural (los, a ellos) se ajusta a la lógica del nombre (Legión), constata el sentido figurado de la narración y desdibuja otra vez los límites que distinguen a la persona de su ideología. Es una manera de decir que su ideario rebelde le tiene comido el seso.
Hombre e ideas se amalgaman enredados en un mortífero laberinto de difícil escapatoria, el que origina la paradoja de sublevarse contra la tiranía usando los mismos principios violentos que la consolidan.
El hombre esclavo reconoce la eficacia de la praxis liberadora del Galileo, confirmada con la primera parte de su petición, “que no los expulsase”. Accede a su propuesta de abandonar las ideas que le conducen a la autodestrucción, pero con reservas. Desconoce la libertad, le inquieta el vacío que imagina tras renunciar a los principios donde se sostiene su personalidad. Prefiere, por tanto, no abdicar de ellos absolutamente, sino mantenerlos a mano como método nacionalista de actuación política: “fuera del país”.
El sujeto quiere asegurarse la estrategia de la violencia, manteniéndola en la recámara. Ello es indicativo de su relativo convencimiento respecto a conseguir la verdadera liberación con la propuesta del Galileo. No llegará a ser consciente de la auténtica libertad hasta no disfrutarla.
El retrato terminado del hombre-esclavo tiene un extraordinario parecido con la postura de oposición al proyecto del Galileo mostrada por los discípulos en el episodio de la barca.
El grupo asume el liderazgo del Galileo, pero conservando sus planteamientos. Aunque ellos no aparecen en la narración, su presencia se da por descontada como observadores ocultos y silenciosos. Marcos los ha situado fuera del escenario, en el patio de butacas, cerca de sus lectores, un lugar para reflexionar con su detallada descripción.
Y así, con esta visión ampliamente detallada del personaje, terminamos el segundo acto.
··················
[CHARLAS DE ENTREACTO]
— La lectura de Marcos abre grietas en los conceptos que tenía por invulnerables. Resulta fácil dejarse llevar por las ideas estandarizadas: esa actitud supone ser colaboracionista y participar activamente en el desarrollo de la violencia institucional. Los planteamientos escorados hacia el conformismo, los principios que dan la razón a lo establecido y, sobre todo, las actitudes indiferentes tras las que uno pone a resguardo su tranquilidad y su patrimonio, le hacen el juego a los poderosos. No me cabe duda de que generan mucho daño a los más desprotegidos. Desentenderse supone ser cómplice de la gran estafa al mundo.
— El hombre-esclavo tiene dudas ante la oferta del Galileo. Prefiere conservar lo que le aporta seguridad, su oposición violenta contra el orden establecido. Pero los que lo reprimen y confinan no llegan a ser conscientes de su esclavitud. Éstos, ni siquiera se plantean una alternativa de libertad. Su seguridad se basa en el dinero; su petulancia, en saberse amparados por la ley. ¡Como si el marco legal nos hiciera humanos!
— El evangelio… me resultaba algo ininteligible, extraño, alejado de la vida ordinaria… Con la explicación de Teófila ha desaparecido para mí parte de la nube en la que estaba oculto… Puedo apreciar su lógica, su coherencia interna, su carácter extraordinariamente actual. Sin embargo…, noto como si se disolvieran mis cimientos y me quedara colgado sobre el abismo, sin nada donde sujetarme…; por eso deduzco que esta interpretación está mutilada…, que algo le falta. Cuando falta el sentido religioso, la vida se queda en volandas.
— Quien se queda en volandas es la madre que sostiene a su hijo en los brazos y no tiene nada para él.
— Los que no movemos un dedo ante esa realidad estamos colgados.
— Siempre volvemos al problema del hambre.
— Porque ese es el problema. No hay nada por encima de la vida. Si no analizamos desde esa mirada la realidad, tenemos grave riesgo de equivocarnos.
— Caigo en la cuenta de que planteamos los problemas del hambre, de la miseria, de la injusticia… como si tratáramos de cuestiones filosóficas. Lo explicamos bien resguardados bajo techo. Luego comemos, reímos, nos repantigamos… ¿No es repugnante que, entretanto, estén desapareciendo del mapa muchas de las personas de las que estábamos hablando…?
El Galileo…, en cambio…, llama a la praxis. Éste es uno de los detalles que más me impresionan de él…
Expongo el asunto en otros términos, más generales, pero que muestran mejor el problema del que hablamos.
Es un debate tradicional el dilucidar si el fin justifica o no los medios. Ese debate no tendría sentido si fuera cierta la afirmación del texto (y además se generalizara) “El retrato del personaje sirve para explicar la inutilidad de la violencia en los planteamientos políticos”, puesto que lo que esa afirmación dice, no es que el fin no justifica los medios (lo cual es un juicio ético apreciable y, de hecho, muy apreciado), sino que lo que se afirma es que nunca un medio “malo” conduce a un fin “bueno”, lo cual es rotundamente falso.
Por supuesto que a través de medios “malvados y perversos” podemos conseguir objetivos beneficiosos, y precisamente por ese motivo se ha planteado ese tradicional debate sobre si el fin justifica o no los medios.
(Apréciese la diferencia entre un juicio ontológico, aunque se afirme a partir de una valoración ética previa de sus elementos, –un medio malo no conduce nunca a un fin bueno, lo cual es obviamente falso- y un juicio ético –un fin bueno nunca justifica un medio malo, lo cual parece humanamente aceptable-)
Saludos cordiales
Hola Mª Pilar,
No me gusta marear mucho la perdiz sobre algo con comentarios repetidos hasta la saciedad. Pero, puesto que me pregunta -y además marcándolo en negrita- por qué sostengo que Jesús/Marcos/Salvador (escribo así sus nombres porque llega un momento en que uno ya no sabe dónde termina uno y empieza otro) están equivocados respecto al asunto que se trata en esta entrega, pues voy a responderle, aunque para ello tenga que repetir cosas que ya he escrito.
Copio de mi comentario anterior, modificándolo un poco, a ver si lo expongo más claramente:
– Sólo trato de mostrar que la propuesta de Jesús/Marcos/Salvador que sintetizan las siguientes afirmaciones del texto “El retrato del personaje sirve para explicar la inutilidad de la violencia en los planteamientos políticos”, o también, “El plan escogido [el camino de violencia emprendido] para oponerse a la situación de esclavitud a que está sometido se vuelve contra él y le conduce a un destino fatal”, que parecen ser hechas, en su contexto, con pretensiones de universalidad, sencillamente no se sostienen. No soportan el contraste con la realidad, en mi opinión. He aducido como ejemplos la Revolución Francesa y algunas guerras de liberación.
Es decir, Mª Pilar, independientemente de que a usted le gustaría que la violencia fuera inútil en los planteamientos políticos, parece que determinados acontecimientos históricos muestran que la violencia puede ser útil. ¿Que es el mejor camino o hay otros mejores? En esa discución no he entrado, todavía (aunque algo he dejado entrever al afirmar que yo no defiendo la violencia, pero podría extenderme más en ello y matizar esa frase).
Además, como parecen mostrar algunas biografías de personajes históricos, no todos los que la han empleado la violencia para enfrentarse a situaciones injustas han fracasado en sus objetivos, ni han sido conducidos por su actitud a un destino fatal, como se asegura en el texto.
Saludos cordiales.
Pepe:
Sigo pensando, que para ¡mí! es válida la presentación, y el lenguaje que utilizan:
“El Galileo, Marcos, Salvador”
Para mostrar una nueva alternativa, a la vida cruel para todo el resto de galileos y galileas que le rodeaban.
Y nos las pongo con mayúscula, porque no estamos hablando de una persona en particular; si así sucediera, lo haría sin ningún rubor, por derecho de cada ser nacido a ser reconocido como único y especial.
¿Se han equivocado? ¿Por qué?
Lo que escriben otros autores es más creíble, más exacto, tienen más autoridad, más conocimiento… ¿?
Toda persona que presenta al público sus “pensamientos-ideas-conocimientos” sean del tema que sean; cargan la fuerza de su “comunicarse” desde un punto personal, según su experiencia, o pertenencia.
Supongo, al leer sus comentarios, que conoce lo que escribe, y por lo tanto sabe, que dependiendo a quien lee, la historia o materia, se enfoca de diferentes maneras.
¿Quien está equivocado…?
Lo repito Pepe: “Para mí” es “bueno” me llena y llega al centro de mi ser; no porque lo siga a la letra, sino que mi propia mirada y experiencia, y lo vivido, me llaman hacia una dimensión concreta.
Me dirá, que acomodo lo que leo a mi ¿gusto?
¡No! a mi gusto, sino a mi experiencia de vida, a lo que he visto, escuchado, acompañado, estudiado… y sobre todo:
¡¡¡Vivido!!!
Comprendo que no le sirva, y lo acepto, pero no puedo renunciar a mi ¿sexto sentido ante la vida…?
Con afecto.
mª pilar
Antes de continuar, una aclaración:
– Yo no soy partidario de la violencia, ni la defiendo.
– Sólo trato de mostrar que la ideología de Jesús/Marcos/Salvador que sintetizan las siguientes frases del texto “El retrato del personaje sirve para explicar la inutilidad de la violencia en los planteamientos políticos”, o también, “El plan escogido [el camino de violencia emprendido] para oponerse a la situación de esclavitud a que está sometido se vuelve contra él y le conduce a un destino fatal”, que parecen ser hechas, en su contexto, con pretensiones de universalidad, sencillamente no se sostienen. No soportan la crítica histórica, en mi opinión. He aducido como ejemplos la Revolución Francesa y algunas guerras de liberación.
– Respecto a lo comentado por Honorio Cadarso: querido Honorio, tu comentario me ha parecido un delicado ejemplo de ambigüedad, que lo mismo manifiesta admiración por Gandhi que por el Che. Vamos, que lo mismo vale para un roto que para un descosido.
– Respecto al comentario de Mª Pilar, un par de observaciones:
– La guillotina no tiene nada que ver con el mensaje del galileo de cuya biografía de leyenda estamos hablando (especifico porque había, y supongo que sigue habiendo, otros muchos galileos, cuyo gentilicio nunca escribiréis con mayúsculas. Son los otros galileos y galileas, los olvidados y las olvidadas). La realidad histórica, tampoco tiene que ver con lo que él suponía, si hacemos caso a la presentación que de él hacen Marcos/Salvador. Y precisamente esto era lo que pretendía mostrar: que Jesús/Marcos/Salvador estaban equivocados, respecto a la cuestión tratada.
– Respecto a lo que comentaba Olga, respecto a lo que quizás quería Jesús.
– Quizás, lo que quería decir Jesús no es que no fueran violentos con el conquistador romano, sino que no fueran imbéciles. No se necesita ser un iluminado, ni un místico, sino simplemente tener dos dedos de frente (de los que, probablemente sus discípulos carecían), para darse cuenta de que nada podía hacer un puñado de demacrados judíos frente a las todopoderosas legiones romanas.
Con frecuencia se obvia que Palestina era –y sigue siendo- una mierdecilla al lado del desierto. Si los romanos habían conquistado las Galias y la Germania, etc., etc., y sometido a su población, ¿qué sentido tenía para un puñado de palestinos debiluchos y mal instruidos oponerse a ellos violentamente? A poco listo que fuera Jesús, tenía que verlo y actuar en consecuencia, pero no por iluminación mística, sino por sensatez táctica.
Saludos cordiales
Hola Olga Larrazabal y Pepe Blanco!
Me parece que ustedes andan mejor encarrilados que yo
en los Comentarios de este Fascículo,
que trata de esclavitudes y violencias.
¡Gracias!
Y lo leo acá mismo en unas
[CHARLAS DE ENTREACTO]
— A mí me está recordando a la guerra de Irak. Y a la de Afganistán. Y a otras muchas. A los lugares donde se cobijan los disconformes violentos mandamos, orgullosos, toda la tecnología de matar, aterrorizando a la población con asesinatos indiscriminados de civiles, de niños, mujeres, ancianos…, destruyendo, además, sus casas, sus enseres, sus medios de vida… Las consecuencias no tardan, proliferan como hongos nuevos terroristas convencidos de que exclusivamente con la barbarie podrán enfrentarse a la barbarie.
Y a raíz de esa realidad, me pregunto: ¿por qué cuando se usa la violencia contra la sociedad o el poder establecido se habla de terrorismo y, en cambio, cuando se emplea la violencia institucional para arrasar pueblos y naciones enteras se justifica, diciendo con grandilocuencia que son acciones en pro de la libertad y de la democracia?
— El negocio disfraza su maldad. Al final, la violencia no conduce a nada, salvo a destrucción y muerte. Pero no aprendemos, o no nos interesa aprender.
— Mejor lo segundo. Porque todo se calcula en función del beneficio. Y la violencia es uno de los más suculentos… ¿No es llamativo que los poderosos ataquen casi siempre a los terroristas en suelos donde tienen algo que obtener?
— Pues los discípulos se están viendo retratados. Por eso estarán escondidos viendo las cosas desde lejos.
……………
Querido Pepe: Te acepto que la guillotina es más rápida y efectiva y menos contaminante que la hoguera. Tu sabes, los franceses son tecnológicos, y las curias, santos oficios y esos estamentos siempre andan con un par de siglos de retraso, por decir lo menos. Mira si se quedaron pegados en neo platonismos y en san Agustín….
Hola!
He estado reparando en algunos caracteres de la Sociedad Alternativa “salvadoreña”.
Por ejemplo:
1.- es ABUNDO-FRUCTIFICANTE. Las crisis no pueden con ella.
2.- es JOVIAL. El “mal humor” no le cae bien.
3.- es ESTIMULANTE. No decae en “pálidas”.
4.- es AUTO-ESTIMANTE. No es auto-complaciente ni aduladora.
……………..
Habrá otras más, pero por ahora se me han ocurrido éstas.
Confieso que las estuve leyendo-entresacando de mi propia experiencia,
que ya lleva unos cuantos añitos pisando tierra.
Tal vez debería agregar otra que nos es menor,
aunque sí muy des-cuidada por la atención que merecería:
5.- es INMEDIATA Y DIRECTA. No necesita kalendas griegas ni utopías.
Sólo dar UN PASO y ya estás en TU MUNDO.
……………
¿Tal vez, no?
¡Vamos andando todavía! – Oscar.
Vuestros comentarios me sugieren algunas reflexiones que ahora no tengo tiempo de comentar. Procuraré hacerlo en los próximos días.
Ahora, una breve nota.
En la misma época en que los revolucionarios franceses mataban con guillotina -método instantáneo e indoloro de matar- para luchar por sus ideales, los católicos miembros de la santa (¡Ja, ja!) inquisición, y exactamente por el mismo motivo: luchar por sus ideales, mataban con hogueras -mortífero método mucho más lento y doloroso que, para más inri, solía poner punto final a largos procesos que incluían frecuentes visitas de los reos a las cámaras de torturas-.
Por lo menos, los revolucionarios franceses hasta para matar eran más nobles y humanos que los católicos de la época.
Saludos cordiales.
¡¡¡Gracias Oscar!!!
mª pilar
Hola!
Lo que yo he entendido de las Interpretaciones de Salvador
en torno al Texto del Evangelio según Marcos
(Que son, a su vez, una Interpretación de Marcos
en torno a lo que hizo y le pasó al re-cordado Galileo)
es lo siguiente, referido a dos puntos:
1.- SOCIEDAD ALTERNATIVA:
Se trata de comprenderla en y desde su raíz original-originante.
Una SOCIEDAD es un conjunto de personas que se “asocian,” en torno a un Proyecto común que los ha entusiasmado, del que com-parten prácticas particulares.
Notas:
a) En esa cuenca de vitalidad brotarán Instituciones y gestiones “administrativas” más o menos ortopédicas –siempre hospicianas y reformandas.
b) No conviene confundir la cuenca “original-originante” (siempre entusiasmante); con las “ortopedias-administrativas” (siempre más o menos molestas)
c) Tampoco conviene pensar que las “ortopedias-administrativas” vigentes en una Sociedad son necesarias en otro tipo de Sociedad; p.e. una cantidad ingente de protagonistas asociados.
d) En este último caso puede considerarse lo que van intentando y siendo algunas “Comunidades de Base”.
e) Acá podría ejemplificarlo con un reciente hecho.
Fuimos con Olga Larrazabal a visitar en un poblado montañoso y cercano a Santiago de Chile a los esposos Manuel Ossa y Verónica Salas. Atrio los podrá recordar pues fueron quienes tradujeron “Otro cristianismo es posible” de Roger Lenaers, que fue “curso-tallerado”.
(Actualmente Manuel está traduciendo del flamenco un segundo Libro de Lenaers que versa sobre Ética)
Pues bien; Verónica preside una ONG encargada de hacer sustentable una complejísima situación de mapu-chilenos dedicados a la “recolección” de hierbas naturales aromático-medicinales. Se trata de un esfuerzo conjunto de “auto-estima” y ejercicio de derechos de recolección-manufactura-comercio-exportación. Se realiza en ámbitos acotados que con el tiempo se han ido cooperativizando y confederando. Etc.
2.- PERSONAS ACTUANTES:
Se trata de una invitación sugerente y personal; e.d.: “a mí”, e.d.: “a mi Praxis”.
Bien que decisivo el creador-disparador del Proyecto (el Galileo)
lo decisorio es ese”a mí“.
Como nadie se muere mañana;
Nadie se salta su propia sombra.
…………………
Ambos puntos los veo descriptos en un Comentario de Salvador:
Leyendo a Marcos – 12 (21-Agosto-2012)
salvador santos
02-Septiembre-2012 – 20:58 pm
Si tú deseas formar parte de una sociedad alternativa, ¿qué te lo impide? Puedes comenzarla tú mismo. No te hace falta ni Marcos ni Jesús. Solo tu decisión y compromiso de ponerla en marcha. Jesús lo hizo, ¿por qué no, nosotros?
De estar decididos por esa praxis, la pregunta a plantear de inmediato sería: ¿Cómo lo hacemos?
Porque consiste en una praxis, la que Marcos explica.
Este trabajo mío busca hallar con honestidad las raíces de ese sentido para hacer una lectura comprensible de la pedagogía que plantea.
……………….
¡Vamos todavía! – Oscar.
Querido Pepe: Sácale lo del creador a la Declaración de Independencia, si te molesta, a mi me da igual que digas Big Bang o el Gran Hoyo Negro que explotó. En cuanto a la Independencia de Sudamérica, le debió más a la codicia de las clases altas y a la invasión napoleónica que a un afán de guerra. Con la Independencia los que les compraron la tierra rematada a los jesuitas expulsados no le pagaron un quinto a la corona, por eso fueron ardientes patriotas. Y para los indios no significó nada ya que las oligarquías nacionales eran españoles transplantados, pero sin mentalidades nuevas. En cuanto a los israelíes, hay quién sostiene que entre sus jerarcas ha habido y hay varios que se cascotearon como esclavos y delatores en los campos de Concentración y siguen fielmente los métodos de la SS. Es decir la brutalidad nazi engendró judíos violentos, así como los niños abusados suelen ser abusadores. Y los palestinos, que no creo que fueran especialmente violentos aunque tuvieron el Imperio Turco por encima, también han hecho su aprendizaje. Te quiero decir con esto que si somos un ejemplo de violencia con el prójimo, nuestros hijos lo van a aprender como modo de relacionarse. Si les enseñas a reaccionar de otros modos ante los inconvenientes, guardarán la violencia para casos extremos y podrán manejar mejor el mundo, y el mundo será un lugar más grato para vivir. Quizás era solamente eso lo que quería Jesús.
Hola Pepe:
Hace muchos años, que he convivido con el:
“Seminario de investigación para la Paz”
Sito en el C. Pigantelli de Zaragoza, “mi” centro, como le llamo con gran cariño, aunque yo no esté a su altura.
Y con todo afecto repito:
“La violencia- muerte-devastación-hambre-incultura; (claro en este caso, solo para unos) no es el camino.
Muchas personas luchan por poder acercarlos para un diálogo justo y abierto.
Reconozco que los mandatarios de Israel, son duros de cerviz… y no hay como bajarlos del burro…
Ese burro de creerse elegidos por dios, y que cuantos les molesten tienen que ser eliminados.
Sé de buena tinta, que no todos lo israelíes piensan así.
Pepe, yo no conozco el camino, pero sí sé, que la violencia no arregla las cosas enquistadas; sí la lucha, pero una lucha, donde dar la vida por la causa, sea un desgaste de ella, no la muerte de miles de niños/as, hombres y mujeres de toda edad.
¿Como levantarán cabeza, si apenas les está quedando nada, ni para vivir dignamente?
Morir de esa manera tan cruel, no les llevará a la victoria ni a unos ni a otros; sobre todo a los “otros” que casi ada tienen.
Pude visionar un CD, que mi hija tuvo que estudiar y presentar una “conclusión” en un master que hizo sobre como llegar a la paz.
Fue grabado por personas que trabajan sin descanso en ambos campos, para intentar llegar a esa paz, tan ansiada; quedé de verdad impresionada.
Lo protagonizaban seis niños, tres palestinos, tres israelíes; desde su vida cotidiana, incluyendo las familias…
Pepe: ¡¡¡La violencia, no es el camino!!!
No me molestan tus comentarios, de ninguna manera.
Me gusta como lo presenta Salvador; como en tiempos pude escuchar con gozo, a Juan Mateos en sus clases; está muy cercano a mi manera de pensar e intentar vivir.
Pero esa es: ¡¡¡Mi manera!!! que no tiene que ser la de nadie más; por eso la comento con toda sencillez.
Dime Pepe ¿que tiene que ver la guillotina, con las palabras del Galileo?
Debo ser muy torpe ¡no lo comprendo!
Solo es eso, disculpa mi simplicidad, no llego a tu altura, lo sé; pero dentro de esa simplicidad sé con claridad, que los mayores y mejores logros de nuestra historia, no vinieron ni nacieron de la violencia, la esclavitud, la opresión, la muerte.
Con cariño.
mª pilar
A mí también me deja un poco perplejo el comentario de Marcos-Salvador al esa página del evangelio. Pero por otro lado no puedo menos de dudar de que la guillotina hiciese avanzar por el mundo los ideales de la Revolución Francesa y de la Ilustración…Y sugiero, Pepe Blanco, que dicho acontecimiento histórico fue algo más que la guillotina…Y que en todo conflicto violento de la historia de la humanidad ha habido procesos de transformación paralelos que han tenido más que ver con procedimientos pacíficos…
Hoy en el mundo hay un proceso de diálogo de civilizaciones, un proceso de denuncias y rebeldías no violentas, una siembra permanente de ideas sanas, frente a actitudes de dominio militar y rebelión armada que también se producen. El texto de Marcos podría estar diciéndonos que el progreso avanza a lomos de los hombres pacíficosy de los que viven las bienaventuranzas, más que sobre los caballos de los invasores y sobre los portaaviones con misiles nucleares…
Aunque desde luego hay momentos en que los pacíficos salen perdedores, como le ocurrió a Jesús y a Gandhi y a muchos más. Pero tal vez podríamos dar por supuesto que son ellos, los aparentemente perdedores, los que nos hacen avanzar ¿O no?
De todos modos, mi admiración hacia personajes como Fidel Castro, el Che, Mao, Ho Chi Minh, que también pusieron su granito de arena…
¡Ah, Mª Pilar! Te preguntabas si estos comentarios (supongo que te referías a los míos) tenían que ver con el tema que aquí se plantea.
Bueno, si lees con atención el texto, o simplemente el resumen sobre fondo gris que lo introduce, pienso que fácilmente advertirás que mis comentarios inciden directamente en el núcleo del tema que aquí se plantea. Otra cosa es que te gusten o no, que estés o no de acuerdo con ellos.
Sobre la eficacia de la rebelión Palestina…, bueno, las últimas noticias son que han solicitado la admisión en la ONU, una de cuyos organismos, la UNESCO, ya ha admitido a Palestina como un miembro más.
¿Qué deberían hacer los palestinos según Jesús/Marcos/Salvador/Mª Pilar? ¿Enseñarles educación y buenas maneras a sus niños, para que no dirijan sus tirachinas contra los soldados israelíes, que es cosa de niños traviesos y conductas de muy mal gusto?
Saludos cordiales
Hola Mª Pilar,
¿Quieres decir con tu último comentario que, en tu opinión, en este taller solamente deberían participar los creyentes en Jesús/Marcos/Salvador paara exponer sus experiencias y respuestas personales?
Saludos cordiales
Personalmente pienso:
Que este taller tiene que ver, con respuestas personales derivadas de un proyecto.
Tomarlas o dejarlas, es libre opción de cada ser humano.
Cierto, que si este (y otros) proyecto fuera seguido de verdad…
¡¡¡La vida sería otra cosa… especialmente para los más desfavorecidos!!!
mª pilar
¡Tengo una pregunta!
¿Les está llevando la lucha entre palestinos e isrraelíes, a una soñución buena para ambos?
¡¡¡Creo que no!!!
Solo hay muerte y miseria… especialmente para los más débiles.
¿Tienen que ver estos comentarios con el tema que aquí se presenta…?
mª pilar
Hola Olga,
No me ha quedado claro si los norteamericanos incluyeron finalmente en su constitución una mención al Creador. Si es así, pues la verdad es que no me parece especialmente civilizado ni progresista, ni siquiera serio, mantener en pleno siglo XXI y en una constitución política, una mención al concepto Dios, ni siquiera a su aspecto creador, que es uno de los más sólidos, en mi opinión. (Solidez, todo sea dicho, puesta en duda por algunos ilustres científicos, como Hawkings, pero eso es otro tema.)
Y si el ejemplo de la Revolución Francesa refuta, en mi opinión, la tesis expuesta en esta entrega que interpreta el pensamiento de Jesús/Marcos, pienso que las guerras de liberación ponen esa tesis en serios apuros.
Si fuera por Jesús/Marcos/Salvador, los sudamericanos todavía estaríais esclavizados por el yugo imperialista y explotador español, y Simón Bolívar habría acabado viviendo en sepulcros y perdido por montañas. Los españoles quizás estaríamos aún gobernados por algún tataranieto de Napoleón (aunque confieso que, íntimamente, esa posibilidad me puede llegar a resultar incluso atractiva). Los palestinos serían unos impresentables por intentar defenderse de los israelitas y, a los franceses, polacos, holandeses, daneses, checos, etc., todavía los estaría vigilando la Gestapo desde algún oscuro antro de un Berlín que nunca habría dejado de ser nazi.
Saludos cordiales
Te creo Pepe. te creo, pero la guillotina y la época del terror no son uno de sus mejores momentos, ni los más fructíferos. Prefiero la Declaración de Independencia de las Colonias de Norteamérica, hecha en 1776, 13 años antes,que establece en el segundo párrafo: “Todos los hombres han sido creados iguales y están dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, estando entre ellos la Vida,la Libertad, y la búsqueda de la Felicidad” etc etc
Y sostienen que estas verdades son evidentes en si mismas y permiten a las personas rebelarse contra cualquiera que las coarte. Y lo estampan en su Constitución. ¿No te parece esto más civilizado ?
Hola Olga,
Permíteme que te recuerde otras cosas horribles del estado francés, como la complicidad durante décadas con los terroristas de ETA, el chantaje consecuente al estado español, la destrucción de algún que otro barco de Greenpeace, el desarrollo de la energía nuclear, etc., por no hablar del desleal comportamiento de algunos agricultores franceses con sus colegas españoles, etc.
Todas ellas cosas horribles del estado francés, sin duda. Pero en Francia, la cuna de los Derechos del Hombre (1789) y de los Derechos de la Mujer (1791), la sociedad está mucho más “avanzada” que aquí en España, en donde, a día de hoy, creo que sería imposible encontrar, por ejemplo, una persona que se enorgullezca de ser la cuarta generación de no bautizados en su familia (¡!), como, sin rebuscar mucho, te puedes encontrar en Francia, donde tienen una ley que separa rigurosamente la iglesia del estado desde hace más de cien años. Etc., etc., etc. Probablemente la sociedad francesa no es la sociedad alternativa (ni falta que hace), pero sí es mucho más alternativa que la española.
Saludos cordiales
Leyendo con atención y gran gozo este cap. 15 de Marcos; para mí, esta clara la explicación sobre:
“El hombre esclavo”
No solo en el tiempo que está relatado; también antes, después… ¡¡¡ahora!!!
Estoy leyendo el libro de Arturo Paoli: “Las bienaventuranzas”
Todo lo que ayer leí, trataba de la misma causa…
Cómo las ideas, la riqueza extrema, el desorden general, todo el mal que aqueja a este deteriorado planeta; nace de ese desorden y violencia que emana de los corazones-mentes, atadas y esclavizadas hasta el extremo, de no:
“Poder ver-escuchar-asumir…” nada fuera de lo que un grupo pequeño le interesa conseguir.
Y esto: atando, esclavizando, mirando a quienes no están en su mundo, sin valor alguno; por ello, utilizando ese mundo “basura” (según ellos) para lograr al precio que sea, su meta.
Cambiar esta situación, es arto complicado.
Por eso el Galileo, conocedor excepcional de la fragilidad del ser humano, puso su granito de arena, que puede hacer posible al menos:
“Que allí donde se instaure su proyecto, renazca la vida”.
Esta, siempre estará amenazada por los poderes de este mundo soberbio y ciego, al dolor de tantas personas esclavizadas por los poderes que nos acorralan.
Donde cuanto”impera” (para ese pequeño grupo) es: negocio, riqueza, desorden…
Todo esto cuando entra en el corazón humano, lo hace incapaz de escuchar y ver…
Por ello, cuanto de alguna manera puede amenazar sus estructuras, hay que rematarlo, solo les vale, en cuanto a ellos beneficia.
Sin dudarlo, aquellas personas que se sienten…
¡¡¡Llamadas-interesadas-buscadoras de otro camino!!!
Pueden sin duda, comenzar ¡otra manera de vivir dando vida allá donde se establezcan!
Esto puede hacerse, desde cualquier situación, en cualquier mundo, raza, religión o sin ella.
¡Gracias por vuestro trabajo!
mª pilar
Querido Pepe: Leo y releo tu acotación sobre la guillotina y la sociedad alternativa, y no estoy de acuerdo. Me explico, primero que nada Jesús predicó pero de su prédica no nació una sociedad alternativa. Segundo, la guillotina de Francia, fuera de darse el gusto de ver pálidas condesas, un Borbón y una Habsburgo con el cogote cortado, y cacarearlo por todo el mundo como un logro para la Humanidad, me huele que tampoco obtuvo tanto y dejó la justificación de un legado de violencia. Por de pronto a poco andar, Francia tuvo un Emperador y a Luis XVIII, España sigue con un Borbón a la cabeza, que ahora le trabaja a la banca y a las transnacionales y los tiene jorobados a todos, los franceses y su ejército ejercieron la violencia y la siguen ejercitando editando manuales de represión que USA usó en Latinoamérica, y la URRS imitando la violencia y con Stalin a la cabeza se cepilló a muchos millones sin asco, para volver a ser ahora tan autocrática como era en tiempo de los zares. ¿Por qué? Porque nadie aprendió nada, porque los sistemas siguen siendo inmundamente demoníacos y se ganan la vida fabricando armas y haciendo guerras como en el tiempo de Jesús.
Hola oscar varela,
Rápidamente te explico cómo pudo pepe blanco pensar y escribir sobre guillotinas tras leer esta entrega del libro de Salvador.
Bueno, no creo que haya mucho que explicar. Solo pretendía recordar un hecho histórico que, a mi entender, refuta la tesis del texto.
En el caso de que Marcos, en el texto analizado, haya querido decir lo que Salvador propone, a saber, que según Jesús es imposible o inconveniente combatir la violencia estructural del sistema con violencia, pues resulta que, por ejemplo, durante la Revolución Francesa se combatió la violencia estructural con violencia, resultado de la cual, según yo lo veo, se consiguió mover la historia hacia la consecución de una sociedad no ideal pero sí un poco mejor que la que había hasta entonces. Y, en mi opinión, es una lástima que aquí en España no haya habido una revolución similar, como tampoco la hubo en el Reino Unido ni en muchos otros países.
¿Qué ha habido otros momentos en la historia –especialmente en la reciente- en los que se han conseguido cambios por medios pacíficos? Pues sí, los ha habido.
Además, pienso que la línea que separa el buenismo cristiano bienintencionado, del conformismo, la resignación y el opio del pueblo, es una línea muy tenue que se ha traspasado y se sigue traspasando con tanta frecuencia que, a día de hoy, dos mil años después, ¿cuántos se atreven a levantar la mano durante una homilía para hacer una pregunta o exponer una objeción?
Saludos cordiales
Hola!
Noto semejanza en
1- esta Interpretación
y
2- un compromiso del XXIII Congreso de Teología.
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1.- Leo en esta Interpretación:
-La mayoría social conviene, por fin, que será mejor dejarlo por imposible: “y nadie tenía fuerza para domeñarlo”.
Se reconoce en la frase la inviabilidad de neutralizar la violencia indómita que lo domina.
Con la negación excluyente, “nadie”, se generaliza la incapacidad de superar la furia airada del curioso personaje
La frase ahonda en su dimensión coercitiva y pone el acento en la intención frustrada de doblegarlo.
En definitiva, transmite la idea de que la violencia nada puede contra la violencia.-
2.- Leo en compromiso del XXIII Congreso de Teología:
– “Practicar la resistencia al sistema desde la no violencia activa”-
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¡Voy todavía! – Oscar.
PS.: Tal vez yo no haya entendido cómo en una Interpretación como la de este Fascículo
puede pepe blanco pensó-decir lo que ha escrito;
pues guillotinas y otras cositas me suenan a “violencias” y sus secuelas guerreras.
Un año: 1789
Un instrumento: la guillotina
Una reflexión: ese instrumento, durante ese año, hizo más por la consecución de una sociedad alternativa que los 1755 años de praxis cristiana precedentes.